Catálogo Joaquín Torres García

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Desde Nueva York hasta el “Eureka”

"Joaquín Torres García: Geometría y simbolismo (1920-1934)"

Biografía

Joaquín Torres García nació el 28 de julio de 1874 en Montevideo, Uruguay, en el seno de una familia de ascendencia catalana. Desde niño, mostró un fuerte interés por el mundo artistico, lo que lo llevó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona cuando su familia se trasladó allí en 1891. En España, desarrolló su talento artístico y comenzó a conectarse con los movimientos modernistas de la época.

En 1909, Joaquín contrajo matrimonio con Manolita Piña, quien fue su compañera y madre de sus cuatro hijos: Olimpia, Augusto, Ifigenia y Horacio. La vida familiar fue siempre central para él, equilibrando su carrera artística con su rol como padre y esposo. Durante toda su vida, la estabilidad económica y emocional de su familia fue una de sus principales prioridades.

Aunque Torres García estuvo en contacto con importantes corrientes artísticas en Europa y América, sus preocupaciones personales y familiares siempre estuvieron presentes. A pesar de los desafíos financieros que enfrentó en varias etapas de su vida, se dedicó con pasión a la creación artística y a la docencia. Siempre se vio a sí mismo no solo como un pintor, sino también como un educador y pensador, con la convicción de que el arte debía tener un propósito social y cultural.

La vuelta definitiva a Uruguay en 1934 significó una etapa de consolidación tanto en su vida personal como artística. Rodeado de su familia y amigos, fundó el Taller Torres-García, donde formó a numerosos artistas y transmitió sus ideales sobre el Universalismo Constructivo. Esta teoría artística,

desarrollada por él mismo, buscaba integrar las formas geométricas del constructivismo con los valores y símbolos universales, siempre vinculados a su tierra natal.

Torres García fue un hombre profundamente reflexivo, que escribió numerosos textos sobre arte y cultura, buscando siempre dejar una enseñanza para futuras generaciones. Hasta sus últimos días, estuvo rodeado de su familia, quienes jugaron un papel clave en la preservación de su legado.

Joaquín Torres García falleció el 8 de agosto de 1949 en Montevideo, dejando tras de sí una obra rica en contenido simbólico, geométrico y cultural, y una influencia duradera en el arte latinoamericano y mundial.

Paisaje de Nueva York

66 x 96 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

Los años en Nueva York

Los años en Nueva York (1920-1922)

La breve estancia de Joaquín Torres García en Nueva York marcó un punto de inflexión en su carrera artística.Tras años de formación y experiencia en Europa, donde se sumergió en movimientos como el modernismo y el cubismo, Torres García anhelaba encontrar un entorno que le permitiera explorar nuevas ideas y conceptos. Nueva York, en pleno auge industrial y cultural, ofrecía una vibrante escena artística que atraía a creadores de todo el mundo. El deseo de conectarse con esta energía contemporánea y de vivir la modernidad en su máxima expresión lo llevó a emprender este viaje.

Una vez en Nueva York, Torres García se vio inmerso en una ciudad llena de vitalidad y movimiento, donde los rascacielos y la arquitectura moderna desafiaban los límites de la percepción visual. Este entorno cambió su forma de concebir el arte; se sintió fascinado por la interacción entre la geometría de las edificaciones y la vida urbana que se desarrollaba a su alrededor. Las experiencias cotidianas en esta metrópoli se tradujeron en una serie de obras que reflejaban su admiración por la modernidad, así como su interés por la relación entre el ser humano y su entorno.

Durante su estancia, Torres García también enfrentó desafíos personales, como la inestabilidad económica y el deseo de proporcionar una vida digna a su familia. A pesar de las dificultades, su tiempo en Nueva York fue fundamental para su evolución artística. A través de sus obras, comenzó a experimentar con formas geométricas y composiciones abstractas que más tarde se consolidarían en su estilo constructivista. Este periodo no solo enriqueció su lenguaje artístico, sino que también sentó las bases para su futura teoría del Universalismo Constructivo.

Trazos de Nueva York

Obras de Joaquín Torres García realizadas en Nueva York entre 1920 y 1922.

Puerto de Nueva York

66 x 81,3 cms

1923, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

La 29 y Broadway

38 x 50 cms

1920, oleo s/ cartón

Colec. Sucesión Ernesto Leborgne, Montevideo.

New York

81,5 x 65 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

Fourteenth Street

55,5 x 45,5 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

New York

66 x 96 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

New York City; Bird's Eye View

66 x 96 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

Naturaleza muerta con reloj

34.3 x 48.3 cm

1924, óleo sobre tabla colocado sobre masonita Fundación Torres-García, Montevideo

De vuelta a Europa

De vuelta a Europa (1922-1929)

Tras su experiencia en Nueva York, Joaquín Torres García y su familia regresaron a Europa en 1922, buscando estabilidad y nuevos horizontes creativos. A pesar de la fascinación que le causó la modernidad estadounidense, Torres García enfrentó dificultades económicas en la ciudad y sintió la necesidad de retornar a un entorno más familiar. Este regreso marcó una nueva etapa en su carrera, donde consolidó sus inquietudes artísticas y personales en un continente que continuaba siendo el epicentro de las vanguardias. En su estancia en Europa, vivió en ciudades como París y Madrid, donde se relacionó con importantes figuras

del arte moderno, como Piet Mondrian y Theo van Doesburg, profundizando en el constructivismo y el neoplasticismo. Aunque Torres García ya había comenzado a explorar formas geométricas en Nueva York, fue en Europa donde esta tendencia se profundizó y evolucionó. Durante estos años, su obra adquirió un carácter cada vez más abstracto y estructurado, integrando elementos simbólicos con una lógica matemática que buscaba representar el orden universal.

A nivel personal, el regreso a Europa fue también un período de reflexión y adaptación.

A pesar de los constantes cambios y dificultades, Torres García mantuvo su compromiso con la creación artística y la enseñanza, siempre acompañado por su familia. Esta etapa fue clave en su desarrollo, no solo por las conexiones que estableció en los círculos vanguardistas, sino también porque consolidó los principios que más tarde formarían parte de su teoría del Universalismo Constructivo, que definiría el resto de su trayectoria artística.

Paisaje con puente

38 x 57 cms

1923, oleo s/ cartón

Colec. Sr. Jorge Rossetto, Montevideo

Puente sobre el Segre

52 x 74,2 cms

1923, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

Paisaje de Playa
50 x 72 cms
1924, oleo s/ cartón
24 MAV 1576

50 x 72 cms

Still life
1926, oleo s/ tela
Centro de Arte Reina Sofia

Interior

49,5 x 39 cms

1920, oleo s/ cartón

Fundación Torres-García, Montevideo

El café

66 x 96 cms

1928, oleo s/ cartón

Sr. Mario Grodwczyk. Buenos Aires

Face rouge

33 x 41 cms

1928, témpera s/ tela

Fundación Torres-García, Montevideo

Rue avec maison et nuée

73 x 60 cms

1928, oleo s/ tela

Fundación Torres-García, Montevideo

77 x 143 cms

1928,

Friso
oleo s/ tela
Galería Jorge Mara, Madrid

Poco antes del Eureka

Poco antes del Eureka (1929-1934)

Durante esta etapa, continuó experimentando con la geometría y las formas abstractas, pero empezó a sentir una necesidad creciente de reconectar con sus raíces. Su obra reflejaba un esfuerzo por unir los principios constructivistas europeos con una búsqueda de identidad personal y cultural más profunda.

A pesar de su integración en el arte parisino, su inquietud por desarrollar una visión más amplia del arte lo llevó a replantearse el lugar del artista en la sociedad y la importancia de la tradición local en el arte universal.

Este periodo también estuvo marcado por la reflexión y el desarrollo de las ideas que

darían lugar a su teoría del Universalismo Constructivo. Aunque aún no estaba completamente formulada, Torres ya comenzaba a integrar símbolos precolombinos y elementos de las culturas indígenas de América en su obra, lo que anticipaba la síntesis que lograría al regresar a Uruguay. Finalmente, en 1934, decidió volver a Montevideo, impulsado tanto por el deseo de influir en la escena artística de su país como por la necesidad de estabilidad para su familia. Este regreso marcaría el comienzo de una etapa de madurez creativa en la que consolidaría su pensamiento y haría una contribución decisiva al arte

latinoamericano. En Montevideo, fundaría el Taller Torres-García, donde plasmaría su visión del arte como una fuerza integradora y universal.

Estructura con botella roja

46 x 38 cms

1929, oleo s/ tela

Fundación Torres-García, Montevideo

Pintura Constructiva

46 x 38 cms

1929, oleo s/ carton MAV 1571

Locomative Nord

54 x 64,5 cms

1929, oleo s/ tela

Galerie Marie-Aline Prat, Paris

Paisaje constructivista

73 x 92 cms

1929, oleo s/ tela

Colec. privada, Buenos Aires

Pintura constructiva

60,2 x 73 cms

1929, oleo s/ tela

Museo Nacional de Artes visuales

Pintura constructiva

60 x 73 cms

1929, oleo s/ tela

Museo Nacional de Artes visuales

Calle constructiva

60 x 80 cms

1930 oleo s/ carton

Cole. Sres. Eduardo y Teresa Castantini, Buenos Aires.

Catedral constructivista

73 x 60 cms

1931, oleo s/ tela

Colec. privada, Buenos Aires

Composición simetrica

72,5 x 52,5 cms

1931, oleo s/ tela

The Citibank, Private Bank, New York.

Construcif avec homme blanc

73 x 60 cms

1931, tempera s/ tela

Museo Nacional de Artes visuales

Estructura

72,5 x 52,5 cms

1931, oleo s/ tela

Museo Nacional de Artes visuales

El hombrte

44 x 34 cms

1932, oleo s/ tela

Museo Nacional de Artes visuales

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