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Hablamos con... Silvia Marcia Chiacchio
from Revista Picón 2
SILVIA MARCIA CHIACCHIO
Juan Ángel Santiago Herrero
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¿Cómo fueron tus inicios en Argentina?
Una vez finalizo mis estudios comienzo a hacer que lo denominamos el MIR en España en un hospital Psiquiátrico en Argentina en el que hay algún niño ingresado afectado de esta patología. Este fue mi primer contacto en este ámbito. Ya en el año 1989 aparece la oportunidad de incorporarme a trabajar en el ámbito social y sanitario de manera indirecta en relaciones familiares, maltrato de madres con adolescentes en el ámbito familiar. El gobierno comienza a trabajar en abordar la problemática social en el en cuatro zonas de Argentina. Me destinan como gerente en uno de los barrios combatiendo la violencia entre adolescentes desde un modelo de salud integral, un nexo con el gobierno entre varios ministerios hasta llegar a España por una cuestión de crecimiento personal en el año 2003.
¿Cómo se produjo tu llegada a España?
Poco tiempo antes de tomar la decisión había estado en España solo quince días, pero he de decir que ya tenía allegados en el país lo que hizo muy fácil mi adaptación. Al principio comienzo a trabajar en temas de drogadicción, pero mi destino estaba en lo social. Comienzo a trabajar en Picón de Jarama en el año 2006 con la apertura del centro.
Cómo pionera en Picón, ¿Cuáles fueron las principales dificultades que os encontrasteis? y ¿Cuáles los beneficios?
Hicimos una adaptación del modelo de trabajo que yo traía, pero este modelo me ayudó mucho a poner en marcha el proyecto. Se basa en que los chicos pasarán por Picón para volver a reintegrarse en su vida cotidiana. Lo más dificultoso fue aunar lo social con lo sanitario, para ello hubo que coordinar a varias instituciones sanitarias. Lo más dificultoso pero a la vez más enriquecedor fue adaptarme a las medidas legales en España. Hubo que readaptar este modelo en el ámbito legal a las normas vigentes en España, que en algunos casos son iguales que en Argentina pero en otras muchas diferentes.
Después de quince años en Picón. ¿Qué es loque más te ha llegado de tu experiencia en Picón?
Lo más interesante es que cada momento tenemos que resolver nuevos desafíos, cada chico se trata de forma individual, cada uno necesita un reto diferente. El proyecto ha crecido y madurado, ha sufrido modificaciones que le han hecho evolucionar y podemos decir a día de hoy que esta muy asentado. Cada día nos enfrentamos a situaciones diferentes y las tenemos que abordar día a día, este hecho lo convierte en un proyecto vital.
Eres responsable del equipo de psicología, con cuatro psicólogos dentro del área y una enfermera. ¿Cómo es el día a día?
Para mi el eje fundamental de Picón es que aunque estemos divididos por áreas el equipo somos todos. El abordaje que hacemos habitualmente es de todas las áreas que componen Picón. Tenemos que estar muy coordinados a través de la comunicación fluida. Quizá podríamos mejorar esta comunicación, pero esto pasa en todos los equipos de trabajo, lo que pasa que en nuestro caso al pasar por situaciones a veces muy difíciles y duras con los adolescentes lo sufrimos más. Tengo la suerte de conocer a todos los equipos que componen Picón y puedo decir que todos están formados por excelentes trabajadores. Los desencuentros en el día a día son normales. El objetivo es buscar lo mejor en para cada uno de los adolescentes. Yo siempre he creído más en los equipos multidisciplinares, que es el modelo que tenemos en Picón.
En tu vida tanto personal como profesional ¿Qué situaciones tanto buenas como malas te has encontrado en tu vida con adolescentes?
Trabajando en Argentina en el barrio rojo tuve una experiencia muy dura con adolescentes. A plena luz del día tres adolescentes me raptaron a punta de pistola para robarme el coche y abandonarme a mi suerte. Este tipo de situaciones hace que la sociedad debe de abordar estas situaciones para ayudar a estos adolescentes que están atravesando dificultades. En las edades de la adolescencia es cuando la sociedad y las instituciones pueden ayudar a estos chicos a reconducir sus vidas para que en la edad adulta puedan tener una vida plena.
He vivido muchas experiencias positivas con adolescentes. Trabajar con chicos y chicas que padecen trastornos de comportamiento es una experiencia muy enriquecedora. Todos tienen una capacidad de lucha por la vida que es para quitarse el sombrero. Están vivos tienen una capacidad de lucha increíble y nunca se rinden. Este aprendizaje que comparten con nosotros día a día hace que en mi vida personal suponga un ejemplo.