SOY ABOGADO, GANDHI TB

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SOY ABOGADO Saber vivir la Abogacía

GANDHI también

Para mi Madre linda, Virginia A. Arbañil Sandoval de Bances.


“La fuerza que encadena a los hombres es la mentira, el error, la fuerza que desprende a cada individuo de la masa inerte humana es la verdad, y la verdad no se transmite a los hombres más que por actos de verdad.” Lev Tolstói

Autor-Editor: Richard William Bances Arbañil Ocina “E”5 segundo piso, Mariscal Nieto 480- Centro Comercial Boulevard- Chiclayo 1ª edición –agosto 2020 HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ N° 2020-04723 Se terminó de imprimir en agosto de 2020 en Talleres Grácos de Imprenta ARTEX Av. Sáenz Peña 636 Chiclayo- Perú


INDICE

PRÓLOGO: CAPÍTULO UNO: ESTRENANDO EL TÍTULO CAPÍTULO DOS: EL ESTUDIANTE Y EL LETRADO CAPÍTULO TRES: VIDA, PASIÓN Y ERRORES DEL ABOGADO ECARDO CAPÍTULO CUATRO: SALVANDO LA IMAGEN DEL ABOGADO CON MAHATMA GANDHI CAPITULO CINCO: EL ABSURDO DOCTOREO CAPÍTULO SEIS: LOS LETRADOS ECARDO Y RICHO

PRÓLOGO Hacía mucho tiempo que venía observando y observándome en las conductas de mis pares, de los usuarios, u operadores de los servicios legales, características repetitivas no sólo en la ciudad de donde provengo, sino también en otras, donde he tenido avenirme a visitarlas por diversas índoles de trabajo, paseo, ora involuntariamente al quedarme dormido en los carros, siendo que así he llegado a varios lugares sin ser mi real destino; esas repeticiones me conmovieron en cierto momento, en otras me avergonzaron, pero lo que más exacerbó mi estado anímico, es que ningún colega en derecho, se interesara por hacer algo, surgiéndome la idea de rememorar varias de ellas, sea como crítica constructiva evitando la opuesta, buscar posibles soluciones enumerándolas, escogiéndolas, soñándolas, imaginándolas e incluso algunas que pudieran considerarse utópicas, aunque creo que en esta vida todo es posible hasta la distopía. A lo que hago referencia es al inconsciente de muchos usuarios y a la consciencia social donde se ha alojado un resabio de vituperar al abogado como profesional, hasta en la prestación de sus servicios, consultarle cuando el problema está arriba de su cuello próximo a una hipoxia; al abusar de los colegas profanos sin cancelarle sus honorarios pese al servicio prestado, doctoreando con tendenciosidad, impresionarse por muestras exteriores de posible riqueza, usar y abusar de las gratuidad de las consultas telefónicas o personales, promover conscientemente el tinterillaje de inmediatez económica pero indirectamente perjudicial, habituarlo al doctoreo, por contrapartida como factor reforzador los mismos se refugian en instituciones generalmente públicas considerándolo ello un logro, o según disque éxito relámpago, otorgar rma aparejada a su número de colegiatura a cualquier persona sin contratación siquiera verbal conllevando a que el estipendio sea exiguo o desaparezca, entienden que su rúbrica a honorem implica reconocimiento a la profesión lo cual es totalmente absurdo, a litigar recalcitrantemente en individual, acostumbrado a denominar estudio jurídico a la prestación que realiza en personal, asociarse consigo mismo en su anacronismo para litigar en este periodo de tiempo vivido, a libar constantemente como expresión de sociabilidad al compartir con muchos amigos, estar convencido de ser académicamente superior el abogado que ejerce dependientemente, o tienen representación política como los Magistrados, Secretarios Letrados, Procuradores, Asistentes legales, Relatores, Abogados internos, Asesores legales subordinados a horario y remuneración, Analistas, Gerentes legales, Intendentes aduaneros, jefes legales, auditores, letrados de Minjus, defensores de ocio, Asesores de congresistas, Congresistas, etc., a admitir implícitamente exitoso al letrado que transite generalmente en carro propio novo, o deguste preferentemente en restaurantes, chifas, u otros de más de cinco tenedores. Los colegios de abogados de todo el Perú mutis, hasta la fecha se desconoce si en sus planes de trabajo han considerado estratégicas idóneas para reivindicar la imagen del abogado actualmente


alicaída, frente a estas circunstancias emerge Ecardo para auscultar arquetipos para suplir el afán de relievar nuestra profesión, virando su atención hacia el Abogado Hindú Mahatma Gandhi, sï Ecardo, el abogado mediocre que calcaría al común de cualquiera de nosotros, para posteriormente al haber tocado fondo despertar del letargo, estudiar su segunda profesión, aunque ya le habían ganado algunos años de su vida, al igual que la mayoría de nosotros empiezan a ejercer sin horizonte, sin entender de prima face, “primero lo primero” que devenimos de la frase AD VOCATUS, el llamado y quien ejerce como abogado solo es el que deende, es decir solo el abogado independiente, como diríamos ahora freelancer, los otros son licenciados en derecho si ejercer su real función, no estando exentos de coadyuvar a resarcir nuestra imagen. Espero a través de estas líneas poder zarandear la auto estimación en todos los letrados, el amor a nuestra profesión, ser más consecuentes con el ejercicio de ella.

EL AUTOR.

“Quien no haya perdido un pleito… que tire la primera piedra”. Carlos Alonso Iriarte I ¿Doctor?, Sí Soy el abogado del señor Octavo…, me permite su credencial. ¡Claro! Aquí está - totalmente nueva, brillante, estrenándose, con mucho orgullo la entrega al Magistrado - quien haciendo remilgos dispone al secretario de la causa proceda a consignarlo en el acta de noticación que se inere pudiera ser, parece al mirarle un simple bosquejo donde se están copiando datos en forma desordenada para luego transcribirlos en ulterior oportunidad. -¡Bueno!, me voy, notique con la resolución al Dr. y entregue el ocio de ingreso al ocial presente- ya Doctor (se ha usado más de una vez la misma palabra en menos de cuatro segundos). Saliendo raudamente el juzgador, en ese momento autómata gira la mirada en busca de su patrocinada y admite en su interiori estar asistiendo involuntariamente a la detención personal de Octavo. -Dr. (nuevamente) no me diga que se lo van a llevar, ¡no!, ¡no! ¡por favor!, usted me dijo que con seguridad sacaba a mi amorcito de la comisaríaMientras, desesperadamente lo asió de su saco, estrujándolo, tambaleándose al tratar de seguir el paso del letrado; entre sollozos, con tez húmeda, lozana, diáfana, delicada, con rasgos que trasuntan infantilidad y simultáneamente rabia, pasado algunos segundos, tristeza; percibiéndose al actuar una clara, profunda, pero terca esperanza, reacia resignación. En sus brazos, su menor hija no cesaba de llorar, llanto que se calmaba por momentos al mirar de lejos al padre, quien haciendo disfuerzos ante la pesadilla vivida, le sonreía, a la vez que estiraba los labios formando un ósculo a lo lejos, sincrónicamente con el dedo índice dibujaba un imaginario círculo inconcluso que se podía interpretar como ¡ya regreso! tratando de disfrazar la fatal vivencia, mientras caminaba con destino al penal asignado, a consecuencia de la “sesuda” calicación del juzgador aleatoriamente abocado al caso, que no llegó a frisar siquiera quince minutos. El abogado Ecardo Sarría S., proere, con tristeza profunda para sus adentros- mi primera cliente-, arrepintiéndose haber asumido la defensa sin medir las implicancias de no leer actuados, tomando como información lo narrado por la señora Mara. Siente como si se le abriera el piso, ahora ¿Qué iba a hacer?, quiere esconderse, desaparecer, llorar, romper las computadoras, arrebatar el ocio de encarcelación al asistente judicial, al no corresponder el encarcelamiento. La velocidad para suceder los hechos ha sido vertiginosa, aún turulato ante la realidad irrefrenable en cierto momento de regreso a su autodominio decide sobreponerse, asumir su profesionalidad, aunque confundido todavía, por momentos, hesita de que si lo que está viviendo es real, de pronto piensa que lo aprendido debió ponerse en práctica, no tuvo opción, realmente se advino el ejer-


cicio profesional sin perdón del tiempo. La libertad de la pareja de la joven señora asumida por contrato verbal, estuvo en sus manos o puede todavía subsanarse, si piensa rápido, fue escogido para ello, se le ofreció pago. Aunque no se concretó desembolso alguno, el transporte hacia el lugar sí fue cubierto; pero con lo acaecido se han desvanecido enormemente las esperanzas de recibir el estipendio ofrecido. Mara con su menor, acompañada de otra persona, han desaparecido del lugar sin dejarle alguna seña, conforme caminan preguntan el destino del procesado, a todo aquel que hubiera tenido contacto con él, afanadas en seguirlo hasta su nuevo recinto. Mientras Ecardo descompuesto, en la acera perteneciente al lado exterior del “disque Poder Judicial”, estaba ya sin cliente de estreno, sin estipendio, sin logros, sin nada. -“Acaba de amanecer, siento que mi primer pensamiento eres tú, antes de poder percibir la hermosura del nuevo día” – Se leía de la carta escrita por una menor de diecisiete años de nombre Mara quién con una niña de dos años, ni en la peor recreación onírica imaginó activar el órgano jurisdiccional para que el padre de su menor, fuera detenido con su determinante ayuda; como colofón de la rehusada dádiva valorizada por uno de los muchos gendarmes obligados a hacer cumplir mandatos, leyes, resoluciones u otros, la pesadilla empeoraría con el dictado de la sentencia condenatoria a más de siete años de pena privativa de libertad. Pocas palabras plasmadas escrituralmente en la misiva, develan una metamorfosis en palabras del gran Kafka, para gracar dicho actuar, ha evolucionado algo en su hablar todavía escueto; empero sí, en su escribir para expresar sus sentimientos enclaustrados en su corazón comprometido; una realidad disfuncional que continúa viviendo cotidianamente sin haberlo deseado, en un medio ambiente donde al arribar a la vida cualquier nuevo ser, no le es posible elegir otra forma de amar, como la inducida o acordada en nombre de aquella por sus antecesores, ante convalidada relación, los padres aman al yerno hoy reo, a la nietecita, con costumbres permisibles de la relación desproporcional, bendecida desde el inicio de la convivencia, con la consiguiente y antelada cópula de sexos diferentes, no importa edad, es cotidiano, natural, sin prejuicios, consuetudinario, en toda familia que mora en el yermo lugar alejado desproporcionalmente de la urbe, tiene a la agricultura y ganadería en forma incipiente como actividades de sobrevivencia; todos los entornos sentimentales están impregnados similarmente. -¡Como me hubiese gustado que las cosas se hubiesen dado de otra forma!- señala a su interlocutor en el Penal, el condenado; -Dime, ¿Cómo sucedieron los hechos? -Ya quiero olvidarme… -¡Anímate!, cuéntame. Transcurrido un singular y limpio silencio, recontando sin contar varios pasos dados, intentando sin proponérselo garabatear en su desplazamiento corporal una forma ovalada en la celda de cuatro ancos, uno de barrotes, los restantes de cemento sin pulir,

ya averiada su mucosa pituitaria del constante y nauseabundo olor dimanante de silo colectivo, descargándose explica, su dedicación hace tres años a trabajar conjuntamente con el suegro, poseedor de dos parcelitas, en labores de agricultura, acarreados rumores ¡Dios sabe por quién¡, posados insistentemente en los parceleros, internalizan con gran interés en su ser la idea de vender aceite quemado, para obtener mayores ingresos, sería uno más de la larga cantidad de trabajadores recolectadores de lubricantes usados, indiferentes a conocer de detractores o defensores, ora razones de acopio, de aquellas compañías que pagan sumas considerables por tonel de aceite, algunos señalan la realización de exhorbitante labor para evitarle a los suelos, ríos, lagos, mares servir de depósitos, después de transitar colectores y alcantarillas, conllevando a la contaminación de sus aguas, en perjuicio de la ora, fauna y por ende a los seres humanos, exageradamente tóxicos, los vacíos legales a falta de leyes, reglamentos, u otras normas que regulen la recolección de los mismos, supuestos de hecho como es, ante un cambio de aceite en los vehículos sin importar la forma de deshacerse del lubricante extraído, sería ideal verter los lubricantes en un canal conducente a una planta de tratamiento residual, ante la regla de que todos los desechos necesariamente deben ser reciclados, sobreviene por gravedad la prioridad de crear lugares destinados a ello. Inocentemente vislumbró le proveería de apreciable cantidad de dinero, con el agregado de ser veloz para desprenderse del insumo, realizando la traditio en forma directa a las empresas recicladoras, evitando al mínimo a los intermediarios para lo cual recibiría personalmente la mercancía residual para negociarla. El suegro, ante el interés dispensado, proporcionó algo de dinero para el encausamiento en el negocio, estando en fase de transporte del elemento acopiado, en plena carretera de la sierra del lugar, acompañando Carlitos muy opacado a primera, segunda y tercera vista, hermano de Mara llevando en sus brazos a la menor Areli que frisaba dos años de edad, a la espera de un tráiler, camión u otro medio de transporte especializado en carga pesada, a avenirse para llevar además de la mercadería, su mujer de quince años de edad e hija, hasta el espacio donde correspondía desprenderse, el cuñado habría ofrecido apoyo solo hasta el levante del material. Pedro, replicaría varias razones de andar con su mujer e hijita, sin medir los peligros en la creencia de no darle obligada protección y cuidado. Lo cierto era la frecuencia y denodado amor en cuidarlas, sin embargo pudo más tratar de consentirla, permaneciendo por esta vez juntos en aquella labor desaseada, como si la realidad se obstinara en conductas absurdas, cuando van a acaecer hechos fatales, sin detenimiento accedió al acompañamiento, decisión apresurada, advertida después por las consecuencias nefastas. Un camión consideró como precio de ete por toda su carga Setecientos Nuevos Soles, suma exorbitante con feliz desestimación, evitando milagrosamente la muerte segura, si se abordaba el vehículo, a cuestas con la carga, dicho automotor fue a derrumbarse a pocos kilómetros de la rechazada estimación económica, el área normalmente recorrida


se constituía de abismos continuos, al tratar con otro conductor se concordó el servicio en quinientos nuevos soles, éste, aprobado, comenzó a moverse en la dirección indicada, logrando pisar el hado donde convergían muchos camiones, automóviles desde primeras horas del día, apareciendo sin esperar más mercadería, frente a aquella “Buena suerte” por costumbre o agradecido el nuevo transferente se avino a invitar unas cuantas cervezas, para suerte del villorrio, muchos ingestantes hacía al lugar atestado de mesas con sillas, conversaciones, choque de vasos y botellas, música ensordecedora, confusión de saludos, personas llegando, saliendo, interrumpiéndose al transitar, sin imiaginarse diferentes espontáneos promoverían para matizar la libación, una abrupta escaramuza, decorada con botellas trasladándose en el aire para terminar en cualquier cabeza de turco, interviniendo miembros del cuerpo policial a solicitud del dueño del lugar donde hallábanse sentados comprador y vendedor- a unos pocos metros veíase esperando la menor con su menor- recibiendo el “ premio” de terminar detenidos por inferencia policial de su participación en la reyerta, materializado el arresto lógico a los dos libantes, se vendría a reducir a Octavo, diferenciación favorable a uno por ser coterráneo , condición sostenida hasta el día subsiguiente, sin acabar todavía en su interregno corto de tiempo a sufrir recluído , acaecería un hecho elemental, con consecuencias aciagas. Mara decide llevarle comida, para que resista, hasta el otro día en que se decidiría la situación jurídica, siendo entrevistada por el policía de guardia: – ¿Qué relación tienes con el detenido, bueno, mejor; ¿Qué es tuyo? Con respuesta maquinal- él es mi esposo y tenemos una hijita de meses de nacidaFingiendo naturalidad desaparecida después de la contestación, el gendarme, replica ¿Qué edad tienes?, nuevamente sin deliberar - tengo quince años de edad, con él estamos porque lo quiero, mi padre supo desde los trece años, y como si le siguieran preguntando agrega es muy trabajador, cariñoso y lo mejor de todo, también me quiere muchoAl acallarse el aparato fonador, cesadas las palabras impregnadas de sentimientos puros para su Octavo, la materia gris del policía internada en el cuero cabelludo ondulado cubierto con quepís, rotuló como palabras coyunturales; esbirro coadyuvante del ordenamiento penal, caviló excelente oportunidad para obtener monedas, con obvio asentimiento del superior, insustituible en el negocio. Recibido el encargo de refrigerio, lo trasladó a la carceleta, donde dándose vueltas en su afán de acostumbrarse a cuatro paredes sin lucir, un piso exprofesamente desnivelado, silo rebalsante de trozos amarillos, verduzcos, líquidos ora mierda, con aditado olor repugnante, algunas frases escritas en sus magnícas paredes, donde al observarlas hacían añorar con intensidad innita: la libertad, el inhalamiento de aire “puro”, contemplación del caminar de personas, correr de autos con sonidos de diferentes decibeles,

el maravilloso smog, etc.- para el hijo de don Simón y Petronila, nacido después del sétimo orden, miran con resignación desde su hito sempiterno, obtenido con bondadoso y digno actuar en el mundo nito dejado hace muchos años atrás, allá donde ya no sienten, no se acercan, observan sin poder intervenir por carencia de forma material, no sufren, admiten felicidad, paz, algunos que aman mucho identicando, intentan de variopintas formas ayudar, cuando no quieren que suceda lo inexorable, los hechos son, no hay escepticismo, saben lo que se avecina para su vástago. -Te han hecho llegar esta comida – haciendo una pausa- ¡con que violín de menores, eso teníamos…no! Sin salir todavía del asombro, otro estilete verbal remeció en su oido, la cárcel mañana te espera, podríamos evitarlo con OCHOCIENTOS CHEQUES, tú decides, replicó el interlocutor contra la actitud desconcertada. Moviendo los ojos de un lado para otro, sin proferir palabra, pensaba con apresuramiento: esa cantidad para hacerse de la vista gorda, para evitar encierro por querer a Mara, para dejarme salir inmediatamente olvidando la real causa, fuera de sí, no decide, piensa en lo desbordante de la injusticia, en la posibilidad dismnésica voluntaria Al no demostrar con ademán alguno desembolso esperado, tabulado con parámetros imperativos en proporción al número de cintas exhibidas en los hombros de intervinientes en el reparto, sin mediar otra palabra amodorrado como esperando el posible cambio de parecer, hasta donde diera su hálito, procedió el Gendarme a hacer de conocimiento del Representante del Ministerio Público, éste en forma ágil, rápida y sucinta, en aras del principio de celeridad procesal a ultranza, elaboró la documentación pertinente, con conclusiones dícese ajustadas a ley, con rapidez coincidente al juzgador anterior, estando en turno amparó en forma totalmente arbitraria la medida cautelar personal de detención contra el hombre único de Mara, padre de la menor de pocos meses, contra el amor incondicional que no sabía expresarle su sentimiento sino con contacto personal, era su ser. Él nadie más la había poseído, la hizo mujer, luego el alumbramiento de la lindísima niña, ahora instintivamente resolvería lo mejor posible la falta de la pareja, al advenirse su ausencia durante muchos años. El auto apertura del proceso penal no consideró la falta de agravio a la menor, la inactividad de la supuesta ofendida para buscar tutela jurisdiccional, se durmió en el tintero el pluralismo jurídico recomendable ante coexistencia necesaria del derecho ocial y el extraocial aplicable al caso subjúdice, súbitamente como si estuviéramos ante escenas de una serie editada, avanzadas con el pulsar de una tecla, estaban ya los conformantes del árbol genealógico abreviado de Mara y Octavo, escuchando a los miembros del foro, dejando para el olvido la impronta del fallo condenatorio a siete años de pena privativa de la libertad, al amor considerado legal, para la “agraviada” quien en razón en


anterior oportunidad su edad perfecta para ilusionarse y aparearse con el hoy, sentenciado. En el estado de derecho existente, ante casos como el de marras, resulta negativa, absurda y legicida, el cumplimiento de normas, mucho menos de decisión derivada a su interpretación, aplicación y decisión. Se abrigaba ahora en lo profundo de los corazones familiares, nimia esperanza rescatada felizmente por cierre oportuno de la caja dada a la diosa Pandora, quedaba cumplir con los requisitos necesarios para la procedencia del benecio penitenciario derivado de la redención por dos conceptos ahora ampliamente literales de educación y trabajo, a saber en los penales son confrontados a la luz de la moneda nacional. El compañero de celda, armaba lo absurdo de tener como agraviada a la persona visitante, con su menor hija. Efectivamente, la agraviada era la amada, la menor, el amorcito, la bendición, no un perjuicio, cuando le llaman por el teléfono público monedero también inquilino del penal, se entera del estado de salud de la ñañita, al saber de alguna enfermedad padecida, siente un dolor fuerte en la panza, que va disminuyendo al lograr conseguir algo de dinero, haciéndoselo llegar con prontitud a Mara, para la compra de medicina, hasta esperar mejores noticias. -“Ya pasó el mal momento, la bebe ya se siente mejor, apúrate que queremos que salgas rápido”- Se reconforta escuchando la voz esperanzadora de su menor amada por el fono monedero.

Me pregunto: ¿ Es tan difícil caminar derecho?

II De estudiante en una universidad particular de diferente lugar a su nacimiento, conoce a un abogado avenido al llamado de doctor Richo; apreciado por la Comunidad Estudiantil, lo endilgó a regentar la dirección de la Escuela de Derecho de la referida casa de estudios superiores, instintivamente decide adherírsele al licenciado con imagen de lector empedernido, ampliamente ocupado, elucubrante, obstinado en la reexión. “Lo abordé un domingo a las ocho de la mañana con cinco minutos y dos líneas más” Felizmente no despertaba el astro sol, aun cursando el segundo ciclo de la facultad de derecho, estaba como soldadito parado en la plaza de armas donde habría un desle, siendo segundo en llegar a la convocatoria, ganando en llegada el catedrático. Ansiaba la avistada oportunidad para contactarlo, anhelaba ser uno de sus brazos, si fuese el derecho mejor, ese día fue el ansiado, los dos únicos cumplieron primero, la invitación obligada de participar en el desle, al verle el maestro, inquirió cómo se llamaba, en lugar de absolver, replicó con… ¡usted es mi profesor en el aula del segundo ciclo, me enseña el curso de Historia del derecho! , como queriendo hacer alcanzar toda la idea imaginada en un menor tiempo posible, con temor inconsciente de ser interrumpido, al evocar el otro, prorrumpió ¡Ah! , tú eres el chico que se sienta adelante recordando a la vez su hablar trastabillante cuando se le hacen preguntas, asentimiento corporal, simultáneamente otea hasta donde alcanzaba su vista de la avenida, sin apreciar señales de inicio de desle; ¡vamos a tomar desayuno, mientras! Espetó. no se escuchó respuesta; empero ya estaban caminando en dirección lineal, durante el tiempo que duró la ingestión recreó sobre su procedencia provinciana, el espíritu de salir adelante, metas aunque abstrusas, tenían el afán de ser elevadas, aspiración de gran porvenir, en resumen no ser como la mayoría, marcar diferencia, denotando anhelo y espera de oportunidad de prácticas ad honorem en su ocina. Transcurrido aproximadamente tres meses del encuentro, el doctor Richo, casi involuntariamente, observaba en el decurso de clases, sus costumbres otrora diferentes, ahora tendientes a disciplinarse, llegadas más temprano, ocupando los asientos primeros, la demostración de mayor interés en el aprendizaje de oídas –denostado por Sócrates- a favor de la carrera empeñada, con avidez el cursante de pregrado va imaginando luchar cticiamente con sus compañeros por los asientos primeros, ansioso por expresar mejor las interrogantes proferidas, muchas, muchas, muchas horas lectivas fueron necesarias, para manifestarle voluntad de ubicarlo en su despacho sea del ente público asesorado, o particular ocina, la total felicidad de ir apagando luces articiales forja-


das por la adolescencia ahora juventud, empeñado en destellar naturales, su anhelo coincidió con otro desayuno, ahora en el restaurant rotulado como “La casera” donde el cafecito con leche acompañado de un rico sándwich- de nunca olvidarlo, en su interior aoraba ¡eh sabor¡ - erigiéndose como primer sándwich, realmente grandote, los demás ingeridos habían sido diminutos, éste tenía un sabor especial para Ecardo. Vio quizás dicho experimentado en el atrasado estudiante, aspiraciones al parecer tardías; empero encomiables de salir adelante, por eso accedió a darle oportunidad para formar parte del equipo de practicantes, ante óbice cotidiano derivado del tiempo concedido para conducir mototaxi, con lo que subvenciona diariamente cursar estudios superiores y alimentación, ruega se postergue una semana para aunarse al grupo. La asunción a las prácticas, tuvo visos de timidez, vergüenza, soterraje amontonamiento similar al aldeano que pisa por primera vez la ciudad, ante ocina amplia con cinco cubículos, los más acicalados pertenecían a otro letrado aunado al estudio jurídico y secretaria; en el centro de ésta reverberaba un ambiente privado, con características especiales, en trío de paredes adornábase con libreros totalmente llenos, en mayor parte de libros se observaban hojas dobladas, otras arrugadas, puntas sobresalientes al tamaño dibujado por la portada y envés, era muy lacónico el par de Richo, seco calcando esa impresión indistinta con la secretaria, cada pasante ubicado en independización cubierta en parte superior de lunas transparentes, alcanzaron a levantar media ceja en señal de bienvenida. Aquellas indiferencias no le importaron, poco a poco se fue ganando la conanza del letrado, aprendiendo entre otras, la minuciosidad y probidad en el ejercicio de la profesión estudiada, sin orden hacía limpieza del carro aparcado constantemente en el frontis de la ocina, pendiente de detalles como limpiar el escritorio del licenciado, apurarse a alcanzar documentos u objetos antes que otros lo hicieran, abrir puertas, estar pendiente de ser llamado para comisiones, sin esperar encargatura, con sus variopintos actos proactivos, crecía la conanza, transcurridos días, meses, años, al parecer consciente, con exprofesa determinación, se ancó toda su humanidad en la conanza del licenciado, compulsable con la existente entre hermanos, reales amigos; un maridaje de amistad perfectamente logrado. Fuera de horas de trabajo jugaban, se adocenaban, confundiéndose las edades cronológicas ostentadas, así como roles. Leían regularmente en la madrugada, con la guitarra de enésima mano que apareció en el privado céntrico del estudio, coadyuvaba al cantar, ni unísono, ni dual, solo era, Ecardo profería sus sonidos guturales, mientras el otro con incipiencia en la ejecución del instrumento musical, todavía se ufanaba enseñando lo elemental de algunos tonos, no logrando el cometido por aparecer en el aprendiz protuberancias en la mano izquierda, que posteriormente se convertían en callos

dediles causando tormento al posesionarse en cualquiera de las cuerdas del instrumento, residualmente en el cerebro de Ecardo, aparecían en forma discontinua las notas do, re, mi, fa, sol. La vida continuaba como estudiante tardío desacostumbrado a labores académicas, preparación inestable, siempre decaía, subiendo sus niveles enrarecidos a insistencia del doctor, los libros de autoestima, de doctrina, jurisprudencia, los ojeaba escasamente, apenas con uno de sus ojos, mientras su preceptor no dejaba ninguna hoja sin leer; las promesas entre ambos, el anhelo del ejercicio de la profesión en conjunto donde se pusiera en ejercicio la experiencia profesional del letrado y la experiencia de vida del futuro abogado, de aplicabilidad en diferentes lugares, afrontándolas, dirimiendo, dilucidando, urdiendo, divirtiéndose, salvando, resolviendo, etc. Aunque cada minuto, cada hora, cada segundo, cada micra de éste, corresponda aprovecharlo en mayor medida, es básico la preparación para lo que vendrá, el tiempo no se condice, no recula, no retorna, no retrotrae; sino cuenta, suma, adita, crece, engorda, sin importar evolución ora involución, para después estar justicando, arrepintiéndose, mejor tenderse a la concomitante autoformación como persona, cuando esta es idónea se va dotando de férrea impenetrabilidad aunque vengan pruebas de sometimiento a interrelaciones nocivas que pululan en el ambiente profesional, la personalidad no cederá-aconsejaba el preceptor, ahora amigo personal-, el ser humano va formando su ser, a través del tiempo de vida dentro de lo natural, repetía, resaltaba, relievaba la profesión de derecho es la más noble de todas. El crecimiento con proscripción de regresión, se manifestará en el carácter, preferencias, principios, ante interrelaciones perniciosas necesarias, en el afán de respetar al otro aceptando su religión, sexo, gustos, costumbres, criterios, puntos de vista, interna amordad al toparse con seres plagados de perjuicios y estereotipos, recula la forma natural de ser, a veces acomodándose a ella, para poder durante cierto tiempo hacerla llevadera, alteridad que no obliga a perder su identidad, sustentada en ideales, principios.

¡Hola joven!, ¿cierto que ya se recibió de abogado, y está trabajando?... -¡Sí! , ya tengo mi ocina; -¡Bah! Todavía no tiene trabajo…

III “Dr. no me diga que se lo van a llevar, ¡no!, ¡no! Si usted me dijo que con seguridad lo sacaba a mi amorcito de la comisaría” Se viene a la memoria su primer caso niquitado en condena para Octavo, sin ninguna retribución, seguramente maldecido, olvidado


después, aleccionador para el profesional de derecho al asumir defensa técnica. El letrado ansía de entrada conabilidad plena, respeto, retribución adecuada, delidad, trato afable, delegación de facultades, premiación ante resultados exitosos, por contrapartida el cliente espera del abogado total imparcialidad, independencia, lealtad, rmeza, condencialidad obligada ante el secreto profesional, comprensivo y luchador por la defensa encomendada; aunque muchas defensas se encargan y asumen informalmente con la consiguiente vulneración a recíprocas obligaciones . Ecardo en su singularidad cronológica al egresar en leyes, aún con su mayor trayectoria vital, en similitud de la mayoría de sus compañeros de pre grado, para no correr riesgos opta en recurrir a la inmediatez, en el inmueble hogar de sus padres donde vivió sus años de niñez, juventud y post juventud, también de infancia, equipa ocina para atender a sus propios clientes. - Que agradable es sentir la emoción de ser escogido de entre varios profesionales, subvocalizaAdvendrían muchos casos, como el Expediente Nº 313-2012 seguido por Pedro Suárez contra Juan Carlos Elesperú sobre Desalojo por causal de precariedad; Expediente Nº 402345-2013 sobre Obligación de dar suma de Dinero; llegaría entre otros, uno realmente para ser estudiado, la pretensión era de Nulidad de acto jurídico interpuesto por su cliente Enarda Linares Feria más conocida familiarmente como “Lalita”, actualmente dormida para siempre por ruptura de vena cerebral evitándole continuar rezando y alabando a Dios, patrocinio acaecido como el de estreno, sin haberlo iniciado procesalmente, muy común como captan clientes los bisoños profesionales, por múltiples razones ante la abrumante cantidad de abogados, de estudiantes de derecho, muchos secretarios de juzgados cumpliendo función de abogados litigantes dentro del mismo poder judicial, emulados por servidores del Ministerio Público, en otras instituciones públicas los servidores endilgan a los administrados aseverando la facilidad de realizar recursos administrativos, el intrusismo abogadil camuado, usualmente realizado por algún trabajador dependiente será siempre en espera de agradecimiento plasmado en signo de soles, para ser refrendado por algún amigo abogado, así frasean, actúan, viven, “sufren” los nombrados, los permanentes, no pocos ex secretarios extirpados de las referidas instituciones convencidos erradamente, en el ser de la práctica como determinante para saber y conocer del derecho, peor aún, prospectos usuarios de coincidente paradigma anacrónico de elevarlos en diestros, dicen no ser necesarios doce ciclos de estudios, asignaturas humanísticas, ni el título; dichos cagatintas también lo creen, en su conveniente y errada creencia se facultan alquilar ocina, tener placa, tener innidad de ilusos clientes, agenda recargada de citas, a la par son atendidos con respeto, prontitud en los juzgados, con vergonzoso apoyo de licenciados en pleno ejercicio de su profesión al avalar sin remordimiento, ni meditación, mientras estampan sus

rmas, ni siquiera en su ocina sino en plena caminata ante el público de a pie observante, las demandas, denuncias, apersonamientos, contestaciones a demanda, contradicciones, impugnaciones; amén, éstos representan al cliente previo otorgamiento de escritura pública o poder por acta e incluso cuando no pueden asumir un caso escogen al abogado que los sustituya con recepción inexorable de la rutilante y parapetada coima, asimilable a un arancel de alcance nacional nunca escritural, no obstante ser la única “obligación” imperativamente cumplida, sin lugar a oposición, la cual yace desde tiempos decimonónicos en todos los cerebros de los seres humanos transmitiéndose de generación a generación, su discusión no estriba en cumplirla sólo en el monto y forma de entrega, las excepciones al cumplimento son insignicantemente, se dirá asertivamente exiguas, importando a todo aquél que se oponga a dicho comportamiento una clara inadaptación social. Sí el letrado dentro del monto de los honorarios la incluye haciéndoselo saber a su cliente, podrá cuestionar la cantidad valorizada para la contraprestación por el servicio; empero no de la coima, debido al arraigo en los estados mentales, paradigmas, mayor aún, ello dará según su parecer seguridad al fallo o decisión buscada. Asume el caso, estando en vía de apelación de sentencia emitida por la Sala Mixta del lugar, “Lalita” sin informar provenir de recomendación o la forma como llegó al cuartito - ocina, ambiente de la casa de sus octogenarios padres, con el denominado “falso expediente” arrebatado a otro letrado a n de informar oralmente en dicho proceso, en primera instancia se había fallado parcialmente a favor de nulicar el acto jurídico consistente en un contrato de compra venta de totalidad de bien inmueble urbano transferido en segunda oportunidad a otra compradora con conocimiento pleno de anterior enajenación, la peculiaridad del primer adquiriente, es su data de fecha anterior, titularidad fragmentada en tres momentos, correspondiendo para cada tiempo un lote conformando unidad inmobiliaria, reputándose como dueña de propiedad y posesión a “Lalita”, quien en cierto momento empujada por fuerza extraña a formalizarla, se constituye en los Registros Públicos para inscribirla, ante coyuntural premura del ventanillero de turno, como en otros días evita ser dirigida al centro de la ventanilla donde se apreciaba en el recuadro plasticado la frase:“ PASE A LA OTRA VENTANILLA”, alcanzó afortunadamente desembolsar pago por inmatriculación, calmóse así para retornar en el plazo de treinta días calendarios cumplidos, encontrando a su regreso que en dicho transcurso de tiempo se realizó inscripción de la totalidad del bien inmueble a favor de una segunda compradora, por suerte al embaucamiento tenía en su poder el salvador voucher de pago realizado con anterioridad a la supuesta segunda compradora, casualidad, coincidencia, diosidencia, que conlleva a concluir que ésta había obrado de mala fe con el ánimo de perjudicar a Lalita que desde su hado seguirá bendiciéndole como lo hacía al nalizar cada vez que llamaba a preguntar por el avance del proceso, milagroso voucher que enervó carencia del título de presentación o reserva de derecho para inscrip-


ción de transferencia de los tres lotes, sabido es dicha inscripción de venta de la totalidad del bien inmueble permitida por el Registrador vulneraría conjunta y solidariamente, el consabido principio de impenetrabilidad, obligados a respetar, así también el derecho de preferencia favorable ya sabemos a quién. Vicio de nulidad absoluta probado contundentemente con el tantas veces nombrado -recibo de pago- determinando la decisión favorable a la recurrida ante segunda instancia, armonizándose en mayor instancia con lo decidido por la Corte Suprema de la República, con sede en la capital del país; dicho logro fue obtenido con la ayuda intelectual del amigo Richo, quien diseñó la estrategia de defensa, resúmenes, textos de exposiciones, proveyendo de material y preparándolo para la lectura disimulada por Ecardo ante el colegiado. Así advendrían casi sucesivamente otros logros, desarrollando en él autosuciencia, independencia para considerar sin reparos independizarse de su mentor preocupado en que crezca, sobresalga, destaque, diferencie, su amigo. Sintiéndose capaz, sin dubitar, ni proponérselo a partir de aquella oportunidad de desembarazo de protección, plasmó en cada día de vida transcurrido, irreexivamente plagiar los actuares de diversos colegas, elevando a tareas prioritarias como si fuera “primero de lo primero” parafraseando a Covey- lograr “AMISTAD” de secretarios, jueces, scales, defensores de ocio, asistentes, diligenciarios, secretarias, noticadores, vigilantes, valiéndose para ello de obsequios, de acuerdo a las circunstancias podían ser lapiceros, gaseosas, agendas, almanaques, saludos henchidos, pago de copias no materializadas o en exceso, juguetes para sus hijos, recuerdos en cumpleaños; descuidando la tan relievada preparación académica propia y habitual en esta ocupación. Adquiere acorde a su edad varios kilos de más por constantes reuniones plagadas de licor, de alimento, como en alguna oportunidad dijera Miguel Ángel Cornejo “se reencarnó”, varios “amigos” tomarán la denominación de “contactos”, los cuales al ser trasladados a otras sedes nuevamente obligaba a interrelacionarse, no importando cuantas veces fueran necesarias, ante nuevos designados, nombrados, o contratados. Innumerables decepciones se apostaron en el devenir profesional, con su modus vivendi, se anquilosó su aprendizaje, a la luz de esporádicos clientes, necesitados de soluciones rápidas repetía el estribillo: “Déjeme estudiar el caso, regrese mañana”, tantas veces incurrir en lo mismo, paulatinamente fueron acrecentando servicios prestados impagos, enésimas promesas de pago, amenguando diligencias derivadas de “los amigos”, urgiendo ahora corporalmente a sus vistas uso de gafas para lectura cercana, acostumbrado a revisar ante aprietos insalvables de libros manuales de cualquier área Civil, Penal, Laboral, Comercial, Agrario, Administrativo, Societario, Familia, Procesal, agotándose mucho durante cada día para ingresar con resignación al sencillero unos pocos soles. El estado de soltería aminoraba la afectación, mudando en pensar cuando su progenitora con fuerzas todavía lo intimidara por falencia de aporte eco-

nómico. De sus relaciones priorizadas como “fundamentales”, inadvertida e inconscientemente confraterniza con una estudiante de Filosofía, de minoría existencial en relación a él, equiparable al ahora remoto consultante, no más amigo, no más preceptor, no más coach. Ella subrepticiamente intentaba estar mayor tiempo posible acompañándole, de preferencia en la liliputiense ocina, con aquiescencia de su progenitora, aparición primero escasa, luego in crescendo, como toda relación conforme orece despúes desciende por gradas o saltándolas, per se viene el distanciamiento de las expresiones de amor procurados en los momentos compartidos, emergen nuevos compartires en positivo menos superuos, en ella poco a poco iba emergiendo en sus conversaciones sugerentes temas para interrogarlo relacionados con la abogacía, evaluándolo inconscientemente. ¡Claro estamos de acuerdo! El derecho regula la conducta humana, menciona Arenia, aunque alegaba haber otros órdenes similares regulados, como la moral, los usos sociales, éste último ítem para algunos gobiernos, es fuerte de destacar señala, deduciéndose apasionarle más los temas losócos relacionados a la profesión de su pareja, la moral la había inquietado desde el inicio de sus estudios de formación profesional; todo lo contrario en Ecardo necesitado desde sus inicios del empellón de Richo, por ello su aprendizaje anquilosado en el ejercicio de la actividad confundía conceptos como normalmente lo hacen sus pares, para sí eran abstrusas igualmente la ética, deontología, probidad, integridad; empero a ella le resultaba fácil diferenciar como calzaba el derecho y la moral en relación con la conducta humana, muy segura intenta hacer compulsación de los conceptos, antes de ilustrarlo quedábase durante aproximados cinco minutos viéndole a los ojos de color marrón, agradables, por momentos entornados, otros cerrados espontáneamente, con visibles patas de gallo apretujadas en las esquinas oculares, plieguecitos acercándose a las comisuras, sin denotar injerencia, tampoco ademanes evocativos, concentración cortada por un sonido fuerte de los progenitores lidiando para soluciones domésticas diarias, escuchadas en el umbral consciente, mientras él buscaba por instantes entre los libros del estante dejándose percibir superpobladas leyes compiladas en discordancia a como se habían sancionado, una empresa editora decidió empastar con grácos y papel de lujo variados comentarios a normas recopiladas que en pretérito momento cautivaron a Ecardo, entendiendo como importante para todo librero resaltar su copamiento, siendo indiferente si las revisó hasta llegar a indigestarse, para facilitar inicio de proceso, procedimientos, resolver caso o casos de clientes adventicios, aparejando a las relaciones amicales el mismo esquema mental actual inconcuso, perjuraba atracción descansada en la preeminencia formal, otorgaba indistinta función a las fotos colgadas en el ambiente, almanaques, impresoras, monitores, todo debía sobresalir formalmente, aunque no concordara con la


Quaestio Facti. Ella después de haberle observado, inhala profundamente, como si el pensamiento claramente hubiera aparecido antes de culminar con la completa exhalación, continuó diciendo con candidez, la diferencia es : “El derecho valora la conducta cardinalmente en la exterioridad, a diferencia de la moral que lo hace en relación a la interioridad “, sabía que ambas recaían en la conducta humana, rememoraba lo captado en clases, las citas de Tomasio, y Del Vecchio, en apoyo del recuerdo prorió un escueto aforismo acordado a medias “hay sin duda actos puramente interiores pero…” ¡No!, ya no me acuerdo, ante el olvido disintió continuar, Ecardo intentando salir honrosamente, aduce que las coincidencias entre ellas hace difícil una denición totalmente clara, aprovechando para que le aclare otros términos, Arenia rápidamente sin llamarle la atención, ciñéndose a la acepción relativa al respeto, relevaba el espectro interiori, como todo parece realmente escrito al decir de –Funes, el memorioso de Borges- encontró como dando en el clavo en sus recuerdos hurgados, al escritor Pietro Castro cuando esbozaba en su otra arista, carácter coactivo, ora podría decirse también coercitivo para la moral y el derecho, arribando a lo apodícticamente de éste su necesidad de sanción para uno y perseidad para el otro, la moral es difícil de tomar forma por habitar interiormente, a diferencia del derecho, ante la falta de interiorización por el ser humano, reacio a su cumplimiento, surge inapelablemente la sanción; aunque a su manera muchas personas buscan tergiversar lo dispuesto regladamente, construyen conductas falazmente congruentes al derecho existente, con la tendencia a hacer su propio “control difuso” sin competencia delegada. Estas reexiones ya se habían realizado en las clases de losofía de Arenia, de donde orgullosamente rememorando ofrecía recitar casi de memoria mnémica una frase inolvidable calcada mediante foto mental “….en las sociedades modernas, la moral es un lujo que apenas puede permitirse el hombre y que tiene que sustituir con los usos”, completando ¡ ah ! es de Geiger. Era obvio su desinterés ante temas como ética, justicia, alteridad, deontología, y otros valores apasionantes al considerarlos intrascendentes en su aprendizaje, después de aquella conversación, muchas idas y venidas, intentadas no lo alineó, sino precipitó su desdén a teorizar, continúa ejerciendo como comúnmente lo hacían otros, cualquier tema relacionado a su profesión, le producía abulía; por el contrario dibujaba alegría, orgullo, realización, cuando era llamado a su persona como ¡Doctor!, !Doctorcito¡, !mi estimado Doctor¡ aquellas simples adjetivaciones lo inaban, le crecía el pecho, vientos imaginarios masajeaban su rostro, cuerpo, semblante, adquiría comodidad para respirar, entendía haber alcanzado al resto de colegas, en fecha muy posterior capitalizaría voluntariamente la denominación . Su edad inevitablemente lo empujaba a formar familia fraterna propia con la estudiante

de Filosofía, en esa intención, se obligó a obtener mayor ayuda de otros “amigos” políticos, empresarios, deportistas, residuales de su anterior labor realizada en el último escalafón de la Unidad de Gestión Educativa del lugar, logrando laborar nuevamente en el sector público, ahora como asesor legal; empero por la falta de experiencia profesional autónoma de su trayectoria vital, ausente preparación cotidiana, criterio legal desacertado plasmado en informes, dictámenes, cartas, según su función, indujo a error a varios funcionarios, sobreviniendo la prescindencia de sus servicios ,- so pretexto del cambio en las personas de conanza ostentantes de turno en la supina dedocracia- su amigo Richo, continuaba siendo historia. Continúo como forma de asegurarse un espacio en la comunidad profesional con el uso y abuso de la palabra doctor, los clientes ante la inexperiencia profesional inferida de su novata aplicación de habilidades inherentes al ejercicio, informalidad en asunción de casos, falta de tino para cobro de honorarios, lenguaje no corporal adecuado, pésima impresión causada con su vestir, y más; pretextando no percibir avances en procesos asignados, según particulares entenderes del resultado interactuado, emprendieron a scalizarlo prioritariamente antes de remunerar su trabajo, le otorgaban poco o casi nada de dinero, enquistada la idea constante de los honorarios diarios correspondientes a su categoría de profesional de derecho, dilema compartido con Arenia, quien con su forma de ser, examina las dicultades a sortear para lograr efectividad, le enumera varias interrogantes a resolver certeramente: a) ¿Cómo debía cobrar?, b) ¿En qué momento debía hacerlo?, antes de asumir el encargo, durante o al nal, meritando el posible alejamiento de los favorecidos con el proceso en trámite; c)¿ Debía hacerlo él mismo u otro para él?, d)¿Cuánto debía cobrar?, esto último pensado hasta la saciedad, podía deducirlo del trabajo efectivamente desplegado, del prestigio o imagen lograda, de la complejidad del asunto asumido, del monto o cuantía establecido en la pretensión, de la capacidad económica del cliente, de la voluntad consensuada entre su persona y el usuario del servicio durante el proceso a iniciarse o en ciernes, de alguna tarifa señalada por el Colegio de Abogados pertinente, sin sosiego frecuentemente con la presencia insustituible de ella así lo pensaban, sin embargo largas charlas, chácharas no lo resolvían, varias respuestas se avenían sin arribar a decisiones; en soledad sentía desesperación, bastante precariedad por la falta de efectivo a consecuencia de la no retribución de los servicios otorgados, en vela adormilado o insomne imaginaba zarandearlos, gritarles: ¡ya paguen, soy su abogado!, pasado un tiempo otra vez retumbaba lo mismo con insistencia en su interior. Su cerebro como complaciéndose en acrecentar malos momentos, le recordaba los onomásticos transcurridos, perdidos sin ninguna realización productiva, la reminiscencia amarga acaecida tres semanas atrás, principiada por una señora llegada a rogarle para hacer todo lo que fuere posible a su alcance por su hijo detenido, con la costumbre arraigada en sus coterráneos clientes de no entregarle dinero, terminada la imploración con ofrecimiento altruista, al despedirla perso-


nalmente al abrir la puerta de acceso al minúsculo ambiente por carecer de secretaria por imposibilidad de retribuirle, obligado a divisar el exterior recibía saludos de los peatones, simultáneamente ingresa otra cliente, con propensión a su retiro copie la anterior conducta, reforzando el sabor amargo de no cancelación y ofrecimientos de pago incierto, mientras sus ojos inadvertidamente focalizaban la pista aledaña de la acera colindante a la entrada de la ocina el pasar de un automóvil color acero, conducido por un colega ex–magistrado, conocido en ejercicio de su labor como especialista en la ¡Coimisión!, perogrullada inevitable, reza como costumbre jar porcentajes para hacer llevadero el soborno, recortándolo del estipendio recibido por el abogado en el caso de turno, coetáneamente se deslizó rumor llamémosle así, que cuando fue destituido tuvo el apoyo incondicional de una magistrada de condición soltera senil, acostumbrada a devaneos efímeros, receptora escandalosamente de favores corporales, juega a su favor el aspecto físico, ¡yo también lo tengo, no importa mi madurez ! pensaba a gran velocidad para sus adentros, deseó inconscientemente haber estado en el lugar de su repentino observado. Desde el alto carro con la mirada casi formando un ángulo de depresión sonrió su colega, sonrisa tendenciosa a él, mientras disfrutaba con su acompañante de momento de una fruta, a la vez controlaba el timón, impactando en su conciencia dicha escena, ¡ello es éxito¡, auto proriéndose, sin poderlo evitar le advinieron ganas de seguir inquiriéndose, ¿ por qué las cosas son así?, tuvo las ganas locas de llorar tristemente, entendiendo refregarle lo nimio hasta el momento logrado, aunque tuvo actuares cuasi parecidos, no llegó a lograr esos resultados, era irrazonable ese envidiar inevitable, sentía esas ganas, derramando algunas lágrimas, las cuales serían el comienzo de muchas, muchas.... Regresando a la lucidez, terminaba su consulta otra vez impaga, encaminóse al Juzgado para rastrear un caso de uno de muchos pertenecientes a clientes alejados en afán de evitar el pago de lo avanzado; ¡no! nuevamente como orquestado apareciese otro colega de parecidas características al anterior -en su interiori lo equiparó al hecho recién vivido-. Manejando su cuarto automóvil indistintamente de color acero, hablando por celular -quizás es color de moda- pasmado otra vez, hace reminiscencia a la reputación de excelente arreglista siempre en ejercicio independiente, amante del cohecho, promovedor de reuniones con Fiscales, auxiliares jurisdiccionales, otorgante de toda clase de obsequios, realizador de ágapes tendenciosos, subvenciona con féminas de consentimiento voluntario homologado a objetos, cualquier resolución emitida a su favor, en su haber cuenta con la titularidad de varias casas, de caminar arrogante siempre anqueado de mujeres, labor desarrollada en el entorno del foro judicial, habituado a facilitar la ingesta de licor a la gente del Poder judicial, semanalmente en los días denominados “viernes jurídicos”, ampliado a jueves o “Juerves” ¡es esto éxito!, nuevamente exclamó para sí. Caminando sin lograr aún equilibro mental, a semejanza de ellos, apareció en escena otro profesional, ex trabajador de una institución nanciera, en otrora situación econó-

mica fue declive al momento de ser extirpado de ella, con familia corta, en cambio ahora se dejaba ver en carro de color similar a los anteriores, como expresión de mejora, su reemplazante de la referida como si se tratara de algún concilio de licenciados conocidos, también trasuntaba orgulloso, encaramado en carro alto, cero kilómetros, vestido completamente de terno azul, acompañado de varios entrajados, a toda velocidad dirigiéndose a otra sede judicial. En su caminata todavía pausada sin hablar, demudado, ensimismado, –a veces ni eso se puede libremente hacer, por la suspicacia arraigada en muchas personas a pie, menos correr por la secuela dejada por los malditos cogoterosaún sin llegar todavía al destino, con el estómago crujiendo, lamentándose de lo hecho durante la vida, luego de tantos envanecidos por manejar carros nuevos, resplandecientes, altos, deseando desde lo más profundo de su ser un tranquilo, oxigenante, simple y elemental caminar, rogando de entre muchas carencias lograr aunque parezca mentira a cualquier cerebro lo que es muy difícil en el tiempo tocado vivir, la delidad de un cliente ¡uno sólo!, leal, que valore, retribuya proporcionalmente su trabajo o se acerque lo más posible, duda de varias creencias en la vida, como lo determinante de la apariencia en el progreso, sea ésta como el factor altura, vestido, rostro, contextura, actitud, bienes; escindido en sus apreciaciones, rememora expresiones contradictorias a favor y en contra de la forma, como: “El hábito no hace al monje” o “ La Mona aunque se vista de seda, Mona se queda” como si también la gravedad como percepción de peso, decidiera hacia la apariencia, fenómeno, alejado de lo realmente esencial y no hacia el suelo, continúa en inquérito personal, ¿Impacta en las personas observantes que un profesional transite en automóvil?, sin dirimir elucubra si los profesionales seguirán dicha línea aigiéndose, deseando, procurando, estresándose hasta lograr tenerlo, estaríamos asimilando consciente o no diferentes aspectos ¿Con la pareja se deberá obrar en el mismo sentido? a saber, los lugares frecuentados deberían ser siempre de buen gusto, en los supermercados necesariamente deslando carritos llenos, la zona de vivir obligadamente confortable, onerosa, los hijos en imperativo irían a colegios o universidades particulares de pagos elevados, desechando todo con epíteto público. Al regresar nuevamente al mundo objetivo, se encontraba abrazando a la altura de sus doce costillas falsas pertenecientes al lado derecho de su humanidad, tres plátanos acabados de recibir a cambio de cincuenta céntimos asidos ahora fuertemente en su mano izquierda, venosa, de falanges con motilidad lenta, venas protuberantes, voltea inusitadamente a mirar su ser, como si no fuera él mismo, por unos segundos sin admitirlo, contemplándose, luego a sus plátanos, cree detenido el tiempo sin detenerse espacialmente, aislado otra vez de las calles transitadas, otra vez devuelto a su conciencia, en nuevo momento al enfocarse en las hendiduras negras, amarillo decolorado, de lo sujetado en número de dos, volviendo a imprimirle presión, ahora, con tristeza su cuerpo cinéticamente compra algunos panes expeditos a permitir el ingreso de los bananos despojados de su cobertura, sentía ganas de llorar, de desaparecer, perder la concien-


cia, una tristeza gigantesca se incrustaba terriblemente en el tuétano de su ser, seguidamente desea comer hace mucho no lo ha hecho y con lo adquirido ha quedado otra vez en nada, aumentado el abatimiento se convierte en depresión profunda, hasta no poder otra vez sin poder evitarlo varias lágrimas mojan rápidamente su rostro, cuya cerviz se inclina con dirección al inferior, en concordancia a cada emisión de líquidos ópticos, evitando las miradas de los transeúntes, una fuerza interna insiste positivamente en el olvido del momento de vanaglorio de sus compañeros de profesión, quienes inconscientemente lograron lacerarlo en cortos momentos, su alter ego tomaba conscientemente posesión, de lo visto; sigue trepando la obstinada depresión, reiterado auto interrogatorio, mordaz ¿Por qué no me va mejor? Cada día llegado, en lugar de causar alegría por su aparición, aigue al dirigir uno de sus miembros superiores al bolsillo donde supuestamente debía reposar el medio de pago más común, sabiendo a priori encontrará poquísimo y ante una, otra y otra circunstancia nuevamente ofrecer a la concubina“ Después que venga el señor Cerrén, Zárate, Castro, compramos”. Innidad de ofrecimientos, pagos diminutos, malas referencias, momentos fatales, los ingresos se distanciarán más, más y más..... una voz interior recrimina: en el comienzo del ejercicio abogadil independiente, se internará subliminalmente en los posibles clientes la unión del servicio prestado al nombre del letrado para hacerse conocido, la curosidad ante lo nuevo beneciará, si por dichos clientes captados no se ha trabajado profesionalmente para permanecer en el medio, no comparecerán más; en consecuencia el terminar será breve o calmoso, aunque fuera conocida dicha unión (nombre y profesión) hasta la saciedad ya a nadie le interesa, no despierta nada, estando ahí, se ha tornado invisible; no le buscan, no le buscarán ¡ hay que admitirlo!, dolorosamente ha acabado la función. Para desplazarse de un lugar a otro aumenta inconmensurablemente las caminatas, al principio parecían pasajeras, adquirieron exclusividad pedestre, en algunas veces se sentía desgraciado, con temor a ser visto por sus amigos, para evitar habladurías, obligándose a circundar calles principales explorando otras menos transitadas, con sentido preferentemente contrario disminuyendo las posibilidades de ser visto para los desplazantes en cuatro llantas, en inconsciente dada la repetición se va tornando llevadera, menos extenuante; las tiendas contiguas al lugar de trabajo coincidían en listas de productos otorgados a crédito por comestibles pendientes de ser cancelados; en las reuniones difíciles de soslayar evitaba estar al lado de los libantes, ante la posible “chanchita” para denotar falta de efectivo abusa del baile, calcándolo en paseos, compartires, visitas a casas de familiares, camping, fogatas, cines, playas; ante alguna circunstancia requirente de monedas, despedía un “ voy al cajero”, a veces para eludir el pensamiento supino del cerebro del familiar, amigo, o colega, realizaba consultas con impresiones de numerosos vouchers, obteniendo tiempo para desviar la mirada releva-

da de otras con carácter atosigante, los retiros eran exiguos en dinero su esperanza se adosaba en cualquier suceso, por decir en la esporádica tarjeta olvidada en la abertura de expulse tomándola para sí, insistiendo innitamente en la clave, con trasmutaciones de números diferentes buscando acertar, ante innumerables yerros espera el dictado por el creador del pasword a través del trabajo onírico, ayer nomás levantóse con el número 675678 probándolo en diversos cajeros, sin resultado positivo; revisa por los suelos donde caminaba un posible olvido de dinero; ante pagos y/o compras realizadas anhela equivocaciones a su favor; ante información de algún evento académico sea taller, conferencia, simposio, etc., siempre participaba en calidad de oyente sin derecho a certicado; litiga generalmente inhabilitado justicándose muchas veces en el olvido de la Constancia de habilitación, en caso se recurriera a la vericación virtual, encajaba la frase: “todavía no han actualizado mi pago”, las comidas se restringieron a una, sin reculación mental, ni corpórea, ansiando ser invitado por cualquier familiar a compartir cena o almuerzo. Acrecentada a la falta de oportunidades de logro de clientes, los juzgados ingresando en periodo vacacional, mínimas comodidades en la morada alquilada, su currículo diferido acorde a la edad transcurrida, lo menoscaba más en su imagen ya mellada, lejanos los ingresos con cada vez menos posibilidades, decide no tener otra salida más, que la necesaria perpetración de engaño, como a algún advenedizo y escaso cliente mayormente fullero, intentando con la práctica desleal en pagos y engañosa ejecución de resultados exigidos para generalizar después para los dos tipos aunque éstos no sean como ellos, recrea, imagina, seguidamente plasma actividades procesales falsas como resoluciones fraguadas, ocios burdos, escritos innecesarios, versado en inventar documentación de “obligada presentación” innecesaria e inociosa para los Jueces, ora secretarios que olfatean muchos pagos falsos de aranceles, coimas nunca entregadas, ahora analiza al cliente con mejores posibilidades, posteriormente obviará la discriminación, pregunta ¿Qué será más nocivo, engañar al cliente, o engañar a los operadores jurisdiccionales?, en la semana lanzaba al tacho abundantes documentos rmados por sus clientes, sin ser presentados, los sellos cticios de secretarios también fueron usados, nunca de algún Magistrado, en cada cliente sin discriminar promovía más procesos, persuadía, endilgándolos a ser querulantes, incrementaba sus preocupaciones, e introduciendo la frase concertada de varios de sus pares: “la tranquilidad no tiene precio, tú decides”; lo recibido tal como mal, venía, se iba, se difuminaba, no obstante, generosamente el creador al mudarle de situación económica, con momentos materiales buenos otorgados con la moneda; pero fue a disfrutarlos sin hacer participar a su amada dilapidó lo mal ganado en tragos, burdeles, devaneos, en incansables coitos pasajeros, preeminentes felatios variados sincrónicos a los onomásticos contados, continuos cambios de uidos bucales, subterfugias escapadas en movilidades alquiladas, en diferentes lugares donde tuvo la oportunidad de consumir placer, irrazonablemente se adentró en el hedonismo a ultranza, su cuerpo se habituó a esperar satisfacción sexual cuando ésta demoraba en llegar o se aproximaba, hasta cuando lo perpetra-


ba era invadido de temblores incontrolables. - el cuarto es gobernado por una cama sencilla, espejos en dirección al comienzo y nal de ella, televisor plano para visión inclinada obtenida con rack color negro sin uniformidad, correctamente empernado, una mesita y silla que no se notan, de inmediato se abre y al instante se cierra la puerta de acceso, autolanzándose al mueble utilizado comúnmente para dormir, besos continuos, manos masculinas recorren la indumentaria cubriente del cuerpo femenino que imita ese actuar, los botones, cremalleras, cinturones de ambos van soltándose en tiempo mínimo. Dos cuerpos que ingresaron cubiertos abruptamente al espacio cerrado se encuentran en pieles, vellos axilares, pectorales, púbicas, yendo la fémina a apoyar sus glúteos en el suelo, tomando el sexo masculino para introducirlo en su boca, para después sus dos rodillas descansar en piso alquilado, para mejorar la actividad oral desarrollada con entradas y salidas fálicas dejando escapar en momentos alternos saliva por vehemencia, desde el inicio la parte activa del coito oral tiende a avivar el placer más no a que ahí termine el encuentro, mientras el recepcionante entregado sin importarle deferencia recíproca con sus ojos repasa con sensación inefable su miembro insertado como agloba la piel del rostro cercano a la comisura bucal de la pareja de turno, donde se dibuja coyunturalmente un lunar, las venas de aquel cuello en movimiento ante el aspirado necesario, ve el color real del cabello teñido de la persona apreciado donde nacen los mismos al tenerlos totalmente cerca, las expresiones dibujadas por la absorbente, sin poder contener el deslizamiento de sus manos, sus dedos superiores recorren dos prominencias terminadas en pezones que conforme pasan algunos segundos se van tornando resistentes al pellizco, halado, mordisco etc. En cada agarre hedónico casi siempre ese era el comienzo y cuando eran varios en el mismo día se reducían a niquitar el acto sin mudar la posición cuclillesca de la chica, que incomodada recriminaría al no obtener el coito natural esperadoEntonces llegó por dialéctica inextricable obturación del caño por el demiurgo, sin goteo esperanzador, ahora sería peor, advendrían pingües, kilométricos momentos de escasez económica, más arrugas, cansancios, achaques, gónadas débiles, enfermedades venéreas, afectación primordial a la joven pareja deparante de amor. A su oscuridad creada, se agregarían hostilidades hogareñas como cosecha, chismes, llamadas anónimas, mensajes capciosos, panetos pegados en el frontis, sin amigos para escucharlo, aconsejarlo.

-¿En qué se parecen los plátanos a los abogados? - En que no hay ninguno derecho.

IV Necesitado, desesperado, da vueltas sobre sí, su cerebro en automático repasa una a una sus deudas, sus errores cometidos sin titubear, las necesidades no lo dejan tranquilo parecen empecinarse en suceder, una tras otra, falta esto, falta lo aquello, ya llegó un nuevo recibo, el tiempo se mofa reduciendo el presente y alargando el pasado, conforme puede se da tiempo en soledad y de a pocos va a la compañía de Dios, imagina muchas formas de ser perdonado, le arma que a partir del momento de elucubro comenzará a trabajar exclusivamente para él; días, meses, horas, segundos, en aquella intención continúa, afanándose en alejarse de su anterior forma de vivir, ayudado por inquietante carencia de dinero ya no comienza un día si no se entrega a su bendición, largos interregnos de tiempo transita pensando en el demiurgo, no sabe encontrarse, turbado en el límite de la mentira o verdad, solloza casi siempre, prorrumpe a cada rato haberlo ofendido gravemente, de tanto pensar perfecciona su monólogo, con implícito perdón nota mantenimiento de status agreste, no querido, páramo, devastador, vuelve al decurso caminar, nuevamente insistente para trasladarse ataviado de su pantalón de vestir casi incoloro, camisa con cuello usado en el revés a disimular deshilache, puño recocido, zapatos desgastados, medias agujeradas, bividí jeteado, reloj enmohecido complementado con tres agujas estáticas de cuerina ceñido a la muñeca izquierda sin color uniforme, agenda magra de otrora pertenencia anual. Por cuadras y calles largas de temporalidad desolada, re-repite hurgar aceras, jardines, vehemente quiere encontrar dinero entre objetos desechados milagrosamente caído, con la conturbación latente del presente temido, es al hogar, el consabido ¡no hay dinero!, revisa carteras tiradas en cualquier piso exterior, papeles corrugados impulcros, desplega enésimas envolturas, en simultáneo al asir objetos yacentes en el pavimento, su corazón acelera traumáticamente al invadirle vergüenza, desesperado ante resultados negativos, recurre a conocidos en préstamos livianos pro comidas. al meditar sobre el éxito, desenredando sus recuerdos, cree que su situación no es más que producto del comportamiento anterior, de la ocupación dada a lo superuo en desdeño de lo importante, con tristeza apoderante, arriba al asco instintivo hacia sí mismo, mirándose al espejo colgado asimétrico a líneas supercie conrmará las hendiduras frontales de su rostro asimilables a líneas calaminescas, rayas sobresaltadas en párpados remarcando bolsas en forma de banano reposando en su convexo segmento arcal protectores superiores, en la parte baja de la quijada pronunciados por el vencimiento de la gravedad, piel descolgada para emular sonomía de iguana, rostro áccido, en su conversar rocía incontinente baba a objetos o interlocutor según la proximidad y circunstancias, no pinta canas; de sus inconscientes movimientos cotidianos restriega constantemente articulaciones forma-


doras de codos, rodillas, muñecas, tarsos, como deseando con ello desaparecer advenedizos dolores, frialdad, sonidos crujientes claros acorde a falta de líquido sinovial, tardíamente Arenia advertiría sus cuarenta y nueve velas sopladas por Ecardo, será difícil ahora soslayarle. Mucha aicción, devienen días, más días, al meditar, lo dispuesto por Dios hacia su persona, siente fortuna espiritual, rebela: - Llorar ante un hecho u hechos que te hacen daño, no sirve de nada, quizás como una forma repentina de reacción, conforme se va analizando o llegando el tema constante al pensamiento, se debe admitir la realidad aunque sea dura, dolorosa, solo vale llorar ante algo que sabes imposible de solucionar, como la muerte, podría utilizarse en su momento como estrategia para obtener algo...Dios ayúdame a odiar los intentos, los comienzos sin término, estoy convencido que debe iniciarse sin quedarse en el camino, a saber comprometerme conmigo, para después hacerlo contigo, sí ante la adversidad nadie me ha acompañado a excepción tuya, has estado conmigo, no existe alguien que en totalidad se le pueda contar las penas, fracasos, decepciones, indencias; tú esperas, das opción, insistes, ves formas, siempre al nal de cómo debe ser, escuchas sin tapujos, sin dejar que uno se guarde algo, vacías totalmente el alma, el corazón, dejas que transcurra el tiempo, curas lo que parece incurable, perdonas una y mil veces, e insistes de variopintas formas para encaminarme. Comprometerme pase lo que pase, lograrlo, sin olvidar lo que pase, ESE PASE, no tiene medida, no tiene objeciones, carece de vulneraciones, si estás inseguro no se lo ofrezca a Dios, primero pedir ayuda a n de cumplirlo, conforme vaya aumentando tu compromiso por ende tu fe en tí dedícaselo – así va mudando para bien, poco a poco se va allegando al camino recto, convencido ante pensamientos del ego, en carreras a pie supliendo al taxi, esperanzas eclipsadas, abundantes temores, variadas interrogantes le replican: “A DIOS NO SOLO HAY QUE PEDIRLE, NECESITAMOS CAMBIAR NUESTRO ACTUAR EN CONCORDANCIA A SU PALABRA.” Furibunda meditación ahora la reduce a dos planos, personal y profesional, entre sus disquisiciones estaba precisarse razones de haber estudiado para abogado, barajando entre sus respuestas: la costumbre de ser llamado doctor, medio de mayores posibilidades de tener dinero, lo agradable que conlleva el ejercicio de ella, evocando otra vez los errores inigidos a los clientes, acepta la conveniencia del alejamiento. El señor le hace sentir más persona, lo acompaña, le brinda seguridad, le transmite señales de presencia, intuiciones de recibir con proximidad un pago minúsculo, sin tenerlo aún, le reconforta temporalmente copiosas morticaciones, no arredran, desea bienes materiales a convencimiento de acreencia ante su actuar con sino moral, inriendo en la misma medida de Dios, deslizándose insucientes mejoras económicas, empero grandes de sentimiento, de paz, de salud, de amor, entiende su voluntad coincidente al reparar varias puertas aún no cerradas en comienzo a entornarse, otras como si se

corriera un velo, aparecen totalmente abiertas por manos amigas. piensa más horas, lee, recrea esperanzas, con fe, entendida al decir de autor anónimo -es su seguro, entre los elementos de pertenencia del creador recurrido como belleza y perfección, repite mecánicamente, en voz no tan alta- "todo va a cambiar a imagen y semejanza de él, será todo mejor; las soluciones vendrán mientras permanezca a su lado". Duda mucho en tutearle, pero le nace llamarle “abbita”, falla menos conductualmente, se cansa cerebralmente, necesita vitaminas, nutrirse, recurrir a ejercicios cardiovasculares, escucha en caminatas continuas tintineos de varios tamaños de llaves rezago de diferentes casas servidas de morada adheridas al pasador del pantalón al rozar parte interna con enjuto glúteo izquierdo, elucubra otras formas de obtener dinero, a veces coinciden con las auto proscritas, solicitando permiso celestial, convencido de conversar con Dios, alega saber inadmisibles sustenta son de apremiante necesidad ante días grises, se siente inerme, mientras llora con razón, llegando a suplicar: “Permítamelo por favor”. Sabido es, en la vida de un hombre no regenerado por el alma, experimentará mucha ansiedad, curiosidad, necesidad de gozar, enorgullecerse, sentir compasión por él mismo, tendencia a vicios, placeres, entusiasmos, vergüenza, amor, también felicidad, ideales, imaginaciones, supersticiones, dudas, suposiciones, investigaciones, inferencias, experiencias, análisis, reexiones, deseos de poder, riquezas, necesidad de aprobación social, libertad, posición, fama, alabanza y también conocimiento; decisivo, dependiente, valiente, paciente, contradictoriamente temeroso, indeciso, independiente, obstinado y recalcitrante, manifestaciones en sus partes emotiva “mente y voluntad”; muy diferente es al arrepentirse de todo lo ofendido y pecado, proponiéndose con total sinceridad, mejorar, no repetir prohibiciones, aunque ello no trae salvación. La confesión, la decisión, así como muchos otros sentimientos religiosos no producen la regeneración. La determinación de la voluntad, conocimiento intelectual y receptividad en la mente para escoger lo bueno, siguen siendo secundarios, la regeneración va a acaecer en la parte más profunda del cuerpo y el alma, esto es en su espíritu personal, donde el Espíritu Santo impartirá vida de Dios. Coetáneamente al medito, percibe momentos positivos, disfruta buenas vibras, espera, intuye mejorías, su corazón sufre menos, siente más seguridad, integridad, comprende estar ante un proceso de transición en su vida, en instantes productivos para aquella profesión independiente, la importancia de encontrar en cada proceso asumido, varios argumentos abanicados, extraer lo más contundente o sostenible, sopesado con mesura, para construir el éxito de los procesos, que le son encomendados. Sus actitudes hedonistas (mentiras, dependencias mundanales, concupiscentes), van reduciéndose, se ayuda con el onanismo, relatos de voyeurismo, observación pornográca, lucha en su interior, sabe lo imperativo del crecimiento personal, intenta subyugar el instinto:


“La necesidad del hombre de tener sexo, lleva a la desesperación, diría con mayor enfásis a la recalcitrancia por poseer a una mujer, no ¡No! dentivamente no es voluntaria, se encarama. se aparece adventiciamente en el pensamiento, en el cuerpo, en la acción, es difícil imaginar que la mayor cantidad de hombres voluntariamente traten de estar ante dicha circunstancia, no creo que exprofesamente se avoquen a desear a su sexo opuesto, se dará una posible pugna si reconocemos no ser solamente cuerpo, sino también espíritu, alma, ¿cuántas o cuántos problemas se hubiesen evitado, si dicha necesidad fuera voluntaria? Sabemos no es la única necesidad que nosotros tenemos, a saber algunos : la sed, el hambre, progresar, descansar, disfrutar, respirar, paz, amistad, amor y todas ellas importantes; unas cuantas voluntarias otras involuntarias, la sed es involuntaria, El hambre igual, el progreso es voluntario como la paz, en cambio descansar, disfrutar, respirar y amar involuntario, éste último con dubitancia en el criterio de calicación para algunos. “La sed, el hambre, el disfrute, el respirar, resultan ser involuntarios, a diferencia del respirar que necesariamente debe darse caso contrario peligraría nuestra vida, como la sed, el alimento; el disfrute y el amar son soportables , podemos vivir sin amar en acepción atinente a pareja, pero la necesidad de disfrute, goce, es persistente, formándose dentro de ese género la especie del sexo que no siempre identica entrega hacia el sexo opuesto por amor, habiéndose generalizado a mera y pura satisfacción física y búsqueda de extenuación al eliminar dentro o fuera del ser opuesto (cavidad natural o contranatura, ora simplemente cavidad) los euvios producidos por nuestras gonadas, el tema del sexo a través del tiempo ha evolucionando o involucionando, como se quiera conceptuar, primigeniamente la relación sexual se concebía como la satisfacción de la eyaculación dentro de la persona, después fuera pero contiguo a la persona, todo ello era inimaginable sin la proximidad del aparato sexual de la mujer, luego a falta del mismo cualquier elemento que impresione previamente el sentido de la vista para coadyuvar a lograr la eliminación del liquido contenido y producido periódicamente en nuestro cuerpo, vouyerismo reforzado con diversas formas destinadas al sentido de la vista, la pornografía creada especialmente para recrear, a la par de conseguir eyaculación, con el agregado de lograr mejores coitos, desdechado sin lugar a reacción para elevar a preponderante exclusivamente la vista, la imaginación sale a salvar un o unos inaccesibles coitos, ahora ha llegado al civersexo. Este Sexo es avasallante y testarudamente involuntario, nos hace vulnerables ante el sexo opuesto, sino controlamos, o entendemos razonando sobre su naturaleza, caso contrario terminamos actuando en su dirección, obligando a buscar diferentes maneras para colmar, saciar dicha necesidad. Las mujeres (creo) pueden tener la misma necesidad no obstante ello la han converti-

do, a pesar de su involuntariedad en controlable, quizás por tener como característica a su naturaleza sexual la concavidad, pasividad, receptividad, sin previa prominencia para proceder, e impredecibilidad del momento oportuno. Sí optaron desde pequeñas Sujetarla, Domeñarla, Controlarla, realizarla a su decisión, logrando relegarla, las ha hecho más libres, más dueñas de sí, menos esclavas de su necesidad. Algunas no pocas al advertirlo la han rentabilizado a su favor, viven en función diferente de la satisfacción sexual requerida siempre por los hombres, nos viven dando casi en la mayoría de los casos variopintas formas de esperanza o imaginación de la tara que nos aigue, e incluso frente a los inadvertidos o más razonables, deshacen sus razonamientos correctos frente a aquella esclavitud para uniformizarlos a todos, que siempre deben ir, tras la esperanza, imaginación, posibilidad o en el peor de los casos contentarlo con el mirar, denigrando su personalidad. Así muchas han escalado, han logrado metas, algunas cayendo a veces en su propia trampa y otras manteniendo (creo son pocas) su represión o dominio para ceder ante el que considere pertinente, sabiendo de antemano que cualquiera de nosotros somos capaces de mucho para lograr la satisfacción sexual. Qizás por su sexto o (sexo) sentido advierten rápidamente cuando las deseamos, cuando están provocativas, algunas usarán a su favor para obtener lo que necesitan o simplemente para sentirse elevadas en su ego- que difícil resulta controlar nuestro hedòn interiori” Todavía con focalizaciones exteriores de su conciencia, llegando incluso a uctuar en muchos actos, situaciones etc., dirige la forma de mirar, dotándola de exagerada importancia, acorde a su perspectiva, aduce reejar interrelación profesional o amical, con interés a cultivarla previene en la mayoría de los seres, el evitarse las miradas expresada de diversas formas, cambiando de dirección, sobreparándose en su andar, saludando a otro ser inexistente, tosiendo, agachándose, conversando con el acompañante, escondiendo la mirada tras el proliferado uso de aparato extraído del bolsillo o cartera como si fuere a recepcionar una llamada o atender el mensaje llegado, coincidiendo disfrazarse actuares y mirares, como temiendo ante los semejantes, proyección de siniestros pensamientos, se dice para sí: “la mirada debe ser siempre sincera, dotada de franqueza, recta, rme ,y también dulce”. Arenia, con edad dispar diría: “Tu mirada es maravillosamente dulce", viene dándose tiempo para leer con ella sobre ello, encontrando primordialmente dos perspectivas, ser punto de apoyo de la voluntad y medio más importante de expresión ante la persona o personas miradas, si las facciones están reposadas, calmadas, denotarán dominio, no importando voluntad sometida a juzgamiento, siendo expresión del interior, del yo, presencia de la personalidad -aquella Estructura Biopsicosocial según decir de la psicología- nace ineluctablemente del carácter o impronta del ser humano. Auto obligándose supera dicultades pasadas, también presentes, tratando de mejorar el futuro que se adviene, cuidando en recular,


respira, nuevamente su inquietud, de la mirada se hace armaciones sin decirlo, prevalece expresión de nobleza, emanada del corazón, la moda en nada le contribuye sino enraíza con el posicionado uso de gafas, generando dependencia inadvertida al ocultar la expresión de los ojos evitando la proyección identicable a toda persona, no es conveniente entornar, dubitar, rehuir, sino denotará oposición a la seguridad. El ser humano no debe ser víctima de voluntades exteriores anhela conquistar el sitio reservado para cada uno en la sociedad, es nuestro derecho, también nuestro deber, insistentemente destaca como imitando el pensar pegajoso de dominar la mirada, necesita domarla, es formante de nuestro lenguaje corporal, no verbal, habitualmente recae en el diálogo interno, se dice: “La mirada deviene del interior y guarda relación con la forma de vestir”. Repetitivas reexiones, le llevan, como si fuera por turnos, a diagnosticar el ejercicio abogadil, en negativo y positivo, en negro y blanco, en gris, surge abruptamente la interrogante ¿cómo hacer frente a tantas atrocidades?, de honorabilidad, probidad, calidad total, ética, “demasiados abogados” como decía Calamandrei, competencia desleal, gran sobre oferta en el mercado, comprobada falta de calidad en el servicio prestado, mediocridad en los recursos humanos, examina lo forzoso de hacerse visible, ante posibles clientes como empresas, empresarios adventicios, escuelas, institutos, maestros u otros, baraja el uso del volanteo, para la obtención del espacio vital marketeando el servicio que presta, emulando a algunos prestadores de servicios que encargan a sus mismos trabajadores o en otras ocasiones niños deambuladores, hombres o mujeres mayores apostados en esquinas, aceras de negocio tenido por competencia, muchos están convencidos de su efectividad como estrategia para captación de clientes, desplegando grandes kilómetros de papel entregados, varias veces colocados directamente desde diferentes esquinas por donde se camina conteniendo publicidad, con el consecuente arrugo y lanzado a tachos de basura, pavimento, suelo transitado, indistinto nal tendrá el de mejor calidad demorando un poquito más para ser igualmente desechado. Manteniéndose en vigilia de noche, transcurren las horas, sin avenencia de su cuerpo a dormitar, ahora sin la presencia de Arenia le llega el nuevo día casi siempre con un libro a su lado, con regular lucidez; a veces lo vuelve al mundo el sonido del interior de su estómago, rebotando en la guitarra vieja y rajada tan querida, donativo del joven amigo Richo, por proximidad se afecta la cuerda MI grave, sonando increíblemente sola, como si hubiere sido tocada por yema de falange humano, así numerosos días, sin síntomas claustrofóbicos en cierto momento, de todos los sentidos únicamente del más usado, toma preeminencia sobre las sillas, observando su envejecimiento, libros aminorados, impresora deslucida, monitor vetusto, fólderes enjutos arrinconados, es decir, nada; regresando con tristeza a la oscuridad, al silencio, inamovible con las nal-

gas apoyadas en lo que le sirva para sentarse durante el pasado, presente, futuro, convergiendo todos, sin calendario, homogéneo, sin reversibilidad, sin angustiarse por su transcurso, uyendo todavía descubre en clara oportunidad su yo espiritual diciéndole: - Sí te quedas en los problemas, no llegarás lejos, debes solucionar varios, el que te está obligando a reexionar, la imagen que te tienen los posibles clientes, la mejor forma de captarlos, la delidad, el cobro de tus honorarios, los ingresos permanentes, tu nivel académico, a excepción del primero todos te atañen directamente y cruzan transversalmente a todos; como persona vas dirigiéndote por buen camino, no deberías alejarse Ante la tarea propuesta, recuerdos negativos tozudamente persisten, laceran: “ Al estar esperando en la antesala del juzgado de turno, hace tres miércoles atrás, invadido de cansancio, dispuesto a hacerlo, afortunadamente lo imaginó antes de retirar los pies de sus zapatos, hubiese dejado ante toda la gente que pulula en aquel preciso momento en el entorno, descubierto cada uno de sus calcetines compartiendo fresca oquedad a la altura de la parte que cubren los pulgares, sin duda para no rezagarse dos zapatos en otro tiempo fueran negros, se obligan a permanecer apoyados en el piso, sin deslizarse para acompañar en diferentes tiempos a la pierna derecha e izquierda en usual cruce a similitud opuesta de superiores miembros según posición dejada percibir por las ruinas de Kotosh, tentado de acariciar ciertas perforaciones de suelas a manera de arruga senil”. El Autocontrol sí el autocontrol, le insiste estudia, aprende de verdad la profesión, no menos fustiga hacerse conocer quizás en otros territorios marcando diferencia, admite consciente de estudiante no aprendió mucho, menos como profesional durante el tiempo ejercido, se enrostraba aprender siempre de oídas parafraseando a Aristóteles, emprendería el decir de la conviviente, el ser del engarce de la moral con el ejercicio de la abogacía, atisba el rompimiento del paradigma impregnado en los prospectos clientes, de recurrir al abogado cuando están con problemas en su máximo grado, imaginando posibles prestaciones de servicio preventivo, cuestiona si la reputación del abogado está realmente desacreditada. Ser revolucionario ¡no! aunque en sus escarceos del derecho, propio del estudiante de los primeros ciclos se topó con algo de la doctrina marxista-leninista, si la memoria no falla evoca tendencia a propalar grueso cambio de infraestructura abruptamente, régimen democrático obstaculizante, carente de mejoras, meros paliativos que en plazo mediato se desvanecerían; empero ¿Quién es él para tratar de cambiar la aciaga realidad?, si fuera soltero podría tener más posibilidades, necesidades diariamente acechando, recortan tiempo, libertad, tranquilidad, sueño, diversiones, ausculta soluciones urgentes, pudiendo ser entre otras la forma de vestir-


se, de hablar, de cobrar, de mirar, elaborar un proyecto de vida profesional, todo importa; sin embargo de la innidad de ideas funestas para su profesión siempre recala en la mala imagen del abogado in abstracto, se repite en su interiori varias veces : “SOY ABOGADO” , pero suena vacio. Los Colegios de Abogados aún conscientes de aquella realidad no toman posición, no hablan, no deenden, no hacen nada, su inactividad es brillante al respecto, los jurisconsultos preocupados en aanzarse lo han obviado sin aportar alguna idea llevada a la práctica para revertirlo, los abogados escritores, los abogados docentes de universidades, institutos y hasta Colegiados recientes han permanecido en el mutismo, recayendo la mayor fuerza negativa de la opinión pública en los simples y rasos abogados, innumerables chistes en desmedro de la imagen del profesional proliferan, sin existir algún mecanismo para defenderse, contrariamente se suman a la mofa realizada en propias caras, resignados agregan gestos, músculos, sonrisas, carcajadas a la sorna, sin soluciones gremiales, ni personales, Ecardo por capitular, rendido, en la credibilidad de encontrarse desprovisto de formas defensivas, próximo a claudicar le asiste como solución a la consabida mala imagen social, encontrar un abogado redimible, pudiendo ser presentado como el mejor, tomarlo como ejemplo o prototipo perfecto en su relatividad (solo Dios es perfecto), modelo de virtud, aquel que en su camino busque la sabiduría, con metas, sin pisar a otro, ora el escalón de otro para subir, proactivo ante las adversidades, guiador de acertadas decisiones, tareas, inspirador a seguir, en suma decide obtener, encontrar un arquetipo expropiante temporal del mundo donde sobreviva cotidianamente, donde la preocupación, el desvanecimiento, la decrepitud, abulía, depresión se vean difuminadas, arremete esperanzado en ese claro convencimiento acorde a lo vivido, sintiendo, actuando, interroga incesantemente a sus colegas de algún abogado existente “ rescatable”, ante quién otros profesionales del derecho sintieran real orgullo, identicándole plenamente ante quién incluso detentadores de otras profesiones, ocupaciones, en n trabajadores sean Maestros, Médicos, Ingenieros, Arquitectos, Contadores, Odontólogos, Enfermeras, Obstetrices, Ebanistas, Chefs, Choferes, en n todo ser humano, se rindiera ante su existencia fundamentalmente para cesar el vituperio habitual dado al profesional abogado, inquiere: ¿Existen abogados exceptuados del mellado consciente de la profesión? sin admitirlo, inclina reexión a la posibilidad de encontrarlos con mayor probabilidad en los letrados que moraron en este mundo, con premura sin evitarlo ya estaba encuestando a los vivientes, siempre locuaces no faltaron varios nombres dados con la acompañada semblanza escueta para cada uno, el cuadragésimo tercer colega entrevistado trajo a colación a Francisco García Calderón tomado como epónimo la fecha de su nacimiento para plasmar mediante Resolución Suprema del 14 de marzo de 1952, raticada por Ley Constitucional Nº 23248 la celebración del día del abogado en el Perú, otros al chiclayano José León Barandiarán, escritor de varios libros, con talento congénito para hacer digerir fácilmente a cualquier operador del derecho teorías como de acto jurídico asimilado al negocio jurídico de la doctrina alemana, a Demóstenes

considerado primer abogado de la historia, buen orador a pesar de su deciencia al pronunciar sublimada a golpe de variados ejercicios, otro mencionó a Maximiliano Robespierre recordado por el uso de la guillotina en el advenimiento de la revolución francesa; diferentes letrados fueron señalando sus candidatos, a saber George Danton participante de la Revolución de Marras sobresaliente por su prosperidad económica; al catedrático universitario Manuel Vicente Villarán Godoy, ejerciente del Ministerio de Justicia, decano del Colegio de Abogados de Lima y Rector de la Universidad Mayor de San Marcos, aportante en el Derecho constitucional e iniciador del Positivismo en el Perú; José de la Riva Agüero y Osma quien conjuntamente con Ventura García Calderón escribieron sobre historia, losofía jurídica, sobresaliendo al legar todo su patrimonio a la Pontica Universidad Católica del Perú, nieto del primer Presidente del Perú; algunos solo citaron a Mario Alzamora Valdez, Luis Bramont Arias, Luis Alberto Sánchez Sánchez, y muchos mencionaron varios nombres de Magistrados fallecidos, desconociendo la razón ¿Por qué abusaron? en hurgar nombres asimilándolos a ser destacables por haber ejercido la Magistratura en calidad de titular por buen periodo de tiempo, aunque sus decisiones nunca sobresalieran ante las máximas instancias como la Corte Suprema de la República y/o Tribunal Constitucional, al parecer cada preguntado mencionarían sus adeptos personales, distinguidos algunos en entornos reducidos o amplios, familiar, amigos, alumnos de pre grado, alumnos de post grado; Ecardo no comulgaba con sus relevancias, requería más, un paradigma de colega que fuera más allá del limitado perseguimiento acostumbrado repetitivo, refrito del éxito exterior, exigía trascendiera a la profesión del derecho, al tiempo, al espacio tocado vivir, una historia viva, al ser nombrado enaltezca su espacio geográco de nacimiento así fuera inhóspito, digno de ser disputado en todo el mundo, un ser sui géneris, diferente con perduración en las mentes de todos los profesionales en derecho, sin hesitación de alguien para atreverse a apostatar de la forma como transcurrió su espacio vital en este mundo nito, teniendo y ejerciendo la profesión abogadil amada; hasta otros profesionales no abogados, coincidirían en su estimación, admiración, un ser idóneo, modelo, original, habitante eterno en todo corazón, en el aire respirable, recuerdo vivo de todos o de casi todos los seres humanos, aunque no haya en vida tenido dicha intención de ser recordado, de indubitable huella en la vida de los demás, hombres, mujeres, neutros; un sentimiento, un ideal, luchando hasta el último hálito de vida por el mundo, de pensamiento férreo arraigado; sin fallecimiento, hablando sus obras eternamente, quien en vida pensara resolver problemas mundanos sin limitaciones espaciales, atemporales, que la historia y el interés colectivo le adeuden haber encontrado en vida la explicación, sentido y realización colectiva, buscando cumplir con un norte propuesto, supeditado a los intereses de la humanidad, atado a un claro objetivo, no a las cosas, ni a las personas, copiando a Einstein, sentido de vida amplio, sin preocupación para obtener cosas u objetos ellos, sabiéndolos un medio no un n, haber vivido la mayor parte de su vida exclusivamente para los demás, lo realizado sea para el universo,


diferenciado pero modesto, sin comparación a otras personas, así pensaba consigo mismo, rememora, rearma dicho ser irrealizable en abogados actualmente vivos, todos obedecen a un espectro minúsculo, a una propensión sesgada, todos incluyéndose, groseramente han encontrado una forma de vivir o sobrevivir a través del derecho, lo son en su mayoría, en forma individual como clara expresión de neoprimitivismo, “asociándose” utilizan la misma ocina, con clientes diferentes fungiendo corporativo, obtienen benecios contiguos, prorrateo de merced conductiva del local utilizado, embaucando a la clientela en la creencia del problema puesto a estudio será trabajado con mayor profesionalismo entre un grupo de profesionales, pura denominación falsa de estudio jurídico, manteniendo ejercicio profesional individual, renuentes al corporativismo; otros ante las adversidades económicas retroceden en su natural independencia abogadil, resignándose a laborar dependiente en sector público como Magistrados, Secretarios, Fiscales, Asesores internos de instituciones, Docentes de academias preuniversitarias, de universidades sean éstas nacionales o particulares, Fiscales adjuntos, Procuradores, Ociales de Aduana, Gerentes de Municipalidades u otros, considerando prestancia por ello, se enarbolan dicho escenario como más efectivo para promocionarle en comparación al ejercicio independiente apartando para cualquier momento su real y elevada función de ad vocatus “El llamado”, defensa al patrocinado, ésta función tendrá carácter de libertad en dos orillas, sea para asunción del patrocinio y elección del letrado, los dependientes no evitarán los mismos temores de los desposeídos de profesión y con ella vacua estabilidad laboral o permanencia laboral, expuestos a procesos administrativos sancionadores, con impedimentos de litigar, sujetos a horarios, descuentos, llamadas de atención por insatisfechos, ansiosos de descanso vacacional, trémulos con posibilidad fustigante de encontrar cubierta la plaza, subordinado básicamente a personas, luego a normas de orden público, repitiendo la prestación del servicio profesional en forma cotidiana a ser pagado mediatamente, mensual, quincenal, entrega voluntaria de su libertad profesional y personal, imaginando erróneamente una constante y pingüe suma de dinero suciente para garantizar el retiro al cumplir los años jados por ley, intentando a través de procesos judiciales u otros modo de lograrla, aunque fuere contra legem, supeditación al político de turno, canalizando sus derechos tipicados, o atípicos en la oposición sindical, quienes viven desesperados en obtener banderas de luchas para sobrevivir, sufriendo derrotas y escasez. -El sol comienza a destellar, continúan escuchándose con dicultad los pasos continuos de muchos magistrados dentro del cauce formado por dos veredas paralelas, cedido temporal e involuntariamente por los automóviles a partir de las ocho y cincuenta y cinco minutos, del día dos de agosto, día festivo, dirección pausada, lenta al cementerio del lugar, para concretar lo plasmado en la tarjeta hecha llegar entre ellos mismos, rotulada “Romería”, en una de las varias hileras horizontales de personas

caminantes enternadas, un vocal de Corte o Juez Superior decidió retirarse el saco, mientras el Juez de Primera Instancia acompañante esporádico de sus miembros derechos, en creencia de ser suciente acompañarlo y comentar sobre el calor excesivo, no bastando ello recibe inesperadamente: ¡ Y tú, que esperas, sácate el tuyo!, en el cerebro del gritado se avinieron varios ideas, no tenía calor, le quedaba el traje sumamente elegante, era feliz por estrenarlo, transcurrió mucho tiempo conseguirlo, luciéndolo se incrementaba su yo; nada de ello importa, obedeció, añadiéndose al retiro una sonrisa ensayada, que comúnmente esbozaba ante innumerables órdenes recibidas, de cualquier ocupante de instancia mayor Pertinazmente, continuó con su tarea ociosa, prosiguió compilando innidad de opiniones, ideas, preguntas, respuestas; empero no recibía lo esperado, como repetía incesante un Auténtico Arquetipo, fatigado, insatisfecho, recurre a biografías en libros, internet, separatas, revistas, opúsculos, hurga, desea, imagina, necesita soñar hasta 52 veces y más lo mismo, no recuerda como toma conocimiento de la existencia de aquella persona sui géneris, a quien siempre había escuchado citar al doctor Richo en sus aburridos libros de autosuperación personal, donde era erigido como ejemplo, maravillosamente era de la misma e idéntica profesión a él, ese momento rutilante para su vida recorre desde que ejerce con sobresaltos la profesión, lo hace sentir inmenso, rimbombante, orgulloso, pletórico de vocación, exultante felicidad de ser abogado, llora, llora, llora, llora, llora hasta agotarse, aún así no se detiene, no de pesar, de incesante alegría, agradece al creador, a su existencia, ya tiene algo, apoyo moral necesitado, como expresara en alguna vez Arquímedes un punto de apoyo para mover al mundo; ese ser existió en este planeta tierra, sumamente emocionado reproducía lo llamaron para la inmortalidad MAHATMA GANDHI, Alma Grande, averiguó su nombre original Mohandas karamchand Gandhi, el cual no podía fácilmente escribirse, ni pronunciar, aparejado a mujer de prenome Kasturba, llamada también BA, percibiendo el exterior fuera del cuerpo de su madre un 2 de octubre de 1869, legando al planeta cuatro vástagos, existencia bendita interrumpida al sumar setenta y ocho años, cuando se disponía a rezar como insistentemente hacía, no durmió eternamente por disposición divina- como debió ser- sino por mano equivocada de un abrumado por reyertas ya niquitadas entre hindúes y musulmanes, optara por quitarle la vida delante de todos sus seguidores, siendo absurdo proferir el nombre de quien lo eliminó ordenándose olvidarlo. A Mohandas repitiendo Bápu, familiarizó con sus principios, destacó su rechazo a la lucha armada, “resistencia no violenta”, sumando varias encarcelaciones, muchos seguidores, su conanza la puso solamente en un discípulo de nombre Nehru. Al hacerlo dormir eternamente ese fanático indio, cremaron sus restos y las cenizas quedadas fueron arrojadas al río Ganges. Ecardo se reconforta fecundamente al saber de la mediocridad del encontrado como estudiante en su juventud, pareciéndosele, ya profesional después de haber sufrido racismo, prejuicio e injusticia comenzara a cues-


tionar la situación social de sus coterráneos, inusualmente sin violencia; incorporó a su hablar, muchas de sus frases, primordialmente una célebre de su descubierto «Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego». Ahora ya podía armar: “Soy Abogado, Gandhi también”.

¿Por qué los abogados no tienen bolsillos? Es que viven de los bolsillos de los demás. V Cuando Ecardo estaba listo con otros bríos para ingresar en el ejercicio de la profesión, repitiendo en su interior, como oración, persignación, ademán, remilgo, hábito – Soy Abogado, Gandhi también- de repente ubicado en el primer juzgado de competencia civil, como si no lo hubiese vivido, acostumbrado ahora a observar mejor y escuchar esto último preferentemente- en primer orden al secretario del juzgado hablando con su jefe, el primero escuchando pasivamente una seguidilla de respuestas, obviamente el hilo y control de la conversación no lo podía llevar él, por su labor subalterna, la tautológica e irreprimible frase – sí Doctor, sí Doctor, Sí Doctor- en señal de asentimiento, de repente ingresa un abogado de ejercicio independiente en el recinto, con coincidencia acompasa la misma frase al saludo, dirigiéndose con cuidado de no olvidar a ninguno de los asistentes judiciales sean secretarios, noticadores, auxiliares confeccionistas de cédulas de noticación, pegadores y cosedores de cargos sin defectos, regulares o mal noticados, carátulas, estibador de expedientes de uno, dos , tres , cuatro, cinco, seis y más tomos a otros juzgados, o Salas superiores; con el cariñoso “doctores”, todos sincrónicamente iban respondiendo con otro imitante y respetuoso “doctor ”. A su turno un justiciable al despedirse de la secretaria a cargo de los procesos con números pares, de apellido Ramírez, nuevamente lo profería en género femenino, mientras armonizaba con un inconsciente ósculo en la mejilla derecha, convirtiéndose todas esas escenas en una interminable repetición del “doctor”,“doctor”,“doctora”, “doctor”, “doctorcito”, “doctore”, “doctor”, menos de darse cuenta todos o alguien de lo estúpida de su actuación; observado ello de pronto su ser explosivamente se invadió de vergüenza, para pasar rápidamente a tratar de entender la razón subyacente, conviniendo internamente en la ridiculez, huachafería vivida por los trabajadores de aquella sede en cada momento de cada cinco días de cada semana, cada mes de labor, sea en pasillos, locales, también en ambientes del Ministerio Público, similarmente en ocinas de abogados litigantes. En un interín a decidirse ¿Qué hacer? Para evitar el espectáculo que continuaba, percibe personalmente a través del músculo aditado al lenticular, adosándosele tres similares dejados escoltar por el tímpano, continuas y repetitivas vibra-

ciones de los sonidos dando forma al “doctoreo”, equiparable al vaho, conforme avanzaban los diálogos interminables, compulsivos, atosigantes, sin poder soportarlo un segundo más, sale como siendo acusado, intenta respetar el mismo ritmo utilizado al ingresar al espacio, contestando muestras de cortesía resumidas en la ahora coletilla acompañadas al nombre para endilgar una despedida, gesticulando a efecto de evitar repugnancia, hurga sinónimos en aras de contestar, no atina a preguntar nada, evita ser asido en culpabilidad, yendo a situarse con vista angular aproximadamente a diez metros del lugar, prorrumpiendo en risa aparentemente sin causa, la cual iba creciendo más, y más; mientras disimulaba su algarabía, paradójico al compulsado llanto en público al evitar ser visto, no lográndolo, engañándose voluntariamente esconde el rostro primero contra el cuerpo, después lo cobija en esquina permisible de espacio sirviente a varios usos, verbi gratia eliminar euvios, tomar aire, reponerse emocionalmente, acomodar prendas, disimular eructos, ordenar cabellos, retoque de maquillaje labial, no pudiendo impedirlo da rienda suelta a una imparable invasión de risa, con tez color roja en pleno demudar continuaba sin parar disfrutando el momento, en eso repentinamente lanzado por una energía invisible, sale hacia el exterior raudamente del ambiente -del repetitivo doctoreo- uno de los Magistrados participante del mismo y en la creencia de estar en su hogar donde cobija a su amada familia, proere un grito para seguidamente apagarlo con la mano semi exionada cubre los labios casi en totalidad, para en segundos, después retirar gradualmente tres falanges ocupados con hojas A4 impresas, ante aproximación de un inevitable vómito, gritando en media micra de segundo: ¡Che su madre, se han cagado! Es común en ésta, como en otras ocupaciones, esta ridiculez, poco reparada, obviada, que no amerita probidad, capacidad, idoneidad, moralidad, es asunción de ostentoso grado académico, sin correspondiente estudio de luengos años, recibiendo del interlocutor la frasesilla casi sintomática de doctor, hasta terceros ajenos a la tertulia, sabiendo del ser abogado, por gravedad esbozan el referido en diferentes momentos o veces haciéndose sonar como Doctor, o dotor, ora doc. Parece una energía, irreprimible, adventicia en fonador, con demora sucinta incontenible para las poseedoras de personalidad reexiva en algo tardío asomará el abrupto conjunto de fonemas formantes del término, a pesar del intento de elusión con aletargamiento caen imitando, reproduciendo sin obstáculo ante intención prístina de evitar caer en el tuteo. ¡Ay! Este término viene recayendo en el trato personal como pronunciamiento autómata, arraigado, habitual, diferenciador, de orgullo dual para intervinientes. Lo reverberante no es tanto, la adopción de aumentaciones, o disminuciones, guras de dicción repetidas, entre ellas mayormente apocopadas, ni palabras en sí misma, sino la objetiva utilidad, de tanta rutina haya venido a denominarse DOCTOREO, a la manía de denominar “doctor” a licenciados en nuestro país, acostumbrado a plasmar actuares sin


reconocimiento legislativo previo, sabemos de la diferencia singular “El acuerdo de permisibilidad del doctoreo” dispuesto por la Corte Suprema de la República de Argentina. Ésta se adhiere a la imagen del letrado para cerrar su aspecto, o pinta, o tullo en el ámbito urbano, peculiarmente en el rural, se orna con diminutivo cariñoso rutilado hacia cualquier profesional, asimilándolo a algunos términos como huayra o siclla con “doctorcito”, utilizado en el Cuzco especícamente en Paurcatambo. De pleno dominio público, es costumbre conocida abrazada por profesionales en derecho del Perú, se ha extendido a los médicos cirujanos, dentistas, obstetras, profesores universitarios, inclusive a todo aquél que lleve un uniforme blanco, azul, granate, al enfundado en un terno, pantalón de vestir, encorbatados, con grado académico inexistente, Doctor de mentiritas, o llanquitas, proclive a perennizar mediocridad, si aún no están embadurnados con ella, arraigado doctorcito, doctorazo, doc., etc., contrariamente podría coadyuvar al realce del título de abogado. ¿ Por qué asimilar al Médico o Abogado a su profesión y no a su nombre? Al desconocerse en coloquios el trato dado al interlocutor letrado, será común nombrarlo; sin embargo cuando comienza el marketeo personal involuntario, otras veces exprofeso presentada la licenciatura en derecho, de inmediato proere el término doctor en sustitución del nombre de pila, continuando la conversación con la repetida unidad lingüística. La permisión a recibir dicha denominación es carente de nocividad, contrario seunsu perjudicial si se asume condicionada, ser tratado así e imprimir sometimiento materializa abuso en el ejercicio del derecho a ser llamado como realmente corresponde, este abusar, usurpación del nombre de una disciplina académica y cientíca perdonando recorrer cuarenta y ocho meses de camino hacia máster suponiendo sea engarzado al subsiguiente grado. Necesitamos denunciar el abuso circunscrito en el Ar tículo V del título preliminar del Código Civil, repetida más de una vez enrostra tácitamente ser seudo doctor, ¿a quién le gusta? Si la respuesta fuera positiva, habrá necesidad de ayuda psiquiátrica, expresión de informalidad convertida en especie de "necesidad ¿de qué?” Soporte, apoyo, donde no lo hay, es decir simple, error pícnico, sin afectación, no atribuye algo, nada, nadie, desvinculada relación con proyección usada en el campo de la psicología, descrita en atribución a otro de defectos o intenciones que no se quieren reconocer en uno mismo, generalizándose también como expresión de hipocresía, se percibirá un clima común negativo ante reacios a hacerlo al interactuar. Los abogados consentidores de materialización a su favor, presumen sapiencia cognoscitiva, no se equivocan como otros por acto omisivo, sino adquieren calidad de activos en ejercicio abusivo de su derecho a llamarse como debidamente corresponde, constante, e imperante herencial o imprudencial, multiplicativo; graduados en derecho de universidades reputadas de nivel de estudios precario, presumir grado académico de «doc-

tor», mientras siguen tratando de entender lo no entendido en los claustros universitarios, egresado conminado al logro de experimentación necesaria, va, aprende, desaprende con prospectos o público objetivo involuntario, avenidos a pagarle algo en su instruyente camino, o mejor dicho, destrozar la aplicación del derecho, mientras su mano supina zarandea sencillo. Se doctorea en el país de Argentina, como en otros países latinoamericanos, inuenciados en cierta forma toda Latinoamérica con predominio de herencia hispánica, si aún hesitamos en nuestra emancipación aunque haya transcurrido + de 500 años de mal intitulada independencia, colonialista, caudillismo, señorío feudalista, analfabetismo, ignorancia, saqueados no emancipados de colonias pasando a otra dominación, catervas dominadas, la materia de reexión acomoda el lugar en las consecuencias de apariencias negativas, coetáneas, numerosas en toda área, aterrizando a una globalización imperfecta, multilateral, también imbuída hasta el tuétano de sometimientos solapados en cuantiosos temas, a saber algo, para sus residentes falta libertad de elección al comerciar. Atingentemente aquella herencia de regodeo a la sombra de términos eufemísticos, como este doctoreo triste, real, aciago requirente de paliativo para seguir en lucha al faltar hito para ascenso intelectual en primer orden, acostumbrados a trabajar más el sentimiento ¡ real, no superuo! menos el intelecto, debe lograrse separar lo más lejos posible la razón de la emoción, lo afectivo de lo razonable, acostumbrados a convivir en ese medio sin despercudirnos, o cambiar lo errado, tanta confusión, tanta borrachera, difícilmente asomaremos, contragiaremos para trascender, ausencia total en relativo de ideales, de inquietudes, de sueños, de teorías, de investigar como tiende la currícula de post grado en centros de estudios superiores, universidades, perseguimos plagiar otros países y dentro de nuestro país, cómodamente nos valemos de cualquier medio para sentirnos mejor, renuentes a pagar un precio basado en esfuerzo hasta lograr metas, se añora el cliché, es más fácil cercenar, transitar por servidumbre de paso evitando recorrer un camino en integridad, conseguir o lograr ¡no! Saltar ¡sí!, así pervive el autómata “doctor”. Calica como error social en el proferente desde otra orilla abuso de derecho, decadencia, mediocridad que se viene padeciendo en nuestros días, sabiduría y talento castigadas a permanecer en el fondo del escenario o imitar “El mito de la caverna”, doctoreo como si estuviera impregnado de vida, recurre a su instinto para protegerse, corre a excesiva velocidad alejándose, evitando ser alcanzado por la semántica, refugiándose cómodamente en el pegajoso uso, dopando al profesional para no inclinar la cerviz ante lo falso, como debe ser ante el putativo “doctor”. La generación de intelectuales, de la década del treinta en el Perú fue descollante, sus rezagos se han ido en su mayoría diluyendo, siendo reemplazados indebidamente por


informales, inmorales, mediocres, ímprobos, plagiadores de investigadores clásicos, se es jurisconsulto revisemos recorriendo el sector público escandalosamente deseado, se entiende por “He escrito mi libro” a un manual de derecho, compilación de comentarios de otros en un código, comentar lo ya dicho, pobres instituciones jurídicas lloran su desnaturalización, poco o casi nada se aporta, surge la violencia ante cualquier atisbo de resistencia al nuevo reino, son onerosos el ingreso, estudio y obtención de los grados académicos de magister y doctor, así sea en universidad nacional. La utilización autómata, en saludo habitual, acentuando la sílaba tónica conveniente, acorde al estado anímico, identicada como categoría gramatical sustantiva con variaciones a diminutivos, aumentativos, como doctore, doctorazo, doctorcito; evitarlo invadiría un resquemor en el dialogante, no es importante conocerle al adjetivado la probidad o pésima trayectoria para insuarle dicha extravagancia, epíteto diferenciador, cliché, reducido, aumentado, apocopado en congruencia a la familiaridad- algunos términos plasmados en el diccionario parecen creados con anticipación a la aparición de personajes en el mundo que los encarnarán-. Las personas en más desventaja socioeconómica aanzan más el articio de la presentación personal, y refuerzan la tradición de nombrar “doctor” a ciertos profesionales, entre ellos el abogado, éste comenzó siendo relevante, luego por uso excesivo ha pasado a depauperarse. El cuestionado sea activo o pasivo, trasciende básicamente en la recepción, preponderante es la credibilidad de tener “derecho a la denominación”, más no en la indiferencia, el admisor, deseoso de denominación, ávido, rma así sin corresponderle, titulado inconcuso en quien se podrían realizar investigaciones de moral, ética, deontología, losofía, psicología, psiquiatría, antropología, ¿quién sabe?, para ser salvado de su estulticia. Se podía entender que se trataba de un tema de propensión al elitismo, ahora lindará con huachafería, la admisión de la terminología en marras de encapsularse en sonomía utópica, imagen de inteligente -ni siquiera es necesario buscar la sinceración del epíteto- el abogado o estudiante está obligado más que cualquier otro profesional a excepción de los docentes a discernir claramente la terminología común (doctor) y la terminología jurídica: "vista de la causa", "estese a lo resuelto", “líbrese exhorto”, “ejercer repetición contra tercero”, “avocarse”, “peticionante”, “otro si digo”, “medidas para mejor proveer”, “Télesis”, “nulicar”, “nulidicar”, “nulidiscente”, “chicana”, “alzada”, “divergir”, “merituar”, “querulante”, “no ha lugar”, “no haber lugar”, “efectivizar”, “justiciable”, “recepcionado”, “sentenciador”, “munido”, “Tutela judicial Efectiva”; el término se ha encumbrado aun siendo fofo, se recibe no por afán académico, sino por el contrario para congurar apariencia de brillante o diferente, aprovechamiento de la coyuntura. Si el profesional raso en derecho admite el doctoreo, es en señal de inseguridad del profesional recepcionante, necesita ser importante, por eso ha pegado en el país, como el nuestro, enraizada costumbre de doctorear a los abogados, se rumo-

rea su origen en un decreto decimonónico facultante de denominar doctor a los abogados, equiparado el mismo error con otros profesionales, como los médicos sin tener el grado académico. La forma en el Perú, en muchas áreas se va imponiendo: como te vistes, como te llaman, como quieres que te llamen, como quieres contestar, y el fondo o contenido se escamotea mimetizando la verdad, quién eres, que sueños se han logrado en caso tenerlos, simplemente sujetar cualquier hito sea moral o no. La Depauperación hasta lo más hondo, del proliferado uso en todas las profesiones a la fecha ha recalado en todas las ocupaciones u ocios, las personas de cualquier condición inocentemente apelan al uso de ese estribillo para ganarse la conanza, en otros casos el cariño, siempre dentro de los patrones de afectividad por si en algún momento de la vida necesitaras del servicio, mientras la pauperización del uso se maniesta en toda área, pudiendo equipararse con el denominado “jefe” como se trata al Policía, Fiscal, Director de colegio, etc., asegurando la eximencia apriorística de papeleta, inhibición de denuncia, para que el trato diferenciado sea menos estigmatizante, de todo aquel que se advierte sea abogado, se le orna y ubica en el ahora subalterno y deteriorado término. ahora depauperado al identicarse con “jefe”, “promoción” “promito”, maestrar, compadrear, chocherear, primear, convertida en artimaña de inequidad, personas sentidas inferiores, sometidas, necesitadas de ayuda, como factualmente ante otorgamiento de servicio, habilite vulnerar formas para endilgar cortesías plagadas de confusión además de cachacienta, disímil a cariños concedidos de ocio, como método liviano, en oportunidades indiferentes se echa mano para el trato con otros, se etiqueta a jóvenes, amigos, vecinos, a cualesquiera con un popular “doctorazo” recibiendo a veces como respuesta, aquiescencia o algún ademán de halago disforzado. el doctorear del profesional de derecho, se diferencia del doctorear a cualquier persona sin reparo de profesión que en variopintos casos acaecen a sabiendas del tertuliante sin título, en el primero ignorando la habilitación de título académico en el ejercicio de la profesión, o en la adjetivación empobrecida se impone evidentemente el tono irónico, que nace apartado de siglos de distancia del contexto académico, común “doctorazo”, ineluctable en las conductas y prácticas sociales a ser utilizadas y reproducidas por razones completamente diferentes, los mismos profesionales a veces ante el automatismo en que se vive socialmente no reparan el uso alicaído y multiplicado de otro hablante, al escucharlo conmocionado afectivamente suponiendo mal, proere tontamente: ¿Cómo me has reconocido o me conoces?, el interlocutor de su equiparación interior con “Chochera” “jefecito” u otro, prosigue tomando en ligero la implícita equivocación, para cualquiera es forma estratégica de romper hielo, entrar en conversación con desconocida persona, deseoso, logra sinergía, sin disminuir el nivel de trato, o elogio ora distinción, pudiendo admitirse como banalidad congénita, el cuidado concedido a tan acostumbrada y sintomática denominación a profesionales en derecho, también a personas de a pie, en primer momento resulta vana.


Al doctorear, y conjugar el término, se vulneran variopintas realidades alejadas inobjetivas sin rmeza debida, apelativo que encanta a innumerable cantidad de abogados, corroborable en placas externas, avisos, señales u otros dentro de sus ocinas, inocioso semánticamente, a sabiendas de esencia habilitante que falta. Abundado, irónico, bamba, informal, degradado, proliferación derivada del desinterés a lo real, monumento a la forma, a la demostración, impronta plástica, abuso, infracción ética, moral, deontológica, cualquier cambio resiste resignación, luchando para no ser impuesta a favor de réditos no correspondidos.

“SEAMOS EL CAMBIO QUE QUEREMOS VER EN EL MUNDO" M. Gandhi VI Han transcurrido más años de vida en el licenciado Ecardo, ha ido dejando atrás abrazos, variados besos, innumerables coitos naturales y orales, libaciones, al declinar su capacidad sexual reemplazándola en resolver nuevos problemas presentados, según inteligencia basada en el aprendizaje y experiencia cristalizada, va en aumento a cada latido, el tiempo para meditar distinto, lo que transitoriamente aviene a su ejercicio, martillándole entre otras ideas, la importancia, trascendencia o insignicancia del doctorear, representando idealmente capitalizar el uso de dicha palabra y la profesión de Gandhi. Un día despierta como de costumbre a repantigarse en el modesto sillón de su ocina, luego encaminóse al vigésimo juzgado laboral de la zona, con el objetivo de revisar actuados, con el trazo a seguir de ubicar primero al secretario ora especialista legal, concomitante a la misma hora se realizaba un informe oral dispuesto en el cuaderno de medida cautelar Nº 1234-0-199-34-0-1JC, ingresados los miembros de sala, de diez minutos solicitados para persuadir, solo cinco se habían concedido, cinta y medalla de color celeste sobre el terno del letrado, quien saludando al colegiado empieza a leer y al escucharse una campanilla dudando del transcurso de los minutos concedidos sin alcanzar a decirse la argumentación fue amputada, empeorada con áspera intervención de uno de los Superiores sobre la “alocución” leída, incisivo, al denotarse parcialización, yace en interior del expositor depresión, deciencia, incomodidad, subestimación, pese a no estar agotado su escaso tiempo, le inquiere ¿señor Pérez?, sin dejarlo terminar maquinalmente casi pateando la tribuna, éste lo interrumpe, solicitándole que se dirija a él como Doctor Pérez, en aras de decoro, respeto y seriedad que correspondía, solicita con tonalidad fuerte e infantil al Magistrado: Debe dirigirse a mi Persona como Doctor como lo hago Con Usted- al sentirse desarmado- considero se

encuentra alterado, no es permitido llamarle así, sin no cuenta con el grado académico. Replica, y para redondear reitera la imperatividad de guardar las formas en la sala de audiencias. no obstante el expositor fuera de sí, grita: ! No contestaré nada de lo que se me pregunta, (haciendo silencio y tragando saliva continua) usted no es más que yo, ni yo menos que usted! desprendiendo ambas partes negaciones implícitas, sin permiso, continuó con argumentos donde subyacían principios, éste desestimando lo dicho, no quiso incurrir en el doctoreo, interrumpiéndolo a cada instante, conversaba con su pares, evitando transcurrir la audiencia desnaturalizada, suspendiéndola para continuarse en el lapso de una hora, a ver si se disipaban las negatividades. Resultó peor continuada la cita apareció en el recinto el letrado ahora acompañado del Decano del Colegio de Abogados del lugar y todos sus miembros, todos sin corbata, con camisas manga cortas, otros en polo sin cuello, sin portar medalla, intentando en solidario presionar para que se cumpla con proferir el esperado “doctor”, el tribunal integrado como suele ser por más magistrados no sabían si apoyar ahora a su miembro de sala, mantenerse al margen, o cualquiera de ellos espetar el término, con la consecuente e implícita negativa impresión, ¡ era solo una impresión negativa! olvidándose el objetivo de resolver a favor o no de una de las partes procesales. Situación según Ecardo además de ser doméstica, sería para sí importante. Un celular lmante de los afectados con resolución subida en reexamen, proseguía despidiendo luz tenue, mientras los otros magistrados girando sus cuellos con dirección al centro de la mesa, aproximando sillas de espaldar repujado en madera de prominentes guras diversas, debatían espontáneamente sobre lo presentando, después de un momento minúsculo la decisión todavía no escritural, es deletreada, escuchada, multa al abogado por faltar de palabra al magistrado, impugnada en el acto con reserva de fundamentación dentro del plazo pertinente; correlativamente por espíritu de cuerpo, la sala en el acto denegó el recurso impugnatorio, generándose palabras altisonantes ahora también de las personas que estaban en el auditorio ante no acontecer solución inmediata, se suspendió la deformada audiencia de informe oral incompleto, dándose por terminada, menos, ni nunca, el inusitado incidente. A partir de aquel infausto día no cesarían los periódicos, radios, noticieros, revistas, tertulias en colegios de abogados de diferentes circunscripciones territoriales, levantado como tema principal, la exigencia de ser tratado como doctor por los magistrados, en la opinión pública el abogado multado realizaba con resentimiento una campaña de desprestigio contra los superiores, a través de aches, pronunciamientos, comunicados, pasquines, 221 radios entrevistaban, comentaban, por temor resultante diversos letrados terminaban alineándose según intereses a favor o en contra, pareciéndole coyuntural la idea para ser usada. En uno de sus recorridos cotidianos Ecardo observó a 300 jóvenes universitarios realizando en aquella mañana una singular protesta con pintado de murales y graftis en rechazo del uso de la palabra “Doctor” endilgada para abogados, manifestación dimanante de los hechos suscitados en referida sala, Javier Barturo Olaya, uno de los jóve-


nes promotores de la idea expresaba, la medida tendiente a recolectar 60 mil rmas para presentar un proyecto de ley al Congreso de la República, que prohíba a todos los abogados ser epitetados con el vocablo “Doctor”, a sabiendas de no serlo, proyecto direccionado a sancionar a los usuarios activos del doctoreo, centrándose en la receptividad del profesional, sea asintiendo u obligando al uso de la palabra, por subordinado o cualquier persona, transformando la facultad a imperatividad. Singular forma de protesta llamó la atención a transeúntes de turno, por supuesto Ecardo en su interior no dudada en que el mundo comenzaba a conspirar a su favor, haciendo un alto en su apresurada caminata, observaba como las personas se daban tiempo para estampar su rma al paso, con pancartas en mano y banderolas otros acompañantes mostraban anuncios donde se rechazaba mostrar en las placas de los abogados independientes la anteposición de la fatigada palabra, en rótulos, sea de magistrados, docentes, consultores, scales, o en sus tarjetas personales, u otro medio de darse a conocer. Se escuchaban declaraciones: "Los jóvenes rechazamos el doctoreo en el Perú, sobre todo por ser mala costumbre, restringir la libertad de poder llamar a un abogado, letrado, licenciado en derecho, sin necesidad de usarlo, dicho epíteto crea una cultura de desconcierto", turnándose en las arengas sin ayuda de estrado, ni equipo de sonido; sin embargo la perorata, poco a poco singular idea iba extendiéndose en ciudades, provincias, departamentos, en todo el país, objetivo deseado, por contrapartida el letrado sancionado con multa, continuaba con su batología mediática ante toda muestra de prensa, intentando torcer la atención dada a los jóvenes protestantes para enacar y engrosar su objetivo. Los opiniones abundaron a favor de plasmarse en una norma prohibitiva la recepción de la palabra en los profesionales abogados, proyecto de ley, liderado por el estudiante Barturo, de la carrera de medicina, las elucubraciones giraban con vacilación, sí sancionada la ley cambiaría el actuar de las personas, propuesta de norma a aprobarse sería prohibitiva a tenor en los siguientes sentidos: a) El otorgar y recibir el término doctor entre letrados carentes del grado académico; b) El uso voluntario del término doctor por letrados carentes del grado, en toda forma de marketing personal, estando sujeto a sanción de una U.I.T. aplicable por cada uso vericado; c) Proscribir de la conducta del letrado de obligar a cualquier persona a tratarlo con dicho término, sanción sujeta a multa de diez U.I.T. con desafuero temporal del Colegio; d) La norma no es destinataria de personas que libremente la usen, por costumbre, por cariño, tradición. Surgiendo cuestionamientos, recalcitrantes detractores, quienes argüían: ¿Quién controlaría la vulneración a la norma? La Dirigencia mencionaba que en el medio las personas se dejan impresionar por términos "rimbombantes", “..... término de doctor en cierto momento enaltecedor, hace valer por el chantado, en cierto momento servirá como publicidad, la aceptación del término en la ciudad no es bueno aunque en el campo tiene gran valor y distinción, siendo un poco más difícil de desandar, es que lo proferido hace parecer distinguido e inteligente, busca lograr asombro en los oyentes, admiración en el profesional sin conocer de su valía, sobre-

saliendo forma y fondo. Imaginemos las consecuencias del uso continuo para el profesional cazador de dicho valor agregado, se empleara dependiente mentalizando seguridad, elevación mental dependiente, colaborante al crecimiento del ego pudiendo ser capaz de prometer imposibles, obviando la necesaria concurrencia a aulas después del pre grado para nuevas lecciones en mayor nivel intelectual al ser compulsada, maestría, doctorado, especialización, no solo es monopolio Peruano, errado, o descuidado en países como Chile y Argentina” Los seguidores del letrado contraponen, haber correctamente calado tanto en el imaginario social, que será difícil eliminarlo, aunque imperfecta a través de su práctica continúa arraigada resulta determinante, olvidando para sus adentros el consecuente e inmediato satiszo de algo no ganado, ni trabajado, cualquier cerebro en uso de razón, meridianamente ilustrado podría despercudirse al ser consciente de la coetánea degradación conceptual del término que burla subrepticiamente la moral explicada por Arenia, actitud, correcto actuar, debería ser menos crítica, sin auto rasgamiento de indumentaria para cambiar, término y mecanismo operativo conllevan a una idea de error gramatical, conductual, formativo de idea fuera de correcto contexto, confusión y permisión del proponente y recibiente respectiva, en aras de reversibilidad de arraigada costumbre no podría mitigarse con emisión de norma prohibitiva, ya que ella no cambiaría en nada lo ya establecido. Después de tantas entrevistas, noticias, volanteos, disquisiciones, cóleras, tácticas, etcétera, el proyecto de ley al ser reputado como bodrio, no alcanzó ser aprobado, siendo determinante el libuster permitido al letrado invitado a manera de amicus curiae en el Congreso, logrando mantenerse hasta hora límite para votar por el texto del referido. Elaborado un balance se computará diecisiete encuentros de Ecardo, Barturo y el letrado contrario de Magistrados donde elaboraron estrategias de supuesta lucha, siendo a la postre la resaltante mantener el mayor tiempo posible en la opinión pública el tema sub exámine, adquiriendo objetivos comunes, incrementar clientes al abogado multado, así como para Ecardo, además naciendo en escenarios políticos el propulsor del proyecto, siendo en última instancia succionado para liderar un nuevo partido. Como siempre sucede cuando dedicas mucho tiempo al trabajo, descuidando la pareja ilustrada, carente de hijos, tiempo utilizado en logros extra familiares, conllevaría a Arenia para independizarse del concubinato, quien a la par de Barturo retoma desde una arista diferente la propuesta legal contra el doctoreo, para debutar políticamente como líder del Partido “Democracia, Inclusión y Género,” cuyo acrónimo dejaba leer DIGE, conformado ad portas de un nuevo proceso democrático, sabido en su afán de descontar votos a las agrupaciones clásicas necesitadas de ir variando las estadísticas o desinar nuevas opciones con bastante aceptación.


Logrado el lugar en la tierra pisada, con mejoras económicas producto de la capitalización de dicha palabra, coadyuvado por Barturo y el letrado multado, ante la necesidad de las bromas, juegos con características infantiles, regresa a su mentor, deviniendo unión mutua, puño, fuerza, posicionamiento mayor llegado con el transcurso de varios y variados años, siempre con visión del crecimiento profesional, diferenciador, no pudo escapar al preceptor admirado, para que lo endilgue, creándose motes para hilvanar hilaridad constante, pendientes de la innovación, de la reingeniería de la profesión, ante la competencia del día a día entre letrados; pero a la par fueron notándose nuevas circunstancias en su salud, su hablar se pausaba con constante tos que en algunas oportunidades lo ahogaba. Necesitaban apropiarse del conocimiento correcto del paradigma actual de la profesión de derecho, materializada como defensores de derechos y libertades, en todos los ciudadanos, servicio prestado ante encrucijada latente de discriminar el titular de los mismos del que impetra tenerlo, sin corresponderle, convencidos de los mayores benecios reportados por quienes carecen de razón, el servicio es preferentemente intelectual. El abogado nunca debe sentirse jerarquizado, de ser así dejaría de ser abogado por contravenir al carácter esencial, natural, congénito de liberalidad en el ejercicio de la profesión sea de intereses ajenos públicos o privados. Para ellos compartir estrictamente ocinas, sin compartir cartera de clientes (cliente portfolio), resultaría armación falaz de asociación, calicándose como supuesto de ejercicio individual de la abogacía, es que seguir actuando por cuenta propia del licenciado, poco aprovisiona en el nivel hacia la ecacia y competitividad, el ejercicio colectivo de abogados sigue imponiéndose por razones de competitividad, generando como sucede ante un cambio de paradigmas, como se lee de otros países, problemas en el derecho laboral que suponen irán solucionándose ad futurum por la distorsión en la prestación de los servicios. Sabían de le existencia de + de 130,000 abogados físicamente Colegiados, con el advenimiento de nuevos egresados en poco tiempo se contarán aproximadamente 200,000 abogados, dimanantes de las cuarenta Facultades de Derecho que albergan diferentes Universidades, aquella ineluctable masicación de la abogacía va camino a la segura pauperización. A pesar de la unión abogadil, Ecardo creía que aún no llegaba al ciento por ciento del reto propuesto, quizás le falte cuarenta por ciento para lograrlo, la formación personal como es el trato a las personas, el comportamiento ante el cliente, el aplomo requerido para ser tratado como profesional de prestigio; sin embargo en el desapego al ejercicio individual coincidieron, trabajando en equipo, con transparencia, lealtad, y aprendizaje colectivo, minimizando la intriga de los colegas que rumoreaban a su fusión con Richo “siempre serás limpia medias” induciéndolo al trabajo individual, como pastilla impulsadora utilizada y de realización de logros, se decía, nada se logra solo, por ejemplo

para que progrese un matrimonio se requiere que marido y mujer tengan que estar de acuerdo proponiéndose metas compartidas: el profesor si no encuentra alguien o muchos que lo ayuden no lograría la enseñanza, el médico necesita de la enfermera u obstetriz, etc. para ejercer su servicio, el chofer sin ayudante difícilmente podría iniciar su recorrido, entre otros. Continuaba, muchos focalizan lo material dejando de lado lo espiritual, pocos regresan la mirada para apreciar lo dejado atrás, remeditando a través de innidad de veces, reencontrando su preciosa soledad vivida en ocina-casa, escarbando en el hogar espacio meditable, Como aliciente a su soledad aprovecha el espacio dejado por su pareja que a pesar de faltarle incrustó en él ideales de moral y ética. En los momentos anteriores al ingreso o salida de los juzgados, al nalizar las diligencias, haber dispuesto los casos a tratar y monitorear en el día a los abogados que conformaban el estudio lo reforzaba, pocas veces libaba licor, de hacerlo era prudente, es que había decidido realmente y para siempre que su vida estaría otorgada a sus padres, tener equilibrio en sus relaciones interpersonales, entregado a Yahvé, su arquetipo Mohandas, seguir ejerciendo en plural como segundo del amigo Richo, alejado del hedonismo despidió hace mucho tiempo a Aristipo de Cirene; pero el tiempo le ganó, no le había otorgado la posta a nadie, no procuró prole, no alcanzó a coadyuvar en discernir el trascender en la vida de los que todavía se quedan en el mundo objetivo, del recordar. No planicó, no consultó oportunamente; la juventud que fue alegría, risas, llantos, correrías, juegos, juergas, concupiscencias, bailes, descansos, viajes, energía, pasaron como el viento; se sintió abatido para reivindicar el tiempo sin lograrlo, a las siete de la noche, de un día siete, de un mes siete, de un año no bisiesto, acompañado de su insuperable preceptor, a lo lejos alcanza a divisar aproximarse apresurada su único amor ¡Arenia!, ella alcanza a abrazarlo, besarle el rostro dibujado de luctuosidad todavía caliente, era imposible que salgan palabras, puras expresiones, no hay tiempo, expiró .

FIN


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