LIMA, LO QUE EL TURISTA NO VE. El crecimiento de la "reflexividad turística permite a un lugar determinado controlar, evaluar y desarrollar su "potencial turístico" en el marco de las pautas emergentes del turismo mundial. Esta reflexividad consiste en identificar la ubicación de un lugar concreto dentro de los contornos geográficos, históricos y culturales que rodean determinado lugar del planeta, y más concretamente identificar los recursos semióticos y materiales del lugar, tanto reales como potenciales. Una encuesta realizada a un grupo grande de turistas que visitan el Perú arrojo que el turismo es esencialmente un “aprendizaje” de los estilos de vida de otras civilizaciones y de su legado cultural. Esta definición está muy relacionada a las motivaciones que los llevan a practicar este tipo de turismo fuera de su país. Así resulta que la búsqueda de conocimientos y la pasión por descubrir culturas diferentes a la que ellos conocen es una fuerte motivación para viajar. Por lo tanto, los atractivos culturales se conjugan entre monumentos históricos (arqueológicos y arquitectónicos) y una serie de costumbres y tradiciones que perduran en los pueblos que se eligen visitar. Dentro de esta perspectiva el Centro Histórico de Lima considerado patrimonio cultural de la humanidad y puerta de ingreso, hasta hoy, del turista internacional, encierra un admirable pasado virreinal y republicano que se oferta al turista tanto nacional y extranjero, pero exige un mayor entendimiento semiótico al explicar los productos ofertados. Lima tiene mucho más que revelar a la mirada y el entendimiento del turista foráneo así como a la de sus moradores que transitan por ella apurados e indiferentes. Lima es una ciudad que cuenta por si misma su historia al visitante que ávido por conocerla aguzando sus sentidos logra advertir en el trazado de sus calles y avenidas, en la diversidad de su arquitectura, en las dimensiones de sus parques y plazuelas y en las características de sus monumentos, una ciudad que nació, creció y se desarrolló ocultando sus raíces y mirando a Europa como paradigma, ignorando los planteamientos urbanos de las culturas prehispánicas que se desarrollaron dentro de ella. De esa Lima que encontraron los españoles nos queda poco. El actual centro histórico de Lima estaba atravesado por canales y caminos. Por un lado se ubicaba el capac ñam o camino incaico que ingresaba al centro histórico siguiendo el jirón quilca. Quilca es hoy la calle más antigua, que conserva su trazado prehispánico, pues está construida sobre el camino inca que dividía a la ciudad de este a oeste y seguía hacía el actual distrito del
Rímac. Todas las demás vías desaparecieron bajo la cuadricula europea y las alamedas y parques, se españolizaron y afransesaron. No fue un peruano el que eligió a un inca para rendir homenaje a los fundadores de la cultura nacional. El gobierno de Japón representado por los inmigrantes japoneses, donó el monumento a Manco Capac, escultura hecha por el peruano David Lozano por ser un símbolo de vinculación entre el Perú y el Japón, representante del imperio del sol, o “Hijo del Sol”, un concepto también vigente para la cultura japonesa. Estatua que no se encuentra anclada en el centro histórico de Lima. Caí la totalidad de los monumentos que obran en la Lima Antigua fueron obra de artistas extranjeros salvo uno de ellos (el monumento a Ramón Castilla hecho por el peruano David Lozano)y fueron realizados y concebidos bajo la visión de todos los monumentos creados bajo la influencia de las grandes capitales europeas Los atractivos turísticos rescatan una parte de su origen colonial y buena parte del legado de inicios del siglo XX, un legado aristocrático que aún genera fricciones sociales y que por lo tanto no es el mejor punto de apoyo. Su origen prehispánico no es reconocido aún y podría explotarse más. El crecimiento desordenado de sus áreas comerciales, sin embargo, desdibujan parte de este paisaje propio del distrito. La decena de esculturas indigenistas que adornan el Parque de la Reserva, hoy Circuito Magico de las Aguas y las pocas ancladas en el Paseo de los Heroes como el monumento “los bueyes”, un conjunto escultórico que representa a un rudo campesino serrano sujetando el yugo y guiando los bueyes del arado, hecho por el escultor huancaíno Ismael Pozo , la escultura conocida como “las llamas”, del peruano Agustín Rivera , así como la piedra ubicada en el pasaje Santa Rosa para homenajear a Taulichusco “El Viejo” último curaca del valle del Rímac con el objeto de recrear una identidad indígena de Lima desde el presente, tiene bases muy frágiles y no proporciona al turista al turista una visión clara de lo que se vende en el extranjero como PERÚ LAND OF DE INCAS