Las Fabulosas Aventuras de Aldini y Robespierre

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Las Fabulosas Aventuras de Aldini y Robespierre Por Rober Monkada

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Diseño de portada: © Sandra Candelaria Corrector de estilo: Katia Rubio

© Rober Monkada © Las Fabulosas Aventuras de Aldini y Robespierre PRIMERA EDICIÓN: 2015 Todos los derechos reservados. Queda prohibida sin autorización previa del autor, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluyendo las características de diseño de portada e interiores.

IMPRESO EN MÉXICO

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Dedicado a la memoria de mi mejor amigo Aldo Arancegui Arias

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“Algunas amistades son tan fuertes, que incluso pueden trascender vidas” –Avatar Roku

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Prólogo

Antes de iniciar con la lectura de este fascinante cuento de realismo mágico, me gustaría proponerte un juego divertido. Imitando el estilo y así como solía decir mi mejor amigo Aldo Arancegui: “Cuando leas una referencia literaria en este cuento, deberás beber un shot de tequila.” En caso que seas menor de edad, puedes cambiarlo por un trago de Frutsi. De corazón espero que disfrutes de estas líneas que narran las fantásticas aventuras que sólo les podrían ocurrir a estos dos personajes.

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Agradecimientos especiales:

A mi familia, a la familia de Aldo y a todos nuestros amigos que apoyaron este proyecto en @FondeadoraMx: Katia Rubio, Irving Torres Yllán, CineNT, Pao López Sánchez, Armando Victoria González, Angye Quintanilla, Francisco Rodríguez Pérez, Sebastián Patricio Soto Chacón (El Viaje de Seth), Paulina Santillán, Francisco Monkada. Judith Alarcón Zarate, Víctor Hernández, Roxana J. Ramírez, Mario Salas, Richie Escobedo, Eduardo Sánchez, Laura Romero, Daniel Aranzolo Toribio, Thanya Rivas, Andrea Paola Dorado Díaz, Génesis León Rodríguez, Jesús Jaire Becerril Benhumea, Odeen Rocha, Felipe Gurrola López, Susana Pérez y a ti por tener este libro en tus manos.

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La Gran Travesía

Esta historia inicia con dos grandes amigos… Aldini era un joven hechicero recién egresado de la Facultad de Magia. Robespierre era un espadachín aspirante a caballero andante. Ambos querían ser parte del Honorable Consejo de la Mesa Redonda del Rey. Para realizar sus sueños dejaron su pueblo natal y emprendieron un largo viaje por el mundo de los cuentos de hadas. Aldini y Robespierre sabían que no sería un camino fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier adversidad para conseguir su meta. Ambos se sentían muy seguros de sí mismos y listos para el mundo profesional ya que eran jóvenes y recién habían terminado su carrera en el Instituto.

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–Tenemos que ir a Ciudad Esmeralda y dejar nuestro CV en las oficinas del gran Mago de Oz, para que nos busque una vacante en el Consejo del Rey –comentó Aldini con entusiasmo. –¿Y sabes cómo llegar a ese lugar? – preguntó Robespierre–. Es la primera vez que salgo tan lejos de casa. Aldini sonrió y lleno de optimismo le respondió a su inquieto amigo: –Para llegar con el gran Mago de Oz primero debemos seguir toda la línea amarilla del metro hasta llegar a la estación Pantitlán, una vez allí nos dirigimos al paradero de la Ruta 9¾ y tomamos un pesero con rumbo a Ciudad Esmeralda.

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La Ciudad

Los dos amigos comenzaron a vagar por Ciudad Esmeralda en busca del gran Mago de Oz, pero antes de continuar su viaje necesitaban conseguir algo que comer. Aldini encontró unas monedas de 10 centavos tiradas en el piso, las levantó alegremente y se las mostró al apático de Robespierre, quien las tomó en su mano. –¿Crees que si las planto en la tierra crezca un árbol de dinero? –preguntó Robespierre. Repentinamente la tierra comenzó a moverse, fue el primer temblor que sintió Robespierre en su corta vida. –¡Dude, creo que estoy muriendo! ¡Siento que todo se mueve! –gritó alarmado el joven espadachín.

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Aldini tranquilamente le pidió que se calmara pues no era más que un inofensivo temblor causado por Godzilla, Rey de los monstruos y Santo patrono de los daños colaterales. El enorme lagarto pasó sobre de ellos, dándoles sombra por un momento. –¡Wooow! no me había percatado que Godzilla estaba de visita en la Ciudad Esmeralda. Sí que es un lugar bastante turístico –dijo Robespierre con gran emoción. –¡Oh, qué descuido! –exclamó Aldini–. Se me había olvidado que conozco un conjuro para multiplicar el dinero. –¿Y por qué no lo mencionaste antes?, ¡muero de hambre! –A Robespierre le brillaron los ojos al oír sobre dicho conjuro. El joven hechicero se llevó una mano a la barbilla y meditó por unos instantes adquiriendo un semblante serio.

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–El Código de Magia, artículo 126 dice que está prohibido multiplicar los bienes materiales por motivos ambiciosos. –Simpático amigo, este no es un motivo ambicioso, es una emergencia. Necesitamos el dinero para comprar comida y seguir con nuestro viaje –dijo Robespierre tratando de hacer cambiar de parecer al buen Aldini.

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La Quesadilla… De Queso

Los dos amigos entraron en la primera fondita que encontraron y que podían costear con los 100 pesos que Aldini multiplicó de las monedas de 10 centavos. –Sin duda eres una persona modesta, pudimos conseguir miles, millones de pesos – dijo Robespierre con resignación. Aldini con sabiduría respondió: –Tranquilo man, hay que hacer rendir el dinero sin abusar de la magia –bajó la voz para que sólo Robespierre pudiera escucharlo y continuó–: Cuando nos quede menos dinero podemos multiplicarlo nuevamente y comprar golosinas y algunos soundtracks –Aldini era un buen conocedor de música de cine y también un gran coleccionista.

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Robespierre pidió unas quesadillas de hongos, a lo que la señora de la fonda preguntó–: ¿Con queso, joven? –¿Cómo qué si con queso?, claro que sí señora –Robespierre era de un pueblo en donde las quesadillas, como su nombre lo indica, siempre incluyen queso. –Man, aquí en la ciudad se pide “quesadilla de queso” si quieres que tu quesadilla lleve queso –comentó Aldini. –Gracias por el dato culinario mi estimado amigo. Sin duda eres una enciclopedia con patas –respondió sarcásticamente Robespierre–. Pero no logro entender, eso es un pleonasmo ¿no?, pedir una “quesadilla de queso” es como decir “Baticueva de Batman”. –Pues aquí no es un pleonasmo. Aquí así se piden las quesadillas.

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El Castillo Del Mago

Una vez que nuestros dos valientes amigos almorzaron hasta saciarse, lograron llegar al Castillo del Mago de Oz. Lamentablemente no les dieron acceso sin previa cita y aunque el amable guardia de seguridad se ofreciĂł a entregar personalmente sus CVs al departamento de Recursos Humanos y Hechiceros, Robespierre tuvo la idea de acampar en el bosque encantado y agendar una entrevista de trabajo. Montaron su tienda de campaĂąa en el bosque cercano al castillo y encendieron una fogata para no congelarse con el frĂ­o de la noche.

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–Dude, necesito que consigas una clave wi-fi con tu magia –dijo Robespierre mientras sacaba su MacBook para tratar de agendar la cita con el Mago de Oz. –No puedo mi amistad, eso va contra el Código de Magia artículo num… –Claro, imaginaba que dirías algo así – interrumpió Robespierre–. Pero eso no importa, esto es una emergencia, tenemos que entrar al castillo a como dé lugar para ver al Mago. ¿Acaso no quieres ser un hechicero de la Corte del Rey?, ya llegamos muy lejos y no por un simple guardia vamos a renunciar a nuestro sueño. Yo quiero ser un caballero andante, o ya mínimo empezar como escudero. De lo contrario vamos a tener que trabajar en un McDonald’s para pagar la renta… que por cierto, también debemos buscar un departamento… nos vendría muy bien uno cerca del centro.

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Aldini no tuvo elección y consiguió descifrar la clave wi-fi más cercana. Una vez que lograron acceder a la página de Recursos Humanos del Mago de Oz, llenaron el formulario y esperaron a tener respuesta. Acamparon y pasaron la noche en el bosque, apenas pudieron dormir por el ruido de los búhos y la orquesta de grillos cantores.

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La Entrevista De Trabajo

Por suerte, al día siguiente recibieron una llamada de Recursos Humanos, insistieron en presentarse inmediatamente a la entrevista pues seguían acampando en el bosque a 10 minutos del castillo. Aldini y Robespierre esperaron pacientemente en la recepción a que llegara su turno para la entrevista con el gran Mago de Oz. –Tranquilo, amigo –comentó Robespierre para animar a Aldini–. Eres un hechicero bilingüe, hablas perfectamente el 1 duendigonza y con excelente pronunciación, seguro te dan el trabajo.

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Idioma nativo de los duendes.

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La secretaria llamó primero a Aldini. –Suerte, man –dijo Robespierre y siguió esperando su turno, preguntándose qué clase de pruebas le estarían aplicando a su amigo. «Espero no sea un examen psicométrico, siempre los repruebo», pensó. –Sr. Robespierre, por aquí por favor –lo llamó minutos después la secretaria, indicándole el camino. Robespierre se cruzó con su amigo, que iba saliendo de la oficina del Mago. Aldini movió los labios y sin emitir ningún sonido, le deseó buena suerte a Robespierre. El joven espadachín entró a la oficina y vio la enorme cabeza del Mago de Oz detrás del escritorio. El Mago amablemente lo invitó a tomar asiento. –Buenas tardes. Veo en tu solicitud que eres bueno con la espada, ¿titulado o pasante? –preguntó el Mago.

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–Espadachín titulado, señor –respondió seriamente Robespierre, tratando de mostrarse seguro de sí mismo. –Ok, voy a ser muy honesto. Es muy competido el puesto de caballero andante. Tengo que pedirte que cumplas con una pequeña tarea de prueba y sí todo sale bien, nos veremos por aquí el lunes para una segunda entrevista. El Mago de Oz terminó de explicarle de qué se trataba la prueba que debía realizar para conseguir el puesto de caballero andante y desapareció de la oficina. Robespierre regresó a la recepción y se encontró con Aldini que estaba leyendo ‘El Señor de los Anillos’ mientras lo esperaba. –¿Todo bien? –preguntó Aldini con serenidad al ver que Robespierre tenía cara de estar metido en un gran lio.

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–Sí, amigo, todo bien. ¿Qué prueba te pidió realizar el Mago? Aldini respondió con tranquilidad: –Me pidió matar al Dragón de Komodo. Eso es fácil, pero muy triste, no me gusta la idea de lastimar especies indefensas. –No, amigo. El Mago dijo que hay que matar al Dragón del Comodoro Solrak. A mí también me pidió lo mismo.

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El Comodoro Solrak

Si no tienes idea de quién fue el Comodoro Solrak, con gusto te contaré la breve historia de este personaje: Solrak fue un despiadado tirano que vivió hace mil años y llegó a encabezar la lista de los villanos más malos y terribles de la revista Forbes. Embrujó a un temible dragón, manipulándolo para custodiar su castillo lleno de los tesoros que había saqueado durante años. Murió misteriosamente, pero se dice que el Dragón aún sigue cuidando todas las riquezas que hay en el castillo, matando a todo aquel que se atreva entrar y por eso sigue aterrorizando los alrededores.

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La Misión

–No sabía que seguía vivo ese Dragón, ¿cómo llegamos al castillo de Solrak? – preguntó Aldini. –Pues como dijo un gran erudito de internet: “Ante la duda… Googlead” – respondió Robespierre con heroísmo, al mismo tiempo que desenfundaba su poderosa Macbook para utilizar el buscador y dar con la dirección del castillo de Solrak. Tan sólo tenían que ir al norte, cruzar Ciudad Satélite y avanzar un poco más allá de Izcalli para llegar a la lejana tierra de Nunca Jamás. –¡No manches, eso está re-lejos! –dijo Aldini exaltado–. Está casi rumbo al Ojo de Sauron, allí no llegamos ni con el suburbano. Esa tarde los aventureros dejaron Ciudad Esmeralda y atravesaron todo el Distrito Federal en metro. 23


En la estación Cuatro Caminos se toparon con varios piratas que vendían la mercancía que recién habían saqueado de los camiones de carga; algunos tenían un parche en el ojo y otros una pata de palo. Todos parecían divertirse en su trabajo, gritando: –¡Yo oh, yo oh, llévele, llévele un bonito detalle para el niño, para la niña, bara, bara! – con ese melodioso tono de voz que tienen los piratas. Los héroes de esta historia caminaron desorientados por el paradero de los piratas. Un Troll, al notar que eran viajeros les preguntó si ya tenían una posada en donde pasar la noche. Aldini y Robespierre movieron la cabeza al mismo tiempo, contestando que no, y le preguntaron si sabía el camino a la tierra de Nunca Jamás.

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El Troll sonrió y con mucho gusto se ofreció a llevarlos al paradero del autobús que los dejaría muy cerca de su destino. También sintió simpatía por ellos y los invitó a una fiesta privada en su casa por la Zona Azul de Satélite (¡Tómala mirrey!). Los héroes aceptaron con gusto, ya que tenían mucha hambre y estaban exhaustos. Después de todo merecían un poco de diversión antes de completar su misión.

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Una Fiesta Sateluca… Papalord

La fiesta del amigable Troll estaba de muy buen ambiente y de buena clase, era en una enorme mansión de lo más elegante. Cuando entraron lo primero que observaron fue el espectáculo de Suicide Girls en el centro de la pista, mientras en la cabina de sonido se encontraba Sasha Grey tocando un DJ set. Aldini y Robespierre estaban tan impresionados del modus vivendi de su nuevo amigo que se sintieron afortunados de pasar la noche en ese lugar y no en otra parte. De inmediato fueron por unas bebidas y bocadillos para integrarse a la épica celebración. –¿Qué pasa amigo? –Le preguntó Robespierre a Aldini, quien miraba con ternura a una linda chica en la alberca–. ¡Oh! ya veo. Creo que deberías ir a saludarla. 26


–No lo creo, no soy muy bueno con las palabras –dijo Aldini algo tímido. –¡Tonterías! eres un gran hechicero, puedes hacerle plática sobre magia y seres mitológicos o sólo puedes invitarla a bailar. Robespierre animó a Aldini para que fuera con la chica mientras él bebía un trago de Jack Daniel´s y observaba de lejos la hazaña de su amigo. Aldini regresó minutos después un poco triste. –Le pregunté si quería bailar conmigo y me dijo que no podía porque su novio es el Oso. –¿Querrás decir “celoso”? –No, literalmente su novio es el Oso. Mira, ahí está –respondió Aldini señalando a un simpático oso hipster que salía del mini bar.

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En la fiesta conocieron a algunos duendes y elfos buena onda; también socializaron con bellas princesas a las que les gustaba el puro cotorreo, ellas les regalaron un poco de polvo de hadas que les sería de gran utilidad más adelante. La fiesta terminó a las seis de la mañana y tal y como lo prometió el amistoso Troll, los acompañó a la parada del autobús. Claro, no sin antes trolearlos con sus bromas casi toda la fiesta y aún mientras esperaban el autobús. Después de todo, eso hacen los Trolls. Intercambiaron su Twitter y Facebook para seguir en contacto, se despidieron y cada quién continuó con su camino.

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El Oni Rojo y El Oni Azul

Llegaron a la tierra de Nunca Jamás pero aún tenían que cruzar el Bosque de los Lamentos y subir a la montaña en donde se encontraba el Castillo de Solrak, para finalmente enfrentarse al Dragón. –Amigo, ¿por qué tenemos que matar al Dragón? –preguntó seriamente Aldini–. Estaba pensando que no deberíamos matarlo sólo porque el gran Mago de Oz lo pide; es un ser vivo y los dragones están en extinción. Robespierre molesto le respondió: –¡Dude, si supiera te lo diría!, es lo que pidió el Mago como prueba para poder pertenecer al Consejo de la Mesa Redonda del Rey y tenemos que hacerlo. –Pero tú nunca sigues las reglas –señaló Aldini.

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–Y tú nunca las desobedeces –respondió Robespierre. Mientras seguían con su discusión se adentraron en un poblado hecho cenizas en donde se sentía una tranquilidad espantosa, llena de muerte y soledad. –Creo que esta es la razón que estabas buscando –dijo Robespierre mientras desenfundaba su espada –Ahora mi amigo, mantente alerta y haz un hechizo patronus, que esto se ve feo. Aldini sacó su varita mágica y lanzó el conjuro–: ¡Expecto patronum! Una luz salió de su varita y tomó la forma de un axolote que los envolvió en una brillante capa protectora, en caso de peligro. Conforme fueron avanzando, dejaron atrás el poblado destruido y poco a poco se adentraron en el Bosque de los Lamentos.

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–Man, traje mi iPod, ¿quieres escuchar el ‘Random Access Memories’ de Daft Punk?, me lo pasó el Troll en la fiesta –Aldini le ofreció un audífono a Robespierre pero este lo rechazó. –Amigo, quisiera tener tu entusiasmo, pero el bosque es peligroso y tenemos que estar alerta. Aldini ignoró el comentario apático de Robespierre y se colocó los audífonos para disfrutar del camino con buena música. Robespierre se molestó al notar que su amigo no hizo caso de su advertencia y prefirió adelantarse sin decir una sola palabra. No se percató que Aldini se quedaba cada vez más atrás y al poco tiempo ambos se perdieron de vista.

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El Bosque De Los Lamentos

El Bosque de los Lamentos es un lugar terrible para perderse porque allí los viajeros son devorados por sus monstruos internos, se dice que nadie ha salido de allí con vida. Robespierre al verse perdido en el bosque, intentó regresar en busca de Aldini pero de pronto escuchó unos gritos de sufrimiento que parecían ser de niños y ancianos. Trató de ubicar de donde provenían esos horrorosos gritos, pero no logró ver a través de la neblina que se iba formando a su alrededor. El joven espadachín entró en desesperación y furioso dio golpes al aire con su espada, cortando algunas ramas de los árboles. Los gritos pronto comenzaron a decirle que era un fracasado que jamás lograría ser un gran espadachín. Robespierre empezó a recordar las burlas en la escuela y

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las risas de esos profesores que lo consideraron un fracaso por sus malas notas en el colegio. Robespierre gimoteó y continuó golpeando al aire con su espada, tratando de atravesar los fantasmas de su pasado. Agotado, el espadachín cayó de rodillas al suelo pidiendo que se largaran esas voces que se habían metido en su cabeza. Aldini por su parte se adentró en una cueva. Encendió una luz para poder explorar los oscuros rincones y entró a las profundidades hasta toparse con lo que parecía ser una bella mujer de larga cabellera roja, que se bañaba en un lago. –Ven a mí, estoy muy sola –dijo la mujer con una voz seductora. Aldini bien intencionado se acercó, pero mantuvo su distancia y no entró al lago. La mujer le indicó con un dedo que entrara.

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Robespierre se levantó y guardó su espada. –No son reales –se dijo a sí mismo–, no pueden hacerme daño, son sólo palabras que se esfuman en el tiempo. No existen, no son reales, no son nada. Robespierre se dio cuenta de que para vencer sus fantasmas tenía que confiar en sí mismo y no permitir que esas voces lo afectaran. Entonces cerró los ojos y meditó. Los fantasmas gritaban con más fuerza, pero no consiguieron desconcentrar al espadachín y comenzaron a desaparecer en la niebla. Robespierre abrió los ojos y el aterrador bosque ya se había transformado en un paraíso. Aldini no quería entrar al lago por temor a hundirse, pero al mismo tiempo quería atravesarlo para llegar con la hermosa pelirroja. Comenzó a recordar que por ese temor a tomar riesgos se había perdido de algunas experiencias. 34


Muchas de ellas tan simples como hablarle a chicas lindas en la escuela, chicas que le hubiera encantado conocer. Pronto comenzó a ponerse triste, pero sabía que los poderes del bosque lo encerrarían y terminarían por destruirlo si él permitía que sus pensamientos negativos lo vencieran. Entonces Aldini se arrodilló, tomó la primera roca que vio en el suelo y con su varita escribió en ella #YOLO, la arrojó dentro del lago y enseguida entró al agua, dirigiéndose a la mujer que le extendía los brazos. –El miedo por más pequeño que sea, impide que realices lo que deseas y con el tiempo eso se convierte en un infierno –le dijo la mujer–. Hoy has dado el primer paso y en adelante no habrá obstáculo para lograr lo que te propongas –La pelirroja lo abrazó y le dio un beso, toda la cueva se iluminó.

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Aldini abrió los ojos para ver que la cueva se había transformado en un hermoso valle. El joven hechicero nuevamente invocó a su expecto patronum; el axolote salió volando velozmente dejando un camino de luz. Del otro lado del bosque Robespierre logró ver aquel intenso brillo y lo siguió hasta encontrarse nuevamente con Aldini. Los dos continuaron su travesía hacia la montaña en donde se hallaba el castillo de Solrak, ambos estaban muy contentos de reencontrarse y de haber vencido al Bosque de los Lamentos.

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El Castillo De Solrak

Los dos amigos llegaron a un risco y notaron que el puente que llevaba a la montaña estaba roto. –¡Excelente!, ahora tendremos que llegar al castillo volando –dijo Robespierre con sarcasmo–. Seguro alguien destruyó el puente sólo para molestarme. –Bueno, ahora solamente necesitamos un poco de fe, confianza y polvo de hadas para llegar al castillo –dijo Aldini con toda calma y sacó una bolsita con polvo de hadas, el mismo que les regalaron en la fiesta del Troll. –¡Claro, el polvo de hada!, lo había olvidado. Entonces ¿sabes cómo funciona? – preguntó Robespierre. –Es muy fácil, sólo tienes que echarte un poco de polvo encima y después pensar en una idea feliz y… ¡a volar! –dijo Aldini al 37


mismo tiempo que lanzaba el polvo al aire para que los cubriera. –Mi idea feliz será un Thundercat que mis padres me regalaron en Navidad –dijo Robespierre. –En ese caso, mi idea feliz será un rompecabezas que armé con mi hermana y que nos quedó muy bonito –En cuanto Aldini terminó la frase, comenzó a flotar en el aire. Los dos atravesaron el risco volando y subieron la montaña hasta llegar a la puerta del castillo. Lo que ahora les preocupaba de verdad era encontrar al Dragón. –Es un castillo enorme, ¿en dónde crees que se encuentre el Dragón? –preguntó Aldini.

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–Es probable que se encuentre en la mazmorra. ¿Aún no estás seguro de querer matarlo? –Honestamente… no quiero, pero creo que no tenemos opción, ya que si no lo matamos… él nos comerá –respondió Aldini sin mucho ánimo. Entraron al castillo con mucho cuidado de no hacer ruido, para poder tomar al Dragón por sorpresa. –Esto será muy fácil si tenemos cuidado, la estrategia es tomarlo por sorpresa o esperar a que esté dormido para poder matarlo –dijo Robespierre. –¿Alguna vez has matado a un dragón? – preguntó Aldini, aunque ya sabía la respuesta. –No, nunca, pero hice mi tesis sobre técnicas para matar dragones.

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La mayoría comete el error de enfrentarse cara a cara cuando lo ideal es hacerlo del modo fácil y tomarlo por sorpresa – Robespierre desenfundó su espada tratando de no hacer ruido. –Man, y si sólo convertimos al Dragón en un cachorrito o lo encerramos en otra dimensión –dijo Aldini tratando de negociar con Robespierre el destino del Dragón. –¡Carajo!, amigo, no lo sé. El castillo comenzó a temblar, Aldini y Robespierre voltearon al techo y vieron los candelabros moverse, en ese momento escucharon el rugido del Dragón. –¡Escóndete! –gritó Robespierre y corrió a ocultarse bajo una mesa, Aldini se escondió en un armario.

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El Dragón

El enorme Dragón entró al salón principal, olfateando por todos lados al sospechar que había intrusos en el castillo. Aldini que no sentía miedo alguno ya que era la primera vez que podía ver a un Dragón de carne y hueso, se asomó para verlo. Después dirigió la mirada a la mesa en donde se encontraba escondido Robespierre, quien le hizo señas de que no se moviera ni hiciera ruido. Aldini estaba tan fascinado por el enorme Dragón que no pudo evitar tomarle una foto con su iPod. El flash llamó la atención del Dragón y con su cola embistió a Aldini, quién apenas pudo reaccionar, logrando esquivarlo volvió a meterse rápidamente en el armario.

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Robespierre salió corriendo de su escondite y con un grito de guerra sacó su espada para atacar a la mítica criatura, que reaccionó dándole al espadachín un violento golpe con su cola, lanzando por los aires. El Dragón emitió un rugido de enfado y cuando se disponía a lanzar una llamarada sobre Robespierre que se encontraba tirado en el suelo, Aldini sacó su varita y la agitó rápidamente protegiendo a su amigo. Robespierre pudo ver las fuertes llamas sobre él y como el escudo mágico lo protegía. El Dragón se enfureció aún más y lanzó otro ataque, ahora contra el hechicero. Aldini no pudo reaccionar tan rápido como el Dragón y no logró direccionar el escudo para cubrirse. –¡NOOOOO! – gritó Robespierre cerrando los ojos. Al abrirlos segundos después, logró ver como el Dragón tosía varias nubes de humo. –Ya no puedo más, estoy muy viejo –dijo el Dragón. 42


¿Todo bien? – preguntó Aldini acercándose sin miedo a la criatura.

–Toda mi vida he cuidado de este maldito castillo, –dijo con decepción el Dragón, bajando la cabeza –, pero ya estoy cansado de proteger este lugar de los intrusos. Debí haberme jubilado hace 100 años pero hombres y bestias aún osan entrar al castillo para robar los tesoros que hay aquí. Lo único que quiero es descansar, tener una vejez plena y disfrutar de mis últimos siglos de vida. Aldini sintió un poco de pena por el Dragón. Robespierre se acercó con cuidado, disponiéndose a cortarle el cuello a la criatura. –Man, ¿qué estás haciendo? –preguntó Aldini. –Está distraído y débil, es nuestra oportunidad –dijo fríamente el espadachín, con una mirada insegura. Aldini se interpuso para cubrir al viejo Dragón. 43


–Deja que haga su trabajo, no tiene caso –dijo tristemente el Dragón. Robespierre recapacitó, bajó su espada y se acercó a ellos. –Tienes razón amigo, no podemos matarlo. Ya está muy viejo y sólo hacia su trabajo. ¿Entonces qué hacemos? –Podemos liberarlo –respondió Aldini con sabiduría y seguridad.

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Un Pacto De Amistad

El dragón cambió su mirada de tristeza por una enorme sonrisa. –¿Liberarme?, ¿pero acaso no vienen a matarme y quedarse con el tesoro de Solrak? –Cambiamos de idea, es justo que disfrutes de una jubilación y vivas tranquilamente –dijo Aldini. –¿De verdad? ¡qué alegría!, ahora podré ir a la isla de retiro para dragones. –Sí, ahora puedes ir a donde tú quieras, eres libre muchachote –dijo Robespierre. Al escuchar la noble intención de los dos intrusos, brotaron algunas lágrimas de los ojos del Dragón.

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–Rápido, acérquense y dejen que los moje con mis lágrimas. Es todo lo que puedo pagarles –dijo sollozando el dragón. –Calma, no tienes que hacerlo –dijo Robespierre incrédulo. Aldini caminó hacia el Dragón sintiéndose honrado de mojarse con sus lágrimas. –Dude, una lagrima de dragón es el símbolo de amistad entre dragón y humano. Robespierre puso cara de que no entendía una sola palabra. Aldini rodó los ojos, se cruzó de brazos y dijo: –Significa que otros dragones no te atacaran nunca, por el resto de tu vida. Robespierre cambio su cara de incredulidad por una de sorpresa y corrió inmediatamente a cubrirse con las lágrimas del simpático escupe fuego.

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–Ahora cerramos un pacto de amistad. Ustedes podrán caminar entre los de mi especie y nunca serán lastimados por ellos, siempre y cuando respeten la vida y no ataquen a otro dragón. Aldini y Robespierre sellaron el pacto con una noble reverencia. –Una cosa más… para poder ser liberado de esta maldición, deben destruir este castillo y todo lo que hay en él. Este lugar está hechizado y no podré abandonarlo si hay castillo o tesoros que cuidar. Eso dice mi contrato.

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La Destrucción Del Castillo

Robespierre hizo una mueca de tristeza. –¿Seguro que no podemos quedarnos con alguna parte pequeñita del tesoro? Aldini le dio un codazo a su amigo y dijo: –Seguro, te ayudaremos a destruir este lugar, tú dinos qué hay que hacer. –Sólo tenemos que hacer volar el castillo de la manera más fácil. En el sótano hay muchos barriles de pólvora. Sólo tienen que entrar y sacar algunos, la puerta es muy pequeña para mí pero ustedes podrán entrar y salir sin problemas –dijo el Dragón. Los dos valientes amigos colocaron estratégicamente los barriles de pólvora, desde de la mazmorra hasta el salón principal del castillo para que la reacción en cadena lograra destruirlo todo y librar al Dragón de su maldición. 48


Aldini y Robespierre subieron al lomo del Dragón y salieron volando del castillo. El Dragón escupió una llamarada de fuego con la misma energía que solía tener en su juventud. Los tres se alejaron del castillo que explotaba y se derrumbada bruscamente detrás de ellos. Robespierre lloró al pensar en todos los tesoros que pudieron haber obtenido. También le preocupaba que el gran Mago de Oz no les diera el trabajo con el que tanto soñaban pues no llevaron a cabo la misión que les asignó. Aldini se sentía emocionado por volar en la espalda de un dragón y aunque también quería obtener el trabajo como hechicero, entendía que todo pasaba por algo y que quizá le esperaba algo mucho mejor. Lo bueno fue que al viajar en la espalda del Dragón no gastaron en el pasaje de regreso a Ciudad Esmeralda.

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–¿Crees que nos acepten si pedimos trabajo en la fábrica de armaduras? – preguntó Robespierre tratando de ser optimista. –Yo creo que sí, dicen que están contratando diariamente por las bajas de personal –bromeó Aldini. En el horizonte podían ver las luces de la vida nocturna de Ciudad Esmeralda, iluminando el cielo y opacando la luz de las estrellas. El Dragón los dejó en el bosque cerca del castillo del Mago de Oz, en donde podrían acampar y pasar el resto de la noche. –Gracias amigos, espero verlos muy pronto. Recuerden que cuentan conmigo y si necesitan mi ayuda, sólo tienen que buscarme en la isla de retiro para dragones, en donde obviamente son bienvenidos. Aldini y Robespierre se despidieron de su nuevo y enorme amigo escupe fuego. 50


El Dragón emprendió el vuelo y miró hacia atrás para ver a sus dos amigos agitando las manos, dándole un hasta pronto. El Dragón se alejó en lo alto del cielo, viendo su majestuosa silueta en contraste con la luna llena. Sin duda estaba gozando de la libertad que tanto anhelaba.

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La Hora De La Verdad

Al día siguiente Aldini y Robespierre acudieron a la segunda entrevista con el Mago, en donde le explicaron todo lo sucedido. –¿Entonces no consiguieron matar al Dragón? –preguntó el gran Mago de Oz. –Decidimos no hacerlo señor, en lugar de eso le dimos su libertad, para lograrlo tuvimos que destruir el castillo, por lo que creo que le fallamos, gran Mago –dijo Aldini. El gran Mago de Oz se puso recto y les dijo: –¿No se han dado cuenta? actuaron con valor y sabiduría en su decisión, enfrentaron sus temores y vencieron cada obstáculo que se les puso enfrente. Se han demostrado a ustedes mismos de lo que son capaces de hacer y además aprendieron uno del otro. Forman un gran equipo. 52


Aldini, eres un hechicero digno de confianza, has actuado con sabiduría y aprendiste que en ocasiones debes cuestionar las reglas, ver las cosas desde otro punto de vista y decidir qué es lo más conveniente para hacer dependiendo las circunstancias. Robespierre, ¿qué puedo decirte?, eres un gran espadachín, fuerte y valiente; has adquirido mucho conocimiento en este viaje y has demostrado responsabilidad y seguridad. No mataron al Dragón, pero demostraron que saben decidir con justicia y bondad, merito que los convierte en verdaderos héroes. Sin duda ambos aprendieron a combinar su potencial y complementarse como equipo. –¿Eso quiere decir que tenemos el trabajo? –interrumpió Robespierre. El Mago de Oz sonrío. –Me temo que por el momento no tenemos vacantes, pero con esta hazaña los vamos a considerar para que en un futuro formen parte del Consejo de la Mesa Redonda del Rey. 53


–¿Pero nos van a pagar?, –volvió a interrumpir Robespierre– usted sabe, nos deshicimos del Dragón sin necesidad de matarlo, ya no aterrorizará a nadie más por qué ya no hay castillo que defender y… de algún modo cumplimos con nuestro trabajo. El Mago de Oz soltó una leve carcajada. –Su pago es el más grande de todos… han adquirido experiencia, no hay nada más valioso que la experiencia… Bueno, y mi sobrino se acaba de graduar… mi hermana me mata si no le doy el trabajo. ¿Qué más les puedo decir muchachos? Robespierre y Aldini respondieron con una gran sonrisa fingida y se miraron uno al otro, ambos se sentían estafados por haber trabajado gratis sin la recompensa de firmar un contrato, se sentían peor que becarios desechables. –Entonces les agradezco mucho, nosotros los llamamos cuando tengamos una vacante disponible –dijo el Mago sin vergüenza. 54


Aldini y Robespierre salieron muy decepcionados de la oficina del Mago, después de todo era un gran charlatán como agente de Recursos Humanos y Hechiceros. –Caracoles, ¿qué podíamos esperar de un trabajo del gobierno de Ciudad Esmeralda? –dijo Aldini. –Lo sé, hay corruptos hasta en los cuentos de hadas, que poca –agregó molesto Robespierre.

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¿Y Ahora Qué Sigue?

Afuera del castillo los dos amigos vieron al horizonte mientras la puesta de Sol les anunciaba que pronto deberían conseguir en donde acampar. –¿Y ahora que vamos a hacer? –preguntó Robespierre. –Podemos trabajar como freelancers, sólo tenemos que buscar en donde vivir -comentó Aldini. –Y podemos pedirle al Troll Sateluco que nos dé asilo durante un tiempo, digo, en lo que conseguimos algo - agregó Roberpierre. –¡Uh!, me agrada la idea, estoy de acuerdo –Aldini aplaudió para conmemorar el momento–. Amigo, te tengo una buena noticia –el joven hechicero sonrió y le entregó a Robespierre un morral lleno de oro– Es del tesoro de Solrak. 56


–¡Amigo! –A Robespierre le brillaron los ojos como a Remi y saltó de la emoción–. ¿Cómo conseguiste este oro? –El Dragón me lo dio, no quería que nos fuéramos con las manos vacías. Con esto podemos empezar nuestra agencia de héroes. Robespierre guardo el morral y desenfundó su espada, apuntando hacia adelante: –¡Vamos a comer unas alitas BBQ para celebrar! Así los dos amigos iniciaron su largo camino hacia Ciudad Satélite, en donde emprenderán su propio negocio como cazadores de tesoros y héroes a domicilio, con la promesa de descubrir tierras desconocidas y vivir nuevas y grandes aventuras.

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Epílogo

En su travesía, Aldini y Robespierre se encontraron con una lámpara maravillosa en un bazar de antigüedades en la Condesa. Como estaba muy polvorienta, Aldini la frotó para limpiarla y repentinamente salió un genio de la lámpara. –Gracias por liberarme, como agradecimiento les voy a conceder tres deseos –dijo el Genio–. Pero les advierto sobre las tres reglas básicas de la magia que no puedo romper por ningún motivo: Primera regla, no puedo asesinar a otra persona o ser mágico. La segunda es que no puedo hacer que alguien se enamore de ustedes o de otra persona. Y la tercera y última es que no puedo revivir a los muertos. ¿Entendido? –Por mi está bien –dijo Aldini. Robespierre asintió con la cabeza para mostrar que también estaba de acuerdo. 58


Los dos amigos conversaron en secreto tratando de acordar cuál sería ser su primer deseo y tras unos minutos llegaron a una conclusión. Al mismo tiempo y con gran emoción, dijeron: –¡Queremos un departamento, aquí en la Condesa! El genio cambió su sonrisa por una cara más seria y fingió no haberlos escuchado, se rasco una oreja con el dedo y volvió a preguntar: –Entonces ¿a quién quieren que mate?

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“Las Fabulosas Aventuras de Aldini y Robespierre” Primera edición: 2015 Editorial Colectivo Lero-Lero @RoberMonkada México, D.F.

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