julio - agosto 2013, año III, número 1
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Río Arriba Digital
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Índice EDITORIAL Espejos Poblanos por David Corona
1
NARRATIVA Y POESÍA
Cigarro en la terraza por Alberto Enríquez
19
Constelación por Griselda Evangelista
21
Crísis convulsiva por Alma Vanegas González
2
23
Natalia era verde por Luis Marín
Mirada de domingo por Karina Zavaleta Huitrón
4
25
Diáfano por Jorge Manzanilla Pérez
Avecedaria por Rosario G. Towns
6
El canto de las ninfas por Eduardo Castillo
8
El primer día por Yeni Rueda López
Ninfa de agua por Miguel Tonhatiu Ortega
27
Mujeres cósmicas por Hilda Sotelo
27
9
29
Los perpetuos por Alejandra Enríquez
There´s a crack in everything por Marcia Donato
11
30
Nocturno sin cuerpo por A J. Eduardo Guerra
En el orgasmo de la palabra por Lemuel Luna
12
31
Amor al reciclaje Alfredo Yanez
Cumpleaños por Oliver Miranda Charles
14
Nostalgia por Dante Vázquez
14
Convalecencia por Eduardo Oyervides
17
La sonrisita por Juan Garzón
18
5 de mayo 1862 por Jorge Armando Pérez Torres
32
Editores: Sergio Osorio y Claudio Vázquez Pacheco Consejo Editorial: Gerardo Altamirano, David Corona, Nancy Mora, Carlos Alvahuante y César Pérez Web: Cristhian Salas y Kracko Diseño Revista Digital: Sergio Osorio y Cristhian Salas Río Arriba Puebla: David Corona Río Arriba Guanajuato: Carlos Velázquez Río Arriba España: Cecilia Córtes
GRÁFICA Cadencias por Isella Carrera Lamadrid
3
Las mareas por Marisol Cosmes Guzmán
5
Raíces por Victoria Díaz
7
Imago Mundi por Francisco Quintanar
13
Oráculo de la seguera - Fractal por Escabernal Venado III por Tabata Bandin Rama
15 20
Ainda Sonhar por Jorge Armando Pérez Torres
22
Maarakame por Miguel Cisneros
26
Contraportada H por Gabriela Tolentino
Río Arriba revista digital Foto de portada: “Calavera” Tabata Bandin Rama Río Arriba recibe colaboraciones de obra gráfica y literaria, próximo número: de tema libre según los lineamientos y calendario publicados en: http://gacetarioarriba.blogspot.com/.
Los autores y artistas gráficos son responsables de su contribución, la cual no refleja la opinión de Río Arriba. Esta publicación digital no persigue fines de lucro. Escríbenos a: rioarribaporlacultura@gmail.com
Editorial Espejos Poblano por David Corona (Río Arriba Puebla) Existe en la ciudad de Puebla la venta de unos espejos que están hechos de concreto (le llaman hidráulico), con la venta de estos espejos la ciudad ha quedado dividida y cegada de toda senda que nos lleve a la razón. Eso siempre pasa con los espejos, cuando enfocan con él al cuerpo que expide luz sin más ni más golpea los ojos de quien lo mira propinándole así una lesión ocular y ceguera momentánea. Pero ¿Qué pasa con esos espejos que provocan acaloradas pláticas entre amigos o aletargadas reacciones entre los ciudadanos indiferentes a la venta de estos artefactos que en apariencia no son sino cosas comunes y casuales? Bueno, resulta que hace como tres años reapareció en Puebla un hombre con cualidades dudosas para explotar la venta de la artesanía local, no nada más de los espejitos (que algunos les llaman de hidráulicos) sino de exportar a otros países la imagen de la artesanía poblana en general; ninguno de los comerciantes establecidos se opuso a la reaparición e ideas de este hombre que, anterior a este oficio de promotor cultural, se dedicaba a la administración de un negocio familiar que ahora no viene al caso discutir, e incluso el gremio de comerciantes creyó que si esta persona tenía facultades de tocar otras puertas que fuera nada más el mercado estatal o nacional pues estaría bueno. Parece –a tres años de su llegada- que no está pasando gran cosa con la comercialización de la imagen de Puebla hacia el mundo, se han preparado quermeses y banquetes para que los compradores de chucherías se acerquen a los productos poblanos pero resulta que adquirir un artículo para su venta sale más caro que venderlo… Mejor yo me lo quedo de recuerdo, dice el vendedor de artesanías. Como es de imaginar, el “cirquero” salió vanidoso; no explotó la imagen de Puebla, explotó y sigue explotando su nombre a costas de tan importante ciudad histórica y culturalmente hablando. Página - Uno
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CRíSIS CONVULSIVA por Alma Vanegas González Sombras de cadáveres nublan mi conciencia. Un picoteo de buitres comehumanos. Instante marmóreo. Se cimbra mi huesadumbre. Me convierto en nota grave que resbala del pentagrama de mi cotidianidad. Mi alma roza los dedos de la muerte. Se escarcha. Al fin logro despertar.
Cursó el taller de creación literaria en el centro Cultural Xavier Villaurrutia y el taller de iniciación literaria Amoxcalli. Ha participado en lecturas de cuentos en el centro cultural José Martí, en la feria del libro del ferrocarril suburbano, en los encuentros Literarios; Un rio de Palabras y Todas las voces todas las palabras en la delegación Azcapotzalco. También participó, en 2013, en la Feria Internacional del Palacio de Minería con el recital; la poesía hoy, con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Actualmente, cursa el séptimo semestre de la Licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Página - Dos
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Cadencias
Isella Carrera Lamadrid
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Natalia era verde por Luis Marín Natalia era verde. Y la llamábamos “la perro”. Su piano también era verde. En ocasiones, también Chopin era verde, pero no siempre. Cuando hacía frío y era de noche, sí. Cuando no, era la nieve de mamey. Natalia tenía un quetzal posado en su hombro. Tatuado. Cerca de su corazón. Amábamos a Natalia, todos. Y Natalia nos amaba, a veces. Cuando lloraba, llovía. La besábamos cuando estaba borracha. Sus besos eran divertidos. Sus labios libres. No la besábamos cuando estaba sobria. La fiesta era el pretexto, por todos lados. A nada temía Natalia, más que a ella misma. Pero yo le temía mucho. No a ella, no a sus notas. A sus palabras. Le temía a sus ojos profundos. Y a su libertad tan desmedida. Natalia era verde y yo, como todos la que la conocen, la amaba. En silencio la amaba. En gritos estridentes la amaba. En palabras sencillas la amaba. Pero ella amaba a todos. En realidad no amaba a nadie.
Página - Cuatro
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Las mareas
Marisol Cosmes Guzmรกn
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diáfano 23 por Jorge Manzanilla Pérez III ¿Por qué callejón viene Leticia? Los sudores del recreo se siguen escribiendo aun cuando Papá se enoje y escupa fogatas aun cuando Mamá jale las patillas del cielo para regañarla. Hoy Leticia dibuja la infancia con el iris.
IV Cuando creíste en el sueño ciego ¿Creíste dormir con imágenes que forman pájaros de azufre? He leído en tu oreja parte de mi infancia. Leticia no debes de olvidar a Lalo. El chico que traza un río de vocales mudas. Lety, recueda que mi abue se mira con tus ojos, Por tanto conoce la historia de Sergio y sus llanuras. Eres la mujer de la camilla veintitrés y todavía murmuras juventudes.
Licenciado en literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Guerrero.
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Raíces
Victoria Díaz
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El canto de las ninfas por Eduardo Castillo Trovas que dañan mi garganta. En mi yugular escurre tu nombre líquido, tu espasmo hacia lo cotidiano, y mi dual re-sentimiento ante la “intelectualidad”. No es que quiera ser disidente para ser romántico, ni romántico para ser diamante en bruto ante ti, recolectora de piedras. No es que quiera un permanente espacio en tu habitación, mucho menos. Ni realeza ni plebeyo admirador, no. Es que acaso me gusta el limbo de tu boca [su miel de aguarrás y queroseno, su hiel de carisma, bella y sublime], y por eso tengo pesadillas en las que, con voz serena, me cantas al oído, mientras lloran las calandrias un último adiós intraducible.
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El primer día por Yeni Rueda López
Elía intentó trepar una de las laderas de la barranca, pero las piedras estaban tan húmedas que la hicieron resbalar. Un jicote se había quedado atorado en una rama, y aunque quise darlo por perdido ella insistió en recuperarlo. Me senté en una piedra y la vigilaba de reojo. El agua que caía de la ladera le mojaba el vestido, que se adhería con naturalidad a su piel. Los pechos pequeños chocaban directamente con el agua y en cuestión de segundos, los pezones se asomaron a través de la blusa del vestido. Una parte de mí quería ayudarla, pero otra, con más fuerza, me obligaba a quedarme sentado, observando el cuerpo cada día menos infantil. El sol estaba alto en el cielo, y los rayos de luz se colaban entre las hojas. Los pájaros brincaban de rama en rama, con palitos para sus nidos. Para dejar de pensar en Elía, comencé a aventarles piedritas a las aves que pasaban cerca de mí, me repetía a mí mismo, que esa de enfrente era mi prima adolescente, y que cualquier acercamiento erótico, sería más perjudicial para ella que para mí. El rumor calmado del río me provocaba sueño. Estaba a punto de quedarme dormido, cuando escuche el impacto de un objeto contra las piedras del río. Abrí los ojos. Elía estaba en el riachuelo, con el cuerpo humedecido por completo a causa de la caída. Cuando me acerque a ella tenía las piernas llenas de musgo, agua y tierra. El jicote estaba roto a sus pies. Pasé su brazo por mi cintura y la tomé de las caderas. Cojeaba del pie izquierdo. La llevé hacia la piedra. Cuando se sentó noté un hilo rojo que comenzaba a correr del interior de su muslo derecho
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hacia la rodilla. Pensé que se había cortado y le pedí que se levantara la falda del vestido. Ella lo hizo sin reparo. Ahí, en la pierna derecha, había una grieta roja de la cual manaba el hilito sanguíneo. Cerca de la ingle tenía una pequeña herida, un rasguño que parecía ser peor a causa de la sangre escandalosa. Después la miré, tenía el rostro enrojecido. Su respiración aumentaba con violencia. Nunca me pareció más hermosa. Besé entonces el rasguño de sus muslos, ella se dejó hacer por completo….
Estudiante de Lengua y Letras Hispanoamericanas en la UNAM. Asistente Editorial en el Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de Morelos. En 2012 fue seleccionada para participar en el Curso de Creación Literaria organizado por la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana, en el área de narrativa.
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Los perpetuos por Alejandra Enríquez No tenemos remedio, sembrando jardines en donde no florecen. Tenaces, siguiendo senderos mal trechos. Ahí donde debiera haber campos no hay más que desierto y dos pares de labios resecos. Ser parte del día para escarbar de noche en lo tugurios de los desposeídos manipular los mismos muebles, las mismas sillas, justo enfrente de los ojos [donde no están ni los tuyos ni los míos]. Cerca del templo donde no se acaba nada pero siempre se anuncia todo. [justo ahí] Se esbozan y desvanecen las siluetas de los amantes que no pueden ser amantes, los desimantados los amorosos que se esconden y se respiran de lejos para sentirse cerca. Compañeros ocultos y escondidos del tiempo y las instancias, instrumentos del deseo
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desorquestados y silenciosos, herederos de las circunstancias de los años pasados y venideros acostumbrados a recuerdos y porvenires dueños de sonrisas que se desvanecen color polvo en el aire. Los perpetuos.
Nocturno sin cuerpo por A J. Eduardo Guerra
El eco de unos pasos dobló la esquina; intenté abrazarlo y no encontré mis brazos, intenté seguirlo y no encontré mis pasos. Era mi sombra que me llevaba cargando; quise gritar, pero mi voz ya no estaba, se había suicidado... cuando dejé de soñar.
Nació el año de 1980 en México D. F. en la delegación Coyoacán. Es fundador del “Taller de música”, proyecto que tiene como meta contribuir para que la gente tenga acceso al conocimiento musical y totalmente personalizado. Sus estudios de música clásica han sido complementados con sus investigaciones en torno al fenómeno poético. Ha escrito un ensayo donde se devela el vínculo entre arquitectura y poesía, “Visión de arquitectura” Todas las disciplinas tienen un denominador común: todas están dotadas de lenguaje, por tanto todas las artes pueden poetizar, nos dice y teniendo en mente eso su formación ha sido multidisciplinaria.
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Imago Mundi Francisco Quintanar
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Amor al reciclaje por Alfredo Yanez -Adiós- grita Martha al sedan blanco que se aleja. Al entrar a su casa, su mamá le dice - Hola hija, habló Arturo, tu novio- Gracias mamá, más tarde le devuelvo la llamada. -Hija, que bonita bolsa- Gracias mamá, está hecha con sobres de aluminio de comida chatarra y galletas. -Hija, pero que bonito monedero tienes- Gracias mamá, este se hizo con botellas de plástico. -Hija, el chico con quien te besabas en el carro ¿Era tu ex-novio Alex?Sí, mamá, sí.
Nostalgia por Dante Vázquez M Una tarde gris, Julián encendió un cigarro y comenzó a revisar minuciosamente el interior del pequeño cuarto de alquiler que desde hace tres años y medio utilizaba como bodega. Encontró polvo bajo el polvo, mosquitos marchitos, cadáveres, fotografías, imágenes de sus propios pasos, juguetes, ángeles sin alas, amigos imaginarios, libros, esporas de tiempo listas para ser aspiradas nuevamente… recuerdos. Todo en su lugar. Nada faltaba. Sin embargo, algo había cambiado. La última bocanada de humo se transformó en un silencio que fue roto por una voz femenina. Lloviznaba.
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Orรกculo de la se
por Esca
Pรกgina - Quince
Libre Libre
eguera - Fractal
abernal
PĂĄgina - DiecisĂŠis
Libre
Convalecencia por Eduardo Oyervides Me habían dicho que me quedara en casa toda la noche, según el doctor y mis amigos mi cara empezaba a palidecer y a quedarse sin expresiones. Apenas podía ofrecer una sonrisa que más que sonrisa parecía una mueca de disgusto. Me quedé toda la noche solo, en casa, viendo la televisión. Empezó a llover. Eran las 10 cuando mi televisor comenzó a fallar, me paré a revisar la antena y nada; la golpeé una, dos, tres veces y nada. “Vaya, vaya, me dije, seguro es algún problema de la antena aérea” y subí a la azotea con cuidado. Lentamente comencé a revisar la antena, la lluvia me calaba los ojos y tenía frío. Tocaba el tubo, movía los cables, pero no había reacción en el aparato. Después, un segundo, y ya no sé… véame aquí, hablando con usted mientras esperamos el diagnóstico. Por cierto, no sabe ¿cuánto quedó la selección?
Nació en Cuernavaca, Morelos un 26 de Junio. Lleva 20 años de feliz inexistencia sin peinarse. Le gusta observar al rededor y siempre está buscándole esa cosquilla, algún pinta pie que lo tire a escribir. Si no tiene cigarros busca el amor y también viceversa.
Página - Diecisiete
Libre Libre
La sonrisita por Juan Carlos Garzón Mejor cuídate, carnal, la sonrisita ya ves que traen los dioses bien checados al soberbio, al petulante y al ojete y sobre todo al jovial desfalcador que trae colgando su sonrisa como bolsa Gucci si te la ven perlándose en tu cara te la raspan como Liquid Paper con el filo de una regla te la arrancan lento, se toman su tiempo como se arranca con las uñas el precio a los regalos dejando abajo los residuos desdentados, la pelusa sucia o lo hacen rápido, de un portentoso zape que te la tira al suelo del impacto mejor mira para abajo cada tanto, y da un suspiro o tápala con trapos o invéntale un pretexto, un nombre di que así naciste o que de niño te dio un aire que ya aprendiste la lección, que no es un juego y que si es acaso un juego, vas perdiendo, vas perdiendo porque el día que te ven contento profunda, verdadera, inexplicablemente contento gratuitamente contento y malditamente contento contento sin el yugo de un imperio entre tus rígidos, tristes dedos el pinche coche ya no arranca o te hablan de esa chamba para decir que siempre no, que muchas gracias o te mueres. Página - Dieciocho
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Cigarro en la terraza por Alberto Enríquez Al terminar de hacer el amor, habíamos quedado tirados como hojas secas flotando sobre una laguna. Apenas iba a amanecer y el ruido lejano de un avión atravesó el cielo y me despertó, enseguida me levanté, y fugándome desnudo entre el silencio de la habitación llegué al pasillo, crucé la sala hasta finalmente salir a la terraza que se encontraba en alto como balcón. Era cálida aquella mañana, el cielo iba despertando de la obscuridad a los tonos azules, después de sentarme en una silla me incliné sobre la mesa para tomar el paquete de cigarros que estaba encima. Mientras llegaba el canto de algunos pájaros encendí un cigarro. De uno de los arcos de la terraza colgaba un lazo con su ropa puesta a secar, noté que por ella se traslucían los primeros golpeteos de la luz que venía del horizonte. Los árboles allá abajo iban tornándose verdes, y yo fumaba y adivinaba el sol a través de la delicada tela de encaje de sus calzones. Vi que del otro arco que se hallaba a mi lado derecho colgaban un par de pantalones y camisas de su esposo. El viento agitaba toda la ropa como agita las banderas de una plaza de armas después de un desfile. El cigarro se acabó y me quedé mirando cómo el sol que montaba al fondo del extenso campo iba iluminando mi cuerpo desnudo. A lo lejos, sobre la carretera que conducía hacia la ciudad, vi aproximarse el auto de su marido. Me puse de pie y fui al cuarto de huéspedes a vestirme, ya que no tardaría más de cinco minutos mi hermano en llegar a la casa. Nació en la Ciudad de México en septiembre de 1985. Tiene una Licenciatura en Psicología y una Maestría en “Saberes en Subjetividad y Violencia” ambas en México, actualmente estudia una segunda Maestría en “Psicoanálisis y Campo Social, especialidad en Clínica del Cuerpo y Cultura” en la Universidad de Paris VII Denis Diderot, Francia.
Página - Diecinueve
Libre Libre
Venado III
por Tabata Bandin Ram
Pรกgina - Veinte
Libre
Constelación por Griselda Evangelista Dentro de la casa El silencio abrigador De la noche. Dentro de mí tú, Con pequeños movimientos Que simulan latidos cardiacos Queriendo escapar De la prisión que es mi piel. Y que adopta una nueva apariencia: Una esfera, o mejor, luna llena Moviéndose en la terraza Expandida del vientre. Los dos atrapados En un solo cuerpo Esperando a que el cielo Se estrelle y nos libere.
Estudió la licenciatura de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Página - Veintiuno
Libre Libre
Ainda Sonhar
por Jorge Armando Pérez Torres
Página - Veintidós
Libre
Mirada de domingo por Karina Zavaleta Huitrón Las personas caminaban en grupo deleitándose con el espectáculo que la vida salvaje ofrecía: criaturas con una exquisita destreza al acicalarse y una magistral habilidad para insuflar los pulmones. Adolfo sostenía el teléfono móvil durante el recorrido; alternaba los ojos entre la pantalla y el suelo para evitar una caída no programada. De cuando en cuando, de sus manos emergían un par de dedos extra capaces de realizar veloces movimientos que emitían sonidos similares a cinceladas. -Papi, papi mira a los monos.- Estridentes risas surgían de la multitud cuando aquel pariente lejano (cercano en algunos casos) dibujaba una parábola perfecta con su orina al balancearse. Mensaje de texto enviado. Los ojos de los niños casi escapaban de sus órbitas para buscar ávidamente a las huidizas panteras.- Papi mira, ese gatote es un poco tímido.- Usted ha recibido un mensaje de texto. Adultos y niños se enternecieron ante el titánico elefante y su cría.- Mira papi, ese elefante cuida a su bebé como tú a mí.- No hubo respuesta. Los leones provocaron una exclamación en coro al mostrar sus mortales fauces.Papi mira, es igual a ti cuando bostezas.- La batería se ha agotado. Con la pantalla muerta, los ojos de Adolfo encontraron consuelo y vivieron su duelo en los gastados adoquines. -Papi, papi, mira esos peces, han organizado una coreografía, la saben de memoria, ¡ninguno comete un solo error!-
Adolfo se encontraba a dos
centímetros de una sólida pared de cristal, gracias a un acto reflejo entornó los Página - Veintitrés
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ojos para evitar un vergonzoso golpe, y ahí estaba: solitaria, taciturna, flotaba en su propio universo con la serenidad que 100 años de ciclos cardíacos le habían brindado, nadaba al ritmo del deshielo glacial, protegida del cataclismo sólo con un escudo de escamas comprimidas y un aguerrido espíritu. Mutua mirada. La retina de Adolfo se apagó y la profundidad de su consciencia fue testigo del más fino espectáculo: un matrimonio por conveniencia, una amante, el festival del día del padre olvidado, la funesta rutina de ordenar documentos, el viaje ácido de la semana pasada, ideales destrozados, el endiablado teléfono móvil, mil sueños frustrados, tal vez mil uno; un lecho frío, la prostituta de anoche, la sonrisa del niño, otra prostituta, un perpetuo vacío. Su boca fue invadida por un gusto putrefacto, su estómago se vació violentamente al tiempo que la insistente voz preguntaba: papi ¿por qué a la tortuga sí la miras?
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AVECEDARIA por Rosario G. Towns - su cuerpo es alarido hacia la alturaJulio Trujillo
Una luz indescifrada despliega las hojas del hangar poético; la idea toma ,por instinto, una pista blanca y sobre la línea de trayecto, deja una marca de sentir; entonces despega vuelta palabra. Ya en el romper del aire: escuchan los atentos, miran los curiosos, la agradecen los buscadores. Pasa el saludo de alas buenas y esquiva a las rapaces; comparte con cometas, banderas y ,de nobleza, hace bajeos entre mariposas. Perfora con caricia la nube blanca, apenas le lastima la espesura de otras y el alfiler de un rascacielos. Resuelve la quemazón del ocaso; no es freno la lluvia con timbales y látigo de espejo. Si le viene el negro obligatorio, rebasa aun el ojo pálido del mundo cobijada entre plumas angelinas y ,se activa su luciérnaga inherente hasta que llega no sabe adonde, bienvenida, pero que bien conoce desde el partir.
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Maarakame por Miguel Cisneros
PĂĄgina - VeintisĂŠis
Libre
NINFA DE AGUA por Miguel Tonhatiu Ortega ¡Magnífica diosa del agua! No podrás volver por el camino que te trajo. Incluso, no podrás narrar ni siquiera el lugar donde fundé Delfos. Yo, mortal; me llaman Polo. Aunque surqué dos veces la traza del río, ningún libro hablará de mí. ¡Oh, Ninfa, extraño el color de tu divino peplo! Mi vida está marcada por el destino. Es triste parecerse a un dios y matar a una sierpe inofensiva.
Mujeres cósmicas por Hilda Sotelo Fragmento (…) El fantasma anunciaba su llegada exactamente el día 12 de diciembre de uno de esos años; el día de la Virgen de Guadalupe, la divina verde que extiende sus brazos lo traería, iría a Calafia, la reina amazónica a anunciarle la venta de una casa en El Paso, Tx. Seis largos meses sin saber de él, una encarnizada lucha se curtía en mis adentros, seguía. La culpa, el desasosiego, el haberlo convertido en hombre comprometido, transfigurarlo en intelectual, macho, libre, águila, guardaba el reencuentro. Yo estaba en Puebla frente a Marisol, habíamos asistido a la boda del Hijo contigo, la boda de la ilusión, testigos de la felicidad de otros departiendo el bien hacer, el buen decir, íbamos a perfeccionar el momento. Fotografías paredes rojas, sabores culinarios de altura, salón pequeño, grandes amistades, gente ataviada a lo Cholula, jueza cara de monja bigotona, leía la cartilla matrimonial, aseguraba que el hombre por si sólo sería infeliz, insatisfecho, -la tierra está llena Página - Veintisiete
Libre Libre de tentaciones- Los novios deberían permanecer juntos en pro a sostener las leyes, la institución en pareja, henchir la especie, la iglesia metida al cien por ciento en la constituyente del acta matrimonial, el estado subyugado por cuanta patraña patronal. La ceremonia era breve y eterna a la vez, la jueza con un dejo lesbio, recién regresada de la isla (olfateada a cuadras antes de su llegada), no sostenía la mirada de los presentes, iba a asegurar la mano de los amantes, la religión, el temor, el papel amarrados del tiempo en la tierra, -trámite, mero trámite - dijo la novia, pero su tremenda mueca de satisfacción, de mujer embarazada que atrapa marido, la delata, se lanzaba al novio con dulzura angelical, besa, lo llena de miel la lengua, agradece y bendice que sus monos santeros le hubieran dado la providencia a salir de Cuba, y de pasada encontrar el amor en la buenaventura necesitada de nuestro amigo. Él, feliz y dichoso sembrado a las afueras de su apartamento, implantaba la semilla en en el patio de su casa, al igual que en el vientre vientre de la rubia ojiverde cubana, al sueño de ser esposa y madre, libre, fuera de aquella isla que amaba y añoraba tanto atada dentro de sí misma…
Página - Veintiocho
Libre
There´s a crack in everything por Marcia Donato Hoy es el día en que todo se rompe los caminos serán atravesados por grietas abismales todas las paredes caerán fracturadas los edificios explotarán en tormentas de polvo. Hoy es el día en que todo se rompe y yo no estoy parada al centro de nada De cuclillas todo me duele más, llueve ira y moja las banquetas del presente ahora pasado. Hoy es el día en que todo hace ¡crash!... se cae la luna y rompe el mar, los apretados puños se siembran en los escombros. De cuclillas todo me duele más quiero romperme la cabeza entre las piernas. Hoy es el día en que todo se rompe ahora no soy mujer ni hombre en el estómago me estalla la muerte salpica los restos de mi vida. Hoy es el día en que todo se rompe.
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Libre Libre
En el orgasmo de la palabra por Lemuel Luna Anoche descubrí que Adán y Eva eran una quimera, que el Big Bang jamás detonó y que mi nacimiento está en tu boca. Anoche descubrí el evangelio en tus ojos y un orgasmo en la palabra
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Libre
CUMPLEAÑOS por L. Oliver Miranda Charles ¿Mi edad? Dos dígitos. Celebro entre amigos y uno que otro extraño. Caen sobre mí la rutina, el tedio, a veces alguna mujer, una de tantas que bebo solo para llenar el vacío. (Pero sigo cayendo.) El mal humor vuelve, la nostalgia me invade (El calendario se acaba.) Otro año se ha ido veloz, fugaz, y yo a destiempo, con las horas gastadas y mi corazón negro. haciéndose viejo. Director General de Revista Literaria: INFAME
Página - Treinta y uno
Libre Libre
5 DE MAYO DE 1862 por Jorge Armando Pérez Torres Una vez más el sol se había ocultado detrás de las oscuras nubes de mayo, la lluvia desbordaba los pequeños cráteres originados por los cañones mexicanos y franceses; pequeños ríos de sangre regaban la montaña, tornando las piedras tinta en sangre. Los gritos de rabia y dolor, los relinchos de mulas y caballos, el fuego de los fusiles, y el choque de sables y bayonetas, constituían el canto de la batalla. Un pirata somalí, traído desde los mares europeos, capturado en batalla por las fuerzas reales de Francia e incorporado a la unidad de zuavos, yacía de rodillas, sobre una charca; a su lado, yacía un indio zacapoaxtla, y en su mano, aún mantenía la brida de su yegua, la cual, lo olfateaba intentando reanimarlo. Las tropas de ambos ejércitos peleaban en lo alto de la montaña, bajo un cielo nublado que peleaba al lado de los mexicanos. Muy pocos habían quedado atrás, solo unos cuantos zuavos, artilleros, y lo que quedaba de la caballería, que no era mucho; casi nada. El zuavo levantó la cara a la lluvia, y dejó que ésta le limpiara el rostro de pólvora y sangre. Se incorporó y tomó la brida de la mula del cadáver a su lado, tomó su arma, y marchó colina arriba. Qué importaba morir. Ya estaba lejos, muy lejos de sus mares; lejos de la libertad. Estudiante de la Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En 2011 ganó mención honorifica en el concurso de cuento “Algún otro lugar” dedicado a la memoria de George Harrison, con el relato: “The Inner Light”, el cual fue editado en una antología de cuento. También ha participado en la revista virtual “LETRAS DE RESERVA” en sus números dedicados a “ELECCIONES” con el cuento “Conversación sobre la imbecilidad” y “FALSEDAD” con eltexto “Redención”. En 2012 fue galardonado en renglón de cuento con cuarto lugar en el “I Concurso Internauta Internacional de Cuento y Poesía”, organizado por el escritor: Laab Akaakad, con el cuento: “Morning Spring”.
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H
Gabriela Tolentino