HISTORIA DE LOS AVENTUREROS- Parte 14.

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Ruben Ygua

HISTORIA de los AVENTUREROS NAVEGANTES Y EXPLORADORES


El contenido de esta obra, incluyendo la revisi贸n ortogr谩fica, es de responsabilidad exclusiva del autor


Introducción Este libro comenzó como un pasatiempo de estudiante en Uruguay, allá por 1968, cuando organicé una cronología sobre las dos guerras mundiales. Después decidí agregar el siglo XIX, y así, lentamente fue creciendo hasta abarcar toda la Historia de la Humanidad. Con el tiempo mi pasatiempo se había transformado en un completo material de consulta abarcando no apenas fechas históricas sino también realizaciones en los más diferentes campos de la actividad humana, como química, astronomía, geografía, etc. He llegado a la conclusión de que la Historia está mal enseñada, el pasado siempre ha sido víctima de manipulaciones nacionalistas y religiosas, la mayor parte de los libros de Historia son tendenciosos, tratan de conducir al lector según sus propios intereses. Esta cronología escapa a esa regla relatando sin manifestar ninguna opinión, apenas limitándose a exponer los hechos de forma objetiva. Debo dejar claro que no soy profesor de historia, apenas soy una persona que se dedicó de forma apasionada a su pasatiempo: conocer la verdad sobre el pasado de todos nosotros… para eso no es necesario poseer un diploma. Nunca tuve oportunidad de publicar en mi país de origen, Uruguay, ni en mi patria adoptiva, Brasil. Parece que si uno no posee nombre en el mercado no resulta interesante para los editores, independiente de la calidad del material que pueda ofrecer. Hoy, con más de cincuenta años de edad aún no he logrado realizar el sueño de mi vida: publicar este libro. Ya había perdido las esperanzas, cuando descubrí las posibilidades que ofrecen la Internet y el libro electrónico: he colocado mi obra disponible para lectura en ISSUU, de esa forma estará al alcance de las personas de todo el planeta… seria un absurdo dejar los manuscritos perdidos en algún rincón de mi casa, después de tantos años de dedicación.

Dedicado a los emigrantes de todas las épocas.


"LOS RÍOS SON CAMINOS QUE SE MUEVEN", debe haber pensado aquel hombre del Paleolítico observando un tronco siendo llevado por la corriente del río. Siempre había vivido en la cercanía del vital elemento —que aún no había aprendido a canalizar, almacenar o transportar— para sobrevivir en el mundo prehistórico de selvas, cavernas y gigantescos animales salvajes. No cabe duda de que el espectáculo del tronco arrastrado por el agua debe haber despertado su curiosidad. Podría moverse con un tronco para cruzar aquel río y poder explorar la otra margen? Que había del otro lado del río? Fue el comienzo de la navegación. Un hombre aferrado a un madero flotante; más tarde, un hombre dirigiendo o retardando el movimiento mediante una gruesa rama que tocara el fondo. Luego vendría la balsa, hecha de troncos ligados con lianas, o el gran madero vaciado para formar una canoa. Estas primeras canoas aparecen ya en el año 30.000 antes de Cristo. Más tarde, en el período neolítico, el ingenio humano descubre las materias bituminosas y barniza con ellas los cascos de madera para hacerlos impermeables, o extiende cueros sobre una liviana armazón de mimbre o caña. Estos botes, inventados por genios anónimos hacen incontables siglos, el curragh irlandés y el kufa de los primeros habitantes de Mesopotamia, siguen siendo usados en las remotas caletas de Irlanda y en las riberas del Tigris y el Éufrates. Pero el agua opone resistencia a la redonda proa de estos verdaderos canastos flotantes: aparece la piragua en forma de huso, estabilizada a veces por una viga paralela al casco. Es la canoa que aún hoy usan los isleños de la Polinesia y que usaron en un pasado remoto para viajar de isla en isla, hasta alcanzar el continente americano. Más al norte, en los helados páramos polares, el esquimal inventa el insumergible kayak, verdadero saco flotante de piel de foca extendida sobre una armazón liviana de madera, en el cual se introduce el remero hasta la cintura: una embarcación veloz, ligera, maniobrable, que además protege al navegante de las heladas aguas septentrionales. Una vez que los primeros navegantes se aventuraron fuera del resguardo natural de los ríos, se suscitó un nuevo problema: impulsar la embarcación en aguas marinas. En el tercer milenio antes de Cristo, o tal vez antes, surge la idea de utilizar la fuerza del viento para contrarrestar la fuerza del oleaje, y aparecen las primeras velas. En Egipto se conocen desde el año 3500 antes de Cristo, pero los eruditos estiman que el invento es mucho más antiguo aún: se sabe que en tiempos remotos, pueblos enteros se extendieron de archipiélago a archipiélago, y aún de continente a continente, en el Océano Pacífico. En el cuarto milenio antes de Cristo aparecen en el Egeo, las primeras naves de madera sólida impulsadas por velas. Mientras lo malayos fabrican


velas de hoja de palmera y bambú, los fenicios utilizan tela de lino; pero la tecnología básica deriva de las antiguas canoas a remo que, alrededor del año 2000 a. de C., sustituyen en Egipto a las balsas de caña. Cinco siglos más tarde aparecen las primeras naves con un remo sujeto a la popa a guisa de timón, pero transcurrirán otros 800 años antes de que se invente el ancla.

LA LEYENDA DEL DILUVIO El nacimiento de la navegación está profundamente enraizado a una leyenda común a todos los pueblos del mundo civilizado: la del Diluvio Universal. Según una milenaria inscripción caldea, los dioses desencadenan la furia de los vientos y las aguas, pero el dios Ea desea salvar la vida de Shamashnapishtim, hijo de Ubaratuton y de su estirpe; para ello le aconseja fabricar un arca de gran tamaño, larga y ancha, sin remo: ni timón. En la versión bíblica, es Jehová quien instruye a Noé para una empresa análoga: el Arca bíblica mide 157 metros por 26 está construida de madera calafateada con betún y cuenta con tres puentes y ventanillas. En todo caso, no cabe duda de que varios milenios antes de Cristo se conocían ya los principios básicos de la construcción de naves.

LOS FENICIOS Entre el III y el II milenio antes de Cristo, la marina egipcia explora el Mar Rojo: mil años antes de la guerra de Troya, la flota del faraón Sahuri navega a lo largo de las costas africanas, y más tarde, la reina Hatshepsut, envía sus barcos hacia el sur, donde descubren el País del Incienso (Somalia). Son los primeros pasos registrados por la Historia, precursores de la gran epopeya marina que un día descubrirá al otro lado del globo, un gigantesco continente insospechado: América. El curragh irlandés. Las naves de la reina Hatshepsut regresan cargadas de exótico animales e insólitas mercancías maderas preciosas, metales, hasta una pantera viva. Al mismo tiempo, barcos de Mesopotamia exploran las márgenes del golfo Pérsico, a la búsqueda de cobre, piedras preciosas y marfil. Todo un mundo nuevo se abre detrás del horizonte para esos aventureros navegantes, cada nuevo viaje amplía el mundo conocido, la flota egipcia domina el Mediterráneo oriental. Sus naves se


construyen con madera de cedro libanés, adquirida a los habitantes de la ciudad fenicia de Biblos, que son los primeros grandes navegantes y mercaderes de la Antigüedad. ¿Quiénes fueron los fenicios? Desde comienzos del tercer milenio antes de Cristo, este pueblo semita había ocupado una franja de 40 kilómetros de ancho en la costa palestina: sus ciudades, enclavadas en pequeñas bahías separadas por promontorios rocosos, sólo podían comunicarse entre sí por vía marítima, y a sus espaldas se extendía el desierto y las montañas. Orientados hacia el mar, los habitantes de Acre, Sidón, Tiro y Biblos convirtieron su país en verdadera encrucijada comercial del mundo: Fenicia era camino obligado entre el mar y el desierto de Siria, ruta ineludible entre Sinaí y Egipto por una parte, Mesopotamia y Asia Menor por la otra. Ya en tiempos remotos los fenicios exportan a Egipto madera de cedro y pino, aceite, resina, sustancias aromáticas. El futuro les reserva un esplendor sin límites: sus flotas llegarán hasta Malta, Cerdeña, Ibiza, Cartago y Cádiz. Sus temerarios piratas y navegantes llevarán por todo el mundo conocido sus naves cargadas de mercancías: vasijas y copas, joyas y esclavos, ganado de la Mesopotamia y ungüentos egipcios, vidrio y púrpura. En sus exploraciones llegarán hasta las columnas de Hércules y se aventurarán en las mismas fronteras del mundo conocido. Los fenicios no sólo construyeron barcos mercantes capaces de transportar cargas considerables, sino también buques de guerra mayores y más efectivos que cualquiera de los fabricados por sus contemporáneos, los egipcios y los egeos.


Estas fueron las primeras páginas del libro HISTORIA DE LOS AVENTUREROS que está disponible, de la misma forma que la colección completa LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD- CRONOLOGIA, en el site:

LIBROS DE HISTORIA DE RUBEN YGUA http://rubenygua.wix.com/books Agradezco su interés por mi obra.



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