Colegio Científico Integrado B
LECTURAS PARA NIÑOS
Computación. Profesor Erwin Torres.
10
FEBRERO
2015
Nunca hay que dejar que los niños pierdan la ilucion y su felicidad. Hay que aprender de ellos y tener nuestro niño interior.
Editado por: Edgar Roberto Morales Nájera Ilustración 1
INDICE La mujer del velo manchado: .............................................................................................................. 2 La niña sin manos: ............................................................................................................................... 5 Terror en la casa de campo ................................................................................................................. 6 El niño sin rostro: ................................................................................................................................ 8 Esperen,no me dejen aqui: ................................................................................................................. 9 LA PRINCESA ESCONDIDA.................................................................................................................. 11 El amigo del rey ................................................................................................................................. 13 Ramón el pez multicolor ................................................................................................................... 18 Adiós a la ley de la selva (III): El mono .............................................................................................. 23 Adiós a la ley de la selva (I): El león ................................................................................................... 23 La Leyenda del Jilguerillo................................................................................................................... 26 La Leyenda Del Mico Brujo ................................................................................................................ 27 Las Gemelas....................................................................................................................................... 28 Lo debo todo ..................................................................................................................................... 29 Rosa Caprichosa y los animales del jardín......................................................................................... 32
La mujer del velo manchado:
En una urbanización llamada bahía dorada, Había un edificio muy peculiar debido a que en planta baja vivía una mujer llamada Maria. Maria era una señora mayor, vivía sola, los vecinos de aquel lugar dicen que vivía sola porque era una cascarabias y nadie la soportaba.
El edificio era normal, como cualquier otro en el mundo, con niños jugando en la parte del patio y en las escaleras, nadie les decía nada porque eran niños, y necesitaban divertirse un poco, pero a Maria no les gustaba los niños, mejor dicho, parecía que los odiaba. Un día, la señora salio a tender su ropa, pero por desgracia el tendedero quedaba cerca del patio, y los niños siempre estaban allí. - FUERA!! Les decía con voz muy gruesa y ronca, pues la señora se la pasaba fumando. La señora tendió su ropa, y un velo especial para ella, era de seda, muy fino y blanco, ese velo era su adoración. Días atras Había llovido muy fuerte, las plantas estaban aun mojadas y habían charcos formados, unos niños del edificio estaban jugando a las escondidas, y le tocaba contar a Carlitos, el mas pequeño del grupo. Todos los niños se escondieron, dejando a Carlitos atras buscándolos. Carlitos corriendo buscando a los chicos, le pareció que Había visto a uno de sus amigos cerca del patio del apartamento de la señora Maria, y decidió ir.
Al llegar, noto que no era nada, solo era una planta que se movía con el soplido del viento, y al retroceder, sin querer tropezó con un gran charco de lodo, sus manos quedaron totalmente marrones, no podía limpiarce de su ropa porque era nueva, y lo vio, aquel bonito velo blanco, y decidió limpiarce sus manos con este, pues esto fue producto de la casualidad. Al terminar, el velo quedo muy manchado, de blanco paso a marrón en un instante, y al terminar noto que la reja de la casa de la señora Maria se abría. Y esta le dijo: -Pero que has hecho niño malcriado!!! Le hablo tan feo al pequeño Carlitos que rompió a llorar y dijo:
-Señora Maria, perdoneme, es que me tropece. Le respondió: -Y eso te da derecho de arruinar mi velo? Eres un niño malo y si dios no te castiga yo lo haré. La señora llena de rabia y coraje abofeteo al pequeño Carlitos, y este se fue llorando. A la mañana siguiente, algunos vecinos dijeron que en la noche anterior escucharon ruidos muy extraños en el apartamento de la señora, y que salía un apestoso humo de este, pero nadie le hacia caso a esas habladurias. Carlitos, triste le contó a sus amigos lo que Había pasado, y Juan le dijo: -Tranquilo Carlitos, esa vieja se va a arrepentir… Los chicos fueron por globos rellenos de lodo y papel higiénico, acribillaron el apartamento, lo dejaron inmundo, solo fue cuestión de minutos para que saliera la malvada mujer. Parecía poseía y se le veía en la mirada que estaba llena de odio, fue corriendo intentando atrapar a los niños, y cayo en sus manos el pobre Carlitos, el niño desesperado dijo: -Suelteme!!! Ayuda!!, Ayuda!! Pero nada ya era tarde, la mujer lo metió en su casa y le dijo: -quisiste buscar venganza, eres un niño muy malo, y a los niños malos le pasan cosas malas… La malvada mujer le hizo infinidades de maldades al niño, le corto la lengua, para que no fuese a gritar, fumaba y las colillas de cigarro se las apagaba en su pequeño cuerpecito, le fue cortando los dedos uno por uno, sus dientes se los quitaba con un alicate, y le arañaba su cuerpo. Los padres de Carlitos fueron hasta la casa de aquella señora, habían buscado por todas partes y nada que encontraban a Carlitos. Entraron a la fuerza con algunos vecinos hombres, y lo que encontraron fue, un pequeño cuerpo sin vida y a una mujer arrodillada, con un velo blanco y manchado en su cabeza. Los vecinos voltearon a la mujer y esta estaba muerta. Dicen que aquella noche que los vecinos escucharon esos ruidos extraños y ese apestoso humo, era el Diablo que Había ido a visitar a la mujer, dicen que hizo un pacto con el, que le daría 2 almas sufriendo a cambio de que ella viviera para siempre, y al solo presentarle el alma de Carlitos, el diablo también se llevo la suya.
La niña sin manos:
Esta historia le paso a un chico llamado Servando, aunque la historia la conto su hermana. Todo comenzó cuando mis amigas y yo contábamos historias en la escuela , a causa de que la noche anterior, mis amigas habían pasado por la escuela y vieron una sombra detrás del laboratorio, eso no me causo nada de miedo, así que se los dije, y Mayra-la hermana de Servando- dijo que contaría una mejor.
El chico llego de trabajar un poco tarde, y su madre le pidió que hiciera algo pero como no quiso hacerlo, salió al patio de la casa y se sentó en una hamaca. De repente, vio a una niña que iba a gatas, la cual pasaba por enfrente de su casa. Ella volteo a mirar a Servando con unos enormes ojos completamente rojos. La niña hacía señas como nosotros las hacemos, con los dedos para llamara a alguien, solo que ella no podía, porque no tenía manos… A esta niña le hacían falta las manos, y sus brazos solo llegaba a los codos. El chico se metió rápidamente a su casa, pero apenas había entrado, sin sentir el miedo, exigió de cenar. Como no le gusto lo que había hecho su madre, se negó a comer y dijo que así, se iría a dormir… y justo a la entrada de su cuarto, paró en seco…. En el bordo de la cama estaba la niña sin manos y de ojos rojos, haciendo las mismas señas. Parecía saber que él estaba haciendo algo malo y quería llevárselo a algún lugar. Servando no pudo moverse, ni para adelante ni para atrás. Afortunadamente para él, llego su hermano menor pidiéndole que lo dejara dormir en su cama, pues parecía que llovería y había truenos por todo el cielo. Servando accedió porque más miedo tenía él, que su hermano. Desde ese día, no ha vuelto a ver a la niña…. Hasta ahora….
Terror en la casa de campo:
Mi prima me contó cierta vez, que, en la casa donde ella vivía pasaban cosas malas, que ella presentía que ahí había algo, algo muy malo. Igual mi tía, que decía que desde que llegó a vivir ahí se sentía intranquila y se enfermaba seguido, que en las noches escuchaba ruidos, como rasguños en la pared, los perros aullaban hasta morir, y a veces cuando mi tía salía a ver qué pasaba, veía la figura obscura de un hombre bajo el zapotal de esa casa. Los perros aullaban al contemplar esa figura, y se retorcían en aullidos de terror. Bueno, así pasaba.
Un día decidimos mi abue, mi hermana y yo ir como de día de campo a la casa de mi prima. Cuando llegamos, el lugar era muy bonito, completamente en el campo, cerca había un riachuelo, mucha vegetación, etc. Desde el momento en que llegué me sentí intranquilo, no sé, como que había “algo” en el ambiente que no me gustaba nada. Lo raro era, que era en pleno día, como a las 12 o 1 de la tarde y se sentía un miedo…. una sensación de pesadez. Recuerdo que jugábamos a las escondidillas en los lavaderos bajo una cobacha, entonces mi prima y mi hermana salieron a traer algo y me quedé solo. Empecé a sentir un miedo indescriptible, nunca había sentido algo así, presentía que algo o alguien estaba detrás de mí, viéndome, mirándome, entonces salí precipitadamente, con el corazón en un vilo, porque sentí que si permanecía un minuto más ahí, solo con “eso” atrás de mí íba a ver algo que haría que me muriera de terror. A la semana, mi prima y mi tía abandonaron la casa porque les contaron que ahí otras personas veían al Diablo, veían como que había un incendio, escuchaban gritos, y muchas cosas más, y alguien más le dijo que los antiguos dueños de esa casa, igual salieron huyendo de algo que los atormentaba, todos los días, día y noche. No sé a ciencia cierta qué sucedió en ese lugar, que hasta la fecha sigue inhabitable.
El niño sin rostro:
Bueno antes de empezar quiero decir que esta historia es real me paso a mi en mi casa hace un año.Yo estaba en mi casa con mi hermano,mi mama se había ido al trabajo así que mi hermano y yo nos quedamos solos cerca de 10 minutos el se fue con sus amigos dejándome solo ami me dio igual ya que ya había visto varios fantasmas.Bueno en eso yo me metí a bañar cuando en el espejo se vio un niño de como de la época pasada,
Bueno el niño no tenia cara pero igual me hablaba me decía dany, dany.Yo no me asuste pero luego volví al baño cuando sentí algo frío en mi hombro en eso mire el espejo y el estaba atrás , yo grite y corrí cerré la casa y huí , al día siguiente me dijeron que en esa casa un niño murió en el baño hace años desde entonces no lo veo.
Esperen,no me dejen aqui:
Hola les voy a contar algo que mi padre me contó , pues les comento que mi Padre se dedica a la venta de servicios Funerales y es supervisor de un grupo que se dedica a lo mismo ,desde hace un rato
y comenta que un día le toco una Guardia en un panteón en Guadalupe, Mty, con algunos compañeros , y resulta que termino el turno de guardia , eran como las 11:45 y a mi papa le toco cerrar el Panteón y subir a los compañeros al camión , con una lista , para que nadie se perdiera , por que estaba retirado el panteón , era temporada muy buena para ellos , pero derrepente , pues lleno la lista de todos los que iban en ella , todos estaban dentro del camión , solo faltaba mi papa y un compañero , que fueron los que estaban cerrando el panteón , cuando derrepente mi padre pregunta si faltaba alguien por que vio una sombra adentro del panteón con el reflejo de la luna , y mi papa se asusto , como les digo afuera solo estaba Mi padre , el compañero y el velador , nadie mas , y Derrepente gritaron ,;¨Esperen no me dejen aquí¨, y Mi papa abrio el panteón de nuevo , el velador , el compañero y mi padre se metieron con Linternas , a verificar que nadie este ahí adentro , o algún visitante de algún muertito, pero buscaron , buscaron y nada , y vuelven a gritar ¨esperen no me dejen aqui¨, y se lamentaban , mi padre comenzo la busqueda mas intensamente , entre todas las lapidas de los muertos , y no había nada , MI papa dijo que les estaban jugando una broma , y dio la orden de que se fueran , y se subieran al camión , pero cuando todos se fueron , pasaron por en frente del panteón , y habia como tres personas paradas dentro de el panteon frente a la reja de acero ,el Velador no se quiso quedar , y le dieron un aventon a su casa , pero dice mi Padre que son espiritus que no saben que han muerto y se quedan penando , por mucho tiempo , hasta que lo asimilan o nunca dejan de hacerlo
LA PRINCESA ESCONDIDA
Cuento Infantil para niños y niñas, creado por: Leidy Katherin Bello Velasquez Había una vez una princesa que la habían secuestrado los malos piratas. En el barco la princesa tenía mucho miedo y su príncipe azul la estaba buscando sin parar porque no querían que la pasara nada malo. La mama de la princesa lloraba y lloraba porque no tenían como poder encontrarla, pero fue a la habitación de la princesa para intentar averiguar con alguna prueba donde podría encontrarse su hija, y de pronto vio un garfio. Cuentos infantiles - El pirata barbanegra Al pirata se le había olvidado el garfio cuando fue a por la princesa y también se le había olvidado sus pollitos mágicos. Cuando el pirata subió al barco se dio cuenta y dijo: – “¡Gray, no se donde se quedó mi garfio y mis pollitos mágicos!”. La princesa dijo: – “Malvado pirata cuando me sueltes seré la nueva capitana del barco y armaré un castillo en este barco, jaja”. - “No me importa, tengo lo que quiero y eres tu mi bella y dulce princesa”. – Dijo el malvado pirata. - “Cuando tu príncipe azul venga a rescatarte le diré que tú estás encerrada y vivirás siempre conmigo”. - “¡Suéltame! pero que te he hecho yo…” – Dijo preocupada la princesa. Pasaron varios días en el barco pirata, pero un día la princesa pudo escaparse y fue rápidamente en busca de su príncipe azul. Cuando la princesa se encontró con su príncipe se casaron y vivieron felices por siempre jamás. FIN
El amigo del rey
En el castillo medieval de finos trazados góticos vivía un joven monarca tildado de muy “exótico”. Poseía el gran Señor oro tierras y vasallos pero su mayor tesoro era su alado caballo. Con él llegaba a las nubes donde vivían las hadas o se iba a ver a la luna alguna noche estrellada. Un día el Rey encontró a su caballo muy triste y al preguntarle ¿por qué? supo existía Matilde. Era ella quien inspiraba al potro un amor profundo pero la yegua vivía al otro lado del mundo. El Rey escuchó en silencio luego con serenidad le dice a su fiel amigo: Hoy quedas en libertad.
FIN
LA SELVA MAGICA
En la selva mágica llena de colores, formas y sabores, todos los animales estaban emocionados por la fiesta de disfraces. Cuchicheaban entre ellos hablando de las ropas y complementos que llevarían ese día. Las jirafas se pondrían gafas y una peluca de pelo muy largo para ir de incógnito. Los leones se harían coletas por toda la cabeza con sus largas melenas y se lo pintarían de color azul. Los elefantes se disfrazarían de mosquitos, sus alas serían unas enormes hojas y sus trompas servirían para picar a los demás. Las cebras aún tenían sus dudas, quizás se disfrazarían de paso de peatones, pero no estaban seguras. ¿Y los monos?… los monos… ¡lo guardaban en secreto! Cuentos infantiles - el mono y las piedras Unos días antes de la gran fiesta pasó algo terrible, horrible, ¡espeluznante! ¡Salió hasta en los periódicos! – “¡Extra, extra, a las cebras les han robado las rayas!” Entrevistaron a Círculos, el jefe de las cebras. – “Sssseñor Ccccírculosssssss ¿cómo sssse encuentran lasss cccebrassssss en esssstossss momentossss?” – Alargó la serpiente el micro para que hablara.
– “Pues verá usted, están conmocionadas… lloran sin parar. Lo peor de todo es que nos íbamos a disfrazar de paso de peatones ¡ya lo habíamos decidido!”. – Le contestó el gran jefe apartando el micro para que no le escucharan llorar. Todos los animales de la selva comenzaron a movilizarse buscando las rayas. Buscaron entre las hojas, entre los árboles, en las profundidades del río… pero no encontraron nada. La noche cubrió la gran selva mágica y no había rastro de las famosas rayas. Las daban por perdidas, excepto los elefantes, muy pensadores empezaron a sospechar. Todo el mundo se había movilizado menos los monos… ¡qué extraño!. Los simios mientras tanto ajenos a todo lo que estaba ocurriendo, estaban haciendo sus disfraces subidos a un árbol. Cosían por aquí, cosían por allá, cuando de repente llamaron al tronco… ¡toc, toc!. – “¿Quién será?”. – Se miraron unos a otros. – “Somos los animales de la selva queremos contaros sucesos muy importantes sobre lo que está pasando aquí”. Los monos bajaron del árbol, confundidos y extrañados. Con mucha curiosidad se preguntaban qué hacían todos allí.
– “¿Qué pasa vecinos?” – Preguntó al fin uno de ellos. – “Han desaparecido las rayas de las cebras”. – Contestó seriamente el elefante. Los monos se miraban unos a otros. Miraban a las cebras blancas y alicaídas, miraban a las jirafas larguiruchas, sin expresión alguna y miraban a los leones que estaban ferozmente tristes. Habló el jefe de los simios confesando:
– “Queridos amigos, las rayas de las cebras las tenemos nosotros. Las cogimos prestadas para nuestro disfraz, las queríamos utilizar de bigotes para ser tigres. Pero, ¡¡¡las íbamos a devolver!!!”. – Exclamaron ante la mirada inquisitiva de todos los animales. – “Lo sentimos”. – Se disculparon. Todos los animales comenzaron a gritar pidiendo explicaciones a los monos. Todos menos las cebras, que viendo su arrepentimiento les perdonaron con la condición de que la próxima vez las pidiesen prestadas. Los animales se calmaron, ya que si las cebras les perdonaban, ¿quiénes eran ellos para no hacerlo? La verdad, es que los disfraces de los monos eran la mar de originales, por lo que las cebras, dejaron sus rayas a sus amigos los primates y ellas se disfrazaron de nubes. Aquella fiesta de disfraces, fue la mejor celebración que había habido en muchos años por aquellos lugares. Los animales se lo pasaron en grande y bailaron todos hasta el amanecer.
FIN
Ram贸n el pez multicolor
Ramón era un pez multicolor que vivía en un gran estanque, pero en medio de una gran ciudad ... Así que no era del todo feliz, él soñaba con nadar por un río y conocer animalitos con los que poder charlar. No le gustaban los niños. ¡Le echaban migas de pan! “¿Es que no les enseñan en la escuela que los peces no comemos pan ?”, se preguntaba Ramón enfadado, viendo cómo cada día su estanque estaba más y más sucio. ¡Tenía que salir de allí! Así que empezó a pensar cómo hacerlo, quién podría llevarlo hasta un río. Ramón veía pasar su vida a través de las sucias aguas del estanque. Encima, había un puente desde donde los niños le tiraban pan y él saltaba, pero no para comérselo sino para decirles que no siguieran manchando su casa. Un día, en uno de esos saltos, se quedó estancado en la orilla. Saltaba y saltaba, pero no conseguía entrar en el agua. De pronto, un pájaro enorme lo agarró con su pico y lo levantó por encima del parque. "¡Suéltame!" gritaba Ramón, "¿No ves que no quiero volar? ¡Soy un pez, no un gorrión!" "Disculpa, amigo pez", le dijo el gran pájaro, "ahora mismo te dejo en el agua". Ramón, enfadado, no escuchó aquella frase, y no pudo decirle cuáles eran sus verdaderos deseos, ir a un río. El pájaro voló y voló, y por fin divisó un gran charco de agua, parecía fresca y cristalina, y allí dejó a Ramón. Resulta que el gran charco no era tal, sino una piscina hinchable que unos papás acababan de llenar para sus hijos. ¡Vaya sorpresa cuando los niños se fueron a meter en la piscina y se encontraron a un pececito nadando! Y Ramón les dijo: "Hola, chicos, estoy un poco perdido, esto no tiene pinta de ser un río, ¿podéis ayudarme a llegar al más cercano?". Los niños fueron corriendo a llamar a sus papás y contarles lo que habían encontrado en su piscina. Los papás organizaron una excursión al río más cercano, para poder dejar a Ramón y, así, pasar un estupendo día de campo; pero cuando arrancaron el coche, en la primera rotonda que debían coger dirección al río, el padre no vio uno de esos "simpáticos" badenes que colocan en las carreteras y del salto la pequeña pecera donde iba Ramón salió disparada por la ventana y quedó muy bien colocada en el arcén. El coche que iba detrás, vio todo lo sucedido y paró para recogerlo. El conductor pensó que lo mejor era llevarlo al lugar de donde él creía que había salido Ramón… ¡la tienda de animales! Así, Ramón se vio en unas pocas horas metido en un acuario donde otros peces lo miraban un poco extrañados. "¡Qué pez más raro! No tiene tantos colores como nosotros y, además, es más grande", cuchicheaban todos los peces de la tienda. "Fijo que es extranjero, nunca vi un pez tan extraño".
Ramón, se sentía observado, nadie le hablaba y le miraban con malas caras. No sabía qué hacía allí, ¡él lo que quería era estar viendo mundo en un gran río! De pronto, entró en la tienda un extraño señor. Era alto, delgado y con el pelo revuelto y marrón. Su cara era fina, con barba de unos días y unas graciosas pecas cerca de la nariz. A Ramón no le dio tiempo a fijarse mucho porque, de pronto, entró en su pecera una red que intentaba cazarlo. Por más que luchó, quedó acorralado en una esquina y lo arrojaron a una bolsa de plástico. Tan pronto el señor agarró la bolsa, salió de aquella tienda sonriendo a la bolsa de plástico y diciéndole a Ramón: "¡Hola, pequeño! Soy Filomeno, miembro honorífico de la "A.S.P.E" (Asociación de salvación de peces de estanque) y sé que tú no eres un pez cualquiera, por eso te compré en cuanto te vi. Ahora, pequeño, tú y yo vamos a irnos a mi casa y te enseñaré una cosa que seguro te gustará”. El hombre se lo llevó a su casa. Al entrar, todo estaba muy oscuro, cuando, de pronto, un fogonazo le hizo abrir los ojos de par en par. “¡Bienvenido a mi laboratorio!”. Ramón no se podía creer lo que estaba viendo: sobre las mesas, tubos llenos de líquidos de colores, los armarios de cristal llenos de botes con peces muertos en su interior. Ramón tragó saliva. Había caído en las manos de un investigador loco, amante de la pesca. “¡Socorro! ¡Ayuda!”, chillaba Ramón, pero nadie le podía ayudar. El hombre lo llevó a un acuario donde, a primera vista, no se veían más peces pero poco a poco, Ramón se dio cuenta que unos ojos pequeños y peludos lo observaban desde detrás de una roca. “Hola, ¿quién eres? ¿Dónde estamos?”, preguntó un pequeño cangrejo peludo."Soy Ramón, un simple pez de estanque. ¿Qué hacemos aquí? ¿Quién es este tipo? Me dijo que era de la protectora. ¿Por qué me ha traído a este sitio?" "Este hombre está un poco loco, nos usa para hacer experimentos de reproducción sin hembra, intenta sacar de nosotros algo para poder procrear, pero no sabe que lo único que hace es ¡matarnos!" Ramón perdió el color por un momento, aquel tipo estaba loco, y él estaba encerrado en una pecera sucia y oscura con un cangrejo. ¿Qué podía hacer? De pronto vio una ventana y escuchó un graznido familiar. Era el pájaro que una vez lo llevó en su boca por equivocación. Él podía salvarlo, pero no sabía su nombre y la primera vez lo trató mal, pero era su única opción. "¡Eh, eh, pájaro, pájaro! ¡Soy yo! Ramón, el pez que llevaste en tu boca una vez. ¡Ven! ¡Auxilio!" El pájaro, que tenía un oído muy fino, puso rumbo a la voz que le era familiar, y vio a un pequeño pez y una especie de bola con pelos y pinzas. Fijó sus ojos y vio a Ramón. No le dio tiempo a reaccionar, cuando de pronto, ¡apareció Filomeno!
Voló zigzagueando, sin saber muy bien por qué estaba allí, intentando salvar a un pez maleducado. Por fin, lo pilló con su pico, a él y al cangrejo, y salió disparado volando por la otra ventana que había abierta tras las peceras. "¡Ey, chico, por poco! Ahora me tienes que contar qué hacíais tú y tu amigo ahí, y además me vas a tener que…” “La historia es muy larga y ahora la verdad no me apetece recordarla. Si hicieras el favor de llevarnos a un río, donde podamos vivir tranquilos y formar una familia. Me parece que ya he vivido bastantes aventuras”. "Y tú, bola de pelos ¿también quieres ir a un río?” le dijo el pájaro al cangrejo. “Sí, por favor. Soy un experimento de Filomeno pero quisiera vivir tranquilo. “Bueno, chicos, pues allá vamos, cogeros fuerte porque el viaje es largo y acaba de empezar”. Salieron de la casa, dirección al río, volando sobre los tejados de aquella ciudad de la que no veían hora de salir. Cuando volaban en dirección a las choperas que había junto al río, e iban alejándose del ruido de coches y sirenas, una sonrisa empezó a dibujarse en el rostro de Ramón. Ya podía imaginarse chapoteando en el río. Se imaginaba libre, feliz, sin niños tirándole migas rancias, nadando entre nenúfares y piedras, hablando con simpáticas ranas y viendo cómo le sobrevolaban las libélulas. Estaba sumido en sus pensamientos cuando de pronto, el gran pájaro paró en seco. " A ver, vamos a dejar algo claro, vamos a presentarnos ahora que estamos más tranquilos. Yo soy Simón, y no soy ningún pájaro, soy un ave, y más concretamente, una cigüeña blanca. Habéis tenido mucha suerte, soy un ave migratoria, y os escuché mientras iba al sur. Antes de seguir el camino me gustaría que me dijeras dónde quieres ir y por qué." Ramón, un poco tímido y sorprendido, consiguió decir algunas palabras sueltas. "Pues yo quiero ir a un río limpio y grande, para poder vivir tranquilo. Yo vivía en un estanque pequeño y sucio, lleno de migas de pan y bolsas de pipas, los niños no dejaban de arrojarme basura, ¡y sus papás no hacían nada cuando me tiraban piedras!". "Ah, ya comprendo" dijo la cigüeña, "ahora si que te ayudaré. Verás, conozco un lugar ideal para ti y para tu amigo peludo". "Eh, que tengo un nombre, no soy bola de pelo, me llamo Arturo" dijo el cangrejo. Los tres amigos se reían mientras volaban hacia su nuevo destino. Llevaban volando casi medio día cuando pudieron divisar a lo lejos un valle precioso, de color verde. Parecía que no tenía fin. Los árboles bailaban al son del aire y el sol acariciaba las flores que sonreían a los pequeños animales que jugaban cerca de ellas. Al fondo, algo brillaba y Ramón reconoció el sonido: ¡un río tan hermoso que el pequeño pez empezó a llorar de ilusión! Al fin un río.
Ramón aún no podía creerlo, lo había deseado tanto, lo había soñado tantas veces… Se sentía muy afortunado, y no sólo por haber conseguido llegar al río. Había vivido una gran aventura y hecho buenos amigos. Agradeció a Simón su inestimable ayuda para conseguir su sueño y se sumergió en el río junto con Arturo. Simón les vio desaparecer dentro del agua y alzó el vuelo para continuar su viaje al sur. “Al fin libres, Arturito, y en plena naturaleza. ¡Esto es vida!” “¡Ay, qué razón tienes, Ramón! ¿Te hace una carrerita?” “Ya vas perdiendo, Arturo.” Y jugando río abajo, iban los dos nuevos amigos mientras les miraban y sonreían otros de sus especies.
Adi贸s a la ley de la selva (III): El mono Adi贸s a la ley de la selva (I): El le贸n
La ridícula crema invisible Ratoncito no sabía por qué, pero siempre lo elegían a él. Apenas tenía amigos, porque como él se sentía pequeño e insignificante prefería dedicarse a lo suyo para no enfurecer ni decepcionar a nadie. Pero daba igual, cada vez que llegaba a la selva un nuevo rey, él era el objeto de las burlas y los golpes. Gritar, correr, morder o insultar tampoco servía de nada, porque cuanto más lo hacía más disfrutaban sus agresores. Y aunque alguna vez había pensado en pedir ayuda a los elefantes, tenía miedo de lo que pudiera pasar.
Cierto día, mientras un gigantesco león estaba divirtiéndose a su costa agarrándolo por el rabo y girándolo como un ventilador, se soltó y salió volando por los aires. El ratón rebotó largo rato de árbol en árbol, bajando por la montaña, hasta quedar suspendido de una rama, ¡precisamente un par de metros por encima de otros dos leones! Ratoncito quedó inmóvil, sujetándose con su rabito a la rama con todas sus fuerzas para evitar ser visto, pues conocía de sobra a uno de los leones. Era el anterior rey de la selva que, tras perder la lucha con el gigantesco león, había cambiado su puesto de rey por un montón de heridas y cicatrices.
Lo que escuchó el pobre ratón colgado de aquella rama casi hizo que se soltara.
- Mira - contaba el antiguo rey- yo llegué a ser el rey después de llenar de miedo a todos. Tal y como me enseñó mi padre, busqué un animalillo miedoso y solitario, alguien sin amigos que no se atreviera a buscar ayuda, y lo castigué para mostrar mi fuerza y mi crueldad. Tuve suerte, porque en esta selva hay un ratoncillo perfecto para eso, que además llora mucho y se llena de rabia, así que también era muy divertido fastidiarle…
Tanto lloró Ratoncito en silencio, colgado de su rama, que los leones pensaron que comenzaba a llover y se marcharon. Pero luego el ratón se sintió aliviado, pues aquel león cruel había recibido su mismo castigo, y además ahora ya sabía que no lo elegían a él por mala suerte o por casualidad. Estaba claro, necesitaba nuevos amigos y aprender a controlar su miedo.
Como nada de eso se le daba bien, miró qué hacían los demás animales, y aprendió que nadie hacía amigos dedicado a sus propios asuntos con gesto triste, como solía hacer Ratoncito, sino mostrándose alegres, preocupándose por los demás y ayudándoles con sus problemas. Consiguió un aire más alegre tras horas de ensayo ante un espejo. Y encontró cómo ayudar a los demás tras
descubrir que, aunque no fuera muy rápido ni muy fuerte, su tamaño y su fino oído eran de gran utilidad para muchos otros animales.
Así pudo por fin, con buenas dosis de esfuerzo y paciencia, hacer su primer amigo: un simpático mono a quien ayudó a recuperar unos plátanos. Y este, que tenía muchos y buenos amigos, le ayudó conocer a muchos otros animales y a sentirse mucho más feliz en la selva.
Desgraciadamente para el pequeño ratón, no tardó en llegar un nuevo rey que quiso volver a infundir el miedo a costa de Ratoncito. Este se había entrenado con su amigo el mono para controlar su miedo y sus gritos, pero aún así estuvo a punto de desmayarse al sentir las garras del tigre acariciando sus orejitas. Consiguió aguantar sin gritar ni llorar, y también se mantuvo tranquilo cuando el tigre lo insultó y lo empujó. El tigre se enfureció, pues no se estaba divirtiendo y se preguntaba por qué le habrían dicho que ese ratón era ideal para provocar miedo en los demás… ¡ni siquiera él parecía tenerlo! Además, los amigos del pequeñajo empezaban a llenar el lugar, y sus caras mostraban más enfado según subía el tono de las amenazas y provocaciones…
Entonces ocurrió lo impensable: un león recién llegado, viendo el poco apoyo que tenía el tigre, pensó que podría ganarse la simpatía de aquellos animales fácilmente, así que intervino para pedirle al tigre que dejara tranquilo a Ratoncito. Para sorpresa de todos el tigre le hizo caso, entre otras cosas porque ya se había convencido de que aquel ratoncillo valiente y alegre no le serviría para infundir el miedo en el resto de animales. Y aquella fue la última vez que nadie quiso abusar de Ratoncito, que lo celebró con una gran fiesta llena de amigos a la que no faltó el león salvador, con quien se mostró muy agradecido y del que terminó siendo un gran amigo.
Desde entonces, cada vez que Ratoncito ve a algún animalito convertido en el centro de los ataques y las burlas, corre a ser su amigo y le cuenta su historia para animarlo a convertirse en alguien valiente y alegre que esté siempre rodeado de buenos amigos.
La Leyenda del Jilguerillo
Cuenta la leyenda que hace cientos de años una tribu indígena se estableció en la zona Atlántica de nuestras tierras. Entre ellos había un guerrero muy cruel llamado Batsu.
Un buen día Batsu decidió buscar esposa y escogió a Jilgue, una hermosa joven que acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo.
Cuando Jilgue se enteró de las intenciones de Batsu huyó a esconderse en el bosque. Batsu estalló en cólera cuando supo que la joven había desaparecido y mandó a sus guerreros a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue había desapareció. Entonces Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse.
Ella le respondió que prefería la muerte. El fuego se hacía cada vez más fuerte. De pronto vieron como Jilgue cayó al suelo u agonizó. Pero un pajarillo color ceniza, con el pico y las patas rojas, comenzó a cantar sobre sus cabezas. No era el canto de un pájaro, era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy pueblan los bosques de nuestras tierras. FIN
La Leyenda Del Mico Brujo
En todo Centroamérica se conoce la leyenda del Mico Brujo. En algunas partes también le dicen la Mona. Decían nuestros antepasados que había unas mujeres que a las once de la noche se daban tres volantines para atrás y luego tres para adelante; que esta mujeres tenían un guacal blanco y que a la última voltereta vomitaban el alma en el guacal. Ya sin alma, tomaban figura de monos o micos y se dedicaban a hacer diabluras. Y así, estas brujas, acompañadas de la oscuridad de la noche, se trepaban a los árboles y tiraban frutas a la gente. Se subían a los techos de las casas, saltando de un lugar a otro y arrojando pedradas contra las piedras de la calle. Muchas personas han tratado de agarrar y matar a la mona o al mico, pero de nada les sirve, pues cuando ya están cerca y creen tenerlo acorralado se les esfuma como por encanto. También contaban nuestros antepasados que estas mujeres podían convertirse en chanchas grandes, negras y llenas de lodo. Apenas veían a la persona “señalada”, aligeraban su trote y comenzaban a gruñir. Embestían furiosamente a la persona y le daban trompadas y mordiscos en las piernas hasta derribarla y hacerle perder el conocimiento. Al día siguiente, la víctima amanecía molida y mordida, y con los bolsillos vacíos.
FIN
Las Gemelas
Hace mucho tiempo, en el mundo de la fantasía vivía dos hermanas que eran gemelas eran iguales por fuera y diferentes por dentro. Una se llamaba Lucía, era buena estudiante y cariñosa, otra se llamaba Rebeca era baja y perezosa. Lucía siempre sacaba muy buenas notas y Rebeca siempre cateaba. Un día, Rebeca le hecho un hechizo a Lucía para que se convirtiera en una araña y en el momento en que está fue a lanzar el hecho mágico, entró Willy un amigo de ellas dos, el cual conocía la maldad de Rebeca y la envida que esta sentía hacia la dulce y buena Lucía. Willy detuvo la mano de Rebeca para que esta no pudiera lanzar el maléfico hechizo, que a su vez cayó sobre la misma Rebeca convirtiéndose ella misma en una fea y despreciable araña. Tanto Lucía como Willy decidieron encerrar a la malvada araña Rebeca en una fría y oscura jaula donde pudiera pensar y arrepentirse de todo el mal que había causado a su hermana gemela y a toda la gente que tenía alrededor. FIN
Lo debo todo
No crean que es un puro cuento, se asemeja mucho a la realidad que vivimos en nuestro días; culpables no faltan, ya que si naces pobre, no es tu culpa, pero si mueres pobre, no le reclames a nadie tu miseria. A Manuel Gómez, con frecuencia le resultaba desagradable la vida. Nació favorecido con una aptitud para la vagancia, y no muy deseoso de un cambio, para no contrariar su vocación. Había sido criado entre su madre, sus hermanas y sus tías, por lo que se hizo habitué a tenerlo todo servido. Jamás lavó un calzoncillo o una camisa, y menos tomo entre sus manos una vil plancha, para enderezar la raya de su pantalón. Todo lo que fuese un esfuerzo físico, todo movimiento realizado para realizar un trabajo, le parecía superior a sus fuerzas. Su padre fue un moderado comerciante, que nunca se preocupó por el vital progreso de él, ni de su familia, y aun hoy, vive sin pena ni gloria. Manuel, había cumplido sus veinticinco años y no tenía intenciones lógicas y verdaderas de conseguir un trabajo digno, era incapaz de mantener un tibio horario pre fijado, y gustaba de levantarse a las doce del mediodía. Pero había algo que si lo preocupaba, era que sus bolsillos, estaban siempre muy secos, y sus gustos juveniles pasaban a segunda instancia. Pensaba que no era justo que sus amigos salieran por la noche a divertirse, y el debiera quedarse es su habitación, al frente de un viejo televisor. Era un tipo robusto, alto, buen mozo, de tez algo morena, y gustaba vivir de la piedad ajena; a veces su tía le daba unos pesos para que no desentone con sus amigotes, pero todos los días, no eran domingos para Manuel.
Vestía unos rotosos jeans, y una camisa a cuadros azul, suelta al cuerpo, unas zapatillas tan gastadas, que parecía que no tenían suela. Reía, gritaba, gesticulaba por cualquier cosa, mostrando un excelente humor de alborotado, con la desenvoltura de un viajante, pero laburar, jamás. Imaginaba que la vida sirve sólo para pindonguear y bromear, y en cuanto las circunstancias le obligaban a refrenar su alegría ruidosa, caía en una especie de somnolencia estúpida, pues era incapaz hasta de generar tristeza. Había nacido un primero de mayo, y para completarlo, en día domingo. ¿Que se le podía pedir, entonces?...veinticinco años al soberano pedo. Que no le hablaran de estudiar alguna profesión, porque desviaba el tema de inmediato, la conversación se volvía obtusa; o sea que era un vago calificado en cinco estrellas: “ni estudio, ni laburo”. Pero estos infelices, tienen la suerte atada, pues parece que Dios los quisiera premiar por su indolencia. Vivía la familia en un pueblito de Córdoba, llamado “Alpa Corral”, y en cierta oportunidad se apareció por la zona, un promotor que filmaba escenas entre los cerros, para la película “El señor de los anillos”, que estaba encantado con los ríos, y lo agreste de la planicie. Se encontró de casualidad con nuestro potencial espécimen, y le ofreció que fuese su guía, dentro de la periferia de los intrincados montes cordobeses. A tal fin, le ofreció una compensación de tres mil dólares, por unos treinta días de trabajo, donde se estableció que el promotor Peter Jackson, ingles de pura cepa, que Manuel debía transportar una mochila con el material técnico de fotografía, y algunos víveres. Se juntarían a las 10,00 hrs. en la puerta del “Hostal La Gata Blanca”, lugar en donde se alojaba Peter, y caminarían todo el día, hasta entrada la nochecita.
Manuel, estaba chocho con su empleo, pues no hacía nada más que caminar, al ritmo del inglés Peter; a veces le ayudaba a sostener el trípode, mientras el británico, enfocaba, y controlaba la luz ambiental, para las tomas. En una de esas tardes, mientras caminaba esquivando los matorrales, perdió el contacto con el inglés, que marchaba unos pasos más adelante.
Sin saber qué hacer, se sentó en un tronco, que obstruía una parte de la ruta, en territorio por donde hacia instantes caminaban juntos. Comenzó a gritar desconsoladamente a su compañero Peter, pero los árboles y matorrales amenguaban sus lastimosos alaridos. Se hizo de noche, y la oscuridad cubrió el monte, nada se movía pues el poco viento estaba calmo; solo se escuchaba el chirrido de las lechuzas, y el canto angelical de los grillos. De repente, apareció de entre medio de la arboleda, una reluciente serpiente de color rojo, que mirándolo fijo, le sentencio: -Estas ocupando una comarca que no te pertenece, y por ello deberás pagar el peaje correspondiente, a tu cruda irresponsabilidad. -Te convertiré en un hongo silvestre, por el lapso de 10 días, ya que tu vida no vale otra cosa, eres un haragán, que no sirve a la sociedad, ni a sus padres. Tal vez logres subsistir, pero lo más posible, es que seas pisado por todos los animales de este matorral, que deambulan por el cerro, en busca de comida. Dicho esto, Manuel se convirtió en un hongo de color grisáceo, quedando muy sujeto a la tierra, donde había estado parado hacia unos instantes. Esa noche, sintió todas las sensaciones de quien se encuentra prisionero, atado por los pies y las manos. Sentía, como los animales pasaban a su lado, con sus enormes patas, y solicitaba compasión para sus adentros, ya que le era difícil poder gritar su condena. Amaneció, y por entre las ramas de los árboles, penetraban los rayitos del sol, cuando escucho que Peter Jackson a viva voz, clamaba por su nombre. Entreabrió los ojos, y observo que una patrulla policial liderada por el inglés, lo estaba buscando. Se había quedado dormido, junto al tronco, la tardecita anterior, mientras transportaba la gran mochila. Era previsible, ya que la noche anterior, había estado jugando con la Play, hasta altas horas del amanecer. Desde ese día, opto por conseguir un trabajo constante, que le produjera el goce de sentirse útil a la sociedad en que habitaba. Se despidió de Peter Jackson, y este al ver el cambio de Manuel, le prometió que lo tendría en cuenta, para el film de “El señor de los Anillos”, cuando se consumase la recopilación del trabajo fotográfico de la historia. FIN
Rosa Caprichosa y los animales del jardín
“¡Nada de caprichos! ¡Nada de caprichos!” era la única frase que Rosa oía desde que empezó a faltar el dinero en casa, una vez que su papá se quedó sin trabajo. Y eso que a Rosa nadie le había enseñado a distinguir qué era un capricho y qué no lo era. Pero tenían tantos problemas, y Rosa seguía pidiendo tanto aquello que le gustaba, que un día sus papás le dijeron “Todo lo que pides son caprichos, Rosa. Eres una caprichosa”. Aquello no le gustó nada a la niña, siempre dispuesta a ayudar, pero sin saber cómo. Y como siempre que no sabía qué hacer, Rosa salió al jardín. Allí, contemplando los animales, las flores y la naturaleza, a menudo encontraba buenas ideas. Ese día se quedó largo rato observando una familia de pajarillos. No tenían pinta de tener dinero, ni un empleo, así que la niña pensó que probablemente aquella pequeña familia tampoco pudiera permitirse ningún capricho. Pero a pesar de ello, no se les veía tristes. Y tampoco parecían estarlo las ardillas o las mariposas. De modo que la niña pensó en pedir únicamente aquellas cosas que viera en los animales: de esa forma dejaría de ser una niña caprichosa, fuera lo que fuera eso, y además estaría feliz. Así, observando a las hormiguitas recoger comida, aprendió que comían la comida que encontraban, aunque no fuera la más dulce o sabrosa, y ella misma decidió aceptar sin protestas lo que cocinara su mamá. De los perros y su pelaje, aceptó que había que llevar ropa para abrigarse, pero que no era necesario cambiarla constantemente, ni utilizar mil adornos diferentes. De los pájaros y sus nidos, comprendió que tener una casa cómoda y calentita es importante, pero que no tiene por qué ser enorme y lujosa, ni estar llena de cosas.
Y así observó y aprendió muchísimas cosas de los animales, y de cómo ellos no tenían problema para distinguir lo que era verdaderamente necesario de lo que era un capricho. Pero lo que más le gustó de todo lo que aprendió fue que todos los animales jugueteaban y se divertían. Eso sí, siempre lo hacían con aquello que encontraban a su alcance, sin tener que usar juguetes especiales o carísimos. Desde entonces, Rosa dejó de pedir todas aquellas cosas que sus amigos los animales no habían necesitado nunca. Y comprobó que podía ser incluso más feliz prescindiendo de todo eso. Y no sólo se sintió fenomenal, sino que nadie más volvió a llamarla “niña caprichosa”. FIN