Análisis del discurso sobre el aborto en la prensa mexicana El caso Paulina Rosario Taracena
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AnĂĄlisis del discurso sobre el aborto en la prensa mexicana: el caso Paulina
Tesis que para obtener el grado de Maestra en AntropologĂa Social presenta Rosario Cruz Taracena
Los adversarios se lanzan acusaciones de hipocresía y asesinato. Se invocan por igual el espíritu de la Constitución y la voluntad de Dios. Se recurre a argumentos dudosos como si fueran certidumbres. Los bandos en liza apelan a la ciencia para fortalecer sus posiciones. Se dividen las familias, maridos y mujeres deciden no hablar del asunto, viejos amigos dejan de hablarse. Los políticos examinan los últimos sondeos para descubrir qué les dicta la conciencia. Entre tanto grito, resulta difícil que los adversarios se escuchen. Las opiniones se polarizan. Las mentes se cierran. Karl Sagan, Miles de Millones
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Índice página Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Capítulo I. Enfoque teórico y metodológico de la investigación. . . . . . .
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El análisis crítico del discurso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Lenguaje y poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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El discurso de los medios de comunicación . . . . . . . . . . . . . . . .
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Capítulo II. El aborto en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Situación legal del aborto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Los estudios sobre el aborto en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Recuento de la discusión pública sobre el aborto en México . . . . . . . . .
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Los años setentas: inicia el debate . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Los anos ochenta: propuestas desde el gobierno . . . . . . . . . . .
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Los años noventa: varias propuestas, poco debate
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El nuevo siglo: el debate en todo el país
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Capítulo III. México 2000: un caso y un enfoque . . . . . . . . . . . . . 33 La prensa escrita en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 El caso Paulina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Cronología del caso Paulina
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Conformación del corpus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Hipótesis
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Modalidades de análisis
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Titulares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Argumentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
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Capítulo IV: La construcción de actores en los titulares del “caso Paulina” . . . . . . . 53 A. Selección de los actores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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B. Criterios del análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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C. Análisis por actor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Actores del Grupo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Paulina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. Paulina: su edad
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2: Paulina: los hechos, la historia
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3. Paulina: el nombre, el “caso”. . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 4. Paulina: la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 5. Paulina: la denunciante . . . . . . . . . . . . . 6. Paulina: la militante . . . . . . . . . . . . . .
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Los aliados de Paulina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 1. ¿Quiénes fueron los aliados de Paulina? . . . . . . . . . . . . . 73 2. La autoridad moral de los aliados de Paulina . . . . . . . . . . . 76 3. Las organizaciones ciudadanas: una nueva forma de poder . . . . . 77 4. Los intelectuales: aliados con renombre . . . . . . . . . . . . . 80 Actores del Grupo 2
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Los funcionarios involucrados en el caso Paulina . . . . . . . . . . . . 81 1. Funcionarios públicos y gobierno
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2. La novedad: negar un aborto puede ser un hecho negativo . . . . .
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3. El gobierno de BC: a la defensiva . . . . . . . . . . . . . . .
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4. El botón de muestra: Astorga Othón . . . . . . . . . . . . . .
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La Jerarquía de la Iglesia Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 1. Una campaña sin fronteras . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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2. La JIC: declarando en el nombre de Dios . . . . . . . . . . . .
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3. La prensa: una actitud acrítica frente a la JIC . . . . . . . . . . .
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El Partido Acción Nacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. El PAN y la JIC: una alianza incómoda . . . . 2. El PAN: ¿derecha o ultraderecha? . . . . Provida
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1. El brillo de su ausencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Las comisiones local y nacional de derechos humanos
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Capítulo V. Liberales contra conservadores: análisis argumentativo sobre el aborto y la legalidad
. . . . . . . . . . 104
A. Selección de los textos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 B. Elementos del análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 C. Análisis de los textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 1. El aborto y la legalidad: el punto de vista conservador . . . . . . . . . 110 Las estrategias discursivas del lado conservador . . . . . . . . . . 114 El feto como persona
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
Hablando de los otros: el bando conservador
. . . . . . . . . . . 122
2. El aborto y la legalidad: el punto de vista conservador . . . . . . . . . 125 Las estrategias discursivas del lado liberal . . . . . . . . . . . . . 130 Violación a la ley y Estado laico . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 Los motivos de las mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 Hablando de los otros: el bando liberal . . . . . . . . . . . . . . 137 3. Comparación de los argumentos de ambos bandos . . . . . . . . . . 139 Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
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Introducción
Este trabajo analiza un tema que suele ser muy polémico, un tema que despierta pasiones y que ha generado y seguirá generando airadas discusiones tanto a nivel personal como público: el aborto. No obstante, el centro de esta investigación no es la práctica misma del aborto, sino la forma como la prensa presentó este tema en una coyuntura dada. Esta coyuntura surgió en la ciudad de Mexicali, Baja California, a finales del año 2000, cuando que se hizo de conocimiento público el “caso Paulina”, en el que una adolescente, embarazada a raíz de una violación, solicitó permiso para tener un aborto y, a pesar de haberlo obtenido, no logró interrumpir su embarazo debido a que algunos funcionarios y médicos actuaron para evitarlo, argumentando razones religiosas a pesar de ser funcionarios de un Estado que está separado de la Iglesia desde el siglo XIX. Cuando inicié esta investigación colaboraba con en el Grupo de Información en Reproducción Elegida, GIRE, una organización gubernamental dedicada a la defensa y promoción de los derechos reproductivos. GIRE se ha especializado en el tema del aborto compilando y difundiendo información sobre esta práctica en México y haciendo un importante trabajo de cabildeo sobre el tema y de relación con los medios de comunicación. El interés por el tema y la coyuntura que generó el caso Paulina tuvo su origen precisamente en mi participación dentro de GIRE, aunque la idea de abordar este asunto desde el análisis del discurso, y específicamente a través de la prensa escrita, surgió a partir del encuentro con los profesores de la línea de lenguaje de CIESAS, quienes pusieron a mi alcance diversos trabajos de esta disciplina, los cuales me motivaron fuertemente a hacer una investigación desde el análisis del discurso. Por haber participado en GIRE durante más de cinco años sabía que el debate público sobre el aborto iba ganando cada vez más terreno en México y que en cada coyuntura comenzaban a sumarse las voces de más y más actores sociales, quienes, al igual que el resto de la población, tienden a favorecer que sean las mujeres quienes decidan lo que habrán de hacer cuando se presenta un embarazo no deseado. Como vocera de GIRE me tocó defender en varios medios de comunicación la idea de que el aborto es el último recurso de las mujeres para evitar un embarazo no deseado y que la penalización de la práctica sólo trae como consecuencia la enfermedad y muerte de miles de mujeres que se someten a abortos clandestinos.
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La participación en GIRE me había enseñado también que el debate sobre el aborto presenta varias dificultades para quienes apoyamos la despenalización de esta práctica, ya que además de luchar contra la definición hegemónica y conservadora del aborto como sinónimo de “crimen” o “asesinato”, el bando liberal enfrenta problemas importantes como el poco interés de los tomadores de decisiones por el tema —fuera de coyunturas específicas como la de Paulina o la de Guanajuato en el año 2000— y el escaso presupuesto para llevar a cabo acciones que logren hacer un verdadero contrapeso a las que emprende el bando conservador, que cuentan con enormes recursos económicos y está apoyado por actores sociales de gran peso político y económico como la jerarquía de la Iglesia católica y algunos integrantes o simpatizantes del Partido Acción Nacional, que está ahora en el poder. Dado que los grupos y personas que favorecen un punto de vista liberal sobre el aborto no cuentan con recursos suficientes para colocar mensajes o difundir campañas en los medios de comunicación que favorezcan el derecho a decidir de las mujeres cuando existe un embarazo no deseado, y dado que varias organizaciones civiles han buscado colocar este tipo de mensajes en los medios, denunciando la enorme injusticia que representa la penalización del aborto, me pareció de suma importancia hacer un análisis del discurso público sobre el debate que se da en torno a este tema para contribuir de alguna manera a la lucha por la despenalización del aborto, ya que se trata de una lucha que se desarrolla en buena parte dentro del terreno discursivo. Esta inquietud rondó mi cabeza durante varios meses y finalmente me decidí a estudiar cómo se manifiesta el discurso público sobre el aborto y cuáles son los términos en los que se está dando esta discusión en la prensa, ya que hasta ahora no contamos con acercamientos para evaluar la forma en que se está dando este debate, a pesar de que su resultado tendrá importantes consecuencias para la vida de miles de mujeres en México. El primer capítulo de esta investigación está dedicado a explicitar el marco teórico bajo el cual se realizó el análisis y el segundo presenta la situación que guarda el aborto en México, haciendo un recuento histórico de los principales hitos en la discusión pública sobre el tema. El tercer capítulo presenta el caso Paulina y el enfoque con el cual se estudió el manejo de éste en la prensa. Ahí se explica por qué se analizaron por un lado los titulares y, por otro, las estrategias de argumentación de los bandos conservador y liberal. El análisis que se practica en este trabajo se presenta en dos capítulos, el cuarto y quinto. Por un lado se presenta el resultado del análisis de los titulares del caso Paulina, con el fin de tener una panorama general de la manera en que se trató el caso mismo. En esta parte se estudian los siete actores sociales principales que intervinieron en esta coyuntura y el papel
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que la prensa le asignó a cada uno, así como los rasgos que resaltó para presentarlo a los lectores y las formulaciones que utilizó para referirse a cada actor. La segunda parte puede verse como un acercamiento al debate sobre el aborto a través del estudio de diez artículos de opinión que se manifestaron desde puntos de vista opuestos respecto al caso Paulina; cinco de ellos desde la perspectiva conservadora y cinco más desde el punto de vista liberal. Aquí se analiza cómo cada uno de los bandos construye su argumentación a favor o en contra de la despenalización del aborto, presentando las estrategias discursivas más frecuentes en ambos casos y evidenciando los elementos que aparecen de manera consistente en la argumentación de cada uno. Hoy en día los valores y las ideas respecto al aborto están cambiando en México, pues aunque persiste la idea hegemónica de que el aborto es algo cercano al asesinato de un ser humano nacido, una buena parte de la población considera que puede ser aceptable interrumpir un embarazo en circunstancias apremiantes y específicas, como cuando el embarazo es producto de una violación, cuando el feto tiene malformaciones o cuando corre riesgo la vida o la salud de la mujer embarazada. Esta investigación se realizó precisamente en un momento donde es posible sentir, casi en el sentido físico, este cambio de ideas, ya que al estar el tema abierto a la discusión, muchas personas se sintieron empujadas a ir más allá de las explicaciones que daban por hechas y comenzaron a cuestionar los parámetros con los que solían evaluar la práctica del aborto. En el caso de otras personas no se dio un cambio de ideas, pero sí de actitud hacia este asunto, pues comenzaron a manifestar las convicciones que antes mantenían ocultas por temor a la crítica o a la estigmatización. Considero que el haber estudiado el aborto precisamente durante este periodo de cambio de ideas y actitudes es una cualidad que tiene este trabajo, ya que permite mirar al interior de la polémica justo en el momento en que se llevó a cabo.
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Capítulo I: Enfoque teórico y metodológico de la investigación
El análisis crítico del discurso El presente estudio se realizó en el marco del análisis crítico del discurso (en adelante sólo ACD) que puede definirse, en un primer momento, como una forma de investigación multidisciplinaria interesada en los fenómenos de dominación y ejercicio del poder que pueden estudiarse por medio de la materialidad verbal. Varios autores han señalado dificultades para establecer con claridad lo que significa el análisis de discurso; por ejemplo, Titscher y sus colegas afirman que: “El término análisis del discurso se usa de varias maneras en la literatura relevante. De forma similar, el término análisis crítico del discurso está lejos de incluir un método homogéneo” (Titscher et al., 2000: 144). Por su parte, Carbó advierte que la frase “análisis de discurso” introducida por Zellig Harris: “No designa una disciplina unitaria y nítida, además de homogénea, sino que recubre un conjunto amplio de prácticas teóricas y metodológicas convergentes, motivadas en su mayor parte por una reflexión intensa sobre algunos conceptos fundamentales de la disciplina, así como por la observación minuciosa de ciertas formas de realización verbal” (1995: 42). Vemos así que cuando se habla de análisis del discurso podemos encontrar formas distintas de aproximarse al objeto de estudio; por ello, algunos consideran que la metodología de estos análisis “sólo puede ser presentada en referencia a acercamientos particulares y con respecto a sus fundamentos teóricos específicos” (Titscher et al., 2000: 144). A pesar de esto, como afirma Carbó en el párrafo citado arriba, dentro de esta disciplina se han discutido ciertos “conceptos fundamentales”, y precisamente el acuerdo sobre ellos es lo que tienen en común los estudios del ACD. En esta parte se expondrán y discutirán algunos de esos conceptos, así como las principales características y objetivos del ACD con el fin de hacer explícito el marco teórico y las líneas metodológicas que sirvieron de base para la realización del análisis del caso Paulina en la prensa.
El supuesto teórico fundamental del ACD se refiere a la manera de concebir al lenguaje, pues, a diferencia de muchos autores y corrientes de pensamiento, el ACD considera al lenguaje como una dimensión específica de la vida social, y no como una entidad aparte, por lo que establece que el lenguaje está siempre socialmente constituido y, a su vez, constituye a lo social. En esta línea de argumentación Carbó sostiene que:
El punto de partida de la teoría del discurso [...] es que el lenguaje no es una dimensión aislada o sobreimpuesta a lo social ni intrínsecamente dependiente de ciertos órdenes de la realidad,
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diferentes de lo lingüístico, a los que se podría reconocer con más facilidad que al lenguaje una solidez o autonomía. El lenguaje se concibe como una dimensión necesaria y constitutiva de la realidad, de las relaciones sociales y de los espacios en los que se desenvuelve la vida social, política y económica. Participa de manera crucial en la configuración de alianzas, enfrentamientos o lucha entre grupos y sectores, a la vez que es también la base de construcción de una identidad y de una subjetividad para los individuos (1995: 73).
Considerar al lenguaje como una dimensión trascendental de la vida social tiene importantes implicaciones teóricas, dado que esa afirmación descansa sobre el supuesto de que no sólo la dimensión económica es significante en la creación y mantenimiento de las relaciones de poder, como postulaba el materialismo histórico ortodoxo. A mediados de los años ochenta, cuando estas ideas comenzaron a ser difundidas entre los analistas, sentaron las bases para el estudio de la dimensión cultural desde la perspectiva del materialismo histórico que había atendido poco los fenómenos culturales. Por su lado, Fairclough reconoce tres implicaciones centrales del hecho de considerar al lenguaje como una práctica social. La primera es reconocer al lenguaje como parte de la sociedad y no algo externo a ella. La segunda consiste en ver al lenguaje como proceso social y la tercera en concebirlo como un proceso socialmente condicionado (1989: 22). En este punto, el ACD discute con una visión muy extendida en los libros de texto, que habla de “la relación entre lenguaje y sociedad” como si se tratara de dos entidades independientes que sólo se ponen en contacto ocasionalmente. A diferencia de este punto de vista, el ACD establece que: “no existe una relación externa ‘entre’ lenguaje y sociedad, sino una relación interna y dialéctica. El lenguaje es parte de la sociedad; los fenómenos lingüísticos son fenómenos sociales de un tipo especial, y los fenómenos sociales son (en parte) fenómenos lingüísticos” (Fairclough, 1989: 23). Carbó expresa también esta noción de la siguiente manera:
“[...] los procesos de incidencia y determinación entre lo social y político y lo verbal o discursivo son recíprocos y operan siempre en una doble dirección. Es en este sentido que concebimos y hemos de analizar lo que se ha postulado como la materialidad verbal de ciertos procesos sociopolíticos, considerada junto con el carácter intrínsecamente social del lenguaje y sus realizaciones. De hecho, el discurso, como fenómeno complejo y al menos doblemente determinado, es el espacio de encuentro y fusión de esta confluencia de órdenes diversos y el terreno en el cual también las fisuras y contradicciones quedan irremediablemente contenidas” (1995: 78-79).
En un texto conjunto Fairclough y Wodak agregan que, al ser el lenguaje constitutivo de lo social, también tiene la capacidad de constituir “las situaciones, los objetos de conocimiento, la identidad social de las personas y las relaciones de éstas y de los grupos entre sí: las
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constituye en el sentido de que contribuye a sustentar y reproducir el statu quo social, y también en el sentido de que contribuye a transformarlo” (2000: 367). Ver el lenguaje como una práctica social influye también en la noción de discurso, que encuentra su fundamento precisamente en esta concepción. Los analistas del discurso suelen definir su objeto de estudio como “una práctica social” o “una forma de acción entre las personas que se articula a partir del uso lingüístico contextualizado, ya sea oral o escrito” (Calsamiglia y Tusón 1999: 15). Van Dijk agrega un elemento más al señalar que en la noción de discurso existen tres dimensiones: a) el uso del lenguaje; b) la comunicación de creencias e ideas y c) la interacción en situaciones de índole social (2000: 23). Algunos autores extienden la noción de discurso a la práctica semiótica en otras modalidades no verbales como la fotografía y la comunicación gestual, entendidos siempre como prácticas sociales (Fairclough, 1993: 134). Para los fines de esta investigación se entenderá al discurso en las tres dimensiones señaladas por Van Dijk, poniendo especial atención en la comunicación de creencias e ideas, ya que es éste un aspecto crucial dentro del debate sobre el aborto. Resulta obvio sostener que la forma de estudiar el discurso se verá afectada por la idea que se tenga de él, pero es necesario hacer explícita la manera en que esa definición afecta la investigación. Así lo hace Carbó al afirmar que: “Si el discurso es concebido como una práctica social, histórica, política e ideológica, además de verbal, esas dimensiones han de ser consideradas en el momento de su análisis, el cual comienza con los criterios mismos de selección del material” (1995: 75). Sobre este mismo aspecto Fairclough comenta que: “uno se ve obligado no sólo a analizar procesos de producción e interpretación, sino a analizar las relaciones entre textos, procesos y sus condiciones sociales y las condiciones del contexto situacional y las condiciones más remotas de las estructuras sociales e institucionales. O, usando términos en itálicas, las relaciones entre textos, interacciones y contextos” (1989: 26). Es por esto que el ACD estudia el lenguaje a partir de la recopilación de materiales, a veces bastante extensos, provenientes de interacciones sociales reales, situadas en un tiempo y un lugar específicos; es decir, se trata de estudiar ejemplos concretos, o “materiales empíricos de la lengua en acto”, como les llama Carbó, recopilados de diversas maneras, pero con los que se forma un corpus. Tognini-Bonelli define al corpus como “una colección de textos que, se supone, son representativos de un lenguaje dado y que ha sido reunido de manera que puede ser usado por el análisis lingüístico” (2001: 2). Carbó distingue el concepto de acervo del de corpus, pues considera que dentro el corpus propiamente dicho sólo está formado por “una selección de material que ha estado presidida por una interrogación de tipo histórico y de carácter específico” (2001a: 35).
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Junto a la conformación del corpus está el tema de los criterios de selección del material que será analizado, pues como afirmó Luciene Goldman “recortar e objeto es ya algo determinante” y “los hechos sólo existen en el interior de una visión, de un conjunto de conceptos y valores” (citada por Carbó, 2001a: 23). Para hacer posible este “recorte” del objeto de estudio, muchos analistas del discurso tienden a buscar “algunas alternativas de definición de homogeneidad, establecidas sobre alguna combinación de los siguientes criterios: fuente, destinatario, contextos de transmisión, consumo y respuesta” (Carbó, 2001a: 21). A decir de Carbó, “la configuración del corpus responde a la forma probable que se espera habrán de tener las respuestas a las preguntas cuyas condiciones de formulación (la construcción de éstas) equivalen en lo básico (o, para entonces, habrá equivalido) al proceso de investigación” (2001a: 38). Estas reflexiones muestran la centralidad que tiene para el ACD la recopilación del material que se va a analizar, pues como indica Tognini-Bonelli, no se trata sólo de un asunto de recopilación de datos, pues, “el corpus lingüístico se encuentra entre la teoría y la metodología y su postura en cualquiera de éstas se ha debatido desde diferentes puntos de vista” (2001: 1). En un trabajo dedicado a reflexionar específicamente sobre el corpus esta autora argumenta que: aunque el corpus lingüístico pertenece a la esfera de la lingüística aplicada, se distingue de otras disciplinas cercanas en que puede ser visto como una metodología pre-aplicada. Mientras la metodología se puede definir como el uso de un conjunto dado de reglas o piezas de conocimiento en determinada situación, con “pre-aplicación” queremos decir que, a diferencia de otras aplicaciones que inician aceptando ciertos hechos como dados, el corpus lingüístico está en posición de definir su propio conjunto de reglas y piezas de conocimiento antes de que se apliquen; esto permite a la lingüística hacer uso de ciertos parámetros nuevos para explicar los datos. (Tognini-Bonelli, 2001: 1)
La relevancia del corpus en el ACD se basa en el supuesto de que las conclusiones del análisis estarán determinadas por la forma misma en que se construya el corpus, ya que éste es, por así decirlo, el pedazo de realidad que será sometido al tratamiento específico del ACD. Los analistas del discurso son conscientes de que su corpus no es la realidad, sino una materia recortada, o mejor, construida, por eso Carbó afirma que el corpus puede ser visto “como efecto, como lugar oblicuo y virtual desde donde se observa una infinita complejidad, incomparable, inconmensurablemente mayor que ha sido de lo complejo extraída como parte a tratar” (Carbó, 2001a: 20) y Tognini-Bonelli destaca que el corpus “ofrece al analista un punto de vista privilegiado de la evidencia” que le permite acceder, de forma simultánea, a la instancia individual y a la práctica social (2001: 3).
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Dentro del ACD el estudio de los datos contenidos en el corpus se realiza a la luz de una perspectiva que se interesa por dos aspectos esenciales: a) la relación existente entre el lenguaje y la sociedad y b) la relación entre el propio análisis y las prácticas analizadas. A decir de Fairclough y Wodak, es precisamente esto último lo que da al ACD su carácter crítico (2000: 367), ya que otros investigadores no siempre buscan unir sus hallazgos con la vida social y reflexionar sobre las consecuencias que sus estudios podrían tener fuera de la academia. En Language and power, uno de los textos clásicos del ACD, Fairclough sostiene que “La crítica es usada en el sentido especial de apuntar a mostrar las conexiones que pueden estar ocultas para la gente —como las conexiones entre lenguaje, poder e ideología” (1989: 5). Titscher y sus colegas comentan que el ACD es crítico en dos sentidos: uno basado en la ideas de la Escuela de Frankfurt (en particular de Jürgen Habermas) y la otra en la tradición compartida por los llamados lingüistas críticos. Para Habermas la ciencia crítica se caracteriza por reflexionar sobre los intereses en que está basada y tomar en cuenta los contextos históricos de interacción. La perspectiva crítica entre los lingüistas puede entenderse como una reacción a la pragmática contemporánea y está basada en la idea de Kress y Hodge de que el discurso no existe sin significados sociales, porque siempre hay una relación entre la estructura lingüística y la social (2000: 144-145). Considerando los elementos anteriores, Wodak, propuso en 1995 una lista de principios generales del análisis crítico del discurso, la cual fue reproducida recientemente en un texto sobre metodología de análisis del discurso (Titscher et al., 2000: 146). La propuesta de Wodak coincide en muchos aspectos con otros ejercicios realizados con el fin de resumir los principios del ACD —sobre todo los de Van Dijk— pero tiene la ventaja de presentarlos de forma muy concisa, por lo que la reproducimos a continuación:
El ACD se preocupa de los problemas sociales. No se interesa en el lenguaje o su uso por sí mismos, sino por el carácter lingüístico de los procesos sociales y culturales. Por lo tanto, el ACD es esencialmente interdisciplinario.
Las relaciones de poder se realizan con el discurso y el ACD estudia el poder en el discurso y el poder sobre el discurso.
La sociedad y la cultura están dialécticamente relacionadas con el discurso: la sociedad y la cultura son formadas por el discurso, y al mismo tiempo constituyen al discurso. Cada instancia de uso del lenguaje reproduce o transforma la sociedad y la cultura, incluidas las relaciones de poder.
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El uso del lenguaje puede ser ideológico. Para determinarlo es necesario analizar los textos, investigar su interpretación, recepción y efectos sociales.
Los discursos son históricos y sólo pueden ser entendidos en relación con su contexto.
La conexión entre texto y sociedad no es directa, pero se manifiesta a través de un intermediario como el analista socio-cognitivo avanzado en el modelo socio-psicológico de la comprensión del texto.
El análisis del discurso es interpretativo y explicativo. El análisis crítico implica una metodología sistemática y una relación entre el texto y sus condiciones sociales, ideologías y relaciones de poder. Las interpretaciones son siempre dinámicas y abiertas a nuevos contextos y nueva información.
El discurso es una forma de comportamiento social. El ACD es entendido como una disciplina de la ciencia social que hace explícitos sus intereses y prefiere aplicar sus descubrimientos a cuestiones prácticas. De estos principios sobresalen dos aspectos: por un lado, el interés por los temas
sociales, en particular por aquellos donde predominan las relaciones desiguales de poder que pueden ser analizadas a partir de interacciones sociales realizadas por medio del lenguaje y, por otro lado, el valor de las interpretaciones que resultan del análisis crítico. Respecto al primer punto, Van Dijk señala que: [...] en diferentes términos y desde diferentes puntos de vista, muchos de nosotros lidiamos con el poder, la dominación, la hegemonía, la inequidad y el proceso discursivo de su establecimiento, ocultamiento, legitimación y reproducción. Y muchos de nosotros estamos interesados, por un lado, en los significados sutiles por medio de los cuales los textos y el habla dirigen el pensamiento y manufacturan el consentimiento y, por otro lado, articulan y nutren la resistencia y el cambio”. (1993a: 131-132)
Dentro de la academia, se ha discutido en diversas ocasiones cómo tratar la relación entre el investigador y los temas con los que se siente comprometido, dado que son frecuentes los cuestionamientos sobre el grado de “objetividad” que podría tener un estudio sobre relaciones desiguales de poder, cuando quien lo realiza ha tomado partido por alguno de los bandos que están confrontados. También en el tema del aborto, este aspecto es motivo de discusión, pues siempre existen suspicacias respecto de los hallazgos de la investigación hecha por quienes pertenecen a alguno de los polos del debate. Por fortuna, para los analistas del discurso, el estar socialmente comprometido con alguna causa no representa ningún problema, sino por el contrario, es un requerimiento para
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analizar los temas desde su perspectiva. Wodak y Matouschek dicen que en el ACD “los investigadores son forzados a tomar partido” (1993: 227). Fairclough presenta la “objetividad” como un supuesto que nunca se cumple y no tiene condiciones de ser cumplido, pues: “es ampliamente sabido que quienes investigan y escriben sobre temas sociales están influidos inevitablemente por sus propias experiencias sociales, valores y compromisos políticos, y ello afecta la forma en que perciben los problemas, así como su selección y la forma en que los abordan” (1989: 5. El énfasis es mío). EL ACD sostiene que el problema no está en los intereses personales o políticos del investigador, sino en la calidad de la investigación que realizan, por lo que Fairclough insiste: “La investigación científica sobre temas sociales es perfectamente compatible con los investigadores comprometidos y ‘obstinados’ (¡no hay de otros!), y estar comprometido no te disculpa de argumentar racionalmente o de producir evidencia para tus afirmaciones” (1989: 5). Desafortunadamente, como señala Van Dijk: “la mayor parte de los resultados posteriores a la revolución estudiantil de 1968 han demostrado que los grandes ideales no desembocan necesariamente en una producción académica de calidad”, por lo que con Fairclough advierte que los analistas críticos del discurso deben poner mucha atención en la calidad de su trabajo y examinar detalladamente el modo en que llevarán a buen término los criterios y las tareas que han propuesto (Van Dijk, 1997: 18). Dado que el objetivo último del ACD no es sólo producir investigación científica de calidad —como sí ocurre en otras disciplinas—, los analistas críticos del discurso esperan siempre que sus hallazgos contribuyan a comprender las relaciones desiguales de poder y, en la medida de lo posible, ayuden a los grupos oprimidos a oponerse a determinadas formas de dominación, ya que: “la práctica social y política aspira a que los resultados de la investigación [...] incluyan el propósito de la implementación práctica (materiales escolares, seminarios de capacitación para maestros, médicos, abogados, etc.)” (Wodak y Matousheck, 1993: 227). Pero aunque el ACD genere resultados de calidad, los analistas son concientes de que: “las interpretaciones y las explicaciones nunca son definitivas ni autorizadas: son dinámicas y están abiertas a nuevos contextos y nueva información” (Fairclough y Wodak 2000: 398) porque, como señala, Carbó: “el análisis del discurso llega siempre tarde: aquello que observa está tan preñado de tanto que ocurrió tanto antes y también tan lejos, que su comprensión de los fenómenos que con afán reconstruye es desde luego parcial, tentativa y fugaz (además de necesariamente anclada en una posición o punto de vista)” (2001a: 44). Antes de continuar con la siguiente parte resulta necesario abrir un espacio para hablar de la lectura, puesto que esta actividad fue central para la realización del análisis que aquí se
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expone. Carbó plantea que la lectura puede ser el núcleo del método del análisis del discurso, además de que tiene una dimensión teórica. Ella argumenta que la forma concreta y precisa en la que el discurso se realiza es bastante diversa, y justamente esa diversidad es “una de las más importantes dimensiones de su sentido, no sólo literal”, por lo que para analizarla “no hay otro método que la lectura” (1995: 120). Dentro de la actividad intelectual de leer “se inscribe una serie breve de operaciones analíticas” que esta autora resume como “la escucha de los materiales en su literalidad verbal”, escucha que “proporciona el territorio (teórico tanto como metodológico y empírico) en donde se desenvuelven los hechos (efectos, datos) discursivos que el analista debe tratar” (1995: 120-121). La lectura interviene prácticamente en todo el proceso de análisis, desde la delimitación y elección de las unidades a estudiar hasta el planteamiento mismo de las conclusiones. Para el tratamiento del material que se analiza, Carbó plantea la necesidad de leer los materiales cuantas veces como sea posible, puesto que: [...] la aplicación perseverante de esta rutina pone en evidencia el gratificante fenómeno de que suficientes lecturas vuelven dócil a casi cualquier material. En efecto, la sucesión de lecturas y relecturas permite que ciertos rasgos de la configuración verbal de los materiales se destaquen o aíslen del discurso. [..] El espíritu que rige este proceso de lectura es el de una atención concentrada y ligera, si se me permite la expresión, a los rasgos del lenguaje en uso. La lectura, o escucha, procura entregarse a la materialidad de las palabras dentro de una determinada trama verbal que las teje en la producción de ciertos efectos de significación. La relativa extrañeza de esos efectos de sentido destaca sobre el fondo de la familiaridad que el analista ha adquirido con su material después de las sucesivas lecturas (1995: 128).
La propuesta de Carbó respecto la lectura consiste en leer los materiales hasta el cansancio, y si es posible hasta aprenderlos de memoria o, dicho esto con la imagen que ella propone, habrá que “escuchar” lo que el material tenga que decir, pero para hacerlo será necesario leer y releer hasta lograr en el analista “un efecto de resonancia”, el cual sólo se alcanza a través de las múltiples lecturas. De esto se desprenden, al menos, dos consecuencias: la afirmación de la lectura como una operación central en la educación del analista y ciertas claves que esta forma de lectura arroja al analista para continuar la investigación. Respecto a la educación del analista, Carbó señala que:
Un lector/analista debe ser educado en la labor histórica específica; ella deberá ampliar su destreza a través de la práctica, como si se tratara de un instrumento musical. Y puesto que esta lectura disciplinada es esencial para estimular el proceso de cuestionamiento posterior, se puede esperar que un lector cautivado se convierta, durante el curso, un analista educado (o que el acercamiento logrará que el analista se eduque a sí mismo) (2001b: 68).
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Respecto a las claves que la lectura arroja para continuar el análisis, ella afirma que la familiaridad con el material lograda a través de la lectura acerca al objeto y al sujeto, de manera que “algunas características, rasgos, algunas cosas comienzan a volverse más prominentes que otras, más desconcertantes, más intrigantes, más repetitivas y obstinadamente presentes” (Carbó, 2001b: 70). Por eso, ”en cuanto el lector/analista logra una condición de resonancia, el objeto exhibe una nueva topografía, y los límites de relevancia de todo el esfuerzo también aparecen mejor definidos” (Carbó, 2001b: 69). El análisis que se practica en este trabajo tuvo como punto de partida obligado la lectura del material reunido en el corpus, pero la lectura del material siguió estando presente durante todo el proceso de análisis, desde la recolección de datos, su clasificación y hasta su posterior interpretación.
Lenguaje y poder Hemos apuntado que el ACD se ocupa de la forma como el lenguaje contribuye a establecer y reproducir las relaciones de poder en la sociedad, pero es posible decir aún más sobre los postulados teóricos que subyacen a la investigación sobre lenguaje y poder. El concepto de poder se define, por lo general, como “la capacidad de influir en las decisiones de los demás”. Esta definición, como indica Cerroni, no hace referencia a las instituciones político-jurídicas estatales ni a los procesos históricos que hacen posible el ejercicio del poder (1992: 173), pero a pesar de esas desventajas, sirve para ubicar lo que es característico del poder, es decir, el “influir” o “afectar” la conducta de los demás. Una de las ideas centrales del ACD es que en las sociedades modernas el poder se ejerce cada vez más a través de la persuasión y cada vez menos con ayuda de medios coercitivos. La política actual se caracteriza por la búsqueda de consensos, la toma de decisiones colectivas y el ejercicio del poder “se alcanza cada vez más por medio de la ideología, y específicamente a través del trabajo ideológico del lenguaje” (Fairclough, 1989: 2). En la actualidad resulta central para los poderosos ganar el consentimiento de los otros, o al menos su asentimiento; por eso buscan convencer a sus gobernados de que lo que hacen es lo correcto, antes que imponer sus decisiones a todo el conjunto social. Fairclough establece que la ideología es un mecanismo de poder en la sociedad contemporánea, porque va contra del ejercicio del poder por medios coercitivos y, ubica al lenguaje como el lugar principal, o “el vehículo” de la ideología (1989: 12-34). Pero el ACD no considera que el poder sea meramente una cuestión de lenguaje; sólo afirma que buena parte de las relaciones de poder dependen o se llevan a cabo a través de él y
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también por medio de la coerción, aunque en diferentes proporciones. No obstante, el interés central del ACD es estudiar la forma en que el lenguaje sirve a lo que denomina la “manufactura del consenso” (Fairclough, 1989: 4). El ACD supone no sólo que es posible construir o manufacturar el consenso, sino además sostiene que esto se hace de manera cotidiana, lo que equivale a afirmar que el poder no es algo que unos impongan a los otros, pues como advierte Van Dijk: “en muchas situaciones, y a veces de forma paradójica, el poder e incluso el abuso de poder puede parecer ‘producido conjuntamente’, por ejemplo, cuando los grupos dominados son persuadidos, por cualesquiera medios, de que la autoridad es ‘natural’ o legítima” (1993b: 250). Al analizar las relaciones de poder y lenguaje, el ACD tiene presente también que el poder no es siempre el mismo ni se ejerce de igual forma, sino que se trata de algo en constante disputa, es inestable, cambiante y nunca lo detenta de manera definitiva una sola persona o un grupo social. Paradójicamente, el poder puede ser ganado y ejercido sólo a través de las luchas sociales en las que justamente puede también perderse (Fairclough, 1989: 43). Esta caracterización del poder como algo en constante cambio se corresponde también con los usos del lenguaje, como señala Carbó: El análisis del discurso participa de esa idea del lenguaje como algo siempre en proceso de (conflictiva) re-negociación. Hablar es prácticamente coextensivo con luchar; luchar en torno a los sentidos del decir en el seno de una situación, una coyuntura o una ‘toma’ histórica dada, y allí (en esas condiciones particulares que actúan un efecto no reversible: la escena va transformándose a medida que las palabras ocurren, y lo antes dicho no queda nunca en cierto modo, dicho tal como fuera en su momento proferido”. (Carbó, 2001a: 43-44)
El ACD considera que las prácticas discursivas tienen efectos ideológicos importantes, es decir, que dichas prácticas “pueden ayudar a producir y reproducir relaciones de poder desiguales entre (por ejemplo) las clases sociales, las mujeres y los hombres, las mayorías y las minorías culturales o étnicas, por medio de la manera como representan los objetos y sitúan a las personas” (Fairclough y Wodak, 2000: 368). ¿Cómo contribuye el lenguaje a la producción y reproducción de las relaciones de poder? Ésta es la pregunta central del ACD y con los elementos expuestos hasta ahora podemos comenzar a esbozar una respuesta, pues buena parte de ella depende del momento y de la situación histórica específica en que se desarrollen los hechos discursivos. Además de esto, sabemos, como afirma Van Dijk, que el poder moderno se ejerce por medio de la persuasión, disimulación o “manipulación”, entre otras formas estratégicas de cambiar la mente de los otros en favor de los intereses de los poderosos. Sabemos también que ese “manejo de
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la mente” no es siempre abiertamente manipulativo, pues puede llevarse a cabo “por medio de formas de texto y habla sutiles, rutinarias y cotidianas, que parecen ‘naturales’ y muy ‘aceptables’”. Por ello el ACD se concentra “en las estrategias discursivas que legitiman el control o, por otro lado, ‘naturalizan’ el orden social, y especialmente las relaciones de inequidad”. (Van Dijk, 1993b: 254) Pero vamos por partes. Se ha dicho que el manejo de la mente o la persuasión de los gobernados se realiza a través de formas de texto y habla sutiles, pero ¿cuáles son éstas? ¿en qué consisten? Diversos analistas críticos del discurso han planteado diferentes respuestas a esta cuestión, aunque en el fondo no difieren mucho unas de las otras. Fairclough afirma que el poder y el lenguaje se unen por medio de la ideología y que las ideologías están plagadas de suposiciones de “sentido común”, es decir, de convenciones socialmente compartidas “de las que, por lo general, la gente no es conciente” (1989: 2). Para este autor, el poder ideológico es “el poder de proyectar las prácticas propias como universales y de ‘sentido común’”, es decir, que el poder ideológico se ejerce de manera efectiva cuando se logra “naturalizar” el pensamiento de quienes están en el poder y convertirlo en la forma regular de pensamiento para todo el mundo (1989: 33). Por medio de la naturalización del discurso y la creación del sentido común, los discursos parecen perder su carácter ideológico. Una consecuencia de esto es que aprender un discurso dominante se ve sólo como una herramienta necesaria para operar dentro del grupo o institución (1989: 92). Según Fairclough esta forma de operar del lenguaje sólo es posible gracias a la “opacidad del discurso”, es decir, gracias a que las personas por lo general no somos conscientes de lo que hacemos con el lenguaje, ya que: “en el discurso la gente puede legitimar (o deslegitimar) relaciones particulares de poder sin ser conscientes de estarlo haciendo” (1989: 41). Así, el sentido común se pone al servicio del poder, aprovechando el hecho de que los presupuestos compartidos socialmente están siempre implícitos y raramente se cuestionan (1989: 77). Los analistas críticos del discurso comparten el supuesto de que: “ni la carga ideológica de los modos particulares de utilización del lenguaje, ni las relaciones de poder subyacentes suelen resultar evidentes a las personas”, por lo que la tarea del ACD es “lograr que estos aspectos opacos del discurso se vuelvan mas transparentes.” (Fairclough y Wodak 2000: 368). Además, el ACD considera que “la ideología es más efectiva cuando sus labores son menos visibles”, ya que si la ideología se hace explícita, deja de tener la capacidad de sostener las inequidades (Fairclough, 1989: 85). En los trabajos de Fowler, Hodge, Kress y Trew publicados en Lenguaje y control una década antes que el Language and power de Fairclough, podemos encontrar varias de las
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ideas centrales de Fairclough sobre el funcionamiento del leguaje y el poder, como puede verse en los siguientes extractos: una función importante de los mecanismos sociolingüísticos es la de desempeñar un papel en el control de los miembros de los grupos subordinados por los miembros de los grupos superiores. Este control se efectúa a la vez por regulación y por constitución: por manipulación explícita y por la creación de un supuesto ‘mundo natural’ en el que las relaciones y los procesos de desigualdad son presentados como dados e inevitables (Fowler et al., 1983: 8. Las cursivas son mías). una gran parte del significado social es implícita: no contenida en las declaraciones de los textos [...]. No decimos que los autores y los hablantes oscurezcan deliberadamente o mistifiquen sus propósitos, o que el lenguaje sea en general un instrumento de conspiración consciente para ocultar o distorsionar. Sospechamos que a menudo las personas no reconocen conscientemente los propósitos que codifican el lenguaje, y que los fines que mediatizan en sus ‘capacidades profesionales’ pueden no coincidir con sus simpatías y creencias” (Fowler y Kress, 1983b: 262. Cursivas mías). Las ideologías sociales son esenciales para la legitimación del orden social y su aceptación es fundamental para el mantenimiento del orden. La anomalías palmarias son un desafío, por consiguiente, no simplemente para la ideología, sino para la legitimidad del orden (Trew, 1983a: 132. Cursivas mías).
Un autor más que aporta elementos para explicar cómo el lenguaje genera y reproduce las relaciones de poder es Van Dijk, quien plantea el concepto de “cogniciones sociales” para referirse a determinadas operaciones evaluativas que llevan a cabo los individuos de forma individual a través de sus opiniones, actitudes, ideologías, normas y valores, pero en las que siempre subyacen determinadas normas generales o ideologías. Van Dijk argumenta que las cogniciones sociales son creencias y actitudes organizadas esquemáticamente, que además:
[...] pueden ser organizadas en ideologías básicas más complejas y abstractas, como aquellas sobre los inmigrantes, la libertad de prensa, el aborto o las armas nucleares. Para nuestros propósitos, sin embargo, las ideologías son las cogniciones sociales fundamentales que reflejan los propósitos básicos, los intereses y valores de los grupos. Pueden ser vistas (de forma metafórica y por lo tanto vaga) como los programas cognitivos fundamentales o los ‘sistemas operativos’ que organizan y monitorean las actitudes sociales específicas de los grupos y de sus miembros (Van Dijk, 1993b: 258).
A decir de este autor, las cogniciones sociales permiten mediar entre los niveles micro y macro de la sociedad, entre el discurso y la acción, entre lo individual y lo grupal; por ello: “aunque están en la mente de los individuos, las cogniciones sociales son sociales porque son compartidas y presupuestas por los miembros del grupo, monitorean la acción social y la interacción, y porque subyacen a la organización social y cultural como un todo” (1993b: 257).
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En el caso específico del lenguaje, esas cogniciones sociales ayudan a explicar los mecanismos de creación e interpretación de los textos, debido a que el texto no lo es todo, pues requiere siempre del trabajo del lector para adquirir sentido (Fairclough, 1989: 78), o como explica Van Dijk, “una gran parte de la estrategia textual en la producción ideológica no funciona por lo que en realidad se dice, sino por lo que no se dice, lo que se ignora, se omite, pero en cualquier caso siempre se implica —se trata de lo que está presente y ausente a un mismo tiempo” (1997: 63). Para el ACD la producción e interpretación de textos es creativa y constructiva. El uso del lenguaje es constitutivo de formas socialmente reproductivas y convencionales, pero también de otras socialmente transformadoras y creativas (Fairclough, 1993: 80 y 134). Esto implica ver a los usuarios del lenguaje como creadores de sentido al mismo tiempo que como intérpretes del sentido creado, aunque esto suceda siempre dentro de convenciones socialmente establecidas, ya que la coherencia del discurso depende siempre del sentido común implícito en él (Fairclough, 1989: 107). Van Dijk busca aclarar esto con la siguiente metáfora: “un texto es como un iceberg: sólo una pequeña parte de la información necesaria para su comprensión se expresa y es ‘visible’, mientras que las grandes cantidades de conocimiento universal se ‘presuponen’, es decir, se supone que el usuario del lenguaje las conoce y las comparte” (1997: 134). Un aspecto importante de la relación entre lenguaje y poder es el tema del acceso a las formas y medios socialmente instituidos para comunicar las ideas o persuadir a las personas, ya que ésta es una condición esencial del ejercicio del poder a través de la ideología. Van Dijk plantea esta cuestión de la siguiente manera: [...] la dominación que se implementa de forma discursiva implica un acceso preferente al texto y al contexto, que se toman como base o recurso de poder, comparable a recurso sociales tales como la riqueza, los ingresos, un buen empleo, la posición, el estatus, el conocimiento y la educación. Los patrones de control y acceso están fuertemente ligados al poder social (1997: 19).
Este mismo autor argumenta que la élites tienen un acceso más o menos preferente a los géneros de discurso social más influyentes e importantes o, incluso, pueden tenerlos bajo su control (Van Dijk, 1997: 20). Esto es lo que Fairclough denomina el “poder sobre el discurso” que es directamente proporcional a la cantidad de poder social que se tiene, es decir, a más poder social corresponde, casi siempre, un mayor control sobre el acceso a los géneros discursivos más eficaces; por eso, los políticos con menos poder acceden de forma más limitada a los medios “mientras que la mayoría de las personas no tienen ningún tipo de acceso” (Fairclough y Wodak 2000: 389).
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El discurso de los medios de comunicación La noción de acceso a los géneros del discurso conduce de forma casi inevitable a hablar de los medios de comunicación masiva, pues hoy en día buena parte del trabajo político se hace a través de ellos, ya que participan en la construcción, la reproducción y, eventualmente, la modificación de las relaciones sociales de poder. A decir de Van Dijk: “los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la reproducción de la hegemonía y del control ‘moderno’ basado en el consenso y estructurado ideológicamente” (1997: 54). El ACD tiene muy claro que el manejo de las relaciones de poder en los medios masivos suele no ser explícito, como tampoco lo es en el lenguaje cotidiano, por lo que existen razones para pensar que en los medios se dan relaciones ocultas de poder (Fairclough, 1989: 49). A decir de Fairclough, una de las razones para sospechar que existen relaciones ocultas de poder en los medios de comunicación es que éstos involucran a participantes separados en espacio y tiempo, y su discurso se caracteriza por ser una relación de un sólo sentido, en la que existe “una división clara entre productores e intérpretes o entre productores y consumidores” (1989: 49). Otra razón para sospechar el ocultamiento de las relaciones de poder en los medios, es que su discurso está diseñado para audiencias masivas, y no hay forma de que los productores puedan saber quiénes forman parte de esa audiencia. No obstante, los productores del discurso sólo pueden crearlo con algunos intérpretes en mente, por lo que se dirigen a un “sujeto ideal”, ya sea televidente, escucha o lector. Así, el discurso de los medios se construye pensando en un sujeto ideal, y los televidentes, escuchas o lectores reales deben negociar una relación con ese sujeto (Fairclough, 1989: 49). Van Dijk ha reconocido que los medos de comunicación juegan un doble papel, ya que, por un lado, forman parte de la estructura de poder dominante, pero también, en algunas circunstancias, funcionan como “agentes dialogantes entre los grupos de poder diversos y, a veces, opuestos” (1997: 71). Según él, los medios de comunicación “sirven, por así decirlo, de relaciones públicas (críticas en algún momento) y no solamente (re)presentan las élites al público, sino que también informan a aquellas de parte de los clientes menos poderosos” (1997: 71). Van Dijk señala que el ACD no puede aceptar el postulado de que los medios de comunicación masiva efectivamente “medien” las relaciones entre los grupos sociales, pues los hallazgos indican que los medios tienden a magnificar el poder de los grupos dominantes “simplemente por las descripciones cotidianas que efectúan en relación con los poderosos, que son los protagonistas sociales” (1997: 58). Esa magnificación se logra colocando a quienes ostentan el poder como protagonistas en la mayor parte de las noticias, pues a ellos “se les cita más a menudo, aparecen con mayor frecuencia en los titulares y sus declaraciones se
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presentan y se encuentran normalmente con más credibilidad” (1997: 58). Fairclough, resume la situación de la siguiente manera: Es bastante obvio que la gente y las organizaciones que los medios utilizan como fuente en los textos de noticias no representan de forma equitativa a todos los grupos sociales de la población: los ministros de gobierno aparecen mucho más que los desempleados, y los directores industriales o los dirigentes sindicales aparecen mucho más que los empleados de los almacenes. Mientras que la influencia desigual de los grupos sociales puede ser relativamente clara en términos de quién debe ser entrevistado, por ejemplo, es menos claro pero altamente significante en términos de qué perspectiva es la que se adopta en los reportes. Si, por ejemplo, las disputas industriales son sistemáticamente calificadas como problemas o desorganización, se está construyendo sistemáticamente la perspectiva de los empleadores en la cobertura de las noticias industriales (1989: 51).
Encontrar más a menudo determinadas opiniones y no otras es para Fairclough un resultado del ejercicio del poder, pero también una forma de ocultarlo. Limitar los contenidos “es una forma de ocultar el poder, a través de interpretaciones y redacciones favorecedoras de aquellos que detentan el poder en nuestra sociedad” (1989: 52). No obstante, para que ese ejercicio y ocultación del poder sea efectivo, es necesario que se realice de forma sistemática, ya que “un texto por sí mismo es bastante significante” y el poder de los medios trabaja “por la repetición de formas particulares de manejar la causalidad y los agentes, formas particulares de posicionar al lector y así sucesivamente” (Fairclough, 1989: 54) La ocultación del poder en los medios masivos lleva a preguntarse nuevamente si el ejercicio del poder de los medios se realiza sólo por medio de la manipulación, a lo que la mayor parte de los analistas contestan diciendo que no es posible plantear una respuesta unívoca, pues, como sostiene Fairclough, el poder de los medios es efectivamente manipulador “algunas veces, en algunas formas”, pero también, ”algunas veces, en algunas formas” no lo es (1989: 54). Para este autor lo más importante es analizar cómo es que las relaciones de poder que se ejercen en los medios se mantienen ocultas no sólo para las audiencias o lectores sino también incluso para los trabajadores de los medios (1989: 54). La expresión del “poder detrás del discurso” le sirve para aludir al hecho de que “todo el orden social del discurso se une y se mantiene unido como un efecto oculto de poder”. Una de las herramientas que colaboran de forma efectiva en dicho ocultamiento es, por ejemplo, la estandarización, es decir, el proceso por el cual un dialecto social particular se convierte en “el lenguaje estándar e incluso nacional” y predomina sobre el resto de los dialectos, a pesar de que no todos lo usen e incluso muchos hablantes se resistan a usarlo (1989: 55-58). Además de la estandarización del lenguaje, otro mecanismo que colabora en el ocultamiento de las relaciones de poder es el acceso diferenciado de los actores sociales a los
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medios de comunicación que ya se había señalado antes. En este punto Fairclough es contundente cuando dice que: “El mito de la libertad de expresión, de que todo mundo es libre de decir lo que quiera, es admirablemente poderoso, dada la realidad de todos los límites que existen para acceder a varias formas de expresión y escritura” (1989: 63). Para Van Dijk la cuestión del acceso a los medios es “uno de los recursos sociales en que está basado el poder y la dominación“. Aunque afirma que la noción de acceso le parece interesante, la encuentra también bastante vaga, por lo que busca definirla como la mayor o menor libertad que tienen las personas “en el uso de ciertos géneros o estilos de discurso, o en la participación en eventos y contextos comunicativos específicos” (Van Dijk, 1993b: 255-256). Antes se dijo que el nivel de acceso a los medios corresponde por lo general al grado de poder social, por lo que: “la falta de poder también se mide por la falta de acceso controlado o activo al discurso: en la vida cotidiana, la gente ‘más ordinaria’ sólo tiene acceso activo a conversaciones con miembros de la familia, amigos o colegas” (Van Dijk, 1993b: 256). Pero Van Dijk apunta que no se trata sólo de que el acceso sea limitado, sino que también se ha institucionalizado: De la misma forma que el poder y la dominación pueden ser institucionalizados para aumentar su efectividad, el acceso puede ser organizado para incrementar el impacto: dado el papel crucial de los medios, las instituciones y actores sociales poderosos han organizado su acceso a los medios a través de encargados de prensa, boletines, conferencias, departamentos de prensa, etc. Lo mismo sucede de forma más general para el control de la opinión pública y, asimismo, para la manufactura de la legitimación y el consenso necesarias para la reproducción de la hegemonía. (Van Dijk, 1993b: 256-257)
La noción de acceso es relevante en este análisis, dado que en el caso Paulina se enfrentaron actores sociales con niveles muy diferentes de acceso a los medios, aunque en esta ocasión los menos poderosos lograron que su discurso fuese reconocido y reproducido por los medios, mientras que algunos actores sociales con mayor poder como la jerarquía de la Iglesia católica y el Partido Acción Nacional no lograron sacar ventaja de su acceso preferencial a los medios.
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Capítulo II: El aborto en México
Situación legal del aborto El aborto en México es, en general, ilegal, por lo que si una mujer queda encinta y decide interrumpir su embarazo, se ve obligada a practicarse un aborto en la clandestinidad. Las disposiciones legales sobre el aborto varían de un estado a otro, porque están contempladas dentro de los códigos penales, los cuales son distintos en cada estado. No obstante, la mayor parte de las entidades federativas admiten las siguientes tres razones para obtener un aborto de manera legal (GIRE 2001): 1) cuando el embarazo es resultado de una violación (aceptado en todo el país), 2) cuando el aborto es provocado accidentalmente (aceptado en 29 estados), 3) cuando a juicio del médico el embarazo pone en riesgo la vida de la mujer (en 27 estados). Varios códigos penales estatales aceptan, además de las anteriores, algunas otras razones para permitir el aborto de manera legal, y éstas son:
4) cuando el feto tiene malformaciones genéticas (sólo en 13 estados), 5) cuando existe grave daño a la salud de la mujer (10 estados) 6) cuando el embarazo es producto de una inseminación artificial no deseada (8 estados), y 7) cuando la mujer tiene razones económicas para interrumpir el embarazo y es madre de tres hijos (admitida sólo en un estado).
Tanto el gobierno como los organismos no gubernamentales coinciden en señalar que el aborto es un importante problema de salud pública debido a que cientos de miles de mujeres — las cifras oscilan entre 110,000 y 533,000 (GIRE 2000b: 43)— se someten a procedimientos riesgosos para interrumpir un embarazo y ello tiene consecuencias serias en su salud. Las más frecuentes son hemorragias, infecciones, lesiones intra-abdominales y reacciones tóxicas a las
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sustancias utilizadas para inducir el aborto. Además, los abortos riesgosos cobran la vida de un número importante de mujeres: GIRE estima que cada año podrían morir alrededor de mil mujeres en México debido a abortos mal practicados (2000b: 44). Los organismos civiles insisten en la necesidad de revisar el marco legal de esta práctica, tomando en cuenta que el hecho de que sea ilegal no persuade a las mujeres de que la lleven a cabo y considerando que el aborto es la única forma que tienen muchas de ellas para enfrentar un embarazo no deseado. Además, el aborto es considerado también por diversas organizaciones civiles como un problema de justicia social debido a que son principalmente las mujeres pobres quienes sufren los riesgos de los abortos inseguros, mientras que las que tienen dinero para pagar a un buen médico acceden a servicios de aborto seguros, aunque igualmente ilegales. Los estudios sobre el aborto en México Desde los años setenta hasta la fecha el aborto en México ha sido estudiado principalmente como un problema de salud pública. Un documento del Population Council resume de la siguiente manera lo que había hecho la investigación en este tema hacia 1998: La investigación del aborto en México, realizada por varias organizaciones nacionales e internacionales, se ha enfocado a determinar su frecuencia, a caracterizar a las mujeres que abortan, las condiciones asociadas con la decisión de interrumpir o continuar un embarazo, a establecer el lugar que el aborto tiene como causa de muerte materna, a reunir opiniones y puntos de vista del personal que trabaja en el sector salud acerca de las mujeres que han tenido un aborto y a relatar la experiencia desde el punto de vista de la mujer. (Langer et al., 1998: 8-9)
La mayor parte de los investigadores acude a las argumentaciones de salud pública y de justicia social expresadas antes para justificar la necesidad de investigar el aborto. No obstante, muchas de estas investigaciones encuentran la gran limitante de que se proponen analizar una práctica ilegal y que tiene lugar en la clandestinidad, por lo que, a menudo, la investigación se torna bastante difícil. Es por esto que la incidencia de abortos sigue siendo una interrogante difícil de resolver y sigue pendiente “estudiar las metodologías más precisas para obtener datos fidedignos” (Tolbert, Ehrenfeld y Lamas 1996: 311), ya que la ilegalidad impide que muchas de las mujeres respondan de forma sincera cuando se les pregunta si han tenido un aborto. A partir de la década de los noventa cobraron impulso nuevos temas de investigación desde la perspectiva sociológica y política, por lo que se desarrollaron investigaciones para saber qué opina la población respecto al aborto, en qué circunstancias considera lícito que una mujer interrumpa un embarazo, si conoce las leyes respecto al aborto o para saber si la
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población estaría dispuesta a participar en actos políticos dirigidos a despenalizar esta práctica (sobre este tema puede consultarse GIRE-Gallup 1991, 1992 y 1994; GIRE-ARCOP 1998, y Population Council y Grupo IDM 2001). Este nuevo interés por conocer en términos cuantitativos cuáles son las percepciones y actitudes de la población mexicana respecto al aborto ha sido generado en parte por la importancia que ha ido cobrado el debate público sobre el aborto dentro de la agenda política del país. Sería difícil explicar con precisión porqué la discusión sobre el aborto logró ganar espacio en el terreno público, ya que hacerlo sería otro trabajo de investigación en sí mismo, aunque es posible conjeturar que este hecho se vio favorecido por el impulso de la democratización, así como por la creciente participación de la sociedad civil en determinados ámbitos. El fortalecimiento del feminismo a través de la creación de diversas organizaciones no gubernamentales es considerado por la investigadora Ortiz-Ortega como un elemento que explica en parte el espacio ganado para este debate (Ortiz-Ortega 2001: 207-208). Además, la discusión abierta de otros temas relacionados con la sexualidad y la reproducción —sobre todo a raíz del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos en las conferencias internacionales de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y Sobre la Mujer (Beijing, 1995)— han contribuido a colocar ciertos temas como la sexualidad en general, el embarazo adolescente, el contagio por VIH y el aborto dentro de los asuntos que merecen la atención de la sociedad en su conjunto. Esto no ha pasado desapercibido para las activistas que trabajan a favor del aborto legal, o como prefieren decir, “a favor del derecho a decidir”, ya que varias organizaciones que han buscado modificar las leyes sobre el aborto (como GIRE, Católicas por el Derecho a Decidir, SIPAM, Foro de Mujeres y Políticas de Población, entre otras) se han propuesto influir en la forma como se trata el tema del aborto en los medios. Un ejemplo claro de esto fue la realización del Primer Encuentro Latinoamericano de Periodistas sobre Derechos Sexuales y Reproductivos, convocado por las organizaciones latinoamericanas agrupadas bajo la Campaña 28 de Septiembre por la Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina (véase Campaña 28 de Septiembre 1998). Pero aunque el debate público sobre el aborto ha ganado fuerza, la academia no ha prestado interés a este fenómeno. Los estudios dirigidos a entender la complejidad del debate sobre el aborto en México son muy escasos y quizá no sumen más de tres. La mayor parte de los textos que abordan este asunto son reflexiones elaboradas a partir de coyunturas determinadas, como los trabajos de Lamas (2001) y de Del Castillo (2001), pero no se trata de estudios sistemáticos. El primer estudio mexicano sobre el debate acerca del aborto fue de
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Tarrés (1991), quien analiza cuatro coyunturas en las que se debatió el aborto en la prensa entre 1976 y 1989. Una de las conclusiones de este trabajo señala justamente la preeminencia que fue adquiriendo el debate sobre este asunto: [...] el aborto va ocupando mayor espacio en la prensa pues aumenta el número de noticias dedicadas al tema en cada coyuntura, se involucran nuevos actores y los argumentos se diversifican, ya sea porque los agentes interesados comienzan a conocer la opinión pública, y se esfuerzan por influir en ella, ya sea porque la situación social y política permite encuadrarlos en discursos más amplios, como por ejemplo el de la ciudadanía de la mujer o la democratización de la sociedad (Tarrés 1991: 159)
El análisis realizado por Andrzej Kulczycki en 1999 acerca del debate sobre el aborto a nivel mundial dedica un apartado a estudiar el caso de México y coincide con el diagnóstico de Tarrés al afirmar que “A principios de los años setenta el aborto raramente se discutía de manera abierta en México. Desde entonces, su aparición intermitente en el discurso público ha permitido la gradual desmitificación de un asunto que alguna vez fue tabú” (Kulczycki 1999: 76). Este autor examina el papel que juegan los diferentes actores que han buscado influir el curso del debate respecto al aborto, y concluye que los principales impedimentos para un cambio en favor del aborto legal están en: [...] la constante marginalización de las mujeres, la inhabilidad de los grupos que buscan las reformas legales para organizarse sobre este tema, el conservadurismo de las élites políticas que no desean arriesgarse a una confrontación con la jerarquía de la Iglesia católica, y en las formas dominantes de la práctica política y cultural (Kulczycki 1990: 79).
Otro trabajo que estudia a uno de los principales actores involucrados en el tema del aborto es el de Adriana Ortiz-Ortega (2001), dedicado a las feministas. Este estudio se concentra en el “contexto histórico que permite analizar los factores que contribuyeron a que un número significativo de mujeres en México creara formas de resistencia colectiva, a fin de hacer avanzar la demanda en favor del aborto legal”. Uno de los objetivos de su trabajo es entender cómo frente al discurso dominante sobre el aborto, sostenido por un lado por la Iglesia católica y por el otro por el Estado, “se han ido entrecruzando y fortaleciendo las diferentes tomas de posición feministas”. Puede verse entonces que el debate público sobre el aborto en México sigue siendo un terreno casi inexplorado, a pesar de que muchos de los autores que han estudiado el aborto en otras partes del mundo reconocen al lenguaje como una herramienta central en la lucha por el aborto legal. Risen y Thomas, por ejemplo, han afirmado que “El lenguaje ha sido siempre un campo de batalla crítico en la guerra del aborto” (Rinsen y Thomas 1998). Para la investigadora
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norteamericana Celeste Michelle Condit es posible analizar el cambio cultural que vive un país precisamente a través del desarrollo el discurso sobre el aborto (Condit 1990). A la luz de estas ideas, el análisis del discurso se presenta como una perspectiva adecuada para estudiar la discusión sobre el aborto, sobre todo si tomamos en cuenta que incluso la terminología tradicional para referirse a los dos polos del debate —ejemplificada en los términos “pro vida” y “pro aborto”1— resulta conflictiva para los mismos actores involucrados. Como señala Blanchard, “Los términos pro vida y pro elección son declaraciones políticas de ambos lados de la controversia sobre el aborto, y cada bando se ofende y protesta por el nombre(s) elegido por el bando contrario” (Blanchard 1994: 1) Para observar con claridad cómo este debate ha ido ganando preponderancia se presenta a continuación un resumen de las principales coyunturas que han dado forma a la discusión pública sobre el aborto desde los años setenta hasta la fecha.
Recuento de la discusión pública sobre el aborto en México
Los años setenta: inicio del debate Diversos grupos organizados de mujeres han planteado durante los últimos treinta años la posibilidad de despenalizar la práctica del aborto en México. Aunque en 1936 hubo una temprana defensa de la despenalización por parte de las médicas Matilde Rodríguez Cabo y Ofelia Domínguez Navarro (ver Cano 1990), fue hasta los años setenta que las propuestas de despenalización se volvieron más frecuentes. En la década de los setenta hubo tres propuestas de despenalización del aborto impulsadas por la Coalición de Mujeres Feministas (CMF); una en 1976, otra en 1977, y una más en 1979 elaborada por la CMF y el Frente Nacional de Lucha por la Liberalización y los Derechos de las Mujeres (Lamas 1992). En esta misma década se llevaron a cabo tres Jornadas Nacionales por la Liberación del Aborto en 1976, 1977 y 1978, promovidas por varios grupos feministas. Además, en 1976, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) creó el Grupo Interdisciplinario para el Estudio del Aborto en México, que estuvo constituido por 60 especialistas entre los que se encontraban demógrafos, médicos, antropólogos y filósofos. Luego de sus trabajos, el grupo concluyó que: “Debe suprimirse de la legislación mexicana 1
El lado liberal es el que ha mostrado mayor reticencia a aceptar la terminología que lo señala como “abortistas” o “pro aborto”. Los liberales prefieren decir que están “a favor del derecho a decidir” y en algunas traducciones puede leerse la expresión “pro elección”, como equivalente del “pro choice” que se utiliza en inglés y que resulta casi incomprensible si se traduce de manera literal.
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actual toda sanción penal a las mujeres que por cualquier razón o circunstancia decidan abortar, lo mismo que al personal calificado que lo practique, cuando exista voluntad expresa de la mujer”. Sobre este grupo se puede consultar a Maza (1979) y Ramírez (1982). En 1978, más de 50 organizaciones cívicas y religiosas formaron el Comité Nacional Provida. Los años ochenta: propuestas desde el gobierno En la década de los ochenta hubo dos intentos de modificar la ley relativa al aborto, provenientes de instancias gubernamentales. La primera propuesta la hizo CONAPO, en 1982, en el “Proyecto de Plan de Acción para la Integración de la Mujer al Desarrollo”, donde se pide la legalización del aborto en tanto derecho humano. En agosto de 1983, el presidente Miguel de la Madrid presentó una propuesta para reformar las disposiciones relativas al aborto, pero el proyecto no fue aprobado. Un año antes, De la Madrid, entonces en campaña por la presidencia, se refirió al aborto como “una opción real de libertad y para proteger la salud de las mujeres” (Tarrés 1993).
Los años noventa: varias propuestas, poco debate En los años noventa tuvieron lugar diversos intentos por modificar las leyes relativas al aborto. Ésta es la década en la que el debate público sobre el aborto comenzó a intensificarse y adquirió mayor importancia en los medios de comunicación. El primer intento de la década estuvo a cargo del gobernador de Chiapas, Patrocinio González Blanco, cuya propuesta de ampliar las razones para el aborto no punible fue aprobada en octubre de 1990 por el congreso local, desatando una fuerte polémica en los medios de comunicación a nivel nacional que terminó con el congelamiento de la propuesta. El segundo intento lo realizó el presidente Carlos Salinas de Gortari en 1991, cuando envió a la Cámara de Diputados una iniciativa para reformar los artículos 67 y 314 de la Ley General de Salud con el fin de incluir entre las causales para permitir el aborto la declaración de no solvencia económica por parte de las mujeres (Tarrés 1993). El Partido Acción Nacional consiguió que se rechazara la iniciativa. La tercera propuesta de modificación se dio en 1999 cuando más de 40 organizaciones civiles agrupadas en la campaña “Acceso a la justicia para las mujeres” propusieron “homologar” el Código Penal del Distrito Federal para que aceptara las causales de no punibilidad que también eran aceptadas en otros estados de la república (ver Campaña Acceso a la Justicia 1999). La propuesta no fue aprobada. En esta misma década los gobiernos panistas propusieron en tres estados diferentes que el derecho a la vida “desde el momento de la concepción” quedara consignado en las
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constituciones locales. El primero de ellos fue Chihuahua, que lo aprobó en 1994; el segundo Baja California, que rechazó la propuesta en 1998 y el tercero Nuevo León, que no lo aprobó (ver GIRE 1999b).
El nuevo siglo: el debate en todo el país El 2000 fue un año excepcional para el debate sobre el aborto porque tuvieron lugar distintos eventos que colocaron al aborto en las primeras planas de los diarios de todo el país. Marta Lamas, feminista que ha luchado por la despenalización del aborto durante treinta años, denominó a este fenómeno “El espectáculo de la politización del aborto” (Lamas 2001b: 148). A principios del año la prensa de circulación nacional dio a conocer el caso de Paulina que reabrió el debate acerca del aborto y las circunstancias en las que debe permitirse. En marzo, el Estado de México aceptó el aborto “eugenésico”, es decir, por malformaciones genéticas o congénitas graves, el cual vino a sumarse al aborto culposo, por violación y por peligro de muerte de la mujer, que ya estaban considerados. En agosto, apenas a un mes del triunfo del PAN en las elecciones presidenciales, los legisladores panistas de Guanajuato aprobaron una reforma que penaba el aborto incluso cuando el embarazo fuera producto de una violación. Esta decisión fue duramente criticada en los medios de comunicación nacionales y hubo actos de repudio por parte de grupos de mujeres en todo el país. Finalmente la reforma fue vetada por el gobernador de la entidad. También en agosto los legisladores del Distrito Federal aprobaron la llamada Ley Robles, que amplió las razones para permitir el aborto y estableció mecanismos para acceder al aborto por violación en la capital. Se incrementaron tres razones para abortar legalmente: por inseminación artificial no consentida, por grave daño a la salud de la mujer y cuando el producto presenta malformaciones congénitas o genéticas graves. (Antes existían: el aborto accidental, por violación y por peligro de muerte de la mujer. Ésta última razón desapareció de la ley capitalina.) El estado de Morelos modificó su legislación también en agosto, aumentando las razones para el aborto legal: al aborto por violación y por peligro de muerte de la mujer se añadió el aborto culposo, el aborto “eugenésico” y por inseminación artificial no consentida. En septiembre, 22 asambleístas capitalinos, en su mayoría del PAN, presentaron una Acción de Inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), contra dos aspectos de las reformas aprobadas el mes anterior, a saber: el llamado aborto eugenésico y la facultad del Ministerio Público para autorizar el aborto en casos de violación. Fue la primera vez que la SCJN enfrentó el tema del aborto y la resolución se dio hasta enero del 2002.
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En julio de 2001 las autoridades de salud de Culiacán, Sinaloa, autorizaron que una menor de edad, que había sido violada y embarazada por su padre, tuviera un aborto. En un principio los funcionarios no quisieron permitir el aborto, pero luego de cierta presión de los medios de comunicación y de algunos grupos feministas consintieron en la intervención. En enero de 2002 la SCJN discutió la Acción de Inconstitucionalidad interpuesta el año anterior por el PAN. Luego de una votación dividida la Corte declaró que las reformas hechas al Código Penal del D. F. en el año 2000 no fueron anticonstitucionales.
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Capítulo III: México 2000: un caso y un enfoque
La prensa escrita en México El presente estudio analiza la forma como la prensa de circulación nacional construyó un caso específico de aborto, pero antes de pasar a la exposición del caso mismo es necesario hacer una breve reflexión sobre el papel que juega la prensa escrita en la conformación de la opinión pública en México. Decir que los medios juegan un papel central en la conformación de la opinión pública no es decir nada nuevo. La mayor parte de los estudiosos de los medios de comunicación e incluso los ciudadanos de a pie están de acuerdo en la afirmación de que los medios “moldean” e incluso “dirigen” y hasta llegan a “manipular” la opinión de la población respecto a una gran cantidad de asuntos de la vida social y política. No obstante, la influencia de los medios difiere de uno a otro, ya que algunos tienen mayor penetración entre los grupos mayoritarios de la población y otros llegan a sólo a determinados públicos. Por eso, Huajuca (2000) afirma que: “al hablar de los medios nos referimos a un universo sumamente disparejo, donde caben publicaciones raquíticas que luchan por su supervivencia, hasta consorcios televisivos que exportan buena parte de sus programas”, por lo que “en términos de influencia entre la población, las desigualdades son abismales”. La prensa escrita en México juega un papel diferenciado respecto a los demás medios de comunicación, pues el número de lectores en México es muy bajo y los tirajes de los periódicos son bastante pequeños si consideramos el número total de habitantes del país. Siguiendo nuevamente a Huacuja (2000): “Los tirajes de los diarios de circulación nacional alcanzan optimistamente los más abundantes al 0.1% de la población. En cambio, sí somos un país de televidentes: los noticiarios y telenovelas llegan a millones”. Que no somos un país de lectores se confirma cada vez que se comparan los niveles de lectura de los mexicanos con los del primer mundo, como indica el siguiente texto publicado en el semanario etcétera, en marzo de 2003: De acuerdo con un estudio del diario español El País (27/II/03), acerca de la situación de la prensa escrita en la Unión Europea, Finlandia está a la cabeza en lo que respecta a los lectores de diarios: de cada mil habitantes, 444 finlandeses compran algún periódico; esto es, casi la mitad de la población. En segundo y tercer puestos están colocados Suecia y Austria con 414 y 300 compradores de diarios por cada mil habitantes, respectivamente. Los últimos tres lugares corresponden a España (105), Grecia (63) y Portugal (50). [...] En el informe referido [...] se
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destaca la preocupación de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) "por el escaso porcentaje de lectura en España" en relación con Europa. Sin embargo, basta ver las cifras de tiraje para constatar la enorme ventaja que aquel país tiene respecto de México, en cuanto a número de lectores. Con una población de 42 millones de habitantes, en España se imprimen un total de cuatro millones 274 mil ejemplares diarios. Encabezan este rubro El País con 433 mil 617; Marca (deportivo), 371 mil 455, y El Mundo, 312 mil 366 ejemplares. En México ni sumando el tiraje de todos los diarios llamados "nacionales" podría alcanzarse una cifra similar a la que tiene El País.
El bajo nivel de lectura de los periódicos podría comprobarse con el tiraje de los diarios que se dicen “de circulación nacional”, pero el tiraje de los periódicos en México sigue siendo una gran incógnita, ya que la mayoría de los diarios “es incapaz de informar cuántos ejemplares imprime, cuántos vende y lo que factura por publicidad” (Pérez-Espino, 2002). y “persiste la práctica de inflar las cifras de tiraje y circulación” (Guénette, 2002). Además, los diarios que se denominan “de circulación nacional” no siempre abarcan todo el país y a veces, incluso, tienen tirajes irrisorios. Al respecto, Pérez-Espino comenta que: Suele atribuirse la categoría de “periódicos de circulación nacional” a los diarios editados en la ciudad de México. Sin embargo, varios de los matutinos que se publican en los estados fácilmente imprimen más ejemplares que algunos del Distrito Federal (como el Diario de Yucatán o El Imparcial de Hermosillo). Pero como no circulan en el centro del país y mucho menos aparecen en los compendios de prensa de las oficinas de comunicación social de los tres poderes de la Unión, carecen de peso frente al poder público en el ámbito federal, aunque a nivel regional poseen una verdadera influencia.
En la especulación sobre la cantidad de ejemplares que tira cada periódico, el problema es tan grave que incluso las publicaciones especializadas en el tema calculan tirajes diferentes para algunos diarios. Según Pérez-Espino: “los datos no coinciden entre una publicación y otra. Por ejemplo, Poder informa que Excélsior imprime 30 mil ejemplares, ADCebra le adjudica un tiraje de 200 mil y Expansión señala que el mismo periódico tiene 117 mil 800 lectores”. Sea cual sea el número de ejemplares, otros indicios apuntan que la cantidad de lectores de periódicos sigue siendo muy baja. Una encuesta elaborada en 1996 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (González y Chávez, 1996) indagó sobre cuánta gente lee los periódicos en México e intentó establecer el perfil de estos lectores. La encuesta se centró en la frecuencia de lectura del periódico y desagregó los datos por escolaridad. Los resultados son los siguientes:
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Frecuencia de lectura de periódicos según escolaridad (porcentajes)* Diario Una vez a la semana Una vez cada 15 días Sábados y domingos Una vez al mes Nunca
Total 27.9 30.8 2.0 2.8 7.2 29.1
Primaria o menos 19.6 27.0 1.8 2.2 7.9 41.3
Licenciatura o más 48.4 31.3 2.7 1.9 3.9 11.6
* En este trabajo se reproducen sólo los niveles más altos y más bajos de escolaridad.
Estos porcentajes muestran que la lectura de diarios en México se distribuye de la siguiente manera: poco menos de un tercio de la población (27.9%) lee el periódico a diario, un tercio de la población (30.8%) lo lee una vez a la semana y una proporción similar (29.1%) no lo lee nunca. Tenemos, pues, que en términos generales existe una distribución bastante homogénea entre quienes leen a diario los periódicos, quienes los leen ocasionalmente y quien nunca los lee. La mayor proporción de lectores de periódicos, según los niveles de escolaridad, se encuentra en el nivel más alto de escolaridad, que tuvo 48% de lectores de periódicos, mientras que el porcentaje de personas que nunca leen los periódicos alcanza su mayor porcentaje en las personas con el menor nivel de escolaridad (de primaria o menos), con de 41.3%. Esto significa que los principales lectores de periódicos son personas con niveles altos y medios de escolaridad. A partir de estas cifras podemos inferir que entre los lectores asiduos de periódicos se encuentran académicos, empresarios y políticos, es decir, las personas que toman las decisiones en este país. Y justamente por esta razón que resulta importante analizar el caso Paulina a través de la prensa, ya que, como se señaló antes, el aborto ha ido ganando importancia dentro de la agenda política del país, y la presencia de un caso específico en la prensa revivió la discusión sobre el aborto de una forma inédita hasta entonces. Este trabajo busca aclarar cuáles fueron los aspectos que la prensa resaltó en este debate a través de los titulares y establecer las principales estrategias argumentativas de los simpatizantes de los bandos que se confrontan en este debate.
El caso Paulina El 31 de julio de 1999, en Mexicali, Baja California, una adolescente de 13 años de edad llamada Paulina fue violada por un ladrón en la casa de su hermana. Con ayuda de su madre, la adolescente denunció la violación y al saber que estaba embarazada, ambas solicitaron el aborto. El Ministerio Público autorizó el aborto en el Hospital General de Mexicali, donde
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Paulina fue internada en dos ocasiones sin que en ninguna de ellas le practicaran el procedimiento. Las autoridades estatales y del hospital intentaron varias veces convencer a Paulina y su madre de no llevar a cabo el aborto. El Procurador del Estado las llevó personalmente con un sacerdote para que éste las persuadiera. El director del hospital le dijo a la madre de Paulina que la joven podría desangrarse, quedar estéril o morir como resultado del procedimiento. Asustada, la madre firmó un documento en el que declaró que ya no deseaba un aborto para su hija. Esto sucedió a escasos 16 días antes de que venciera el plazo de tres meses que la ley de Baja California establece para obtener el aborto legal. Días después el caso se dio a conocer en la prensa local y en enero del año siguiente la prensa de circulación nacional lo retomó. Para entonces, ya no había posibilidades de que Paulina interrumpiera el embarazo y dio a luz a un niño en abril del año 2000. Al enterarse de la situación de Paulina por medio de la prensa, dos grupos feministas de Mexicali, Alaíde Foppa y Diversa, pusieron una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos por considerar que los derechos de Paulina habían sido violados de diversas formas. La Comisión recibió la queja y emitió una recomendación que establecía: 1) una compensación económica para Paulina y su familia por el daño moral causado al no permitirles ejercer su derecho al aborto, 2) el establecimiento de un fideicomiso para el mantenimiento de Paulina y su hijo, y 3) una investigación administrativa y penal con el fin de fincar responsabilidades a los funcionarios involucrados en el caso. El Gobernador del Estado, Alejandro González Alcocer, rechazó esa recomendación y el caso fue llevado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que falló nuevamente a favor de Paulina. Luego de un año de controversia y bajo la presión de los medios de comunicación y grupos de la sociedad civil, el gobernador ofreció a Paulina un terreno y una suma de dinero menor a la que estableció la CNDH. Ella y su familia aceptaron el ofrecimiento, pero continuaron el proceso legal en contra de quienes resultaran responsables de haber negado el aborto. El caso de Paulina atrajo la atención de la opinión pública y generó una gran cantidad de notas periodísticas durante el año 2000. Éste fue el primer caso paradigmático sobre aborto en México, es decir, fue la primera vez que se discutió si una mujer en particular —no todas las mujeres— debería haber tenido un aborto, lo que dio un “rostro humano” al aborto en el país. La fuerza emotiva de la historia hizo que el tratamiento del tema en la prensa favoreciera a la postura liberal respecto al aborto y criticara el punto de vista conservador que no admite el aborto ni siquiera en condiciones extremas como la violación.
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Además, este caso reabrió la discusión sobre el aborto en México en un momento electoral clave donde los candidatos a la presidencia de la República decidieron eludir por completo el tema, pero aún así se vieron obligados a opinar al respecto. Es significativo que en este año de elecciones la palabra “aborto” no apareció mencionada más que en la plataforma política de un partido, el Democracia Social (PDS), mientras que en las elecciones de 1997 la palabra “aborto” fue impresa en seis de los documentos presentados por los ocho partidos que contendían (ver GIRE 2000c). Con el paso del tiempo se ha ido volviendo cada vez más claro que el caso Paulina ha tenido un peso definitivo dentro del debate público sobre el aborto en México y en la consecución de algunos objetivos políticos, tanto para evitar que las leyes sobre aborto se vuelvan más restrictivas de lo que son, como para volverlas un poco más liberales en algunos estados. La influencia del caso Paulina, puede verse con claridad en tres eventos que ocurrieron poco después:
En agosto de 2000, cuando los panistas propusieron castigar el aborto por violación en Guanajuato, la prensa citó una y otra vez el caso Paulina como evidencia de lo injusta que sería una ley de este tipo. Finalmente, la propuesta del PAN no fue aceptada y el aborto por violación continuó siendo la única razón aceptada en todo el país para tener un aborto legalmente.
También en agosto del 2000 se aprobó una nueva legislación sobre el aborto para el Distrito Federal que incluyó un periodo de espera de 24 horas para obtener un aborto legal cuando el embarazo es resultado de una violación. Esta cláusula se puso para asegurar que los proveedores de servicios de salud no pudieran retrasar el acceso al aborto como ocurrió con Paulina.
Por último, en julio de 2001 en el estado de Sinaloa se tuvo noticia de una adolescente con problemas de retraso mental que había sido violada en repetidas ocasiones por su padre y finalmente quedó embarazada. La madre de esta joven solicitó un aborto por violación. Aunque en un principio las autoridades intentaron negar el servicio, luego de cierta presión de la prensa y de algunos grupos feministas, accedieron a realizar el aborto. Es muy probable que las autoridades de salud hayan querido evitar un nuevo escándalo como el que generó el caso Paulina.
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Cronología del caso Paulina Para facilitar la lectura del análisis a todas las personas que no tuvieron la oportunidad de seguir de cerca el desarrollo del caso, me parece importante establecer una cronología mínima de los hechos que le dieron forma. Esta cronología está basada en la “Crónica del Caso Paulina” publicada por GIRE (ver Taracena 2000), pero este texto es a la vez un resumen y una ampliación de ese trabajo. Resumí la mayor parte de los hechos y eliminé los que no tuvieron trascendencia, pero también aumenté información sobre lo que sucedió después de mayo, mes en que concluyó la cronología mencionada.
31 de julio de 1999: En Mexicali, Baja California, Paulina del Carmen Ramírez Jacinto, de 13 años de edad, es violada por un ladrón que entra a robar a la casa de su familia y abusa de la menor delante de su hermana y los dos hijos de ésta, de cinco y dos años de edad. 19 de agosto de 1999: Paulina y su madre, María Elena Jacinto Raúz, acuden con una doctora que les dice que Paulina está embarazada y tiene derecho a un aborto. La doctora les dice además que estaría dispuesta a practicar la interrupción del embarazo con la debida autorización legal. 3 de septiembre de 1999: La madre de Paulina solicita a la Agencia del Ministerio Público Especializada en Delitos Sexuales la interrupción del embarazo. Norma Alicia Velázquez Carmona, Agente del Ministerio Público, autoriza el aborto y gira oficios al Director de Isesalud (institución de gobierno encargada de la salud a nivel estatal) y al director del Hospital General de Mexicali para enterarlos de la situación. En el Ministerio Público le dicen a la familia que sólo las autoridades de salud estatales pueden practicar el aborto. 1 de octubre de 1999: Paulina, acompañada por su madre y su hermano mayor, acuden por primera vez al Hospital General de Mexicali. La adolescente es dada de alta luego de siete días de internamiento sin que le haya sido practicada la intervención y sin saber por qué. 5 de octubre de 1999: La Agente del Ministerio Público dirige un oficio al director del Hospital General de Mexicali en el que le informa “que el día de hoy se debe de practicar la interrupción del embarazo que presenta la menor Paulina del Carmen Ramírez Jacinto, ya que de no cumplirlo se le impondrá un arresto de 36 horas y una multa de 50 días de salario mínimo vigente en el Estado por desacato a la autoridad”.
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7 de octubre de 1999: El director del hospital pide a la Agente del Ministerio Público que turne el caso al doctor Carlos Alberto Astorga Othón, en su calidad de director de Isesalud, porque considera que éste es la “autoridad sanitaria para estos efectos”. La Agente del Ministerio Público señala que la petición del director del hospital de turnar el caso al director de Isesalud es improcedente. 12 de octubre de 1999: El director del hospital solicita a la Agente del Ministerio Público que se presente la menor en el Hospital General y da órdenes a otros médicos para que practiquen el aborto. Al día siguiente Paulina vuelve a ingresar al hospital. Este mismo día, la Agente del Ministerio Público dicta un Acuerdo en el que impone un arresto de 36 horas al director del Hospital General, Ismael Ávila Íñiguez, por desacato a una orden judicial. 14 de octubre de 1999: Dos mujeres que dicen trabajar en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) se presentan en la habitación del hospital donde está Paulina y, en ausencia de su madre, intentan convencerla de que no se practique el aborto. Estas mujeres manejan argumentos muy similares a los de Pro Vida. La Procuraduría de los Derechos Humanos local investigó en el DIF y esta institución dijo que no habían recibido ninguna solicitud para ir a ver a la menor. Cerca de las 20:30 horas, momentos antes de proceder a la interrupción del embarazo, el director del Hospital General se reúne a solas con la madre de Paulina y le asegura que, de practicarse el aborto, la joven podría perder la vida o quedar estéril. La señora María Elena le responde: “Ojalá no les pase esto a ustedes y si lo que querían era meterme miedo, ya lo lograron; yo no quiero que mi hija se muera. ¿Por qué no me habían explicado esto desde el principio y hasta ahora me lo dicen?” A las nueve de la noche, la Agente del Ministerio Público levanta una constancia en la que la madre de Paulina y el hermano mayor de la joven se desisten “voluntariamente” de que se practique el aborto. En un documento de denuncia que la señora María Elena Jacinto Raúz, madre de Paulina, nunca llegó a presentar ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Estado de Baja California, afirma: “el Director del Hospital General, doctor Avila Íñiguez, me convenció, justo en el momento en que iban a practicar el aborto, de que me retractara de lo solicitado, pues hasta entonces me hicieron saber que supuestamente: De practicarle el aborto a mi hija yo sería responsable si ella perdía la vida pues podía desangrarse a consecuencia de una hemorragia o bien podía quedar estéril”.
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16 de octubre de 1999: El periódico La Voz de la Frontera publica en primera plana un artículo donde se dice que en el Hospital General se negaron a practicar un aborto por violación. El diario indica que el director del hospital fue detenido por desacato a una orden judicial, ya que sus principios le impedían practicar el aborto. La nota dice que el médico calificó la orden como un “abuso de autoridad” y cuestionó el que el Ministerio Público ordene a los médicos practicar abortos. 25 de octubre de 1999: Rebeca Maltos y Silvia Reséndiz Flores denuncian ante la Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana del Estado de Baja California la violación de los derechos humanos de Paulina. Cuestionan que el grupo Pro Vida haya sido notificado del caso antes de que éste saliera a la luz pública. Las demandantes consideran que se violó el derecho a la confidencialidad de la menor y el respeto a su decisión. La denuncia es admitida por la Procuraduría el 16 de noviembre de ese año. 19 de noviembre de 1999: La Procuraduría de los Derechos Humanos solicita al doctor Ismael Ávila Íñiguez un informe justificado respecto de la presunta violación de los derechos humanos presentada por Rebeca Maltos y Silvia Resendiz Flores. 24 de noviembre de 1999: La Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana recibe el informe justificado del director del Hospital General de Mexicali, donde éste afirma que nunca se negó a practicar el aborto y que giró órdenes para que otros médicos lo hicieran porque él, debido a su especialidad, no está capacitado para hacerlo. El director del hospital agrega que: “Efectivamente cuando clínicamente se estaba preparando a la menor, tanto su señora madre [...] y la menor se retractaron de que se practicara la inhibición o interrupción del embarazo sin que para ello existiera presión alguna”. 2 de diciembre de 1999: Paulina, su madre y su hermano declaran ante la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Baja California. La declaración de Paulina confirma la presencia de dos mujeres que dijeron ser del DIF e intentaron persuadirla de que no abortara. Paulina dijo que luego de que los médicos le explicaron a su madre los “riesgos” del aborto, ella también optó por desistirse. La declaración de la señora María Elena indica que el Procurador de Justicia del Estado, Juan Manuel Salazar Pimentel, le dijo que Paulina debía tener al niño, que había personas que lo podían adoptar e incluso la llevó personalmente con un sacerdote
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quien también la trató de convencer de que se desistiera de tener el aborto. Humberto Carrazco, hermano de la menor, dice que dos médicos del hospital se mostraron en principio dispuestos a practicar el aborto y luego se desdijeron.
3 de marzo del 2000: La Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana del Estado de Baja California emite la recomendación 2/2000 sobre el caso de la menor Paulina del Carmen Ramírez Jacinto. El documento contiene, entre otras, las recomendaciones siguientes: 1. Que se “indemnice por concepto de daño moral a las víctimas Paulina del Carmen Ramírez Jacinto y a su madre la C. María Elena Jacinto Raúz por habérseles inhibido el ejercicio de su derecho de interrumpir el embarazo de la menor, resultado de las acciones y omisiones en que incurrieron los funcionarios públicos mencionados en el presente documento”. 2. Que “por medio de la figura jurídica del Fideicomiso, sea garantizado el derecho a la atención de la salud, educación, vestido, vivienda, y en general todos los cuidados, de la menor Paulina del Carmen Ramírez Jacinto y del niño o niña que está en vísperas de nacer, hasta el momento en que se encuentren en condiciones de sostenerse por sí mismos”. 3. Que “se inicie el procedimiento administrativo y/o penal, y se determine la responsabilidad administrativa y/o penal” a quienes resulten responsables “por las acciones y omisiones en que se incurrió en el caso de la menor Paulina del Carmen Ramírez Jacinto. 6 de marzo del 2000: La Procuraduría local de derechos humanos envía al Gobernador del Estado de Baja California, Alejandro González Alcocer, la recomendación 2/2000 sobre el caso del Paulina del Carmen Ramírez Jacinto. 13 de marzo del 2000: El Gobierno de Baja California responde a la recomendación de la Procuraduría de los Derechos Humanos. El documento firmado por el gobernador afirma que aunque los médicos del hospital informaron “de los riesgos naturales que conlleva la práctica del aborto, [...] también es cierto que en el momento en que se designó al personal calificado para la realización del aborto no punible [...] tanto la madre como la menor embarazada manifestaron su deseo de no firmar la responsiva médica”. El documento insiste en que “tanto la Procuraduría General de Justicia del Estado como Isesalud no incurrieron en ninguna acción
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u omisión en perjuicio de la menor, debido a que si no se efectuó la interrupción del embarazo fue como consecuencia de la voluntad de las afectadas”. 22 de marzo del 2000: El grupo Alaíde Foppa y GIRE convocan a una conferencia de prensa en el Distrito Federal para dar a conocer el caso de Paulina a los medios de comunicación. 28 de marzo del 2000: Debido a que la Recomendación de derechos humanos no fue aceptada por el gobierno estatal, representantes del Alaíde Foppa y GIRE llevan el caso a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que lo recibe para estudiarlo. 6 y 7 de abril del 2000: En los diarios La Jornada, El Universal y Reforma se publica un desplegado a favor de Paulina firmado por 32 intelectuales entre los que se encuentran Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Ángeles Mastretta y Rolando Cordera. 13 de abril del 2000: Por medio de cesárea, Paulina del Carmen Ramírez Jacinto da a luz a un niño al que nombra Isaac. 6 de junio de 2000: El caso Paulina es expuesto en la ONU, durante la revisión de acuerdos de la Conferencia Mundial sobre la Mujer. 15 de agosto de 2000: Diputados del PAN premian en Mexicali al médico que negó el aborto a Paulina. 25 de septiembre de 2000: La Comisión Nacional de Derechos Humanos emite una recomendación a favor de Paulina. Ésta refrenda la hecha un año antes por la comisión de derechos humanos de Baja California. 18 de octubre de 2000: El gobernador de Baja California dice que aceptará la recomendación de la CNDH, pero “en sus propios términos”. Tres días después Paulina rechaza la ayuda del gobernador de Baja California, por considerar que no cumple la recomendación de la CNDH. Las notas que se analizan en esta investigación abarcan hasta este momento, pero la discusión sobre el caso Paulina no concluyó en octubre del año 2000. En marzo del año 2001 hubo una tercera oleada de notas motivada por el resultado negativo de los exámenes de ADN
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practicados al supuesto violador de la menor y a su hijo, de lo que se siguió que el hombre preso por la violación de Paulina, de nombre Julio César Cedeño, no es el padre de Isaac. Este resultado quiso ser aprovechado por la ultraderecha para desacreditar a Paulina y a sus aliados. El obispo de la diócesis de Tijuana afirmó que desde el principio el caso Paulina había sido “manipulado por grupos promotores de prácticas abortivas” y el presidente de Pro Vida señaló que “las feministas se valieron de una mentira para favorecer su campaña proabortista” (ambas declaraciones fueron publicadas en “Ratifican grupos civiles apoyo a Paulina, la menor violada”, La Jornada, 15 de marzo de 2001, p. 47). No obstante, las investigaciones periciales indicaban desde el principio que podían haber sido dos las personas que violaron a Paulina y eso explica el resultado negativo del examen, además, la prueba de ADN se hizo a petición de la defensa del violador, que seguramente tenía razones para creer que no saldría positiva. Ciertamente, la especulación sobre el segundo violador no se hizo pública desde el inicio, pero hay que tomar en cuenta que la denuncia se debió a la negación del aborto y no a la violación misma, que había sido confirmada por las autoridades locales y reiterada por éstas en abril de 2001, cuando se dio a conocer el resultado del examen de ADN. Esta tercera oleada de notas nacionales, que sumaron 65 durante todo el año 2001, así como las notas publicadas en el 2002 ya no forma parte del corpus que en este trabajo se estudia. El caso Paulina sigue pendiente de solución a la fecha. No se ha investigado ni castigado a las personas responsables de negar el aborto y Paulina no ha recibido ninguna indemnización. Las organizaciones Epikeia y Alaíde Foppa han manifestado su interés por llevar el caso frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos debido a que no se han cumplido cabalmente las dos recomendaciones de derechos humanos emitidas por instancias nacionales, pero para hacerlo deben agotar primero las instancias locales. Conformación del corpus Para realizar el análisis de la prensa me propuse estudiar tanto las notas publicadas sobre el caso Paulina en los periódicos que comúnmente se denominan de “circulación nacional” y las notas aparecidas en la prensa de la ciudad de Mexicali, Baja California. Aunque siempre tuve presente la distinción entre estos dos bloques de datos y de hecho he mantenido los archivos de ambos bien separados, para los términos de esta exposición hablaré sólo de un corpus que abarca tanto las notas de la prensa local como de la nacional. El procedimiento para recopilar las notas de la prensa nacional y de la local fue distinto en cada caso. Para acceder a la prensa nacional solicité permiso para consultar y fotocopiar el
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archivo periodístico de GIRE, organización no gubernamental que dio seguimiento puntual a las notas de prensa del caso Paulina y que intervino para darlo a conocer a la prensa a nivel nacional.2 Dado que colaboré con GIRE durante años, tenía la certeza de que su archivo contaba con todas las notas que necesitaba para formar mi acervo. El acervo de notas locales, en cambio, lo hice directamente en la Hemeroteca de la Universidad Autónoma de Baja California durante un viaje de nueve días —del 14 al 22 de agosto— a la ciudad de Mexicali. Ahí pude revisar los periódicos La Voz de la Frontera y La Crónica de Baja California. El caso Paulina comenzó a discutirse en Mexicali en octubre de 1999, es decir, tres meses antes que en los diarios de circulación nacional y no deja de ser significativo el hecho de que un caso que atrajo la atención de todos los medios de comunicación hubiera podido pasar desapercibido de no ser porque hubo un esfuerzo dirigido por parte de algunas organizaciones civiles para que el caso fuera conocido a nivel nacional. Aunque me propuse estudiar el mismo periodo en la prensa local y en la nacional para hacer una comparación, esto lo logré sólo para el periodo de enero a julio del 2000. El siguiente cuadro muestra el número de notas recabadas por mes a nivel nacional y local. Número de notas del caso Paulina por mes mes prensa nacional prensa local octubre 4 noviembre 2 diciembre 1 enero 2 0 febrero 0 0 marzo 5 13 abril 82 123 mayo 12 68 junio 14 17 julio 12 1 agosto 111 27 (incompleto) septiembre 36 octubre 15 TOTAL 289 256 Nota: la parte sombreada indica los meses de los que hay información tanto a nivel local como nacional
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Además de convocar a una conferencia de prensa para dar a conocer el caso, GIRE realizó un folleto denominado Paulina en el nombre de la ley, organizó una función de cine para y ayudar a Paulina y elaboró un documental sobre el caso.
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El número de notas nacionales del mes de agosto superó a las de abril, que fue cuando nació el hijo de Paulina y la prensa dedicó por primera más espacios para hablar del caso. En pocas ocasiones tenemos la oportunidad de medir hasta dónde llega el efecto de un suceso coyuntural, pero la respuesta de la prensa mostró que el caso Paulina había quedado en la memoria de muchos periodistas —incluso algunos que no habían tocado el tema— que lo retomaron en agosto para criticar a la fracción del PAN que propuso penalizar el aborto cuando el embarazo resulta de una violación. Que el caso Paulina haya sido retomado con mayor fuerza durante agosto de 2000 en la prensa nacional puede explicarse por dos razones. La primera es que los medios noticiosos suelen acudir a hechos conocidos y que están en la memoria de los lectores. Van Dijk sostiene que “los individuos recuerdan mejor aquello que ya conocen, es decir, la información que recupera viejos modelos, o que simplemente puede situarse en el interior de estos modelos” (Van Dijk 1990: 258). El caso Paulina estaba aún fresco cuando los diputados de Guanajuato hicieron su propuesta, por lo que los medios acudieron de nuevo a él para criticar la propuesta panista. La segunda razón para que este caso haya vuelto a ser atendido es que se trataba de un hecho negativo y conflictivo, es decir que se encontraba entre el tipo de noticias han demostrado evocarse mejor. A este respecto Van Dijk afirma que “los sucesos emocionales más destacables, como los crímenes, desastres o conflictos, suelen recordarse bien” (Van Dijk, 1990). El caso Paulina fue ambas cosas: un suceso emocional, pero también conflictivo. En la siguiente gráfica se compara la frecuencia de las notas a nivel local y nacional. Frecuencia de las notas sobre el caso Paulina a nivel nacional y local
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Un dato interesante que arrojó la primera sistematización de las notas nacionales sobre este caso es que más de dos terceras partes del total fueron publicadas los periódicos La Jornada, Reforma, El Universal y Milenio diario, los cuales comparten un punto de vista liberal, o si se quiere, “moderno” sobre las prácticas sexuales, además de que se han caracterizado por tratar asuntos que no solían tocarse en la prensa en otros tiempos y han ganado público ofreciendo información diversa sobre tópicos donde no siempre hay consenso, como en el caso del aborto. Se trata de medios que si bien no pueden “venderle” al público la idea de la objetividad, al menos aparentan tener un compromiso con la pluralidad. La calificación de los diarios como “liberales” en los temas relativos a la sexualidad y la reproducción es central para esta investigación, pues constituye uno de los ejes sobre los que se desarrolla el análisis, pero especialmente el estudio de los argumentos sobre el aborto del Capítulo V. La división entre liberales y conservadores está basada en la distinción clásica de estas doctrinas. La postura liberal se caracteriza por afirmar la primacía de la libertad individual y la garantía de su ejercicio en la organización política del estado, y la conservadora por buscar el mantenimiento del status quo, o como señala Moliner, por “ser partidaria de mantener la tradición y frenar las reformas” (1990: 733). En cuanto a la sexualidad y la reproducción, que históricamente han estado dominadas por las religiones, ser conservador equivale a dar un mayor peso a las creencias y prescripciones religiosas frente a las libertades individuales. La jerarquía de la Iglesia católica mantiene el liderazgo a nivel mundial de las posturas “conservadoras”, que se expresan a través de la oposición total al aborto, la prohibición del uso de anticonceptivos modernos, la condena al ejercicio de la sexualidad fuera del matrimonio y entre personas del mismo sexo y la promoción de la educación sexual basada sólo en la abstinencia. No obstante, a mediados de los noventa se desarrollaron dos conferencias mundiales —la de Población y Desarrollo (1994, El Cairo) y la de la Mujer (1995, Beijing)— en las que predominó el punto de vista liberal, mismo que fue apoyado por la mayoría de los gobiernos y los organismos civiles. El resultado más sobresaliente de estos encuentros fue el reconocimiento mundial de los derechos sexuales y reproductivos, que pueden verse como una declaración liberal en el sentido más clásico del término, ya que tienden a reforzar “la primacía de la voluntad individual”. Volviendo a las notas publicadas por cada periódico, en el caso de la prensa local, las opciones se redujeron sólo a los dos diarios de Mexicali: La Voz de la Frontera y La Crónica de Baja California, que publicaron 143 y 113 notas respectivamente. Ambos diarios mantuvieron posturas similares frente al caso Paulina, si bien La Voz de la Frontera fue el que dio mayor
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cobertura al caso durante los primeros meses. La relación del número de notas por cada diario se muestra en el siguiente cuadro:
Número de notas sobre el caso Paulina publicadas en los diarios de circulación nacional Diario La Jornada Reforma El Universal Milenio diario Excélsior La Crónica El Heraldo de México El Sol de México El Economista Unomásuno El Día Ovaciones La Prensa El Financiero Total
Número de notas 93 51 44 28 15 15 13 13 4 4 3 3 2 1 289
Hipótesis Al inicio de la investigación propuse dos hipótesis de trabajo, una para la prensa local y otra para la nacional: Hipótesis sobre la prensa de circulación nacional: El caso de Paulina creó una ocasión excepcional para la exposición de los argumentos a favor o en contra del aborto, pero, a diferencia de otras coyunturas en las que el aborto también ha sido discutido en la prensa, en esta ocasión hubo un movimiento para favorecer una visión liberal del aborto que se manifestó en la aceptación del aborto por violación y en una crítica a quienes no lo aceptan. Hipótesis sobre la prensa local: En el manejo del caso a nivel local hubo manifestaciones que apuntan hacia un conservadurismo más marcado en el manejo de este caso en particular y del tema del aborto en general. La primera hipótesis se cubrió cabalmente, pues en los titulares encontré que la prensa construyó el caso Paulina de manera tal que lo que calificó de injusto y negativo no fue solicitar
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un aborto, sino haberlo negado. Paulina fue presentada en los titulares como una víctima no sólo por haber sido violada sino porque se le negó un aborto que está aceptado en la ley. Eso representa un cambio en la forma de hablar del aborto en la prensa, pues es la primera vez en la historia de este debate en la que quienes se dicen “defensores de la vida”, es decir la Iglesia católica, el grupo Pro Vida y las demás personas y grupos de la ultraderecha, aparecen como sujetos que son capaces de hacer daño y cuyas ideas y creencias sobre el aborto pueden afectar de forma negativa el destino de otras personas. La segunda hipótesis se cumplió de manera parcial, ya que si bien a lo largo de todo el análisis encontré evidencias interesantes para demostrar que la prensa local fue más conservadora que la nacional —por ejemplo, en la prensa local nunca se criticó abiertamente a la Iglesia católica—, tampoco es posible decir que la prensa local en su conjunto fue considerablemente más conservadora que la nacional, ya que incluso La Crónica de Baja California, que es el periódico de Mexicali que se asocia más a las posturas del PAN, publicó notas sobre el caso Paulina en las que las autoridades locales y el gobernador mismo son criticados por no haber realizado el aborto.
Modalidades de análisis En el discurso de los medios, sobre todo los de carácter noticioso, hay una distinción clásica entre la presentación o relato de los hechos y su evaluación de la que se deriva la famosa división entre géneros informativos y de opinión. Según Fonte: “La presentación de los hechos desprovista de su evaluación ha sido parte del criterio de objetividad de los periodistas. Sin embargo, como muestran numerosos estudios, los elementos de contenido que componen los elementos de la noticia, la estructura sintáctica y la selección léxica suelen favorecer cierta interpretación ideológica” (Fonte, 2002: 25). El análisis que aquí se presenta abordó el discurso periodístico desde dos modalidades diferentes. Se revisaron, por un lado, los titulares que encabezaron las notas sobre el caso Paulina y, por otro, diez artículos de opinión, centrándose sobre todo en las formas de argumentación utilizadas por los autores de esos textos. Tanto los titulares como la argumentación han sido motivo de estudio para el ACD, por lo que esta investigación se valió de los hallazgos de algunas de esas investigaciones.
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Titulares Uno de los trabajos más conocidos basado en el análisis de titulares es el de Van Dijk (1997) sobre del racismo en la prensa europea publicado en Racismo y análisis crítico de los medios. En este texto el autor señala que los títulos desempeñan un papel especial en el proceso informativo e indica determinadas características esenciales de los encabezados, entre las que destacan las siguientes (1997: 131-135):
Los titulares funcionan como un resumen del texto de la nota y al hacerlo ofrecen la información de forma más abstracta y general.
Los titulares son “la categoría principal de un informativo, a la que los redactores prestan una atención especial a la hora de formularla. Tanto semántica, como esquemáticamente, además de por su organización, el titular es el ‘número uno’ y la etiqueta de identificación de cada elemento de un informativo”.
Lo anterior puede comprobarse al notar que “Los textos sin un titulo o sin un titular se hacen más difíciles de entender, y pueden llegar a ser ininteligibles: los títulos y los titulares aportan el marco semántico necesario para interpretar los detalles locales (o ambiguos)”.
Además, por lo regular los actores principales de una noticia aparecen en los titulares (Fonte, 2002: 26) y, por si fuera poco, la evidencia indica que los titulares son la parte de la noticia que mejor recuerdan los lectores, ya que “parece estar perfectamente establecido que las personas en general no recuerdan más que los temas principales de un artículo periodístico” (Van Dijk 1990: 218) y esos temas se encuentran indicados en los titulares. Según Vasilachis, hay quienes han llegado a considerar que los titulares “asumen un estatus autónomo y que constituyen un texto en sí mismos, un texto que librado a la mirada de los lectores adquiere un rol principal en la escena de la información” (Vasilachis, 1997: 36). Este planteamiento parece ir adquiriendo cada vez mayor aceptación, sobre todo a la luz de la evidencia empírica, la cual indica, como lo hace López, que los lectores actuales del periódico son, sobre todo, lectores de titulares, dado que: Apenas tenemos tiempo de leer el periódico, por eso los formatos han desarrollado una técnica que permite leer el diario a dos velocidades. La primera nos permite leer lo más destacado de la noticia leyendo tan sólo los elementos de la titulación y la entradilla. Si no nos damos por satisfechos con los hechos conocidos, procedemos a una lectura más pausada de la información. Para satisfacer al lector en el caso de que éste tenga prisa o no le interese adentrarse en el meollo de la noticia, los formatos de lectura en doble velocidad han desarrollado recursos propios de la titulación que permiten ver con un primer golpe de vista los aspectos más destacados del
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día. Título, antetítulo y subtítulo, cintillo y ladillo, sumario y flash son algunos de los elementos de la titulación que se utilizan para facilitar esa doble lectura (2002: 64).
Si tomamos en serio la descripción de López, podemos comenzar a plantear que los titulares son un género periodístico en sí mismo, tanto por la preponderancia que tienen en términos gráficos dentro de los periódicos, como por la función que desempeñan al ubicar al lector dentro de un asunto en particular dentro del mar de información que suele contener el periódico todos los días. Argumentación Al hablar de argumentación muchas personas piensan en la retórica clásica o en “el arte de razonar correctamente”, pero el análisis del discurso entiende que la argumentación es una “manifestación discursiva de una ‘lógica natural’ de naturaleza ideológica y social, cuyas leyes y formas de funcionamiento se trata de detectar y formular” (Giménez, 1989: 145). En este acercamiento al estudio de la argumentación fue central la ayuda de Silvia Gutiérrez, quien me dio a conocer diversos textos y ejemplos de análisis argumentativo. Uno de esos textos fue de Giménez, quien define la argumentación como “un proceso cuasi-lógico de esquematización o ‘representación de la realidad’, a partir de premisas ideológicas que se suponen compartidas y en vista de una intervención sobre un determinado público, todo ello desde un ‘lugar’ social e institucional determinado” (1989: 164). Él considera como un elemento central la referencia a la situación específica en que se argumenta, pues precisamente ésta es la que caracteriza a una argumentación, así como la intención de incidir en esa situación. Giménez identifica tres aspectos fundamentales en la argumentación: 1) el punto de partida, que son ciertas premisas ideológico-culturales, 2) el objetivo de la intervención sobre un destinatario y 3) la función esquematizadora de la realidad, en cuanto a la “representación” de la misma, en el sentido teatral del término (1989: 164). De estos tres elementos, las premisas ideológicas nos resultan más familiares porque, como se comentó al inicio, todos los discursos contienen rasgos ideológicos. También sabemos que los hablantes, y en este caso quienes argumentan, elaboran siempre una “representación” de la realidad, pero lo verdaderamente único en la argumentación es su intención de incidir en una situación dada, aspecto que la mayor parte de los autores reconocen como el anhelo de persuasión. Este elemento es lo que distingue al discurso de tipo argumental del resto, pues como afirma Grize “uno nunca argumenta más que para modificar, de alguna forma, el pensamiento o el juicio de alguien más (citado en Gutiérrez 1991: 107). Al respecto Giménez comenta que la persuasión “no puede ser considerada como resultado de una misteriosa fuerza
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sicológica del discurso o de alguna especie de carisma del emisor, sino como resultado de un ‘efecto de reconocimiento ideológico’ que provoca en el receptor la ilusión de la ‘verosimilitud’” (1989: 164). En lo que se refiere a la representación de la realidad, Grize propone el concepto de “esquematización” para referirse a la construcción de un micro-universo por medio del discurso. Además, distingue entre “modelo” y “esquematización” reservando el primer término para las actividades teóricas de la ciencia y usando el segundo para las labores de la vida cotidiana. Lo que distingue al modelo de la esquematización es que el primero pretende validez universal, mientras que la segunda no, dado que fue elaborada con el fin de servir a un propósito limitado. Además, la esquematización se realiza utilizando una lengua natural y es, esencialmente, de naturaleza dialógica (Gutiérrez 1991: 106). Siguiendo la lectura de Gutiérrez sobre Grize, una esquematización es “la elaboración, por medio de la lengua, de un micro-universo que A representa a B con la intención de ejercer cierto efecto sobre él”. Pero, así como los trabajadores de los medios no pueden tener una idea precisa de qué tipo de personas conforman su auditorio (que además suele ser bastante diverso), quien argumenta no puede sino tener algunas ideas más o menos precisas sobre lo que pueden estar pensando o, peor aún anhelando, sus interlocutores, por lo que quienes argumentan construyen siempre una representación de su auditor o auditorio (Gutiérrez 1991: 106). La esquematización en el sentido que propone Grize sugiere la existencia de tres tipos de imágenes: la del locutor, la del destinatario y la de lo que está en cuestión (la clase-objeto). Además, toda esquematización es producto “de complejas operaciones lógico-discursivas que permiten, en primer término, construir en forma orientada determinados objetos, para luego operar discursivamente sobre ‘lo construido’ con el propósito de intervenir sobre el destinatario” (Gutiérrez 1991: 106-110). La construcción de estas tres imágenes sólo es posible con la ayuda de los “preconstruidos” culturales e ideológicos que son elementos socialmente compartidos. Estos preconstruidos se refieren a las cosas que se dan por presupuestas e implícitas en el discurso. Un preconstruido cultural “se apoya sobre los discursos anteriores” y “más exactamente sobre aquello que dentro de un grupo social determinado ha permanecido viviente de esos discursos”. Un preconstruido ideológico tiene que ver con la coherencia y está formado por “todo el conjunto de reglas y de principios que aseguran los valores de los grupos sociales y las instituciones” (Gutiérrez, 1991: 109). La noción de los preconstruidos culturales e ideológicos de Grize se asemeja mucho a la idea de las cogniciones sociales de Van Dijk, pues en ambos casos se trata de conceptos que aluden a: 1) aquello que no es siempre explícito ni evidente en
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el discurso y 2) a aquellos valores e ideas que son compartidas socialmente y que 3) dotan de coherencia al discurso haciéndolo comprensible tanto para el emisor como para el receptor o receptores. Al igual que Grize, Vignaux concibe la argumentación como un proceso de esquematización o representación de la realidad (Gutiérrez 1989: 15) y aporta al análisis argumentativo el concepto de “clases-objeto” para referirse a aquellas cosas de las que se habla en el discurso, es decir, “los grandes tópicos, asuntos o focos del discurso considerados anteriormente a sus determinaciones predicativas”. Las clases-objeto pueden ser determinados personajes o figuras públicas (o que devienen públicas como sucedió con la joven Paulina), nociones (como la democracia o el Estado laico), hechos o situaciones (Gutiérrez 1989: 17). El discurso presenta las clases-objeto de cierta manera, a través de las “estrategias discursivas”, que esencialmente son operaciones modales, aspectuales y temporales (Gutiérrez 1989: 20). Aquí se entiende el concepto de estrategia al igual que en la ciencia política, es decir,
como “un plan elaborado en función de un enemigo real o imaginario, concreto o
potencial”, así como “el arte de elaborar decisiones conformes a la promoción o defensa de un interés, tomando en cuenta el sistema de intereses confrontados y las posibilidades de decisiones y de defensa de los demás intereses” (Giménez 1989: 26). Se ha dicho también que el plantear estrategias “es el arte de entablar cualquier tipo de lucha en condiciones favorables”, lo que según Giménez supone una forma de economía o modo de administración del poder. En términos del discurso esto se traduce en el uso de formas léxicas recurrentes o modos de argumentación que repiten más o menos el mismo esquema. Como veremos, las estrategias discursivas de los bandos que se confrontan en el tema del aborto fueron variadas, pero es posible identificarlas como estrategias debido a que su uso es constante en la argumentación y esto indica que la intención de disminuir la capacidad de persuasión del grupo antagonista.
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Capítulo IV: La construcción de actores en los titulares del “caso Paulina”
A. Selección de los actores Para iniciar el análisis de los actores dentro de los titulares del caso Paulina hice una revisión de los 576 encabezados que conforman mi corpus: 287 corresponden a titulares de la prensa local y 289 a la prensa que dice ser de circulación nacional. Esta primera revisión tuvo como fin detectar qué personas e instituciones fueron nombradas en los encabezados y con qué frecuencia aparecieron en ellos. Con mucha frecuencia los sujetos o agentes de la acción principal no eran mencionados en el titular, por lo que fue necesario acudir al cuerpo de la nota para determinar de quién se trataba y el sujeto en cuestión fue registrado en la estadística que se presenta más adelante. De esta revisión resultó una primera lista con más de 60 actores que incluía a todas las personas e instituciones nombradas en los titulares, independientemente de si aparecieron una sola vez o varias. Para volver manejable esta lista decidí agrupar a algunos actores con base en la forma en que participaron en la discusión sobre el caso, como sucedió con los que aquí denomino “aliados de Paulina”, o los agentes gubernamentales del estado de Baja California. Esa agrupación dio como resultado una lista más pequeña que reproduzco a continuación. Cabe señalar que los actores de la lista están enunciados tal y como aparecieron nombrados en los titulares, por lo que pueden darse aparentes duplicidades como que se enuncie por un lado a los “intelectuales” y más adelante a los escritores Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis. En algunos casos se anotan algunos datos entre corchetes para ubicar con más precisión a los actores. • • • • •
Paulina Isaac [hijo de Paulina] Familiares de Paulina [padres, mamá] Socorro Maya, abogada de Paulina Personas y grupos que hablan a favor de Paulina Intelectuales Pescador Osuna [Secretario de Educación] Grupos ciudadanos [comunicadoras, profesionistas fronterizos, Federación de Abogados de Mexicali]
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Organizaciones feministas [Alaíde Foppa, Diversa, GIRE, SIPAM, Católicas por el Derecho a Decidir] Elena Poniatowska Carlos Monsiváis José Antonio González Fernández, Secretario de Salud
Hospital / Gobierno de BC / Gobernador de BC Autoridades, funcionarios, los médicos Juez que ordena practicar el aborto Procurador de justicia de BC, Juan Manuel Salazar Pimentel Carlos Salas Aceves, Director de Control y evaluación Gubernamental de BC Secretario de Salud de BC, Carlos Astorga Othón La Iglesia católica y sus representantes El Partido Acción Nacional y sus miembros Pro Vida y organizaciones afines Partidos de izquierda [PRD, PT, PDS] Diputados del Congreso de Baja California Diputados PRI, PRD, PT en Guanajuato Juan Carlos Romero Hicks, gobernador de Guanajuato Candidato del PRI a la presidencia, Francisco Labastida Ochoa El Estado e instancias gubernamentales Federico García Estrada, Procurador de los Derechos Humanos de BC / La Comisión local de Derechos Humanos La Comisión Nacional de Derechos Humanos Instancias internacionales [Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Organización de las Naciones Unidas) Este segundo listado seguía incluyendo a todos los actores sin tomar en cuenta su
frecuencia de aparición, por lo que el paso siguiente consistió en seleccionar a quienes habían aparecido con mayor frecuencia y descartar a los actores que tuvieran menos de diez apariciones en los encabezados. De esta manera, la lista se redujo considerablemente y el resultado fue el siguiente:
• • • • • • • • •
Paulina Isaac, hijo de Paulina Personas y grupos que hablan a favor de Paulina Hospital / Gobierno de BC / Gobernador de BC La Iglesia católica y sus representantes El Partido Acción Nacional y sus miembros Provida y organizaciones afines Partidos de izquierda (PRD, PT, PDS) Las comisiones local y nacional de derechos humanos
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De esta lista decidí descartar a dos actores por considerar que no resultan relevantes para la comprensión del caso: los representantes de partidos de izquierda, porque sus titulares aludían al aborto en general o a la coyuntura de Guanajuato, pero casi no hablaban del caso Paulina; y también Isaac, el hijo de Paulina, que fue nombrado en 17 ocasiones, pero por su corta edad no se puede decir que haya podido desempeñarse como un actor propiamente dicho, ya que no contaba aún con la capacidad para manifestarse o intervenir en lo que estaba pasando. A partir de estos procedimientos decidí centrar el análisis en los siguientes actores: 1. Paulina 2. Aliados de Paulina 3. Funcionarios de Baja California involucrados en el caso 4. Jerarquía de la Iglesia Católica 5. Partido Acción Nacional 6. Provida 7. Comisiones local y nacional de derechos humanos Con base en el conflicto que generó el caso, es decir, el hecho de si Paulina debía o no haber tenido el aborto, dividí a estos actores en dos grupos que pueden verse incluso como “bandos” claramente delimitados porque se enfrentaron en la prensa por tener apreciaciones totalmente opuestas del problema. Así pues, la conformación de cada grupo fue la siguiente: Grupo 1:
formado por quienes estaban de acuerdo con que Paulina debió tener el aborto que solicitó, es decir, Paulina misma, su familia y quienes les apoyaron a denunciar que el aborto no tuvo lugar debido a la intervención de las autoridades de salud locales.
Grupo 2: formado por quienes consideraron que la adolescente no debía interrumpir el embarazo aunque ella misma lo hubiera solicitado, aunque el embarazo fuera producto de la violación y estuviera aceptado por ley, es decir, por los funcionarios de Baja California que negaron el aborto, la jerarquía de Iglesia católica, varios miembros del PAN y la Asociación Provida. Las comisiones de derechos humanos quedaron fuera de estos grupos debido a que ambos grupos las reconocieron como un actor imparcial y porque en realidad no participaron
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del debate en los medios sino que sus únicas intervenciones fueron para emitir dos recomendaciones a favor de Paulina. La cantidad de encabezados por cada actor y por cada grupo pueden verse en el cuadro siguiente: Actores y número de titulares en que aparecen nombrados Grupo 1 nacional
local
Paulina
107
117
Aliados de Paulina
62
81
Total del grupo
169
188
Funcionarios involucrados en el caso
70
107
Jerarquía de la Iglesia Católica
35
21
Partido Acción Nacional
47
12
Provida
13
8
Total del grupo
165
148
Comisiones de Derechos Humanos
22
16
Grupo 2
B. Criterios del análisis Para entender cómo fueron construidos los actores del “caso Paulina” en la prensa local y nacional recurrí a diversas estrategias que describo a continuación: 1. Analizar la manera en que cada actor fue nombrado. Para ello detecté y estudié las formas léxicas que utilizó la prensa para referirse a las personas involucradas en el caso. En ocasiones encontré cadenas de equivalencias, es decir, formas distintas de aludir al mismo actor, por lo que en el caso de Paulina y los funcionarios de Baja California involucrados hice un análisis de dichas cadenas. Cada actor fue nombrado de formas específicas que dependían de los rasgos que la prensa deseaba resaltar, es decir, de lo que la prensa eligió para comunicar una imagen del actor. Por ejemplo, al hablar de Paulina la prensa subrayó su edad, el hecho de que fue violada sexualmente y que daría a luz porque le negaron el aborto. En cambio, para referirse
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a las personas que le impidieron interrumpir el embarazo, la prensa prefirió subrayar su filiación partidista o religiosa y, además, en la mayoría de los titulares las personas responsables del caso quedaron sumidas bajo la frase “gobierno de Baja California”. Las fórmulas para nombrar a cada persona son centrales en la construcción de actores dentro de la prensa, pues precisamente es con esas palabras se comienza a construir la imagen que se quiere comunicar de cada actor. 2. Analizar las acciones que la prensa resaltó en los titulares en relación con cada persona u organización. Los actores se construyeron no sólo con base en la forma en que son nombrados y descritos sino también en relación con la descripción y evaluación que se hace de sus acciones. Si las autoridades de Baja California negaron un aborto legal, esto podía haber sido interpretado de distintas maneras, pero debido a que el embarazo de Paulina fue resultado de una violación, la prensa presentó casi unánimemente como algo negativo que le hayan impedido abortar. Por otro lado, las personas y grupos que se declararon a favor de que Paulina tuviera el aborto y, cuando ya no fue posible acceder al aborto, a favor de que se castigara a quienes negaron el aborto, hicieron declaraciones de apoyo, demandas, solicitudes de juicio, etc., que fueron también subrayadas por la prensa, lo que invistió a los aliados de paulina con una autoridad moral que le fue negada a los funcionarios de Mexicali. 3. Analizar las posibilidades de acceso a los medios de comunicación de cada uno de los actores, con el fin de ubicar a cada actor en relación con el poder (socioeconómico o político) que tiene o puede ejercer. Como se dijo en la primera parte de este trabajo, diversos autores han planteado y demostrado que el poder social está en relación directa con la capacidad de acceso a los medios de comunicación. En esta ocasión, Paulina contaba con menos posibilidades de hacer llegar sus declaraciones a los medios de comunicación que las autoridades de Mexicali, pero algunos grupos de mujeres con mayor poder que Paulina, pero quizá menor que las autoridades mexicalenses, dieron a conocer el caso a la prensa de circulación nacional y así la historia literalmente “ganó los titulares” de los periódicos. A diferencia de Paulina y sus aliados, la Jerarquía de la Iglesia Católica (en adelante JIC) y el Partido Acción Nacional (PAN) al que pertenecen las personas que negaron el aborto, son actores sociales que cuentan con mucho mayor acceso a los medios de comunicación masiva. De hecho, la JIC es un actor casi omnipresente en los medios de comunicación mexicanos, sobre todo, en la prensa escrita.
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4. Ubicar el poder enunciativo atribuido a cada actor. Se trató de intentar averiguar el valor que la prensa atribuyó a las palabras de cada actor cuando las notas daban cuenta de actos discursivos, pues al tratarse de personas con diferentes adscripciones institucionales —algunas incluso no tenían ninguna— y con puntos de vista opuestos, cada uno debía contar con determinados elementos simbólicos que dieran fuerza a su participación en este debate. Como veremos, la fuerza de las declaraciones de cada actor procede de distintas fuentes: las palabras de algunos actores eran retomadas por su posición dentro del marco institucional al que estaban adscritos como en el caso de las autoridades de Baja California; pero las palabras de otros actores, como los aliados de Paulina, eran reproducidas más por su valor moral que por tener peso institucional.
Hubo, además, otros procedimientos generales que me guiaron en la realización de este análisis tales como: revisar la frecuencia de las intervenciones o la mención de tópicos o palabras específicas. También me interesé por detectar si en esta coyuntura se acuñaron nuevas expresiones y reflexionar acerca de los significados de palabras que se utilizaron como sinónimos. Es importante señalar que en un principio intenté acercarme de la misma forma a todos los actores, pero en el camino me fui dando cuenta que el contenido de los titulares de cada actor me iba señalando los caminos por los cuales podría abordar al actor en cuestión. Esto explica por qué no analizo los mismos aspectos en todos los actores, ya que se trata de sujetos sociales muy distintos que, además, participaron en esta coyuntura de manera también desigual. A lo largo de todo el análisis tuve siempre presente que cada actor cuenta con una historia particular que condicionaba sus motivaciones para figurar como actor en esta coyuntura. Por ejemplo, la presencia de la JIC en el debate se debe a su negativa sistemática a aceptar el aborto bajo cualquier circunstancia, pero también al hecho de que desde hace varias décadas ha insistido en que se trata de un tema que no debe siquiera discutirse. En contraste, los aliados de Paulina veían en el caso de la joven un asunto de justicia y cumplimiento de la ley, ya que el aborto de Paulina habría podido ser totalmente legítimo en el marco de derecho vigente.
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C. Análisis por actor Actores del Grupo 1 Paulina 1. Paulina: su edad De todas las características que tanto la prensa local como la nacional pudieron elegir para hablar de Paulina, la edad resultó ser uno de los elementos con más menciones en los encabezados. En éstos no se dice, por ejemplo, que Paulina era una estudiante de secundaria, que había migrado con su familia desde Oaxaca, que era de escasos recursos; en cambio, sí hay menciones reiteradas de su minoría de edad. De los 107 titulares que hablan de Paulina en la prensa nacional, 23 (poco más de la quinta parte) aluden de alguna forma a su edad. En la prensa local la cifra de menciones a la edad de Paulina fue menor: 14 de los 117 titulares que se referían a Paulina, es decir, 12% del total. Estas alusiones se presentan más en los encabezados publicados durante los primeros meses, aunque se utilizó todavía en algunos titulares posteriores. Al principio, la prensa resaltó el hecho de que Paulina era una “menor” de edad, una “adolescente”, a la que algunos llegaron a llamar “niña”, en contraste con quienes prefirieron referirse a ella como “joven”. Este dato, que ahora resulta obvio, fue justamente uno de los que contribuyeron en mayor medida a llamar la atención hacia el caso, pues en términos de comunicación resulta muy conmovedor el hecho de que “una menor” de edad haya sido violada sexualmente y, más aún, si a consecuencia de la violación queda embarazada. Las menciones a la edad de Paulina aparecen en distintos lugares dentro de los encabezados, aunque Paulina ocupa casi siempre el lugar del “paciente”, es decir, el lugar de quien recibe la acción principal, como puede verse enseguida:
Encabezado Historia de una niñez truncada
Fecha 14 de abril de 2000
Folio 57 L
A Paulina, Niña-Mártir y Madre-Mártir
Periódico La crónica de Baja California la voz de la frontera
16 de abril de 2000
88
L
Una violación y prejuicios harán mamá a una menor
La Jornada
6 de marzo de 2000
3
N
Nace el bebé de Paulina, la niña de 14 años violada en Mexicali
El Heraldo
15 de abril de 2000
36
N
Joven sacrificada por el PAN
La Jornada
17 de abril de 2000
66
N
59
A pesar de que existen diferencias de significado entre las palabras que la prensa eligió para señalar la edad de Paulina, es hasta cierto punto comprensible que haya usado indistintamente “niña”, “menor”, “adolescente” y “joven”, ya que Paulina tenía 13 años al momento de la violación y 14 al dar a luz a su hijo, es decir, se encontraba en la adolescencia, etapa de tránsito de niña a adulta. Además, en el habla cotidiana se tiende a llamar “niños” a los adolescentes, sobre todo cuando se quiere señalar su falta de experiencia, su inocencia o candidez. El Diccionario de uso del español de María Moliner define la adolescencia casi igual que la juventud. Apunta que la adolescencia es la “edad del tránsito de la niñez a la edad adulta”, y la juventud, la “edad en que se es joven, entre la niñez y la madurez”. Por otro lado, las Naciones Unidas clasifica como “niños” a las personas hasta los 18 años de edad (United Nations 1989), y la Organización Mundial de la Salud define a los adolescentes como personas entre los 12 y 19 años. Frente a este panorama se puede decir que Paulina, efectivamente, podía ser calificada como “niña”, “menor”, “adolescente” y “joven”, sin faltar a ninguna de las definiciones anteriores. Pero una niña embarazada no deja de ser un fenómeno bastante extraño. De hecho, cuando la prensa da cuenta de otros embarazos de chicas menores de edad no habla de “embarazo infantil” ni “embarazo en menores de edad”, y mucho menos de “embarazo juvenil”, sino precisamente de “embarazo adolescente”. Con toda esta información, sigue pendiente la pregunta de ¿por qué la edad de Paulina fue tan subrayada por la prensa? La respuesta no debe buscarse únicamente en la violación, ya que la edad de las mujeres violadas no suele llamar la atención de la prensa, o no al grado de ponerla en los titulares, salvo cuando se trata de criaturas muy pequeñas. Por esto me interesa desarrollar la hipótesis de que la mención reiterada de la edad de Paulina tiene que ver más con en el hecho de que solicitó un aborto. Esta suposición está apoyada en algunos de los hallazgos de Celeste Michel Condit en su análisis sobre la retórica del aborto en los Estados Unidos. Esta investigadora encontró que en la primera mitad de los años sesenta el aborto no había sido “articulado” en público como una necesidad de las mujeres, por lo que la prensa optó por presentar casos de mujeres “buenas” (es decir, casadas o con hijos), que acudían al aborto por causas ajenas a ellas como violación, enfermedades genéticas o congénitas, etc., o porque, dada una apremiante situación de salud o económica, el aborto se presentaba como la mejor opción (Condit 1990: 25-27). De esta forma, la prensa se apoyó en los valores existentes acerca de la maternidad y la familia, antes que atacarlos y, paradójicamente, con ello sentó las bases para poder hablar de un tema que atentaba contra los valores familiares de esa época. En México, desde hace algunas décadas el aborto ha comenzado a ser “articulado” como una
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necesidad y demanda de algunos grupos de mujeres, sobre todo de los grupos feministas, pero en términos de comunicación masiva, un caso como el de Paulina, donde la mujer acude al aborto por motivos que están más allá de su voluntad, puede ser visto como una oportunidad para comunicar la demanda del aborto porque permite hablar del problema (articularlo públicamente) sin atentar contra las ideas, juicios y valores que aún prevalecen en nuestro país sobre este tema. La importancia de insistir en la edad de Paulina radicó entonces en la inocencia o, al menos, ausencia de malos propósitos que se atribuye a los menores de edad. Y aquí es necesario volver a la diferencias de significado, ya que algunos de los sinónimos posibles de la palabra “niño”, son justamente: “inocente” o “ángel”. Estos sinónimos están presentes en nuestra memoria al leer un encabezado como: “Llevarían ante la CIDH el caso de la menor a la que se le impidió abortar” (La Jornada, 20 de abril de 2000). En un país donde el aborto está permitido sólo en determinadas circunstancias, la prensa quiso dejar claro que esa “menor a la que se le impidió abortar” pidió tener un aborto por razones que lo justificaban plenamente y, a pesar de ello, “se le impidió” interrumpir ese embarazo. La ausencia de malos propósitos de Paulina al buscar el aborto fue señalada al insistir en su edad y qué mejor forma de hacerlo que llamándola “niña”, ya que la inocencia no se asocia tan fácilmente a palabras como “adolescente” o “joven”. Dos encabezados aparecidos en revistas semanales de análisis político parecen mostrar que incluso la misma Paulina tuvo conciencia de la fuerza que tenía su edad ante la opinión pública y como herramienta para defender la legitimidad del aborto que quería. Los dos titulares reproducen declaraciones de la adolescente, aunque el primero no lo indica: Encabezado
Revista
Fecha
Cambié mis muñecas por el bebé
Proceso
7 de mayo de 2000
Paulina: Quiero a Isaac como hermano no como hijo
Semanario Mayor
2 de agosto de 2000
Folio 98 N 260 L
Estos encabezados son de los más impactantes en términos simbólicos ya que expresan la voz de la víctima señalando la injusticia a la que fue sometida. La primera cita manifiesta la indignación de una chica que es consciente de que estaba dejando la infancia (representada por las “muñecas”) en el momento en que resulta embarazada por la fuerza y, al negarle el aborto, le imponen la maternidad, es decir, cargan sobre ella la responsabilidad de un “bebé” que ella no deseó ni soñó tener. La expresión completa es una metáfora, pues es obvio que la acción de “cambiar” las muñecas por el bebé no pudo haber sucedido así en la realidad, pero justamente este manejo permite imaginar la violencia que implicó la negación del aborto.
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La segunda declaración confirma la primera, pues, como Paulina no estaba en edad de ser madre, no puede querer a su hijo sino “como hermano”.
2: Paulina: los hechos, la historia Los hechos que dieron forma a este caso eran demasiados para ser señalados todos dentro de los titulares. Se trataba del caso de una menor de edad que: 1) fue violada sexualmente, 2) quedó embarazada a raíz de la violación, 3) pidió tener un aborto, 4) le negaron el aborto las autoridades de Baja California y, finalmente, 5) dio a luz a un hijo. Así, la prensa seleccionó algunos de estos sucesos para armar con ellos los primeros titulares, es decir, los que se publicaron hasta a mediados de abril del año 2000. El resultado fue que algunos de estos sucesos aparecieron con mayor frecuencia que otros dentro de los encabezados. Los mencionados con mayor frecuencia son: 1) que fue violada (aparece 13 veces en la prensa nacional y 12 en la prensa local), 4) que le impidieron tener un aborto (en la prensa nacional se habla de ello en 13 titulares; en la local en 20), y 5) que dio a luz un hijo (lo afirman 13 titulares nacionales y 19 locales). Los hechos 2) y 3), casi no se mencionan debido a que se explican gracias al resto de la información que sí aparece. Al parecer, el conocimiento de estos hechos se da por sentado. La mayoría de los titulares no explican, por ejemplo, que Paulina quedó embarazada a raíz de la violación pues al decir que fue violada y que dará a luz suponen que el lector asociará el embarazo con la violación. Esto es posible gracias a que los lectores cuentan siempre con una buena cantidad de “información pragmática”, que se refiere al “conjunto de conocimientos, creencias, supuestos, opiniones y sentimientos” respecto al mundo que les rodea. Pero esta información no es completamente subjetiva, sino que buena parte de ella es compartida socialmente con los otros hablantes de la misma lengua (Escandell 1996: 31). Grice encontró que la existencia de esta información permite que los mensajes comuniquen mucho más de lo que dicen literalmente, pues “lo que se dice corresponde
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básicamente al contenido proposicional del enunciado, tal y como se entiende desde el punto de vista lógico, y es evaluable en una lógica de tipo veritativo-condicional”. En cambio, “lo que se comunica es toda la información que se transmite con el enunciado, pero que es diferente de su contenido proposicional”, por lo que se trata de un contenido que está implícito en el mensaje y que el receptor debe descifrar con la información pragmática que posee de antemano (Escandell 1996: 80). Los diarios se apoyan mucho en la existencia de la información pragmática para lograr la economía de palabras que demanda el medio mismo, más aún cuando se trata de formular titulares. Con el fin de entender mejor cómo funciona la información pragmática pongamos el ejemplo siguiente: Encabezado
Periódico
Fecha
Nació el bebé de Paulina a quien no se le permitió que abortara
Excélsior
15 de abril de 2000
Folio 41 N
Visto con detenimiento, este encabezado sólo tiene sentido si los lectores saben previamente que Paulina fue violada y quedó embarazada a raíz de este suceso. Lo mismo sucedió con el hecho de haber solicitado el aborto, pues en los titulares donde se menciona que le negaron el aborto, se da por sentado que el lector entiende que Paulina lo solicitó y luego le fue negado. Estas reflexiones podrían resultar muy simples, pero no lo son debido a que estos mecanismos, con toda su sencillez, funcionan día con día durante la lectura del periódico. Imaginemos que el titular anterior fuera publicado en un lugar donde nadie ha sido informado acerca de quién es Paulina ni quién le impidió abortar. Sin duda, el encabezado carecería totalmente de sentido. Por otro lado, al mencionar de una u otra forma que Paulina fue violada, que daría a luz y que le negaron tener un aborto, los encabezados hicieron algo más que enumerar, señalar o dar cuenta de estos hechos, ya que al mencionarlos, los titulares fueron también narrando una historia. Esto se comprueba al leerlos de corrido, capturados todos en una base de datos. Vistos así, sin el cuerpo del texto que los acompañó, es también posible acceder a una secuencia narrativa completa que puede resumirse como sigue: Paulina es una menor de edad que fue violada sexualmente y quedó embarazada a raíz de la violación. Ella solicitó un aborto legal que le fue negado por las autoridades de Mexicali, por lo que, finalmente, dio a luz a un niño.
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A fuerza de repetición, esta secuencia quedó íntimamente ligada al nombre de Paulina, de manera tal que decir “Paulina” en los medios de comunicación mexicanos de abril a octubre de 2000, tanto a nivel nacional como dentro de la prensa local, equivalía a contar la historia resumida en el párrafo anterior. La asociación entre el nombre “Paulina” y esta secuencia narrativa provocó un efecto comunicativo importante: “Paulina” se volvió sinónimo de una historia. Este efecto fue crucial para que la prensa pudiera referirse a las secuelas del caso sin tener que repetir a cada momento las circunstancias que llevaron a Paulina a tener un hijo producto de la violación. Al tiempo que se daba a conocer esta secuencia narrativa acompañada del nombre “Paulina”, se empezaron a publicar titulares con la fórmula “caso Paulina”. Más adelante analizo cómo se usó el nombre “Paulina” y la expresión “caso Paulina” en los encabezados, pero por ahora quiero advertir que los hechos enumerados antes no fueron los únicos que la prensa señaló. A ellos hay que agregar los sucesos relativos a la defensa legal que promovieron la familia de Paulina y sus aliadas. Estos hechos pueden resumirse como sigue: •
Paulina y su familia demandaron legalmente a quienes resultaran responsables de haberle negado el aborto.
•
Dos grupos de mujeres de Mexicali presentaron una queja ante la Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana de Baja California, la cual emitió una recomendación a favor de Paulina.
•
El gobierno de Baja California se negó a aceptar dicha recomendación.
•
El caso fue llevado ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que volvió a fallar a favor de Paulina.
•
El gobierno de Baja California aceptó la recomendación de la CNDH, aunque con reservas.
También hubo reacciones de distintos grupos y personas, de los cuales dio cuenta la prensa, ya que: •
Esos grupos y personas apoyaron públicamente a Paulina y exigieron castigo para quienes resultaran responsable de haberle negado el aborto, y
•
otros grupos y actores sociales como la JIC y algunos miembros del PAN se aliaron con quienes negaron el aborto y los apoyaron públicamente.
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Debido a que en todas estas acciones están involucrados otros actores además de Paulina, las analizaré cuando hable del resto de ellos, pero antes es necesario terminar lo que corresponde a Paulina.
3. Paulina: el nombre, el “caso” Como señalé antes, en muy poco tiempo el nombre “Paulina” quedó unido firmemente a una secuencia narrativa, a una historia. Un movimiento que hizo posible esto fue la creación de cadenas de equivalencias entre el nombre "Paulina" y otras expresiones. En muchos titulares, sobre todo de los primeros meses, "Paulina" apareció acompañado de formulaciones que aludían a la violación o al aborto, como se ve en estos ejemplos: Encabezado
Periódico
Fecha
Nace el bebé de Paulina, la niña de 14 años violada en Mexicali
El Heraldo de México
15 de abril de 2000
Folio 36 N
Nació el bebé de Paulina a quien no se le permitió que abortara
Excélsior
15 de abril de 2000
41 N
Rechazan presiones de Pro Vida contra Paulina, la joven violada
La Jornada
15 de abril de 2000
43 N
Misiva de Paulina, la niña violada en BC
La Jornada
20 de julio de 2000
130 N
En estos titulares vemos que el nombre "Paulina" aparece ligado a fórmulas como "niña violada", o "joven violada" y en un caso junto a la expresión "a quien no se le permitió que abortara", todas las cuales pueden ser vistas como aposiciones. Esta asociación creó una especie de sinonimia entre el nombre "Paulina" y determinadas fórmulas que funcionaron como equivalentes. En esquema siguiente ilustra las equivalencias que usó la prensa junto con o en lugar del nombre de Paulina:
niña violada menor violada o menor que fue violada Paulina
joven violada niña embarazada por violación a quien no se le permitió que abortara madre-niña
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Estos equivalentes se usaron en otros titulares del mismo caso donde ni siquiera aparece el nombre "Paulina", pero sí uno o dos de los equivalentes, como se muestra en los ejemplos de abajo:
Encabezado Dio a luz una menor violada a quien se le negó el aborto
Periódico El Sol de México
Fecha 16 abril de 2000
Folio 52 N
Llevarían ante la CIDH el caso de la menor a la que se le impidió abortar
La Jornada
20 abril de 2000
80 N
Sin responsabilidad alguna, los médicos que negaron el aborto a una menor violada en Tijuana: Salas A. Nace bebé de niña violada
Excélsior
1 junio de 2000
108 N
La Crónica de Baja California
18 de abril de 2000
101 L
Debido a que el nombre “Paulina” contaba con la fuerza para evocar una historia, muchos encabezados usaron el nombre solo, ya sin las equivalencias, pero lo acompañaron de expresiones valorativas respecto a lo sucedido, como se ve en los ejemplos que siguen: Encabezado
Periódico
Fecha
¡Oh, Paulina!
la voz de la frontera
7 de abril de 2000
Folio 32 L
Paulina... ¡Ay Paulina!
la voz de la frontera
12 de abril de 2000
50 L
Paulina: víctima del fanatismo El viacrucis de Paulina
La Crónica de Baja California La Crónica
17 de abril de 2000 7 de abril de 2000
95 L 14 N
Paulina: la doble violencia
Reforma
14 de abril de 2000
35 N
El drama de Paulina
La Jornada
17 de abril de 2000
62 N
La otra violación de Paulina
Milenio diario
17 de abril de 2000
67 N
La eficacia de estos últimos titulares radica en su brevedad y contundencia, y ésta se debe con mucho al recurso de utilizar el nombre “Paulina” como resumen de la narración, con lo cual evitaron repetir la historia que en abril de 2000 ya era de dominio público. Pero, además, la contundencia de estos titulares estriba en la evaluación que hacen de la historia que cuenta dicho nombre. Se habla de una “segunda violación” o “doble violencia”, de “viacrucis”, “drama”, “tormenta” y “herida”, palabras, todas, que remiten a un campo semántico asociado con el dolor y el sufrimiento. Además, dos de los ejemplos acuden a las interjecciones “¡oh!” y “¡ay!” que se usan cuando ocurre algo inesperado, que provoca gran sorpresa y pesar, con lo que se manifestó que la historia de Paulina es una de esas que provocan grandes exclamaciones de tan dolorosas e increíbles. El extremo de este uso del “nombre-resumen-de-historia” fueron tres encabezados que simple y llanamente estaban formados por el nombre “Paulina” (Reforma, 8 de abril de 2000; El Sol de mediodía, 10 de abril de 2000; La Jornada, 23 a 26 de abril de 2000). Pero también
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aquél que decía: “Siento coraje: Paulina”. Aquí se usó el “nombre-resumen-de-historia” para expresar la indignación de la joven no sólo frente a su situación sino ante la ley que buscó castigar el aborto por violación en Guanajuato meses después de que ella dio a luz (La Crónica de Baja California, 10 de agosto de 2000). Un paso más que se dio en algunos titulares fue usar el nombre “Paulina” como sinónimo de una situación de injusticia que no debería repetirse, como se ve en los encabezado que siguen: Encabezado
Periódico
Fecha
Hay más Paulinas No más Paulinas
La Crónica de Baja California Reforma
15 de abril de 2000 15 de abril de 2000
Folio 69 L 47 N
En todos estos casos se acudió a la figura retórica conocida como antonomasia, que consiste en tomar un nombre propio y transformarlo en genérico. El nombre de la adolescente Paulina se extiende a todas aquellas mujeres que estén en riesgo de no tener un aborto por violación. Pero para que la antonomasia funcione es necesario que el nombre propio al que se acude sea conocido por los receptores del mensaje, ya que de lo contrario el uso de esta figura retórica carece de sentido. Una muestra de ello la ofrece precisamente el ejemplo al que acuden varios diccionarios para explicar qué es la antonomasia (Beristáin, 1994: 465 y Moliner, 1990: 168). El ejemplo dice: “es un Demóstenes”, frase que se usaba para referirse a una persona muy elocuente para destacar sus habilidades como orador, aunque en la actualidad hay tan poca gente que sabe quién fue Demóstenes, que pocos están en posibilidades de entender la expresión. Así pues, decir que el nombre “Paulina” fue utilizado como símbolo de la injusticia por antonomasia no es un hecho menor, ya que esto significa que los autores de los titulares anteriores sabían que “Paulina” sería un nombre reconocido inmediatamente por los lectores y, además, que no los conduciría al error; es decir, no llevaría a pensar en la cantante de música pop “Paulina Rubio” o en el “huracán Paulina”, por ejemplo. Otro fenómeno interesante que arroja el análisis es que para dar cuenta de lo que ocurrió con esta adolescente la prensa acuñó rápidamente la expresión “caso Paulina”. En los diarios locales aparece esta fórmula en el mes de marzo y en los nacionales sucede a principios de abril, cuando se registra una gran cantidad de notas sobre el tema. Después, la expresión “caso Paulina” se usó con bastante frecuencia. La cuarta parte de los titulares nacionales que aluden a Paulina la contienen y en los titulares locales 41% se refirió al asunto como un “caso”.
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Pero, ¿por qué la prensa estableció que lo de Paulina era un caso? Además de la tendencia periodística a la utilizar un léxico asociado con lo policiaco, la historia de Paulina se prestaba a un tratamiento de “caso” no sólo en términos periodísticos, sino también en los sentidos que exploraremos a continuación. El Diccionario del español actual de Manuel Seco registra cuatro acepciones para la palabra “caso”, las cuales coinciden con el uso que se hizo de este vocablo en la prensa. El “caso Paulina”, lo fue entonces porque se trató de: 1) una “ocasión o coyuntura. Eventualidad o situación posible”, 2) una “situación particular o conjunto de circunstancias particulares”, 3) un “sucedido o acontecimiento. Suceso o asunto que es objeto de una investigación”, y también 4) una “realización individual de un fenómeno más o menos general”. Hay que hacer notar que la mayor parte de los titulares donde aparece la construcción “caso Paulina” hablan del proceso legal y de quienes negaron el aborto, así como de la defensa social que distintos grupos y personas hicieron de la menor. Precisamente por ello se utilizó con más frecuencia después de que Paulina dio a luz, cuando la prensa abandonó el tono conmovedor de las notas del mes de abril y se limitó a seguir el desarrollo legal del caso. 4. Paulina: la víctima Aunque no cabe duda de que el papel que le tocó jugar a Paulina en esta coyuntura fue el de víctima, es importante señalar que la prensa la reconoció como tal por haber sido violada pero, sobre todo, porque le impidieron tener un aborto. Un primer recurso que se utilizó para presentar a los lectores a Paulina como una víctima fue el de colocar su nombre o uno de los equivalentes que vimos antes en el lugar del paciente, es decir, de “la entidad que está afectada por la acción del verbo”,3 como puede verse en los ejemplos siguientes:
Encabezado Historia de una niñez truncada
Fecha 14 de abril de 2000
Folio 57 L
A Paulina, Niña-Mártir y Madre-Mártir
Periódico La crónica de Baja California la voz de la frontera
16 de abril de 2000
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Irregularidades y negligencia en el caso de una menor violada
La Jornada
25 de enero de 2000
2 N
Una violación y prejuicios harán mamá a una menor
La Jornada
6 de marzo de 2000
3 N
3
L
En lingüística se utilizan los términos “paciente”, “destinatario” y "afectado" para "aludir a la entidad que no provoca el acontecimiento que denota el verbo, pero que está implicada de alguna otra forma". (Crystal 2000: 39).
68
Nació el bebé de Paulina a quien no se le permitió que abortara
Excélsior
15 de abril de 2000
41 N
Joven sacrificada por el PAN
La Jornada
17 de abril de 2000
66 N
Ésta es la forma tradicional de ubicar a quienes son afectados por un acto injusto, pues las víctimas son, por definición, personas sobre las cuales se actúa o se lleva a cabo una acción u omisión. Manuel Seco, en su Diccionario del español actual define como víctima a la “persona que resulta muerta o dañada por alguien o algo”. El Diccionario de uso del español de María Moliner dice que una víctima es una “persona o animal que sufre daño o resulta perjudicado por cualquier acción o suceso”. Pero en abril, cuando nació Isaac, el hijo de Paulina, presenciamos un cambio en este tratamiento. En este mes Paulina pasó a ocupar el lugar del “agente”, es decir, de quien realiza la acción principal, pues fue ella quien “dio a luz” a la criatura, como consignaron diversos encabezados: Encabezado Paulina dará a luz contra su voluntad
Periódico El Universal
Fecha 11 de abril de 2000
Folio 23 N
Paulina parirá hoy por cesárea el producto de una violación
La Jornada
14 de abril de 2000
34 N
Da a luz a su bebé la menor Paulina
El Sol de México
15 de abril de 2000
37 N
Paulina dio a luz a un bebé sano de 3 kilos 600 gramos
El Universal
15 de abril de 2000
39 N
La menor que fue violada dio a luz a un niño; se llamará Isaac
La Jornada
15 de abril de 2000
44 N
Dio a luz una menor violada a quien se le negó el aborto
El Sol de México
16 de abril de 2000
52 N
Paulina dio a luz el sábado un varón; ambos, estables de salud
La Jornada
17 de abril de 2000
63 N
Que Paulina haya sido puesta en el lugar del "agente" no afectó para nada el hecho de que siguiera jugando el papel de víctima (precisamente dio a luz porque le negaron el aborto). Esto significa que el sitio gramatical que ocupa un sujeto dentro de una oración puede contribuir a indicar el papel que juega dicho sujeto dentro de un conjunto de relaciones, pero nunca es definitivo ni determinante, ya que las víctimas pueden pasar de ser "pacientes" a "agentes", sin abandonar el lugar de víctimas, como puede verse en el ejemplo que sigue: Encabezado La menor que fue violada dio a luz a un niño; se llamará Isaac
Periódico La Jornada
Fecha 15 de abril de 2000
Folio 44 N
En este titular Paulina aparece como paciente en "La menor que fue violada", y como agente en "dio a luz". Algo que contribuyó a afianzar a Paulina en el sitio de víctima fueron las opiniones de la prensa sobre lo que había sucedido. A lo largo de todo el periodo que abarcó mi corpus, más de la cuarta parte (27%) de los titulares nacionales que se refieren a Paulina contienen
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expresiones con las que se comunica un juicio, un parecer o una evaluación respecto al caso. Este hecho es llamativo porque la mayoría de esos titulares corresponden a notas informativas, que se definen como más “objetivas”, y no siempre pertenecen al género de opinión que se considera claramente “subjetivo”. Las evaluaciones que hizo la prensa del caso Paulina se hicieron manifiestas a través de calificaciones como “falta muy grave”, “doble violencia”, pero también se decía que Paulina fue “víctima”, que vivió un “viacrucis”, un “drama”, una “tragedia”; que fue víctima de “prejuicios” y del “fanatismo”; que lo que le hicieron fue “inmoral”, o que en su caso hubo “negligencia” e “irregularidades”, etcétera. Algunos de los titulares que presentaron esta clase de juicios fueron: Encabezado Historia de una niñez truncada
Género periodístico informativa
Fecha
Irregularidades y negligencia en el caso de una menor violada informativa Una violación y prejuicios harán mamá a una menor informativa
Periódico o revista La Crónica de Baja California La Crónica de Baja California la voz de la frontera La Crónica de Baja California la voz de la frontera La Jornada La Jornada
La privacidad hecha añicos
opinión
Violó la ley el estado en el Caso Paulina
informativa
Paulina: víctima del fanatismo
opinión
Paulina.- Cronología de una violación
informativa
Folio
Paulina: la doble violencia
informativa
Reforma
14 de abril, 2000
35 N
Se cometió una falta muy grave con la niña Paulina, afirma Pescador Osuna Paulina: ¿existe la moral?
informativa
La Crónica
15 de abril, 2000
42 N
opinión
La Jornada
19 de abril, 2000
77 N
Caso Paulina: violación a su derecho
informativa
Reforma
8 de agosto, 2000
167 N
Historia de engaño e impunidad
informativa
El Universal
27 de sept., 2000
274 N
La tragedia de Paulina vista por Elena
informativa
El Sol de México
2 de octubre, 2000
290 N
14 de abril de 2000
57 L
14 de abril de 2000
62 L
15 de abril de 2000
74 L
17 de abril de 2000
95 L
22 de mayo de 2000
212 L
25 de enero, 2000 6 de marzo, 2000
2 N 3 N
Como puede verse, no existen grandes diferencias entre los juicios de valor que hacen los titulares de notas informativas y las de opinión. Tanto en unos como en otros hay adjetivos calificativos, valoraciones e incluso metáforas. El editorial titulado: “Paulina ¿existe la moral?” no se distingue mucho de la nota informativa que lleva por cabeza: “La herida de Paulina”. Incluso, algunos de los titulares con mayor fuerza valorativa corresponden precisamente a notas informativas que, se supone, se definen por la ausencia de valoraciones respecto a los hechos. Lo que podemos concluir acerca de que buena parte de las notas incluyen juicios de valor en el tratamiento de este caso es que la prensa denostó de forma casi unánime el que se le hubiera negado el aborto a Paulina. Detrás de este rechazo generalizado estaba la percepción de que el aborto que solicitó Paulina era totalmente legítimo y que haberlo negado
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fue un hecho injusto. Más adelante veremos que ésta es una de las novedades en la discusión sobre el aborto en México. 5. Paulina: la denunciante El caso Paulina podía haber terminado con la presentación de los hechos si no hubiera sido porque la adolescente y su familia iniciaron procesos legales en contra de las personas que impidieron la interrupción del embarazo. Esto, aunado a las denuncias presentadas por grupos de mujeres ante las comisiones de derechos humanos a nivel local y nacional, generó material para que la prensa contara con información del caso durante el periodo que va del parto hasta el mes de junio, en el que el número de notas había descendido rápidamente. Aunque en el proceso legal de este caso hubo otros actores sociales sobresalientes como se verá, Paulina fue, en última instancia, la denunciante fundamental. Si bien ella fue a quien los funcionarios negaron el aborto, fue también ella, con el apoyo de su familia y los aliados, quien llevó su queja frente a distintas autoridades e instancias legales con dos objetivos claramente delimitados: que se castigara a quien resultase responsable de haberle negado el aborto y obtener la reparación del daño. Esta fue una actitud excepcional, ya que Paulina estuvo dispuesta a presentar no una, sino varias denuncias. Primero denunció la violación, que es uno de los delitos con mayor subregistro debido a que pocas mujeres lo reportan, luego denunció que en el Hospital General le negaron el aborto y eso la llevó a comparecer en varias ocasiones: su abogada inició procesos legales por la vía civil y penal, y los grupos de mujeres llevaron el caso ante dos comisiones de derechos humanos: la local y la nacional. Por último, cuando en el mes de agosto los legisladores panistas de Guanajuato aprobaron penar el aborto por violación, Paulina declaró a la prensa que se trataba de una medida injusta para las mujeres. Aunque no todos estos hechos fueron registrados por la prensa, hubo varios titulares que dieron cuenta de la actitud denunciante de Paulina, como se ve enseguida: Encabezado Denuncia Paulina a gobierno de BC
Periódico Reforma
Fecha 1 de agosto de 2000
Folio 135 N
Demanda Paulina a quien le impidió abortar
Proceso
6 de agosto de 2000
148 N
Declara Paulina ante MP
La Crónica de Baja California la voz de la frontera
7 de abril de 2000
31 L
7 de abril de 2000
33 L
Ratifica [Paulina] denuncia contra el Procurador del Estado
En los encabezados anteriores Paulina aparece enfrentada directamente a los funcionarios del gobierno de Baja California. Más adelante explicaré cómo la fórmula “a quien le
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impidió abortar” es, en este caso, sinónimo del gobierno mencionado, pero lo que llama la atención aquí es la gran asimetría de poder entre los actores que se enfrentan ya que lo que dicen estos titulares es que una adolescente de 14 años, proveniente de una familia de escasos recursos y que
recientemente
había
sido
violada, estaba
denunciando
al aparato
gubernamental de un estado por haberle negado un servicio de salud. Y como ese servicio es legal y debió haber sido provisto por el gobierno, Paulina ganó autoridad moral dentro de la prensa, al tiempo que mermaba, al menos de forma simbólica, la autoridad del gobierno al que estaba denunciando. Una muestra clara de la autoridad moral que adquirió Paulina en su lucha contra el gobierno bajacaliforniano se dio en agosto, cuando distintos diarios buscaron la opinión de la adolescente respecto a la ley aprobada por los legisladores panistas en Guanajuato. Varios medios vieron en Paulina una hablante autorizada sobre el tema, ya que la experiencia que había vivido la convirtió en una referencia obligada debido a que su caso estaba todavía fresco en la memoria de los lectores. 6. Paulina: la militante Las declaraciones que Paulina hizo a la prensa aparecen poco en los encabezados, pero esto también sucede con el resto de los actores, por lo que la ausencia de declaraciones de Paulina no significa que la prensa no le haya dado voz, pues se publicaron varias entrevistas y declaraciones de ella en los cuerpos de nota. Esto significa únicamente que en muy pocas ocasiones la prensa eligió las declaraciones de los actores para encabezar las notas. No obstante, hay varios titulares con las declaraciones de Paulina reproducidas casi siempre por medio de citas indirectas: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Pidió Paulina intervención de diputados No quiero más Paulinas en BC
la voz de la frontera Semanario Mayor
19 de mayo de 2000 24 de mayo de 2000
208 L 216 L
Paulina: Quiero a Isaac como hermano no como hijo
Semanario Mayor
2 de agosto de 2000
260 L
Siento coraje: Paulina Cambié mis muñecas por el bebé
La Crónica de Baja California Proceso
10 de agosto de 2000 7 de mayo de 2000
265 L 98 N
Ofrece Paulina apoyo contra ley antiaborto
El Universal
9 de agosto de 2000
170 N
Paulina, dispuesta a impugnar ley antiaborto
El Universal
9 de agosto de 2000
174 N
No es justo que metan a la cárcel a las mujeres: Paulina
Milenio diario
9 de agosto de 2000
179 N
Injusto que no se piense en las mujeres, dice Paulina
La Jornada
11 de agosto de 2000
187 N
[declara Paulina]
Los primeros titulares corresponden a la prensa local, que buscó entrevistar a Paulina antes que la nacional. En ellos se refleja el afán de la joven por luchar contra quien le negó el
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aborto y contra quienes busquen penar el aborto por violación, como sucedió en agosto de 2000 con los panistas en Guanajuato. El primer titular de la prensa local Paulina apela a la solidaridad de los diputados para con su causa. En el siguiente encabezado ella misma utiliza su nombre como genérico y en los otros dos expresa su enojo contra quienes se oponen al aborto por violación. Los encabezados de la prensa nacional corresponden a la coyuntura de agosto, cuando se desató la discusión sobre aborto en Guanajuato. En ese momento, la prensa acudió a Paulina como hablante autorizada para dar su opinión sobre la ley de Guanajuato, pero es importante observar que las palabras y formulaciones de Paulina son sobre este tema son “enunciables”, por decirlo de alguna manera, sólo si el hablante cuenta con la autoridad moral ella había ganado. El “apoyo” que Paulina “ofrece” contra la ley antiaborto es de tipo moral, pues debido a la escasez de sus recursos, era lo único que podía ofrecer, y esta declaración muestra que ella era consciente de la importancia de sus palabras. La autoridad moral adquirida y la conciencia de tenerla es la que le da fuerza a la “impugnación” que dice estar dispuesta a hacer contra la ley guanajuatense y a la calificación de dicha ley como “injusta”. Este análisis hemos permite ver cómo un actor social con muy escaso poder social como lo es Paulina, se convirtió —a través de la construcción que de ella hizo la prensa— en un actor clave con suficiente autoridad moral para enfrentarse al gobierno de Baja California, que actuó injustamente en contra de ella, y también a los legisladores de Guanajuato que, al pretender modificar la ley respecto al aborto, afectarían a otras mujeres.
Los aliados de Paulina 1. ¿Quiénes fueron los aliados de Paulina? Bajo el nombre de “aliados de Paulina” decidí agrupar a un conjunto heterogéneo de personas y grupos que durante esta coyuntura compartieron los siguientes objetivos: •
denunciar que a Paulina le habían negado un aborto legal,
•
demandar castigo para quienes impidieron la interrupción de su embarazo, y
•
exigir la reparación del daño causado por haberle negado el aborto (a través de un fideicomiso, un fondo, o de cualquier otra forma).
Pero no sólo eso, sino que, además:
73
•
hicieron público su compromiso y apoyo a Paulina con declaraciones en los medios de comunicación.
Esta última condición es esencial para el análisis que aquí se realiza porque hubo muchas personas que denunciaron la injusticia hacia Paulina, pero sus palabras no fueron recogidas por la prensa. Así pues, el micro universo de personas y grupos a las que aluden los titulares como gente que apoyó a Paulina estuvo formado por: •
Algunos funcionarios del gobierno federal, como el entonces Secretario de Salud, José Antonio González Fernández, o el Subsecretario de Población de la Secretaría de Gobernación, José Ángel Pescador Osuna.
•
Los diputados del PRI y el PRD del Congreso de Baja California e incluso algunos miembros del Partido Baja California y otro de Alianza por el Cambio en Mexicali.
•
32 intelectuales que en abril de 2000 firmaron un desplegado en favor de Paulina. Algunos de los firmantes fueron: Héctor Aguilar Camín, Carlos Fuentes, Ángeles Mastretta, Carlos Monsiváis, Cristina Pacheco, Sergio Pitol, Elena Poniatowska y Juan Villoro.
•
Socorro Maya, abogada de Paulina y quien fue su representante durante los procesos legales que se iniciaron.
•
Silvia Reséndiz, integrante del grupo Alaíde Foppa que denunció junto con Rebeca Maltos (de Diversa) el caso frente a la Comisión de Derechos Humanos local. Reséndiz recibió amenazas de excomunión por declarar que Paulina debió tener el aborto y después fungió como madrina en el bautizo de Isaac, el hijo de Paulina. Su relación con Paulina y su familia fue muy estrecha durante toda la discusión del caso en la prensa.
•
Integrantes de organizaciones feministas y organizaciones que trabajan por la despenalización del aborto, las más sobresalientes fueron: Alaíde Foppa y Diversa en Mexicali, GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida), SIPAM (Salud Integral para la Mujer) y Católicas por el Derecho a Decidir.
•
Otros grupos ciudadanos como Mujeres en los Medios de Comunicación, la Federación Estatal de Barras y Colegios de Abogados de Baja California, un grupo de 141 profesionistas fronterizos que enviaron una carta al diario La Jornada y la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos.
74
En el análisis del Grupo 2 veremos que quienes negaron el aborto contaron también con sus propios aliados, que fueron tres instituciones identificadas con la “ultraderecha” o la “derecha” a secas. Se trata de entidades con una larga historia como la Jerarquía de la Iglesia Católica (JIC), el Partido Acción Nacional (PAN) y la Asociación “Provida”, que aunque más joven, es bien conocida desde hace tres décadas por su postura contra el aborto, la anticoncepción y la educación sexual. A diferencia de ellos, la diversidad de los actores sociales que estuvieron con Paulina no permite ubicarlos fácilmente dentro de una sola entidad, pues, como puede verse en el listado de arriba, se trata de personas y organizaciones que se desenvuelven en ámbitos muy distintos de la vida política, económica y social del país. Incluso, algunos de estos actores (como las feministas y los funcionarios federales, o los diputados del PRI y el PRD) han llegado a ser antagónicos en otras coyunturas, pero en esta ocasión coincidieron en respaldar a Paulina, lo que resulta bastante significativo. En términos históricos y políticos esta coincidencia de actores sociales tan diferentes es una novedad, porque en coyunturas anteriores relacionadas con el aborto no se había visto a esta variedad de actores sociales pronunciarse a favor de una mujer que deseaba tener un aborto. De hecho, se trata del primer caso paradigmático sobre aborto en México, es decir, del primer caso en donde lo que se discute es sólo si la protagonista de la historia debería o no tener el aborto. En su análisis sobre cuatro coyunturas relativas al aborto, María Luisa Tarrés encontró que éste ha ido ocupando cada vez “mayor espacio en la prensa, pues aumenta el número de noticias dedicadas al tema en cada coyuntura, se involucran nuevos actores y los argumentos se diversifican, ya sea porque los agentes interesados comienzan a conocer la opinión pública, y se esfuerzan por influir en ella, ya sea porque la situación social y política permite encuadrarlos en discursos más amplios, como por ejemplo el de la ciudadanía de la mujer o la democratización de la sociedad” (Tarrés 1991: 159). Diez años después, el estudio de los titulares de prensa del caso Paulina confirma la aseveración anterior, ya que las cuatro coyunturas que analiza Tarrés alcanzan a sumar apenas un total de 278 notas periodísticas, mientras que el caso Paulina solo alcanzó las 306 notas. Esto significa que en las últimas tres décadas la atención de los diarios hacia el tema del aborto se ha incrementado considerablemente, pero
también que la opinión al respecto se ha
modificado, al grado tal que, en esta ocasión casi todos los diarios y los periodistas que escribieron en ellos se manifestaron a favor de Paulina y en contra de quienes le negaron el aborto.
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2. La autoridad moral de los aliados de Paulina A pesar de la diversidad de los aliados de Paulina, en los titulares que hablan de ellos puede verse que todos coincidían con alguno de los objetivos mencionados antes como vemos en los ejemplos que siguen:
Encabezado Acusa Alaíde Foppa al Director de HGM Ponen queja en la CDH contra el gobierno de AGA [Integrantes de Alaíde Foppa y Diversa en baja California] Demandan Juicio a los Responsables del Caso Paulina [padres de Paulina] Demandan Abogados Vigencia de Leyes en Baja California Un retroceso la intervención de la iglesia en el gobierno [Integrante de Mujeres por un Milenio Feminista]
Periódico la voz de la frontera La Crónica de Baja California la voz de la frontera
Fecha 17 de octubre de 1999 24 de marzo de 2000
Folio 5 L 20 L
14 de abril de 2000
64 L
la voz de la frontera la voz de la frontera
3 de mayo de 2000 13 de mayo de 2000
178 L 199 L
Juicio político a Inodados en el “Caso Paulina”
la voz de la frontera
21 de junio de 2000
249 L
Ovaciones
23 de marzo de 2000
La Crónica El Universal
17 de abril de 2000 31 de mayo de 2000
57 N 107 N
Reforma
7 de junio de 2000
118 N
El Universal
12 de julio de 2000
128 N
[Federación de Barras y Colegios de Abogados de Baja California]
Acusan al gobierno de BC de presionar a una adolescente [varias ONG de mujeres, GIRE entre ellas] Comunicadoras exigen justicia para la joven Paulina Castigo a implicados en caso Paulina
6 N
[Pilar Sánchez, de Católicas por el Derecho a Decidir]
Denuncian caso Paulina en la ONU [ONG de mujeres mexicanas]
Promoverán juicios en caso Paulina [Federación de Colegios de Abogados de Tijuana]
Es interesante observar que uno de los rasgos más recurrentes en estos encabezados es el uso de verbos como “demandar”, “denunciar”, “acusar”, “exigir”, y hasta “pedir castigo” o “juicio” e incluso “juicio político”, porque semánticamente éstos remiten a un territorio de disputa, lucha y poder. Aunque en el ámbito político esta clase de verbos son moneda corriente, hay que señalar que incluso ahí sólo resulta efectivo acudir a estos verbos si el hablante cuenta con alguna autoridad moral para usarlos, ya que no podría “denunciar” ni “exigir” nada si su comportamiento fuese susceptible de demandas o denuncias. Es necesario recordar que por autoridad no sólo se entiende un “atributo de gobierno y personas que lo representan”, sino que también las personas pueden tener determinada autoridad fuera del gobierno “por razón de su situación, de su saber o de alguna cualidad o por el consentimiento de los que voluntariamente se someten a ellas” (Moliner 1990: 308). La autoridad moral de los aliados de Paulina se confirmó con el hecho de que ninguno de ellos fue señalado o acusado por la prensa o por el bando contrario con el fin de que no hablara en favor de la adolescente. Si bien hubo críticas por parte del bando antagonista, éstas se debían a que los aliados de Paulina ven al aborto como una opción legítima, pero como se trata de una diferencia ideológica y la libertad de
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expresión es un principio básico dentro de la prensa, el bando contrario no podía argumentar que las ideas sobre el aborto de los aliados de Paulina merecen demandas o castigos. Además, la autoridad moral de los aliados de Paulina es de naturaleza distinta a la de Paulina, porque no proviene del hecho de haber sido víctimas, sino de la postura que asumen al hablar en nombre de una causa considerada como justa (ya sea el cumplimiento de la ley, la lucha contra la impunidad o los derechos de una persona). Al ponerse a sí mismos en el papel de defensores o de personas que unen sus voces para pedir justicia, estas personas hablan en nombre de otros. El que un grupo o persona se invista a sí misma con esa autoridad le permite ocupar un sitio desde el cual puede denunciar, exigir, demandar y acusar a quienes cometan faltas o injusticias. Como vimos antes, entre la lista de aliados de Paulina hubo funcionarios del gobierno y diputados locales, es decir, personas que ya contaban con determinado poder institucional. Debido a que el discurso de los agentes gubernamentales ha recibido bastante atención por parte de los estudiosos del lenguaje, en esta parte decidí centrarme en los aliados de Paulina que provenían de la sociedad civil, pues además fueron éstos —sobre todo los grupos feministas— los que estuvieron más presentes a lo largo del conflicto. 3. Las organizaciones ciudadanas: una nueva forma de poder Antes de continuar debo hacer un paréntesis para exponer una distinción sobre distintas formas de poder, ya que será útil para comprender tanto la autoridad moral de la que hablé —y que se le puede atribuir a todos los aliados de Paulina— como el lenguaje de las organizaciones civiles en los titulares que analizaremos más adelante. Según Rowlands (citado por León 1997) existen cuatro formas distintas de poder, una de las cuales es suma cero, es decir, que el aumento del poder de una persona implica la pérdida del poder de la otra. Hay otras tres formas de poder que son de suma positiva porque el aumento de poder de una persona incrementa el poder total disponible. Estas cuatro formas de poder son: 1) Poder sobre. Es el poder más común y en el que se piensa inmediatamente cuando se habla de relaciones de poder. Básicamente se refiere a la habilidad de una persona para hacer que otras actúen en contra de sus deseos: es la capacidad de un actor para afectar los resultados aun en contra de los intereses de los demás, es decir, es una capacidad interpersonal en la toma de decisiones. 2) Poder para. Es un poder facilitador, sirve para incluir cambios por medio de una persona o grupo líder que estimula la actividad en otros e incrementa su ánimo. Es en esencia un poder generativo o productivo, aunque puede haber resistencia y
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manipulación, pero abre posibilidades y acciones sin dominación, es decir, sin uso de “poder sobre”. 3) Poder con. Este poder se aprecia especialmente cuando un grupo presenta una solución compartida a sus problemas. Se refiere a que el todo puede ser superior a la suma de las partes. 4) Poder desde dentro o poder del interior. Representa la habilidad para resistir el poder de otros mediante el rechazo a las demandas indeseadas. Ofrece la base desde la cual construir a partir de sí mismo. Es el poder que surge del mismo ser y no es dado o regalado. Uno de los rasgos más sobresalientes de los movimientos sociales y de los organismos civiles
es el uso de un lenguaje centrado en la denuncia y dirigido hacia la lucha por
determinados objetivos. Un movimiento social se puede definir como “la defensa racional de intereses colectivos” o como “la lucha de un actor social contra un adversario por el control de los principales recursos de una sociedad o por la dirección del proceso histórico de desarrollo” (Martínez-Chavarría 1996: 10). Es decir, los movimientos sociales buscan, por definición, un poder de suma positiva y rechazan el ejercicio tradicional del poder, es decir del poder sobre. Pero para rechazar el poder sobre las organizaciones civiles requieren, entre otras cosas, señalar lo que consideran injusto o incorrecto a través de denuncias, demandas, protestas, críticas, etc. El surgimiento y proliferación de las organizaciones ciudadanas que promueven formas de poder de suma positiva ha sido considerado por diversos especialistas como una forma de ampliación de la ciudadanía, pues, más allá de la posibilidad de elegir gobernantes, “la ciudadanía también es un recurso que permite a los desposeídos aumentar su competencia política y defender sus intereses con mayor efectividad” (Jean Leca, citado por Arditi 1995: 73). Esto no significa que los aliados de Paulina hayan constituido durante este corto periodo un movimiento social propiamente dicho, sino únicamente que utilizaron el lenguaje característico de los movimientos sociales y ello fue bien recibido por la prensa ya que, como vimos, muchos encabezados recogieron las manifestaciones de disgusto los aliados de Paulina y las seleccionaron para aparecer en los titulares. No obstante, en muchos de los titulares relativos a los grupos ciudadanos que apoyaron a Paulina puede verse que el sujeto que realiza la acción principal fue omitido y, muchas veces pluralizado, aunque en realidad la acción haya sido llevada a cabo por un solo grupo o persona. Los ejemplos que siguen muestran estos fenómenos. Debajo de cada titular se nombra al sujeto de la acción principal tal y como aparece en el primer párrafo del cuerpo de la nota:
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Encabezado
Periódico
Fecha
Ponen queja en la CDH contra el gobierno de AGA [Integrantes de Alaíde Foppa y Diversa en baja California] Un retroceso la intervención de la iglesia en el gobierno [Integrante de Mujeres por un Milenio Feminista] Juicio político a Inodados en el “Caso Paulina” [Federación de Barras y Colegios de Abogados de Baja California]
La Crónica de Baja California la voz de la frontera
24 de marzo de 2000
Folio 20 L
13 de mayo de 2000
199 L
la voz de la frontera
21 de junio de 2000
249 L
Acusan al gobierno de BC de presionar a una adolescente
Ovaciones
23 de marzo de 2000
La Jornada
20 de abril de 2000
80 N
Reforma
7 de junio de 2000
118 N
El Universal
12 de julio de 2000
128 N
6 N
[varias ONG de mujeres, GIRE entre ellas]
Llevarían ante la CIDH el caso de la menor a la que se le impidió abortar [organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres]
Denuncian caso Paulina en la ONU [ONG de mujeres mexicanas]
Promoverán juicios en caso Paulina [Federación de Colegios de Abogados de Tijuana]
Hay varias causas que pueden explicar estos fenómenos, pero es interesante observar que la omisión del sujeto no sucede con tanta frecuencia en los encabezados donde habla la Jerarquía de la Iglesia católica, el PAN o Provida. Entre las diversas razones que podrían explicar que los sujetos de estas oraciones hayan sido omitidos, está el hecho de que estos grupos tienen trayectorias cortas; la mayoría no tienen más de 10 años de existencia, por lo que incluso forman parte de lo que los sociólogos denominan “nuevos actores sociales”. Esto puede llevar a pensar que muchos diarios no saben aún cómo nombrarlos, además de que muchos de ellos no consideran entre sus prioridades el mantener una relación constante con los medios de comunicación. Vemos entonces que los periódicos han tenido pocas oportunidades de nombrarlos y, como consecuencia de esto, las siglas y nombres de estos grupos no siempre pueden ser reconocidos por los lectores. Una razón más es que en diferentes ocasiones estos grupos hacen pronunciamientos conjuntos, lo que vuelve difícil ubicar a un sujeto principal que aparezca en el encabezado. Para apoyar las explicaciones anteriores utilizaré como ejemplo a las organizaciones feministas que fueron las aliadas de Paulina más activas durante todo el periodo analizado. Estas instancias forman parte de los “nuevos actores sociales” y su presencia en los medios de comunicación no es frecuente. Dalia Barrera Bassols afirma a propósito de las formas de organización de las mujeres, incluidas las feministas, que “todavía nos encontramos en la fase de ‘hacer visibles’ a las mujeres en su participación política, pues apenas comienza a considerarse el papel que éstas desempeñan en la construcción de la ciudadanía” (Bassols 2000: 11). Que las organizaciones feministas sean relativamente nuevas y aún poco visibles, apoya la afirmación de que la prensa no tiene demasiada experiencia en nombrarlas. Además, aunque
79
los nombres de Alaíde Foppa, Diversa, GIRE, SIPAM y Católicas por el Derecho a Decidir pueden ser bien conocidos en el mundo de las organizaciones feministas o de mujeres, todavía resultan crípticos para el público en general que desconoce qué significan sus siglas y a qué se dedican esas instituciones. Por último, en los ejemplos de arriba podemos ver que varias veces estos organismos hicieron pronunciamientos conjuntos sobre el caso, por lo que fue difícil ubicar un actor principal y hubo un motivo más para omitirlo. 4. Los intelectuales: aliados con renombre Además de las organizaciones sociales y grupos feministas, entre los aliados de Paulina sobresalen los intelectuales, por tres razones importantes: 1) la opinión de los intelectuales sobre casos conflictivos suele dirigir el fiel de la balanza hacia uno u otro lado, y 2) este grupo fue de los primeros en exigir la reparación del daño a Paulina y el castigo a quienes negaron el aborto, por medio de un desplegado titulado “El aborto por violación es legal”, mismo que se publicó el 6 y 7 de abril de 2000 en tres diarios de circulación nacional: El Universal, La Jornada y Reforma. Aunque la presencia de los intelectuales no fue tan constante como la de los grupos feministas, su intervención resultó definitiva al conducir muchas de las opiniones que se dieron respecto al caso, ya que los puntos de vista de los intelectuales suelen ser tomados en cuenta tanto por el público lector de los periódicos como por quienes toman decisiones respecto a políticas públicas. Además, algunas de las personas que firmaron el desplegado de abril colaboraban cotidianamente en diversos periódicos y escribieron sobre el caso Paulina en sus artículos de opinión. Ejemplo de ello fueron Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Héctor Aguilar Camín, Arnoldo Kraus y Sara Sefchovich. Dentro del grupo de intelectuales que apoyó a Paulina sobresalió la actuación de la escritora Elena Poniatowska, quien firmó el desplegado de abril, escribió respecto a esta historia en su columna de opinión de La Jornada durante el mes de abril y, finalmente, publicó un libro sobre el caso en septiembre de 2000. En Las mil y una... La herida de Paulina, Poniatowska recoge los testimonios de las personas relacionadas con la historia. Las notas que generó la aparición de este libro y en las que Poniatowska habló de Paulina suman 14, apenas dos menos del conjunto de notas en las que aparecen las organizaciones feministas que estuvieron muy activas durante todo ese año. Esta comparación muestra la enorme influencia que tienen los intelectuales dentro de los medios de comunicación, ya que si bien es difícil evaluar qué tanto influyen sus opiniones en los lectores, es claro que pueden acceder a los
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medios de comunicación con una facilidad que no tienen otros actores sociales, más aún, si se trata de personalidades de la talla de Elena Poniatowska.
Actores del Grupo 2 Los funcionarios involucrados en el caso a Paulina 1. Funcionarios públicos y gobierno Según las investigaciones de las comisiones de derechos humanos a nivel local y nacional, varios funcionarios públicos impidieron que Paulina tuviera el aborto que le estaba permitido legalmente. Sus nombres, cargos y el papel que jugaron en esta historia se explican a continuación: •
Juan Manual Salazar Pimentel, Procurador de Justicia del estado de Baja California, intentó persuadir a Paulina y a su madre de no tener el aborto diciéndoles que había personas que podían adoptar a la criatura cuando naciera, e incluso las llevó personalmente y en su propio automóvil con un sacerdote que también buscó convencerlas de abandonar la idea del aborto.
•
Ismael Ávila Íñiguez, director del Hospital General de Mexicali, se negó a obedecer la orden del Ministerio Público (MP) que mandaba practicar el aborto a Paulina. Ávila Íñiguez solicitó que el aborto fuera turnado al Director de Salud del estado, Alberto Astorga Othón, argumentando que él era la “autoridad sanitaria para estos efectos”, pero el MP consideró “improcedente” esta petición y reiteró que el Hospital General debía realizar el aborto. Ávila Íñiguez fue citado a declarar ante el MP por no acatar la orden y esto generó la primer nota periodística sobre el caso en un diario de Mexicali. Ante la presión del MP el director dijo que el hospital a su cargo realizaría el aborto, pero antes le explicó a la madre de Paulina los “riesgos” de la intervención. Señaló que la joven podría quedar estéril o desangrarse y morir, hechos que estaban muy lejos de ocurrir si el aborto era practicado por profesionales, como ocurriría en el hospital. Luego de esta entrevista, Paulina y su madre desistieron de la petición del aborto, pero pronto supieron que la información que les dio el doctor era falsa.
•
Alberto Astorga Othón, Director de Salud de Baja California, apoyó al director del hospital en la petición de que el aborto no fuera realizado en el Hospital General de
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Mexicali y de esta forma colaboró en el desacato a la orden judicial. La actuación de este funcionario no fue subrayada sino hasta el mes de agosto, cuando se dijo que podría ser llamado al “equipo de transición” que trabajaría junto con el presidente electo, Vicente Fox, hasta que éste asumiera el poder. Fue entonces cuando algunos periódicos criticaron duramente su intervención en el caso. •
Norma Alicia Velázquez Carmona, Agente del Ministerio Público, autorizó la interrupción del embarazo, pero insistió en que ésta debía llevarse a cabo en el Hospital General de Mexicali y no informó ni orientó a Paulina ni a su madre de que podían acudir a un servicio médico privado, ya que no existía ninguna disposición legal por la que el aborto debiera practicarse en el mencionado hospital. Al no informar sobre la posibilidad de tener el aborto en un lugar distinto, Velázquez Carmona favoreció que Paulina no obtuviera el aborto que la ley le permitía.
Teniendo conocimiento de esta información, una de las cosas que más sorprende al revisar los titulares es que los funcionarios que tuvieron un papel protagónico en el desarrollo de los hechos casi no aparecen nombrados. De los 70 encabezados nacionales que aluden a algún responsable, sólo tres mencionan al Procurador de Justicia y cinco al Director de Salud, y en la prensa nacional nunca se habla del director del Hospital General que jugó el papel central en esta historia ni tampoco se menciona a la Agente del Ministerio Público que dio el permiso para practicar el aborto, pero no dijo que podía realizarse en un lugar distinto al Hospital General. De los 70 encabezados nacionales que aluden a los responsables del caso, 45 mencionan de forma explícita algún sujeto. En la prensa local, de los 107 titulares, 61 mencionan explícitamente un sujeto, pero la mayoría de los titulares locales y nacionales remite al gobierno de Baja California o al gobernador de esta entidad y muy pocos hacen referencia a las personas responsables o se alude vagamente a ellos con los nombres genéricos de “funcionarios”, “autoridades”, e incluso “médicos”, como puede verse a continuación:
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Expresiones usadas en los encabezados nacionales y locales para nombrar a los responsables del caso Paulina Expresiones
Frecuencia nacional
local
Las que mencionan al gobierno de Baja California o al Gobernador, por su cargo o por su nombre
22
25
Las que mencionan al titular de un cargo específico, ya sea por el cargo mismo o por el nombre del titular
9
20
Las que aluden al ámbito médico: “médicos”, “director de Hospital”, “Hospital General”
4
7
Las que dicen sólo “autoridades” o “funcionarios” en plural
5
3
Otras como: “responsables del caso”, “inodados del caso”, “implicados en caso”
5
6
Totales
45
61
La pregunta que surge entonces es ¿por qué si hubo funcionarios, con nombre y apellido, así como con cargos y responsabilidades específicas, los titulares señalaron casi como único responsable al gobierno de Baja California? Una respuesta plausible es que al tratarse de funcionarios gubernamentales la prensa decidió señalar directamente al gobierno de Baja California, porque resultaba más fácil pedirle cuentas al Gobernador por la actuación de sus funcionarios que buscar a las cuatro personas involucradas. Además, hay que considerar que la prensa de circulación nacional tuvo noticia del caso a principios de marzo de 2000 y pocos días después, el 13 de marzo, el Gobernador de Baja California, Alejandro González Alcocer, rechazó la primera recomendación de derechos humanos emitida por la Comisión local. Con este acto, el Gobernador tomó partido abiertamente por los funcionarios que habían negado el aborto y resultó más fácil todavía atribuirle a él y a su gobierno la responsabilidad de lo sucedido. Por otro lado, que la prensa haya optado por nombrar sólo al gobierno del estado en lugar de referirse a los funcionarios involucrados no deja de ser un hecho lingüístico importante, ya que trae a la memoria el uso de la sinécdoque, figura retórica que se usa para nombrar “la relación que media entre el todo y sus partes” (Lausberg citado por Beristáin 1994: 464). En este caso, estamos frente a una sinécdoque generalizante, es decir, por medio de la cual “lo general expresa lo particular”, donde lo general es el gobierno de Baja California y lo particular sus funcionarios. Vemos entonces que no hubo un señalamiento directo de la prensa hacia las
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personas que impidieron a Paulina tener el aborto, sino que la prensa misma trasladó la responsabilidad de los funcionarios involucrados al gobierno de Baja California y su representante, el gobernador, quien finalmente enfrentó a la prensa, aunque con poca fortuna, como se verá. El único funcionario involucrado que apareció en varios titulares fue Alberto Astorga Othón, quien llamó la atención de algunos periódicos en el mes de agosto cuando se corrió el rumor de que podría formar parte del equipo de transición del entonces presidente electo Vicente Fox. Esta posibilidad fue criticada precisamente por la actuación de Astorga en el caso Paulina, y el funcionario aprovechó esa oportunidad para exponer a la prensa cómo y por qué intervino. El tratamiento que recibió este funcionario por parte de los diarios Milenio y La Jornada resulta de gran interés porque muestra cómo la prensa retrató de manera negativa a quienes negaron el aborto, por lo que volveremos más adelante sobre este ejemplo.
2. La novedad: negar un aborto puede ser un hecho negativo Una de las grandes novedades de esta discusión es que en ella se logró modificar, aunque sea de manera parcial, la forma tradicional de ver el aborto, pues durante siglos esta práctica ha sido calificada como un hecho negativo, asociada al mundo de la clandestinidad, de lo prohibido y de lo incorrecto. A pesar de esa larga tradición, esta vez lo que fue evaluado como negativo no fue el aborto en general, sino la negación de un aborto en particular: el que solicitó Paulina. El análisis de los titulares que aluden a los funcionarios de Baja California permite ver que, desde las primeras notas, los encabezados caracterizaron como negativo que se haya negado el aborto a Paulina. En ocasiones esta calificación se hizo a través de formas sutiles. En varios encabezados no encontramos adjetivaciones ni acusaciones directas, pero sí otros mecanismos que llevan al lector a la conclusión de que estuvo mal haber negado ese aborto. A continuación revisaremos tres ejemplos. Ejemplo 1 Encabezado
Periódico
Fecha
Director de Hospital Detenido por Desacato
la voz de la frontera
16 de octubre de 1999
Folio 1 L
Niega hospital practicar un aborto ordenado por juez
La Jornada
10 de marzo de 2000
4 N
En estos titulares se presenta el hecho de negar el aborto como algo negativo, pues lleva a la detención del Director del Hospital debido a que el aborto fue “ordenado por un juez”. Esta última afirmación lleva a pensar que se contravino una disposición judicial, es decir, que se
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trata de un hecho ilegal. No se califica a quienes niegan el aborto pero se dan elementos de juicio para considerar el hecho como negativo. Ejemplo 2 Encabezado
Periódico
Fecha
Nació el bebé de Paulina a quien no se le permitió que abortara
Excélsior
15 de abril de 2000
Folio 41 N
En el análisis sobre cómo fue presentada Paulina vimos que su nombre resumía la historia de la violación, el embarazo y la negación del aborto. Este encabezado se apoya en la fuerza del nombre-historia “Paulina” porque parte del supuesto de que el lector tiene presente que ella es la menor de edad violada que quedó embarazada. Pero este titular subraya que “no se le permitió que abortara”. Aquí, a pesar de que el sujeto no aparece, permanece la calificación negativa del acto de impedir el aborto porque el lector tiene presente que Paulina quiso evitar ese embarazo de forma legal pero “alguien” (los funcionarios de salud o el gobierno de BC) se lo impidió. Ejemplo 3 Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Recomendación de la CNDH al gobierno de BC por negarle aborto a Paulina del Carmen
La Prensa
26 de septiembre de 2000
268 N
Este encabezado da voz a la CNDH, que es la instancia encargada de vigilar el respeto a los derechos humanos y, por lo tanto, cuenta con la autoridad moral para amonestar a los funcionarios públicos que vayan contra la ley. Se trata del fin de un proceso legal que conllevó una investigación y la oportunidad para que cada una de las partes en conflicto explicara sus razones, por lo que el fallo a favor de Paulina viene a confirmar que fue incorrecto haber negado el aborto. No obstante, los funcionarios y el gobierno de BC también recibieron acusaciones abiertas desde el principio. El primer encabezado del caso aparecido en la prensa local afirma lo siguiente: “Director del Hospital Detenido por Desacato”. Este titular señala varias cosas: que el Director del Hospital General había sido privado de su libertad “por desacato” a la orden judicial que dictaba practicar el aborto. Más adelante ese “desacato” fue llamado “negligencia”, resultado del “fanatismo antiabortista” de los funcionarios de Mexicali. En resumen, en 43 de los 70 titulares nacionales que hablan del gobierno de BC o de los funcionarios se encuentra alguna acusación, crítica o demanda hacia ellos por su actuación frente a Paulina, y esa cifra asciende a 69 de los 107 titulares locales.
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Estos reclamos tomaron formas diversas. En muchos encabezados la prensa optó por hacer una evaluación de los funcionarios a través de distintas expresiones, de manera que atribuyeron la negación del aborto a razones como la “negligencia”, o los “prejuicios”, de los funcionarios como se ve en los ejemplos siguientes: Encabezado Violaciones Aberrantes en Mexicali Violó la Ley el Estado en el Caso Paulina Paulina: víctima del fanatismo Niega Contubernio la Iglesia con Autoridades Irregularidades y negligencia en el caso de una menor violada Acusan al gobierno de BC de presionar a una adolescente Autoridades actuaron muy mal, acusan los padres de Paulina Caso Paulina: violación a su derecho El Procurador de BC Violentó las Garantías Individuales de Paulina del carmen: CNDH Recomienda la CNDH indemnizar a Paulina por daño moral Historia de engaño e impunidad
Periódico la voz de la frontera la voz de la frontera La Crónica de Baja California la voz de la frontera La Jornada Ovaciones
Fecha 14 de marzo de 2000 15 de abril de 2000 17 de abril de 2000
Folio 18 L 74 L 95 L
17 de abril de 2000 25 enero de 2000 23 de marzo de 2000
97 L 2 N 6 N
El Sol de México Reforma Excélsior
15 de abril de 2000 38 N 8 de agosto de 2000 167 N 26, septiembre de 2000 266 N
La Jornada El Universal
26, septiembre de 2000 267 N 27, septiembre de 2000 274 N
En estos ejemplos hay reclamos de muy diversa índole. A los funcionarios se les acusa de ir contra la ley, el estado laico y contra las garantías individuales de Paulina, pero también de haberla engañado, presionado y victimado, de ser negligentes y haberle provocado un daño moral. También se dice que esto fue posible por la “mojigatería” y el “fanatismo” religioso de quienes le negaron el aborto, e incluso se califica la relación de las autoridades gubernamentales con la iglesia de “contubernio”. Hubo varios casos en los que incluso se comparó el hecho de haber negado el aborto con la violación de Paulina, de manera que se daba a entender que Paulina había sido violada en dos ocasiones. Así, los funcionarios fueron colocados al mismo nivel que el violador, como puede verse en este ejemplo: Encabezado
Periódico
Fecha
Paulina: la doble violencia
Reforma
14 de abril de 2000
Folio 35 N
La otra violación de Paulina
Milenio diario 17 de abril de 2000
67 N
No obstante, hay que recordar que este denso conjunto de acusaciones y reclamos fueron dirigidos hacia el gobierno de Baja California y, por lo tanto, no afectaron directamente a nadie (la excepción fue Astorga Othón, pero por razones particulares, como veremos), ya que los responsables quedaron sumidos en el anonimato. La persona que enfrentó la mayor parte de las acusaciones fue el gobernador González Alcocer, quien rechazó toda responsabilidad
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frente al caso y se negó a cumplir las recomendaciones de las comisiones de derechos humanos. A pesar de lo anterior, algunos de los aliados de Paulina insistieron en que se investigara y castigara a los responsables de haber negado el aborto y la prensa hizo eco de esas demandas, lo cual enriqueció la idea de que negar un aborto podía ser un hecho negativo, ya que no se trataba sólo de calificarlo como tal, sino de que los responsables obtuvieran un castigo. He aquí algunos ejemplos: Encabezado
Periódico
Fecha
Pide PDH Acción Penal en Contra de 5 Funcionarios
la voz de la frontera
8 de marzo de 2000
Folio
Demandan Juicio a los Responsables del Caso Paulina
la voz de la frontera
14 de abril de 2000
64 L
Piden juicio a responsables en el Caso Paulina
la voz de la frontera
27 de mayo de 2000
225 L
Juicio político a Inodados en el “Caso Paulina”
la voz de la frontera
21 de junio de 2000
249 L
Analiza Congreso de BC abrir juicio al procurador por caso de la niña Paulina Castigo a implicados en caso Paulina
El Sol de México
19 de abril de 2000
76 N
El Universal
31 de mayo de 2000
107 N
Promoverán juicios en caso Paulina
El Universal
12 de julio de 2000
128 N
Demandan juicio contra implicados en caso Paulina
El Universal
20, septiembre de 2000 259 N
13 L
Uno de los grandes logros para los aliados de Paulina y para quienes luchan por la despenalización del aborto fue constatar que la mayor parte de la opinión pública compartió con ellos la indignación por lo que sucedió, y mecanismos como los anteriores contribuyeron a comunicar el mensaje de que el aborto puede ser un hecho moralmente aceptable en casos como la violación y, por lo tanto, ser considerado una violación a los derechos humanos. 3. El gobierno de BC: a la defensiva Además de dejar claro que negar el aborto a Paulina fue un acto reprobable, otro de los rasgos que transmitió la prensa a sus lectores fue que el gobierno de Baja California y sus funcionarios no tenían intenciones de resolver el problema ni de hacer caso a las acusaciones que se le hicieron. De esta forma, en los titulares donde habla el gobierno, o los funcionarios de BC se les presenta reaccionando a la defensiva, por lo que abundan expresiones como “rechaza acusaciones” o “rechaza recomendación”. También se les presenta negando la responsabilidad de los funcionarios involucrados, o a éstos “dando su versión de los hechos”, “explicando” lo ocurrido, o diciendo que sí se negaron a hacer el aborto pero que eso es lo que consideran correcto, como puede verse en los ejemplos siguientes:
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Encabezado
Periódico
Fecha
Estamos para cuidar la vida: Astorga Othón
La Crónica de Baja California la voz de la frontera la voz de la frontera La Crónica de Baja California El Sol de México Reforma La Jornada
9 de marzo de 2000
14 L
14 de marzo de 2000
19 L
8 de abril de 2000
34 L
12 de abril de 2000
46 L
13 de abril de 2000 16 de abril de 2000 2 de junio de 2000
28 N 55 N 109 N
Reforma La Jornada
4 de julio de 2000 125 N 2 de octubre de 2000 291 N
Rechaza el estado la recomendación de PDH Gobierno del Estado Rechaza Todo Tipo de Ayuda a Paulina Manipulan Caso Paulina: Gobernador Rechaza gobernador de BC acatar recomendación de Derechos Humanos Rechaza el Gobierno integrar fideicomiso para hijo de Paulina Absuelven de toda culpa a los médicos del caso Paulina
Folio
[Carlos salas Aceves, funcionario de la Dirección de Control y Evaluación Gubernamental de BC]
Rechaza Gobernador acoso contra Paulina El gobierno no creará un fideicomiso para ayudar a Paulina
Es lógico que la prensa haya elegido esta forma de presentar al gobierno de BC porque la apuesta de los medios, desde el principio, fue a favor de Paulina, pero también es cierto que el gobierno de BC se dedicó a defender a sus funcionarios y a negar la posibilidad de que Paulina obtuviera la reparación del daño, como lo exigían las recomendaciones de derechos humanos. Por otro lado, el gobierno bajacaliforniano no pudo desmentir que los funcionarios intentaron evitar el aborto e incluso los funcionarios mismos estaban empeñados en convencer a la sociedad de que estuvo bien no realizarlo. Todavía en mayo, cuando era bastante clara la preferencia de la prensa local y nacional hacia la causa de Paulina y en contra de quienes le negaron el aborto, apareció un titular donde el vicepresidente del Hospital General de Mexicali afirmó que: “Ni con Orden judicial Practicaremos Abortos” (la voz de la frontera, 6 de mayo de 2000). 4. El botón de muestra: Astorga Othón En el mes de agosto tres medios impresos de circulación nacional (La Jornada, Milenio diario y Proceso) dirigieron momentáneamente la atención hacia Carlos Alberto Astorga Othón, uno de los funcionarios que intervino en el caso Paulina. El interés por este personaje surgió a raíz de que fue propuesto como uno de los hombres que podían formar parte del “equipo de transición” de Vicente Fox, entonces presidente electo de México. Astorga Othón era secretario de salud en Baja California cuando se le negó el aborto a Paulina y, según las investigaciones de derechos humanos, intervino para que ella no abortara. Resulta muy interesante analizar esta pequeñísima coyuntura, que duró apenas diez días y constó sólo de ocho notas, dado que ilustra diversos aspectos acerca de la construcción de los actores en la prensa, pero también sobre la discusión pública del aborto en México. Las pocas notas nacionales sobre Astorga Othón —en los titulares locales apareció 13 veces— muestran cómo en unos cuántos días la prensa nacional modificó (y casi nulificó) la
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imagen de este funcionario, quien de ser nombrado como “titular de salud de BC” pasó a ser evidenciado como farsante en un encabezado que afirma: “Astorga, ni médico es”, debido a que las investigaciones periodísticas hallaron que éste no había concluido la carrera de medicina. He aquí los titulares: Encabezado
Periódico
Fecha
Llaman a titular de salud de BC a participar en el equipo de transición
La Jornada
3 de agosto de 2000
Folio 136 N
Un antiabortista se suma al equipo de transición social
Milenio diario
3 de agosto de 2000
137 N
Astorga "violentó el Estado laico"
Milenio diario
4 de agosto de 2000
138 N
Más críticas al antiabortista
Milenio diario
4 de agosto de 2000
139 N
Astorga: la Constitución protege el derecho a la vida
La Jornada
5 de agosto de 2000
144 N
Astorga, ni médico es
Milenio diario
5 de agosto de 2000
145 N
“El aborto no es un acto para preservar la vida” [Carlos Astorga]
Milenio diario
6 de agosto de 2000
147 N
En estos encabezados el ex secretario de salud de BC fue nombrado de formas muy distintas. Se le llamó “titular de salud de BC” en una ocasión, “antiabortista” en dos, y por su apellido, “Astorga”, en cuatro. La denominación de “antiabortista” llama mucho la atención porque es utilizada como calificativo despectivo, es decir, para despreciar a la persona a la que se aplica (Moliner 1990: 960). No obstante, si reparamos en la historia de la discusión sobre este tema, el adjetivo despectivo clásico solía ser el contrario, es decir “abortista” y no “antiabortista”. Estamos, entonces, ante un cambio en la correlación de fuerzas, ya que en este momento de la discusión sobre el aborto en México ambos calificativos: “abortista” y “antiabortista” pueden ser usados para descalificar a alguien. Pero eso no es todo, pues en esta coyuntura el calificativo “abortista” apareció sólo en un titular, lo que conduce a pensar que esta vez resultó muy difícil calificar de “abortistas” a quienes deseaban que Paulina hubiera tenido el aborto, ya que se trataba de una situación particular y delicada. En contraste, el calificativo “antiabortista” se utilizó en cinco ocasiones y siempre en tono despectivo, como puede verse en los ejemplos anteriores de Astorga. Otro de los rasgos interesantes de los titulares sobre Astorga Othón es que varios citaron las palabras del funcionario para poner en evidencia la forma cómo justificó el haberle impedido el aborto a Paulina. Lo importante aquí es que las razones que dio para negar el aborto sólo vinieron a confirmar lo que todo mundo sabía, es decir, que él y los demás funcionarios habían actuado deliberadamente para evitar el aborto porque para ellos fueron más importantes sus creencias religiosas que el cumplimiento de la ley. Los que siguen son los encabezados donde Astorga explica sus motivos:
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Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Astorga: la Constitución protege el derecho a la vida
La Jornada
5 de agosto de 2000
144 N
“El aborto no es un acto para preservar la vida” [Carlos Astorga]
Milenio diario 6 de agosto de 2000
147 N
La prensa nacional atacó a Astorga Othón y ello se explica porque fue la única persona directamente involucrada en el caso que tuvo que hacer frente a los medios de comunicación, aunque fuera por razones ajenas al caso mismo. A diferencia de los otros funcionarios que ni siquiera fueron nombrados en los titulares nacionales, Astorga tuvo que responder a la oleada de críticas contra quienes negaron el aborto y lo hizo a su manera. La forma en que trataron los medios nacionales a este funcionario evidencia que las motivaciones religiosas no fueron aceptadas como válidas para la actuación de un agente gubernamental y ello apunta a uno de los temas centrales en la discusión respecto al aborto: la separación entre la Iglesia y el Estado, de la cual hablaremos en el apartado que sigue.
La Jerarquía de la Iglesia Católica 1. Una campaña sin fronteras La relación de la Jerarquía de la iglesia católica (JIC) con la prensa mexicana es vieja. La Iglesia católica ha sido durante siglos un actor fundamental en la vida política de México. Aunque después de la Revolución mexicana la JIC fue una de las organizaciones más castigadas en términos jurídicos y se replegó de la vida pública, nunca la abandonó del todo (Blancarte 1995 ). Una muestra de ello la da precisamente la discusión pública sobre el aborto, ya que a pesar de ser un tema preponderantemente legal —es a los legisladores a quienes corresponde definir si esta práctica debe ser o no tipificada como delito—, la JIC no ha dejado de intervenir cada vez que el tema se discute en los medios de comunicación. La Jerarquía de la Iglesia Católica ocupa un lugar privilegiado como hablante en la mayor parte de los medios de comunicación mexicanos. La voz de la JIC es seguida con puntualidad por los periodistas que incluso acuden los domingos a la Basílica de Guadalupe para reportar al día siguiente el mensaje de la homilía. El sitio que ocupan los jerarcas católicos en los medios de comunicación puede explicarse por la larga tradición que esta religión tiene nuestro país y por que la mayor parte de la población en México se declara católica, aunque distintas evidencias muestran que la postura oficial de la JIC respecto a temas de sexualidad y reproducción no siempre coincide con la postura de las personas católicas. A pesar de que la brecha entre la JIC y los creyentes católicos respecto a estos tópicos es enorme, la JIC sigue
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siendo un interlocutor importante —y lo es más a partir del gobierno panista que se inició en el año 2000— de quienes gobiernan este país. Todos los días los periódicos publican sus declaraciones respecto a una gran variedad de temas que incumben a la vida política nacional. La participación de los jerarcas católicos en la discusión sobre el aborto data de muchos años atrás, ya que desde hace décadas la JIC se ha propuesto trabajar para evitar la despenalización y legalización del aborto en todo el mundo. Para conseguir este objetivo, ha montado una campaña permanente en contra del aborto a nivel mundial, encabezada en primer lugar por Juan Pablo II y secundada por representantes religiosos de distintos niveles en cada país. En México, la JIC ha participado del debate sobre el aborto desde muy temprano. Estuvo presente en las discusiones de los años setenta (ver cronología sobre de la despenalización del aborto en México) y sus intervenciones los debates han sido siempre fuertes e incluso protagónicas. Como señala Tarrés: “La oposición a transformar la naturaleza de las leyes y de las políticas públicas relacionadas con el comportamiento reproductivo en general y con el aborto se ubica muy particularmente en distintos sectores de la sociedad y del estado, pero sobre todo en la jerarquía eclesiástica católica y en algunos grupos conservadores, a veces pequeños, pero muy activos” (Tarrés: 1991: 1). Por lo tanto, no es novedad que la JIC aparezca como uno de los actores clave en el caso Paulina, aunque su actuación adquirió matices particulares en esta coyuntura. Lo primero que sorprende al revisar los encabezados relativos a la JIC en esta ocasión es que no hablan mucho de Paulina. De 35 titulares nacionales que aluden a la JIC, sólo siete (menos de la cuarta parte) mencionan explícitamente el caso. En la prensa local, de los 21 titulares locales donde se habla de la JIC, sólo cuatro (poco menos de la cuarta parte) hacen referencia a lo sucedido con Paulina. Las manifestaciones de la JIC reproducidas en los titulares nacionales iban encaminadas a apoyar, defender e incluso premiar y reconocer a quienes impidieron que la adolescente interrumpiera su embarazo, como se ve en estos ejemplos: Encabezado
Periódico
Justifica la Iglesia a autoridades panistas de BC que no permitieron a una Excélsior
Fecha
Folio
13 de abril de 2000
30 N
Aplaude la CEM el rechazo al aborto, en Mexicali
El Heraldo de México 9 de mayo de 2000
100 N
Premian a médicos de Paulina
Reforma
15 agosto de 2000
215 N
La Jornada
4 septiembre 2000
255 N
menor de 14 años abortar: J. Lozano [Lozano es Presidente del Pontificio Consejo para la Salud del Vaticano]
[El premio lo dieron algunos diputados locales de PAN, miembros de la JIC y Provida]
Mexicali, Catedral de la Vida, por su oposición al aborto [El nombramiento fue del Pontificio Consejo para la Pastoral en la Salud]
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En los titulares locales la Iglesia no aparece defendiendo a los funcionarios que intervinieron en el caso, pero sí atacando a una de las principales aliadas de Paulina, que fue Silvia Reséndiz, integrante del grupo Alaíde Foppa que se convirtió en una especie de consejera para Paulina y su familia. Los encabezados muestran que la Iglesia quiso excomulgar a Reséndiz y luego se negó a bautizar al hijo de Paulina porque ésta propuso como madrina era Reséndiz.4 He aquí los titulares: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Amenazan con Excomulgar a Lideresa del Alaíde Foppa
la voz de la frontera
29 de abril de 2000
153 L
No lo quisieron bautizar
la voz de la frontera
25 de mayo de 2000
222 L
El resto de las ocasiones, la Iglesia siguió hablando del aborto intentando mencionar lo menos posible a Paulina. Esto puede apreciarse incluso en los cuerpos de las notas, donde las menciones al caso son excepcionales y bastante breves, pero esta actitud se nota claramente en los encabezados que reproducen frases típicas de la JIC o alguno de sus miembros en contra el aborto y su posible despenalización como si el caso Paulina no estuviera ocurriendo y no tuviera relación alguna con lo que ellos declaran. Algunos ejemplos son: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Lanza Obispo Manifiesto en Pro de la Vida Llama a respetar la vida desde su concepción
la voz de la frontera La Crónica de Baja California la voz de la frontera
16 de abril de 2000 1 de mayo de 2000
86 L 158 L
1 de mayo de 2000
163 L
Excélsior
17 de abril de 2000
61 N
Reforma
17 de abril de 2000
69 N
Pedirá la CEM elevar a rango constitucional el derecho a la vida
La Jornada
27 de abril de 2000
90 N
Debe terminar la mentalidad antivida: Norberto Rivera
La Jornada
1 de mayo de 2000
94 N
[Cardenal Norberto Rivera Carrera]
Desde la Concepción el Producto Debe Ser Protegido [Cardenal Norberto Rivera Carrera]
Criticó Felipe Arizmendi E. a quienes se inclinan por la despenalización del aborto Critican a candidatos que no defienden la vida [Arizmendi, Obispo de San Cristobal]
Antes que ablandar su postura hacia el aborto, la JIC utilizó la ocasión para insistir en su negativa rotunda a esta práctica argumentando que la violación no es razón suficiente para aceptar esta práctica. Algunos de los titulares donde se expresó este argumento son los que siguen: Encabezado
Periódico
Condena la Iglesia el aborto; la violación no es una excepción
El Heraldo de México 13 de abril de 2000
27 N
Ni la violación justifica el aborto, ratifica la Iglesia
El Heraldo de México 17 de abril de 2000
59 N
Condena la iglesia el aborto, aun en caso de violación
El Sol de México
78 N
4
Fecha
20 de abril de 2000
Folio
De hecho, el bautizo de Isaac tuvo lugar casi un año después, el 7 de abril de 2001, luego de casi un año de conflictos con la diócesis de Mexicali.
92
Obispo pide prohibir el aborto bajo cualquier circunstancia
La Jornada
25 de abril de 2000
88 N
Apoyo del clero a penalizar el aborto en cualquier caso
La Jornada
7 de agosto de 2000
153 N
La mención abierta de la violación como una posibilidad para acceder al aborto fue forzada sin duda por la discusión del caso Paulina, ya que la JIC tiende a denostar el aborto en general, pero en esta ocasión se vio obligada a explicitar que su rechazo abarca también los casos en los que la violación sexual genera un embarazo no deseado. En los ejemplos anteriores el argumento central es el mismo y es probable que los medios lo hayan reproducido en parte porque proviene de la JIC, y en parte porque se trata de un mensaje altamente periodístico debido a que contradice el sentir de la mayor parte de la población mexicana que, según diversas encuestas, considera lícito interrumpir un embarazo cuando éste es resultado de una violación o incluso en otros casos como riesgo para la vida o la salud de la mujer. La última encuesta sobre aborto, realizada por el Population Council a finales del año 2000, muestra que más del 70% de la población considera que el aborto debería permitirse por determinadas razones (Population Council y Grupo IDM 2001). Encuestas similares hechas durante la década de los noventa indican que la población pensaba entonces de manera similar y esta opinión se ha mantenido estable durante los últimos años (ver GIRE-Gallup 1991, 1992 y 1994; GIRE-ARCOP 1998,). 2. La JIC: declarando en el nombre de Dios En los apartados dedicados a Paulina y a sus aliados dijimos que la fuerza de las declaraciones de estos actores procedía de una autoridad moral que habían adquirido, ya sea por haber sido víctima, como sucedió con Paulina, o porque se investían a sí mismos de dicha autoridad como en el caso de sus aliados. A diferencia de estos actores, la autoridad de los representantes católicos proviene de su filiación religiosa, del cargo que ostentan dentro de la Iglesia, pero sobre todo del hecho de que son considerados por los creyentes y por la prensa como “voceros oficiales” de la palabra de Dios, por llamarles de alguna manera. Esto significa que la JIC, tanto en México como en el mundo, habla directamente en el nombre de Dios. Pero la palabra de Dios es inapelable. La palabra de Dios es una e inobjetable. Ése es el principio de la religión católica y ése es precisamente el tono de las declaraciones de la JIC en la prensa mexicana. Un análisis somero de los verbos que contienen las declaraciones de los representantes católicos deja la impresión de que los clérigos se dedican a repartir premios y castigos desde el púlpito, ya que abundan, por un lado, las condenas, críticas y prohibiciones; y por el otro se escuchan aplausos, se dan apoyos y reconocimientos, como puede apreciarse en estos ejemplos:
93
Encabezado
Periódico
Fecha
Condena la Iglesia el aborto; la violación no es una excepción
El Heraldo de México
13 de abril de 2000
27 N
17 de abril de 2000
61 N
Reforma
17 de abril de 2000
69 N
Obispo pide prohibir el aborto bajo cualquier circunstancia
La Jornada
25 de abril de 2000
88 N
Aplaude la CEM el rechazo al aborto, en Mexicali
El Heraldo de México
9 de mayo de 2000
100 N
Distingue El Vaticano Catedral de Mexicali
La crónica de Baja California Reforma
11 de mayo de 2000
193 L
15 agosto de 2000
215 N
Reconoce el Vaticano a Diócesis de Mexicali
Reforma
4 septiembre 2000
256 N
Arremete Onésimo Cepeda contra CNDH por el caso Paulina
La Jornada
30 septiembre 2000
288 N
Criticó Felipe Arizmendi E. a quienes se inclinan por la despenalización Excélsior
Folio
del aborto Critican a candidatos que no defienden la vida [Arizmendi, Obispo de San Cristobal]
Premian a médicos de Paulina [El premio lo dieron algunos diputados locales de PAN, miembros de la JIC y Provida]
Si partimos de la idea de que la palabra de Dios es inobjetable, entonces podemos suponer que la JIC espera que sus declaraciones sean recibidas como mandato divino, sin reparar por supuesto en la separación Iglesia-Estado que existe en México desde el siglo XVIII. Pero la tensión existe, ya que con mucha frecuencia la JIC se manifiesta respecto a temas que, según el marco legal que nos rige, no son de su competencia. En los titulares de arriba vemos, por ejemplo, que la JIC critica a candidatos a puestos de elección popular y a la CNDH, y se manifiesta a favor de la ley que pretendía castigar el aborto incluso en casos de violación en Guanajuato. En todos estos terrenos, la JIC tiene poco o nada que hacer porque en términos de la organización política del país no son temas de su competencia, pero lo interesante es ver que esta institución actúa siempre por encima del marco legal, ya que la máxima autoridad para ella no es la Constitución o los derechos humanos reconocidos por cientos de países, sino que la autoridad máxima es su propia doctrina y su máximo representante se encuentra en el Vaticano. Además, si analizamos los titulares de la JIC viéndola como una aliada de los funcionarios que impidieron el aborto a Paulina, vemos que los jerarcas religiosos se desenvuelven con mayor libertad discursiva y argumentativa contra el aborto, debido en parte al lugar privilegiado que ocupan en los medios de comunicación, pero también porque no forman parte del Estado. estas dos circunstancias permiten que la JIC condene libremente todas las formas de aborto aunque varias de ellas estén aceptadas por la ley, como es el aborto por violación. El papel que juega la JIC en este sentido es sumamente valioso para la causa “Provida”, pues enarbola una bandera radical que es difícil de defender siendo funcionario del Estado y aprovecha su lugar como hablante privilegiado en los medios para difundir su doctrina en contra de cualquier tipo de aborto.
94
3. La prensa: una actitud acrítica frente a la JIC Sabiendo que la JIC es un actor político importante en el país a pesar de la separación entre la Iglesia y el Estado, y teniendo conocimiento también de que sus opiniones sobre el aborto no coinciden con las que tiene la mayor parte de la población mexicana, uno de los rasgos que resultan más inquietantes del análisis de los titulares sobre este actor social es que en ellos casi no aparecen críticas a la postura oficial de la Iglesia católica respecto al aborto o al caso Paulina. La falta de críticas hacia la JIC sobresale porque ésta mantuvo una postura idéntica a la del PAN y Pro Vida quienes sí recibieron fuertes descalificaciones por oponerse al aborto bajo cualquier circunstancia. Vimos antes que la JIC declara desde una postura de autoridad cuasi divina, pero sorprende constatar que la prensa reproduce una y otra vez las declaraciones de los religiosos prácticamente casi sin cuestionarlas, como si por el sólo hecho de provenir de la JIC tuvieran un gran valor periodístico, como la sociedad mexicana estuviera ansiosa por saber qué piensa la Iglesia del aborto, o como si todo el mundo compartiera con la Iglesia su forma de comprender los temas reproductivos y sexuales. Puede argumentarse que la reproducción textual de las declaraciones de cualquier actor social es lo que se espera de los textos periodísticos, pero el análisis crítico del discurso e incluso varios ejemplos de este trabajo mostrarán cómo es que la prensa no siempre es tan “objetiva” al presentar las declaraciones con todos los actores como sí lo fue con la JIC. Una confirmación de lo anterior la da el hecho mismo de que en los titulares sobre la JIC casi no aparecen críticas hacia esta institución ni a sus posturas o argumentos respecto al aborto. De los 35 titulares que se refieren a ella a nivel nacional y los 21 a nivel local, sólo cinco dirigen una crítica a la JIC y apenas dos de ellas son críticas abiertas. Los encabezados que rechazan la postura de la JIC son los que siguen: Encabezado
Periódico
Fecha
¿En favor de la vida?
El Universal
13 abril de 2000
Folio
Mochismo, machismo y panismo
Milenio diario
10 agosto de 2000 184 N
Terror fundamentalista en el horizonte mexicano
página uno, suplemento 20 agosto de 2000 225 N
29 N
de unomásuno Excomulgar por Aborto no resuelve la Injusticia de la vida: B. López
Excélsior
24 agosto de 2000 242 N
Reforma
13 septiembre
[Sacerdote Baltasar López Bucio]
Negligencia pastoral en el caso de Paulina
2000
95
258 N
Lo primero que sobresale es que no hay ni una sola crítica a la Iglesia en la prensa local; las pocas que hay son todas de la prensa nacional. Los encabezados sin negritas critican a la JIC, pero junto con ella a otros actores sociales como a Provida y el PAN. Todos ellos son considerados como parte de la ultraderecha mexicana. Esta ultraderecha que se declara “defensora de la vida” y por lo tanto lucha contra cualquier forma de aborto es abiertamente cuestionada en el primer titular. En el segundo se utiliza la palabra “mochismo”, neologismo que proviene de “mocho”, adjetivo que se aplica “al religioso motilón y a la religiosa lega” (Moliner 1990: 430). En México suele llamarse “mochas” a las personas sumamente religiosas o que anteponen la religión a cualquier cosa. Como la mayor parte de la población es católica, no cabe duda de que este adjetivo se aplica a quienes son demasiado católicos, como se ha dicho de los miembros del PAN, por lo tanto no se trata directamente de una crítica a la Iglesia sino a algunos creyentes. En el tercer encabezado, se denomina “fundamentalista” a la derecha y se le asocia con el “terror”, pero tampoco se trata de una crítica dirigido únicamente a la JIC. Los dos encabezados con negritas sí atacan abiertamente a la JIC. La primera crítica proviene de un sacerdote, quien argumenta que la excomunión por aborto “no resuelve la injusticia de la vida”. Esta declaración puede considerarse una crítica porque en diversas ocasiones la JIC ha declarando la excomunión a las personas católicas que practiquen el aborto, pero el sacerdote señala que esta forma de actuar no resuelve el problema. El segundo encabezado con negritas indica que la JIC actuó con negligencia en el caso Paulina. Llama mucho la atención el uso de la palabra “negligencia” porque ésta se atribuyó a los funcionarios, pero el autor de este texto quiso llamar la atención respecto a que también la JIC actuó con descuido en este caso. Es decir, el autor quiso apuntar lo que la mayor parte de los periódicos no dijeron: que la JIC había intervenido para que Paulina no abortara y, por lo tanto, también debería ser señalada como responsable. A pesar de que la prensa contribuyó con mucho a crear el clima de hostilidad frente a los funcionarios que negaron el aborto a Paulina, en el caso de la JIC hizo muy poco para mostrar el papel que ésta jugó. Ello demuestra que la prensa está acostumbrada a seguir a los miembros de la JIC, a recoger y reproducir sus declaraciones en los encabezados, pero cuando la actuación de los jerarcas puede ser cuestionable la prensa no parece estar dispuesta a señalarlo.
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El Partido Acción Nacional 1. El PAN y la JIC: una alianza incómoda La relación entre la jerarquía católica y el Partido Acción Nacional ha sido motivo de múltiples especulaciones y pocos análisis serios incluso por parte de personas que han estudiado al PAN de cerca. La investigadora Soledad Loaeza, que analiza a esta institución en El Partido Acción Nacional: la larga marcha, 1934-1994, problematiza muy poco la relación entre este partido político y la JIC. Desde los primeros capítulos de su estudio, Loaeza establece que el PAN no se formó como un partido confesional y que está libre de ligas con el fascismo y los totalitarismos. Pero este esfuerzo por subrayar que el PAN no es una organización confesional y que no está orgánicamente ligada a la Iglesia choca con la constante presencia del catolicismo en el seno del PAN. La imagen que esta autora pretende dar de Acción Nacional es la de un partido que históricamente ha agrupado a personas católicas, pero que ha buscado mantener su independencia frente a la Iglesia, aunque la distancia entre ellos no haya sido muy clara en distintos momentos de la historia. La necesidad de distinguir entre la derecha del PAN y los grupos de ultraderecha no es nueva en Loaeza. En 1983 afirmaba que: “entre Acción Nacional y las asociaciones cívicas dependientes de la Iglesia [que en general se identifican con la ultraderecha] nunca han existido lazos orgánicos” y agregaba que: “Las efímeras alianzas entre el PAN y la extrema derecha han sido incómodas, cuando han sido” (Loaeza 1983). Los argumentos de Loaeza resultan correctos en términos de la relación formal o institucional entre la JIC y el PAN, pues es cierto que entre ellos no firman convenios de colaboración, pero lo que genera que esa relación sea efectiva no son las relaciones orgánicas sino los objetivos y principios que comparten. En el caso Paulina la alianza entre la JIC y el PAN fue muy evidente, ya que ambas instancias han trabajado por impedir que el aborto se permita legalmente. Uno de los documentos básicos del PAN señala que este partido tiene entre sus objetivos “elevar a rango constitucional el derecho a la vida desde la concepción”, lo que coincide plenamente con la JIC. Por si fuera poco, los funcionarios de Baja California que impidieron el aborto a Paulina eran miembros del PAN y esgrimieron argumentos religiosos para justificar su actuación. Los titulares relativos a la JIC y al PAN muestran una y otra vez la coincidencia de estas dos instancias en lo que se refiere al aborto, aunque debemos adelantar que durante la discusión de agosto en Guanajuato se pudieron ver algunas diferencias de opinión sobre este tema al interior del PAN. Los titulares donde se asocia al PAN con la Iglesia suelen presentar
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esta relación como algo negativo. En los titulares locales la asociación fue con las autoridades, a veces sin mencionar al PAN, ya que el gobierno de ese estado es panista. Esto puede verse en los titulares de abajo: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Un retroceso la intervención de la iglesia en el gobierno
la voz de la frontera
13 de mayo de 2000
199 L
Mochismo, machismo y panismo
Milenio diario
10 de agosto de 2000
184 N
El monoteísmo disfrazado del PAN
La Jornada
12 de agosto de 2000
192 N
Integrismo en el PAN
Reforma
12 de agosto de 2000
193 N
A diferencia de la JIC, a la que la prensa prácticamente no critica, el PAN es severamente censurado por su cercanía con esta institución religiosa, ya que, dado el marco jurídico del país, un partido político no debería representar los intereses de ninguna religión. El primer titular utiliza el apellido de la esposa del gobernador de Baja California para aplicarlo a toda la familia y entonces hablar de “Los magallones”, a quienes califica de “ultraconservadores”, lo que es sinónimo de “ultra religiosos”. Los mismo dice el titular siguiente al hablar de “autoridades mojigatas”, y en el tercer encabezado se habla de que es “un retroceso” que haya tal cercanía entre la iglesia y los funcionarios del Estado. El cuarto titular acude a la aliteración —repetición de uno o más sonidos en distintas palabras— en los vocablos “mochismo”, “machismo” y panismo”, con lo cual subraya la asociación entre el PAN y la religión católica, y agrega que en esa combinación hay “machismo” porque la relación del PAN y la JIC afecta negativamente a las mujeres al impedirles el acceso al aborto. Los dos titulares que siguen acusan al PAN de ser “monoteísta” e “integrista”. La creencia en un solo Dios no es en sí misma un rasgo negativo, pero en este caso califica negativamente al PAN porque es institución política que debe respetar la libertad de cultos y de creencias, y no apegarse a una sola religión. El “integrismo” es un nombre que se aplicó a fines del siglo XIX “al partido político que representaba las ideas tradicionalistas” (Moliner 1990: 150), y las ideas tradicionalistas en México provienen de la Iglesia católica, por lo que esta crítica se suma a la anterior en el sentido de que los partidos políticos no deben ser confesionales. En resumen, lo que critican todos estos encabezados es que el PAN represente la postura de la JIC en los temas de reproducción y sexualidad. El principal temor de los críticos del PAN es que las ideas religiosas de unos cuantos se conviertan en ley para el resto de la población.
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2. El PAN: ¿derecha o ultraderecha? A pesar de que, como dijimos, el PAN tiene entre sus postulados básicos el “respeto a la vida desde la concepción”, lo que equivale a oponerse al aborto bajo cualquier circunstancia, la coyuntura del mes de agosto en Guanajuato permitió ver que en este partido existen diferencias respecto a cuándo debe permitirse el aborto y cuándo no. Durante la campaña electoral del año 2000 la mayor parte de los candidatos y candidatas de casi todos los partidos evitaron hablar del aborto por considerarlo un tema que no ayuda a ganar votos. No obstante, después del triunfo de Vicente Fox, la fracción del PAN en Guanajuato aprobó un nuevo Código Penal que penaba el aborto incluso en casos de violación, por lo que los medios de comunicación se apresuraron a criticar la medida. Esta nueva coyuntura volvió a poner el caso Paulina en la mesa de discusión y abrió la posibilidad de escuchar las opiniones de los panistas al respecto. En esta ocasión pudimos ver que algunos miembros del PAN admiten ciertas razones para el aborto legal (Vicente Fox entraría en esta categoría porque declaró que aceptaba el aborto bajo algunas circunstancias) pero también hay otros que siguen a pie juntillas la doctrina católica en esta materia. Las diferencias de opinión al interior del PAN se observan en los ejemplos siguientes: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Romero Hicks apoya la decisión; responde a los postulados históricos del PAN, dice
La Crónica
7 de agosto de 2000
151 N
Que se penalice y punto, opina gobernador panista
El Universal
8 de agosto de 2000
159 N
El CEN del PAN, en contra de la ley antiaborto en Guanajuato
La Crónica
8 de agosto de 2000
160 N
En estos encabezados hay dos miembros del PAN que se pronuncian a favor de la penalización total del aborto, mientras que el Comité Ejecutivo Nacional del partido rechaza la ley aprobada en Guanajuato. Una manifestación más de estas diferencias fue la distinción “derecha” y “ultraderecha”, la cual resultó de gran utilidad en esta ocasión, pues al ser el PAN un partido tradicionalmente de derecha, había que separar a quienes mantuvieron una oposición férrea contra el aborto y a ellos se les calificó como la “ultraderecha”. La separación entre esa ala extrema de la derecha y el resto del PAN se ve en los siguientes ejemplos: Encabezado
Periódico o revista
Fecha
Folio
Fox estaría molesto con panistas de Guanajuato
La Jornada
15 de agosto de 2000
212 N
Grupos ultras "desnudan" al panismo
Milenio diario
20 de agosto de 2000
223 N
99
En los primeros dos titulares puede verse claramente el esfuerzo por separar a Vicente Fox, que también es miembro del PAN, de la ultraderecha panista. En el tercer titular se utiliza la contracción “ultras” en lugar de “ultraderechistas” y a éstos se les trata como una facción del partido. La distinción entre derecha y ultraderecha resulta importante en términos políticos porque viene a confirmar que algunos miembros del PAN comparten los valores, postulados e incluso la agenda de la jerarquía católica respecto al aborto y otros temas como la diversidad sexual, el uso de anticonceptivos, la educación sexual, etcétera. En un país como México, que se encuentra en pleno desarrollo democrático y en el que la sociedad exige cada vez mayor tolerancia y respeto a las diferencias, las posturas de los grupos de ultraderecha son valorada negativamente y caracterizadas como resabios del pasado o intentos de retrasar el avance hacia la modernidad. Titulares como los que se presentan abajo mostraron algunos de estos temores: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
¿Retorno a etapas superadas?
El Universal
9 de agosto de 2000
173 N
Oscurantismo y oportunismo
La Jornada
15 de agosto de 2000
213 N
Fundamentalismo
El Universal
18 de agosto de 2000
219 N
Terror fundamentalista en el horizonte mexicano
página uno, suplemento 20 de agosto de 2000 del unomásuno La Crónica de Baja 12 de agosto de 2000 California La Crónica de Baja 20 de agosto de 2000 California
225 N
Los ayatolas mexicanos Se atisban nubarrones inquisitoriales en la cultura
271 L 286 L
En su trabajo sobre el PAN, Soledad Loaeza explica que este partido debe resolver el dilema de ser una fuerza moral y una fuerza política, ya que no es posible ser ambas cosas a la vez, menos ahora que ya ha accedido al poder (Loaeza 1999: 554). El PAN tiene pendiente resolver esta ambigüedad y de ello depende su futuro, pues debe optar entre seguir con su tradición de ser un partido leal al marco constitucional o seguir los dictados de la jerarquía católica.
Provida 1. El brillo de su ausencia La Asociación Nacional Provida es uno de los actores cuya identidad está íntimamente relacionada con el tema del aborto, por lo que su participación en cada coyuntura ha sido
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intensa y sistemática (Tarrés 1991: 164). La identidad de Provida con el tema del aborto es tal, que decir Provida es prácticamente sinónimo de hablar de aborto. No obstante, en esta ocasión sorprende su pobre presencia en la discusión del caso Paulina tanto en la prensa nacional como en la local. En la primera apenas hay diez encabezados que la mencionan y en la local sólo ocho encabezados aluden a grupos con posturas parecidas a Provida y sólo uno menciona a dicha organización. A pesar de haber sido mencionada pocas veces, esta organización recibió un trato francamente hostil y sus formas de actuar fueron caracterizadas negativamente en la prensa de circulación nacional. Aunque en la mitad de los titulares nacionales que se refieren a esta organización la presentan demandando un cambio de leyes o criticando a los partidos que apoyan el aborto legal, si se compara el trato que recibió este actor en relación con los funcionarios de Baja California y la JIC, resulta evidente que la prensa criticó a Provida más que a ningún otro actor del Grupo 2, pues sus miembros fueron (des)calificados como “hordas letales”, se le acusó de usar “el engaño como método antiabortista”, de presionar a Paulina, e incluso un titular supone que esta organización podría quedar aislada por su postura radical contra el aborto. Encabezado
Periódico
Fecha
Demanda grupo Provida a autoridades del DF que eviten se legalice el aborto
El Sol de México
10 abril de 2000
Folio 19 N
Pro-Vida, contra partidos a favor del aborto legal
El Universal
10 abril de 2000
21 N
Exhorta Pro-Vida a no votar por PRD
Reforma
10 abril de 2000
22 N
¿En favor de la vida?
El Universal
13 abril de 2000
29 N
Irrumpió Pro-vida en aniversario de Conapo
El Universal
15 abril de 2000
40 N
Rechazan presiones de Pro Vida contra Paulina, la joven violada
La Jornada
15 abril de 2000
43 N
Provida no teme el aislamiento por su posición: Serrano Limón
La Jornada
3 mayo de 2000
97 N
Pide Pro-Vida homologar códigos penales
El Universal
9 agosto de 2000
169 N
Las hordas letales de Serrano Limón
Milenio diario
14 agosto de 2000 208 N
La cantidad de notas en las que se menciona a Provida y las pocas pero fuertes críticas que recibió muestran que, a diferencia de la JIC y el PAN, esta organización no ocupa un lugar privilegiado para los medios de comunicación nacionales ni es tratado por ellos como un interlocutor de la clase política. La importancia de Provida como hablante autorizado en el tema del aborto no proviene de la forma en que lo aborda, pues prácticamente repite los mismos argumentos de la JIC, sino que el interés por su postura se genera en la oposición radical a esta práctica por parte de un grupo de personas con poca representatividad social, pero con un activismo muy llamativo que se vale de estrategias escandalosas como la presentación de fetos destrozados y escenas sangrientas que tienen todo el atractivo de la prensa amarillista.
101
Las comisiones local y nacional de derechos humanos En la prensa local se menciona en 18 ocasiones a la Comisión de Derechos Humanos a nivel local y se le trata siempre como una institución con autoridad moral para emitir recomendaciones o pedir acción penal contra funcionarios del gobierno que actúen fuera de la ley, como puede verse en los titulares que siguen: Encabezado
Periódico
Fecha
Pide PDH Acción Penal en contra de 5 Funcionarios Vence Plazo de la PDH al Gobernador González Alcocer PDH pide al gobierno el apoyo para Paulina
la voz de la frontera la voz de la frontera la voz de la frontera
8 de marzo de 2000 13 L 13 de marzo de 2000 17 L 26 de junio 254 L
Folio
Luego de que el gobernador de Baja California se negó a cumplir la recomendación hecha por la Procuraduría local, el caso fue llevado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). La mayor parte de los titulares que mencionan a esta última corresponden a la prensa nacional y se concentran en el mes de septiembre de 2000 porque están relacionados con la recomendación que esta institución hizo al gobierno de Baja California respecto al caso. Este hecho es uno de los que recibieron mayor cobertura a lo largo de todo el periodo estudiado, pues mereció 13 notas distintas en 13 medios diferentes. Incluso algunos diarios que no dieron seguimiento puntual al asunto publicaron que la CNDH había emitido esa recomendación. Los 13 titulares de las notas mencionadas son los que siguen: Encabezado
Periódico
Fecha
Folio
Pide la CNDH indemnizar a Paulina por negligencia Recomendación al gobierno de BC Ratifican recomendación al gobierno de Baja California Indemnización y apoyos económicos para la menor Paulina e investigación a funcionarios, pide CNDH Indemnizar a Paulina, exigen El Procurador de BC Violentó las Garantías Individuales de Paulina del carmen: CNDH Recomienda la CNDH indemnizar a Paulina por daño moral Recomendación de la CNDH al gobierno de BC por negarle aborto a Paulina del Carmen Pide la CNDH indemnizar a menor violada La CNDH recomienda indemnizar a Paulina Indemnización para Paulina, exige la CNDH Recomienda la CNDH indemnizar a Paulina Recomienda la CNDH indemnizar a Paulina
El Día El Economista El Heraldo de México El Sol de México
26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000
261 262 263 264
El Universal Excélsior
26 de septiembre de 2000 265 N 26 de septiembre de 2000 266 N
La Jornada La Prensa
26 de septiembre de 2000 267 N 26 de septiembre de 2000 268 N
Milenio diario Novedades ovaciones Reforma unomásuno
26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000 26 de septiembre de 2000
269 270 271 272 273
N N N N
N N N N N
Estos encabezados presentan a la CNDH como una institución que tiene las atribuciones legales para emitir recomendaciones a las autoridades gubernamentales — federales y locales— cuando encuentra alguna violación a los derechos humanos o detecta el
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incumplimiento de la ley. Es por esto que el fallo de la CNDH se presenta sin comentarios ni evaluaciones y obtiene una amplia cobertura en casi todos los diarios. El verbo “indemnizar” se repite en más de la mitad de estos titulares, lo que conduce a pensar que la indemnización es el rasgo de la recomendación que la prensa consideró más atractivo, ya que está dirigida a reparar el “daño moral” que sufrió Paulina al no tener el aborto. En los días subsecuentes hubo otras siete notas sobre este mismo tema, lo que contribuye a dar una idea de la importancia que tuvo para la prensa el pronunciamiento de esta institución respecto al caso. A pesar de que casi todos los medios de comunicación y la población mexicana había fallado tiempo antes a favor de Paulina, la ratificación por parte de la CNDH de la idea de que los funcionarios actuaron mal al impedir que ella abortara tuvo un fuerte valor simbólico por tratarse de una institución que se supone imparcial, que realizó una investigación exhaustiva, que le dio a cada una de las partes la oportunidad de exponer sus razones y que tiene como objetivo central vigilar por el ejercicio de los derechos de todas las personas.
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Capítulo V: Liberales contra conservadores: análisis argumentativo sobre el aborto y la legalidad
A. Selección de los textos Como se menciona al inicio de este trabajo, en el debate público sobre el aborto es raro encontrar que los dos polos de lleguen a algún acuerdo, pues los grupos y personas que se manifiestan respecto a este asunto lo hacen casi siempre para decir que están totalmente a favor o totalmente en contra de permitir el aborto de manera legal. Es por esto que resulta importante analizar cuáles son las principales diferencias entre un tipo de producción discursiva y otro, estudiar en qué aspectos existe mayor confrontación para saber dónde reside la dificultad cuando se intenta encontrar puntos de acuerdo. Con el fin de analizar los argumentos sobre el aborto que se esgrimieron durante la discusión del caso Paulina hice una selección de diez artículos de opinión donde se manifestaron los dos polos del debate, ya fueran columnas fijas o artículos de colaboradores ocasionales. Cinco de estos artículos presentan las posturas de un punto de vista que en adelante llamaré conservador, y los otro cinco artículos defienden las ideas del punto de vista que denominaré liberal. Esta denominación es frecuente en el debate sobre el aborto y suele identificar con posturas conservadoras a aquellas personas que se oponen a la despenalización o legalización del aborto y con posturas liberales a quienes abogan por ellas. La distinción entre despenalización y legalización consiste en que “despenalizar” supone sólo que el aborto deje de ser un delito, es decir, que su práctica ya no suponga una sanción legal; en cambio, “legalizar el aborto” supone que éste pase a formar parte de la normatividad de salud del país, lo que sucedería si los servicios de aborto, además de no ser ilegales, pudieran estar disponibles para las mujeres que tengan cuenten con seguro médico, ya sea particular o por parte del Estado. Para la elección de estos textos consideré sólo los artículos de opinión de mi corpus, es decir, aquellas notas que aparecieron firmadas por uno o varios autores y que se publicaron con un marco o tipografía que los distinguía como artículos de opinión diferenciándolos del resto de las notas informativas y las inserciones pagadas. En la elección de los artículos tuve en cuenta determinados criterios. El primero fue que el texto estuviera centrado en la discusión sobre las razones por las que debería o no permitirse
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el aborto de manera legal, ya que una buena cantidad de las columnas de este corpus tenían como objetivo principal dar a conocer el caso Paulina —muchos estaban basados en la narración de los hechos que dieron forma al caso, con variaciones múltiples, pero se trataba sobre todo de una narración— o la aprobación de la ley en Guanajuato y en el Distrito Federal, pero apenas argumentaban sobre las razones para permitir o no el aborto, ya sea porque estaban centrados en la situación de las fuerzas políticas o porque especulaban sobre el futuro de las reformas legislativas. Lo anterior significa que para esta selección descarté en primer lugar aquellos textos que se dedicaron primordialmente a relatar lo sucedido con Paulina —la historia de la adolescente, los actores involucrados, el proceso legal que se inició, etc.— y los que estuvieron centrados en los personajes políticos que participaron en las coyunturas del año 2000. Este criterio se justifica debido a que la intención de este apartado es estudiar cómo se argumenta a favor o en contra del aborto legal. En esta ocasión, se trata solamente de ver cómo los autores de los textos utilizan el caso Paulina como pretexto para argumentar a favor o en contra, y esto es importante en términos del debate político, pues es frecuente que quienes defienden posturas de un lado y otro vean su lucha como un asunto de largo plazo, por lo que las coyunturas significan para ellos pequeñas batallas que deben ganar, aunque no representen el triunfo definitivo. Un criterio más, que parece obvio pero que no sobra explicitar, es que sólo consideré columnas de opinión que estuvieran dedicadas totalmente a hablar del aborto o del caso Paulina en la forma como lo expuse arriba, ya que también es frecuente que los artículos de opinión manejen temas diversos, como si fueran misceláneas de actualidad. Esta forma de abordar los temas deja poco espacio para la exposición de argumentos, pues el objetivo es sólo hacer breves reflexiones sobre asuntos que a veces no tienen relación entre sí. Por este motivo, los artículos de este tipo también quedaron fuera. Separados ya los artículos de opinión en los que el caso Paulina se usó para exponer argumentos a favor y en contra del acceso al aborto legal, decidí analizar sólo cinco artículos para cada grupo con el fin de estudiar a profundidad los textos y no hacer crecer demasiado el corpus. En un principio pensaba que debería tener la misma cantidad de artículos de Mexicali que de los diarios de circulación nacional para poder comparar entre una prensa y otra, pero más tarde me di cuenta que la selección final sería muy grande y eso vendría a complicar el análisis. Por esto, decidí que cada grupo estaría formado por dos artículos de la prensa local y tres de la nacional, con lo que salvé el objetivo de comparar sin que el número de textos seleccionados sumara más de diez. En términos del análisis esto resultó importante, porque
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más adelante veremos que en realidad no hubo diferencias significativas entre las formas de argumentar de los columnistas locales y los de los diarios de circulación nacional. Hacia el final de la selección tenía todavía bastantes artículos que cubrían los requisitos mencionados antes, por lo que apliqué un nuevo criterio para quedarme sólo con cinco artículos para cada grupo: cuando tuve varios textos de un mismo periódico, escogí el que dedicó más espacio a la exposición de argumentos. En ninguno de los grupos quise dejar más de un texto del mismo diario con el fin de asegurar la diversidad de estilos y formas de argumentar. La idea que subyace a este criterio es que cada periódico tiene su propio público, por lo tanto, al elegir artículos procedentes de distintos medios garantizaría también la el tener artículos dirigidos a públicos distintos. Debo decir que no siempre pude aplicar este último criterio, pues, para las posiciones conservadoras necesitaba al menos dos artículos provenientes de la prensa local, y sólo hallé textos de corte conservador en el periódico La Crónica de Baja California. El criterio que predominó en este caso fue seleccionar los textos que expusieron con mayor amplitud sus argumentos para no permitir el aborto legalmente. Siguiendo los criterios expuestos, llegué a una selección final de los diez textos que se analizan en este apartado. Para facilitar la lectura de este capítulo, no se repetirán las referencias completas de los artículos cada vez que hable de ellos. Cuando aparezca un ejemplo proveniente de los textos que se estudian, se pondrá sólo el nombre del autor y del periódico donde fue publicado. Los datos completos de los diez textos aparecen enseguida: Posiciones conservadoras Encabezado
Autor/a
Periódico
Fecha
Origen
Tiro al blanco
Anita B. de Ochoa Heberto Peterson Legrand
27 de marzo de 2000 25 y 27 de abril de 2000
Local
En defensa del que no puede defenderse (Segunda y tercera partes) El niño que viene del dolor
La Crónica de Baja California La Crónica de Baja California
Alfonso Navarro
El Universal
14 de abril de 2000 16 de abril de 2000 17 de abril de 2000
Nacional
La vida
Jaime Alfredo Fonseca El Heraldo Gusmán “Tu vida empezó siendo un óvulo María del Pilar Hiroishi La Crónica de fecundado” hoy
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Local
Nacional Nacional
Posiciones liberales Encabezado Paulina y las palabras
Autor/a Ángel Norzagaray
Baja California: ¿Fin del Estado laico? Se llama Paulina y ya había elegido Paulina: ¿existe la moral?
Rebeca Maltos y Gema López Limón María Teresa Priego
Periódico La Crónica de Baja California La Voz de la Frontera Milenio diario
Arnoldo Kraus
La Jornada
¿Con qué derecho?
Luis Salazar C.
La Crónica de hoy
Fecha 14 de abril de 2000 12 de mayo de 2000 31 de marzo de 2000 19 de abril de 2000 8 de agosto de 2000
Origen Local Local Nacional Nacional Nacional
Para la realización de este análisis fue muy importante contar con todos estos textos capturados en archivos digitales, pues con ellos pude manejar con mucha libertad el contenido de los artículos en la computadora. Pude hacer búsquedas por palabras cuando fue necesario, pero también trabajar el contenido de los artículos de un documento a otro para facilitar el análisis. Sin duda, el procesador de textos y muchas de sus herramientas hicieron mucho más amable el proceso de análisis.
B. Elementos del análisis Para realizar el análisis argumentativo busqué el apoyo de la doctora Silvia Gutiérrez Vidrio, especialista en análisis argumentativo que ha analizado diversos modelos creados específicamente para estudiar la argumentación. Con su ayuda decidí analizar a profundidad sólo tres elementos de los textos seleccionados: 1) De qué se habla en los artículos, es decir, cuáles son los principales temas u objetos de su discurso. A éstas se les denomina “clases-objetos”. 2) Qué se dice en los artículos de aquello de lo que se habló, es decir, cómo construyen los autores de cada texto las clases-objeto de las que escribieron. A esto se le conoce como “esquematización”. 3) Cómo dicen lo que dicen, es decir, qué “estrategias discursivas” utilizaron los autores para construir su clase-objeto y comunicarla al lector. Las clases-objeto son aquellas cosas de las que se habla en el discurso, es decir, “los grandes
tópicos,
asuntos
o
focos
del
discurso
considerados
anteriormente
a
sus
determinaciones predicativas”. Las clases-objeto pueden ser determinados personajes o figuras
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públicas (o que devienen públicas como la joven Paulina), nociones (como la democracia o el Estado laico), hechos o situaciones (Gutiérrez 1989: 17). La identificación de las clases-objeto es el punto de partida del análisis, ya que permite saber qué es lo que se está discutiendo o sobre qué objeto o materia se está argumentando en un discurso o conjunto de discursos determinado.
C. Análisis de los textos Para saber de qué habló cada artículo, o mejor, para conocer cuáles fueron las clases-objeto o los temas centrales que abordaron hice varias lecturas de los artículos y anoté en los márgenes los tópicos de cada párrafo. Estas lecturas y las respectivas anotaciones arrojaron una primera lista de temas por cada conjunto de textos. A partir de estas listas pude comenzar a ordenar la información y empecé a ver con cierta claridad qué temas se mencionaron con mayor frecuencia dentro de los artículos. El ejercicio de identificar los objetos del discurso más recurrentes mostró que, efectivamente, se trataba de dos grupos de artículos que podían compararse muy bien entre sí, ya que compartían ciertas características y tópicos comunes aunque se hablara de ellos desde puntos de vista opuestos. De hecho las listas con los temas recurrentes resultaron sorprendentes porque estos mismos temas, al ser agrupados y ordenados, hicieron surgir en cada grupo cinco clases-objeto distintas, y éstas se correspondían casi a la perfección con las clases-objeto del grupo antagonista. Por ejemplo, mientras una se refería al acceso al aborto legal, la otra hablaba del aborto como crimen y asesinato, es decir, del aborto desde un punto de vista religioso que antepone la ley divina a las leyes humanas; mientras una daba a conocer la versión conservadora de lo sucedido en el caso Paulina, la otra daba la versión de estos mismos hechos desde una postura liberal. Finalmente, mientras una criticaba el conservadurismo de la derecha y los grupos que dicen estar “en defensa de la vida”, la otra criticaba la liberalidad de los grupos feministas y sus aliados. Las dos listas que menciono, con sus respectivas clases-objeto señaladas en negritas se muestran en el cuadro que sigue.
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Clases-objeto identificadas en los textos liberales y conservadores Posturas conservadoras Aborto y legalidad El aborto como crimen y asesinato La falta de justificación del aborto El aborto por violación El derecho a la vida y derechos humanos Aborto vs. derecho a la vida El feto El feto como “persona” El feto como ser débil e indefenso El inicio de la vida humana “Abortistas” (ellos y nosotros) Los abortistas Las ganancias de las clínicas abortivas El egoísmo del “derecho al propio cuerpo” La visión abortista del feto El aborto como solución “fácil” y “cómoda” La dicotomía “a favor de la vida” y “cultura de la muerte” Los “valores” de quienes se oponen al aborto Paulina El aborto de Paulina Las autoridades sanitarias y Paulina La objeción de conciencia Paulina y las prochoice Aborto Aborto y muerte de mujeres Aborto eugenésico Aborto y daño psíquico Aborto y niños no deseados Las cifras del aborto Adopción como solución al aborto
Posturas liberales Aborto y legalidad El cumplimiento de la ley El Estado laico / laicismo /separación iglesia-Estado / Pluralidad vs. intolerancia Crítica al autoritarismo El derecho a decidir El derecho a decidir de las mujeres Derecho a decidir vs. derecho a la vida Provida (ellos y nosotros) La defensa del “derecho a la vida” Los otros temas de la ultra derecha Crítica a los métodos de Provida El lenguaje de Provida La doble moral de quienes se oponen al aborto / La ultraderecha y la doble moral La objeción de conciencia La alianza PAN e iglesia
Paulina La negación del aborto a Paulina Las autoridades sanitarias y Paulina El respeto a la decisión de Paulina Provida y la ayuda a Paulina Las recomendaciones de derechos humanos sobre Paulina Aborto Aborto y derechos humanos Aborto y justicia social (aborto y pobreza) Aborto y salud pública El aborto como “mal menor” La dificultad de la decisión del aborto
Nota: Las primeras tres clases objeto identificadas son las que analizo en este apartado y por eso aparecen sombreadas.
Identificar las clases-objeto significó cumplir con el primer objetivo de este análisis, que fue saber de qué hablan los textos que seleccioné, pero quedaba por hacer todavía buena parte del trabajo, ya que la riqueza del análisis argumentativo estriba no tanto en decir de qué se
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habla, sino en describir cómo es que se construye el objeto del discurso (por medio de qué argumentos) y de qué medios se vale el emisor para construir dicho objeto (las estrategias discursivas). Como puede verse en el cuadro, cada clase-objeto contaba con muchos elementos, por lo que su análisis presentaba una gran complejidad. A partir de esta lista podía prever que me llevaría bastante tiempo analizar cada uno de los puntos, por lo que decidí estudiar sólo las tres primeras clases-objeto. Esta elección estuvo basada en la certeza de que esos tres objetos del discurso ofrecerían por sí mismos un panorama muy amplio de la argumentación sobre el tema y de las estrategias que utiliza cada bando para convencer al público. Lo que sigue es la exposición de los principales argumentos que usaron los autores para construir estas clases-objeto y las estrategias discursivas a las que acudieron. Para facilitar la exposición opté por tratar primero el punto de vista conservador, luego el liberal y, al final hice una breve comparación de ambos. Antes de continuar quiero señalar que a pesar de que este análisis se hizo con base en un conjunto de artículos que podrían considerarse como una especie de “muestra”, los hallazgos de este estudio no pueden aplicarse ni extenderse de ninguna manera a todos los textos liberales o conservadores. El valor del análisis y la reflexión que aquí propongo está en que es un estudio cualitativo, donde una mirada atenta sobre casos particulares puede generar ideas valiosas para comprender un fenómeno de mayor complejidad. En este caso, la mirada hacia algunas formas de construcción de determinados objetos del discurso y determinadas estrategias discursivas podría arrojar luz sobre la forma como opera el lenguaje en uno y otro bando, pero no pretende describir todas las formas posibles de operar de en ambos casos.
1. El aborto y la legalidad: el punto de vista conservador La revisión de los textos que manejaron posturas conservadoras sobre el aborto muestra que al hablar del aborto y la legalidad, todos los autores de este grupo reprobaron rotundamente que la ley permita cualquier tipo de aborto, incluido el aborto por violación, que fue el que solicitó Paulina. Los argumentos respecto al aborto por violación y su licitud en términos legales fueron elaborados siempre con enunciados que contienen una fuerte carga valorativa, como lo muestran los ejemplos que siguen:
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Como cuando se juega en una feria a dispararle con una escopeta a los muñequitos para ver cuántos tumba, hoy un grupo de feministas [...] le exigen a la sociedad que le disparen a cualquier niño a través de una cortina (el vientre de su madre), al fin y al cabo si no ve, qué importa quién lo mate. Y este juego hacerlo obligatorio ¡lo manda la ley! dejando de lado la conciencia de cada persona. (Anita B. de Ochoa, La Crónica de Baja California) El crimen no se justifica ni por medio de decretos. [...] Las leyes no hacen bueno lo que de suyo es malo, ni malo lo que de sí ya es bueno. El jurista no es legista. Por eso en caso de conflicto entre la ley y la justicia, el verdadero jurista se inclina por la justicia y no por la ley. (Heberto Peterson Legrand, La Crónica de Baja California) [quienes defienden el aborto legal, o las “voces criminales”, como les llama el autor] pretextaron viscosas leyes para pedir y justificar su “aborto legal” o, lo que es lo mismo, su “asesinato legal”. ¡Vaya ironía!, vaya paradoja! ¡Un asesinato legal! Contradictio in terminis.” (Alfonso Navarro, El Universal) [...] ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la ley de Dios [...] Es verdad que, como dice Santo Tomás de Aquino, el estado no tiene la obligación de convertir en delito todo lo que es pecado. Pero aunque en el Código Penal de Baja California se justifique el aborto en casos de violación, esto no lo hace bueno. (Jaime Alfredo Fonseca Guzmán, El Heraldo) El cometer ese crimen por conveniencia es cada vez más común. La privación del derecho a nacer es una realidad social, nadie lo niega, pero es una realidad cruel y nefasta ¿por eso vamos a legitimarlo? (María del Pilar Hiroishi, La Crónica de hoy)
En estos ejemplos es evidente que los autores que defienden posturas conservadoras no aceptan las leyes que permiten el aborto aunque sea en casos excepcionales. Las críticas a las leyes que permiten interrumpir el embarazo son abiertas pero, más allá del desacuerdo con la ley, en todos los casos que se muestran es bastante clara la intención de convencer al lector de que el objeto “aborto” es sinónimo de “crimen” o “asesinato”, y aunque esté permitido legalmente en algunas circunstancias, eso no lo exime de ser un acto reprobable en términos morales. La noción que subyace en todos estos enunciados es bastante conocida, y puede expresarse como sigue:
El aborto es siempre un crimen y, por lo tanto, no puede ser legal.
Siguiendo la terminología de Vignaux, este argumento puede ser denominado “argumento pivote”, ya que los argumentos pivote son “esenciales para el desarrollo discursivo y no pueden faltar sin que se desmorone la estructura interna del discurso” (Gutiérrez 1989: 18). Además, los argumentos pivote son pocos y muy redundantes, y eso es precisamente lo que sucede con el de arriba.
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Para estar de acuerdo con el razonamiento que plantean los columnistas conservadores, la condición sine qua non es aceptar que “el aborto es siempre un crimen”. Pero éste es uno de los puntos centrales de la discusión entre los grupos que favorecen y los que se oponen a la legalización del aborto, ya que la calificación de esta práctica como “crimen” o “asesinato” proviene básicamente de la ideología de la Iglesia católica o, mejor, a la postura oficial de la jerarquía eclesiástica, pero no corresponde a lo que dice la ley en México ni en otros países. La jerarquía católica señala que la vida humana, desde la fecundación del óvulo por el espermatozoide —que equivale a lo que llaman “el momento de la concepción”5— es sagrada, y el ser humano no debe intervenir en ningún momento para impedirla, porque eso significa ir contra la sacralidad de la vida y contra la voluntad de Dios. Sin embargo, en las leyes mexicanas el aborto no está considerado como “crimen” ni como “asesinato”, sino como “delito”, y dentro de la categoría “delito” se encuentran un conjunto de comportamientos muy diversos: desde el robo menor hasta el asesinato propiamente dicho. Además, según una revisión hecha por Catholics for a Free Choice, las leyes de ningún país consideran al aborto como crimen o asesinato, aunque sí lo tipifiquen como “delito” (CFC 2000: 21).6 Para los autores conservadores no parece haber distinción entre “asesinato”, “crimen” y “delito”, dado que apenas reparan en que la definición del aborto en la ley no coincide con la definición de la Iglesia católica y, si lo hacen, es sólo para señalar que la postura correcta es la de su religión. Por otro lado, la definición de “el-aborto-como-crimen-o-asesinato” no es en absoluto nueva. Se trata de una definición que podríamos llamar “hegemónica” en el sentido de que es la que ha prevalecido durante años, por lo que se trata de una frase hecha, de un lugar común, de algo que forma parte del mainstream o, si se prefiere, de las ideas preconcebidas con que cuentan las y los lectores, y la puesta en duda de esa certeza es precisamente lo que pretende comunicar y lo que espera lograr en términos discursivos el bando liberal. De hecho, si algo cuestionó el caso Paulina fue precisamente la certeza de que el aborto es siempre un crimen, por lo que el objetivo central de los autores con posturas conservadoras era mantener la definición del aborto como crimen y asesinato. Alfonso Navarro, por ejemplo, se refiere al
5
Hay un interesante debate sobre si puede afirmarse que exista un “momento de la concepción” ya que muchas veces se confunde la “fertilización” del óvulo por el esperma con el inicio de la “concepción” e incluso con el inicio del embarazo. Para los liberales no es correcto sostener que hay un momento de la concepción, ya que el óvulo fecundado debe lograr implantarse en el útero para efectivamente dar inicio a un embarazo, y ese proceso le lleva varios días, por lo que no se puede hablar de un solo momento, y tampoco se puede decir que hay un embarazo antes de la implantación porque muchos óvulos fecundados se pierden sin dar inicio a un embarazo. (Ver CRLP 1999: 3) 6 En este documento Frances Kissling hace notar que el aborto temprano fue distinguido del asesinato “incluso en los cánones católicos” debido a que los teólogos católicos consideraban que el feto adquiría el alma sino hasta 40 días después de la concepción.
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“aborto legal” como “asesinato legal”; Anita B. de Ochoa describe al aborto como el acto de “dispararle [...] a cualquier niño a través de una cortina”, que es el vientre de su madre; y Heberto Peterson Legrand al igual que María del Pilar Hiroishi asocian la palabra “aborto” con “crimen”. La definición de “el-aborto-como-crimen-o-asesinato” no tiene el respaldo de la definición legal de esta práctica, pero sigue influyendo en la forma como se habla del aborto. Esta influencia tiene raíces en la larga tradición de condena hacia el aborto que ha existido no sólo en México sino en todo el mundo occidental. Al principio de la época moderna el aborto era considerado un crimen prácticamente en todos los países, pero a partir de los años cincuenta varios Estados europeos optaron por la despenalización de esta práctica. No obstante, actualmente en México la definición hegemónica del acto de inducir la interrupción del embarazo
coincide
plenamente
con
la
definición
conservadora.
Como
señalan
los
investigadores Roberto Castro y Joaquina Erviti: “El discurso hegemónico condena el aborto y busca identificar como criminales a las mujeres que interrumpen un embarazo y a quienes les apoyan, entre ellos los profesionales que lo practican y los grupos o personas que abogan por la despenalización y el reconocimiento como un derecho de la mujer” (Erviti y Castro 2001: 2).7 Pero la definición conservadora del aborto es posible además debido a que las palabras no tienen un significado unívoco, es decir, no significan sólo lo que señalan los diccionarios, pues, como han encontrado los estudios de semántica, pueden significar cosas diferentes dependiendo de múltiples factores, como la forma y la situación en que se usan, la intención del hablante o emisor del mensaje, entre otros factores de carácter pragmático, pero también porque las palabras entre sí establecen diferentes “relaciones de significado” (Berruto 1979: 91). Hay relaciones de semejanza o afinidad e, incluso, de diferenciación u oposición. Por ejemplo, las palabras “crimen” y “asesinato” tienden a ser usadas como sinónimo de algo ilegítimo o al menos reprobable, pero que quizá no esté sancionado por la ley. Cuando una niña dice que un vecino “asesinó” a la muñeca, puede estar diciendo que la destrozó, pero es muy difícil que ese “asesinato” tenga consecuencias legales. O, supongamos que suben los precios de los alimentos y un ama de casa exclama que “¡se trata de un crimen!” Aquí la mujer califica
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Para el caso de Irlanda, donde el aborto está muy restringido legalmente y la discusión pública sobre el tema está prácticamente clausurada, las investigadoras Mary Boyle y Jane McEvoy hablan de la existencia de un “casi monolítico discurso público sobre el aborto”. Esta expresión tiene la ventaja de subrayar que el discurso que se maneja públicamente es uno y que puede diferir de los discursos privados respecto al aborto. Algo similar ocurre en México, donde el discurso público sobre el aborto tiende a la condena de esta práctica, aunque cada vez más actores públicos (políticos, intelectuales y líderes de opinión) adoptan una postura más liberal, aceptando al menos algunas razones para tener acceder al aborto.
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de “crimen” algo que considera muy injusto, pero eso no significa que demandará a los responsables del alza de precios. Al hablar del aborto en México el uso de las palabras “crimen” y “asesinato” resulta ambiguo, pues aunque se trata de un acto penado en general por la ley, también ésta lo permite en determinados casos. Esta ambigüedad favorece que los autores conservadores usen su propia definición del aborto sin aclarar que no corresponde a lo que dicen las leyes. Un elemento social que refuerza esta ambigüedad es el escaso conocimiento que tiene la población de las normas en general y, en particular de las relativas al aborto. Poco menos de la mitad de la población (45%) sabe que el aborto está permitido en México sólo en algunas circunstancias (Population Council 2001: 4), por lo que podemos suponer que el resto de la población es susceptible de aceptar la definición del aborto como crimen o asesinato sin cuestionarla. Esto no sucede en los países donde el aborto es legal ya que ahí la definición conservadora adquiere matices, pues la población tiene claro que determinados grupos y personas consideran al aborto como un asesinato o un crimen y, a pesar de eso, la ley lo permite.
Las estrategias discursivas del lado conservador Para construir al objeto aborto como una práctica que equivale al asesinato de un ser humano o a cometer un crimen, todos los autores conservadores examinados acudieron a estrategias similares. Una de las más evidentes fue utilizar con asiduidad verbos como “matar”, “disparar”, “aniquilar”; o expresiones como “quitar la vida”, “negar el derecho de vivir” o “sentenciar a muerte”, para referirse al aborto. A continuación presento una selección de textos, proveniente de los artículos seleccionados, que contienen esa clase de las expresiones. Muchas de ellas sólo pueden comprenderse en el contexto en que están situadas, por lo que hay anotaciones contextuales en corchetes: [un grupo de feministas le exigen a la sociedad] que le disparen a cualquier niño a través de una cortina (el vientre de su madre) [...] ahora les preocupa mucho el bebé, pero cuando era un embrión lo sentenciaron a muerte... [...] lo que no se vale es que en el nombre de la “justicia” negarle a esa criaturita la oportunidad de vivir, de ver salir el sol cada día, de llegar a ser una persona de bien. ¿Para eso quieren un Instituto de la Mujer? ¿Para defender el derecho de una madre de matar a su hijo? (Anita B. de Ochoa, La Crónica de Baja California) “Casti Connubi” habla del “delito gravísimo con el que se atenta contra la vida de la prole encerrada en el claustro materno” (número 23). [...] ¿Que vamos a proteger a la madre y ser cómplices para aniquilar al bebito dentro del vientre, al que no se puede defender?...
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Decir que los maten es... fácil. [...] El legislador está para defender la vida del inocente y no convertirse en su verdugo. (Heberto Peterson Legrand, La Crónica de Baja California) [Paulina y su madre] llevaban clavada, obsesiva, la decisión de acabar con aquel “producto”, con aquella “ignominia” enquistada en el vientre de Paulina [...]. Unas voces, las homicidas, tejieron mil y una añagazas para dar muerte al niño [...] aquellos y aquellas que movieron las cuatro columnas del firmamento con el único empeño de aniquilarlo, de convertirlo en un frío y cruento dígito de las estadísticas del aborto. Conocerá que todas ellas [las voces criminales u homicidas], confabuladas para eliminarlo allí donde más indefenso dormitaba, pretextaron viscosas leyes para pedir y justificar su “aborto legal” o, lo que es lo mismo, su “asesinato legal”. (Alfonso Navarro, El Universal) Sin importar las circunstancias atenuantes, el aborto no deja de ser un crimen. Hay que brindar todo el poyo necesario a la niña para que dé a luz y pueda mantener a su criatura, pero jamás se puede consentir que se asesine al bebé. [...] que el señor premie su valor y su coraje generosamente, de manera que nunca se arrepienta por haber salvado la vida de un ser humano. (Jaime Alfredo Fonseca Guzmán, El Heraldo) Estás aquí, nadie lo impidió, nadie coartó tu derecho a disfrutar de la vida y gozas de libre albedrío para realizarte como persona, tu vida empezó siendo un óvulo fecundado y desde ese momento fuiste un individuo creado. [...] ¿Tú te sentirías con derecho a eliminar un óvulo fecundado, cuando tú sí tuviste el derecho a vivir, desarrollarte y ser lo que hoy eres? [...] Éstas y muchas otras preguntas surgen cuando vemos tantos y diversos argumentos que se utilizan para atentar contra el 1er derecho humano, el de la vida. [...] El cometer ese crimen por conveniencia es cada vez más común. También es cierto que por hacerlo [el aborto] clandestinamente mueren muchas mujeres por falta de asepsia, mala atención, etcétera. ¿Pero quién lleva la cuenta por cada mujer que muere, o por aquélla que sobrevive, muere inexorablemente SU HIJO, una nueva e indefensa persona humana? ¿No tiene el mismo valor la vida? Por cada una que muere, mueren dos. (María del Pilar Hiroishi, La Crónica de hoy) Estos ejemplos ilustran la intención de los columnistas conservadores de asociar la interrupción del embarazo con las nociones de muerte y destrucción. Puede verse que existe un uso consistente de verbos como “aniquilar”, “coartar”, “eliminar”, “atentar”, “acabar”, etc. El objetivo que cumple esta forma de presentar al aborto es alejar la discusión del ámbito legal y centrarla sólo el hecho de que se trata de un acto reprobable. Podría decirse que los autores conservadores apelan más a la emoción (¿quién querría “matar a un bebé” o “acabar con una vida”?) que a la razón (la ley no considera al aborto como asesinato, por lo tanto no puede decirse que lo es), y sus argumentos apuntan a explotar, mantener y recrear el lugar común de “el-aborto-como-crimen-o-asesinato”. Otros apoyos para alcanzar el objetivo de identificar al aborto con el asesinato fue acudir a dos estrategias
que aparecieron con frecuencia en todas las notas de los autores
conservadores:
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la primera fue personificar al objeto discursivo “feto”, diciendo que es igual a un ser humano ya nacido, y presentarlo como tal;
la segunda fue caracterizar de forma negativa a quienes defienden la posibilidad del aborto legal.
A continuación se ofrece una reflexión sobre cada uno de estos aspectos debido a que constituyen una parte importante de la argumentación conservadora.
El feto como persona Equiparar al feto con las personas ya nacidas es una de las prácticas discursivas más frecuentes dentro de la retórica conservadora sobre el aborto. No es necesario leer cientos de textos de este tipo para darse cuenta de que en la argumentación conservadora el feto ocupa un lugar protagónico. La discusión acerca de si el feto puede ser considerado como persona no ha llegado a conclusiones definitivas y sigue ocupando espacio dentro de las discusiones éticas y filosóficas. La discusión filosófica sobre el estatus ontológico del feto es bastante compleja y en ella intervienen también argumentos de carácter conservador y liberal, pero hay autores con posturas moderadas que, antes que tomar partido por cualquier bando, intentan aclarar la cuestión del si el feto puede ser o no considerado como persona en términos morales. Un ejemplo de argumentación de esta clase lo ofrece la filósofa Margarita Valdés, quien afirma que la justificación moral del aborto supone la solución del problema de si el feto es o no persona y, para saber si lo es o no, propone “encontrar las condiciones que algo tiene que satisfacer para ser una persona”. La argumentación que ofrece Valdés es muy detallada y por razones de espacio voy a resumirla. Ella distingue tres nociones de persona (Valdés 2001: 69-82): 1) La noción biológica: que “iguala la idea de persona con la de ser biológicamente humano, es decir, con la de poseer el código genético propio de la especie homo sapiens”. 2) La noción de persona potencial: que considera que una entidad “tiene en sí misma un poder de transformación [...] que le permitirá, si nada interfiere con su proceso de desarrollo, actualizarse, es decir, convertirse en una persona hecha y derecha, en una persona real”.
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3) La noción de persona metafísica y moral de persona: que establece una serie de condiciones que deben ser satisfechas
por cualquier entidad para poder ser
“persona”. Entre esas condiciones se encuentra el la de poderle adscribir a dicha entidad “predicados psicológicos, estados de conciencia, por simples que éstos sean”. Valdés afirma que las dos primeras no son aceptables en términos morales. La primera debido a que “las propiedades biológicas por sí mismas no son moralmente relevantes”, y a que “tener el código genético de la especie homo sapiens y ser producto de la unión de los núcleos de dos células humanas no es ni siquiera una condición suficiente (ni una condición necesaria) para ser una persona”. Explica que “nuestras células no gonádicas contienen un código genético completo y son producto de la unión de dos células humanas (el óvulo y el espermatozoide originales) y no diríamos que son ‘personas’ por más que los avances científicos puedan permitir un día no lejano la reproducción humana mediante la clonación” (Valdés 2001: 77-78). La segunda noción de persona tiene el problema de que “es precisamente su conexión causal con la futura persona real la que dota a la persona potencial de un cierto valor moral”, pero esa potencialidad es tanto para convertirse en persona como para no convertirse en ello, por lo que “si el feto no se convierte en nada ulterior (si se aborta) y no llega a tener en el futuro las características que hacen valiosas a las personas, entonces no hay nada en el presente de donde pueda derivar su valor moral” (Valdés 2001: 78-80). La tercera definición, en cambio, es una definición normativa y establece que “por tener propiedades psicológicas, las personas son entidades a las que valoramos y a las que no podemos tratar de cualquier manera”. Así, “las personas metafísicas merecen una consideración especial de nuestra parte por tener estados de conciencia [...] Sólo podemos actuar bien o mal con respecto a entidades que son o han sido capaces de sentir dolor o placer, capaces de ver satisfechos o frustrados sus deseos, de ver cumplidos o actualizados sus planes de vida, de tener vidas realizadas o vidas fracasadas”. Valdés adopta esta tercera definición para afirmar que antes del tercer mes de gestación no se puede sostener que el feto sea una persona en el sentido metafísico y moral del término, ya que el sistema nervioso no está aún suficientemente desarrollado como para permitirle sentir dolor o placer. La filósofa concluye su alegato diciendo que sus razones pueden ser discutidas, pero que esa discusión debe ser razonable, es decir, que no se vale contraponerle razones “que dependan de la
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idiosincrasia particular de quien las proponga, ni de su visión religiosa del mundo y de la vida” (Valdés 2001: 80-87). Este ejemplo de argumentación filosófica muestra que la discusión sobre si el feto puede ser considerado como una persona no está completamente saldada. No obstante, los conservadores han equiparado al feto con las personas ya nacidas desde varias décadas atrás y en este punto su argumentación no ha sufrido modificaciones. Si acaso, es posible observar que cada vez presentan con mayor frecuencia la noción biológica de persona, quizá porque el hablar del código genético conecta su discurso con los avances de la tecnología y el desarrollo de proyectos como el Genoma Humano y la clonación, pero en el fondo su postura ha sido siempre sostener que los embriones y los fetos son personas hechas y derechas sin importar el momento de la gestación en que se encuentren. Un estudio de Celeste Michelle Condit sobre el tratamiento del feto en el discurso conservador señala que esta forma de presentar al feto es resultado de desarrollos discursivos anteriores, pues las imágenes que los grupos Pro Vida comenzaron a difundir a finales de la década de los setenta lograron crear una sola imagen del feto por medio de fotografías de nonatos que se hallaban en el segundo y tercer trimestres de gestación. La consecuencia inmediata de esto fue desaparecer del imaginario colectivo las diferencias existentes en las diversas etapas de desarrollo y traer a la mente sólo imágenes estereotipadas de fetos en etapas avanzadas de desarrollo. El objetivo fue presentar al feto como idéntico a los bebés, pues es en las últimas etapas del embarazo es cuando los primeros se parecen más a los segundos, aunque, paradójicamente, es también en esas etapas cuando se practican menos abortos. Condit explica que las fotografías y los videos de los grupos Pro Vida ganaron una gran presencia pública en los años ochenta “porque el feto tiene una importante materialidad que puede ser fotografiada”, pero explica que esas fotos y videos presentan un significado que “ha sido construido”. Las fotografías de Provida son resultado de “complejas tácticas retóricas que generaron una imagen significativa del feto”. Para comprender el impacto de esas imágenes, dice Condit, es necesario reconocer en primer lugar que son imágenes con alto valor persuasivo, ya que sin ellas “los activistas Pro Vida tendrían sólo un argumento abstracto acerca de la importancia de los cromosomas en la determinación de la vida humana o un argumento religioso acerca del ‘alma’, y ninguna de esas opciones podrían sustentar la virtuosa pasión de su movimiento público”. Además, los miembros de Pro Vida “hacen un uso extensivo y figurativo de fotografías para construir una imagen de ‘el feto’ que permita autorizar la protección legal de los fetos como bebés humanos” (Condit 1990: 79-80).
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Condit parte de la noción de que, en general, las imágenes no son explícitas, por lo que una imagen es potencialmente mil palabras diferentes y “puede funcionar dentro de un argumento sólo si su significado es activamente inducido”. En la construcción del feto como entidad idéntica a las criaturas ya nacidas, las imágenes jugaron un papel central a través de dos operaciones básicas (Condit 1990: 82-89): 1. La metonimia, que consiste en designar una cosa con el nombre de otra tomando el efecto por la causa, hizo posible que la gran variedad de formas de los no nacidos — blastocisto, embrión, fetos del primero, segundo y tercer trimestres— fuese reducida a imágenes de fetos del segundo y tercer trimestres. Este movimiento retórico fue crucial, porque logró presentar al feto como si se tratara de una entidad distinta e independiente de la mujer embarazada, que no corresponde a lo que es en realidad. 2. La metáfora, que consiste en atribuir a una palabra un sentido figurado, en virtud de una comparación tácita, permitió a las imágenes de Pro Vida hacer dos afirmaciones que, aunque no son exactas, sino precisamente metafóricas, tuvieron una gran influencia: “El feto ES un ser humano”, y su corolario, “El aborto ES un asesinato”. Pero para que esta metáfora funcionara fue necesario dirigir de alguna manera su significado y ello se logró seleccionando fetos del tercer trimestre y acompañando las fotografías de comentarios o glosas para inducir la conclusión de que se trata de seres humanos hechos y derechos. Las imágenes de fetos de Pro Vida van siempre acompañadas de letreros como “éste es un bebé” o, a lo más, “éste es un bebé no nacido”. En el caso de los autores conservadores que se analizan en este trabajo, ninguno utilizó fotografías para ilustrar sus textos, ya que en las columnas de opinión ese recurso prácticamente no existe. Pero, a pesar de eso, los autores conservadores aprovecharon los logros discursivos resultado de la difusión de las imágenes de Pro Vida para seguir argumentando que el feto es igual a un bebé o un ser humano ya nacido. Así, su trabajo consistió en seguir alimentando la idea de que el feto es una persona. Algunos ejemplos de este tratamiento pueden leerse enseguida: [un grupo de feministas le exigen a la sociedad] que le disparen a cualquier niño a través de una cortina (el vientre de su madre) [...] Lo curioso es que ahora les preocupa mucho el bebé, pero cuando era un embrión lo sentenciaron a muerte... en ese entonces ¿no era un bebé? ¿Cuándo comenzó a serlo? (Anita B. de Ochoa, La Crónica de Baja California) Se han esgrimido una serie de argumentos a favor del aborto, los cuales me permitiré exponer y refutar, pensando siempre en ese niño que también tiene derechos frente a la madre:
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[...] el hijo en el vientre no es un tumor ni un apéndice, es un ser con un código genético propio. No se trata de una cosa, sino de un ser vivo y humano distinto de sus progenitores y ya con derechos inviolables. ¿Que vamos a proteger a la madre y ser cómplices para aniquilar al bebito dentro del vientre, al que no se puede defender?... [...] hay que hablar por ese pequeño que desde el vientre materno es también sujeto de la justicia. (Heberto Peterson Legrand, La Crónica de Baja California) Unas voces, las homicidas, tejieron mil y una añagazas para dar muerte al niño cuando apenas empezaba a soñar en el vientre cálido de su madre adolescente. Dicen que los fetos sueñan en el seno materno. No sé si este niño (me hubiera gustado llamarlo por su nombre) soñó alguna vez en todos aquellos y aquellas que movieron las cuatro columnas del firmamento con el único empeño de aniquilarlo, de convertirlo en un frío y cruento dígito de las estadísticas del aborto. Si lo soñó, debió llorar envuelto en su oscuridad y su silencio. Él, que era el menos culpable, el más inocente en aquel drama, era señalado como un apestado de origen, como un intruso, como un ser abominable aunque sólo midiera unos centímetros. (Alfonso Navarro, El Universal) Hay que brindar todo el poyo necesario a la niña para que dé a luz y pueda mantener a su criatura, pero jamás se puede consentir que se asesine al bebé. Desde aquí, sólo puedo elevar mis oraciones por aquella jovencita, por su familia y por el bebé, para que el señor premie su valor y su coraje generosamente, de manera que nunca se arrepienta por haber salvado la vida de un ser humano. (Jaime Alfredo Fonseca Guzmán, El Heraldo) [...] tu vida empezó siendo un óvulo fecundado y desde ese momento fuiste un individuo creado. También es cierto que por hacerlo clandestinamente mueren muchas mujeres por falta de asepsia, mala atención, etcétera. ¿Pero quién lleva la cuenta por cada mujer que muere, o por aquélla que sobrevive, muere inexorablemente SU HIJO, una nueva e indefensa persona humana? ¿No tiene el mismo valor la vida? Por cada una que muere, mueren dos. Por cada una que sobrevive, muere de todos modos uno. El niño que va a nacer debe gozar desde el momento de su concepción de todos los derechos SIN NINGUNA EXCEPCIÓN NI DISCRIMINACIÓN. (María del Pilar Hiroishi, La Crónica de hoy)
Podemos notar en estos ejemplos el empleo frecuente e intencionado de las palabras “niño”, “hijo”, “bebé” y “criatura” para referirse al feto y percatarnos de que se usan como equivalentes de feto. Una vez presentada la esquematización de que los fetos son iguales a los seres humanos ya nacidos, los autores conservadores construyen sus discursos sobre esta base y comienzan a utilizar indistintamente las palabras “bebé”, “criatura”, “niño” e “hijo” como sinónimos de “feto”. Para hablar del aborto, unen los verbos “matar” y “aniquilar” con los sustantivos anteriores, lo que da como resultado frases como “asesinar a su bebé”, “dar muerte al niño”, etc. No obstante, un fenómeno interesante es ver que las equivalencias creadas por el discurso conservador entre la palabra “feto” y “bebé”, “criatura”, “niño” e “hijo” no funcionan siempre de manera automática y no pueden hacerlo porque la analogía entre estos vocablos encuentra un límite, ya que para los mismos conservadores es necesario dejar claro que se están refiriendo al feto, aunque lo califiquen de “bebé”. Eso significa que los conservadores
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mismos no pueden ser coherentes hasta el final con su propia propuesta de tratar a los fetos como personas, ya que se ven en la necesidad de formular enunciados tales como “el hijo en el vientre”, “el niño dentro del útero de la madre”, “la criatura en el seno materno” y “el bebito dentro del vientre”. En estas expresiones destaca la presencia del “vientre”, “útero” o “seno materno”, ya que señala la existencia de una mujer involucrada en el proceso de gestación, es decir, que al propio discurso conservador se le impone la necesidad de señalar que el “bebé”, la “criatura” o el “niño”, como suelen llamar al feto, está todavía en proceso de formación dentro del cuerpo de una mujer. Este último hecho resulta relevante porque una de las características del discurso conservador es centrar la atención del público en el feto, pero es tanta la insistencia en ello que tiende a desdibujar la presencia de las mujeres que viven los embarazos no deseados, mismos que son el origen de los abortos. No obstante, el análisis muestra que no es posible desaparecer a las mujeres del discurso sobre el aborto, ya que es en el cuerpo de ellas donde ocurre la gestación. Para los autores conservadores no hay duda de que la vida del feto es más valiosa que las razones de la mujer para tener un aborto, por lo que, salvo las menciones a su “vientre”, “útero” o “seno materno”, dedican muy poco espacio a hablar de los deseos, sentimientos y proyectos de vida de las mujeres que optan por el aborto, y cuando hablan de esto lo hacen para señalar que esos deseos, anhelos o necesidades son triviales o no pueden estar nunca por encima del “derecho a la vida”. Volviendo a la construcción del feto como un ser humano idéntico a las personas nacidas, los conservadores acuden, además, a ciertos tratamientos discursivos que vienen a completar la noción de que los fetos son personas hechas y derechas. Se trata de atribuirles justamente los “predicados psicológicos” de los que habla Margarita Valdés y que la ciencia ha demostrado que no pueden ser aplicados a los fetos durante el primer trimestre de gestación. Todos los autores analizados le adjudican a los fetos características que sería improbable que tuvieran, tales como sufrir o incluso soñar. Alfonso Navarro, por ejemplo, escribe: “Dicen que los fetos sueñan en el seno materno” y luego especula sobre la clase de sueños que tendría el hijo de Paulina cuando era feto. El resto de los autores conservadores presenta escenas de las que se deduce que durante un aborto el feto sufre; por ejemplo, Heberto Peterson Legrand dice “¿Que vamos a proteger a la madre y ser cómplices para aniquilar al bebito dentro del vientre, al que no se puede defender?” Los verbos “aniquilar”, “matar” y “disparar” no pueden ser usados en este contexto sin dejar la sensación de que generan gran sufrimiento entre quienes son destinatarios de esas acciones.
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Si bien resulta bastante fuerte el caracterizar al aborto como “el asesinato de un bebé”, la argumentación conservadora remata esta noción al señalar que el feto es una criatura débil e indefensa. Una forma de hacerlo en los textos analizados fue usando diminutivos como “criaturita” o “bebito”, pero también se usó la frase “un diminuto ser humano”, y se caracterizó al feto como “el menos culpable, el más inocente” o “la víctima que no se puede defender”. Todos los textos conservadores subrayaron de una u otra forma la desventaja del feto frente a la mujer que desea un aborto, aunque eso resulta paradójico en el marco del caso Paulina, porque ella fue quien estuvo en desventaja frente a los médicos que no le permitieron abortar. El objetivo de subrayar la indefensión del feto completa la imagen del aborto como un “asesinato” que se comete contra un “bebé” que, además, se encuentra totalmente “indefenso”. Se trata pues de una escena de horror con un valor persuasivo que aún desconocemos.8 La definición conservadora de lo que es el aborto invita al auditorio a la unificación, entendida ésta como un modus operandi de la ideología, en el sentido en que la explica John B. Thompson, ya que los conservadores tienden a crear en el plano simbólico “una forma de unidad que abarque a los individuos en una identidad colectiva, sin tomar en cuenta las diferencias y divisiones que pudieran separarlos” (Thompson 1993). Al decir que el aborto es un asesinato y luchar en contra de él es estar “a favor de la vida”, los conservadores plantean una escenario en el que sólo es correcto estar “a favor de la vida” y, por lo tanto, en contra de todo tipo de aborto. Hay que tener en cuenta además que este movimiento de unificación está dirigido exclusivamente al auditorio, ya que al hablar del bando liberal los conservadores presentan una escena de fragmentación, como se verá más adelante.
Hablando de los otros: el bando conservador Como hemos visto, la argumentación conservadora construye al objeto “aborto” como una práctica inaceptable —idéntica a un crimen o a un asesinato— que se realiza en contra de una criatura pequeña e indefensa. Pero si bien no existen defensores sociales ni organizaciones civiles que pretendan legalizar el crimen o el asesinato, desde los años sesentas existe un movimiento social en todo el mundo a favor de despenalizar el aborto —en México la primera propuesta de despenalización data de los años treinta, aunque es en los setenta cuando los grupos feministas comienzan a organizarse para demandar la despenalización. 8
No conozco estudios que analicen la forma en que el público recibe los mensajes de Pro Vida, pero mi experiencia empírica con grandes auditorios de jóvenes a los que se expone a las imágenes de fetos destrozados es que los espectadores se niegan a hablar del aborto luego de la presentación. Los jóvenes salen del lugar deseando hablar de otra cosa menos de lo que acaban de ver.
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La existencia de ese movimiento social representa sin duda un obstáculo importante para la argumentación conservadora porque cuestiona totalmente su forma de presentar el aborto. Pero a pesar de que la presencia feminista representa un gran riesgo para la postura conservadora, la estrategia conservadora para enfrentar a su oposición consiste sólo en presentar de forma negativa a quienes pertenecen a ese movimiento. La lógica que está detrás es simple: si el aborto es un asesinato, quienes lo defienden no pueden ser buenas personas. Para mostrar esa imagen negativa de quienes luchan por el aborto legal, los conservadores utilizaron recursos diversos como se ve en los ejemplos que siguen: [...] un grupo de feministas “Alaíde Foppa”, representadas por Silvia Reséndiz y Rebeca Maltos, le exigen a la sociedad que le disparen a cualquier niño a través de una cortina (el vientre de su madre), al fin y al cabo si no ve, qué importa quién lo mate. [...] Algunas integrantes del mencionado grupo, al enterarse del caso, empezaron a hacer escándalo, pusieron una queja en la Procuraduría de los Derechos Humanos, acudieron a los medios de comunicación y enviaron el caso a grupos afines en otros Estados. (Anita B. de Ochoa, La Crónica de Baja California) La verdad, estimado lector, es que al aborto ha sido un negocio multimillonario para muchos. Grandes fortunas se han amasado con el dolor humano por personas carentes de valores morales, faltos de ética profesional. [...] Sé que hay quienes creen en el aborto —y su intención es buena—. Ojalá y reflexionen que es mejor luchar por la cultura de la vida y no por la cultura de la muerte. (Heberto Peterson Legrand, La Crónica de Baja California) Unas voces, las homicidas, tejieron mil y una añagazas para dar muerte al niño cuando apenas empezaba a soñar en el vientre cálido de su madre adolescente. [...] No sé si este niño [...] soñó alguna vez en todos aquellos y aquellas que movieron las cuatro columnas del firmamento con el único empeño de aniquilarlo, de convertirlo en un frío y cruento dígito de las estadísticas del aborto. [...] Un día sabrá ese niño que aquellas voces criminales fueron muchas; que salieron del cerco de los dientes de pomposos abortistas, de las tétricas féminas de GIRE (¿cada vez “más lúcidas”? y de las falsas “Católicas por el derecho a decidir”. Conocerá que todas ellas, confabuladas para eliminarlo allí donde más indefenso dormitaba [...]. ¿Por qué el columnista [se trata de un columnista liberal del que no dice el nombre] enmudece ante el fanatismo de los abortistas, más sanguinarios que Herodes? (Alfonso Navarro, El Universal) El responsable del crimen no es tanto la niña, envuelta en una situación que le impide discernir adecuadamente, sino la familia y todo aquel que apoye que se practique el aborto. (Jaime Alfredo Fonseca Guzmán, El Heraldo) ¿Y si tomaras la decisión de eliminar un óvulo fecundado, cuál sería la razón o pretexto que tomarías? ¿Dirías que por no estar preparado para asumir la responsabilidad de ser madre o padre? [...] ¿O porque tu tienes derecho a decidir sobre tu cuerpo por falta de valores? Éstas y muchas otras preguntas surgen cuando vemos tantos y diversos argumentos que se utilizan para atentar contra el 1er derecho humano, el de la vida. (María del Pilar Hiroishi, La Crónica de hoy)
Uno de los procedimientos más evidentes fue equiparar a los defensores del derecho al aborto con los criminales y calificar de manera despectiva a quienes defienden la posibilidad del aborto legal. Alfonso Navarro es el autor conservador que abundó más que ningún otro en sus
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críticas hacia el lado liberal, y para referirse a él dijo que estaba formado por “voces homicidas” que “tejieron mil y una añagazas para dar muerte al niño”. Este autor señaló además los nombres de dos organizaciones que trabajan por el aborto legal, aunque nombrándolas siempre de manera desdeñosa. Así, menciona a las “tétricas féminas de GIRE” y “las falsas ‘Católicas por el derecho a decidir’”, de quienes dice que son “más sanguinarias que Herodes”. El resto de los autores conservadores construyeron la imagen negativa de quienes abogan por el aborto legal de formas menos evidentes. De hecho, la mayor parte de las construcciones negativas de sus adversarios la lograron de forma indirecta pues al describir el aborto como “negar el derecho de nacer”, “quitar la vida”, “dispararle a un bebé en el vientre materno”, etcétera, los conservadores le estaban atribuyendo la responsabilidad de esos actos a quienes defienden el aborto legal dado que el acto y quien lo defiende están íntimamente ligados. Pero también hubo acusaciones directas; por ejemplo, Anita B. de Ochoa indica que las feministas “empezaron a hacer escándalo”, con lo que las presenta como personas propensas al desorden. María del Pilar Hiroishi dice que quienes creen tener derecho a disponer de su cuerpo lo hacen “por falta de valores” y Heberto Peterson Legrand sostiene que el aborto “es un negocio multimillonario”, con lo que sugiere, sin afirmarlo, que quienes lo defienden lo hacen para obtener ganancias económicas. En resumen, los conservadores presentan la imagen de los liberales como seres faltos de valores, decadentes e inmorales. La forma lógica de concluir ese señalamiento es mostrar a quienes se oponen totalmente al aborto como personas intachables, bondadosas, de gran generosidad y valores incuestionables. El columnista Alfonso Navarro, que fue quien criticó más a las feministas que buscan el aborto legal, utilizó varias expresiones para halagar a quienes se negaron a practicar el aborto a Paulina, como se ve en este ejemplo: Pero el niño que viene desde los linderos del dolor también conocerá que otras voces católicas se levantaron, valientes, para defender su vida. Algún día verá cara a cara a los doctores que, con legítima objeción de conciencia, se negaron a cometer el crimen que lo hubiera privado de la vida. Esos doctores no sólo sufren ahora el chantaje legaloide de las abortistas de GIRE sino que se han expuesto a perder su trabajo, a que los despidan del mismo. (Alfonso Navarro, El Universal). El escenario que presentan los autores conservadores es de fragmentación. Como señala Thompson, la fragmentación tiende a “orientar las fuerzas de una oposición potencial hacia un objetivo que se proyecta como maligno, dañino o amenazador”. En este caso se presenta a los dos bandos de forma maniquea: uno es el bueno y otro el malo, es decir, se
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acude a la diferenciación, y se enfatizan las distinciones, diferencias y divisiones que hay entre los grupos e individuos (Thompson 1993: 98). Pero no sólo eso; la argumentación conservadora apunta además que el bando bueno es y será siempre bueno, porque defiende la voluntad divina, y el bando malo nunca podrá dejar de serlo, a menos que admita que está en un error. Esto queda bien ejemplificado en el texto de Heberto Peterson Legrand, quien sostiene que “hay quienes creen en el aborto —y su intención es buena—”, pero más adelante dice que “Ojalá y reflexionen que es mejor luchar por la cultura de la vida y no por la cultura de la muerte”, de lo que se infiere que quienes defienden el aborto legal lo hacen porque no han reflexionado lo suficiente. Esta clase de afirmaciones muestra que acudir a la fragmentación impide reconocer a los opositores como seres igualmente falibles porque la lógica misma de esta estrategia lo impide.
2. El aborto y la legalidad: el punto de vista liberal En lo que respecta al bando liberal, todos los autores analizados hicieron referencia explícita al hecho de que el aborto que solicitó Paulina estaba permitido legalmente y no pudo realizarse por la intervención de las autoridades panistas. Ésta es una diferencia central entre un bando y otro, ya que los autores conservadores tendieron a utilizar el caso Paulina como pretexto para denostar la práctica del aborto en general, mientras que casi todos los autores liberales se limitaron a discutir sólo el caso de Paulina y el aborto por violación. De los cinco textos liberales analizados solamente uno habló del aborto en general. Esta diferencia es muy significativa porque muestra en parte la estrategia utilizada por cada bando. Cada uno de ellos tuvo la oportunidad de evaluar la coyuntura que abrió el caso Paulina y argumentó en consecuencia: mientras los conservadores calcularon que era el momento de continuar su campaña en contra del aborto, los liberales apelaron a la sensibilidad de la opinión pública y le pidieron concentrar su atención en el aborto por violación y en el sufrimiento vivido por Paulina. Así, parece ser que los liberales no esperaban que este caso conmovería a diferentes actores y grupos sociales y los llevaría a favorecer una postura más liberal respecto al aborto. En cambio, los liberales apostaron a que la injusticia cometida contra la adolescente sería contundente y confiaron en que dar a conocer los hechos les permitiría a ganar a una parte de la opinión pública. Podemos sospechar entonces que los liberales evaluaron que ganarían mucho más si se limitaban a hablar sólo de este caso que si intentaban hablar de la despenalización total del aborto.
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Los ejemplos que siguen muestran cómo fue que se manifestaron los columnistas liberales respecto al aborto y la legalidad: [...] debo decir que a la “pregunta del día” de LA CRÓNICA también le hace falta información. Fíjese usted nada más cómo suena distinta la pregunta si se le suma toda la información: ¿Cree usted que Paulina debió abortar? Va ahora completa: ¿Cree usted que Paulina debió abortar, acatando la orden judicial que la autorizaba para hacerlo en los primeros días del embarazo, en virtud de que quedó embarazada a sus escasos 14 años de un tipo que la violó salvajemente, intoxicado con heroína; sujeto éste, además, actualmente preso e identificado por otras mujeres a quienes también había violado? (Angel Norzagaray, La Crónica de Baja California) A pesar del giro que intencionadamente se le ha dado a este caso, de abrir una polémica entre quienes están a favor o en contra del aborto, el punto central de la discusión es el cumplimiento de la ley por las autoridades encargadas de cumplirla y hacerla cumplir, y el respeto a la decisión legítima de una persona. [...] Por ejemplo, un procurador de Justicia que lleva ante un sacerdote a una niña y su madre para presionarla de que desista de su derecho al aborto legal, o unos médicos que se niegan a cumplir la ley, [...] o un poder religioso que [...] excomulga a quienes se atreven a enfrentar al estado en defensa del derecho vigente. (Rebeca Maltos y Gema López Limón, La Voz de la Frontera) Paulina y su madre enfrentaron los trámites médicos y legales para obtener [...] la orden que le daba derecho a un aborto legal, tal y como lo estipula el Código Penal de Baja California. (La interrupción del embarazo provocado por una violación es legal en México en las 32 entidades federativas) Si las mujeres de Provida, están dispuestas en caso de ser víctimas de violación, a reconocerse en automático como madres del óvulo fecundado [...] nadie les impide llevar su fe hasta los extremos de la coherencia. Son libres de su elección. Pero el Código Penal no prevé —hasta ahora— relación alguna entre las instancias que interpretan la palabra divina [...] y las instancias públicas responsables de hacer que la ley se cumpla. (María Teresa Priego, Milenio diario) Es imposible encontrar un caso en el cual la indicación para provocar un aborto sea más clara que en el de esta joven. [...] es difícil pensar en un escenario más dramático. Incluso, en circunstancias como la descrita, el Código Penal avala el legrado: en el artículo 126, fracción II, se establece que el aborto no es punible cuando el embarazo es resultado de violación. (Arnoldo Kraus, La Jornada) [...] las leyes que penalizan el aborto nunca han servido para otra cosa que no sea agudizar el sufrimiento y causar la muerte de cientos de miles sino es que de millones de mujeres. Que además esas leyes perjudican sobre todo a la población femenina pobre [...] Por eso la despenalización del aborto es una demanda civilizatoria que no intenta [...] atentar contra la vida, sino enfrentar un problema de salud y defender los derechos más elementales de las mujeres [...] Paulina tendrá que ser madre a los catorce años a pesar de que la ley le permitía abortar, gracias al contubernio de funcionarios del PAN con grupos paraeclesiásticos como Provida, que se arrogan una autoridad y un poder que nadie les concedió. (Luis Salazar C., La Crónica de hoy)
Puede verse en estos ejemplos que todos los columnistas liberales coincidieron en señalar que el aborto solicitado por Paulina debió haber sido provisto porque así está contemplado en el marco legal. Una afirmación como esta contradice totalmente la forma en que los conservadores trataron el tema. Pero al plantear que el aborto de Paulina debió
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realizarse, los liberales estaban haciendo dos algo más que contradecir a los conservadores: estaban reconociendo como legítima la disposición legal que permite el aborto por violación y la estaban reivindicando. Sólo un autor liberal criticó las leyes sobre el aborto en México, pero no porque permitiera el aborto por violación, sino por no permitirlo a solicitud de las mujeres, es decir, la criticó por no ser todavía más liberal. Así, la diferencia central entre los bandos estuvo en el peso que adquirió la ley dentro de cada argumentación. Para los liberales —y para la tradición liberal en su conjunto— la ley tiene un peso definitivo, por lo que la presentan como la máxima autoridad a la que se puede apelar. En cambio, al criticar las disposiciones legales sobre el aborto, los autores conservadores presentaron una ley frágil, endeble, e incluso errada. En los textos liberales la ley ocupa un lugar privilegiado, pero en los conservadores se le trata como un mero capricho humano, a diferencia de la voluntad divina, que suponen justa y eterna. Veamos algunos de ejemplos: La imagen de la ley entre conservadores y liberales Conservadores
Liberales
Las leyes no hacen bueno lo que de suyo es A pesar del giro que intencionadamente se le ha malo, ni malo lo que de sí ya es bueno. El jurista dado a este caso, de abrir una polémica entre no es legista. Por eso en caso de conflicto entre quienes están a favor o en contra del aborto, el la ley y la justicia, el verdadero jurista se inclina punto central de la discusión es el cumplimiento por la justicia y no por la ley. (Heberto Peterson de la ley por las autoridades encargadas de Legrand, La Crónica de Baja California)
cumplirla [...] (Rebeca Maltos y Gema López, La Voz de la Frontera)
[...] pretextaron viscosas leyes para pedir y Paulina tendrá que ser madre a los catorce años justificar su “aborto legal” o, lo que es lo mismo, a pesar de que la ley le permitía abortar, gracias su
“asesinato
legal”.
¡Vaya
ironía!,
vaya al contubernio de funcionarios del PAN con
paradoja! ¡Un asesinato legal! Contradictio in grupos paraeclesiásticos como Provida, que se terminis.” (Alfonso Navarro, El Universal)
arrogan una autoridad y un poder que nadie les concedió. (Luis Salazar C., La Crónica de
hoy)
Los conservadores ponen énfasis en los defectos que puede tener la ley, con lo que buscan comunicar la idea de que las leyes no son perfectas y, en particular, que la ley que permite el aborto por violación es bastante imperfecta. El uso de las expresiones “Contradictio in terminis” y “viscosas leyes”, está dirigido a subrayar que la ley podría estar completamente equivocada, pues el acento está marcado en su falibilidad. Además, el uso de una expresión en
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latín indica que el autor se presenta frente a sus lectores como una persona culta y, por lo tanto, tiene la capacidad de criticar la ley como lo está haciendo. No obstante, del lado liberal el centro de la discusión se ubica precisamente en el cumplimiento de la ley que los otros critican. Los liberales se quejan de que no se cumpliera la ley con Paulina, que es uno de los pocos casos en los que pudo haberse aplicado. Los liberales señalaron de manera unánime la violación del Estado de derecho y demandaron el cumplimiento de la ley. Pero los liberales no explicitaron totalmente las consecuencias lógicas de la postura que defendieron, pues lo que propusieron al decir que el aborto por violación es legal es una premisa contraria a la conservadora. Si para estos últimos “El aborto es siempre un crimen y, por lo tanto, no puede ser legal”, la postura liberal buscó convencer al público de que:
El aborto por violación es legal, por lo tanto no puede ser un crimen.
Y, además, ésta premisa pudo leerse en ocasiones como:
El aborto por violación, que solicitó Paulina, es legal; por lo tanto no puede ser un crimen.
Argumentar a favor de estos enunciados no estuvo exento de complicaciones, pero el hecho de que la ley considere no punible la práctica del aborto en caso de violación y que la definición legal del aborto no coincida con la conservadora favoreció la argumentación de los liberales en esta coyuntura porque les evitó la discusión sobre si el feto es o no una persona. En el marco liberal la ley es la autoridad suprema y si ésta permite el aborto aunque sea por una sola razón, eso permite a los liberales colocar en segundo plano la discusión de si el feto es persona. Por eso, durante el debate sobre el caso Paulina los liberales hablaron muy poco del feto —apenas hay siete menciones a él en los cinco textos estudiados— y se refirieron a él como “producto” o “feto” o, al hablar del aborto por violación, formularon frases como: “producto de una violación”, “producto de un acto violento”, “vástago de un futuro poco afortunado” y “fruto de la bestialidad masculina”. En la mayoría de los casos, pues, se le trató como un ente (en el sentido filosófico de “lo que existe o puede existir”) frente a la que no hay por qué tener obligaciones morales. Antes de continuar quiero señalar una diferencia relevante en las estrategias argumentativas de ambos bandos: en los textos liberales encontré muchas más diferencias de estilo y de matiz en las aseveraciones que dentro de la argumentación de los conservadores; es
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decir, los argumentos fueron mucho más variados entre los autores liberales, mientras que la forma de argumentar conservadora me pareció mucho más homogénea. En el lado liberal, si bien existen determinadas coincidencias, éstas no aparecen de manera tan evidente ni fueron expresadas de forma tan similar por todos los autores, como sí ocurrió del lado conservador. Una posible explicación de este fenómeno es que el discurso liberal sobre el aborto se encuentra en formación en México, pues, a pesar de que desde los años setenta los grupos feministas han demandado la despenalización de esta práctica, es hasta los años noventa que el discurso por la liberalización comienza a tener eco en ámbitos diferentes al del movimiento feminista (Tarrés 1991, Lamas 2001a). Ejemplo de esto fue el uso poco frecuente de la frase “derecho al aborto” o “derecho al aborto legal”, que a pesar de ser común dentro del discurso feminista por la despenalización del aborto, sólo fue usado en dos de los cinco textos liberales analizados. Para las autoras de esos textos fue claro que si el aborto que solicitó Paulina estaba permitido por ley, éste representaba un derecho que la joven podía exigir, de ahí la expresión “derecho al aborto”. Pero en un país donde el aborto es, en general, considerado delito, el uso de esa expresión no deja de ser muy provocativo, pues resulta arriesgado pensar que se puede tener derecho a hacer algo que en general se considera ilegal, aunque poca gente sepa que no está penado en determinadas circunstancias. El “derecho al aborto” es una expresión muy reciente en el ámbito público de México, ya que el movimiento feminista de los años setenta abanderó la demanda de la despenalización del aborto con la expresión “maternidad voluntaria” y no “derecho al aborto”. Pero durante el debate del caso Paulina, la expresión “derecho al aborto” adquirió un referente claro, es decir, a esta joven le negaron el derecho al aborto porque ese aborto estaba aceptado por la ley. Es probable que la frase más cercana a “derecho al aborto” sea la expresión que alude al “derecho a decidir sobre el propio cuerpo” que ha sido de uso común para muchas feministas desde los años setenta hasta la fecha. Pero, hoy en día, el discurso a favor de la despenalización del aborto favorece el uso de la expresión “derecho a decidir”. Marta Lamas sostiene que la frase del “derecho a decidir sobre su propio cuerpo” ha cedido un poco por la argumentación sobre quién debe decidir sobre el embarazo no deseado, pero lo cierto es que “el derecho sobre el propio cuerpo” no ha desaparecido del alegato liberal (Lamas 2001a: 230). Esto significa que la retórica liberal sobre la despenalización del aborto ha sufrido transformaciones paulatinas en México, aunque éstas han sido pocas y no siempre definitivas.9 9
No existen estudios sobre los discursos acerca del aborto, por lo que mucho menos hay análisis sobre el desarrollo del discurso a favor de la despenalización de esta práctica. Hay, sin embargo, algunas
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Además, el discurso liberal no cuenta con canales amplios de difusión, lo que explica en parte que el resto de los autores liberales no usaran la fórmula “derecho al aborto”. Significativamente, quienes sí la usaron son feministas: Rebeca Maltos y Gema López son integrantes de Diversa en Mexicali, una de las organizaciones que denunció el caso Paulina frente a la comisión local de derechos humanos; y María Teresa Priego es colaboradora de la revista debate feminista.
Las estrategias discursivas del lado liberal En lugar de centrar su atención en el feto, los liberales dirigieron los reflectores hacia determinados actores: las autoridades que negaron el aborto y Paulina. Los primeros fueron los protagonistas del incumplimiento de la ley y, dado que ese incumplimiento se dio con base en sus creencias religiosas, lo calificaron como un atentado hacia el Estado laico. Paulina se convirtió pronto en una especie de icono que representó a aquellas mujeres que pudieran desear un aborto por violación sin poder tenerlo.10 En este apartado veremos cómo los autores liberales utilizaron determinadas estrategias para señalar los puntos anteriores y, al igual que los conservadores, dedicaron espacio a hablar de sus oponentes. En esta sección se hablará de las estrategias discursivas respecto a:
la violación de la ley y el atentado contra el Estado laico, dentro del caso Paulina,
el protagonismo de Paulina y las mujeres en el debate sobre el aborto, y
la caracterización negativa que hicieron los liberales de sus oponentes del lado conservador.
Violación a la ley y Estado laico Cuatro de los cinco columnistas liberales argumentaron que la forma en que las autoridades de Mexicali le negaron el aborto a Paulina constituyó no sólo una violación a la ley sino también un atentado contra el Estado laico debido a varias razones, entre las que se encuentran:
reflexiones sobre el asunto, como la que ofrece Marta Lamas en el texto “Del cuerpo a la ciudadanía. El feminismo y la despenalización del aborto en México“ (Ver Lamas 2001a). 10 Este fenómeno se vio claramente en el mes de agosto, cuando los panistas de Guanajuato propusieron penar también el aborto por violación. En ese momento Paulina se volvió claramente un icono al que recurrieron la mayor parte de los medios de comunicación para mostrar lo que podría suceder si se aceptaba penar también el aborto por violación.
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que los funcionarios de salud prefirieron ser fieles a sus creencias religiosas antes que a lo establecido por las normas que estaban obligados a cumplir y hacer cumplir;
que dichos funcionarios eran miembros del Partido Acción Nacional, que está fuertemente identificado con la Iglesia católica, y
que hubo evidencia de que estas personas actuaron de común acuerdo con miembros de la jerarquía católica y grupos de ultraderecha para evitar que Paulina tuviera el aborto.
El escenario se prestó para denunciarlo como un atentado directo hacia la laicidad del Estado, valor que para los liberales es tan preciado como el cumplimiento de la ley. A continuación algunos ejemplos de lo que dicen los liberales respecto a la violación del Estado laico: En las grandes luchas del pueblo mexicano en el siglo XIX [...] se llegó a considerar indispensable la formación de un Estado laico, por el convencimiento de que el laicismo era una condición indispensable para el desarrollo libre de las sociedades. Como resultado de esto, se estableció claramente la separación Iglesia-Estado, que implica el deslinde necesario de los espacios civil y religioso. [...] en Baja California estamos retrocediendo históricamente a esa primera mitad del siglo XIX, con una iglesia beligerante con una gran influencia en el poder político, que le abre espacios en lo civil en una violación de la ley y un atropello a la laicidad. Por ejemplo, un procurador de Justicia que lleva ante un sacerdote a una niña y su madre para presionarla de que desista de su derecho al aborto legal, o unos médicos que se niegan a cumplir la ley, o un obispo católico que da lecciones de valores y moral religiosa al personal de la procuraduría General de Justicia del Estado o un poder religioso que desde el oscurantismo de la Santa Inquisición, excomulga a quienes se atreven a enfrentar al estado en defensa del derecho vigente. (Rebeca Maltos y Gema López Limón, La Voz de la Frontera) Intervino el procurador de justicia estatal. De este estado mexicano heredero de Benito Juárez y de las leyes de reforma. Intervino para llevar a Paulina y a su madre –él mismo, en su propio carro— a una parroquia donde el sacerdote les explicó que “era pecado matar a un ser que ya vivía” y les anunció que en caso de proceder a la interrupción del embarazo ambas serían excomulgadas. Si las mujeres de Provida, están dispuestas en caso de ser víctimas de violación, a reconocerse en automático como madres del óvulo fecundado [...] nadie les impide llevar su fe hasta los extremos de la coherencia. [...] Pero el Código Penal no prevé —hasta ahora— relación alguna entre las instancias que interpretan la palabra divina [...] y las instancias públicas responsables de hacer que la ley se cumpla. (María Teresa Priego, Milenio diario) El caso muestra, asimismo, abuso de autoridad, pues prevaleció la moral personal sobre la pública: el procurador de Justicia llevó a la madre ante un sacerdote para disuadirla del aborto. Es evidente que “la ética” religiosa, la de los médicos y la del procurador de Baja California, entidad panista, se confabularon y pesaron mucho más que la moral de quienes bregan por los derechos humanos y consideran humano que una menor violada pueda abortar. (Arnoldo Kraus, La Jornada) Paulina tendrá que ser madre a los catorce años a pesar de que la ley le permitía abortar, gracias al contubernio de funcionarios del PAN con grupos paraeclesiásticos como Provida, que se arrogan una autoridad y un poder que nadie les concedió. [...] Nadie le disputa a la Iglesia católica
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su derecho a defender y enseñar sus dogmas de fe [...]. Pero ese derecho tiene como límite el respeto de los derechos de los demás. [...] Por eso a lo que no tienen derecho es a utilizar al Estado y la fuerza pública para imponer coactivamente ni sus dogmas ni sus prejuicios. Como no tienen derecho a amenazar ni a perseguir a los que, con buenas o malas razones, no están de acuerdo con ellos. (Luis Salazar C., La Crónica de hoy)
En todos los textos liberales hubo una crítica a la intervención de los funcionarios públicos para evitar que Paulina tuviera un aborto. La actuación del Procurador de Justicia fue una de las más citadas para denunciar la violación del Estado laico, pues se supo que este funcionario llevó personalmente a Paulina y a su madre frente a un sacerdote para persuadirlas de no tener el aborto. Además, las dos visitas que recibió Paulina de integrantes de Pro Vida durante su hospitalización, mostraron que el Director del Hospital estaba dispuesto a aceptar la intervención de instancias ajenas al Estado con el fin de evitar el aborto. Estos actos aparecieron citados con frecuencia en los textos liberales como ejemplo de la intervención de la Iglesia en asuntos que no son de su competencia, y subrayando que dicha intervención fue posible sólo porque las autoridades panistas la permitieron e incluso la alentaron. La fuerza de los testimonios de Paulina y su madre fueron definitivos en este punto, ya que sus palabras adquirieron eco a través de los columnistas liberales para dar a conocer el maltrato que recibieron. Además de evidenciar la forma en que intervino la Iglesia en el caso Paulina, los columnistas liberales calificaron de forma muy negativa dicha intervención. Rebeca Maltos y Gema López la presentan como un retroceso histórico que podría volver al país a la etapa del autoritarismo y de la Santa Inquisición. María Teresa Priego insiste en que el Estado mexicano es laico y en que no debe haber “relación alguna entre las instancias que interpretan la palabra divina [...] y las instancias públicas responsables de hacer que la ley se cumpla”. Arnoldo Kraus lamenta que haya prevalecido “la moral personal sobre la pública” y coincide con Luis Salazar al calificar de “confabulación” o “contubernio” la relación entre los funcionarios de Mexicali y la Iglesia. Como vimos en el análisis de los titulares la relación de los funcionarios con la Iglesia fue mal vista por la mayor parte de los medios y presentada como un hecho negativo. De acuerdo con esto, todos lo autores liberales estudiados presentaron la relación de los funcionarios del PAN con la Iglesia católica como un hecho totalmente inaceptable y apelaron a uno de los valores más preciados por la población mexicana: la vigencia del Estado laico, es decir, de la separación entre la Iglesia y el Estado. La investigadora Yolanda Meyenberg explica que el Estado laico es un valor importante en México diciendo que: “Desde el siglo XIX en nuestro país se ha cultivado la tradición de un
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Estado laico. Su asociación con la etapa de la Reforma y con su ideólogo Benito Juárez dio a esta concepción una legitimidad que superó las contradicciones de la Revolución y le permitió permanecer en el nuevo pacto constitutivo que resultó de ella”. Es por ello que “pese a los años transcurridos y los cambios acaecidos en nuestro país, la concepción de un poder estatal separado del poder eclesiástico es algo que poco se ha modificado” (ISS-UNAM 1997: 57). Los anterior se ve reflejado en diversas encuestas de opinión en las que la población mexicana se ha declarado de manera consistente a favor de mantener separada a la Iglesia del poder civil. Una encuesta nacional de 1994 elaborada por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM incluyó la pregunta “¿Está de acuerdo con que los sacerdotes hablen de política durante los servicios religiosos?” y la respuesta obtenida fue: 76% en desacuerdo, 13% de acuerdo, 6% de acuerdo en parte, 3% le da igual y 2% no sabe o no contestó (ISS-UNAM 1997: 63). Un sondeo telefónico convocado por una televisora en el año 2001 planteó la pregunta “¿Debe mantenerse la separación Iglesia-Estado?” la respuesta fue un contundente sí que obtuvo 93.5% de la votación (La Jornada 2001: 4). Aunque se ha criticado con razón el hecho de que los sondeos telefónicos no tengan representatividad estadística, en un asunto como éste presentan la ventaja de mostrar que una parte del público televidente se ve impulsada a tomar el teléfono para expresar su opinión. Podemos afirmar entonces que los liberales comparten con el resto de la población la aspiración de mantener el piso común que otorga el laicismo. He sostenido que la separación Iglesia-Estado es uno de los valores más apreciados para los liberales, pero más aún en lo que se refiere a la sexualidad y la reproducción, ya que ha habido una intensa lucha para impedir que la jerarquía de la Iglesia católica imponga sus puntos de vista sobre estos temas a toda la sociedad. Algunos ejemplos de esto son el uso de anticonceptivos, la educación sexual y el aborto. La jerarquía católica prohíbe a sus fieles el uso de anticonceptivos, se opone a la educación sexual en la escuela primaria y, por supuesto, a la despenalización del aborto, y la lucha por estos asuntos se ha librado incluso en foros internacionales como la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo realizada en El Cairo, Egipto en 1994 y en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, llevada a cabo en Beijing, China.11
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La lucha entre la Iglesia católica y los sectores liberales a nivel mundial sobre asuntos de sexualidad y reproducción ha sido tan intensa que algunas organizaciones norteamericanas como el Center for Reproductive Law and Policy (CRLP) y Catholics for a Free Choice (CFC) han demandado que la Santa Sede deje de tener representación en la ONU, ya que sus presencia en este organismo “obstaculiza la salud y los derechos de las mujeres” (Ver CRLP 200). Una muestra de que los grupos civiles de tendencia liberal están preocupados porque el Estado laico pudiera estar en riesgo es la creación en el año 2000 del Frente por el Fortalecimiento del Estado Laico, el cual aglutina a organizaciones que trabajan por los derechos sexuales y reproductivos (Ver Frente 2000).
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Los motivos de las mujeres Durante la discusión del caso Paulina fue clara la intención del lado liberal de centrar la opinión pública en Paulina, pero también y por asociación en las mujeres que podrían estar buscando un aborto debido a una violación y podrían no acceder a él aunque estuviese aceptado por la ley. Desde el principio la opinión pública tendió a favorecer al lado liberal, ya que la historia de Paulina resultó tan fuerte en términos emocionales que logró inclinar la balanza de su lado. Hacia el final de la discusión estaba claro que los liberales habían ganado adeptos hacia la causa de Paulina y el análisis de los titulares presentado en el capítulo anterior así lo demuestra. Pero, aunque el logro inmediato del lado liberal fue ganar a la opinión en favor de Paulina, las consecuencias de esto son de mayor alcance, pues en esta ocasión los liberales lograron evitar la discusión sobre el feto y la trasladaron hacia el lado de las mujeres. Así, los textos liberales analizados dedicaron siempre espacio para hablar de las razones de Paulina o de las demás mujeres para acudir al aborto, como puede verse en los ejemplos que siguen: [...] Paulina sí quería abortar, su familia de ella también lo quería porque no estaban dispuestos a que una niña cargara en su vientre y diera a luz el producto de una violación, realizada en condiciones de extrema violencia por un drogadicto y delincuente reincidente. Paulina soñaba con tener una fiesta de 15 años. Esa sí era su decisión. (Angel Norzagaray, La Crónica de Baja California) A pesar del giro que intencionadamente se le ha dado a este caso, de abrir una polémica entre quienes están a favor o en contra del aborto, el punto central de la discusión es el cumplimiento de la ley por las autoridades encargadas de cumplirla y hacerla cumplir, y el respeto a la decisión legítima de una persona. (Rebeca Maltos y Gema López, La Voz de la Frontera) En caso de un embarazo por violación, negarle a una mujer el derecho al aborto que le concede la ley, es privilegiar la eficiencia de los órganos reproductores de su agresor, a ese espermatozoide “donado” accidentalmente en la violencia, por sobre la dignidad, los sentimientos y el proyecto de vida de una mujer, que es también subjetividad y no sólo un aparato reproductor. (María Teresa Priego, Milenio diario) En el contexto de la niña Paulina el aborto protegería a la madreniña y al vástago de un futuro poco afortunado. El aborto es un procedimiento doloroso y desagradable. No debe haber médico que lo favorezca como método para controlar la natalidad, ni mujeres que aborten por placer. Independientemente de la discusión de cuándo es el inicio de la vida, de si el ser humano es o no autónomo, de las dolorosas imágenes de fetos destruidos, hay otras películas no menos lacerantes cuya realidad y vigencia nos recuerda Paulina. (Arnoldo Kraus, La Jornada) [...] la despenalización del aborto es una demanda civilizatoria que no intenta, como pretenden los hipócritas de la Iglesia católica y sus aliados, atentar contra la vida, sino enfrentar un problema de salud y defender los derechos más elementales de las mujeres
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como seres humanos, como personas tan capaces de determinar su forma de vida como lo pueden ser los hombres. Sólo el desprecio más atroz por la dignidad y la autonomía de las mujeres puede sustentar la pretensión de castigar penalmente a quienes, por la razón que sea, no deseando ser madres, se ven embarazadas involuntariamente y por ende ser ven obligadas a recurrir al aborto. (Luis Salazar C., La Crónica de hoy) Algunos autores pusieron énfasis en el profundo dolor que provoca en una mujer un embarazo resultado de una violación, más aún estando en la adolescencia, como sucedió con Paulina; otros subrayaron que los planes y proyectos de vida de las mujeres que pueden verse frustrados o interrumpidos a causa de un embarazo no deseado, pero todos reconocieron la capacidad de las mujeres para decidir frente al embarazo no deseado, a diferencia de los conservadores, que niegan rotundamente que las mujeres tengan autoridad moral para decidir qué hacer con el embrión o feto. Angel Norzagaray discute con el Obispo de Mexicali que la decisión de Paulina sí era la de tener un aborto; Rebeca Maltos y Gema López colocan “el respeto a la decisión legítima de una persona” al mismo nivel que el cumplimiento de la ley; María Teresa Priego afirma que “la dignidad, los sentimientos y el proyecto de vida de una mujer” valen más que el abstracto derecho a la vida, al igual que Luis Salazar, quien argumenta que despenalizar el aborto es igual a “defender los derechos más elementales de las mujeres como seres humanos, como personas tan capaces de determinar su forma de vida como lo pueden ser los hombres”. Por último, Arnoldo Kraus señala que las imágenes de fetos destrozados son tan dolorosas como la realidad de las mujeres que buscan abortos. En todos los textos liberales se insiste en respetar a la decisión de las mujeres cuando hay un embarazo no deseado, que es lo que el discurso feminista denomina “el derecho a decidir”. Durante décadas, la argumentación liberal ha buscado que las mujeres sean las protagonistas del discurso sobre el aborto, y resulta interesante ver cómo han refutado la idea de que quienes buscan un aborto están desquiciadas o padecen enfermedades mentales o que lo hacen por motivos frívolos (Ver GIRE 1999a: 2). Las feministas han insistido en que quienes demandan abortos son mujeres de todos los niveles socioeconómicos, de todos los grupos culturales y etnias, de zonas rurales o urbanas y abarcan todo el espectro de la edad reproductiva. Esto resulta relevante porque el lado conservador busca minimizar el papel de las mujeres en la discusión sobre el aborto y tiende a invisibilizar, a criticar o banalizar, las razones por las que las que acuden al aborto para resolver un embarazo no deseado. En este punto, cabe señalar que las razones que dan las mujeres para acudir al aborto son similares en todo el mundo. Un reporte del Instituto Alan Guttmacher, especializado en estudiar el aborto a nivel mundial, señala las siguientes (Alan Guttmacher 1999: 17):
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Para evitar la maternidad: porque tienen ya todos los hijos que quieren; o no quieren tener hijos; o falló su método anticonceptivo.
Para posponer la maternidad: porque consideran que su último hijo es todavía muy pequeño; porque quieren retrasar la llegada de un hijo.
Por condiciones socioeconómicas: porque no pueden mantener a una criatura en ese momento; porque quieren terminar su carrera; porque necesitan trabajar tiempo completo para mantenerse a mí mismas o a sus hijos.
Por problemas en la relación: porque tienen problemas con su pareja; no quieren criar a un hijo sola; quieren que su hijo crezca con un padre; consideran que deben estar casadas antes de tener un hijo.
Por la edad: creen que son muy jóvenes para ser una buena madre; sus padres no quieren que tengan un hijo; consideran que son muy grandes para tener otro hijo; o ya no tienen energía para cuidar a otra criatura.
Por motivos de salud: el embarazo puede afectar su salud; padecen una enfermedad crónica; el feto puede tener deformaciones; tienen VIH.
Por coerción: fueron violadas; su padre u otro pariente las embarazó; su pareja o una persona cercana insiste en que tengan un aborto.
En este sentido, varias autoras han señalado las dificultades de las mujeres mismas y los grupos liberales para convencer a la opinión pública de que las razones por las que se busca un aborto son válidas en sí mismas. Mary Boyle y Jane McEvoy afirman que “la posición socialmente subordinada de las mujeres, junto con el poco valor que se atribuye al razonamiento moral contextual”, hace que para las mujeres sea difícil defender su decisión de tener un aborto en estos mismos términos. Dado que el razonamiento basado en principios se considera superior, eso permite que los conservadores afirmen que las mujeres tienen abortos por razones “frívolas” o por “mera conveniencia” (Boyle y McEvoy 1998: 294). Hasta ahora resulta claro que en diversos sectores de la población mexicana persiste una valoración moral negativa hacia las mujeres que han tenido abortos. Así lo muestra el hecho de que la gente tienda a favorecer algunas razones para tener un aborto más que otras. La última encuesta de opinión sobre el tema en México muestra que cuando la mujer embarazada corre peligro de muerte es la razón más aceptada para acudir a un aborto (80% la acepta), seguida de cuando la mujer embarazada corre riesgo para su salud (74%), cuando el embarazo es resultado de una violación (64%), y cuando el producto tenga defectos de nacimiento (52%) (Population Council 2001: 5).
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El que una mujer busque un aborto por motivos socioeconómicos no está tan aceptado como en los casos anteriores, pues apenas 17% de la población está de acuerdo con practicar el aborto por esta razón, ni tampoco hay mucho acuerdo cuando la mujer es madre soltera o cuando falló el método anticonceptivo, pues sólo 11% está de acuerdo con practicar el aborto por estas dos razones (Population Council 2001: 5). En resumen, la postura de la mayoría de la población mexicana está a medio camino entre las propuestas conservadora y liberal, ya que no acepta siempre la preeminencia del feto sobre la vida de la mujer, pero tampoco acepta siempre ni del todo los motivos de las mujeres para acudir al aborto.
Hablando de los otros: el bando liberal Vimos que el lado conservador intenta construir a sus oponentes como seres decadentes e inmorales y reserva para sus integrantes las calificaciones de decencia y bondad. La asociación entre estos valores y la jerarquía de la Iglesia católica o las personas fieles a esta Iglesia forma parte también de los lugares comunes que manejamos a diario. Para la mayoría de la población, la imagen de la bondad podría encarnarse en el Papa Juan Pablo II o en la madre Teresa de Calcuta, por poner algunos ejemplos, pero también puede funcionar la imagen de los sacerdotes y las monjas en general. Es por esto que el bando liberal dedicó bastante espacio para señalar las fallas tanto de los jerarcas católicos como de los conservadores que intervinieron durante el caso Paulina, como se ve en los ejemplos que siguen: El oficio de acomodar las palabras puede ser truquero; la maña estriba [...] no en lo que se dice sino en lo que se oculta. No siempre quien juega con las palabras lo hace de mala fe, puede incluso estar clasificado, calificado, como “hombre de buena fe”. Pongamos el ejemplo con las palabras de José isidro Guerrero Macías, obispo de Mexicali, respecto del caso Paulina por todos conocido. A no dudar, el Obispo es hombre de buena fe. Él quiere ayudar y lo dice claramente al reportero Carolino ortega Aguayo: “Apoyamos a Paulina en su decisión (de no abortar)”. Bien, como no hay réplica, está todo bien: Si alguien no quiere abortar, todos debemos apoyarla; tú, yo, él, nosotros, todos. Unanimidad en torno a esas palabras. Pero el Obispo no maneja información fundamental en relación justamente con el corazón de su enunciado: Paulina sí quería abortar, su familia de ella también lo quería [...] (Angel Norzagaray, La Crónica de Baja California) Por ejemplo, un procurador de Justicia que lleva ante un sacerdote a una niña y su madre para presionarla de que desista de su derecho al aborto legal, o unos médicos que se niegan a cumplir la ley, o un obispo católico que da lecciones de valores y moral religiosa al personal de la procuraduría General de Justicia del Estado [...]. En un estado laico se prescinde de imponer cualquier doctrina religiosa, se tiene una actitud positiva de respeto a todos los credos y maneras de pensar [...] En una sociedad plural, la única posibilidad de una coexistencia pacífica consiste en el cumplimiento de la ley, en la
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tolerancia y el respeto a las diferencias. Si eso se pierde, lo que sigue es la imposición del pensamiento único, de una conciencia sobre los demás, la intolerancia ideológica y religiosa, y con ello el autoritarismo y la limitación creciente de las libertades democráticas. (Rebeca Maltos y Gema López Limón, La Voz de la Frontera) Al condenar el uso de anticonceptivos y las relaciones homosexuales, la jerarquía católica defiende bastante más que a los óvulos ya fecundados, defiende también el “inalienable derecho” del espermatozoide [...] de intentar fecundar a un óvulo sin que ningún recurso artificial se oponga. [...] En caso de un embarazo por violación, negarle a una mujer el derecho al aborto que le concede la ley, es privilegiar la eficiencia de los órganos reproductores de su agresor [...] por sobre la dignidad, los sentimientos y el proyecto de vida de una mujer, que es también subjetividad y no sólo un aparato reproductor. (María Teresa Priego, Milenio diario) Paulina fue torturada psicológicamente [...] El caso muestra, asimismo, abuso de autoridad, pues prevaleció la moral personal sobre la pública: el procurador de Justicia llevó a la madre ante un sacerdote para disuadirla del aborto. La religión se olvidó de Dios: la excomunión es una amenaza latente. Y, es también, un nítido argumento de injusticia social: quien puede pagar, con o sin religión, aborta. [...] la cerrazón de la justicia panista en Baja California como tribunal, parte y juez del destino de dos menores y la manipulación de personas indefensas, los sin-voz, por quienes ostentan el poder son presentes urgentes que aguardan respuesta. [...] Con Paulina funcionó la ética diseñada para los pobres, creada desde las cúpulas del poder pero que nada tiene que ver con la moral que se ejerce o se autoimpone entre poderosos y ricos. (Arnoldo Kraus, La Jornada) Nadie le disputa a la Iglesia católica su derecho a defender y enseñar sus dogmas de fe [...] Su homofobia, su sexismo, se visión creatural e infantiloide del ser humano, sus milagros y sus apariciones, su explotación de las miserias, de los sufrimientos y de las culpas, son parte considerable de un cristianismo que seguramente habría desconcertado y hasta indignado a su fundador involuntario, [...]. También es su derecho la hipocresía, la utilización inmoral de la moral, sus inacabables esfuerzos por manipular y capitalizar la ignorancia de sus fieles. Por eso a lo que no tienen derecho es a utilizar al Estado y la fuerza pública para imponer coactivamente ni sus dogmas ni sus prejuicios. Como no tienen derecho a amenazar ni a perseguir a los que, con buenas o malas razones, no están de acuerdo con ellos. (Luis Salazar C., La Crónica de hoy) En el primer ejemplo, Angel Norzagaray explica con detalle que “un hombre de buena fe” puede estar mintiendo, como sucede con el Obispo de Mexicali respecto al caso Paulina. En el segundo, Rebeca Maltos y Gema López señalan que los funcionarios que intervinieron en el caso “presionaron” a Paulina y le impusieron sus ideas sobre el aborto con lo que mostraron su intolerancia y coartaron su libertad. María Teresa Priego ridiculiza la postura de la Iglesia católica respecto al uso de anticonceptivos, las relaciones homosexuales y el aborto diciendo que la iglesia católica considera superior al óvulo fecundado frente a las personas ya nacidas. Al hablar de los funcionarios que impidieron el aborto, Arnoldo Kraus dice que lo hicieron a
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través de la tortura psicológica y el abuso de poder, por lo que “La religión se olvidó de Dios”, con lo que da a entender que los funcionarios cometieron una gran injusticia pretendiendo obrar bien. Por último, Luis Salazar señala que los dogmas de fe de la Iglesia católica alimentan la homofobia, el sexismo y la hipocresía. La mayor parte de los textos liberales señalan de una u otra forma que el gran problema con el bando contrario estriba precisamente en la hipocresía, ya que los conservadores se ostentan como defensores del bien común y de los más altos valores morales, pero son capaces de cometer grandes injusticias —como sucedió con Paulina— con tal de imponer sus puntos de vista. Además, ponen siempre en entredicho que sean capaces de hacer valer para sí, en su vida privada la postura que defienden públicamente, y les exigen coherencia, como Angel Norzagaray, cuando afirma lo siguiente: Y claro, el meollo del asunto está en ponernos sin hipocresías en los traqueteados zapatos de Paulina y su familia [...] “Si alguna de sus hijas estuviera en el caso de Paulina, ¿permitirían que este producto naciera?”. Responder a esta pregunta desde el verdadero corazón de la sinceridad es lo que puede dar paso a reconocer que con Paulina se cometió una gran injusticia. [...] Si el lamentable caso hubiera recaído en una familia medianamente pudiente, no hubiera trascendido más allá de los límites de una clínica sandieguina. Así le hacen con embarazos no deseados aún cuando éstos no sean producto de un acto violento. Y digámoslo de frente: Esto es asunto cotidiano en Mexicali y en Tijuana. Todos conocemos nombres y está bien callarlos como un acto de discreción y prudencia. Pero no se vale endilgarle por la fuerza a una pobre niña un acto de “pureza”, mientras hipócritamente ese mismo sector que dice proteger la vida cruza la línea fronteriza o se sabe de alguien que la cruza para practicar allá lo que aquí anatemiza.
Al poner en cuestión la actuación de los actores conservadores que intervinieron para impedir el aborto de Paulina, los columnistas liberales cuestionaron no sólo a la jerarquía católica y a los grupos de ultraderecha, sino también la doble moral de la mayor parte de la sociedad que acepta que el aborto sea una decisión personal de la mujer o la pareja involucradas, pero, al mismo tiempo, no termina de aceptar como legítimos los motivos que tienen las mujeres para acudir al aborto.
3. Comparación de los argumentos de ambos bandos El análisis de cada uno de los bandos presentado arriba ofrece información suficiente para hacer una comparación rápida de las dos formas de argumentar que se estudiaron. Entre las diferencias más evidentes que es posible percibir entre un discurso y otro está la forma tan distinta en que ambos bandos evalúan las leyes del aborto. El cuadro
que se presenta a
continuación resume a grandes rasgos las principales diferencias entre un bando y otro en lo que respecta al aborto y la legalidad:
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Bando conservador Respecto al aborto y la legalidad la argumentación conservadora parte siempre de la premisa de que: El aborto es siempre un crimen y, por lo tanto, no puede ser legal. No obstante, la definición conservadora del “aborto-como-crimen-o-asesinato” está basada en el dogma religioso y carece de respaldo legal, por lo que no se presenta como una definición que pueda ser considerada para la elaboración de leyes respecto al aborto. Los conservadores ponen énfasis en la imperfección de las leyes para sostener que la ley que permite el aborto por cualquier motivo es incorrecta. Hay una crítica abierta y unánime hacia la ley por no apegarse al dogma religioso que prohíbe el aborto en todos los casos, incluido el aborto por violación.
Bando liberal La premisa que defienden los liberales es la siguiente: El aborto está considerado como “delito” en los códigos penales del país, pero no como asesinato. Además, está aceptado en caso de violación, por lo que no puede considerarse como un “crimen”.
Los liberales oponen a los conservadores el texto legal y de señalan que la definición conservadora no es válida para discutir el aborto públicamente. Los liberales presentan la ley como la autoridad máxima que rige la vida social. Ponen énfasis en que durante el caso Paulina se violó la ley por las creencias religiosas de las autoridades de Mexicali. Hay una crítica de las leyes relativas al aborto en el sentido de que por lo general penan esta práctica, pero también una defensa de las excepciones que ya lo permiten de manera legal. Los conservadores apelan a la palabra de Dios Los liberales apelan a la capacidad de las y a los documentos de la Iglesia católica como mujeres para decidir sobre un embarazo no la fuente de legitimación de sus argumentos deseado y al Estado laico para legislar sobre sobre el aborto. aborto. El objetivo central de los autores El objetivo primordial de los columnistas conservadores es mantener la definición de liberales es cuestionar la definición “el-aborto-como-crimen-y-asesinato”. conservadora del aborto y establecer una definición apegada a las leyes, que hable del aborto como “la interrupción del embarazo”, siempre que exista el consentimiento de la embarazada. El feto aparece como el principal protagonista En el discurso liberal las mujeres tienen el del aborto dentro del discurso conservador. La lugar protagónico. Sus necesidades, deseos y conservación de éste (de su “vida”) es el expectativas tienen mayor peso frente a la vida principal valor que defienden, sin tomar en potencial del feto. Éste último es considerado cuenta los deseos y planes de las mujeres que como un ente frente al que no se tienen se embarazan y buscan tener un aborto. obligaciones morales dentro de los primeros tres meses de gestación. Los conservadores presentan una imagen Los liberales le critican a los conservadores totalmente negativa de quienes defienden el que pretendan detentar el monopolio de la aborto legal basada en el siguiente bondad y la moralidad, por lo que en esta razonamiento: si el aborto es una práctica coyuntura subrayaron que actuaron de forma moralmente inaceptable, quienes defienden la inmoral con Paulina y afirmaron que la posibilidad de que sea legal son seres hipocresía es la que permite que sus inmorales. argumentos todavía tengan eco dentro de la clase política.
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A lo largo de este análisis hemos visto que los dos bandos que se enfrentan en el debate sobre el aborto construyen de formas muy distintas el objeto “aborto”, sobre todo en relación con la legalidad de esta práctica. Pero la información que han arrojado diversas encuestas de opinión muestran que la mayor parte de la población mexicana se encuentra a medio camino entre la postura conservadora y la liberal respecto al aborto, pues así como no valora la “vida” del feto por encima de la situación de las mujeres en diversas circunstancias (por ejemplo, cuando la vida o la salud de la mujer está en peligro o cuando el embarazo resultó de una violación), tampoco acepta todas las razones que tienen las mujeres para buscar un aborto. La mayor parte de la población acepta el aborto en las circunstancias antes mencionadas y sólo una minoría lo acepta cuando la mujer es menor de edad (con 20% de aceptación), cuando opta por el aborto por falta de recursos económicos (17%) o cuando falló el método anticonceptivo o la mujer es madre soltera (ambos con 11%) (ver Population Council y Grupo IDM 2001:5) Dado que en esta ocasión el bando liberal defendió sólo el aborto por violación, que es una postura más cercana al sentir de la mayoría de la población, podría afirmarse que sus formas de argumentar tuvieron mayores oportunidades de ser tomadas en cuenta que las del lado conservador, el cual se niega a aceptar el aborto bajo cualquier circunstancia. Esto se confirma con los resultados del análisis de los titulares, donde se muestra que en esta coyuntura la prensa tendió a favorecer al bando liberal. En resumen, se puede afirmar que el discurso conservador sobre el aborto se presentó como poco persuasivo y convincente frente al 69% de la población que considera que el aborto debe ser legal bajo ciertas circunstancias, incluido el aborto por violación (ver Population Council y Grupo IDM 2001:5).
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Conclusiones
El estudio del caso Paulina en la prensa mexicana presentó una ocasión excepcional para analizar el debate sobre el aborto, pues reabrió este debate y marcó un hito en la historia, pues a partir del caso Paulina quedó claro que el aborto por violación es aceptado por la mayor parte de la sociedad, que considera que debe seguir siendo permitido por la ley. Los diarios presentaron a Paulina como un actor social relevante para la discusión sobre el aborto y convirtieron su caso en un paradigma, logrando con esto que por primera vez el aborto tuviese un rostro visible, una víctima que padeció a causa de las creencias religiosas de algunas personas que no estaban de acuerdo con su decisión y tuvieron el poder de evitar que abortara. Esta fuerte historia quedó en la memoria de muchos, como demostraron la segunda y tercera oleada de notas sobre este mismo caso. Que la prensa haya considerado a este caso como digno de discusión pública es un signo mismo del avance que ha ido alcanzando el debate sobre el aborto en el país, ya que no se trata de la primera vez que una joven embarazada a raíz de una violación solicita un aborto ni tampoco es la primera vez que le niegan a una mujer acceder a este servicio aunque esté permitido legalmente, todo lo cual viene a reafirmar que los medios de comunicación construyen y presentan sólo una versión de la realidad y no la realidad misma. A través de este análisis fue posible ver cómo el discurso periodístico construye a los actores sociales y presenta los temas a partir de la selección de determinados rasgos que se resaltan y repiten de forma consistente en los textos periodísticos. Cada uno de los actores fue tratado de forma distinta en los titulares, dependiendo del papel que se les asignó; por ejemplo, como Paulina fue presentada como la víctima de los funcionarios que le negaron el aborto, se enfatizaron los rasgos que podían asociarla fácilmente con la indefensión, como su minoría de edad y el hecho de que fue violada. Por otro lado, las declaraciones de los aliados de Paulina fueron presentadas como provenientes de un actor dotado con gran fuerza moral, ya que representaban el sentir de la prensa misma y de muchas personas que consideraron injusto que Paulina no pudiera interrumpir ese embarazo. En cambio, de los funcionarios que negaron el aborto la prensa resaltó que incumplieron la ley y que argumentaron motivos religiosos para negar un servicio que estaban obligados a proveer. Asimismo, el PAN fue presentado como aliado de la jerarquía católica en cuanto al aborto y se le criticó por aliarse a la Iglesia y al mismo tiempo pretender gobernar dentro de un Estado laico.
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El análisis del discurso mostró ser una perspectiva de gran valor para aproximarse a la forma concreta en que se construye el tema del aborto en los medios de comunicación, ya que permitió mirar de cerca los materiales con los que se organiza la discusión de este asunto. El acercamiento a las estrategias argumentales de cada uno de los bandos que se confrontan en la discusión permitió observar los recursos con los que cada uno construye su argumentación, sobresaliendo el hecho de que la argumentación conservadora descansa de forma muy evidente en argumentos de tipo religioso, mientras que la argumentación liberal busca sus fuentes de legitimación en los textos legales y la separación de la Iglesia y el Estado. Este análisis puso de manifiesto que la lógica de ambos bandos es rotundamente distinta, pues mientras los liberales conciben a la ley como la fuente de legitimidad de sus argumentos, los conservadores presentan la voluntad divina como la fuente de legitimidad de su postura y descalifican la ley, lo que obstaculiza de forma importante el debate razonado acerca del aborto, pues es bien sabido que cuando se argumenta con razones religiosas, la racionalidad empieza a ser desplazada. Esta situación permite suponer que el bando liberal puede ganar consenso de la población si insiste en aclarar las razones por las que las mujeres acuden al aborto y también si continúa exigiendo la separación entre la Iglesia y el Estado, ya que según diversas encuestas, la sociedad mexicana valora fuertemente esta separación y la considera como un elemento indispensable para la toma de decisiones. Un trabajo de este tipo también hizo posible acercarse a la discusión sobre el aborto en la prensa en los términos en que se dio en un momento específico. Esto es relevante debido a que, por lo general, sólo contamos con especulaciones y conjeturas respecto a cómo se da este debate, ya que hasta ahora no ha habido análisis formales sobre el tema ni en la prensa ni en el resto de los medios de comunicación. En muchas ocasiones he escuchado opiniones sobre la forma como se trata el aborto en la prensa y éstas difieren mucho entre sí porque están siempre marcadas por la información reciente que acaban de emitir los medios, pero sólo una aproximación sistemática al tema puede dar un panorama claro de cómo se está desarrollando la discusión del aborto en los medios y permitirá evaluar en el futuro cuáles son los cambios o continuidades en esta discusión.
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