Caracas, 12 de marzo de 2015
Relatoría del Conversatorio “Seguridad Ciudadana y Comunidad LGBTI”. Alana Zuloaga (Vicerrectora de Creación Intelectual y Vinculación Social de la UNES): luego de seis meses de que el Vicerrectorado de Creación Intelectual y Vinculación Social hiciera la solicitud, se concretó el primer encuentro de la UNES con la Comunidad LGBTI de Venezuela gracias al esfuerzo y compromiso de la Dirección Nacional de Creación Intelectual (DNCI). Esperamos que el Conversatorio “Seguridad Ciudadana y Comunidad LGBTI” sirva para que nosotros, desde la Universidad, comprendamos con mayor profundidad las necesidades que en materia de Seguridad Ciudadana tiene esta Comunidad, al escucharlas directamente de boca de sus miembros. Así, nosotros podremos sugerir cosas y tomar algunas decisiones en cuanto a dónde deberían dirigirse las políticas de seguridad del país, lo que se nos permite por ser un órgano académico que se dedica, entre otras cosas, a la investigación científica de los fenómenos y problemáticas sociales relacionadas con la Seguridad Ciudadana. Sin embargo, nosotros tenemos que incorporar y sumar esfuerzos porque creemos que ustedes pueden ser garantes absolutos de la solución al problema de inseguridad que aqueja a su Comunidad. Así, generaciones futuras no tendrán que atravesar por las grandes dificultades que ustedes han tenido que pasar. Desde la Universidad queremos que sepan que esto es un espacio de integración, en el que dejamos a un lado las diferentes tendencias religiosas y políticas que a veces nos dividen; que es un espacio de tolerancia, respeto y encuentro que esperamos nos permita, desde las distintas visiones que poseamos, sumar los esfuerzos necesarios para el fin último y común: lograr la seguridad de todas y todos. Y es que nosotros, desde la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, debemos ser los principales promotores del respeto y la tolerancia. Los invito a que aprovechen este espacio para decir todo lo que piensan y sienten porque sólo así la UNES podrá tomar conciencia de los problemas que aquejan a la Comunidad LGBTI del país. De esa manera, la Universidad podrá convertirse en vocera suya, elevar sus peticiones en aquellos espacios donde tiene la oportunidad histórica de hacerlo. Estoy segura de que consolidar la seguridad no será una utopía si sumamos esfuerzos desde los diversos sectores de la sociedad, que coadyuven a diseñar adecuadas políticas públicas de Seguridad Ciudadana. Propongo repetir esta experiencia, ampliarla y realizar un segundo encuentro de la UNES con la Comunidad LGBTI, en la que se incorporen más personas con distintas visiones, para tomar más datos acertados, pues sólo en la unidad, trabajando en equipo, tendremos éxito. Hay que dejar a un lado el individualismo y algunas miserias humanas que nos separan. Tenemos que recuperar
estos espacios en los que el egoísmo y las individualidades no son banderas, sino la unidad y la integración para consolidar la Seguridad Ciudadana que es el fin último de la Universidad. Esperamos que la Unes sea un “rayito de luz” para seguir avanzando en el logro de la equidad e igualdad. (Aplausos). Neyda Peña (Moderadora y Directora Nacional de Creación Intelectual de la UNES): palabras de bienvenida del Director Nacional de Vinculación Social, Hermes Rincones. Hermes Rincones (Dirección Nacional de Vinculación Social de la UNES): me suscribo directamente a lo dicho por nuestra Vicerrectora. La Ley de Universidades en su artículo 4° dice que la enseñanza universitaria debe enmarcarse en un espíritu de democracia, justicia social y solidaridad humana, y llama mucho mi atención lo que a continuación dice el artículo: donde deben confluir las distintas corrientes del pensamiento universal; y yo agregaría: sin ningún tipo de discriminación ni menoscabo de cada uno de ellos, con toda la apertura y la libertad de desarrollarse (…) Dentro de las universidades todos los pensamientos deben tener apertura y nosotros desde la UNES creemos fielmente en eso, por eso celebro esta iniciativa de la Dirección Nacional de Creación Intelectual porque apertura ese espíritu de democracia, justicia, solidaridad e integración en nuestra Universidad. Desde la Dirección Nacional de Vinculación Social tenemos programas y proyectos que van orientados a consolidar la convivencia solidaria y, con la ayuda de la Comunidad LGBTI, podríamos generar la primera orientación de cómo debe ser la relación entre la Comunidad Diverso Sexual, el resto de la sociedad y los órganos de Seguridad Ciudadana, para consolidar dicha convivencia. Nuestros programas y proyectos son un brazo ejecutor y creo que ustedes tienen mucho que aportarnos en ese sentido; al mismo tiempo estos programas sirven de insumo para la investigación y la creación intelectual. Nosotros tenemos una máxima (y con esto termino): la vinculación social va de la mano con el diálogo permanente con las comunidades, por ello el primer indicador de nuestra gestión es este tipo de espacios (conversatorios). Reitero, entonces, mi celebración de este espacio donde buscamos consolidar la convivencia solidaria. Muchas gracias y bienvenidos todos y todas. (Aplausos) Neyda Peña: quiero empezar agradeciendo la participación de cada uno de ustedes y su disposición al diálogo. Acá se encuentran algunos activistas —no todos, obviamente, porque el espacio físico no nos lo permite— que han luchado por los derechos de la Comunidad LGBTI, derechos que han sido violentados en diversos momentos de nuestra historia y que siguen siendo vulnerados a pesar de las políticas públicas diseñadas para impedirlo. La visibilización de las lesbianas, los gais, bisexuales, trans e intersexuales como una Comunidad, desde los 90 para acá, es un logro significativo, aunque no suficiente. Nosotros reconocemos este esfuerzo, nos solidarizamos con ustedes, los apoyamos y espero que el conversatorio sea el punto de partida
para el diálogo constante entre la Comunidad LGBTI y la Universidad. Es que el diálogo, la tolerancia y el respeto son las herramientas para construir una sociedad donde todas y todos podamos vivir en paz y armonía. Quiero, también, aclarar qué se entiende por Seguridad Ciudadana pues quizá no todos manejan este concepto. El artículo 55 de la Constitución la establece como el derecho que tiene toda persona a la protección por parte del Estado, a través de los órganos de Seguridad Ciudadana, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes. Estos órganos son: Policía, Bomberos, Sistema Penitenciario e Investigación Penal. Dicho esto, y antes de presentar a los panelistas e indicar cuáles son las “reglas del juego” de este conversatorio, les comento que el Vicerrectorado les ofrece desde la Dirección de Vinculación Social espacios de enlace con las comunidades (en proyectos ya diseñados y en desarrollo), y desde la Dirección de Creación Intelectual la posibilidad de articular para ejecutar proyectos de investigación científica, desarrollar espacios de disertación (seminarios, talleres) y espacios virtuales (como nuestro Blog Ardentía) para publicar sus trabajos (artículos, ensayos, etc.). Ahora sí les presento a los tres panelistas: Tamara Adrián, Ana Margarita Rojas (por la Fundación Reflejos de Venezuela y en representación de Elena Hernáiz) y Yonatan Matheus (por Venezuela Diversa Asociación Civil). Asimismo, le brindamos un espacio de 10 minutos al compañero Ricardo Hung (de Alianza LAMBDA de Venezuela y profesor de la UNES) para que dé sus apreciaciones sobre el tema propuesto [Seguridad Ciudadana y Comunidad LGBTI] e inicie la discusión una vez que los tres panelistas hagan sus disertaciones (de 15 minutos cada uno). La principal “regla del juego” es el respeto a las ideas de los demás y el respeto al derecho de palabra. El derecho de palabra corresponde ahora a la Profesora Tamara. Tamara Adrián: [Salutación y agradecimiento por el espacio]. La intolerancia es la base de la negación del otro. No podemos negar al otro en su diversidad pues cada uno de nosotros es distinto, tampoco podemos negarle su derecho de tener una opinión religiosa, política o social distinta a la nuestra. Creo que la tolerancia es el tema central que nos debe unir. Seríamos unos hipócritas si por un lado practicamos la intolerancia y por el otro la condenamos. Hay que ser consecuentes y consistentes y hay que actuar juntos y juntas. Veo que aquí casi todas las personas son conocidas [versadas en el tema de orientación sexual e identidad y expresión de género, o miembros de la Comunidad LGBTI], por ende voy a hacer un par de referencias no al tema de la orientación sexual (lesbianas, gais, bisexuales), sino al tema trans porque es el más desconocido aun por aquellos activistas LGBTI. Los trans somos aquellos que nos identificamos con un género distinto al del sexo que nos fue atribuido en nuestro nacimiento; se estima que somos, entre hombres y mujeres, unos 4.000 en el país. Cuando decimos persona trans —o “transfor”, que es el término despectivo más usada para referirse a
éstas— la mayoría piensa en una mujer trans, aquella que nació en cuerpo masculino y asumió una identidad femenina, porque hay una tendencia a invisibilizar al hombre trans, aquel que nació en un cuerpo de mujer y que ha asumido una identidad masculina. El fantástico prefijo trans (que significa movimiento, cambio, alternabilidad) es un término paragua acuñado en el año 2009, en un Congreso de Identidad de Género realizado en Barcelona (España) con más de 300 activistas, para no excluir a nadie.; eso no significa que no puede haber identidades específicas. Ejemplo de ello lo conseguimos en la India, donde hay individuos llamados “hijras” *el tercer sexo o tercer género] que no son considerados hombres ni mujeres, y en la zona de Yucatán donde están los musex [personas nacidas con sexo masculino que asumen roles femeninos]. En Panamá, en la costa caribeña de Colombia y hasta La Guajira también se dan estos casos de “identidades disidentes”. La ley contra el racismo originalmente nació como una ley contra la discriminación, pero luego se fue acortando y se redujo al tema del racismo. Inicialmente incluía un capítulo (segundo) donde se clasificaban las distintas discriminaciones que podían solaparse entre sí; entre ellas se mencionaba la discriminación por orientación sexual e identidad y expresión de género, por discapacidad y por edad que se solapaban a la discriminación racial. Es que las discriminaciones son acumulativas. Los efectos discriminatorios son acumulativos, como en el caso de una persona con discapacidad que además es pobre, de etnia oscura y pertenece a una religión minoritaria. A pesar de lo positivo de ese capítulo y su aprobación en primera y segunda discusión, la Comisión de Estilo de la Asamblea Nacional lo borró. Eso explica por qué la antigua defensora del pueblo [Gabriela Ramírez] en un acto efectuado en el teatro Teresa Carreño afirmó que la Comunidad LGBTI estaba incluida en la ley contra el racismo. Sí estaba incluida inicialmente y así se aprobó, pero antes de aparecer en Gaceta una “mano peluda” homofóbica o transfóbica la eliminó. Y traigo esto a colación porque es necesario que lo conozcamos. Da rabia ver la hipocresía de los asambleístas que se sientan contigo a tomarse un café y te dicen “sí, yo entiendo, yo entiendo” cuando les presentas las propuestas de inclusión, en la ley, de la discriminación por orientación sexual e identidad y expresión de género, pero cuando llega la hora de la verdad no salen con nada; da rabia ver cómo después de tanto esfuerzo y trabajo todo el capítulo desapareció. Si creen que les estoy mintiendo los invito a buscar el texto que fue a segunda discusión a la Asamblea Nacional, busquen el Diario de Debates de la Asamblea y verán que lo que fue aprobado no coincide con lo que fue publicado en Gaceta Oficial. Así actúan la homofobia y la transfobia. ¿Qué es homofobia y qué es transfobia? ambas son odios psicosociales que alteran el tejido social y tienen una naturaleza similar al racismo, al sexismo a la xenofobia y a otras fobias sociales que se aprenden en la casa, la iglesia, la escuela y la calle; es allí donde se aprende la intolerancia, negando la dignidad del otro y el libre desarrollo de su personalidad. Yo defiendo el derecho del racista o el transfóbico a ser racista o transfóbico pero no puedo permitir que esa persona permee su odio social para negar el derecho del otro. Si yo defiendo la libertad no puedo negar el derecho de nadie, ni siquiera el de aquel que quiere ser o es racista o nazi; claro, debo actuar cuando ese
ser o querer ser es negatorio de la dignidad, de los derechos, de la integridad física de otros. Es un deber del ser humano luchar contra toda forma de intolerancia e irrespeto del otro. No tenemos que ser negros para luchar contra la discriminación racial, ni ser homosexuales para luchar contra la homofobia, o trans para luchar contra la transfobia. Hace más de un año yo realicé una encuesta a trescientas personas LGBTI en la que les preguntaba si habían sido agredidos (verbal y físicamente) por su condición, en qué espacios, por quiénes y cuándo había sido la última vez. Las respuestas: sí (respuesta de la mayoría), en la escuela, en la calle, en la familia, en el círculo de amigos; por la comunidad, compañeros de clase o trabajo, la policía, otras autoridades, extraños, etc. Asimismo, la mayoría fue agredida en el último trimestre. La agresión física resultó ser menor que la verbal y fue clasificaba en leve, grave y muy grave, pero casi ninguna de estas agresiones fue denunciada y de las pocas que sí se denunciaron apenas tres o cuatro resultaron procesadas y un solo agresor fue castigado. ¿Por qué no se denunció? Por desconocimiento de cómo denunciar y en dónde; por vergüenza a ser gay, lesbiana (y es doloroso saber esto). Todos los encuestados se mostraron a favor de establecer campañas contra la transfobia y de que los derechos de la Comunidad LGBTI formaran parte, de forma clara, de los debates de la Asamblea Nacional. También les pregunté si en los últimos cinco años la Comunidad había estado mejor en cuanto a seguridad, violencia y discriminación: un grupo estuvo de acuerdo con que la discriminación había aumentado, otro creía que estaba igual, y otro, mucho menor, creía que había disminuido. Pero en cambio, y contradictoriamente, en cuanto a la aceptación social, la mayoría afirmaba que había mejorado. En Venezuela existen cuatro paraguas de leyes: 1) las leyes integrales contra la discriminación (que son tres o cuatro), pero no hay una protección integral contra la discriminación ni existe clasificación (descriptiva) de los crímenes de odio, lo que imposibilita, desde el punto de vista judicial, tener unas cifras específica respecto a ellos. Esto podría y debería resolverse por vía administrativa, pero no se ha hecho; 2) las leyes de protección a la familia; 3) leyes de protección a la identidad y 4) leyes dirigidas a disminuir la brechas de la pobreza (esto debe incluir a las personas LGBTI pues en muchos casos la exclusión social derivada de esta condición genera pobreza. Hay que romper ese ciclo de pobreza a través de programas de inclusión educativa, inclusión laboral, etc.). En toda la región [Centroamérica, Suramérica y México], con excepciones notables (como es el caso de Venezuela), existe una tendencia a incluir a las personas LGBTI en ese tipo de leyes. En México, Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile es reconocido por ley el Matrimonio entre personas del mismo sexo y la protección integral de sus derechos de pareja; en algunas islas del Caribe y en Perú se discute, actualmente, si se aprueba la unión civil entre personas del mismo sexo. En México, Uruguay, Argentina y Chile es legal la paternidad, co-paternidad y la adopción por parejas del mismo sexo. En México, Brasil, Uruguay y Argentina existe el reconocimiento, por vía administrativa, de la identidad de las personas trans sin necesidad de operaciones genitales (pues
no tiene nada que ver lo que se tiene entre las piernas para sentirse varón o hembra); en Chile se está discutiendo la aprobación de esto. En Colombia y Ecuador se acepta el cambio de nombre simple de las personas trans y su reconocimiento integral luego de una operación genital, pero se está luchando para que este reconocimiento se haga sin necesidad de someterse a esa cirugía. Sabiendo esto, pregunté a mis encuestados lo siguiente: “¿Cree usted que la existencia de leyes que aseguren derechos iguales genera aceptación social y cambios sociales sustanciales?” la respuesta, evidentemente, fue sí. Esto es lo que quería compartir con ustedes. Muchísimas gracias. (Aplausos). Neyda Peña: a continuación la intervención de Ana Margarita Rojas en representación de la Fundación Reflejos de Venezuela. Ana Margarita Rojas: *inició con dos videos de la Campaña “Igual a ti" contra la homofobia y la transfobia en Brasil. El primero, auspiciado por el Fundo de Desenvolvimento de Nações Unidas para a Mulher, UNAIDS y ABGLBT, presentaba a varias lesbianas diciendo lo siguiente: “Igual a ti tengo amigos, familia. Tengo proyectos, trabajos, planes. Tengo fe, creencias, esperanzas. Tengo amor, tristeza, alegría, opinión, recuerdos. Tengo sueños y deseos. Tengo responsabilidades y derechos. Igual a ti, yo también quiero respeto.” Y cerraba con el siguiente mensaje “Todos los días LESBIANAS son víctimas de prejuicio en Brasil”. El segundo, auspiciado por UNAIDS y Antra (Articulação Nacional de Travestis e Transexuais), presentaba a varios trans diciendo lo mismo que las lesbianas pero variaba en el mensaje final que decía: “Todos los días TRAVESTIS Y TRANSEXUALES son víctimas de prejuicio en Brasil]. Esta propaganda está hecha igual (es el mismo texto, el mismo discurso) para cuatro grupos: personas que viven con VIH, trabajadoras sexuales, personas trans y lesbianas. Ellas hablan desde sus coincidencias y exigen respeto. Esto está pasando en Latinoamérica desde hace más de diez años: diferentes países están desarrollando políticas públicas que incluyen a los grupos LGBTI y están haciendo campañas en las que se llama a toda la sociedad a hablar desde las coincidencias y no desde las diferencias. Elena [Hernáiz], quien originalmente iba a disertar sobre la temática propuesta, no nos pudo acompañar debido a una fuerte intoxicación, pero mandó su ponencia con Quiteria Franco. [A continuación Quiteria Franco leyó el texto enviado por Elena Hernáiz]. Quiteria Franco: *Salutación+. “Primero que nada debo agradecer la invitación para presentar esta ponencia y el que se haya considerado a la Fundación Reflejos de Venezuela útil en esta área de Seguridad Ciudadana. El objetivo de la Fundación es educar y formar en valores humanos para el cumplimiento de los derechos humanos de las minorías. Dentro de esas minorías (que dicho sea de paso, forman parte de la mayoría por ser ciudadanos) se encuentra la comunidad LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, personas trans y personas intersex). Es de admirar que ésta haya sido
tomada en cuenta por la UNES como foco de necesidad en Seguridad Ciudadana y que desde la Universidad se promueva la investigación seria para solventar esas necesidades. La Fundación Reflejos de Venezuela está dispuesta a presentarles un proyecto en el que podamos formar a los estudiantes y futuros funcionarios de los cuerpos de seguridad, en el trato y el no maltrato de nuestra población. El mismo estaría dirigido, primero, a educar para que estos órganos de Seguridad Ciudadana den un tratamiento digno a la población LGBTI (por ejemplo: que a la salida de las discotecas y en otros lugares públicos donde se efectúan cacheos de calle, haya un trato digno hacia las personas trans y homosexuales) y segundo, a efectuar un análisis de las razones y formas que ha tomado la discriminación por orientación sexual e identidad y expresión de género, con el fin de resolver las situaciones causadas por el desconocimiento en esta materia. La instrucción, conjuntamente con la educación, podría ser la mejor forma de aliar nuestras fuerzas. Actualmente se está reformulando la Red LGBTI Venezolana compuesta por diversas Organizaciones (entre ellas la Fundación que presido) dispuestas a efectuar labores de enseñanza y a conformar grupos de trabajo que propongan soluciones a los problemas que en materia de Seguridad Ciudadana aquejan a la Comunidad LGBTI. La Red está coordinada por la profesora Quiteria Franco, y yo soy su secretaria, cargo que ejerzo con gran orgullo. Con el permiso de todos los presentes voy a dar a conocer una conversación que tuve con un agente de la Policía Nacional Bolivariana en un Taller que la Fundación tuvo, el pasado viernes, en el Consejo del Niño de El Hatillo. Al finalizar el evento el agente se acercó a mí para preguntarme cómo y quién debe requisar a las personas trans. Me comentó que durante el desarrollo del Taller, cuando yo hablé sobre el sexo biológico y el género de una persona trans, se había dado cuenta de lo poco preparado que estaba en la materia. También me preguntó si una mujer trans o, en sus palabras, una “mujer-hombre” (esto lo dijo con mucha vehemencia, sin dejo de burla, y con preocupación) debía ser requisada por un policía o una policía. Yo le respondí que debía ser requisada por una policía y con el respeto que merecía una mujer. El manifestó su preocupación porque la funcionaria no encontraría “lo esperado” entre las piernas de la trans. Yo le pregunté “¿Qué es lo que esperan encontrar, armas, drogas o los órganos genitales?” Inmediatamente se dio cuenta de la incongruencia de sus preguntas. Este diálogo me hizo ver qué tanta falta hace la preparación de la policía en esta materia, por eso aplaudo este primer acercamiento de la UNES con la Comunidad LGBTI y espero que no sea el único, que se avance, que se hable claro, que se elimine la discriminación. Vine por lo importante del tema, vine porque ya estamos preparados para trabajar en esta vía, vine porque es tiempo de actuar sin discriminación de ninguna parte, vine porque como ciudadana considero que los órganos de Seguridad están justamente para eso, para darnos a todas y todos seguridad, sin distinción, tal como lo manda la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Vine por ser lesbiana. No soy distint@, no me trates distint@.
Estoy segura de que todos los que están aquí vinieron porque saben de la necesidad de que nuestros órganos de Seguridad Ciudadana estén preparados. Creo, de corazón, que la educación es la clave para el logro del cumplimiento del orden y que en la medida en que uno se prepara, el otro responde. Si hay respeto se recibirá respeto. Por eso cabe destacar otro dato clave ¿Cómo trata la policía a los de jóvenes LGBT en la Plaza Altamira, por ejemplo? ¿Cómo actuar y a quién dirigirse si los maltratadores son precisamente los órganos policiales? Sólo un relato basta para entender a qué me refiero. Una tarde, más o menos a las 6:30, un grupito de apenas seis muchachos, de entre diecinueve y veintidós años, se encontraba conversando en un banco de la Plaza Altamira, en Chacao. Dos policías nacionales bolivarianos se les acercaron, al principio con respeto. Los jóvenes notaron que a pocos pasos se encontraban tres policías más y una patrulla (con rejas) y empezaron a ponerse nerviosos. Al observar su nerviosismo los hicieron poner las manos sobre el banco y los requisaron. Hasta ahí podemos decir que todo iba bien. Luego un policía les pregunto en tono de burla: “¿Ustedes son mariquitos, verdad?” Ninguno respondió y es natural porque eso es intimidad del ciudadano y no es competencia del funcionario de seguridad. Uno de los muchachos le señaló que eso no era un delito. Y es doloroso contar lo que siguió: los policías empezaron a patearlos y a decirles “¡Maricones, qué se creen ustedes!”. En el acto se acercaron los otros tres policías, entre ellos una mujer, y empezaron a revisar a los muchachos de la cabeza a los pies, riéndose y tocando sus genitales una y otra vez, burlándose y diciéndoles: “Esto es lo que les gusta, ¿verdad? Les gusta que los toquen”. No quiero ahondar más en esta parte de la historia porque es bastante triste y desagradable, sólo quiero agregar que todo sucedió tan rápido que los muchachos no pudieron leer el nombre de los funcionarios para poner la denuncia y se quedaron con la humillación... la humillación. Se han preguntado qué sentirían si fuese alguno de sus hijos. ¿Por qué se asume que los homosexuales somos criminales, por qué somos motivo de burla y maltrato, por qué se nos ve como sujetos a los que no se les debe respetar sus derechos? Señala Luis Gerardo Gabaldón en “Serie Diálogo político. Seguridad Ciudadana y Políticas Públicas en Venezuela” *Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, abril 2008+: “La Seguridad Ciudadana, en el ámbito de los órganos del Estado y las políticas que deben propender a proteger los derechos y la convivencia pacífica, tiene estrecha relación con las conductas humanas lesivas de derechos e intereses y disruptivas de la cooperación social de mayor gravedad, esto es las infracciones penales. De aquí la relevancia de los diagnósticos y propuestas sobre las tendencias delictivas en materia de políticas estatales para la Seguridad Ciudadana.” Entonces, ¿Los chicos de la Plaza Altamira infringían la ley por ser homosexuales? Pero no me quiero quedar aquí. Volviendo al tema del policía que me preguntó cómo requisar a una chica trans, yo le respondí con otra pregunta: “¿Cómo haces para revisar la entrepierna de un hombre?” Y le pedí que me diera el ejemplo en él mismo. Se agarró tanto el pene como los testículos con la
mano y se los subió hasta el vientre. Sin hacer comentarios le pregunte: “¿Y cómo una agente de policía revisa a una mujer?” Y agregué: “¿Ya le diste respuesta a tu pregunta inicial?” Se quedó en silencio y miró al piso. Como señala Gabaldón en la obra citada antes: “Los datos recabados hasta ahora no sugieren que la gente quiera prescindir de la policía, sino que desea contar con una policía más efectiva, menos maltratadora y más supervisada para adecuar su desempeño a la tutela de los derechos de los ciudadanos”. El artículo 55 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que los cuerpos de seguridad respetarán la dignidad y los derechos humanos de todas las personas. Cabe preguntarse ¿Qué es dignidad humana? Es el derecho que tiene cada ser humano de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares por el sólo hecho de ser persona. Como ciudadana, mujer, madre y lesbiana no quiero prescindir de la policía ni de los cuerpos de seguridad en general. Yo exijo que ellos respeten mis derechos y los derechos de los demás ciudadanos. Como madre, quiero saber que al salir mi hijo a la calle no va a ser agredido por aquel que debe ser quien lo cuide. Por eso viene hoy; quiero que la seguridad mejore y que no discrimine a ningún ciudadano por la razón que fuere. Propongo educar, propongo que todos formemos parte de la verdadera Seguridad Ciudadana, propongo que no nos quedemos sin trabajar en el área de la instrucción. Es sólo cuestión de respeto, porque todos tenemos los mismos derechos. Vuelvo a señalar el título de uno de nuestros proyectos en la Fundación “No soy distint@ no me trates distint@”, y que queda ratificado justamente en los derechos civiles de nuestra Carta Magna en su artículo 13: el Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad (vuelve a citarse la palabra dignidad). Todas y todos tenemos, entonces, el derecho a ser respetados y valorados como seres humanos. Biosociológica y psicológicamente somos diferentes pero en derechos humanos y en las leyes no somos distintos. Muchas gracias por su tiempo. (Aplausos). Ana Margarita Rojas: en el país carecemos de un gran piso de investigación y de herramientas que debemos llenar, por eso aplaudimos esta iniciativa de la UNES. En cuanto a las herramientas, desde la Fundación hemos desarrollado dos: El Manual Educativo para la Diversidad (2011) y el Manual Amo a mi hijo, respeto a mi hijo (2014) dirigido a padres de personas LGBTI, para ayudarlos en el proceso de reconocimiento y aceptación de ellas. Del primer Manual hemos repartido ya 12.000 copias y se ha descargado casi 40.000 veces de la página web de la Fundación, del segundo Manual hemos repartido unos 2.000 ejemplares y ya se ha descargado más de 9.500 veces. Aun así sigue habiendo un gran vacío que llenar. Para cerrar quiero que vean un video de la primera campaña contra la discriminación hecha en Argentina, en la provincia de Salta, dirigida a la población en general y transmitida en la televisión y en el cine. [Se proyectó el video]. Aquí
tenemos varios elementos que son básicos: políticas públicas y difusión de esas políticas públicas educativamente, además de su real implementación. Eso nos hace falta en Venezuela. (Aplausos). Neyda Peña: a continuación Yonatan Matheus en representación de la Asociación Civil Venezuela Diversa. Yonatan Matheus: [Salutación] Estoy agradecido por este espacio que saludo y que espero se siga ampliando pero vinculando a otras autoridades de esta Universidad, para que el modelo de Seguridad Ciudadana sea efectivamente un modelo de carácter civil, seglar (no religioso ni fundamentalista), que apunte en todo momento a respetar los derechos humanos, como bien dice la Constitución en sus artículos 55 y 332 al referirse a los órganos de Seguridad Ciudadana. Hago hincapié en esto ante el peligro que estamos corriendo de militarizar los órganos de Seguridad Ciudadana y los órganos encargados de formar a estos cuerpos de seguridad que deben respetar los derechos humanos y la integridad física de todas y todos los ciudadanos, sin distingo ni discriminación. Soy profesor de la UNES y defensor de los derechos humanos (todo ello se lo debo a la compañera Estrella Cerezo quien me invitó un día a la Avenida Libertador [a conocer las condiciones de vida de las trabajadoras sexuales de este lugar] donde no sólo fui testigo sino también víctima de violación de derechos por parte de agentes policiales, lo que impulsó y afianzó mi compromiso como activista). Hoy voy a hablar como defensor de derechos humanos, no como empleado de la Universidad, aunque de ella tomé muchos insumos (información) para hacer mi disertación. Espero que lo que diga aquí sirva como elemento para fortalecer una política real y efectiva de no discriminación a las personas LGBTI en todos los cuerpos de Seguridad Ciudadana definidos en la Constitución: la Policía Nacional Bolivariana (en sus tres niveles: nacional, estatal y municipal), el CICPC, el Cuerpo de Bomberos y Bomberas, Protección Civil y Servicio Penitenciario. Existen tres dimensiones fundamentales de vulnerabilidad para las personas LGBTI: 1) individual: asociada con el estilo de vida que ellas deciden para sí en el entorno social donde se desenvuelven; en relación a esto deben ser protegidas y reconocidas por las leyes porque todas y todos tenemos el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad. 2) social: referida a las formas de organización de la sociedad: patriarcal, machista, androcéntrica, que reproduce antivalores que atentan contra la dignidad que tenemos todas y todos, y eso ha ido permeando hasta llegar a la otra dimensión que es: 3) la programática: traducida en la ausencia de programas y políticas públicas dirigidas a la población LGBTI. A pesar que desde 1999 el Estado venezolano se define como un Estado de justicia social y de Derecho, sigue habiendo moras legislativas para proteger integralmente a las personas LGBTI que continúan siendo discriminadas por su orientación sexual e identidad y expresión de género, como bien hacía mención la compañera Tamara.
Los Contextos de vulnerabilidad de las personas LGBTI son varios. Tendemos a ser vulneradas, discriminadas y estigmatizadas en los espacios sociales (la escuela, las instituciones del Estado, los puestos de trabajo, los centros de salud y los demás ámbitos en donde se supone que todos y todas debemos gozar de iguales derechos) y por los órganos de Seguridad Ciudadana. También la orientación sexual e identidad y expresión de género muchas veces nos sumerge en situaciones de pobreza y minusvalía en comparación a otros grupos. El no poder acceder o permanecer en espacios educativos impide que podamos desenvolvernos luego en un puesto de trabajo digno que garantice la manutención y sostenimiento de nuestras necesidades básicas y fundamentales. Eso repercute luego en la política que se ejecuta; por ejemplo: el modelo socialista que apunta a la inclusión social y al reconocimiento de todos y todas, a sumar, en la realidad se convierte en una utopía porque hay grupos que siguen estando invisibilizados y cuando pasan a ser nombrados es en el contexto de campañas electorales o para denigrar y menoscabar el libre desenvolvimiento de su personalidad. Ahora bien, es importante revisar brevemente lo que yo catalogo como avances (aunque bastante tímidos) logrados en las políticas públicas de Seguridad Ciudadana frente al problema de vulnerabilización de los derechos de las personas LGBTI. En el año 2006 la Comisión Nacional para la Reforma Policial (Conarepol) convocó a toda la sociedad venezolana a revisar el modelo policial. Teníamos una Policía androcéntrica, machista, represiva, preparada y formada con estrategias de guerra, de corte militarista y que no respetaba los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución que nos habíamos dado, por vez primera, a través del voto popular. La Comisión en su documento final señaló algunas cuestiones vinculadas a las personas LGBTI: “…la policía comete abusos físicos y actos de violencia contra las personas LGBTI. Esta violencia no es solamente física sino verbal, y se manifiesta de forma sutil, a través de comentarios discriminatorios.” Aún hoy es común que funcionarios policiales al ver una pareja homosexual tomada de la mano, usen un lenguaje peyorativo; por ejemplo: “mira a esos mariquitos” o “mira a esos enfermos”. Y no me atrevo a contarles cómo se refieren muchos de los policías con los que estoy en contacto en mi lugar de trabajo, a las compañeras y los compañeros LGBTI. Entonces, lo que decía la Conarepol en el 2006 sigue vigente. Basta salir a los sitios de encuentro de la Comunidad LGBTI y preguntarles cuáles han sido sus experiencias con los funcionarios de los órganos de Seguridad Ciudadana que, insisto, deberían ser de carácter civil y dirigidos por civiles, no por militares pues estos repetirían sus normas de atacar, no de tomar medidas preventivas y de resolución de conflictos, de las que habla la Ley Orgánica del Servicio de Policía. La Conarepol también decía que a lo interno de las organizaciones policiales se tendía a desconocer la diversidad sexual dentro de la institución policial (discriminación). Ahí no había (ni hay) apertura, no se aceptaba a las lesbianas y a los gais, mucho menos a los trans. Ellas y ellos no podían vivir su orientación sexual abiertamente y tenían que reproducir los antivalores de la homofobia y la transfobia para poder mantenerse en los cuerpos policiales. Los policías veían y ven a los homosexuales dentro del cuerpo como una amenaza de la cual cuidarse. Y aquí me
permito relatarles una historia: un policía me contó que él sabía que dentro del Comando (seguía utilizando la terminología del viejo modelo policial) había un “marico”. Cuando le tocaba guardia nocturna con ese marico, dormía con la pistola “preparada” y la mano en el pene. Y él se decía: “¡Si el marico se mueve, le meto un tiro!”. Yo le pregunté: “¿Cuál era tu miedo?” y me respondió: “Es que todos los maricos tienden a estar buscando a los hombres.” El caso de este policía es uno entre miles. Esta “amenaza” que representan las y los homosexuales se extrapola al ejercicio de la función policial. Ellas y ellos son vistos como personas peligrosas, nocivas, que atentan contra la moral y las buenas costumbres, contra las normas sociales o contra “mi Dios” (actualmente hay una tendencia peligrosa de cristianizar a la Policía Nacional Bolivariana. Hay que tener mucho cuidado con esto). Entonces si los policías ven que no cumplen las normas que les enseñaron desde su modelo machista y androcéntrico, los neutralizan, como a un enemigo. No sólo la Conarepol realizó estudios sobre la Comunidad LGBTI y la policía, la Asociación Civil Acción Ciudadana Contra el Sida (ACCSI) también lo hizo. Ésta convocó una serie de organizaciones y levantó un estudio para ver cuál era la percepción que las personas LGBT tenían sobre la Seguridad Ciudadana. 742 personas fueron entrevistadas y el 50% de ellas manifestó tener experiencias negativas con los cuerpos policiales. ¿Cuáles eran estas experiencias? Agresiones verbales, matraqueo (extorsión), agresiones físicas y privación arbitraria de la libertad. Asimismo, el estudio de ACCSI arrojó que las personas LGBT desconfiaban del sistema de justicia, la mayoría no denunciaba la violación de sus derechos (por miedo y vergüenza) y continuaba habiendo impunidad. Además de ese estudio, en el 2010 se solicitó a la Defensoría del Pueblo una mesa de trabajo para tratar el tema de la Policía. Se logró reunir a algunas organizaciones LGBTI y representantes de la Policía y se plantearon algunas problemáticas, entre ellas la situación de las mujeres trans que ejercían trabajo sexual en la Avenida Libertador como único medio de sobrevivencia, la persecución y hostigamiento a las personas LGBT en los sitios de encuentro y las detenciones arbitrarias de estas personas. También en el 2010 el Consejo General de Policía emitió una Resolución que habla de erradicar los actos de discriminación hacia las personas LGBT y las mujeres. Sin embargo cuando se creó una estructura, una Secretaría, para la participación, se les negó la participación a las personas LGBT y fueron las mujeres (y mujeres no sensibilizadas con la Diversidad sexual y la orientación sexual e identidad de género) las que se encargaron del tema. Viendo que desde la policía había cierta resistencia a formarse en estos temas de orientación sexual e identidad y expresión de género, y que desde el Consejo General de Policía y la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad se daban pasos tímidos en cuanto a la formación de los órganos de Seguridad, desde Venezuela Diversa (obedeciendo al mandato constitucional de la corresponsabilidad social en el tema de Seguridad Ciudadana), empezamos la campaña “LGBT métele un ojo a la policía” con una serie de mensajes para hacer que nuestra gente conociera las leyes y la Resolución, para que supieran donde estaban parados y empezaran
a denunciar, porque vimos que la denuncia se convertía en la principal herramienta para hacer un llamado de atención a las autoridades y decirles “mira, alto aquí porque existen unos compromisos, un marco legal, y debes cumplir esas obligaciones.” (Es que a través de la Policía y demás órganos de Seguridad Ciudadana el Estado debe o está obligado a garantizar los derechos de todos y todas, no es un favor que les hace, ni es motivo de una campaña publicitaria para mostrar las bondades del mismo). Al hacer esta campaña nos dimos cuenta de que los cuerpos policiales desconocen el marco legal que los rige y no manejan información referente a la diversidad sexual. Asimismo, vimos que aunque hay algunas resoluciones y manuales orientados a erradicar la violencia contra las personas LGBTI, el Estado ha hecho omisión al respecto, el Consejo General de Policía hace lo mismo, la UNES tiende a orientar sus proyectos de género desde una perspectiva heterosexual, y lo que tiene que ver con la orientación sexual e identidad y expresión de género lo invisibiliza por completo. Y lo más preocupante es el resurgimiento y avance de grupos fundamentalistas religiosos a lo interno de los órganos encargados de formar a los cuerpos policiales y de los que los dirigen. Esto es alarmante porque estos grupos son los que históricamente han promovido y auspiciado la discriminación, la exclusión y la vulneración de los derechos humanos de las personas LGBTI en nuestro país. La invitación es a que estos espacios se repitan y que la UNES termine de permitir que las personas lesbianas, gais y bisexuales dentro de la Universidad no queden en segundo plano y puedan tener un rol protagónico, sin que sean criminalizadas o catalogadas como aquellas que están tratando de desmontar los valores cristianos de la policía, porque nuestra policía no tiene valores cristianos, tiene valores éticos y obligaciones en cuanto a derechos humanos firmadas y ratificadas por el Estado venezolano. Muchísimas gracias. (Aplausos). Ricardo Hung (Alianza LAMBDA de Venezuela): [salutación, agradecimiento] A pesar de que aquí no están todos los que deberían estar, me parece muy importante esta iniciativa de la UNES, y yo (que además de activista soy profesor de esta Universidad, turno nocturno) quiero traer la voz de esos ausentes. Tomo las palabras de la Licenciada Neyda respecto a lo que ofrece el Vicerrectorado: espacios de enlace con las comunidades, las posibilidades de articular para ejecutar proyectos de investigación científica y de desarrollar seminarios y talleres. Para empezar mi disertación quiero aclarar que la Seguridad Ciudadana es mucho más que un policía con un rolo y una pistola; así lo define una ley que nadie conoce, y ese es el gravísimo problema que enfrentamos en este país: el desconocimiento. Tenemos unos marcos legales que son desconocidos tanto por los funcionarios policiales como por la Comunidad LGBTI, por múltiples causas. Si las instituciones del Estado, los discentes y los funcionarios de Seguridad Ciudadana desconocen la ley y la normativa interna, cómo se pueden
generar políticas externas. Por eso voy a definir qué es Seguridad Ciudadana según la ley: es el estado de sosiego, certidumbre, confianza que debe proporcionarse a la población residente o de tránsito mediante acciones dirigidas a proteger su integridad física y sus propiedades. Esto quiere decir que no abarca sólo a los nacionales, sino también a cualquier persona que esté dentro del país. No es lo mismo como sentimos la Seguridad Ciudadana en Caracas, donde tenemos las instituciones y gran parte de los activistas y organizaciones LGBTI, a como la sentimos en el interior del país o en zonas rurales donde hay realidades y necesidades particulares que deben ser atendidas. La percepción sobre los órganos de Seguridad Ciudadana que tiene la Comunidad LGBTI varía no sólo dependiendo de la región, sino también del grupo social de donde se provenga. Una cosa es la percepción que planteó Tamara, luego de hacer una encuesta vía web, por Twittter y Facebook, donde un grupo de personas que tuvo acceso a esas redes sociales planteó su realidad desde lo virtual, y otra cosa es la realidad que se palpa en las calles o en las comunidades. No es lo mismo plantear la realidad de la Comunidad LGBT desde Altamira hacia el Este, que plantearla desde el Centro hacia el Sur o el Oeste. Podemos afirmar que esas realidades son distintas. Yo trabajé con la Codesarme y al levantar una información directa (mediante encuestas) en los sectores de altísima peligrosidad, nos encontramos con otro mundo, con otra realidad LGBT que no se corresponde, necesariamente, con la realidad planteada vía web (Ejemplo: Facebook, Blogs y emisoras virtuales como la de la Fundación Reflejos de Venezuela). Lo primero que debemos saber aquí es que hay un rechazo a la normativa por parte de los funcionarios, Agregados y Comisarios. Yo he visto, cuando doy clases en la Universidad, ese rechazo a las normas apegadas al respeto de los derechos humanos, diseñadas y establecidas por el Consejo General de Policía, por mencionar algunas. Cuando les exijo a los discentes las Baquías [Colección que contiene las reglas mínimas de estandarización para los cuerpos policiales], la Ley Orgánica del Servicio Policial o la Ley del Estatuto de la Función Policial (pilares fundamentales o espina vertebral de los organismos de seguridad), ellos me preguntan por qué lo hago. Repito, este marco legal debe ser conocido no sólo por los funcionarios sino también por la población en general, incluidas las personas LGBT. En la invitación que recibimos para el conversatorio, decía que con esta actividad se perseguía conocer cuál es la percepción que tiene la Comunidad LGBTI respecto a los órganos de Seguridad Ciudadana. Para responder a esa pregunta les presento lo que dijeron un grupo de lesbianas, gais y trans en un sondeo de información que hizo la Alianza LAMBDA sobre los funcionarios de Seguridad Ciudadana. La percepción suya es que son unos matraqueros y cobran vacuna por permitirles estar en un vía pública [extorsión], son sádicos, manosean a las lesbianas, son ruleteros de cajeros [rondan los cajeros automáticos para extorsionar a las personas LGBTI], roban celulares, tienen bajo nivel educativo, son unos malandros con chapa, peligrosos, violentos, abusadores, penetradores de las transgénero y las ponen a mamar huevo; abusan de su autoridad, abusan de
sus funciones con fines políticos; son unos moralistas evangélicos. Siendo los grupos evangélicos, en su mayoría, los principales opositores de varios derechos de la Comunidad LGBTI, ésta siente recelo cuando ve a funcionarios entregando panfletos de un salmo o de alguna iglesia evangélica. El sistema policial, como afirmaba Yonatan, debe ser laico y seglar y no divulgador de mensajes de una religión. Y ¿Cuáles son los órganos de Seguridad Ciudadana? La Policía Nacional, la Policía del estado, la Policía de los municipios, los Servicios Mancomunados de Policía, el CICP (aunque los funcionarios del CICPC no se sienten parte del sistema policial y piensan que las leyes de este sistema no los toca a ellos), los Bomberos, Protección Civil, y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) cuando ejerce funciones de Seguridad Ciudadana. Pero la Cartilla de la Guardia Nacional (parte de la FANB) establece en su artículo 10 que los oficiales de esta Guardia no deben reunirse jamás con homosexuales pues son personas de mala reputación o de desconocido modo de vivir. [Libre interpretación del artículo 10 que reza: el Guardia Nacional “Deberá estar compenetrado de la importancia de su misión, no entregándose a diversiones impropias de la gravedad que debe caracterizarle, y aunque no esté de servicio, jamás reunirse con malas compañías, ni tener trato ni relaciones de ninguna especie, publicas ni privadas, con los contrabandistas, con los defraudadores ni con sus agentes ni cómplices, así como tampoco con personas de mala reputación o desconocido modo de vivir.”]. Asimismo, el Código Orgánico de Justicia Militar en su artículo 565 presenta la exclusión del sexo contra natura y las personas de orientación sexual diversa [el artículo 565 dice: “El oficial que cometa actos que lo afrenten o rebajen su dignidad o que permita tales actos, sin tratar de impedirlo por los medios autorizados por la ley, será penado con prisión de uno a tres años y separación de las Fuerzas Armadas. La misma pena se aplicará a todo militar que cometa actos sexuales contra natura”+. Todo esto funge de traba para el desarrollo de políticas de Seguridad Ciudadana inclusivas cuando funcionarios militares están presentes, pues en su código de valores está la penalización completa de la homosexualidad, tanto a nivel moral como a nivel disciplinario. Tenemos muchas propuestas para presentarles y estamos a la orden para el desarrollo de proyectos de investigación. Tenemos publicaciones que están a disposición para su revisión (como “HCH y ciudadanía homosexual”, libro de unas 72 páginas publicado en el 2002); son manuales diseñados para heterosexuales para sensibilizarlos respecto al buen trato a la sexo diversidad. Paralelamente, LAMBDA ha diseñado ciclos de cine a nivel nacional en materia de diversidad sexual (desde lo audiovisual), en materia de VIH Sida, y el 17 de mayo estrenaremos el primer documental sobre los adultos mayores homosexuales, que nos gustaría proyectar en la UNES. Muchas gracias. (Aplausos).
Neyda Peña: Agradezco a los panelistas por sus disertaciones. Ahora es momento de que todos y todas participemos. Reitero: el que aquí esté un grupo pequeño de la Comunidad LGBTI no responde a motivaciones excluyentes. Insisto: este es el inicio de una constante, a la que esperamos se vayan sumando personas LGBTI. Antes de iniciar el debate quiero compartir con ustedes un fragmento del libro “Manifiesto puta”, de una transexual llamada Beatriz Espejo, en el que explica cómo nuestra sociedad machista ha mantenido su hegemonía: “Pero claro ¡quién dice que aquí no hay violencia!, y que ésta se ejerce desde la tiranía política y su servilismo a los sectores poderosos. Un ejemplo claro son los métodos que practican, con redadas y violencia policial, contra los inmigrantes ilegales, los pobres de las chabolas, los ancianos desfavorecidos, las mujeres, los niños y sectores estigmatizados que no gozan de protección social. Los métodos del primer mundo tienen como objeto invisibilizar las carencias del sistema, maquillar la realidad y presentar una sociedad ‘digna’, sin miseria. Y los supuestos miserables tratados como chinches. Y todo con la complacencia de la sociedad que, al igual que en la Alemania anterior a Hitler, mira hacia otro lado cuando nuestros dirigentes se dedican a pasar la escoba represora.” A veces nosotros somos cómplices, “sin querer queriendo”, de las discriminaciones y maltratos hechas a ciudadanas y ciudadanos. Ahora sí, este espacio es de ustedes. Empecemos la discusión en base a las disertaciones hechas por Tamara Adrián, Elena Hernáiz, Yonatan Matheus y Ricardo Hung. Ana Margarita Rojas: tengo varias preguntas para Yonatan. Cuando uno llama al teléfono 0800 A TODA VIDA (disponible desde el 2010) te preguntan si quieres hacer una denuncia y qué tipo de denuncia es. Entre las opciones a escoger dentro del “tipo de denuncias” se cuentan: denuncia a funcionarios y denuncia de violación de derechos humanos. Ahora ¿cuáles son las cifras de estas denuncias? ¿Se les ha hecho seguimiento? ¿Qué resultados ha dado ese sistema y quién lo maneja? Yonatan Matheus: ese sistema lo maneja el órgano rector que es el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz (MPPRIJP), a través del Consejo General de Policía, pero, según mi percepción, tiene una gran debilidad: no ha informado a la sociedad sobre la cantidad de denuncias recibidas, si se ha procesado, si se ha dado con los culpables o si se ha aplicado justicia en caso de dar con ellos. Esta es una situación muy típica en nuestras instituciones porque no se han dado a la tarea de informar oportuna y verazmente a la sociedad sobre este tipo de actividades y de políticas. En varias oportunidades compañeras trans me han dicho: “Yonatan, tú me dijiste que denunciara a través de ese número de teléfono [0800 A TODA VIDA] pero esperando que me atiendan la llamada me han dado tres palazos, o dos perdigonazos, y luego no he tenido forma de saber qué ha pasado con mi denuncia.” Ningún funcionario hace seguimiento posterior a las denuncias ni se imputa a nadie. Sin embargo, nosotros, en aras de fortalecer este mecanismo, le decimos a la colectividad LGBT que existe, que lo use, que denuncie.
Ana Margarita Rojas: lo que deberíamos hacer es solicitar al Consejo General de Policía efectividad y transparencia en el manejo de las denuncias hechas al 0800 A TODA VIDA. Otra persona que no se identificó: sugiero que la Universidad obtenga la información al respecto, que haga seguimiento a las denuncias y verifique las cifras de las mismas pues si hay demasiadas quiere decir que hay una falla en el sistema de formación de los discentes que ingresan a los órganos de Seguridad Ciudadana que repiten los patrones de conducta (abusivos y discriminatorios a la Comunidad LGBTI) del antiguo modelo policial. La universidad debería tener esa data para abordar la problemática. Ybrahinn Cordero (Artgnosis Asociación Civil): desde Artgnosis trabajamos varios temas entre ellos el de personas con discapacidad y el de la sexo diversidad. Asimismo, llevamos una campaña contra la discriminación. Agradezco la invitación a este primer acercamiento y creo que el resultado del mismo debería ser la creación de una mesa de trabajo con temas específicos a discutir. Por ejemplo, a mí me preocupa mucho el tema de la identidad de los grupos trans, el tema de cómo el funcionario y la funcionaria maltratan y violentan a los compañeros y las compañeras trans, con la cédula. Ellos no pueden decirle a un trans cuál es su identidad y cómo debe lucir físicamente (si con el cabello suelto o recogido, por decir algo). Entonces, ese tema hay que abordarlo de inmediato. Alana Zuloaga: quiero que entiendan que el conversatorio es producto de la preocupación que nosotros tenemos por la violación de los derechos de las personas LGBTI tanto dentro como fuera de los órganos de Seguridad Ciudadana, así como nos preocupamos por la violación de los derechos del resto de la población, pues todas y todos somos sujetos de derechos que el Estado debe garantizar a través de los mencionados órganos. Aseverar que no hay datos, cifras, o no se toman en cuenta las denuncias hechas al 0800 A TODA VIDA y que esa información no trasciende, es muy arriesgado y osado pues aquí no hay ningún representante del MPPRIJP para dar una información acertada. Sabemos que tenemos el Observatorio de Seguridad Ciudadana (presidido por Oswaldo Escobar, persona muy responsable y abierto a presentar cifras, a dialogar y conversar), para generar cifras y estadísticas. Nosotros, adscritos al mencionado Ministerio, nos hemos preocupado por el problema (porque no estamos aquí para decirles que no hay problemas, sino para decirles que reconocemos que los hay), de allí el interés de diseñar programas y diplomados que complementen la formación de nuestros funcionarios. Por eso el MPPRIJP, el Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, el Viceministerio del Sistema Integrado de Policía (Visipol), los distintos organismos de Seguridad Ciudadana y la UNES nos hemos sentado a diseñar diplomados que acompañen la formación de las y los discentes. La dinámica de formación de la Universidad es compleja; las muchachas y los muchachos sólo pasan un año en un Programa Básico antes de convertirse en funcionarios (aunque luego vuelven para sacar el TSU y la Licenciatura). Hemos
insistido, entonces, en que la formación se extienda a dos años y que toque, a profundidad, el tema de la sexo diversidad. Esto, además, fue un mandato del Presidente Nicolás Maduro en el acto de cierre del Congreso de las Mujeres el 8 de marzo, en el que invitó a la ciudadanía a respetar y a reconocer a la comunidad sexo diversa. Ya para concluir, quiero que sepan que nosotros comprendemos la debilidad que tenemos como institución en cuanto a la formación en sexo diversidad. Abrimos estos espacios para que nos planteen sus necesidades y nos faciliten sus ponencias y los documentos e investigaciones que posean respeto al tema, ya que nos servirán de insumo a la hora de diseñar y generar propuesta de políticas públicas incluyentes, en materia de Seguridad Ciudadana. Ybrahinn Cordero: quiero cerrar la idea que inicié. Primero, me preocupa el problema relacionado con la identidad de las personas trans y creo que podemos hacer un trabajo inmediato respecto a ello. Segundo, me inquieta la situación de los funcionarios homosexuales dentro de los órganos de Seguridad Ciudadana pues, como lo comentaba Yonatan, ellos y ellas no pueden vivir su orientación sexual abiertamente y tienen que reproducir los antivalores de la homofobia y la transfobia para mantener sus trabajos. Creo que la Universidad debe prestarles apoyo emocional, apoyo psicológico, pues hasta ahora, según lo que conozco, no tienen a donde recurrir cuando son víctimas de acoso y discriminación por parte de sus mismos compañeros. Alana Zuloaga: sugiero a las organizaciones LGBTI presentes, que nos hagan llegar lo más pronto posible todas sus investigaciones pues son documentos científicos que nos suministran (más allá de la especulación) la información, los números y las cifras que nos permitirán sentarnos en las reuniones con el Consejo General de Policía, por ejemplo, y decirle “Esta es una realidad que tenemos” o “Las investigaciones indican esto.” Juntos podemos generar investigaciones científicas en las que no sólo se afirme que el tema de identidad de las personas trans es preocupante, sino que con encuestas, estadísticas, etc., se respalde lo afirmado y se pueda ver cuántas son las trans afectadas y cuál es la realidad que viven. Esa información nos dará argumentos suficientes para elevar peticiones al MPPRIJP y para hacer alertas, mostrando que no es un capricho de una persona sino una realidad. Yonatan Matheus: sería interesante que la UNES, por ser un proyecto que dejó el Comandante Hugo Chávez, por tener presencia en la Ley Orgánica del Servicio de Policía, la Ley de Investigación Penal y otras leyes relacionadas con la formación de los órganos de Seguridad Ciudadana, articulara con el Consejo General de Policía, con el Visipol, con el Viceministerio de Investigación Penal para que se tome en cuenta que se corre el riesgo de que en las Academias (que hasta donde conozco no tienen ningún basamento legal para funcionar) se retomen las prácticas inadecuadas de formación de los cuerpos de Seguridad Ciudadana. Lo digo porque se está retomando el tema de la exclusión y discriminación a las personas gais y lesbianas que pretenden entrar a los cuerpos de policía, a las que están dentro, y a las que les prestan el servicio policial, en
nombre de reformar y quitar los vicios que tiene el nuevo modelo policial. Hay que revisar eso para no retomar en la formación (desde la UNES) esos antivalores de los institutos (como IUPOL, IUPM) que formaban a los órganos de Seguridad Ciudadana. Eso representaría un enorme retroceso, estaríamos traicionado los ideales revolucionarios de Hugo Chávez y volveríamos a ese viejo modelo policial represivo, a ese modelo de formación elitesco, androcéntrico y que no responde al respeto de los derechos humanos, a la perspectiva de género y al reconocimiento de la diversidad humana y al respeto de la dignidad que tiene todos los seres humanos cuando se les presta el servicio de Seguridad Ciudadana. Alana Zuloaga: para responder a la inquietud de Yonatan: desde todos los espacios de la UNES (incluidas las Academias) se parte del mismo principio: el respeto a la orientación sexual y a la identidad y expresión de género. Ayer estuvimos reunidos con la Directora de la Academia de Servicio Penitenciario, Isabel González, para tratar el tema de la sexo diversidad porque nos preocupa que los muchachos que mañana serán Custodios de homosexuales, bisexuales y trans los vayan a maltratar por su condición sexual. Las Academias tienen, entonces, el mismo nivel de compromiso con la Comunidad LGBTI que la Universidad. Además, acá no los vamos a tratar como un hecho o grupo aislado, o exclusivo. Aquí tenemos que hablar de igualdad y equidad de género en todos los espacios, no sólo para las personas LGBTI sino también para las mujeres, para los hombres (pues muchos de ellos también son maltratados por mujeres, debido al “hembrismo”). Por ser el género un tema tan complejo, es que lo estamos abordando por sectores para asegurarnos de atenderlos a todos. Mañana en el Directorio Nacional con los Directores de los Cefounes [Centros de Formación UNES] daré cuenta de lo aquí conversado para que todos sepan qué estamos haciendo, cuál es la línea a seguir. Además de todo lo que les comenté, hace tres meses asistimos a un encuentro internacional en el que estaban los Carabineros de Chile y les solicitamos el protocolo que tienen en el tema de la diversidad sexual. Estamos viendo las experiencias de otros países en el tema de la diversidad sexual, que nos ayuden a tomar decisiones en ese sentido. Ana Margarita Rojas: si estamos hablando de investigación no es un tema a corto plazo y no nos va a solucionar las cosas inmediatamente, pero es una gran ventana que se está abriendo. Por un lado, las diferentes universidades públicas y privadas están tomando el tema de la diversidad sexual transversalmente, están desarrollando tesis al respecto a pesar de la resistencia de algunos tutores. Por otro lado, hay productos y cosas que han salido del Estado, que nos alarman un poco; por ejemplo, el cuadernillo de la Defensoría del Pueblo que tiene unos términos barbáricos sobre el tema de la diversidad sexual y es usado como herramienta para sensibilizar a la población. Cuando se toca el tema de la diversidad se debe partir por la sensibilización, por poner a las personas en nuestros zapatos, y eso se logra a través de cines foros y cosas muy humanas; luego es que viene la profundización a través de manuales e instructivos. También hay unos cuadernillos
que hizo la UMFA1 que tienen muchas fallas. Entonces, una mesa de trabajo sobre el tema pudiera aclarar, y pudiéramos hacer cosas más productivas. Las diversas organizaciones LGBTI tenemos convenios y alianzas con grupos que tienen los protocolos de acción policial de Chile, México, Colombia, Nicaragua y El Salvador. Estos deben revisarse y considerarse, así como los planes de seguridad de la ciudad de Bogotá y su Municipalidad (la campaña “Se puede ser” de reconocimiento a la diversidad sexual, y las casas comunitarias LGBT). Tenemos todo ese material de apoyo que podemos sistematizar, adaptar y adecuar a Venezuela en una gran mesa de trabajo. Lo que debemos hacer es escoger una metodología de trabajo e iniciar las investigaciones pronto pues éstas requieren tiempo y estamos contra reloj. Alana Zuloaga: nosotros podemos garantizarles a ustedes, como Universidad, el espacio para la investigación y para generar resultados y hacer los llamados de atención necesarios que coadyuven a crear políticas públicas. Creo que las mesas de trabajo a las que se han referido algunos de ustedes, deberían ser sectoriales, para ir enfocándonos en temas. Asimismo, creo que es importante determinar y sistematizar todas las investigaciones que tengamos para ver cuáles coinciden y cuáles no, y profundizar las que tengamos que profundizar. Además, quiero que sepan que la Universidad cuenta con fondos que, si bien no son tan cuantiosos, nos permiten financiar algunas investigaciones. Víctor Fernández (Escuela de Feminismo Popular y Sexo Género Diversidad): la homofobia, la transfobia y el sexismo (todos odios psicosociales) son mecanismos o dispositivos de un sistema de opresión. Hay un tema de disputa del poder y eso es fundamental a la hora de pensar en los procesos de transición entre lo que es y lo que debe ser, porque la exigencia sola del “deber ser”, que se hace a través de la legítima protesta, puede generar este tipo de espacios de encuentros que son buenos pero no son suficiente. Es el proceso de formación el que va a ayudar a construir lo que dice el papel [la Constitución, las leyes] o lo que debe ser. Este proceso requiere de la empatía del pueblo, de todos los oprimidos (incluidos los mismos policías), ya lo sean desde la sexualidad, la raza o la clase social. Sin empatía el proceso de transición hacia el “deber ser” estará mediado por la penalidad, por el miedo al castigo; por ejemplo: el miedo del policía a que su víctima lo denuncie y sea penado por ello. Entonces aquí hay que tomar en cuenta la vocación policial: cuántos policías lo son por vocación (porque quieren ser policías) y cuántos lo son por “resolver”, porque saben que con estudiar un año, no más, tienen trabajo y poder. Ahí hace su aparición el tema de la deslegitimación de los policías, porque no hay vocación, porque no encarnan lo que es el nuevo modelo policial. Estos efectivos, sin vocación y con formación deficiente, son los que se valen del término “Actos indecentes en la vía pública” (o espacio público) para violentar los derechos de las personas LGBT. 1
University of Michigan Lesbian Gay Bisexual Trasgender Faculty Alliance.
Lo que es o no es indecente queda a criterio del funcionario policial, ya que no está tipificado en ninguna Ley. Así que lo primero que hay que hacer (a corto plazo) es determinar qué es indecente, pues eso deja un vacío en la norma, es un espacio para la discrecionalidad, para la interpretación. Que una pareja homosexual se bese en un espacio público, ya sea una plaza, un parque o hasta dentro de un carro que esté en la vía pública, puede ser tomado como un acto indecente y los agentes policiales que “descubren” a esa pareja la someten a tortura psicológica diciéndole “les vamos a decir a sus jefes”, “les vamos a poner una multa de no sé cuántas unidades tributarias”. El desenlace es, entonces, el matraqueo. Si esos policías estuviesen sensibilizados con la realidad de las personas LGBT, si supieran que la crisis habitacional del país nos afecta en mayor medida [Alza la voz Yonatan Matheus y dice: “Nosotros no tenemos el mismo derecho a la vivienda”+ y que muchas veces esos espacios públicos son los únicos con los que contamos para expresar nuestros afectos, si supieran que las compañeras trans viven en situación obligada de prostitución debido a la discriminación, porque son echadas de sus casas desde muy temprana edad y no tiene a donde ir, que por su condición no consiguen un empleo, que sólo las emplean como peluqueras (que no es el oficio mejor pagado) y apenas las aceptan en pensiones en las que sólo pueden dormir (no cocinar ni lavar) aunque les cobran unos alquileres exorbitantes en habitaciones compartidas con otras trans (en condiciones de hacinamiento); si ellos supieran eso no actuarían igual. Porque a esos policías tampoco les alcanza el sueldo, también viven en los barrios y también son discriminados y oprimidos. La empatía les impediría actuar como hasta ahora lo han hecho. Muchas veces la condición de LGBT deslegitima tu denuncia y hace que tu derecho no sea tan importante. A la denuncia de una lesbiana o de un hombre afeminado, por poner un ejemplo, no se le da la misma relevancia que a la de una madre soltera (que quizás también es lesbiana) porque se legitima socialmente la condición de la última pero no la de los primeros. Esta situación se repite con las personas LGBT detenidas por las autoridades policiales. Sus derechos no son siquiera considerados y muchas veces el macho opresor, tanto el paco [policía] como el malandro que está dentro de la celda, aliado, les quita “el chance” en ese espacio. Esto debe parar pues la policía tiene, por ley, la obligación de estar al servicio de todos y todas y respetar sus derechos, sin diferencias ni discriminación. Asimismo, debemos exigir la categorización de los crímenes por transfobia y homofobia (actualmente categorizados como crímenes pasionales o de hampa común) para determinar las cifras de los mismos y sus autores materiales e intelectuales. Una vez hecho eso, creo que lograremos cambios significativos tanto en el imaginario social como en las instituciones encargadas de garantizar la Seguridad Ciudadana. Pero en el ínterin en que se construye ese material legislativo podemos, en nuestros cuerpos de Seguridad Ciudadana, en los espacios de investigación y desde las organizaciones LGBTI, insistir en que haya tipificación de esos crímenes.
Ricardo Hung: sí hay cifras e información sobre los crímenes por transfobia y homofobia, sólo que se desconocen o no son públicas. Codesarme tiene un informe de setecientas páginas (no digitalizado), nueve de las cuales presentan cifras, feedback e información sobre la comunidad LGBTI. Además, se han realizado veintiséis planes de Seguridad Ciudadana que tocan el tema. Si bien es cierto que muchos de esos documentos no están impresos, ni están en digital, o se imprimieron en cantidades limitadas, también lo es que hay información valiosísima en Bibliotecas y Archivos que representa un gran insumo para la Universidad, así que no estamos hablando de arrancar desde cero. Aquí hay leyes, normativas, protocolos, que no son noticia y al no ser noticia la gente no sabe utilizarlos. Ejemplo de ello es la normativa de cómo hacer el procedimiento sumario para la destitución de un funcionario policial; cualquier persona puede canalizar eso, pero si ni siquiera sabemos que tenemos ese derecho, estamos perdidos. El primer paso es la denuncia (principalmente en el Ministerio Público, porque allí es donde se abre el sumario). Tenemos, entonces, que generar una conciencia de denuncia para que la información pueda sistematizarse y hacerse efectiva la política pública. Tamara Adrián: quiero referirme a tres cosas. La primera, es la situación lastimosa que viven los funcionarios LGB (porque “T” no hay) dentro de los cuerpos de Seguridad Ciudadana (expuesta por Yonatan) que demuestra nuestro relativo atraso en la materia, en comparación con otros países de América Latina como Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Uruguay y Perú. En esos países ha habido sentencias o cambios legislativos en los que se ha enfatizado la igualdad de derechos a las personas con diferente orientación u opción sexual dentro de órganos policiales y militares, y en casi todos hay una clara normativa al respecto. Por ejemplo, en Perú se pretendió destituir a un funcionario que vivía con una mujer trans y la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia impidió que así sucediera. La segunda, tiene que ver con las políticas públicas de seguridad. En el año 2009, cuando yo trabajé en la política pública de seguridad para la ciudad de Bogotá, el criterio que se estableció para la garantía plena de los derechos de las personas LGBT fue: “lo que es igual es igual”. Eso significa que si a una pareja heterosexual se le permite algo, también debe permitírsele a una pareja homosexual. Así, no queda a criterio del funcionario lo que es o no es un acto lascivo o acto contrario a la moral y las buenas costumbres cuando hay personas LGBTI involucradas. La tercera cosa a la que quería referirme, es la situación de las personas trans. Ellas son las más vulnerables pues se ven sometidas a un sistema de trabajo sexual forzoso; si tuviesen la oportunidad de dedicarse a otro tipo de trabajo o a estudios, lo harían (eso lo demostramos a través de un estudio que hicimos). El 4 de marzo Rummie Quintero hizo público un Comunicado que quiero compartir con ustedes pues aunque no estoy de acuerdo con algunas afirmaciones suyas (como por ejemplo “el patriarcado es consecuencia del capitalismo”), sí estoy de acuerdo con los asuntos de fondo que presenta:
“Asociación Divas de Venezuela hace del conocimiento público su rechazo categórico e indignado hacia las prácticas antirrevolucionarias, antisocialistas y antifeministas que vienen practicando ciertos sectores de la revolución, las cuales han invisibilizado las luchas de la comunidad transexual y transgénero de Venezuela, repitiendo conductas patriarcales de las cuales muchas personas, entre ellas las mujeres, fueron víctimas constantes en la Cuarta República. Hoy algunas de esas mujeres se han convertido en victimarias generando exclusión, resquemor y discriminación hacia las personas más vulneradas como son las trans, aun en el proceso revolucionario en el cual constantemente se repite que debemos estar unidos y unidas, sobre todo en momentos en que la Matria Patria nos reclama cerrar filas para defenderla. La Comunidad transexual y transgénero revolucionaria rechazamos categóricamente todo tipo de exclusión, de patrones de invisibilización, de sectarismo, de amiguismo, de cogollismo, de conformismo, que impiden el avance de la construcción de una sociedad socialista y en contraposición acentúan y fortalecen el Estado burgués, capitalista y patriarcal. Manifestamos nuestro descontento y sentimiento de desaliento ya que desde el año 2012 hemos venido sido desprovistas sistemáticamente de las pocas políticas públicas que el gobierno revolucionario nos había reconocido, durante el mandato del líder supremo de la revolución, Hugo Chávez Frías, por ejemplo: la desaparición del programa de atención a personas vulneradas de orientación sexual e identidad de género [adscrito al Viceministerio de la Suprema Felicidad], que atendía a las personas trans en situación de calle, en el Centro Belida Álvarez (Misión Negra Hipólita); despido injustificado de las pocas camaradas trans femeninas incluidas en espacios laborales dignos, asesinatos de personas de nuestra Comunidad que quedan impunes, la falta de atención médica especializada para las personas trans e intersex, la falta de inserción laboral de las personas trans e intersex, la falta de penalización de los medios de comunicación que nos ridiculizan y promueven la burla y el escarnio público, la falta de reconocimiento a la identidad de género a las personas trans, la falta de políticas públicas en materia de cultura, recreación y deporte, entre otras; y más recientemente las personas trans hemos sido excluidas del Plan Mamá Rosa del Ministerio del Poder Popular para la Mujer e Igualdad de Género, a pesar de haber trabajado durante dos meses para la elaboración de las propuestas realizadas durante la construcción de dicho plan de gestión donde se planteó la no discriminación por identidad de género. Asimismo, nos desconocen como iguales y nos excluyen de la participación protagónica del próximo Congreso Venezolano de Mujeres, al no tener voz trasn femenina que nos permita hacer visible y reivindique nuestras luchas.” El comunicado continúa en dos párrafos más y, aunque por cuestiones de tiempo no sigo su lectura, me era imposible dejar de mencionarlo porque es un análisis válido para lo que estamos haciendo. Otra persona [No se identificó] (Fundación Reflejos de Venezuela): para mí es muy importante que después de años de agresiones y de persecuciones por parte de la policía, el organismo que se encarga de formar a este cuerpo nos invite a discutir el tema. Esto es un avance muy importante.
Entiendo que el cambio no se verá inmediatamente pero debemos sentar las bases para que generaciones futuras no sufran lo mismo que nosotros. La baja incidencia de la discriminación contra las personas LGBTI en los espacios universitarios no se debe a la existencia de un cuerpo policial que la evite ni a normativas que prohíban la discriminación, sino que está vinculada a la educación, la formación y el manejo de las ideas. Cuando se manejan las ideas en forma pluralista, se permite la tolerancia que garantiza esos espacios donde los actos discriminatorios son menores. Me llama la atención el tema comentado hace poco, de la necesidad de esclarecer o definir los actos lascivos. Creo que eso está bien esclarecido y se debe partir de la idea expuesta por Tamara Adrián: lo que es igual tiene que ser igual, si no es un delito para una pareja heterosexual tampoco es un delito para una pareja homosexual o trans. Respecto a las faltas a la moral y las buenas costumbres, otro argumento que esgrime la policía, yo le diría que para que se detenga a una persona por eso debe haber alteración del orden público. Si yo estoy besándome en una plaza con un hombre y nadie en el lugar se altera por eso, la policía no puede argumentar que hubo faltas a la moral. Socialmente mi entorno no ve con desagrado eso. Yo pienso que más que esclarecer el asunto es volver al punto de la capacitación: hasta qué punto el policía sabe eso, o lo sabe y finge demencia para poder manipular con eso, o hasta qué punto el ciudadano no sabe que tiene esas ventajas a su favor. Respecto al tema de las denuncias: ¿qué pasa con esas denuncias? Hace unos cinco años yo denuncié en Atención a la Víctima de la Policía de Chacao, que unos agentes de la misma me habían invitado a desalojar la Plaza Altamira con el pretexto de que ese espacio no era apto para las personas como yo, pues allí había mujeres con niños. ¿Por qué habría de ser traumático para una madre o un niño, verme? Lo cierto es que mi denuncia se convirtió en un número más de una estadística. A pesar de esta experiencia infructífera, tenemos que seguir denunciando porque las denuncias son las que permiten a las organizaciones hacer trabajos de investigación que visibilicen la violación de los derechos de las personas LGBTI. Otra cosa que debo comentar es que lo virtual no es irreal y el que yo sea una persona del Este no quiere decir que la policía me trate mejor que a un homosexual del Oeste. Yo creo que manejar esos discursos de que “yo sí sé lo que es pasar trabajo porque yo soy pobre y vengo del barrio” es contraproducente para lo que estamos buscando en un espacio de respeto y tolerancia. Responder una encuesta por internet o por Facebook es totalmente válido, es una información obtenida a distancia, no virtual. Los datos que manejan la profesora Tamara y la Fundación Reflejos de Venezuela no son información virtual pues hay personas detrás de esa información. El que la emisora de la mencionada Fundación salga por internet y no por ondas o señales de radio, no la minimiza como emisora pues esta existe, no es virtual.
Para cerrar quiero dejar una propuesta a la Universidad y preguntarle ¿Qué posibilidades hay de aprovechar los recursos y los talentos de las organizaciones LGBTI, tanto las que están articuladas en la Red LGBTI como las que no, para construir una cátedra abierta que permita que los estudiantes que se estén capacitando como policías reciban durante su año de formación seis u ocho talleres montados por diferentes organizaciones que les muestren diferentes perspectivas dentro de lo que está pasando, como una manera de sensibilizar a ese funcionario? Hay talento en educación en las organizaciones (ejemplo de ello las profesoras universitarias Tamara Adrián, Elena Hernáiz, Quiteria Franco, por mencionar algunas) que puede ser usado. No se trata de que una sola organización monte el taller para la Universidad, porque es mucho trabajo para una sola, pero sí que entre todas las organizaciones se constituya un programa de temas y que cada una de ellas, en su mayor área de experiencia, pueda ofrecer ese taller y garantizarlo, siempre articulado a un programa de líneas generales enmarcado en los principios establecidos con la antigua Red LGBTI que establecen el esquema fundamental de lo que requiere el colectivo LGBTI a nivel de políticas públicas y sensibilización de los policías. Alejandro Rosales (Residencias Estudiantiles Livia Gouverneur): para empezar quiero destacar que a la hora de hacer estudios y recoger e interpretar los datos, es necesario tomar en cuenta la clase, la etnia, etc. porque las discriminaciones son acumulativas y que seas sólo homosexual no es lo mismo a que seas homosexual negro, pobre, sin espacio donde vivir. Es necesario tener conciencia de clase y etnia cuando se hacen los estudios. Cuando se habla de si se es del Este o del Oeste no es para excluir o segregar a un grupo sino para considerar las variables a tomar en cuenta dentro de un mismo problema. En las Residencias Livia Gouverneur hacen vida unos 450 estudiantes de diversas universidades, varios de ellos LGBTI. Desde ese espacio tenemos una visión privilegiada de la zona (Plaza Venezuela, Sabana Grande), especialmente del Bulevar de Sabana Grande, zona aceptada socialmente como de encuentro (saunas, bares, discos y demás espacios del bulevar) de las personas LGBTI. Irónicamente, es justamente allí que la violencia contra las personas sexo diversas por parte de los funcionarios de los órganos de Seguridad ciudadana (Policía y Guardia Nacional) se manifiesta con mayor fuerza. Por ejemplo, en las madrugadas es muy cruda la violencia contra las trans que se ven forzadas a prostituirse para sobrevivir: los mencionados órganos de Seguridad pasan a cobrarles vacuna, las ponen a practicarles sexo oral, las golpean. Pero la violencia no provine sólo de esos órganos: algunas personas las asaltan y son conocidos varios casos de asesinatos de trans por su condición. Además, las trans también se agreden entre ellas. Los ataques y la violencia no son solamente contra las trans sino también contra las personas LGB; en la salida de discotecas y hasta en las puertas de las Residencias funcionarios policiales y militares y personas contrarias a la diversidad sexual han golpeado a compañeros homosexuales hasta hacerlos sangrar. Las denuncias de esas víctimas no son tomadas en cuenta por su condición LGBT.
Las Residencias Estudiantiles, además de fungir de observatorio de la realidad de la zona y albergar a estudiantes de diversas universidades, acogen diversos movimientos e iniciativas que no tienen que ver, necesariamente, con las reivindicaciones estudiantiles. Por ello propongo que el próximo encuentro con la Comunidad LGBTI se haga allí. Asimismo, sugiero que nos vinculemos con el laboratorio de espacios públicos del IVIC y los diversos colectivos universitarios para desarrollar, desde las ciencias sociales, investigaciones en el tema de Seguridad Ciudadana y Sexo Diversidad. Alana Zuloaga: El Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior en una normativa que generó en el 2009, creó la Unidad de Atención a Personas con Diversidad (étnica, motora y sexual) en las universidades y pienso que esa es una de las razones por las que en esos espacios hay menos discriminación y mayor tolerancia. Algunas Universidades se apegaron a la normativa, otras no, la Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas [UNEFA], en donde laboré antes de venir a la UNES, se encuentra entre las primeras. Así como en la UNEFA, de claro corte militar, dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana [FANB] hay muchas personas LGBTI y personas heterosexuales que también son defensoras de la igualdad y la equidad. Esto hay que tomarlo en cuenta porque muchas veces catalogamos a “¡Los!” militares [todos] como heterosexuales, contrarios a los derechos de las personas LGBTI. Ana Margarita Rojas: tenemos trans masculinos en las Fuerzas Armadas y en la UNEFA también hubo un caso de un trans masculino reconocido por los profesores gracias a la Unidad de Atención a Personas con Diversidad. Tamara Adrián: sí, existen casos de apertura en la UNEFA pero también de discriminación. Ejemplo de ello es el caso reciente de una estudiante trans de la UNEFA de Maracaibo, a la que un profesor le impidió presentar una evaluación porque su aspecto físico no coincidía con el de un varón ni con lo que reflejaba (nombre e imagen) su cédula de identidad. Además, le colocó una cruz al lado de su nombre en la lista de asistencia y le dijo “Usted está muerto”. Este caso todavía está abierto. Francis Monterola (Escuela de Feminismo Popular): yo no puedo dejar pasar por alto el tema de la etnia, la clase y el género porque sería irresponsable de mi parte. Debido a estos tres factores hay una triple discriminación a una parte de la población. Yo, por mujer, negra y bisexual, he sido víctima de discriminación y abuso policial, por ende es imperativo tomar en cuenta estos factores a la hora de investigar, así como el tema del patriarcado y el capitalismo y la alianza entre ellos (aunque conocemos que es posible que caiga el capitalismo y cambien las formas de relaciones sociales de producción y que el patriarcado permanezca). Quiero contarles dos experiencias en las que fui víctima de discriminación y abuso policial. La primera: me encontraba con una compañera en el Parque Miranda, aquí en Caracas. Como nos besábamos un policía se nos acercó y nos llevó detenidas mientras comentaba: “Coño, esta negra,
con esa pinga de culo y malgastándolo con una tipa.” A mi compañera la dejó ir rápido pero a mí me retuvo una hora más en la que aprovechó para decirme morbosidades (“Acuéstate conmigo, no malgastes con una mujer ese cuerpo que Dios te dio”) y amedrentarme (“Si no tienes rial para pagar la vacuna te vas a quedar aquí todo el día”). La segunda experiencia también fue en el mencionado Parque… parece que el parque era el problema. [Este comentario movió a risa a los panelistas y participantes del conversatorio]. En esta ocasión estaba con un compañero argentino, blanco, y nos besábamos. Se nos acercó un Guardia Nacional, nos acusó de practicar actos indebidos en la vía pública y nos ordenó: “Denle pa’l toldo, van a pasar medio día presos ahí.”2 Cuando estábamos en el toldo el Guardia me preguntó “¿Qué haces tú besándote con ese catirito, descendiente de europeos? insinuando que yo era una prostituta que me estaba “rebuscando”. Inmediatamente se puso a hacer chistes sobre la raza y empezó a cantar una canción que decía: “Los negros con los negros, los blancos con los blancos”. Mientras estaba en eso, llegó otro Guardia con ocho compañeros homosexuales al que le pregunté “¿Y a ellos por qué los agarras?”, me dijo “Bueno, porque estos maricos se estaban bañando solos en la laguna del Parque y eso es indebido porque los hombres tienen que mezclarse con las mujeres”. Entonces sí es una cuestión de etnia, sí es una cuestión de género, sí es una cuestión de clase, sí es una cuestión de condición sexual. Neyda Peña: lamentablemente se consumió el tiempo del conversatorio, sé que quedaron muchas cosas por decir pero pronto tendremos un segundo encuentro para ello. De esta actividad sacamos tres cosas: 1) hay que sensibilizar a la población. No hemos consolidado las estrategias adecuadas para visibilizar el trabajo incansable de la Comunidad LGBTI y el trabajo, que algunos llaman “tímido”, del Gobierno. La Universidad Nacional Experimental es la visibilización de un logro de organizaciones que luchaban por los derechos de las víctimas de violencia policial. La Conarepol fue un inicio que dio pie a este trabajo. Nosotros, ahora mismo, no vamos a hacer una Conarepol pero sí vamos a hacer unas alianzas para trabajar y continuar esas tareas. Y quiero hacer énfasis en esto: los cuerpos de Seguridad Ciudadana no son sólo Policía, son también Bomberos, Protección Civil, etc. ¿Qué pasa cuando un compañero quiere ser bombero y es transexual? Esos casos de discriminación también existen. A una mujer trans que quiere ser enfermera y es una excelente profesional, le niegan el trabajo por trans. ¿Por qué la condición sexual hace que los demás te limiten? *Tamara Adrián interrumpe y dice “No somos personas vulnerables, somos personas vulneradas en nuestros derechos por los demás”+. Hay conductas que no son condicionadas biológicamente. Nosotros aprendemos a ser racistas, sexistas, homofóbicos, etc., pero las conductas se pueden desaprender y creo que estamos en un momento crucial para articularnos y empezar a desaprender conductas o enseñarles a otros, porque a lo mejor no ha habido el espacio donde ellos aprendan a ser tolerantes y a tener un 2
Toldo: cubierta de lona que la Guardia Nacional coloca para resguardarse en los diversos espacios públicos que patrulla.
pensamiento abierto. Tomo la palabra de las mesas de trabajo. Tenemos sus contactos, ustedes tienen los nuestros. Les recuerdo que la Universidad tiene el Blog Ardentía donde podemos publicar artículos y ensayos que versen sobre Seguridad Ciudadana. La Constitución de la República habla de la corresponsabilidad del Estado con la sociedad civil. Las leyes son muy buenas, progresistas, pero si no internalizamos que somos nosotros los que podemos ejecutarlas, eso no va a pasar. Podemos generar la Ley de protección de personas LGBTI pero si no hemos hecho un trabajo de base no va a pasar nada. Hay que empezar, entonces el trabajo de base. Evidentemente hay investigaciones que llevan más tiempo, pero hay acciones que podemos adelantar. Los invito a articular desde la Dirección Nacional de Creación Intelectual y la Dirección Nacional de Vinculación Social, que representan el Vicerrectorado, para articular esfuerzos y trabajar por el bien común. Alana Zuloaga: nos suscribimos a la solicitud de Alejandro Rosales, el próximo encuentro lo vamos a hacer en las Residencias para escuchar qué tienen que decir los estudiantes (homosexuales, bisexuales y heterosexuales). Yonatan Matheus: en un segundo encuentro deberíamos incluir a los profesores, discentes y, nuevamente, a las autoridades de la Universidad. Neyda Peña: agradezco la participación de todos y todas.
Transcripción y edición: Gillian Mendoza.