OTROS TÍTULOS DE R.L. STINE Bienvenidos a Villapeste Emoción a raudales
Ilustraciones de
JEFF ZAPATA
Asistencia artística de Traducción de
FRED WHEATON
SCHEHEREZADE SURIÀ
UN CAMPAMENTO
TURBULENTO
R.L. Stine
Título original en inglés: Camp Daze © 2021, The Topps Company Inc. GPK ™ & ,© The Topps Company Inc. All rights reserved. Garbage Pail Kids y GPK son marcas registradas de The Topps Company, Inc. y tienen licencia official de The Topps Company, Inc. Publicado en 2021 por Amulet Books, un sello de ABRAMS, New York. (Todos los derechos registrados en todos los países por Harry N. Abrams, Inc.) Créditos de las ilustraciones de fondo: Dirty Surface: Shutterstock/garmoncheg; Cuaderno: Shutterstock/Pixfiction; Portapapeles: Shutterstock/NWM Por R. L. Stine Ilustraciones del interior: Jeff Zapata, Fred Wheaton y Chris Meeks Cubierta: Joe Sinko Diseño del libro: Brenda E. Angelilli Primera edición: junio de 2022 © de la traducción: 2022, Scheherezade Surià © de esta edición: 2022, Roca Editorial de Libros, S. L. Av. Marquès de l’Argentera 17, pral. 08003 Barcelona actualidad@rocaeditorial.com www.rocalibros.com Impreso por Liberdúplex Printed in Spain – Impreso en España ISBN: 978-84-18557-98-9 Depósito legal: B 8856-2022 Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizaciónescrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos. RE57989
«No somos malos críos, es que no sabemos hacerlo mejor.»
Gracias una vez más a los mejores amigos de La Pandilla Basura, Ira Friedman, de Topps, y Charlie Kochman, de Abrams. No podría escribir estos libros sin su conocimiento, sus consejos y su buen humor (tan zafio como abominable).
Con todos vosotros:
ÍÑIGO
EXPLOSIVO
CLARITA
CEREBRITA
FÁTIMA FARF ULLO
CHICHO
BICHO
SANSÓN IRMA
TRAGÓN
NITAS
TOMÁS RICARDITO
TEMBL
EQUE
VOMITO
LUISETE
GUARRETE
ELENA
A JENAD
UNO ¡
O
s doy la bienvenida a todos! Me llamo Íñigo Explosivo y creo que estoy a punto de E-X-P-L-O-T-A-R de la emoción. Me estoy calentando las manos con mis nueve amigos junto a una fogata. Estamos sentados en círculo viendo cómo crepitan y bailan las llamas. No sé qué os habrán contado de nosotros, pero todas las historias son ciertas. Los diez vivimos, completamente solos, en una gran y vieja casa en la ciudad de Villapeste. No sabemos adónde fueron nuestros padres. No sabemos cómo llegamos juntos a la casa. Y no sabemos gran cosa sobre nada. Pero no nos importa, porque nos lo pasamos muy bien. Y ahora nos vamos todos juntos a un campamento de verano. Nos han dicho que el campamento Saka-Medakí es una pasada. Alguien nos contó que el ochenta por ciento de los 1
que van sobreviven al final del verano. Nos pareció un buen porcentaje. Estamos tan entusiasmados que lo hemos leído todo sobre el campamento. ¿Sabíais que el Saka-Medakí es el único campamento de verano donde los niños aprenden a procesar carne? ¡Es increíble! Sansón Tragón está emocionadísimo. —Pensadlo. Al final de verano sabremos hacer beicon y salchichas —dijo. Fátima Farfullo se muere de las ganas de montar a caballo. Por desgracia, el caballo del campamento la palmó el verano pasado. Aun así, nos dejan montarlo. Algo es algo, ¿no? Clarita Cerebrita quiere estudiar las aves en el campamento. —La mayoría de las aves viven en jaulas —nos contó—, pero algunas viven en la naturaleza. —Clarita Cerebrita lo sabe todo. Es tan lista que hasta puede leer a oscuras—. ¿Sabíais que hay por lo menos seis tipos distintos de aves? Casi todos son canarios, pero también hay de otras clases. —Yo vi una vez un águila de Filadelfia —dijo Elena Jenada—. Pero no se parecía en nada a un águila. Llevaba un casco y unas hombreras de fútbol americano. Hice una redacción sobre ella para la clase de ciencias. Nunca sabes qué va a decir Elena. La mayoría de las veces es mejor ignorar sus palabras. —Yo una vez me hice un vestido con plumas de ave —dijo 2
Irma Nitas. Es que es muy manitas—. Pero no me lo pude poner porque tengo muchas cosquillas. Y, además, soy alérgica a las plumas. —¿Te salió un sarpullido? —le preguntó Tomás Tembleque. —No —contestó ella—, pero se me llenó todo el cuerpo de unos granos rojos muy grandes. Ya, no preguntéis. Irma Nitas ha estado guardando cajas de pañuelos de papel porque tiene grandes planes para al campamento. —Quiero construir una canoa de pañuelos de papel —nos contó—. Solo me queda averiguar cómo hacerlos resistentes al agua. Hasta Chicho Bicho tiene ganas de ir al campamento de verano. Chicho es tan gruñón que se grita a sí mismo delante del espejo. Se queja de todo. Una vez incluso se quejó de que tenía la nariz demasiado pegada a la cara. Eso sí que es ser gruñón, ¿eh? —¡Qué ganas de decirle al cocinero del campamento que su comida es asquerosa! —sentenció Chicho—. Voy a empezar a quejarme de nuestra cabaña incluso antes de verla. ¿Y por qué tengo que llevar las zapatillas mojadas todo el día? Lo miré entrecerrando los ojos. —Chicho, ¿por qué llevarás las zapatillas mojadas? —Pues no lo sé, pero solo de pensarlo me pongo de mal humor. 3
Como podéis ver, todos estamos deseando ir al campamento Saka-Medakí. Bueno, todos excepto Tomás Tembleque. Tomás no quiere ir de acampada. —Estar al aire libre me pone nervioso —nos contó—. Una vez me mordió un árbol. Así pues, aquí estamos, sentados alrededor de una fogata de campamento de prueba. Nos rodea la oscuridad. Las brillantes llamas de color amarillo y naranja se elevan al cielo. El calorcito en las mejillas es agradable. El campamento no empieza hasta la semana que viene, pero pensé que una hoguera de prueba nos ayudaría a ponernos en situación. Pero no sabía que saldría tan mal.
DOS
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ueríamos hacer una gran fogata para sentarnos todos alrededor, pero no encontrábamos madera para el fuego. —La madera para el fuego se inventó en 1925 —nos contó Clarita Cerebrita—. Antes de eso, la gente tenía que quemar piedras. Descubrieron que la madera ardía con más facilidad, sobre todo desde que inventaron las cerillas, en 1955. Clarita lo sabe todo, pero no estoy seguro de que todo lo que dice sea verdad. Siempre tenemos un montón de cerillas porque Chicho Bicho suele amenazar con prenderle fuego al loro. Suena cruel, pero es que Escupitajo, nuestro loro tonto, siempre nos busca las cosquillas. Cada vez que Chicho se le acerca, Escupitajo levanta una pata y grazna: —¡Cra, craaa! Acércate. ¡Tengo un regalito especial
para tu cara!
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Chicho Bicho le dice al loro que cierre el pico. —¡Cra, craaa! —grazna Escupitajo—. ¿Te pongo más guapo? ¡Te picotearé la cocorota!
Y ahí es cuando Chicho suele a ir a por las cerillas. —¿Cómo vamos a hacer una fogata sin madera? —preguntó Fátima. Como siempre, Irma Nitas tenía una respuesta. —Podemos utilizar muebles —dijo—. Las mesas y las sillas arderán muy bien. Y tenía razón. Al cabo de unos minutos, teníamos un fuego llameante. —Traed los perritos calientes —dije—. Es importante asar perritos calientes en la fogata. Esto nos va de perlas para practicar. Es como si estuviéramos en el campamento. —Eh…, hay un problema, Íñigo —dijo Sansón Tragón. —¿Un problema? —pregunté. Asintió y dijo: —Me he comido todos los perritos de postre después de cenar. Ricardito Vomito tragó saliva con fuerza y dijo: —Pero…, Sansón, ¡esos perritos estaban crudos! Sansón se encogió de hombros. —¡Ya decía yo que me costaba masticarlos! Ricardito emitió una especie de UUULP, después se agarró la barriga y corrió hacia el baño. —Podemos pedir pizza —dijo Luisete Guarrete—, y luego quemamos las cajas. 6
Estaba sentado frente a mí al otro lado de la hoguera y las llamas brillantes le danzaban en la cara. —Me gusta tu camiseta nueva, Luisete —le dije—. Esos flecos verdes que le cuelgan por delante molan mucho. —No llevo camiseta —dijo Luisete. Quizá Luisete Guarrete necesite darse una ducha, pero nadie quiere ser quien se lo diga. Fátima Farfullo se puso en pie de un salto. —Quiero enseñaros mi cántico para el campamento de verano —anunció. Fátima quiere ser animadora. Escribe cánticos para todo. La semana pasada escribió uno sobre atarse los cordones. Dio una palmada. —¡Allá va! —gritó—. Aún no lo he terminado, pero está casi listo. —Dio un gran salto y empezó su cántico—: ¡CAMPAMENTO DE VERANO! ¡CAMPAMENTO DE VERANO! ERES NO-SÉ-QUÉ. ¡SÍÍÍ, CAMPAMENTO! ¿POR QUÉ ME GUSTAS TANTO? PORQUE NO-SÉ-CUÁNTOS…. ¡SÍÍÍ, CAMPAMENTO! Fátima hizo un gran voltereta lateral y aterrizó de cabeza con un PLAAAM. Todos oímos como le crujió la cabeza, pero no pareció que le afectase. —Ya lo sé…, tengo que perfeccionar un poco mi cántico —dijo—. Lo tendré acabado antes de que empiece el campamento. 7
Las brillantes llamas anaranjadas se hacían aún más altas. El fuego crepitaba y crujía. —En el campamento —dijo Clarita Cerebrita—, los niños se sientan alrededor de la fogata por la noche y cuentan historias de fantasmas. —Paseó la mirada por todo el círculo—. ¿Alguien se sabe alguna buena historia de fantasmas? Todos nos pusimos a pensar. —Yo me sé una —dijo Elena Jenada—, pero no sale ningún fantasma. —Yo me sabía una historia de fantasmas muy buena —dijo Luisete Guarrete—, pero se me ha olvidado. Tomás Tembleque se abrazó a sí mismo. —A m-mí no m-me gustan las historias de fa-fantasmas —dijo tartamudeando—. Para ser un fantasma tienes que estar muerto, ¿no? —Sí, casi todos los fantasmas están muertos —le contesté. —Pu-pues eso me po-pone nervioso —dijo Tomás—. ¿Por qué la gente no cuenta historias sin fantasmas? No me dio tiempo a contestar aquella pregunta. De repente noté algo y me puse en pie de un salto. —Quizá deberíamos haber hecho esta fogata al aire libre en vez de en el salón —dije. —¿Por qué? —preguntó Tomás. —¡Porque se está quemando la casa! —grité.
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TRES —¿
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ué hacemos? —preguntó Fátima. —¡Correr! —grité, y luego me giré hacia la puerta y salí pitando. Los demás se levantaron de golpe y salieron corriendo detrás de mí. Con los pies golpeteábamos la hierba al salir disparados a la noche fría. Agolpados en el jardín delantero, observábamos el fuego. Las llamas salían por las ventanas de la fachada como si quisieran perseguirnos. El fuego crepitante retumbaba como si fueran truenos. Sansón Tragón me dio un golpecito en el hombro. Tenía los ojos muy abiertos y le costaba respirar. —Íñigo, tengo que volver a entrar —me dijo. —Ni hablar —le contesté—. ¿Por qué? Sansón señaló la casa. —No tengo otra opción. ¡Me he dejado ahí dentro dos bol9
sas de patatas de perritos picantes empanados y una bolsa de semillas de sésamo recubiertas de galleta! Sansón agachó la cabeza como un toro dispuesto a embestir, pero lo agarré por los hombros y tiré de él hacia atrás. —Sé que es una gran pérdida —le expliqué—, pero no puedes volver a entrar. A lo mejor tus aperitivos sobreviven al fuego. —¡Pero es que no me gustan tostados! —insistió. —Sé lo mal que te sientes —le dije—, pero llegará un día en el que superarás toda esa tristeza. Nos quedamos allí plantados, observando cómo se extendía el fuego por toda la casa. Nadie dijo nada. El rugido de las llamas era demasiado atronador y no se nos oiría gritar. Chicho Bicho se acercó a mí, sacudiendo la cabeza. —Esto me está encendiendo —dijo. Creo que quería hacer una broma. ¿O tal vez estaba siendo gruñón como siempre? Oí las sirenas de los bomberos a lo lejos. Sin embargo, los camiones de los bomberos ya llegaban tarde. La casa ardía hasta los cimientos. —Tenemos suerte de que nuestros vecinos estén fuera —dijo Fátima Farfullo—. Y de que hayamos decidido acampar y encender el fuego en su casa. Porque, si no, no tendríamos dónde dormir esta noche. Fátima siempre ve el lado positivo de las cosas.
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CUATRO
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ola a todos. Al habla Clarita Cerebrita. Voy a continuar con nuestra emocionante historia del campamento. Una semana más tarde estábamos preparando la maleta como locos. El autobús del campamento nos recogía dentro de una hora. Pero ¿qué teníamos que llevar? Todos entramos en un pánico total. Ayudé a Tomás Tembleque a hacer su maleta, en la que había un par de calcetines y cuarenta botes de insecticida. —Los mosquitos me ponen de los nervios —dijo Tomás—. Una vez pensé que tenía una picadura de mosquito enorme. Pero resultó ser mi cabeza. La semana pasada le regalé a Tomás un libro que se llama Cómo no ponerse nervioso, aunque no le gusta leer libros porque una vez se cortó con el papel. —No encuentro mis pastillas para el estómago —se la12
mentó Ricardito Vomito—. ¿Alguien ha visto mis pastillas? Las necesito de verdad. —¿En serio te van bien? —pregunté. Ricardito se encogió de hombros. —No lo sé. Cada vez que las tomo vomito. —Oye, ¿qué son esos golpes? —gritó Íñigo Explosivo. Todos los escuchamos. Irma Nitas había puesto en medio del suelo un gran baúl de madera para el campamento. Los golpes venían del interior del baúl. Luisete Guarrete abrió el pestillo y levantó la tapa. Irma Nitas estaba tumbada dentro. —Gracias —dijo ella mientras salía.
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—¿Qué hacías ahí dentro? —preguntó Luisete. —Estaba poniendo una lámpara dentro del baúl para poder ver la ropa en la oscuridad —dijo Irma—. Pero no se me ocurrió cómo mantener la tapa abierta mientras estaba dentro. ¿A que es lista? Mientras tanto, Íñigo Explosivo cruzó la habitación para ayudar a Chicho Bicho con su mochila para el campamento. Íñigo intentó levantarla, pero al final desistió. —Pesa demasiado —gimió. Chicho lo fulminó con la mirada. —¿Me estás diciendo que no puedo llevarme la bola para jugar a los bolos? Mientras Íñigo le daba vueltas a la pregunta, le pregunté a Sansón Tragón: —¿Has echado muchos bocadillos para el campamento? —No muchos —dijo. Bajé la vista y vi que había preparado doce maletas. —¿Sabéis lo que voy a hacer en el campamento? —preguntó Elena Jenada—. Voy a empezar a coleccionar bichos. —Alargó la mano y sacó unos bichos enormes del pelo de Luisete Guarrete—. ¿Dónde está mi bote para coleccionar? Estos me irán bien para empezar. —¡Oye, que son míos! —gritó Luisete Guarrete—. ¡Devuélvemelos! Fátima Farfullo pasó saltando frente a la ventana del salón. 14
—¡Voy a inventar un nuevo cántico para el campamento Saka-Medakí! —anunció. Luego dio una palmada, saltó en el aire y canturreó—: ¡Dame una S! ¡Dame una A! ¡Dame una K! ¡Dame una A! ¡Dame otra M! ¡Dame una E! ¡Dame una D! ¡Dame una A! ¡Dame una C! ¡Dame una Y! ¿Qué tenemos? ¡Saka-Medakí! ¡Nos encanta el campamento! ¡Oleeee! A Fátima se le da fatal deletrear, pero le pone mucho entusiasmo. Terminó la ovación con una voltereta hacia atrás, y de una patada sacó la ventana del marco. Los cristales se hicieron añicos por todas partes, pero ella no pareció darse cuenta. Empezamos a aplaudir, aunque paramos cuando oímos un fuerte golpe en la puerta principal. ¿Quién era? ¿El conductor del autobús del campamento? ¿Era la hora de irse? Abrí la puerta principal y me quedé boquiabierta. —¿Vosotros? —grité—. ¡¿Qué estáis haciendo aquí?!
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CINCO
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e quedé sorprendida al ver a Pedro y a Petra, los mellizos Perfecto. Los Perfecto viven enfrente con sus padres, Pablo y Paula Perfecto. La familia es perfecta en todos los sentidos. Decid lo que se os ocurra que también serán perfectos en eso. Pedro y Petra esbozaban una sonrisa perfecta y se les veían los relucientes dientes blancos y perfectos. Llevaban polos blancos a juego y vaqueros oscuros de pernera recta. Sus zapatillas blancas perfectas brillaban tanto que pensé que tenían llamas en los pies. ¿A que no sabéis qué nos parecen los Perfecto a mis amigos y a mí? Pues tenéis razón: nos parecen perfectamente insufribles. Pero ahí estaban, entrando en nuestra casa, retirándose el pelo perfecto de la cara y mirándonos con sus centelleantes ojos azules. 16
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—Nosotros también vamos al campamento Saka-Medakí —dijo Pedro. Se quedó mirando las mochilas y maletas desperdigadas por el suelo—. Hicimos la maleta el año pasado para estar bien preparados. Petra frunció el ceño. —Vuestras maletas no combinan. ¿Cómo podéis ir al campamento sin unas maletas que hagan juego? Me quedé mirando a Petra. No sabía cómo responderle. Y eso que yo soy la más inteligente de la casa… Chicho Bicho miró a los mellizos de reojo. —¿Estáis seguros de que queréis ir en el autobús con nosotros? —No vamos a coger el autobús —dijo Petra—. Nuestros padres nos llevarán a Pedro y a mí al campamento porque son unos padres perfectos. —El autobús del campamento tiene asientos de vinilo —añadió Pedro—. Y no nos gusta tocarlo con nuestra perfecta piel. Ya sabéis lo incómodo que puede ser el vinilo. —No, no lo sabemos —murmuró Chicho. —¿Estarás en nuestra cabaña? —le preguntó Fátima Farfullo a Petra. La melliza se metió un dedo en la garganta y fingió una arcada. —¿Eso es un sí o un no? —preguntó Fátima. —No nos vamos a alojar en una cabaña como vosotros, chicos —le dijo Petra—. Pedro y yo vamos a llevar nuestra propia tienda de campaña de dos habitaciones —dijo bur18
lona—. En una cabaña no hay suficiente espacio para toda mi ropa de verano. —Y nos llevamos nuestro propio jacuzzi para poder relajarnos al final del día —dijo Pedro. Miró al otro lado de la habitación y preguntó—: ¿Os ayudo a sacar ese montón de basura del sofá? —No es ningún montón de basura —dijo Íñigo Explosivo—. Es Luisete Guarrete. Íñigo se puso rojo como un tomate. Parecía que estaba a punto de explotar. Todos odiamos cuando explota, es muy desagradable. —Lo siento —dijo Pedro—. Huele tan mal que me ha parecido…
—Nosotros estamos acostumbrados —dijo Íñigo, que se acercó a los mellizos Perfecto—. Bueno, ¿por qué habéis venido? ¿Solo para insultarnos o qué? —Hemos venido porque sois nuestros amigos y queríamos ayudaros —dijo Petra. —Pensamos que os vendrían bien unas lecciones básicas de primeros auxilios —añadió Pedro—. Es importante saber practicar primeros auxilios cuando se va de campamento. —Todo el mundo habla siempre de los primeros auxilios —dije—, pero nadie habla nunca de los segundos auxilios. ¿Por qué? Petra y Pedro me miraron como si hubiera dicho una bobada. Es muy complicado ser la más inteligente del lugar. A veces me gustaría ser solo la mitad de inteligente. —¿Por qué vamos a necesitar primeros auxilios? —preguntó Irma Nitas. —¿No sabéis nada del campamento? —preguntó Pedro—. Las cosas se ponen bastante difíciles cuando todo el mundo pelea por ser el mejor campista. Tomás Tembleque empezó a temblar. —No me gusta que las cosas se pongan difíciles —dijo—. Una vez me metí en un combate de lucha libre con un pijama muy tieso y casi pierdo. Volvió a temblar. —¿Mejor campista? —preguntó Íñigo Explosivo—. ¿Y eso qué es? 20
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oy Fátima Farfullo y me encargaré de seguir la historia a partir de aquí. Petra y Pedro Perfecto esquivaron nuestras mochilas y maletas y se dirigieron hacia los sillones pegados a la pared. Pedro señaló el suelo. —Deberíais recoger esa tableta de chocolate antes de que se derrita. —No es chocolate —repuso Chicho Bicho—. Nuestro perro Cagón solo tiene cuatro años. Todavía no está adies trado. Petra Perfecto se burló. —Pues nosotros hemos adiestrado al nuestro para que no se haga caca —dijo. Luisete Guarrete se tiró un increíble pedazo de eructo y luego se dio unos golpecitos en la barriga. —Es la última vez que desayuno habas —murmuró. —¿Por qué has desayunado habas? —le pregunté. 21
—Porque no encontraba las judías pintas —dijo, y volvió a eructar. —¿Alguien quiere un tentempié? —preguntó Sansón Tragón, y levantó un osito de peluche blanco y marrón. —¿Qué es eso? —pregunté. —Es genial —dijo Sansón—. Es un osito de queso. Un osito de peluche relleno de queso cheddar. —Me lo acercó—. ¿Quieres probar una pata? Ricardito Vomito hizo un UUULP. Se tapó la boca con la mano y se fue corriendo al baño. —Bueno, contadnos eso del mejor campista —dijo Íñigo Explosivo—. ¿Qué significa eso? —Pues que el ganador es el campeón del campamento —respondió Pedro Perfecto. —Todos jugaremos a un montón de deportes —dijo Petra—. Habrá todo tipo de juegos, deportes y competiciones. Y todos los que ganan obtienen puntos. —Ganar me pone nervioso —dijo Tomás Tembleque—. Hay demasiada presión y ganar me pone triste por todos los que pierden. —¿Cuándo has ganado algo tú? —le preguntó Chicho Bicho. —Una vez gané un concurso de miradas —dijo Tomás—. Estaba compitiendo contra mí mismo en un espejo. Y lo creas o no, mi reflejo fue el primero en parpadear. —Si no haces deporte, no puedes ser el campeón del campamento —dijo Pedro. 22
—Querrás decir el mejor campista cenutrio —murmuró Chicho Bicho. —¿Siempre estás de tan mal humor? —le preguntó Petra. —No siempre —dijo Chicho—. Solo cuando estoy despierto. —Al participante que gane más juegos se le nombrará mejor campista —dijo Petra Perfecto—. Podrá mandar a todos, comer lo que quiera y hacer lo que le venga en gana. —Todos los demás tienen que inclinarse ante ti y cumplir todos tus deseos —añadió Pedro—. ¡Es como ser un emperador durante un día entero! —¿Y puedes comer lo que quieras? ¿De verdad? —dijo Sansón Tragón, y le dio un gran mordisco a su osito de peluche relleno de queso. —¡Pues suena divertido! —dije—. Voy a animar al mejor campista. ¿Quién creéis que ganará?
—Bueno, ya podéis olvidaros de ganar —dijo Petra—. Pedro y yo somos los mejores campistas todos los años. —Un verano nos quedamos en casa —dijo Pedro—. Ni siquiera fuimos al campamento, y aun así nos votaron como campeones. Así que… ni penséis que tenéis oportunidades de ganar. —Te equivocas —dijo Íñigo Explosivo—. Este año uno de nosotros será el mejor campista. Petra y Pedro se cayeron de la silla y rodaron por el suelo muertos de risa. Se rieron tanto que tuvieron que darse respiración artificial el uno al otro. Luego se levantaron del suelo y se fueron. Supongo que, a fin de cuentas, los primeros auxilios sí son importantes. —¿Qué os parece tan gracioso? —pregunté—. No pillo el chiste. Luisete Guarrete volvió a eructar, y fue un eructo tan asqueroso y denso que hasta pude verlo. —Fijo que a esas habas les pasaba algo —dijo Luisete—. ¿Es normal que tuvieran bultitos verdes y azules?
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R.L. STINE ha publicado más de cuatrocientos millones de ejemplares de sus libros en inglés, además de ediciones internacionales en treinta y dos idiomas, lo que lo convierte en uno de los autores infantiles más populares de todos los tiempos. Además de Pesadillas, ha escrito otras series como La calle del terror, Horrorland, Casi Fantasmas y Putren School. Stine vive en Nueva York con su mujer, Jane, correctora y editora.
JEFF ZAPATA ha ilustrado cómics, cartas y cromos durante más de veinticinco años; trece de ellos burdos pero gloriosos como editor, director artístico e ilustrador en La Pandilla Basura, así como en otras marcas de la Topps Company. FRED WHEATON lleva revolcándose en el cubo de La Pandilla Basura de Topps desde 2006 y ha contribuido con conceptos, ilustraciones, cómics y bocetos la mar de repugnantes. Vive en Washington con su mujer y sus tres hijos. JOE SIMKO es un artista conocido por su estilo happy-horror. Es uno de los principales ilustradores de La Pandilla Basura para la Topps Company y vive en Nueva York con su mujer, su hijo, su perro y muchísimas cajas de cereales. THE TOPPS COMPANY, INC., creadora de las marcas Garbage Pail Kids (La Pandilla Basura), Mars Attacks y Bazooka Joe, se fundó en 1938 y es la principal fabricante y comercializadora de cartas y cromos coleccionables tanto físicos como digitales, productos licenciados y golosinas.