Según el orden de Melquisedec

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Hebreos 6:20

Roberto Celaya Figueroa


…para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas y nosotros por medio de él (I Corintios 8:6)


Dedicatoria

A la Iglesia de Dios (7° Día)

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Índice

Introducción........................................................................................................ 1

Los dos sacerdocios y las dos leyes ............................................................... 2

Los dos sacerdocios ............................................................................... 3

Las dos leyes ........................................................................................... 10

Tres funciones .................................................................................................... 23

Profeta ...................................................................................................... 23

Sacerdote ................................................................................................. 27

Rey ............................................................................................................ 30

Cristo: profeta, sacerdote y rey ........................................................................ 32

Profeta ...................................................................................................... 32

Sacerdote ................................................................................................. 34

Rey ............................................................................................................ 36


Cristianos: profetas, sacerdotes y reyes ....................................................... 44

Profeta .................................................................................................... 44

Sacerdote ............................................................................................... 47

Rey .......................................................................................................... 49

Tres momentos................................................................................................. 55

Elección .................................................................................................. 56

Unción..................................................................................................... 57

Función ................................................................................................... 59

Cristo: elección, unción, función .................................................................... 64

Elección .................................................................................................. 64

Unción..................................................................................................... 66

Función ................................................................................................... 68


Cristianos: elección, unción, función ............................................................. 71

Elección ................................................................................................. 71

Unción..................................................................................................... 75

Función ................................................................................................... 77

Las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey .................. 80

Elección .................................................................................................. 83

Unción..................................................................................................... 85

Función ................................................................................................... 91

Caso Pablo ............................................................................................. 95

Conclusión ........................................................................................................ 97


Introducción

Una de las promesas más esperanzadoras para el cristiano se refiere a la expectativa de avanzar el reino venidero y llegar a ser con Cristo reyes y sacerdotes, es tal el énfasis puesto en esto que uno puede llegar a desvincular lo que uno hace en el presente siglo del mundo por venir, más sin embargo ambas temporalidades están estrechamente relacionadas y es más: condicionadas, siendo que la segunda depende de la primera, pero si en el reino venidero se será, si es que uno alcanza a ser considerado digno, rey y sacerdote, ¿qué se es en el presente tiempo?

La figura del cristiano necesaria ye exclusivamente tiene su referente en la figura del Mesías, Jesucristo, nuestro Señor y Salvador; Él, tal como lo presenta la Escritura, reunió en su persona las funciones de profeta, sacerdote y rey, cada una de ellas con cierta preponderancia en la temporalidad de la historia humana. En este sentido, si estamos llamados a ser imagen de Su persona es necesario luego entonces que de igual manera reunamos en cada uno de nosotros las funciones de profeta, sacerdote y rey.

Ahora bien, estas funciones, si bien forman parte intrínseca de los llamados a salvación en el presente siglo, tienen, al igual que en el caso de cristo, un orden de preponderancia en la temporalidad actual, de igual forma, como condicionante de esas funciones, existen tres momentos: la elección, la unción y el desempeño.

Entender esto es de suma importancia pues lleva de manera natural a entender las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, así es: leyes, es decir, normas necesarias que deben cumplirse para poder desempeñar estas funciones, normas relacionadas con la unción y la función que dependen de uno, y no tanto con la elección que libremente depende de Dios.

1


Los dos sacerdocios y las dos leyes1

Las funciones de profeta, sacerdote y rey, necesaria y forzosamente tienen un referente eminentemente legislativo, es decir, las mismas no pueden desempeñarse si no hay un marco normativo que establezca los alcances de cada una, el problema, cuando el cristiano aborda el tema legislativo, del cual depende el tema de las funciones de profeta, sacerdote y rey, es determinar cuál es la legislación marco que rige estas funciones.

Esto es sumamente importante ya que de un correcto entendimiento derivará precisamente el ejercicio acertado de aquellas funciones.

Dada la importancia de esto, es menester iniciar este estudio clarificando la cuestión relativa a dicha reglamentación, reglamentación que generalmente en la Escritura se le conoce como Ley, pero que un análisis cuidadoso permite identificar en la misma la Ley de Dios y las leyes mosaicas, siendo la primera eterna mientras que la segunda serían temporales y si bien las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey se encontraban incluidas en estas últimas, ya no vigentes, las mismas, como se verá cuando se aborden ambas, pertenecían a una legislación primigenia que sólo fue reconocida por las leyes mosaicas pero que al cesar estas últimas aquellas no perdieron vigencia.

De esta forma las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey siguen vigentes, aunque han cambiado en su forma y su fondo, adquiriendo una mayor comprensión sobre el alcance y profundidad de las mismas.

1

Este apartado se ha extractado de la obra “Muerto a la ley por la Ley –Temporalidad y perpetuidad de las leyes de Dios-”, la cual se sugiere para un mayor discernimiento del tema. Descargar gratis sin compromiso ni seguimiento en www.rocefi.com.mx, Menú Libros, Sección Ebooks Gratis, Apartado Cristianismo.

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Pero para avanzar en el entendimiento escritural del tema de la presente obra, es menester entender que si existe un cuerpo legislativo dado por Dios, necesariamente debe existir alguien que lo implemente, el sacerdocio, y entendiendo esto tratar de comprender la cuestión de la legislación, las leyes, aunada a ello.

Pero vayamos por partes, veamos primero lo relativo a los dos sacerdocios y las dos leyes.

Los dos sacerdocios

Cuando se habla del sacerdocio con relación a Dios, la mayoría puede pensar en aquel que se ejercía en el templo y que devino de las leyes que Moisés recibió, pero alrededor de 300 años antes de este evento vemos otro sacerdocio existente.

En Génesis 14:17-20 vemos este pequeño, peo significativo, relato: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.

Cuando Dios estableció Su pacto con el pueblo de Israel a través de Moisés, estableció una diferencia entre el poder gubernamental y el poder religioso, unos podían ser reyes, pero no sacerdotes, otros serían sacerdotes, pero no reyes. Los sumos sacerdotes provenían de la línea genealógica de Aharón y los sacerdotes de la tribu de Levi; por otra parte una vez establecida la monarquía en Israel el poder gubernamental provenía de la línea genealógica de la casa real. Pero en la cita anterior vemos que 300 años antes de que se estableciera el pacto de Dios 3


con su Pueblo, antes que se definieran las funciones sacerdotales y de culto, antes que se estableciera el poder gubernamental que deviniera en la monarquía, existía un personaje, Melquisedec que era al mismo tiempo sacerdote y rey, y lo era del Dios Altísimo.

Este Melquisedec era un tipo del sacerdocio de Jesús, el cual es sacerdote y rey, y cuyo sacrificio redentor nos ha ganado el poder de igual forma ser nosotros sacerdotes y reyes, no sacerdotes o reyes, sino sacerdotes y reyes. El capítulo 7 de Hebreos contiene esa comparación entre aquel sacerdote, el de Melquisedec, y el de Jesús, viendo cómo se refieren a un sacerdocio diferente del de Aharón o levítico y sujeto a leyes y normativas diferentes:

Hebreos 7

1

Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que

salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, La figura de Melquisedec era la de rey y sacerdote, no sacerdote o rey, apuntaba al sacerdocio y regencia de Jesús y de quienes son llamados a ser cómo Él.

2

a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa

primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;

3

sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin

de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

Esto no quiere decir, como algunos presuponen, que Melquisedec no tuviera principio o fin (con lo que concluyen era Jesús), sino que a diferencia del 4


sacerdocio de Aharón o levítico, el sacerdocio de Melquisedec no dependía de la genealogía o ascendencia, de hecho el versículo 6 aclara esto. “Sin padre, sin madre”, en el griego original simplemente significa: “Padre desconocido, madre desconocida”.

Por supuesto que Melquisedec tuvo padre y madre. Pero el punto que Pablo está tratando de establecer es que Melquisedec no fue rey o sacerdote por causa de su genealogía. Él no era un rey en virtud del hecho de que su padre fuera rey antes que él. No fue un sacerdote porque su padre lo haya sido antes que él.

En el Antiguo Testamento, los reyes de Judá reinaban debido a su genealogía. Ellos podían trazar su genealogía hasta David, y por ende, sus demandas al trono estaban basadas en el derecho de nacimiento. Así mismo, el sacerdote debía remontar su genealogía hasta Aarón. Por lo tanto, sus demandas al sacerdocio estaban basadas en la genealogía. Sin embargo, en el Nuevo Testamento es completamente diferente.

El Nuevo Testamento no está basado en la genealogía. Cuando estudiamos la historia de los tiempos de Melquisedec, encontramos que los reyes ascendían al trono por elección, no por genealogía. Ésta es la razón por la cual Pablo dijo: “Sin padre, sin madre”. En el griego original dice que su padre y su madre eran desconocidos. La genealogía natural no intervino en esto. Luego Pablo dice: “sin genealogía” esto significa que sus hijos no heredaron el trono por derecho de nacimiento.

El reinado fue determinado por elección. “Que no tiene principio de días, ni fin de vida”. Melquisedec no fue la preencarnación de Cristo, como algunos lo han sugerido. No es posible que Cristo tuviera una existencia anterior como hombre sobre la tierra. Esto significaría que Cristo nació dos veces, y dos veces murió. Melquisedec fue un hombre. Fue literalmente, un rey elegido en Jerusalén. 5


Cuando Pablo dice de él “que no tiene principio de días”, significa que el sacerdocio o reinado de Melquisedec no fue remontado hasta su genealogía, o hasta su nacimiento. “Ni fin de vida”.

El apóstol Pablo hace referencia al hecho de que el ministerio de Melquisedec continuó hasta la eternidad y no terminó con la muerte. Melquisedec se asemeja al Hijo de Dios. En otras palabras, fue un tipo extraordinario de Cristo. Él fue como el Hijo de Dios, pero no era el Hijo de Dios.

4

Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca

dio diezmos del botín.

5

Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio,

tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.

6

Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de

Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.

Aquí la aclaración del versículo 3 en el sentido que ni la regencia ni el sacerdocio era por cuestiones genealógicas, a diferencia de los reyes y sacerdotes de Israel bajo el Antiguo Pacto, sino por elección de Dios.

7

Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.

Esa figura de sacerdote y rey como Melquisedec era superior a la que surgiría después en la figura de los reyes o sacerdotes de Israel en el Antiguo Pacto.

6


8

Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno

de quien se da testimonio de que vive.

9

Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los

diezmos;

10

porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió

al encuentro.

11

Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él

recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Aquí claramente se diferencia la existencia de dos sacerdocios, el de Melquisedec con las características que ya se han mencionado, y el de Aharón o levítico con las características bajo el Antiguo Pacto.

12

Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio

de ley;

Aquí están las condiciones que cambiaron y por las cuales, como más delante se ahondará en ello, implica que las fiestas de Dios dejaron de tener observancia para la iglesia del Nuevo Testamento formada por llamados y elegidos a ser reyes y sacerdotes.

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y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al

altar. 14

Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la

cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 7


15

Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta

un sacerdote distinto,

16

no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la

descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.

De nueva cuenta se contrasta diferencia los dos sacerdocios

17

Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

18

Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad

e ineficacia

19

(pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor

esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.

De igual forma y de nueva cuenta se señala un cambio en las condiciones, cambio que implicaría que las fiestas de Dios, dadas para en el Antiguo Pacto, al sacerdocio de Aharón o levítico, dejarían de tener vigencia u observancia.

20

Y esto no fue hecho sin juramento;

21

porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes;

pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. 8


22

Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

Aquí la referencia es clara a Jesús como sacerdote según el orden de Melquisedec, de igual forma al señalamiento de que bajo ese sacerdocio hay un pacto mejor, lo cual implica, como decía el versículo 12, un cambio de leyes.

23

Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte

no podían continuar;

24

mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio

inmutable; 25

por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se

acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

26

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,

apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27

que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de

ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

28

Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la

palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

Estos últimos versículos de nueva cuenta establecen la diferencia entre los dos sacerdocios y, ya podemos también concluir, las dos leyes.

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Las dos leyes

De lo visto anteriormente, Hebreos 7:12 señala que “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley”. ¿Cómo puede haber cambio de ley?, ¿Qué no la Ley de Dios es eterna (Salmos 119:152), santa (Romanos 7:12), perfecta (Salmos 19:7)?, ¿entonces?

Veamos primero, su no pregunta a alguien ¿qué es pecado? Esta persona bien puede señalar 1 Juan 3:4 para responder que es infracción a la ley, “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley”. Si luego uno pregunta ¿qué ley?, acudiendo a Romanos 8:7 se respondería que es más que evidente que es la ley de Dios, “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”. Si a continuación uno pregunta ¿cuándo dio Dios su ley?, tomando como referencia Éxodo 20 puede decirse que una vez que Dios hubo sacado a Su pueblo de Egipto. Ahora bien, si hasta el tiempo de Moisés Dios dio Su ley a su pueblo, ley que definió pecado considerando la infracción a la misma, ¿cómo es posible que desde tiempos de Adán se hablara de pecado, ya que Dios, amonestando a Caín, le dice en Génesis 4:7 ”Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes enseñorearte de él”?, de igual forma, y considerando esa misma cita ¿cómo alguien podría hacer “lo bueno” si no hubiera una norma que lo definiera, máxime si “los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5)?

De igual forma Génesis 3 registra la caída de Adán y Eva. En el capítulo siguiente aparece el primer homicidio. ¿Cómo sabría Caín que era culpable de homicidio por asesinar a su hermano si no había Ley? Mucho antes del Pacto en Sinaí, Dios mencionó el asesinato en el pacto que estableció con Noé después del Diluvio (Génesis 9:6). Mucho antes del Pacto en Sinaí la Escritura nos dice que Enoc “caminó con Dios” (Génesis 5:22). Mucho antes del Pacto en Sinaí la Escritura nos 10


dice que Noé era “justo” y “perfecto” (Génesis 6:9). Mucho antes del Pacto en Sinaí la Escritura nos dice que Job era “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”, (Job 1:8; 2:3). Obviamente, existía una norma del bien y del mal. Enoc, Noé y Job vivieron muchos años antes del Éxodo, mucho antes del Pacto en Sinaí. ¿Cómo alguien hubiera podido caminar con Dios, ser justo y perfecto, ser recto, temeroso de Dios y apartado del mal si no hubiera una norma definiera el bien y el mal, lo correcto de lo incorrecto, lo agradable a Dios de lo que Él consideraba pecado?

Cómo ya se vio en el apartado anterior relativo a Melquisedec, 300 años antes de que se estableciera el pacto de Dios con su Pueblo, antes que se definieran las funciones sacerdotales y de culto, antes que se estableciera el poder gubernamental que deviniera en la monarquía, existía un personaje, Melquisedec que era al mismo tiempo sacerdote y rey, y lo era del Dios Altísimo.

De igual forma desde mucho antes, según la cita Génesis 4:7 ya vista, así como las otras, existía una noción de pecado que requería hubiera una norma contra la cual contrastar las acciones, emociones y pensamientos de uno. Esa era la Ley de Dios y bajo esa Ley servían los sacerdotes del orden de Melquisedec. Dicha Ley estuvo vigente desde Adán hasta Abraham, es decir, durante más de 1500 años donde hubieron gente que caminaba con Dios, que era justa y perfecta, recta, temerosa de Dios y apartada del mal.

Ahora bien, cuando Dios saca a Su pueblo de Egipto establece un Pacto que incluía esa Ley pero que además le fue adherido otras normas que vinieron a formar parte de las reglas de Israel. La primera es lo que conocemos como los Diez Mandamientos (así como normas sobre alimentos limpios y no limpios (Génesis 7:8) y otras relativas al diezmo (Génesis 14:20), las demás son todas las demás normas religiosas y civiles que Dios dio a Su pueblo, de estas últimas la primera, como sello del Pacto de Dios con Su pueblo fue la circuncisión, después con Moisés vendrían el resto. 11


Veamos como en Jeremías 7:22-23 Dios dice por medio de Jeremías que “Porque yo no hablé a vuestros padres, ni les ordené nada en cuanto a los holocaustos y sacrificios, el día que los saqué de la tierra de Egipto. Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: ``Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien”. Cuando Dios hace Su pacto este consistía en una relación como la de Abraham, Isaac y Jacob, cuando no había todas las reglas y normas que después vinieron; una relación simple, sencilla, esta relación se basaba en los Diez Mandamientos, pero dada la rebeldía del Pueblo se le adicionaron otras normas que vinieron a conformar las reglas que regían toda la vida de Israel, sobre esta ley adicional Gálatas 3:19 nos dice “Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador”.

Así vemos que esta segunda ley fue añadida, no formaba parte de la primera, pero además de que fue añadida tenía una vigencia la cual era “hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa”. Así, el sacerdocio de Melquisedec se interrumpió y comenzó un sacerdocio de Aharón o levítico que contenía normas, reglas y prescripciones, entre las cuales estaban las sombras de las fiestas de Dios, que estarían vigentes en tanto el sacerdocio de Melquisedec no fuera reestablecido con Cristo.

Veamos como contrastan estas dos leyes en el entendido que la primera, la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, es para siempre (Salmos 119:44) mientras que la segunda, la ley de Moisés, el resto de normas, reglas y prescripciones, es temporal (Gálatas 3:19).

1. La Ley de Dios fue dada por Dios “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo” (Éxodo 20:1); la ley de Moisés fue dada por Moisés “Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, 12


en el Arabá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab” (Deuteronomio 1:1)

2. La Ley de Dios fue escrita en tablas de piedra “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles” (Éxodo 24:12); la ley de Moisés estaba escrita en un libro “Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse” (Deuteronomio 31:24)

3. La Ley de Dios fue escrita por el mismo Dios “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Éxodo 31:18); la ley de Moisés fue escrita por Moisés “Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel” (Deuteronomio 31:9)

4. La Ley de Dios fue puesta dentro del Arca de la Alianza “Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinay, dio a Moisés las dos tablas del testimonio, las tablas de piedra escritas por el dedo de Dios” (Éxodo 31:18) “después tomó y puso el Testimonio dentro del Arca, y colocó las varas en el Arca, y puso el propiciatorio encima del Arca” (Éxodo 40:20); la ley de Moisés fue puesta enseguida del Arca de la Alianza “Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti” (Deuteronomio 31:26)

5. La Ley de Dios trae bienaventuranza “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová” (Salmos 119:1); la ley de Moisés trae maldición “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10) 13


6. La Ley de Dios permanece “Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente” (Salmos 119:44); la ley de Moisés tendría un término final “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz” (Efesios 2:15) “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14).

7. La ley de Dios es perfecta y perfecciona “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma” (Salmos 19:7); la ley de Moisés era imperfecta y no perfeccionaba “pues nada perfeccionó la ley, y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” (Hebreos 7:19) 8. La Ley de Dios es espiritual “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (Romanos 7:14); la ley de Moisés era carnal “ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” (Hebreos 9:10). 9. La Ley de Dios es santa, justa y buena “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12); la ley de Moisés apenas y si era una sombra de lo que habría de venir “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan” (Hebreos 10:1) 10. La ley de Dios es para siempre “Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente” (Salmos 119:44); la ley de Moisés es temporal “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta

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que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gálatas 3:19). 11. La Ley de Dios trae vida “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da” (Deuteronomio 4:1); la ley de Moisés no da vida “También les di estatutos que no eran buenos y decretos por los cuales no podrían vivir” (Ezequiel 20:25)

Podemos ver que en todas las citas se menciona la palabra ley, pero de la misma forma y aunque se hable de ley se está refiriendo a dos normas reglamentarias diferentes. Pero para aún mayor claridad y contundencia respecto de la existencia de dos leyes, la misma Escritura señala “Y [Jehová] os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella” (Deuteronomio 4:13-14)

Así tenemos dos sacerdocios y dos leyes, el sacerdocio de Melquisedec y la Ley de Dios que estaban en vigencia antes del Pacto, y el sacerdocio de Aharón y levítico más las leyes de Moisés, que interrumpen el primero, en tanto viene Jesús a restaurarlo. Hay que entender que la Ley de Dios siempre estuvo, está y estará vigente, incluso durante el sacerdocio de Aharón y levítico pero en este período, el del sacerdocio de Aharón y levítico, además de la Ley de Dios estuvieron vigentes normas adicionales referidas como la ley de Moisés.

Con esto en mente puede comprenderse una cita que siempre lleva a confusión pues parece contradictoria, la cita es de Romanos 5:13-14 y señala “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de 15


venir”. A simple vista pareciera que dice que hasta que la ley fue dada en Sinaí antes no existía ley alguna que inculpara pecado, pero esto es absurdo pues la misma Escritura menciona, como ya se ha analizado, al pecado como tal mucho antes de que la ley fuese dada en Sinaí, incluso desde Génesis, de igual forma esa interpretación es absurda porque si no hubiese habido ley, tal como dice la cita, no se hubiese imputado pecado, pero como sabemos que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) nos encontramos, como señala la misma cita que “reinó la muerte desde Adán hasta Moisés”. Siguiendo el mismo razonamiento que esta cita da, si donde no hay ley no se imputa pecado, y si la paga del pecado es la muerte, y si hubo muerte desde Adán hasta Moisés, es más que evidente que entonces sí existía antes de Sinaí una ley, la Ley de Dios, perfecta, santa y eterna, ley a la que en Sinaí se la adicionaron otras normas de carácter temporal.

Una manera de clarificar esto es considerar como es que la Ley de Dios (por lo que ya se comentó) estuvo, está y estará vigente siempre, de igual formas aquellas normas que estaban vigentes antes del Pacto de Dios con Abraham, cuando estaba vigente el sacerdocio de Melquisedec, como las normas sobre alimentos limpios y no limpios (Génesis 7:8) y otras relativas al diezmo (Génesis 14:20). Para entenderé esto veamos como en génesis 12 Dios hace el Pacto con Abrahám, un Abrahám no circuncidado y con una relación simple y sencilla con Dios basada en las normas vigentes en ese momento, pero no es sino hasta por lo menos 14 años después (Génesis 17:27) cuando la circuncisión sería incorporada como la primer norma (Génesis 17:10-14) que luego sería completada con el resto de normas bajo el sacerdocio de Aharón o levítico. En esa temporalidad, las normas vigentes cuando Dios hace su Pacto con Abrahám eran las que siempre habían estado vigentes por más de 1,500 años desde Adán -Diez Mandamientos más normas sobre alimentos limpios y no impíos y las relativas al diezmo-, estas normas siguieron y siguen vigentes; las que mucho después comenzaron a añadirse –iniciando con la circuncisión con Abraham y siguiendo con el resto de normas mosaicas bajo el sacerdocio de Aharón o levítico- estarían vigentes

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“hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa” (Gálatas 3:19).

Es por eso que en Hechos 15 el Concilio de Jerusalén decide que la circuncisión carnal no es aplicable a la iglesia, no es, como algunos creen, que los Apóstoles reunidos hubieren cancelado una norma vigente (lo cual sería casi casi poner en contraposición a los Apóstoles y la iglesia contra Dios y Sus normas), sino que entendiendo que la reglamentación sobre la circuncisión era parte de las leyes adicionadas a la Ley de Dios, vigentes estas durante el sacerdocio de Aharón o levítico, al concluir ese período y reiniciar al sacerdocio de Melquisedec dejando de lado las normas añadidas, la circuncisión había dejado de tener efecto.

Más sin embargo hay un detalle que muchos pasan por alto, lo que se conoce como el Primer Concilio de Jerusalén, narrado en Hechos 15, no versa única y exclusivamente sobre la cuestión de la circuncisión, sino, como señala el versículo 5, sobre el hecho de que “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés”, ¿puede verse el pequeño detalle?, la cuestión a dirimir en ese primer concilio era sí, la relativa a la obligatoriedad de la circuncisión por los conversos, pero además la relativa a guardar la ley de Moisés. A estas alturas es entendible la referencia dada a la ley de Moisés diferenciada con relación a la Ley de Dios, más sin embargo, ¿cuál fue la decisión de este concilio respecto de estas dos cuestiones? Pedro señala en los versículos 10 y 11 “¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos”, no hay dos caminos sino sólo uno, y no hay dos normas sino una misma tanto para judíos conversos como para paganos conversos (Éxodo 12:49), y como cierre Jacobo concluye en los versículos 19 y 20 que “yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre”. Así que las dos cuestiones, no sólo una, la de la 17


circuncisión, sino también la relativa a guardar las leyes mosaicas, no fueron refrendadas por ese primer concilio sino que se determinó no imponer más cargas que las señaladas, las cuales, por cierto, no se señalan como leyes adicionales, sino como sugerencias de conducta edificante: “de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis” (versículo 29).

Pero hay algo más que debe tenerse en cuenta ya que después de la cita inicial, en el v. 21 se señala “porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo”, ¿qué tiene que ver Moisés con lo que aquí se está decidiendo?, ¿no hemos quedado que las leyes mosaicas han quedado superadas?

Como se estableció desde el principio de la presente obra, el que los aspectos ritualísticos, castigos y sacrificios, señales y prácticas aunados a las leyes mosaicas hayan quedado superados al restablecerse la legislación original aunada al sacerdocio de Melchisedec, a saber: los Diez Mandamientos, esto no quiere decir que toda la riqueza moral que igual puede servir para edificación del creyente deba desecharse pues la misma apunta a la forma en que Dios ve las cosas.

Por ejemplo, ya no se mata a quien practique brujería o viole el sábado, pero la lectura y comprensión de esto en las leyes mosaicas permite entender cómo es que Dios ve esas prácticas y edificarnos en nuestra comprensión.

Esto queda más que claro cuando vemos lo que determina el Concilio de Jerusalén. Primero deja de lado la cuestión de la circuncisión en la carne como requisito de salvación, pero luego añade algunas cuestiones como ídolos, fornicación, ahogado y sangre, es decir, lo mínimo que se espera en los cristianos como parte de una vida moralmente agradable a Dios, aun así se señala que si se hace esto, es decir, si se apartan los cristianos de estas cosas, harían bien (v. 29), con lo que queda claro que no se está imponiendo una doctrina a nivel de requisito 18


de salvación, la cual es obtenida por Cristo, sino como una línea de acción, como parte de una vida santa, a la que el cristiano debe tender.

En ese sentido, dado que lo que el Concilio de Jerusalén sugiere como algo bueno a observar por los cristianos, debemos entender que esto va en la línea de la moralidad, del pensamiento correcto, con lo que la lectura de Moisés, los primeros cinco libros de la Biblia, permitirá al cristiano ir desarrollando esa visión que Dios, que es el mismo ayer, hoy y siempre (Malaquías 3:6), tiene sobre la vida misma, ese pensamiento correcto, perfecto y santo, es por eso el señalamiento de que la lectura de Moises cada sábado a la que el cristiano podría atenerse para ir comprendiendo lo anterior.

Como comentario adicional al calce, con estas aclaraciones, puede uno volver a leer el Nuevo Testamento, las cartas apostólicas, y entender por qué en ocasiones se habla de la ley como algo superado y por qué en ocasiones como algo que todavía aplica: esto por el hecho de que para lo primero se está refiriendo a la ley de Moisés y lo segundo a la Ley de Dios y entender así expresiones que parecen contradecirse. Un ejemplo muy visible de esto es Gálatas 2:19 que señala “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios”, ¿cómo podría por la ley ser muerto para la ley?, entendiendo la existencia de dos leyes uno comprende que la referencia aquí aplica a que dado ha sido reestablecido el sacerdocio de Melquisedec dejando de estar vigente el sacerdocio de Aharón o levítico, uno está sujeto a la Ley de Dios mientras que las normas adicionales (ley de Moisés) ha dejado de tener vigencia. En otras palabras “dado que me encuentro ahora bajo la Ley de Dios he dejado de estar sometido a la ley de Moisés”.

Por último, para cerrar esta argumentación, alguien podría con razón preguntar sobre qué base se divide la legislación entregada al Pueblo de Israel. A partir de Éxodo 20 vemos cómo es que se le entregan a Israel una serie de normativas, en Éxodo 20 está contenido lo que se conoce como los diez mandamientos, pero en los capítulos siguientes siguen otra serie de estatutos dados de carácter 19


obligatorio para el pueblo. Si bien nuestras Biblias están divididas en capítulos y versículos, en la escritura original no hay tal división, es más, ni siquiera espacios hay por lo que le escritura es de continuo, así que ¿por qué hemos de dividir toda esa legislación en los diez mandamientos por un lado y otras normas por otro?

Tres razones hay para lo anterior. La primera es muy evidente ya que al comenzar a leer de Éxodo 20 en adelante, podemos ver cómo es que hay una pausa discursiva entre lo que se conoce como los Diez Mandamientos y el resto de la legislación dada. Una vez entregados los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17), vemos cómo es que en los vv. 18-21 hay una pausa para describir la reacción del pueblo, retomando el hilo normativo a partir del v. 22 y los capítulos subsecuentes.

La segunda se basa en una diferenciación que de las normas dada hace la misma Escritura. Ya vimos anteriormente como es que hay dos leyes, por así decirlo, una permanente y otra temporal con sus respectivas características. También ya se comentó lo dicho por Jeremías 7:22-23 “Porque yo no hablé a vuestros padres, ni les ordené nada en cuanto a los holocaustos y sacrificios, el día que los saqué de la tierra de Egipto. Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: ``Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien”. Así que la cuestión de sacrificios y demás era algo añadido. Sobre esto ya se comentó al respecto con lo dicho Gálatas 3:19 nos dice “Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador”. Así que, ¿cuál era esa legislación original eterna, inmutable que nosotros relacionamos en Éxodo 20 con los Diez Mandamientos?

Éxodo 34:28 señala “Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos”; Deuteronomio 4:13 dice “Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de 20


piedra”; y Deuteronomio 10:4 indica “Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Jehová”.

En estas tres citas la traducción de diez deviene en todos los casos de de ‫תֶ ֲר ֲשע‬, ‘ă·śe·reṯ que significa diez, y mandamientos se traduce también en todos los casos de de ‫םי ִֽר ְּ דָשַה‬, had·də·ḇā·rîm, que significan dichos, palabras o sentencias. Éxodo 20 es la única parte de la legislación entregada que presenta esa división entre diez sentencias claramente delimitadas y el resto de una legislación que abarca diversos aspectos de la vida religiosa y secular del pueblo de Israel. De igual forma, en esas diez sentencias se incorpora la cuestión del shabat que ya se analizó, y que permite identificar al resto de esas diez palabras con las mismas características del cuarto mandamiento, a saber: santas, perfectas, eternas e inmutables. De hecho la cita de Ezequiel 20:25 que ya fue comentada cuando se compararon las diferencias entre la Ley de Dios uy la ley de Moises, que señala “También les di estatutos que no eran buenos y decretos por los cuales no podrían vivir”, la palabra hebrea de donde se traduce estatutos es ‫םיְּ טפָ שְּ ַה‬, ū·miš·pā·ṭîm, la misma de Éxodo 21:1. Con lo que la delimitación entre los diez mandamientos, ‫םי ִֽר ְּ דָשַה‬, had·də·ḇā·rîm, santos y perfectos, y el resto de las normas entregadas ‫ םי ְִּ֔ טפָ שְּ ַה‬, ham·miš·pā·ṭîm, normas que por cierto no dan vida, es más que evidente.

La tercera, que surge de considerar las dos anteriores, resulta de considerar la secuencia de eventos relacionados con la entrega de la legislación divina al Pueblo de Israel. Como ya se vio, la Escritura indica que se entregaron diez sentencias, sin embargo en Éxodo 20 y los capítulos subsiguientes hay muchas sentencias normativas, no sólo diez. De igual forma se indica que si bien hubo una legislación original entregada, que no incluí nada de sacrificios y demás, a ésta se la agregaron otras más a causa de las rebeldías. Para conciliar todo esto hay que entender, como se mencionó, la secuencia de eventos.

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A partir de Éxodo 10 y en adelante se da cuenta de la legislación entregada al Pueblo de Israel, si bien se presenta junta por considerarse un solo cuerpo normativo, un análisis de la Escritura nos permite identificar que hay dos momentos para la entrega de la misma. Después de las normas que uno puede leer desde Éxodo 20 en adelante, en Éxodo 32 vemos como Moisés, al bajar de la montaña, se encuentra al pueblo entregado a la idolatría. En los vv. 15 y 16 se indica “Entonces se volvió Moisés y descendió del monte con las dos tablas del testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por uno y por el otro estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas”, ¿podemos ver esto?, Moisés baja sólo con las dos tablas de la Ley de Dios conteniendo las diez sentencias que la Escritura dice originalmente fueron entregadas. Luego el v. 19 señala que “Y sucedió que tan pronto como Moisés se acercó al campamento, vio el becerro y las danzas; y se encendió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las hizo pedazos al pie del monte”. Después de ese evento, del castigo de los trasgresores y de la súplica de Moisés a Dios por el pueblo rebelde, en Éxodo 34:1-5 encontramos lo siguiente “Y el Señor dijo a Moisés: Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que tú quebraste… Moisés, pues, labró dos tablas de piedra como las anteriores, se levantó muy de mañana y subió al monte Sinaí, como el Señor le había mandado, llevando en su mano las dos tablas de piedra. Y el Señor descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del Señor”. Este segundo momento, después de la rebeldía de Israel, es el único espacio de tiempo disponible, sin contradicción de la Escritura, en que puede entregarse alguna legislación adicional, de nuevo: a causa de la rebeldía del pueblo, y que concilia lo dicho en cuanto a lo que fue entregado al Pueblo de Israel: una ley que ha existido desde el principio del mundo, que es santa, perfecta, eterna e inmutable, y otras normas imperfectas y temporales adicionadas a causa de las rebeldías del pueblo.

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Tres funciones

De la lectura de la Escritura queda muy clara la existencia de tres funciones desempeñadas por los siervos de Dios: profeta, sacerdote y rey, funciones desempeñadas tanto antes de los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas, es decir, durante el sacerdocio de Melquisedec , durante la vigencia del sacerdocio aarónico, y posterior a este con el restablecimiento en Cristo del sacerdocio de Melquisedec.

Pero antes de avanzar en el presente estudio, es necesario clarificar a qué se refiere la Escritura cuando de las funciones de profeta, sacerdote y rey se refiere.

Profeta

El término hebreo, ‫ארְַּנ‬, nabi, traducido "profeta", probablemente se deriva de una raíz que significa "anunciar" o "proclamar".

Para entender las funciones del profeta hay que ver la manera en que estos son presentados por la Escritura.

Siervo: No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron (Daniel 9:6). Un profeta es ante todo un siervo de Dios, alguien que le sirve, dicho de otra forma, un instrumento para trabajar a través de él con quienes Dios tiene algo que comunicar, Su verdad.

Vidente: La palabra del Señor vino al profeta Gad, vidente de David. (2 Samuel 24:11). Un profeta es un vidente, es decir, alguien que ve, ¿y qué es lo que ve?, lo que Dios desea revelarle. Esto pueden ser acontecimientos futuros, es cierto, pero general y mayormente puede 23


referirse a enseñanza, instrucción, corrección y edificación, es decir, una correcta percepción de la verdad de Dios, de Su Palabra escrita y de Su Palabra hecha carne, que conlleva una correcta transmisión de lo percibido a quienes Dios desea comunicarlo.

Vigilante: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel: oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte (Ezequiel 3:17). Un profeta vigila, de hecho vigila celosamente la verdad revelada de Dios, de Su Palabra escrita y de Su Palabra hecha carne, en quienes han sido llamados para salvación, de hecho parte de esta vigilancia implica ese llamado a salvación pues la vigilancia misma conlleva amonestación, corrección, enseñanza, edificación y por ende perfeccionamiento y santificación.

Enviado: Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: 'Yo estoy con vosotros ', dice Jehová (Hageo 1:13). Un profeta es alguien a quien Dios envía para dar a conocer Su verdad. Esto es sumamente importante ya que un profeta no habla de sí, es decir, de sus pensamientos o de sus sentimientos, sino lo que Dios le mueve a comunicar.

El desempeño principal de la función de profeta es el expresar la palabra que de Dios le ha sido revelada, esto incluso por que la misma palabra revelada lo impele a ello. Generalmente el sentido de esta palabra revelada gira en torno a un arrepentimiento de las desviaciones cometidas y un regreso a la obediencia debida a Dios. Dado que en la vida humana misma convergen situaciones políticas, sociales, religiosas y que del aceptar o rechazar el mensaje que por medio del profeta se transmite depende el futuro, en ocasiones ese mensaje conlleva referencias precisamente a lo que está por venir. De esta forma la predicación es el desempeño alrededor del cual gira la figura del profeta, el cual

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puede o no mostrar señales que acompañen su mensaje, sin que estas deban ser antepuestas a lo que a través de su persona Dios busca comunicar.

En la Escritura los profetas referentes para este término son precisamente los escritores de los libros que tiene precisamente este adjetivo y los cuales incluyen, sin duda alguna, un sinfín de profecías, algunas ya cumplidas otras por cumplirse, pero de igual manera el término en su más amplia acepción, considerando su significado general, es aplicado por la misma Palabra de Dios a diferentes personajes como Natán, Elías, Miqueas (1 Reyes 22:8-38) y Eliseo, cuya función fue anunciar el juicio y la voluntad de Dios principalmente a los reyes, de igual forma el término profeta se aplica también a Abraham (Génesis 20:7), Aarón (Éxodo 7:1), María y Débora (Éxodo 15:20; Jueces 4:4) y Moisés (Deuteronomio 18:18; 34:10).

De esta forma, el profeta siempre responde, tanto en su llamamiento como en su mensaje, a una designación específica y personal de Dios (Isaías 6; Jeremías 1:419; Ezequiel 1-3; Oseas 1:2; Amos 7:14, 15); reflejando en su persona un entendimiento de los designios de Dios para con la historia humana, llevándole a confrontar los mismo reyes, que sacerdotes o pueblos con el mensaje que le es dado comunicar.

La función de profeta, dado que, como se comentará más delante, es con un fin específico y por una temporalidad dada, es de las tres –profeta, sacerdote y rey-, la que menos disposiciones en las leyes mosaicas contiene para su desempeño, con todo y todo sí existen ciertas indicaciones respecto de esta función:

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Deuteronomio 13 1

Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te

anunciare señal o prodigios, 2

y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en

pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3

no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños;

porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. 4

En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus

mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. 5

Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó

rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti. 6

Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu

amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 7

de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de

ti o lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella; 8

no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le

tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9

sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y

después la mano de todo el pueblo. 10

Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró apartarte de Jehová

tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 11

para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa

semejante a esta.

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Sacerdote

El término hebreo ‫ ןםּכ‬, cohen o kohen, traducido como sacerdote viene de una raíz utilizada para referirse a la base de una columna, por cierto, la palabra hebrea para los sacerdotes de otras naciones es komer que significa quemar tal vez en alusión a los sacerdotes que quemaban los niños en el fuego de Moloch (2 Reyes 23:10). Sobre cohen (plural cohanim o kohanim), la raíz los presenta como el fundamento de la comunidad.

Si bien el profeta es aquella persona elegida por Dios para comunicar un mensaje en particular, en el caso del sacerdote es aquella persona que ha sido designada sobre todo para el desempeño de servicios religiosos, en este sentido el sacerdote representa a Dios ante el pueblo y al pueblo ante Dios.

Tal como se vio en el apartado de los dos sacerdocios y las dos leyes, Dios siempre ha tenido lo mismo un cuerpo legislativo que norme la dinámica humana con relación a Él y un cuerpo sacerdotal que se encargue de las funciones relativas al culto.

Previo a los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas existió el sacerdocio de Melquisedec, interrumpido temporalmente por el sacerdocio de Aharón. En aquel primero las leyes vigentes correspondían a los Diez Mandamientos, las leyes dietéticas y las relativas al diezmo y las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, que en ese caso convergían en una sóla persona, con el advenimiento del pacto abarhamánico y las leyes mosaicas, normativas adicionales fueron agregadas a aquella legislación primigenia siendo el sacerdocio de Aharón el encargado de cumplimentarla.

Una vez venido Cristo se reestablece el sacerdocio de Melquisedec reuniendo en se persona las funciones de profeta, sacerdote y rey, independientemente de esto 27


las funciones específicas del sacerdocio siguen siendo desempeñadas en el sacerdocio de Melquisedec a saber presentar ofrendas y sacrificios (Hebreos 5:1), así como participar en la instrucción religiosa del pueblo (Levítico 10:11; Deuteronomio 33:10; Ezequiel 44:23).

Adicionalmente, de las tres funciones, -profeta, sacerdote y rey-, sobre la de sacerdote las leyes mosaicas son las que contienen mayores especificaciones al respecto, con lo que queda evidente la solemnidad de dicha función ya que la relación de la misma es directamente con Dios. Si bien dichas especificaciones ya no están vigentes en su sentido material, si existe un sentido espiritual subyacente aplicable para el cristiano en la actualidad:

Antes de entrar en el templo o participar del culto, los sacerdotes deben lavarse las manos y los pies (Éxodo 30:19)

Los sacerdotes deben prender las lámparas todos los días (Éxodo 27:20,21)

Los sacerdotes deben bendecir a Israel (Números 6:23)

Israel debe honrar a sus sacerdotes (Levítico 21:8)

Los sacerdotes deben usar vestimenta sacerdotal especial (Éxodo 28:2)

El arca debe ser llevada sobre los hombros de los sacerdotes (Números 7:9)

En honor a ciertos parientes cercanos muertos, los sacerdotes deben hacerse ritualmente inmundos (Levítico 21:2,3)

El sumo sacerdote puede casarse sólo con una virgen (Levítico 21:13 y 14)

Se debe separar la gran ofrenda de las primicias (teruma) y dársela al sacerdote (Deuteronomio 18:4)

Los levitas deben dar un diezmo de su diezmo a los sacerdotes (Números 18:26)

Se debe dar la primera porción de la masa al sacerdote (Números 15:20)

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El sacerdote debe recibir su porción del animal sacrificado (Deuteronomio 18:3)

El voto especial debe diferenciar lo que pertenece al templo y lo que es para los sacerdotes (Levítico 27:21,28)

Se debía nombrar a un sacerdote para tareas especiales en tiempo de guerra (Deuteronomio 20:2)

El sumo sacerdote no debe entrar en el templo indiscriminadamente (Levítico 16:2)

Un sacerdote con defecto físico no debe entrar allí por ningún motivo (Levítico 21:23)

Los levitas y los sacerdotes no deben intercambiar sus funciones (Números 18:3)

Está prohibido que las personas que no son sacerdotes sirvan en el templo (Números 18:4)

También se aplica a los sacerdotes contaminados (Levítico 22:2)

También se aplica a los sacerdotes que han hecho la purificación necesaria pero que todavía están dentro del periodo de su contaminación (Levítico 21:6)

No se hará ningún corte en el vestido superior del sumo sacerdote (Ex. 28:32)

Una persona que no es sacerdote no puede comer las cosas sagradas (Levítico 22:10)

Los sacerdotes no pueden comer las ofrendas de pecado o las ofrendas de transgresiones fuera de los atrios del templo (Deuteronomio 12.17)

El sacerdote no puede casarse con una ramera (Levítico 21:7)

El sumo sacerdote no puede casarse con una viuda (Levítico 21:14)

Los sacerdotes no pueden entrar en el santuario con el cabello demasiado largo (Levítico 10:6)

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Rey

La palabra hebrea ‫יֲל ֲֶ֫מ‬, melec, que se traduce "rey" en el Antiguo Testamento, literalmente significa "el que aconseja", de nueva cuenta, como se mencionó anteriormente, puede verse como es que la función de profeta en el sentido de trasmitir una verdad, es inherente al rey, aunque su papel está enfocado a regir sobre el pueblo.

A diferencia de las demás naciones, la figura del rey no era divina, más sin embargo era alguien designado por Dios por lo que su relevancia era preponderante para el pueblo (1 Samuel 24:6).

Tanto el rey como el pueblo sabían que su verdadero rey era Dios (tanto antes del establecimiento de la monarquía, Jueces 8:23; 1 Samuel 12:12, como después, 1 Crónicas 28:5).

Al igual que en el caso del sacerdote, la función de rey contenía ciertas disposiciones en las leyes mosaicas, disposiciones que si bien son menores con relación a la función de sacerdote no por ello dejan de ser relevantes para el correcto desempeño de la monarquía. De igual forma si bien dichas especificaciones ya no están vigentes en su sentido material, si existe un sentido espiritual subyacente aplicable para el cristiano en la actualidad:

El rey ha de escribir una copia especial de la Ley para si mismo (Deuteronomio 17:18)

El rey elegido deberá ser de la simiente de Israel (Deuteronomio 17:15)

No deberá acumular un número excesivo de caballos (Deuteronomio 17:16)

No deberá tomar para sí muchas esposas (Deuteronomio 17:17)

No deberá amontonar para sí muchas riquezas (Deuteronomio 17:17)

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Como ya se ha comentado, previo a los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas, en el sacerdocio de Melquisedec, la figura de sacerdote y rey, y por ende de profeta, convergían en una misma persona, posterior a los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas, previo al advenimiento de nuestro Señor Jesús, quien restableció el sacerdocio de Melquisedec, las funciones de sacerdote y rey estaban separadas siendo el desempeño de las mismas responsabilidad de personas diferentes.

Tanto en el sacerdocio de Melquisedec, bajo los Diez Mandamientos, las leyes dietéticas y las relativas al diezmo, y las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, como el sacerdocio de Aharon con las leyes mosaicas añadidas a aquellas, las funciones de profeta, sacerdote y rey se desempeñaban.

En el sacerdocio de Melquisedec las funciones de sacerdote y rey, y por ende profeta, convergían en una misma persona, bajo el sacerdocio de Aharon estas funciones recaían en personas diferentes como límites para desempeñarlas claramente establecidos.

Da la explicación dada al significado de cada una de estas tres figuras –profeta, sacerdote y rey- puede entenderse por qué alguien puede ser sacerdote o rey, bajo el sacerdocio de Aharaón, o sacerdote y rey, bajo el sacerdocio de Melquisedec, y ser de igual forma profeta. De hecho no puede entenderse la función de sacerdote y/o rey sin incorporar en ella la de profeta.

De igual forma hay que aclarar que la función de profeta puede desempeñarse por sí misma y para sí misma, pero las funciones sacerdote y/o rey no pueden desligarse de las de profeta.

Dicho de otra forma un profeta podía ser sólo profeta, pero un sacerdote o rey, en el sentido más general de la palabra, también era de manera forzosa profeta. 31


Cristo: profeta, sacerdote y rey

Sin pretender ahondar mucho sobre estos puntos, los cuales ya se abordaron en los apartados anteriores de los dos sacerdocios y las dos leyes, mucho antes de iniciar Dios los pactos con Su pueblo, primero en Abraham y con mayor énfasis en Sinaí, tenemos la existencia de Melquisedec, rey y sacerdote de Salem (Génesis 14:18), lo interesante es que una vez añadida la ley mosaica, no podía una misma persona ostentar el reinado y el sacerdocio siendo que estos recaían sobre dos personas diferentes (2 Crónicas 26:3, 16-21), pero cuando en Jesús se restablece el sacerdocio de Melquisedec ambas figuras de nuevo recaen sobre una sola persona (1 Timoteo 6:15; Hebreos 2:17).

La función de profeta, si bien puede ser una figura desempeñada de manera exclusiva por una persona, también es inherente a la función de sacerdote y la función de rey en el sentido de exhortar, redargüir, corregir, enseñar. Dicho de otra forma un profeta puede no ser sacerdote, un profeta puede no ser rey, pero un sacerdote necesariamente será un profeta, un rey necesariamente será un profeta, en el sentido de exhortar, redargüir, corregir, enseñar desde su posición.

En el caso de Cristo podemos claramente identificar en su persona las tres funciones de profeta, sacerdote y rey.

Profeta La función de profeta, entendida como la de aquel llamado a proclemar la verdad del Padre, es fácilmente identificable en Cristo, con todo y todo la Escritura, tanto las profecías como las declaraciones testimoniales de quienes conocieron a Jesús y las suyas propias confirman esto.

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Deuteronomio 18:15-19 Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.

Esta profecía que Dios mismo dio a Moisés, se refería precisamente al papel de Cristo cuando éste viniera al mundo. Esto está claramente explicado por Pedro cuando el día de Pentecostés, dirigiéndose a la multitud, sobre Cristo declara:

Hechos 3:22-23 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.

De igual forma, durante el ministerio de Jesús, mucha gente lo reconoció como el profeta y de manera inspirada estos dichos fueron recogidos en las Escrituras:

Lucas 7:16 El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo.

Mateo 21:11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

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Juan 6:14 La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.

Juan 7:40 Entonces algunos de la multitud, cuando oyeron estas palabras, decían: Verdaderamente este es el Profeta.

Juan 9:17 Entonces dijeron otra vez al ciego: ¿Qué dices tú de Él, ya que te abrió los ojos? Y él dijo: Es un profeta.

Si bien las citas anteriores no dejan lugar a dudas de la figura de Jesús como profeta, tenemos sus propios dichos que al respecto así lo atestiguan:

Lucas 13:33 Sin embargo, debo seguir mi camino, hoy, mañana y pasado mañana; porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

Ahora bien ¿qué es un profeta? Generalmente se tiene la idea de que un profeta es aquel que devela algo oculto, generalmente relacionado con el futuro, el porvenir. Si bien es cierto que esta es una de las funciones que ocasionalmente desempeña un profeta, el término abarca muchos más que eso.

Sacerdote

La función sacerdotal de Cristo, aunque escrituralmente es clara, implica reconocer la cuestión de los dos sacerdocios y las dos leyes, de igual forma 34


conocer la correcta secuencia de preponderancia entre las tres funciones de profeta, sacerdote y rey.

Salmos 110:4 Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

Es de todos conocidos que este salmo es un salmo mesiánico que se refiere precisamente a Jesús, nuestro Señor y Salvador, con todo y todo mayor confirmación de esto lo tenemos cuando Pablo, escribiendo a los Hebreos, tomando precisamente este salmo, señala respecto de Jesús:

Hebreos 5:6 Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec

En esa misma carta Pablo se explaya explicando en extensión y profundidad la figura de Jesús como ese sacerdote, perfecto, santo y eterno:

Hebreos 6:20 …donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre.

Hebreos 7:15 Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote,

Hebreos 7:11

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Ahora bien, si la perfección era por medio del sacerdocio levítico (pues sobre esa base recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad {había} de que se levantara otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y no designado según el orden de Aarón?

Hebreos 7:23 Los sacerdotes [anteriores] eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar

Hebreos 7:26 Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos,

Hebreos 3:2 El cual fue fiel al que le designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

Rey

En el Antiguo Testamento tenemos varias profecías que presentan a Jesús, el Mesías, como ese rey que habría de reinar de manera perfecta, santa y eterna, de igual forma el testimonio de sus contemporáneos incluido inspiradoramente en la Escritura, así como las profecías que aún están por cumplirse señalan esto.

Salmos 2:6 Pero yo mismo he consagrado a mi Rey sobre Sion, mi santo monte.

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Zacarías 9:9 Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna.

Números 24:17 Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca; una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel que aplastará la frente de Moab y derrumbará a todos los hijos de Set.

Números 24:19 De Jacob [saldrá] el que tendrá dominio, y destruirá al remanente de la ciudad.

Miqueas 5:2 Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.

Esta última profecía es retomada por Mateo en su Evangelio cuando al referirse al lugar de nacimiento de Jesús señala:

Mateo 2:6 `` Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará[a] a mi pueblo Israel”

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De igual forma, durante el ministerio de Jesús en la tierra, muchos testificaron sobre su realeza, sobre su carácter monárquico, dichos que de manera inspirada fueron recogidos e incorporados en los Evangelios:

Juan 1:49 Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

Juan 12:13 …tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna!, ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

Mateo 2:2 ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle.

Independientemente de lo anterior, Jesús mismo testificó sobre su carácter monárquico:

Mateo 27:11 Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú [lo] dices.

Marcos 15:2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo El, le dijo: Tú [lo] dices.

Lucas 23:3 Pilato entonces le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y {Jesús} respondiéndole, dijo: Tú [lo] dices. 38


Juan 18:33 Entonces Pilato volvió a entrar al Pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?

E incluso la inscripción que se colocó en la cruz, de manera providencial establecía su realeza, su carácter monárquico:

Mateo 27:37 Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra El, que decía: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDÍOS.

Lucas 23:38 Había también una inscripción sobre El, [que decía:] ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

Marcos 15:26 Y la inscripción de la acusación contra Él decía: EL REY DE LOS JUDÍOS.

Juan 19:19 Pilato también escribió un letrero y lo puso sobre la cruz. Y estaba escrito: JESUS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS.

Ahora bien, y esto es muy importante tenerlo en cuenta, las tres funciones anteriores son inherentes a la persona de Jesús y las tres coexisten en el mismo de manera continua, pero en la temporalidad cada una de ella tiene una preponderancia sobre las demás, es decir, Cristo es profeta, sacerdote y rey, pero

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en el transcurso de la historia de la salvación cada una de las funciones anteriores tiene preeminencia.

Cuando Cristo vino, dada la función que desempeño, su papel preponderante era de profeta, es decir, de transmitir lo que del Padre había oído (Juan 5:19; 8:38; 12:49), Su verdad, pero eso no quiere decir que sus funciones sacerdotales o de la realeza no las desempeñara, claro que las desempeñaba pero con menor realce pues un orden hay para todo, orden del que se hablará más delante.

En su venida, Jesús siendo profeta, también desempeñaba un papel sacerdotal pues Él mismo oraba al Padre e intercedía por las necesidades de los hombres físicas y espirituales (Juan 11: 41-42; 17:9, 11, 13, 15; 17: 17-19), de igual forma en su papel monárquico definía y establecía las reglas aplicables para quien lo reconociese como Señor (Lucas 6:46; Mateo 7:21; Juan 14:15, 21), más sin embargo en ese entonces su papel preponderante era de profeta.

En la temporalidad actual, la era de Su iglesia, Cristo está desempeñando un papel preponderante de sacerdote al interceder ante el Padre (Hebreos 2:17; 4:1416; 6:20; 7:26; 8:1) como único mediador entre los hombres y Dios (1 Timoteo 2:5), más sin embargo a través del Santo Espíritu del Padre sigue profetizando en Su iglesia, para edificación de sus miembros (1 Corintios 14:3, 5), y a través de Su iglesia, para testimonio del mundo (Mateo 24:14), de igual forma desempeña también su papel monárquico pues ha despojado a los poderes y autoridades de este siglo (Colosenses 2:15) y Él ha sido puesto encima de todo principado y autoridad y poder y señorío (Efesios 1:20-22; 1 Pedro 3:22) y se ha sentado a la derecha del Trono de la Majestad (1 Pedro 3:22; Hebreos 8:1).

Y en el Milenio Jesús comenzará a desempeñar de manera preponderante Su papel monárquico (Revelación 19:16), más sin embargo eso no quiere decir que no desempeñará su papel de profeta o su papel de sacerdote, seguirá la 40


instrucción, enseñanza y edificación de Su pueblo (Isaías 2:3) así como la intercesión de Cristo ante el Padre por los hijos de Dios (1 Timoteo 2:5).

Es así como las funciones de profeta, sacerdote y rey son inherentes a Jesús, más sin embargo cada una de ellas, en el Plan de Dios, tiene un carácter preponderante sin excluir el ejercicio de las demás.

Una vez entendido esto puede avanzarse a comprender precisamente el orden establecido por el Padre para el desempeño de Su Mesías como profeta, sacerdote y rey.

Cuando Cristo vino vemos que en Israel existía una gran expectativa respecto del Mesías prometido, pero dicha expectativa era eminentemente monárquica, es decir, un Mesías que vendría para sacudir el yugo que en ese entonces tenían de Roma y para establecer el Reino de Israel, incluso sus discípulos tenían esa idea (Hechos 1:6). Cuando Jesús muere, muchos de los que esperaban esa era monárquica bajo la guía del Mesías esperado se sienten decepcionados, tristes, abatidos, de nuevo: esto incluso entre sus seguidores (Lucas 24:13-35).

Sobre esta última cita es importante ver lo que se ha comentado: como existía una expectativa de instauración de la monarquía mesiánica en Israel, incluso entre los seguidores de Jesús, misma que se siente decepcionada a la muerte del Señor. Aún más importante es ver como Jesús, a estos discípulos, les abre el entendimiento mediante su explicación para que entendieran como es que el Mesías tenía primero que morir y resucitar, es decir, desempeñar el papel sacerdotal expiatorio previo a desempeñar de manera preponderante su función monárquica.

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En la actualidad puede darse por hecho que las funciones establecidas para desempeñar por el Mesías, con un carácter preponderante, tenían que ser, en ese orden: profeta, sacerdote y rey, más sin embargo en el Israel de Su tiempo esto no era así. Si bien la Escritura, como vimos, contiene referencias hacia estas tres funciones, los estudiosos de las mismas no entendían la manera de congeniar las mismas, máxime cuando se presentaba por una parte un Mesías sufriente, abatido, y por otra un Mesías poderoso, victorioso. La solución a esto, como Cristo revela a los discípulos en el camino a Emaús, estriba en, como se ha comentado, entender que las tres funciones del Mesías, profeta, sacerdote y rey, tenían un verificativo de cumplimiento temporal preponderante y consecutivo.

Pero para terminar de entender que las tres funciones del Mesías, profeta, sacerdote y rey, tenían un verificativo de cumplimiento temporal preponderante y consecutivo, aparte de todo lo que la Escritura, como se ha mostrado, revela, puede de igual forma hacerse uso de la capacidad de razonamiento que Dios mismo nos ha dado. Veamos.

Si tomamos las tres funciones que la Escritura nos revela del Mesías, profeta, sacerdote y rey, y vemos en qué consisten, puede comprenderse que sólo existe una forma, una única forma, de ordenarlas de manera relevante, coherente y pertinente. La función de profeta consiste en revelar la verdad que el Padre desea transmitir, la función de sacerdote consiste en interceder entre los hombres y Dios y lograr la reconciliación de los primeros ante el Padre, y la función de rey consiste en regir en un territorio, sobre súbditos y bajo ciertas leyes. Ahora bien, ¿cómo podemos ordenar estas tres funciones para que las mismas sean relevantes, coherentes y pertinentes? La respuesta es una sola: profeta, sacerdote y rey.

Si se estableciera primero la función monárquica, es decir, que primero viniera el Mesías como rey, tendría el insalvable problema que nadie podría formar parte de su reino pues al haber todos pecado no podrían ser considerados aptos para el reino, luego entonces se hace necesaria, antes de la función monárquica, una 42


función sacerdotal para reconciliación de los hombres con Dios y entonces sí, poder ser parte de Su reino. De igual forma esto conlleva de manera natural poner previo a la función sacerdotal la función de profeta ya que, como se comentó, la función sacerdotal tiene la característica de reconciliar a los hombres con Dios, pero esa reconciliación deviene de las trasgresiones dadas a la verdad revelada del Padre, pero entonces ¿cómo puede hablarse de transgresiones si no había previamente una revelación de lo que el Padre esperaba?, es así como la función de profeta necesariamente tiene que estar antes que la función sacerdotal para revelar la verdad del Padre, de esta forma una vez revelada y no aceptada generaba transgresiones, transgresiones que necesariamente tenían que ser expiadas para que los transgresores fueran reconciliados y poder ser parte del reino venidero.

Si bien este ejercicio permite a través de la razón llegar al ordenamiento correcto de las tres funciones mesiánicas, no es la razón por si la que nos lleva a ello, sino que la razón viene a confirmar lo que la Escritura ya ha revelado de las tres funciones mesiánicas. De igual manera pueden intentarse otros acomodos de las tres funciones mesiánicas pero sólo uno permite ordenarlas de manera relevante, pertinente y coherente: una primera función, profeta, que revela la verdad del Padre; una segunda función, la de sacerdote, que reconcilia a los transgresores de la verdad del Padre revelada por el Mesías en su función de profeta; y una tercera función, la de rey, que rige sobre un territorio, sobre súbditos que al ser reconciliados por la función sacerdotal del Mesías pueden formar parte de ese reino y con leyes que lo rigen.

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Cristianos: profetas, sacerdotes y reyes

En la figura de Cristo podemos ver reestablecido el sacerdocio de Melquisedec, aunque en esta ocasión de manera eterna, de igual forma, si se ha restablecido el sacerdocio de Melquisedec en la figura de nuestro Señor Jesús (Hebreos 7:12), y si nosotros estamos llamados a ser coherederos con Él (Romanos 8:17) y de igual forma ser profetas (Marcos 16:15-18), reyes y sacerdotes (Revelación 1:6), se hace necesario que en nuestra persona se identifiquen esas tres funciones, “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efesios 2:10).

Profeta Al igual que Cristo, quien decide seguirle como parte de la respuesta al llamamiento del que se ha sido objeto, tiene la encomienda de proclamar la verdad que del Padre ha sido revelada.

Romanos 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?

Hechos 8:30-31, Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él… Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

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Estas dos citas hacen énfasis en la necesidad que tiene quien quiere conocer la verdad del Padre, de contar con alguien que lo guíe en el conocimiento de Dios de manera correcta, lo cual es corroborado con la sentencia siguiente:

Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Es por ello que lo que se conoce como la Gran Comisión implica, para el cristiano, proclamar el mensaje del Evangelio:

Mateo 28:19 Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Marcos 16:15 Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura.

Lucas 24:47-48 y que en su nombre se predicara el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando por Jerusalén. De esto, ustedes son testigos.

Hechos 1:8 pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

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Mateo 5:14-16 14

»Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no

puede esconderse. 15 Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.

El entendimiento, acatamiento y realización de esta función, la de profeta, puede verse desde los primeros momentos de la iglesia naciente:

Hechos 2:38 Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.

En ese sentido, quien así hiciere será reconocido, más sin embargo quien no desempeñe esta función será rechazado:

Mateo 24:45-51 45

¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su

casa para que les dé el alimento a tiempo? 46

Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle

haciendo así. 47

De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

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Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

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y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los

borrachos,

46


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vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora

que no sabe, 51

y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el

lloro y el crujir de dientes.

Sacerdote La función sacerdotal, bajo al sacerdocio de Melquisedec reestablecido por Cristo, implica para el cristiano su desempeño a través de Jesús como Sumo Sacerdote:

Hebreos 10:19-20 Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne Este acceso al Lugar Santísimo, ganado por Cristo, implica para los cristianos la compartir con Jesús la función sacerdotal:

1 Pedro 2:9 Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.

Romanos 15:16 para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando a manera de sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda que hago de los gentiles sea aceptable, santificada por el Espíritu Santo.

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Este desempeño de la función sacerdotal por los cristianos no implica la perfección y santidad de estos últimos sino el inicio de la función en tanto los creyentes son edificados:

1 Pedro 2:5 también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Y como parte de esta función hay desempeños específicos a los que los creyentes con llamados unidos a Cristo Jesús:

Romanos 12:1 Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable (agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes.

Romanos 6:13 ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Hebreos 13:15-16 Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios.

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Rey

La función de rey como parte de quienes han sido llamados a salvación en el presente siglo, tiene una connotación principalmente profética:

Revelación 1:5-6 Y Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los signos de los siglos. Amén

Revelación 5:10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Revelación 20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Isaías 2:3 (Miqueas 4:2) Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová.

Más sin embargo los desempeños inherentes a la función real, tienen verificativo inicial en el presente siglo en la vida de los creyentes:

49


Mateo 20:25-28 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

1 Corintios 6:1-4 ¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Sí, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?

Esta función real implica que en el presente siglo, los llamados a salvación, deben poner a trabajar los talentos con los que han sido dotados, ya que quien hace así será reconocido, mientras que quien no produce será condenado:

Mateo 25:14-30 14

Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos,

llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15

A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme

a su capacidad; y luego se fue lejos. 16

Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó

otros cinco talentos. 17

Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

50


18

Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero

de su señor. 19

Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló

cuentas con ellos. 20

Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos,

diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre

mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22

Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos

talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23

Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre

mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24

Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te

conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25

por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo

que es tuyo. 26

Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que

siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27

Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo,

hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28

Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

29

Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo

que tiene le será quitado. 30

Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el

crujir de dientes.

51


Lo anterior puede enlazarse con la parábola de las minas ya que, quienes en este siglo trabajen con aquello que se les dotó buscando primero el Reino de Dios y SU justicia, serán recompensados en el siglo venidero, bajo el reinado de Cristo, de dominio sobre ciudades:

Lucas 19:11-27 11

Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto

estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 12

Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino

y volver. 13

Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad

entre tanto que vengo. 14

Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada,

diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15

Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él

a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16

Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.

17

Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel,

tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18

Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.

19

Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.

20

Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada

en un pañuelo; 21

porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo

que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22

Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo

era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 52


23

¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo

hubiera recibido con los intereses? 24

Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene

las diez minas. 25

Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.

26

Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; más al que no tiene,

aun lo que tiene se le quitará. 27

Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre

ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.

Como puede verse, los cristianos, a imagen de su Señor, incorporan en su persona las tres funciones de profeta, sacerdote y rey, con todo y todo la pregunta sería ¿cuál de estas tres funciones tiene preponderancia en el siglo actual? “Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El por mil años” (Revelación 20:6), como puede verse, si bien en el presente siglo las tres funciones de profeta, sacerdote y rey están siendo desempeñadas por los cristianos, la realización plena de las dos últimas está condicionada a ser considerados para participar en la primer resurrección, luego entonces la función que en la actualidad tienen mayor preponderancia es precisamente la de profeta.

Si bien la cita anterior permite llegar a esta conclusión, este razonamiento no es del todo necesario ya que leyendo las citas referidas a las funciones que como profeta, sacerdote y rey debe desempeñar un cristiano, como ya se han visto, puede evidenciarse que el llamado preponderante para este siglo, que no el único, es precisamente el ser profeta.

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Entender esto no es cosa menor ya que implica el comprender, aceptar y ejercer los desempeños aunados con la función de profeta proclamando el Evangelio, siendo de esta forma luz del mundo, y dando testimonio a las naciones de la verdad del Padre.

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Tres momentos

Ahora bien, la función de profeta, sacerdote y/o rey necesaria y forzosamente tiene tres momentos momentos sin los cuales no hay tal figura: la elección, la unción y la función, o dicho de otra forma, la designación, la investidura y el ejercicio. Estas son tres condicionantes sin las cuales no puede hablarse de que exista un rey o un sacerdote.

En la Escritura tenemos varios ejemplos de elección de profetas (1 Reyes 19:16), sacerdotes (Éxodo 4:10-17; 30:30) y reyes (1 Samuel 16:1), de igual forma tenemos ejemplos de investidura con el ungimiento de profetas (1 Reyes 19:19-21; 2 Reyes 2:15), reyes (1 Samuel 16), y sacerdotes (Levítico 8).

Ahora bien, una cosa era la investidura, el ungimiento como profeta, sacerdote o rey y otra, necesaria para considerar el ejercicio de la autoridad conferida, el que la misma se ejerciera. En el caso del profeta a través de sus exhortos, en el caso del sacerdote a través de su oficio y en el caso del rey a través de su dominio.

Quien entiende la cuestión de los dos sacerdocios y las dos leyes entiende que bajo el sacerdocio de Melquisedec, la Ley de Dios, Sus Diez Mandamientos, las leyes dietéticas y las relativas al diezmo y las relativas a ser profeta, sacerdote y rey -unción y función-, estaba vigentes siendo que el sacerdocio de Aharón que devino del Pacto de Dios con su Pueblo en el Sinaí lo suspende temporalmente sin abrogar -esto es muy importante- aquellas normativas existentes pero si añadiendo otras, las leyes mosaicas, hasta el advenimiento de la Promesa.

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Una vez que viene Cristo y completa su obra redentora, el sacerdocio de Melquisedec es restaurado dejando lo relativo al sacerdocio de Aharón así como a las leyes añadidas, las leyes mosaicas, siendo que las leyes dietéticas, al estar en vigencia desde el inicio de la humanidad, no forman parte de estas leyes añadidas sino de las normas originales, por lo que el dejar la observancia de las leyes mosaicas no afecta a aquellas.

De esta forma las leyes relativas al reinado y el sacerdocio siguen vigentes, aunque han cambiado en su forma y su fondo, adquiriendo una mayor comprensión sobre el alcance y profundidad de las mismas.

Elección

Eliseo, profeta 1 Reyes 19:16 up …a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar.

Aharón, sacerdote Éxodo 4:13-17 Y él [Moisés] dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios. Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales. 56


David, rey 1 Samuel 16:1, 10-12 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey…. E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.

Unción

Eliseo, profeta 1 Reyes 19:19-21 Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.

2 Reyes 2:11-15 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un 57


torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo…. Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.

Aharón, sacerdote Éxodo 30:30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.

Levítico 8:12 Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo.

David, rey 1 Samuel 16:13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

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Función

Eliseo, profeta La vida de Eliseo se relata en 1 Reyes 19:19-21; 2 Reyes 2:1-8.15; 9:1-13; 13:14-21. Predice la victoria milagrosa sobre Moab (2 Reyes 3:4-25), descubre el lugar secreto del campamento de Siria (2 Reyes 6:8-12), predice el final del sitio y hambre de Samaria (2 Reyes 7:1), los siete años de hambre en la tierra de Canaán (2 Reyes 8:1), la muerte de Ben-Adad rey de Siria y el reinado, en su lugar, de Hazael (2 Reyes 8:7-15). Encarga la unción de Jehú como rey de Israel a uno de los hijos de los profetas, sobre quienes parece ejercer cierta autoridad (2 Reyes 9:1-6), y predice también la victoria de Israel sobre Siria (2 Reyes 13:14-19). Separa las aguas del Jordán (2 Reyes 2:14), purifica las aguas de Jericó (2 Reyes 2:19-22), hace llenar de aceite las vasijas vacías en la casa de una viuda (2 Reyes 4:1-7), resucita al hijo de la sunamita (2 Reyes 4:18-37), neutraliza el veneno de un potaje (2 Reyes 4:38-41), multiplica el pan para alimentar a cien varones (2 Reyes 4:42-44), cura la lepra de Naamán, general del ejército sirio (2 Reyes 5:20-27), hace flotar un hacha perdida en las aguas del Jordán (2 Reyes 6:1-7), ora y consigue que su siervo vea los ejércitos celestiales dispuestos a su favor (2 Reyes 6:15-17), hiere con ceguera temporal al ejército de Siria (2 Reyes 6:18-20) y, por último, se coloca un muerto en la misma tumba de Eliseo y resucita al solo contacto con los huesos del profeta (2 Reyes 13:21). Eliseo completa la obra de Elías destruyendo en esa época el culto a Baal.

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Aharón, sacerdote Levítico 9:8-24 8

Entonces se acercó Aarón al altar y degolló el becerro de la

expiación que era por él. 9

Y los hijos de Aarón le trajeron la sangre; y él mojó su dedo en la

sangre, y puso de ella sobre los cuernos del altar, y derramó el resto de la sangre al pie del altar. 10

E hizo arder sobre el altar la grosura con los riñones y la grosura

del hígado de la expiación, como Jehová lo había mandado a Moisés. 11

Mas la carne y la piel las quemó al fuego fuera del campamento.

12

Degolló asimismo el holocausto, y los hijos de Aarón le

presentaron la sangre, la cual roció él alrededor sobre el altar. 13

Después le presentaron el holocausto pieza por pieza, y la cabeza;

y lo hizo quemar sobre el altar. 14

Luego lavó los intestinos y las piernas, y los quemó sobre el

holocausto en el altar. 15

Ofreció también la ofrenda del pueblo, y tomó el macho cabrío que

era para la expiación del pueblo, y lo degolló, y lo ofreció por el pecado como el primero. 16

Y ofreció el holocausto, e hizo según el rito.

17

Ofreció asimismo la ofrenda, y llenó de ella su mano, y la hizo

quemar sobre el altar, además del holocausto de la mañana. 18

Degolló también el buey y el carnero en sacrificio de paz, que era

del pueblo; y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, la cual roció él sobre el altar alrededor; 19

y las grosuras del buey y del carnero, la cola, la grosura que cubre

los intestinos, los riñones, y la grosura del hígado; 20

y pusieron las grosuras sobre los pechos, y él las quemó sobre el

altar. 60


21

Pero los pechos, con la espaldilla derecha, los meció Aarón como

ofrenda mecida delante de Jehová, como Jehová lo había mandado a Moisés. 22

Después alzó Aarón sus manos hacia el pueblo y lo bendijo; y

después de hacer la expiación, el holocausto y el sacrificio de paz, descendió. 23

Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron

y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. 24

Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con

las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.

David, rey 2 Samuel 2:11 Y fue el número de los días que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá, siete años y seis meses.

2 Samuel 5:4 Treinta años tenía David cuando llegó a ser rey, y reinó cuarenta años.

2 Samuel 5:5 En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.

1 Reyes 2:11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalem 61


1 Crónicas 29:27 el tiempo que reinó sobre Israel fue de cuarenta años; reinó en Hebrón siete años y en Jerusalén reinó treinta y tres.

Los tres momentos relacionados con el desempeño como profeta, sacerdote y rey, a saber: elección, unción y función, no nomás son escriturales sino incluso lógicas: para cualquier desempeño primero alguien debe ser seleccionado, si esta persona acepta entonces debe ser investida de autoridad para poder realizar lo que le corresponda y por ultimo comenzar el desempeño de aquello para lo que ha sido llamada.

Los casos de profeta, sacerdote y rey presentan todos esos tres momentos escriturales pero además lógicos, con todo y todo puede verse que el caso del profeta es diferente del d sacerdote o rey por tres circunstancias: la primera es que, como ya se comentó, un sacerdote y/o rey necesaria y forzosamente también es profeta en el sentido amplio de la definición de proclamar la verdad divina, pero el profeta puede ser sólo eso, profeta; la segunda es que un sacerdote y/o rey lo es para siempre, es decir, mientras se está vivo, por su parte el profeta es elegido para entregar un mensaje específico, en un modo dado, a algunas personas en particular, dicho de otra forma sacerdote y/o rey se es para toda la vida, más sin embargo profeta puede serse para un solo un momento de la misma; y tercero si bien los tres momentos previos al desempeño como profeta, sacerdote y rey, a saber: elección, unción y función, son escritural y lógicamente necesarios, en el caso del profeta la unción en muchas ocasiones es directa de Dios, mientras que para sacerdote y/o rey es el profeta quien unge, claro: actuando conforme a los designios de Dios.

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Esto último es muy interesante ya que, como se ha comentado, si bien en la persona de los cristianos en la actualidad, reflejo de Cristo nuestro Señor, se conjuntan las figuras de profeta, sacerdote y rey, estas últimas escrituralmente tendrán su realización plena a la venida de nuestro Señor, siendo así que en el siglo actual la función preponderante es la de profeta y, siguiendo el simbolismo de que el profeta unge al sacerdote y/o rey, en cierta forma, y la Escritura así lo confirma, el desempeño actual del creyente como profeta lo habilitara para ser considerado digno del reino venidero y realizar en su persona, de manera perfecta y santa, las funciones ahora sí plenas de sacerdote y rey.

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Cristo: elección, unción, función

En la historia del pueblo de Dios, las figuras de profeta, sacerdote y rey siempre han estado presentes, las mismas han respondido a la necesidad de formación, edificación, corrección, perfeccionamiento y santificación de los elegidos, con todo y todo, quienes en su momento personificaron esas figuras no eran sino sombras de Aquel profeta, sacerdote y rey por excelencia, perfecto y santo, que sería levantado, Cristo Jesús.

Siguiendo la dinámica presentada en la Escritura respecto de las figuras de profeta, sacerdote y rey, en las cuales existían tres momentos: elección, unción y función, podemos de igual forma ver que dichos tres momentos de igual forma están contenidos en la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Con todo y todo hay que entender que dada la preexistencia de Cristo y dado que Él es el mismo ayer, ahora y siempre (Hebreos 13:8) esos tres momentos elección, unción y función-, al igual que las tres figuras -profeta, sacerdote y rey-, tienen su verificativo en Cristo antes de todos los tiempos, es decir, los tres momentos y las tres figuras son incluso desde la eternidad, pero en nuestra temporalidad las mismas tienen un verificativo preponderante, esto es necesario tenerlo en mente para comprender la manera en que la Escritura se refiere a Cristo, tanto en esos tres momentos como en aquellas tres figuras.

Elección

Isaías 42:1 He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre El; El traerá justicia a las naciones.

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Esta profecía de Isaías menciona a ese siervo de Dios quien había sido escogido para traer justicia a las naciones, el testimonio de Cristo nos permite identificar a este siervo de Dios como nuestro Señor Jesús, pero más allá de ello, la misma Escritura testifica que en efecto, lo dicho por Isaías se refería a Cristo, y la mención de que había sido escogido por Dios hace énfasis en la elección del mismo:

Mateo 12:15-21 Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos, y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi Amado, en quien se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles.

Este momento referido a la elección es muy importante ya que la misma no depende de la aceptación o no de la misma por las naciones ya que quien elige, en este caso a Cristo, es Dios mismo:

1 Pedro 2:4-8 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser 65


la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, m porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

Pedro, inspiradamente es muy claro al mencionar a Cristo como la piedra que si bien fue rechazada por los constructores, los hombres, fue escogida por Dios para sr piedra de ángulo, Pedro no sólo menciona a Cristo en la imagen de esa piedra desechada por los hombres pero escogida por Dios sino que incluso le aplica el calificativo de preciosa. Pero hay más, sin pretender adelantar la exposición de ideas donde después se verá que los mismos tres momentos de elección, unción y función están contenidos en la vida de quienes han sido llamados a salvación, si puede en este momento y sobre esto mismo atraer la atención a la idea que presenta Pedro, ya que, después de presentar a Cristo como la roca desechada por los hombres pero escogida por Dios para ser piedra de ángulo, explica cómo es que los elegidos son de igual forma piedras vivas edificadas sobre esa roca de ángulo, Cristo Jesús, lo cual extiende el primer momento, el de la elección, también a los llamados a salvación.

Unción

Salmos 45:7 Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por tanto Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros

Este salmo presenta ya no sólo al siervo de Dios como elegido sino ya como ungido, el testimonio de Cristo nos permite entender que se refiere a Él, pero de igual forma la Escritura confirma esto cuando Pablo, escribiendo a los Hebreos, explica que lo anterior se refiere al Mesías:

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Hebreos 1: 2-3, 8-9 …en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas… Más del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.

Esta otra profecía presenta de nueva cuenta al elegido de Dios como ungido, pero ungido con un especial propósito explicado ahí mismo y que tendrían verificativo cuando Cristo desempeñase sus funciones: predicación, sanación, liberación:

Isaías 61:1-2 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová…

El cumplimiento de la profecía anterior en la persona de nuestro Señor Jesucristo lo tenemos confirmado por palabra de Cristo mismo:

Lucas 4:16-21 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados 67


de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

En esta oración emitida por los discípulos de Cristo al inicio de la Gran Comisión, justo cuando la obra comenzaba a sentir la oposición de las autoridades religiosas establecidas, señala a Jesús, presentado aquí como el santo siervo de Dios, como el ungido:

Hechos 4:27 Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste

Esta misma referencia la dará Pedro en casa de Cornelio cuando por medio de su persona se abra la predicación del Evangelio también a los gentiles:

Hechos 10:38 [Vosotros sabéis] cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El.

Función

Como ya se vio en apartados previo, Cristo reunió en su persona las figuras de profeta, sacerdote y rey, estas tres figuras, si bien son inherentes a Él desde la

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eternidad, las mismas ha tenido un verificativo preponderante en nuestra temporalidad.

El desempeño de las funciones de profeta, sacerdote y rey por parte de Cristo están contenidas a lo largo de la Escritura, los Evangelios son un buen punto de partida para identificarlas, pero las mismas no están circunscritas a ellos pues la Biblia misma en su totalidad no es sino otra forma de presentar, en este caso escrita, a la Palabra hecha carne.

A manera enunciativa pueden mostrarse las siguientes Escrituras que de manera resumida presentan en sí mismas el sentido general del desempeño de Cristo, visto en otros apartados, como profeta, sacerdote y rey.

Lucas 22:42 …diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya

Filipenses 2:5-8 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

1 Timoteo 2:5-6 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.

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Hebreos 5:7-9 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen

Hebreos 2:14-18 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

Hebreos 4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.

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Cristianos: elección, unción, función

Ha quedado claro que el ejercicio de profeta, sacerdote y/o rey a lo largo de la Escritura necesaria y forzosamente requiere de tres momento correctamente ordenados: elección, unción y función. Las tres figuras de profeta, sacerdote y rey están contenidas de manera perfecta y santa en Cristo Jesús, de igual forma, los llamados en este siglo a salvación, que a manera de Cristo están llamados a ser profetas, reyes y sacerdotes, pasan de igual forma por esos tres momentos: elección, una unción y una función, es decir de una designación, de una investidura y de un ejercicio.

Elección

Son muchas las citas de la Escritura que hablan de la elección especial que Dios hizo de Israel como Su pueblo:

Deuteronomio 7:6,7 Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos;

Salmos 135:4 Porque Jehová ha escogido a Jacob para sí, a Israel para posesión suya.

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Isaías 41:8,9 Pero tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo;…

Ahora bien, cuando uno lee la Escritura, encuentra en la misma admoniciones y promesas dadas a Israel, estas admoniciones y promesas pueden ser históricas (ya acontecidas), exhortativas (acontecidas o no pero que sirven de instrucción, de corrección, de edificación), o proféticas (que aún no han sucedido), pero en todos los casos el lector generalmente las ubica referidas única y exclusivamente al Israel carnal, físico y terrenal, sin darse cuenta que también aplican a la iglesia de Dios, para ello hay que entender el significado de Israel más allá del claro y evidente referido al pueblo judío.

Hay que entender que en la Escritura, la palabra Israel puede referirse, sí, al pueblo carnal, físico y terrenal de Israel, pero también hace referencia a todo aquel quien es llamado por Dios y llega a formar parte de Su familia.

Cuando el nombre de Jacob es cambiado a Israel (Génesis 32:29), la misma Escritura explica su significado pleno. Israel viene de ֶ֫‫ַרשנ‬, Yisra'el, que significa El que Lucha con Dios, pero la Escritura completa el significado pleno al señalar en la cita dada que ese cambio se da no sólo por haber luchado con Dios y los hombres (incluso hombres impíos habían luchado con Dios y con los hombres, como Caín o Nimrod) pero en el caso de Jacob él había vencido, es así como Israel se refiere a El Que Vence, lo cual abarca tanto el Antiguo como el Nuevo testamento, es decir tanto al pueblo carnal, físico y terrenal de Israel como a los llamados a formar parte de la iglesia de Dios, es decir, en Israel nos estamos refiriendo a la familia de Dios conformada por todo aquel que vence.

Sobre esto, es interesante notar en el capítulo 6 de Gálatas, como es que Pablo hace mención al Israel de Dios (Gálatas 6:16). La carta va dirigida no al Israel 72


carnal, físico y terrenal sino a la iglesia de Dios, de hecho es una admonición contra aquellos que querían llevar a los nuevos creyentes de nuevo a judaizar sometiéndose a las prescripciones que habían sido superadas por el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesús. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la circuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas 6:14-16). Así, Pablo, al referirse al Israel de Dios en un contexto ajeno al Israel carnal, físico y terrenal, se dirige a la iglesia de Dios, de hecho podemos decir, en la misma línea de lo ya comentado, que se dirige a todo aquel que siendo llamado llega a vencer pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28; cfr. Romanos 11:11-24)

De esto último es interesante que las cartas que Jesús por medio de Juan envía a las iglesias en Revelación siempre se refiere las promesas que esperan al que venza (Revelación 2:7, 11, 17, 26: 3:5, 12, 21), siguiendo la tónica de lo expresado, al que llegue a ser Israel.

Así que cuando se lea en la Escritura admoniciones y promesas para Israel, hay que llevarlas a la luz de su significado como una exhortación personal a El Que Vence y tomarlas para la propia edificación, pues son dichas también para cada llamado a salvación en el presente siglo, para toda la iglesia de Dios, para ser acreditado entre los llamados y elegidos que son hallados fieles (Revelación 17:14) y contado entre los vencedores (Romanos 8:29-39; 1 Juan 5:4-5).

Esta idea de que todos los elegidos para salvación estén llamados a ser Israel, nombrados para ser vencedores, podemos verla confirmada en el Nuevo Testamento:

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Efesios 1:4 …según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor

Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

2 Timoteo 1:9 quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad,

1 Pedro 1:20 Porque Él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros

Hechos 13:48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna.

De esta forma en nuestra temporalidad, la elección por medio de la cual el Padre nos ha llamado, forma parte del orden de los tres momentos, pero así como la Escritura menciona que muchos son llamados pocos elegidos (Mateo 22:14), a la elección debe venir la aceptación de la misma con el ungimiento necesario para posteriormente desempeñar la función encomendada.

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Unción

La unción dada a los creyentes es algo que queda explícitamente claro en la Escritura:

1 Juan 2:20 Pero vosotros tenéis unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis.

2 Corintios 1:21 Ahora bien, el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió, es Dios…

Esta unción, que representa el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que viene sobre todos quienes aceptan la elección que en su infinita misericordia y eterno amor tiene a bien hacer, habilita al elegido para desempeñar la función para la cual ha sido llamado:

Juan 14:26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.

Lucas 24:49 Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: más vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto

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1 Juan 2:27 Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El.

De esta forma, para quienes han sido elegidos por el Padre y han aceptado el llamamiento, la unción se vuelve el paso siguiente, forzosamente necesario, para estar en posibilidad, posteriormente, de desempeñar la función a la cual se ha sido llamado.

Ahora bien, sobre este segundo momento, la unción, es interesante que si bien la principal unción es en la cabeza, la Escritura muestra tres lugares específicos referidos a esto, cabeza, barba y pies:

Salmos 23:5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Salmos 133:2-3 Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras;

Lucas 7:38, 46 y poniéndose detrás de El a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume… No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume.

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Estas tres referencias implican para la vida cristiana el pensar, el decir y el hacer, lo cual a su vez tiene referentes escriturales:

Deuteronomio 6:5 Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas

Marcos 12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Esto se verá con mayor énfasis en la siguiente etapa, la de la función, pero adelantándose puede decirse que esos tres desempeños relacionados con la función son intrínsecamente inseparables y por lo tanto requisitos ineludibles del quehacer cristiano: pensar, decir y hacer.

Función

Al igual que Cristo en su función como profeta, sacerdote y rey, la función en ese mismo sentido de los llamados a salvación en el presente sigo es amplia, diversa, con un amplio alcance y con una gran profundidad la cual se evidencia a lo largo de la Escritura como exhortaciones, admoniciones, correcciones que conllevan en la vida del cristiano al perfeccionamiento y la santificación, y cuyo sentido principal conlleva a la obediencia debida a la verdad revelada.

Lucas 6:46 ¿Y por qué me llamáis: ``Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

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Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo

Romanos 2:13 …porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.

Santiago 1:22 Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.

Mateo 7:24 Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;

El evento culmen de lo anterior está dado por la enseñanza dada por Jesús respecto del fin de los tiempos, cuando aquellos que pusieron por obra las funciones de profeta, sacerdote y rey serán reconocidos para completarlas en su persona de una manera completa, total, perfecta, santa y gloriosa:

Mateo 25:31-46 31

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles

con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32

y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de

los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33

Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

34

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre,

heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 78


35

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de

beber; fui forastero, y me recogisteis; 36

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y

vinisteis a mí. 37

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos

hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

39

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

40

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo

hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41

Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al

fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis

de beber; 43

fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis;

enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44

Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te

vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45

Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo

hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46

E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

79


Las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey

Como se ha visto a lo largo de la presente obra, las funciones de profeta, sacerdote y rey, inherentes a los siervos de Dios, convergentes en la figura de Cristo y replicadas en la persona de sus seguidores, tienen tres momentos claramente definidos y ordenadamente establecidos: elección, unción y función.

De esos tres momentos los dos últimos presentan ciertas condiciones necesarias que para tal efecto, y dada esa naturaleza, se consideran leyes relativas a los mismo, ¿por qué leyes?, por el carácter obligatorio de las mismas a efecto de considerar lo relativo a esos momentos.

Para entender y separar las nociones normativas adjudicables a la noción de ley, hay que entender las diferencias sutiles en ellas. Por ejemplo, como se comentó al inicio de la presente obra, el término Ley hace referencia lo mismo a la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, vigentes, válidos y actuales, que a las leyes mosaicas, canceladas, superadas, clavadas; de igual forma existe una legislación previa a las leyes mosaicas que si bien fue considerada en ésta última, recibió añadiduras válidas en tanto las leyes mosaicas estuviese vigentes siendo que al dejar de estarlo dicha legislación volvió a su estado primigenio, se está refiriendo a las normas sobre alimentos limpios y no limpios (Génesis 7:8) y otras relativas al diezmo (Génesis 14:20). De igual forma, como también ya se vio, existe necesariamente un marco normativo para otras dos leyes que han estado vigente desde muy temprano en la historia de la humanidad y siguen vigentes en el presente siglo, y seguirán vigentes incluso una vez que regrese Jesucristo, aunque han sufrido un cambio: sobre las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey. ¿Forman parte estas dos legislaciones de los Diez Mandamientos? No, no forman parte. ¿Entonces ya no están vigentes? Sí, si lo están, aunque han cambiado en su forma y en su fondo. ¿Cómo es esto?

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Recordemos de nueva cuenta que los Diez Mandamientos son eternos, han estado vigentes desde el inicio de la humanidad, siguieron vigentes cuando vino el Mesías por primera vez y seguirán vigentes incluso después de que regrese, de igual forma las las normas sobre alimentos limpios y no limpios y otras relativas al diezmo han vuelto a su estado original contemplado bajo el sacerdocio de Melquisedec. En cuanto a las leyes mosaicas que fueron añadidas a partir del Pacto de Dios con Abraham y con mayor énfasis en el Pacto de Dios con Israel en el Sinaí, estas son las leyes que temporalmente estarían vigentes bajo el sacerdocio de Aharón en tanto viniera la promesa, Cristo, y restableciera el sacerdocio de Melquisedec con la legislación original correspondiente, los Diez Mandamientos.

Pero el caso de sobre las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, estas no fueron establecidas como parte del Pacto de Dios con Abraham o de Dios con Israel sino que formaban parte, como ya ese vio, de una legislación anterior, muy temprana en la historia de la humanidad, en ese entendido, si no forman parte de las leyes que fueron añadidas no corren con la misma suerte de estas últimas, es decir, de ser temporales hasta el advenimiento de la promesa.

Cuando se vio la cuestión de los dos sacerdocios, mucho antes de iniciar Dios los pactos con Su pueblo, primero en Abraham y con mayor énfasis en Sinaí, tenemos la existencia de Melquisedec, rey y sacerdote de Salem (Génesis 14:18), lo interesante es que una vez añadida la ley mosaica, no podía una misma persona ostentar el reinado y el sacerdocio siendo que estos recaían sobre dos personas diferentes (2 Crónicas 26:3, 16-21), pero cuando en Jesús se restablece el sacerdocio de Melquisedec ambas figuras de nuevo recaen sobre una sola persona (1 Timoteo 6:15; Hebreos 2:17). La función de profeta, si bien puede ser una figura desempeñada de manera exclusiva por una persona, también es inherente a la función de sacerdote y la función de reye en el sentido de exhortar, redargüir, corregir, enseñar.

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Ahora bien, la función de profeta, sacerdote y/o rey necesaria y forzosamente, también como ya se vio, tiene tres momentos, momentos sin los cuales no hay tal figura: la elección, la unción y la función, o dicho de otra forma, la designación, la investidura y el ejercicio. Estas son tres condicionantes sin las cuales no puede hablarse de que exista un rey o un sacerdote. En la Escritura tenemos varios ejemplos de elección de profetas (1 Reyes 19:16), sacerdotes (Éxodo 4:10-17; 30:30) y reyes (1 Samuel 16:1), de igual forma tenemos ejemplos de ungimiento de profetas (1 Reyes 19:19-21; 2 Reyes 2:15), reyes (1 Samuel 16), y sacerdotes (Levítico 8). Ahora bien, una cosa era el ungimiento como profeta, sacerdote o rey y otra, necesaria para considerar el ejercicio de la autoridad conferida, el que la misma se ejerciera. En el caso del profeta a través de sus exhortos, en el caso del sacerdote a través de su oficio y en el caso del rey a través de su dominio. Es así como si se ha restablecido el sacerdocio de Melquisedec en la figura de nuestro Señor Jesucristo (Hebreos 7:12), y si nosotros estamos llamados a ser coherederos con Él (Romanos 8:17) y de igual forma ser profetas (Marcos 16:1518), reyes y sacerdotes (Revelación 1:6), se hace necesario una unción y una función, de una investidura y de un ejercicio.

En la actualidad Cristo, después de haber ejercido preponderantemente como profeta en su venida(Hechos 3:19-26), está fungiendo preponderantemente como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 2:17; 4:15; 7:26), siendo que a su regreso comenzará también a ejercer preponderantemente como Rey de Reyes (1 Timoteo 6:15; Revelación 1:5; 17:14; 19:16), de esta manera en el presente siglo compartimos de manera preliminar el ser sus profetas, ser sus sacerdotes, y ser sus reyes siendo que a su regreso lo compartiremos con Él de manera total (Revelación 1:6; 5:10), así estas funciones iniciales implican en nosotros de igual manera una elección, unción y una función, y si bien la milicia actual nos impone imperfección y pecaminosidad, tenemos la firme esperanza que al regreso de Nuestro Señor seremos perfeccionados como Él.

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Entrando de lleno a la cuestión del presente apartado, ¿cuáles serían esas leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey?, para responder a esto tenemos que mirar precisamente los tres momentos de dichas funciones: elección, unción y función, es decir, la designación, la investidura y el ejercicio.

Elección

Aunque el primer momento de las funciones de profeta, sacerdote y rey no puede ser considerado propiamente parte de una normativa, si es un requisito sin el cual los otros dos momentos, unción y función, no pueden realizarse, es por ello que se hace necesario un comentario al respecto pues respecto de esto, es decir de la elección, hay ocasiones en que la misma es percibida de una manera antiescritural, para tener una correcta comprensión de esto hay que saber la respuesta que la Palabra de Dios hace a ¿quién elige?

Si vemos el grueso de las iglesias, denominaciones o congregaciones existentes en el mundo, es más: acorde a la corriente del mundo, puede ver que las mismas tienen un énfasis anti-escritural de trabajar por la conversión del mundo, de lograr con su esfuerzo hacer cada vez más adeptos de su fe, de conseguir gracias al trabajo arduo que muchos lleguen a la salvación, más sin embargo ¿qué dice la Escritura?

Juan 6:44 Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió

Juan 6:65 Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre

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Esto es demoledor para quien cree que es su predicación, su labor misionera, su lucha y su contienda, la que logra que más gente acceda a la verdad, con todo y todo ¿tenemos mayor corroboración en la Escritura de esta comprensión? Así es, y no solo de esto sino del correcto papel que el creyente desempeña:

Hechos 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía

Así tenemos la corroboración de que es Dios quien elige en su absoluta potestad a los que en este siglo habrán de ser salvados:

Hechos 2:47 …Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos

Pero de igual forma coloca en su correcto papel el desempeño que corresponde al creyente: proclamar el Evangelio:

Marcos 16:15-16 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado…

Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Mateo 5:14-16 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, 84


sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Así que el momento relativo a la elección es potestativo del Padre, Él es el que elige a quienes en este siglo son llamados a salvación, más sin embargo eso no quiere decir que el creyente no tenga participación alguna pues el llamado del Padre llega a través del cumplimiento de la Gran Comisión, con todo y todo no debe perderse la correcta perspectiva de esto ya que en ocasiones toda la estrategia del cristiano pareciera gira en torno a su capacidad para exponer las verdades de Dios y por ende para vencer escrituralmente los obstáculos que alguien interponga a dichas verdades, más sin embargo la Escritura es clara: el Padre llama quien Él desea y eso lo hace a través del cumplimiento de la Gran Comisión por sus hijos.

Es por esto que el momento referido a la elección no tiene propiamente una norma que pudiese esgrimirse como legislación relativa ya que depende enteramente de la voluntad del Padre, aun así si tiene un carácter condicionante: que los elegidos respondan afirmativamente al llamado y es en este punto donde entran los siguientes dos momentos donde sí hay una normatividad relativa a los mismos bajo el actual sacerdocio de Melquisedec.

Unción

Una vez dada la elección que es potestativa del Padre, si uno la acepta, esto lo exterioriza a través de la unción, es decir, de la investidura para proceder posteriormente a la función, es decir, el desempeño, ¿cómo es esta investidura?

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De todas las investiduras, profeta, sacerdote y/o rey, que posterior al pacto abrahamánico y sobre todo sinaítico observamos, la de sacerdote era la más completa, la más compleja y la de mayor solemnidad esto entendido por el desempeño al que estaba siendo llamado: relacionarse directamente con Dios, de igual forma esto queda más que evidente con todas las normas contenidas en las leyes mosaicas respecto de este desempeño, normas que superan las relativas a la función monárquica e incluso a la de profeta.

Si bien hay citas que mencionan unciones para ser profeta en la mayoría de los casos esto era directamente dado por Dios a quien fungiría como Su profeta, en el caso de los reyes, la unción de los mismos estaba dada por el derramamiento de aceite sobre su cabeza en un acto de solemnidad real, pero el caso del sacerdote esto era en extremo completo, complejo y solemne:

Éxodo 29 4

Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y

los lavarás con agua. 5

Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el

efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod; 6

y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema

santa. 7

Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y

le ungirás. 8

Y harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas.

9

Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos, y les atarás las tiaras, y tendrán

el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos.

El caso del cristiano no es diferente, de las tres funciones a las que está llamado, profeta, sacerdote y rey, la de sacerdote es la de mayor solemnidad en cuanto a la unción que representa siendo que la misma abarca el resto de las funciones. De 86


igual forma, y como ya se ha comentado, las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey siguen vigentes, aunque han cambiado en su forma y su fondo, adquiriendo una mayor comprensión sobre el alcance y profundidad de las mismas, lo cual puede verse en lo que relativo a la unción se refiere al cristiano.

Para esto último, y considerando la cita anterior de Éxodo 29:4-9, podemos identificar que la unción del cristiano lleva los mismos condicionantes: lavamiento, derramamiento de aceite, y el ataviarse, pero para responder a la pregunta ¿cómo es esta unción, esta investidura?, uno debe entender que en última instancia uno se está revistiendo de Cristo:

Gálatas 3:27 Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido

Así tenemos que el correspondiente del lavatorio del que eran sometidos quienes habían de fungir como sacerdotes referido en el tiempo actual de la iglesia de Dios al bautismo que nos inviste como Cristo, quien es profeta, sacerdote y rey completo, perfecto y santo.

Este primer requisito, que por lo mismo se vuelve una norma obligatoria para el posterior desempeño como profeta, sacerdote y rey,

Romanos 6 3

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,

hemos sido bautizados en su muerte? 4

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo,

a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

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5

Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su

muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6

sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él,

para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Mateo 28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

1 Pedro 3:21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,

Hechos 2 36

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a

quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. 37

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros

apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el

nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos

los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Como queda claro el bautismo es por inmersión, para la remisión de pecados, típico del entierro y la resurrección de Jesucristo. Es realizado en el nombre del 88


Señor Jesucristo. Después de la inmersión, se le deben imponer las manos al candidato por el ministro o ministros para la recepción del Espíritu Santo, lo cual estaba simbolizado en la cita ya vista de Éxodo 29:4-9 como el derramamiento del aceite sobre quien habría de fungir como sacerdote:

Hechos 8:14-20 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.

Hechos 19:1-6 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

La referencia del aceite derramado relativo al Espíritu Santo está dada por la misma Escritura que señala en 1 Juan 2:20,27 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas… Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os

89


enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El”.

Así que el bautismo, entendido como un todo, es decir, la inmersión en el agua para perdón de los pecados y la inmediata imposición de manos para la recepción del Espíritu Santo, es la primera ley relativa al momento de la unción.

Ahora bien, para desempeñar la función como profeta, sacerdote y rey debe uno ataviarse de la manera apropiada, ¿y cuál es esa manera correcta?

Efesios 6 11

Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra

las asechanzas del diablo. 12

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,

contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el

día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con

la coraza de justicia, 15

y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

16

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los

dardos de fuego del maligno. 17

Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la

palabra de Dios; 18

orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando

en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

90


Este es el atavío óptimo, por decirlo en cierta forma, que el cristiano debe tener para desempeñar sus funciones de profeta, sacerdote y rey, con todo y todo no pueden considerarse como leyes sino más bien como sugerencias para desempeñar con excelencia aquellas funciones, esto quiere decir que en este caso pude faltar algún elemento, o estando presente éste puede ser imperfecto, por lo que uno debe trabajar para reunir todos estos elementos y reunirlos de manera perfecta y santa para lograr con excelencia las funciones encomendadas por el llamamiento recibido, con todo y todo, y a diferencia de esto, el bautismo (inmersión e imposición de manos) sí permanece como necesario, por lo tanto normativamente obligatorios y por ello considerados como parte de las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, en este caso referido al momento de la unción.

Función

Una vez efectuada la unción, lo que sigue es la función como profeta, sacerdote y rey, es decir el desempeño, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo.

Relativo a esto del desempeño, cuando en su momento se vio lo relativo a las funciones de profeta, sacerdote y rey, quedó más que evidente las muchas obligaciones que al respecto se tienen, con Dios primeramente pero también con el prójimo, más sin embargo, ¿habrá un desempeño de esta función que sea sustantivo de la misma y normativamente obligatorio? Claro que lo hay: la participación anualmente en lo que se conoce como la Santa Cena.

Como se comentó anteriormente, de las tres funciones, profeta, sacerdote y rey, la de sacerdote tenía una relevancia trascendental intrínsecamente relacionada con las actividades que realizaba, por eso que su unción excedía en complejidad y solemnidad a las de profeta y a las de rey. Ahora bien, las funciones sacerdotales, 91


bajo el sacerdocio de Aharón, tenían su referente en los sacrificios decretados por Dios para con Su pueblo, sacrificios que a manera de sombra hablaban del sacrificio redentor que en su momento haría nuestro Señor Jesús y ¿qué evento es representativo de esto? La Santa Cena.

Mateo 26 26

Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus

discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de

ella todos; 28

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada

para remisión de los pecados. 29

Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta

aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. Marcos 14 22

Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio,

diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella

todos. 24

Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es

derramada. 25

De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día

en que lo beba nuevo en el reino de Dios.

Lucas 22 14

Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la

mesa. 15 Entonces les dijo: —He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, 16 pues les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios. 92


17

Luego tomó la copa, dio gracias y dijo:

—Tomen esto y repártanlo entre ustedes. 18 Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. 19

También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y

dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.

La frase, en esta última cita de hagan esto en memoria de mí (v. 19), le da el cariz obligatorio para quienes como seguidores de Cristo, en unción y en función, cumplan con lo por Él establecido, independientemente de esto, hay más confirmación en la Escritura de la obligatoriedad de esta norma relativa a la participación en la Santa Cena:

1 Corintios 10:16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo?

Juan 6:51 Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo

Juan 6:53 Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

93


Así que la participación en la Santa Cena para el creyente, en su papel de profeta, sacerdote y rey, implica, aparte del cumplimiento de la obligación establecida por Jesús a sus seguidores, como señala Pablo, la participación en la sangre y la carne de Cristo, requisito necesario para la vida eterna.

¿Y por qué la Santa Cena es la función por excelencia para el creyente, en su papel de profeta, sacerdote y rey? No nos engañemos, la vida cristiana tiene muchos requisitos a cumplir para alcanzar, por medio de sacrificio redentor de Jesús, la vida eterna, “¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10), más sin embargo lo que hace la salvación posible es precisamente la muerte de Cristo como nuestro cordero pascual, de ahí que la conmemoración con extrema solemnidad de ese evento sea representativo de lo que hace posible todo el plan de salvación.

Pablo, retomando esto, señala el énfasis del significado de la Santa Cena como símbolo de la muerte del Señor:

1 Corintios 11:23-26 Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y, después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí». Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.

94


En este mismo capítulo, Pablo inmediatamente exhorta a quienes participen de los emblemas, el pan y el vino, para que lo hagan de manera digna:

1 Corintios 11:27-29 Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia condena.

Es así como en cuanto a la función como profeta, sacerdote y rey, uno debe estirarse, como decía Pablo, para alcanzar aquello que de nosotros se espera, pero la obligatoriedad normativa de la participación anual en la Santa Cena, en los tiempos y las formas que Jesús estableció, es requisito ineludible para el cristiano, de ahí que esta sea la segunda de las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey, después del bautismo referido a la unción.

Caso Pablo

Y ya que se habla de Pablo puede decirse que representa de manera muy clara, sencilla y entendible para el cristiano de los tres momentos de los que se ha estado hablando:

Elección Hechos 9 10

Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el

Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

95


11

Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y

busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12

y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las

manos encima para que recobre la vista. 13

Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este

hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14

y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a

todos los que invocan tu nombre. 15

El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar

mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;

Unción Hechos 9 17

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,

dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18

Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante

la vista; y levantándose, fue bautizado.

Función Hechos 9 20

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el

Hijo de Dios. 21

Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que

asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 22

Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que

moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 96


Conclusión

A lo largo de la Escritura las figuras de profeta, sacerdote y rey son preponderantes para la intervención divina en la historia humana, estas tres figuras han tenido su condicionante referida a los marcos normativos bajo los cuales se desarrollaban: previo a los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas bajo el sacerdocio de Melquisedec, posterior a los pactos abrahamánicos y al establecimiento de leyes mosaicas bajo el sacerdocio de Aharón, y posterior al sacerdocio de Aharón con el restablecimiento en Cristo del sacerdocio de Melquisedec.

Esas tres figuras, independientemente del marco regulatorio que las circunscribía, tenía tres momentos escritural y lógicamente necesarios: elección, unción y función.

En la actualidad Cristo, después de haber ejercido su función preponderante como profeta (Hechos 3:19-26), está fungiendo preponderantemente como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 2:17; 4:15; 7:26), siendo que a su regreso comenzará también a ejercer preponderantemente como Rey de Reyes (1 Timoteo 6:15; Revelación 1:5; 17:14; 19:16), de esta manera en el presente siglo compartimos de manera preliminar el ser sus profetas, ser sus sacerdotes, y ser sus reyes siendo que a su regreso lo compartiremos con Él de manera total (Revelación 1:6; 5:10), así estas funciones iniciales implican en nosotros de igual manera una elección, unción y una función, siendo que estas últimas, unción y función, si somos considerados dignos, serán perfectas y santas a Su regreso.

En la actualidad para el cristiano llamado a salvación por Dios en el presente siglo, la elección, como siempre ha sido, es dada por Dios, y la unción y la función lo conforman al Bautismo y la participación en la Santa Cena, el primero para ser investidos con Cristo (Gálatas 3:27) y compartir en un futuro de manera plena las 97


funciones de profetas, sacerdotes y reyes, lo segundo para recordar, que no ofrecer de nuevo, el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo por el cual nos redimió (1 Corintios 11:26; Hebreos 10:12), siendo ambos, bautismo (Marcos 16:16) y Santa Cena (Juan 6:54) requisitos para el ejercicio ahorita inicial del ser profetas, sacerdotes y reyes, más luego pleno, al regreso de Cristo2.

2

Para un discernimiento de las tres funciones a desempeñar por Cristo, a saber: Profeta, Sacerdote y Rey, se sugiere la obra “El tabernáculo de reunión -Una fotografía dinámica de la familia de Dios-”. Descargar gratis sin compromiso ni seguimiento en www.rocefi.com.mx, Menú Libros, Sección Ebooks Gratis, Apartado Cristianismo.

98


Paz a vos

99


Según el orden de Melquisedec -Un análisis sobre las leyes relativas a las funciones de profeta, sacerdote y rey-

Todos los derechos reservados por el autor ©2019

Primera edición

Se permite la reproducción total o parcial de la presente obra, así como su comunicación pública, divulgación o transmisión, mediante cualquier sistema o método, electrónico o mecánico [incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información], siempre y cuando esto sea sin fines de lucro y con la condición que se señale la fuente

Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la Reina-Valera 1960. Utilizado con permiso.

Reina-Valera, 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y puede ser usada solamente bajo licencia.

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