ELLA Aquella noche no había estrellas, había salido a tomar el aire después de la fiesta. Estaba mirando el suelo, pensativo. Cuando levanté la mirada estaba ella, otra vez, una niña de ocho años descalza, manchada de una sangre negra como la pura noche en su ojos sangrientos, y volvía a decir lo mismo que todas las noches: -¡Ayuda, ayuda, ayuda…! Cada vez que pestañeaba cambiaba de sitio. Ya estaba harto, así que la seguí. Llegamos hasta un callejón sin salida con una puerta abierta. Al entrar vi a un señor de unos ochenta años despellejando niños, cortándoles los miembros y colgándoles como sus almas condenadas. Me quedé horrorizado, retrocedí y me tropecé. El señor se giró. ¡Era uno de ellos! Se me acercó, lentamente, mientras le goteaban de los ojos esa sangre negra como la de la niña. Cuando estuvo cerca de mí, sacó el cuchillo y me rajó, despacio. Cuando me desperté, me levanté de la cama … era un niño ensangrentado de ojos blancos. Claudio San Emeterio de Lucas. 1ºESO