Casas en Cuarentena

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casas en cuarentena

Edith Farnsworth en su casa de Illinois.

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


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casas en cuarentena Habiendo experimentado estos tiempos, como prisioneros involuntarios de la arquitectura, decidimos preguntarle a varios amigos, qué casa elegirían para pasar una cuarentena como ésta. Se trataba de un juego de imaginación y de memorias, con la (inocente) doble intención de desenmascarar a esa persona que antes proyectar, habita. Aquí sus respuestas. Algunas más reflexivas, otras más pragmáticas, algunas con largos paseos y dudas, otras descubiertas a la vuelta de la esquina. Esperamos que las disfruten María & Ricardo




casas en cuarentena #1

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Francisco Aires Mateus

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La casa Malaparte es ya una casa confinada. En una posición extrema, en una isla de la cual parece querer huir, irse. La casa vive esencialmente de lo que allí no está, vive de lo que está enfrente; los afloramientos rocosos, el mar, el infinito. Como decía imaginariamente Curzio Malaparte al general Erwin Rommel, que le preguntó si él mismo había construido la casa, Malaparte le respondió que la había comprado, y declaró: “Yo proyecté el paisaje”. Es una casa sin tiempo y su alma es quizás el exterior. Es el espejo del confinamiento y el contrario del paso del tiempo hasta que todo pase. Creo que estaría bien ahí.




casas en cuarentena #2

Casa Can Lis Mallorca, 1971-72

Jørn Utzon por Joaquín Alarcia

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A priori me cuesta mucho elegir una sola casa. Quizás voy a realizar el recorrido por aquellos a quienes considero mis referentes, que casualmente todos son del siglo XX en adelante. Rápidamente entran muchísimos en mi cabeza. De los clásicos del siglo pasado, siempre prefiero aquellos maestros preocupados por el material, su expresión y aquello que nos genera. Ahí seguramente entrarían algunas casas de Kahn (Fisher o Esherick), Barragán (con su casa, Gilardi o Galvez) o muchas de Julliaan Lampens o Fehn. Quizás la casa das Canoas de Niemeyer también, pero sobre todo por su impresionante contexto, y porqué no el mediterránea de Grecia con la casa de piedra de Aris Konstatinidis. Aunque


muchas veces tengo dudas si es una casa o más bien un conjunto arqueológico de las historias de Homero. Si me voy a clásicos mas línea dura moderna norteamericana, sin dudas california seria el lugar, y Neutra y Craig Ellwood sus referentes. El clima y sentirlo en muy importante en el estado de ánimo y el calor bien disfrutado a la sombre, siempre es muy agradable. En contrapartida, el frío y el invierno, como todo, también tiene su momento atractivo. Ahí quizás debería cruzarme a la otra costa norteamericana, a las casas en New Haven de los Harvard 5 e instalarme en la casa de Elliot Noyes. Sentir de forma cruda y pura el cambio de temporada, o mejor dicho, el paso del tiempo.


Obviamente tengo que pensar en los masters of masters, y ahí incluir las casas de ladrillo de Mies en Alemania, Lemke o Ester, o la Louis Carre de Aalto en Francia. Casas sin demasiada pretensión, mas que el buen construir y el buen habitar. Cuestiones bastante básicas a simple vista, pero por ello no dejan de ser cruciales. Si me muevo a finales del siglo XX, las casas de Campo Baeza podrían ser una buena opción (Gaspar u alguna otra), aunque con el paso de los días, y a pesar de disfrutar de una presencia increíblemente intensa de la luz, creo que necesitaría algo más que la abstracción de un espacio. Ahí retrocedo unos años a H&dM con sus primeras casas en Basilea o al Souto moderno mas conservador


de los 80, con la influencia de los artistas de arte povera de aquel entonces y su noción por la textura y el material. O inclusive, un poco mas, con las casas de Zumthor o Siza, cualquiera de ellas tan característica por su anonimato. Me doy cuenta que nunca pase por Asia, sobre todo Japón. Eso es un planeta completamente distinto. Ahí si quizás me remontaría a las antiguas casas tradicionales japonesas tan magníficamente descriptas en Elogio de la Sombra y su excelente y genial interpretación desde Shinohara hasta Fujimoto. Sin embargo, la casa de fin de semana de Nishizawa, mas contemporáneo, seria la casa a pasar una temporada en aquellas latitudes.


La noción de vacío, interiorexterior y privacidad serian allí sin dudas verdaderas experiencias a disfrutar. En contrapartida, lamento no poder incluir alguna casa realizada por Lewerentz o Hans Van der Laan. Verdaderos maestros en el entendimiento profundo de la luz, el espacio y los materiales, nunca representado en el hábitat domestico y privado de la vivienda. Una lastima para la historia de la Arquitectura ¿o todo lo contrario? Me reservo para el final, la casa donde verdaderamente me gustaría haber pasado esta cuarentena, Can Lis de Utzon. Reúne todos los componentes para disfrutar de una casa. Un


paisaje impresionante frente al mediterráneo mallorquín. Un excelente equilibrio entre historia y presente, en todos sus aspectos, tanto espaciales como técnicos. Casi como un templo de todas las temporadas. La presencia de la luz y el entendimiento del tiempo, mediante la variación de la misma. La noción de adentro y afuera, y la importancia de los patios y vacíos en el armado de un espacio. La importancia de la ventana, o mas precisamente de un hueco, que nos conecta con el exterior. La circulación del aire. La sombra, tan necesaria para disfrutar el estar afuera, y la sombra tan necesaria para el disfrutar estar adentro. La unidad, coherencia y continuidad de todos los componentes de una casa, un sillón, una mesa, un


placard o una cama. La escala perfectamente calibrada de sus diferentes ámbitos. La astrología. Las estrellas y la luna. El cielo. El paisaje. Todo en perfecta armonía. Podría ser el estado anterior a vivir en el paraíso.




casas en cuarentena #3

Casa Experimental Muuratsalo Säynätsalo, 1952-54

Elissa & Alvar Aalto por Paula Albrieu y Juan Barrionuevo

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Vamos a elegir la casa juntos con Juan, vinito de por medio con la convicción que seguiremos siendo roomates post-confinamiento y en nuestra próxima casa imaginaria. Como salvataje de convivencia en cuarentena apareció la primera opción, casa-estudio Frida y Diego, un bloque donde cada uno pueda vivir unidos por un puente, aunque al final nos sentiríamos muy solos y tendríamos que discutir en qué bloque vive Dante, nuestro salchicha. Por otra parte los interiores no nos resultan muy acogedores y con tanto tiempo adentro, la interioridad cobra relevancia. Por último, Frida y Diego representan una historia trágica, nosotros preferimos los finales felices. Descartamos la casa de Juan


O´Gorman y optamos por la casa Barragán, nos atraía la idea de vivir en un espacio templo, en un clima agradable y trabajar en ese espacio con la alta ventana lateral, pero por otra parte, es una casa muy grande, implicaría muchas horas de limpieza y mantenimiento. Es difícil descartar esta casa, pero seguimos buscando.. Tenemos claro que la casa debe ser pequeña, preferentemente en un entorno natural, con una atención especial puesta en los espacios interiores, materiales, luz, relación con el exterior y equipamiento, pasaríamos la cuarentena sentados en el comodísimo sillón Aalto. Es así como decidimos que nuestra casa de cuarentena sería nórdica.


Emplazada en un territorio idílico, nos parece que el tamaño es prudente, en estos tiempos la relación 120 m2 cubiertos / 50000 m2 de terreno son definitivamente una ventaja. Tiene un espacio independiente para estudio, trabajo y clases virtuales. El patio!, amamos que sea cuadrado. Pero aparte de su perfecta proporción, nos permite disfrutar de nuestros asados de fin de semana y Dante, agradecería tener ese espacio. Por otra parte entre invierno y verano elegimos, por lejos, el invierno, y que mejor que un invierno en un interior nórdico, con presencia de madera, un hogar a leña prendido por las noches y el sol de la mañana con las vistas al lago. Como frutilla del postre tiene un espacio para hacer fuego


en el centro del patio, perfecto para sentarse de noche con vino en mano a mirar las estrellas. Una escena tan esencial como atractiva. En el patio podríamos romper la cuarentena de vez en cuando, con amigos alrededor del fuego, con tapabocas, after cena. También podríamos realizar nuestras rutinas de gimnasia virtual, y salir a correr o dar una caminata en ese increíble entorno natural y bucólico, al borde del lago, chapuzón y sauna de por medio regresaríamos contentos a la casa. Definitivamente, pasaríamos nuestra cuarentena en la casa experimental. Muchas gracias Alvar Aalto.



casas en cuarentena #4

Casa-Estudio Luis Barragán Ciudad de México, 1948

Luis Barragán por Gastón Arciénaga

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Buscado entre mis recuerdos, algunas lecturas realizadas, conversaciones entre amigos y colegas, recordé una casa que siempre me mostró una sensibilidad por el espacio individual y compartido, una relación entre el trabajo y el habitar que no siempre es fluida y natural, y por sobre todo un espacio que reivindica lo humano y su esencia, a mi parecer. Dicha casa, la cual elegiría para vivir en estos tiempos que corren, y que como muy bien dice la consigna de este juego/ejercicio, pasamos a vivir con mayor intensidad los lugares donde habitamos: Es la Casa/Estudio de Luis Barragán. Siempre sostuve que los espacios habitables deben ser, tanto en


su conjunto, como de manera individual, promotores de recuerdos, donde se encuentren las emociones y los sentimientos, siendo capaz de presentar cierta atemporalidad. En tiempos donde el aislamiento no es igual para todos, ya sea por condiciones espaciales, económicas, sociales etc. y en algunos casos sin la posibilidad de compartir con otra persona una charla, un abrazo, o incluso un silencio, creo que la casa de Luis Barragán, sería una excelente opción para pasar esta cuarentena, teniendo la posibilidad de disfrutar de espacios interiores donde la luz, en su recorrido, es la gran protagonista, como así también la relación interior/exterior, con el patio y el estar,


donde el tiempo parece detenerse en una postal que queda en la retina de manera permanente. Y donde en su recorrido hacia la terraza, encontramos en el camino los lugares de descanso que pareciesen levitar entre tanta luz que ingresa de manera cuidada y sensible al resto de la casa, culminando con una terraza que toma todo lo que puede del astro mayor (Sol), para proporcionar un espacio de una vitalidad única. Sin lugar a dudas, ésta es mi opción para atravesar esta cuarentena, y empleando un término acuñado por Zumthor, la casa/estudio Barragán, proporciona diferentes “atmosferas”, con espacios no solo para el encuentro, o para la soledad, sino también espacios que van más allá de las cuatro


paredes, y que permiten soĂąar de alguna manera, con un regreso a la urbanidad cargado de nuevos recuerdos, emociones y sentimientos.



casas en cuarentena #5

Frey House II Palm Springs, 1964

Albert Frey por Juan Arriola

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Pienso que una buena casa para transitar una cuarentena debe tener alguna forma de jardín exterior. Creo que el contacto directo con los elementos de la naturaleza nos ayuda a relajar la mente y a desconectarnos del tedio y la monotonía que el confinamiento origina. El espacio interior de la vivienda se expande naturalmente hacia el exterior y su dimensión real pierde relevancia. Debería estar relativamente cerca de algún área o calle comercial para evitar el uso exclusivo del auto y en cambio, poder ir caminando o en bicicleta a hacer las compras, una excusa además para hacer ejercicio y tener algún tipo de contacto con otras personas.


Me parece importante también que desde este lugar se pueda mirar a lo lejos. Pensé en ejemplos construidos que siempre me gustaron y que respondieran a estas condiciones. Casi nunca se cumplían todas simultáneamente, o resultaban ser proyectos desmedidos para alojar a una sola persona por un par de meses. Me imaginé primero la Casa de invitados Rockefeller de Philip Johnson en Manhattan, por su tamaño adecuado y por la comodidad que significa vivir en una casa con patio propio en el epicentro de esta ciudad. Sin embargo este patio central está ocupado en su totalidad por una fuente de agua, lo que limita sustancialmente su uso.


Luego me trasladé al oeste pensando en las Case Study Houses y en particular la Nº20-B, la casa proyectada para Saul Bass en Altadena. Un esquema bastante ideal, un barrio tranquilo, la vegetación invadiendo cada espacio, el pino, la pileta, el estudio con su jardín. Podría encontrar algo que además sumara alguna vista lejana. Volví al este, a East Hampton, con mi mente puesta en la Casa de Nina y Gordon Bunshaft, a orillas del lago. Además de su delicada arquitectura, ese parque y las visuales infinitas hacia el lago me resultaban muy atractivas. Descarté este lugar por estar demasiado aislado del centro del pueblo.


Mi decisión final me hizo volver al oeste, a la desértica Palm Springs, a la segunda casa que Albert Frey construyó para sí mismo en una ladera del monte San Jacinto. El clima de este lugar es siempre agradable, días cálidos y noches frescas. Me gusta la idea de que el desierto agreste atraviese la casa y poder desde la altura ser testigo constante de lo que está pasando abajo en las calles de la ciudad, o perder la vista bien lejos, más allá del valle. La Frey House II es un refugio pequeño y modesto pero cómodo y divertido. Parece alejado pero está cerca, sólo bastan diez minutos de caminata para llegar al centro de la ciudad.



casas en cuarentena #6

Palacio del Gatopardo 1958

Giuseppe di Lampedusa por Anna Bacchetta

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Llevo al límite el desafío de usar la imaginación para no sucumbir al encierro. De manera directa, quizás básica e incluso utópica, elijo una casa infinita, que no pertenece al territorio, sino a la literatura. Pero sigue siendo arquitectura. Me quedaría en el palacio del Gatopardo, con su secuencia infinita de espacios desconocidos. Aquí no hay confinamiento, porque detrás de cada puerta siempre habrá una descubierta, y otra puerta. Y la posibilidad inagotable de habitar a cada día un lugar nuevo. “Las correrías a través del inmenso edificio parecían interminables; era como partir hacia una tierra desconocida;


desconocida, sí, porque en muchos de esos aposentos abandonados ni siquiera don Fabrizio había entrado jamás, hecho este que por cierto no dejaba de encantarle ya que, como solía decir, un palacio del que se conocen todas las habitaciones no constituye una morada digna” Giuseppe Tomasi de Lampedusa. El Gatopardo 1958



casas en cuarentena #7

Casa de tres patios 1934

Ludwig Mies van der Rohe por Esteban Barrera

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Contrariamente a todo lo que pensamos siempre, en el mundo del revés de la pandemia, el afuera no importa, es más bien el lugar donde está el peligro. No interesa lo que hay afuera, ni los paisajes idílicos, ni la vitalidad de las ciudades, ni todo lo que siempre valoramos; solo el aislamiento y la protección. Para pasar el aislamiento, pensé en una casa aislada, una fortaleza que me proteja de los enemigos visibles e invisibles que están afuera. Adentro de mi fortaleza quiero si, un poco de naturaleza, un poco de sol y de verde. Quiero que estando adentro y protegido, a su vez me sienta afuera, aislado, pero no encerrado.


La casa que elegí tiene el tamaño justo, un solo espacio generoso para no sentir el encierro, pero a su vez inteligentemente dividido para que cada parte del día tenga su lugar. Mi refugio podría no estar aislado. Se podría agrupar con otros refugios similares, donde podrían vivir familiares o amigos. Agrupados como para saber que no estamos solos, pero lo suficientemente separados entre sí como para tener que vernos solamente mediante video llamadas.



casas en cuarentena #8

Casa de vidrio San Pablo, 1951

Lina Bo Bardi por Agustín Berzero

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Poca arquitectura me genera tanta admiración como la que construyó Lina Bo Bardi. Ante la posibilidad de abrir el juego a la imaginación, elijo ese conjunto de lugares que se desarrollan sobre el territorio entre su casa de vidrio, “modernidad reinterpretada” y la pequeña casinha de madera, su atelier. No tengo dudas de que habitar esos espacios, cargados de la especial sensibilidad con la que Lina proyectaba sería una experiencia de enorme aprendizaje para mi ser interior. Me imagino dentro de ese refugio elemental de madera, atravesado por las brisas húmedas de la naturaleza exterior. Caminar el parque una y otra vez. Recuperar


el paisaje lejano, asomado desde su interior vidriado, que emerge desde la tupida vegetaciรณn. Me reconozco en esos espacios contrastados. Uno ligero, delicado, casi que flota, mirando y absorbiendo el sol. El otro austero, sencillo, ligado a la tierra, que me conecta y me lleva a la introspecciรณn.



casas en cuarentena #9

Casa Eames Los Ă ngles, 1949

Charles & Ray Eames por Gabriel Biagioni

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Habitar, cocinar, leer, contemplar, cultivar, producir, crear. La casa Eames tiene una combinación perfecta para pasar una cuarentena. En un terreno arbolado, con pendiente, en la cima de una colina que mira al mar, la casa combina vivienda y estudio en dos construcciones diferentes separadas por un patio de escala íntima. La distancia justa para trabajar en casa, pero no trabajar estando en casa. La espacialidad interior es un gradiente que va desde espacios íntimos, controlados, recogidos a espacios en doble altura y en continuidad con el exterior, todo resuelto en dos cajas de construcción modular recostadas sobre la ladera. Modernidad ejemplar.


Es imposible, ademรกs, no imaginarse habitando la casa como los mismos Charles y Ray nos han mostrado en las fotos, con tus libros, tus muebles, tus almohadones y tus plantas. La casa como sistema familiar y personal de vida apacible.



casas en cuarentena #10

Casa no tempo Montemor-o-Novo, 2014

Aires Mateus, João e Andreia Rodrigues por Pablo Bisio

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En este confinamiento elegiría irme de viaje a Portugal. Tierra de Alvaro Siza, Souto de Moura y Aires Mateus entre otros… El blanco y el paisaje, la arquitectura sin ornamentos, despojada de todo. La mínima intervención, la arquitectura de la buena… sin vueltas… Mi viaje hacia Montemor o Novo, a donde se sitúa La Casa No Tempo. Casi sin dudarlo se me viene ésta obra a la mente. El campo y una piscina que me lleva a una playa. Una casa sin tiempo… universal y eterna, esa que no pasa nunca de moda. “La intervención pretendía recuperar la belleza natural del territorio rural y el paisaje, evitando un enfoque convencional


al liberar la tierra.” (Aires Mateus, 2014) Tres estructuras complementarias: 1 Restauración de la vivienda de patrimonio cultural 2 Elemento agua, un cuadrado en el centro, que evoca la topografía de una playa. 3 Un cuadrado a modo de laberinto, un jardín amurallado. Una gama de experiencias visuales y sensoriales mediante sus senderos. Como pintor y arquitecto elegiría esta casa para producir mi obra en tiempos de confinamiento. “Una casa que conecta el pasado con el futuro, dejando de lado la huella del tiempo, en busca de espacio de paz atemporal”.



casas en cuarentena #11

Casa Ugalde Caldes d’Estrac, 1951

José Antonio Coderch por Esteban Bondone

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Antes que nada, pienso que vivir en un lugar, una casa, es un modo de ser en el mundo y por ello la elección de “una” casa donde transcurrir la cuarentena, tal como solicita este juego, me inclina a pensar algunas ideas. En mi caso, debe ser sencilla, austera, cómoda y en contacto con el ambiente/naturaleza y especialmente entre árboles y con ello ver pájaros desde las ventanas. Los sigo con la mirada, los escucho y a veces los imito, los llamo. También disfruto de los perros, los bichos, cuido las abejas, las salvo cada vez que requieren ayuda cuando caen al océano de la pileta… Por eso, quizá prefiera una casa alejada de la ciudad o del vértigo urbano o bien, una casa escondida en medio de la ciudad.


La Villa La Roche en París cumple con esos anhelos y me ha generado siempre una sensación de pertenencia que pocas casas me producen, casi que podría haber vivido ahí, especialmente por el lugar en donde se encuentra, ese pequeño pasaje de pedregullo y sombra que tiene a la casa como culminación. Sencilla, espaciosa, quizá un poco grande… muy generoso Le Corbusier para mi presupuesto, por eso, por ahora, la dejo de lado. Otra casa fascinante es la de Dalí en Cadaqués, sólo la parte que tiene por debajo una serie de casas de pescadores. Entonces disfruté sorprendido sus pequeños pasadizos laberínticos, escaleras angostas, espacios íntimos, algunos luminosos con sus ventanas como ojos al mar. Todo


ello me resultó definitivamente bello… podría permanecer una cuarentena y unos días, pero, como la anterior, es demasiado para mis aspiraciones de comodidad y mucho el esfuerzo para mantenerla… tampoco podría vivir sintiendo la mirada hipnótica del artista detrás de cada rincón. No muy lejana a la anterior, harto difícil de encontrar, la casa Ugalde de Antoni Coderch, fue, sin dudas, la casa que más encanto me produjo. Quizá por su condición solitaria y frente al mar, visitada en pleno verano a modo de intrusión subrepticia por el terreno vecino ante la ausencia de sus residentes. Por ello y por unos minutos la sentí casi propia, fue mía… Despojada, sencilla en sus materiales de construcción,


luminosa y sobre el mar, bien podría ser la morada ideal para una cuarentena y tal como se han dado las circunstancias actuales, podría haber esperado ahí la llegada del verano a pleno sol y el Mediterráneo, tras un otoño doloroso… Por cierto, son sueños y hay muchas otras, algunas más cercanas, la de Oscar Niemeyer en Lagoa, Río de Janeiro o la Curutchet de Le Corbusier en La Plata, pero no dejaríamos de recibir visitantes… Al final nos quedamos en nuestra casa, una suerte de consuelo aceptable y el lugar que elegimos estar en el mundo.



casas en cuarentena #12

Casa das Canoas Río de Janeiro, 1951

Oscar Niemeyer por Angelo Bucci

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la casa ideal o el confinamiento de morar por fin importa más la compañía que el lugar la gente dice morar donde, pero hay quien diga morar en quién en medio a tanto aislamiento, quería vivir en el medio de la calle una calle cubierta como es la marquesina en el Parque Ibirapuera pero el parque está cerrado y la respuesta no observa las reglas del juego vivimos en cualquier parte (sería Orlandia, pero nadie la conoce) así que me adapto aún atento a aquel deseo la losa que cubre la Casa das Canoas tiene la esencia de aquella


marquesina pero allí, junto a la gran roca que aflora, te hundes en el suelo, como si fuera la intimidad grabada en la tierra, mientras la montaña prepara la sorpresa: dentro de la tierra encuentras luz y una buena vista del bosque y más lejos el mar me quedaría allí, atrapado por el resto de mi vida, por la atmósfera marina.



casas en cuarentena #13

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Gerardo Caballero

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María y Ricardo, Yo elegiría la Casa Malaparte sin dudas. Porque me encanta esta casa desde el primer día que vi una fotografía, por el lugar donde está, porque nunca estuve y siento que llego la hora...




casas en cuarentena #14

Casa-Estudio Luis Barragán Ciudad de México, 1948

Luis Barragán por Lucrecia Cáceres

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Considerar la posibilidad de habitar alguna reconocida casa para transitar estos días de confinamiento me llevo a repasar obras emblemáticas que a priori me surgieron en la cabeza. Después de unos minutos, mi mente se detiene en la emoción de un recuerdo: Mi sensación al recorrer y vivenciar la casaestudio de Luis Barragán. Una vivienda introspectiva, inundada de naturaleza y luz, conformada por una sucesión de recintos con atmosferas únicas y diversas que me invitan a la reflexión en la intimidad y temporalidad de sus espacios. Espacios con vida, inundados de colores vibrantes, que me contagian y estimulan, haciéndome consciente y partícipe


del recorrido. La casa es una experiencia sensorial, en donde tiempo es lo único que se requiere para experimentarla, y con lo único que cuento en estos días de aislamiento.



casas en cuarentena #15

Casa Can Lis Mallorca, 1971-72

Jørn Utzon por Agustina Calamari

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Hay tantas casas que siempre sueño con experimentar, que me resultó verdaderamente difícil elegir! Y como creo ésta una gran oportunidad, me tomé mi tiempo para elegir la mejor de todas ellas para habitar en épocas de pandemia (hasta tuve que hacer un cuadro comparativo, así que gracias por alimentar mis tocs :). Empiezo por el loft de Andy Warhol, The Factory. Sólo viviría allí por su accesibilidad plena a la isla de Manhattan y todo lo que eso conlleva, por lo que en épocas de pandemia, sin lugar a dudas la tengo que descartar. Hablando de máquinas para trabajar, pienso en las CasasEstudios de Diego y Frida, y lo bien que nos llevaríamos ellas y yo. Me interesa nuestra compatibilidad en la idea que representan estas


casas: la vida y el trabajo están tan vinculadas que es difícil separarlas, entonces sólo resta la idea de pensarlas juntas. Sin embargo, al conjunto le falta un material esencial para mi vida y es la tierra, la naturaleza, y la conexión con ella. A este problema lo resolvería bien la casa Galvez. También me sentiría a salvo allí adentro, encerrada en escenas que proponen atmósferas que calmarían mi paranoia de contagio. Un verdadero viaje a la introspección. Sin embargo, pienso que tal vez me canse de habitar las 24hs espacios teñidos color rosa. Algo similar me sucede con la casa Koshino y su materialidad, sería una buena oportunidad para experimentar esas entradas de luz


y sombra que bañan los muros de hormigón hacia el espacio de living doble altura, pero estoy casi segura que tanto hormigón aumentaría mi sentimiento de encierro, soledad y aislamiento, además de que sobrarían 5 dormitorios… En algún momento de mi vida me gustaría vivir de la manera que propone la casa Moriyama, tener que salir y entrar a cada espacio, donde los espacios públicos y privados no están del todo definidos. De más está decir que esos intersticios semi-públicos no son aptos para épocas de pandemia... Sí me sentiría a salvo de los contagios en la Casa de Vidrio, sin la necesidad de sentirme encerrada. Todo lo contrario,


me sentiría muy estimulada por la conexión con el espacio exterior. Pero no sé qué haría con el ala de servicio que quedaría totalmente deshabitada, y que la cocina (tanto más usada en estos tiempos) esté en un recinto apartado no me atrae. Hablando de cocinar, debo admitir que el parrillero (creo que en realidad es un hogar pero, ¿porqué no cocinar algo al fuego?) en el medio del living de la Casa Masetti me resulta muy atractivo, junto con esas vistas a la ciudad de Sao Paulo, la luz que entra por las luceras de hormigón, la pileta… si, creo podría pasar mi cuarentena ahí. Hasta el momento, sólo he pensado en casas implantadas en las ciudades, tal vez por la


inconsciente dependencia que siento de ellas, de los vínculos sociales que se dan en ellas. Pero una de las tantas enseñanzas que me deja el confinamiento es que la distancia nos acerca, y que hoy las personas estamos más conectadas que nunca. Es entonces cuando me doy cuenta que perfectamente podría habitar la casa Can Lis. Cuando pienso en la posibilidad de vivir cada instante teñido de la costa mediterránea mallorquina, todas las demás casas quedan descalificadas. En ésta casa de piedra arenisca, el tiempo y el espacio se alinearían con los ciclos de la naturaleza, y así mi vida. Me seduce que Jørn Utzon la haya diseñado para el descanso, y que yo la elija para vivir mi confinamiento.




casas en cuarentena #16

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Alejandro Casas

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Aislamiento, confinamiento... Un no rotundo a la flexibilidad, celdas que espĂ­an el infinito. En familia, sin amigos... sol, mar.. nada mas. Libertad, mirada sin fin... pero protegido.




casas en cuarentena #17

Casa Stahl Los ร ngeles, 1960

Pierre Koenig por Gastรณn Castellano

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¡Alguien grita! … Se nos viene la “PANDEMIA “… ¡y no solo se trata del virus!, con ella, se vienen el “MIEDO “, ¡y la “INCERTIDUMBRE “– El mundo, como lo conocemos, podría estar por cambiar! Por alguna razón misteriosa - los planetas se han alineado y me han permitido elegir una casa “famosa “para pasar los próximos días en CUARENTENA – puede ser cualquiera, y en cualquier lugar del mundo – pero hay que apurarse y salir lo antes posible. No hay tiempo para análisis arquitectónico, o tipológico alguno, y si bien existen más de una docena de casas a las cuales me iría, ¡me tengo que apurar en esta elección y tratar de pifiar lo menos posible! – para dónde me voy?... me pego un pique para Mar


del Plata y me encierro en La Casa sobre el Arroyo de Amancio Williams (está cerca y me encanta) – pero no!! – lamentablemente el tiempo, y sobre todo la “desidia nacional” no me van a dejar instalar cómodamente. ¡Ok! – me voy para Brasil y sin pedir permiso me meto en la Casa Das Canoas del gran Oscar Niemeyer! … mmm … no! se me va a complicar con los mosquitos y voy a quedar algo lejos para aprovisionarme. Además, no sé por qué, en mi interior algo me dice que por allá la cosa se va a poner … bastante peluda. Sigo pensando … y … me gustaría pedir las llaves de la casa de Harry Seidler en Killara, a las afueras de Sydney … ahí, ¡no creo que nadie me moleste! - pero


de nuevo me encuentro con el problema anterior – el ambiente tropical, los bichos y la distancia - además – si no tengo mal entendido – su mujer (Penélope), de avanzada edad, aún vive en ella y no quisiera incomodarla y mucho menos ponerla en riesgo con esta nueva cuestión. ¡¡Ya está!! – armo rápido el bolso, meto todo lo que puedo y chequeo que no me falten la malla, ni el limpia vidrios – me voy para la Stahl House de Pierre Koenig en Los Ángeles! - confieso que, aunque no se trata de mi ciudad preferida en los Estados Unidos, quiero disponer de buen clima y sobre todo de - buenas vistas en estos próximos días. Planeo pasarla bien y utilizar el tiempo lo mejor posible. Al tener


relativamente pocos m2 y casi nada de jardín – solo tendré que preocuparme por mantener la pileta. La casa debiera estar “impecable” debido a las visitas diarias que ha estado recibiendo. Ejercitaré al bajar por provisiones a los mercaditos de Sunset Boulevard y el resto del tiempo lo repartiré entre buena lectura, buena música y buen cine – con el correr de los días - el movimiento, las luces y los sonidos - de la gran ciudad distante me podrán ir marcando el estado de la situación.



casas en cuarentena #18

Casa Can Lis Mallorca, 1971-72

Jørn Utzon por Enzo Ciminari

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Pensar en la casa donde pasaría el confinamiento es pensar como quiero pasar estos días. Sin duda creo que todos por éstos días queremos sumar algunas personas a nuestras casas. Por eso pienso en pasarlo con acompañantes, no muchos, pero si buenos; y sería muy buena opción estar unos días en la Casa Lis de Jørn Utzon. Imagino nuestro encuentro, presentándome y explicándole que para mí la soledad es atractiva pero no en épocas de pandemia, así que opté por no venir solo. Creo que entramos y bastante cómodos, podemos realizar variadas actividades, simultáneas, sin molestarnos. Por ahí es una buena excusa para la elección, pero no es la verdad.


Capaz que de forma un poco egoísta elegí la casa porque vuelvo a pensar cuando esté un poquito cansado. La casa me va a permitir escaparme por las galerías, encontrar puertas y entrar en otro ambiente, su función mucho no importa porque ahí está el mar. Hoy extraño sensaciones, quizás pasé mucho tiempo sin verlo (aunque ya esté acostumbrado por ser mediterráneo) pero saber que ahora mismo no puedo escaparme hasta donde quiera, un ratito cada día me acuerdo y me lleva a elegir esta casa sobre otras.



casas en cuarentena #19

Casa Malin Chemosphere Hollywood, 1960-61

John Lautner por Javier Corvalรกn

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Elijo la Chesmosphere de John Lautner... con Sasha Garay incluída. Elevación, aislación y observación... todo dicho.




casas en cuarentena #20

Casa Ugalde Caldes d’Estrac, 1951

José Antonio Coderch por Rocío Crosetto Brizzio

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Frente a un repertorio extenso y bellísimo de obras, la elección no se torna fácil. Caigo por tanto -y me dejo llevar por la sensibilidad que trasciende a lo construido- y focalizo el interés en el lugar. Más allá de la arquitectura, ¿en qué sitio me gustaría estar? ¿qué sería aquello que desearía ver desde mi espacio confinado?. Adentrándome en el juego y liberando el pensamiento, paseo un rato hasta que llego a la Casa Ugalde, de José Antonio Coderch. Recuerdo imágenes: los pinos y el mar, entremezclados con una arquitectura de muros blancos. Su ubicación frente al Mediterráneo pesa significativamente en mi elección. Pero además de eso, es la respuesta de Coderch ante el


lugar. Cómo lo recorre y cómo se sitúa sobre él con respeto y delicadeza – y hasta diría cariño. La casa se articula de una manera tan preciosa con el terreno que la veo excelente -incluso- para el confinamiento, ya que es un confinamiento invadido de mar y bosque. La casa, por su parte, posee una discreta complejidad que aprecio mucho. Sin lujos ni fastuosidades, pero con el trabajo extensivo de quien desea crear un espacio agradable para la vida, sin interponerse en ella más de la cuenta. La articulación entre los espacios, y entre éstos y el terreno, es compleja; pero el carácter de la casa es silencioso: la veo como una casa que no invade, sino que invita. Invita a recorrerla y a descubrir el paisaje


desde su interior. Coderch puso especial atención en esto ya que cuidadosamente seleccionó los puntos de vistas que ofrecía el terreno y construyó una casa en torno a ellos. Aprecio también la calidez mediterránea de la obra: sus muros blancos y el color ladrillo de los pisos. No hay exacerbaciones estructurales, ni del material, ni en los detalles. La reflexión de Coderch va en otra dirección. Sin dudas sería lindo pasar unos meses allí, especialmente ahora que llega el veranito.




casas en cuarentena #21

Casa Steinman Santa Mónica, 1955-56

Craig Ellwood por Pedro Cufré

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Creo que mi elección va más allá de la casa propiamente dicha y tiene otros condimentos... o posiblemente no, ya entré en duda. Esos posibles condimentos son el lugar y el tiempo. Siempre he reconocido a Roma como la ciudad donde querría pasar parte de mi vida, posiblemente en algún departamento inmenso del EUR o cercano a la estación Ottaviano, perdiendo mi tiempo en el dolce far niente. Sin embargo no es ésta ciudad donde me hubiera “gustado”, si se puede usar ese término, pasar la cuarentena. Me siento igualmente atraído por Los Ángeles. Tengo un proyecto personal de poder irme a vivir a esa CIUDAD, la cual ostenta


su título con mayúsculas. No sólo porque la urbanidad se concentra y se diluye en ella permanentemente, sino por todo lo que representa. Su clima, constante a lo largo del año, su actitud relajada y la de su gente, y su tradición moderna de posguerra que siempre ha calado hondo en mi. Los 50’s, momentos donde el enfrentamiento entre tradición y modernidad se hizo más aguerrido. En resumidas cuentas, mi lugar Los Ángeles, mi tiempo el aroma a mid century, mi casa la Steinman y mi arquitecto Craig Ellwood. Todo se resume en ella. Quién pudiera pasar las cuarentena así soñando


el american dream, que transformado en sopor entre racismo, Anonymous y Trump se resquebraja vaticinando su muerte. El 2020 nos a dado una cachetada, ¿podemos seguir viviendo encerrados en nuestra Turris Eburnea? Me quedaría recostado en el diván... pero creo que es hora de DESPERTAR. Gracias por hacerme pensar.



casas en cuarentena #22

Casa La Habitación Chiloé, 1997

Smiljan Radic por Emilia Darricades

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


Elijo la obra “La Habitación” porque es un refugio, y como tal intenta preservar un alejamiento. Este alejamiento físico y mental creo que generaría un habitar ligado a las cosas mas esenciales de la vida. Sería un buen espacio para habitar solo o acompañado, para leer y para crear, para disfrutar del silencio y de la música, para cocinar, jugar, dormir, pensar y observar.



casas en cuarentena #23

Casa en Butantã San Pablo, 1964

Paulo Mendes da Rocha por Juan Pablo Elola

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Me encantó la idea, y se da en un momento en el que justo estoy poniendo mi departamento en venta, en busca de un salto en calidad de vida cortesía de la cuarentena y estar encerrado. Siendo así, en estos últimos 10 días, me la he pasado viendo departamentos y casas. La mayor reflexión que vengo teniendo es sobre la luz y la posibilidad de poder recibir gente. El hombre en su forma más primitiva es un ser social. No importa la manera de comunicarse con el otro, y con la naturaleza. Siendo así, creo que la casa ideal debería tener naturaleza, luz y un espacio común amplio. Se me ocurre una casa de la cual hemos hecho la maqueta, y le


agradezco a Alvar Aalto por su casa de ladrillo en el bosque. Pero viendo tu reflexión, es verdad que salir por víveres en bote se haría un poco complejo, mas aun para un bicho de ciudad como yo. Volviendo a buscar casas icónicas, hitos que hemos estudiado, creo que la arquitectura moderna tiene la responsabilidad de la luz natural, pero el resguardo de ciertos espacios. Podemos así caer en la Savoye, la cual imagino argentinizando con una parilla en la terraza. Pasé también por la Casa Jacobs, con todo lo agradable de esa linealidad superpuesta y a la vez armónica. La casa Studio de Eames cumple también. Es un ejercicio difícil. Creo que por ahora, me quedaría


con Villa Savoye, su parque y su terraza. Aunque confieso, soy un fanático del hormigón visto, ese seria mi próximo salto. La casa del puente o la casa Butantá de Mendes, y les dejo de regalo una foto que saque de ésta ultima en diciembre 2019.




casas en cuarentena #24

Casa en el Bosque Holten, 1992-95

Rem Koolhaas por Mariano Faraci

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Elijo esta casa por un conjunto de motivos, entre los que destaco la interesante espacialidad interior, la rica y variada relación con el exterior, la disposición de los usos adecuada tanto a los modos de vida contemporáneos como a la escala doméstica de acuerdo a los ocupantes del momento (pareja, hijos o huéspedes), y la serie de singularidades que la caracterizan; todo como producto de una contundente estrategia que, con una enorme racionalidad y una no menor sensibilidad, articula la disposición del programa y un modo de ocupación de sitio, cuyas condicionantes (tipo de suelo, restricciones de la normativa) han sido transformadas en potencialidades a partir de considerar el contexto y la particularidad de la topografía, acudiendo para


ello a mixtura de dos modos de abordaje, al decir de Angelo Bucci, la estrategia de la cueva y la estrategia de la nave.



casas en cuarentena #25

Casa Van Wassenhove Sint-Martens-Latem, 1972-74

Juliaan Lampens por Federico Ferrer Deheza

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La elección es difícil porque paradójicamente implica renunciar a otras opciones. En este sentido, me resulta más sencillo pensar en las cualidades espaciales en las que me gustaría trascurrir este tiempo para desde ahí decantar en una obra. Una casa como un auténtico refugio del hábitat domestico, una topografía interior sin particiones donde se desarrolle naturalmente la vida misma, una atmosfera que calibre perfectamente la luz y las sombra revelando sutilmente el paso del Tiempo. Mi elección es la Villa Van Wassenhove del arquitecto Juliaan Lampens




casas en cuarentena #26

Casa La Rinconada Punta Ballena, 1948

Antonio Bonet por Sebastiรกn Ferrer Novotny

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Indudablemente lo que necesito para esta pandemia es agua... mar... para nadar. Siempre me atrajo mucho. Creo que debería haber nacido en un lugar con mar... Aunque donde vivo, que es en un lugar montañoso con pendientes pronunciadas, no necesito demasiado más, pero... la situación que siempre me he imaginado es así: Abajo de casa hay un valle y al frente otra montaña más, siempre soñé que en algún momento llegaba el mar al valle que está abajo de casa y lo inundaba todo (un tanto apocalíptico jaja) y entonces por una escalerilla se llegaba a una diminuta ensenada propia, pequeñísima cala con arena de donde se puede salir en bote o nadar...


Por lo cual, lo primero que pensé fue en la Casa E-1027 de Eileen Gray (un casa pequeña con un gran vista y acceso al mar, y una vivienda con sensibilidad única impresa por parte de la Eileen donde participó en el diseño de hasta el más mínimo detalle). Después me dio un poco de miedito hoy Europa y me vine para acá y pensé en otra arquitecta... Lina Bo pero su casa, enclavada en un lugar increíble y también con un clima y atmósfera que te hace sentir bien y no sabes porque, no tiene acceso al mar por eso también la descarté. Entonces me fui acercando más acá y encontré mi casa ideal a la vuelta de la esquina, en un lugar sano que tiene una gente con un Aura especial, y que realmente amo y es Uruguay.


Elegí una vivienda para pasar esta pandemia que cumple con todo lo anterior: enclavada en un lugar único, aislado, con una vista increíble, donde se respira un aire con olor a iodo increíble. Con acceso al mar situado allá abajo, llegando por un caminito a través de una pequeñísima playa, que me permita salir a nadar a diario. Una vivienda aún más modesta y pequeña con lo Justo y necesario: Con su estar con una increíble vista a la bahía, un estudio pequeño con la misma vista en esquina y dormitorios pequeños, una pequeña casa pero no menos sensible y cálida como es La Rinconada de A. Bonet en Punta Ballena.




casas en cuarentena #27

Alguna casa en el horizonte Sverre Fehn por Eduardo Ferroni

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Eu gostaria de habitar esta casa desenhada por Sverre Fehn. Uma casa cujo endereço é a linha do horizonte, situada entre o céu e o mar.




casas en cuarentena #28

The Factory New York, 1963

Andy Warhol por Lukas Fuster

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Si hay que elegir una casa donde pasar una cuarentena, lo primero que a uno se le ocurre es esa cosa idílica de algún refugio en el bosque, pero como quedarían muy lejos para comprar vicios en caso se acaben, preferiría hacerlo en un lugar muy urbano. A pesar de quejarme, hace no muy poco, de la ausencia de privacidad en mi hogar por su maldita continuidad espacial, creo que la queja, en realidad es una reafirmación de poder habitar de esa manera, ya que la falta de privacidad solo afecta a las cuestiones externas como dar clases o trabajar. Estrictamente, lo mejor que me podría pasar en una cuarentena es no tener muros entrometidos. Ya que la consigna establece


que sea un lugar conocido por todos, elijo a la FACTORY de Andy Warhol en Nueva York, aun cuando no me gusta su trabajo, pero si su actitud ante la sociedad, ante la ciudad. Su estudio, donde habitaban muchos menos el , se configuró como una extensión del espacio público , donde las leyes jurídicas y moralistas se diluían antes de cruzar la puerta. Ese galpón lleno de gente contagiante (en todos los sentidos) en maratónica producción me resulta muy atractivo. Además, debo confesar mi fetiche por los espacios sin tanto diseño, los espacios sin pretensiones que solo ofrecen una materialidad desnuda, y que permiten que uno las ocupe a piacere.


En contra de todo lo que proyectamos y fundamentamos los arquitectos sobre la optimización del espacio y su funcionalidad, no encuentro mejor lugar que uno bien grande sin restricciones. Siempre tuve una imagen en la cabeza, creo que falsa, de que en la FACTORY, el inodoro se encontraba en el medio del espacio sin muros ni puertas, pero buscando imágenes no encontré alguna que avale mi creencia. Pero la sola posibilidad de que eso suceda es suficiente para entender la libertad que se respiraba en ese lugar. Encima, una cuarentena sería tiempo suficiente para arrancarle un poco de papel plateado a las paredes.




casas en cuarentena #29

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Ariel Galera

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Casa Malaparte, en ese entorno, las vistas, la escalera....y la posibilidad de trabajar al sol, de correr por el entorno, subir y bajar. No creo que haya lugar mejor para los días de “encierro”. Debiéramos revisar la llegada de wi-fi y los alimentos a la isla de Capri, entiendo que el flete fluvial puede encarecer las cosas, pero bien lo vale estar en ese lugar. Habitaciones enterradas y bien sólidas para que las niñas jueguen al Roblox (un juego en red, donde arman ciudades -ojo- y se la pasan gritando), una habitación para cada uno de los padres y otra para estar juntos -ánimos cambiantes-. En fin con un clima bastante parecido al nuestro (amplitud térmica) el gran hogar y a esperar las tormentas furiosas con un buen trago.




casas en cuarentena #30

Casa E 1027 Roquebrune-Cap-Martin, 1926-29

Eileen Gray por Paola Gallino

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Visto que de soñar se trata, elijo la casa E1027 de Eileen Gray, hace unos años pasé muy cerca de la misma pero por diversas razones no llegué a verla, así es que me quedé con esa deuda pendiente. La elijo para pasar mi cuarentena no sólo porque la casa es tan bella sino porque la historia de su autora me atrajo siempre, admiro su coraje y su ser visionario. ¿puedo llevar amigxs?




casas en cuarentena #31

Casas Dunboyne Road Estate Londres, 1977

Neave Brown por Francisco Gil

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Alguna vez, no recuerdo exactamente ni quién, ni cuándo, ni dónde, escuché a las casas contemporáneas, más precisamente de los barrios cerrados, por su excesiva presencia de vidrio y la exposición que esto conllevaba. Y si bien consideré pertinente el comentario, también me suscitó, súbitamente, pensar lo contrario. ¿Por qué tenemos que encerrarnos? ¿No es acaso, en el afán de buscar la privacidad, que terminamos viviendo entre tapiales? ¿Qué es aquello tan misterioso y secreto que no puedo develar a “la posteridad”? Por que, en este acto de privarme del exterior, me estoy privando también del contacto con el otro. Es por ello que la primera imagen que se me vino a la mente fue


la casa Farnsworth, anhelando la protección de la caja vidriada pero con la posibilidad de mirar el afuera. Me imaginaba viendo algún autorizado o irreverente, pasando con su auto o a pie, mientras 2 hombres, uno de cada lado de la vereda busca las bolsas de residuos con movimientos que, a estas alturas, me remontan a un grand jeté. Imágenes que en algún momento fueron parte del repertorio de lo cotidiano o incluso, de lo preferentemente invisible, se tornan hoy en las imágenes que me hacen sentir que afuera la vida continúa. Pero aquí el problema no era el vidrio o la pared, sino la ausencia de los otros, de aquellos que también siguen vivos como yo. Es por ello que quedaron descartadas todas las propuestas


enclavadas solitariamente en algún lugar. Pensé, entonces en alguna opción de vivienda colectiva, y opté por la Unidad de Habitación. Me imaginaba saliendo a alguno de sus balcones y asomar la cabeza hacía el vacío, con la ilusión de encontrar a algún vecino en su respectivo balcón y poder decirle “hola”. Pero quién pudiera sobrevivir a semejante esbeltez en los dormitorios o la minúscula proporción de estar comedor, sobre todo, pensando en una familia de 4, y cuando los espacios, a partir del encierro, parecen oprimirnos cada vez más. Finalmente, el recorrido me llevó hacia una obra que me gustó mucho (aunque quizás condicionado porque recientemente la conocí, y quizás sigo bajo los efectos de


la sorpresa y la novedad): Las casas en hilera de Fleet Road. Si bien están contenidas por la pared, su escala, su aproximación las unas con las otras, terminan por ablandar los límites de la vivienda. Sus entradas (o el porche, como le decían antes) se encuentra perfectamente dividido con el resto de las casas, ya sea por la simple verja permeable o a partir de diferentes recursos de escala, desnivel, etc., permitiéndole a la gente seguir en su casa, pero con otros. Todos en sus casas, pero todos juntos. Qué lindo es poder, aunque sea, charlar con alguien a la luz del sol de la tarde, y más aún, si aquellos con los que ahora charlamos, son aquellos que estuvieron siempre a mi lado, pero que nunca conocí.



casas en cuarentena #32

Casa 1219 Barcelona, 2014

H Arquitectes por Javier Giorgis

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Siguiendo el juego, creo que una buena casa para pasar la cuarentena sería la Casa 1219 de H Arquitectes situada en Barcelona. Las razones de la elección serían: Su simpleza y el lugar donde está situada ya que tiene un buen clima y está en un contexto urbano donde hay vecinos y eso es importante para mí. Y la otra razón tiene que ver con su organización tipológica en un nivel a partir de una serie de espacios equivalentes y sin jerarquías que no están definidos ni caracterizados por el uso sino más bien por las posibilidades de libre apropiación que se puede hacer de ellos. Esto permitiría ir ocupando la casa de diferente maneras, recorriéndola y


cambiado las actividades de lugar a medida que pasen los días; pareciera que todo puede suceder en cualquier lado de la casa (trabajar, dormir, comer, leer, etc.) de manera lúdica y sin una definición tipológica previa. En síntesis la agregación de pequeños recintos neutros versus el mono espacio creo que es una buena opción para esta ocasión tan particular del “Quedate en casa” en que nos ha puesto la pandemia. Su planta me recuerda a la traza urbana de calles y manzanas y la posibilidad de recorrer la ciudad libremente, algo que hemos perdido, al menos temporalmente.



casas en cuarentena #33

Una condición óptima de lugar habitable Cap de Creus

por Toni Gironès

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


Una propuesta para un buen ejercicio del habitar durante una cuarentena: Más que pasar la cuarentena en una casa, la pasaría en lo que podríamos llamar una “condición óptima de lugar habitable”. Paso a describir ese lugar: La antigua barraca de pescadores de Cala Prona se encuentra en la costa rocosa del Cap de Creus, en el límite entre el Prepirineo y el mar Mediterráneo justo en la esquina noreste de la Península Ibérica. Orientada al Sol de Sur y adherida a una roca del lugar, ésta le protege del viento Norte de Tramontana y a la vez le cede su inercia térmica cuando


es necesario (frío o calor según temporada). Un soleado muelle en la orientación Sur y protegido del viento Norte, es la terraza natural y “sala exterior” que intermedia con la playa (formada por piedras del lugar), y la pequeña bahía conformada por todo el cuerpo “edificado” (roca + barraca), la cual te regala un inmejorable trozo de mar. Aparte de la inercia térmica de la roca, una óptima ventilación cruzada norte-Sur en las estaciones cálidas, y una muy buena chimenea (adherida en la esquina Norte) en los momentos más fríos, son los responsables de la regulación térmica dentro del hábitat. Una buena despensa (adherida


a la roca también), unas buenas artes de pesca, y una pequeña embarcación de madera con vela latina y unos buenos remos, son el complemento para un óptimo ejercicio del habitar en armonía con el medio durante una cuarentena.




casas en cuarentena #34

Casa Poli Concepciรณn, 2005

Pezo von Ellrichshausen por Matteo Giussani

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


No hay mejor preso que aquel que tiene una ventana. Aprendí a apreciar lo que esta nos da, como una obra de arte que colgamos en una pared, nos abre las puertas a pensamientos o sensaciones que, a pesar del encierro, la mente se libera a través de ella. El poder percibir el paso del tiempo es una de las condiciones que me impongo. Ya sea por la conexión visual con el exterior o mejor, el juego de luces que ingresa al interior de la casa, que ritma y nos permite organizar una rutina naturalmente dentro de nuestro hogar, que en confinamiento se torna difícil de llevar. Cuando nuestra casa se convierte


en el único lugar en el que tenemos que permanecer no puedo parar de pensar en que esta, tendría que tener una fuerte conexión con la naturaleza que la rodea, por la cual la elijo. Además de poder tener diferentes espacios, los cuales me permitan libertad y flexibilidad dentro de casa y por último tener unas ventanas al más allá son las diferentes condiciones por la cual elijo a la casa Poli para pasar este confinamiento.



casas en cuarentena #35

Casa Estudio Haldenstein, 1986-2005

Peter Zumthor por Manuel Gonzalez Veglia

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


Yo elegiría la casa estudio de Peter Zumthor. Una vivienda en los Alpes, rodeada de naturaleza y con la cantidad justa de ciudad como para sentirse acompañado. Un jardín privado para tomar unos mates a la sombra de un árbol en primavera. Espacios diferenciados y pensados para trabajar, descansar, cocinar. Siempre en relación al verde (o al amarillo, o al rojo). Un proyecto sereno y sobrio que, sin caer en excesos, exalta los sentidos.




casas en cuarentena #36

Casa Kaufmann Palm Springs, 1946-47

Richard Neutra por Ivรกn Kustich

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Estimados María & Ricardo, vuestra consigna efectivamente me han hecho pensar... En realidad, y para ser mas precisos me han puesto a “imaginar”, ya que creo que seremos pocos los que obligados al confinamiento en un episodio extraordinario universal, no estemos re-pensando las distintas vicisitudes y alcances de nuestra disciplina y sobretodo, como bien señalan a “sentir” como nunca antes los metros cuadrados que cobijan nuestra cotidianidad, con las consecuentes ganas de reformularlo todo… Tampoco quisiera “deserotizar” el juego, pero sería deshonesto no explicitar que podemos jugarlo desde el privilegio de un hogar que reúne mucho mas


que las condiciones básicas de habitabilidad con las que cuenta gran parte de la humanidad en este suicidio planetario que supone la sociedad de consumo y que hoy expone toda su desigualdad e injusticia frente a la pandemia. Pero en fin, frente a la oportunidad de poder elegir la casa ideal para pasar la cuarentena supuse que sería tan fácil como imaginarse habitando algunas de aquellas célebres (o no tanto) viviendas que en algún momento capturaron mi atención, me tocaron alguna fibra sensible y me enseñaron algo…y acá me encuentro hace 36 hs en ese trance… La primer conclusión a la que llegué es que privados de


los beneficios de la vida en comunidad, la casa ideal para una cuarentena es necesariamente suburbana, en contacto con la naturaleza y el paisaje… Un inconveniente para mí ha sido que la consigna no puntualiza la condición en la cual habitaría la casa ideal…Que no sería lo mismo en solitario, en mi condición familiar actual o en un apasionado romance… En el recorrido mental pasé por aquellas expresiones mas esenciales, despojadas y sencillas como “Le Cabanon” de Le Corbusier en la costa Azul francesa (si era en solitario, por que no?), las Primeras obras domésticas de Herzog & de Meuron como la casa de piedra en Tavole, la Villa Savoye (en el


mi top five sin dudas), La casa en Moledo de Eduardo Soto de Moura y casi cualquiera de las contemporáneas y soberbias portuguesas de esa escuela, la casa Ugalde de Coderch (Que vistas para una cuarentena!!); me acordé de algunas de Sert, Alejandro de la Sota, y Alberto Campos Baeza, estuve a punto de darle el primer premio a la Casa del Bosque de Koolhaas (me mudo mañana, con o sin pandemia), la casa Simpson Lee de Murcutt que nunca perdió vigencia y es una clase de mínimo empleo de recursos y máximas prestaciones habitativas… Pensé que si me tenía que confinar tomando unos mates amargos en la casa Calera de Rey de los hermanos Gualano me podrían extender la cuarentena sin


inquietarme demasiado. Algunas de las bestiales (por presupuesto y soberbia) de Alberto Kalach, Matias Klotz o Marcio Kogan habité mentalmente en este juego. La casa rural de RCR arquitectes fue candidata natural porque a quien no le gustaría pasar una cuarentena habitando un museo, salir a caminar y mirarla desde lejos?. Pero en fin, por mas vueltas que le dí al asunto caigo inevitablemente en la California de los años 50’, que por esas cosas de la providencia pareciera que allí se condensó la técnica, los recursos, la libertad creativa y un dream team de arquitectos (Eames, Ellwood, Soriano, Saarinen, Neutra) que interpretaron la época y la inmortalizaron


construyendo unas viviendas que las considero inmejorables!. De esa serie mi casa ideal para pasar la cuarentena (En cualquier condición de vida) es sin lugar a dudas la Casa Kauffman, en Palm Springs, California (1946), de Richard Neutra y si de soñar se trata lo ideal sería ser retratado en la estadía por Julius Shulman.



casas en cuarentena #37

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Federico Marinaro

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


Tiene la soledad e infinitud del mar, lo contenido de sus interiores, materiales austeros, de bajo mantenimiento, sin mucho que decir, introvertida, dato no menor en épocas de cuarentena. Su implantación en el Mar Tirreno, le aporta un valor excepcional, jamás me cansaría de mirar hacia el horizonte, pensar e imaginar. No me cansaría de recorrerla, y nuestros hijos disfrutarían mucho esas escaleras.




casas en cuarentena #38

Casa Moriyama Tokio, 2002-05

Ryue Nishzawa por Beatriz Marques y Nilton Suenaga

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


A primeira casa que nos veio em mente foi a Villa Le Lac. Vivenciar a “máquina de morar” habitado pelos pais e irmão de Le Corbusier, ainda mais estando de frente para o Lago Leman, não poderia ser mau negócio. Mas a localização afastada, praticamente uma casa de veraneio... é o caso? Apesar de se tratar de momento de distanciamento social, ainda nos interessa estar na cidade. De ver nossos vizinhos, e estar ”próximo” de outras pessoas. A Casa de Fim de Semana em São Paulo, de Angelo Bucci, poderia ser um caso interessante. O programa lida com a sensação de se estar fora da cidade, apesar de estar totalmente dentro. Mesmo com áreas enxutas, há uma


diversidade grande de ambiências, internas e externas. Mas a casa está inserida em uma Zona Estritamente Residencial, em uma rua estreita e sem atrativos. Se é para se estar em uma grande cidade, nos parece preferível conseguir vivenciar a cidade apesar do isolamento. Os apartamentos-vitrine de Playtime nos colocariam em uma relação constante com a cidade. Mas Tati filma a cena desses apartamentos evidenciando o interesse daquele que está no interior se expor completamente ao exterior. E nos dias atuais, é desejável que não haja pessoas [ou observadores, no caso] circulando pelas ruas, então o intuito do apartamento-vitrine se esvai. E pensando melhor, se este é o intuito, não faz sentido algum


para nós. Talvez um apartamento como o de Jeff, de Rear Window, onde é possível manter contato com nossos vizinhos – bailarinos, pianistas, escultores – através do pátio que nos separam, no meio de uma quadra no Chelsea. Mas proximidade com assassinatos à la Hitchcock são dispensáveis no momento, definitivamente. Retornando a casos reais, sempre nos instiga como é o modo de vida nos apartamentos projetados por Kazuyo Sejima e Ryue Nishizawa, especialmente os conjuntos residenciais de menor escala, onde sobreposições de ambientes fechados e terraços são recorrentes. No Shakujii Apartments, do SANAA, cada apartamento tem um terraço


e uma área de quintal – mas todas as fachadas dos ambientes são envidraçados – quase Playtime... No Seijo Townhouses e Nishinoyama Apartments, da Sejima, os espaços entre casas são quintais e varandas onde é possível se estar, mantendo uma distância segura dos vizinhos. Talvez o Moriyama House do Nishizawa apresente as melhores condições – especificamente a casa do Sr. Moriyama, que tem a melhor distribuição entre ambientes: o dormitório-sala no último pavimento, com janelas gigantes, no ponto mais alto do conjunto, para observar a vizinhança; a sala de estar separada do volume principal, que é aberta para o quintal; o banheiro, também separado, que te obriga a passar pelo ambiente


externo algumas vezes ao dia; a cobertura de um dos volumes é ideal para o banho de sol; o estúdio no subsolo, para quando realmente sentir necessidade de isolamento. Mas as áreas residenciais de Tokyo têm um clima específico que nos parece difícil de se adaptar. Enfim, até o momento, não conseguimos selecionar um caso. Enquanto isso, continuamos por aqui.




casas en cuarentena #39

Casa Moriyama Tokio, 2002-05

Ryue Nishzawa por Lucas Meneghetti

ROVEA SARGIOTTI ARQUITECTOS


Recorrí un proceso inverso. En vez de elegir una casa pensé en las cosas que me hubiesen gustado que esa casa tenga. Me propuse hacer el ejercicio de simular una conversación con el Estudio de Arquitectura que contrataría para realizar la casa donde me hubiese gustado estar en la cuarentena. A ese Estudio le envié lo siguiente: Programa de necesidades para una persona y un perro. - Una casa con mucho perímetro/s - Un área publica exterior y un área privada interior, donde la cantidad m2 de uno y otro sean los equivalentes. - Componer los volúmenes de la casa de manera tal que las


perspectivas sean siempre diferentes. No solo a través de las ventanas sino por medio de los espacios intersticiales entre cada volumen. - Tener la posibilidad de compartir el hogar con otras personas. Esto requiere independencia y a la vez sectores comunes. - Espacios donde se fomenten las conversaciones y donde mi perro pueda auto pasearse. - Una casa con esquinas. Una ciudad dentro de mi hogar. - Ambientes luminosos. Tener mi plaza. Poder compartirla. Se me ocurre por último Arquitecto que podría tomar ideas del resultado que arroja la atomización de una casa chorizo, siempre me resultaron interesantes.


Si usted logra darme algunos de éstas cosas estaría satisfecho. Si logra dármelas todas, me haría feliz. ... Un tiempo después, me enviaron el proyecto terminado. Era todo lo que necesitaba. Hasta le inventaron un nombre. Vivienda Moriyama lo llamaron.




casas en cuarentena #40

Hotel Parco dei Principi Sorrento, 1961

Gio Ponti por Eloísa Minoldo

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Debo admitir que cuando me llegó esta invitación, ya muy harta de esta cuarentena, dije “nooo, otra cosa más para hacer!!.” Pasaron los días y llegó un segundo mail, preguntándonos si ya habíamos elegido, ahí dije, “che, debería buscar algo para enviar, no está tan mal esto”. Volvieron a pasar unos días. Ahora, más tranquila porque de a poco vamos volviendo al trabajo, a las reuniones físicas con amigos, a las salidas a obra, me dije ahora sí!!. Es tiempo de elegir. Siento que hoy puedo ponerme a pensar y a reflexionar sobre donde me hubiera gustado pasar este tiempo. Sé que es algo paradójico porque, en teoría, ahora tengo menos tiempo que antes, pero no todo en la vida es lógico. Mi elección tiene que ver no sólo


con el espacio arquitectónico, sino con lo que es necesario/ indispensable para pasar mi cuarentena. Haciendo una retrospectiva a mis primeros días, pienso y recuerdo que con la buena compañía de Fede, un buen trago y el amable calor de aquellos primeros días, no necesitaba nada más. Quizás solamente un marco que contenga esa misma situación, y probablemente alcanzaría con un cuarto de hotel. Sí, sólo un cuarto donde pueda pasar un tiempo calmo reconectándome con lo esencial, con mi yo interior, con el amor, con el valor de los afectos y con todo lo que cotidianamente tenemos al alcance de la mano y de un día para el otro se volvió tan lejano. Pero aquella habitación no es


cualquier habitación, es alguna de las que miran el Mediterráneo del hotel Parco dei Principi, diseñado por Gio Ponti. Un arquitecto que redescubrí durante la cuarentena después de varios años de haber conocido su obra y la de varios arquitectos italianos de posguerra no tan conocidos. Probablemente mi necesidad de conectarme con lo esencial y con un tiempo calmo vuelva mi mirada hacia esta arquitectura tan auténtica y falta de pretensiones. Espero que disfruten esta obra tanto como yo.




casas en cuarentena #41

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por Jacopo Mónaco

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Me dio mucho para pensar, y me perdí, que lo que realmente me hizo falta en este periodo de encierre fue un espacio externo natural que deja sentido de libertad, y quizás me hubiera gustado aislarme todavía más, aprovechar de este tiempo como ocasión de introspección. Entonces lo primero que me pasó por la cabeza fue el Cabanon de Le Corbusier en la Costa Azul, en el sur de Francia. Como una provocación, en el sentido que no hace realmente falta el espacio interior si no el exterior y allí me parece que este sentimiento encuentra una expresión muy fuerte. Un lugar de meditación donde el espacio exterior es lo que realmente se vive. Pensé un poco mas y encontré


todo esto y todavía más fuerte en la Villa Malaparte de Adalberto Libera en Capri, Italia. Porque esta ubicada en una isla, lugar de aislamiento por excelencia, a veces de prisión también y entonces muy introspectivo. Pero al mismo tiempo, a través de la arquitectura de la casa, hay miradas hacia la naturaleza y el infinito del mar y del cielo. Las ventanas en el interior y la escalera externa que llega a esta terraza sin protecciones, creo que son expresión de un sentimiento que marca una línea muy fine, una dicotomía entre la libertad y la perdición, generada por este forma de infinito.



casas en cuarentena #42

Casa Saez Moreira Quito, 1995-05

Mónica Moreira y José María Saez Vaquero por Mónica Moreira y José María Sáez Vaquero

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Estamos entre espesos por el confinamiento, y bloqueados por este sĂ­ndrome de estocolmo: fall in love con nuestra casa quizĂĄ lo mismo pero con cascada...




casas en cuarentena #43

Villa Mairea Noormakku, 1937-40

Alvar Aalto por Federico Pastorino

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Les envío la casa donde me hubiese gustado pasar el confinamiento, si no estuviese en la casa en la estoy. Estoy bien donde estoy y no la cambiaría... aunque unos meses en Villa Mairea viviendo creo que serían fantásticos, cocinando en su cocina, leyendo en su estudio, yendo al sauna. Caminando por el bosque, habitando al maestro, comiendo salmón...




casas en cuarentena #44

Casa Hooper Baltimore, 1958-60

Marcel Breuer por Juan Pellizer

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Tengo que admitir que mi cabeza hizo recorridos interminables por lugares muy diversos. Tratando de no intelectualizar el asunto, me limité al enunciado e imaginaba como pasaría el tiempo en mis casas preferidas. Soy un amante de la ciudad y la congestión, pero el pensamiento me llevaba inevitablemente hacia lugares abiertos, alejados, rodeados de paisaje, acaso por el hartazgo y el agotamiento de posibilidades que generaron los humildes 40 m2 de mi departamento en General Paz. Pensé en el gran Glenn Murcutt y todas las opciones que me ofrecía, pero por algún motivo me sentí poco contenido en esos paisajes australianos.


Lo visité (otra vez!) a Severiano Porto en medio del amazonas con la Residencia Robert Schuster, pero ya era demasiado para este bicho de ciudad. La selva mete miedo. La casa experimental de Muuratsalo de Aalto siempre me gustó también. Me imaginaba contenido con ese gran patio que hace todo. Te recibe, conecta, te contiene... Pero el clima me desalentó, ya demasiado confinamiento con el del virus para sumarle el frío. La casa de Ángelo Bucci de fin de semana en el medio de San Pablo me parece fascinante. Súper urbana, pero rodeada de vegetación y aire. Pero vivir ahí lo veo como un experimento, un desafío. Hermoso, pero desafío


al fin. Y no daba la situación de cuarentena para andar probando. Siguiendo por Brasil recordé mi locura de estudiante por la Casa das Canoas del gran Óscar. Pero me di cuenta rápido que era más un humilde homenaje personal, que ganas de estar ahí. Siempre sentí que el ambiente académico subestimó el genio de Niemeyer. Finalmente, me rendí a una imagen que se imponía inconscientemente desde el principio. Una casa que visito cada tanto en mi imaginación. La casa Hooper de Marcel Breuer. Me vi ahí abriendo la puerta y mirando ese patio, esa ventana en el muro de piedra, ese horizonte. Me fui hacia el living, agarré un libro de esa hermosa biblioteca, y me senté al lado del hogar a leer con el mate listo.




casas en cuarentena #45

Casa NA Tokio, 2010

Sou Fujimoto por Mariano Piccardo

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No elijo confinarme, confinarnos. El ser humano no nace para vivir “bunkerizadoâ€? pero si no hay mas remedio que mantenerse quieto, distante, segregados de la sociedad, prefiero que suceda en un lugar en donde la percepciĂłn sea exactamente lo contrario. En tiempos de cuarentena imagino habitar la casa NA de Sou Fujimoto como una burla al encierro...




casas en cuarentena #46

Casa-Estudio Luis Barragán Ciudad de México, 1948

Luis Barragán por Marco Rampulla

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Integrada, Austera, Introvertida, Versรกtil, Propia...




casas en cuarentena #47

Casa Can Lis Mallorca, 1971-72

Jørn Utzon por Julia Ravelo

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En la elección resulta inevitable anteponer las condiciones ambientales. El emplazamiento debiera ser en un entorno natural, infinito y abúndate, clima benévolo. Si bien en otro momento me hubiera sometido al desafío de permanecer en la Petit Cabanon, demostrar con qué poco podemos estar, no es verdad. De inmediato viene a mi mente una imagen. No es real, pero si recuerda a la experiencia háptica: mi mano recorriendo de memoria las cerámicas que revisten sus bancos. La casa Can Lis de Jørn Utzon en Mallorca.


Caverna y refugio. Paisaje infinitos y contemplativos en el interior y en exterior Austeridad espartana, que no me disperse de lo importante y esencial. La lógica de los pabellones, lo aditivo como ventaja para la convivencia. Un pequeño estudio para poder aislarse, estancias para compartir los rituales diarios, las ceremonias domésticas. Para seguir al sol y el clima. “… Es necesario tener una sana visión de la vida. Entender el concepto que significa caminar, sentarse y tumbarse cómodamente, disfrutar del sol, la sombra, el agua contra


el cuerpo, la tierra y todas las sensaciones menores. Si se quiere alcanzar la armonía entre el espacio que se crea y lo que en él se va a desarrollar, la base de la arquitectura siempre debe ser el bienestar. Resulta sencillo y muy razonable…” Jørn Utzon.




casas en cuarentena #48

Casa en Ubatuba Ubatuba, 2007-09

Angelo Bucci por María Eugenia Razzuk

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Di vueltas en mi cabeza entre varias opciones... que buen momento delirar y proyectarse pasando la cuarentena en estos lugares... que fiasco darse cuenta que fue solo la imaginación. Aún así, vale la pena el viaje mental!! Jajajaja genial. Espero ganarme un pasaje cuando esto termine.... Pelearon el podio, Niemeyer, con su Casa das Canoas...Neutra, con la casa Kaufmann en California y Bucci con la casa en Ubatuba. En 3er puesto quedo Niemeyer... -es pecaminoso decir eso pensando en obras de él como el Copan...Estuvo muy peleado entre Neutra y Bucci... dos geografías muy diferentes.... si bien, me cuesta darle la medalla de 2do puesto a Neutra con su casa Kaufmann, la


cuarentena en una obra de Bucci, con vista al mar es superador. Esa casa en una all in one. Yo elegirĂ­a la casa Ubatuba de Angelo Bucci.



casas en cuarentena #49

Casa Esherick Philadelphia, 1961

Louis Kahn por Sabrina Righi

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Normalmente si debiera pensar en todas las casas conocidas de arquitectos me pondría a pensar también en el lugar donde están, y muchas veces están muy lejos de la ciudad, por esto no me gustarían. Aunque pensando en una casa donde pasar la cuarentena todas las necesidades serían diferentes y querría estar en un lugar tranquilo donde aprovechar de la naturaleza como cuando, viviendo en ciudad, necesitas salir para caminar en un parque. Me gustaría una casa que fuera un lugar familiar y también que pueda ser estimulante para trabajar. De repente pienso en una casa que siempre me gustó desde el principio de mis estudios de arquitectura: la Esherick house


de Luis Kahn. Siempre la vi como si fuera una casa de familia donde pasar los fin de semanas, y ahora en cuarentena, con sus materiales simples y cálidos y el fuego que la hacen tan familiar. Su concepto de separar los espacios sirvientes de los servidos permiten de dividir las necesidades diarias que pedimos a una casa, de todas las actividades que se pueden hacer en cuarentena. Su salón lleno de luz y su parque permitirían aprovechar de cada segundo de sol durante el día sin perder el sentido del tiempo que pasa.



casas en cuarentena #50

Casa en la Cascada Pensilvania, 1936-39

Frank Lloyd Wright por Bruno Rovea

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Difícil de decidirlo, entre tantas opciones que se me vienen a la cabeza. La vinculación con la naturaleza sería un factor fundamental, y cierto grado de aislamiento también, al menos en el entorno bien próximo. Por esto descarto algunas casas demasiado urbanas o edificios de departamentos en los cuales sin duda viviría en otro contexto. Se me vienen a la cabeza algunas casas, la mayoría de ellas que no conozco personalmente, pero que habiéndolas estudiado me transmiten ese entorno en el cual podría llevar demasiado bien semanas de aislamiento. La casa Malaparte sería tal vez la primera imagen que aparece, pero pensando un poco más aparecen


otras alternativas igual de interesantes como la Casa sobre el Arroyo, la Casa das Canoas o la Casa Ugalde de Coderch. No obstante, mi elecciĂłn definitiva serĂ­a sin duda la Casa en la Cascada.



casas en cuarentena #51

Casa Malaparte Capri, 1937

Adalberto Líbera por María Rovea

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Una de estas tardes me puse a pensar en qué casa reconocida hubiera elegido pasar esta cuarentena. Sin más limitaciones que mi memoria empecé este paseo, tratando de escapar a la mirada de arquitecta para imaginarme viviendo estos días allí. Casi por deber, comencé eligiendo la Casa Farnsworth, pero en estos días el río está nuevamente desbordado, y salir en bote a buscar alimentos me resultaría muy tedioso. La excesiva humedad que rodea y llena la Casa de la Cascada, también muy alejada, me dio algo de escalofríos; los mismos que sentí cuando descarté la Casa Arpel de Jacques Tati imaginando una vida tan estructurada.


Seguí mi recorrido mental por la Casa Schindler-Chace, aunque pensándolo bien, son muchos días para compartir con otra familia; La Casa Kaufman, en cambio, se me ocurrió imposible de mantener con sus más de 400m2, pero la Petit Cabanon es demasiado chica, y encima, para tantos días, le faltan algunas instalaciones. Siempre me gustó la Casa en Butantã también, pero la encuentro un poco oscura para pasar todo el día ahí, lo mismo que con la Casa de John Soane, tan abigarrada de cosas que la luz natural tiene que hacer malabares para llegar. No me imagino manteniendo un lugar así, por algo similar abandoné la idea del Palacio de Versalles también. Buscando una contraparte a tanta


oscuridad y acumulación, me acordé de la Casa del Mantegna en Mantua, y su patio como un domo descubierto que me llenaría de vibras cada mañana. Además, imaginarme cerca de Venecia, completaba mejor el sueño. Justo cuando me decidía por ésta, me acordé de la Villa Malaparte, cubriendo y descubriendo la maravilla de Capri. Es una casa austera, algo melancólica y la medida justa entre refugio y piedra al sol. Allí podría elegir cuándo pasar el tiempo concentrada en alguna actividad en su interior o dejarme sorprender por el infinito paisaje en algún cuadro de sus paredes. Finalmente, me imagino un rito aeróbico matinal por la escalinata


para llegar al solĂĄrium y pararme, cual caminante de Friedrich, con todo el infinito delante que la casa, humildemente me ofrece al desaparecer de la vista. SĂ­, elijo la casa Malaparte, gracias LĂ­bera.



casas en cuarentena #52

Casa Experimental Muuratsalo Säynätsalo, 1952-54

Elissa & Alvar Aalto

por Santiago Ruiz Lavaselli

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64500 Ziburu, Euskal Herria. 03/06/2020 A la gente querida, Un juego al que juego bastante, tal vez sin tantos privilegios: poder elegir donde pasar un tiempo, donde encontrarme. Ahora, gracias a los beneficios de ser un jugador asiduo, he decidido mudarme. A un entorno en donde la luz completa unos días de verano y una hoguera refleja en la fría y oscura nieve invernal de la isla rodeada de bosques. Un taller en donde trabajar en momentos de descanso, y descansar mientras trabaje. Un pequeño refugio para guardar la embarcación cuando el lago se


congele. Tal vez pueda practicar algún deporte nuevo, siempre me atrajeron los lagos congelados, probablemente habrá algunos salmones o truchas para pescar bajo el hielo. El reflejo de los cielos repletos de estrellas. Mientras mantenga el fuego prendido, la dualidad entre el frío y el calor, el día y la noche, el cielo y su reflejo, tal vez se fundan, en un entorno creado para evocar la experiencia, y contemplar la experimentación, de vivir. Quisiera valerme de esta ocasión para agradecer, y extender así la invitación a mi hogar en 40900 Muuratsalon koetalo, Finlandia.


Después de un afectuoso saludo, Santiago. Pd: Si optan por venir en verano, me hacen saber, tendré lista la embarcación para cruzar. Si de lo contrario, lo hacen en invierno, dejaré marcado el camino por el lago, verán un gran fuego del otro lado.




casas en cuarentena #53

Convento La Tourette Éveux, 1957-60

Le Corbusier por Ricardo Sargiotti

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Esta reclusión es rara, todo esto es muy raro. Me inspira a tiempos de introspección, fuerte, de alivianar la mochila de objetos y cargarla de valor. Por eso elijo una celda del convento de La Tourette. Podría sentir la finitud del cuerpo en todo momento y no me dejaría espacio más que para algún libro, meditadamente elegido (pero esa es otra elección) Cuento con los desayunos en el gran comedor y de llenarme de arquitectura cada vez que tome un paseo fuera de la celda. Está todo ahí. El paisaje ayuda, debo aceptarlo.




casas en cuarentena #54

Villa Norrköping Norrköping, 1963-64

Sverre Fehn por Julieta Scarafía

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Antes que nada me gustaría aclarar la situación en la que me encontró esta cuarentena: sola, conviviendo con Vazquez, mi gato. Circunstancia determinante ante la consigna del ejercicio. Tengo que agradecer que me sobran los metros cuadrados en el departamento donde estoy. En estos días de encierro me dedique a perseguir el sol. La luz directa en la cara. Me faltó poder pisar el pasto, mirar un árbol. Por la mañana aprovecho la zona del frente, que tiene orientación este y por la tarde el balcón del fondo que recibe el sol del oeste. Pero hay momentos intermedios, espacios intermedios poco felices


en donde hasta hace falta prender la luz (artificial) aunque sea de día. Y eso me inquieta. Como consecuencia tuve la necesidad de cambiar el uso de los espacios y de mover muebles. Trabajar en donde se comía, sentarse en un lugar de paso, etc. Me voy moviendo. Como Vazquez que a la mañana le gusta dormir arriba de una caja o del teclado, a la tarde en el sillón otras veces en el balcón. Claro, el pobre es experto en confinamiento y creo que también persigue el sol. Primero hice ésta reflexión que les cuento, después intuí que seguramente ésta casa ideal de aislamiento podría ser de algún país/arquitecto nórdico, con ese clima están mucho más


acostumbrados a vivir para adentro. En fin, viendo lo que tenía en mis archivos me encontré con una casa que alguna vez había visto al pasar pero que cuando vi la planta con más detenimiento, dije: ES ESTA! acá me tengo que mudar. Elegiría Villa Norrkoping de Sverre Fehn. Una casa que ofrece la posibilidad de las cuatro orientaciones, tener más noción del tiempo, poder ver cómo va mutando el día, los días, las estaciones. Otras cuatro situaciones exteriores diferentes. Espacios delimitados, que contienen. Pero también espacios flexibles.


Para inventar ahí lo que sea. Posibilidad de abrirse o resguardarse. Siempre sol. Un núcleo, hasta se podría trotar alrededor. Espacios que pueden ser un dormitorio, un estudio, un living, un taller, cualquier cosa. A mi me parece simplemente espectacular! Esa sería mi elección con mis circunstancias de hoy. Mañana no sé.



casas en cuarentena #55

Casa Curutchet La Plata, 1949-53

Le Corbusier por Florencia Schnack

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“When I was a schoolboy, I discover that a house alone does not exist, that it does not end the outer limits of the ground floor, but continues to the streets, the garden, to the house across the street. The house across the street itself continues into what is in front of it, and so forth. To image one house is to imagine the whole world”. Yona Friedman, Pro Domo 2006 Contra toda sensación de aislamiento y soledad que nos impregna la cuarentena, la casa Curutchet borra sus límites con el exterior. Moldeada a partir de una lectura sensible del paisaje, donde el bosque está presente desde una percepción dinámica. Espacios intersticiales donde la


ciudad entra de manera casi violenta, audaz, en el nivel inferior y se transforma en un paisaje a ser contemplado, calmo y distante, en la terraza. Hecha de transiciones, de espacios entre “cosas”, horadada, el aire es el protagonista, y nos obliga a recorrerla y cambiar la noción del tiempo al acceder a ella. Vacíos colocados en los lugares adecuados convirtiéndose en la interface entre la ciudad y la arquitectura. Todas las veces que visité la casa, irónicamente, la casa dejaba de ser casa para transformarse en museo, centro cultural o cine. Mi rol como usuaria siempre fue de espectadora rodeada de colegas y estudiantes. Sería muy


distinto vivirla cotidianamente y entenderla desde la condición de domesticidad. Imagino que esta cuarentena, donde la ciudad está más adormecida, es un buen momento para habitarla. La casa Curutchet se adaptaría perfectamente a mi forma de vida. Pero, pensándolo bien, preferiría que la casa me sugiriera distintos modos de habitar, y así, experimentar y confirmar que la arquitectura no sólo es un servicio al usuario sino también un medio para aportar creatividad y belleza a la existencia.




casas en cuarentena #56

Casa Solo Cretas, 2013

Pezo von Ellrichshausen por Ingo Schrader

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I have been thinking about my favorite houses, which are quite a few, but could not decide on one for various reasons. Spontaneously I thought about Le Corbusier’s iconic masterpieces like Villa Savoye or Maison La Roche, which inspired me a lot as a student. I somehow rejected them, because of the sometimes very “tight“ and optimized spaces or dimensions. Then I looked for wooden houses I could like, thought about the Chatau de Chenonceaux as a strong concept, but I could not imagine living in the interior spaces. Souto de Mouras generous houses came to my mind, like the House in Moledo.


Wespi de Meurons houses are very nice. I like the materiality and volumetric power and the spectacular views as well. But maybe the spaces are somewhat tight and ceilings too low for all the roughness all around‌ But anyway, rather close to perfect for my quarantine. I also considered Louis Kahns houses, which I never saw in real life: House Korman is beautiful, but somehow too big. House Esherick or Fisher seemed more appropriate. Finally, I found my quarantine home, by South American architects ;-) I think, this is nearly perfect for my quarantine. It gives the feeling of sitting in a big tree and looking


over the landscape, like in my childhood sometimes. I like the pool being at the heart of the house and close enough to be used a lot. The equal facades remind me of Villa Rotonda, as they also go to different views and orientations. The building is generous but casual, impressing and modest at a time. The entrance and some details are not perfect in my opinion. But overall, I am looking forward to passing my quarantine there. Seems, that my choice is not too original, as the house was already chosen No1.. Anyway, I like it a lot. Please come and visit me any time in case you have seen enough of the Capri seaside ;-)




casas en cuarentena #57

Casa N Oita, 2008

Sou Fujimoto por Insa Schrader

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I chose house N by Sou Fujimoto: The house is very much connected to the outside even if you are in the innermost.




casas en cuarentena #58

Lake Shore Drive 860- 880 Chicago, 1949-51

Ludwig Mies van der Rohe por Magda Segura

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spring&summer lake view best wi fi amenities medical care, market, beach&park walking distance 860 880 Lake Shore Drive, Chicago, Il. cheers Mies ;)




casas en cuarentena #59

Casa Kaufmann Palm Springs, 1946-47

Richard Neutra por Victoria Silvestre

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Desde los inicios de esta cuarentena rondan en mi cabeza sentimientos ligados a la existencia en éste tiempo y en los espacios destinados al habitar que, en este peculiar tempo, también son los mismos lugares en los que transcurre el confinamiento. Más allá de los rodeos mentales, insiste la pregunta por mi lugar para habitar -la casa-, un habitar superlativo y extremo. Fugaron muchas ideas, no en vano el pensamiento “arborístico” tuvo rienda suelta, sobre todo en las primeras semanas de la cuarentena. En esas ramificaciones me preguntaba cuál era la mejor manera de vivir en una casa… qué atributos debería tener aquella casa?. Esta invitación oportunamente


contribuye a poner en orden algunas ideas.-o procurarlo al menos-. Sí, fugazmente pensé en la Casa “Fansworth” y una posible presencia continua del paisaje mutando en cada rincón de ella. Con esta ilusión, también vino una pregunta (colmada de realidad): ¿me gustaría vivir sin posibilidades de sentirme en algún momento en intimidad?. Esa intimidad o privacidad creo que fueron en principio un buen motivo para seguir pensando. Confieso que las otras posibilidades que asomaron entre mis ideas fueron también impregnadas por esta suerte de anhelo de vivir en un ambiente en el que domine la naturaleza.. en el que la existencia cotidiana esté plena de sonidos de pájaros, de


árboles en movimiento, del sonido del agua.. Continué entonces por “Falling Watter”, me gusta su calidez pero no su ambiente de luz muy tenue y humedad.. La “casa para el poema del ángulo recto” de Smiljan Radic recto resultó demasiado compleja para la experiencia imaginada, quizás por momentos muy oscura, quizás muy recortada del bosque que la circunda. Sí, seguí pensando.¿no sería la “Casa infinito” de Campo Baeza?. siempre encontré en el mar, en sus movimiento, reflejos, en la salada brisa una templanza inigualables. Contemplar ese plano infinito de agua parecería ser el mejor telón de fondo a cualquier actividad cotidiana de la existencia de estos tiempos:


proyectar, descansar, comer, estudiar, dictar clases, asolearme, conectar, cantar.. No obstante ¿limpiarla?. Además, seguía pensando en la necesidad de un plano de vegetación en donde apoyar de vez en cuando los pies descalzos, en mis plantas, en un ámbito que sea acogedor también por sus límites, por la penumbra en un cierto horario del día y el sol pleno en otro y continué entonces dilucidando ideas. Y pasaron imágenes de algunas casas: la casa Experimental de Aalto (en un enclave boscoso), la infaltable “Villa Mairea” y su calidez material y texturas múltiples. Sin embargo no es posible separar la casa de su emplazamiento y no había manera de dejar de pensar en el clima finlandés.


En fin, creo que recorrí dispersamente varios lugares del globo e incluso en tiempo, pensando en este habitar extremo en pleno confinamiento y pasando por la casa urbana de “Cinco patios” del estudio Planta y su terraza, los diversos lugares adonde transitar distintas actividades en momentos del día pero volví a la “Casa Kaufmann” y a los múltiples ámbitos, incluso sus exteriores y, aunque el mar siempre me enamoró y aún lo hace, estoy cuestionándome entre tantas cosas por estos días los anhelos y pensando más bien en los deseos y si, desearía transitar mi confinamiento en algún lugar de la Kaufmann, en sus galerías, en su patio, en sus interiores… “seguro que al rato estaré inventando otra esperanza para volver a vivir (...)”.




casas en cuarentena #60

Ville La Roche París, 1923-25

Le Corbusier por Claudio Solari

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La mesa Llegué al callejón Docteur Blanche a primera hora de la mañana de mi último día en París, ávido por recorrer la promenade architecturale, tomar registros de la distinción entre ossature y membrane —evidenciada por la fenêtre en longueur— y fotografiar el juego de volúmenes bajo la luz, en el interior del vestíbulo. Empero me cautivó el comedor, que instituye un centro y que convoca a la reunión frecuente en torno a la mesa (1). Tal recinto, que compone el ala privada de la casa, es a su vez constituido por un volumen prismático, detenido, precisado por el perímetro del tapiz, y un espacio centrífugo —destinado


a la circulación— que rota incesantemente en torno al primero. Una única silla que, sutilmente desplazada, interseca el plano de frontera entre los espacios de estar y deambular, me instigó a sentarme. Contemplé las bombillas desnudadas pendiendo sobre mi cabeza y el cortinado blanco, que anuncia una difusa exterioridad y que contrasta con el revoco interior que, a su vez, pintado color siena y despegado del piso, representa telones colgados de los finos ribetes que enmarcan el cielorraso. Decidí permanecer en la mesa y habitar la domesticidad de este comedor, hecho de telas y de


tapices, en una casa diseñada para un hombre sólo. (1)

Explica José Ricardo Morales que “la mesa adquirió primitivamente el carácter de mueble elevado para exponer las ofrendas destinadas a los dioses; de ahí el nombre de ‘altar’. […] La mesa nos da, pues, la ‘medida’ de lo familiar, según sean sus dimensiones. Y así como el lecho es el centro privado del reposo, la mesa se constituye en el centro del trato humano y del grupo consanguíneo a la hora de compartir el alimento, testimoniándose su condición de ‘sede’ en torno al plato” [“Las artes de la vida. El drama y la arquitectura”, en Revista Anthropos, 133, 93-119].




casas en cuarentena #61

Case Study nยบ16 Los ร ngeles, 1952-53

Craig Ellwood

& Casa de Provence por Marcelo Swinnen

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Elegí dos, la reconocible y la otra. La primera por su liviandad, elegancia y ligereza, se posa en la naturaleza haciendo contacto con la tierra delicadamente, sin hacer ruido, solo el necesario la horizontalidad extrema, el espacio que fluye para todos lados, las vistas largas, su prefabricación, y que sea toda en planta baja. La otra es el ambiente, la casa de Provence, el paso del tiempo, el olor a comida, el buen vino, las largas sobremesas, la construcción anónima, popular y sabia. Primera Case Study N°16 Craig Ellwood Segunda en alguna parte al sur de Francia




casas en cuarentena #62

Casa sobre el Arroyo Mar del Plata, 1943-46

Amancio Williams & Delfina Gálvez de Bunge por Belén Tosello

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Cuando me invitaron a participar me entusiasmó pensar en que casa elegiría. Personalmente gusto de la vida urbana, pero claro está que pensando en esta contingencia, en el intradós al que nos lleva el confinamiento, empecé a pensar cuál podría ser la elegida, la verdad no fue fácil y costó tomar la decisión. Pensé en una casa que tuviera un paisaje propio, pero que no me alejara de mis preferencias, de mi sentido de estar en la Ciudad. Así fue como después de bucear, llegue a la “Casa sobre el Arroyo” de Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge, ubicada en Mar del Plata en la Provincia de Buenos Aires. Mi estadía, remite a sus primeros años, en el cuarenta y tanto, donde estaba en su estado original, con el mobiliario que


uno puede ver en sus tantas publicaciones. En síntesis me situaba en un paisaje particular, en medio de la ciudad… una ciudad con mar (¡por fuera de temporada!). La rambla no está tan cerca, pero con certeza iba a ser el destino para caminar cuando, poco a poco, se comenzara a levantar la cuarentena.



casas en cuarentena #63

Casa Eames Los Ángles, 1949

Charles & Ray Eames por Manuel Villafañe

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Si pudiera programar un confinamiento, sería aquí, un oriente en occidente. Cierto equilibrio circense del módulo, para disfrutar de un “home office” prematuro, pensando la posibilidad de salir entrando, a las fronteras que proponen el patio, pisar la tierra y sentirse vivo.




casas en cuarentena #64

Casa Schroeder Utrecht, 1924-25

Gerrit Rietveld por Francisco Villamil

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El 2020 nos enfrentó a cuestionar las teorías para pensar el habitar, al mismo tiempo que experimentamos intensamente ciertas inconsistencias en la resolución de nuestras viviendas. Una experiencia de revisión de lo aprendido, que cruza simultáneamente teoría y práctica. Sin dar vueltas y sin hacer trampas, elijo la primera casa que se me pasó por la cabeza al momento de leer la propuesta… la casa Schroeder de Gerrit Rietveld. Algo que ha unido a estudiosos del diseño y simples usuarios en estos ultimo meses, fue la necesidad de maximizar el aprovechamiento de la superficie útil doméstica, y la demanda cambiante de compartir o compartimentar.


Además de las virtudes en el aspecto funcional, Rietveld nos deja un aprendizaje adicional en términos estéticos. La nodeterminación de los espacios típica de la flexibilidad, no tiene por qué ser tan anodina y poco humana. Sobre la selección de la fotografía, es muy difícil encontrar imágenes de la vivienda en uso y sin embargo es tan fácil de imaginar distintas alternativas de cómo vivirla. Como si David Bowie le hiciera un guiño a Rietveld al decir: “El mañana pertenece a aquellos que pueden escucharlo venir”.



casas en cuarentena #65

Casa de Cristal New Canaan, 1949

Philip Johnson por Joaquín Viramonte

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Que difícil poder elegir!!! .... pasan tantas buenas obras por mi cabeza..... Empezaría este recorrido por la casa de Nina y Gordon Bunschaft (Long Island, Nueva York)... pero lamentablemente me acordé que no podría ser posible ya que fue demolida hace varios años atrás... Creo que al igual que todos obviamente no puedo dejar de pensar en la Fansworth… (Plano, Illinois) la cuestión es su cercanía de Fox River y sus inundaciones en esta época es como estar flotando a la deriva en una Balza… Continuaría por la casa Hooper del Gran Marcel Breuer en Baltimore, Maryland, sin duda una gran obra pero estando yo solo creo que me resultaría un tanto


grande... me parece que sería mejor disfrutarla y pasar los días de cuarentena en esta excelente casa con amigos o gente cercana a uno... ¿Quién no ha pensado alguna vez en una casa en la playa? me detengo un minuto en la “casa Hunt de Craig Elwood (Malibu, California) me hubiera quedado aquí saliendo a su terraza y contemplando la inmensidad del océano Pacifico... aunque prefiero continuar mi viaje, no es la misma casa que hace sesenta y pico de años atrás... por estos días casi que uno no se da cuenta de su ubicación gracias a sus vecinos y el crecimiento que hubo a su alrededor. Explorando un poco más sobre Craig Elwood sin pensarlo


un minuto hubiera elegido la “Weekend house” una lástima que nunca se construyó!! . Podría seguir nombrando muchas más pero para no ser muy extenso y para terminar este pequeño viaje de arquitectos Yankees” por así decirlo... Elijo la polémica, alabada y criticada “GlassHouse” de Philip Johnson (New Canaan Connecticut) si, por su radical simplicidad. Donde el concepto de lo tectónico lleva a la ausencia de la materia que resulta de la desmaterialización de los muros capaces de dejar que la naturaleza se incorpore a la arquitectura, está presente esa sensación de nunca “sentirse adentro”.


Me imagino estar haciendo cualquier tarea sin importar del paso del tiempo... caminatas eternas por el denso bosque que la circunda. Contemplando el paisaje siempre‌



casas en cuarentena #66

A bigger splash 1967

David Hockney por Federico Wenk

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Elegir una casa implica, al menos para mí, la necesidad de proyectarme en una manera de estar-vivir para este período de tiempo específico que es la cuarentena. No puedo meterme en una casa emblemática, por mucha afinidad que pueda tener con ella y listo; por lo tanto voy a pasar revista a los pensamientos que se me vienen a la cabeza (deseos, reflexiones, etc), armar una “lista” y luego encontrarles un domicilio. -Lo primero, aunque pueda ser obvio, es que sea una casa para pasarla bien, para disfrutar en el sentido amplio del término; eso implica, también, poder trabajar. -Debe permitir estar dentro o fuera de la casa. Naturaleza y arquitectura deben aparecer con equilibrio. No debería ser un


departamento. -Debería ser una casa relativamente contemporánea, digamos del último siglo, asegurándome que cuente con el confort técnico actual: electricidad, internet, agua caliente, etc. No me seduce la idea romántica de evadirme de la civilización a la manera del ermitaño. -La distancia a la ciudad será la mínima indispensable para que aparezca ese balance con la naturaleza, aunque debe poder apreciarse con claridad desde las ventanas, terrazas, etc. Ideal sería que esté dentro de la ciudad. -No debe ser demasiado grande como para no poder mantenerla, ni tan pequeña que resulte


incomoda. Ni Versalles ni el Cabanon. -Debe estar en un lugar con clima muy benigno, que permita un chapuzón en la pileta aunque la cuarentena se extienda al invierno, o escuchar música en la terraza de noche. -Lo cotidiano, la vida doméstica intrascendente deben poder desarrollarse amablemente, no quisiera vivir este período en un laboratorio, un monumento o una obra de arte. A esas cosas las visito cuando estoy de viaje. En este sentido creo que la arquitectura desdramatizada posibilita obras que, podría decirse, son (buena arquitectura) de “reparto” antes que protagonistas estelares y el resultado es aquel, casas que


soportan la Vida o, mejor dicho, las Vidas, porque al no tener dogmas propios, sostienen los credos de los eventuales usuarios. -Esto último, la experiencia cotidiana de la vida común, por muy trivial que aparezca, no implica que vaya a resignar belleza y poesía. Eso también tiene que estar. Seguramente no será épica, al contrario, aparecerá la belleza de lo real, lo auténtico, sin pretensiones. Me doy cuenta que tengo bastantes elementos como para para elegir una casa que podría estar entre algunas californianas, particularmente las Case Study Houses de Pierre Koenig, Raphael Soriano, Craig Ellwood, los Eames y Saarinen, la de Valsamakis en Grecia o algunas españolas,


pero no suficientes como para identificar una especĂ­fica. Por lo tanto me voy a tomar una pequeĂąa licencia que me permita no elegir ninguna para elegir varias, porque en definitiva yo estoy eligiendo una idea de casa y no una en particular. Esa casa que imagino estĂĄ excelentemente representada, antes que por una arquitectura real, por esta maravillosa pintura de David Hockney.





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