Tijuana Baja California 30 de Agosto 2020
Estimado Diego Armando Vázquez
Cada logro trae un maravilloso recipiente de confianza. Nos atrevemos más y más, hasta que somos lo suficientemente valientes para llevar a cabo empresas que superan por mucho lo que imagina la persona promedio. Cuando llegamos a ese nivel de consumada destreza, es tiempo tanto para celebrar como para la extrema cautela. Regocijarse está justificado, porque el alcanzar ese nivel de habilidad es por lo que nos hemos estado esforzando tan duramente por tanto tiempo. Es también el momento de la cautela, porque los tontos eventualmente intentan algo demasiado grandioso para ellos. El orgullo y la pasión los llevan a su perdición. Por lo tanto, mientras más expertos nos volvemos, más cautelosos deberíamos ser. Mientras mayor sea nuestra habilidad, más inestable es nuestro camino. Los más poderosos están también entre los más humildes. Al velar su luz hasta el momento adecuado, escapan al mayor de todos los peligros: la arrogancia. Cualquier cosa que quieras hacer, hazlo al máximo. Hay sólo unas pocas precauciones. Primero, debes darte cuenta de que nada es para siempre. Puede que logres tus metas sólo para darte cuenta de que ya no son importantes para ti. Está bien. Eso significa que has llegado al final de tu interés y que ahora eres libre para seguir con otra cosa. Segundo, tus ambiciones no deberían determinar tu vida. Eres primero un ser humano, y tus metas son meros adjuntos a tu búsqueda básica como persona.
Finalmente, deberías darte cuenta de que el realizar tus metas debería incluir la eliminación de todos los miedos. Una vez que hayas logrado esas cosas, realmente no tendrás nada que interfiera entre ti y la realización. Todo crecimiento viene con una alteración. Cuando un brote quiebra su envoltura y fuerza su camino hacia la superficie de la tierra, es el clímax de una larga y profunda acumulación de fuerza vital. Podemos pensar que pasó de repente, pero en realidad, surgió como producto de ciclos sutiles y ocultos. No importa qué tan extrema sea una situación, cambiará. No puede continuar para siempre. Así, un gran incendio forestal está siempre destinado a consumirse a sí mismo; un mar turbulento se volverá más calmo. Los eventos naturales se equilibran buscando sus opuestos, y este proceso de equilibrio está en el corazón de toda sanación. Este proceso toma tiempo. Si un evento no es grandioso, el equilibrio requerido es ligero. Si es trascendental, entonces puede tomar días, años, incluso vidas enteras para que las cosas retornen a un equilibrio estable. En verdad sin esos ligeros desequilibrios no podría haber movimiento en la vida. Es el desequilibrio lo que mantiene la vida cambiando. El centro total, el equilibrio total, sería sólo estancamiento. Toda vida es continua destrucción y sanación, una y otra vez. Es por eso que en medio de una situación extrema, los sabios son pacientes. Ya sea la situación una enfermedad, una calamidad, o su propia ira, saben que después del trastorno vendrá la sanación. La vida es una constante serie de oportunidades. Si no estiramos la mano hacia las cosas, si no aprovechamos lo que viene hacia nosotros, no podemos estar en armonía con la naturaleza esencial de la vida.
Esto es compromiso. Lo que sea que venga a ti, debes enfrentarlo de alguna manera. Lo recibes, y podrías alterar la circunstancia y dejarlo ir, o podría interponérsele algo personal, o podrías dejarlo pasar aun sabiendo. Hagas lo que hagas, no hay necesidad de ser apático hacia la vida. Cuando miras hacia atrás y te das cuenta de que has absorbido las enseñanzas tan profundamente que se han vuelto rutina, no es el momento de rechazar el sistema que has aprendido. Es el momento de utilizar lo que has aprendido. Debes expresarte, hacer algo en el mundo, crear nuevas circunstancias para ti y para otros. Sólo entonces la larga adquisición de habilidades se vuelve algo que vale la pena. ¿Qué es un arquero Sin un blanco? No es suficiente el tener la filosofía si no se aplica. Uno debe actuar. Las acciones, no las palabras, son las importantes. Pero el mero movimiento no tiene sentido. Uno debería tener propósito. Las metas de corto plazo nos ayudan a determinar cada etapa de nuestras vidas y a experimentarla completamente. Las metas de largo plazo nos dan perspectiva y continuidad. Las metas de corto plazo nos ayudan a comprender la temporalidad de la vida y, más aún, nos proveen de una manera de beneficiarnos de esa temporalidad. Las metas
de
largo plazo le
dan
enfoque
a
las experiencias
que
acumulamos. Nuestras metas deberían ser enteramente personales. Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Hay sólo una meta universal: una muerte elegante sin arrepentimientos. Al terminar viene la realización. Con la realización viene la liberación. La liberación te permite continuar. Ni siquiera la muerte es un verdadero final. La vida es infinita continuación. Siempre termina lo que comiences. Sólo eso es ya suficiente disciplina y sabiduría. Si puedes seguir esa regla, serás superior a la mayoría de las personas.
Cuando llegues al final de un ciclo, uno nuevo comenzará. Podrías decir que la conclusión realmente comienza en alguna parte hacia la mitad de un ciclo y que los nuevos comienzos son engendrados por acciones previas. Completar un ciclo significa realización. Significa que has alcanzado auto conocimiento, disciplina, y una nueva forma de comprenderte a ti mismo y al mundo que te rodea. No puedes detenerte allí, por supuesto. Siempre hay nuevos horizontes. Pero puedes ir a alcanzar esas nuevas vistas con renovada confianza y sabiduría. Con cada vuelta de la rueda llegas más lejos. Con cada vuelta de la rueda te liberas a ti mismo de la ciénaga de la ignorancia. Con cada vuelta de la rueda viene la continuación. Gira la rueda de tu vida. Haz revoluciones completas. Celebra cada vuelta. Y persevera con alegría.
Atentamente Anselmo Ricardo Jáuregui Luna