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Sumario Actualidad Enttrevista a Helena Nieto Enttrevista a Olivvia Monterreyy Unaa tarde con Raquel R Rodreiin Editoriales españolas: e Nuuevas incorpo oraciones Especial Daaniel Glattaueer Series y Sagaas: Cazadoress de Sombrass Dioses del Olimpo O Espacio JR Romances reales Una mirada al pasado Auttora ¿en el olvvido? La cápsula c del tieempo Ocio y Placeer Pasatiemposs Horóscoposs Y otros máss… úmero cola aboran En este nú Alfredo Góm mez Ana Sarria Ana M. Ben nítez Aravalle Palacios Carolina Iñeesta Eva Rubio Laura Lópezz Alfranca Loli Díaz M.J. Estepa Merche Dio olch Mónica Liceeras Noelia Amaarillo Rocío Muño oz Y, colaboraación especiial de: Jezzz Burning Marr Carrión Raqquel Rodrein Men nchu Garceráán
Edittorial Queridas lectoras: Os prese entamos el nuevo n númeero de nuesstra revista que esperamos sea de vuestro aggrado. Como sab bréis este bimestre es el bimestre de las flores y del com mienzo del veerano. En este número oss ofrecemo os con la inestimable colaboracción de sus ganadoras, un especial del Premio Terciopelo donde laas chicas q que han gaanado este concurso aportan reelatos que hemos calificados de especiale es, pues así so on ellas: esp peciales. Como sie empre hemo os trabajado o en las secciones que creemos seños de ideentidad de nuestra publiccación y las muy divertidas anecd dotas de Laurra que estam mos seguras os hará so oltar la carcaajada. MJ os haa preparado una entrevista tan pecculiar como nos tiene e acostumbraadas. Las chicas de JR noss llevan de vviaje nada más m y nada menos qu ue a Italia en n un especiaal que estam mos seguros os encand dilará. ¡Echa un vistazo aa su espacio!. No podían faltar la seección de la ccápsula ni loss dioses del Olimpo y y en la seccción de Crítticas un ade elanto muy jugoso de e la nueva no ovela de Noeelia Amarillo o. ¡No te los pierdas! Y, en estte bimestre,, nuestro ap poyo solidario a Lorca. Colabora con ellos y aporta tu u pequeño granito de arena. Deseamo os de todo co orazón que este nuevo número no esté a faltta de nada. Gracias una vez más p por vuestra cconfianza. ománTica’S Equipo de Ro
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ENTREVISTAMOS A… HELENA NIETO & CIA Me llamo Helena Nieto y nací en Gijón. Desde muy pequeña he sentido gran pasión por la lectura y la escritura. Siempre he tenido mucha imaginación. Recuerdo que de niña me inventaba historias con personajes y diálogos, que pocas veces pasaba al papel, pero que tenía en mi cabeza. Durante años he trabajado como profesora de guitarra, porque la música es otra de mis pasiones. Me gusta contar historias; historias de sentimientos y relaciones humanas, porque creo que el amor, la amistad y las emociones son los ejes que mueven el mundo. Soy una persona muy familiar aunque de vez en cuando necesito mi espacio y mis momentos de soledad. Pienso que si crees en los sueños, se pueden llegar a conseguir. Soy por naturaleza muy soñadora, idealista y como buena Piscis, adoro el agua. Me gusta pasear por la playa, con el ruido de las olas de fondo, sentir la brisa marina y respirar el olor del salitre. Aunque me gusta toda la música, prefiero escuchar baladas de amor o desamor. Estoy casada y tengo dos hijos, ellos son el motor de mi vida. Me encanta estar con las personas que quiero y aprecio. Su primera novela «Secretos de arena» fue publicada por la editorial Rachel.
El paseo marítimo era precioso. Nunca había estado en ese encantador lugar; las olas del mar chocaban contra el acantilado y salpicaba con su espuma las farolas y la balaustrada del paseo. La gente curiosa se acercaba para presenciar el rompeolas e incluso hacían fotos para sacar una buena imagen de aquel natural acontecimiento. Aunque soy del sur, siempre me ha encantado viajar al norte y deleitarme de su maravillosa naturaleza. Desde que llegué a Asturias, comencé a respirar una exquisita combinación de olores a salitre y a los bosques de coníferas de todo su entorno; la diosa de la naturaleza parecía dar la bienvenida a toda persona que pisara sus hermosas tierras. Había quedado con Helena Nieto en aquel estupendo lugar. Estaba deseando almorzar con ella y luego ir a una cafetería muy especial a conocer los protagonistas de “Un punto y aparte”. Como siempre, me encontraba nerviosa, no sé por qué debería, ya que a Helena la conozco desde hace tiempo, pero soy así, no puedo remediarlo. De repente, unos gritos me llamaron la atención y giré la cabeza:
Helena: Ariadnaaaaaaaaaa María Jesús: Ainsssss, ¡Hola! Helena gritaba mi nombre desde lejos. ¡La alegría del momento era mutua! Qué gusto me da verte. Qué ilusión me hace que estés aquí. Ya hace tiempo que no nos vemos, ¿cómo estás, cielo? Yo muy bien. ¿Y tú? ¿Llegaste anoche? Si, llegué anoche y me alojé en un hotel. Entonces, has podido descansar después de un viaje tan largo porque son un montón de horas desde Sevilla. Si, además me conecté inmediatamente al WIFI para ver a mis hijos y a mi marido por la Web Cam. Tenías que haber aceptado el quedarte en mi casa. Oh, no cielo, no me gusta incomodarte, por Dios. Pero no hablemos de mí. ¡Quiero que me cuentes, con pelos y señales, todo, absolutamente todo el éxito que estás obteniendo de Un punto y aparte!
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Sí, es verdad. Está teniendo mucho éxito. Estoy encantada. Cariño, te parecerá un sueño, ¿verdad? Sí. Si publicar la primera novela ya fue un sueño para mí, ni te cuento lo que es ver dos novelas en la librería. Bueno, tú lo vas a saber enseguida. Reconozco que leo poco de novela contemporánea, pero tengo que admitir que últimamente no puedo soltar de mis manos ninguna de ellas… y sobre todo la tuya me llegó a conquistar tanto ¡que la devoré en cuatro días! ¿Dónde está la clave para enganchar al lector? En mi opinión que sea amena y entretenida, lo primero. Luego depende del gusto de cada uno, claro. Pero para mí que sea realista y que te puedas identificar con los personajes es muy importante. El lector que busque fantasía por ejemplo, no pensará lo mismo. Depende mucho de lo que busques en las historias que lees. ¿Cuántos días, semanas o meses estuviste tejiendo la novela? La escribí en cuatro meses. Yo tengo una idea general cuando me pongo a escribir, luego lo que sale. Mis personajes siempre me acaban llevando por donde ellos quieren. Y en total, me llevo cuatro meses escribirla y corregirla. Helena y yo nos fuimos sin dejar de charlar hasta un restaurante muy cerca de allí. Era un cocedero de mariscos muy reconocido de la zona. El metre nos recomendó una mesa al lado de una cristalera donde podíamos ver el mar. No dudamos e hicimos caso de su recomendación. Qué vistas, por Dios… Sí, son preciosas. Además tú siendo del Sur, notarás muy diferente el paisaje de lo que estás acostumbrada, me imagino. Tengo que reconocer que este lugar me recuerda a las poesías de Bécquer. Eso me recuerda cuando iba al Instituto y llevamos extractos de sus poesías en las portadas de las libretas. ¡Qué romántico! Me
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encantaba. Y luego si pensabas en el chico que te gustaba…. Mucho más (se ríe). Bueno, preciosa ¿qué me recomiendas de esta tierra? Como estamos en la costa. Todo lo que sea pescado y marisco estará delicioso. Si te gusta, claro. La merluza a la sidra por ejemplo, está de muerte. Lo más típico sería una fabada, pero es muy fuerte. Lo que sí tienes que probar es el postre de arroz con leche, como se hace aquí en Asturias. Es buenísimo. Ah… y no puedes irte sin tomar un poco de sidra. Helena, cuando escribes la sinopsis de tus novelas, ¿la haces una vez que la has acabado o al principio de ella? Al final. Cuando acabo. Porque como los personajes me llevan por donde quieren. Hasta que no pongo la palabra Fin, no hago la sinopsis. ¿Hay amor después del amor? Jejejeje. Sí, creo que puede haber amor después del amor, por supuesto. ¿Cómo catalogarías Un punto y aparte, sentimental o romántica? Digamos que una mezcla de ambas. No es del todo romántica, ni del todo sentimental. Lo que he leído sentimental hasta ahora, no suele tener escenas de sexo, o son muy light, por eso no me acaba de encajar en sentimental. Y al ser una novela muy realista, tampoco encaja en la típica romántica. Es un poco complicado esto de las calificaciones. En un momento de la novela me hiciste llorar como una niña pequeña, cielo. Tocas los sentimientos maternales con un tacto increíble y eso de es admirar. ¿Te fue difícil describirlos? No. Resultará pedante que lo diga, pero no me cuesta nada escribir ninguna escena. Simple‐ mente me meto en el papel del personaje. Yo podía sentir lo que Paula sufría o se preocupaba con sus hijos. Me metía en su papel. Siempre hago eso. Es como si yo misma interpretara el papel del personaje. Me pongo en su piel. Por otro lado, soy una persona muy sensible, y soy madre. Eso ayudó también para este tipo de escenas.
Almorzamos estupendamente y nos fuimos a dar un paseo para bajar un poco la gran ingesta de alimentos que habíamos tomando… pero es que ¡era para pegarse el lote! puesto que todo estaba exquisito. Después de media hora, nos dirigimos al aparcamiento que había muy cerca del paseo marítimo a recoger el coche de Helena. Conducimos hasta el café donde nos esperaba Sergio y Paula, los protagonistas de la historia. La cafetería estaba junto a un local de arte donde los artistas de toda la ciudad exponían sus trabajos. ¿Estarán esperándonos? Sí, claro. Ya saben que vienes a entrevistarlos. Al principio no se podían creer que su historia te interesara. Son muy agradables. Te gustarán. Además de guapísimos, sobre todo Sergio. Tiene unos ojos…. Hummm…ya verás. Vas a alucinar… Helena tenía muchas ganas de volverse a encontrar con Paula y Sergio. Me contó que hacía más de ocho meses que no se habían visto para hablar acerca de su historia. Y estaba muy emocionada de volver a encontrarse con esa pareja tan especial. Entramos en un café muy antiguo y quedé sorprendida. Parece que nos trasladamos a finales del siglo XIX. El estilo del café conserva el aire Modernista de la época en que se creó. Las mesas son de mármol, y tiene grandes divanes. Y cuánta gente… es enorme. Que preciosidad de café. Sí. Es de 1899. Es un lugar muy concurrido como puedes ver. Se está muy bien. Aquí se reunían los grandes intelectuales de la ciudad y hacían sus tertulias. Es un lugar mágico. Muy propio para escritores. Me encanta. A mí también. ¡Ah… mira, ahí están! Y en ese instante… Paula: Hola, chicas. Sergio: ¿Qué tal, Helena?
Muy bien, Sergio. Os presento a Ariadna. Una chica de Sevilla encantadora y como veis muy guapa. También es escritora. ¡Hola! Encantada de conoceros. Pero, ¡qué guapa eres Paula! Tal y como Helena te describe en la historia… (El bombón de Sergio no se escapaba del piropo. ¡Pero eso no iba a soltarlo!) Creo que la escritora ha exagerado un poco. Me ve con muy buenos ojos. No exageré nada. Además eras mi personaje. Me tomé ciertas libertades…pero no, es verdad que no exageré nada. Claro que no. Incluso te quedaste corta. Me vais a sacar los colores entre todos. ¡Qué vergüenza! La pareja nos guió hacia una mesa que habían reservado para nosotros. La mejor mesa, al lado de la ventana. Donde tomasteis el primer café juntos. Cuando coincidisteis en la Galería de pintura ¿A qué sí? Bueno, no tengo palabras, chicos. Sois encantadores… Gracias. Y sí, Helena, fue aquí donde tomamos el primer café. En esta mesa. ¿Te acuerdas, Paula? Claro que me acuerdo. Hablamos poco aquella vez. Y yo pensé, qué tímido es este chico. ¡Quién me iba a decir entonces que terminaríamos juntos! (le mira de reojo y Sergio sonríe) Tenía ganas de conoceros, y desde luego Helena me ha hablado mucho de vosotros. No sé por dónde comenzar la pequeña entrevista, si por Sergio o Paula… Las damas primero. Además yo soy más tímido, ya lo sabes… y a ella le encanta hablar. Cómo quieras, Sergio. Si crees mejor que por tu preciosa mujer, así será. Siempre me dejas a mí lo más difícil, Sergio. Podías empezar tú, y luego yo te sigo… No, cariño. Empieza tú que se te da mejor que a mí. Paula, vuestra historia de amor ha sido preciosa, emotiva, apasionada, y sobre todo muy madura. ¿Qué ingredientes has usado para llegar a fortalecer vuestros lazos con tanto éxito?
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Ufff.. Qué difícil. ¿Ingredientes? Bueno…un poquito de canela que dicen que es afrodisiaca, hierbas exóticas… nooooooooooo, es broma. Hablando en serio. No sé. Los dos pusimos mucho en esta relación desde el principio. No era nada fácil. Los dos lo sabíamos. Él aportó su encanto, su infinita paciencia, su ternura… no sé, tanto. Y yo el resto… creo que nos complemen‐ tamos. Reconozco que él me aguantó mucho, soportó a mis hijos, y me soportó a mí (se ríe) Sergio contempla a Paula con ojos de corderito degollado. Esta pregunta es para la pareja. ¿Puedo declarar que lo vuestro ha sido un cortejo como los de antaño pero en nuestra época? ¿De antaño? Noooo… ¿por qué dices de antaño? Hombre, se refiere a que no fue como otras parejas que se conocen y zas….se van a la cama al minuto, en la siguiente escena como en las películas. Tú tuviste que conquistarme primero…(se ríe) Además que yo recuerde, la que se lanzó fuiste tú, Paula. Le llamaste enseguida cuando viste la oportunidad de poder a estar solas con él, jejeje…te presentaste en su apartamento. (Nos reímos todos) Sí, es verdad. Ni me reconocía a mi misma… lanzándome de esa manera… (vuelve a reírse) Hablamos de sentimientos familiares y quebraderos de cabeza. ¿Resulta difícil compaginar el amor, con un hombre que no es el padre de tus hijos, y con tu familia, Paula? Ahora ya no tanto. Pero al principio sí que nos costó. Más que nada por los niños. El resto de la familia lo aceptó desde el primer momento. Mi madre lo adora. Más que a mí… (y continúa riéndose) Es que me hago querer y la mimo mucho. No como tú…(bromea) Paula, ¿qué se te pasó por la cabeza cuando Sergio te dijo que necesitaba aclararse los pensamientos? Recuerdo que cuando lo leí, se me cayó lo que tenía en las manos…
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Me pasó de todo. No sé. Me dejó sin palabras. De hecho creo que no le dije nada. Estaba desolada. No me lo podía creer. Fue horrible. No me quiero ni acordar. Sergio le coge la mano y le da un beso en el dorso y luego… ella lo mira y queda sorprendida de lo que él acaba de hacer. Sus labios han sellado el amor que se tienen delante de la autora y la entrevistadora. Ya no existen parejas así, ¿verdad Helena? ¿O tienes un as en la manga para la próxima novela? Humm…. Solo puedo decir que la próxima novela es muy diferente de lo que he escrito hasta ahora. No puedo decir más. Es top‐secret, pero sí, si hay amor. Me encanta escribir sobre el amor, ya lo sabéis. Todos nos reímos ante el comentario. Sergio, en el momento que viste a Paula, por primera vez, sentada en la oficina, rodeada de papeles e inmersa en su trabajo… ¿Qué fue lo que tu cabeza pensó? ¡Y dime la verdad! (no pude evitar reír) (riéndo) Pensé, ¿qué hace esta bella mujer ahí sentada entre papeles pudiendo estar en mis brazos? Bueno, en serio, me pareció preciosa su sonrisa. Creo que me enamoré en ese momen‐ to, y ella también aunque no lo reconozca nunca. ¡Qué mentiroso! Y que cursi, Sergio. Por Dios… estás quedando fatal. Y, no, no me enamoré de ti entonces. Pensé que estaba como un queso, como dijo Sandra días después… eso sí. Aunque bueno a mí no me gusta el queso… El amor que le tienes a Paula… ¿Ha sido sellado eternamente en tu corazón, Sergio? (Me gusta desafiar a los protagonistas, no tengo remedio…) (Carraspea antes de hablar) Ella ya sabe que no habrá nadie más en mi corazón. Este amor es para siempre. Me moriría sin ella. Paula se ha quedado asombrada por lo que acaba de decir él.
¿Realmente creíste, Sergio, que Paula lo intentaría de nuevo con su ex marido? El ex entonces era un plasta, siempre estaba metiéndose en medio. Yo sabía que quería volver con ella… y luego cuando los vi aquel día… se me cayó el mundo encima. En ese momento sí lo creí, la verdad. ¿Qué piensan tus hijos de vuestra unión, Paula? Ahora están encantados. Y mira que nos lo hicieron pasar mal…pero al final mereció la pena. También han madurado. Entonces estaban en esas edades tan difíciles, con mucha rebeldía encima. Ahora están más tranquilos. Quiero darle la enhorabuena a Helena por haber plasmado vuestra historia en papel y deciros que un amor como el vuestro es el ejemplo a seguir de muchas parejas. Y con esta pregunta quiero cerrar esta pequeña entrevista. ¿Tendremos boda de alguno de los chicos de la familia?
Espero que no. No me asustes. Si la hacen abuela tan pronto, le da algo. ¿Verdad, Sergio? Sergio se desparrama de risa Pues sí… Me ha encantado conoceros a los dos (me dirijo a la pareja), sois unos encantos. Y a ti, Helena, espero que volvamos a vernos este año y puedas contarme otra maravillosa historia como la de Sergio y Paula. Yo también lo espero. Ha sido un placer conocerte, Ariadna. Y gracias, Helena. Lo mismo digo. Ha sido un placer. Entrevista realizada por: M. J. Estepa www.ariadnamccallen.blogspot.com
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CAROLINA I.Q. ENTREVISTA A… OLIVIA MONTERREY Hoy tenemos el placer de tener con nosotros a una artista polifacética, escritora e ilustradora, recién publicada por ediciones Babylon: Olivia Monterrey quien ha entrado con muy buen pie, con todo su frescor y creatividad, en el elenco de los escritores publicados gracias a una maravillosa obra romántica adulta: Invierno. Una obra que simula ser, al principio, un fantástico y dramático romance histórico, pero en el que muy pronto empiezan las sorpresas. Olivia, nació en Fuentealbilla (Albacete), comenzó a leer desde bien pequeña y a interesarse por la escritura en plena adolescencia, pero no fue hasta bien entrada la veintena cuando decidió tomárselo en serio y proponerse poder publicar algún día. Compagina sus estudios de Filología Hispánica con la escritura y la ilustración. Ha realizado portadas para varias novelas y actualmente prepara la segunda parte de Invierno, entre otros proyectos de ilustración y cómic. Pero dejemos que ella misma nos la descubra: Carolina: Bienvenida, Olivia, en primer lugar al mundo literario y, por supuesto, a nuestro pequeño y acogedor espacio romántico. Háblanos para empezar de ti: ¿de dónde eres? ¿Alguna afición que declarar con la que podamos estar más cerca de conocerte? Olivia: Muchas gracias, Carolina, y también al equipo de Romántica’s por esta entrevista. Es un placer estar aquí con vosotros. Pues soy manchega, nacida en Fuentealbilla (Albacete), pero he vivido toda mi vida en un pueblo de Alicante, así que me siento de ambos lugares. Mis aficiones son, sobre todo, ir al cine, también leer, escuchar música de casi todo tipo, salir con mis amigos, dibujar, dar largos paseos… Lo normal ☺ Ahora que sabemos algo de ti, cuéntanos: ¿Cómo nace la idea de escribir la fascinante historia que encierra Invierno? Siempre me gustó escribir y la idea de entretenerme a mí y a mis amigos fue la excusa perfecta para empezar. Al principio fue eso, mera diversión, pero luego los personajes fueron adquiriendo su propia personalidad y ellos mismos escribieron su propia historia. Al ser novata en la escritura y al tener poca experiencia a la hora de crear semejantes entresijos, me dejé
Foto cedida por la autora
©Diana Buhigas Tonrné
llevar por los personajes, por las consecuencias de sus actos y por sus propios sentimientos. Podría decirse que Invierno se ha escrito sola. Yo tenía un plan para ellos, pero decidieron tomar las riendas. Siempre agradeceré a la escritora Sue‐Ellen Welfonder que se cruzara en mi camino, porque fue una novela suya la que terminó de animarme. Fue como una guía para mí en ese momento. Creo que es bueno tener a alguien en quién fijarse, aunque luego tus pasos se dirijan hacia otros derroteros. Además de la obra de Sue‐Ellen Welfonder, ¿qué obras o autores te sirven de inspiración? ¿Qué libros son tus preferidos de toda la vida? Oscar Wilde es uno de los grandes, también Katherine Neville y Arlette Geneve (me fascina su forma de narrar). Ovidio y su Metamorfosis es una fuente increíble de inspiración, incluso Shakespeare se fijó en él. También me inspira la mitología, sobre todo la celta y la nórdica, sus leyendas y sus mitos; algunos cómics y también cuentos populares, como La Cenicienta y La Bella y la Bestia. Incluso he llegado a encontrar la inspiración en la letra de una canción. Cualquier cosa, por pequeña que sea, te puede evocar mil y una historias.
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Mis libros preferidos son El Ocho, La Celestina, Juegos de Seducción (que se ha convertido en mi libro favorito), La historia interminable… y cuentos populares, sobre todo. Hemos descubierto también tu faceta y tu trabajo como estupenda ilustradora. ¿Qué obras publicadas has ilustrado? ¿Sigues trabajando también en esta faceta? Ilustré un librito infantil para un colegio y también la portada de una novela de Nimphie Knox. Y, bueno, también las ilustraciones interiores de mi propia novela y la portada de Sé tú misma, de Moruena Estríngana. Tengo, además, algunas cosas pendientes con un par de escritores. Mi estilo es muy de cómic, que es, de hecho, una de las cosas a las que quiero dedicarme. El dibujo, ahora mismo, lo tengo como un hobby, algo a lo que dedicarle un par de horas al día siempre que puedo, para des‐ estresarme de la vida diaria y retomar fuerzas para seguir con mis obligaciones. El dibujo lo tengo en un segundo plano, ahora estoy centrada en la escritura. ¿Cuánto tiempo tardaste en escribir Invierno? ¿Qué fue lo más costoso o interesante de todo el proceso de creación? En escribir la historia tardé unos siete meses, pero antes hubo un duro y largo proceso de elaboración y de lluvia de ideas. Lo más costoso fue hacer que todo pareciese natural, que los hechos resultaran creíbles y que los personajes tuviesen reacciones acordes a su personalidad y a sus experiencias. Lo más interesante fue darme cuenta de que para ser escritor no hay que ser «escritor», sino un personaje más. Meterte dentro de ese mundo como si no existiera nada más. Gracias a estos personajes he experimentado cosas que jamás creí que podría sentir. Poder «ser» ellos es una de las cosas más maravillosas que he vivido. Una vez terminada y registrada tu ópera prima, ¿Cuánto tiempo tuviste que esperar por el
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ansiado «Sí» de una editorial? Creo que tu caso fue bastante rápido, algo inusual. Sí, fue bastante rápido. Yo misma me sorprendí. Desde que registré la novela hasta que me dijeron que «Sí», pasó apenas un mes. Y fueron dos editoriales las que se pusieron en contacto conmigo casi a la vez, solo con un par de días de diferencia. Tuve que elegir una y me decanté, finalmente, por Babylon. Por favor, Olivia, cuéntanos: ¿Cuál fue tu reacción al ver ese «SÍ» de Babylon? Primero no me lo creía, me llevé las manos a la boca y leí el mail como cinco veces. Cuando fui consciente de que querían publicarme, di un salto y corrí por toda la casa gritándoles a mis padres que me publicaban. Me puse nerviosísima, pero a la vez contentísima. Es algo difícil de explicar, pero es una sensación que no cambio por nada. ¿Cuál ha sido para ti, Olivia, la alegría o sorpresa más grande que has recibido después de la publicación? ¿Qué te ha aportado? ¡Cuéntanos lo mejor que has vivido gracias a ella! Llevo muy poco tiempo en el mundo editorial, pero sí puedo decir que lo mejor que he vivido, sin duda, es que he conocido a gente maravillosa. He hecho nuevas amistades y estoy aprendiendo mucho de sus experiencias. Me está aportando muchas cosas buenas, sobre todo en el terreno personal. Además, es increíble la sensación que te recorre cuando ves un mail en tu bandeja de entrada y resulta ser de un lector al que le encanta tu trabajo. Es muy gratificante saber que lo que haces gusta, al menos a la mayoría. ¿Cómo ves desde dentro el mundo literario? ¿Qué opinas del auge del género romántico en los últimos tiempos? La verdad, como llevo tan poquito tiempo, no sé cómo lo veo. Con mi poca experiencia solo puedo decir que, de momento, me encanta. La gente se está portando muy bien conmigo y yo procuro corresponderles con el mismo buen trato. Creo que es importante tenderse la mano.
Con respecto al auge del género romántico, me alegro enormemente de que grandes historias de amor, que en otro tiempo pudieran verse eclipsadas por otros géneros de moda, vean la luz al fin y nos den la oportunidad de conocerlas. No soy una gran fan de las novelas románticas, pero estoy descubriendo algunas que me están dejando un muy buen sabor de boca. Quizá sea el hecho de que se publiquen más lo que haya hecho que conozca mejor el género y que esté descubriendo auténticas joyas. Descríbenos brevemente a tu variadísimo elenco de personajes. Bueno, esto es complicado, (se ríe). Describiré a los principales, porque podría alargarme demasiado.
Kira es una chica con un don especial, tiene un carácter fuerte y es luchadora por naturaleza. A veces siente miedo, también se equivoca, y, en ocasiones, se deja llevar por la tristeza; pero siempre consigue salir adelante.
muchacho muy ambiguo y siempre está en constante lucha interna.
Erius es un chico muy eficiente, un gran guerrero y también con más de un secreto. Cree que ya tiene su sitio en el mundo, pero este dará un vuelco cuando descubra que no es así. Elisabeth es malvada, pero tiene su corazón‐ cito. Se enamora de un imposible y su frustración por no ser correspondida, y también su ambición por el lujo y el dinero, la enloquecen hasta el punto de atentar contra los demás para conseguir lo que desea. Creo que con esto hay suficiente ¡Es que son tantos! Antes de acabar, un par de preguntas curiosas que tengo por costumbre hacer a todos los escritores entrevistados. Ahí van: 1. ¿Cuál es el lugar más extraño en el que te has puesto a leer un libro? En una tienda de campaña improvisada con sábanas, construida en la terraza de una piscina. Yo era muy pequeña y me metía allí siempre para leer mis cuentos y también para pintar libros de colorear. En verano leo en el balcón o encima del pozo que hay en esa misma terraza, pero mi sitio preferido siempre será la cama.
Vartan es un hombre problemático y desconfiado. Es frío y carismático y tiene un carácter cruel. Pero esconde mucho más de lo que muestra. Dorian es perfecto. Amable, gentil, bueno; pero también serio y estricto. Es el marido que toda mujer querría tener, aunque también esconde algo que no quiere que nadie descubra. Shawn es un chico sensible, el cual viste una coraza de irritabilidad, que es la misma que le impide acercarse a la persona que ama. Es un
2. ¿Con qué escritor/a, vivo o ya fallecido, de cualquier época y país te gustaría compartir una cena y dónde sería este pequeño manjar? (Deja que tu imaginación ponga la mesa de esa cena y traiga a los invitados) Ya que debo decir un escritor, me contendré las ganas de mentar a Leonardo Da Vinci ;P Me encantaría compartir cena con William Shakespeare en el Londres del siglo XIX, en el salón de una lujosa casa decorada con el gusto de la época, y así poder hablar de sus experiencias y de las circunstancias en las que se encontraba cuando escribió sus obras. Los invitados serían Mary Shelley, Lord Byron, Fernando de Rojas, Miguel de Cervantes, Ovidio, Homero, Catulo y el gran Quevedo. Los autores no concuerdan con la época, ¡pero ahí está la gracia!
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Por último, dinos dónde podemos encontrarte y seguirte; y regálanos, si eres tan amable, un mensaje a los lectores de la revista Romántica’s. Podéis seguirme en mi blog http://www.oliviamonterrey.blogspot.com/ y también en mi Facebook; solo tenéis que poner mi nombre en el buscador y ahí os sale. A todos los lectores de la revista RománTica’S, nunca dejéis de luchar por vuestros sueños. Por muchas zancadillas que encontréis, por muchos problemas e impedimentos que surjan, sed fuertes y saltad por encima de esos muros. No os rindáis antes de empezar porque, si lo hacéis, nunca sabréis si pudisteis haberlo logrado. Y, por último, muchas gracias al equipo de RománTica’S por esta estupenda entrevista y por todo el apoyo mostrado. Ha sido un placer. ¡Nos leemos! Sobra decir que ha sido un auténtico placer. A todos los lectores decirles que Invierno se adquiere vía Internet, muy fácilmente y a un precio muy asequible en la siguiente dirección: http://tienda.edicionesbabylon.es/36‐ invierno.html Olivia, te deseamos lo mejor en esta andadura desde todo el equipo de RománTica’S y te felicitamos por tu obra. Toda la suerte del mundo con todos los proyectos que emprendas. Te seguiremos a partir de ahora. Muchas gracias y ¡hasta pronto! Entrevista: Carolina Iñesta Quesada, autora de El guardián de los secretos.
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Una tarde con… Raquel Rodrein
Antes de nada; muchas gracias por dejarnos entrar en tu casa y curiosear entre tus cosas… Gracias a vosotras por compartir este ratito conmigo y sobre todo por esas palabras que suenan como música para mis oídos… «ávida lectora, viajera incansable y estupenda escritora». Lo último… me ha llegado.
©foto: Magnus Lundstedt
Raquel Rodrein, ávida lectora, viajera incansable y estupen‐ da escritora nos ha invitado a pasar la tarde con ella. Tomad vuestra tacita de café, echadle azúcar y, ¡disfrutad de la entrevista! Antecedentes: ¿qué sabíamos de Raquel Rodrein? Ella nació en Málaga en 1970 aunque pasó gran parte de su vida en Granada, ciudad a la que llevará siempre en su corazón y dónde comenzó sus estudios de Derecho. Fascinada por el mundo cinematográfico, le hubiese gustado estudiar Artes Escé‐ nicas para ponerse detrás de una cámara y escribir guiones que luego se plasmaran en la gran pantalla. Viajera por excelencia ha residido en el estado de Kansas (EE.UU.) y París; visitado lugares emblemáticos como Nueva York o Escocia y recientemente ha paseado por las calles de Irlanda. Es una firme defensora de que la realidad más simple puede superar a la más insólita de las ficciones. Prueba de ello es su primera novela «Tú escribes el final» ganadora del IV Premio Terciopelo de Novela Román‐ tica.
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¿Tienes un «rinconcito especial» para escribir… o cualquier sitio te vale? Sinceramente, la verdad es que no tengo un rincón especial aunque eso no significa que sueñe con retirarme una temporadita al año a una pequeña casita de la Toscana, por ponerte un ejemplo, para evadirme del mundanal ruido y centrarme en una de mis mayores pasiones. La mayor parte del tiempo escribo sentada o medio tumbada en el sofá de mi salón. Necesito silencio y tranquilidad, lo cual es difícil teniendo en cuenta mi ritmo frenético de vida. Quienes me conocen saben que llevo demasiadas cosas a la vez y a veces hasta me he visto obligada a desconectar los teléfonos, aunque sea durante un par de horas, para que no me interrumpan cuando estoy en pleno apogeo de inspiración. Cuando oía a los escritores decir que necesitaban apartarse y buscar la inspiración en un lugar remoto me parecía un esnobismo, pero ahora lo comprendo y comparto plenamente dicha afirmación. Una vez escuché decir a un escritor de renombre que tenía una rutina a la hora de ponerse a escribir. Supongo que eso podrá hacerlo todo aquel que viva de la escritura, pero en mi caso no es así, de modo que a veces puedo tirarme semanas sin teclear absolutamente nada porque la vorágine del día a día no me lo permite. La mente necesita estar despejada para crear algo y yo cuando no estoy al cien por cien ni siquiera lo intento. Así que como respuesta final os diré que me basta con lugar cómodo y sobre todo en calma. Cuando escribes… ¿Lo haces con un argumento cerrado o son los personajes los que deciden como va ser la historia? Generalmente tengo una idea más o menos preconcebida. Creo que es algo que le sucede a todo aquel que se plantea contar una historia. Sabes cómo comienza pero jamás cómo va a acabar. Es inevitable que surjan nuevas ideas, nuevos personajes, escenarios y situaciones que incluso me hacen cambiar muchas de las escenas que a lo mejor ya están escritas. Los personajes terminan apoderándose del hilo de la trama y aunque suene ilógico muchas veces adquieren mayor protagonismo del que tengo intención de darles. El regreso de Hugh ha sido un claro ejemplo de ello. ¿Qué despierta tu imaginación, qué es lo que te inspira? Me inspiran las cosas más sencillas y al mismo tiempo las más inusitadas. Creo que es necesario ese instante de desvarío que te lleva a escribir determinada escena. Me ha pasado en muchas ocasiones. Escribo varios capítulos, dejo pasar el tiempo, retomo la escritura donde la dejé y me preguntó a mi misma en qué demonios pensaba cuando escribía determinados párrafos. A veces me sorprende lo que he escrito.
Despierta mi imaginación y mi inspiración una persona, un lugar, una anécdota, la letra de un canción, una conversa‐ ción. La vida diaria está llena de historias y en la realidad buscamos inevitablemente ese elemento que sirve para desarrollar la trama. Cualquier cosa me sirve en el momento más inesperado. También los viajes y la gente que he ido conociendo a tra‐ vés de ellos han sido experien‐ cias totalmente enriquecedo‐ ras y que han aportado e incluso influenciado mucho mi forma de pensar y de ser. Esa influencia ha quedado plas‐ mada en muchos de mis per‐ sonajes. ¿Ha cambiado en algo tu día a día ganar el IV Certamen Terciopelo? Pues ha cambiado bastante en el sentido de que si antes de si antes estaba atareada, ahora lo estoy doblemente, pero di‐ cen que sarna con gusto no pi‐ ca, de modo que aunque todo esto me ha agotado por el desgaste emocional y físico que ha conllevado, las satis‐ facción de ver valorado tu trabajo, un trabajo que jamás pensé en mostrar a nadie es algo que no tiene precio. Si algo tengo que agradecer al este certamen es la posibi‐ lidad que me ha dado de co‐ nocer a tantas escritoras espa‐ ñolas de las que desconocía su existencia. El premio Terciopelo y la publicación de Tú escribes el final han sido sin duda vitales para comenzar una lucha sin descanso por cumplir mi más preciado sueño. Aunque es imposible escribir a gusto de todos, me siento feliz por los
resultados conseguidos y aún por conseguir porque esto no ha hecho más que empezar. Otro detalle que me ha cambiado el día a día han sido las innumerables muestras de apoyo y de cariño. Recibir e‐ mails o llamadas de personas conocidas que han experi‐ mentado tantas emociones con mi historia es siempre gratificante, pero si encima lo hacen desconocidos que inclu‐ so han leído mi libro más allá de mis fronteras, eso sí que es algo que nunca pensé que me iba a suceder. Para poneros un ejemplo, ha‐ ce poco más de dos meses re‐ cibí un extenso e‐mail que ahora soy incapaz de resumir por el contenido emocional que llevaba, de un joven actor de teatro que se había leído dos veces Tú escribes el final y que trataba de abrirse camino en el difícil mundo de la interpretación. Se había sen‐ tido completamente identifi‐ cado con el personaje de Liam y me daba las gracias una y otra vez por haberle regalado esperanzas. Os podéis imagi‐ nar hasta donde llegaban mis lágrimas. He leído en tu web que estás trabajando en la adaptación cinematográfica de Tú escribes el final ¿Es muy difícil adaptar una novela al cine? ¿Hay alguna fecha prevista, algún actor/actriz en quien hayas pensado? ¿Nos puedes contar algo? La verdad es que la Web la tengo muy abandonada. Ten‐ go que preparar un montón de cosas nuevas, textos, foto‐ grafías, artículos, reseñas. Le tengo que pasar todo a mi genial amigo Magnus Lunds‐
tedt que se ha ofrecido a crearla, pero si no le doy ma‐ terial no hay nada que hacer. Soy un desastre. Espero po‐ nerla al día en breve. La adaptación cinematográfica de Tú escribes el final ya la finalicé a finales del 2010. Después de registrada tam‐ bién ha sido traducida al inglés gracias a una joven tra‐ ductora residente en Londres que se enamoró de la historia y se ofreció participar en este reto que me había impuesto. He disfrutado mucho en el proceso de adaptación, tra‐ ducción y revisión del guión. Desde de aquí agradezco de corazón a mi amiga Evy Jessica Rune por su fantástico traba‐ jo. La traducción a la lengua inglesa era algo necesario da‐ do que si algo tengo claro es el hecho de que el personaje de Liam Wallace tiene que ser un actor escocés y desafortu‐ nadamente dicho actor no se distingue precisamente por su tendencia a ser políglota. De modo que espero que tarde o temprano su agente y socio le filtre el guión. Solo puedo contar que dicho guión está en manos de una productora española, una francesa con sede en Londres y varias productoras anglosa‐ jonas, una de ellas con sede en Los Ángeles. Es un proceso muy lento y ya me gustaría poder tener una fecha pre‐ vista. Si algún día esto se cum‐ ple pienso gritarlo a los cuatro vientos. No os quepa duda, pero por el momento no es más que un proyecto que está en el aire. Si mi libro estuviese traducido al inglés, creo que las cosas serían mucho más fáciles. Una española tratando
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©Magnus Lundstedt de vender un guión en el mundo anglosajón es tarea casi imposible, pero por lo menos ya lo han leído en el lugar en el que tenía que ser leído. Lo demás lo dejo en manos del destino. Por supuesto que es complicado adaptar una nove‐ la al cine. Se pierde mucha esencia de la historia porque no existe narración y no es tarea fácil transmitir los sentí‐ mientos de los personajes a través de los diálogos. He te‐ nido que reducir mucho, qui‐ tar muchas escenas y escribir otras nuevas. El resultado ha sido muy bueno y espero que a la larga termine dando sus frutos. A principios de año una productora de la ciudad natal del actor ha sido la primera en mostrarse intrigada por la historia, habiendo pasado el guión por todos los filtros pertinentes. Han tenido lugar una serie de incongruentes declaraciones y acciones por parte de esta productora y lo he puesto en conocimiento de la editorial en caso de que
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quieran copiar la idea sin pasar por los cauces legales pertinentes. No puedo decir nada más. Lo que sí me ha quedado claro después de este incidente es que Tú escribes el final puede llegar a la gran pantalla. Si alguien quie‐ re copiarme eso significa que la idea es original. Así que voy a luchar hasta el final. ¿Cuáles son tus proyectos actuales, tienes pensado algún nuevo libro con el que volver a deleitarnos? Ahora mismo estoy a la espera de lo que me diga la editorial en relación a El regreso de Hugh. Lo dejé entregado justo antes de las vacaciones de Semana Santa, de modo que todavía es pronto para tener noticias, pero parece que vamos por muy buen camino. Estoy muy contenta. Eso es lo único que puedo contaros en este momento porque no sé nada más. Cuéntame… ¿Quién es Raquel Rodrein, hacia donde se
dirige, cuáles son sus metas? Pues soy una trabajadora y luchadora nata, como la mayor parte de las mujeres de este planeta, que ha tardado años en creer un poco en sí misma pero como se suele decir «más vale tarde que nunca». Sigo trabajando y que no falte… porque de la literatura en nuestro país comen muy pocos, los de siempre. No voy a negar que me gustaría algún día dedicarme a escribir en exclusiva pero tengo que ser realista. Mis metas: seguir como hasta ahora. Ser feliz, hacer feliz a quienes están a mi lado, seguir rodeada de mi familia, mis amigos que son un tesoro y por supuesto continuar la preciosa tarea de contar historias y captar lectores y lectoras de todo el mundo. Creo que más no se puede pedir. Un fuerte abrazo y gracias por compartir este ratito conmigo.
Entrevista: Noelia Amarillo
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ÉRIDE EDICIONES
Una nueva editorial abre sus puertas a las autoras españolas. Se trata de Éride Ediciones, formada por un grupo de profesionales del diseño y de la edición con más de 12 años de experiencia en ambos campos que garantizan que el proceso de edición de cada libro se lleve a cabo con la mayor rigurosidad. En Éride Ediciones tienen cabida todos los géneros, desde la narrativa más clásica hasta la poesía más vanguardista, así como libros técnicos, científicos y humanísticos. Y desde ahora también la narrativa romántica española. Éride Ediciones ofrece a las autoras editar su libro con un servicio exclusivo de edición, coedición, o autoedición, en función de la valoración realizada por su Departamento de Lectura. Además facilitan la distribución de las obras en librerías y centros comerciales, así como su presentación en formato electrónico y su inclusión en librerías virtuales. Un servicio completo para que el sueño de cualquier escritor sea por fin una realidad. Desde el mes de mayo ya podemos disfrutar de dos novedades de autoras españolas de la mano de Éride. Las primeras en abrir el campo en esta editorial han sido Noelia Amarillo, con Ardiente Verano, y Megan Maxwell, con Te esperaré toda mi vida. Desde RománTica’S le deseamos la mayor de las suertes en su nueva andadura a Éride Ediciones y sus autoras..
María, una mujer de poco más de treinta años, con un hijo adolescente y una vida cómoda en Madrid, se ve «obligada» a pasar las vacaciones de verano en el pueblo de su exmarido. Y no es que le haga mucha gracia… Un día, perdida en la sierra, encuentra una rústica cabaña de madera en un claro del bosque. Junto a ella hay un pequeño cercado con dos caballos; incapaz de resistir la curiosidad, se acerca para recrearse en sus movimientos sin saber que ella misma está siendo observada. A partir de ese momento todo su mundo dará un giro radical. Todo en lo que cree cambiará a manos de un desconocido que no permite que le vea la cara mientras le ordena, susurrante, que haga lo que jamás se atrevió a hacer. ¿Lo hará? ¿Se dejará llevar por las palabras encendidas, las caricias ocultas y la pasión prohibida de un hombre al que ni siquiera puede ver el rostro?
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¿Qué ocurriría si una mujer de siglo XXI, como tú, viajara en el tiempo al siglo XVII? Averígualo sumergiéndote en las páginas de esta novela de la mano de Montse y sus dos amigas, Julia y Juana; unas españolas afincadas en Londres. Una rifa, un premio, un viaje, una ciudad: Edimburgo. Tierra de leyendas y escoceses. Allí, en aquel momento, en aquel lugar, ocurrirá algo que cambiará para siempre la vida de la protagonista y sus amigas. ¿Quieres saber qué pasa? ¿Te apetece sonreír y divertirte? ¿Deseas enamorarte? Entonces, no tienes más remedio que abrir el libro y ponerte cómoda. ¡Disfrútalo!
EDITORIAL DARKISS
La editorial Harlequin Ibérica nos presenta su nuevo sello Darkiss. Una colección JUVENIL con libros llenos de emoción, misterio, romance que transportarán al lector a mundos fantásticos y paranormales. En DARKISS el lector podrá encontrar atractivas historias con apasionantes protagonistas en busca de su destino. Este nuevo proyecto iniciará su andadura en el mes de mayo con dos jugosas novedades que harán las delicias de los amantes de la novela paranormal.
Entrelazados, cuyos títulos en inglés son Brighid’s Quest y Unraveled, respectivamente. Para que vayáis saciando vuestra sed os dejamos la sinopsis y la portada de las dos primeras novedades:
Ambos lanzamientos se podrán a la venta en formato papel por 15,90 euros y también en formato digital EPUB, para los que prefiráis los libros electrónicos. El primero, Profecía de sangre, es el primer libro de la serie de Partholon que P.C. Cast publicó en el año 2004 con el título original de Elphame’s Choice. La segunda es Entrelazados, de Gena Showalter, novela que inicia la serie que lleva el mismo nombre y cuya segunda parte veremos a lo largo del año. Cuatro títulos más se prevén en este 2011 para esta colección: My soul to take, de Rachel Vincent, y Poison Study, de Maria V. Sydner, que probablemente verán la luz en el mes de septiembre. Y aproximadamente para noviembre, suponemos que de cara a las navidades, Darkiss editará como ya hemos comentado el segundo libro de las sagas Partholon y
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U UN DICIE EMBRE D DE PERRO OS Dan niel Glatttauer, ge ermano een Hispania Daniel Glatttauer es un eescritor y periodistaa austriaco nacido en Viena en n 1960. Ha ttrabaja‐ do para meedios como eel diario Der Standard, dondee tiene una column na de opinió ón, y ha publicado varios v libross entre los que se encuentra la obra de 2004 Der D Weihnachhtshund, posteriormeente adaptada al cine. En 200 06 logró el G German Bok Prize po or su libro Contra C el viento del norte n , obra que q ha supuesto su u salto al mercado m internacional y que ha h sido traducida a más de d 25 idiomas. Una de las épocass más controvertid das del año o es la Navidad, si no que se lo pre‐ os protagonistas de gunten a lo esta historiaa. Max es un n perio‐ dista cansaado del frío vienés que ve en eesa época del año el momento ideal para darse una vuelteccita por Las Maldi‐ vas y sentirr el calorcito o de la isla, la areena fina y el e agua cristalina. Katrin es una joven qu ue va a cumplir 30 0 años jussto en Nochebuena. Está harta de celebrarlo siempre s de la mis‐ ma forma yy de que sus padres sean tan prrotectores co on ella, tienen máás ganas que q la propia interresada en accoger a un yerno. El tercero en e dis‐ cordia de este panoraama es a vago o y de un braco alemán pelo duro q que se convieerte sin quererlo en n el nexo dee unión entre estos dos serees algo desdichados que busccan su mundo. sitio en el m
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No imporrta que Katrin no ten‐ ga idea de d cómo cuidar a un perro, nu unca se ha te enido que preocupaar por ello porque p su progenito or los odia y jamás dejaría que uno de esta pusiera las paatas en su especie p casa, ¿o sí? Katrin no o sabe de bracos nii nada sobre razas pe‐ rrunas, dietas, d higien ne o algo relacionaado con tod do lo que entraña el e mundo caanino, pe‐ ro da igu ual. La cuestión es no celebrar la Nochebue ena como es tradiciional. Para e evitarlo se esmera m muchísimo in ntentando conseguir lo que anda buscan‐ do y un joven llam mado Max tiene el remedio parra que su objetivo llegue a buen puerto… Esta historia no es ni más ni menos que q la que ha h creado Daniel Glattauer, periodista y U obra escritor austriaco. Una h convertid do en un que se ha fenómeno literario al a que se suma su anterior gran n éxito en España, Contra C el viento del norte y la segu unda parte Cada siete olas, noovelas que lo han catapultaado a la fama mun‐ dial. La huella h de un beso es su último trabajo t llegaado hace poco a laas librerías de nuestro país. En eesta novela ssi hay algo que sobresalga con respecto a nterés que las anteriiores es el in despiertaan las vidas de los personajees secundarios gra‐ cias a que el escritorr se aden‐ tra en elllas un poco más de lo corrientee. Este hech ho contri‐ buye a que lo que no os cuenta sea más divertido y y entrete‐ nido. Ottra de sus caracte‐
rísticass es la falta de preten‐‐ siones de la historia, unaa lecturaa bienvenidaa para unaa tarde d de domingo de té, café yy sofá. Al fin yy al cabo Laa huella de unn beso naarra la existeencia de doss jóvenees solitarios que no han n enconttrado su lu ugar en ell mundo o que les rodea y cuyass vidas se cruzan gracias g a un n braco alemán vago, que see convieerte en el te estigo mudo o de loss pensamien ntos, las du‐‐ das y la evolución de la amis‐‐ tad en ntre Max y Katrin. Unaa lecturaa que te acerca también n al mun ndo animal, e en este caso o al can nino, todo lector quee comien nza este lib bro terminaa cogien ndo cariño al braco aun‐‐ que seea un perro p plomazo pe‐‐ rezoso o… Como no es unaa gran ideaa desvelar detalles relevantess del librro, aquí va una cuestión:: ¿Por q qué será que Max no o puede besar a Katrrin? ue sí podemo os adelantarr Aunqu a aqueellos que haan leído suss anterio ores historias o a loss que quieren empezar a leer‐‐ las, qu ue La huella de un beso o se enccuentra un poco p alejadaa de lo que fue su primer gran n éxito een España, esta e historiaa posee todo de lo q que carecían n las doss primeras: descripción,, encuen ntros, silenccio, cercaníaa física… … Y hasta ah hí se puedee leer. A Artículo: Mó ónica Licerass
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RománTica’S presenta
Asedio al corazón de
Pilar Cabero
Quienes la han leído, la han catalogado de romántica, apasionada y con una fuerza narrativa aún más presente que en los dos títulos anteriores. Para los que ya hemos leído novelas de Pilar creo que esos comentarios son cuando menos acertados. La autora nos hizo vibrar con su primera novela. Leer A través del tiempo fue como sumergirnos en una historia de capa y espadas de las de antes con un cierto toque de sobrenatural. El final fue de órdago y estamos seguros que como a nosotras, también a vosotras os dejó con ganas de saber más sobre la historia de esa particular familiar. Tuvimos que esperar algo más de un año para conocer las vicisitudes de Yago, el hijo de Diego y Marina, en Tiempo de Hechizos. Ahora Cabero nos sorprende con una historia más consolidada, más romántica que de aventuras y con un hilo narrativo más propio del género que nos ocupa: la novela romántica histórica de siempre. Dos personas marcadas por su pasado, dos seres para quienes la vida no ha sido fácil, dos protagonistas que sabrán llegarte al corazón hasta asediarlo para desembocar en un final difícil de olvidar.
Pilar Cabero nos ofrece una historia cargada de sentimientos donde el deber parecerá imponerse sobre el deseo de dos corazones avocados a estar juntos. Desde RománTica’S esperamos que el nuevo libro de esta joven autora ocupe un buen lugar en vuestra lista de la compra de este bimestre. Estamos seguras que no os decepcionará. Deseamos la mejor de las suertes a Armand y Camila, un hombre y una mujer separados por algo más que una guerra.
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Asedio al corazón Pilar Cabero Por fin, tras un largo asedio, y la inesperada ayuda del incendio del castillo de la Mota, el Mariscal Duque de Berwick había conseguido tomar la ciudad. El capitán francés Armand Boudreaux busca supervivientes en el campo de batalla sin saber que va a encontrar malherido a su propio hermano. Camila es hija del difunto médico, don Arturo de Gamboa, del que todos decían que tenía el Don cuando tocaba a los enfermos. Ella no, pero ayuda en lo que puede socorriendo tanto a españoles como a franceses, criada en la compasión a cualquier ser humano. Boudreaux sólo tiene dos prioridades en la vida: salvar a su hermano y preservar su corazón, destrozado por una esposa infiel. Camila tiene otras dos: proteger a un pequeño huérfano y dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo de sanadora y a sus pócimas; el amor no puede existir para una mujer estéril. Ninguno de los dos cuenta con que ni batallas, ni enemistad entre sus países, ni siquiera sus propios deseos, deberán luchar contra una pasión que les arrastrará.
El 18/05/2011 Libros del Atril convocó el Sexto Premio de Novela Romántica Terciopelo con el propósito de difundir y fomentar la literatura de ese género. De entre los manuscritos recibidos se premiará aquella obra que destaque por su originalidad y amenidad.
BASES
1. Las novelas, escritas en lengua española, deberán ser originales e inéditas. 2. Los originales deberán presentarse bajo seudónimo y con una extensión entre 150 y 350 folios, claramente mecanografiados a doble espacio y por una sola cara. 3. Acompañará a las obras presentadas una plica en cuyo interior figurará el nombre, dirección y teléfono de contacto del autor, así como una declaración firmada en la que se haga constar que la obra no tiene comprometidos los derechos de publicación con ninguna editorial y que tampoco se halla pendiente del fallo de cualquier otro premio. En el exterior de la plica se consignará el seudónimo con el que se presenta su autor. 4. La dotación del Premio será de 2.000 euros en metálico.
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5. El plazo de admisión de originales se cerrará el 1 de septiembre de 2011 y el Premio será fallado el 30 de noviembre del mismo año. 6. La presentación al Premio compromete al autor a no retirar su original antes de hacerse público el fallo del jurado. Asimismo, el hecho de presentar una obra implica la aceptación por parte del autor de todas las bases del Premio. 7. Los originales se enviarán en una copia impresa y encuadernada, acompañada por un CD con el texto de la obra en word, y haciendo constar en la cubierta el nombre del Premio, el título de la obra y el seudónimo del autor, a: Libros del Atril, S. L. Av. Marquès de l’Argentera, 17, pral. 1ª E C.P. 08003 Barcelona, España
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E V PREMIO TERCIOPELO 8. El Jurado y las personas que intervengan en el proceso de valoración y selección de las obras optantes al premio guardarán la debida confidencialidad, tanto sobre las novelas presentadas como sobre su marcha y resultados. 9. El cobro del importe del Premio supone la concesión a Libros del Atril de los derechos en exclusiva de publicación de la obra. Estos derechos abarcan todas las modalidades de edición, así como los derechos de traducción a otros idiomas y su difusión mediante adaptaciones cinematográficas y televisivas. 10. La dotación económica se computa como anticipo a cuenta de los derechos de autor. 11. Libros del Atril se reserva el derecho de opción preferente para publicar aquellas obras presentadas y que no hayan resultado galardonadas, previo acuerdo con los autores respectivos. 12. El ganador se compromete a comparecer en aquellos actos de promoción que se deriven tanto de la presentación de la obra premiada como de la publicación del libro. 13. Los originales presentados no serán objeto de devolución. Barcelona, mayo de 2011
ANTERIORES PREMIOS PUBLICADOS I PREMIO 2006
IV PREMIO 2009
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II PREMIO 2007
III PREMIO 2008
V PREMIO 2010
El programa radiofónico
TRAS LOS LÍMITES cuenta con una de nuestras colaboradoras habituales
EL DIVÁN ROMÁNTICO organiza su I ENCUENTRO en La Coruña
Nuestra colaboradora Carolina Iñesta, autora de El Guardián de los Secretos, ha entrado recientemente a formar parte de la plantilla del programa radiofónico de misterio Tras los límites, en el que ya lleva un mes realizando entrevistas y reseñas radiofónicas. Tras realizarle una entrevista al respecto de su propia novela en dicho programa, se le ofreció dirigir y coordinar la sección literaria de Tras los límites, un programa de éxito en su género, que cuenta siempre con entendidos y especialistas en la materia y que fue finalista de los Premios europeos Podcast Awards. Un programa que podemos escuchar, no sólo en varias emisoras de España (como Sol FM, radio Alfaguara etc.), sino también en emisoras del otro lado del charco, como Argentina y Uruguay, además de a través de Internet, en la web del programa. Carolina desea invitar a los compañeros escri‐ tores que usen leyendas, crímenes o misterio‐ sos personajes reales en sus novelas, a ponerse en contacto con ella sin ningún inconveniente (en el mail que podrán encontrar en su página de Facebook) y Carolina estará encantada de entrevistarlos en directo y así ayudar a dar a conocer sus obras.
El I Encuentro Diván Romántico se trata de un evento sin ánimo de lucro y que se celebrará el sábado 2 de Julio de 2011 en el Hotel Riazor de La Coruña a lo largo de todo el día. Incluyendo una comida en el mismo Hotel que tendrán que abonar cada una de las asistentes, a razón de 20,00€ por persona. No habrá cuotas de inscripción, ni de ningún otro tipo. Pretende ser una reunión en la que se unirán Escritoras de Romántica españolas, Editore/as y Traductoras con aficionadas a este género literario; con la intención de que se establezca como cita anual en nuestra ciudad y llegue a convertirse en un referente a nivel nacional. Se celebrará una jornada a lo largo de todo el día, con varias mesas redondas en las que se tratarán diversos temas relacionados con la Literatura Romántica y dónde las aficionadas podrán hacer preguntas a sus escritoras favoritas y participar activamente, incluyendo también varios sorteos y una firma de libros. Pretendemos dar cobertura mediática al evento en prensa escrita, radio y televisión. Más información sobre este ENCUENTRO en: http://deamorlibrosyotrashistorias.blogspot.com/search/label/Encuentro%2 0Div%C3%A1n%20Rom%C3%A1ntico También Facebook http://www.facebook.com/?ref=home#!/pages/Yo‐leo‐Literatura‐ Rom%C3%A1ntica‐y‐soy‐Inteligente‐y‐Culta/171641432851659 El correo electrónico para inscribirse al Encuentro es: encuentrodivanromantico@hotmail.es En breve se habilitará un número de cuenta para que aquellos que quieran asistir ingresen el dinero de la comida.
Visita las webs de las distintas FERIAS DEL LIBRO. Entre los meses de Mayo y Junio, cada ciudad celebra su semana especial del Libro ¡¡¡NO TE PIERDAS LA TUYA!!!
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Hablar sobre los protagonistas de una novela no es siempre fácil para sus autores pero Mar Carrión se ha prestado gentilmente a presentarnos a los suyos de Senderos que saldrá a la venta el próximo mes de Julio en Terciopelo. Suponemos que querréis saber de qué va la novela. Y antes de dar paso a las características de Erin y Jesse, os dejamos como aperitivo su sinopsis:
La vida de Erin Mathews no es nada fácil. Tiene un padre tirano y egocéntrico que jamás les demostró ni a ella ni a su hermana una pizca de cariño y un trabajo que si bien no odia tampoco es que sea el trabajo con el que siempre ha soñado. Su única afición es la única vía de escape. El piloto Jesse James Gardner lo ha perdido todo, incluida la licencia que es medio de subsistencia. El responsable, Wayne Mathews, el padre de Erin. Por ello, cuando esta se presenta en la puerta de su casa ofreciéndole dinero por ayudarla en un absurdo, no puede sino aprovechar la ocasión de indagar cuánto sabe ella de la razón de su despido, de su juicio (pendiente de apelación) y de la pérdida de su licencia.
Senderos
Desde luego lo que ninguno de los dos espera es que sus senderos, que creían paralelos, hayan girado noventa grados y se hayan cruzado. ¿Qué es lo que está surgiendo entre ellos aparte de la admiración por la integridad del otro? Juntos descubrirán que la vida, a veces, te muestra senderos que jamás pensaste que recorrerías.
ERIN MATHEWS
JESSE GARDNER
Comenzaré por ella, la protagonista femenina, una joven empresaria a la que he querido dotar de muchas y buenas cualidades entre las que, quizás su nobleza, sea su rasgo más cautivador. Ella es la clase de persona que cree en la calidad humana y que, a priori, todo el mundo le parece bueno y honrado hasta que no se demuestre lo contrario. Erin trata de resolver los conflictos apelando siempre a la razón y posee una naturaleza muy templada y conciliadora, aunque su equilibrio se ve amenazado en muchísimas ocasiones a lo largo de la novela, tanto por la relación dictatorial a la que la somete su padre en el trabajo y en su vida en general, como por tener que lidiar con el carácter mucho más impetuoso de Jesse Gardner. Las necesidades de Erin Mathews son muy claras, ella sólo quiere ser correspondinda en el amor, llegar a un punto de inflexión con su padre y seguir gozando de su afición secreta, que es la única vía de escape de la constante presión en la que transcurre su vida.
Es la antítesis de Erin. El inicio de su novela está marcado por su profundo odio y su sed de venganza hacia el padre de Erin y hacia ella misma, pues lo despojaron de todas sus posesiones al perder un juicio en el que el propio Jesse acusaba a la empresa de realizar actividades ilícitas que no pudo demostrar. Jesse es un hombre íntegro y honesto, tiene unos principios muy firmes y una conciencia muy sólida y con ellos se mueve por la vida. A nivel sentimental, su corazón está recubierto de una gruesa capa de polvo. La responsable, una mujer que le hirió con la mayor de las traiciones años atrás. De carácter mucho más vehemente e irreflexivo que Erin, le saca de sus casillas la personalidad asertiva de ella, así como la amabilidad y la simpatía con la que trata a todo el mundo. Sin embargo, es precisamente ese rasgo de Erin, el que consigue arañar las murallas que él ha construido a base de rencor. Las necesidades de Jesse son tan claras como las de Erin, y su único objetivo en la vida es ver entre rejas a los responsables de su situación. Todas sus actuaciones y pensamientos van encaminados hacia ese fin.
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FOTO-RELATO: IMÁGENES QUE INSPIRAN
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©Rosa Mª Cruz Lara 31 RománTica'S
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E S P
—¡Hola! Escucha cómo la saluda y, aunque lleva un rato mirándolo con disimulo, intenta aparentar sorpresa al darse cuenta de que no podrá escabullirse entre el gentío tras haber preferido mantenerse algo alejada de los grupos que charlan animadamente. Alberto camina hacia ella con esa sonrisa que ya se adivinaba atractiva en su adolescencia, pero que ahora, pasados ya unos buenos veinte años, es sencillamente arrebatadora. Trata por todos los medios de controlar los nervios que siente revolotear en su estómago. Finge calma componiendo un tímido gesto de bienvenida y aprieta fuerte los dedos alrededor de la copa, mientras se pregunta en qué momento de locura se le ocurrió hacer clic en el «Asistiré» cuando recibió la noticia de evento por Facebook. —Hola —responde. —¡Cuánto tiempo! —exclama al llegar junto a ella. Apenas recordaba ya lo alto que era, e inclina ligeramente la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos: gris muy oscuro, como una tormenta de verano. —Sí, mucho. Es difícil reconocer a algunos —comenta. —Es cierto. Aunque otros no han perdido las costumbres de entonces —ríe mientras le hace un gesto señalando a Pedro, el que fuera el más gamberro de la clase y que, por lo que podía ver, continuaba comportándose de una forma un tanto traviesa—. Sin embargo, tú estás genial —añade. —Bueno, gracias —acierta a decir, sintiendo alarmada que el rubor acude a sus mejillas. —Ven. Sentémonos y cuéntame qué ha sido de tu vida. Únicamente con un movimiento de la mano de Alberto se ve arrastrada hasta la esquina opuesta, donde hay un par de sillones libres. Tras los cristales, el sol avanza hacia el ocaso y otorga un bello tono dorado a su masculino rostro. La invita a que elija asiento. Decide dejar el vaso sobre la pequeña mesa de cristal y escoge el sillón más pequeño para acomodarse. —Bueno, cuéntame, ¿qué ha conseguido la niña más inteligente del curso? —pregunta con otra de esas sonrisas que consigue bloquearla. Carla coge el bolso que aún no ha descolgado de su hombro y lo lleva hasta el regazo para tener algo que hacer con las manos sin que se le note demasiado el nerviosismo. —Pues… —¡Oye, Alberto! —alguien lo llama y ambos atienden—. ¡Ven un momento, mira quién ha llegado! Mira hacia el lugar en concreto y se da cuenta que el «quién» corresponde a «una quién». Claro, no podía ser de otro modo, es imposible que Sara, la más guapa de la clase, ahora convertida en toda una beldad, falte a la reunión. Todos los chicos la rodean y ella está encantada con esa atención. Comprueba con fastidio que Alberto sonríe y sus ojos incluso brillan. —Discúlpame, enseguida vuelvo —dice. Se queda allí sentada mirando al grupo, inmóvil, como una de las plantas que decoran las esquinas junto a las ventanas. Se siente transportada a una edad pasada en la que su vida transcurría del mismo modo: sentada en una esquina de la estancia viendo, oculta detrás del lápiz, cómo otros disfrutaban de cada minuto. ¿Qué esperaba? Hay cosas que nunca cambian. Debería estar contenta, al menos ya ha obtenido algo más de lo que esperaba de aquel encuentro. Se encoge de hombros, toma su copa y da un pequeño sorbo. Necesita centrar la atención en otro lugar, no está bien mirar hacia ellos, se siente como una fisgona estúpida. Abre el bolso buscando algo, cualquier cosa que le permita pasar unos minutos entretenida. No encuentra nada, maldice la poca capacidad del bolso y opta por probar en el monedero para localizar aunque sea un ticket de la compra.
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Siente la presencia de alguien que se agacha a su lado y las puntas de unos cabellos negros se cuelan en su ángulo de visión. Da un respingo y oculta el monedero acercándoselo al pecho, antes de darse cuenta de que es él. Alberto ha vuelto, se yergue y deja un par de copas más sobre la mesa antes de volver a ocupar el asiento. Sin entender bien qué ha ocurrido para que haya dejado a la espectacular Sara, mira hacia el lugar y comprueba que la escena sigue siendo la misma, pero sin él entre los que intentan acaparar su atención. —No sé qué tomas, pero me he permitido traerte un San Francisco. —¡Oh! Está bien, gracias —dice nerviosa. —¿Qué tienes ahí? ¿Son fotos? —pregunta travieso, acercando el rostro hacia ella para intentar entrever algo—. Déjame verlas. Carla maldice su suerte. Probablemente él no recuerde sus rasgos de entonces con exactitud y mostrarle las fotografías únicamente servirá para traer alguna mofa a sus labios. Sin embargo, no encuentra una excusa con el suficiente peso para esconderlas y se la entrega. —¡Vaya! —Exclama divertido, y ella se encoge para recibir el dardo—. No estaba equivocado: estás genial. —Gracias —acierta a balbucear recogiendo la fotografía de entre sus dedos, evitando tocarlos—. Tú también. Siempre fuiste muy… Alberto levanta una ceja esperando oír el final de la frase y Carla vuelve a maldecir los nervios que traicionan su lengua aliándola con sus pensamientos. Enrojece y calla. —¿Muy qué? –sonríe. —No sé…, ¿guapo? —intenta, acompañando las palabras con una risita idiota que pretende quitar importancia a la metedura de pata. Alberto ríe y se acentúa en ella la sensación de estar fuera de lugar. Aquello es una auténtica pérdida de tiempo que únicamente sirve para reafirmar que no está hecha para reuniones sociales. Nunca ha salido bien parada de ellas y ésa no tiene por qué ser diferente. Mira de nuevo a su alrededor: todos siguen charlando y riendo como si nada hubiera pasado. Quizá es mejor que se marche, después de todo aún no ha ocurrido nada de lo que pueda arrepentirse al día siguiente. Está a tiempo de enmendar el error yéndose a casa, regresando a su realidad. Pasados unos días ya no recordará el mal rato pasado y continuará haciendo frente a sus problemas diarios sin tener que añadir uno más. Sujeta el bolso, ya con el monedero dentro, y se pone en pie dispuesta a marcharse. Alberto la mira sin comprender. —¿Qué ocurre? —Mira, esto es un error y… Me voy a casa. En su rostro se esfuma toda señal de buen humor y compone un semblante grave que le otorga un atractivo especialmente masculino. Agacha la cabeza y mete las manos en los bolsillos antes de volver a mirarla. —Adiós, me ha gustado volver a verte —se despide y encamina los pasos al exterior antes de que él pueda decir alguna cosa que consiga hacerla cambiar de parecer o la deje anclada al suelo con el poder de sus ojos grises. La carne es débil y el corazón aún más, piensa. Con toda probabilidad ese pequeño aspecto de la vida es el culpable de que resolviera acudir allí. Llevaba tanto tiempo desoyéndolo que seguramente gritó más de lo habitual para hacerse notar por encima del pensamiento racional. Pero ya tiene suficiente material para continuar otros veinte años volviendo la espalda a los pasados, a la solitaria e incomprendida infancia y adolescencia; para regresar a su aburrida pero práctica vida, oculta en el anonimato que ofrece una ciudad como Barcelona. En el exterior todo sigue su curso normal, nada ha cambiado. Los automóviles y las personas caminan de un lado a otro por la Gran Vía, unas solas y otras acompañadas. ¿Y qué más da? ¿Qué le importa? Levanta la mano al ver la luz verde de un taxi y se acerca rápidamente a la acera para abrir la puerta de los asientos traseros. —¡Carla, espera! —oye a su espalda—. ¡Carla! La insistencia consigue que gire el rostro para ver sorprendida que Alberto corre hacia ella. Los bajos de su americana vuelan tras él como si fuera la capa de un superhéroe salido de una fantasía absurda para
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salvarla de un peligro inexistente. Cuando llega junto a ella no es capaz de encontrar algo que decir, pero a él no parece importarle lo más mínimo. Le sujeta la puerta para que ella pueda entrar y, alucinada, comprueba que se acomoda a su lado. —¿Adónde vamos? —pregunta el taxista elevando la voz por encima de la de Alanis Morissette cantando Head over feet. —Ample, número veintiséis —responde él—. No puedo dejar que te vayas sin cenar —explica. —Pero… —No hay peros. —¿Y la fiesta? —¿Qué tiene de interesante esa fiesta? Conozco de sobra a todos los asistentes. —También me conoces a mí. —No del todo. No eras demasiado comunicativa, siempre metida entre tus libros y apuntes. Espero que eso haya cambiado algo con la edad. —¿Y qué esperas encontrar? —No espero nada. Me dejo llevar. El trayecto se le hace eterno, sobre todo porque no encuentra nada más que decir. Alberto se limita a charlar con el taxista sobre las noticias que emite la radio y de esa forma descubre que consiguió terminar sus estudios y realizar la carrera de periodismo. Todo un logro para el que fuera un negado en el colegio, piensa mirándolo reojo. ¿Cuántas sorpresas más esconde? Al llegar a destino paga la cuenta y sale del coche, esperando paciente con la puerta abierta a que ella lo siga. «Me dejo llevar», está bien, ella también puede hacerlo, por una vez. Dentro del restaurante, las paredes de piedra, la luz indirecta y el acogedor diseño se apoderan de ella, sintiéndose transportada a una de aquellas pequeñas pero lujosas casas rurales de la montaña con madera por todas partes. Los comensales hablan en voz baja y el camarero los acompaña hasta una mesa al final del salón. Servilletas rojas para vajilla negra y una pequeña velita creando un ambiente tranquilo al alcance de la mano. Como un perfecto caballero de brillante armadura, Alberto retira la silla y espera a que ella la ocupe antes de dirigirse a la propia. El camarero deja las cartas sobre la mesa y desaparece discretamente. —Qué bonito es esto. Él no dice nada, deja que siga bebiendo de la belleza del lugar y, con una sonrisa indescifrable, mete la nariz en el menú. —¿Tienes hambre? —No demasiada. —Podemos elegir algunas tapas, si te apetece. Ella se encoge de hombros y asiente. El camarero se acerca y Alberto se encarga de pedir tres platos compuestos por cosas como pastel de pato, “chupa‐chups” de queso y gambas a la plancha con salsa de menta, además de un vino recomendado por la casa. —Bien —dice, cruzando los brazos sobre la mesa y centrando toda su atención en ella, una vez que vuelven a ser dos—, ahora puedes contarme, con todo detalle y sin interrupciones, qué ha sido de ti en estos años. —¿Y a qué viene tanto interés? ¿Pretendes usar la información para uno de tus artículos? — responde Carla devolviéndole la sonrisa cuando él frunce el ceño—. Es broma. Estudié gestión de empresas y tengo mi propio negocio. —Qué interesante, ¿qué vendes? —Amor —él levanta ambas cejas—. Es una web de relaciones y contactos en internet. Como una red social para buscar pareja. —¿Y qué opina tu marido o novio de que dediques el tiempo a las relaciones de otros? —No tengo pareja. —No puedo creerlo —se muestra sorprendido—. ¿Dedicándote a eso te has olvidado de ti misma? —No exactamente —sonríe tímidamente—. Tuve mi propia historia, sólo que… no tuvo un final feliz.
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—¿No llevaba agua en el bolsillo? —pregunta, consiguiendo sacarla del malestar producido por los recuerdos. —¿Cómo? —Ríe. —¿Recuerdas aquellos ejercicios de redacción a los que nos sometía doña Antonia? Carla asiente divertida. —Los recogía y después los volvía a repartir para que nosotros mismos corrigiéramos a nuestros compañeros —apunta ella. —Pues una vez me tocó uno de los tuyos. Contabas la historia de una princesa codiciada por muchos príncipes y, agobiada por el problema, impuso como regla que únicamente aceptaría al hombre que pudiera llevarle agua en el bolsillo. Carla sonríe divertida y Alberto ríe con ella. —¿Cómo es posible que te acuerdes de eso? ¡Qué vergüenza! —No debes tenerla, también recuerdo que, para mi absoluta decepción, no encontré ni una sola falta que corregir en el texto. —Quizá las hubiera y no las viste. —Puede ser —acepta él—. Durante esa época hubo muchas cosas que me pasaron desapercibidas y, si les hubiera prestado la atención adecuada, quizá mi presente sería muy distinto. —¿Cómo cuáles? —pregunta interesada. —Tú. Baja la mirada para ocultar un nuevo sonrojo pero, antes de que pueda recuperarse, encuentra a Alberto de pie a su lado. Lo mira sin comprender qué se propone y observa cómo se lleva un dedo al rostro, bajo el gris de un ojo, para advertirla de que sigua sus movimientos. La misma mano se introduce en el bolsillo del pantalón y extrae de él un diminuto papel del que le hace entrega. Lo abre con manos temblorosas y lee: «agua». Abre los ojos y la imagen es la misma. No ha cambiado en absoluto, aunque calcula que su fantasía debe haber durado unos buenos diez minutos. Toma otro sorbo de la copa y cruza una pierna por delante de la otra mientras continúa apoyada contra la pared comprobando que, por mucho que su imaginación se dispare, la realidad es muy distinta; tanto que sigue siendo molesta. Baja los ojos hasta el suelo. Quizá deba marcharse ya. Total, nadie notará la falta puesto que no han reparado en ella aún. —¡Hola! El saludo la coloca en alerta y levanta el rostro para ver de quién procede. Alberto, muy parecido al aspecto que tuvo en su imaginación, se encuentra frente a ella. —Hola —responde. —¡Cuánto tiempo! —Sí, mucho. Es difícil reconocer a algunos —repite, completamente sumergida en aquel déjà vu. —Es cierto. Sin embargo, tú estás fantástica. —Gracias —acierta a decir. —Ven. Sentémonos y cuéntame qué ha sido de tu vida. FIN Jezz Burning Mayo 2011 http://jezzburning.com
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Por tercera vez consecutiva en el margen de las dos últimas horas, Laura se aseguró de que llevaba en su maletín todos los documentos necesarios para cerrar el trato con los clientes ingleses. Era el primer trabajo importante que su jefe delegaba en ella y Laura se había tomado aquella responsabilidad como un reto. Le demostraría que estaba lo suficientemente cualificada para asumir negocios de aquella envergadura. Era muy posible que si las negociaciones llegaban a buen puerto y Laura conseguía un trato con los ingleses, su jefe la premiara con un más que merecido ascenso. Se trataba de cerrar una importantísima campaña publicitaria en la que hacía meses que trabajaba incansablemente. La emoción y los nervios bullían en su interior desde hacía varios días. Laura sacó su coche del garaje del edificio donde residía y cruzó las oscuras e invernales calles de Albacete bajo una lluvia incesante que por minutos arreciaba. No le importaba viajar de noche, al fin y al cabo, Madrid sólo estaba a dos horas de camino siguiendo la autovía, aunque se temía que si continuaba lloviendo de aquella furiosa manera llegaría mucho más tarde de lo previsto. La reunión estaba programada para las doce de la mañana del día siguiente, podría haber salido temprano y llegar con tiempo de sobra, pero prefería hacer noche en Madrid y dedicar las primeras horas de la mañana a repasar todas sus notas. La carretera circunvalación estaba plagada de coches procedentes de los polígonos adyacentes a la ciudad, que regresaban a casa después de un largo día de trabajo. Por fortuna, en cuanto Laura tomó la A31, el tráfico se disolvió casi por completo. Para sentirse algo más acompañada, puso la radio en una emisora que sólo emitía música y tarareó distraídamente las canciones que conocía. Durante la primera hora de camino, apenas se cruzó con unos cuantos coches que circulaban en sentido inverso, y muy pocos eran los que seguían su misma dirección. Suponía que el escaso tráfico era consecuencia del abundante aguacero que estaba cayendo, pues no resultaba nada apetecible conducir con semejantes circunstancias atomosféricas. Se vio obligada a mantenerse a una velocidad muy por debajo de la permitida, pero no tenía prisa por llegar a su destino. Sus pensamientos giraban en torno a la reunión. Laura repasaba mentalmente la forma en la que, posiblemente, se desarrollarían las negociaciones. Sin embargo, aunque estaba distraída en sus reflexiones, reaccionó con una rapidez vertiginosa cuando vio un coche ante ella que jamás debería haber estado detenido en medio de la carretera. Su pie aplastó el freno y de su garganta escapó un grito de pánico cuando las ruedas de su Seat Ibiza patinaron sobre el asfalto encharcado y Laura no pudo hacerse con la dirección. Dio un volantazo para esquivar el golpe, pero la parte trasera chocó violentamente contra lo que le pareció un todo terreno y el coche de Laura salió despedido de la carretera. Maniobró a ciegas antes de caer por un terraplén que tenía una pendiente muy pronunciada. Dio vueltas de campana, y lo último que vio antes de perder el conocimiento, fue el terreno enfangado que los faros del coche iluminaban conforme caía. A su alrededor se hizo una profunda e inescrutable oscuridad. Cuando despertó lo hizo con un terrible dolor de cabeza. Su postura era extraña y forzada, por lo que entendió que no se hallaba durmiendo en su cama ni que acababa de despertar de una horrible pesadilla. Identificó el sonido atronador que escuchaba a su alrededor como el de la lluvia golpeando una superficie metálica y, aunque la oscuridad era densa y no le permitía ver nada en absoluto, rápidamente recordó que había tenido un accidente de tráfico y que se hallaba atrapada en el interior de su coche.
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Laura se removió sobre su asiento y tanteó a su alrededor hasta encontrar el cierre del cinturón de seguridad. Después buscó la palanca que abría la puerta y, por fortuna, se abrió sin problemas permitiéndole salir al exterior donde continuaba lloviendo. Un relámpago restalló en el cielo e iluminó la carrocería de su Seat Ibiza, que estaba completamente destrozada y abollada. Había sido un milagro que saliera con vida de aquel aparatoso accidente. Laura localizó su cartera de piel en el asiento del copiloto y alargó un brazo para apoderarse de ella y de su bolso. Tuvo suerte y consiguió abrir el maletero para recuperar su maleta, pues era la parte frontal del coche la que había sufrido casi todos los daños. Después, con lágrimas de desesperación que se deslizaban por sus mejillas mezclándose con la gélida lluvia, Laura escaló por el terraplén fangoso por el que había caído hasta alcanzar la autovía. Caminó por el arcén con la esperanza de que algún coche se detuviera, pero la carretera estaba desierta y siniestramente oscura. No sabía qué hora era, pero tenía la sensación de que había permanecido inconsciente durante horas. La ansiedad le oprimió el pecho, pero no podía dejarse llevar por la desesperación, lo más importante es que estaba viva y aparentemente ilesa. No había ni rastro del coche que había provocado su accidente. El conductor del mismo, ni siquiera había tenido la decencia de llamar a la policía ni de comprobar su estado. Era una pena que no hubiera tenido tiempo de ver y memorizar su matrícula. Unos minutos después, vislumbró el rótulo anaranjado de un mesón de carretera donde también ofrecían camas. Llamaría por teléfono al servicio de carreteras y arreglaría los trámites para que la llevaran a Madrid. En el peor de los casos, podía hacer noche allí y arreglárselas para continuar su viaje por la mañana temprano. Laura se sintió más animada y caminó a buen ritmo los últimos metros que la separaban del mesón. En el parking había unos cuantos coches estacionados y vio algo de luz a través de la puerta acristalada de la cafetería. Ya en el interior, Laura se sacudió el agua que resbalaba de su abrigo y se escurrió el cabello hasta formar un charquito a sus pies. No había muerto en el accidente, pero era muy probable que cogiera una pulmonía. Estaba muerta de frío y le castañeteaban los dientes. La cafetería del mesón estaba en silencio, desierta, y la luz que la iluminaba era muy tenue, pero Laura enseguida localizó a un hombre que estaba situado detrás de la barra de bar. Tenía la cabeza apoyada sobre un mueble y, según se acercó a él, comprobó que estaba profundamente dormido. Le llamó en susurros para no sobresaltarle pero no le despertó. Un reloj que había colgado en lo alto de la pared, indicaba que eran las doce de la noche. Laura volvió a intentar comunicarse con el hombre pero unos ruidos tras su espalda la hicieron girar de inmediato. En la máquina expendedora de golosinas, había un hombre de espaldas a ella que recogía unas barritas energéticas. Cuando se dio la vuelta y sus ojos se encontraron, Laura se quedó sin aliento. Parpadeó por si se trataba de un espejismo, pero los ojos azules de Martin seguían clavados a su mirada. La llenó de confusión que no pareciera tan sorprendido como ella y tuvo la sensación de que él estaba esperando a que se produjera ese encuentro entre los dos. Pero, ¿cómo era posible? —¿Eres tú… realmente? —preguntó con la voz trémula. Martin asintió lentamente y, a continuación, esbozó una leve y emotiva sonrisa. —Sí, soy yo —se acercó a ella y se detuvo a un par de metros de distancia —Entiendo que estés asombrada, han pasado cuatro largos años. —Estoy… algo más que asombrada. —Te dije que algún día volvería. Sus cálculos eran exactos. Hacía cuatro años que Martin se había marchado al otro lado del mundo. Cuatro años amando a un hombre al que no había vuelto a ver desde entonces. Cuatro años con el corazón roto y envuelto en gruesas cadenas de hierro que no le habían permitido amar a ningún otro hombre. Marta asintió. Ahora temblaba por la fuerza de sus emociones y no por el frío que entumecía sus músculos. Le miró sin que le saliera la voz y sintió que las lágrimas se le agolpaban en los ojos. Martin había sido el amor de su vida, todavía lo era. —De haber podido habría regresado a buscarte mucho tiempo antes, pero me ha resultado completamente imposible —dijo él con la voz sincera. Luego se acercó un paso más hacia ella y se
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atrevió a tomar sus manos frías y temblorosas entre las suyas, mucho más grandes y calientes. Laura alzó la cabeza para mirarle y recorrió con mirada ávida cada detalle de su atractivo y masculino rostro, en el que no halló ni una sola huella del paso del tiempo. Sin embargo, su cuerpo y su cabeza continuaban presos en el aturdimiento y se negaban a reaccionar —Sé que todavía no es tarde. A lo mejor te parezco un presuntuoso, pero tus ojos me dicen que todavía me quieres. —Dios mío Martin —Laura movió la cabeza lentamente —Claro que te quiero, nunca he dejado de hacerlo. Pero no puedes aparecer así de repente, sin avisar, y pretender que me arroje a tus brazos como si no hubieran existido estos últimos cuatro años. —Pero quieres hacerlo. Al igual que yo. Por supuesto que quería hacerlo, no había nada en el mundo que le apeteciera más en ese momento. Sin embargo, en los últimos tiempos había sufrido tanto que había aprendido a ser más cauta con sus sentimientos. Laura le miró mientras reprimía sus ansias por abrazarle y besarle hasta que le dolieran los labios. Antes, necesitaba que Martin le explicara las razones de su presencia allí. —¿Qué estás haciendo en este motel? Yo no pensaba detenerme aquí. —Me dirigía hacia Albacete, pero se hizo demasiado tarde y decidí pasar la noche aquí y continuar el viaje por la mañana. Ha sido una coincidencia que nos encontremos en este lugar — Martin alzó sus manos, que estaban enlazadas a las de él, y le besó los fríos nudillos sin apartar la mirada de ella —Cuánto he ansiado volver a verte, a tocarte, a que me miraras tal y como ahora lo estás haciendo. —Yo… —Laura se aclaró la garganta, el cerebro se le nublaba a pasos agigantados —Me disponía a pedir una habitación… Martin miró por encima del hombro de Laura hacia el hombre que había tras la barra de bar. —No te molestes, está dormido como un tronco y más borracho que una cuba —Laura se giró y vio la botella de whisky casi vacía que había pasado por alto minutos antes —En mi habitación hay dos camas, ven conmigo. El tono sugerente de su voz así como aquella enigmática sonrisa, parecían una invitación en toda regla a que Laura transgrediera su sentido común. Ella necesitaba saber antes de dar rienda suelta a sus sentimientos, y así se lo hizo saber. —Tenemos que hablar de muchas cosas, Martin. —Hablaremos de todo lo que desees —dijo él, aún a sabiendas de que había ciertas cosas y ciertos detalles de su presencia allí, que todavía no podía compartir con Laura. Con un nudo de emoción que le oprimía el pecho, Laura asintió y Martin se encargó de tomar su equipaje. Luego le indicó que le precediera por las escaleras que daban a la planta de arriba, donde se hallaban las habitaciones. Entraron en la pequeña habitación. Las dos camas con colchas floreadas estaban separadas por una mesita donde dejaron el bolso, la maleta y el maletín de Laura. Una puerta en un rincón conducía al baño, y había un armario empotrado en la pared cuya puerta abierta mostraba un interior vacío y desangelado, a excepción de un abrigo negro que había colgado de una percha. —¿Viajas sin equipaje? —le preguntó Laura. —He dejado la maleta en el coche, sólo pensaba pasar aquí unas horas —contestó, mientras cerraba la puerta de la habitación —Ponte cómoda y quítate esas ropas mojadas. Laura asintió y abrió su maleta, de la que sacó un bonito pijama de invierno y unas zapatillas de andar por casa. —Pensaba hacer noche en Madrid porque mañana tengo una reunión de negocios. Pero he tenido un accidente, mi coche ha caído por una cuneta y he estado a punto de… —no consiguió pronunciar esa palabra sin que se le quebrara la voz —La persona que lo ha provocado se ha dado a la fuga. Enseguida sintió las manos de Martin cerradas en torno a sus brazos, y aunque varias capas de ropa le impedían sentir su contacto, Laura se estremeció igualmente. Se volvió hacia él y Martin le colocó ordenadamente los mechones de cabello negro que tenía adheridos a su rostro pálido.
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—Siento muchísimo lo del accidente, Laura. Deberían meter entre rejas a todos los conductores imprudentes que dejan abandonadas a sus víctimas en la carretera —dijo de forma apasionada —Sin embargo, me alegro muchísimo de que estés aquí, conmigo. Martin le acarició la mejilla y a Laura se le olvidó el accidente por completo. Durante largos segundos, quedó embebida en su penetrante mirada azul y el corazón le comenzó a latir más rápido. —Te… tengo que llamar por teléfono al servicio de carreteras —rompió el intenso contacto entre los dos y buscó su móvil en el interior de su bolso. Tenía la pantalla destrozada y los botones no funcionaban, se había roto con el accidente —Tendré que llamar desde un teléfono fijo, imagino que habrá alguno abajo. —No te molestes, la tormenta ha averiado la línea telefónica. Tampoco funciona. —¿En serio? —dijo con voz afligida. —En serio, pero no tienes que preocuparte. Yo mismo te llevaré a Madrid mañana en cuanto amanezca. Resuelto el problema de su transporte, Laura se sintió mucho más tranquila y pudo centrar su completa atención en Martin. —Voy a quitarme las ropas mojadas. Laura cogió el pijama y las zapatillas y se refugió en el interior del baño. Se miró en el espejo redondo que había sobre el lavabo y se alarmó un poco al descubrir el tono níveo de su piel y las incipientes ojeras que halló bajo sus ojos castaños. De repente, se hizo muy importante para ella estar guapa ante Martin. Se quitó la ropa, se colocó el pijama e hizo lo que pudo con su pelo castaño que lucía empapado y enmarañado. Todavía no podía creer que Martin estuviera en la habitación de al lado. Se conocieron cuando comenzaron a trabajar juntos seis años atrás en la misma empresa. Entre los dos surgió un flechazo instantáneo y, al cabo de unos días, ya estaban saliendo juntos. Con anterioridad, tanto Martin como Laura habían tenido otras relaciones serias, pero ninguno de los dos supo cuál era el verdadero significado de la palabra amor hasta que no se conocieron. Muy poco tiempo después, se fueron a vivir juntos a un pequeño chalet adosado que alquilaron en las afueras de Albacete, y compartieron dos años maravillosos de sus vidas. Laura jamás fue tan feliz como lo fue durante auquella época, amaba a Martin con toda su alma y él la amaba a ella con la misma intensidad y devoción. Hasta que él tuvo que marcharse a Portland, Oregon. Martin no era español, era estadounidense, y aterrizó en España cuando la empresa para la que trabajaba en Oregon, que tenía filiales repartidas por todo el mundo, le ofreció un puesto directivo en España, concretamente en la filial de Albacete. Martin aceptó sin pensarlo, pero dos años después las circunstancias le obligaron a regresar a su país antes de tiempo. Su madre cayó enferma, le diagnosticaron alzehimer en estado avanzado, y puesto que Martin no tenía más familia que pudiera cuidar de ella, decidió volver a Estados Unidos. Antes de partir, hablaron largo y tendido de su situación, una situación que no ofrecía demasiadas salidas. Martin no tenía ni idea de cuándo podría regresar a España y, Laura, que le habría acompañado con los ojos cerrados a cualquier parte del mundo a la que él se hubiera marchado, tampoco vivía una situación familiar propicia para hacer las maletas y trasladarse a vivir a otro país. Su hermana la necesitaba, su marido había fallecido hacía poco tiempo y estaba pasando por una grave depresión. Puesto que sólo se tenían la una a la otra, Laura no pudo abandonarla. Por supuesto, a su hermana nunca le dijo que se quedaba en España por ella, jamás lo habría consentido. Martin le prometió volver en cuanto la situación se resolviera de una forma o de otra, pero eso nunca llegó a suceder. Tuvieron contacto telefónico durante los dos años siguientes, hasta que Laura sintió que vivir ese amor en la distancia la estaba matando en vida. Un buen día, decidió acabar con aquel sufrimiento, y le dijo a Martin que cada uno debía seguir su propio camino, ella no podía pasarse la vida entera esperando a que sus vidas volvieran a cruzarse. Martin se mostró mucho más reacio que ella a dar por finalizada su relación, pero con el tiempo entendió que aquella que ofrecía Laura, era la mejor solución.
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No volvieron a tener contacto durante los dos años posteriores, pero ahora Martin estaba allí y aunque todavía no se habían sentado a hablar, él le había dicho lo suficiente. Había vuelto para quedarse. Aunque Laura prefería actuar con prudencia, una abrasiva alegría envolvía su corazón. Sus sentimientos por él, a pesar de los largos años separados, estaban intactos, le quería con la misma intensidad que el primer día. Laura abandonó el baño con otra predisposición. El accidente le parecía ahora una mera anécdota en comparación con el giro que acababa de tomar su vida. Sin embargo, necesitaba saber más, deseaba que él le explicara con pelos y señales cuáles eran sus nuevos planes y de qué manera la incluían a ella. Martin se hallaba sentado en el lateral de una de las camas y Laura tomó asiento en la de enfrente. Sus rodillas se rozaron en el angosto espacio y sus ojos se miraron fijamente, desbordados de emociones. —¿Cómo está tu madre? —le preguntó Laura, aun temiéndose la respuesta. —Murió hace unos meses —contestó con pesar, aunque su expresión resignada decía que había sido lo mejor. Apoyó las palmas de las manos sobre los muslos de Laura, acariciándolos con los pulgares —He vuelto para quedarme a tu lado, quiero estar contigo durante el resto de… —hizo una pausa en la que pareció pensar la palabra precisa —…mi vida. Ahora ya no existe nada que se interponga entre los dos. No trato de borrar de un plumazo los últimos cuatro años porque han sucedido cosas que nos han cambiado a ambos, pero lo único que no ha variado es mi amor por ti, Laura. Laura tragó saliva y trató de decir algo, pero la emoción que la embargaba le paralizaba las cuerdas vocales. En su lugar, se levantó y se sentó a su lado y, Martin, tomó su rostro entre las manos y la besó impetuosamente, con las emociones desbordadas. Ella le echó los brazos a los hombros y se unió a él con el mismo sentimiento y avidez. Su fuerza de voluntad era frágil y cedió por completo ante él. Cuando Martin se separó finalmente, una vez saciada su necesidad más acuciante, la encerró entre sus brazos y aspiró el olor a fresas que todavía desprendía su cabello mojado. —Cuánto te he echado de menos —murmuró contra su oído. Laura había imaginado muchísimas veces que ella y Martin volvían a reencontrarse, pero la realidad superaba cualquiera de sus desesperadas fantasías. Adiós a cualquier intento de mantener una conversación. A esas alturas, Laura sólo podía pensar en enredarse en el cuerpo de Martin y en recuperar el tiempo perdido. Deslizó los dedos entre sus cabellos rubios y le atrajo hacia ella hasta que sus labios volvieron a besarse. —Yo también te quiero, Martin. Te quiero con toda mi alma —susurró jadeante contra su boca. Martin cambió de postura y Laura quedó tendida sobre la cama. Le acarició los mechones de cabello todavía húmedos por la lluvia y la observó con adoración. —Te dije que hablaríamos, pero creo que no soy capaz de tenerte a mi lado sin hacerte el amor. ¿Tú qué opinas? Laura esbozó una sonrisa que fue secundada por una de él. —¿Desde cuándo me pides opinión? Laura llevó las manos a su camisa negra y comenzó a desabrocharle los botones. —Tienes razón, tú siempre solías estar dispuesta para mí. Martin hizo lo propio con el pijama de Laura, que también se abrochaba por la parte delantera. Cuando sus pechos quedaron al descubierto se inclinó para besarlos mientras sus manos se internaban bajo la cinturilla de sus pantalones y lo deslizaba por sus exquisitas caderas. Se pasaron toda la noche haciendo el amor, redescubriéndose mutuamente aunque, en realidad, ninguno había olvidado ni el cuerpo, ni los sentimientos, ni las reacciones del otro. Todo era maravillosamente familiar pero, a la vez, no estaba carente de novedad. Laura era tan feliz entre los brazos de Martin que olvidó por completo su reunión con los ingleses en Madrid. Se durmió poco antes del amanecer y, cuando despertó, un sol apagado e invernal se derramaba sobre la colcha floreada de la cama que compartían.
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Un poco aturdida por los nuevos acontecimientos, le costó reaccionar cuando consultó su reloj de pulsera, que indicaba que eran las diez de la mañana. —¡Las diez de la mañana! —exclamó horrorizada, incorporándose de inmediato. Martin estaba despierto a su lado pero las prisas de Laura no le afectaron, se le veía relajado y la miraba de forma contemplativa. —¡Venga vamos! Tenemos que vestirnos y ponernos ahora mismo en marcha. Laura abandonó la cama y se apresuró todo cuanto pudo. Abrió su maleta, sacó su neceser y la ropa que iba a ponerse ese día, y lanzó una mirada a Martin al percatarse de que no la secundaba. Si no fuera porque no tenía ningún sentido, juraría que él la miraba con un hálito de tristeza. —¿Sucede algo? —le preguntó con el ceño fruncido. —No, es sólo que… me gusta mirarte. Laura le sonrió desde el otro extremo de la habitación. Reemprendieron el camino cuarenta minutos después, y aunque la emoción por estar con Martin la impulsaba a pasarse todo el camino charlando de mil cosas con él, no le quedó más remedio que recuperar la responsabilidad por su trabajo. Así, se pasó la hora de viaje revisando todos los papeles de su presentación publicitaria, de tal forma que, cuando llegaron a Madrid, Laura tenía todas las ideas frescas y claras. Se sentía muy segura de sí misma. Estaba exultante y con ganas de comerse el mundo, se iba a meter a los ingleses en el bolsillo y regresaría a Albacete con un acuerdo firmado. Sabía con total seguridad, que era el inesperado regreso de Martin a su vida el que la había imbuido de todo ese derroche maravilloso de energía y convicción. Cuando estacionaron el coche en el Paseo del Prado, ella le dio un impetuoso beso en los labios y luego salió a toda prisa del coche con su maletín en la mano, rumbo hacia un imponente edificio acristalado sede de su empresa en Madrid. Martin la siguió con las manos metidas en los bolsillos, abrumado en cierta manera por no poder compartir la felicidad que inundaba a Laura en esos momentos. Decidió esperarla en el vestíbulo del edificio mientras ella lo cruzaba rauda hacia el ascensor. Martin se recostó sobre el sofá de cuero blanco y esperó a que ella regresara. Debía decirle tantas cosas que no sabía por dónde comenzar. No sería nada fácil hacerle ver la realidad y temía que la reacción de Laura fuera desoladora, no podría soportar verla hundida. Pero para eso estaba él allí, para hacerle comprender que su mundo no acababa en ese preciso instante ni en ese concreto lugar. Laura atravesó un pasillo decorado con muy buen gusto y entró en la sala de juntas donde los ingleses la esperaban. Hablaban en su idioma, que Laura dominaba a la perfección, y mantenían una conversación coloquial que nada tenía que ver con el asunto que les había reunido allí. Junto al umbral de la puerta, Laura se aclaró la garganta para llamar su atención, pero los hombres elegantemente trajeados no desviaron sus miradas hacia ella y siguieron enfrascados en su charla. Laura caminó hacia la mesa, sobre la que depositó su cartera de piel, y miró uno a uno a todos los congregados antes de hacerse ver. —Buenos días a todos, soy Laura García, la directora de publicidad de M&H Publicity —dijo en un perfecto inglés —Cuando quieran podemos comenzar la reunión. No hubo respuesta, los hombres la ignoraron por completo y continuaron conversando entre ellos como si Laura no estuviera presente. Les observó sin comprender, y repitió la frase en un tono más elevado, pero fue como hablarle a una pared. ¿Qué estaba pasando allí? Laura se puso nerviosa, si era una broma no tenía ninguna gracia. Se acercó al señor del bigote blanco que estaba más cerca de ella y le habló muy cerca del oído, en un tono de voz que a cualquiera le habría hecho dar un respingo. Pero para aquel señor y para el resto, Laura era completamente invisible. El corazón se le aceleró y una repentina sensación de miedo prendió en su interior. Se quedó paralizada y profundamente aturdida, tratando de comprender qué era lo que estaba sucediendo pero sin llegar a ninguna conclusión. Todo era tan surrealista que, a menos que fuera un sueño, no había explicación que justificara aquella actuación.
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Laura abandonó la sala de juntas y se precipitó sobre la mesa de una secretaria, la misma a la que había saludado minutos antes y que no le había respondido. Creyó que porque estaba concentrada en su trabajo y no la había escuchado. Plantó las manos sobre el mostrador de su mesa y le habló con la voz nerviosa, pero la joven se comportó de igual forma a la de los clientes ingleses, la ignoró por completo. Una a una, se fue deteniendo en todas las mesas que halló a su alrededor mientras se dirigía de vuelta al ascensor. Nadie la miró a los ojos y nadie demostró la mínima reacción a sus palabras. Para todas aquellas personas, Laura era invisible, y su miedo se convirtió en auténtico pánico. Ya en el ascensor, le chilló a una señora ataviada con un traje de Armani que permaneció impasible a sus gritos, y unas lágrimas de incomprensión comenzaron a rodar por sus mejillas. Martin se hallaba en el mismo lugar donde le había dejado y Laura corrió hacia allí como si él estuviera en posesión de una explicación coherente. Martin se levantó de súbito al verla llegar tan nerviosa, y mientras le contaba con atropello lo que le había sucedido allí arriba, él intentó apaciguarla tomándola de las manos y mirándola con ternura. —Laura, tengo que contarte algo muy importante, pero primero necesito que te tranquilices. Clavó una penetrante mirada en ella y sus manos la asieron con firmeza, pero Laura estaba demasiado confusa. —¿Cómo voy a tranquilizarme, Martin? Nadie me reconoce y nadie parece verme o escucharme —se giró y le gritó a una mujer que caminaba hacia la salida. No obtuvo ninguna respuesta —¿Lo ves? ¿Qué es lo que está sucediendo? —le preguntó con la voz angustiada. Martin le acarició el pelo y volvió a mirarla con esa mezcla de ternura y tristeza que Laura no acababa de comprender. —Laura, cariño, nadie puede verte ni escucharte porque tú… —le acarició las mejillas con la yema de los pulgares y retiró sus lágrimas — …falleciste en el accidente de tráfico. Laura movió la cabeza lentamente, en señal de incredulidad, y su voz sonó ahogada cuando intentó hablar. —¿Qué? —musitó. —Yo estuve allí y presencié el accidente. Moriste en el acto, Laura —le explicó con la voz atribulada —No he podido decírtelo antes, era necesario que lo descubrieras por ti misma. —Pero… ¿pero qué estás diciendo, Martin? —las lágrimas continuaron brotando de sus ojos castaños —¿Cómo puedes inventarte un disparate así y quedarte tan tranquilo? —Sé que no es fácil de asimilar, para mí tampoco lo fue en su momento. —¿Para ti? ¿Qué significa eso? —Significa que yo morí igual que tú —Laura abrió mucho los ojos y se quedó sin palabras, sintió como si el corazón se le cayera a los pies, estaba emocionalmente bloqueada —Sucedió una noche cuando volvía a casa de la oficina. Un conductor hizo un adelantamiento imprudente y tuvimos un choque frontal a más de cien millas por hora. Yo también fallecí en el acto —dijo con el tono emocionado, más por la tristeza con la que Laura le miraba que por recordar lo sucedido. Martin lo tenía más que asimilado —No fue hasta que presencié mi propio funeral cuando dejé de negar lo obvio. —¿Cu…cuánto tiempo…? —Hace un año. —Y durante todo este tiempo tú… —la voz de Laura pareció provenir desde la otra parte de un largo túnel. —He estado a tu lado. Cada hora y cada minuto del día —por primera vez esbozó una leve sonrisa que hizo relajar el rictus crispado de Laura —Por eso, porque he estado junto a ti y he seguido tu vida tan de cerca, sé perfectamente que me sigues amando como al principio. Te he visto llorar muchas veces y he sido testigo de tu incapacidad para amar a otro hombre. No me importó morir con tal de estar contigo, aunque ha sido mucho más duro de lo que yo pensaba el que no pudieras verme, oírme o sentirme.
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—Dios mío… —Laura se mordió los labios para contener un nuevo brote de lágrimas, la barbilla le temblaba. De repente, se sentía tan apenada de que Martin hubiera muerto que se olvidó de sus propias circunstancias —De haberlo sabido yo… —Era imposible que tú lo supieras, pero ahora, todo eso carece de importancia. Volvió a quedarse muda durante unos segundos, los pensamientos giraban en su cabeza con la violencia de un tornado. —¿Y qué se supone que somos? ¿Espíritus errantes? ¿Estamos condenados a pasar aquí el resto de la eternidad? —preguntó con nerviosismo. Martin negó con la cabeza. —Debería haberme marchado de aquí cuando fallecí, pero no podía hacer ese viaje sin ti. Estaba dispuesto a esperarte los años que hicieran falta anclado en este mundo con tal de verte todos los días. Ahora ya no hay razón que nos retenga aquí. —¿Y a dónde se supone que vamos? ¿Acaso existe el… el cielo? Martin sonrió. —No lo llamamos así, pero tiene ciertas semejanzas con él. Es muchísimo mejor de lo que el hombre haya llegado a imaginar jamás —aseguró. Sin embargo y, como era de esperar, la impresión recibida por Laura era demasiado fuerte como para aceptar sin más lo que él le explicaba. La tomó por la cintura y la estrechó contra su cuerpo, enlazando los dedos detrás de su espalda —Lo que quiero que entiendas es que nuestro paso por la tierra es sólo el principio de nuestra existencia. Lo realmente bueno viene ahora, Laura. —Estoy… me siento muy desorientada y perdida en estos momentos —en su voz persistía un deje atribulado pero ya no derramó más lágrimas —Quiero ver mi funeral, necesito verlo para poder encajar todo lo que me estás contando. —Mañana por la mañana podrás verlo. Esperaremos aquí hasta entonces. Laura asintió en silencio y luego Martin la abrazó durante largo rato. Ella se aferró a su cuerpo cálido y fuerte y se dejó arropar hasta que sintió que su pena disminuía y que el amor que sentía por él volvía a dominar el centro de sus pensamientos. A su debido momento, una vez recuperada parte de la calma que había perdido en la última hora, Laura deshizo el abrazo y le miró a los ojos. —¿En serio éste sólo ha sido el principio de nuestra existencia? ¿Que allá donde vamos nos aguarda algo mejor? —¿Alguna vez has imaginado cómo sería la vida si no existiera el dolor? —Laura asintió con la cabeza, lo había imaginado muchas veces —Pues esa es la vida que nos espera. Además, volverás a ver a todos los seres queridos que perdiste aquí. No tienes nada que temer —le metió el cabello por detrás de las orejas y la besó en la frente. No era nada sencillo, Martin lo sabía por propia experiencia, pero Laura ya parecía encajar, comprender y aceptar. —Cuando te marchaste a Estados Unidos, me dije que te habría acompañado al fin del mundo con tal de estar a tu lado. Supongo que ahora es el momento de demostrártelo —comentó Laura con la voz suave. Martin se inclinó sobre su rostro y besó detenidamente sus labios salados por las lágrimas, y ella esbozó una primera aunque lánguida sonrisa. Después, Martin tomó su mano y la instó a que abandonaran el edificio. Laura apoyó la cabeza en su hombro y dejó que él la guiara hacia aquella nueva vida. FIN Mar Carrión Mayo 2011 marcarrion.blogspot.com
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El taxista me dejó a la entrada de la estación Bruxelles‐Midi justo diez minutos antes de la hora prevista de salida. No esperé a que el conductor me diese el cambio y descendí del vehículo a velocidad de relámpago sin percatarme de que casi me llevo por delante a otra viajera que caminaba delante de mí. Me disculpé sin siquiera echar la vista atrás mientras la oía blasfemar en arameo. Me adentré en la abigarrada estación esquivando a todo aquel que se cruzaba en mi camino mientras tiraba de mi maleta y buscaba una pantalla que me indicase el andén al que dirigirme dado que mi billete no contenía esa información. No tuve necesidad de hacerlo porque enseguida divisé las familiares letras blancas sobre fondo rojizo del Thalys en el otro extremo de la terminal. Aceleré el paso porque la distancia era mayor de la que parecía a simple vista y las agujas del reloj no corrían precisamente a mi favor. Me aseguré una vez más de que me metía en el tren correcto, el de las 17.40 Bruxelles Midi‐ Paris Nord, porque no era la primera vez que las prisas y mi habitual despiste me habían llevado al andén equivocado. Busqué mi vagón en primera clase, cortesía de mi editor, y me detuve en el pasillo atestado de viajeros mientras localizaba mi asiento y un maldito hueco donde dejar mi equipaje. Como respuesta a mis plegarias apareció una azafata que a juzgar por el rictus de desesperación de mi rostro comprendió que no había logrado mi propósito. Dudé que me hubiese reconocido porque aunque mi tercer libro me había consolidado definitivamente como escritor, si algo había aprendido a lo largo de los años observando a la gente que me rodeaba era adivinar si me encontraba o no frente a un lector o lectora y mi sexto sentido me dijo que la joven que me ofrecía aquella estudiada sonrisa no estaba entre los que entraban en una librería en busca de uno de mis ejemplares. ‐Permítame, señor. Si no es mucha molestia podríamos ponerlo en el siguiente vagón. Creo que hay espacio. No me apetecía que mi equipaje viajase en un vagón diferente al mío. No es que llevase nada de valor pero era una manía. ¿De qué servía viajar en primera si los inconvenientes parecían ser los mismos? ‐No se preocupe.Yo misma me encargaré de traerle su equipaje minutos antes de la llegada a la estación. Me percaté de que desde la posición en la que estaba mi asiento, justo frente a la puerta, podía ver claramente la salida del otro vagón. ‐No será necesario, gracias. Yo me haré cargo. La acompañé y mientras ella me indicaba amablemente el hueco sobrante, por el rabillo del ojo vislumbré varios movimientos de cabeza en mi dirección. Lectores y mujeres. Siempre tendré la duda. Nunca sabré si mis libros se venden por la calidad de mis historias o por ese insospechado agraciado físico que al parecer he logrado alcanzar con la madurez o quizá con la satisfacción de haber logrado finalmente todo aquello que una vez soñé. Lancé una de mis afables sonrisas a la azafata y regresé a mi asiento. Respiré hondo. Estaba agotado después de tres días de presentaciones en varias ciudades belgas y soñaba con llegar a casa, darme una ducha, prepararme una suculenta cena y meterme en la cama. Eran las ventajas de mi nuevo status de hombre soltero, ventajas que pensaba aprovechar al máximo antes de volver a implicarme en una nueva relación, cosa de la que huía pero en cuyas redes terminaría cayendo tarde o temprano. El Thalys comenzó a moverse. Volví a consultar mi reloj, regalo de mi ex mujer. 17.40 en punto. Cerré los ojos. Necesitaba dormir. No quería pensar en aquel
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rostro y aquellos ojos que dos tardes antes me habían hecho rememorar momentos de mi vida que ya formaban parte de un pasado lejano. No tardé en perderme en un ligero sueño que veinte minutos después se vio interrumpido por el habitual ruido de fondo que anunciaba que la cena iba a ser servida. Soy una mujer previsora y siendo hora punta de viernes no me apetecía en absoluto tropezarme con los cientos de trabajadores que abandonaban sus puestos de trabajo para regresar a sus hogares en el metro, de modo que me despedí del resto de compañeros del curso al que me vi obligada a asistir durante tres días en Bruselas, pasé por mi hotel y puse rumbo a la estación. Llegué con tiempo suficiente para tomar un café y pasarme por una librería en busca del último libro de Henri Benoit. Soy de la vieja escuela, de esas que se pierden entre los estantes en busca de esos ejemplares de escritores y escritoras que no venden dos millones de ejemplares de una sola sentada. Me gusta darle la oportunidad a lo menos conocido. El proceso es siempre el mismo. Tanteo el libro entre mis manos, me dejo llevar por el título y la portada y posteriormente le doy la vuelta para leer la sinopsis. Si la sinopsis me atrapa me lo llevo. Pero esa vez fue diferente porque lo primero que me atrapó fue el innegable atractivo del escritor. Una preciosa fotografía en blanco y negro acompañaba al texto de la sinopsis. Ojos claros, sonrisa afectuosa, cabello cuidadosamente desordenado y vestigios de una sombra de barba salpicada de seductoras canas. No os mentiré si os digo que tuve que leer la sinopsis dos veces porque sin poder evitarlo mis ojos se desviaban de las letras hacia la fotografía. Había algo que no me cuadraba. Analicé los detalles de aquel rostro que se me antojaba tremendamente familiar y comprendí que aquel individuo era Benoit, pero no el Benoit escritor, sino Benoit, el compañero de la Sorbonne que yo recordaba. Inmediatamente abrí la contraportada para buscar algún dato relativo a su persona que aclarase mis dudas. Henri Benoit, 1970. Se licenció en Derecho por la Universidad de la Sorbonne y ejerció como abogado durante doce años en París donde vive actualmente. El éxito de público y crítica de sus dos primeras obras, Última hora y Los perdedores lo han consolidado como uno de los grandes dentro del género del thriller contemporáneo. No le habría reconocido ni en un millón de años de no ser porque yo fui...¿cómo lo diría para que me entendáis? Algo así como su primera chica. Si, no estoy bromeando. El Henri Benoit de la fotografía se alejaba mucho de la imagen que yo aún conservaba de él. Henri, de la promoción del 88/89. Benoit, el raro, el chico inseguro, retraído, indeciso y esquivo que huía de los estereotipos, alto, desgarbado y de flequillo imposible que no dejaba ver esos expresivos ojos escondidos tras unas gafas que parecían ser su blindaje frente al mundo. Y sí, yo…la irresistible, la rompecorazones Charlotte Moreau, que pude haber escogido en aquellos primeros años de entre una legión de apuestos admiradores me dejé arrastrar por el singular y a veces hasta excéntrico Henri Benoit. En principio no voy a negaros que todo comenzó como una apuesta, algo que estuve lamentando durante mucho tiempo. Recuerdo aquella conversación como si hubiese sucedido ayer. Un viernes lluvioso de primeros de abril en una cafetería de la Rue Soufflot. Él estaba sentado en una esquina, aparentemente abstraído mientras contemplaba el ir y venir de los peatones a través del cristal. De vez en cuando lo veíamos escribir algo en una libreta. Pocas veces alzaba la cabeza en nuestra dirección, temeroso quizá de verse obligado a entablar una conversación con unas desalmadas como nosotras que no dejábamos títere sin cabeza. ‐Imagínatelo sin esas gafas horribles y con otro corte de pelo. Os digo que tenemos un diamante en bruto delante de nuestras narices y no nos estamos dando cuenta‐dije mientras dibujaba en mi mente la imagen que yo había comenzado a diseñar por aquel entonces y que descubriría quince años más tarde en todo su esplendor. ‐Es un bicho raro, mejor no intentarlo‐aclaró Noelle‐.Aunque no te engaño si te confieso que más de una vez me he preguntado cómo será bajo esos pantalones enormes y esos chalecos de dos tallas por encima de la suya. ‐Eso es una tarea imposible‐añadió Lucie. ‐Me atrae lo imposible.
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‐No, Charlotte, a ti lo que te atraen son los problemas. ‐Todo el mundo merece una oportunidad. ‐¿Oportunidad? ¿Vas a hacer su fantasía realidad? Estoy segura de que se encierra en el cuarto de baño de su casa para pensar en ti. Será la obra humanitaria del año‐rió Noelle. ‐Sois malvadas‐me quejé mientras desviaba mis ojos hacia la mustia estampa de Henri que en aquel preciso instante alzaba despistado la vista hacia nosotras. Bueno, en realidad la dirigió hacia mí, pero la apartó inmediatamente‐.Me lo tomaré como un desafío. Noelle y Lucie me miraron estupefactas. ‐No eres capaz‐me increparon las dos al unísono. ‐Ponedme un plazo. ‐Es capaz‐reiteró Lucie, aún asombrada por mi evidente interés en comprometerme con semejante iniciativa. ‐Llegarás hasta el final y tenemos que ver con nuestros propios ojos el cambio‐sentenció Lucie‐.Un mes. Trescientos francos. ‐¿Un mes?‐Noelle dejó escapar una carcajada que tuvo que controlar para no levantar sospechas‐.El pobre caerá rendido a tus pies en menos de cuarenta y ocho horas. ‐No me habéis entendido‐aclaró Lucie‐.Me refiero a que tienes que aguantar un mes con él. ‐Demasiado tiempo. No lo soportarás‐insistió Noelle. ‐Es pan comido. ‐No cantes victoria‐Lucie me miró fijamente con semblante serio‐.Esto es un juego que puede convertirse en un arma de doble filo. ‐¿Crees que me voy a encapricharme de mi reto? ‐Solo te digo que no habrá lugar a prórroga. Habían transcurrido más de tres años desde que hice aquel descubrimiento, dieciocho desde aquella tarde en la cafetería. Ahora me hallaba frente a una torre de ejemplares de su tercera novela, El acuerdo, la cual había presentado en la librería Tropismes de Bruselas. La tarde anterior paseaba por la Galerie des Princes cuando me tropecé con aquella inesperada sorpresa anunciada en grandes carteles que publicitaban su favorecido rostro y la llamativa portada de su libro. No tenía noticias de que estuviese en la capital belga. A través de los cristales pude observar el ambiente ajetreado que se respiraba en el interior de la grandiosa librería y me hizo feliz ver que el lugar estaba desbordado de seguidores de Henri que hacían una interminable cola para que les firmase su ejemplar. No logré verle a él, así que no me lo pensé y entré decidida a llevarme uno pero la gente que aguardaba haciendo cola frente a las cajas era aún mayor y no iba con tiempo suficiente, de modo que cambie de opinión. Sin embargo algo inexplicable me retenía allí y no pude abandonar la librería sin intentar verle de cerca. Pese a la multitud de asistentes al evento traté de alcanzar una posición desde la que poder contemplarlo. Vestía una camisa blanca sin corbata y una americana azul oscura. Estaba inclinado sobre la mesa mientras garabateaba una rápida dedicatoria. Me invadió una extraña sensación de orgullo, viéndole allí sonriente, satisfecho, relajado y con ese resplandor que iluminaba cada rasgo de sus facciones. Un individuo se le acercó por detrás para decirle algo al oído y Henri alzó la cabeza en mi dirección. El individuo señaló a alguien que estaba detrás de mí y fue justo en ese preciso instante cuando me quedé paralizada y no os miento si os digo que dudé que el aire pudiese llegar a mis pulmones. Sus ojos disimularon en vano la inesperada sorpresa pero la duda le hizo desviar de forma inmediata su atención hacia la persona que en realidad era el objetivo de su búsqueda. La pareja que tenía tras de mí trataba de buscar un hueco para acercarse hacia donde ambos estaban. Me hice a un lado pese al reducido espacio para abrirles paso perdiendo de aquella forma el fugaz contacto visual mantenido con Henri. ¿Me había reconocido? Una extraña sensación de vacío se apoderó de mi estómago y os aseguro que no tenía ni pizca de hambre. Decidí marcharme. Me giré una vez más y cuál fue mi sorpresa cuando le descubrí recorriendo con la vista el área donde un minuto antes nos habíamos visto. Sus ojos grisáceos volvieron a tropezarse con los míos mientras yo me precipitaba hasta la puerta de salida.
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‐Son 20 euros‐repitió el chico que estaba tras la caja registradora de la librería de la estación. Desperté de mis recuerdos. Pagué el importe con tarjeta y salí de allí. Me detuve en una cafetería para meter mi compra dentro de la maleta y sacar el libro de otro autor que aún no había finalizado para leer en el tren. Antes de guardarlo volví a contemplar su imagen en el reverso. * * * El tren hacía su entrada en la Gare du Nord a las 19.00 horas, cinco minutos antes de la hora prevista de llegada. Me levanté de mi asiento y pasé al vagón contiguo con objeto de recuperar mi maleta antes de que todo el mundo decidiese hacer lo mismo. Me aseguré de que llevaba la pegatina que le distinguía del resto de equipajes, todos prácticamente iguales. Maldita globalización. Ese pequeño detalle me llevó a recordar nuevamente a Charlotte mientras arrastraba mi maleta al exterior. Recuerdo el fin de semana que pasé con ella en la primavera del 89 en Chantilly. En su bolsa de equipaje había depositado una enorme pegatina de color rojo para diferenciarla del resto. ‐¿Por qué lo haces?‐le pregunté yo con curiosidad mientras ambos bajábamos en nuestra parada. ‐Alguien se llevó mi equipaje una vez por equivocación. ‐¿Y lo recuperaste? ‐Sí. Aunque estoy segura de que quien se lo llevó era del sexo opuesto a juzgar por el desorden de mi ropa interior. Me dedicó una sugerente sonrisa en respuesta a la mirada que le lancé que mostraba de forma descarada mis lujuriosos pensamientos. Años después yo había adoptado ese mismo hábito a raíz de un hecho similar con el equipaje de un amigo mío. Tomé la salida que conducía a la hilera de taxis, esperé mi turno. Volví a conectar el móvil. Tenía varias llamadas perdidas que devolví mientras el taxista me conducía hasta la Rue Saint Paul. Cualquier cosa con tal de mantener la mente ocupada y no pensar en la súbita reaparición de Charlotte en la librería de Bruselas. * * * El Thalys ya se había detenido en la estación. Salí del servicio y volví a tomar asiento mientras esperaba pacientemente a que los viajeros de mi vagón despejasen el angosto pasillo para poder acceder a mi equipaje. Juraría haber colocado mi maleta en la parte derecha del estante, sin embargo me la encontré en posición distinta. Supuse que otros viajeros la habían movido para sacar las suyas del hueco. Me aseguré de que era una Samsonite y de que llevaba mi pegatina roja distintiva que me pareció más gastada de lo normal. En ese instante no pensé que a alguien se le pudiese haber ocurrido poner el mismo distintivo que yo. Me sonó el móvil mientras me planteaba semejante cuestión. Respondí. Era mi hermana Héléne que había venido a recogerme. Me llamaba para indicarme donde me esperaba con el coche. ‐¿Qué tal?‐me preguntó mientras metíamos mi equipaje en el maletero y subíamos al vehículo. ‐Deseando llegar a casa cuánto antes. Estoy realmente agotada. ‐¿Has visto a Henri Benoit? ‐Lo vi en una librería de Bruselas presentando su nuevo libro, pero estaba abarrotado de gente y desistí. ‐No. Me refiero a si lo has visto ahora. Ha salido de la estación justo cinco minutos antes que tú. Lo he visto mientras esperaba en la cola de los taxis. Seguro que venía también en el Thalys‐me aclaró mi hermana mientras arrancaba. Algo en mi interior se agitó de forma alarmante. No podía quitarme de la cabeza ese brevísimo reencuentro visual que había dejado en mí una estela de sentimientos confusos. El mero hecho de pensar que lo que nos había separado durante un trayecto de menos de dos horas eran uno o varios vagones me sobrecogió. Era como si de repente todo girase en torno a él.
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‐Es probable, pero no hemos coincidido. A propósito, ¿qué tal la fiesta de cumpleaños de Joyce?‐pregunté desviando el tema de conversación. Cualquier cosa con tal de no pensar en Henri. * * * Eché un vistazo al contestador después de salir de la ducha. Ninguna llamada interesante que ya no hubiese respondido a través del móvil. Ya había dejado claro que pese a que era noche de viernes necesitaba descansar. Me senté al filo de la cama para abrir la maleta y sacar mi Mac. Le di la vuelta para deslizar la combinación de números. Un momento, aquella maleta… ‐No es posible. La maleta que tenía ante mí era exactamente igual que la mía, la misma estúpida pegatina roja en el mismo lugar…bueno…ahora me percataba de que no estaba exactamente en el mismo lugar. Todo prácticamente igual salvo un pequeño detalle. El modelo se abría al modo que yo consideraba antiguo, con cremallera y no con una combinación numérica. ¿Cómo no me había dado cuenta? ¿Se podía ser más imbécil? No, yo creo que no. Era tal mi grado de indignación que salí disparado de mi habitación en dirección al vestíbulo. Abrí el armario y rebusqué en los bolsillos de mi abrigo hasta que di con el resguardo del billete. Busqué el maldito número de atención al cliente y me dirigí al salón. La operadora tardó en responder y resoplé hastiado mientras me veía obligado a esperar a que terminase la interminable frase de saludo, identificación y ofrecimiento a prestarme su ayuda, aunque siendo la hora que era dudaba mucho que pudiese resolver mi problema. * * * Maldije a todos mis antepasados, al maldito Thalys y todos sus pasajeros. Pregoné al estúpido que se había llevado mi maleta. ¿Acaso el muy idiota no había visto el distintivo? ¿Es que la gente ya no sabía distinguir sus pertenencias? Todo eso contando con la posibilidad de que se tratase de un error porque igual se trataba de un robo, lo cual sería algo realmente patético. Nadie lleva dinero ni cosas de valor en las maletas, pero sí cosas que me hacían falta en aquel preciso instante. Lo peor de todo es que quien quiera que fuese tendría el campo despejado para curiosear el interior de mi equipaje cosa que yo no podía hacer. Para colmo ni siquiera estaba en igualdad de condiciones. Mi grado de irritación iba en aumento mientras esperaba a que alguien se dignara a responder a mi llamada después de haber localizado el número de la estación. * * * Dejé mis datos a la operadora y un número de contacto. Regresé a mi habitación para sacar la maleta de allí y dejarla en el vestíbulo pero algo que aún no alcanzo a comprender me hizo cambiar de opinión. Es como si ese maldito armatoste que no me pertenecía me estuviese enviando un mensaje que me consideraba incapaz de descifrar. No os voy a venir ahora con el cuento de que escuché una voz interior que me decía: Vamos, ábrela porque lo estás deseando. No. No sucedió de esa manera. Sencillamente fue como si una fuerza oculta e inexplicable tirase de mí. ‐No, Henri. No es buena idea‐me repetí una y otra vez en voz alta tratando de convencerme a mí mismo‐.No lo hagas. Pues bien. Lo hice. * * * ‐En efecto. Ha dejado un número de contacto‐me decía la operadora mientras agradecía al sujeto que tenía mi equipaje en su poder su rápida intervención, lo que demostraba que era una persona seria‐.Tome nota del número por favor. Apunté el teléfono. Era un móvil. ‐¿Y el nombre?
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‐Henri Benoit. Me quedé petrificada. ‐Le agradecería que me dejase su número por si el señor Benoit vuelve a telefonear. No podía tratarse del mismo Henri que yo pensaba. Mi hermana Héléne lo había visto salir de la estación en busca de un taxi. Había estado en Bruselas. Era evidente que había viajado en el Thalys al igual que ella, pero si así había sido ¿dónde demonios había estado sentado? Era más que evidente que la maleta estaba en mi vagón pero él no. ‐¿Señora Moreau? Igual se había pasado todo el trayecto sentado en el bar. No ibamos a tener los dos la misma maleta aunque era evidente que con diferentes extras. La suya era más cara que la mía y lo de la pegatina…no me puedo creer que él también… ‐Disculpe, señora Moreau ¿sigue usted ahí? Puse fin a mis divagaciones. Odio que me llamen señora. ‐Si, perdone. No será necesario. Contactaré con él. ‐Pero… No la dejé terminar y corté la llamada. Permanecí unos minutos en el más absoluto de los silencios con la vista puesta en su equipaje de imposible apertura mientras trataba de encontrarle sentido a toda aquella cadena de acontecimientos. Tenía el número de su móvil. ¿Qué iba a decirle? Hola Henri. Soy yo, Charlotte. Charlotte Moreau, la misma que te rompió el corazón hace dieciocho años. Tengo tu maleta. Me he comprado todos tus libros. He estado a punto de contactar contigo en tu página web, pero nunca me he atrevido a hacerlo. Bueno, te confieso que quise hacerlo mucho antes de que te convirtieras en un escritor de éxito, pero me enteré de que te habías casado y no me pareció muy buena idea. Ya ves la de vueltas que da la vida. Una estúpida maleta es la que nos ha puesto en contacto después de tantos años. Comencé a teclear su número con dedos temblorosos. Respiré hondo. A la tercera llamada salió el buzón de voz. Maldito idiota. ¿Por qué no estaba pendiente del teléfono? Le dejé un mensaje. ‐Hola. Mi nombre es Charlotte. Creo que ambos nos hemos llevado la maleta incorrecta. Puedes contactar conmigo en este número. Gracias. Colgué y esperé unos minutos por si no le había dado tiempo a responder, pero no sucedió nada. Prefería no pensar. Prefería no imaginar que lo más probable era que Henri estuviese plenamente concentrado fisgoneando en mi equipaje. * * * Estaba frente a la maleta de Charlotte. Por supuesto ya estaba abierta. Aún sostenía en mi mano derecha un ejemplar de El acuerdo. Si no hubiese dejado el recibo pagado con tarjeta dentro no habría averiguado que pertenecía a ella. Sentí que todo se movía a mi alrededor. ¿Cómo podía haberme sucedido algo semejante? Parecía que las fuerzas del universo se estaban tomando muchas molestias para que ambos volviéramos a encontrarnos, desplazándonos a su antojo sobre el tablero de la vida, planeando la jugada hasta llegar al momento perfecto. No pude evitarlo. No pude evitar dejarme arrastrar por los innumerables recuerdos. Habían transcurrido casi dieciocho años desde aquella tarde en aquel café. ¿Cómo olvidarlo? Un chico como yo no podría olvidar jamás como una de las chicas más bonitas de mi clase se tomaba la molestia de interesarse por mí. Sus amigas se habían marchado y ella se había quedado sola en la mesa. No paraba de mirarme y quise que la tierra me tragase cuando vi como se ponía en pie y se dirigía hacia mí. Me sentía totalmente cohibido. ‐¿Qué escribes? De forma instantánea cerré mi cuaderno. ‐Nada‐respondí cortante. ‐¿Y qué tal el examen? ‐No fue mal del todo. ‐¿Piensas encerrarte en casa? ¿No te apetece venir a tomar algo?
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‐No, gracias. ‐Venga, Henri. ‐Charlotte, no me lo tomes a mal, pero no estoy en la onda de tu grupo de amigos. ‐No hace falta que lo digas. Le lancé una mirada reprobadora. ‐Tú y yo. Nadie más. Permanecí en silencio. ‐Vaya…sí que lo pones difícil, Benoit. ‐¿Tú y yo? Ella asintió. ‐¿Quieres salir conmigo? ¿A…a solas?‐logré decir. Volvió a mover la cabeza en gesto afirmativo. Yo miré de un lado para otro, como para asegurarme que no había nadie contemplando la surrealista escena que estaba viviendo. Nadie pareció haberse percatado de mi presencia, de modo que eso me tranquilizó porque era a lo que estaba acostumbrado. ‐Una mujer se moriría esperando tu respuesta. Yo traté de buscar una frase que sonase inteligente. ‐Ya estamos a solas. ¿Qué es lo que quieres? ‐Conocer al verdadero Henri. ‐Ya me conoces. Ella negó con la cabeza lentamente. Extendió su brazo hacia mí y su mano rozó mi mejilla. Sus dedos se deslizaron por detrás de mi oreja y con cuidado retiró mis gafas. ‐¿Qué pretendes?‐conseguí decir. No olvidaré jamás sus labios curvándose en aquella enigmática sonrisa. Si alguna vez tuve la duda, con ese simple gesto ella las hizo desaparecer todas de un plumazo. Ese día supe que estaba irremediablemente enamorado de Charlotte Moreau. * * * Volví a comprobar mi móvil. Seguía sin devolverme la llamada. ¿Qué estaría pasando por su cabeza en aquel momento? No quise dejarme llevar por los recuerdos pero ¿quién no lo haría en mi situación? Apuesto a que él estaba haciendo exactamente lo mismo. Estuvimos charlando en aquella cafetería durante horas. Henri demostró mi teoría de que, efectivamente, no le conocía. Conforme pasaban los minutos iba descubriendo facetas de él que jamás había imaginado. Me olvidé por completo de la conversación mantenida con Lucie y Noelle, ese estúpido juego que yo misma había comenzado. No se me ocurrió pensar en la advertencia de Lucie. Me dejé llevar creyendo que se trataría de una mera conquista, otra pequeña victoria para enriquecer mi pretencioso ego, pero nada salió como yo esperaba. Jamás había dedicado más de diez minutos seguidos de mi valioso tiempo para conversar con Henri, sin embargo aquellas dos horas en el café Soufflot fueron suficientes para saber que el indiferente, simple y aparentemente abstraído Henri Benoit, era aún mucho más complejo de lo que había imaginado. Yo, que me creía dueña de la situación, terminé perdiendo las riendas cuando nos íbamos a despedir frente a la entrada del metro. ‐¿Quieres que nos veamos mañana?‐me preguntó, habiendo abandonado de forma repentina esa incuestionable timidez que había logrado ocultar durante nuestra tertulia en el café. Soltó la frase con rapidez, como si no quisiera darse a él mismo la oportunidad de dar un paso atrás en ese milagroso acercamiento que había logrado conmigo. Yo me quedé en blanco, sin saber qué decir. No sé cómo explicaros esto. No es que no estuviera acostumbrada al hecho de que un chico quisiese volver a quedar conmigo. Sabía el esfuerzo sobrehumano que había hecho Henri al hacerme semejante petición. Lo adiviné solo con ver ese leve movimiento de la nuez en su garganta. Lo adiviné por aquellos ojos grisáceos y herméticos que me atravesaron de una forma conmovedora a través del cristal de sus gafas. Él interpretó mi súbito silencio como una negativa.
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‐De acuerdo. Supongo que ya has hecho demasiado por hoy. No os voy a negar que también aquella reacción por su parte me sorprendió. El tono de su frase no era en absoluto de despecho, al contrario. Había un deje de ironía que me pilló desprevenida y por un momento dudé de él. ¿Había estado fingiendo? ¿Cuándo era el Henri inseguro y apocado y cuándo el Henri lanzado y resuelto? En ese mismo instante un grupo de chavales pasó por mi lado a tal velocidad en dirección a las escaleras del metro que casi me arrastran con ellos. Henri reaccionó con rapidez para no hacerme caer y me sujetó con fuerza entre sus brazos mientras los increpaba por su falta de modales. La proximidad de nuestros cuerpos durante aquellos escasos segundos me hizo aguantar la respiración. Noté la tensa textura de su musculatura lo que me llevó a reafirmar mi teoría de que bajo aquellas anodinas prendas se escondía un Henri perfectamente formado. Aparté los ojos en un gesto reflejo huyendo de sus escrutadores ojos y él me liberó de su efímero abrazo. ‐Gracias‐conseguí decir mientras trataba de recomponerme de mis confusos pensamientos. Él no dijo nada. ‐Tengo que marcharme. Gracias, fue estupendo charlar contigo.‐Hablé atropelladamente y me escabullí escaleras abajo sin decir nada más. En el cuarto escalón me detuve y volví a subir. Él no se había movido de su lugar. No pude evitarlo. Lo hice. Me puse de puntillas y le planté un fugaz beso en los labios. ‐Mañana a las siete de la tarde. Te espero en el metro de la Bastilla, salida de Rue La Roquette. * * * Mi móvil emitió un pitido. Alguien me había dejado un mensaje. Pensé inmediatamente que podía tratarse de ella. Estúpido de mí. Olvide sacar el móvil de mi habitación. En aquella zona de mi apartamento no solía tener cobertura. La pantalla me avisaba de un mensaje de voz. Era ella. Me quedé paralizado sin saber qué hacer. Me inundó la misma sensación que me había invadido aquella tarde al despedirme de ella en la estación de metro Luxembourg. Ese inesperado beso y esta cita improvisada que me abría unas posibilidades hasta entonces inimaginables para mí. Esa noche no me pude concentrar en nada, apenas hablé con Alain, mi compañero de cuarto y no logré pegar ojo. No le comenté nada porque sabía que no me creería. Por primera vez en mi vida me planteé rebuscar en mi armario en busca de algo que me hiciese ir acorde con Charlotte. No lo encontré, de modo que con el permiso de Alain rebusqué en el suyo y me hice con un suéter azul. Yo recuperé unos antiguos tejanos y con eso y algo de abrigo me lancé a la calle para acudir a mi cita con Charlotte. Ella llegó con diez minutos de retraso, los diez minutos más largos de mi vida. No noté nada en su expresión que me indicase que aprobaba mi nueva indumentaria. Después de haber comido unas pizzas y tras haber compartido varias cervezas, me atreví a darle un beso a la salida del pub, cosa que no había hecho jamás. Supongo que al no estar acostumbrado a beber alcohol, el casi litro y medio de cerveza que me había bebido me ayudó bastante a tomar la iniciativa. Bueno, me explico, sí que lo había hecho pero había sido con chicas que nada tenían que ver con Charlotte. Chicas mucho menos decididas y que no llegaban más allá al igual que yo. Si, tenía 19 años y aún no había llegado hasta el final. El beso fue torpe, no por su parte, más bien por la mía. Me sentí ridículo pero ella no se mostró ofendida y se limitó a sonreírme cuando se apartó. ‐Lo siento‐me disculpé avergonzado. Ella enlazó sus manos alrededor de mi cuello. ‐Volvamos a intentarlo‐me rogó con una sonrisa que me hizo perder la cordura. Sentí la dulzura de su boca sobre la mía como una ofrenda. Yo quise ir deprisa, quise saborearla, ahondar en aquel rincón desconocido para mí, pero ella presionó con suavidad deslizando sus dedos sobre mi nuca, pidiéndome de esa manera que fuésemos despacio. No se tomó ninguna prisa y yo me adapté a su ritmo, comprendiendo que no era yo quien marcaba las pautas. Era ella quien me estaba enseñando a gozar, a percibir todos y cada uno de los sentidos, a recrearse
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en algo tan simple y la vez tan intenso como un beso. Puedo decir con absoluta seguridad que Charlotte Moreau me enseñó muchas cosas aquella noche y una de ellas fue como besar a alguien como si se te fuese la vida en ello. ‐Mis padres no están en casa‐murmuró a un centímetro de mis labios con voz entrecortada. Yo tuve que tomar aire pero no fui capaz de decir nada porque todavía estaba tratando de recuperarme de los efectos del beso más embriagador de mi vida. Todavía no podía creer que me estuviese sucediendo algo semejante. Aquello era el mundo al revés, se supone que las cosas no eran así. Es el chico quien se lleva la chica a la cama y no al contrario. ‐¿Por qué yo, Charlotte? No soy lo que esperas. ‐No espero nada de ti‐ me respondió mientras sentía una de sus manos deslizarse sobre mi abdomen bajo mi suéter. No supe cómo tomarme esa respuesta. Lo único que os garantizo es que no me tranquilizó. No tardé en darme cuenta de que a Charlotte en aquel momento lo que menos le interesaba era mi vestuario. Comprendí que estaba más interesada en ver lo que había debajo. Cerré los ojos y me encomendé a todos los dioses y santos conocidos para que la primera experiencia sexual de mi vida no me dejase en evidencia. * * * ¿Por qué no me devolvía la llamada? Aquella larga espera me estaba sumiendo en un ataque de nervios. ¿Y si ahora quería vengarse de mí después de lo que le hice? ¿Y si ahora pretendía tenerme a la espera durante varios días con la sola idea de fastidiarme? Mis plegarias fueron escuchadas. Recibí un mensaje de texto que me dejó perpleja. ¿Es muy precipitado quedar a las 21.30 para intercambiarnos los equipajes? ¿Café Soufflot?? Café Soufflot. El mismo lugar en el que comencé mi arriesgado juego. Un juego en el que yo misma había caído pese a las advertencias de Lucie. Me he preguntado muchas veces cómo calificar aquella noche y las que le sucedieron. Momentos llenos de caprichosas incongruencias. Fue paradójico el hecho de que la primera velada que pasamos juntos fuese una de las más excitantes de mi vida. No me considero una persona promiscua, nunca lo fui. Los hombres que han pasado por mi cama pueden contarse con los dedos de una mano y os aseguro que incluso sobrarían, pero la aparente inexperiencia de Henri me hizo sentirme la mujer más afortunada sobre la faz de la tierra porque en ningún momento pensó en su propia satisfacción. Centró todos y cada uno de sus sentidos en mí. En esa ocasión fui yo quien quise ir deprisa pero él se demoró en cada caricia y en cada beso rogándome paciencia. Quería experimentar, descubrir lo que sus manos, su boca y su cuerpo podían llegar a provocar en el mío. Me arrastró a una vorágine de sensaciones que jamás creí que existieran. Henri no solo se desnudó ante mí mostrándose como una escultura propia del mismísimo Miguel Ángel, desnudó su alma y se expuso en su totalidad aún sabiendo desde lo más profundo de su corazón el riesgo que ello conllevaba. Mis padres regresaron de Eygalières al día siguiente por la noche. Durante todo el domingo no me atreví a responder al teléfono temiendo que fuese él. No quería verle porque no quería reconocer delante de todo el mundo que algo había cambiado. No hizo falta hacerlo. Fingí un terrible resfriado y un cansancio producido por la astenia primaveral. No aparecí por clase, pero Noelle si apareció por casa para preguntarme qué demonios había sucedido. ‐¿A qué te refieres?‐le pregunté olvidándome por un instante de mi supuesto malestar. ‐Benoit, por Dios. Ha aparecido afeitado y con un nuevo corte de pelo aunque no se puede decir que Armani haya entrado en su armario. ‐¿Ha preguntado por mí? ‐No lo ha hecho. No es tan tonto como parece.
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Yo guardé silencio. ‐¿Sucedió lo que me imagino? Yo asentí agachando la cabeza. ‐Y fue tal desastre que no te atreves ni a mirarlo a la cara y menos aún que te vean con él. ‐Fue fabuloso. ‐¿Cuántas veces? ‐Dos. ‐Vaya con Benoit “el raro”. ¿Es como imaginabas? ‐Es muchísimo mejor. Tengo que parar esto, Noelle. ‐Lo siento. Conoces a Lucie. Ya te avisó. ‐No te equivoques. No me he encaprichado de él. No quiero hacerle daño. ‐¿Daño? Por Dios, Charlotte…si tendría que besar el suelo que pisas. ‐Basta. Esto se ha acabado‐concluí. Pero no acabó. Henri se presentó en mi casa el viernes con la excusa de traerme los apuntes a petición de Noelle y para ayudarme con las prácticas de derecho penal a las que no había querido asistir. Nos metimos en mi habitación y teniendo en cuenta que estaba bajo el mismo techo que mis padres, solo se limitó a darme un fugaz beso en los labios que me dejó fuera de órbita. No hicimos alusión a mi ausencia de clase durante la semana, ni a lo sucedido el fin de semana anterior. Se marchó dos horas después, no sin antes darme el número de teléfono de su residencia. Durante las restantes dos semanas nos eludíamos sin razón aparente hasta que ninguno de los dos pudimos soportarlo más. ‐¿Tienes planes para este fin de semana?‐me preguntó a la salida de clase con gesto nervioso e impaciente. ‐No. ‐Mis padres tienen un abono que les quedaba canjeable de una agencia de viajes para una reserva en un B&B de Chantilly. Hay que gastarla antes de fin de mes y dado que nadie va a utilizarla me gustaría…me gustaría que fuésemos juntos. Tardé en responder y no porque no me agradase la oferta. El mero pensamiento de disfrutar de él durante todo el fin de semana era lo que más deseaba pero era lo que menos me convenía en aquel instante en el que estaba a punto de ganar trescientos francos. ‐De esa forma podremos hablar de la razón por la que me has estado evitando durante todo este tiempo. ‐Henri, por favor, no quiero que pienses que… No pude acabar la frase porque él se inclinó sobre mí, me agarró por la nuca y a la vista de todo el mundo me besó. ‐¿Te recojo en casa mañana para irnos juntos a la estación? Te espero abajo a las diez. ‐De acuerdo‐conseguí decir aún asombrada por su actitud. Él se marchó y después de aquel fin de semana que pudo haber sido el comienzo de una preciosa historia yo lo arruiné todo por una simple apuesta que quise romper cuando ya era demasiado tarde. Tecleé un mensaje en respuesta al suyo. No estaba preparaba para oír su voz al igual que él tampoco lo estaba. Consulté la hora. Eran más de las ocho y media. Tenía el tiempo justo. De acuerdo. Allí estaré. * * * Eran las 21.35 cuando bajaba del taxi frente al café en el que habíamos quedado. La terraza registraba un lleno completo. Lo busqué pero no lo encontré así que entré en el local. Lo hallé sentado frente a una de las mesas situadas bajo las estanterías llenas de libros mientras charlaba con una pareja. Instintivamente, como si hubiese captado mi presencia, giró su cabeza en mi dirección.
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Allí estaba sorteando las mesas del local tirando de mi maleta. Se detuvo cuando yo le descubrí. Me despedí de unos vecinos de la zona que me encontré en la cafetería y volví a centrar la mirada en ella. No supe cómo reaccionar pero se me olvidó el tiempo que había transcurrido. No fui consciente de que habíamos vivido dieciocho años separados sin volver a tener noticias jamás el uno del otro. El padre de Charlotte obtuvo una cátedra por la Universidad de Montpellier y toda la familia se trasladó a finales del mes de mayo del 89. Ella trató de despedirse de mí pero yo me negué a verla y pese a que dejó una nota al conserje con su nueva dirección, yo la rompí y la arrojé a la papelera. La rabia me consumía desde que la había sorprendido aquella mañana a última hora cuando las aulas habían quedado desiertas. Fui en su busca pero las risas de sus amigas mientras pronunciaban mi nombre me obligó a detenerme al lado de la puerta sin ser visto. ‐Creo que deberías ser tú quien me devolviese los trescientos francos. Después de todo Benoit “el raro” no ha resultado ser tan raro…. ‐Deberíamos haber aumentado la apuesta y haberla obligado a grabar un video para verificar esa teoría de que bajo sus ridículos atuendos de hippie pasado de moda existe semejante cuerpo y atributos. Menudas pintas. ‐No tiene gracia‐le oí decir a ella mientras yo trataba de controlar el ataque de furia que me comenzaba a invadir. ‐Menos mal que no te di más de un mes. Habrías terminado enamorándote y lo habrías echado todo por la borda‐era Lucie quien le hablaba‐.Ya te dije que no era buena idea. Solo te atraen los tipos con problemas. ‐Henri no tiene ningún problema. Es mucho más inteligente que cualquiera de los estúpidos con los que habéis salido vosotras. Respiré hondo mientras la oía defenderme pero aun así la mera idea de pensar que… ‐Tómate tu fin de semana en el campo como el regalo de despedida. Se le pasará, tú le has abierto al mundo. Encima te lo tendría que agradecer. Si hubiese podido habría entrado en aquel instante para decirle cuatro cosas a esa cursi de Noelle. ‐¿Le has dicho ya que esto ha terminado?‐oí preguntar a Lucie. ‐Aún no. Quizá lo haga esta noche. ‐¿Quizá? Se produjo un silencio preocupante que me hizo bajar la guardia. Después escuché un golpe seco sobre la mesa. ‐Pero ¿qué haces?‐preguntó alguna de ellas. ‐Basta. No puedo seguir con esto. Ha sido un error. Esas fueron las últimas palabras que dijo antes de salir corriendo y pillarme in fraganti frente a la puerta. Vi algo extraño en sus ojos pero yo estaba tan cegado por la ira ante la humillante traición a la que me había sometido que no interpreté ese repentino fulgor como lo que era. El anuncio de unas lágrimas de remordimiento por su imperdonable actitud. ‐Henri, lo siento…yo … ‐No hace falta que digas nada. Lo habéis dejado todo muy claro. No sabía que se le pudiese poner precio a los sentimientos. Te he salido muy barato. Me marché de allí, aguantando el tipo lo mejor que pude y no eché la vista atrás pese a que ella salió corriendo detrás de mí y me alcanzó. ‐Perdóname, Henri. Yo me detuve para mirarla una vez más. ‐Llegué a creer que eras diferente pero me equivoqué. Después de aquel día jamás volví a verla hasta ese instante. Yo me licencié en la Sorbonne y ella probablemente continuó con sus estudios en la Universidad de Montpellier. La verdad es que nunca me planteé el tratar de localizarla e incluso ahora que tan fácil resultaba encontrar a viejos compañeros del colegio y universidad gracias a las redes sociales tampoco lo había hecho. No os voy a negar que muchas veces a lo largo de mi vida me he preguntado qué habría sido de ella. Dieciocho
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años es un periodo lo suficiente largo como para hacerse preguntas en relación a aquellas personas que de alguna forma han marcado un antes y un después en nuestras vidas y os puedo decir que Charlotte había sido una de esas personas. Yo permanecí de pie. Ella levantó la mano tímidamente mientras se acercaba hasta donde yo estaba. ¿Qué se supone que debes decirle a la primera mujer de la que te enamoras cuando solo eres un chaval y con la que vuelves a encontrarte después de tantos años? ¿Estaría casada, divorciada? ¿Tendría hijos? ¿A qué se debía su estancia en Bruselas? ‐Hola‐fue lo más ingenioso que se me ocurrió decir. ‐Hola‐respondió ella con una sonrisa contenida. Los dos nos miramos fijamente durante unos segundos sin saber cómo romper el hielo. ‐Menuda forma de…‐comenzamos a decir los dos al unísono. Después se nos escapó una risa descontrolada. Yo retiré una silla para que colocase mi maleta en el hueco que había dejado junto a la suya y acerqué otra para que ella tomase asiento. Hice una rápida seña al camarero y se acercó a nuestra mesa. * * * ‐¿Has cenado?‐me preguntó. ‐No. Gracias. No tengo hambre‐le respondí yo tratando de recuperarme aún de la impresión de tenerlo delante. Estaba nerviosa, muy nerviosa, sin embargo él rezumaba seguridad por los cuatro costados. Era él quien llevaba el control de la situación. ‐Estás muy delgada. Mucho más que la última vez. No me gusta comer solo y menos aún teniendo a una mujer delante. ‐No quisiera entretenerte demasiado. Seguro que tienes cosas mejores que hacer antes que cenar un viernes por la noche con una antigua… ‐Un croque provençal con doble de queso y para mí el savoyard‐le dijo al camarero que ya estaba frente a nosotros preparado para apuntar la comanda. Después fijó la vista en mí, como para asegurarse de que el croque provençal con doble de queso seguía siendo mi favorito. No podía creer que aún se acordase de lo que cenamos aquella primera tarde que estuvimos en ese mismo café‐.¿Te sigue gustando la ensalada de aguacate y gambas? Yo asentí, aún asombrada de su prodigiosa memoria. ‐Bien, compartiremos la ensalada, Fabrice y trae también un par de cervezas. La del mes. ‐Marchando la cerveza ahora mismo‐exclamó el simpático Fabrice. Nos quedamos de nuevo en silencio. Yo me sentí como una estúpida. No conseguía apartar los ojos de él. ‐Menuda tontería…lo de la pegatina. Nunca imaginé que terminarías adoptando la misma manía que yo. Él sonrió. Tardó en pronunciarse y me dio la sensación de que estaba eligiendo con cuidado las palabras. ‐Me alegro de haberla adoptado y me alegro de que leas mis libros. Siento haber fisgoneado en tu equipaje…no pude evitarlo. El recibo de la tarjeta con tu nombre y la misma bufanda de color verde que llevabas en Bruselas…lo he tenido fácil. Me gustó que dijese aquello. Demasiado quizá. Tendría que andarme con cuidado. Hay hombres que nunca olvidan y Henri era uno de ellos. Podía estar planeando una especie de venganza. Si quería castigarme engatusándome con sus armas de escritor seductor estaba en todo su derecho. ‐Descuida, yo habría hecho lo mismo con el tuyo de haber tenido la oportunidad. La boca de él se explayó en una generosa sonrisa que tocó cada fibra de mi ser. ‐Se te ve fenomenal‐le dije finalmente‐.No imaginas lo contenta que estoy de ver lo que has conseguido. ‐Tú sigues tan bonita como siempre. No has cambiado mucho. Fabrice dejó las dos cervezas sobre la mesa y se marchó.
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‐Sí que he cambiado‐le advertí. ‐¿Qué hacías en Bruselas?‐cambió de tema. ‐Trabajo. ‐Entonces vives aquí en París. Regresaste. ‐Así es‐respondí sin querer entrar en muchos detalles, cosa que él captó enseguida. ‐Supongo que tenemos que ponernos al día de muchas cosas‐añadió. Yo rehuí su mirada mientras me llevaba el vaso de cerveza a mis labios. ‐No creo que hoy sea el momento adecuado. Él esperó a que yo me dignara a volver a mirarlo. Y entonces dijo algo que no esperaba. ‐Te equivocas, Charlotte. Hoy es el momento perfecto. * * * Yo me giré para coger el ejemplar de El acuerdo que había encontrado entre su equipaje y que tenía escondido bajo mi abrigo. Lo coloqué encima de la mesa donde ella pudiese verlo. ‐En Bruselas no tuve oportunidad de dedicártelo‐le dije. Ella reaccionó con una extraña mezcla de felicidad y culpabilidad que yo no pude soportar por todos los sentimientos que su mera presencia estaban empezando a despertar en mí. Sabía que estaba nerviosa por como terminaron las cosas entre nosotros. ‐Deja de pensar en lo que sucedió. Ha pasado mucho tiempo. Somos personas adultas. ‐No quise hacerte daño, Henri. Fue música para mis oídos volver a escucharla pronunciar mi nombre en voz alta. ‐Muchas veces hacemos daño de forma inconsciente. Forma parte de la naturaleza del ser humano, de modo que olvídalo. No pienso vengarme ni nada parecido. Además, sé que devolviste los trescientos francos. Logré arrancarle una sonrisa que pareció hacer desaparecer la tensión de su rostro. Esperé pacientemente a que leyese mi dedicatoria. Para Charlotte, la mujer que sin saberlo hizo de mi el hombre que soy. Henri Benoit, París, 16 de febrero de 2007 * * * Continuamos en el café Soufflot, charlando sobre los vaivenes de nuestras respectivas vidas hasta que nos quedamos a solas mientras Fabrice y el resto del personal deambulaban a nuestro alrededor canturreando a la vez que terminaban las tareas de limpieza previas al cierre del local sin presionar a su cliente de toda la vida y su nueva acompañante. No hizo falta hacer la pregunta porque ambos lo sabíamos. Los dos estábamos libres, sin ataduras, tal y como lo estuvimos dieciocho años atrás, con la diferencia de que por aquel entonces, tal y como había dicho Henri, no había sido el momento adecuado. Mientras reíamos recordando algunos sinsabores de nuestra época de estudiantes y de nuestros comienzos profesionales, ambos supimos que finalmente habíamos encontrado el momento perfecto en el mismo lugar en el que la imperfección de nuestras vidas nos había unido por primera vez. FIN Raquel Rodrein Mayo 2011 http://raquelrodrein.com Inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual. Reservados los derechos de autor.
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Tenía que salir de allí. Ya. Si continuaba en aquel lugar un segundo más, se derrumbaría y daría un espectáculo delante de las únicas personas que no querría darlo nunca. —Si me perdonan —dijo poniéndose en pie— voy a salir un rato. No esperó a que le contestaran. Rodeó su mesa y se encaminó hacia las enormes puertas de roble —¿Estás bien Isabella? Unos profundos ojos verdes la miraban con preocupación. ¡Oh Dios!. No. No estaba bien. El hombre la sujetaba por el brazo, como si temiera que se fuera a caer en cualquier momento y se había inclinado sobre ella para poder ver mejor su expresión. No quería ni imaginar cual sería ésta. Seguro que tenía el rostro descompuesto y mostraba a gritos que iba a romper a llorar en cualquier momento. —Estoy bien, no se preocupe. Solo necesito tomar un poco de aire. Habló sin mirarlo a la cara. La conocía muy bien. Mandíbula cuadrada con rictus de seguridad, marca de la casa. Ojos verdes, con puntitos dorados y pelo castaño claro. Se la sabía de memoria. Él aceptó la explicación pero no estaba nada convencido. Isabella no tenía ese tipo de reacciones. Se enderezó, quedando unos quince centímetros por encima de ella y soltó su brazo. Nada más hacerlo echó de menos la suavidad de su piel. Ella aprovechó el desconcierto masculino para abandonar la habitación. Aún no había cerrado la puerta cuando oyó la voz de la mujer. —No te preocupes Marco, estará bien. —Está muy rara. Nunca la he visto así. —Comentó él casi para sí mismo. —Tú nunca prestas mucha atención a las cosas, hijo. Isabella es una mujer sensible, pero también es dura. No sé qué le ocurre pero seguro que lo superará en unos minutos. Ya verás como vuelve totalmente recuperada. Bárbara conocía a Isabella y sospechaba la causa de su indisposición. Le dieron ganas de sonreír, pero si lo hacía tendría que ofrecer algunas explicaciones que, por el momento, no tenía ningún interés en dar. Isabella se dirigió hacia la escalera que llevaba al vestíbulo. Hacía cinco años que vivía en aquel lugar y todavía le sobrecogían sus dimensiones. Para ella, suponía un privilegio vivir en ese lugar, un castillo restaurado del siglo XVI, con sus armaduras relucientes escoltando los pasillos y accesos, la enorme chimenea del salón principal, que apenas se utilizaba, o la inmensa biblioteca, su sitio preferido. Allí se podían encontrar desde incunables de incalculable valor y primeras ediciones de los clásicos más famosos, hasta novelas actuales, incluidas una gran representación de novelas románticas, de las que Bárbara era lectora, casi convulsiva. Sonrió a pesar de su estado de ánimo. Bárbara era un personaje digno de estudio. Tenía una personalidad enérgica, necesaria para poder gobernar todo el legado de sus antepasados. Su carácter tenaz y férreo contrastaba con su amabilidad y gentileza en el trato. Siempre tenía la palabra adecuada. Cuando la contrató cinco años atrás, le dijo que consideraba que ella era la persona adecuada para ejercer las labores de su secretaría y que le ayudaría a adaptarse. Así lo hizo. Pese a su renuencia, Isabella se encontró trabajando para aquella dama aristocrática y trabajadora a partes iguales. Se había convertido en su mano derecha y no sabía qué haría si tuviera que marcharse de allí. Marcharse. Esa palabra reverberó en su cerebro. Lo más probable era que esa fuera su única solución. Lamentaría mucho abandonar todo aquello pero no podía seguir viviendo bajo el mismo techo que Marco, el único hijo y heredero de su jefa, si éste se casaba. Y ese era el ultimátum que
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había oído hacía unos segundos. Había llegado la hora de casarse, le había soltado Bárbara delante de ella. Ni siquiera había esperado a quedarse a solas con él. Esa tarde, cuando Marco había ido a verla, ellas estaban trabajando en la próxima recepción que se iba a dar en el castillo. Lo hacían de vez en cuando, sobre todo cuando alguna de las obras de caridad de las que se ocupaba Bárbara, necesitaba fondos. En esa ocasión era para un hospital. Querían hacer una biblioteca para los niños que permanecían ingresados. Pues bien, Bárbara había dejado a medias el trabajo y había soltado la bomba. —Marco, ha llegado la hora de casarse. Es tu responsabilidad. Quiero dejar todo en tus manos pero antes, quiero que tengas una esposa. Si Isabella sintió que le daban un mazazo, la impresión que él se llevó tampoco fue pequeña. Marco estaba acostumbrado a vivir su vida. Llevaba las empresas de la familia y trabajaba duro, pero también sabía divertirse y, por lo que ella había podido ver, la compañía femenina no le suponía ningún problema. Lo entendía porque era el hombre más atractivo que había visto en su vida. La primera vez que lo vio, sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el pecho. El aire no conseguía entrar a sus pulmones y casi no pudo pronunciar un “encantada de conocerlo” mientras estrechaba su mano, por la que subió un calambrazo que habría fundido los plomos de cualquier instalación. Bueno, en realidad había fundido los suyos. Su instalación cerebral había sido un siniestro total porque cada vez que se encontraba con él, era incapaz de hablar con un poco de coherencia. Había aprendido a amarlo en silencio, había visto ir y venir a unas cuantas mujeres, interesadas en su posición social y económica, de las que él había pasado de la forma más elegante posible. No se dejaba cazar por nadie. Esa actitud permitía a Isabella cierta tranquilidad. No sabía muy bien qué esperaba porque desde el principio había sabido que Marco no era para ella. Sin embargo, pensar que tenía que vivir bajo el mismo techo que él y su esposa… Su cabeza negó con energía. Eso no podría resistirlo. Había llegado a la rosaleda. El perfume de las rosas inundaba aquel lugar encantado. Era una especie de glorieta apartada de la vista general del jardín. Cuando quería pensar, solía acudir a aquel lugar, un poco salvaje, y sentarse en uno de los bancos resguardado por un seto alto. No sabía el tiempo que llevaba allí. Las luces de las farolas se habían encendido. Se dio cuenta de que en unos minutos el sol se habría puesto por completo. —¿Seguro que estás bien? La voz, surgida a sus espaldas, le produjo tal sobresalto que, como impelida por un resorte, se puso en pie. Sus cuerpos quedaron a escasos centímetros. Él la sostuvo por los brazos y buceó en sus ojos oscuros en busca de una respuesta sincera. —Sí. Estoy bien. ¿Por qué lo pregunta? En los cinco años que habían vivido bajo el mismo techo, Marco había aprendido a interpretar un poco el lenguaje corporal de Isabella. No era una mujer muy expresiva, pero él conocía muy bien algunas señales. Nunca perdía la compostura, era fría, distante y elegante. En ese momento, vestía un pantalón gris oscuro y una camisa blanca. La chaqueta, de la misma tela que el pantalón, estaría seguramente en el respaldo de su silla de trabajo. Nunca bromeaba con él, aunque, le constaba que sí lo hacía con el personal de la casa, incluso la había visto jugar con los hijos pequeños del jardinero. Jamás la había visto relajada. En ocasiones, sentía la necesidad de ser él quien le hiciera perder ese autocontrol del que estaba tan orgullosa y que a él tanto le molestaba. Sin embargo, esa tarde, algo se había resquebrajado en su armadura. Por eso, a pesar de las palabras de su madre, había salido en su busca. —Me ha parecido que estabas algo alterada. Ella hizo un gesto con la mano, como ahuyentando los malos pensamientos y aprovechó para alejarse unos metros. Su cercanía no la dejaba pensar con claridad. Por eso huía cuando él aparecía. —No se preocupe. No es nada. Es que llevaba toda la tarde trabajando y me he mareado un poco. Él sabía que era mentira, ella sabía que él lo sabía, pero ahí estaban. Habían mantenido ese tipo de conversación en algunas ocasiones. Él intentando avanzar, ella huyendo de su influencia. No
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quería ser asequible. Si le dejaba acercarse demasiado, la despedida dolería mucho más. Pero esta vez él no siguió el juego preestablecido. La sujetó por ambos codos y se aproximó un poco más. Alcanzaba a recibir el aliento sobre su rostro. —Bella… —Todo el cuerpo de ella se estremeció al oír esa voz ronca musitar el diminutivo— No me voy a mover de aquí hasta que no me digas qué te pasa. La determinación brillaba en sus ojos verdes y ella sabía hasta qué punto podía ser terco y persistente. Antes de que pudiera evitarlo, unas palabras brotaron de su boca. —¿Es cierto que te vas a casar? —La pregunta brotó de sus labios sin pedir permiso, al igual que el tuteo. Por unos segundos, él se mostró desconcertado. ¿Qué pregunta era esa? y ¿Por qué se la hacía ahora? Ella nunca había entrado en temas tan personales en sus conversaciones. —Seguramente. —Se encontró respondiendo—. Mi madre puede ser muy persuasiva y es posible que haya llegado la hora de cumplir con lo que se espera de mí. —Sí. Eso era lo que se temía. —No sabía cómo continuar y soltó lo primero que le vino a la cabeza— Alessandra podría ser una buena candidata. Es guapa, inteligente, trabajadora y es evidente que besa por donde tú pisas. —¿Cómo era que se encontraba ofreciendo consejos y más de aquella envergadura? Así que se había dado cuenta de la existencia de Alessandra. En la vida habría imaginado algo parecido porque parecía que sus ideas y venidas le importaban bastante poco y ahora, de repente, se la veía muy interesada en conseguirle una esposa. —Es posible. —Respondió evasivo. —Siempre está bien que en una relación le quieran a uno. —Puntualizó ella. No sabía si reír o mandarla al infierno por aquella ecuanimidad que mostraba ante él. Optó por volver a provocarla. —Y ahora que yo he respondido a tu pregunta, responde tú a la mía. ¿Por qué estabas tan triste cuando te he encontrado? Durante la conversación, había llegado a la misma conclusión que cuando estaba en el despacho. Tenía que irse. Ya no podía seguir viviendo allí, pero antes de decírselo a él, tenía que comunicárselo a su jefa. En ese momento hizo algo que, si hubiera decidido permanecer allí, no habría hecho jamás. Se puso de puntillas y depositó un largo beso en la mejilla de Marco. —Nos veremos en algún lugar. —Lo pronunció en tono ronco, como si contuviera las lágrimas. Después dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Marco se quedó petrificado en medio de la rosaleda. No tenía ni idea de lo que había sucedido. Por un instante, el bloque de hielo se había deshecho, se había amoldado a su cuerpo y había dejado algo parecido al fuego líquido, grabado sobre su cara. Se llevó una mano al lugar donde quemaba sin dar crédito a lo sucedido. Isabella volvió al despacho que Bárbara tenía instalado en el primer piso del castillo. Sus pasos eran firmes. Ahora que había tomado la decisión, todo se veía de otra manera. —Bárbara ¿Puedo hablar contigo un momento? —Claro. —Dejó el bolígrafo sobre la mesa y se dispuso a escuchar lo que tenía que decirle. —Voy a marcharme. —¿Qué? —Había oído perfectamente y conocía el motivo por el cual quería hacerlo. Había que ser muy ciego para no darse cuenta de lo que sentía aquella extraordinaria muchacha por su hijo. Por eso había tenido que acelerar algo las cosas. Estaban en un punto muerto y podrían haberse pasado así otros cinco años. No había llegado a la edad que tenía sin haber aprendido unas cuantas cosas sobre la vida. —Tengo que dejar el trabajo Bárbara. Tengo que salir de aquí. Su voz temblaba, al igual que su cuerpo. Casi sintió pena por ella. Si la presionaba un poco, terminaría contándole lo que ella quisiera, pero no estaba en sus planes. No era necesario. Había estado demasiadas veces en la misma habitación que la pareja y había sido testigo de las miradas
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furtivas y la tensión que se creaba entre ambos. Había ocasiones en los que tenía que reprimir las ganas de sacudirlos ante tanta ceguera. Y por fin lo había hecho. Les había sacudido. —Isabella, sabes que eres muy valiosa para mí y no solo como empleada. Has llegado a ser una de mis mejores amigas a pesar de la distancia de edad que nos separa. Confío tanto en ti, que si tú crees que debes abandonar este trabajo, respeto tu decisión sin preguntas. Sus brazos descansaban cómodamente sobre la mesa y su cuerpo mostraba una tranquilidad que no sentía. Aquel plan tenía sus riesgos y podía salir mal. La chica estaba un tanto desconcertada por la actitud comprensiva de su jefa. Había esperado que intentara convencerla por todos los medios, no que la comprendiera y aceptara tranquilamente su decisión. —Si no te importa, no voy a bajar a cenar. —Consiguió decir. La mujer sonrió con ternura. —No te preocupes. Mañana hablaremos. Isabella dio media vuelta y se dirigió a su habitación. Unos minutos más tarde, la puerta del despacho volvía a abrirse dando paso a Marco. Bárbara levantó la cabeza y lo observó. Parecía un poco alterado. Un hombre tan grande y tan seguro de sí mismo y en aquel momento le recordaba al niño que acudía a ella en busca de ayuda. —Ah, Marco. Siéntate. Tengo algo que decirte. Él, confuso todavía por la escena de la rosaleda, obedeció a su madre sin saber la que se le venía encima. —Isabella se marcha. Ha dejado el trabajo. El corazón le dio un vuelco en el pecho. Ahora entendía ese beso. Era un beso de despedida. —Pero… ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? Se había acostumbrado a su presencia. Distante, sí, pero ahí estaba todas las mañanas cuando bajaba a desayunar, o por las noches, cuando cenaba con su madre. Le gustaban sus conversaciones cáusticas y su irónico sentido del humor. ¿Qué iba a hacer él sin ella? —No tengo ni idea. —Explicó su madre—. Mañana, intentaré razonar con ella, pero estaba muy decidida. Marco se levantó pesadamente de la butaca en la que había estado sentado. —Voy a dar una vuelta. —Anunció, y salió sin esperar respuesta. Isabella estaba mucho más tranquila desde que había notificado a Bárbara su decisión de irse. Después de los nervios de toda la tarde, una extraña calma se había instalado en su estado de ánimo dejándola como si estuviera anestesiada. Era tarde, pero no le apetecía permanecer encerrada en su dormitorio. Tampoco quería aparecer por ninguna de las zonas en las que pudiera tropezar con alguno de los miembros de la familia, así que, después de echar una ojeada al jardín, decidió que lo mejor era salir a la parte de atrás y dar un paseo. La noche era cálida e invitaba a disfrutar del aire libre. Dirigió sus pasos hacia la zona del pequeño lago. El aroma de los jazmines inundaba el camino despertando sus sentidos. Cuando oyó crujir la grava tras ella, supo que no estaba sola. Giró con rapidez y quedó frente a la última persona que quería ver en ese momento. Marco la vio salir de la casa y pensó que aquella era una magnífica oportunidad para convencerla de que se quedara. Desde que su madre le había dado la noticia de su marcha, no había dejado de dar vueltas a los motivos que le hacían desear que se quedara. La quería allí para siempre. No había que ser muy perceptivo para darse cuenta de que su presencia no era bien recibida. El rostro de Isabella cambió de la tristeza a la inexpresividad y su cuerpo adoptó una postura tensa y estirada. Algún día acabaría con esa rigidez, se prometió. —Me ha dicho mi madre que te marchas —dijo sin dejar de acercarse. Ella dio un paso atrás. Pocas veces se había sentido intimidada por su elevada estatura pero, en aquella ocasión, la expresión de sus ojos anunciaba peligro. —Sí. Ya está decidido —Respondió sin apartar la mirada de la suya. —¿Eso es lo que te llevaba carcomiendo toda la tarde? ¿Por qué no me lo has dicho?
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—Porque no tengo que decirte nada. Es tu madre la persona que me contrató y con quien tengo que hablar de si renuncio o no a mi trabajo. Era una respuesta impertinente que Marco encajó bastante mal. Se acercó un poco más, sus rostros casi se tocaban. Los ojos de él despedían destellos de furia, los de ella, algo temerosos, se mantenían inmutables y distantes. —¿Por qué? Ella sabía perfectamente a qué se refería pero algo malvado había despertado en su interior al ver la actitud del hombre que la había cautivado desde su llegada. Él siempre se mostraba educado pero ahora, parecía estar a punto de perder el control. Una vena perversa la empujó a provocarle un poco más. —¿Por qué, qué? —¡Maldita sea Bella! ¡No juegues conmigo! —La agarró por los brazos y la dejó literalmente pegada a él. A pesar del desafío de sus ojos, la cercanía le permitió percibir el temblor de su cuerpo. Así que no era tan inmune como pretendía aparentar. Se alegraba, porque él estaba totalmente alterado y no quería ser el único. —¿Por qué quieres marcharte de repente? —Tengo que irme. Eso es todo. —La valentía empezaba a abandonarla. La presión de sus manos sobre los brazos, el calor que desprendía su cuerpo, esa mirada abrasadora que le pedía explicaciones, la ponían demasiado nerviosa y la dejaban indefensa ante esos sentimientos que siempre había ocultado. Miles de veces había soñado que la acariciaba o la besaba, que sus ojos la miraban con deseo, sin embargo solo habían sido sueños, jamás la había tocado de aquella manera ni habían estado tan cerca como en ese momento. Por fin pudo reaccionar. Con un movimiento brusco se deshizo de sus brazos y se alejó en dirección al castillo. Marco se dio cuenta en ese momento del cambio experimentado en el aspecto de Isabella. Se había soltado el pelo, que caía en una melena larga y ondulada y su inseparable traje había desaparecido para dejar paso a unas mallas negras ajustadas y un amplio jersey que le llegaba a media pierna. Vestía siempre de manera tan formal que le sorprendió verla con aquella ropa, que sin pretenderlo, resultaba provocativa. Se había mostrado tan reservada, por lo menos en su presencia, que no había llegado a percibir su verdadera personalidad. Y le gustaba. Mucho. Si ya le atraía su aspecto serio, el informal podría volverle loco. Parecía mucho más joven y vulnerable. Había perdido toda su rigidez. Pensándolo bien, la transformación quizá no se debía solo el cambio de imagen; era posible que la cercanía que habían compartido la hubiera perturbado tanto como a él. —Bella. Espera un momento. —Pidió temeroso de que desapareciera para siempre de su vida. Quería retenerla un poco más. ¿Había sonado la voz del gran hombre de negocios con tono suplicante? No podía ser. Marco no suplicaba. No obstante, se detuvo. Desde donde se encontraba podía ver el castillo. Había algunas luces encendidas pero el resto se mantenía sumergido entre las sombras. Era un edificio no muy grande, pero, aún así, impresionaba y a aquellas horas, mucho más. Los torreones se recortaban, oscuros contra el cielo confiriéndole un halo misterioso. Oyó que él se acercaba a su espalda y volvió a sentir un pequeño estremecimiento. Estaba al límite de sus fuerzas y ya no sabía cuánto tiempo más podría seguir fingiendo. —No te marches —Le oyó decir. No se atrevía a pensar, siquiera, en la causa de esa petición. A pesar de que siempre habían mantenido una relación cordial, no podía considerarse que fueran amigos. ¡Si hasta esa misma tarde le había hablado de usted! Se habían dicho más cosas en unas horas que en cinco años. Respiró hondo y se giró hacia él. Ahora era su turno de preguntar. —¿Por qué? Él tenía un miedo atroz a enfrentarse a esa pregunta porque, en realidad, hacía mucho tiempo que conocía la respuesta. Otra cosa muy diferente era que no quisiera reconocerla. —¿Por qué, que? —Respondió emulándola.
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—¿No hemos jugado a este juego antes? —Preguntó decidida a conocer la verdad— ¿Por qué no quieres que me marche? —Nos hemos acostumbrado a tenerte con nosotros. Te echaríamos de menos.—¡Vaya una explicación más estúpida le acababa de dar! —Tu madre lo comprende —Replicó. No era eso lo que esperaba oír. Él se pasó una mano por el rostro. No sabía cómo salir de aquello. Tenía que conseguir que se quedara y, por lo visto, la única forma era sincerarse. —Está bien. Yo te echaría mucho de menos. —Volvió a acercarse un poco. Esta vez, ella no retrocedió. Levantó la cara hacia él. —Tú te vas a casar. Tendrás compañía y estarás ocupado. Por alguna extraña razón, aquella perspectiva no le parecía nada atractiva. La única persona a la que veía a su lado años después, compartiendo su vida, su trabajo, sus preocupaciones y sus alegrías era ella. Cuando pensó en sus hijos, fue ella la que apareció como madre. Ese pensamiento fue la revelación definitiva. Era ella la mujer adecuada, la mujer con quien quería pasar el resto de su vida. Ahora, solo le quedaba convencerla para que aceptara pasarla con él. Levantó una mano y sus dedos acariciaron con suavidad la línea del pómulo. Notó como se sobresaltaba pero no se separaba. Iba sin maquillar y su piel se veía tersa y blanca, sin ningún tipo de imperfección. Perfecta, se dijo. Se aventuró algo más y delineó sus ojos y las cejas. Isabella estaba petrificada por la impresión. ¿Se había vuelto loco? Era probable, pero el delicioso hormigueo que sentía, era demasiado bueno para detenerlo. Por fin sintió las yemas de los dedos sobre sus labios entreabiertos. ¡Jesús! Esa simple caricia la había dejado sin respiración. Él, por su parte, estaba absorto en su tarea, parecía hipnotizado. —Tengo algo que proponerte. —Se encontró diciendo. —¿El qué? —Una pregunta escueta, recelosa y trémula. —Cásate conmigo. —Ya estaba dicho. No había marcha atrás. —¡¿Qué?! —La pregunta salió como un graznido—. ¿Casarme contigo? Debía tener una expresión de alucinada tal, que estaría hasta ridícula. —No pongas esa cara de espanto. ¿Tan malo te parece? —Reconocía que la proposición podía resultar repentina y hasta algo extravagante, dado que nunca había tenido ningún tipo de confianza, pero no era para poner esa expresión consternada, pensó algo molesto y sobre todo, cargado de aprensión ante su posible negativa. —¿Por qué? —Preguntó ella ajena a todas las cavilaciones masculinas. Necesitaba conocer los motivos de esa insólita petición. —No empecemos otra vez con los por qué, por favor. —¿Cómo no voy a preguntar por qué te quieres casar conmigo? Hasta hace unas horas casi no te dabas cuenta de mi presencia. —Eso no es cierto —se defendió— siempre he sido muy consciente de tu presencia. —Pues lo has disimulado muy bien. —Lo acusó casi con genio, consciente de lo mal que lo había pasado por esa indiferencia. Los labios de él esbozaron una provocadora y atractiva sonrisa, que para ella siempre resultaba devastadora. —No podía hacerte proposiciones delante de mi madre. —Pues ahora sí las haces. —Ahora te pido que te cases conmigo. —¿Por qué quieres casarte conmigo? Y no me digas que es porque me echarás de menos. Tampoco creo ser la aristócrata adecuada para el puesto. —Bella —pronunció su nombre con tono de paciencia— no te menosprecies, eres perfecta para cualquier puesto y lo que te estoy proponiendo es que compartas tu vida conmigo, no un trabajo. La vio quedarse seria y pensativa, sin hacer ninguna pregunta más y se sintió invadido por el pánico ¿Y si decía que no? No podía hacerlo. No le dejaría.
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Cuando ella abrió la boca para hablar, no le permitió continuar, le cubrió los labios con su boca en un intento por detener el torrente de palabras que se avecinaba, pero calibró mal las consecuencias de aquella acción desesperada. Había oído hablar de calambrazos, descargas eléctricas y demás similitudes, él nunca había experimentado nada parecido, sin embargo, no estaba preparado para lo que sintió cuando sus labios se tocaron. Algo poderoso explotó entre los dos y lo que comenzó con un simple roce, se convirtió en un estallido en toda regla. No esperaba que ella respondiera de esa manera apasionada. Parecía siempre tan distante, que no había imaginado el fuego que guardaba dentro. Si eso era una muestra de lo que podía suceder, estaba convencido de que tendrían fuegos artificiales. La estrechó contra sí, sin dejar un milímetro de espacio entre sus cuerpos y ella se amoldó a él con total dejadez. Sus manos acariciaron su nuca y se enredaron en su pelo, acercándolo un poco más si eso era posible. La necesidad que sentían el uno por el otro era frenética. Sus bocas se probaron y devoraron mientras sus manos acariciaban. El pulso disparado de ambos latía sin control. Se besaron hasta que sus pulmones amenazaron con estallar. Solo entonces, se separaron unos centímetros, los suficientes para tomar un poco de aire. Mientras que lo hacían se miraron con asombro. Isabella ya no recordaba lo que iba a decir. —¿Tienes alguna objeción? —Preguntó él con una voz que no reconoció como suya— Creo que te he dado un buen argumento. —Sí —dijo ella con sencillez. —¿Sí qué? —No empecemos con las preguntas tontas. Sí me casaré contigo. A él solo le faltó lanzar un grito de júbilo. A cambio, lo que hizo fue volver a besarla con impaciencia, demostrándole que no se arrepentiría de la decisión que acababa de tomar. —Te quiero —Murmuró al fin sobre sus labios. —Y yo. Por eso me caso contigo. Ahí terminó la conversación. Durante mucho rato, no se volvió a oír ninguna pregunta tonta a las que los dos eran tan aficionados. Si unas horas antes les hubieran dicho que esa noche iban a estar besándose de esa manera, totalmente desenfrenada en medio de un jardín, habrían llamado loco a cualquiera. No obstante, ese pensamiento era la última de sus preocupaciones. Por el momento, lo único que les interesaba era esa deliciosa locura que acababan de descubrir. Desde la ventana del torreón, Bárbara seguía la escena con una sonrisa satisfecha. «Misión cumplida», Pensó. FIN Menchu Garcerán Mayo 2011 menchugarcern.blogspot.com Inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual. Reservados los derechos de autor.
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Después del éxito apabullante qu ue tuvo la Saaga Crepúscu ulo en todo el mundo o llegaron a nuestras lib brerías historias nuevas en las que los más eescépticos crreían que se iban a encontrar más de e lo mismo: romance entre vampiros alejadoss del antiguo o estereotipo o. Pero esa idea iba a esstar muy alejjada de la realidad. nte en Estad dos Unidos, Apareció Cassandra Clare escritora, residen eriodismo sensacionaliista para dedicarse que deejó el pe completaamente a la e escritura y m más concretamente a suss Cazadores de Sombras. nconcito y Una serie a la que hemos querido ccederle este pequeño rin ndo en admiiradores y po or qué no que sin mucho ruido haa ido crecien onforman, porque no decirlo, en número dee volúmeness que la co ue en un prin ncipio iba a cconstituirse ccomo una debemos olvidarnos qu hora, por las últimas notiicias que noss llegan, va ccamino de trilogía y ah pentalogía. Pero ahí no o queda la cosa c porque debemos sumarle la precuela que q ha creeado la esccritora, utilizando este e mundo imaginario, y que si las ccosas no varrían será una trilogía. ncemos desde el principio porque, quizás, no todos los Pero comen que habéis decidido detener d vuesstros ojos en n este artícu ulo sepáis ombras, porr lo que hoyy vamos a que es eso de los Cazaadores de So d nte por si os decantáis por la intentar exxplicároslo detenidamen compra de ssus libros ah hora que llegan las ferias de libro. Lo primero es que nos eencontramoss ante una Se erie Juvenil (teniendo o el mundo de poner etiquetas), e en cuenta la manía que tiene todo os que una seervidora ya ttiene sus años y se ha le eído todas pero deciro las novelas que hay acttualmente pu ublicadas y le han gustad do, por lo que en esste caso os dejo a vu uestra eleccción si decidís o no arriesgaros con la lecturra. Y si hay que determin nar el por qué de esa etiqueta podríamos p deducir que se debe a que la autora a nos sitúa dentro o de una narración ambientada a en una Fantasía Urbaana, donde podemos encontrarno os todos los seres mitológicos, legendarios que conocemos de otros libros de este ggénero.
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Los protagonistas son los Cazadores de Sombras o Nefilim, descendientes de un humano que mezcla su sangre con la del ángel Raziel. Luchan contra hombres‐lobo, vampiros, demonios y un sinfín de seres, con un solo objetivo: que el mundo tal como lo conocemos siga imperturbable. ¿Y quiénes son esos Cazadores de Sombras?
Una pregunta que tiene una respuesta sencilla, ya que ellos son los protagonistas de la lucha que se entablará entre el mal y el bien a lo largo de los distintos tomos que conforman la Serie. Destacarán entre todos ellos, porque siempre hay algunos personajes que tienen más relevancia que otros, una pareja peculiar formada por Clary y Jace. Una pareja que conseguirá que os enamoréis de ellos, de su evolución y también… que os tiréis de los pelos, os comáis las uñas u os acordéis de… (mejor no sigo) al llegar al final de cada volumen, ya que una de las cosas en las que más está dicha esta escritora es en dejarnos con la miel en los labios, poner la palabra Fin y… ¡esperar el siguiente libro! Como ya os señalé más arriba, la Serie Cazadores de Sombras iba a ser una trilogía, no sabemos si por motivos editoriales, por la gran cantidad de fans que siguen sus aventuras o porque noséqué… nos encontramos con la publicación de tres libros en nuestro país, un cuarto que viene de camino (el 24 de mayo) y dos más que verán la luz en el 2012 y 2013, respectivamente, en Estados Unidos; la llegada a nuestro país de seguro que será más tardía.
SUS TÍTULOS Ciudad de hueso Ciudad de ceniza Ciudad de cristal Ciudad de los ángeles caídos City of Lost Souls, City of Heavenly Fire, Y más…
¾ Ciudad de Hueso: primer tomo de la Serie en la que la autora nos presenta si no a todos los personajes que van a ir circulando por esta aventura a casi todos.
Conoceremos a Clary, una humana que acabará uniéndose a este Mundo de Sombras para luchar contra el mal. Se enamorará del chico rebelde, Jace, presentando una relación amor‐odio hasta que deciden bajar sus barreras pero… esa felicidad se verá truncada. Tendrán que luchar contra Valentine, uno de los grandes enemigos de esta sociedad secreta, además de ser uno de los personajes que destaparán la caja de los truenos rompiendo las ideas que se había formado el lector con respecto a una serie de datos que ha ido leyendo a lo largo del libro (lo siento mucho pero no quiero desvelaros mucho más).
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¾ Ciudad de Ceniza: Nos encontramos que la relación entre Clary y Jace está rota, algo sucedió en el libro anterior que les obliga a evitar esa atracción que sienten.
Es el momento en el que aparece en escena, pisando fuerte, Simon, amigo de nuestra protagonista (ya le habíamos conocido anteriormente) buscando llenar ese hueco que ha dejado el Cazador de Sombras.
Valentine sigue haciendo de las suyas pudiendo observar que dentro de sus planes están que Jace se una a él. ¾ Ciudad de Cristal: Con este volumen llegábamos, en principio, al final de la historia. La aventura se traslada a una ciudad legendaria donde retienen, secuestrada, a la madre de Clary, quien decide ir a salvarla. Una misión para la que necesitará ayuda. Los Cazadores de Sombras tendrán que unirse a sus enemigos (hombres‐lobo, vampiros,…) para dar caza a su enemigo.
¾ Ciudad de los Ángeles Caídos: este libro está a punto de llegar a nuestras manos, ya que verá la luz el 24 de mayo, en España. En él nos narran la historia de Simon, el amigo fiel de Clary, los cambios que sufre su vida por algo que le sucedió en los volúmenes anteriores. Además nos reencontraremos con Jace, Clary y otros personajes que ya conocemos. En la novela de Ciudad de los Ángeles Caídos nos encontraremos puntos en común con El Ángel Mecánico, libro‐ precuela de esta serie, consiguiendo con ellos que el lector enlace ciertos datos que aparecían en cada una de las tramas haciendo que éste último, El Ángel Mecánico, no se quede descolgado de la aventura que ha creado Cassandra Clare. Pues llevamos, si las cuentas no me fallan, cuatro libros por ahora que conforman la Serie Cazadores de Sombras, y que están publicados actualmente en nuestro país (bueno, a uno le faltan días). A ellos debemos sumarles dos más… ¡por ahora!:
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Y hasta aqu uí llega la Serie de los Cazado ores de So ombras propiamentte dicha, peero no creáis que hemos accabado. Para nada. A Cassandraa Clare, sin aalejarse de este mundo m de fantasía f
urbana, sse le ocurrió una idea, idea que parecía desscabellada y que por p los círrculos de admirado ores que la seguían, no se tenían de emasiadas expectatiivas, pero paarece que lo ha vueelto a consegguir.
Y es que la autora viendo,, quizás,, que quedaban algunoss flecos sueltos en esta e historiaa decidió ó ponerse a escribir unaa precueela de Cazzadores de e Sombrras.
Por precuelaa nos referim P mos a un librro o… trilogíaa (tiene todaa la pinta dee q que va a con nstituirse en trilogía si no o en algo máás) que se am mbienta 130 0 a años antes de d todos loss acontecimientos que suceden en la Serie dee C Cazadores de e Sombras.
Bajo el título B o de El Áng gel Mecánicco, conocem mos a Tessa Gray quien n d decide viajarr a Londres a buscar a su hermano o. Será raptaada por unaa llamada Club Pandemo o organización onium de laa que los Caazadores dee S Sombras la re escatarán.
Volvemos a V a adentrarn nos en un n triángulo amoroso donde suss p protagonista s son Jem yy Will, situán ndose en el vvértice del m mismo Tessaa q quién descub brirá qué es e en realidad.
Como supon C néis esta novvela, El Ánggel Mecánicoo, nos deja con c un finall a abierto, a la espera de que q llegue a nuestras lib brerías la seggunda partee d del mismo qu ue llevará co omo título, en inglés, Cloockwork Prin nce. Y Y hasta aquí puedo escrib bir. S Sólo una curiosidad máás y es que esta Serie, gracias al éxito é que haa c conseguido c cosechar, pro onto tendrá su versión een un formatto diferente,, e en Novela Gr ráfica. Además algo A o que a much hos les hará ilusión y es la de poner cara y voz aa s sus personaj es favoritos en la gran paantalla, porq que si las cossas no varían n m mucho habrá á película de Cazadores d de Sombras. erche Diolch h Artículo: Me
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GABRIEL, MARQUÉS DE RALSTON
Un nuevo héroe hace su protagonista del libro… NUEVE favor de su amada doncella. Y REGLAS QUE ROMPER PARA aparición en el panteón de los aún así, si alguien se merece CONQUISTAR A UN GRANUJA, ha Dioses del Olimpo, un héroe un sitio de honor entre tenido que enfrentarse a sus que busca el descanso del nuestros dioses adorados ése propios sentimientos y guerrero tras una encarnizada es GABRIEL, el infame romper los cadenas que le lucha por el corazón de su MARQUÉS DE RALSTON. impedían ofrecer su amor a dama. Pero no os llevéis a lady Calpurnia Hartwell, equivoco, señoras, este héroe Sí, porque este héroe de carne aquella que se había no ha tenido que luchar y hueso, ha tenido que hacer adueñado de un pedazo de su contra dragones ni enfren‐ frente a un enemigo mucho corazón desde el instante en tarse a malvados hechiceros. más poderoso que todos los que la vio parada frente a él Ni siquiera ha tenido que subir crueles mercenarios o fieras decidida a llevar su misión a hasta lo más alto de la más criaturas mágicas que puedan cabo. alta torre para obtener el existir en el universo. Gabriel, culpables de que ella quedara relegada para Durante diez largos años, lady Calpurnia Hartwell no fue más que un florero, todo un dechado de siempre al probo altar de las solteronas. buenas maneras que asistía a reuniones y bailes Nuestra protagonista veía pasar la vida delante como era su deber, sin perder jamás la de sus ojos… Mientras las demás jóvenes damas compostura y convirtiéndose poco a poco en la reían, bailaban y amaban, el espíritu de nuestra criatura corriente e insulsa que tanto temía. Tan Callie se consumía poco a poco. Hasta que un sólo en privado soñaba y se dejaba llevar en sus buen día despertó de su letargo… Y ansiando un fantasías por aquel héroe, aquel amante de beso de verdad de aquel que siempre la visitaba ficción que lamentablemente tanto se parecía a en sus sueños, acudió a su encuentro… Un quien, durante un fugaz encuentro cuando encuentro que marcaría el destino de nuestro apenas tenía dieciocho años, le dedicó unas héroe y su emperatriz, como él la llama pocas palabras amables que fueron las únicas cariñosamente.
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Portada de su edición en inglés
Mil y una aventuras han vivido juntos nuestros protagonistas, y particularmente me solidarizo con Gabriel, pues si Hércules tuvo que realizar doce trabajos como penitencia para ser volver a ser cogido por los dioses, las nueve tareas en las que Callie decide aventurarse son el particular castigo que un dios muy travieso impuso a Gabriel, no se sabe porqué motivo.
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¿Qué hombre está dispuesto a seguir a una mujer, a acompañarla en sus aventuras y proporcionarle toda la diversión que necesita sin que de su boca salga un reproche? Bueno, lo último no es del todo cierto, nuestro héroe intenta hacer razonar a su emperatriz, pero cuando no lo consigue, accede a hacer realidad todos sus sueños y, aludiendo a nuestro célebre Cervantes, ser el Sancho Panza de todas las andanzas que a este ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se le ocurren. Y así poco a poco, desafiando a las reglas, y rompiéndolas una a una, Callie y Gabriel consiguen completar esta épica lista de tareas digna de la Ilíada. Y por culpa de ellos, yo he experimentado cosas que supuestamente una joven y refinada dama jamás debería conocer, aunque no es que me importe mucho, la verdad. He fumado y he bebido, una experiencia nada recomendable; he montado a horcajadas, aunque no de la forma más convencional; he jugado en un club de caballeros, a un juego muy especial; he bailado todas las piezas de una fiesta; e incluso he sido objeto de una apuesta, aunque esto último no es algo de lo que sentirse orgullosa. También he asistido de un duelo, en el que casi me dejo el corazón, y !he disparado una pistola! Comprenderéis que después de todas estas peripecias juntos, no pueda sino admirar el temple que Gabriel demuestra con Callie en todo momento. Cualquier otro hombre la hubiera puesto sobre sus rodillas al menor intento de rebeldía, conozco a más de uno que lo hubiera hecho sin inmutarse. Pero él no, él admira a Callie, quien desafiando las reglas, y rompiéndolas una a una, consigue hacerse un hueco en el corazón de este granuja. Un corazón endurecido por el paso de los años, protegido por la hiedra que había crecido a su alrededor y que no dejaba ver el hermoso interior tapándolo todo. Pero no es fácil manifestar los sentimientos y reconocer la verdad, aunque la tengamos ante nuestros ojos. A veces hace falta perder aquello que se ama para comprender a ciencia cierta hasta qué punto es importante para nosotros.
Nuestro héroe se da cuenta de ello a tiempo, y en un alarde de gallardía y nobleza como pocos he visto, se sincera con su dama, poniendo el alma a sus pies y suplicando que se quede a su lado y comparta su vida. ¿Puede alguien permanecer impertérrito ante tremenda declaración de amor? ¡Habría que ser de hielo, y debo reco‐nocerlo, yo no lo soy! Igual que Callie, mi corazón se estremeció al ver a ese hombre cual niño llorando a sus pies.
Quizás algunos podrían llamarlo blandengue, pero un verdadero caballero debe ser noble y valiente a la vez. Valiente para proteger a una dama de los indeseables que deseen aprove‐charse de ella, y noble para poner el mundo a sus pies si así ella lo requiriera. Así pues ¡pasad, pasad, buen señor, y tomad un poco de ambrosía para calmar vuestra sed! ¡Pasad, y sed bienvenido, los dioses os esperan! Artículo: Ana Mª Benítez
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El género juvenil romántico de Italia llega a España En esta ocasión aproveché un viaje a Roma, capital de Italia, y me llevé un buen lote de anotaciones sobre publicacio‐ nes JR más destacadas de allí entre sus autores. Así que coged asiento, esto promete ser muy revelador. cidos en España, tales como Federico Moccia (Tres metros sobre el cielo) o Francesco Gungui (Siempre estarás tú). uando hablamos de literatura italiana, habla‐ mos de amore y esperienze, de mundos repletos de sensacio‐ nes que crean mariposas en el estómago. Todo ello con un estilo casi hasta poético y una prosa muy cuidada. Pero si ya nos introducimos en lo que es literatura juvenil romántica, lo que más cabe mencionar como tema característico es la vida real, un aspecto por el que ya son unos cuantos auto‐ res italianos los que son cono‐
Ahora bien, ¿qué editoriales italianas publican JR? A dife‐ rencia de España, todavía el mercado tiene que madurar un poco más, no existen real‐ mente colecciones tales como ELLAS (Montena) donde lo puedas encontrar todo defini‐ do y ordenado, es necesario ir picando de distintos sellos para dar con lo que se busca. A su favor, está el hecho de que en bolsillo nos podemos encontrar los libros mucho más baratos: caso de Alas de
Aprilynne Pike en Sperling paperback (www.sperling.it) a 6,50€, donde también pode‐ mos encontrarnos, aunque no en bolsillo (Sperling & Kupfer), la segunda parte publicada, Días eternos de Rebecca Maizel (próxima publicación de vampiros por Urano ediciones en España), Legacy y Alera de Cayla Kluver, pero de momento ningún título JR de creación italiana. Para ello, deberemos adentrarnos en Piemme freeway (www.piemmefreeway.it o también: www.edizpiemme.it) que posee unas cuantas novelas de interés tales como:
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Love factor de Mathilde Bonetti, cuyo argumento gira en torno a una chica que sueña con convertirse en una cantante de talento, pero que debido a su padre, que desea que se convierta en una intérprete, ha tenido que retrasarlo hasta que pronto llega su oportunidad en un casting donde también conocerá a su amor. Según las críticas, esta es una novela perfecta para leer de forma rápida con bastantes momentos divertidos. Así que goza de buenos comentarios en la blogoesfera. Rosso Cuore de Gabriele Novecento, es una historia calificada como comedia romántica para adolescentes. La protagonista, Alice, monta con su amigo, Cesare, una agencia para que sus clientes encuentren a su alma gemela, lo que no sabe es que al final será ella la que caiga en su propia trampa. I cacciatori del tempo de Vanna De Angelis. Éste quizá sea uno de los más llamativos, cuyo librotráiler no podéis perderos (youtu.be/7PD07nhPOSI). En esta ocasión, la trama se introduce de lleno en la fantasía. Yonec es el hijo de un hada y vive en la Edad Media. Mientras que Janis va al instituto y vive en la actualidad. Sus vidas están unidas por una antigua profecía, un cruel destino que les obliga a vivir en tiempos diferentes. Por lo que terminarán viajando en el tiempo para romper entre ambos la maldición que les persigue. Sin embargo, no va a ser fácil, un poder oscuro y terrible, que viene desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, está decidido a acabar con ellos. Yonec y Janis se enfrentarán a una lucha a muerte contra las fuerzas que les impiden estar juntos para siempre. Vorrei che fossi tu de Lorenza Bernardi. ¿Qué pasaría si te llegara un sms erróneo en el que hablaran de tu novela favorita? Bea, a pesar de lo tímida que es, no puede resistirse y contesta a lo que pronto se convierte en una larga cadena de mensajes. ¿Habrá encontrado a su alma gemela? Mientras tanto, acaba de conocer en su clase a Andrea, un chico completamente grosero y arrogante como ninguno. Pero al destino a veces le gusta gastar bromas muy pesadas… Como curiosidad, cabe mencionarse que dentro de este mismo sello se publican éxitos tales como Hush, Hush de Becca Fitzpatrick y Si no despierto de Lauren Oliver. Pasamos ahora a una de las editoriales de más relevancia en Italia, Newton Compton (www.newtoncompton.com) encuanto a narrativa. No obstante, en este grupo no nos encontraremos con muchas publicaciones dentro de literatura juvenil romántica…
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De creación italiana se puede destacar Innamorata di un angelo de Federica Bosco (www.federicabosco.com), que en España es conocida por sus obras destinadas a un público más adulto: Para volverse loca (ed. Algaida). Las críticas son muy variadas, y si hay algo que hay que tener en cuenta es que aunque el libro puede parecer de fantasía por su cubierta y el título, no lo es. Así que si os gustó la película de Espera al último baile, tal vez os interese esta novela. El argumento gira en torno a Mia, una adolescente de 16 años que es hija de padres divorciados, por lo que ha pasado a vivir con su madre, lo cual ha convertido su vida en un total desastre. Pero a diferencia de sus compañeros que pasan sus días en los centros comerciales para robar pintalabios y escuchar el iPod, ella entrena muy duro para poder entrar en el prestigioso Royal Ballet School de Londres. Por si fuera poco, ser reflexiva, irónica y sincera, no ha convertido a Mia en la chica más popular del instituto, pero aún puede contar con el afecto incondicional de su mejor amiga, Nina, que la quiere como a una hermana. Y eso está muy bien, el problema es su amor secreto por el hermano mayor de Nina, Patrick, que lamentablemente la considera como una hermana pequeña. Lo que Mia no sabe, es que de nuevo el destino tiene algo guardado para ella y pronto tendrá que decidir entre las dos cosas que más quiere... Ya fuera de made in Italy, Newton Compton cuenta con unos cuantos títulos importantes como la saga de Crónicas Vampíricas (entre otras adquisiciones de L. J. Smith), Almas gemelas de Elizabeth Chandler, Sueña de Lisa McMann, Ángeles extraños de Lili St. Crow, Demonios personales de Lisa Desrochers… Y otros no publicados todavía en España como Fallen Angel por Heather Terrell (de ángeles y vampiros), y The chemical. Garden Trilogy de la joven escritora Lauren DeStefano, con una trama distópica y una cubierta de lujo. Si os metéis en la web, podréis ver más cositas, aunque el catálogo para búsquedas dentro de nuestro campo podría mejorarse mucho más… Entre las grandes, no puede faltar Mondadori (www.librimondadori.it), pero cuyo acceso online del catálogo es una completa locura si lo que buscas es literatura juvenil, para lo cual es mejor entrar directamente en www.ragazzi.mondadori.it. Este sello tiene en sus arsenales una «Laura Gallego»: Licia Troisi. En España sus libros (Crónicas del mundo Emergido) comenzaron a traerse por Kailas editorial y, de hecho, la serie cuenta con comics basados en la historia. A pesar de ello, la poca promoción y mala distribución no
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los ha co onvertido en un éxito dee ventas aquí. Dentro de e Mondadorii también se encuentran libros muy m conocid dos como Ca azadores dee Sombras,, Hermosas criaturas, Medianoche… M … y a destaacar está su u colección n Oscar Besstseller a 9’’50€ donde tienen, ad demás de a a Francesco o Gungui, a Dorotea De Spirito, unaa joven escritora italianaa que ha publicado p co on ellos Ang gel, cuya hisstoria se sum merge en ell mundo de d los ángeles. De momento, su eestilo no go oza de muyy buenas críticas. e destacan por p editar el género, au unque no dee Otras editoriales que n Giunti (y.giunti.it) que ccuenta con La L bestia dee autores italianos, son Alex Flinn n, Paranorm mal de Kiersteen White, G Guía de Jessicca para ligarr con vampiros de Beth Fantaskeey y un libro o, que hastaa cuenta en n de fans a peesar de no haaber sido pu ublicado aún n España con un club d en nuestra lengua: A Angel de L. A A. Weatherlyy. También está el grupo o editorial Fazi editore (www.faziedditore.it) en ccuya colección llamadaa Lain, podemos enco ontrar una gran varied dad de libro os bastantee conocido os como Jun ntos de Ally Condie, Enncanto Fatall de Melissaa Marr, Ell club de loss corazones solitarios d de Elizabeth Eulberg, Laa saga Creppúsculo… Luego Editrice Nord (www.editricenord.it) donde está ) á la saga de La casa de e la noche, yy Editrice Co orbaccio (www.corbaccio.it) ) que editaa Rubí de Kerstin Gier. Dejo paraa el final unaa de las edito oriales que m más me han gustado porr su catálo ogo online: Fanucci editore (www w.fanucci.it) que q ademáss cuenta con c librerías en Roma. Si entráis b buscando po or Ragazzi y y luego especificáis po or Teens hallaréis un grran número de novelass reconocid das en nuesstro país, y mira por d donde: Tatu uaje de Anaa Alonso y Javier Peleggrín, ¡Nuestra JR también cruza fronteras! Otrass A Nöel, y Los sang gre azul dee a destacar son Eterrnidad de Alyson Melissa de d la Cruz, e incluso allguna que to odavía no ha h llegado a a nuestro país p aunque e están comprados los d derechos: Th he Forest off Hands annd Teeth de C Carrie Ryan, no obstantee, lo que máss interesa ess que tienee bastantes libros de esscritores itallianos, aunq que por otraa parte son n más bien cconsideradoss de tipo coleección entre los lectoress de la blo ogoesfera, mi recomendaación es quee seáis vosottros mismoss los que b busquéis. Pues bien n, si lo que q quieres es co omprar literaatura italianaa a través dee una librería online de e allí, la máss conocida es www.bol.it, que aunquee n está en italiano, máás o menos os podréis arreglar ya sea con un traductorr o leyendo e entre líneas. Como siemp pre, más info ormación en www.juvenilroman ntica.es Artículo o: Eva Rubio o
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Poppy Hathaway adora a su poco convencional familia, aunque lo que realmente desea es un poco de normalidad. Pero un día conoce a Harry Rutledge, el enigmático propietario del hotel Rutledge, un hombre con fortuna, poder y una peligrosa vida secreta. Cuando éste compromete la reputación de Poppy, la joven sorprende a todos aceptando su proposición de matrimonio, sólo para descubrir que su flamante esposo le ofrece su pasión pero no su confianza. Harry estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conquistar a Poppy, salvo abrirle su corazón. Durante toda su vida ha guardado las distancias con todo el mundo, pero la mordaz y cautivadora joven quiere ser su esposa en todos los sentidos. Mientras el deseo crece entre ellos, un enemigo acecha entre las sombras. Si Harry quiere mantener a Poppy a su lado, deberá decidirse de una vez por todas a forjar una relación en cuerpo y alma.
—Jamás podré olvidar que me apartaste del hombre que amaba y que ocupaste su lugar. No estoy segura de que alguna vez pueda perdonarte esto. De lo único que estoy absolutamente segura es de que nunca te amaré. ¿Sigues queriendo casarte conmigo a pesar de ello? Creo que con esta frase está casi todo dicho. Pero si solo nos quedamos con ella, estaríamos viendo solo la punta del iceberg de lo que es en realidad el alma y el corazón de nuestro impenitente Harry.
Si bien lo único que ha deseado en la vida es demostrar y demostrarse que él es un hombre con metas y con las ideas claras, también es bien cierto que donde pone el ojo, se lleva la caza (bueno el refrán no es exactamente así pero es que no puedo expresarlo mejor). Poppy es todo lo que admira en una mujer y si además viene acompañado por una sonrisa encantadora, un dinamismo excepcional y un cuerpecito de infarto… ¿qué hombre no puede caer víctima de su hechizo?
Y es que nuestro solitario y encantador dueño de hotel tiene mucho más que decirnos a lo largo de las 350 páginas (plus minus) de las que consta este entrañable libro de Lisa.
Pero es que además Harry sabe que su prometido no la desea, al menos no la desea tanto como él es que es capaz de extorsionar, engañar y mentir si es preciso por conseguirla a ella.
A lo largo y ancho de sus palabras vamos a ir descubriendo un personaje cargado de sentimientos encontrados, un hombre que no ha conocido el cariño ni por parte de su madre (que lo abandonó a la tierna edad de cinco años) ni por parte de su padre (quien llega a pensar que en realidad no es hijo suyo). Con estos antecedentes lo increíble de Harry es que haya formado un carácter recto, ecuánime y sin lugar a dudas extraordinario pero también con un sentido de la posesión un tanto desvirtuado.
Escenas divertidísimas, diálogos mordaces y tramas secundarias hacen de este libro una novela con chispa y de la que una tampoco se puede olvidar de las tramas secundarias que va deshilachando su autora. El complot de los empleados del hotel para que el flamante matrimonio de su jefe sea consumado, cosa que tendría que haber sucedido muchas noches atrás… pues, si el carácter de Harry era agrio, la falta de desfogue sexual le está convirtiendo en
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un auténtico tirano. Y, ¿qué pueden los empleados hacer sino inundar la habitación de Poppy y obligarles a dormir en la misma habitación? Pero nada, aún así el matrimonio parece condenado al fracaso. Pero mientras estamos centrados en todo esto, Lisa vuelve a crear una segunda historia que ya comienza a fraguarse en el libro anterior de esta serie Sedúceme al amanecer donde otro personaje de esta peculiar familia, Leo empieza a tomar una importante relevancia y que es el hilo conductor de la siguiente historia (AÚN NO PUBLICADA EN ESPAÑA) junto con un personaje femenino que estoy segura tiene mucho que decir. Si me pongo a pensar en ello, casi me entran ganas de coger una de esas bellas pistolas de duelo y batirme en buena lid con su autora porque ¿qué clase de mente retorcida puede crear un final como el que Kleypas nos brinda y quedarse tan pancha? ¿Podrá esta mujer dormir bien por las noches sabiendo que hay seguidoras incondicionales con ganas de darle un buen mamporro? ¿Alguna de vosotras conoce a buen sicario? Creo que con esto me he pasado… La verdad sea dicha, después de terminar esta genial historia, una servidora se ha quedado con las ganas de saber qué leches ocurre entre Leo, el más sinvergüenza de todos los hermanos y
una joven con gafas, apocada aparentemente con muchos secretos entre su corsé y sus enaguas. Sorprendente historia, más si tenemos en cuenta las charlas cargadas de ironía entre los personajes que interactúan en ella. Si tuviese que quedarme con una escena no sabría por cuál decirdirme pero hay dos que creo que no se me olvidarán en la vida: ♥ La conversación mantenida entre Leo y Poppy con alusión al izamiento de una bandera (lo que me pude reír ahí) ♥ El final que deja al espectador expectante y anhelante por la continuación porque… ¿cómo se puede terminar un libro con una frase como esta?
—Cat, tenemos que hablar de lo ocurrido. Y ya está, la autora suelta eso… y a mí casi me da un síncope. Me dije, ¡no puede ser! Esta mujer no ha podido dejar así la novela ¿faltan páginas? Pues no, no faltaban páginas simplemente me di de cabezazos contra el libro y deseé poder viajar en el tiempo hacia un futuro (espero que no muy lejano por el bien de alguna editora) y saber de qué diantres tenían estos dos que hablar… Me puedo hacer una idea, pero no puedo saberlo con certeza… Crítica: Loli Díaz
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Mientras Tyler Randolph está buscando oro en Nuevo México para conseguir dinero y construir el hotel de sus sueños, se encuentra a una mujer herida y dejada a su suerte en medio de una tormenta de nieve. No puede levársela a Albuquerque porque no sabe quién está intentando asesinarla, así que se la lleva a su cabaña. Cuando los asesinos vuelven a por ella, él convertirá la protección en su trabajo. Aunque Tyler siempre ha sido un solitario que no está acostumbrado a tener a ninguna mujer alrededor, además de tener un gran complejo debido a su grande y desgarbado cuerpo, y también porque no es atractivo como sus hermanos. ¿Podrá Daisy borrar todas las sombras de la vida de Tyler?
«Nunca había abrazado a una mujer mientras lloraba de dolor. Sabía que eso había cambiado algo en él para siempre»
barbilla y unos ojos grandes y profundos y a nuestro Tyler de los rasgos propios de Benjamin Ponteepee.
Hace muchos años, cayó en mis manos una novela romántica escrita por un hombre. Su nombre: Fabio, su título: Pirata y lo cierto es que incluso para lo que las chicas de entonces de entonces ya habíamos leído me pareció una novela con gran carga erótica pero floja en argumento. Jamás hasta la fecha había vuelto a leer una novela romántica escrita por un hombre y sin embargo he llegado a saber lo que me estaba perdiendo cuando ha caído en mis manos un ejemplar de esta Daisy de Leigh Greenwood.
A lo que iba, que me voy por las ramas…
La sensibilidad de la que este autor nos hace partícipe me ha llevado a ser consciente de mis prejuicios y a darme cuenta que estaba equivocada en mis apreciaciones. La novela de Greenwood es dulce, es sutil y, aunque su contenido erótico no es excesivo, su carga latente se aprecia desde el inicio. A nadie voy a engañar, dicen que las comparaciones son odiosas pero al leer este libro no he podido evitar ir comparando pinceladas con una película que no hace mucho expuse en la sección de La cápsula del tiempo: Siete novias para siete hermanos. Al leer Daisy no pude sino imaginarme a Dorcas, la muchacha alta que sobresale por más de una cabeza al resto de sus congéneres femeninas, así que disculpadme si he investido a nuestra chica de un hoyuelo en la
La novela me ha parecido entrañable, la relación de Tyler, ese hombre malhumorado y tosco que recorre las montañas en busca de oro para así poder lograr su sueño más profundo ha creado en mí una especie de conexión y empatía con él. Si bien este hombre tímido que se esconde tras una espesa barba y un largo y enmarañado pelo podría hacernos salir corriendo en dirección contraria la verdad es, que el autor, nos lleva a prestarle una atención peculiar por la manera que tiene de tratar a la herida Daisy, su forma de protegerla y su candor a la hora de procurarle confort y hacer que sienta apreciada. Apreciada, sí, habéis leído bien. Nuestra Daisy se siente un tanto desplazada por su altura, es más alta que el resto de las chicas del pueblo, es más alta que la gran mayoría de los hombres y creo que es por ello que se siente tan a gusto junto a Tyler, porque los Randolph, todos ellos, son tan altos como campanarios. Por primera vez tiene que mirar hacia arriba para encontrarse con los ojos de un hombre, por primera vez no se siente como un caballo junto a uno y por primera vez se siente frágil en comparación con él. ¿No es eso algo maravilloso? Para ella desde luego lo es. Además Tyler le ha puesto ante sus ojos algo aún más valioso… le ha hecho entender
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que ella es una persona que puede valerse por sí misma si solo se lo propusiera. Y esto, señoras, lejos de hacerle ver que es apreciada por quien es la hace revelarse contra todo lo que creía irreparable. Las mujeres no tienen por qué casarse con alguien a quien no aman, tampoco tienen por qué hacerlo con alguien quien no las valora y desde luego no tienen por qué hacerlo con alguien que puede imponerse en su vida y obligarla a hacer algo que no quiere. Teniendo en cuenta todo esto no es de extrañar que el autor haya dotado a Tyler con la paciencia del Santo Job porque lo cierto es que sin esa paciencia, sin esa calma y sin ese instinto de protección… Tyler, no sería Tyler. Y si pensáis que este hombretón está dotado de una imagen que haría perder la cabeza a toda la mujer que se cruce por su camino, estaríais equivocadas. Es por ello que Tyler me resulta tan fascinante: está considerado el feo de la familia. No obstante, lo que quisiera añadir es que tampoco le hace falta cuando es capaz de tratar a Daisy como una joya rara y cara, pone por encima de todo su seguridad y su bienestar y es capaz de arriesgar por ella su propia vida de ser necesario por mantenerla segura. ¿No es un amor? Tyler ha conquistado mi corazón y lo ha hecho de una
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forma extraña: conquistando el cerebro de Daisy. En un pasaje del libro dos personajes secundarios mantienen la siguiente conversación:
—¿Qué demonios ha sido todo eso? —preguntó uno de los hombres de Bob Greene—. ¿Cómo demonios se las ha arreglado para que un Randolph la ayude? —¿Lo conoces? —preguntó Río. —A él no, pero conozco a su familia. Todo el mundo los conoce. Son muy ricos y tan peligrosos como una serpiente. Uno de ellos está ahora en Albuquerque. Era pistolero. Éste se supone que busca oro. —Creo que lo encontró —dijo Río, mientras miraba a la pareja que desaparecía en la distancia. Y con este pasaje, Greenwood me conquistó porque el oro al que se refiere Río no es una veta importante (que sin duda encuentra) Río se refiere al oro que representa en sí la joven Daisy. ¿No es maravilloso? Lástima que el resto de los libros no estén disponibles de momento, esperemos que no tarden mucho en salir en bolsillo porque lo cierto es que me he quedado con ganas de más. Me ha intrigado el personaje de Hen, protagonista de Laurel y lo ha hecho mucho más el primogénito, protagonista de Rose pero sin duda estaré al pendiente del libro que protagonizará Zac, el díscolo de la familia y que es sobre quien gira la historia de Lily. Crítica: Loli Díaz
Este donjuán no esperaba que una cándida muchacha le diese a probar su propia medicina. JASPER FINLEY, barón de Montford, es un seductor que decide probar el «más difícil todavía» y apuesta que en dos semanas seducirá hasta las últimas consecuencias a una dama virtuosa. Sin embargo, la presa escogida, la ingenua y hermosa Katherine Huxtable, resulta ser indomable e inflige a Jasper una derrota humillante. Pero parece que el barón no escarmienta, porque cuando vuelven a encontrarse años después, propone a Katherine una nueva y arriesgada apuesta en la que están en juego nada menos que sus propios corazones.
«Maldita sea mi estampa» Desde luego esta frase es toda una revelación y jamás llegué a pensar que una frase tan típica nuestra iba a pasar a la posteridad en un libro de Balogh pero lo cierto es que la frase resume muy bien los sentimientos que hacia sí mismo tiene nuestro protagonista: Jasper Finley. Y es que no es para menos… Jasper es un hombre con mucha suerte, pero no mucha suerte en el juego como a todas nos podría hacer pensar. Jasper tiene suerte en las conquistas, tanta que él mismo se autodenomina el seductor por excelencia. No hay mujer que se le resista ni apuesta que no pueda ganar. Y es que para Jasper, hasta el momento, las mujeres no tienen secretos. Son fáciles de convencerlas de que hagan lo que a él buenamente se le antoje… Este hombre, con su aire indolente, su ardor por las apuestas y su pasión por el riesgo podría parecer el típico canalla adorable que en algún que otro momento del libro te entran ganas de estrangular, en otras te hace sonreír y en otras literalmente, soltar la carcajada. Porque Jasper, es mucho Jasper. No es para nada lo que podríamos esperar en un libro de Mary y he de decir que me he llevado una grata sorpresa. En esta segunda entrega de los Huxtable, la señora Balogh da muestras una vez más de su ingenio y de las características que la hacen tan única y a la vez una apuesta tan segura cada vez
que buscamos y compramos una de sus novelas. Ella juega de forma magistral con sus protagonistas y es capaz de crear tramas secundarias sin necesidad de recurrir a los complots y a los malos malísimos que únicamente buscan quitar de en medio a uno de los protagonistas por una u otra razón, a veces, de forma violenta. Los personajes secundarios de sus tramas dan tanto juego o más como los personajes principales y buena muestra de ello es el tío de Charlotte, la hermana pequeña de nuestro ya tan querido Jasper, señor Wrayburn. Este personaje pone la nota de color llamativo a la historia porque en torno a él van a girar las decisiones de un hombre que olvida algo de vital importancia en su camino por la vida. Como todas las que conocéis las obras de Balogh sabréis, esta mujer es capaz no solo de engancharte a sus escritos desde el primer momento sino que, además, te hace desear disponer o tener a mano el siguiente libro de la serie. Si en Cásate conmigo me hizo llorar de lo lindo, en este no he tenido más remedio que sonreír y soltar a veces la carcajada. Lo que mejor sabe hacer su autora es, desde luego, sacar el máximo rendimiento a sus personajes, y esto, señoras, lo lleva a cabo de forma admirable. Algo tan difícil para una mujer como verse envuelta en una situación tan bochornosa como la sufrida por nuestra Katherine a comienzos del
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libro, el saberse víctima de lo que para ella iba a ser algo importante, Jasper lo convierte en polvo. Y es por ello que la actitud distante con la que se enfrenta a esa cruda realidad la hace una de las más entrañables féminas del universo Balogh. Años después tendrá su oportunidad, años después también se verá envuelta en el escándalo del que salió airosa hace años y años después tendrá por fin la ocasión de sentir en su propia piel aquello que solo vislumbró en el pasado. Después de lo ocurrido en los jardines de Vauxhall, nuestra chica tendría que haberse desmoronado en algún momento pero su carácter vivaz, del que hace gala a lo largo de todo el libro, es fundamental para el devenir de esta maravillosa novela y es que, pese al enfado monumental que ella tiene por haberse dejado enredar, lo cierto es que su alma es tan cándida que es capaz de dar una segunda oportunidad. Pero alguna de vosotras se estará preguntando ¿cómo llegan ambos del punto a al punto b de su historia? Es aquí donde la intervención de un ser desgraciado y banal se convierte en el punto de inflexión de donde partirá el camino conjunto de nuestros chicos. Sin esta intervención, que podríamos señalar como fruto de la divina providencia, nuestros queridos protagonistas hubiesen tardado mucho más en dar el paso inevitable que les hubiese conducido a una vida en común. No es por nada, pero pese a la mala baba de la que está dotado Clarence Forrester hemos de estarle agradecidas por el papel tan fundamental que juega en este enredo que lleva como consecuencia a un matrimonio algo precipitado y a una, ¡cómo no!, apuesta algo más que
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arriesgada… Y es que, aunque pueda parecer lo contrario, Jasper no puede evitar volver a caer en sus malos hábitos, las apuestas son irresistibles para él. ¿Queréis saber qué apuesta? Pues a mi parecer, la más arriesgada de todas pero creo que no la desvelaré, dejaré que la busquéis entre las páginas de esta estupenda historia y no revelaré el secreto de lo que hacen tan especial este nuevo libro de los ya tan queridos Huxtable. Seguiré al pendiente de las próximas entregas, estaré ansiosa por vislumbrar finalmente la historia del Huxtable que más me intriga, Con, quien también en Sedúceme juega un papel trascendental en su intento de mantener a Katherine fuera del camino del mayor sinvergüenza que Londres conoce, por muy amigo suyo que sea. Si tuviese que quedarme con una escena del libro destacaría la reunión entre el cuñado de Katherine (marido de Nessa), el hermano, y por supuesto Con, donde discuten quién será el primero en dar una buena paliza al canalla de Felton. Y si tuviese que destacar una frase, destacaría esta:
«No será tan malo si no permitimos que lo sea. Aunque las experiencias de la alta sociedad y la preocupación por nuestras familias nos obliguen a casarnos, señorita Huxtable, no pueden obligarnos a ser desdichados para siempre. Solo nosotros tenemos ese poder. No lo permitamos. Hagámonos felices el uno al otro» Entra en juego, arriésgate a apostar… seguro que ganas. Crítica: Loli Díaz
En la vida de Ruth no hay sitio para nadie más… de hecho, ni siquiera hay sitio para ella misma. Cuida su casa, a sus hermanos (ya adultos) y a su padre, que no tiene las ideas muy claras. La mayor parte del día se le escapa en un centro para mayores, donde no sólo hace su trabajo sino también el de la arpía de su jefa. Su única vía de escape son las contadas reuniones con sus amigas y pasar algún sábado que otro con un amigo especial que le hace hermosos “diseños de interiores”. La vida de Marcos es un cúmulo de experiencias y viajes. Imprevisible, impaciente y visceral hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere (así le va). Tras varios años vagando sin rumbo fijo, decide volver a España, su país natal. La falta de previsión y la búsqueda de la comodidad se confabulan para que acabe viviendo en la casa de su madre, una mujer obsesionada con las telenovelas que vive por y para la ficción.
«De niños eran los mejores amigos y los más fieros enemigos. Pero el destino los separó. Ahora vuelven a encontrarse, todo sigue igual y a la vez todo ha cambiado…» Hace poco más de un año, leí un libro publicado por la editorial Rachel de esta autora, su título: Falsas apariencias. Lo cierto es que me divertí tanto, pasé tan buen rato con él que me propuse adquirir cualquier novela que esta autora lanzase al mercado. Pues bien, he de decir que en cuanto me enteré que Noelia estaba escribiendo esta novela, tiré de todo lo necesario para hacerme con el manuscrito de la novela. Hablé con una de mis compañeras de web, indagamos, amenaza‐ mos, extorsionamos a la propia autora para que nos pasase el original y cuando cayó en mis manos… Fue simplemente genial. Ya me había intrigado desde la novela anterior los que se visualizaban como protagonistas de ésta: Ruth y Marco. Pero si en Falsas apariencias, Noelia, hace gala de un sentido del humor que raya en lo delirante, en ésta, echa los restos al presentarnos una novela que, sin dejar de lado la carga erótica que ya es inherente en ella, es mucho más madura. Unos protagonistas más serios, un amor que se fragua durante años, un amor que se asienta sobre los cimientos firmes de una larga amistad y que no por ello es menos interesante. Ambos personajes tendrán que aprender a vivir con sus recuerdos del pasado, con las decisiones tomadas en un momento clave de su existencia y
con unos sentimientos que van mucho más allá del enamoramiento adolescente. Noelia me ha vuelto impactar con escenas como la de una habitación en una casa extraña, una visita a un esteticista o la de un hombre intentando captar la admiración de una criatura… Y con personajes tan variopintos como una ma‐ dre un poco chalada y agorafóbica enganchada a las telenovelas aquellas propias de los años ochenta y noventa como «Pasión», lo que me trajo a la memoria «Corazón salvaje» o «La mentira»; un hombre interesado en la felicidad de su amigo y unas amigas a quienes ya conocimos en Falsas apariencias capaces de proteger a las que ellas consideran en ese momento, la débil del grupo; pero sobre todo, me ha encandilado con unos hermanos fuertes, atractivos y leales capaces de romperle la cara a quien sea si con ello salvaguardan a la chica de la familia. No me voy a extender más porque el libro aún no ha salido a la venta, pero sí os puedo garantizar que el libro no defrauda, es dinámico, encantador con unos personajes ya conocidos y que se te harán entrañables y cargado de unas escenas que se asentarán en tu memoria y no podrás olvidar… Por cierto, si no habéis visto aún el booktrailer os lo recomiendo encarecidamente, me inflé de llorar mientras lo visualizaba… http://www.youtube.com/watch?v=EfXa5Bh1Ca8&feature=fvst
Crítica: Loli Díaz
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El clan Kincardine, tiempo atrás poderoso, se encuentra sumido en la miseria. Una antigua profecía anunció que una maldición lo atormentaría durante cien años, hasta que el heredero del clan desposara a una doncella guerrera, cuyos ojos serían del color del brezo y tendría la capacidad de ver cosas que al resto del mundo permanecen ocultas. Al regresar de las cruzadas, Marcus Kincardine descubre que su clan se encuentra totalmente arruinado, por lo que se decide a buscar a la muchacha profetizada para desposarla. Lady Avalon, por su parte, no cree en predicciones, sino en su capacidad para decidir su camino sin interferencias ajenas. Sin embargo, todos a su alrededor desean dirigir su vida; incluso su tío y protector, que esconde un terrible secreto. Marcus tendrá que luchar contra el sombrío destino que aguarda a su gente, y convencer a Avalon de que la pasión que siente por ella es genuina. Pero, a pesar del fuego que empieza a crecer en su interior, Avalon se niega a sacrificar su vida en aras de una absurda profecía, y Marcus se verá obligado a vencer a un enemigo mucho más peligroso que los sarracenos: la mujer a la que ama. Temida por muchos y deseada por otros, lady Avalon es todo un misterio para los hombres. Acusada de bruja debido a los comentarios malintencionados que corren sobre ella, Avalon guarda celosamente el secreto de su verdadero don para impedir que nadie pueda utilizarla. Su infancia no ha sido nada fácil, con un padre cruel y despiadado del que no aprendió nada salvo a recelar de quienes se le acercan buscando algo a cambio. Avalon está marcada por una profecía, una maldición que la convierte en el blanco perfecto para los codiciosos que desean sus tierras y la satisfacción de haber domado a la hechicera. Uno de ellos es su prometido, un hombre con las mismas cualidades de su padre, y ella no está dispuesta a dejarse atrapar y a volver a sufrir la misma vida que ya vivió. Pero Marcus Kincardine no es el hombre que ella esperaba... Dispuesto a reclamar a la mujer que una antigua profecía destinó para él, Marcus hará cualquier cosa por salvar a su clan de las penurias y la devastación que los asola. Cuando regresa de las cruzadas y encuentra la desolación que reina a su alrededor, decide buscar a su prometida para llevar a cabo el matrimonio y terminar con esa maléfica historia para siempre.
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«Esta maldición durará cien años, hasta que de entre
vuestros vástagos surja una muchacha con los rasgos de tu dama, una hija de tu clan que se despose con el terrateniente. Hasta que ella vuelva, no prosperarás, ni lo hará ninguno de los tuyos. Y ella será una muchacha rebelde que conocerá tus emociones y tus pensamientos más profundos. Y odiará tu nombre.» Shana Abé me ha sorprendido muy gratamente al leer esta historia. Con una sencillez pasmosa y sin apenas percibirlo, la autora te va cautivando conforme avanzas en la trama. Un romance que gustará a las amantes de la romántica ambientada en Escocia, sobre todo si existe algún misterio mágico por medio. El error de precio en esta novela quizás haya disuadido a algunas lectoras de comprarla, lo cual es una lástima, pues es una novela que verdaderamente vale la pena. En La prometida nos encontraremos algunos clásicos dentro de la novela histórica, los malvados que pretenden hacerse con la herencia de la protagonista, un héroe aguerrido pero tierno al mismo tiempo que nos va enamorando poco a poco con sus maneras calmadas y una protagonista rebelde capaz de presentar batalla si la ocasión lo requiere aunque en el fondo esté deseando que su enamorado le calle la boca a besos.
Desde el momento en que Avalon ve a Marcus se da cuenta que él no es su padre, pero aun así se niega a ser manipulada y obligada a un matrimonio que sólo le traería desdicha. Por su parte, Marcus se siente desconcertado ante la lujuria instantánea que siente hacia su futura esposa. Sabe que ella es la muchacha que está destinada para él, lo siente en su piel, y no se va a rendir. Con amor y firmeza conseguirá granjearse el corazón de Avalon, que sufrirá la disyuntiva de querer y no poder rendirse en los brazos de Marcus, su único y verdadero amor.
En este sentido, el don de Avalon será crucial para poder salvar a Marcus y a sí misma de los peligros que acechan en la penumbra. Temerosa de la reacción de Marcus, Avalon no termina de revelarle la verdad acerca de su don. Únicamente cuando él demuestre ser digno de su confianza se abrirá a él confesándole su secreto. Aunque quizás para entonces sea demasiado tarde... Si deseáis leer una historia sencilla, que al mismo tiempo os seduzca, no debéis dejar de leer La prometida. En sus páginas encontraréis todos los alicientes de una buena novela que merece ser re‐leída una y otra vez. Sin daros cuenta os sumergiréis en los pensamientos de los protagonistas, que os atraparán hasta el punto de creer que estáis en la misma Escocia viviendo la historia a través de ellos. Una novela que he terminado en unas pocas horas, así que podéis imaginaros lo que me enganchó. Para mí ha sido un auténtico placer pasear por esos páramos, vestir un tartán y sentir la pasión de un highlander. Felicito a Phoebe por la publicación de esta novela pues La prometida es una novela digna de ocupar un lugar destacado en nuestras estanterías. Crítica: Ana Mª Benítez
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Emilia Highhart, una joven y rica americana recién llegada a Londres, está causando sensación en la ciudad. Es bella e ingeniosa, pero, desafortunadamente, la torpeza también forma parte de sus cualidades. Sin embargo, en su primera salida, su carnet de baile no tarda en llenarse con los nombres de los caballeros más respetables. Aunque Emilia sólo tiene ojos para el canalla de lord Philip. Aunque, en realidad, no se trata del auténtico lord Phillip... Mientras que el verda‐ dero dilapida sin miramientos la fortuna familiar, su gemelo, Devon, el segundón al que todos creían muerto, debe atender asuntos sociales haciéndose pasar por su gemelo. Ambos hermanos se verán compitiendo por Emilia, quien, sin sospecharlo, es cortejada por dos hombres diferentes aunque de idéntico rostro; pero sólo uno de ellos será el amor de su vida.
Unas escaleras tuvieron la culpa de que la presentación en sociedad de Emilia Highhart estu‐ viera a punto de ser recordada como desastrosa, un suceso que fue impedido por el mismo objeto de deseo que había estado admirando un instante antes y que había sido el causante de su desafortunada distracción en el momento menos oportuno. Muy breve fue el intercambio de palabras que Emilia tuvo con lord Phillip, marqués de Huntley, mientras él se preocupaba por su estado y la acompañaba al pie de las escaleras, pero fue suficiente para que quedara intrigada por aquel caballero. Lo que ella ignoraba es que no se trataba del verdadero lord Phillip, sino de su hermano gemelo... Para Devon Kensington hacerse pasar por su hermano era agotador. Tenía que coquetear con todas las damas, gastar bromas sobre mujeres y caza con los hombres y jugar mal a las cartas. Aun‐ que esto último no le importaba demasiado; para él hacer que su hermano perdiera dinero era un auténtico placer. Devon tuvo que marcharse de Inglaterra a causa de una de las tropelías de su hermano a la que él tuvo hacer frente en un duelo. Entonces había decidido que nunca más volvería a ser el eterno segundón. Pero allí estaba, en un baile, y lo cierto es que no le apetecía marcharse. Y todo por una mujer, una mujer que bien podría ser como las demás, aunque una melena pelirroja y unos ojos azul oscuros no es que fueran corrientes, pero lo que verdaderamente había impactado a Devon había sido lo bien que esa muchacha encajaba en sus brazos, como si hubiera sido hecha para ellos. Más tarde volvió a comprobarlo, cuando se la encontró en la biblioteca y pudo saborear sus
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labios, pero ella creía haber besado a su hermano, y en aquel momento, mientras escapaba por una de las puertas, jamás se había sentido más despreciable. Pero los caminos del amor son inescrutables... Aún más, cuando sin saberlo entras en competición contra tu propio hermano por el favor de esa dama... Esencia nos trae la primera novela de Maya Rodale, Gemelos y rivales, una historia que esconde muchas sorpresas. Debo confesar que me he reído bastante con las peripecias de su protagonista; no es que una disfrute viendo sufrir a los demás, pero es que en este caso la diversión está justificada... ¿Qué haríais vosotras si el hombre que os interesa parece sufrir de doble personalidad? Os acabaríais volviendo loca como le sucede a la pobre Emilia, y es que ¡no es para menos! En un momento, su amado la mira con pasión contenida, y al otro se examina las uñas como si no tuviera nada mejor que hacer. Es de entender que no sepa si besarlo hasta derretirse en sus brazos u odiarlo para el resto de su vida. Lo de odiarlo puedo entenderlo perfectamente. Lord Phillip es un crápula, un granuja que no le importa nada salvo su propio entretenimiento, y si puede ser debajo de unas faldas, mejor que mejor. Jamás se ha interesado por la herencia familiar, salvo para cobrarla. Y su única preocupación hacia su hermano Devon, es cómo conseguir quitárselo de en medio de una vez por todas para que no le arruine su cortejo con Emilia, a la que ha decidido conquistar para conseguir su fortuna e intentar saldar las deudas que ha ido acumulado a lo largo del tiempo. Egocéntrico, irresponsable, déspota,
todo un dechado de virtudes que bien merece la etiqueta de gemelo malvado. Sin embargo, Devon, es totalmente opuesto. Siempre ha vivido a la sombra de su hermano. Acostumbrado desde pequeño a hacerse responsable de los actos de éste, la cercana muerte de su padre lo volverá a unir a él, poniendo de manifiesto todas las rencillas existentes entre ellos. La falta de cariño de su progenitor, y los problemas que siempre le ha acarreado su hermano han hecho de Devon un hombre inseguro en los asuntos del amor. En sus encuentros con Emilia duda una y otra vez, martirizándose por las tremendas ansias que siente de permanecer a su lado si bien sea consciente de que para él es fruta prohibida. Hasta que se percata de las intenciones de Phillip... Como ya he comentado es divertido ver el desconcierto que estos dos hombres le provocan a la protagonista. Sus diferencias a la hora de comportarse sumergen a Emilia en un mar de dudas sobre si continuar permitiendo que Lord Phillip la corteje o no. Dudas que comparte con su tía y protectora Lady Palmerston, un personaje que será fundamental (al igual que otros que intervienen en esta charada) en la relación entre Emilia y Devon, a quienes les hará falta más de un empujoncito para que se unan después del desaguisado que ha liado Phillip. Momentos memorables proporcionados por las ocurrencias de aquellos que se empeñan en juntar a esta pareja. Con argumento bastante sencillo y una extensión menor a la de otras novelas, Maya Rodale ha conseguido crear una historia intensa de la que he podido disfrutar desde el principio hasta el fin. Particularmente, me encantan las novelas sin demasiados artificios que te hagan pasar un buen rato y te saquen una sonrisa de vez en cuando. Hombre, si contienen un poco de misterio, mejor que mejor, pero no siempre se puede conseguir todo. Aunque en este caso, la autora me ha dejado bien intrigada por la segunda parte de Los hermanos Kensington. Y es que con la trayectoria de Phillip, éste tendría que hacer muchos méritos para redimirse ante mis ojos. No es por ser mala, ¡Dios me libre!, pero ojala que su enamorada le ponga las cosas difíciles a este granuja, y que yo pueda leerlo.
Crítica: Ana Mª Benítez
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Tras años de investigación, Diana Mantti ha dado con la fórmula de un fármaco que parece paliar una dolorosa enfermedad. Las horas que ha pasado entre tubos de ensayo y microscopios han dado su fruto y se ha convertido en una pieza clave del laboratorio para el que trabaja, el Pharmaceutical Industries. Una mañana, al llegar a su despaco, se encuentra todo patas arriba e inmediatamente siente un fuerte golpe en la cabeza que la deja inconsciente. Cuando despierta, un ángel imponente la está atendiendo. Adam Howard, el dueño de los laboratorios, no puede creer que alguien haya conseguido entrar en su laboratorio. Si la intención era hacerse con la fórmula que acban de descubrir.. ¡van listos! Está dispuesto a protegerla con su vida. Pero proteger la fórmula no es su único objetivo; el principal es mantener a salvo a Diana, una mujer que no solo llevará a Pharmaceutical Industries a las portadas de la revistas clínicas sino que obtendrá algo más importante que su empresa: su corazón.
«—¿Me dirás de una vez quien eres y que haces aquí? —Soy Adam Howard, el dueño de Pharmaceutical Industries […], soy tu jefe» Así empieza esta carrera contrarreloj para esclarecer el asalto a unos prestigiosos laborato‐ rios farmacéuticos que trata de lanzar al mercado un potente medicamente que palía los síntomas del Parkinson. Una cura en la que Diana lleva trabajando años pues su padre cayó víctima de ella. Y así es como entra en juego nuestro protagonista Adam, un hombre que está cañón y que Diana confunde con un ángel porque cree haber ido al otro lado de la vida durante unos breves instantes. Lo cierto es que cuando salió anunciado que Menchu había ganado el V Premio Terciopelo con una novela llamada Ensayo y error, no me podía imaginar que la novela me iba a enganchar tanto. Tiene los elementos propios de una buena trama de intriga pero aderezado con una historia romántica que da giros a cada paso de las páginas. La verdad es que es ágil, para nada aburrida y si bien por las características de la novela se sabe cómo va a terminar todo, es decir, chico conoce chica, chicos se enamora, chicos terminan juntos… la trama subyacente de intriga me mantuvo atrapada hasta la última página.
Ha sido una de las pocas veces que en una historia de suspense he andado tan perdida sobre quién era el que se escondía entre las sombras que no he podido menos que leérmelo de una sentada. No sé si os ocurrirá lo mismo a vosotras, pero desde luego yo iba tan despistada que quería llegar al final para saberlo, y cuando me enteré… casi me da un pasmo. Obviamente, no os voy a revelar la mano negra oculta tras las sombras porque eso sería de muy mal gusto, pero sí os diré que Menchu ha sabido crear en torno a esta figura una especie de halo de misterio que dudo que ni siquiera ella misma supiese, cuando empezó a escribir la novela, que la historia desencadenaría en este personaje. Menchu, hija, disculpa que lo diga pero es que me tomaste tan por sorpresa que se me quedó cara de idiota. Pensaba, ¡no puede ser!, ¿he leído bien? De todos modos, como ya adelantamos en la revista anterior y se ha reflejado en uno de los booktrailers que se han presentado a tu concurso, La fórmula deseada es una historia donde la intriga es el primer plato, la sospecha el segundo y el amor el mejor de los postres. Una novela que es una persecución en pos del enemigo oculto y el cual puede ser cualquiera… ¡Y ya creo yo que fue cualquiera!… Crítica: Loli Díaz
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C
azarrecompensas, de madre asesinada y padre ejecutado.
s
arcástica y transgresora, protegida por el único nosferatu al que no desea estaquear con sus tacones...
P
or sus venas corre la sangre demoníaca más seductora y peligrosa así como el potencial para acceder a…
EL POZO DE TODAS LAS ALMAS
Una mujer hecha a sí misma que se ha inventado un pasado para conseguir su presente, y un sueco alto y cañón, que va a convertir ese presente en un fatal quebradero de cabeza para ofrecerle un futuro poco menos que extraordinario. Vuelve la reina del psico‐comedy esta vez con una novela gratuita. Solo te piden que la disfrutes y te subscribas al newsletter para poder informarte de futuras sorpresas. Entra en este link y… ¡¡Disfrútala!! http://www.reginaroman.com/2010/ 12/del‐suelo‐al‐cielo/ RománTica'S 96
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Me tendrás que perdonar por este beso que te di, hay momentos en que sobran las palabras. No me conoces, ya lo sé, pero fue un impulso de la piel que broto cuando te vi, sin esperar. Hay libros, películas, canciones,… que se te quedan en el recuerdo. La novela de la que voy a hablar a continuación es una de ellas. La serie Bridgerton de Julia Quinn es una de las preferidas de las lectoras de romántica. Creo que todas tendremos alguna entrega de los Bridgerton en nuestra biblioteca, si no la saga entera. Pero hubo una historia en concreto que a mí me llamo poderosamente la atención y que guarda en lugar especial en mi memoria: El corazón de una Bridgerton. Quienes la hayan leído sabrán que los versos anteriores no se corresponden a la novela. En este caso, pertenecen a la canción Te conozco desde siempre, en la todo comienza con un beso al igual que en este emotivo relato de un amor eterno. Sí, la había besado; sí, había sido el beso más espectacular de su vida. Pero ya había acabado todo. Y no iba a volver a ocurrir. Ahora que había ocurrido por fin, ahora que había probado la perfección, sufría más que nunca. Ahora sabía exactamente lo que se perdía; comprendía con dolorosa claridad qué era lo que no sería jamás suyo. Este sencillo de la artista Malú, que bien podría ser cantado a dúo por los protagonistas, refleja a la perfección algunos de los pasajes de esta novela dulce y pasional historia que describe los sentimientos de un hombre cuando se ve enfrentado a las consecuencias de un acto irrefrenable y los de una mujer cuando se ve sorprendida por un amor que había tenido delante todo el tiempo y al que jamás había prestado atención. Un amor gestado inconscientemente día tras día durante años. Una agridulce explosión de sentimientos a la que Malú pone un toque intenso y desgarrador con su música, como nos tiene acostumbrados. Prueba de ello su estribillo, aunque claro, no suena igual sin la melodía que lo acompaña.
Te conozco desde siempre, tú ya estabas en mi alma, tú ya estabas en mi mente, te conozco desde siempre, es por eso que me cuesta controlar tanta locura… . Texto: Ana Mª Benítez
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El corazón de una Bridgerton Julia Quinn El día que conoció a Fran‐ cesca Bridgerton, Michael probó por primera vez el dul‐ ce sabor del amor y el amar‐ go gusto de la desesperación. Porque ella era la única de las muchas mujeres que había conocido que le inspiraba auténtica pasión, pero era también la mujer de su primo John, al que quería más que a un hermano. El destino inter‐ viene y John muere de forma repentina. Su desaparición proporciona a Michael rique‐ za y posición... pero lo único que siempre envidió de él sigue estando fuera de su alcance, tras la infranqueable barrera del remordimiento. Francesca no entiende por qué el mejor amigo de John y en quien ella misma siempre ha buscado apoyo, no está a su lado para consolarla. Algo en su interior le dice que debe dar un pequeño paso, apenas un gesto, para que el secreto de Michael salga por fin a la luz. Pero esa misma voz le dice también que cuando lo haga su propia vida cambiará para siempre.
TITULO ORIGINAL L Bride & Pre ejudice AÑO O 2004 DURACIÓN N 110 min. PAÍS S Reino Unido o DIRECTOR R Gurinder Ch hadha GUIÓN N Gurinder Ch hadha y Paul Mayeda M Berge es (Basado en la novela de Jane J Austen) MÚSICA A Anu Malik & Craig Pruess F FOTOGRAFÍA A Santosh Siv van REPARTO O Aishwarya Rai, R Martin Henderson, Daniel Gillies, Naveen And drews, Namratta Shirodkar, Indira Varma, Nadira Babbar, Alexis Bledel, M Marsha Mason, Asha anti PR RODUCTORA A Coproducció ón GB-USA; Pa athé Pictures International / UK Film Council / Miramax Fiilms / Kintop Pictures / Ben nd It Films GÉNERO O Comedia rom mántica, musical
Bailess exóticcos y mu ucho colorid do son laas arma as más seducctoras d del cono ocido cin ne d familia está desesperada porr Laa madre de en ncontrar un buen partido o para ellas. Cuando doss caaballeros atrractivos y riccos como Mr. M Bingley y y Mr. M Darcy lleegan a la ciu udad para asistir a a unaa bo oda, las ilusiones de la faamilia aumen ntan a pesarr de e el qué diráán y las circu unstancias a a las que see pu ueden enfrentar. En n el argumeento de estta historia bollywoodiense b e ap parecen los ya conocido os conflictoss romántico‐‐ faamiliares alrededor a d de matrim monios porr co onveniencia para mejorrar el estatu us social, ell ro oce entre traadición y mod dernidad, lass diferenciass en ntre clases o o los prejuicio os derivadoss del choquee cu ultural. Com mo buena rrepresentació ón de estee esstilo coloristta están los números musicales m en n lo os que los protagonistaas cantan y y bailan, lass exxplosiones exóticas de color que ofrecen n de estellos de la India, lla alegría, el hermoso o
BO OLLYW WOO OD
g ver una pelícu ula Para los que les guste ble simplementte para paasar un raato agradab dedicamos este númerro a Bodas y Prejuicios, film de la cineassta india nacida en Africaa y afincada en Inglaterra Gurinder Chadha, C más conocida y apreciada p por su anterio or trabajo Qu uiero ser com mo Beckham. En esta ocaasión Chadhaa se atreve con un clásiico de la literatura inglesa yy adapta la n novela Orgulllo y prejuicio al colorido cine de Bollywoood, la rentabble y prolífica industria cinematográfica india, que aunque no lo parezca p produce máss películas que Hollywood. La historia la conocemo os todos, aq quí los Benneett de la novella original so on los Baksh hi, una famiilia pudiente de d Nueva Delhi form mada por un matrimonio o con cuatro hijas solteraas de buen veer.
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vestuario o algunas escenas simpáticas que arrancan unas risas. Sin más, se trata de una película aceptable y entretenida pero que hace pensar que sus personajes están desaprove‐ chados. Por muy extraordinaria que sea la belleza de la actriz principal Aishwarya Rai, que lo es, no basta. Su interpretación de Elizabeth, Lalitha en el film, es simplona aunque tenga una actitud liberal para la familia, pudo dar más. En cuanto a Martin Henderson‐Mr. Darcy más de lo mismo, tremendamente sosito, pero eso sí, muy mono. Aunque no todo son espinitas, en esta cinta podemos disfrutar de momentos especialmente plausibles entre los que destacan los que acompañan a la divertida canción No life without wife o la romántica Take me to love o el coro de surfistas en la playa. En este punto solo queda decir, atentos a la danza de la cobra… Sobre Bollywood El éxito de la industria de cine india radica básicamente en el tipo de historias que cuentan y especialmente en el modo de hacerlo. En todas sus películas se repiten casi siempre los argumentos claramente positivos y es obligado el final feliz. A su vez, los bailes y la música son imprescindibles y prefieren crear un aire llamativo y artificial. Artículo: Mónica Liceras
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de manera inmediata entre los más vendidos de las listas del New York Times y el Washington Post. Sus libros han sido traducidos a dieciocho idiomas, y se han publicado en 36 países. Ha recibido numerosos premios y distinciones de revistas especializadas en literatura. Tiene más de veinte millones de libros vendidos en todo el mundo. (Fuente: Wikipedia, y Dorothy Garlock The voice of America´s heartland www.dorothygarlock.com) Dorothy Garlock es una escritora, que con gran sen‐ cillez, y sin abusar de palabras rimbombantes ni tramas de‐ masiado enrevesadas con‐ sigue trasmitir, no solo sen‐ timientos, sino también sen‐ saciones. Es imposible leer cualquiera de sus libros y no sentir en la propia piel el roce de la brisa, el sabor de las lágrimas, o la mirada del ser amado. Sus historias son casi poesía, odas a la fuerza vital, a la resistencia contra viento y marea, a la justicia. Pese a la sencillez de que hace gala en su estilo, o quizá
debido a eso, sus tramas, de gran profundidad, tanto emo‐ cional como argumental, no dejan, ni pueden dejar, a nadie indiferente. Sus libros son íntimos, inquietantes, y muy reales. Sus personajes se debaten entre los claroscuros de la sociedad, y nunca son lo que parecen. Dorothy nos habla de ellos, nos cuenta sus vidas y nos hace formar parte de ellas, obligándonos a mirar más allá de la fachada exterior que en un principio nos incita a pensar que no son «trigo limpio»; nos hace recapacitar sobre todas aquellas veces que hemos juzgado, erróne‐ amente, a alguien sin cono‐ cerlo… Y yo me pregunto: ¿Por qué en España solo hay publicados cuatro libros de esta mag‐ nífica autora? Y encima, están descatalogados. Me parece injusto que se nos prive de unos libros tan carismáticos y excelentes. En serio. Señores editores, por favor, háganme caso, publiquen más libros de Dorothy Garlock, las lectoras españolas nos merecemos lo mejor de lo mejor, y ella lo es.
Sección de autoras: ¿Autora en el olvido?
Dorothy Garlock (1927, Texas) reside en Clare Lake, Iowa desde 1955, en compañía de su marido, Herb Garlock. Ávi‐ da lectora y gran aficionada a la historia, su éxito como no‐ velista supuso una gran sor‐ presa para ella. Comenzó su carrera como escritora de novelas en 1976, cuando tras trabajar durante catorce años como columnista en un pe‐ riódico local, decidió presen‐ tarse a un concurso literario para escritores inéditos; no lo ganó, pero uno de los jueces resultó ser agente literario, y le gustó tanto el manuscrito que se ofreció a representarla, ella aceptó y el resto, es historia. El uso de los diálogos en su libro A Love for all time se utilizó como ejemplo en el li‐ bro de texto Writing Romantic Fiction, de Helen Barnhardt, Writer's Digest Press. Fue una de las seis autoras seleccionadas para poner en marcha Loveswept de Bantam Books. Es miembro del Salón de la Fama de Romance Writers. Cada vez que se ha publicado uno de sus libros, ha estado
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LIBROS PUBLICADOS EN ESPAÑA Ternura, Ed. Plaza & Janes, Cisne. 1999 (Tenderness) Pecados de Verano, Ed. Plaza & Janes, Cisne. 1999 (Sins of Summer) Bajo el cobertizo, Ed. El Andén. 2008 (The Edge of Town) Ruta 66, la madre de todas las ruta s, Ed. El Andén. 2009 (Mother Road)
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BIBLIOGRAFIA Dorothy Garlock NOVELAS INDEPENDIENTES Love and Cherish (1980) The Searching Hearts (1982) Glorious Dawn (1982) A Love for All Time (1983) The Planting Season (1984) Homeplace (1991) A Gentle Giving (1993) Tenderness (1993) Forever Victoria (1993) She Wanted Red Velvet (1996) This Loving Land (1996) More Than Memory (2001) Train from Marietta (2006) On Tall Pine Lake (2007) Will You Still Be Mine? (2007) The moon looked down(2009) Serie Annie Lash Wild Sweet Wilderness (1985) Annie Lash (1994) Almost Eden (1995) Serie Colorado Wind Restless Wind (1986) Wayward Wind (1986) Wind of Promise (1987) Serie Wabash River Lonesome River (1987) Dream River (1988) River of Tomorrow (1988) Yesteryear (1995) Serie Wyoming Frontier Midnight Blue (1989) Nightrose (1990) Sins of Summer (1994) The Listening Sky (1996) Larkspur (1997) Sweetwater (1990)
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Serie Dolan Brothers Ribbon in the Sky (1991) With Hope (1998) With Song (1999) With Heart (1999) After the Parade (2000) Will You Still Be Mine? (2007) Serie Jazz Age The Edge of Town (2001) High on a Hill (2002) A Place Called Rainwater (2003) River Rising (2005) Serie Route 66 Mother Road (2003) Hope's Highway (2004) Song of the Road (2004) Omnibus ¾ Dreamkeepers: Strange Possession / Marriage To A Strange (2005) ¾ Wishmakers: Hidden Dreams / She Wanted Red Velvet (2006) ¾ Loveseekers: Sing Softly To Me / Gentle Torment (2007) Bajo el seudónimo de Johanna Phillips Gentle Torment (1981) Strange Possession (1982) Passion's Song (1982) Amber‐Eyed Man (1982) Hidden Dreams (1983) Bajo el seudónimo de Dorothy Phillips Marriage to a Stranger (1982) She Wanted Red Velvet (1986) Sing Softly to Me (1986) Bajo el seudónimo de Dorothy Glen Sunshine Every Morning (1985) The Hell Raiser (1990) Artículo: Noelia Amarillo
El libro: Sentido y Sensibilidad de Jane Austen Fue su primera novela publicada y vio la luz por primera vez en el año 1811 y lo hizo bajo el pseudónimo de A Lady. Sentido y sensibilidad es pro‐ bablemente la novela más emblemática de esta autora que no llegó a ver la enorme trascen‐ dencia que ha tenido entre el público femenino, sus obras han significado para nosotras una apertura al costumbrismo inglés y a sus buenas gentes. También hemos de recordar que a raíz de esta novela alguna que otra autora de nuestros días ha sabido muy bien enganchar con su estilo y regalarnos otra historia de lo más bella como fue en su día La tercera hermana, un intento de continuación por conocer la vida y vicisitudes de la más pequeña de las hermanas Dashwood que hoy nos ocupan. Por ello, acomodémonos en nuestro sillón favorito, encendamos la luz si nos es necesario y embarquémonos en un viaje hacia el recuerdo de esta magnífica obra que es Sentido y Sensibilidad. ¿Habéis llegado a leerla? ¿No? Quizás después de esta breve exposición os entre el gusanillo y busquéis entre los libros añorados de nuestras madres esta obra clásica y precursora de nuestra novela romántica de hoy. Comencemos por el principio, comencemos por una casa en la campiña inglesa y con unas hermanas que acaban de perder a su padre y han caído en la más que discutible responsabilidad de un medio hermano, John Dashwood, que poco o nada quiere tener que ver con ellas. Recordemos o conozcamos a las dos chicas mayores, a Elinor y Marianne y que sean ellas quienes nos conduzcan a través de las páginas de esta hermosa novela en el conocimiento de qué
es lo que más puede atraer a un hombre si el sentido o la sensibilidad. ¿Qué pensáis vosotras? Si tuviera que inclinarme hacia algún lado de la balanza creo que escogería el platillo de la sensibilidad, me inclinaría por Marianne, la joven impetuosa, llena de vida y que aún cree en la fuerza irrefrenable del destino. No obstante, quizás, alguna de vosotras, se inclinará a tomar posesión por el otro lado de la balanza, por Elinor, la apocada y siempre sufrida joven que ve como en algunos momentos la felicidad que cree tener atrapada en las manos se escurre entre sus delicados dedos. Pero no nos engañemos, en la novela, Jane nos va a ir desgranando paso a paso cada una de las piedras que el destino pone en el camino de ambas y nos irá mostrando a la vez que las decisiones de estas dos valerosas chicas serán como barreras salvadas hasta lograr alcanzar esa felicidad que se nos puede hacer tan esquivas porque… los caminos de la providencia son, la mayoría de las veces, cuando menos inescrutables. ¿Quién si no se lo podría haber dicho a ellas? ¿Quién les podría haber advertido que lo establecido a fin de cuentas podía hacer girar el mundo en el sentido contrario que se tenía previsto? Lo que comenzó siendo un drástico cambio en la administración de la propiedad puede derivar en la consecución de la felicidad para estas dos jóvenes. La aparición en escena de Edward Ferrars, hermano de su cuñada Fanny, va a despertar los tiernos sentimientos de Elinor. Y la llegada de Willoughby prenderá las llamas de un incipiente amor en el candente corazón de Marianne.
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Pero ni el señor Ferrars es libre de entregar su alma a Elinor ni Willougby será el dechado de virtudes que cree ver Marianne en él. ¿Y dónde nos conduce esto? A un sufrimiento atroz por parte de ambas chicas. Elinor se sentirá traicionada por Edward y Marianne vivirá en propias carnes la mentira y la traición hasta el punto de llegar a caer literalmente enferma por un amor no correspondido y una traición inmerecida. Si lo de Edward tiene explicación y podemos incluso llegar a perdonar su inconsciencia, Willoughby no tiene redención posible. Su personaje, a medida que avanza la trama, se hace cada vez más odioso. Si por el primero podemos llegar incluso a levantar una barrera de protec‐ ción, por el segundo no hay remisión posible. Pero en lo mejor de la trama, cuando se piensa que Marianne se irá consumiendo de pena por el desplante, aparece un personaje que, hasta ese momento casi invisible, se erige como el verdadero y único héroe de esta historia (al menos para mí).
Me da igual que Edward sea un hombre de sentimientos nobles, o que otros personajes de sus novelas (que ya hemos ido conociendo) como Darcy o Knightly me hayan encandilado, es Brandon quien me ha postrado de rodillas.
—Denme algo que hacer o me volveré loco… ¡¡¡¡¡Uauuuuu!!!!! ¿Se puede decir más? Tanta ha sido su repercusión que ha sido llevada al cine y a la televisión en varias ocasiones pero creo que la versión más conocida es la de 1995 con Emma Thompson en el papel de Elinor, Kate Winslet como Marianne, Hugh Grant como el señor Edward Ferrars y, desde luego, encomiable interpretación de Alan Rickman (profesor Snape de Harry Potter) en el papel de coronel Brandon. Como dato también curioso podemos ver interpretando a John Dashwood al singular doctor House (Hugh Laurie)
¿Queréis saber de quién se trata? Pues del bueno del coronel Brandon. ¡Dios! Que digo yo, toda mujer debería tener a un coronel Brandon en su vida, o al menos tener la suerte de tropezarse con uno… Un hombre regio, duro de facciones, recto y a la vez con unos sentimientos tan nobles hacia nuestra desgraciada chiquilla que me conmovió tanto que ojalá muchos de nuestros protagonistas fuesen así. Hay una escena en la que no pude evitar derramar alguna que otra lágrima por el bueno del coronel, por ese hombre que casi a pie de cama entra en un estado de indefensión tal que casi te entraban ganas de atravesar las páginas del libro y arrullarlo como se hace con un bebé cuando no puede dejar de llorar. Un hombre hecho y derecho pero que ante la impotencia de poder hacer algo por Marianne casi cree una que va a terminar por perder la razón. ¿No es encomiable? Ante eso no tengo otra opción que postrarme de hinojos ante la señorita Austen.
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Una novela muy completa, con unos personajes no solo carismáticos sino emblemáticos, con una sensibilidad inigualable y unos sentimientos que van más allá de lo convencional para la época. Puedes adquirirlo en tu librería habitual por un precio mini. Artículo: Loli Díaz
La Película: Grease TITULO ORIGINAL Grease AÑO 1978 DURACIÓN 110 min. PAÍS EE.UU. DIRECTOR Randall Kleiser GUIÓN Bronte Woodard & Allan Carr (Musical: Jim Jacobs & Warren Casey) MÚSICA Barry Gibb FOTOGRAFÍA Bill Butler REPARTO John Travolta, Olivia Newton-John, Stockard Channing, Jeff Conaway, Didi Conn, Lorenzo Lamas, Dinah Manoff, Barry Pearl, Michael Tucci PRODUCTORA Paramount Picture GÉNERO Romance musical
PREMIOS 1 Oscar en 1978: Mejor Canción
Tell me more, Tell me more (Cuéntame más) Adelantémonos un poco en el tiempo con respecto al número anterior y bailemos a ritmo de rock & roll de la mano de Danny Succo (John Travolta) y Sandy (Olivia Newton‐John). Volvamos a vestir cazadoras de cuero con el símbolo de un pájaro o vistamos las preciosas chaquetas de raso rosa de las pink ladies. Desde luego no es de extrañar que este film se haya convertido en un icono del cine musical de los años 70 y haya pasado a engrosar la lista de las películas más emblemáticas de Hollywood. Y es que con músicas atrevidas y escenas de baile geniales nos encontramos con una historia de amor que bien podríamos protagonizar cualquier‐ ra de nosotras hoy día.
no pudieses apartar la vista de ese chico delgado pero a la vez atrayente y es que, amigas mías, lo malo atrae, y atrae mucho. ¿Quién no ha bailado o seguido tan solo el ritmo con los pies mientras sonaba ese Go Greased Lightnin' o ese it's electrifyin'? ¿Quién no ha mirado el agua de una fuente y ha soñado con la cara del chico del momento? Estoy segura que muchas de nosotras se ha puesto alguna vez en la piel de Sandy, Rizzo o Frenchy hasta el punto de hacer locuras como cortarnos el pelo, rizarlo o teñirlo… ¡a veces de rosa! O cambiar de vestuario con tal de atraer a ese hombre que nos hace palpitar el corazón.
Una chica de buenos modales y un chico malo con cara de ángel donde un atractivo hoyuelo en la barbilla que llenan la pantalla con cada primer plano y unos ojos azules como el mar mediterráneo cuyo brillo conseguían enamorar a toda espectadora, incluyendo a una servidora, que en la oscuridad de una sala de cine hacía que
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Esta película que hoy nos ocupa no ha pasado a la posterioridad por ser una gran película pero sí lo ha hecho por un reparto atractivo y divertido, una escenografía de gran colorido, una música genial e inolvidable y una historia de amor creíble y que puede ocurrir con frecuencia. Así a bote pronto puedo citar a 3MSC donde H y Babi protagonizan una historia similar pero donde se cambian los coches por las motos y los números musicales por adrenalina.
Pink Lady o T Bird, chica o chico, qué más da, el caso es pasr un buen rato ante la pantalla del televisor con un buen bol de palomitas mientras disfrutas de unos números de baile increíbles. Dos escenas favoritas: el arreglo de un coche para participar en una carrera y un baile difícil de olvidar en una pista llena de focos televisivos y donde una vez más, John Travolta deja claro que pocas caderas como las suyas…
Pero la ironía de la película es que si bien donde en el transcurso de la historia es él quien quiere cambiar por Sandy para conseguirla… al final quien hace el cambio es ella, que pasa de niña dulce con faldas de vuelo y rebeca y un carácter apocado a toda una loba con agujeros en las orejas, pantalones de cuero, camiseta ajustada y rizos cardados. Una película que si bien está hecha a finales de los años 70 emula en todo lo demás a la sociedad de los años 50. Una historia de amor entre dos jóvenes adolescentes que ponen a prueba algo más que su carácter. Unos amigos que forman una pandilla un tanto peculiar cada uno con sus caracteres desde la tímida Frenchy (Didi Conn) que sueña con ser peluquera a la alocada Rizzo (Stockard Channing) que en algún momento de la película llega a creer que está embarazada y de un chulo Kenny (Jeff Conaway) al gracioso de turno Sonny (Michael Tucci). Si no has tenido ocasión de verla, desde estas páginas te invito a ello. Baila a ritmo de rock & roll con canciones pegadizas, sueña con un chico malo y atrévete a cambiar lo que creas que tienes que cambiar. Todo ello aderezado con diálogos chispeantes, el olor dulce de los caramelos, la sal de las palomitas de maíz y la fresca fragancia del limón o el espeso aroma del aceite de motor. Y si esto os sabe a poco, siempre podéis recurrir a la secuela de la historia con una protagonista de lujo como es Michelle Pfeiffer y un jovencísimo Maxwell Caulfield que pasó a ser uno de los integrantes de series como Dinastía o Los Colby interpretando el papel de Miles Colby Artículo: Loli Díaz
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El abannico Atrás hem mos dejado ya las Navidades, N l los carnavales y la Semaana Santa y y nos vem mos n una época en la que se aproxima un inmersos en calor que no o suele ser liigero precisaamente. España, qu ue es dond de la gran mayoría de nuestras lecctoras vive sse caracterizaa por un clim ma cálido que casi se vu uelve sofocaante en esttos meses y quee es mucho más acucian nte cuanto m más al sur vamo os. ¿Qué meejor manera de paliar ese e calor bocho ornoso, a vecces húmedo,, a veces secco, que nos ato osiga durantte esta épocca del año que con un aban nico? Todas nossotras sabee qué es un abanicco, obviamentee, pero ¿sabemos ¿ qué utilidad específica se le dabaa en época de nuestrras antepasadaas a parte dee paliar el caalor agobian nte que asola n nuestro país?? ¿hemos visto alguna vvez los movimiientos ejecu utados por las damas de siglos anterriores para atraer al ch hico guapo de turno a quee admire sus encantos? In ntentaré haccer una breve eexposición dee su significaado, su historia y su uso y manejo parra el disfrute de mujerees, hombres… yy viceversa
Abanico: s.m. s 1) Instrumento o en forma d de medio círrculo, formado generalmen nte por una serie de varrillas unidas en un extremo o, y que sirrve para darr o darse aire moviéndolo o manualmen nte de un lad do a otro. 2) Cosa que tiene formaa parecida a la de esste instrumento o cuando esttá desplegad do: un abanico de naipes; eel pavo real aabre la cola een abanico. 3) Conjunto de cosas o posibilidades entre las que se puede elegir: en la l agencia de viajes nos n presentaron n un amp plio abanicco de ruttas turísticas. o, disposición n de los cicllistas en filaa y 4) En ciclismo moviéndosee de un lad do al otro de la carreteera para evitar que el viento o dificulte su u marcha.
Pu ues bien, cen ntrémonos een la primeraa definición,, esse instrumen nto que, unaa vez desple egado, tienee fo orma de meedio círculo yy sirve paraa darse aire.. Su upongo que habréis visto o más de uno o pero por sii accaso hay algú ún que otro despistado, aquí os dejo o un na muestra d de un abanico corriente e y moliente,, de e los que incluso en las tie endas conoccidas hace un nos años co omo de veeinte duros poodía‐ mos m encontraar. Báásico, sin n niingún otro o ob bjetivo que el de paliar el calor. Un artículo se encillo y fáácil de ma‐ ne ejar que, al menos yo, sue m e‐ lo o llevar en el bo olso… ¿P Pero son (o h han sido) siempre así de simplones? Pu ues la verdad d es que no. o cierto es, q que el abanico llegó a se er tal objeto o Lo de e complemeento entre las jóveness y no tan n jó óvenes de siglos s atrás, que los diseñadoress lle egaron a creear auténticaas obras de arte. Desdee el encaje a las plumas, de las finass pinturas a a te ejidos como la seda o maateriales paraa sus varillass taan caros com mo el nácar o el carey.
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No es de exxtrañar que aquellas dam mas llegaran n a ser auténticcas coleccion nistas. Pero pese a lo que podríamos pensar, esste utensilio ess relativamente joven. Su S origen daata de unos cin nco siglos atrrás, alrededo or de los añ ños 1400‐1425 cuando llegaron a China procedenttes de Corea y, gracias a grandes viajeros, a países de Europa com mo España, Ittalia o Portuggal. Habrá quee señalar que q la épocca de mayyor esplendor ffue en Francia durante lo os reinados de Luis XIV y Luis XV do onde se convirtió en un elemento in ndispensablee del atuendo o femenino. Desgraciadaamente en n estos momentos, m el abanico ha pasado a seer un mero complementto, muy poco utilizado y solo en aquellos lugarres donde el calor c bocho ornoso lo haace de ayuda inestimablee. Sin embarggo, haremos también un breve alto en el camino y recordem mos que este apreciado objeto fue indispensable en el artee del ligoteo en épocas ya p pasadas. Era el elemento o indispensab ble de un lengu uaje sutil peero cifrado, que q desgracia‐ damente, ha caído casi en el olvido.. Con él podíían expresarse sentimiento os e incluso acordar cittas delante dee un salón abarrotado de person nas ajenas a lo o que se coccía ante suss aristocráticcas naricitas. ¿Sabéis quee incluso se le llegó a dar d un nomb bre que podría pasar como o ciencia? Si el estudio de las células se llama hisstología, el estudio e de las l leyes de la vvida, Biologíaa o Geografía el estudio de la superficie terrestre, la Campilogía (nomb bre raro, raro) se dedica al estudio deel lenguaje del d abanico en n función dee su orientaación o de la forma de su ujetarlo. A continu uación os dejo algu unos de los l movimiento os más conocidos y que sservían para el sutil arte dee las citas claandestinas… • Abaanicarse rápidamente. Te am mo intensamen nte. • Abaanicarse len ntamente o de form ma pausada, siggnificaba soyy una señora casada y m me eres indiferrente. Tambiién si se abre y cierra muy despacio siggnifica esto.
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• Cerrarr despacio. Este cierre significa un n Síí. Si se abrre y cierra rápidamente significa,, Cuidado, C estoy comprometidaa. • Cerrarrlo de formaa rápida y aiirada signifi‐‐ caaba No. • Contaar sus varillas o pasar los dedos porr ellas quería decir d que se quería haablar con ell jo oven que en eese momentto está miran ndo. • Cubrirrse del sol ssignifica que e eres feo y y qu ue no está in nteresada. • Sujetaar con las dos manos significa ess mejor m que me ollvides. • Cubrirrse la cara con él sign nifica síguemee cuuando me vayaa ¿O Os imagináis en los tiempos que q corren n re ecurriendo a estos ardidees? ¿Creéis q que nuestross ho ombres de hoy enteenderían qu ue lo quee qu ueremos exp presar ya seaa con un simple golpe dee ab banico o con ntando sus vvarillas es alggo así como:: Ch hato, te espeero tras aqueel coche a lass ocho? Cllaro que siempre está laa opción de arrojarle ell ab banico ¿creééis que se daarían por enterados quee lo o que le estam mos advirtiendo es que lle odiamos yy qu ue no querem mos seguir ssabiendo nad da de él? Desde luego o, también creo que nuestrass an ntepasadas agradecieron el uso o de estee exxtraordinario o artefacto, porque co on el calorr prroducido en ntre el corséé, las capas y capas dee en naguas, y esos vesttidos que, en algunoss momentos m taapaban hastta el cuello o, el sofoco o te endría que seer tal, que eestoy segura más de unaa caayó redonditta al suelo por causa del agobio y ell ah hogo. Pe ero antes de terminar haré un apunte, si mee pe ermitís. Hacee algún tiem mpo leí uno de nuestross lib bros donde el caballero o regalaba a la chica un n he ermoso ejem mplar cada vez que ésta é decidíaa ro omperle uno o ya fuera co ontra los de edos o en laa caabeza. ¿No os o acordáis?? Me refiero o al libro dee Su uzanne Enocch El canallaa. Un libro hermoso con n un na historia que atrapa y el cual es un bello o ejjemplo del aarte que es ssaber manejar de formaa ad dmirable… el abanico. ulo: Loli Díazz Artícu
RománTica’S por la
SOLIDARIDAD Terremoto en Lorca Si en el número anterior de esta revista dábamos la noti‐ cia acerca del tsunami en Japón, en esta no es menos que nos solidaricemos con una población tan cercana a nosotros como es Lorca.
En pocos minutos sus ciudadanos vieron cómo sus casas se caían, sus coches quedaban aplastados bajo centenares de kilos de cemento y amigos y familiares hospitalizados.
Esta población murciana pa‐ deció el pasado día 11 de Mayo uno de los aconteci‐ mientos más dolorosos en los últimos años.
Desde esta pequeña página, el equipo de RománTica’S quiere hacer un llamamiento a todas aquellas personas que deseen colaborar con ellos.
Fundación Cajamurcia
Entidad: 2043 Sucursal: 0090 Digito control: 30 Cuenta: 2007007302 Banco Santander Entidad: 0049 Sucursal: 1892 Digito control: 62 Cuenta: 2110547428
CRUZ ROJA Puedes realizar tu donativo en cualquiera de las cuentas pertenecientes al organismo humanitario, con el concepto 'Terremoto Lorca'
Es por esta razón que aquí os dejamos varios organismos e instituciones públicas y priva‐ das que os dan la oportunidad de ayudar a estos nuestros hermanos. Instamos a los ciudadanos de toda España a hacer donacio‐ nes en señal de solidaridad a los afectados por este terre‐ moto. Este seísmo, de 5.2 grados en la escala de Richter, ha dejado 239 heridos y 9 muertos.
CÁRITAS Teléfono de donaciones: 902 33 99 99
Banco BBVA Entidad: 0182 Sucursal: 2000 Digito control: 23 Cuenta: 0201508712
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UN REY ENAMO ORADO Oscar Wildee, dramaturggo, escritor de cuentos yy poeta, nacció en Dublín, Irlanda, en el año 1854. Escribió un cuento, Ell cumpleaños de d la infanta donde queddó registrado eel inmenso aamor que le tuvo Carlos II de Españaa a María Luisa de Orleans.
Parid, beella flor de lis, s, que en aflicción a tann extrañaa, si paríss, paarís a Esppaña, si no parís, a París
¡Vamo os a conocerr esa bonitaa historia de amor! María Luisaa nació un 27 7 de marzo d de 1662 en la hermosa cciudad de París, Franccia. A pesar d de haber perdido a su m madre a la tie erna edad de 8 años, M María Luisa ttuvo una infaancia feliz en n la corte fraancesa. En 1671 su padre contrajo o matrimonio con la princesa alemaana Isabel c en una segund da madre Carlota del Palatinado,, quien se convirtió para María Luisa. Para darnos una idea de cóm mo era la jovven María Luisa, conviene citar las palabras del d prestigiosso historiado or Gabriel mazo: Hereddó María Luisa L de su madre, Enriqueta de Maura Gam
Inglaterra, noo sólo su bien proporcionada p a estatura, eleggancia naturaal de porte y belleza de faccciones, sino suu encanto, palabra p triviallizada por el abuso, a pero que referida a una damaa de la Cortee de los Luisses XIV, XV V o XVI u y caliidad superlativva. conserva significado concretto, renombre universal
Carlos II rey de España, Nápolees, Sicilia y Cerdeña, naació el 6 dee noviembre de 1661 e en la bonita ciudad de M Madrid. Fue proclamado o rey en 1665, a los cuatro c años. Era una peersona con escaso e vigorr mental y educado po or teólogos sin conocimieentos político os, mantuvo o correspondencia con n Sor Úrsulaa Micaela, mística alicaantina, paraa pedirle consejo. c Su mala m salud hacía sospecchar que mo oriría joven,, por lo que nuevamen nte se descuiidó su educaación; nadie sse preocupó ó o. de prepararle adecuaadamente paara las tareass de gobierno
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Una vez firmada la Paz P de Nimega entre e Fran ncia y España en 1678, se co oncertó onio entre María el matrimo Luisa y el e joven monarca m español, Caarlos II. La boda b se celebró el 1 11 de noviem mbre de 1679 en Quintanapalla Q a, muy cerca de la ciudad de Burgos. B Y era tan conocida c la pasión de este mo onarca por su u joven esposa fraancesa dessde el momento que la vio o, que incluso Oscaar Wilde dijo o:
La veía siiempre comoo cuando conntempló por primera veez en el cas-tillo de Fonntainebleau, cuando conntaba él la edad de quinnce años, y e todavía menos. Porr aquél tiemppo ella f que conttrajeron solem fue mnes esponsaales, ante ell Nucio de Su S Santidad, d, ell rey de Fraancia y toda la corte. Perro C Carlos regressó a el Escorrial, llevanddo c consigo un rizo r de cabellllos rubios y ell recuerdo dee dos labios infantiles innclinándose a besar su mano m cuand subía a laa carroza. do
A pesaar de que Maaría Luisa no o sentía la misma pasión p haciaa su esposo, con el ttiempo llegó ó a encariñarse co on él. Poco o despuéés de la boda, ell Marqu ués de Harcourt escribió:
Pasaron llos años pero la joven pareja real no perdía p la esperanzza de llegar aa procrear hijos. Un testigo escribió que, al acudir Carlos y María Luisa
a rezaar juntos paara obtenerr descen ndencia, se p portaban conn
Temí qque la Reinna fuese muyy desgraciiada. Veo coon satisfacciónn que lass cosas cambiaan de aspecto. El Reyy está enamorradísimo y laa complacce en todo lo que q pide.
Sin embarggo, el pueblo y la corte españ ñola se deseespera‐ ban por la tardanza en n la lle‐ gada de un heredero,, razón por la cual se sometió aa María Luisa a algunos métodos m inadecuado os en su inteento de curar su sup puesta inferttilidad.
tal eddificación, quue hasta lass piedras se movían a pedir a Dioss la sucessión que deseann.
e la pareja taambién existte una leyenda en la quee En laas crónicas de cuen ntan que el rrey, desesperado por dar un herederro a España,, y desspués de hab ber recibido en la corte a numeroso os médicos ee incluso, hechiceros, hacía ir a la reinaa por palaccio sin ropaa interrior pues nu unca se sab bía cuando los astros iban a serr prop picios para qu ue la joven cconcibiese. TTanto fue assí que un díaa que María Luisaa montaba a caballo ttuvo un desafortunado o percaance, el caaballo la desmontó d y el pie se e le quedó ó engaanchado en e el estribo con n tan mala su uerte que lass faldas se lee subieeron hasta laas caderas y toda la cortee que estabaa cerca pudo o ver de d primera mano las paartes puden ndas de la re eina. El rey,, azoraado no supo o muy bien qué hacer y u un cortesano o ayudó a Su u Majeestad a salir del mal traance. El rey, como castigo… mandó ó castrrar al caballo o.
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o, llegó el in nesperado Finalmente,, tras casi diez años de matrimonio final. Un día después de d dar un paaseo a caballo, la reina empezó e a sentir un fu uerte dolor een el vientree que la tuvo o postrada en la cama toda la tarrde, falleciendo al anocchecer del día siguientte, 12 de febrero de.. Se han barrajado numeerosas hipótesis sobre su s muerte como el envenenamien nto pero en rrealidad parece ser que murió de nio de un testigo, en su lecho de una apendicitis. Según el testimon muerte Maaría Luisa see despidió de d su marid do con las siguientes s palabras: Muchas M mujerees podrá tener Vuestra Majjestad; pero niinguna que le quiera máss que yo .
Sí, la haabía amado con locura; poor ella olvidó dó, o pareció olviidar, los gravves aasuntos del Estado. E Cuaando m murió, durantte algún tiem mpo esttuvo como prrivado de razzón. Y sin duda haabría abdicaado para recluirse en el gran M Monasterio Trrapense de G Granada.
Y el rey Caarlos la amóó tanto que Oscar Wildde dijo de éll: Artículo: Aravalle e Palacios
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Ocio y Placer Escapadas romรกnticas: Una ciudad de cine
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Pliego mis párpados. Sostengo con ímpetu una moneda entre una de mis manos. Digo las palabras mágicas, tan sólo escuchadas por mí: Deseo regresar a Roma. Al unísono, lanzo la moneda hacia atrás. Dejo a mis ojos descubrir el mundo que me rodea, despaciosamente, con calma, esperando que el deseo se haya hecho realidad. Parece que sí. A mi alrededor se agolpa el gentío, las cámaras de fotos y los vendedores de rosas. Me giro. Una inmensa fuente se levanta majestuosa ante mis ojos sonrientes. Es la Fontana di Trevi. Mi mirada se acerca al lugar donde ha caído el numerario. En el claro que ha quedado tras la salpicadura se deja ver una imagen. En ella, una tal Anita Ekberg y un tal Marcello Mastroianni se funden en un apasionado beso. Es la Dolce Vita. Sin lugar a dudas, una de las mejores escenas del cine del siglo XX.
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El cine ha tributado a Roma el grandioso homenaje de glosar buena parte de su inmenso anecdotario. Ha contado cientos de leyendas romanas, ha reflexionado en clave romana sobre ética y poder, ha instruido y adoctrinado al público, ha impresionado y hecho reír. Es cierto que, a través del cine, no podemos conocer los aspectos esenciales de la antigua Roma, pero sí introducirnos en el saber popular, en reconocer una sesión del Senado, por ejemplo, familiarizarnos con dicha civilización por su moda, su entorno o sus costumbres, o saber que en una carrera de cuadrigas o una lucha entre gladiadores se aplaude. La historia de esta ciudad no sólo se ha escrito en libros o manuscritos, en las columnas del antiguo Imperio, en las calles medievales bordeadas de palacios renacentistas o en las fuentes barrocas situadas en elegantes piazzas, también se ha plasmado en la gran pantalla con letras de oro, tanto en blanco y negro como en un inmenso arco iris de luz, color y diálogo. Caminar por Roma es como estar caminando dentro de una película. Te sientes el protagonista, ese que reconoce cada edificio, plaza o fuente, cada adoquín que pisa; ese que sabe lo que allí ha ocurrido mucho tiempo atrás. Pasear por sus calles es pasear entre miles de años de historia; un placer para los cinco sentidos. Cada rincón tiene una historia que contar. Es un libro que escribir o una película que rodar. Cojamos pues una cámara de vídeo y comencemos a grabar.
TRES, DOS, UNO… ¡ACCIÓN!
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Como toda gran historia, Roma nació entre el mito y la leyenda. La hija del rey Numitor, descendiente de Eneas, hijo de la diosa Venus, tuvo dos gemelos con el dios Marte: Rómulo y Remo. Dado que, al ser sacerdotisa de Vesta, violó con su acción los votos de castidad, el castigo que el rey Amulio le impuso fue arrojar a los recién nacidos al río Tíber, para que fuesen muertos. Depositados en una cesta, fueron arrastrados y trasportados por el río, hasta arribar a orillas de un lugar. Allí, fueron recogidos por una loba: Luperca, que los amamantó y cuidó hasta que fueron acogidos por un pastor llamado Fáustulo y su esposa Laurentia. Los criarían hasta hacerse mayores, momento en el cuál se vengarían de Amulio, al que ambos asesinaron. Tras ello, los hermanos comenzaron a marcar los ejes de una nueva ciudad con un arado, como era entonces costumbre, en el mismo lugar donde la loba les había encontrado años atrás. Para ponerla nombre, los gemelos decidieron una singular competición: aquél que viese más pájaros en el cielo durante un período de tiempo determinado, llamaría con su nombre a la ciudad. Rómulo ganó la lid y comenzó a marcar el perímetro de Roma, jurando que mataría a todo aquel que penetrase en los límites sin su permiso previo. Su hermano Remo, enojado por haber perdido tan peculiar concurso alado, borró por despecho la zanja cavada por Rómulo y entró a propósito en los límites, con lo que a su hermano no le quedó más remedio que cumplir su juramento y matarlo. El 21 de abril del año 753 a.C. se funda oficialmente la ciudad de Roma. En los Museos Capitolinos se puede encontrar una imagen en piedra de Rómulo y Remo mamando de los pechos de la loba Luperca.
Dejando atrás el impresio‐ nante Monumento Nacional dedicado a Víctor Manuel II y caminando por la Vía del Foro Imperial, sobre hermo‐ sos adoquines, os encontra‐ réis a un lado con inmensas esculturas romanas de los primeros emperadores ro‐ manos y la espléndida co‐ lumna de Trajano que, recorrida de abajo a arriba por un bajorrelieve en espiral, conmemora las victorias de dicho empera‐ dor frente a los dacios.
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Al otro lado, el Foro y el Palatino y, al fondo, como una hermosa amada que os espera con los brazos abiertos, el Coliseo. Originalmente denominado Anfiteatro Flavio, en honor a la dinastía Flavia, debe su actual nombre a una colosal estatua ubicada junto a él muchos años antes a contar desde la actualidad. En él había cabida para unos 55.000 espectadores. Allí, se celebraban los famosos juegos, el divertimento más aclamado por los romanos. En su interior, hoy muy deteriorado, aún podemos ver a Russell Crowe interpretando a Máximo en Gladiator y derrotando a Cómodo mientras la algarabía se exalta y exhibe su deteriorada ideología. Gladiadores, animales salvajes y miles de cristianos murieron en la arena de este monumental recinto de cuatro pisos, divididos en su día por el estatus social y el sexo, que se eleva cuarenta y ocho metros hacia el cielo.
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Unos cuantos metros más arriba, al norte, o según como lo queramos mirar: a Tres metros sobre el cielo, podréis encontraros con el puente Milvio, un lugar de antiguas batallas donde hoy las parejas de enamorados colocan en las farolas del puente, candados, lanzando posteriormente la llave al Tíber, simbolizando así su amor eterno, inseparable, igual que el puente une los dos extremos del río. Si lo que queréis es rememorar las famosas carreras de cuadrigas de Ben Hur, tendréis una excelente visión desde lo alto del Palatino. Desde allí, podréis contemplar, como unos espectadores más, el gran Circo Máximo. Allí arriba, podréis saborear el olor del polvo y de la arena que carros y caballos levantaban con descaro y arrogancia para elevar el trofeo del vencedor: una palma y una corona de laureles, además de una considerable fortuna y, cómo no, los vítores del público. Por desgracia, los numerosos y grandiosos monumentos con los que cuenta la ciudad, han dejado un tanto de lado a este gigante romano, de alguna manera precursor del hoy deporte rey del automovilismo: la Fórmula 1. Una pena, teniendo en cuenta la importancia que tuvo en su día. Pero no nos detengamos en nimios descuidos. Continuemos. Roma lo merece. Acercaros a una de las decenas de fuentes que por el camino encontraréis. Descansad, tomad aire y, sobre todo, bebed el agua que allí se derrama. Es potable y fresca. Una herencia más de una antigua civilización avanzada a su mundo. Os toparéis, al cruzar el Tíber, con el Castillo circular de Sant’Angelo, también llamado Mausoleo de Adriano. Lo dejamos a mano derecha y continuamos recto hasta encontrarnos con una ciudad dentro de la gran ciudad: el Vaticano. Si hubiese palabras para describir lo que allí dentro se esconde las utilizaría, os lo aseguro, pero el oficio de escritor aún no me las ha proporcionado. Ni tan siquiera las cientos y cientos de películas que se han rodado en ella son capaces de mostrar lo que realmente se puede encontrar en su interior. La basílica es un monstruo sublime, hecha para la fe y el culto a San Pedro y a Dios. No sé si Miguel Ángel lo vio así cuando se lo ocurrió tallar un bloque de mármol y dar vida a La Piedad. La imagen llena el edificio por completo. Es religión, pero también es arte; una escultura que toca el cenit del cielo con los dedos, arrugándose tan sólo por los pliegues de las telas de mármol que caen hasta el suelo. Llegaréis al éxtasis. Pero, si no habéis tenido suficiente, prepararos para entrar a los Museos Vaticanos. Tras una cola sofocante entre vendedores de agua fresca, sombrillas de papel y gorros de paja que os transportarán de nuevo a la realidad, cruzaréis salas y salas impregnadas de riquezas, ¡qué paradoja!, que os llevarán al tesoro más bello que el hombre ha creado: la Capilla Sixtina. La entrada es apoteósica. La sala llena de personas que, impresionadas, lanzan los flases de sus cámaras a todo su alrededor a pesar del guarda vaticano y los carteles que oran el «prohibido fotos» y «silencio». No puede callar un alma ante tanto color y belleza, ante tal obra de arte tan sólo al alcance de ese genio loco llamado Miguel Ángel. RománTica'S 126
Id a visitar el Panteón de Agrippa, el templo de todos los Dioses. Forma parte de la primera escena de la película de Peter Greenaway: El Vientre del Arquitecto. Allí cerca, os encontraréis con la mejor heladería de Roma y, probablemente, del mundo entero. Un poco más adelante, escon‐dida de turistas, aunque no de estu‐diantes ni de vendedores ambulantes, podréis descubrir otro templo: la Iglesia de San Pietro in Víncoli, donde se muestra otra obra maestra del Rena‐cimiento: el Moisés de Miguel Ángel, de mármol blanco de Carrara, figura central de la tumba del papa Julio II. No habléis. Tan sólo intentad mirarle a los ojos. Él será quién os hable.
Es hora de comer. Por supuesto, pasta. Ni os lo penséis. Su sabor es inigualable; da igual que la comáis en el mejor restaurante de Roma que en cualquier trattoria, pequeño negocio familiar. De postre: tiramisú o helado. ¡Elegid! Da lo mismo. Cualquiera de las dos dejará vuestro paladar alegre. Y, de café, un capuchino. Está delicioso. Cruzad de nuevo el Tíber. Esta vez en sentido contrario. Caminad recto. ¡Cuidado con los coches y las motos! A pesar de que los semáforos muestren el disco de color rojo bastante más amplio que el verde o el ámbar, no os fiéis, los romanos son nefastos conductores, sin distinción de sexos. La Plaza Navona calmará vuestro paso ágil y vuestra mirada buscadora de tesoros de otro tiempo. En este lugar se asentaba el Circo Agonal, donde se celebraban antiguos espectáculos deportivos. De ahí, la forma alargada que dispone. Por ella, circulan los turistas y se presentan los nuevos artistas de nuestra era: los retratistas y esculturas vivientes, que dan vida al lugar. A alguno de estos retratistas segura‐ mente les hubiera gustado estar en el rodaje del film Ayer, Hoy y Mañana, donde Sofía Loren hace un sensual striptease ante la mirada atónita de Marcello Mastroianni. En el centro de la plaza se encuentra la Fontanda dei Quattro Fiumi, obra de Bernini, en la que cuatro gigantes de piedra hacen que los cuatro grandes ríos del mundo; el Ganges, el Danubio, el Nilo y el Río de la Plata; se sientan representados. Dicen que es una de las plazas más bellas del mundo. A esos que lo dicen, yo no les quito la razón.
No os marchéis de Roma sin pasar una velada romántica en alguno de los magníficos restaurantes con los que cuenta la ciudad. Yo os recomiendo el restaurante Ciampino. Después de una cena con velas y vistas excelentes, pasead por la Roma nocturna. Bajad la escalinata de 135 peldaños de la Plaza de España. Con cientos de estrellas en el cielo y con el rumor del agua, de fondo, jugueteando por las fuentes, la noche será más hermosa. Ya les pareció romántico el lugar a Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vacaciones en Roma.
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Cuando despertéis de ese sueño tan real en cualquier hotel de la ciudad, no dejéis de visitar la famosa Villa Borghese, el parque público más grande que hayáis visitado jamás. La Plaza del Popolo, presidida por un monumental obelisco egipcio –muy habitual en las plazas romanas‐ os mostrará la entrada. Las vistas desde allí son espectaculares. Roma se ve eterna y, sin embargo, joven. Pero, igual que sucede en el cine, las buenas películas terminan sin poder remediarlo y, Roma, la ciudad de las siete colinas, os despide en Termini, su estación de trenes y autobuses. Desde allí, uno de estos vehículos os conducirá a los aeropuertos de Ciampino o Flumicino para volar hacia el rincón del planeta donde residáis, esperando, eternamente, a que encontréis de nuevo el camino adecuado para volver a ella; porque, como todo el mundo sabe, todos los caminos, llevan a Roma. Artículo: Alfredo Gómez
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Bienvenidos a vuestra nave morada del misterio. Dado el mes que toca (mayo), voy a hablar de esa especie no tan valorada como merece y que todo escritor novel necesita: el amigo del escritor novel (psicologus baratus cun sin‐ dromis psicokiller). Sí es el cumple de uno de mis amigos.
El amigo del escritor novel es aquel que, normalmente, no solo cree en el potencial del novel, sino que le aguanta sus paranoias, chorradas y las ganas de matar. Puede que lo haga por si tiene suerte y el escritor novel se convierte en un fenómeno
editorial, para vivir de contar sus chorradas (los míos lo llevan cruda con este anecdotario, pero siempre participan en él). Pero, ¿Qué tipos de cosas aguantan? Aquí tenemos una pequeña lista:
Los momentos dramas del escritor (de los cuales he dado muchos ejemplos y diversos en estos anecdotarios). Los momentos de alegría desmedida por cualquier gili‐ chorrada. Que comienzan desde el primer relato/libro/artículo/ente extraño pasando por… lo mismo que lo anterior, pero pasando por segundo, tercero... vamos, que un amigo del escritor siempre estará para felicitar y sentirse alegre por ti:
―¡Tío! Uno de una revista ha reconocido mi nombre, ¡voy a convertirme en una escritora famosa! Es la primera vez que alguien reconoce mi talento. ―¿Sabes que hay días que dan ganas de matarte? Nota: escritor novel, si su amigo no le mata en este momento, no dude que se la guardará para el futuro y con razón, que seguro que le ha estado aguantando sus neuras. ¡Cuide de sus amigos! Deles de comer sáqueles a pasear… porque serán los que tengan que hacer bulto en su firma de libros. Para echarte un capote por si metes la gamba (aunque en mi caso, acabo dejando flipados a mis amigos). De esta podría contar varias, pero quedaría muy largo, digamos que fue típico caso de criticar algo o alguien y alguien a tu lado o detrás que lo conoce y lo apoya [en esa ocasión me dediqué a hablar con el autor en cuestión como si nada, estaba criticando muy en general (nota para los curiosos: criticar con motivos, no a machaque por machacar)]. lauralopal.blogspot.com
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¿Cómo se reconoce a un amigo de escritor novel? ¿Usted cree ser uno de ellos? Entonces haga este rápido test para descubrirlo: 1. Llegas un día al café/mesenger/chat/Facebook y tu amigo asegura que ha acabado una historia, ¿qué haces en ese momento?: A. Le pido que me la mande y que intentaré leerla, procuraré no criticarle mucho, porque luego mi amigo se deprime. B. Le aviso que seré sincero y ecuánime, para que decida si mandármelo o no. C. Refunfuño, me niego y me tiene que convencer, es que da mucha pereza… aunque luego me guste, me cuesta leer mucho en pantalla. D. ¡Un segundo! ¿Mi amigo escribe? Primera noticia que tengo. 2. Tras leerte el libro de tu amigo, crees que no está nada mal, pero hay cosas que se pueden mejorar, ¿qué haces? A. Bueno… es que tampoco quiero que se desanime. Intentaré decírselo, pero si veo que me pone ojitos, rectificaré. B. Ey, si no quería sinceridad, que no me lo hubiera mandado. Intentaré ser diplomático, pero no voy a callarme. Quiero que sea escritor y eso implica que no siempre me gustarán sus historias. C. Hombre, pues incidiré muchísimo sobre eso. Si quiere mejorar, que aguante carros y carretas, que habrá alguno más burro que yo por ahí. D. ¿Te importa? Intento asimilar que mi amigo es escritor y que me mira con ojos raros… ¿por qué me mira así? Da más yu‐ yu que la niña del exorcista… 3. Tu amigo se ha lanzado y ha decidido que quiere mandar el libro a una editorial, con machaque continuo de su seguridad de tipo: «pero… ¿y si no valgo?» A. Yo le animo enormemente, sin dudarlo. B. Le relajo y le recuerdo que o se presenta o nunca sabrá si realmente vale o no. Además, que un rechazo, en el caso de ocurrir, no es el fin del mundo. C. Buff, qué pereza. Seguramente me marche pronto a la cama si sigue en ese plan. Le quiero mucho, pero cuando le entra la neura es imposible. Además ser escritor es muy difícil y entrar en el mundo editorial, más todavía. D. ¿Y además quiere publicar? ¿En serio? No es por nada, pero este test me está mosqueando. ¿Por qué me ha pedido mi amigo que lo haga?
Sus resultados… ¡Consúltelos y disfruten!:
Mayoría de A: Vale, sabemos que vienes del mundo de caramelo del país de la piruleta, sí, ese en el que hasta los personajes Disney se sienten con subidón de azúcar. Te adoramos por tu dulzura y amor, pero no lo dudes: un escritor ne‐ cesita que le digan cosas realistas y mejo‐ rables de cuando en cuando. No serás pe‐ or persona si lo haces, palabrita.
Mayoría de B: Los amigos de verdad son difíciles de encontrar… y los que encima son buenos lectores ni te cuento. ¿Quie‐ res mi mail? ¿Por fiiii…? (Escritor en cues‐ tión que ha pedido a su amigo que haga este test… átalo a la pata de la cama, que este te lo intentamos robar).
Mayoría de C: Lo reconozco: los amigos escritores somos un coñazo, lo sabemos, pero ten en cuenta que somos una espe‐ cie muy sensible y que necesita mucho cariñito. Por favor, quiérenos y aguán‐ tanos un poquito más, no lo hacemos a mal, es que te queremos tanto que nece‐ sitamos tu opinión. Si lo haces a mala baba ¿realmente eres amigo? Porque chico, con amigos como tú… me quedo con los enemigos…
Mayoría de D: no lo dudes, esto es una excusa para que tu amigo salga del armario de escritores y decírtelo de forma que no te acojone. ¿Ves esa cara de inmensa ternura? ¡Huye! Intenta convertirte en su amigo del escritor novel.
Ahora en serio, escritores noveles, cuidad de esos amigos que os leen, critican y aguantan vuestras tonterías. En el fondo lo hacen porque nos quieren mucho… o eso o quieren conseguir un pelotazo Rowlingniano a vuestra costa.
Hasta aquí la nave morada de misterio. Buenas… la hora que sea y disfrutad de la primavera, que cada vez queda menos para el veranito. Artículo: Laura López Alfranca
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Tentación (Nicole Jordan) Unos nuevos caballeros han aterrizado en nuestras librerías, se hacen llamar los Guardianes de Cyrene. Sus historias son ardientes, especiales. Entra en su mundo y déjate tentar por el primero de ellos.
En nombre de la venganza (Anne Stuart) ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer por vengarnos de aquel que su momento nos agravió? Hay límites que no se pueden sobrepasar, y cuando se hace, se debe estar dispuesto a aceptar las imprevisibles consecuencias. En nombre de la venganza es una historia de amor y odio, una batalla inmemorial donde la pasión juega un papel fundamental
Amante mío (J. R. Ward) Es probablemente el más enigmático de todos los integrantes de la Hermandad, un niño al que conocimos en los libros anteriores y que se nos ha ido haciendo un hueco en nuestros corazones. Ward nos demuestra en esta historia que no se dice menos aunque no se pueda hablar.
Secretos en Londres (Julia Quinn) Un serio espía con un sentido único del humor. Risas a raudales para una novela con el mejor sello de la factoría Quinn quien con su estilo narrativo hace de sus escritos unos libros abrasadoramente divinos.
9 Reglas que romper… (Sarah MacLean) Es una novela maravillosa, de esas que deseas conservar para releer una y otra vez. Desde la primera hasta la última página, su autora confecciona capa a capa una historia que gustará tanto a las amantes de las buenas comedias, como a las que gustan de una trama más sentimental. Un cuento romántico hecho para deleite de los sentidos.
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Corazón comanche (Catherine Anderson)
Antílope veloz es un hombre como pocos, con su inestimable paciencia hace que su pequeña Amy vuelva a confiar. Después de haber disfrutado con Luna comanche, el libro anterior de esta serie, no es de extrañar que lleguemos a ver éste entre los más vendidos del género. Anderson hará estremecer nuevamente los corazones de quienes la lean. El sabor de las novelas de antaño como seña de identidad de su autora.
Demonios personales ( Lisa Desrochers) Debido a sus dones, la joven Frannie se convertirá en la causa de una nueva batalla en la eterna guerra entre el bien y el mal. Luc y Gabriel lucharán por apropiarse de su alma, aunque por motivos distintos. La bíblica historia de Caín y Abel revive, Lisa Desrochers nos muestra lo apasionante y divertido que puede resultar ser malvado.
Tus malas costumbres (Eloisa James) La última novela de una serie encantadora con unos personajes absolutamente irresistibles. Si casi pensé que no habría ninguna novela que superase en pasión a las anteriores, James ha logrado en ésta echar los restos. ¡No te pierdas la solución a todos los problemas de unas malas costumbres y un héroe que resuma encanto por los cuatro costados…!
La noche del jaguar (Nalini Singh) Nalini Singh nos presenta una historia con una buena carga de intriga y unas escenas cuanto menos ¡candentes! Las páginas de este libro echarán humo y te atraparán a partes iguales
Amante atrapada (Anne Gracie) La tercera entrega de los Jinetes Oscuros de Annie Gracia ya está aquí. Para escapar de un matrimonio concertado, su intrépido protagonista viajará a Egipto para encontrar allí el amor. Con una maravillosa ambientación de fondo, la historia del apasionado Rafe y su exótica enamorada Ayisha os hará vibrar. Acción, aventura, romance y mucho más...
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¡CARIÑO! ¿Qué le ha pasado a tu espalda? ¡TE FALTA UN BUEN TROZO!
A eso es a lo que se refieren cuando se habla de… ¡¡¡PIERNAS KILOMÉTRICAS!!!
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Durante el primer año de RománTica'S nos hemos ocupado de definir la personalidad y el carácter de los signos, centrándonos en el amor, claro está. Ahora continuaremos con la nueva etapa, esta vez hablando de las compatibilidades, es decir, cómo se relaciona cada signo con sus distintos congéneres, que comenzamos el bimestre pasado. Este bimestre toca el turno a TAURO Y GÉMINIS. Del 21 de Abril al 21 de Mayo ¿LA PAREJA IDEAL DE TAURO?
El hombre tauro: Theodore Westgaard
«Los dulces años» Cuando Linnea llega al Álamo, no imagina que el hombre irritado que la recibe en la estación de tren se convertirá en su gran amor. Con sólo dieciocho años, la vehemente y alegre Linnea es la nueva profesora y está decidida a conquistar un lugar en la fa‐ milia que la acoge, así como dentro de la comunidad. Theodore es un granjero de treinta y cuatro años que vive con su madre y su hijo de dieciséis años. Al igual que los demás granjeros, Teddy se ocupa fundamentalmente de la cosecha, y cuando Linnea llega a vivir a su casa, se sien‐ te invadido e irritado porque la joven no respeta las reglas tácitas de la comunidad. Lentamente, en medio de las tareas cotidianas, surge entre ellos un amor profundo. Ate‐ morizado por la diferencia de edad entre ambos, Teddy intenta alejarse de Linnea. Pero ella está dispuesta a aceptar el desafío porque sabe que él es su destino.
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Dicen que los opuestos se atraen, pero ésta puede ser una mezcla peligrosa: sí, Fuego y Tierra se atraen, pero no son del todo incompatibles. La fogosidad y dinamismo de Tierra cautivan sobremanera al pragmático y circunspecto Tierra, aunque su visceralidad puede herir su aparentemente impertérrito corazón. A través del conflicto limarán sus asperezas. Si Tauro no quiere acabar con los nervios de punta, no debería acercarse mucho a Aries. Su imprevisibilidad y volatilidad pueden relegar a Tauro a un segundo plano en algunas cuestiones, algo no demasiado de su agrado. Además siendo ambos tan orgullosos, mejor no imaginar sus discusiones. En el aspecto sexual serían una bomba, pero ¿les compensaría? Todo sería cuestión de sopesar los pros y los contras. Leo es un signo que derrocha sensualidad, por naturaleza suele atraer todas las miradas. Y si alguien se le resiste, ya encontrará la manera de hacerlo caer. Aunque no tendrá este problema con Tauro, encandilado con las maneras del León. Pero deben tener cuidado de que una sobreexposición social no dañe su relación, pues Tauro no es tan amigo de las actividades lúdicas como Leo. Para Tauro, con sus formas lentas y calmadas, será un poco difícil lidiar con la independencia y espontaneidad de Sagitario, cuyo fuego se enciende igual de rápido que se apaga. Teniendo ideales y formas de sentir y de actuar diferentes será un poco complicado que vuestra relación se estabilice y sea duradera. Siendo tan diferentes su compatibilidad es baja. El amor entre Tierra y Tierra sólo puede llamarse de una sola manera: una relación estable. Si surge el amor, hay una buena probabilidad de que sea una relación larga y bonita ya que a los dos les gustan las cosas serias y formales, quizás demasiado, en el amor también se necesita un poco de diversión. Con alguien igual a él, Tauro puede aburrirse hasta el infinito y más allá. Una relación estable, sí, pero carente de espontaneidad y dinamismo. Si es lo que busca, perfecto, en este caso Tauro encontrará en su pareja una persona que le proporcionará la lealtad y la seguridad que necesita para vivir. En el caso de Virgo, su sensualidad atrae a Tauro como la miel a las abejas, y pueden hacer una buena pareja con alguien de este signo. Estos signos comparten interesen y tienen formas similares de ver la vida, ambos son pragmáticos y constantes. Como mínimo, disfrutaran de un apasionado romance.
Tauro y Capricornio tienen ambos un carácter bastante terco (ya sabéis, nobles pero cabezones), pero a pesar de ésto su relación puede fructificar y llegar a compartir una estable y duradera historia de amor. Como amigos y compañeros de trabajo se llevarán a las mil maravillas. Como pareja, deberán cuidar la relación sexual para no caer en la rutina y que la relación no muera por aburrimiento. La Tierra y el Aire tienen una relación complicada. Sucede que estos dos elementos combinados resultan un tanto conflictivos, después de todo, a nadie le gusta que se lo lleve un tornado. En este caso se debe intentar llegar a un punto de común acuerdo donde la convivencia sea llevadera y se mantengan receptivos hacia nuevas formas de escuchar, sentir y amar. Géminis y Tauro son como combinación una bomba explosiva. Para Tauro será imposible saber en qué punto de encuentra Géminis, quien desestabilizará su sistema pues es más inquieto que un saltimbanquis. Con sus personalidades tan distintas, será complicado que esta pareja pueda mantener un compromiso. Tauro y Libra tienen el mismo regente planetario, Venus. Uno puede pensar que de esta forma una relación sentimental debe funcionar, pero no todo es perfecto. Libra puede ser la pareja ideal o un enemigo potencial, la relación entre ellos se tambaleará a menudo entre el amor y el odio, ya que se generarán situaciones de celos y angustia que tarde o temprano pueden terminar con la pareja. Algunas de las ideas progresistas de Acuario, pueden chocar con la tradicional personalidad de Tauro. Esta pareja vivirá intensas experiencias amatorias, pero les será complicado adaptarse en el día a día debido a sus distintas formas de concebir una relación. Será necesaria una alta dosis de paciencia y comprensión para que todo llegue a buen puerto. Tierra y Agua podrían formar la pareja perfecta: Tierra será la parte práctica y equilibrada de la relación, mientras que Agua aportará su imaginación, misterio, y profundidad de emociones a esta combinación, una de las más fértiles en el campo de las relaciones. Cáncer es uno de los signos que mejor compatibilizará con Tauro, que será el respaldo que el Cangrejo necesita para no retroceder ante la profundidad de las aguas. Por su parte, el Toro encontrará el compañero ideal con el que compartir y disfrutar de la vida hogareña. Sólo deben tener cuidado con no dejarse llevar por los enfados tontos que pueden hacerles caer en un bajón a la misma vez. Tauro y Escorpio son signos apuestos, y su vez complementarios. Igual que en todas las relaciones donde ambos son totalmente diferentes, las mismas cosas que los atraen pueden separarles. Tauro, el orgulloso pero sufridor Escorpio puede ser el amor de tu vida, así que no te dejes llevar por tu cabezonería, que con un testarudo en la familia hay más que suficiente.
La mujer tauro: Helena Martí
«Dulce locura» Anthony Phellps parece tenerlo todo: un buen traba‐ jo, unos amigos increíbles, y ningún compromiso. Una vida perfecta. O eso es lo que cree todo el mundo, todo el mundo excepto él. Anthony nunca le ha contado la verdad sobre sí mismo a nadie, y tiene intención de seguir así… hasta que conoce a Helena. Helena ya sabía que Anthony, el amigo inglés de su her‐ mana y su cuñado, iba a ca‐ erle bien, lo que no sabía era que conocerlo iba a cambiarle la vida para siempre, ni que a veces las historias de amor de película tienen principios algo complicados.
Con el signo de Piscis, Tauro se entenderá de maravilla, sobre todo si se trata de compañerismo e interacción social. En el hogar, sin embargo, pueden tener sus diferencias, sobre todo debido a la tendencia de Piscis de vivir en un mundo imaginario, ya que Tauro prefiere la vida práctica y sencilla. Aún así, estos dos signos disfrutarán de una plena y satisfactoria vida sexual.
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Del 22 de Mayo al 21 de Junio ¿LA PAREJA IDEAL DE GÉMINIS?
La Tierra y el Aire tienen una relación complicada. Sucede que estos dos elementos combinados resultan un tanto conflictivos, después de todo, a nadie le gusta que se lo lleve un tornado. En este caso se debe intentar llegar a un punto de común acuerdo donde la convivencia sea llevadera y se mantengan receptivos hacia nuevas formas de escuchar, sentir y amar.
El hombre géminis: Erik MacSorley «El halcón» Erik MacSorley es un nave‐ gante experto que jamás ha sido doblegado por tormenta o mujer alguna... hasta el día que rescata del mar a una mu‐ chacha. Un aspecto vulgar en‐ mascara sin embargo su iden‐ tidad: se trata de lady Elyne de Burgh, la hija del noble más poderoso de Irlanda. Pero aún peor es que esta encantadora sirena parezca a la vez fogosa e impenetrable, y Erik no tendrá sino que redoblar su empeño para averiguar la verdad. Este tipo de retos pueden hacer olvidar la guerra a cual‐ quiera, pero no a Erik. Sos‐ pecha también que Ellie escon‐ de algunos secretos que po‐ drían poner en peligro la mi‐ sión que le ha sido enco‐ mendada: permitir el regreso del rey Bruce a Escocia para re‐ clamar el trono. Mientras la ba‐ talla por un rey y un país se libra entre las orillas de Escocia e Irlanda, ¿conseguirá Ellie do‐ mar al guerrero legendario a quien todos llaman el Halcón?.
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Géminis y Tauro son como combinación una bomba explosiva. Para Tauro será imposible saber en qué punto se encuentra Géminis, quien desestabilizará su sistema pues es más inquieto que un saltimbanquis. Con sus personalidades tan distintas, será complicado que esta pareja pueda mantener un compromiso. Virgo y Géminis comparten intereses intelectuales y diversiones. Pero ¿vivir juntos?... Piénsalo, Géminis no admite que lo dirijan y le gusta ser libre. Y Virgo puede ser muy crítico e intransigente cuando está en racha. Pueden ser almas afines, pero ambos deberán aprender a escuchar a su pareja si quieren que una relación romántica fructifique y no se esfume en el aire. Para un Capricornio saber qué tierra está pisando es importante, y con Géminis puede sufrir un terremoto y encontrarse de repente en el aire. La tradicional personalidad de la Cabra puede ser demasiado para este volátil e inestable signo que necesita constantes aventuras. Lo mejor será tener una buena amistad que conservar en el recuerdo. La relación entre Aire y Aire tiene muchas ventajas. Tener el mismo elemento ayudará a que se comprendan y vean el mundo de forma similar, a Aire le encanta vivir experiencias nuevas y interactuar con los demás. Pero debe existir un buen nivel de confianza; la comunicación es vital en esta relación donde ambos necesitan tanta libertad. Con alguien de su mismo signo, Géminis experimentará una infinidad de aventuras y diversiones. Su relación jamás caerá en la rutina, al contrario, puede sufrir una exceso de cambios que de al traste con la estabilidad emocional de la pareja. Para evitar esto lo mejor es intentar controlar un poco tanta versatilidad. Las relaciones de Géminis con Libra serán satisfactorias para una y otra parte, si bien es difícil que sean estables y duraderas. Ambos son demasiado frívolos e inconstantes, no soportan una discusión abierta, lo que puede dar lugar a malentendidos. La comunicación y el entendimiento social se dan de forma tan natural y espontánea entre los dos, que conservarán una bonita amistad. Si Acuario desea mantener una historia con Géminis existe un alto porcentaje de posibilidades de éxito, ya que ambos comparten una gran afinidad en sus formas de pensar y en sus metas en la vida. Además siendo ambos tolerantes les serás más fácil solucionar las
discrepancias que se puedan presentar y así lograr tener una pareja feliz y consolidada. Una de las relaciones más complejas entre elementos es la de Aire y Agua, y sus naturalezas son muy distintas. Aire es pensamiento, raciocinio, frialdad; Agua es sentimiento, emociones, calidez. Existe un mecanismo inconsciente que los lleva a buscarse y relacionarse; pero su relación no es fácil. Existen diferencias notables entre los signos de Géminis y Cáncer que hacen complicada una convivencia entre ellos. Géminis es un espíritu libre que se deja llevar por sus creencias e ideales, mientras que el Cangrejo necesita una estabilidad emocional y material para ser feliz. No obstante, los polos puestos se atraen, así que por intentarlo que no quede. Un consejo, no pasarse con las fiestas.
Entre Escorpio y Géminis puede surgir una hermosa relación de amistad nacida de la admiración, no así en el amor pues raciocinio y emotividad raras veces van al unísono. Pueden compartir aficiones y pasar juntos algún tiempo, pero al apasionado Escorpio le terminará exasperando la ligereza de Géminis.
La mujer géminis: Molly Sommerville «Este corazón mío»
Géminis puede entenderse muy bien con Piscis, ambos son signos a los que les gusta relacionarse y compartir sus ideas. La amistad entre ellos fructificará rápidamente, pero en el amor ambos son demasiado inconstantes, por lo que su unión se convertiría en una montaña rusa, llena de altibajos. Ambos deberán trabajar en la relación para que ésta no se vaya a pique en las primeras millas.
Molly Sommerville tiene fama de meterse en líos. Es verdad que se desprendió de una he‐ rencia de quince millones de dólares… pero vaya, nadie es perfecto. Aún así, si alguien tiene una vida casi perfecta, ésa es Molly. Aunque sus libros de la Conejita Daphne podrían venderse mejor, vive encan‐ tada con su minúsculo loft, su caniche francés y su profesión de escritora de cuentos infan‐ tiles.
¿Aire y Fuego juntos? ¡Saltan chispas! Estos dos elementos se complementan muy bien, a los dos les gusta la acción e ir de aquí para allá. El aire es necesario para que el fuego cobre vida y se expanda, así que es seguro que en esta relación perdurará la llama del amor, siempre que el fuego no cause un incendio. La buena comunicación entre Aries y Géminis será fundamental para esta sea una pareja sólida y estable. Ambos son muy apasionados y su disposición a la variabilidad puede echar al traste la relación, si se confían demasiado. La solución es que ambos echen mano de su creatividad y su sentido del humor para quitarle hierro a las posibles diferencias que puedan surgir. Leo y Géminis podrían formar una buena pareja, ambos son signos intelectuales, aunque Leo es más centrado en sus ideas que Géminis, quien suele ser más cambiante en ese sentido. Para que esta pareja cuaje como debiera, el León deberá ceder un poco su liderazgo en aras de una convivencia tranquila, mientras que los Gemelos deberán cuidar su ligereza al hablar para no herir el orgullo de su compañero. La personalidad de Géminis es totalmente distinta a Sagitario, no obstante, es su opuesto en el zodiaco. Pero la necesidad de movimiento de ambos, su ansia de conocimientos e intereses similares puede ser un buen pilar donde cimentar esta relación. Aunque Sagitario debe tener tacto a la hora de decir las cosas si no quiere que el político Géminis inicie una batalla campal. Artículo: Ana Sarria
Sí, Molly se siente feliz por casi todo… excepto por llevar tanto tiempo enamorada de Kevin Tucker, el desvergonzado y terriblemente atractivo jugador de los Chicago Stars, ¡un hom‐ bre que ni siquiera recuerda cómo se llama ella! Una noche, la tendencia de Molly a me‐ terse en líos la lleva directa a los brazos de Kevin. Si al menos ese futbolista demasiado bien pagado, que conduce un Ferrari y desteta los caniches, fuese tan superficial como ella desea, Molly podría proseguir con su vida casi perfecta…
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