The butterfly storybook 2014 es

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Cuentos de Mariposa 2014 10 cuentos sobre la familia escritos por j贸venes autores del Caribe

Un proyecto del Club Rotario E-Club of the Caribbean, 7020


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MENSAJE A NUESTROS LECTORES ¡Saludos! Esperamos que disfruten los cuentos de este libro, un colectivo de jóvenes autores de las islas del Caribe. Este libro ha sido producido por los rotarios de Club Rotario E-Club of the Caribbean, 7020. Los rotarios nos suscribimos a cuatro importantes valores, a los cuales reiteramos nuestro compromiso cada semana. Estos son: VERDAD- Debemos siempre hablar con la verdad EQUIDAD- Debemos ser justos tanto cuando jugamos como mientras trabajamos con los demás. BUENA VOLUNTAD Y AMISTAD- Cuando quieras ayudar en nuestra comunidad, ya sea recogiendo comida para los desamparados o limpiando los alrededores de tu escuela, invita a tus amigos y entre todos, pasarán un buen rato a la vez que contribuyes a tu comunidad. AYUDAR AL PROJIMO- Es importante ayudar a los que no son tan afortunados como tú. Seguro que en tu escuela, hay quien pueda necesitar tu ayuda. Averigua cómo tú puedes ayudar a los demás. Los rotarios se reúnen cada semana para entender mejor las cosas que están pasando en el mundo y pensar en ideas de cómo podemos ayudar a quienes necesitan ayuda. Esperamos que tú también puedas colaborar, a través de tus esfuerzos, estudiando y participando en actividades que hagan de tu escuela y tu comunidad un gran lugar para crecer y vivir. Tus amigos del Club Rotario E-Club of the Caribbean, 7020


CONTENIDO Este libro ha sido impreso en cuatro idiomas que se hablan en el Caribe

Página

Título

Autor

El perro viejo y la buena familia

Jordan Allwood

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Ayudando a la familia

Fritz Boynes III

6

Un cuento de un padre y un hijo pescando en alta mar

Sole A. Chinnery

8

La señora que se perdió

Noah Leese

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La familia Lindsey

Ashanti Lindsay

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CONTENIDO Este libro ha sido impreso en cuatro idiomas que se hablan en el Caribe

Pรกgina

Titulo

Autor

Mi abuelo

Jamar Jason McCoy

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Mi familia de granjeros

Raheem McLean

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Las familias que trabajan unidas

Tiandrah Smith

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La iguana trabajadora

Mitchell Turnbull, Jr

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La casa del amor

Arria Walsh

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El perro viejo y la buena familia por Jordan Allwood, 11 años Escuela Primaria Kensington Portmore, St. Catherine, Jamaica

Como era el día antes del día de Navidad, mi familia y yo estábamos comprando bastoncitos de menta y algunos regalos. Tan pronto terminamos de hacer las compras, fuimos al carro para irnos a casa. Mi papá iba guiando. De camino vimos una caja grande que se movía. "¡Papá, para!", le grité. "Ahí hay una caja moviéndose." Cuando mi papá paró, yo salí del carro corriendo. Abrí la caja para ver lo que había dentro. Dos ojos grandes y asustados se me quedaron mirando. Lo fuí a agarrar y me ladró bien alto. Por poco se me cae de las manos. Me lo trajé conmigo al carro. "Saca esa cosa de mi carro ahora mismo", dijo en tono serio mi mamá tan pronto lo vió. "Por favor mamá, quiero que tenga una buena casa", le dije con tono de tristeza. "De acuerdo, pero es tu responsabilidad". "Ya lo sé mamá", le dije. Tan pronto llegamos a casa, lo llevé al sótano y le busqué un espacio para que durmiera. Conseguí una frisa calientita y una canasta que se veía de lo más cómoda para mi nuevo invitado. Lo puse allí y lo arropé. Le calenté leche y se la traje con una galletita con mantequilla. Después que me lamió la cara se puso a jugar por el sótano. Yo me senté a ver lo que hacía, y parecía que hacía tiempo que pasaba un buen rato. Yo estaba contento de que hubiéramos parado. Después de unas cuantas semanas, el perro creció y se convirtió en un gran perro. Ya no se podía quedar en el sótano. Mi mamá y mi papá me dijeron que me iban a ayudar a construir una casa para él. Trabajamos en éso todos los ratos libres que teníamos. Rusty estaba súper contento con su nueva casa. Rusty y mi mamá se convirtieron en buenos amigos. Cada tarde, mi mamá se lleva a Rusty a caminar por el vecindario. En los fines de semana, mis amigos y yo nos llevamos a Rusty a correr por la playa. Me daba mucha alegría ver cuanto había crecido Rusty. Una tarde en otoño, llegué a casa y estaba todo en silencio. Fui corriendo a la casa del perro y me sorprendí cuando ví la puerta abierta. 4


Me puse nervioso y empecé a llamar a Rusty, pero no me contestaba. Busqué por el patio, pensando que le hubiera pasado algo, pero Rusty no estaba por ningún sitio. Yo empecé a llorar, y llamé a mi papá y a mi mamá por teléfono, y por suerte, ya venían de camino. Tan pronto llegaron, se pusieron a pensar en qué podían hacer. Llamamos a otros familiares quienes llegaron rápido. Entre todos buscamos a Rusty cada uno por un lugar diferente. Yo estaba muy preocupado. Lo llamé y lo llamé. Mis padres se quedaron conmigo, también llamando a Rusty. Ya estabamos cansados y teníamos hambre porque llevábamos horas en la búsqueda. Casi como a la medianoche, me alejé un poco de mis padres y seguí buscando con mi linterna. De momento escuché un ruido. Me acerqué con cuidado y mientras más me acercaba más escuchaba ese ruido que era como un llanto. Me dí cuenta que era Rusty y llamé a mis padres quienes vinieron corriendo a donde estaba Rusty. El perro estaba llorando con mucho dolor. Yo traté de rescatarlo pero parecía que tenía las patas atrapadas en un trampa. Mis padres lograron sacarlo de la trampa y mi papá lo pudo levantar y cubrirlo con una manta que había traído. Rusty nos miró con cara de agradecimiento y le lamió la cara a mi papá. Estábamos muy contentos de haber encontrado a Rusty. Lo llevamos a casa y el resto de la familia nos ayudó a acomodarlo lo mejor posible para que descansara. Mi abuela y mi abuelo, que se habían quedado en la casa, preparon té y café para todos. Los niños tomamos chocolate caliente mientras los adultos cuidaban a Rusty. Ellos llamaron al veterinario y él le recetó unas medicinas para la herida. Un rato más tarde, todos nos abrazamos y le agradecimos a la familia por el apoyo que nos dieron. Rusty se recuperó en unos cuantos días. Mi mamá y mi papá lo cuidaron constantemente. Después de todo, él es un miembro de nuestra familia y los miembros de una familia se deben cuidar los unos a los otros

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Ayudando a la familia Historia e ilustración por Fritz Boynes III, 9 años Escuela Guy H. Benjamin, St. John, Islas Vírgenes de Estados Unidos

Yo vivo con mi mamá y mi tortuga. El resto de mi familia vive aparte pero nos mantenemos en contacto. Yo siempre ayudo a limpiar la casa. A veces mi tortuga va al baño en el piso y lo tengo que recoger, pero de todas maneras, yo quiero mucho a mi tortuga. Me encanta ayudar a mi papá a recoger mangó. A todos nos gustan mucho los mangós. Mi papá se sube al árbol para recogerlos. Son grandes y jugosos. ¡Saben deliciosos! Cuando están amarillos, están maduros. Cuando están verdes, no están maduros. Nosotros los ponemos en cajas y los regalamos a diferentes personas. Algunos los dejamos para mi abuela porque mi abuela está muy viejita como para subirse al árbol a recoger sus propios mangós. 6


Mi familia busca maneras de defenderse. Nada nos va a pasar a nosotros. Yo cojo clases de Tae Kwon Do para proteger a mi familia. Es divertido cojer Tae Kwon Do. Es importante poder defenderse uno y poder defender a la familia. Mi papá tiene un perrito que es cariñoso y también lo puede defender. Él lo cuida y por éso el perro lo defiende a él. Me encanta ayudar a mi mamá a limpiar la casa. Siempre tenemos que limpiar. Primero recogemos todo del piso para que nadie se haga daño. Después, barremos y pasamos el mapo al piso. Hay que tener cuidado cuando uno termina de pasar el mapo porque uno se puede resbalar. Yo limpio mi baño y mi mamá limpia el suyo para que todo huela bien. Al final limpiamos los dormitorios. Recogemos los juguetes del piso porque nos queremos asegurar de que si alguien se queda a dormir, no se haga daño. Yo amo a mi familia, y mi familia me ama a mí. Es importante amar a la familia. Yo espero que todos se acuerden de éso, porque cuando ustedes se pongan viejos, van a necesitar ayuda también

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Un cuento de un padre y un hijo pescando en alta mar por Sole A. Chinnery, 10 años Escuela Catedral de todos los Santos, St. Thomas, Islas Vírgenes de Estados Unidos

Todas las mañanas, Adam y su hijo, Liston, van de su pueblo en el campo al centro de su comunidad. El pueblo se llama CAPS, por ser el pueblo más especial de los campos de Dominica. Adam y su hijo se levantan a las cinco de la mañana todos los días. A Adam le gusta hacer preguntas graciosas. "Hijo, dime, ¿Qué cosa tiene cuatro ruedas y vuela? Después de hacer como que está pensando, rascándose la cabeza y pinchándose los labios, Liston siempre le contesta, "Papá, yo no sé, pero estoy seguro de que tú puedes decirme." Todas las mañanas, padre e hijo cultivaban su relación con este juego. Adam era un hombre del campo. Adam medía seis pies con nueve pulgadas, pesaba doscientas cuarenta libras y tenía las manos como de acero de tanto echar y recoger las redes de pesca. Adam siempre era simpático con los vecinos del pueblo. Siempre estaba haciendo chistes y adivinanzas. Liston estaba muy orgulloso de ser hijo de un señor del pueblo de CAPS. Andaba tranquilo y a sus trece años parecía que iba llegando a los treintiuno. Liston ayudaba a las personas mayores de su pueblo con sus quehaceres y cuando tenían que hacer algo en el pueblo que ellos no podía hacer por sí mismos. 8


Un jueves de madrugada estaba el día bastante nublado y triste. Aunque el tiempo se sentía extraño, padre e hijo continuaron con su rutina normal. Pero esa mañana Adam no hizo preguntas graciosas ni adivinanzas. Guiaron hasta el centro del pueblo en donde estaba anclado su bote, que se llamaba Spartan. Ya cuando estaban en el mar, padre e hijo, que era la única tripulación, surgió un problema. Adam escuchó en el canal náutico la alarma de alerta, que sonaba como la campana del almuerzo. El gobierno de la zona había enviado una alerta para que todos los botes pesqueros regresaran a puerto. Una tormenta que se llamaba Sole estaba acercándose. Adam le dijo a Liston que se pusiera su chaleco salvavidas y asegurara la cubierta del barco. Adam trató de prender el motor pero no prendía. Adam estaba preocupado porque la tormenta era peligrosa. Su mayor preocupación era que Liston estaba en el bote con él. Adam decidió echar el ancla y pasar la tormenta en el bote. Padre e hijo rezaron mientras las olas y el viento hacían que el bote se batiera con fuerza. El jefe de puerto de la Esmeralda del Mar se había puesto verde de preocupación cuando se dio cuenta, cinco horas después de la alarma, que el bote Spartan en donde estaban padre e hijo no había regresado a puerto. El jefe de puerto contactó a los residentes de CAPS a través del radio de emergencias para reportarles que padre e hijo se había quedado en alta mar durante la tormenta. La gente del pueblo, preocupados por los dos tripulantes, comenzó a organizar el rescate de sus vecinos. Salieron en doce de los mejores botes que había en el pueblo. Los buscaron hasta que encontraron el bote anclado en una playa. Liston y Adam lo había anclado allí. En medio de la tormenta regresaron con los vecinos que fueron a rescatarlos. Cuando llegaron, se encontraron con toda la comunidad, que los estaba esperando para recibirlos. Adam, con la misma sonrisa de por las mañanas le preguntó a Liston, "Hijo, ¿Qué es una familia?" Sin rascarse la cabeza, ni pincharse los labios ni pestañear, Liston le contestó, "Mi pueblo y mi papá es lo que yo llamo mi familia". Fotografía suministrada por el autor.

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La señora que se perdió Por Noah Leese, 8 años Escuela Internacional Cedar, Tortola, Islas Vírgenes Británicas Una señora se perdió. Se llamaba Sherry. Tenía cincuenta y tres años. Habíamos visto las fotos en Internet de una señora que se había perdido en la bahía que se llama Josiah's Bay. La gente estaba tratando de encontrarla. Mi mamá y yo decidimos ver si podíamos ayudar también. Guiamos por horas buscándola. Fuimos al hotel donde Sherry y su esposo se estaban quedando. La gente estaban hablando de los lugares por donde la habían buscado y hablando de ella. Supimos que habían acabado de llegar y que habían caminado hasta Josiah's Bay para ir a cenar. Sherry fue al baño y como no volvía, su esposo fue a buscarla, pero no la encontró. Él empezó a buscarla por la playa y alrededor de los edificios y preguntándole a la gente que pasaba si la habían visto, pero nadie la había visto. Él estaba muy preocupado porque Sherry estaba empezando a tener Alzheimer, una enfermedad que hace que uno pierda la memoria. Él regresó al hotel pero ella no estaba allí. Pasó toda la noche. Temprano en la mañana, volvimos a guiar y a caminar por el área. Después de unas cuantas horas, fuimos hasta el hotel para ver si había noticias nuevas. La policía estaba organizando una búsqueda y nosotros dijimos que podíamos ayudar. La policía había ido puerta por puerta y tenía una idea de dónde encontrarla. La genta empezó a llegar para ayudar. Eran todos adultos pero a mí no me molestaba éso. Yo sólo quería ayudar. En éso, llegó la policía para darnos información de en dónde había que buscarla. No había mucho espacio para más carros, así que fuimos con otras personas que iban a ayudar en la parte de atrás de un camión siguiendo a la policía hasta el sitio. Llegamos a lo alto desde donde se puede ver Josiah's Bay. Lo que yo podía ver eran árboles y arbustos. Nos dividieron en grupos y el de nosotros fue el primero en irse por la maleza. El plan era ir desde el tope hasta abajo. Al principio la maleza no estaba tan mala y se podía caminar y a la vez ibamos llamándola, "¡Sherry!" 10


Encontramos una casa que parecía como que no la habían terminado de construir. En el piso, yo ví unos limones que se veía que los habían esprimido hacía poco tiempo. ¿Sería ella que los esprimió?" Se los enseñé a mi grupo y decidimos ver hasta dónde llegabamos si encontrábamos de dónde venían los limones. Ya llevábamos una o dos horas buscando. Según ibamos bajando, se hacía más difícil caminar por la maleza. Con nosotros estaba un policía que estaba usando un machete para que pudieramos caminar. Había partes en donde el camino estaba bien empinado, y me caí. Me dí en la cadera con una roca, y me dolió, pero yo quise seguir. Ya estabamos cansados, hacía calor y teníamos sed. Al rato, sonó el teléfono de alguien de los que estaba con nosotros. Uno de los otros grupos había encontrado a Sherry. Todos nos pusimos contentos, aunque ella estaba herida. Se había caido y parecía que se hubiera roto las dos piernas. El camino se había puesto tan empinado para bajar que tuvimos que empezar a subir la cuesta de regreso. Nunca había estado tan cansado, pero no teníamos otro remedio. A veces iba gateando de lo empinado que estaba para subir, pero seguimos. Teníamos yerba en el pelo y se nos rompió la ropa, pero llegamos al tope. Mi mamá y yo conseguimos llegar a Josiah's Bay, en donde nos encontramos con algunas de las otras personas. Se estaban abrazando y llorando, pero nadie estaba triste. Estaban llorando de alegría. Los paramédicos tuvieron que escalar para llegar hasta donde Sherry se había caido. Eventualmente, bajaron a Sherry en una camilla y fue un momento especial cuando su esposo se acercó para abrazarla. Todos celebramos en el hotel. Fue un día increíble. Después nos enteramos de que Sherry había estado en aquella casa. Al día siguiente, ella no sabía en donde estaba, pero trató de bajar hasta la playa y en algún punto se cayó. Tristemente, Sherry se murió el día después de que la rescataran. Yo nunca entendí cómo ni por qué. Parecía injusto, después de todo por lo que ella había pasado. Yo me puse triste. Ahora pienso que la razón por la que encontramos a Sherry era para que se pudiera despedir de su esposo. Cuando se necesitó ayuda, un grupo de personas se unió y compartimos una experiencia que ninguno de nosotros olvidará nunca. Mi mamá y yo tuvimos una experiencia increíble, e hicimos unos cuantos buenos amigos, con quienes compartimos un cariño especial para siempre. 11


La familia Lindsay Ashanti Lindsay, 11 años Escuela Primaria Kensington, Portmore, St. Catherine, Jamaica Mis padres me ensañaron que "La familia que reza unida, permanece unida" y éso es exactamente lo que hace la familia Lindsey. Somos seis en la familia Lindsey: Mamá y Papá Lindsey, Chantel que es la hermana mayor, Mario que es el hermano mayor, yo Ashanti y Agway, el menor. Somos una familia cristiana. Mamá y Papá siempre se aseguran de que leemos la biblia, rezamos y que vamos a la iglesia todos los domingos. Hasta los sábados nos reunimos para rezar en familia. Esto demuestra lo mucho que creémos en Dios. Mamá fue secretaria por once años y Papá fue supervisor en la panadería Yummy's Bakery. Eso no duró mucho porque Mamá y Papá, los dos, perdieron sus trabajos. Los días pasaban y con frecuencia escuchaba a Mamá y Papá rezar en su dormitorio. Aunque ellos rezaban mucho, las cosas no se mejoraban. Nuestra asistencia a la escuela bajó y había días que no teníamos comida. De todas formas, Mamá y Papá seguían rezando y querían que nosotros hiciéramos lo mismo, porque ellos pensaban que su mala situación pasaría pronto. Los problemas continuaron y yo empecé a preocuparme. Me sentía triste y desanimado y le pregunté a Papá, ¿Cuándo va a pasar todo ésto? Papá me respondió, "Dios proveerá, hijo mío". Poco tiempo después, Dios le reveló una tremenda idea a Papá y él estaba ansioso por contarnos de esta idea. Dios le dijo a Papá, "Tú tienes un patio grande detrás de la casa. ¿Por qué no usas ese espacio para empezar un huerto?” Todos nos entusiasmamos con la idea, y cada uno compartió sus ideas sobre qué tipo de comidas y frutas se podrían sembrar. Al próximo comenzamos. Sembramos batatas, guineos, caña, akí, mangó y muchas otras. Mientras regamos las plantas, Papá siembra las semillas. Fue divertido trabajar juntos en la finca. En un par de meses, recogimos nuestra primera cosecha. Mamá y Papá empezaron a vender en la comunidad y en otro par de meses el negocio expandió. Ahora teníamos comida y podíamos asistir a 12


la escuela. En los fines de semana, menos los domingos, Mario, Chantel y yo - y hasta Gawanye, mi hermano menor, ayudamos en el negocio. Siempre que reflexionamos en los días pasados, Mamá sonríe y dice "Nosotros podemos hacer de todo con una gran familia, amor y cuidándonos mutuamente.”

LA FAMILIA LINDSAY

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Mi abuelo Por Jason McCoy, 8 años Escuela Primaria West End, Cayman Brac, Cayman Islands Mi abuelo era la persona más dulce, más cariñosa y más servicial que yo he conocido. Tenía un gran corazón y y siempre era muy generoso con las personas que necesitaban ayuda. No le importaba pagar con su dinero la reparación del carro o de algún enser que se dañara aunque fuera de otra persona. Le prestaba su jeep a sus amigos aunque él tuviera que caminar si tenía que salir. Mi abuelo siempre trató de que los demás estuvieran felices. Mi abuelo siempre nos traía a mi hermano Jairon y a mí, frutas y muchas otras cosas. Nos encantaba ir a su casa los domingos, y a él le encantaba esperarnos. Siempre nos tenía comida para cuando llegaramos y también comíamos antes de irnos y siempre nos daba un beso en la mejilla. La carne de tortuga que mi abuelo preparaba era tan sabrosa que me hacía la boca agua. Era lo que yo comía de almuerzo todos los domingos. También guiaba alrededor de la isla sólo para pasear a algunos de sus amigos. Muchas veces mi abuelo y yo nos sentábamos a comer ciruelas, melones y otras frutas con mucha sal por encima. ¡¡¡YUM!!! Mi abuelo se ponía contento cuando mis tías y mis primos venía de visita en Navidades, o en verano o los días libres de Pascuas. Nos tenía a todos nosotros juntos. Los adultos se sentaban juntos a comer y a conversar mientras mis primitos y yo jugabamos toca y corre en el patio. ¡Era muy divertido! La familia era lo que más él quería. A mi abuelo no le gustaban las fotos, pero siempre lográbamos tomarle algunas. Tampoco le gustaban que le hicieran regalos porque para él era más importante darnos regalos a nosotros. Aunque ya él no está aquí conmigo, yo siempre recuerdo lo que él me enseñaba: ser servicial y amable con los demás y que en la familia está el amor más grande del mundo. Todos los días yo le agradezco a Jesús por tener una familia tan amorosa.

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MI FAMILIA DE GRANJEROS

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Mi familia de granjeros Por Raheem Mclean, 8 años Escuela Primaria West End, Cayman Brac, Cayman Islands Mi familia y yo tenemos una granja. En nuestra granja tenemos animales y sembramos nuestra propia comida. Todos ayudamos a desyerbar para que las plantas crezcan. Mi mamá se encarga del jardín. Tenemos tomates, pimientos, zanahorias, pepinillos, calabaza y muchas otras cosas que son deliciosas. Mi papá ordeña la vaca para que tengamos leche fresca para tomar. Yo me encargo de los cerdos y mi hermana Sally recogen los huevos de las gallinas y los lava para que nos los podamos comer de desayuno. Lo que más me gusta del huerto son las zanahorias frescas que recogemos entre todos en la familia para la cena. A mi mamá le gusta servir las zanahorias con aderezo "ranch" que es mi favorito. En la granja, le damos de comer comida saludable y mucha agua de tomar a los animales. Así se mantienen saludables y contentos. Lo que menos me gusta hacer es ayudar a mi papá a limpiar el corral de los cerdos. El corral está lleno de fango y huele fatal. Pero yo lo hago para que mi papá esté orgulloso de mí. La vida en la granja es difícil, pero cuando trabajamos juntos es mucho más fácil. Trabajar en familia es lo que más me gusta hacer porque es muy importante. La verdad es que yo disfruto ayudar a mi familia. También disfruto ayudar a mi mamá a fregar los platos. Cogemos turnos para lavarlo todo. Mi hermana Sally ayuda a mi mamá a barrer la casa. Mi papá se encarga de hacer el trabaja más pesado de la casa y de la granja. De vez en cuando compartimos comida y huevos con los vecinos. Uno se siente bien cuando uno comparte con los demás. Ellos también nos ayudan si necesitamos algo porque hemos sido buenos con ellos. Vivir en el campo se trata de vivir en familia y trabajar juntos ayudándose los unos a los otros. El fin.

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Las familias que trabajan unidas Por Tiandrah Smith, 7 años Escuela Primaria Petersfield, Savannah-La-Mar, Jamaica James es el tercer hijo de tres hermanos. Él tiene ocho años. Sus padres son dueños de una granja y en los fines de semana ellos venden huevos, leche, guineos y naranjas a la gente de su comunidad. En los fines de semana todos limpian la casa juntos y organizan los productos que están listos para vender. Mamá Jenny le dijo a James, su hermano mayor Paul y su hermana Elizabeth que fueran a la granja a darle comida a los pollos y a recoger los huevos para venderlos. James replicó, ¿Por qué yo tengo que hacer éso? Estoy cansado." Su mamá le contestó, "James, todos tenemos que trabajar unidos para poder terminar lo que hay que hacer más rápido." Su mamá le dió a él la canasta para los huevos. James iba caminando despacio detrás de sus hermanos y jugando con la canasta. Cuando llegaron a la granja, James le dió la canasta a su hermana y salió corriendo hacia el campo gritando "¡Voy a ver si las cabras tienen agua!" Paul y Elizabeth recogieron los huevos, le dieron comida a los pollos y James aún no regresaba. Se fueron a buscarlo pero no lo vieron por ningún sitio. Elizabeth dijo, "Paul, vámonos porque mamá va a enojarse si no volvemos a tiempo para almorzar y para que papá se pueda llevar los huevos." Cuando regresaron, su mamá les preguntó, "¿Dónde está James?" Paul le contó lo que había pasado. Mamá estaba bien enojada. Se sentaron en la mesa y almozaron. James seguía sin regresar. Paul y mamá ayudaron a papá a cargar el burro mientras Elizabeth recogía la mesa y fregaba los platos. Cuando se estaban despidiendo de papá, mamá vió a James corriendo hacia la casa y lo llamó, "¡James! ¿Dónde estabas? Tu hermano y tu hermana regresaron hace casi una hora y ya almorzaron, ayudaron a recoger la mesa, fregar los platos y cargar el burro. Todos estábamos trabajando mientras tú estabas jugando en el campo.”

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James le respondió: "Lo siento mamá, no me había dado cuenta del tiempo que había pasado y de que era tarde." Mamá le dijo: "Ya que no quisiste ayudar con los otros quehaceres, te toca limpiar el patio a tí sólo y después tendrás que hacerte tu almuerzo tú mismo." James ya se había pasado casi una hora limpiando el patio y todavía no había terminado. Como estaba cansado y tenía hambre fue a donde su hermano y su hermana para ver si lo ayudaban. Les dijo que se arrenpentía de no haberlos ayudado a ellos por la mañana. Paul y Elizabeth decidieron ayudar a James y entre todos terminaron en quince minutos. Se lavó las manos y se preparó un emparedado porque tenía mucha hambre. Después de limpiar la mesa fue al balcón a hablar con su mamá, su hermano y su hermana. Les dijo, "Ahora yo entiendo porque es tan importante que trabajemos juntos y nos ayudemos entre sí. Es mucho más fácil cuando trabajamos juntos y además es más divertido. Gracias Paul y Elizabeth por ayudarme a limpiar el patio. Fue todo mucho más fácil." Mamá sonrió y desde ese día James siempre estuvo dispuesto a ayudar con los quehaceres.

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La iguana trabajadora Por Mitchell Turnbull Jr., 9 años Escuela Elemental Gladys A. Abraham, St. Thomas, Islas Vírgenes de Estados Unidos

Había una vez una iguana muy trabajadora llamada Mitchell. Vivía con su familia en St. Thomas, una isla del Caribe. Sus dos mejores amigos eran Deshavion la mangosta y Jadeja el pájaro del pecho amarillo. Todos estaban en quinto grado en la Escuela Elemental Gladys A. Abraham. Todos los días después de la escuela, Mitchell la iguana hacía sus asignaciones y después se iba a su finca en Fortuna para sembrar. Él sembraba calabaza, mangó, manzanas dulces y quenepas mientras Deshavion la mangosta y Jadeja el pájaro del pecho amarillo jugaban a patear una bola. Mitchell les decía todos los días después de la escuela, "¿Por qué no vienen conmigo a sembrar?" Ellos le contestaban "No deh man, nos queremos quedar jugando." Mitchell se iba triste, solo a trabajar en su huerto. Él era bien dedicado a ese trabajo, regaba las plantas y desyerbaba alrededor de las frutas y los vegetales. Cuando terminaba, entonces se iba a jugar con sus amigos. home.

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El huracán Marilyn se estaba acercando a St. Thomas y Mitchell la iguana decidió que era mejor recoger los frutos que pudiera del huerto y asegurar su casa con su familia. Puso las frutas y los vegetales en la alacena y le puso los paneles en la casa. Le dijo a sus vecinos y amigos, "Viene un huracán". Ellos se rieron y le dijeron "Es sólo una lluviecita." Esa noche pasó el huracán Marilyn por St. Thomas. Destruyó casi todas las casas, las tiendas y los huertos. Nadie tenía electricidad en la isla. A la mañana siguiente, Mitchell la iguana fue a ver a sus amigos. Cuando los vió ellos empezaron a lamentarse, "Qué pena que no te prestamos atención. Me duela la barriga; no tenemos ni comida ni dónde dormir". Mitchell les dijo "Yo tengo las frutas y los vegetales que recogí antes de la tormenta; yo les puedo dar algunos. También se pueden quedar conmigo hasta que sus familias reconstruyan sus casas. Me pueden ayudar a sembrar más frutas y vegetales y a cambio, yo le puedo ayudar a sus familias a reconstruir sus casas." En unos cuantos meses, Mitchell la iguana le había enseñado a sus dos amigos a cómo sembrar las manzanas dulces, los mangós, las quenepas y la calabaza en el huerto. También le enseñó a otros niños en Fortuna y Bordeaux a cómo sembrar esas hortalizas. Mitchell la iguana, Deshavion la mangosta y Jadeja el pájaro del pecho amarillo se conocieron en St. Thomas como buenos agricultores. Ellos llevaban las frutas y los vegetales que no necesitaban al mercado para venderlas a los locales. Usaron el dinero para expandir su finca de Fortuna a Bordeaux, reconstruir las casas de sus amigos y ahorrar para ir a la universidad. Deshavion y Jadeja aprendieron que el trabajo que pasaron sembrando les dió de comer no sólo a ellos sino también a su comunidad. Fotografía suministrada por el autor. Conoce al autor Mi nombre es Mitchell Turnbull Jr. Estoy en quinto grado de la Escuela Gladys A. Abraham. Me gusta leer libros sobre los animales en peligro de extinción. Cuando yo crezca quiero ser científico. Quiero encontrar una cura para el SIDA.

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La casa del amor Por Arria Walsh, 10 años Escuela Julius E. Sprauve, St. John, Islas Vírgenes de Estados Unidos La entrada al lado de la casa con la verja blanca de madera estaba empezándose a llenar de carros estacionados en el camino. Los vecinos, la familia Alexanders también dejaban estacionar carros en su entrada. Los niños jugaban en la acera. La gente se saludaba según iban llegando a la fiesta que había dentro de la casa. Era el aniversario del señor y la señora Noplace. La señora Alexander había ofrecido su casa para la fiesta porque era una sorpresa. La música ya había subido bastante de volumen, y aún así se escuchó cuando se cayó un retrato de la familia que estaba colgado en la pared de la escalera. El señor Jaface comentó que era algo muy raro porque nadie estaba pasando por ahí en ese momento. La señora Fondu, quien siempre tiene unas cuantas historias de pueblo que contar, dijo supersticiosamente que algo terrible iba a pasar. A pesar de lo ocurrido, la fiesta continuó. En la casa se sentía la mezcla de la gente. Había personas de diferentes países. La familia Alexanders eran de Haití. Ellos dejaron a su familia y se fueron de su país cuando tenían veinte años. Algunos de sus amigos también se fueron. El teléfono sonó y lo contestó el señor Alexander. Habló sólo por un momento. Su cara se puso muy seria, como de muerto. Era como si se hubiera quedado petrificado. Cogió fuerza y le informó a los invitados que acababa de ocurrir un terremoto en Haití. La comunicación se cortó antes de que pudiera preguntar más. ¡Ring! El señor Alexander corrió a coger el teléfono. Acababan de dar una alerta de tsunami. Estaban todos callados esperando más noticias. El señor Alexander prendió el televisor y puso las noticias del canal de CNN. Estaban dando las noticias en vivo. La comunicación por teléfono se volvió a caer. Todos estaban pendientes al televisor. El señor y la señora Alexander ya habían pensado en que tenían que ir a Haití. Pero esta no era la manera cómo habían pensado regresar. 22


Su familia los necesitaba. Era una emergencia. La familia Alexanders decidió viajar dentro de una semana. Necesitaban hacer los arreglos de las cosas que tenían que llevar para poder ayudar a sus familiares. Uno de los parientes del señor Alexander que vivía en Texas, decidió ayudarlos. La familia había estado dividida por conflictos con sus propiedades. Él se alegró muchísimo de que su pariente se ofreciera para ayudar. El viaje a Haití era largo, y la familia Alexanders estaba ansiosa de ver a sus familiares. Rezaron por un buen viaje y para que Dios mantuviera a sus familias a salvo. Cuando llegaron a Haití, el corazón se les entristeció grandemente porque el país no era ni la sombra de lo que ellos recordaban. Tuvieron la suerte de haber podido llegar. La familia del señor Alexanders fue a recibirlos. Casi todo lo que llevaron era para sus familiares. Llevaron cosas que no se dañan, ropa, zapatos y sus corazones, que estaban llenos de amor y consuelo para la familias que habían perdido a sus familiares más queridos. Los padres y la única hermana de la señora Alexanders murieron en el tsunami. Ella tenía una niña de cuatro años que sobrevivió. La niña no entendía inglés pero la señora Alexanders se esforzaba por enseñarla. El señor Alexander la consolaba porque la niña le recordaba todo el tiempo de la pérdida de su hermana y sus padres. No fue fácil. El señor Alexanders y su familia vinieron a reconstruir. Se dieron cuenta de que seguir discutiendo entre sí no era bueno y que deberían quererse los unos a los otros y dar un buen ejemplo a sus hijos. Decidieron reusar algunos de los materiales de la casa por la que habían estado discutiendo, como símbolo del amor entre ellos. Los jóvenes ayudaron a cargar los ladrillos que no se habían roto. Los cristales rotos los usaron como decoración, como espejos de colores al frente de la casa. Los niños ayudaron sembrando flores en la entrada. La niña se quedaría con el señor y la señora Alexanders y todos trabajaron juntos para reconstruir la casa. Mientras reconstruían la casa, durmieron en las tiendas de campaña que repartió el gobierno. Durante la reconstrucción la familia del señor Alexanders pudo sanar las heridas familiares del pasado. Al sufrir la pérdida de los familiares de la señora Alexanders, comprendieron lo importante que son cada uno de ellos. Cuando terminaron la casa, los vecinos haitianos se admiraban. En la entrada pusieron una piedra que decía "La casa del amor", porque en la familia Alexanders ya no había odio, sino sólo amor. Al día de hoy, todo el que pasa por esa calle para a admirar la casa porque es la más bonita de toda la calle. 23


¿QUÉ ES ROTARY? Rotary se compone de un millón doscientos mil socios, entre los cuales encontrarás a vecinos, amigos y líderes comunitarios, que unidos impulsan cambios para mejorar la vida en la propia localidad y el mundo entero. Puesto que ejercemos variadas profesiones y provenimos de culturas y países distintos, Rotary percibe la realidad desde una perspectiva excepcional. Por otra parte, el espíritu de servicio a los demás nos impulsa a realizar obras notables.

¿QUÉ NOS DIFERENCIA DE OTRAS ORGANIZACIONES? Nuestro singular punto de vista y enfoque nos brinda ventajas únicas: • Percibimos las cosas de otra manera: con nuestra perspectiva multidisciplinaria abordamos los retos desde un ángulo distinto. • Pensamos de forma distinta: aprovechamos nuestro liderazgo y competencias para encontrar soluciones novedosas. • Obramos con responsabilidad: obtenemos resultados duraderos al actuar con pasión y perseverancia. • Marcamos la diferencia a nivel local y mundial: los rotarios están en todas las comunidades del mundo.

¿CÓMO TRABAJAMOS? La obra de Rotary comienza con la labor que llevan a cabo los propios socios, trabajando infatigablemente en los clubes para resolver los acuciantes problemas de la comunidad. Rotary International, la entidad que agrupa a los clubes rotarios, y La Fundación Rotaria, que otorga subvenciones gracias a las generosas donaciones recibidas, respaldan la labor que cumplen en todo el mundo los rotarios y nuestros colaboradores. Son los propios socios quienes lideran Rotary e impulsan la misión y los valores de nuestra organización mediante los cargos que ocupan con suma responsabilidad.

¿CÓMO LLEGAMOS HASTA AQUÍ? Hace más de un siglo que Rotary comenzó a hacer historia y a trabajar en pos de un planeta más unido. Desde su fundación en 1905, nos hemos abocado a la solución de algunos de los problemas más acuciantes del mundo de hoy, y contribuido a la formación de instituciones de servicio y organismos internacionales, como Easter Seals y las Naciones Unidas. www.rotary.org 24


Los autores, quienes están comenzando a destacar por sus capacidades de contar historias, recibieron una colección de libros apropiados a su edad y cultura en reconocimiento por su lograda

Hemos impreso esta edición para que otros niños del Caribe tengan la oportunidad de leer estos cuentos.

Los reconocimientos y la impresión de los libros han sido posible gracias a la generosidad de Club Rotario E-Club of the Caribbean, 7020 Club Rotario E-Club of District 9220 Club Rotario de Les Cayes Profesores y estudiantes de la Facultad de Linguística Aplicada de State University of Haiti

Diseño de la portada:Drawing The Line


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