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Librito para Participantes

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL Agr adeci m i ento

Autora, Reuniones #1 a #6; y “Crecer en santidad por medio de la Eucaristía” n Rita Ferrone Rita Ferrone es una galardonada escritora y conferencista en las áreas de liturgia, catequesis y la renovación de la Iglesia Católica. Reside en Mount Vernon, Nueva York. Autor, “Lectio divina: una manera de rezar con la Sagrada Escritura” n Padre Thomas Ryan, CSP El padre Thomas Ryan, CSP, dirige la Oficina Paulista de América del Norte para Relaciones Ecuménicas e Interreligiosas en Washington, DC. Es autor de 14 libros, predica misiones parroquiales ecuménicas y dirige retiros y seminarios ecuménicos e interreligiosos en todos los EE.UU. y Canadá. www.tomryancsp.org

Autor, “ Bienvenidos a Vive la Eucaristía” n Padre Kenneth Boyack, CSP El padre Kenneth Boyack, CSP, sirve como vicepresidente de Paulist Evangelization Ministries. Es autor o editor de 17 libros, entre ellos Reanima tu fe. Reconéctate a tu fe católica (Co-autor con el padre Frank DeSiano, CSP), El padre Boyack es el coordinador general de Vive la Eucaristía. Editora del inglés n Sra. Paula Minaert TraDucTORA n Marina A. Herrera, Ph.D. Diseño y maquetación n Pensaré Design Group, LTD Nihil obstat: P. Christopher Begg, S.T.D., Ph.D., Censor Deputatus. Imprimatur: Reverendísimo Barry C. Knestout, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Washington, 28 de marzo de 2012. El nihil obstat y el imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o panfleto está libre de errores doctrinales o de moral. No implican de forma alguna que quienes han otorgado el nihil obstat e imprimatur estén de acuerdo con el contenido, las opiniones o declaraciones expresadas. Copyright © 2012 de Paulist Evangelization Ministries. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este folleto puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso del propietario de los derechos. Las lecturas para la lectio divina han sido tomadas del Leccionario I © 1976 Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Se usan con permiso. Todos los derechos reservados. Las referencias bíblicas son tomadas de la Biblia Latinoamérica © 1972, Ramón Ricciardi y Bernardo Hurault, Sociedad Bíblica Católica Internacional. Se usan con permiso. Las selecciones de la misa se han tomado del Misal Romano © 2006, Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Se usan con permiso. Todos los derechos reservados. Publicado por Paulist Evangelization Ministries 3031 Fourth Street, NE, Washington, DC 20017 www.pemdc.org

Impreso en abril de 2012

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL Í NDICE

Índice Bienvenidos a Vive la Eucaristía

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Reunión #1: Te doy mi palabra

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Primer domingo de Cuaresm a

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Reunión #2: El arte de escuchar segundo domingo de Cuaresm a

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Reunión #3: Afirmar lo que creemos tercer domingo de Cuaresm a

17

Reunión #4: El gozoso regreso a casa cuarto domingo de Cuaresm a

21

Reunión #5: ¡Reconcíliate con Dios! quinto domingo de Cuaresm a

Reunión #6: La Eucaristía: camino a una vida de santidad y virtud

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domingo de Ra mos en l a Pasión del Señor

Lectio Divina Una manera de rezar con la Sagrada Escritura

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CRECER EN SANTIDAD POR MEDIO DE LA EUCARISTÍA

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL INTRODUC c I ó N

Bienvenidos a Vive la Eucaristía ¡Enhorabuena! Has decidido unirte a un pequeño grupo de Vive la Eucaristía durante la Cuaresma. Tu participación puede enriquecer tu vida en formas sutiles y sorprendentes. Durante las próximas seis semanas crecerás en tu comprensión del misterio de la Eucaristía, participarás más plenamente en la misa dominical, y saldrás de la misa con un renovado impulso para que brille la luz de Cristo.

Formato de las reuniones

temas de las reuniones

Las reuniones de los grupos tendrán una duración aproximada de 90 minutos:

Alimentarás tu vida espiritual concentrándote en seis temas durante las reuniones.

8 min.

Reunión #1: Te doy mi palabra

Bienvenida y oración de apertura

Preparación para el 10 Domingo de Cuaresma

10 min. Respuesta a las preguntas de apertura sobre el tema

Reunión #2: El arte de escuchar Preparación para el 2 o Domingo de Cuaresma

10 min. Presentación del tema Reunión #3: Afirmar lo que creemos

30 min. Diálogo sobre el tema

Preparación para el 3 o Domingo de Cuaresma

25 min. Rezar con las lecturas de la misa dominical utilizando el método de la lectio divina

Reunión #4: El gozoso regreso a casa Preparación para el 4 o Domingo de Cuaresma

Reunión #5: ¡Reconcíliate con Dios!

5 min.

Oraciones de clausura

Preparación para el 5 o Domingo de Cuaresma

2 min.

Anuncios

Reunión #6: La Eucaristía: camino a una vida de

santidad y virtud Refrigerios y convivencia después de la reunión.

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Preparación para el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL INTRODUC c I ó N

Vayan en paz, glorificando al Señor con su vida. del rito de despedida de la misa

para sacar el máximo provecho de la experiencia en grupos pequeños Al entrar en el tiempo santo de Cuaresma, considera las siguientes sugerencias como formas de participar plenamente en las reuniones de grupos.

Antes de la reunión Dedica tiempo a la oración personal para leer y reflexionar sobre los materiales antes de ir a la reunión. Pruebe la secuencia de cuatro pasos a continuación para ver si te resulta útil. O encuentra una secuencia que funcione mejor para ti. Primero, lee la Oración Colecta para la misa del domingo siguiente que se encuentra en la primera página de cada sesión. Usa esta oración para poner tu mente y corazón en la presencia de Dios. Segundo, lee el primer párrafo de introducción de la sesión y las preguntas de apertura. ¿Cómo responderías

estas preguntas? A continuación, lee la presentación y reflexiona sobre las preguntas al final de la presentación. ¿Cómo responderías estas preguntas? En tercer lugar, prepárate para la lectio divina. Lee los versículos de la Escritura en la tercera página de cada sesión, titulados Para la lectio divina. Este pasaje está tomado de una de las lecturas de la misa del domingo siguiente. A continuación, lee la sección titulada “Lectio divina: una manera de rezar con la Sagrada Escritura”, en las páginas 29-33 de este librito. El padre Tom Ryan, CSP, un profesor conocedor y perceptivo, será tu guía en tu descubrimiento del tesoro del método de la lectio divina. Vuelve a esta sección siempre que lo necesites hasta que te sientas cómodo con este método de oración. Por último, profundiza tu conocimiento y aprecio por la misa leyendo todo o parte de la sección titulada “Crecer en santidad por medio de la Eucaristía”, en las páginas 34-43 de este librito. Rita Ferrone, una galardonada escritora y conferencista en las áreas de liturgia y catequesis te abrirá la mente a nuevas ideas

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL INTRODUC c I ó N

sobre la misa, como una senda para llevar una vida santa, virtuosa y llena de gozo. Vuelve a esta sección al participar en las reuniones de semana a semana cuando sea necesario.

Durante la reunión Entra de lleno en la conversación. Contribuye en la medida en que te sientas cómodo y tengas algo que decir. Puedes enriquecer la experiencia de otros miembros del grupo con su participación; también te puedes beneficiar al escuchar con atención cuando otros hablan. Sé tú mismo, participa de una manera que sea la correcta para ti y disfruta de la experiencia. Concéntrate en el compartir de la fe. Piensa que tu grupo es una comunidad de discípulos que crecen en el amor por Cristo. Compartir la fe no es una conversación académica ni una prueba de cuánto uno sabe sobre un tópico dado. Es más bien una invitación a considerar esta pregunta: “¿Qué significa esto para mí como seguidor de Jesús hoy?”. Cada persona expresa su fe de manera diferente, y todos aprenderán con el intercambio.

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Después de la reunión Presta atención a la guía del Espíritu Santo. La Cuaresma es un periodo de iluminación y aclaración durante el cual el Espíritu nos lleva a alejarnos del pecado y ser fieles al Evangelio. Las ideas de las reuniones del grupo sobre la Eucaristía pueden ser una vía a la conversión, una invitación a una vida nueva en Jesucristo. Lo que el Espíritu te enseña en las reuniones te permitirá celebrar la Pascua con la mente y el corazón renovados. Busca maneras de vivir la Eucaristía. Durante el rito de despedida en la misa, el sacerdote o el diácono, invoca una de estas despedidas: “Podéis ir en paz” (Pueden ir en paz), “La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Podéis ir en paz“. O “Glorificad al Señor con vuestra vida. Podéis ir en paz”, “En el nombre del Señor, podéis ir en paz”. Al participar en un grupo pequeño y aprender más acerca de la misa, pide al Espíritu Santo que te guíe a llevar a Cristo a tu familia, tu lugar de trabajo... dondequiera que la luz de Cristo necesite brillar. Puedes contar que la presencia de Cristo en la Eucaristía te dará el poder, la fuerza y la sabiduría que necesitas para vivir y compartir tu fe con alegría y confianza durante la semana.

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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P r i m e r D o m i n g o d e C u a r e s m a

Te doy mi palabra La Palabra de Dios es comida para el alma, y delicia para el corazón y la mente. Su grandeza y la belleza son incomparable. La Palabra de Dios es más que meras palabras en una página, impresas en un libro. Jesús mismo es la Palabra de Dios. En la Liturgia de la Palabra, Jesucristo continúa proclamándonos Buenas Noticias, afirmando la Alianza de Dios y llamándonos a la conversión.

Oración colecta

para el 10 Domingo de cuaresma

Preguntas de apertura 1 n ¿Cuál es tu lugar favorito para escuchar o leer las Escrituras? ¿Por qué?

Concédenos, Dios todopoderoso, que las prácticas anuales propias de la Cuaresma nos ayuden a progresar en el conocimiento de Cristo y a llevar una vida más cristiana.

2 n Considera estas expresiones: “Creo en su palabra”. “Ella vale tanto como su palabra”. “Mi palabra es mi garantía”. ¿Qué sugieren sobre el poder de las palabras? 3 n ¿Te ha desafiado la Palabra de Dios a cambiar? Da un ejemplo.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo

Presentación

en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Las palabras humanas se utilizan para muchos propósitos diferentes. Transmiten información, hacen preguntas y buscan comprender. Las palabras forjan contratos, dan expresión a las leyes y formalizan compromisos. Nuestras palabras expresan sentimientos, revelan emociones y articulan nuestras pasiones. Pueden estimular la imaginación y deleitar los sentidos, como en la poesía y la oratoria. Así son nuestras palabras: robustas, útiles, y sí, incluso bellas.

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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P RIMER DOMINGO DE CUARESMA

Pero, ¿inspiran confianza nuestras palabras? ¿Las pronunciamos con poder? ¿Son justas y verdaderas? Bueno... a veces. Porque somos humanos, nuestras palabras son como nosotros: maravillosas pero también falibles. A veces reflejan nuestras virtudes. En otras ocasiones, sin embargo, se ven empañadas por nuestros pecados. Nuestras palabras pueden mentir y traicionar, engañar y defraudar. Dicen la verdad, pero de una manera humana. Están condicionadas por nuestra situación.

La Palabra de Dios La Palabra de Dios, sin embargo, no es como nuestras palabras. Es como Dios es: fiel, poderosa, verdadera y digna de confianza. Pone de manifiesto la voluntad de Dios, y pone en práctica lo que revela. La historia de la salvación está llena de testigos del poder de la Palabra de Dios. Cuando Dios “habla”, suceden cosas. En la Creación, Dios sacó el universo de la nada y dio a luz a sus maravillas por el poder de su Palabra. “Pues él habló y todo fue creado, / lo ordenó y las cosas existieron”, dice el salmista (Salmo 33,9). Cuando Dios dijo a Moisés que dividiera el mar en dos, su Palabra estaba llena de poder, y por eso se salvó el pueblo. La Palabra de Dios, por boca de los profetas, se envía en misión. Como Isaías escribió: “Así será la palabra, / que salga de mi boca. / No volverá a mí con las manos vacías / sino después de haber hecho lo que yo quería, / y haber llevado a cabo lo que le encargué” (Isaías 55,11 ). Por último, cuando la Palabra de Dios expresa su amor y misericordia, es un bálsamo curativo y de alegría. Su bondad y fecundidad son duraderas. Dios, el hacedor de alianzas, entra en relación con el pueblo, dándole su Palabra. Los seres humanos pueden

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“retractar su palabra” y romper un pacto o una promesa. Pero Dios es fiel. Cuando Dios se compromete, Él estará allí. La Palabra de Dios es de fiar.

Jesús, la palabra de Dios El Nuevo Testamento revela que Jesús mismo es la Palabra de Dios. Él es la revelación encarnada de Dios. Jesús es fiel y verdadero, poderoso y digno de confianza. La Palabra que Dios ha “expresado” por vía de la Encarnación se puede meditar día y noche, sin agotar nunca su riqueza. Jesús es la alegría, el bálsamo curativo enviado por Dios, que consuela a los que sufren y lleva alegría a su pueblo. Juan el Evangelista comienza su relato del Evangelio con una descripción elevada de la Palabra, el Hijo de Dios que existía antes que todos los tiempos. Después anuncia la gran maravilla: que hemos visto la Palabra hecha carne en Cristo Jesús. Y el Verbo se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único; en él todo era don amoroso y verdad. (Juan 1,14). Jesús es la Palabra fiel de Dios. Una vez que se habla, esta palabra nunca se puede deshacer.

La Liturgia de la Palabra Cuando las Escrituras se proclaman y predican en una comunidad de creyentes, son la Palabra viva de Dios. Cristo está realmente presente en la Liturgia de la Palabra, como el Concilio Vaticano II afirmó, “pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla”

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P r e p a r a c i ó n p a r a EL P r i m e r D o m i n g o d e C u a r e s m a

(Constitución sobre la Sagrada Liturgia, 7). Los Padres del Concilio Vaticano II continuaron: “En la liturgia... Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración” (CSL, 33). Los textos de la Sagrada Escritura están impresos en papel y encuadernados en un libro. Este libro se trata con respeto y reverencia. Sin embargo, no es el libro, pero la palabra que nos cautiva. Por el poder del Espíritu Santo, la Palabra tiene el potencial de cambiar nuestras vidas (vea Catecismo de la Iglesia Católica, 108) ¡Qué alta vocación! Importa, por tanto, cómo se proclaman las lecturas. Siempre se debe hablar con comprensión, expresión y reverencia. Esto puede ser un desafío, porque la literatura de la Biblia es muy variada. Hay cuentos, poesías, exhortaciones, leyes, historia, dichos sabios y más. La persona que lee la Escritura en la liturgia carga con una gran responsabilidad para captar el tono y el estilo, a fin de darle vida a cada uno de estos textos. Algunas partes de la Liturgia de la Palabra, sobre todo el Salmo y la aclamación del Evangelio, es preferible que sean cantadas. La música aumenta su solemnidad y establece el estado de ánimo. El cantor y el coro, así como el sacerdote o el diácono, cantan, no para un espectáculo, sino como acto de servicio. Su canto avanza la celebración y profundiza la oración de la comunidad. La gente canta, a su vez, para participar más plenamente en la celebración y ofrecer su propia respuesta de oración a Dios. La postura, los gestos y las respuestas durante la Liturgia de la Palabra proclaman que estamos activamente comprometidos y listos para recibir la Palabra de Dios en la fe. El Evangeliario es llevado en procesión, con todos los honores, a veces acompañada de incienso y velas. El rito expresa el gran valor que le asignamos al Evangelio –la lectura del Evangelio es el punto culminante de la liturgia de la Palabra.

La predicación, que sigue a la lectura del Evangelio, a menudo explora los pasajes bíblicos que acabamos de escuchar. El predicador ayuda a la asamblea a escuchar lo que Dios dice por medio de estas lecturas a esta comunidad, en este día y hora. La predicación también puede enfocar el significado de los sacramentos, las oraciones o partes de la misa, o el día que marca calendario de la Iglesia, la interpretación de los signos litúrgicos con el fin de construir la fe del pueblo de Dios. Por medio de la predicación, la revelación de Dios se nos acerca, y la vemos con nuevos ojos.

La divina revelación En el entendimiento católico de la divina Revelación, la Sagrada Escritura tiene una función crucial. Los católicos creen que el Antiguo y el Nuevo Testamento son la Palabra de Dios, transmitida amorosamente por la Iglesia. Como los Padres del Concilio Vaticano II escribieron en la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación: “La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”. La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a sus sucesores” (no. 9). La Sagrada Escritura enseña, fortalece y edifica la Iglesia. Como San Pablo escribió: “Todas esas escrituras proféticas se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, perseverando y teniendo el consuelo de las Escrituras, no nos falte la esperanza” (Romanos 15,4). Las Escrituras revelan a Dios y su plan para toda la raza humana. Fueron escritas por autores humanos, que fueron inspirados divinamente. Los católicos no leen las Escrituras como lo hacen los literalistas bíblicos o los fundamentalistas. Más bien, tratan de entender los tiempos históricos en que los textos bíblicos fueron escritos, las formas literarias que los escritores sagrados

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utilizaron para comunicar el mensaje y el significado que Dios quiere que recibamos a través de ellas. La interpretación de la Palabra es esencial. Los católicos afirman la verdad de la Sagrada Escritura. Compilada en el transcurso de los siglos, estos textos antiguos no reflejan los puntos de vista históricos ni científicos de hoy. La verdad de la Escritura es la verdad religiosa con respecto a nuestra relación con Dios y la relación de Dios con el mundo. Cuando se comprende apropiadamente, los textos de la Sagrada Escritura enseñan la verdad necesaria para nuestra salvación (vea Catecismo de la Iglesia Católica 107). Esta verdad no viene desnuda, desencarnada o reducida al mínimo. La Revelación que recibimos por medio de la Palabra es tan rica y nutritiva como un banquete. Por eso, nuestros documentos de la Iglesia se refieren a la Liturgia de la Palabra como una “mesa” en la que nos nutrimos.

Para la Lectio divina:

Romanos 10,8-13

Hermanos: La Escritura afirma: Muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, se encuentra la salvación, esto es, el asunto de la fe que predicamos. Porque basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse. En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.

Preguntas para el diálogo 1 n ¿Qué te llamó más la atención en esta presenta­ción? ¿Qué ideas o sentimientos despertó en ti? 2 n ¿De qué manera la proclamación de la Palabra en la misa dominical influye en nosotros para vivir por la fe cada día? Da un ejemplo.

lecturas para el 10 Domingo de Cuaresma Deuteronomio 26,4-10; Salmo 91,1-2.10-11.12-13.14-15; Romanos 10,8-13; Lucas 4,1-13 Responso al Salmo: Acompáñame, Señor, en la

3 Jesús es la Palabra hecha carne. ¿Cómo piensas que Jesús “vivió la Palabra” o “encarnó la Palabra”? ¿Qué implicaciones tiene esto para los creyentes? n

4 n ¿Cuándo te has sentido que las Escrituras son el alimento para tu vida, una “mesa” en la que te alimentas? ¿Has sentido “hambre” de la Palabra alguna vez?

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tribulación.

Oración después de la Comunión Que este pan celestial / alimente, Señor, en nosotros la fe, / aumente la esperanza, refuerce la caridad, / y nos enseñe a sentir hambre de Cristo, / que es el pan vivo y verdadero, / y a vivir de toda palabra que proceda de tu boca. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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Lectio Divina: una manera de rezar con la Escritura Profundizar de la comunión con Dios es la invitación y la aventura de nuestra vida. Lo queremos, y buscamos métodos que nos ayudarán a realizarlo. Es preciso tener una experiencia de Dios para poder buscarlo con todo el corazón, mente y alma. El conocimiento intelectual sobre Dios no será suficiente para alimentarnos y mantenernos. La lectio divina es una manera accesible de tener un encuentro. El método tiene la prueba del tiempo. Uno de los escritores eclesiásticos de la Iglesia, Orígenes de Alejandría (185-254) y el monje Juan Casiano (365-435) trazaron las líneas del método en sus escritos sobre la oración. El monje cartujo del siglo XII Guido le dio una definición más clara como una escalera con cuatro peldaños espirituales –la lectura, la meditación, la oración y la contemplación– que llegó a ser conocido como lectio divina (literalmente, “lectura de Dios”). Este proceso es una forma pausada y contemplativa de oración con la Escritura que permite que la Palabra de Dios se convierta en un instrumento de la unión con Dios. Los cuatro peldaños, con sus clásicos títulos latinos son: Primer PASO:

Lectio — Escuchar la Palabra de Dios Segundo PASO

Meditatio — Reflexionar y meditar en la Palabra de Dios Tercer PASO:

Oratio — Orar con el corazón en respuesta a lo que Dios me pide

La lectio divina tiene como único objetivo pasar tiempo con Dios por medio de su Palabra. Al hacer esto, habrá un suave movimiento entre las actividades internas y espirituales de leer, reflexionar y orar, por un lado, y receptividad por el otro. La actividad espiritual no es exterior, sino interior, y nos lleva a las profundidades del alma, donde el Espíritu Santo está transformando nuestro corazón en el de Cristo. Y en la fase de receptividad –la contemplación– dejamos de hacer cosas interiores espirituales y simplemente aprendemos a ser, a descansar en la presencia amorosa de Dios. Del mismo modo que constantemente vamos y venimos en nuestra vida pública entre hablar y escuchar, preguntar y reflexionar, así también en nuestra vida espiritual, debemos aprender a ir y venir fácilmente entre la práctica espiritual y el descanso de simplemente estar en la presencia de Dios. La lectio divina nos enseña a disfrutar de la experiencia activa y receptiva de Dios. En el suave ir y venir entre la actividad espiritual y la receptividad que forman parte del proceso de la lectio divina, nos unimos cada vez más a Dios.

Cuarto PASO:

Contemplatio — Descansar en la presencia de Dios

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SAMPLE - COPYRIGHTED MATERIAL Crecer en santidad

Crecer en santidad por medio de la Eucaristía “Quiero amar y ser amada”. “Quiero poder cuidar a mi familia”. “Quiero usar mis dones y talentos”. “Quiero hacer del mundo un lugar mejor.” Las esperanzas y los sueños, nuestros deseos más profundos, son una parte esencial de la vida humana. Dan cohesión a la vida con el correr de los años. Nos ayudan a saber quiénes somos y hacia dónde vamos. ¿Cuál es tu esperanza? ¿Cuál es tu sueño?

¿Alguna vez te dices a ti mismo “quiero ser santo”? Tal vez no con esas mismas palabras. Pero el deseo de santidad es un deseo muy real y humano. El deseo de vivir la vida cristiana –plena y espléndida, no solo un poquito– es un anhelo de santidad. El deseo de imitar a Dios y caminar en el amor como Cristo nos amó (Efesios 5,1-2), es el deseo de santidad. La esperanza de que el arrepentimiento, el perdón y la renovación son realmente posibles para mí, –no importa cuáles sean mis circunstancias o lo manchado que sea mi pasado– es una esperanza de santidad. La Eucaristía nos ayuda a crecer en santidad día a día. La siguiente reflexión tiene la intención de ayudarte a renovar tu propio deseo de santidad y mostrar cómo Dios puede satisfacer ese deseo por medio de la Eucaristía.

LA IGLESIA: LLAMADA A LA SANTIDAD Solo Dios es santo. Sin embargo, Dios ha querido compartir su vida con nosotros. Por la gracia de los sacramentos y por el ejercicio de la virtud cristiana, poco a poco llegamos a participar en la santidad de Dios. Llegamos a ser como Él, viviendo la vida cristiana. La Iglesia es santa porque el Espíritu Santo mora en ella. Jesús prometió que enviaría el Espíritu Santo a permanecer siempre con nosotros, y creemos en su promesa. Al mismo tiempo sabemos que la Iglesia incluye a personas con muchas debilidades, pecadores, y santos también. La Iglesia, por su propia naturaleza, abarca a los pecadores y los llama a la conversión. Debido a que la Iglesia es un “pueblo peregrino” y no una “sociedad

“La Eucaristía es nuestro tesoro más valioso”. — Benedicto X VI

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