FLORA Y FAUNA DE LOS ESTEROS DEL IBERA

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Los Esteros Del Ibera: Se denomina Esteros del Iberá a un extenso humedal que abarca unos 12 000 km2, en la provincia de Corrientes, en el nordeste de Argentina. Solo superado en extensión por el Pantanal (brasileño, boliviano y paraguayo) con el cual forman el segundo humedal más grande del mundo, parte de un sistema hidrográfico mucho más extenso: el macrosistema del Iberá, de cerca de 45 000 km2, en el que se desarrolla un ecosistema subtropical y tropical de enorme diversidad.

Flora Aunque a simple vista parezca solamente una sucesión de espejos de agua, el Iberá está compuesto por una gran variedad de paisajes. En las áreas más bajas, las lluvias depositan sus aguas en los esteros y lagunas que caracterizan estos sectores. En las zonas más elevadas, pequeños remanentes de selvas paranaenses, palmares e interminables pastizales interrumpidos por algunas isletas de monte, cobran protagonismo. Aunque intrínsecamente distintos, estos ambientes están estrechamente ligados entre sí y albergan a más de 4.000 especies de animales y plantas. Lagunas y embalsados: Sólo en los esteros del Iberá, donde la profundidad alcanza los 5 metros, se forman embalsados; que son islas flotantes compuestas por restos orgánicos atrapados por una trabazón de raíces, que flotan en las lagunas gracias a su bajo peso específico. La diversidad de especies que habitan estas islas es muy alta, encontrándose desde planta carnívoras, musgos propios de turberas, helechos y totoras, hasta árboles de gran porte como ombúes (Phytolacca dioica) y laureles


amarillos (Nectandra angustifolia). Los espejos de agua no tienen un borde definido, ya que son parte de esa gran cubeta de 500.000 hectáreas continuas, pero mantienen sus formas gracias a un embalsado firme, generalmente de más de un metro de espesor, que flota en el mismo sitio con la ayuda del viento y el oleaje. Cuando la sequía se prolonga y las aguas descienden, este embalsado se pega al suelo cortando la circulación de agua. Cuando las aguas vuelven a subir, el manto se despega del suelo, se parte y da lugar a numerosos riachos que dejan circular el agua hacia el río Corriente.

Pastizales y lagunas redondeadas: Se extienden a lo largo de todas las lomadas y cordones arenosos (norte y oeste del Iberá) depositados por el río Paraná en su antiguo deambular por el centro de la provincia. Este «mar de pastos» sólo se interrumpe con la aparición de algún montecito aislado o pequeñas lagunitas perfectamente redondeadas y de un azul profundo, que suelen tener, en su interior, embalsados de vegetación flotante. Los pastizales de un metro y medio de altura y de color rojizo se conocen en la zona con el nombre de «paja colorada» (Andropogon lateralis), mientras que aquellos que son más bajos, finitos y de un verde grisáceo que le dan el aspecto de una cabellera, son llamados «espartillares» (Elyonurus muticus), y crecen en lugares donde la arena se ha amontonado, formando pequeñas elevaciones donde nunca se encharca ni inunda.

Cañadas y bañados: Hacia el norte y oeste, intercalados entre los cordones y lomadas arenosas, hay depresiones donde el agua se acumula durante bastante tiempo, dando lugar a la formación de extensos pirizales y juncales (concentraciones de plantas de tallos verdes, largos y finitos, denominados científicamente Cyperus giganteus y Schoenoplectus californicus, respectivamente). Estas cañadas y bañados retienen la humedad y rara vez llegan a secarse, ya que la misma vegetación se encarga de impedir el flujo del agua y evitar la entrada del viento. Estas cañadas con vegetación arraigada al fondo suelen tener hasta un metro de profundidad.

Bosques y sabanas de ñandubay (Prosopis ñandubay): Son bosques secos (xerófilos) de copas aparasoladas y de escasa altura. En algunos sitios


crecen en forma continua a modo de bosque, mientras que en otros lados se presentan como isletas formando una estructura de parque o incluso a modo de sabanas, cuando los árboles están aún más dispersos en medio de amplios pastizales. La especie dominante es el ñandubay (algarrobo propio del espinal entrerriano). Más cerca de la costa del estero existen especies más propias de los bordes de la selva y palmares de caranday (Copernicia alba).

Malezales: Son a simple vista semejantes a los pastizales de paja colorada, pero quien intenta recorrerlos, enseguida notará que el suelo es sumamente irregular, como una botonera de teléfono. Entre «botón y botón» se acumula el agua, que permanece allí todo el año permitiendo la aparición de gramillas y plantas acuáticas de pequeño porte. En la parte alta del botón es donde crece la paja colorada y se desarrolla de tal manera, que superficialmente se visualiza como un sólo pastizal. A diferencia de los pastizales de las lomadas arenosas, aquí no hay nada que interrumpa la continuidad de la paja colorada. No hay lagunas, no hay un solo árbol que pueda crecer en estos suelos arcillosos y permanentemente inundados.

Palmares de yatay poñi (Butia paraguayensis): Son pequeños palmares enanos que apenas asoman entre los espartillares de las lomadas arenosas. Crecen en las partes más altas de estos depósitos y llegan a medir tres metros de altura, aunque generalmente no superan el metro y medio; con el paso de las décadas y centurias estos palmares tienden a arbustificarse. En medio de ellos crecen montecitos de curupies (Sapium spp.), y luego vendrán los timboes (Enterolobium contortisiliquum) y laureles amarillos (Nectandra angustifolia) para formar una isleta de monte.

Isletas de bosque húmedo: El clima cálido y húmedo del norte correntino favorece el arraigo de árboles y formación de montes, pero en pocos lugares del Iberá existen suelos secos y bien drenados para que puedan sobrevivir. Es por eso que los bosques húmedos y las selvas no crecen en forma continua en los esteros del Iberá. Generalmente se observan isletas de diferentes dimensiones, a modo de caparazones de tortugas, salpicando el horizonte o «viboreando» a lo largo de los pequeños arroyos que cortan el albardón del este del Iberá. Las especies más frecuentes son los guayabos y otras mirtáceas, la palmera pindó (Arecastrum romanzoffianum), el lecherón (Sebastiania brasiliensis), los ombúes (Phytolacca dioica), timboes (Enterolobium contortisiliquum) y lapachos (Tabebuia spp.). A medida que se aproxima la costa del río Paraná, estos bosques se tornan más diversos y extensos.


Fauna: Actualmente el Iberá es famoso por su gran diversidad y abundancia de especies de ambientes acuáticos y de pastizales. Dentro del primer grupo se destacan aves tan llamativas como las garzas, cigüeñas, patos, chajás, espátulas, martines pescadores, biguás, aningas, jacanas, rálidos, playeros y flamencos. En estos humedales abundan yacarés, carpinchos, lobitos de río e incluso se encuentra la mayor población de ciervo de los pantanos de la Argentina.

A nivel acuático, las praderas sumergidas son un ambiente único y se encuentran básicamente sobre el arroyo Carambola, en la desembocadura de las lagunas y en las nacientes del río Corriente. La diversidad de peces e invertebrados que se refugian en los largos tallos de plantas arraigadas al fondo como el camalote, las verdolagas y las cabombas supera el centenar, dentro de los cuales se destaca el dorado. Toda esta fauna propia de ambientes acuáticos, que además es fácil de ver, crea la primera impresión del Iberá a los visitantes. Sin embargo, el Iberá también se distingue por ser un gran refugio para la fauna de pastizales, ya que estos ambientes están especialmente bien conservados en algunos sectores del Parque Iberá. De este modo, en la zona se ven con facilidad especies de


aves raras como son los capuchinos, las monjitas, la cachirla dorada y el amenazado yetapá de collar, que seguramente tiene en la zona la mayor población mundial. El Iberá, además, alberga una población importante del misterioso aguará guazú y en los campos privados de la región vecina del Aguapey se refugia el mayor núcleo de venados de las pampas del norte de la Argentina. Gracias a un exitoso proyecto de reintroducción, este raro ciervo propio de pastizales bien conservados ha vuelto a la lomada de San Alonso, ubicada en el interior del Iberá. Lo mismo ha sucedido con el oso hormiguero gigante o yurumí, que ya cuenta con poblaciones restauradas en la zona de Rincón del Socorro y en la isla San Alonso. Otro animal que da vida a los pastizales de la región es el ñandú.

Algunas de las especies animales que habitan el Iberá. Menos conocido es el ambiente de espinal incluido en el Iberá, donde viven especies tan llamativas como el cardenal amarillo, el águila coronada, la charata, la urraca morada, la corzuela y la vizcacha. Finalmente, el ambiente menos conocido y apreciado del Iberá son los bosques y selvas donde todavía se pueden ver tucanes, alguna pareja de loros habladores, carpinteros listados, anambés, tangarás y monos carayás. Estas selvas, que nunca fueron abundantes en la zona, han experimentado la mayor pérdida de especies de fauna nativa como es el caso del guacamayo rojo y el muitú entre las aves, y el tapir, el pecarí de collar y el ocelote entre los mamíferos. Recuperar la integridad ecológica de las selvas y montes


ibereños mediante proyectos de reintroducción y conservación es una de las tareas más importantes para que esta región alcance su máximo esplendor ambiental y productivo. Anfibios y Reptiles: La riqueza específica de la herpetofauna del Iberá esta constituida hasta el presente por un total de 103 especies, de las cuales 40 son anfibios y 63 son reptiles que se ubican en 20 familias. Iberá alberga cerca del 20% de la herpetofauna del país y el 65% de la provincia de Corrientes. Si se tienen en cuenta las unidades de paisaje establecidas para la Reserva, la mayor riqueza específica se registra en el falso albardón del Iberá (influencia paranaense), lomadas arenosas rojizas y bancos de arena de Villa Olivari (influencia chaqueña) y en el dique natural del Iberá (influencia del espinal). Se distingue además, un orden decreciente de la riqueza de norte a sur.

Yacaré

Curiyú

La mayoría de las especies de Iberá presentan distribuciones amplias. Entre las de distribución restringida se destacan: la rana brasileña (Leptodactylus plaumani), la culebra cavadora misionera (Apostolepis dimidiata) y la culebra nuca negra (Atractus reticulatus), que están limitadas al este del Macrosistema. Situación similar, pero en relación a la región chaqueña, ocurre con el sapito granuloso (Rhinella granulosus major), la ranita mono (Phyllomedusa hypochondrialis azurea), el sapito tacurú (Dermatonotus muelleri), el teyú-í (Cnemidophorus ocellifer) y el teyú verde (Kentropyx viridistriga). Respecto a esta última especie, se detecta una notable declinación en las poblaciones silvestres como consecuencia de la pérdida de hábitat. Habita los


pastizales de paja colorada (Andropogon lateralis) de las lomadas arenosas cercanas a los cuerpos de agua (Alvarez et al., 2003). Entre las especies vulnerables que moran en el área protegida figuran el tapalcuá panza clara (Chthonerpeton indistinctum), cecilia de hábitos acuáticos y nocturnos, y la rana de Pedersen (Argenteohyla siemersi pderseni), adaptada a microhábitats de bromelias (Aechmea distichantha) o concavidades en troncos de árboles del triángulo noroeste de la provincia de Corrientes. Cabe también mencionar a la culebra de agua (Hydrops caesurus), que es una especie semiacuática recientemente descripta para el arroyo Carambola en cercanías de la Reserva San Nicolás (confundida por varios años con su congener Hydrops triangularis). Se trata de un reptil especialista ya que se alimenta fundamentalmente de anguilas Symbranchus. La culebra cavadora de collar (Phalotris reticulatus), citada sólo para Colonia Pellegrini y la Reserva Rincón del Socorro dentro del país, es una especie cuya biología aún permanece desconocida. La viborita ciega (Typhlops brongersmianus) es una especie considerada rara para Argentina, sin embargo tiene una amplia distribución y frecuente registro en el macrosistema Iberá. El área protegida también alberga importantes poblaciones de yacaré overo (Caiman latirostris), yacaré negro (Caiman yacare) y curiyú (Eunectes notaeus), las tres especies mayores de reptiles de la Argentina. Estas especies, aunque ampliamente presentes en otras provincias y en otros ecosistemas, encuentran aquí un reservorio importante y una oportunidad de manejo y aprovechamiento sustentable (Parera, 2004). Aves:

Grupo de jabirús y tuyuyús


La avifauna del Iberá está compuesta por 357 especies autóctonas y una exótica (el gorrión, Passer domesticus) (CLT, datos no publicados). Esto representa un 36% de las especies de aves conocidas para la Argentina y el 74% de las de la provincia de Corrientes. La biogeografía es determinante en los patrones de riqueza en diferentes hábitats, siendo evidentes las influencias paranaense, chaqueña y del espinal. En las formaciones vegetales herbáceas se registran los hábitats de mayor riqueza específica. Un importante número de especies dependen obligadamente de estos sistemas ecológicos. En los pastizales mesófilos son comunes el ñandú (Rhea americana), el inambú común (Nothura maculosa), la colorada (Rhynchotus rufescens), el playerito canela (Tryngites subruficollis), la lechucita vizcachera (Athene cunicularia) y la ratona aperdizada (Cistothorus platensis).

Ñandú

Lechucita vizcachera

De las 18 especies de aves amenazadas detectadas en el Iberá, 16 son exclusivas o altamente dependientes de los pastizales. Entre estas, cabe mencionar los capuchinos o corbatitas (Sporophila sp.), que habitan en pastizales y pajonales altos y húmedos donde se alimentan de semillas, principalmente de gramíneas. Asimismo, en Iberá se encuentran las mayores poblaciones de yetapá de collar (Alectrurus risora) y monjita dominica (Xolmis dominicanus) de Argentina y posiblemente del mundo. El tordo amarillo (Xanthopsar flavus), ictérido que ha desaparecido de un amplio rango de su distribución histórica, habita en pastizales, incluso los modificados por ganadería, y los esteros aledaños. Los pajonales son frecuentados por la pajonalera piquicurva (Limnornis curvirostris) y varios representantes de los rálidos, como el burrito común (Laterallus melanophaius).


Yetapá de collar En los esteros, lagunas y riachos, los macás, anátidos, gaviotas y gaviotines constituyen la avifauna habitual. Aparentemente el picaflor (Polytmus guainumbi) y el doradito común (Pseudocolopteryx flaviventris) estarían asociados a la vegetación palustre de embalsado y del borde de cuerpos de agua. Para varias especies de aves, los bosques higrófilos del noreste del Iberá representan su límite austral de distribución. Entre estas se encuentran el boyero lomo royo (Cacicus haemorrhous), el carpintero cabeza pajiza (Celeus lugubris), el mosquitero (Corythopis delalandi), el tueré grande (Tityra cayana), el zorzal collar blanco (Turdus albicollis), el yapú (Psarocolius decumanus) y el tordo gigante (Scaphidura oryzivora).

Doradito común sobre un carpincho

Picaflor


El sur del Iberá, es decir el área bajo influencia del espinal, presenta mayor riqueza, abundancia y diversidad de aves (Neiff, 1997; Giraudo y Ordano 2003). Esto se debería a la diversificación en cuanto a la representación de hábitats. En este sector se encuentran grandes lagunas, pastizales, diferentes comunidades acuáticas y dos tipos de bosques: higrófilos y de ñandubay. Algunas especies son exclusivas de esta zona, como por el ejemplo la charata (Ortalis canicollis), el chinchero grande (Drymornis bridgesii), el curutié (Certhiaxis pyrhophia), el coludito copetón (Leptastenura platensis), la bandurrita chaqueña (Upucerthia certhioides) y el cardenal amarillo (Gubernatrix cristata) (Giraudo et. al 2003). Iberá brinda una enorme oferta para la nidificación de aves acuáticas en colonias, debido a la presencia de sectores con poca o ninguna intervención del hombre. Son importantes las colonias de varios cientos de individuos de garza blanca (Ardea alba), garcita blanca (Egretta thula), garza bruja (Nycticorax nycticorax), garza mora (Ardea cocoi), biguá víbora (Anhinga anhinga) y cigüeña común (Ciconia maguari), entre otras.

Cardenal amarillo Las transformaciones de las tierras elevadas que bordean al Iberá pueden ser un factor decisivo en la conservación de las especies de aves amenazadas, debido a que están siendo objeto de un impacto antrópico cada vez más elevado. Giraudo et al. (2003) ha detectado cuatro áreas dentro del macrosistema que merecen medidas de protección especial debido a la riqueza y la presencia de aves amenazadas en el ámbito nacional y mundial. Estas son: Estancia Puerto Valle, Estancia San Juan Poriahú, área Concepción Chavarría y área Laguna Iberá Laguna Fernández. El esfuerzo en las tareas de muestreo para los estudios efectuados en Iberá no ha sido homogéneo para todo el macrosistema, por lo que no se descarta la presencia de otros sectores clave para la conservación de la diversidad de aves del área protegida.


Chiflón

Chajá Mamíferos:

En relación a la mastofauna de Iberá, a excepción del trabajo de Fabri et. al. (2003) efectuado en el marco del Proyecto Iberá de la UNNE, existen muy pocos que contemplen una visión general del macrosistema. La mayoría de los estudios se centran en localidades específicas (Laguna Iberá, la Estancia San Juan Poriahú, Galarza y alrededores) o en especies en particular, como el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), el carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris), el lobito de río (Lontra longicaudis) y el zorro de monte (Cerdocyon thous) (Heinonen et al. 1989; Merino y Beccaceci, 1996 y 1999; Beccaceci 1994 y 1996; Parera 1992, 1993 y 1996 a y b; Gil y Carbo, 2003; Soria et al. 2004).

Zorro

Lobo gargantilla


En la actualidad, se han detectado para el macrosistema Iberá un total de 64 especies de mamíferos, de las cuales 57 son autóctonas y 7 exóticas. Conforme a la distribución de la mastofauna en la provincia de Corrientes, resultarían esperables unas cuantas especies más, básicamente murciélagos y roedores. Al igual que otros grupos de tetrápodos, es posible identificar tres patrones de distribución determinados por influencias biogeográficas. Un grupo corresponde al definido por el espinal, destacándose como especie representativa la vizcacha (Lagostomus maximus), cuyas poblaciones se concentran en el sur del macrosistema. Otro conjunto de especies de linaje paranaense se establece sobre el noreste del sistema especialmente sobre el paleoalbardón del Iberá, destacándose el tatu aí (Cabassous tatouay) y el ocelote (Leopardus pardalis). Estos mamíferos históricamente habrían estado acompañados por elementos propios de las selvas marginales. El tercer grupo lo constituye la mayor parte del elenco de mamíferos de distribución netamente chaqueña (Fabri et al. 2003).

Gato montés

Vizcachas

A pesar de la importante superficie que constituye el macrosistema, el número de especies registradas para el área es relativamente bajo si se la compara con otras áreas protegidas en el ámbito nacional, como el Parque Nacional Mburucuyá (40 especies autóctonas y 2 exóticas), el PN Chaco (65 especies autóctonas y 4 exóticas) y el PN Río Pilcomayo (62 especies autóctonas y 2 exóticas). Además, las especies ampliamente distribuidas dentro del macrosistema no son muchas. La zona de interfase tierra agua (bordes e interior fragmentado del Iberá), donde se conjugan ecosistemas de linaje chaqueño, paranaense o del espinal, poseen la mayor riqueza en especies, pero es poca la superficie que tiene dichas características en el macrosistema. En cambio, las especies que encuentran como hábitat la fracción masiva del sistema (esteros, riachos y lagunas), no son mayoría pero pueden ser muy


abundantes. Este rasgo ha ubicado al Iberá en uno de los lugares más importantes de Argentina para la observación de fauna silvestre. Entre los principales valores relacionados con la mastofauna, cabe destacar que Iberá: 

 

Posee la mayor población del ciervo de los pantanos de Argentina. Es el núcleo más importante en superficie, cantidad de ejemplares, estado de conservación y estabilidad o garantía de permanencia para la especie. Alberga grandes concentraciones de carpinchos que ofrecen una importante oportunidad para planificar el uso sustentable de este recurso. Alberga altas densidades de lobito de río. Algunos sitios, como la laguna Iberá, se encuentran entre las más altas conocidas para cualquiera de las trece especies de nutrias en el mundo. Comprende parcialmente uno de los cuatro últimos relictos del venado de las pampas de Argentina.

Vizcacha

Corzuela


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