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Ministerio en el Banquete del Señor Rita Ferrone

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os fieles que participan en Vive la Eucaristía durante la Cuaresma tendrán una mayor expectativa de la homilía cuando asistan a la misa dominical. Estarán preparados para una participación más plena, consciente y activa en la Eucaristía. Ustedes pueden ayudar a satisfacer y exceder sus expectativas aportando sus mejores esfuerzos en el desempeño del ministerio de la Sagrada Comunión. Les ofrecemos estas reflexiones para ayudarlos.

¿QUIÉNES SON LOS MINISTROS DE LA COMUNIÓN? Ustedes son de los muchos que tienen a cargo el hermoso ministerio de la distribución de la Sagrada Comunión. Los obispos y los presbíteros, en su función sacerdotal, hacen esto como parte de su ministerio ordinario. Durante gran parte de la misa ellos sirven a la congregación como grupo o comunidad. En el momento de la distribución de la Comunión, sin embargo, sirven a los fieles uno a uno. La gente avanza en procesión, sin embargo, cada individuo –manos, cara, corazón y alma– es un misterio irrepetible, un hijo único de Dios. Dar la Comunión es un momento especial de encuentro mediado por las palabras y gestos del Rito de la Comunión.

Los diáconos son también encargados del ministerio de distribuir la comunión como parte de su ministerio ordinario. Para muchos es un punto culminante de su servicio. Por su ordenación como diáconos ellos tienen una responsabilidad especial en el ministerio del cáliz en la liturgia, pero también sirven como ministros de la Comunión bajo la forma del pan. Su función litúrgica complementa su don y llamado diaconal al servicio. Por último, los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión son aquellos laicos que están llamados a ayudar al sacerdote y al diácono directamente en la tarea y el privilegio de dar la Sagrada Comunión a los fieles. Sirven como se los necesite, por lo que su ministerio se denomina extraordinario y no ordinario. Sin embargo, su servicio está impregnado con el mismo amor por Cristo y por su pueblo que caracteriza a cada ocasión en la que la comunión se da y se recibe en la fe. La dignidad de los ministros extraordinarios, como miembros de los fieles bautizados, brilla a la vista de todos cuando se acercan a la Eucaristía con alegría y respeto. Su dignidad de bautizados también se demuestra por el cuidado con el que comparten los elementos eucarísticos con sus hermanos y hermanas en Cristo.


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Uno de los recursos en general es el excelente Manual para ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión por Kenneth A. Riley y Pablo Turner (Chicago: Liturgy Training Publications, 2007). También puede haber normas específicas emitidas por sus diócesis y/o parroquias. TENGAN EN CUENTA: ¿Cuándo fue la última vez que repasaste o actualizaste tu formación en este ministerio? ¿Qué se ha quedado contigo de esa preparación? ¿Existen preguntas de “cómo se hace” que siguen sin respuesta para ti en este momento?

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TRES PAUTAS DE SABIDURÍA La experiencia ha demostrado que ser un ministro extraordinario de la Sagrada Comunión requiere más que simplemente conocer las reglas y regulaciones. Las siguientes tres “pautas de sabiduría” pueden ayudarlos a llevar a cabo este fructífero ministerio:

SABER DESEMPEÑARSE Porque la Eucaristía es tan importante para la Iglesia Católica, hay normas precisas que regulan la forma en que se da y se recibe en la liturgia, incluso los gestos, los movimientos y las palabras. Cuándo acercarse al altar, cómo manejar los vasos sagrados, qué hacer en determinados casos –todos estos asuntos están sujetos a un análisis cuidadoso. También hay normas que rigen cómo la Comunión se debe dar a los enfermos y a los moribundos. Algunas de las normas y las expectativas vienen desde Roma para toda la Iglesia, mientras que otras son locales (de la diócesis). Hay también costumbres y aplicaciones prácticas de las reglas más amplias que entran en juego en su parroquia en particular y determinadas por el párroco. No es nuestro propósito presentar o explicar detalladamente estas instrucciones, sino simplemente hacer notar su importancia. Es esencial que como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, ustedes reciban una formación adecuada y, que revisen periódicamente las normas de la Iglesia y las directrices que se aplican a ustedes. No es suficiente tener buenas intenciones y la voluntad de servir. Hay que saber desempeñarse, y ser fiel a la guía de la Iglesia en el ejercicio del ministerio que les ha sido confiado.

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Tómense su tiempo

La prisa es enemiga de un ministerio eficaz al dar la Sagrada Comunión. Ministros extraordinarios necesitan tomarse su tiempo y dar tiempo a que sus acciones se desarrollen de forma natural. Al tomarse su tiempo, dan un ejemplo de reverencia, evitan contratiempos y animan a los que los rodean a relajarse y ocuparse de lo que está sucediendo.

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Muestren calidez

Como nos señala el P. Michael Kwatera, OSB, “El ministerio de la comunión es solo para quienes pueden mirar con comodidad a otra persona a los ojos y tocar a otra persona con facilidad”. Estar atentos y a gusto con el contacto humano es una necesidad. El padre explica: “Si estás mirando hacia la procesión de personas que se acercan, o a la congregación en vez de dar toda tu atención a la persona delante de ti, la gran parte del valor humano del encuentro se perderá”. El libro del P. Kwatera, El ministerio de la Comunión (Collegeville: The Liturgical Press, 2004) es otro excelente recurso para lectura adicional.

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Amen a su prójimo

San Pablo enseñó a la comunidad de Corinto que el amor era el más grande de todos los dones. Sin amor, nuestras buenas obras no son nada. No somos más


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que “un metal que resuena o un platillo que hace ruido” (1 Corintios 13,1). Es igual de cierto cuando servimos en la liturgia que cuando estamos fuera de ella. Estamos

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llamados a amar a aquellos con los que rendimos culto, no importa la apariencia de la persona, su vestimenta ni sus modales. Si presentamos el Cuerpo y la Sangre del Señor y despreciamos o juzgamos a nuestro prójimo, contradecimos en nuestro corazón el signo de la Eucaristía.

UNA VIDA DE FE Y ORACIÓN El ministerio de la Comunión crece cuando fluye de una vida de fe y de oración. El ministro de la Comunión quien tiene un compromiso con la oración y que interioriza el sentido de lo que está sucediendo en la Comunión será capaz de actuar desde una motivación e integridad espiritual que matiza todo. La esencia de la comunión es sencilla. El Señor Jesús resucitado, que ha dado su vida por nosotros, está con nosotros en la Eucaristía; desea estar con nosotros; quiere llegar a ser una parte tan importante de nosotros que nos convertimos en el Cuerpo de Cristo en nuestro mundo. Cuando cada persona toma parte en el banquete sagrado, se cumple la promesa otra vez: “Estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). REFLEXIONAR: Hay muchos pasajes en la Biblia que nos ofrecen imágenes de Jesús y su amor por nosotros, como el Buen Pastor, la vid y los sarmientos, Jesús alimentando a los cinco mil y muchas más. ¿Qué imagen de Jesús en la Escritura es tu favorita? ¿Cómo alimenta esa imagen tu ministerio?

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REFLEXIONAR: ¿Cómo cultivas la oración en tu vida? ¿Dedicas tiempo a la oración? ¿Rezas ante el Santísimo Sacramento? Tu amor por la Eucaristía ¿influye en la manera en que rezas y vives?

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AutorA n Rita Ferrone es una galardonada escritora y conferencista en las áreas de liturgia, catequesis y la renovación de la Iglesia Católica. Vive en Mount Vernon, Nueva York. Copyright © 2012 de Paulist Evangelization Ministries. Se concede permiso para reproducir este artículo con fines educativos relacionados con Vive la Eucaristía. Publicado por Paulist Evangelization Ministries, 3031 Fourth Street, NE, Washington, DC 20017, www.pemdc.org Fotos: W.P. W it tm a n Li m ited, pági n a s 2 y 3.


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