Nadie usa el living
M
uchas veces, empujados por los desarrolladores inmobiliarios, aceptamos diseños y construcciones que responden a un mercado anónimo, despersonalizado y que nada tienen que ver con aquellos espacios que realmente necesitamos para vivir. Incluso hasta desde lo constructivo, seguimos viendo el uso de materiales fríos para lugares que van a estar en contacto con nuestro cuerpo, por ejemplo a la salida de la ducha. Los metros cuadrados de una casa se pueden distribuir de otra manera, más acorde a la vida actual. Un ejemplo contundente de esto lo plantea el arquitecto Jorge Sarquis cuando diseña -para su tesis doctoral- una casa sin living. Nos puede parecer un poco raro imaginar una casa sin living, pero el argumento es claro. Hoy, el espacio público de la casa, el lugar de encuentro con visitas, necesitamos que esté repartido dentro de las habitaciones. Así, mi hija puede estar ensayando un instrumento con una amiga en su habitación. Mi hijo puede estar con un vecinito jugando videojuegos, mientras los adultos miran una serie en la habitación. Nadie usa el living. El espacio protagonista de esta familia -su lugar de encuentro- es el comedor diario, verdadero centro de la vida familiar. Siguiendo nuestra 179