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Bosques del PerĂş
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Esta semilla no es un bosque
Esta orquidea no es un bosque
Esta rana no es un bosque
Esta mariposa no es un bosque
Esta jaguar no es un bosque
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Este รกrbol no es un bosque
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El bosque somos todos
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¿Qué es un bosque? What is a forest? Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales. Ambientado como una hacienda costeña, el local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está 24
el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de influencias diversas y creatividad. Mientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana.
Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales.
Ambientado como una hacienda El local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de inflencias
diversas y creatividad. Lima , capital of gastronomic tourism LatinoaméricaMientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana. n Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de 25
BOSQUE DE SELVA BAJA
El Perú es sesenta ques. Es un reino grande que países Francia, y tan dive que el recuento de plantas y animales BOSQUES DE SELVA BAJA
a por ciento bosde clorofila mĂĄs s como EspaĂąa o erso en especies efinitivo de sus s es imposible.
Bosques del Perú
Los pasos chapotean en la selva baja The steps splatter in the lower jungle El Perú es sesenta por ciento bosques. La Amazonía peruana se extiende sobre 780.000 kilómetros cuadrados, desde las colinas bajas de la cordillera de los Andes, hasta los límites fronterizos con Ecuador, Colombia, Brasil y Bolivia. Es un reino de clorofila más grande que países como España o Francia, y tan diverso en especies que el recuento definitivo de sus plantas y animales es imposible. Pero la inmensidad sin bordes cabe en la imaginación y desde el aire, por entre el orificio de las nubes, la selva se ve como manojos de brócoli. Sin embargo el suelo del bosque más diverso del planeta es pobre y arcilloso, de una dureza que ninguno de sus árboles logra penetrar en lo profundo, apenas un par de metros. Las raíces se extienden en todas direcciones, a pocos centímetros de la superficie, y los vástagos, que en otros suelos se adentrarían hondo, aquí irrumpen por fuera, alrededor de los troncos más altos, lo mismo que puntales que conjuran el riesgo de que algo los derribe. Parece un contrasentido: las entrañas del suelo verde y líquido de la Amazonía son tiesas y frías como las de un muerto, lo saben los colonos, que talan la fronda para sembrar maíz, cacao o yuca. ¿De dónde entonces le viene la espesura a este desierto bajo el suelo? El techo del bosque se anuda por encima de los treinta metros, y con tanta consistencia que en algunos sitios el sol apenas cabe. En lo profundo de la selva es casi de noche en pleno día y cada tallo de árbol intenta ganar un espacio de luz para sus propias hojas. Unos pocos árboles crecen más allá del dosel y siguen de largo hasta los setenta metros, lo mismo que edificios de madera. Son las cei36
Peru is made up of sixty percent forest. The Amazon covers 485,000 square miles of the country, spanning from the lower Andes mountain range to the borders of Ecuador, Colombia, Brazil and Bolivia, this kingdom of chlorophyll is larger than Spain and France and it hosts a variety of animal and plant species that are impossible to account for. The limitless immensity fitting for the imagination, seen from a bird’s eye view down through the clouds, this immense land resembles mere bundles of broccoli. However, the bottom layer of the world’s most diverse forest is dry and clayish, a hardness too difficult for any tree to grow deeply, only reaching a few meters. The roots spread across every direction only centimeters from the surface, and while in other places they would only dive deeper, here they ascend. As they sprout around the highest trunks, the roots themselves brace the tree preventing its collapse. It seems paradoxical: the entrails of the green floor, the blood of the Amazon, are cold and stiff resembling a corpse, still colonists make their way through the foliage planting corn, cacao, and yucca. Then where exactly does this thick wilderness of the desert floor come from? The forest canopy becomes entangled well above one hundred feet, with such even consistency that the sun’s rays can hardly filter through the narrowest of gaps. Within the depths of the jungle it is almost nighttime in broad daylight and every tree stem tries to win a spot of sunlight for its leaves. Few trees grow beyond the canopy and rise up to two hundred feet, resembling wooden buildings. It is the ceibas and the chestnuts, the Amazonian giants, and the oldest.
bas y los castaños, los gigantes amazónicos, y los más antiguos. Algunos ya tenían quinientos años de edad cuando el conquistador español Francisco de Orellana remontó los Andes hasta desembocar en el Amazonas, en 1542. Y aún siguen impávidos, floreciendo y danto fruto, tan lejos del suelo y de la cercanía de los demás árboles, que en sus copas redondas vive un universo de insectos que recién ha comenzado a catalogarse y que, se sospecha, es irrepetible, como si cada fronda fuera un universo de invertebrados aparte. Eso cree Terry Erwin, célebre entomólogo del Instituto Smithsonian, que ha catalogado miles de nuevos escarabajos fumigando las copas más altas de la Amazonía. Él calcula que en las frondas de las ceibas y los castaños los insectos sin nombre suman millones. Una comparación simple se oye como un alarde. Y lo es: los bosques de Europa y Norteamérica tienen diez especies de árboles cada uno. En el Perú, suman seiscientas especies en una sola hectárea de la Amazonía. En total, nuestra selva está plantada con cincuenta mil especies. Semejante abundancia en un suelo tan pobre y desnutrido también es culpa del agua, que corre aquí incontenida. El dato numérico es inútil: el Amazonas arrastra 170.000 metros cúbicos por segundo, el río más caudaloso y extenso del planeta, con un torrente mayor al de los ríos Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos. El agua a toda prisa es uno de tantos prodigios amazónicos. En los meses de las mayores lluvias, entre febrero y mayo, el río ensancha su caudal hasta cinco veces y se engulle sus propias riberas. De nuevo la inmensidad sin bordes cabe en la imaginación
Some were already five hundred years old when the Spanish conquistador Francisco de Orellana ascended the Andes until disemboguing in the Amazon in 1542. Still they continue unperturbed, flourishing and giving fruit, so far from the floor and the neighboring trees, that in their round treetops lives a universe of insects that have only now begun to be catalogued and that, it is suspected, cannot be replicated, as if every frond is a unique universe of invertebrates. This is what Terry Erwin believes, celebrated entomologist of the Smithsonian Institute, who has catalogued thousands of new beetles while fumigating the highest treetops of the Amazon. He estimates that within the fronds of the ceibas and chestnuts there are millions of unnamed insect species. A simple comparison sounds like a boast. And it is: the forests in Europe and North America have ten species of trees each. In Peru, there are over six hundred species in one single hectare of the Amazon. In total, our forest is planted with fifty thousand species. Such abundance on a floor so poor and malnourished where the water is also to be blamed as here it flows unrestrained. The numerical data is pointless: the Amazon drags over five hundred cubic feet per second, the mightiest and most extensive river on the planet, with a current stronger than the Nile, Yangtze and Mississippi combined. The water rushing at full pace is one of the many great Amazonian wonders. In the rainiest months, between February and May, the river widens five times its size and engulfs its own banks. The limitless immensity fitting for the imagination, once again, from a bird’s eye view, seen down through the clouds, 37
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y desde el aire, por entre el orificio de las nubes, el Amazonas parece una anaconda después de tragarse a un capibara, entonces, incapaz de serpentear, se tiende de largo a digerir a su presa. El viento puede muy poco en los reinos del agua. La polinización de tantísimas especies no depende de sus dedos, como ocurre en otros bosques que sí necesitan que arremoline esporas y las llueva para que sus plantas fructifiquen. Aquí, un ejército multitudinario esparce las simientes de la selva por el agua, el aire, el piso siempre vaporoso. Insectos, pájaros, monos, roedores, peces. Quizás el mayor de los sucesos botánicos sea la polinización, el siguiente prodigio de la Amazonía. Parece un cuento en miniatura: mientras los animales se alimentan de sus jugos, van intercambiando polen de flor en flor, masculina y femenina, un revolotear en puntas de patas, alas y picos gracias a lo cual ocurre la germinación de frutos y semillas. Ocho de cada diez especies de plantas de la selva necesitan polinizadores para fructificar y cada una ha evolucionado a la par del animal que las perdura. Algunas se han ido delineando de tal manera que solo el pico curvo de una especie de colibrí puede libar sus brotes. De todos los pájaros de la selva, los colibríes son los más pequeños pero su corazón es el más rápido, hasta dos mil pulsaciones por minuto, el felino de los corazones de la Amazonía. Mientras tanto, otras flores han dispuesto sus pétalos para soportar la rudeza de los escarabajos, o el hambre voraz de los moscardones. Ciertas flores son todo lo contrario y en el orificio de sus órganos apenas cabe la lengua de hilo de las mariposas. En la Amazonía lo pequeño no es insignificante. Tanta variedad es culpa de la 38
this immense river resembles an anaconda after swallowing a capybara, and so, incapable of slithering, it remains settled, digesting its prey. The winds have little effect in the aquatic realms. The pollination of so many species is dependent on its fingers, how in other forests the airy swirl of spores circulates and rains down for plants to fructify. Here, the forest’s prolific army spreads the seeds of the jungle by water, by air, the floor always steamy. Insects, birds, apes, rodents, fishes. Perhaps the most important botanical event is pollination, the next wonder of the Amazon. Seeming like a short tale: while the animals feed on their nectar, they exchange pollen from flower to flower, masculine and feminine, a fluttering from top to bottom, wings and beaks leading to the germination of fruits and seeds. Eight of every ten species of plants in the forest require pollinators to fructify and they have each evolved alongside the strongest of animals. Some have developed in such a way that only the curved beak of one species of hummingbird can reach its buds. Of all the birds in the forest, the hummingbirds are the smallest, but their hearts the fastest, reaching two thousand beats per minute, the feline heart of the Amazon. Meanwhile, other flowers have arranged their petals to withstand the harshness of beetles, or the ravenous hunger of horseflies. Certain flowers are the complete opposite; with a space in its organs merely big enough for the thread like tongue of the butterflies. In the Amazon, the small are not insignificant. So much variety caused by the broadened narrowness, by the non-stop frenzy.
estrechez agigantada, del frenesí sin pausa. Otras plantas brotan en la noche, incapaces de competir con la reverberación de las flores diurnas. Sus polinizadores son polillas y murciélagos, que en la Amazonía son tropel de especies. Pero incluso en la oscuridad, la competencia por una boca es feroz y las flores de ciertos árboles disponen sus pétalos de tal manera que avivan el sonar de los murciélagos, como si pusieran sobre ellas un aviso luminoso. Tamaño. Color. Fragancia. Forma. Las plantas hablan, a veces en efecto como si gritaran. La sincronización es armonía, lo mismo que en una pieza de concierto, y los árboles parecen seguir una partitura, afinados todos, recíprocos. Por ejemplo: ciertas flores que abren unas horas cada año, o cada siete, lo hacen justo cuando su polinizador está dispuesto, batiendo las alas y buscándolas. En la Amazonía las semillas también caen del cielo. Los pájaros las esparcen trituradas y blandas, listas para germinar al tocar el suelo, a cientos de kilómetros de distancia del tallo del que germinaron. Una metáfora es la pura verdad: algunos árboles son fruto del olvido porque las ardillas rojas, que esconden nueces para comerlas después, lo hacen tan frenéticamente que no recuerdan todos los hoyos que cavan y sus reservas de alimento germinan. De las seiscientas cincuenta y tres especies de frutas del Perú, al menos quinientas son de la selva. Papaya, camu camu, guaba, chirimoya, caimito, ungurahui, macambo, maracuyá, zapote, copoazú, uvilla, pitajaya, huasai, carambol, aguaje, guanábana, guayaba, umarí. Los nombres nativos de las frutas se enredan en la lengua, pero sus sabores intensos la exaltan, obligan su elocuencia.
Other plants sprout at night, incapable of competing with the reverberation of the daytime flowers. Its pollinators are moths and bats, and in the Amazon there are droves of different species. But even at night, the competition for a mouth is fierce and the flowers of certain trees position their petals in such a way that they enliven the bats’ sonar, as if holding a bright advertisement. Size. Color. Fragrance. Form. The plants speak so loud as if they were shouting. The synchronization is harmony, becoming a concert piece, and the trees seem to follow the score, all tuned, reciprocating. For example: certain flowers that only bloom once a year, or every seven, do it just as the pollinator is ready, flapping their wings and searching. In the Amazon, seeds also fall from the skies. The birds spread them, cracked and soft, ready to sprout as they touch the ground, hundreds of miles from the very stem where they sprouted. A metaphor is the very truth: some trees are the fruit of the forgotten because the red squirrels, that hide nuts for later consumption, do it so frantically that they do not remember every hole they hid them in, thus their food reserves sprout. Of the six hundred and fifty three species of fruit in Peru, at least five hundred of them are from the forest. Papaya, camu camu, guaba, chirimoya, caimito, ungurahui, macambo, maracuyá, zapote, copoazú, uvilla, pitajaya, huasai, carambol, aguaje, guanábana, guayaba, umarí. The native names of the fruits become entangled on the tongue, but their intense flavors exalt it, obliging its eloquence. It is true: no other region like the Peruvian Amazon concentrates its environmental resources against 39
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Es verdad: ninguna otra región como la Amazonía peruana concentra más recursos ambientales contra el cáncer de humo y contaminación planetaria, pero tampoco ninguna otra sufre tantas amenazas. Se estima que en cien años, gracias al proceso de fotosíntesis, cada hectárea de esta selva puede capturar hasta setecientas toneladas de dióxido de carbono, un milagro de depuración del aire. Pero se trata de una ecuación frágil y justa: cada hectárea de selva arrasada termina lanzando a la atmósfera la misma cantidad de gas venenoso que depuró, como un grito sordo, lo mismo que una bocanada. El portento sigue, y deberá seguir para que la vida subsista. No hay dilema posible. Otra oportunidad. En los muchos ríos y caños y lagos y esteros, los peces esparcen la simiente del bosque y lo nutren. Los manatíes se oyen resoplar, agitar sus colas de sirena, chapotear mansos. Son los reyes mudos del agua, a diferencia de los delfines amazónicos, que cantan y brincan, como gritando un mensaje urgente. Los hombres detienen sus canoas de ceiba y los oyen, luego repiten aquello en sus aldeas. Un censo calcula que existen cuatrocientas nueve comunidades originarias de la selva, unas pocas viven tan adentro en la espesura que solo se han fotografiado desde el aire, forzando la mirada y la buena suerte. Otras veces es un pez el que salta desde el fondo del río hasta las ramas de las plantas, el arowana, que atrapa insectos con la destreza de un acróbata. En los meses de las lluvias más intensas, lo que es arriba resulta abajo y el pirarucú, ese otro pez enorme, de escamas de reptil, nada por entre la copa de los árboles y las anguilas eléctricas anidan en los huecos sumergidos de los troncos donde antes habitaron guacamayos. La utopía también es un árbol. Crece a orillas del Amazonas, en el norte del Perú. 40
cancerous smoke and pollution, but no other faces as many threats. It is estimated that in one hundred years, thanks to photosynthesis, each hectare of the forest will be able to capture six hundred tons of carbon dioxide, a miracle of air purification. But it relies on a very fragile and precise equation: every hectare of scorched forest will launch an equal amount of poisonous gas that it purifies. The portent continues, and should continue so life can subsist. There is no possible dilemma. Another opportunity. In the many rivers and streams and lakes and estuaries, the fish spread the seed of the forest and nourish it. You can hear the manatees blow, whirl their siren like tails, gently splash. They are the silent kings of the water, different from the Amazonian dolphins, who sing and dance, as if crying out an urgent message. The men detain their canoes made of ceibay and listen, then they repeat this in the villages. A census calculates that there are four hundred and nine original communities in existence within the forest, a few live so deep in the thicket that they have only been photographed from the air, forcing one’s sight and one’s luck. Other times it is a fish that jumps from the depth of the river to the plants’ branches, the arowana which catches insects with the skill of an acrobat. During the most intense months of rain, what is up becomes down and the piracucu, the other enormous fish, with reptile scales, swims among the treetops and the electric eels nest in the submerged holes of tree trunks previously inhabited by macaws. The utopia is also a tree. It grows on the outer ridgesof the Amazon, in northern Peru.
Una comparación simple se oye como un alarde. Y lo es: los bosques de Europa y Norteamérica tienen diez especies de árboles cada uno. En el Perú, suman seiscientas especies en una sola hectárea de la Amazonía
Bosques del Perú
Gallito de las rocas Cock-of-the-rock
Su nombre en latín canta su origen. El Rupicola peruviana es el ave nacional del Perú. Los niños de la selva lo llaman Gallito de las rocas, Gallito de las Sierras, Gallito de monte, Chaperón. Su nombre en quechua es Tunqui y se lo oye más veces de las que puede verse. Hembra y macho tiene colores distintos. La hembra, destinada a empollar y cuidar las crías, se confunde de gris, en ocasiones justo atrás de las cascadas de agua, adentro de las honduras de las rocas donde hace su nido. El macho no parece tener miedo y cuando vuela parece una flor a toda prisa, como una herida que se abre a borbotones sobre el verde de los árboles. Su canto, en efecto, se asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los cientos de frutos de los que se alimenta. 72
Its name in Latin sings its origin. The Andean cock-of-the-rock is the national bird of Peru. The children of the forest call him cock-of-therock, cock-of-the-range, cock-of-the-mountain, Chaperone. His name in the quechua language is Tunqui and you hear it more times than can be seen. The male and female have distinct colors. The female, destined to hatch and care for the offspring, is thought to be grey on occasions just behind the cascading water, within the depths of the rocks where she nests. The male appears to be fearless and when he flies resembles a brisk flower moving though the air like a surging wound that cuts through the green of the trees. His calling, en effect, echoes that of the rooster. The children of the forest also call him Howler and he fructifies the forest spreading seeds of the hundreds of fruits from which he feeds.
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Victoria Amazónica Victoria Amazonica
La Victoria del Amazonas tiene hojas circulares de hasta un metro de diámetro que flotan sobre la superficie del agua, sobre tallos sumergidos a ocho brazadas de profundidad. Semejantes hojas pueden soportar el peso de un niño de cuarenta kilos, sentado sobre lagunas donde nadan peces barbudos, delfines color rosa y culebras eléctricas. Pero el atributo más sorprendente de la Victoria Amazónica no son sus hojas sino su flor, que se abre al anochecer, justo después de las seis de la tarde, y exhala un aliento de albaricoque. La flor permanece abierta hasta el siguiente día, justo hasta la media mañana. Parece un cuento de hadas: la primera noche la flor de la Victoria Amazónica es de color blanco, y es femenina. Es decir que solo el estigma está maduro y puede recibir polen. Pero la segunda noche la flor es rosada y masculina. Es decir las anteras han madurado y produce polen que sirve para fecundar otras flores. Los polinizadores son escarabajos que permanecen prisioneros dentro de la flor hasta la mañana siguiente. Quizás el nombre de la flor se deba a la victoria de tantos prodigios a la vez. 108
The Victoria of the Amazons has circular leaves that are up to a meter in diameter floating on the surface of the water, on stems that are submerged in depths up to eight arm lengths. Such leaves can support the weight of a child weighing ninety pounds, sitting above lagoons where bearded fish, pink dolphins, and electric serpents swim. But the most astonishing attribute of the Amazonian Victoria is not its leaves, but its flower that blossoms at sunset, right after six in the evening, and exhales a scent of apricot. The flower remains blossomed until the next day, right until mid morning. Seems like a fairy tale: the first night the flower of the Amazonian Victoria is the color white, and is feminine. Meaning that the stigma is mature and can receive pollen. However, on the second night the flower is pink and masculine. Meaning the anthers have matured and can produce pollen to fertilize other flowers. The pollinators are beetles that remain prisoners within the flower until the next morning. Perhaps, the flower’s name is due to the victory of boasting many wonders simultaneously.
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De los riscos de los los pliegues de sus emerge una fronda dedos. Estas ramas desiguales, largas, llos de flores de tod BOSQUE HĂšMEDO MONTANO
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Bosque de niebla Misty forest
De los riscos de los Andes, por entre los pliegues de sus paredes de roca, emerge una fronda de ramas como dedos. Estas ramas son curvadas, desiguales, largas, algunas con anillos de flores de todos los colores. En ocasiones los árboles crecen a más de tres mil metros sobre el nivel del mar y parece que atraparan a las nubes, amontonadas sobre sus copas igual que telas de araña. El árbol más portentoso de estas lejanías es el cedro andino, de un tronco que se extiende hasta cuarenta metros de altura y que desoja flores de madera, unas envolturas como de cuento, de cinco pétalos leñosos que contienen sus semillas. Pero son una excepción. Aquí las simientes de los árboles son blandas y carnosas, sin dormancia, esa cualidad que comparten ciertas plantas con los animales que hibernan, capaces de detener su metabolismo casi por completo hasta que las condiciones ambientales sean propicias. No es lo que ocurre en la cara oriental de los Andes del Perú, a 2.700 metros de altura, donde nada duerme tanto tiempo y las semillas son suaves y elásticas, reblandecidas por una humedad que no logra evaporarse y que las obliga a germinar cuando recién caen al suelo. Ningún otro monte parece así de abigarrado, imposible de caminar por la urdimbre de tantas plantas, tallos, troncos, hojas y rocas enormes, también ellas expulsadas de las profundidades de la tierra en el mismo cataclismo que encumbró las montañas. En los días de sol, el paisaje se ve como una postal. La fronda se alza por entre las nubes y las cimas de los cerros parecen un animal agazapado. El nombre de estos montes no es una metáfora, es su descripción más exacta: bosques de niebla. Pocos ecosistemas producen tanta agua 122
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dulce, de manera que también podrían llamarse así: bosques de agua dulce. La explicación no revela ningún misterio, pero sí una maravilla. En los Andes del trópico, los más cercanos a la línea del Ecuador, las nubes se forman entre los 2.000 y los 3.000 metros sobre el nivel del mar, justo el rango de altitud en que las copas de los árboles montanos se abren como reservorios, o como paraguas que filtran las nubes. Las ramas de los cedros y de los romerillos, ulcumanos y alisos están sembradas de musgos que absorben las gotas en una sucesión que no escampa. Si la selva húmeda huele a frutas, el bosque de niebla huele a humus, esa capa superficial del suelo que aquí, bajo el tapete mullido, es oscuro y nutrido, sembrado de insectos, larvas y lombrices. Semejante riqueza también es su pobreza. Millones de hectáreas fueron taladas desde la colonia para aserrar sus maderas y luego convertirlas en zonas de cultivo y pastoreo. Entre tantos árboles el más célebre es el más escaso: la quina, que también está plantado en el escudo oficial del Perú, al lado de una vicuña y encima de una cornucopia rebozada de monedas de oro. En el Callejón de Huaylas, en la carretera que conduce al Parque Nacional Huascarán, los turistas se detienen para fotografiar un árbol de la quina que sobrevive fuera de las áreas protegidas. Los botánicos lo consideran una joya por sus cualidades astringentes, antisépticas, febrífugas, cicatrizantes y tónicas. Ya desde el siglo XVII se usaba la corteza de la quina para combatir el paludismo y aún hoy, pese al desarrollo de medicamentos sintéticos, se la sigue utilizando contra la malaria más resistente. Pero lo asombroso de los bosques de niebla no es solo su diversidad,
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Bosques del Perú
comparable con la Amazonía, sino también su eficacia para destilar las nubes y convertir aquello intangible en gotas, después en hilos, después en ríos. Cientos de arroyos corren laderas abajo, chorrean desde los acantilados, chocan unos con otros, multiplican su caudal, se anudan en los pasos más estrechos, bufan cristalinos. Apenas unos kilómetros después, las corrientes resultan habitadas por peces y crustáceos, el alimento de un ave también única, el pato torrentero, equilibrista que flota sobre los remolinos como un juguete de bañera. Es el único capaz de bucear en esos nudos de aguas que siguen su camino a toda prisa y que nutren los ríos amazónicos. En los bosques de niebla, por las gotas de agua que caen, la humedad suena como uno más de sus pájaros, todos fáciles de oír pero no siempre de ver: loros, silgas, jilgueros, palomas, lechuzas, chorlitos, chotacabras, búhos, golondrinas, halcones, cuculíes, reinitas, tangaras, colibríes de todos los colores, algunos endémicos de zonas específicas del bosque, imposibles de avistar en áreas cercanas, o incluso contiguas. El bosque de niebla también es un jardín de orquídeas, esas flores con pétalos que parecen de diseñador y que crecen adosadas a las ramas de los árboles y las rocas. Ninguna otra familia de plantas con flores posee tantas especies. Los textos especializados calculan que pueden ser sesenta mil, contando las cientos de variedades híbridas producidas por los horticultores y que pueden costar lo mismo que unos cubiertos de plata. Sin embargo, una de las especies de orquídeas más singulares crece por sí misma en los bosques de 124
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Bosques del Perú
niebla peruanos, la Sobralia altissima, que alcanza hasta catorce metros de longitud, la altura de un árbol. Su nombre en quechua es inkill, que significa lengua. Su flor es de un púrpura intenso, con las puntas de los pétalos de color blanco. Otras flores también crecen adosadas a los árboles y a las rocas: las bromelias, de hojas robustas y con el cáliz tan profundo que la humedad las llena de agua. Estas flores son las copas que bebe el rey del bosque de niebla: Ukumari, el oso de anteojos andino, el único que come tantas flores. Y aunque su reino se extiende desde los 800 hasta los 4.500 metros de altura, Ukumari parece sentirse en casa entre las nubes, sentado en la rama de un cedro mientras mastica bromelias y lo revolotean pájaros e insectos. Los vientos alisios cuentan un secreto: la humedad de este bosque viene desde las llanuras amazónicas, a miles de kilómetros de distancia, en un viaje que trae de vuelta los arroyos que antes se desataron laderas abajo. Aquí es posible lo imposible: la gota de agua en la flor de la quina puede ser la misma que un delfín rosado salpicó hasta la hoja de un árbol de guanábana, a orillas del río Amazonas. 126
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