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Historia y Origenes
Este año el Taller Literario que nos acompañó durante la pandemia, culmina con éxito su primera etapa, con la publicación ¨Suizos en el Confín del Mundo, Huella Helvética en Chile¨, que relata experiencias y vivencias de varios socios y sus raíces suizas.
A través de la iniciativa de la Embajada y de algunos socios se organizó diversas actividades culturales, como conciertos, cine suizo, coros y encuentros de Jass, juego tradicional suizo.
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La nueva Lugano´s Pizza, en la pequeña Terraza Buganvilia, frente al sendero que lleva a la piscina, ha sido un gran acierto, con oferta de pastas frescas, repostería y café, además de pizzas.
Finalmente quisiera comentar que en los próximos dos meses contaremos con una nueva concesión para el Restaurante a cargo de Rigoberto García Huidobro y su Sra Cristina Aigner Schirmacher apoderados del Colegio Suizo, quienes ofrecen una muy atractiva carta gastronómica y atención a los visitantes, que nos hace vislumbrar un futuro con mayores e interesantes actividades, en medio de jardines y espacios acogedores, para distintas edades.
Espero que disfruten de esta lectura y la puedan compartir en familia. Los esperamos en nuestro Club el cual cada día tiene más servicios y entretenidas actividades.
Saludos afectuosos,
Ivonne Reifschneider Presidente Club Suizo de Santiago
Colegio Suizo
un canal de comunicación entre Chile y Suiza
Fundado en 1939, se ha convertido en un emblemático recinto educacional de Santiago y, por qué no, de Chile. Es el colegio suizo más antiguo de América Latina y cuenta con el reconocimiento y la subvención del gobierno de Suiza. Gracias a su programa de estudios y su apuesta por la multiculturalidad, hoy es un colegio que acoge a chilenos, suizos y extranjeros de diversas nacionalidades. Para entender un poco más sobre el funcionamiento y la visión de este proyecto educacional, conversamos con el Sr. Walter Stooss, director del Colegio Suizo de Santiago.
¿Cómo lo hace el Colegio Suizo para mantener las tradiciones suizas y traspasarlas a las nuevas generaciones?
Trabajamos no solo en tradiciones, sino que ponemos todo en seis áreas, que son los valores; la cultura; aprender y enseñar; gestión y liderazgo; networking y convivencia.
Nos basamos en estos seis ejes. Somos un colegio de encuentro de culturas y es importante que juntemos las mejores cosas de Chile y Suiza. Tenemos la Manzana Suiza que incluye al Suizspacio, el Colegio Suizo y el Club Suizo. Ahí tenemos una plataforma cultural en la cual participan artistas. También organizamos actividades, como la fiesta de Suiza y otras festividades. Para nosotros es muy importante mostrar a la Suiza viva y actual. Una cosa es el folklore y las tradiciones, pero también está lo otro, que lo que se vive hoy.
En el colegio hay alumnos suizos, pero la mayoría no debe tener raíces suizas.
¿Cómo reciben a estos estudiantes, que no tienen un vínculo con Suiza o la cultura suiza?
Tenemos 26 profesores suizos, que reciben a todos los niños desde kínder hasta sexto básico. Ellos enseñan de la misma manera que se hace en Suiza. A través de esta convivencia, los alumnos aprenden cómo funcionan las cosas allá. También, todos los muebles y la metodología son iguales a los usados en Suiza, así que los alumnos absorben muy bien todo esto. Siempre hacemos un viaje cultural a Suiza, el cual se realiza en tercero medio. Pude acompañarlos este año y vi que se sentían como en su casa, aunque era su primera vez en Suiza. Manejan el idioma, conocen la idiosincrasia y saben cómo es el funcionamiento de las cosas. Esto es el resultado de lo que se ha hecho en el Colegio Suizo. En cuanto a nuestros estudiantes, el 20% son suizos. Los demás son chilenos y de otras nacionalidades.
Una sala de clase en las Preparatorias (1973)
El pabellón de las preparatorias con escultura del profesor suizo Urban Blank
Los primeros alumnos del Colegio Suizo de Santiago
¿Diría que el colegio se enfoca en lo internacional y que por eso llegan alumnos de otras nacionalidades o chilenos que desean conocer otras culturas?
Hay varios motivos. El primero es que hay gente que se vincula porque su papá trabajó en una empresa suiza, por ejemplo. También, el colegio tiene más de 80 años, entonces hay una tercera generación que va, pues su padre o abuelo también estudió acá. Hay un asunto con el barrio también, porque casi todos los colegios internacionales están lejos, en las Condes o Vitacura. Y está el asunto de la calidad, porque hay personas que buscan un colegio de buen nivel y les da lo mismo si es suizo, inglés o alemán. Por último, nosotros siempre informamos nuestras metodologías, lo que hacemos y cualquier detalle, pues así las personas no se sienten decepcionados cuando ingresan al Colegio Suizo.
En Chile, el Colegio Suizo se hizo conocido por la excelencia académica, especialmente por los puntajes de la antigua PAA y la actual PSU. Sin embargo, pocas veces se habla de otros aspectos del Colegio Suizo. ¿A qué se debe esto?
Siempre estuvimos entre los primeros en la PAA, pero ya no lo somos. Ni siquiera nos ubicamos entre los 50 mejores. La razón de esto es que también preparamos el diploma suizo, que permite estudiar en Suiza y el resto de Europa sin realizar una prueba de entrada. Entonces, hay muchos
alumnos que se quieren quedar en Chile, pero hay otros que se preparan para dar la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) y seguir sus estudios en Suiza u otro país. También ocurre que aprender una carrera técnica, como hotelería o comercio exterior. El ranking que ocupemos en el PAES no es lo principal y está en un segundo plano para nosotros. Para el Colegio Suizo son fundamentales son los valores. No se trata de repetir lo que aprendieron. Queremos que sean educados, que respeten a los demás y que sigan las reglas, pero no porque haya una sanción o una supervisión, sino que porque lo consideren importante.
¿Cuál ha sido el aporte del Colegio Suizo a la hora de difundir la cultura en general?
Cada año salen 50 alumnos que han sido educados de forma tal que entiendan qué es una democracia, que hay que respetar a las minorías, cuáles son los caminos para lograr un objetivo o que se expresen en varios idiomas. También, que sepan comunicarse en diversos ambientes. No es lo mismo hablar en un partido de fútbol que hacerlo en un evento de la Embajada de Suiza. Entonces, tienen que sentirse en casa en todas partes, pero entendiendo que cambian los protocolos y las formas.
En términos de cooperación, ¿hay alianzas o acuerdos con instituciones culturales, deportivas o educaciones en Suiza?
Tenemos un programa de intercambio en la enseñanza media. Uno corto, de tres meses, y otro largo, de medio año. Un alumno suizo viene para Chile y uno chileno va para Suiza. Ambas familias se comprometen a esto. Quienes desean estudiar en Suiza cuenta con el apoyo de exalumnos del Colegio Suizo que viven allá para que les muestre cómo funciona todo. También, contamos con una asociación de exprofesores, exestudiantes y exdirectores que organizan esto. Si tenemos ocho alumnos que quieren seguir sus estudios en Suiza, entonces comunicamos qué es lo que quieren estudiar y esta red de exalumnos los ayuda y los junta. Así, la persona que viene de Chile ya tiene a alguien que fue al mismo colegio y que enfrenta las mismas novedades. Junto a esto, existe la Asociación de Suizos en el Exterior, que entrega educación vocacional y eso también incluye a los alumnos de los colegios suizos que hay en el mundo. Hay bastante apoyo.
¿Cómo es la relación del Colegio Suizo con la Embajada de Suiza y el Club Suizo?
Creo que está bien. Llegué en 2020, así que no llevo mucho tiempo, pero cuando era candidato (NdlR: al cargo de director) vi que el vínculo no era tan bueno. El embajador y los cónsules trabajaron mucho e Ivonne es muy abierta, así que para qué separarnos. Vivimos cerca y somos suizos. Ahora todo funciona muy bien. El Club Suizo ofrece cursos en las vacaciones y nuestros niños van a nadar allá. Para el club es excelente, pues los alumnos conocen al club y se interesan en la natación o el jass. Nuestros niños son los nuevos socios del club. Creo que, si convivimos como lo hacemos ahora, es un win-win.
Me fascinan las raíces del Colegio Suizo. Es un colegio que no está politizado y hay muchas libertades. No queremos ser de una sola línea y la figura que muestra esto es la alcaldesa de Santiago Centro. Su padre es suizo y su madre es brasileña. Estudió en el Colegio Suizo, luego fue la alcaldesa más joven en Santiago Centro y es comunista. Para mí, esto es increíble, porque el colegio enseña a pensar en forma libre. Capacita, pero libera el pensamiento. No soy comunista, pero me gusta mucho ver que alguien que tuvo una educación de élite después tiene otra forma de pensar. Abrir tu manera de reflexionar y hacer cosas diferentes es algo muy bueno.
Lo importante es que el colegio entregue una formación de base y luego habrá alumnos de derecha, izquierda o centro; ateos o religiosos; etc. Lo fundamental es que tengan valores….
Exactamente. Esta es la esencia del Colegio Suizo.
Cuerno Alpino,
trompa de los Alpes o alphorn
La trompa de los Alpes es un instrumento de viento y un símbolo nacional de Suiza. Fue documentado, por primera vez, a mediados del siglo XVI por el científico natural Conrad Gesner.
Durante mucho tiempo, este instrumento fue considerado como una herramienta de trabajo y fue utilizado, principalmente, para llamar a las vacas a la hora de la ordeña. Las primeras referencias corresponden a 1595. Se trata de una pintura sobre vidrio del valle de Emmental, que muestra cómo se sopla el cuerno. Luego, en 1754 y en un grabado, aparece un pastor usando este instrumento para orientar al ganado en el ascenso de un tramo de los Alpes. El sonido penetrante del cuerno puede oírse hasta a diez kilómetros de distancia. Por eso, a lo largo de los siglos ha tenido varias funciones, utilizándose, también, como medio de comunicación.
En el Valais suizo, algunas historias relatan que, en las noches de verano, la gente esperaba que sonara la trompa alpina. Una hermosa melodía indicaba que todo iba bien allá, arriba, en los Alpes, en tanto que las notas sueltas repetidas eran una señal para que los habitantes del valle subieran a la montaña y ayudaran al pastor.
Confeccionada, tradicionalmente, con madera de abeto, el cuerno es un tubo largo y cónico que se encuentra doblado al final, como un cuerno de vaca. Su longitud varía entre un metro y medio y tres metros. A pesar de su diseño simple, es difícil de tocar. Esto se debe a que todos los demás instrumentos de viento han experimentado avances técnicos a lo largo del tiempo (agujeros para los
dedos, válvulas, etc.) mientras que la trompa alpina ha conservado su forma original.
Actualmente, los fabricantes también usan otros tipos de madera. Las técnicas de construcción de la trompa han cambiado y, por lo general, las partes individuales (el tubo de la mano, el tubo central, el tubo de escape y la campana) se unen y luego se tallan para darles forma. Durante los últimos cien años se ha agregado una boquilla, para así controlar de mejor manera el soplo y los tonos.
Fuentes: www.myswitzerland.com | Cuerno alpino: siguiendo las huellas de los sonidos naturales. La trompa alpina: http://unesdoc.unesco.org
ChileSuiza:
una relación de más de 100 años
Aunque el flujo de migrantes suizos hacia Chile había comenzado en el siglo XVIII, durante la segunda mitad del siglo XIX el fenómeno migratorio empezó a ser mucho más constante y grande. Algunos de los inmigrantes suizos vinieron a través de programas elaborados por el estado chileno, cuyo objetivo era entregarle tierras a campesinos nacionales y extranjeros, para así ocupar partes del territorio del país que aún no estaban habitados. Estos colonos se fueron estableciendo, mayoritariamente, en el sur del país y a eso se sumaron pequeñas comunidades suizas, principalmente de comerciantes, ubicadas en Santiago y Valparaíso.
Según el censo de 1885, había 1.275 suizos residentes en Chile, aunque otras fuentes aseguran que entre 1883 y 1886 se establecieron 2.600 ciudadanos suizos en tierras chilenas. Lo concreto es que esta fue la época de mayor auge y, por lo mismo, no extraña que en esta fecha comenzara el acercamiento diplomático entre Chile y Suiza. Al respecto, es necesario mencionar que en 1851 se había abierto un consulado honorario en Valparaíso, pero en 1897 se firmó el primer acuerdo comercial entre ambos países. Después, en 1918, el gobierno de Suiza decidió acreditar a un diplomático en Santiago, capital chilena. Posteriormente, esta misión diplomática se convertiría en un consulado general (1923), legación (1944) y embajada (1957).
A partir de entonces, el vínculo se fue consolidando y se establecieron una serie de importantes acuerdos, destacando el Acuerdo Comercial Complementario (firmado en 1955), Convenio Básico de Cooperación Científico y Técnica (1969), Convenio en Materia de Cooperación Mutua en el Campo del Medioambiente (1998), Acuerdo Complementario sobre Comercio de Productos Agropecuarios (2004) y Acuerdo sobre el Intercambio
Encuentro de Diplomáticos en el Palacio de gobierno “La Moneda” en Santiago 1918“
de Pasantes (2010). Además, en 2003 se produjo la firma de un Tratado de Libre Comercio entre Chile y los países de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), integrada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.
Durante los 100 años de existencia de la relación diplomática entre Chile y Suiza, la cooperación se ha desarrollado en diversos ámbitos y esto se ha ido confirmando con una serie de visitas de alto nivel, incluyendo a presidentes, ministros, subsecretarios, representantes políticos y delegaciones de diversas áreas, como educación, minería, energía, agricultura, medioambiente, cambio climático, inversión, comercio e investigación.
Actualmente, ambos países tienen una muy buena relación. De acuerdo a los datos entregados por la Oficina Federal de Estadísticas, en 2020 había 5.554 suizos viviendo en Chile, mientras que la comunidad chilena residente en Suiza ha sido estimada en 5.000 personas.
El largo viaje de los colonos suizos
(editado por Enrique Ceppi)
A continuación, podrán leer párrafos seleccionados del libro Suizos en el confín del mundo, escrito en el marco del taller de literatura del club y que pronto será publicado. En esta oportunidad, hemos escogido relatos familiares relacionados con la travesía del océano y la llegada a Chile de los colonos suizos.
La opción de expatriarse, de venir a Chile, fue un trámite corto y la familia BanderetAeschimann, con sus doce hijos, tomó un barco rumbo a un continente desconocido, pero hacia un país con una naturaleza portentosa que les ofrecía tierras, trabajo y sustento. En 1886, Gustav y Sophie, con Albert, John, Lucy, Gustave, George, Henri, Daniel y Elisa, llegaron a Chile después de más de treinta días de navegación en el vapor “Cotopaxi”. Sobre los otros cinco niños (Jean, Philippe, Joseph, Benjamín y Charlotte), no sabemos si murieron durante o después del viaje.
América, América, por Vivian Montecino
“¡América, América!” era el murmullo que se escuchaba, cada mañana, cuando no había ni un solo pan para comer. La vida se desmoronaba para los campesinos, los viñateros y el cultivo de sus campos: el ganado, los pastos...
1. La salida del emigrante, cuadro de Hans Bachmann, 1911. Museo Histórico de Lausana.
Fue una gran aventura poder disfrutar el viento marino, asomarse a la borda a ver las olas y los pájaros, conocer a tantos nuevos amigos, compartir juegos y penurias e imaginar lo desconocido, todo un mundo nuevo por delante. Acabada la travesía, los colonos suizos desembarcaron en Talcahuano y luego viajaron por tren hasta Angol. Allí, por contrato se les entregó —entre otras cosas— una carreta y un par de bueyes, para seguir el viaje a los alrededores del cerro Ñielol en Lautaro, Quino o Galvarino, lugares donde se establecieron los recién llegados y se instalaron varias colonias suizas.
Viaje a Punta Arenas, por María Inés Baeriswyl
Una densa neblina caía sobre la bahía de Punta Arenas, cuando el vapor Liberia lentamente tiraba anclas y llegaba a destino en la noche del 21 de mayo de 1877.
2. Conrado Pittet. Bulle, Suiza, 1877. 1. Ciudad de Punta Arenas. Fotografía: álbum de Ana Braun.
Ansiosos y cansados por el largo viaje, los viajeros del vapor Liberia, entre ellos mis tatarabuelos Conrado y Paulina, junto a sus hijos — curiosos en la borda del vapor, sintiendo el frio del otoño magallánico—, trataban en vano de divisar Punta Arenas.