Punto.Cerro - Cuerpo, Ciudad y Género

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Año 1 Número 1 Octubre 2018

Vol. 1: Cuerpo, Ciudad y Género


Licencia de Producción de Pares Atribución – Compartir bajo la Misma Licencia – No Capitalista Ud. Es libre de: • Compartir – copiar, distribuir, ejecutar y comunicar públicamente la obra. • Hacer obras derivadas Bajo las condiciones siguientes: • Atribución: Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciante (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o que apoyan el uso que hace de su obra). • Compartir bajo la Misma Licencia: Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, sólo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idéntica a ésta. • No Capitalista: La explotación comercial de esta obra sólo está permitida a cooperativas, organizaciones y colectivos sin fines de lucro, a organizaciones de trabajadores autogestionados, y donde no existan relaciones de explotación. Todo excedente o plusvalía obtenidos por el ejercicio de los derechos concedidos por esta Licencia sobre la Obra deben ser distribuidos por y entre los trabajadores. Edición: Colectiva Raya-Montaña Número 1 Año 1 riosinvisibles@gmail.com Portada: Jaaska (instagram.com/jaaska_se) Intervención de Geometría Enlazada en la Colonia Independencia, Monterrey, Nuevo León, México Agradecemos a cada unx de lxs autorxs participantes de esta edición.


Índice Editorial ....................................................................................................................................... 2 Espacios asediados: Cuerpo, Ciudad y Territorio ............................................ 4 Notas sobre la guerra del narco, auge constructivo e inmobiliario y proyectos comunitarios en el centro de la ciudad de Monterrey. 5 El colapso de las megalópolis en tiempos del apocalipsis: de cómo el capitalismo transforma ciudades en ratoneras. .................................... 10 Narrativas corpoterritoriales: Memoria, Espacio y Utopía ..................... 13 Corona de flores. .............................................................................................................. 14 La felicidad es belleza. ............................................................................................. 17 Hueles feo, decían. ......................................................................................................... 21 I .................................................................................................................................................... 23 II .................................................................................................................................................. 23 III................................................................................................................................................ 24 La Gente del Tren .............................................................................................................. 26 Terror cristalizado ......................................................................................................... 23 Gramáticas del poder ....................................................................................................... 23 Amaneceres fríos, tardes calientes y noches refrescantes ................. 25 Epílogo .......................................................................................................................................... 28

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Editorial Somos Punto. Cerro, Somos colectiva Raya-Montaña Somos los pasos que hemos andado a lo largo de la ciudad(es) y las andanzas que la(s) ciudad(es) han dejado en nosotres mismes. Somos los cuerpos de concreto que se levantan en las calles y persisten en sus fibras, cual raíces, retornando a la carne de los que ya no están, de les desplazades, de las voces silenciadas y los senderos truncados.

La colectiva nace como un espacio de comunes, como una resistencia feminista a los despojos del capitalismo, a las dinámicas fúnebres de este sistema absolutista donde pocos tienen todo y donde muchos tienen nada, como un grito de alerta ante la realidad misógina y patriarcal que mata mujeres a granel, que consume cuerpos como colaciones y que normaliza la violencia como acto consecuencia del descarrío femenino. La colectiva no olvida ni perdona, enlista cada noche los nombres silenciosos de cuerpos sin duelo que no están, los nombres de aquellos que jalaron el gatillo y de los que dieron la orden, de los que lo vuelven legal y de quienes voltean a otro lado u ocultan la verdad.

Sírvanse estos textos como nuestra prueba de vida, como nuestra responsabilidad de permanencia y resistencia. Sírvanse como la presentación de una alternativa y un llamado: no estamos soles.

Estos textos, nuestras palabras y recuerdos, notas de libertad, escudos de solidaridad. Estos textos que esperamos se esparzan en la tierra como semillas de porvenir, son nuestra historia, nuestra identidad, nuestro camino. Esta 2


piel que ahora se expresa como libro se compone de dos temas que nos tocan y trastocan: la ciudad y el cuerpo, el cuerpo de la ciudad, las ciudades en los cuerpos.

Somos espacio, memoria y vida, asĂ­ compartimos lo que somos, sufrimos y gozamos. Somos humanes, somos historia, somos promesa y responsabilidad. La asumimos probando las voces de quienes tengan algo que decir, de quienes quieran escuchar. AsĂ­, invitamos a toda lectora, a todo lector a contemplarse en estos dichos, a debatir las experiencias y construir puentes.

Con invitaciones y esperanza de futuro, despedimos este intento editorialista que marca un inicio, un medio, pero nunca un final.

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Espacios asediados: Cuerpo, Ciudad y Territorio

Investigaciรณn y divulgaciรณn desarrollados en el marco del estudio de la Ciudad, el Cuerpo y el Territorio.

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Notas sobre la guerra del narco, auge constructivo e inmobiliario y proyectos comunitarios en el centro de la ciudad de Monterrey. Nydia Prieto Chávez, Cristóbal López Carrera. “Bueno sí, este desarrollo urbanístico contó con la asesoría de un despacho arquitectónico internacional muy bueno y se preocupa mucho por el tema ecológico porque reforestamos el sitio con puras plantas nativas. Aunque en verdad, como es un desarrollo muy caro y cerrado la gente que está empezando a comprar son familias de otras zonas de la ciudad o el norte de México que viene huyendo de la violencia e inseguridad; es más, me atrevería decir que algunos de los primeros que están comprando departamentos son los mismos que provocan o lucran con esa violencia. Ups, creo que eso último no debí haberlo dicho yo, pero lo dije.” -Fragmento de diálogo con joven arquitecto del TEC que trabaja en un desarrollo arquitectónico de vanguardia, en Valle Poniente-. La construcción es la principal actividad económica en que se lava dinero del crimen organizado. Es lo mismo aquí que en China, Italia o Estados Unidos. La fluctuación en la cantidad de muertos y desaparecidos por la guerra del narco en la ciudad y el norte de México es inversamente proporcional al auge local de

construcciones

inmobiliarios,

verticales

inversiones

y

grandes

públicas

y

desarrollos privadas

en

infraestructura urbana, así como proyectos arquitectónicos de firmas internacionales1. En esta

lógica “hacer

ciudad” se

Beneficiarse de la guerra a sangre y fuego no es exclusivo de Monterrey ni tampoco algo nuevo. El crecimiento de esta como capital industrial tuvo mucho que ver también con otras dos guerras generadas por el vecino del norte: la de 1848 y la guerra de secesión norteamericana (1861-1865). La pérdida del territorio mexicano que ocasionó la primera benefició a Monterrey porque la situó como la ciudad de frontera que hegemonizó el tráfico comercial legal e ilegal entre México y Estados Unidos. La de secesión porque bloqueados los puertos del sur confederado y esclavista buena parte de su producción más importante (algodón) salió por los puertos del norte de México (Matamoros, Tampico) que controlaban ya, los comerciantes de Monterrey. Esa acumulación de capital comercial producto 1

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presenta como la ocupación del

espacio público y lugares

vividos (sobre todo casas y micronegocios) para privatizar en nombre de ideas o proyectos urbanísticos de vanguardia o hasta presuntamente comunitarios. Estos últimos, en realidad, no son más que grandes negocios que buscan desarrollos urbanísticos cerrados y caros; lo que acentúa una de las estratificaciones socioespaciales más altas de América, la de Monterrey, donde menos del 10% de la población, en un sector de San Pedro Garza García, concentra más del 90% de la producción y la riqueza que generan el Estado y la región. No es casual ni producto del

azar

que

el

crecimiento exponencial de urbanizaciones verticales de lujo, en la localidad, ofrezcan como una de sus “amenidades” principales: perspectivas de altura, privilegiadas; es decir, alejadas y blindadas de los problemas comunes y corrientes del común de los ciudadanos. Sin embargo, los políticos, los narcos y los empresarios no pueden hacer todo el trabajo sucio y buscan organizaciones no gubernamentales y/o centros de pensamiento que les ayuden a pavimentar la entrada de los bulldozers en zonas con alta o fácil

plusvalía.

Así

operan

proyectos

como

El

Semillero

(complejo de apartamentos) en el centro de la ciudad, mapeando propiedades, inquilinos y espacios para irlos comprando, ya

de grandes conflictos fue parte importante de las inversiones industriales de fines del siglo XIX.

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sea por las buenas o por las malas. En este orden de ideas los operadores del ¡para

la

Semillero realizaron actividades

comunidad

que

estaban

expulsando!

culturales

Por

ejemplo,

festivales, mercaditos alternativos, murales de grafiteros, etc.

A

fin

de

cuentas,

en

la

lógica

de

inversores,

constructores y sus mediadores, el dinero lo

puede todo,

posibilita no sólo comprar familias y propiedades sino hasta proyectos de ciudad, de regeneración urbana. Otras veces, los grandes desarrolladores urbanos buscan el apoyo

para

sus

planes

de

universidades

como

la

UR

o

consultorías como la de El Narval, quienes infiltran grupos de trabajo en Asociaciones de Vecinos del centro de Monterrey ofreciendo: “Servicios de consultoría para la creación y la activación

de

comunidades.

Apoyamos

el

desarrollo

de

una

conciencia cívica entre vecinos y asesoramos a instituciones y empresas en la construcción de vínculos con sus comunidades inmediatas”. Si a este tipo de consultores alguien se le ocurre cuestionarles que no son vecinos del centro ellos dirán que están por rentar una casa o que ya viven en ella y que lo único que buscan es el bien de la sociedad cuando lo que realmente buscan es lavar la imagen del capital inmobiliario que los subcontrató para mediar entre sus desarrollos arquitectónicos y las comunidades. Incluso,

los

mediadores

de

estos

grandes

proyectos

constructivos se pueden presentar como programas alternativos exitosos, tal y como fue el caso del Mercado de la Luz, cuyos organizadores cobraban piso por usar el espacio comunitario de una plaza pública como lo hace la delincuencia organizada y contaban el cuento de que se trataba de un proyecto para hacer ciudad, generar convivencia y ¡recuperar el espacio público! Incluso,

los

coordinadores

de

este

Mercado

llegaron

a 7


argumentar que su negocio aumentaba la plusvalía de la zona y formaba parte de un proyecto vanguardista de gentrificación, lo que sea que esto último signifique. En paralelo, el estigma funciona muy bien para señalar y descalificar algunas zonas del centro que se quieren comprar y vender. Por ejemplo ¿cuántas veces no han querido sacar a gente en sectores de la colonia Independencia o de los Condominios Constitución?, con el señalamiento de que son nocivos, viejos, sucios o nido de pobres y delincuentes. En el caso de la Independencia hay inversores y arquitectos que hasta tienen anteproyectos con hoteles y carreteras en la parte alta del cerro, así como infraestructuras de primer mundo para hacer negocios y sacarle provecho a lo estratégico del sitio y la perspectiva que tiene de la ciudad. Si van a sacar gente para hacer grandes negocios por lo menos deberían pagarles precios justos por sus propiedades y no descalificar sus vidas y sus espacios vividos. ¿Qué hacen las autoridades correspondientes ante este estado de la cosa? Nada. El IMPLAN, por ejemplo, sigue pensando que la nueva planificación urbana y los proyectos de regeneración del tejido social se limitan a citar y parafrasear buenas prácticas como los parques de bolsillo con wi-fi, convertir el tramo de una calle en peatonal para reactivar los antros del Barrio Antiguo y cabildear figuras como la del City Manager, esto último con el fin de asegurar el hueso urbanístico más allá de los cambios administrativos. Si alguien no está de acuerdo con ellos o los cuestiona no pasa nada, sus “activistas sociales independientes a sueldo” simplemente los dan de baja de sus redes sociales o hacen oídos sordos.

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Un área metropolitana como la de Monterrey tiene todo para situarse más allá de las ganancias constructivas generadas por la guerra del narco y la avaricia por los espacios con alta plusvalía carretera

del

centro

nacional,

de

la

Valle

ciudad,

el

Poniente,

distrito etc.

TEC,

la

Necesitamos

emprendedores realmente visionarios que animen e incentiven nuevas

formas

de

hacer

ciudad

desde

las

problemáticas

y

espacios del ciudadano promedio, desde sus saberes, mundos de la vida, horizonte de expectativas, capacidades y recursos. Es tiempo de que Monterrey construya un sistema de ciudades región diferente, descentralizado; que ocupe y dinamice otros grandes espacios vacíos o abandonados, en vez de conformarse con puntos neurálgicos en el corazón de su área metropolitana. Nuevo León tiene que equilibrar y compartir la planeación de su

futuro

por

medio

de

la

socialización

de

su

riqueza

concentrada, acumulada. Retribuir en algo lo que les quitó a tantas pequeñas comunidades de todo el Noreste de México. Para ello hay que aprender sobre las formas en que hacemos ciudad, más allá de lo que está de moda, de lo que es políticamente correcto y vanguardista como tener bicicleta y un automóvil para poder llevarla o contar con un departamento de lujo con techo

y

paredes

verdes;

es

necesario

entender

al

área

metropolitana de Monterrey en su complejidad, en su magnitud, más allá del primer cuadro, pensarla y amarla como la colonia Moderna, la Industrial, el Mezquital, San Bernabé, Pueblo Nuevo, La Fama, Las Palmas, Monte Cristal, etcétera, etcétera y eternamente etcétera.

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El colapso de las megalópolis en tiempos del apocalipsis: de cómo el capitalismo transforma ciudades en ratoneras. Marco Fidel Zambrano Murillo2 Con 20 millones de habitantes, El Cairo, bautizada de tiempo atrás como la “madre de todas las ciudades” se encuentra hoy sometida a una situación de colapso sistémico de todos sus subsistemas urbanos. Este año, con una inversión de 40 mil millones de euros el gobierno egipcio ha tomado la decisión de trasladar

sus

instituciones

administrativas

a

una

ciudad

artificial, dejando a El Cairo sumida en una crisis existencial de la cual es muy difícil salir. Como nave a la deriva, la ciudad navega con 20 millones de habitantes, en un mar adverso e incierto que sólo amenaza con ponerse más difícil. Muy pocos podrán salir, no hay a donde ir. El fin de las promesas urbanas se produce ambientado por el envenenamiento masivo del aire y del agua y por una destrucción particularmente profunda del ambiente. La ciudad muestra un paisaje lunar en donde se mezcla en forma caótica cemento, suciedad, contaminación, pobreza, crimen, mafias y corrupción. La idea capitalista de transformar la ciudad y la vida misma en un negocio ha soltado las amarras de la cordura y la racionalidad dejándonos en manos del caos. Este escenario se traduce en sufrimiento, degradación de la existencia humana, negación de la dignidad como principio de la existencia. El destino de los seres humanos, se encuentra atado a la ciudad en la cual les ha tocado vivir la vida. La degradación de la ciudad se traduce de manera inmediata en degradación de la existencia de todos los que allí viven. Si

2

Magister en Sociología. Universidad Nacional de Colombia.

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una ciudad se transforma en ratonera, la existencia de los que allí viven se asemejará a la vida de estos roedores. De hecho, muchos seres humanos viven en las grandes ciudades como ratas, en

medio

de

la

basura,

desnudos,

durmiendo

en

las

alcantarillas, escarbando comida entre los desechos. El colapso se inicia en una tergiversación del sentido de la existencia de las ciudades, convertidas en un espacio de acumulación despiadada de capital. Al final, la ciudad, y a través de ella, la sociedad misma, es expropiada, dejando como desecho la ratonera. No solo en el Cairo se observa esta situación de colapso. Es posible observar como germen de los colapsos futuros, una patología definida y similar en ciudades diferentes y muy alejadas entre sí. La corrupción política y administrativa, el uso del suelo urbano como negocio inmobiliario, el control monopólico de los sistemas de transporte, la transtocación en negocio

de

los

sectores

sociales,

la

colectivización

y

descriminalización de la contaminación, la expropiación masiva de los bienes comunes y la esclavización económica de la población a través de la mercantilización de los servicios públicos son operaciones a través de las cuales el capitalismo resquebraja y destruye las ciudades. Iniciando este milenio es posible observar que el modelo económico ya no enferma ciudades “sanas”, formando ante todo ciudades “enfermas” desde su mismo proceso de formación. El signo distintivo de la urbanización capitalista es la producción patológica de ciudades al servicio de

la

acumulación.

El

colapso

aparece

entonces

como

el

resultado de una operación estructurante que desde un inicio es patológica. El capitalismo no “enferma” las ciudades, lo que

hace

ahora

es

estructurar

ciudades

enfermas

como

un

resultado “normalizado” del modelo económico. Por esta razón 11


lo

que

desde

otro

lugar

de

observación

se

podría

llamar

patológico como algo anormal e indeseable, es en el fondo normal y esperable y por lo tanto no sujeto a corrección alguna. El colapso se configura como resultado normalizado. El fin de las ciudades estaría de alguna manera programado por la propia racionalidad extractiva. Una vez se saque todo el oro de la mina urbana, no importa qué o quienes quedan allí. En medio del colapso en el Cairo, es significativo cómo los “inversionistas” buscan hacer negocio con los seres humanos que allí terminaron atrapados, para los capitalistas el colapso es un escenario normal donde aún es posible e incluso deseable buscar negocios. Siempre habrá alguien que busque beneficiarse con los desechos de la mina. Las teorías urbanas han normalizado el modelo extractivista para

las

propias

ciudades

dejando

por

fuera

nuevas

posibilidades de visualización de lo urbano como un espacio patológicamente

estructurado

en

función

del

saqueo

y

la

expropiación en donde se tienen programados los tiempos y lógicas de colapso. Para los núcleos de poder en Egipto muy seguramente el colapso del Cairo y la construcción de nuevas ciudades artificiales hacen parte de un modelo de negocio global

que

en

nada

se

relaciona

con

las

condiciones

de

existencia de sus 20 millones de habitantes, muchos de ellos condenados a vivir como ratas.

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Narrativas corpoterritoriales: Memoria, Espacio y UtopĂ­a Narrativas grĂĄficas y escritas de la vivencia en la Ciudad.

13


Corona de flores. Quisiera escribir versos frescos Adornarlos con flores Decir que las calles que habito Me han sido gratas y llenas de luz Pero no hay verdad más grande Que la soledad que me invade Al saber que mis hermanas se van Que se han perdido por el Centro Que las han arrebatado mientras huían No se han ido porque sí Las han desaparecido Entre sombras y bares Entre la piel y el olvido Ahí en donde no las escuchan Ahí se las han llevado Saliendo de clases yendo al metro Regresando en taxi a sus casas Caminando ‘solas’ por Barrio Queriendo encontrar libertad Queriendo volar despacito Temblores es lo que siento 14


Dentro del alma y el cuerpo Hermanas de tierra y de viaje De compartir el vagón primero De soñar juntas sin saberlo De combatir y de amar No se han ido se las han llevado Entre gritos desgarrantes A nadie parece importarle El tráfico sigue su rumbo El noticiero es lo mismo que ayer No se levantarán cruces Hay que tapar el sol con el dedo Y aquí no ha pasado nada Nada más nos queda la angustia El andarse con cuidado A veces luchamos y a veces huimos Una navaja en el bolso Las llaves entre los dedos Un taser que agarras temblando Es la defensa más triste Contra el arrebato de ira

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De quienes se las llevaron vivas De quienes las han matado.

@Varsovya

Mitin de Colectividades en Resistencia con Marichuy, Monterrey, Nuevo Leรณn. 2018

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La felicidad es belleza. De niña me dijeron que era horrible. Me lo creí y sufrí mucho. A veces cuando un adulto compara su vida con la de un niño, el adulto siempre saca la misma conclusión: “¿qué tipo de problema puede tener una niña o niño?”. Desde

la

lógica

adulta,

los

niñxs

no

enfrentan

grandes

problemas, sin embargo, lo hacen y los experimentan con una gran potencia. Incluso mayor que cualquier adulto pudiera imaginar. De niña me hicieron sentir horrible y por esa razón viví avergonzada de mí. Aparte de horrible, gorda. Aparte de gorda, “inmadura”. Sin novio e historia de amor real a los 11 años. Porque era fea. Que me dijeran una y otra vez lo horrible que era me hería. Me costaba trabajo despertar. Mi mamá siempre me animaba, mi papá también, y en sus palabras de aliento, me sentía segura, pero cuando llegaba a la primaria, recordaba cuan vulnerable y miserable la vida me había hecho. Era fea, muy fea. Una de las “bonitas” del salón una vez hizo que un niño se me declarara. El niño me gustaba desde el primer año de primaria. Era una apuesta. Ella lo hizo todo para “recordarme” que era fea, y jamás alguien se acercaría a mi por voluntad. Lloré mucho, me hundí en la tristeza. Mi problema, gran problema de niña fue que me hicieron creer que era horrible y eso me ocasionó muchos problemas cuando fui adulta. Principalmente porque constantemente me preguntaba si algún día alguien iba amarme y me daba cuenta de que yo misma me hice creer que nadie lo haría… por fea.

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Nueve años después de la apuesta de la primaria, conocí a alguien que creí era muy guapo. Él nunca fue amable conmigo y sin embargo me sentía afortunada porque alguien a quien yo creía muy guapo, se fijaba en mí. Con

el

tiempo,

su

falta

de

amabilidad

se

transformó

en

violencia. Múltiples veces me humilló, me dijo que yo era fea y que estaba conmigo por compasión. Sumisa, acepté sus palabras

y

temía

perderlo,

pues pensaba que esa era la única oportunidad en el mundo, en la cual un hombre guapo y despistado se fijaría en mí, aunque yo fuese horrible. Un día hablando por teléfono con él, en una de las muchas ocasiones lastimó,

en sentí

las como

que

me

de

mis

orejas se desprendía una tela invisible, la sentí deslizarse y acariciar mis hombros. Era el embrujo cayéndose. Y LO MANDÉ A LA VERGA (qué hermosa expresión tenemos lxs mexicanxs para describir ese momento, literalmente no tiene mucho sentido, pero las letras y el ruido que se genera al expulsarlas, relaja y al mismo tiempo calma el coraje, bueno, así lo veo, no tengo ninguna experticia que lo avale). Luego de este paréntesis, continuo. Cuando LO MANDÉ A LA VERGA, pasaron en mi cabeza muchos recordatorios que mis amigos, hermano y padres me habían hecho 18


cuando estaba con la venda todavía puesta, de ellos saqué el coraje. Me hubiera gustado que fuera antes, pasaron casi tres años, no fue tan fácil pero definitivamente ya no podía tolerar que para estar acompañada por un chico guapo (que la verdad, ni estaba guapo), debía permitir que me trataran con el mismo desprecio con el que lo hacían las personas que me hacían sentir fea. Mismas a las que siempre creí, en lugar de hacerle caso al cariño de los importantes, en el primer caso, de mis padres y en el segundo, de mis padres, hermano y amigxs. Cuando POR FIN lo dejé, me corté el cabello, me hice un tatuaje, me vi en el espejo y dije “quien me quiera, me va a querer, y el que no, pues no, no vine a complacer a nadie, y si la gente no puede vivir con la idea de que hay diversidad y que el concepto de hermosura es una ilusión, no me importa” Me abrí y me acepté, dejé de humillarme internamente. Fui feliz con mi imagen, y mi felicidad fue transmitida a los demás. Encontré el amor, y fue mucho más fácil de lo que imaginé. El truco estaba en no “caber de lo a gusto” conmigo y aprovechar eso como fortaleza. La felicidad es belleza. Por eso decidí respetarme, dejar de repetir las palabras de los que fea me percibían y ese día todo fluyó. Ahí terminó la maldición. El objetivo de esto que les cuento no es enviar un mensaje de superación, tampoco es una TED TALK, aunque parece, je. El objetivo de esto es alertarlos de la ola que desencadena el tener la autoestima baja. Así que hay que estar alertas, tanto con nosotros como con los que nos rodean.

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Sin más por el momento, me despido Un abrazo y un éxito en este proyecto María. Septiembre 30 2018

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Hueles feo, decían. Miranda López Lo veía en sus ojos cortados de desprecio, en sus risas que desmembran mi cuerpo, que lo desintegraban hasta su más atómica expresión de vergüenza y dolor. Hueles a sangre y crecimiento, hueles a mujer, hueles a sudor y busto ensanchado. Tenía 12 años, la vida se apoderaba de mis caderas, de mis piernas y brazos, de cada rincón humano que me compone; me llena las ideas y enmaraña mis sentimientos. Tengo 12 años y soy la primera en la escuela completa a la que se le nota la pubertad, la primera figura en el punto de tiro, la primera herida y la primer defensa.

Dos años fueron de maltrato, hueles mal, olía distinto no podía negarlo, no podía, no podía… huelo, huelo a tierra quemada, aislamiento y distinción. Llegando a casa y el deseo quemaba, el deseo huele, huele mal; huele a moho, a reja de metal y flatulencia. Crecí y aprendí sobre pescados, sobre su extraña relación con la madurez y la vigilancia perpetua. Tu vagina de sirena, cola pescado, huele mal, aroma de mar salado que se queda impreso en las papilas gustativas, que oxida los aromas y aleja, aleja hasta las profundidades la feminidad.

Femenina olor a rosas, tersa terciopelo, sueño utópico en cromática pastel. Las flores solo se presentan perfumadas, las guirnaldas y violetas adornando los salones, belleza de museo, alojada

en

galerías,

almacenes

y

montañas.

Bugambilia

curandera, infusión colorida de calor, flor, flor, flor… aroma espaciado de los sueños y deseos.

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Hueles feo. Cuando vas por la calle pueden olerte, depredadores lobos disfrazados de olfato sommelier, exquisito ante el miedo, atemperados ante las circunstancias. Te huelen porque hueles mal.

Mujer

de

sexo,

olida

a

semen,

decisiva,

abortiva,

libertaria. Hueles mal, hueles a ciudad pisada, mancillada, esquinada. Hueles. Propiedad ajena a punto de expropiar, hueles a gentrificación, a desalojo de tus espacios, de tus tránsitos y hogares. Hueles mal y es tu culpa.

Desorden, expectativas, vuelve

a la niña de pelo cuidado

(dicen), vuelve a los vestidos de flores y cabello llegado (dicen), vuelve a tu olor de primavera, huele a pureza, huele de nuevo a lo que puedo domar (dicen).

Hueles mal, hueles mal, hueles a naturaleza y te necesitamos artificial.

Pregona

la

cantaleta

cotidiana,

el

repiquetón

constante sigue y sigue, cuando parará o me parará. Hueles ma. Hueles mal. Hueles a tortura social, violencia y silencio, nada más, y sigue y sigue. Hueles mal, hueles mal, 25 años y hueles mal.

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I ¿Y si el amor viene de antes y pasa inadvertido por los ojos y el pecho? ¿y si se arrastra silencioso por arterias y neuronas dejando

juegos

cruzamos

las

de

artificios?

fronteras que,

Desde sin

puentes

avisar,

se

subterráneos derrumban.

Enamorarse de puro susto y agasajo. Entregarse a la caída voluntaria: ese abismo, ese placer. Entonces dar las maromas arriesgadas, entonces lanzar mortales de colores atardecidos. Puede ser que siempre estuvo el canto ahí apoyado en la pupila, peregrinando sobre el cuerpo colgado de cabeza. No se diga de los abrazos alquilados por capitanes de ansiedad y querella urgente en noches como ésta. Lo fundamental es creer que nada está perdido, dejar las penas en un monte, abrir la brecha, seguir andando sin ver el camino.

II Refugio de acantilados espinosos Por desconocer las verdades descubiertas Por su sentido más ignoto a cuentagotas, Va meciendo el párpado la estrella

Cura aquí Estalla la azotea Ríe un riachuelo en su condena de suspiros galopantes Las preguntas al mañana se desvelan

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¿A dónde fuiste cariñito? ¿Dónde soltaste la pena? El monte te llama Sin esperar respuesta Como la ventana entreabierta de la noche Como la fuga de los pájaros en guerra

III El mundo se nos da en fragmentos, nos llena las manos de astillas. La calma es tan apacible que de pronto la miramos con sospecha, como si fuese una nueva trampa que la vida monta para reírse ligeramente de nuestra hermosa ingenuidad. Las astillas se hunden en la superficie recordando el roce del dolor

de

continuar

aquí.

Miro

por

la

ventana,

las

luces

mercuriales forman un coro de centellas naranjas, inmóviles, abriéndose a la contemplación. Cada paso resuena en el fondo del

tambor

interno.

Nos

sabemos

maravillados,

extasiados,

rojos, cometas lanzados al abismo. Reconocemos el susurro del cambio,

sabiendo

que

nuevos

puertos

se

avecinarán

precipitadamente en la pupila y el corazón caminará otros naufragios.

Aun

así,

no

desfallecemos

ante

esta

muerte.

Respiramos huellas y caricias. El presente permanece en su belleza inabarcable. Somos esta lumbre diáfana en la que nadie es capaz de cerrarnos los instantes. El mundo se abre mientras se derriten las almas en la cama, regalo de la lluvia al cielo: déjense llover, decía, y nos amaneció el espíritu. Todo se mueve, no desfallezcas: los muros se derrumban detrás de la sangre,

ríos

que

corren

sutiles

a

la

ceguera

maquinaria 24


cortando el tiempo. Vivir para hallarse accidente, sacrificio inquebrantable, átomos de la risa y el llanto que juegan al filo de tu desnudez. No es el camino que pueda nombrarse, es el camino que descansa en el silencio, ¿lo escuchas? Lucía de Luna

Plaza de Lxs Desaparecidx, Monterrey, Nuevo León. 2018

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La Gente del Tren Román Saucedo Imagina una línea recta. Una línea recta que, bajo los pies de la Gente del Tren, camina y corre, mientras observan la ceniza que quedó de días pasados. Una línea recta de esas que se doblan y giran, y se parten, pero siguen siendo rectas. Ida y vuelta, y viceversa. La Gente del Tren es paciente. Espera, espera y espera, hasta que aquella Ciudad se termina de desenrollar en todas las direcciones. Allá lejos están las vistas de las casas grandes; siempre allá y cada vez más inalcanzables. Se desdoblan de las vías las calles y avenidas, las colonias de block y cemento, las arboledas que mató el invierno, siempre más crudo que el anterior, los charcos que nacen en las calles recién pavimentadas, los maceteros, las cuatro de la tarde, el silbato de la Fundidora, los cerros y las montañas. La Gente del Tren espera y espera a que la marcha se detenga. Una vez instalada la gran carpa pueden abordar, lanzarse a la aventura y al descubrimiento. A la misma hora siempre, y de lo mismo está hecha, la Ciudad se les revela única cada vez. Tres días son risas y jolgorio. Tamales, cabrito, gorditas, asado de puerco, ropa usada, muy usada, uno, dos, tres conjuntos norteños tocando los mismos círculos una y otra vez, el acordeón desafinado al que le faltan tres botones, berreando una cumbia, siempre la misma; los animales andan sueltos y los niños detrás de ellos, las plantas lucen sus flores y frutos. A lo lejos, una balacera.

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Trenes y trenes. Por tres días. Al término del tercer día la Gente del Tren se sube y ve, ante sus propios ojos, cómo la Ciudad vuelve a caber debajo de los rieles. La han desmontado y ahora ellos, el Mercado Campesino, descansarán hasta la próxima jornada.

Barda del Panteón del Carmen y Cerro de la Silla al fondo, Monterrey, Nuevo León. 2018

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Terror cristalizado

dosis de cianuro

del silencio

azucarado

fauces que depredan

vidas

pasos

piropos

en las aceras de

lo llaman.

nombrar

Gramáticas del poder

hablemos

imaginarios por

cualquier ciudad con luces y sin ellas

cortezas cerebrales sienten alarmas

poder del miedo

miremos

miedo en el

escuchemos los

cuerpo

márgenes

cárcel de lo

que masacra la

posible

geopolítica del poder

incesantes cuerpos de peligro

ojo en el dolor

cuasihumanos

ajeno despersonalizados dagas de control instauradas vasopresina

dolor en la tráquea

sádicamente por el capital

tráquea que teme desaparecer gramática de la violencia

dardos sangrantes contigo hago lo que quiero

hablemos de la violencia

cuerdas insondables

desdibujemos los juegos 23


amalgama de esperanzas ahogadas

las nuestras las otras

nosotras

o-t-r-a-s

hablemos

que necesitan ser

hablemos

hablemos

u-n-a-s

hablemos

que pareciera una

hablemos miremos las heridas de lo gramática

utopía ser dueñas de un cuerpo

y supura en cada una de nosotras

hablemos más todo el rato por nosotras

una vida para sí memorias

de la violencia que penetra

hablemos

nosotras nos –otras las nuestras

sensibles de las que ya no están. Beatriz Blanco

las otras nos –otras

o-t-r-a-s

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Amaneceres fríos, tardes calientes y noches refrescantes Sofía Victoria Hernández Salazar Amaneceres fríos, tardes calientes y noches refrescantes, uno nunca está completamente seguro de la vestimenta a usar al inicio de cada día, pero hemos aprendido a amar esta ciudad. Vivimos en una ciudad llena de ruidos a todas horas, con banquetas angostas y calles con superficies irregulares, pero a cualquiera que nos pregunte hemos de decir que es esta la mejor ciudad en el país ¿será cierto? El día a día es duro, sí, pero vivimos encantados por las grandes murallas que nos rodean

y

la

pequeña

cultura

que

formamos

desde

nuestra

fundación, esa que se complementa con las edificaciones que nos llenan cada vez más y más a cada lado. Nos movemos, pero no todos juntos. La ciudad es mágica en sus detalles, pero no todos apreciamos los mismos detalles. Alguien se despierta al salir el sol, una persona joven que no se preocupa por verificar el pronóstico del tiempo, y se prepara para ir a trabajar antes de ir a estudiar (a esta persona

joven

le

podemos

llamar

Regio,

para

motivos

del

escrito). No destina demasiado tiempo a su aspecto, pues dormir es más importante en su estilo de vida. El aire entra por las ventanas de la sala, en su casa de un solo piso, y por la fresca brisa en el aire, intuye que vestir ropa con mangas largas no es mala idea. Busca en su pila de ropa, de la que no ha encontrado tiempo para colgar, y se termina de preparar para salir. Regio se da cuenta de que ha calculado mal el tiempo de salida ya que el transporte ya se ha ido con todas las demás personas con las que Regio usualmente espera, mañana llegará más

temprano.

Después

de

veinte

minutos

de

espera

Regio

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consigue subirse a su transporte reflexionando en cómo puede conseguir cambiar su rutina matutina para llegar a tiempo el día siguiente, como ya ha hecho 4 veces antes. Correr, esquivar y suspirar en alto. Tomar el metro en la ciudad no es tarea fácil. El aire refresca la frente de Regio recordándole que su esfuerzo físico podría anular su ducha matutina. Siente su corazón latiendo fuertemente e intenta calmar su respiración mientras espera a que llegue el metro de la segunda línea. Poco debe esperar, pues el mayor beneficio de

este

medio

de

transporte

es

su

rapidez.

Encuentra

un

asiento, pero la chica con vestido que se encuentra frente a Regio lo necesita más, por lo que prefiere ir de pie. Al salir no siente la necesidad de apurarse a llegar a su trabajo, puesto que su carrera al transbordar le recuperó el tiempo

perdido

en

su

primer

transporte;

sin

embargo,

su

caminata no pierde velocidad. Ciertamente, Regio camina, pero lo hace lo más rápido posible, lo siente en su respiración. La segunda carrera no se debe al tiempo sino al área. Regio observa sus alrededores, son pocos metros antes de llegar a su lugar de

trabajo,

mas

son

los

suficientes

como

para

que

pueda

sentirse inseguro. Atrapada entre una gran avenida y un terreno lleno de maquinaria, esa estrecha y acabada banqueta, aún en el día, no deja a Regio ir en paz. Al salir del trabajo Regio se arrepiente de vestir mangas largas al sentir los intensos rayos del sol calentar su ropa. No tendrá que soportarlo por mucho tiempo, pues cuando llegue a su universidad el cielo ya estará cubierto de nubes y su ropa empapada a falta de un paraguas. Su alivio por haber elegido una

prenda

con

tela

gruesa

y

oscura

es

opacado

por

su

preocupación de cómo cruzará las calles y banquetas que se 26


encuentran inundadas. Al caminar se tropieza en la banqueta con grandes hoyos que el agua sucia logra cubrir, mĂĄs sin caer sigue su camino hacia su destino. Al

llegar

a

su

facultad

entra

a

los

vestidores

de

deportistas y saca el cambio de ropa que habĂ­a preparado para su entrenamiento y pide a una de las chicas presentes una toalla

para

secarse

antes

de

cambiarse

de

ropa.

Una

vez

cambiada, el comienza a expandirse por su cuerpo. Tranquilidad y satisfacciĂłn recorren su mente al salir del vestidor junto con la espera de que la lluvia cese al llegar la noche, cuando sus clases hayan concluido.

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Epílogo Y así, dejamos en la mesa el primero de muchos pequeños escritos, regados por aquí y por allá, para ser compartidos, leídos, criticados y, sobre todo, cuestionados. Nos dejamos los cuerpos y las calles poco a poco, y ahí mismo nos veremos, en cada esquina y cada cruce, en cada cerro, montaña y bosque urbano (o no, pues). Les agradecemos a todas y todos por acompañarnos y por rolar el rato con nosotrxs. Siempre les tendremos en la memoria, memoria de papel que nunca se va. Y aprovechamos, claro, para seguir y seguir. Siendo nuestras geografías las distancias, decimos de una vez, pero no por todas: ¡No al Proyecto de Interconexión Independencia! ¡No al desarrollo voraz impuesto por las inmobiliarias rapaces! ¡No al Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México! ¡No al despojo de nuestra tierra! Resistencia somos y en el camino andamos. Y andamos. Y andamos. En algún lugar del Noreste mexicano. Raya-Montaña 2018

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