Ensayo: Poder Político, Religioso y Económico ¿Existe separación con el Estado?

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Ensayo Poder político, económico y religioso ¿Existe separación con el Estado? Autor: Rodrigo Gómez Vergara Catedra: Modernización del Estado Académico: Diego Del Barrio Vásquez Escuela de Adm. Pública

El Estado laico, ¿mito o realidad? La historia nos dice que el Estado Chileno está separado de la iglesia (por tanto laico) desde 1925 cuando el Presidente Arturo Alessandri y el Arzobispo Crescente Errazuriz acordaron separar la Iglesia del Estado Chileno en la Constitución de 1925, con esto concluyo el reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado, renunciando de paso al “derecho de patronato1” que había heredado desde la Independencia y consagrando una amplia libertad de culto. Pero desde mi punto de vista Chile jamás ha sido un Estado laico, quien estudie la génesis de la separación de la Iglesia y el Estado, pactada en 1925 entre el Estado de Chile y la Santa Sede e impuesta al Arzobispo de Santiago, monseñor Crescente Errázuriz, sabe que la palabra laicidad no se menciona y que el espíritu de la laicidad no se encuentra ni en los textos ni en las practicas. Algunos elementos para acrecentar la postura sobre la nula separación del Estado con la Iglesia se encuentra en el Art. 547, inciso segundo2 del Código Civil donde se volvió a ratificar a la iglesia católica como una persona jurídica de derecho público. Esto añadido que en el periodo de 1865 al 2005 ninguna entidad o iglesia cristiana protestante reclamara ese derecho a su favor. Por eso la ley de cultos (19.638) de 1999, insistió en reconocer esa personalidad, habiéndolo hecho la Constitución de 1980, en sus trabajos, en el cual se presentó como el actual Art. 19, N° 63.

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Consistió en el conjunto de privilegios y facultades especiales que los Papas concedieron a los reyes de distintas monarquías europeas del Antiguo Régimen y que les permitían, al principio, ser oídos antes de una decisión Papal o elegir directamente en sustitución de las autoridades eclesiásticas, a determinadas personas que fueran a ocupar cargos vinculados a la Iglesia Católica. 2 “Tampoco se extienden las disposiciones de este título a las corporaciones o fundaciones de derecho público, como la nación, el fisco, las municipalidades, las iglesias, las comunidades religiosas, y los establecimientos que se costean con fondos del erario: estas corporaciones y fundaciones se rigen por leyes y reglamentos especiales”. 3 La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público. Las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas. Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor. Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones;


Injerencia del poder económico en Chile. “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”. Lo dijo hace más de un siglo Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, actual mandamás de una de las pocas familias que continúan controlando el grueso del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile. Entonces, por ejemplo una de las características más resaltantes de la economía capitalista contemporánea es la concentración del poder económico en un número cada vez menor de personas. Es la llamada tendencia al crecimiento. El fenómeno fue observado y enunciado por primera vez en forma clara y científica por Carlos Marx 4. Dicho autor explica la concentración como una consecuencia inevitable de la propiedad privada de los medios de producción, de los bienes de capital, los que se obtiene una ganancia extraordinaria a expensas de la explotación del trabajador. Esta ganancia, que Marx llama plusvalía, se invierte en la adquisición de nuevos medios de producción, con lo que el capitalista aumenta su poder económico, y así sucesivamente. Autores modernos coinciden con la afirmación marxista de que el empresario tiene un ingreso extraordinario que ellos denominan beneficio. Las divergencias surgen sólo respecto de las causas que crean el beneficio. Es este beneficio extraordinario el que permite al empresario aumentar paulatinamente la capacidad de su industria. Y como el beneficio es mayor mientras mayores son las empresas, ellas procuran invertir sus utilidades o tratan de unirse o combinarse para crecer más rápidamente. Hoy en día se evidencia claramente como los grupos económicos se han hecho parte de los medios masivos de comunicación, ya sean periódicos de circulación nacional como también la compra de canales de televisión abierta en el país, incluyendo también una importante cuota de injerencia en la mayoría de las empresas que actualmente existen en el país, estando presente en la mayoría, por no decir totalidad, de los rubros que pueden existir en nuestro territorio. Esto sumado también a la activa participación que tienen los empresarios en Chile cuando se acercan elecciones municipales, parlamentarias y por supuesto presidenciales, aportando con una cuota no menor de capital financiera para apoyo en las campañas políticas. Un hecho más cercano ha sido la incidencia ya del ex Presidente de la República Sebastián Piñera al tomar un rol político (ya que es parte del Partido Político Renovación Nacional, ligado a una derecha menos dogmática como lo es la UDI). Esto lo detalla muy bien el libro “Los Dueños de Chile” de Ernesto Carmona Ulloa.

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El Capital, Karl Marx, Hamburgo, 1867


El poder político chileno. Hoy es súper arriesgado decir que los tres poderes mencionados en este pequeño ensayo, no estén relacionados entre sí. Más aún cuando empezamos a hablar del poder político, que como ya fue mencionado anteriormente desde mi punto de vista existen partidos políticos con una alta inserción en los grupos económicos del país, conllevando esto a dejar en la retina de las personas que el poder político está subordinado en un alto porcentaje a los grupos empresariales. Constantemente vemos como en el congreso los parlamentarios no siempre votan a favor ni siquiera presentan proyectos de ley que vayan en especial énfasis de elevar los impuestos a las empresas. Otro problema que se sucedió en el gobierno de Piñera fue la “Ley de pesca” aprobada el año 2013 mediante públicos reparos por entregarle muchos más beneficios, por no decir todos, los derecho de pesca a la gran industria en desmedro de los pescadores artesanales, en donde una vez más nos encontramos con que variados parlamentarios votan a favor del proyecto del ley presentado por el ex Ministro de Economía Pablo Longueira que en muchos casos los mismos parlamentarios tenían conflictos de intereses y/o se verían beneficiados por los derechos concedidos. En síntesis, vemos como en el caso de la separación Iglesia (laicidad) con el Estado, en el papel ni en la práctica han existido, siguen por ejemplo los parlamentarios legislando con la “biblia bajo el brazo” pasando por alto leyes o problemáticas que deben ser abordadas desde un punto de vista más de política pública y de salud, como es el caso de la ley de aborto o la despenalización de la marihuana. En el caso de los grupos económicos, mi opinión es clara, son y han sido demasiado influyentes en la mayoría de las cosas que los gobiernos legislan, o no legislan, siendo un número importante de los parlamentarios parte de las familias de las más adineradas del país haciendo usufructo de las potestades que el mismo Estado por el cargo que ostentan pueden lograr. Claramente todos estos poderes no está siquiera minúsculamente separado de lo que realizan los gobiernos, por tanto del mismo aparato Estatal, entonces genera un seria problema al entender la política en estos momentos como algo probo, primero que todo y en consecuencia, solo es vista actualmente de la forma peyorativa de quien hace política o postula a algún cargo del gobierno o parlamentario es solo con la premisa de enriquecerse y no con el fin primordial de todo que en lo concreto es legislar leyes que vayan en pos de generar y/o avanzar en políticas de Estado que mejoren sustancialmente la calidad de vida de las clases más desposeída del país.


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