EL RODAR DE LA LAGRIMA Se oscurecía mi mente al contemplar una lagrima que rodando con torpeza por el perfil de tu cara arrastraba tu sonrisa, que era lo que más amaba, después en tu comisura para que yo la besara, me acercaba hasta tu boca y así, sin mediar palabras, bebiese del manantial que tus labios me entregaran bajo el manto de la noche que la luna iluminara. Penetrar en tus sentidos y así llegar hasta tu alma para buscar la verdad, pues… la verdad es plegaria, y que tus ojos me enseñen toda la verdad quemada, la inmundicia de este mundo por el vil perro que ladra abusando de lo ajeno a costa del que trabaja. Poder yo vivir en ti para que no te marchara y me enseñaras a mí, que los ríos se remansan, ya no existen los torrentes que hacían saltar las aguas, y aquel Junco vigilante que vivía con la Jara, solo se verán los meandros que las piedras custodiaban. Ahora ese Romero en flor que se oculta, tras las zarzas para no ser arrancado con las manos que son garras, que la retama lo seca para que el olor renazca la Amapola en su trigal
las espigas que lo guardan mantienen viejos caminos que usaban la trashumancia. Hoy, que el río ya es arroyo, o bien las aguas, reclaman, sus caminos de costumbre, son ocupados por casas. Se han muerto las praderas que en mi bahía se criaba el pescado en abundancia, para alimentar al pueblo que el cacique arrebataba, ¿y el poder de aquellos frutos? por natural se entregada, que gratuitos para el hombre, la condición era clara cuida de tu entorno, ¡juez!, que tus hijos te reclaman, solo una vida honesta, para ellos administrarlas de la forma que aprendieron y no saben conservarlas. Y cuando un pájaro canta, no sabe escucharlo el mundo, no conocen una “Taranta” no saben que es un “Fandango” ni la ancestral “Maragata”. Cuando escuchan un ”Verdial” creen es un cante de “guasa”. ¿Dónde experiencias vividas? de las pasadas etapas, de los padres y los abuelos, de madres embarazadas para procrear en el mundo, y así experiencias hayan. Beso al amor del futuro y que la humanidad haga. Roberto J. Martín