EXPEDICIÓN A NINGUNA
PA A SC -FI F FI ANTOLOGÍA Dick Bradbury Lem
Editorial Longinotti
EXPEDICIÓN A NINGUNA
PARTE SCI-FI ANTOLOGÍA Dick Bradbury Lem
Expedición a ninguna parte Antología de Ciencia Ficción ©2012 - Edición Especial Phillip K. Dick Psi Man, heal my child! ©1955 - Second Variety Ray Bradbury The Third Expedition ©1950 - The Martian Chronicles Stanislaw Lem Czyli Elektrybałt Trurla ©1965 - Cyberiada Derechos exclusivos de la edición en castellano reservados para todo el mundo. ISBN-13 978-780-49-1238-2 Impreso en Talleres Gráficos Mi Casa Balcarce 50, Ciudad de Buenos Aires en el mes de Septiembre de 2012
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Hecho el depósito que prevé la ley 11.723 Impreso en la Argentina Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia sin previo permiso escrito del editor.
El cuento es un momento, es atrapar un momento. Generalmente un momento de vida muy decisivo, crĂtico. Truculento, a veces. AngĂŠlica Gorodischer
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Para torturar a un hombre tienes que conocer sus placeres
El que puede gobernar su voluntad es mil veces más afortunado que si pudiese gobernar al mundo
Uno debe inventarse a sí mismo todos los días y no sentarse a ver cómo el mundo pasa allí adelante, sin que uno participe
Organización personas en deter-minado pacio y en tiempo todavía acaecido.
de un esun no
pág. 11 CURA A MI HIJA,
MUTANTE!
pág. 55 L A T E R C E R A
EXPEDICIÓN
pág. 89 EL ELECTROBARDO
DE TRURL
pág. 113
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CURA A MI HIJA,
MUTANTE! Este cuento forma parte de “La Segunda Variedad” publicado en 1955. Recopilación de relatos de lo mejor de la ciencia ficción. Plantea en la mayoría de sus relatos la Inteligencia Artificial, como un medio de desarrollo y progreso del ser humano. A tal grado evoluciona, que sus propias creaciones terminan por querer exterminar a la degradante raza humana.
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CURA A MI HIJA,
MUTANTE!
Era un hombre delgado, de edad madura, cabello y piel manchados de grasa, un arrugado cigarrillo sujeto entre los labios, la mano izquierda cerrada en torno al volante de su coche. El vehículo, un antiguo camión de superficie, tosía y protestaba, pero ascendió con suavidad la rampa de salida y se acercó a la puerta de control que limitaba la zona comunal. -No corras tanto -dijo su mujer-. Hay un guardia sentado en ese montón de cajas. Ed Garby pisó el freno. El coche patinó y se detuvo frente al guardia. Los gemelos se removieron en el asiento trasero, molestos por el calor que se colaba por las ventanillas del coche. Grandes gotas de sudor resbalaban por el cuello de su mujer. La niña se retorció en sus brazos. -¿Cómo está? -murmuró Ed, indicando el amasijo de carne gris que asomaba por debajo de la sucia manta-. Febril..., como yo. El guardia se acercó con indiferencia, las mangas
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Guerra química que destruyó al mundo tal como se lo conoce en el año 1963.
subidas, el rifle colgado del hombro. -¿Qué hay de nuevo, amigo? -Apoyó sus manos en la ventanilla abierta y echó un vistazo aburrido al interior del coche, el hombre y la mujer, los niños, la tapicería destrozada-. ¿Van de paseo? Enséñeme su pase. Ed sacó el arrugado pase y se lo tendió. -Mi hija está enferma. El guardia examinó el pase y se lo devolvió. -Será mejor que la lleve al sexto nivel. Tiene derecho a usar el dispensario. Vive en este tugurio, como todos los demás. -No. No llevaré a un hijo mío a ese matadero. El guardia meneó la cabeza para expresar su desaprobación. -Tienen un buen equipo, amigo. Aparatos eléctricos rescatados después de la guerra. Llévela y la curarán. -Indicó con un ademán la desolada extensión de árboles y colinas resecos que empezaba al otro lado de la puerta-. ¿Qué cree que va a encontrar ahí? ¿Piensa tirarla por un barranco, o en el fondo de un pozo? No es asunto mío, pero yo no sacaría ni a un perro, y mucho menos a un crío enfermo. Ed encendió el motor. -Voy a buscar ayuda. Lleve un niño al sexto y lo convertirán en un animal de laboratorio. Hacen sus experimentos, rajan, cortan, abren en canal, y luego dicen que no han podido salvarlo. Se acostumbraron
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Los sobrevivientes debieron agruparse en comunas aisladas.
Civilización Estadio cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres
durante la guerra; ya no pueden parar. -Como quiera -dijo el guardia, apartándose del coche-. Por mi parte, prefiero confiar en médicos militares bien equipados que en algún viejo curandero loco que viva entre esas ruinas, algún salvaje con una bolsa de excrementos colgada alrededor del cuello, que farfulla sandeces y baila. ¡Malditos idiotas! -gritó con furia cuando el coche se alejó-. ¡De vuelta a la barbarie, cuando tienen en el sexto médicos, rayos X y sueros! ¿Para qué demonios quieren ir a las ruinas, cuando tienen una civilización aquí? Regresó con expresión sombría a sus cajas. -Lo que queda de ella -añadió. Una tierra árida, tan seca y parchada como piel muerta, se extendía a ambos lados de la destrozada carretera. Una violenta ráfaga de viento azotó los escasos árboles que crecían en la tierra agrietada y calcinada. Algún ave ocasional se movía entre los espesos matorrales, formas grises que iban en busca de gusanos. Los blancos muros de hormigón de la comuna se perdieron en la distancia. Ed Garby los vio alejarse con temor. Sus manos temblaron convulsivamente cuando una curva ocultó las torres de radar situadas sobre las colinas que dominaban la comuna. -Quizá tenía razón, maldita sea -masculló-. Quizá estamos cometiendo un error.
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1- En los relatos de futuros post-apocalípticos, sean escritos o animados, es característico nuclear a los sobrevivientes que todavía siguen bajo los regímenes occidentales y suponer la existencia de “salvajes” con fines de atacar. Sucede en Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley, donde estos seres tienen un lugar predeterminado para vivir sin codearse con la civilización.
Proletariado Conjunto social constituidas por personas de clase obrera. Trabajadores.
La duda se infiltró en su mente. El viaje era peligroso. Incluso grupos bien armados eran atacados por animales depredadores y por bandas salvajes de casihumanos que vivían en las ruinas abandonadas esparcidas sobre la faz del planeta1. La única defensa con que contaba para protegerse era su cortadora manual. Sabía utilizarla, por supuesto. ¿Acaso no la empleaba diez horas al día, todos los días de la semana? Pero si el motor del vehículo fallaba... -Deja de preocuparte -dijo Bárbara en voz baja-. He estado aquí otras veces y nunca me ha pasado nada. Se sintió abrumado de vergüenza y culpabilidad. Su mujer había salido de la comuna muchas veces, junto con otras mujeres y esposas, y también con algunos hombres. Buena parte del proletariado abandonaba la comuna, con o sin pase... Cualquier cosa con tal de sacudirse la monotonía del trabajo y las conferencias educativas. Sin embargo, su temor volvió. Lo que le preocupaba no era la amenaza física, o el alejamiento del inmenso depósito sumergido de acero y hormigón en el que había nacido, crecido, pasado toda su vida, trabajado y contraído matrimonio. Era la certeza que el guardia tenía razón, que se estaba sumergiendo en la ignorancia y la superstición. Sintió escalofríos, a pesar del ardiente sol de verano. -Las mujeres siempre se salen con la suya -dijo en voz alta-. Los hombres construyeron máquinas, una ciencia
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Ciudad Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.
organizada, ciudades. Las mujeres se quedan con sus pociones y brebajes. Creo que estamos presenciando el final de la razón. Estamos viendo los últimos restos de la sociedad racional. -¿Qué es una ciudad? -preguntó uno de los gemelos. -Vas a ver una -contestó Ed. Señaló al otro lado de la carretera-. Mírala bien. Los árboles habían terminado. La superficie calcinada de tierra marrón había adquirido un brillo metálico apagado. Una llanura irregular, desolada y yerma, se abría ante ellos, una superficie sembrada de montículos mellados y pozos. En algunos puntos crecían malas hierbas de un color oscuro. Alguna pared continuaba en pie. Una bañera yacía de costado, como una boca muerta y desdentada, carente de cabeza y rostro. La región había sido saqueada en innumerables ocasiones. Todas las cosas de valor habían sido cargadas en camiones y transportadas a las diversas comunas de la zona. A lo largo de la carretera se veían pulcros montones de huesos, recogidos pero jamás utilizados. Se había descubierto alguna utilidad a los cascotes de cemento, a los restos de hierro, cables, tubos de plástico, papeles y ropas..., pero no a los huesos. -¿Quieres decir que ahí vivía gente? -protestaron al unísono los gemelos. Una expresión de incredulidad y horror se dibujó en sus caras-. Es... espantoso. La carretera se bifurcó. Ed detuvo el coche y esperó a
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ANTOLOGÍA SCI FI
Los médicos de las comunas son literales matasanos, acostumbrados a tratar a sus pacientes como soldados en el frente
Habladuría Rumor que corre entre muchos sin fundamento
que su mujer le guiara. -¿Tan lejos? -preguntó con voz ronca-. Este lugar me pone la carne de gallina. Nunca sabes lo que hay en esos sótanos. Los gaseamos en el 9, pero ya se habrá disipado. -A la derecha -indicó Bárbara-. Detrás de aquella colina. Ed circuló a escasa velocidad, pasó junto a una zanja y entró en una carretera lateral. -¿De veras crees que esa mujer tiene el poder? -preguntó, impotente-. He oído muchas habladurías... Nunca sé lo que es verdad y lo que es pura invención. Se supone que siempre han existido brujas capaces de resucitar a los muertos, leer el futuro y curar a los enfermos. Se habla de eso desde hace cinco mil años. -Y esas cosas han ocurrido durante cinco mil años. -La voz de su mujer era serena, confiada-. Siempre nos han ayudado. Basta con ir a su encuentro. La vi curar al hijo de Mary Fulsome, aquel que tenía la pierna tullida y no podía andar. Los médicos quisieron destruirlo. -Según Mary Fulsome -murmuró Ed. El coche avanzó entre hojas muertas de árboles viejos. Las ruinas quedaron atrás. De repente, la carretera se hundió en una masa de vegetación que no permitía el paso a la luz del sol. Ed parpadeó y encendió los faros. Destellaron cuando el coche ascendió una colina llena de baches, dobló una curva..., y la carretera terminó. Habían llegado a su destino. Cuatro coches oxidados
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2- Los refugios que se construyeron durante las guerras mundiales son como los descritos en el relato. La realidad mostró que en tu mayoría, tanto los refugios públicos como los particulares, no utilizaban los materiales adecuados. Muchos de ellos colapsaban al caer una bomba en las cercanías.Sin embargo, muchos de esos refugios soportaron las bombas y se mantienen incólumes después de más de medio siglo de existencia.
Congregación Junta de determinado número de personas con un fin común.
bloqueaban la carretera; otros estaban estacionados en la cuneta y entre los árboles retorcidos. Más allá del coche se había congregado un grupo de personas silenciosas, hombres con sus familias, vestidos con el uniforme de los trabajadores de una comuna. Ed pisó el freno y buscó la llave de encendido. Se quedó atónito al ver la variedad de comunas representadas. Todas las comunas cercanas, y también las lejanas, que no conocía. Algunos de los que esperaban habían recorrido centenares de kilómetros. -Siempre hay gente esperando -dijo Bárbara. Abrió la puerta de una patada y salió con cautela, sujetando a la niña en los brazos-. La gente viene a solicitar todo tipo de ayuda, cuando la necesitan. Detrás de la multitud había un tosco edificio de madera, destartalado y ruinoso, un refugio de los años de la guerra2 . Una cola de personas subía poco a poco los desvencijados escalones y entraba en el edificio. Por primera vez, Ed vio a las personas a las que había venido a consultar. -¿Es ésa la vieja? -preguntó, cuando una forma menuda y arrugada apareció un momento en lo alto de la escalera, examinó a la gente que aguardaba y seleccionó a uno de ellos. Conferenció con un hombre gordo, y un musculoso gigante se unió después a la conversación-. Dios mío. ¿Forman una organización? -Cada uno hace cosas diferentes -respondió Bárbara.
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Porter tiene el poder de ver el futuro con 6 meses de anticipación
Curandera Persona que, sin ser médico, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales Farsante Que finge lo que no es o no siente
Aferró al bebé y se internó en la masa de gente-. Queremos ver a la curandera. Tendremos que esperar con ese grupo de la derecha, bajo aquel árbol. Porter estaba sentado en la cocina del refugio, fumando y bebiendo café, los pies apoyados en el alféizar, mirando distraído la procesión de gente que entraba por la puerta y se dirigía a las distintas habitaciones. -Hoy han venido muchos -dijo a Jack-. Tendríamos que cobrarles por entrar. Jack emitió un gruñido de irritación y agitó su cabellera rubia. -¿Por qué no estás ayudando, en lugar de holgazanear y tragar café? -Nadie quiere saber el futuro. -Porter eructó ruidosamente. Era gordo y fofo, de ojos azules y lacio cabello grasiento-. Cuando alguien quiera saber si va a hacerse rico o a casarse con una bella mujer, estaré en mi puesto para aconsejarle. -Adivinos -murmuró Jack. Se quedó junto a la ventana, sus grandes brazos cruzados, el rostro grave y preocupado-. Qué bajo hemos caído. -No puedo evitar que me hagan preguntas. Un viejo me preguntó cuándo iba a morir; le dije que al cabo de treinta y un días y se puso a chillar como un energúmeno. Soy honrado, al menos. Les digo la verdad, no lo que desean oír. -Porter sonrió-. No soy un farsante.
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Interplanetario Que existe o tiene lugar entre dos o más planetas
-¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que alguien te preguntó algo importante? -¿Te refieres a algo de significado abstracto? -Porter investigó en su mente-. La semana pasada, un tipo me preguntó si volvería a haber viajes interplanetarios. Le dije que no podía verlo. -¿También le dijiste que casi no puedes ver nada? ¿Medio año, a lo sumo? La cara de sapo de Porter se iluminó de placer. -No me lo preguntó. La anciana menuda y arrugada entró un momento en la cocina. -Señor -jadeó Thelma. Se derrumbó en una silla y llenó una taza de café-. Estoy agotada. Hay como unas cincuenta personas esperando a que las cure. -Examinó sus manos temblorosas-. Dos cánceres a los huesos en un día consiguen acabar conmigo. Creo que el bebé sobrevivirá, pero el otro está demasiado avanzado, incluso para mí. El bebé tendrá que volver. -Su voz se quebró-. La semana que viene. -Mañana será más suave -predijo Porter-. Una tormenta de ceniza procedente del Canadá evitará que la mayoría salgan de sus comunas. Claro que después... -Se interrumpió y miró a Jack con curiosidad-. ¿Por qué estás tan serio? Hoy, todo el mundo pone cara de perro. -He estado con Butterford -respondió Jack, malhumorado-. Volveré después y lo intentaré de nuevo.
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3- Los precogs son humanos mutantes que poseen la habilidad de ver acciones que tienen lugar en el futuro. Minority Report (1956), del mismo autor y llevado al cine por Spielberg, aparecen estos personajes nuevamente con la misma función.
Neurótica Que padece de cierta inestabilidad emocional
Thelma se estremeció. Porter apartó la vista, molesto. Le disgustaba oír hablar de un hombre cuyos huesos estaban amontonados en el sótano del refugio. Un temor casi supersticioso se apoderó del rollizo Precog3. Una cosa era ver el futuro; era positivo, un talento útil, pero regresar al pasado, a hombres ya muertos, a ciudades convertidas en ceniza y escombros, a lugares borrados de los mapas, intervenir en acontecimientos olvidados mucho tiempo atrás... Era enfermizo, una repetición neurótica de algo pasado. Remover y entrometerse entre los huesos, literalmente, del pasado. -¿Qué dijo? -preguntó Thelma. -Lo mismo de siempre -contestó Jack. -¿Cuántas veces van? Jack torció los labios. -Once. Y él lo sabe. Se lo dije. Thelma salió al pasillo. -Vuelvo al trabajo. -Se quedó en la puerta-. Once veces y siempre igual. He efectuado cálculos. ¿Cuántos años tienes, Jack? -¿Cuántos aparento? -Unos treinta. Naciste en 1946. Estamos en 2017. Eso significa que tienes setenta y un años. Yo diría que estoy hablando con una entidad que se encuentra a medio camino. ¿Dónde está tu entidad actual? -En el 76. -¿Y qué hace?
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Nefritis Inflamación de los riñones. Lánguido Flaco, débil, fatigado. De poco espíritu, valor o energía
Jack no contestó. Sabía muy bien lo que su entidad actual, la de 2017, estaba haciendo en el pasado. El anciano de setenta y un años se hallaba en el hospital de un centro militar, sometido a tratamiento de su nefritis progresiva. Lanzó una rápida mirada a Porter para averiguar si el Precog iba a suministrar información acerca del futuro. No aparecía ninguna expresión en las lánguidas facciones de Porter, pero eso no significaba nada. Para estar seguro, tendría que pedir a Stephen que sondeara a Porter. Al igual que los trabajadores normales que acudían cada día para averiguar si se harían ricos o serían felices en su matrimonio, deseaba a toda costa saber la fecha de su muerte. Tenía que saberlo; no podía esperar. Se plantó frente a Porter. -Acabemos de una vez. ¿Qué será de mí en los próximos seis meses? Porter bostezó. -¿Debo recitar todo el rollo? Tardaré horas. Jack se tranquilizó, aliviado. Por lo tanto, sobreviviría otros seis meses, como mínimo. Podría finalizar sus conversaciones con el general Ernest Butterford, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Salió de la cocina. -¿Adónde vas? -preguntó Thelma. -Vuelvo con Butterford. Lo intentaré una vez más. -Siempre dices lo mismo -se quejó Thelma.
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Exhausto Enteramente agotado o falto de lo que necesita tener para hallarse en buen estado.
-Y siempre lo haré. «Hasta que me muera», pensó con amargura y rencor. Hasta que el hombre casi inconsciente que yace en una cama del hospital de Baltimore, Maryland, muera o sea destruido para dejar sitio a un pez gordo herido, trasladado en un vagón cubierto desde el frente, afectado por el napalm soviético, inválido por el gas nervioso, enloquecido por las partículas de cenizas metálicas. Cuando el cuerpo exhausto sea expulsado, y falta muy poco, se acabarán las conversaciones con el general Butterford. Primero, bajó la escalera hasta los armarios de suministros guardados en el sótano del refugio. Doris dormía en su cama del rincón, el cabello oscuro enmarañado como una telaraña sobre sus facciones de color café, un brazo desnudo levantado, sus ropas tiradas sobre una silla, al lado de la cama. Despertó, se removió y se incorporó. -¿Qué hora es? Jack echó un vistazo a su reloj. -La una y media de la tarde. Procedió a abrir una de las complicadas cerraduras que protegían sus pertenencias. Después, depositó una caja metálica sobre el suelo de hormigón. Encendió la luz del techo. La muchacha le contempló con interés.
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Estilográfica Pluma de escribir que lleva incorporado un depósito recargable o un cartucho para la tinta
-¿Qué estás haciendo? -Apartó el cubrecama, se levantó, estiró sus miembros y se acercó al hombre, descalza-. Te lo habría dado sin necesidad que te tomaras tanto trabajo. Jack sacó de la caja forrada de plomo, con gran cuidado, un montón de huesos y restos de posesiones personales: un billetero, documentos de identidad, fotografías, una pluma estilográfica, fragmentos de un uniforme destrozado, una alianza de oro, algunas monedas de plata. -Murió en situación precaria -murmuró Jack. Examinó la cinta de los datos, comprobó que estaba completa y cerró la caja-. Le dije que se lo traería. No se acordará, naturalmente. -¿Cada vez borra la última? -Doris se acercó a sus ropas-. Es el mismo momento una y otra vez, ¿verdad? -El mismo intervalo -reconoció Jack-, pero no hay repetición de material. Doris le dirigió una mirada de astucia y se embutió en los tejanos. -Alguna repetición... Siempre desemboca en lo mismo, hagas lo que hagas. Butterford sigue adelante y plantea sus sugerencias al presidente. Jack no la oyó. Ya se había trasladado al pasado. El sótano y la silueta medio desnuda de Doris oscilaron y se alejaron, como vistas a través del fondo de una botella que se llenara poco a poco de un líquido opaco.
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Entidad Lo que constituye la esencia o la forma de una cosa. Ente o ser.
Mientras avanzaba con determinación, aferrando la caja metálica, la oscuridad cambiante osciló a su alrededor. Retrocedía en el flujo temporal. Iba a intercambiar posiciones con el joven John Tremaine, un muchacho de dieciséis años que asistía a la escuela secundaria en el Chicago de 1962. Había efectuado el cambio muchas veces. A esas alturas, su entidad más joven ya estaría resignada, pero confiaba en que Doris estuviera vestida cuando el joven apareciera. La oscuridad del no-tiempo menguó y, de repente, se encontró bajo un repentino torrente de luz solar. Dio el definitivo paso atrás, sin soltar la caja de metal, y se encontró en el centro de una enorme sala, sacudida por los murmullos. Gente por todas partes, con la vista clavada en él, paralizada de asombro. Por un momento no reconoció el lugar, hasta que acudieron los recuerdos, acompañados de una oleada de amarga nostalgia. Se hallaba en la biblioteca de la escuela secundaria, donde había pasado tantas horas. Aquel lugar tan entrañable, lleno de libros, jóvenes de rostro alegre, muchachas vestidas con alegres colores, que reían, estudiaban y flirteaban... Gente joven, ajena por completo a la guerra que se aproximaba, la[guerra] muerte masiva que reduciría la ciudad a cenizas. Salió a toda prisa de la biblioteca, consciente del círculo de estupefacción que dejaba a sus espaldas. Efectuar un intercambio cuando la entidad pasiva estaba
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Psíquico Perteneciente o relativo a las funciones y contenidos psicológicos
cerca de personas siempre producía la misma reacción; la abrupta transformación de un muchacho de dieciséis años en la alta y grave silueta de un hombre de treinta era difícil de asimilar, incluso en una sociedad que, en teoría, conocía los poderes psíquicos. En teoría..., porque en aquella época la conciencia pública era mínima. Las emociones básicas se reducían a incredulidad y temor; la oleada de esperanza aún no había surgido. Los poderes psíquicos se consideraban milagros; la certidumbre que estos poderes estaban a disposición del público tardaría años en calar. Salió a la ajetreada calle de Chicago y detuvo un taxi. El rugido de coches y autobuses, el remolino metálico de edificios, gente y letreros, le aturdió. Actividad por doquier: la ordinaria e inofensiva rutina del ciudadano normal, ignorante de los mortíferos planes que se gestaban en las alturas. Toda la gente que le rodeaba iba a ser vendida por la quimera del prestigio internacional... Vida humana a cambio de fantasmas metafísicos. Dio al taxista la dirección del hotel de Butterford y se relajó para preparar el ya conocido encuentro. Los primeros pasos eran rutinarios. Se identificó ante la batería de guardias armados, que verificaron su identidad, le registraron y acompañaron a la suite. Permaneció sentado durante un cuarto de hora en la lujosa antesala, fumando y esperando..., como siempre. En esta fase no podía realizar alteraciones; los cambios,
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4- Los psiónicos o Psis son humanos que poseen super habilidades debido a mutaciones genéticas. Estas habilidades son individuales y les dan la posibilidad de viajar en el tiempo, teletransportar objetos o ver el futuro por ejemplo.
Hostilidad Acción de agresión que conlleva la cualidad de contrario o enemigo
en todo caso, vendrían más adelante. -¿Sabe quién soy? -preguntó con brusquedad, cuando la diminuta y suspicaz cabeza del general Butterford surgió de un despacho. Avanzó con paso seguro, aferrando firmemente la caja-. Ésta es la duodécima visita; los resultados deberían mejorarse. Los ojos hundidos de Butterford se agitaron con hostilidad detrás de las gruesas gafas. -Usted es uno de esos superhombres -graznó-, uno de esos psiónicos4 . -Bloqueó la puerta con su enjuto cuerpo uniformado-. ¿Y bien? ¿Qué quiere? Mi tiempo es muy valioso. Jack se sentó frente al escritorio del general. -Tiene en las manos mi historial y el análisis de mi talento. Ya sabe lo que puedo hacer. Butterford dirigió una mirada hostil al informe. -Se desplaza en el tiempo. ¿Y qué? -Entornó los ojos. ¿Qué ha querido decir con eso de la duodécima vez? -Agarró un puñado de notas-. No le he visto nunca. Diga lo que ha venido a decir y lárguese. Estoy ocupado. -Le he traído un regalo -dijo Jack en un tono sombrío. Depositó la caja metálica sobre el escritorio, la abrió y descubrió su contenido-. Son suyos. Adelante, sáquelos y acarícielos. Butterford miró los huesos con asco. -¿Qué es esto, propaganda antibelicista? ¿Los Psis se han mezclado con los Testigos de Jehová? -Alzó el tono
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Bacteriológico Perteneciente a la parte de la microbiología que tiene por objeto el estudio de las bacterias
de voz-. ¿Piensa presionarme con esto? -¡Son sus malditos huesos! -gritó Jack. Volcó la caja. Su contenido se desparramó sobre el escritorio y el suelo-. ¡Tóquelos! Va a morir en esta guerra, como todo el mundo. Sufrirá y morirá de una forma espantosa. Dentro de un año y seis días, a partir de hoy, recibirá una descarga de venenos bacteriológicos. Vivirá lo suficiente para presenciar la destrucción total de la sociedad, y después sufrirá la misma suerte que el resto de la Humanidad. Si Butterford hubiera sido un cobarde, todo habría resultado más sencillo. Contempló los restos dispersos, las monedas, fotos y demás posesiones, pálido y con el cuerpo rígido como el metal. -No sé si creerle -dijo por fin-. Nunca he acabado de creer en los poderes psíquicos. -Eso es mentira -replicó Jack-. Todos los gobiernos del planeta se interesan en nosotros. Ustedes y la Unión Soviética han intentado organizarnos desde el 58, cuando nos dimos a conocer. La discusión había pasado a un terreno que Butterford dominaba. Sus ojos echaron chispas. -¡Ése es el problema! ¡Si los Psis cooperasen, esos huesos no existirían! -Indicó con un ademán violento el montoncito que descansaba sobre el escritorio-. Viene a verme y me culpa de la guerra. Cúlpese usted, por no colaborar. ¿Cómo podemos confiar en salir bien
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ANTOLOGÍA SCI FI
Los miembros de la cofradía son psiónicos distribuídos por el todo el mundo.
librados de esta guerra, a menos que cada cual cumpla su cometido? -Se inclinó hacia Jack-. Dice usted que viene del futuro. Dígame qué harán los Psis en la guerra. Dígame cuál será su papel. -Ninguno. Butterford se echó hacia atrás con aire triunfal. -¿Van a mantenerse al margen? -Por completo. -¿Y viene a echarme las culpas a mí? -Si colaboramos -dijo Jack con cautela-, será a un nivel político, no como mercenarios. De lo contrario, nos mantendremos al margen y esperaremos. Estamos a su disposición, pero si ganar la guerra depende de nosotros, queremos decir cómo hay que ganar guerra, o si tiene que haber guerra. -Descargó un puñetazo sobre la caja metálica-. De lo contrario, empezaremos a abrigar ciertos temores, como los científicos de mediados de los años cincuenta. Podemos empezar a perder nuestro entusiasmo..., y a ser una mala garantía contra riesgos. Una voz fina y amarga habló en la mente de Jack. Un miembro telépata de la Cofradía, un Psi del presente que captaba la conversación desde la oficina de Nueva York. «Muy bien dicho, pero has perdido. Careces de habilidad para manipularle... Te limitas a defender nuestra postura. Ni siquiera has sacado a colación la posibilidad de cambiar la suya.»
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5- La idea de una raza de super hombres que entra en conflicto con las intenciones de los bloques políticos en guerra durante la mitad del siglo XX es harto utilizada en la literatura y cine de ciencia ficción. Es el caso de Watchmen, historieta publicada en los años ‘80 por DC Comics.
Java Isla con mayor población del archipiélago indonesio, y donde se sitúa la capital, Yakarta
Era verdad. -No he venido para aclarar la postura de la Cofradía -dijo Jack, desesperado-. ¡Usted ya conoce nuestra postura! He venido para exponerle los hechos. Vengo de 2017. La guerra ha terminado. Sólo quedan unos cuantos supervivientes. Éstos son los hechos, acontecimientos que han tenido lugar. Usted piensa decir al presidente de Estados Unidos que Rusia se está echando un farol en Java. No es un farol. Significa la guerra total. Su consejo es un error. Butterford se encrespó. -¿Quiere que demos marcha atrás, para que se apoderen del mundo libre? Doce veces; un callejón sin salida. No había conseguido nada. -¿Entrarán en guerra sabiendo que no van a ganar? -Lucharemos. Es mejor una guerra honrosa que una paz deshonrosa. -Ninguna guerra es honrosa. La guerra significa muerte, barbarie, destrucción masiva. -¿Qué significa la paz? -La paz significa el crecimiento de la Cofradía. Dentro de cincuenta años nuestra presencia habrá desplazado a las ideologías de ambos bloques5 . Nosotros estamos por encima de la guerra; abarcamos los dos mundos. Hay Psis aquí y en Rusia; no somos ciudadanos de ningún país. Los científicos pudieron ser como nosotros, pero
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ANTOLOGÍA SCI FI
Estos paratalentos son los que les permiten a los Psis poder en un futuro organizarce para llevar a cabo la unión de los sobrevivientes
Directriz Dicho de una cosa: Que determina las condiciones de generación de algo
se decantaron por colaborar con los gobiernos. Ahora, nos toca a nosotros. Butterford meneó la cabeza. -No -dijo con firmeza-. No van a influir sobre nosotros. Nosotros dictamos la política... Si deben actuar, lo harán de acuerdo con nuestras directrices, o no actuarán. Se quedarán fuera. -Nos quedaremos fuera. Butterford se levantó de un salto. -¡Traidores! -gritó, mientras Jack salía del despacho-. ¡No tienen alternativa! ¡Exigimos sus capacidades! Les cazaremos de uno en uno. Deben colaborar; todo el mundo debe colaborar. ¡Es una guerra total! La puerta se cerró y Jack se encontró en la antesala. «No, no existe ninguna esperanza -dijo la voz en su mente-. Sé que lo has hecho una docena de veces, y que estás preparando otra más. Abandona. La orden de retirada ya ha sido dada. Cuando la guerra empiece, nos mantendremos al margen.» -¡Deberíamos ayudarles! -dijo Jack, en vano. -Deberíamos ayudar a la gente. Millones de personas van a morir. «No podemos. No somos dioses, sino simples seres humanos con paratalentos. Podemos ayudar si nos dejan. No podemos imponerles nuestro punto de vista. Si el gobierno se niega, la Cofradía no puede colaborar.» Jack aferró la caja metálica y se encaminó a la calle,
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Agazapado Quien se esconde, oculta, o está al acecho. Agacharse, encogiendo el cuerpo contra la tierra, como lo hace el gazapo cuando quiere ocultarse de quienes le persiguen Sibila Mujer sabia a quien los antiguos atribuyeron espíritu profético
para volver a la biblioteca de la escuela. Miró a los miembros de la Cofradía supervivientes, sentados a la mesa de la cocina. -Aquí estamos. Fuera de la sociedad, sin hacer nada. Sin perjudicar y sin ayudar. ¡Una pandilla de inútiles! -Descargó su puño contra la madera podrida de la pared-. Aislados e inútiles. Mientras estamos sentados tranquilamente, las comunas se desmoronan. Thelma sorbía su sopa sin demostrar la menor emoción. -Curamos a los enfermos, predecimos el futuro, damos consejos y hacemos milagros. -Desde hace miles de años -replicó Jack con amargura-. Sibilas, brujas, agazapadas en colinas desiertas, fuera de las ciudades... ¿Es que no podemos intervenir y ayudar? ¿Nosotros, que comprendemos lo que ocurre, debemos mantenernos siempre al margen, permitiendo que esa caterva de estúpidos arrastre a la Humanidad hacia la destrucción? ¿Por qué no impedimos la guerra y les obligamos a firmar la paz? -No queremos obligarles a nada, Jack -dijo Porter con languidez-. Ya lo sabes. No somos sus amos. No queremos controlarles, sino ayudarles. La cena prosiguió en un sombrío silencio. -El problema son los gobiernos -dijo Doris al cabo de unos minutos-. Los políticos tienen celos de
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Judía Planta herbácea anual, de tallos endebles y volubles, hojas grandes, compuestas de tres hojuelas acorazonadas unidas por la base, flores blancas y fruto en vainas aplastadas, terminadas en dos puntas, y con varias semillas de forma de riñón. Se cultiva en las huertas por su fruto, comestible, así seco como verde.
nosotros. -Sonrió a Jack-. Saben que si interviniéramos activamente, llegaría un día en que los políticos ya no serían necesarios. Thelma atacó su plato de judías secas y conejo a la parrilla, acompañado de una salsa pastosa. -Los gobiernos casi no existen ya. No es como antes de la guerra. No es correcto llamar gobierno a unos cuantos funcionarios sentados en las oficinas de las comunas. -Toman las decisiones -señaló Porter-. Deciden la política de la comuna. -Conozco una comuna situada más al norte -dijo Stephen-, en que los trabajadores mataron a los dirigentes y tomaron el poder. Se está viniendo abajo. Dentro de poco, no quedará nada. Jack apartó su plato y se levantó. -Salgo al porche. Abandonó la cocina, atravesó la desierta sala de estar y abrió la puerta chapada de acero. El frío nocturno remolineó a su alrededor mientras se dirigía hacia la barandilla y se detenía, las manos hundidas en los bolsillos. Miró sin ver el campo desolado. La oxidada flota de coches se había ido. Nada se movía, excepto los árboles raquíticos que flanqueaban la carretera. Un panorama deprimente. Algunas estrellas pálidas brillaban en el cielo. A lo lejos, un animal se precipitó sobre su presa, un perro salvaje, o tal vez
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Doris tiene el poder de mover y transportar la materia a su gusto
Tipejo Persona ridícula despreciable
y
un casihumano que vivía en los sótanos ruinosos de Chicago. Doris apareció al cabo de un rato. Se puso a su lado en silencio, una forma esbelta y oscura en la negrura de la noche, los brazos cruzados para protegerse del frío. -¿No vas a intentarlo otra vez? -preguntó en voz baja. -Doce veces es suficiente. No, no puedo cambiarle. Carezco de la habilidad necesaria. -Jack extendió las manos en un gesto de impotencia-. Es un tipejo listo. Como Thelma, imperturbable y hablador. ¿Qué puedo hacer? Doris le acarició el brazo. -¿Qué aspecto tiene? Nunca he visto ciudades llenas de vida, como antes de la guerra. Recuerda que nací en un campamento militar. -Te gustaría. Gente risueña y apresurada. Coches, letreros, vida por todas partes. Me vuelve loco. Ojalá no pudiera verlo, ojalá no pudiera saltar de un tiempo a otro. -Señaló los árboles retorcidos-. A diez pasos de aquellos árboles, y ya está. Y sin embargo, ha desaparecido para siempre..., incluso para mí. Llegará un momento en que tampoco yo pueda trasladarme allí, al igual que ustedes. Doris no le entendió. -Es extraño -murmuró-. Puedo mover cualquier cosa del mundo, pero no puedo moverme hacia el pasado, como tú. -Hizo un breve ademán. Algo chocó contra la barandilla del porche. La joven se agachó para
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6- Los humanos son animales de costumbre y sacarlos de ella implicaría un trabajo descomunal. El cambio no viene solo, sino con un detonante previo o el paso del tiempo. La negación o resignación es característica de los héroes (o antihéroes) en numerosas ficciones.
Escéptico Que no cree o afecta no cree.
recogerlo-. ¿Ves este pájaro tan bonito? Está aturdido, pero no muerto. -Lanzó al pájaro hacia arriba, y el animal consiguió esconderse entre los arbustos. A Jack no le gustó la demostración. -Eso es lo que hacemos con nuestros talentos: trucos de feria. Nada más. -¡Te equivocas! -protestó Doris-. Hoy, cuando me levanté, había un montón de escépticos. Stephen captó sus pensamientos y me envió a convencerles. -El orgullo vibró en su voz-. Saqué a la superficie un arroyo subterráneo. Todos quedaron empapados, antes que lo devolviera a su sitio. Se quedaron convencidos. -¿Has pensado alguna vez que podrías ayudarles a reconstruir sus ciudades? -No quieren reconstruirlas6 . -Ni siquiera han pensado en la posibilidad. Han desechado la idea de reconstruir. El concepto se ha perdido. -Reflexionó, descorazonado-. Hay demasiados millones de kilómetros de ceniza y muy poca gente. Ni siquiera han intentado unificar las comunas. -Tienen radios -señaló Doris-. Pueden comunicarse entre sí, si quieren. -Si las utilizan, la guerra volverá a estallar. Saben que existen grupos de fanáticos que arden en deseos de iniciar una guerra, si se les da la oportunidad. Prefieren sumirse en la barbarie a eso. -Escupió sobre los arbustos que crecían bajo el porche-. No les culpo.
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Sondear Hacer averiguaciones sobre alguien o algo
-Si controláramos las comunas -dijo Doris, pensativa-, no iniciaríamos una guerra. Las unificaríamos sobre la base de la paz. -Juegas con varias barajas a la vez -se irritó Jack-. Hace un momento realizabas milagros... ¿De dónde has sacado esa idea? Doris vaciló. -Bueno, me he limitado a transmitirla. Creo que fue Stephen quien lo dijo, o lo pensó. Me he limitado a verbalizarla. -¿Te gusta ser la portavoz de Stephen? Doris agitó las manos, temerosa. -Por Dios, Jack... Puede sondearte. ¡No digas esas cosas! Jack se apartó de ella y bajó los peldaños del porche. Cruzó el campo oscuro y silencioso, alejándose del refugio. La muchacha corrió tras él. -No te vayas -dijo, sin aliento-. Stephen es un niño. No es como tú, un adulto maduro. Jack lanzó una carcajada al negro cielo. -Pobre tonta. ¿Sabes cuántos años tengo? -No, y no me lo digas. Sé que eres mayor que yo. Te conozco desde siempre. Te recuerdo de cuando era pequeña. Siempre fuiste grande, fuerte y rubio. -Lanzó una risita nerviosa-. Claro, todos aquellos otros... Todas aquellas personas diferentes, viejas y jóvenes. En realidad, no lo entiendo, pero todas son tú, imagino.
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Cada una de un período temporal diferente. -Exacto -admitió Jack, tenso-. Todas son yo. -La de hoy, cuando te trasladaste en el sótano, mientras yo dormía... -Doris deslizó sus fríos dedos alrededor de su muñeca-. Un muchacho, con libros debajo del brazo, vestido con un jersey verde y pantalones marrones. -Dieciséis años -murmuró Jack. -Era guapo. Tímido, confuso. Más joven que yo. Subimos y contempló a la multitud. Fue cuando Stephen me pidió que realizara el milagro. Él, o sea, tú, se quedó muy interesado. Porter le tomó el pelo. Porter es inofensivo. Le gusta comer, dormir, y punto. Es un buen tipo. Stephen también le tomó el pelo. No creo que a Stephen le cayera bien. -Quieres decir que no le caigo bien. -Imagino que conoces nuestra opinión. La de todos, hasta cierto punto... Nos intriga que te empeñes en enmendar el pasado, una y otra vez. ¡El pasado no existe! Quizá en tu caso sea diferente..., pero ya no existe. No puedes cambiarlo. La guerra estalló, todo quedó reducido a escombros, y esto es lo que queda. Tú mismo lo dijiste: ¿Por qué nos mantenemos al margen? Sería muy sencillo intervenir. -Una emoción infantil recorrió su cuerpo. Se apretó contra él, empujada por sus propias palabras-. Olvida el pasado; trabajemos para el presente. Tenemos el material al alcance de la mano: la gente, los objetos. ¡Actuemos de una vez! -Levantó un
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Bovino Perteneciente o relativo al toro o a la vaca Anacrónico Error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió
bosquecillo situado a dos kilómetros de distancia. Las cumbres de una cadena de colinas se alzaron en el aire y se disolvieron en diminutos fragmentos-. ¡Podemos separar las cosas y volverlas a unir! -Tengo setenta y un años. Yo ya no voy a unir nada. Y estoy cansado de remover en el pasado. No lo intentaré más. Regocíjense todos. Estoy acabado. Doris tiró de él con furia. -¡Pues los demás continuaremos! Si poseyera el talento de Porter, investigaría más allá de su muerte. Porter, en algún momento del futuro, podría contemplar su cadáver, su entierro, continuaría viviendo mes tras mes, mientras su gordo cuerpo se descomponía bajo tierra. La bovina satisfacción de Porter era posible en un hombre capaz de ver su futuro... Jack se retorció, poseído por una angustiosa incertidumbre. Cuando el anciano que agonizaba en el hospital militar llegara al inevitable final de su vida..., ¿qué? ¿Qué sería de los supervivientes de la Cofradía? La muchacha continuó parloteando a su lado. Las posibilidades que él había sugerido: trabajar con un material auténtico, nada de trucos o milagros. Para ella, las posibilidades de una acción social iban a cobrar existencia. Todos tenían inquietudes, salvo quizá Porter. Cansados de una vida ociosa. Hartos de los oficiales anacrónicos que mantenían con vida a las comunas, reliquias de un orden pasado de incompetentes que
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Demaogo Orador revolucionario que intenta ganar influencia mediante discursos que agiten a la plebe
BAJO LA DOMINACION DE
PRECOGS, TELEPATAS CURANDEROS CON EL PODER DE ANIMAR LA MATERIA INORGANICA Y FULMINAR LA MATERIA O R G A N I C A ¿QUE PERSONA NORMAL IBA A SOBREVIVIR? habían demostrado su incapacidad para gobernar al dirigir a su bloque hacia la destrucción casi total. El gobierno de la Cofradía no podía ser peor. ¿O sí? Algo había sobrevivido gracias a políticos sedientos de poder, demagogos profesionales reclutados entre los ayuntamientos de las ciudades y los bufetes de abogados baratos. Si el gobierno psiónico fracasaba, si se reproducían las luchas fratricidas entre las naciones, no quedaría alternativa. El poder colectivo de la Cofradía se
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Stephen contrajo el hábito de introducir ideas en la mente de los demás.
extendía a todos los ámbitos de la vida. Por primera vez, podía surgir una sociedad auténticamente totalitaria. Bajo la dominación de telépatas, Precogs, curanderos con el poder de animar la materia inorgánica y fulminar la materia orgánica, ¿qué persona normal iba a sobrevivir? No habría oposición contra la Cofradía. Los hombres controlados por gobernantes psiónicos estarían indefensos. Sería cuestión de tiempo examinar con toda seriedad la valía de los no Psis, en pro de la eficacia, y avanzar hacia la eliminación del material inservible. El gobierno de los supercompetentes sería mucho peor que el gobierno de los incompetentes. -¿Peor para quién? -Los pensamientos de Stephen penetraron en su mente. Fríos, plenos de confianza, carentes de toda duda-. Están agonizando. La cuestión no reside en eliminarlos, sino en cuánto tiempo vamos a mantenerles en este estado de preservación artificial. Dirigimos un zoo, Jack. Mantenemos con vida a una especie extinta. Y la jaula es demasiado grande... Ocupa todo el mundo. Démosles un poco de espacio, si quieres; un subcontinente. Pero nosotros nos reservamos el uso de la balanza. Porter estaba engullendo un budín de arroz al horno. Siguió comiendo después que Stephen empezara a gritar. Hasta que Thelma le arrancó la cuchara de la mano no concentró su atención en lo que ocurría.
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Las razones por las cuales decidió no decir nada acerca de los hechos que tomaron por sorpresa a los demás previó, nunca son reveladas.
Sarmentoso Referente a los Sarmientos, conjuntos de ramas y hojas de la vid, largos, delgados, flexibles y nudosos
La sorpresa no existía para él. Había examinado la escena seis meses antes, reflexionado sobre ella y pasado a fijarse en acontecimientos posteriores. Empujó hacia atrás su silla de mala gana y enderezó su pesado cuerpo. -¡Va a matarme! -aullaba Stephen-. ¿Por qué no me lo has dicho? -gritó a Porter-. ¡Sabes que viene a matarme en este mismo momento! -Por el amor de Dios -gritó Thelma en el oído de Porter-, ¿es verdad? ¿No puedes intervenir? Eres un hombre... ¡Detenle! Mientras Porter rumiaba una respuesta, Jack entró en la cocina. Los gritos de Stephen adquirieron un timbre más agudo. Doris corría detrás de Jack con los ojos desorbitados, sin acordarse de su talento. Thelma rodeó la mesa y se interpuso entre Jack y el muchacho, con los brazos sarmentosos extendidos y la cara deformada por la indignación. -¡Lo veo en su mente! -chilló Stephen-. Va a matarme porque sabe que yo quiero... -Se interrumpió-. No quiere que intervengamos. Quiere que nos quedemos en estas ruinas, haciendo trucos para la gente. -La furia se sobrepuso a su terror-. No pienso hacerlo. Estoy harto de leer mentes. ¡Ahora está pensando en matarnos a todos! ¡Nos quiere ver muertos a todos! Porter se reclinó en su silla y buscó su cuchara. Colocó el plato debajo de su barbilla. Siguió comiendo,
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Alimaña Bestia, persona mala, despreciable, de bajos sentimientos
sin dejar de observar a Jack y a Stephen. -Lo lamento -dijo Jack-. No debiste comunicarme tus pensamientos, puesto que yo no puedo leerlos. Tendrías que habértelos guardado. Dio un paso adelante. Thelma le agarró con sus manos descarnadas. Los gritos y aullidos alcanzaron cotas de histeria. Porter se encogió y sus papadas oscilaron. Impasible, contempló el forcejeo entre Jack y la vieja. Stephen estaba paralizado de terror, la cara cerúlea y el cuerpo rígido. Doris avanzó y Porter dejó de comer. Una especie de tensión se apoderó de él, pero no había parado de comer a causa de la duda o la incertidumbre, sino por la irrevocabilidad de los hechos. Saber lo que iba a ocurrir no disminuía la cualidad pavorosa de la escena. No podía sorprenderse, pero sí impresionarse. -Déjale en paz -jadeó Doris-. No es más que un niño. Siéntate y compórtate. -Tomó a Jack por la cintura. Las dos mujeres se esforzaron por inmovilizar al musculoso gigante-. ¡Basta! ¡Déjale en paz! Jack se soltó de su presa. Se tambaleó y trató de conservar el equilibrio. Las dos mujeres le atacaron como alimañas furiosas. Se dispuso a rechazarlas... -No miren -gritó Porter. Doris se volvió en su dirección. Y no vio, como él había anticipado. Thelma vio, y su voz enmudeció. Stephen, horrorizado, lanzó un chillido.
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Tutela Dirección, amparo o defensa de una persona respecto de otra
Sólo habían visto una vez la última identidad que jalonaba la senda temporal de Jack. Una noche, el anciano arrugado había aparecido un momento, mientras la entidad más joven inspeccionaba el hospital militar para analizar sus recursos. El Jack más joven había regresado al instante, satisfecho de saber que el hombre agonizante recibiría el mejor tratamiento posible. En aquel instante habían visto su rostro enjuto, devorado por la fiebre. Esta vez, los ojos ya no brillaban. Eran los ojos deslustrados de un objeto muerto, que les contemplaba con una mirada perdida. Thelma intentó en vano sostenerlo cuando se desplomó. Derribado sobre la mesa como un saco de carne. Las copas y los cubiertos cayeron al suelo. Vestía una bata azul descolorida, anudada a la cintura. Sus pies blancos estaban descalzos. Rezumaba un olor penetrante a hospital, vejez, enfermedad y muerte. -Ustedes lo han hecho -dijo Porter-. Sobre todo, Doris. En cualquier caso, habría ocurrido dentro de escasos días. Jack ha muerto. Tendremos que enterrarle, a menos que alguna sepa cómo devolverle a la vida. Thelma se secó los ojos. Las lágrimas resbalaron sobre sus hundidas mejillas y se introdujeron en su boca. -Ha sido culpa mía. Quería destruirle. Mis manos. -Alzó sus garras-. Nunca confió en mí; nunca se puso bajo mi tutela. Hizo bien.
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-Las dos lo hicimos -murmuró Doris, temblorosa-. Porter dice la verdad. Quería que se marchara... Nunca había trasladado nada al pasado. -Ni lo volverás a hacer -dijo Porter-. No ha dejado descendientes. Fue el primer y último hombre que viajó por el tiempo. Su talento fue único. Stephen se iba recobrando poco a poco, aún pálido y estremecido, los ojos clavados en la forma arrugada, ataviada con un pijama azul a rayas, que se había desplomado bajo la mesa. -En cualquier caso -murmuró por fin-, ya nadie irá a hurgar en el pasado. -Creo que puedes leer mis pensamientos -dijo Thelma-. ¿Sabes lo que estoy pensando? Stephen parpadeó. -Sí. -Ahora, presta mucha atención. Voy a expresarlo con palabras para que todo el mundo se entere. Stephen asintió en silencio. Sus ojos recorrieron la habitación, pero no se movió. -Quedan ahora cuatro miembros de la Cofradía -habló Thelma, sin la menor expresión en su voz-. Algunos queremos abandonar este lugar para ir a vivir a las comunas. Algunos pensamos que sería una buena idea imponer nuestra voluntad a las comunas, tanto si les gusta como si no. Stephen asintió.
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[palabras]
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La forma en que Thelma cura a sus pacientes es mediante la manipulación de la energía
Colonia Conjunto de personas procedentes de un territorio que van a otro para establecerse en él.y el territorio o lugar donde se establecen estas personas
-Creo que si alguno intenta marcharse de aquí -continuó Thelma, examinando sus viejas y resecas manos-, haré lo que Jack intentó hacer. -Reflexionó un instante-. Aunque no sé si podré. Quizá yo también fracase. -Sí -dijo Stephen, con voz temblorosa, que luego adquirió más vigor-. No eres lo bastante fuerte. Aquí hay alguien mucho más fuerte que tú. Esa mujer puede agarrarte y enviarte a donde quiera. Al otro lado del mundo, a la Luna, al centro del océano. Doris emitió un ruido estrangulado. -Yo... -Es verdad -admitió Thelma-, pero sólo me encuentro a un metro de ella. Si la toco primero, su energía se vaciará. -Examinó el rostro asustado de la muchacha-. Pero tienes razón. Lo que ocurra no depende de ti o de mí, sino de lo que Doris quiera hacer. La respiración de Doris era rápida y entrecortada. -No lo sé -dijo con voz débil-. No quiero quedarme aquí, sentada entre estas viejas ruinas, día tras día, haciendo... trucos. Jack siempre dijo que no debíamos imponer nuestra voluntad a las colonias. -Su voz se quebró-. Toda mi vida, desde que era niña, siempre he oído a Jack decir lo mismo. Si no quieren que... -No va a trasladarte ahora -dijo Stephen a Thelma-, pero algún día lo hará. Tarde o temprano te sacará de aquí, alguna noche mientras duermes. A la larga, tomará
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Los habitantes de las comunas están preparando su salida para unirse a los psis y terminar con la sociedad a la que han sidos forzados a vivir
la decisión. -Sonrió ampliamente-. Recuerda que puedo hablar con ella mentalmente. Siempre que me dé la gana. -¿Lo harás? -preguntó Thelma a la muchacha. -Yo..., no lo sé -tartamudeó Doris-. ¿Lo haré? Tal vez sí. Todo es tan... sorprendente. Porter se reclinó en la silla y eructó estruendosamente. -Me resulta curioso oírlos a todos especular. Para ser exacto, no tocarás a Thelma. Olvida tus preocupaciones -dijo a la anciana-. El equilibrio se conservará. Los cuatro nos equilibramos mutuamente. Todos seguiremos en nuestro sitio. -Quizá Stephen tenga razón -dijo Thelma-. Si vamos a seguir viviendo así, sin hacer nada... -Continuaremos aquí -dijo Porter-, pero no viviremos como hasta ahora. -¿Qué quieres decir? -preguntó Thelma-. ¿Cómo viviremos? ¿Qué va a ocurrir? -Me cuesta sondearte -se quejó Stephen-. Has visto cosas, pero no las piensas. ¿Han cambiado su postura los gobiernos de las comunas? ¿Van a solicitar por fin nuestra colaboración? -Los gobiernos no van a solicitar nuestra colaboración -respondió Porter-. Nunca nos invitarán a Washington ni a Moscú. Debemos permanecer al margen, a la espera. -Levantó la vista y anunció, de manera enigmática-: La espera está a punto de terminar.
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7- Que los habitantes de determinado lugar decidan dejar atrás sus hogares, sea por una catástrofe mundial sucedida o por suceder, sea por un cambio de era, sea por razonces políticas, religiosas o climáticas, en la búsqueda de la civilización donde los humanos deben juntarse de cierta forma para sobrevivir en conjunto resulta muy atractiva a la ficción, como sucede, por ejemplo, en The Happening de M. Night Shyamalan
Amanecía. Ed Garby se sumó a la cola de vehículos que abandonaban la comuna 7. La luz del sol, fría e intermitente, bañaba los cuadrados de hormigón que constituían las instalaciones de la comuna. El día iba a ser nublado, igual que el anterior. Aun así, la puerta de salida ya estaba congestionada de tráfico. -Esta mañana sale mucha gente -murmuró su mujer-. No pueden esperar a que la ceniza se levante. Ed buscó el pase, sepultado en el bolsillo de su camisa, acartonada de sudor. -Hay un embotellamiento terrible -murmuró-. ¿Están registrando los coches? En lugar de uno, hoy había cuatro guardias. Se movían entre los coches parados. Vigilaban, murmuraban, hablaban con los oficiales mediante micrófonos de cuello. Un enorme camión cargado de obreros se apartó de la cola y tomó una carretera lateral. Describió un círculo completo, entre nubes de gas azul, y regresó al centro de la comuna, lejos de la puerta de salida. Ed contempló la escena, intranquilo. -¿Por qué da la vuelta? -masculló, invadido de temor-. ¡Nos obligan a dar la vuelta! -No -le tranquilizó Bárbara-. Mira, un coche acaba de pasar. Un antiguo coche deportivo de antes de la guerra cruzó la puerta y salió a la llanura. Un segundo le siguió. Los coches aceleraron para remontar la larga colina que
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Estribo Pieza de metal, madera o cuero en que se apoya el pie, la cual está pendiente de la ación Escrutar Indagar, examinar cuidadosamente, explorar
se transformaba en el primer bosquecillo. Una bocina protestó detrás de Ed. Avanzó unos metros. La niña lloraba en el regazo de Bárbara. La envolvió con la manta de algodón y subió la ventanilla. -Hace un día horrible. Si no tuviéramos que irnos... -Se interrumpió-. Aquí vienen los guardias. Saca el pase. Ed saludó a los guardias sin mucho entusiasmo. -Buenos días. Uno de los guardias tomó el pase, lo examinó, perforó y guardó en una libreta encuadernada en acero. -Van a darnos sus huellas dactilares -ordenó. Le pasaron un tampón negro y húmedo-. Incluida la niña. Ed se quedó estupefacto. -¿Por qué? ¿Qué demonios pasa? Los gemelos estaban demasiado aterrorizados para moverse. Dejaron que los guardias les tomaran las huellas, aturdidos. Ed protestó débilmente cuando empujaron el tampón hacia su pulgar. Le tomaron la muñeca. Mientras los guardias daban la vuelta al camión para repetir el proceso con Bárbara, el jefe de la partida apoyó el pie en el estribo y conversó con Ed. -Cinco personas. ¿Familia? Ed asintió. -Sí, mi familia. -Completa. ¿Alguien más? -No. Sólo nosotros cinco. Los ojos oscuros del guardia le escrutaron.
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La forma despectiva en la cual habla el guardia al decir adivino resulta coherente con su forma de pensar totalmente estructurada sin lugar al cambio
Encarnado Colorado, del color de la carne
-¿Cuándo piensan volver? -Esta noche -Ed indicó la libreta de metal donde había guardado su pase-. Coloque antes de las seis. -Si atraviesa esa puerta, no volverá. Esa puerta sólo es de salida. -¿Desde cuándo? -susurró Bárbara, pálida como la cera. -Desde anoche. Ustedes eligen. Sigan adelante, resuelvan sus asuntos, consulten a su adivino, pero no vuelvan. -El guardia indicó la carretera lateral-. Si quiere dar la vuelta, esa carretera le conduce a las rampas descendentes. Siga a ese camión; va a dar la vuelta. Ed se humedeció sus labios resecos. -No puedo. Mi hija..., tiene cáncer a los huesos. La vieja empezó a sanarla, pero aún no está bien del todo. La vieja dice que hoy va a terminar. El guardia examinó una guía manoseada. -Pabellón 9, nivel sexto. Baje y curarán a su hija. Los médicos están muy bien equipados. -Cerró el libro y se apartó del coche. Era un hombre fornido, de rostro encarnado y piel erizada de vello-. Acabemos de una vez, amigo. Adelante o atrás. Usted elige. Ed movió el coche hacia adelante automáticamente. -Habrán tomado una decisión -murmuró, atontado-. Sale demasiada gente. Quieren asustarnos... Saben que no podemos vivir ahí fuera. ¡Moriremos! -Aquí también moriremos.
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-¡Pero sólo hay ruinas fuera de la comuna! -Pero están ellos. -No podremos regresar -dijo Ed con voz estrangulada-. ¿Y si es una equivocación? El camión que les precedía avanzó hacia la carretera lateral. De pronto, tras una equívoca señal manual, el conductor introdujo la mano y lanzó el coche hacia la puerta de salida. Se produjo un momento de confusión. El camión aminoró la velocidad, casi hasta detenerse. Ed pisó el freno, maldijo y puso la primera. Después, el camión que le precedía aceleró. Cruzó la puerta y salió a la desnuda llanura. Ed, sin pensarlo, lo siguió. Un aire frío y cargado de ceniza se coló por la ventanilla cuando aumentó la velocidad y se colocó paralelo al otro camión. Sacó la cabeza y gritó: -¿Adónde va? ¡No le dejarán volver! -¡Es que no pienso volver, maldita sea! -respondió el conductor, un hombrecillo flaco, calvo y huesudo-. Que se vayan al infierno. Me he llevado toda la comida, todo lo que tengo. ¡Que intenten obligarme a volver! Aceleró con brusquedad y adelantó a Ed. -Bien, ya está -dijo Bárbara-. Hemos salido. -Sí -admitió Ed, tembloroso-, hemos salido. Un metro, mil kilómetros, ¿qué más da? -Se volvió hacia su mujer, dominado por el pánico-. ¿Y si no nos aceptan? ¿Y si llegamos y nos rechazan? Sólo tienen aquel refugio destrozado del tiempo de la
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Éxodo Emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas
guerra. No hay sitio para nadie..., y mira detrás. Una hilera de coches y camiones estaba atravesando la puerta y salía a la parchada llanura. Unos pocos dieron media vuelta. Un vehículo paró a un lado de la carretera y sus pasajeros se enzarzaron en una frenética discusión. -Nos aceptarán -dijo Bárbara-. Quieren ayudarnos; siempre han querido. -¿Y si no pueden? -Creo que sí pueden. Si nosotros lo pedimos, pueden hacer muchas cosas. Teníamos que acudir en su busca. Hemos estado separados de ellos demasiados años. Si el gobierno no les deja entrar, nosotros tenemos que salir. -¿Podremos vivir fuera? -preguntó Ed con voz ronca. -Sí. Una bocina sonó a sus espaldas. Ed aceleró. -Es un éxodo. Mira cómo salen. ¿Quedará alguien? -Muchos -respondió Bárbara-. Todos los peces gordos se quedarán. -Lanzó una carcajada-. Tal vez consigan declarar otra guerra, para distraerse un poco mientras nosotros no volvamos.
Fin
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CIVILIZACIÓN Y FUTURO Organización de personas en un determinado es-pacio y en un tiempo todavía no acaecido.
Post-guerra exterminante
TIENES QUE SABER COMO
ACEPTAR EL RECHAZO Y SABER COMO RECHAZAR
LA ACEPTACION
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LA
TERCERA
EXPEDICIÓN Este cuento forma parte de “Crónicas Marcianas”, publicado en 1955 y es considerado como una de las obras maestras del autor. Más allá del título, en él se tratan temas perennes de toda la humanidad: la guerra y el impulso autodestructivo del hombre, el racismo, tanto hacia los marcianos como hacia otras personas, y la pequeñez del hombre ante la naturaleza y el universo.
LA TERCERA EXPEDICIÓN
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Ray Bradbury
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LA
TERCERA
EXPEDICIÓN
La nave vino del espacio. Vino de las estrellas, y las velocidades negras, y los movimientos brillantes, y los silenciosos abismos del espacio. Era una nave nueva, con fuego en las entrañas y hombres en las celdas de metal, y se movía en un silencio limpio, vehemente y cálido. Llevaba diecisiete hombres, incluyendo un capitán. En la pista de Ohio la muchedumbre había gritado agitando las manos a la luz del sol, y el cohete había florecido en ardientes capullos de color y había escapado alejándose en el espacio ¡en el tercer viaje a Marte! Ahora estaba desacelerando con una eficiencia metálica en las atmósferas superiores de Marte. Era todavía hermoso y fuerte. Había avanzado como un pálido leviatán marino por las aguas de medianoche del espacio; había dejado atrás la luna antigua y se había precipitado al interior de una nada que seguía a otra nada. Los hombres de la tripulación se habían golpeado, enfermado y curado, alternadamente. Uno había muerto, pero los dieciséis sobrevivientes, con los
LA TERCERA EXPEDICIÓN
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ANTOLOGÍA SCI FI
Vehemente Que tiene una fuerza impetuosa.
1- La letra fue escrita originalmente por Ballard MacDonald y la música compuesta por Robert A. “Bobo” King, convirtiéndose en 1969 en la canción oficial del estado de Ohio en EE.UU. En 1989 se hizo una nueva versión escrita por Wilbert McBride.
El hecho de que haya una casa victoriana en un prado en Marte es un claro indicio de que algo no anda bien
Leviatán Monstruo marino fantástico. Oscilar Efectuar movimientos de vaivén a la manera de un péndulo o de un cuerpo colgado de un resorte o movido por él. Caperuza Pieza que cubre la salida de humo de la chimenea,.
ojos claros y las caras apretadas contra las ventanas de gruesos vidrios, observaban ahora cómo Marte oscilaba subiendo debajo de ellos. -¡Marte! -exclamó el navegante Lustig. -¡El viejo y simpático Marte! -dijo Samuel Hinkston, arqueólogo. -Bien -dijo el capitán John Black. El cohete se posó en un prado verde. Afuera, en el prado, había un ciervo de hierro. Más allá, se alzaba una alta casa victoriana, silenciosa a la luz del sol, toda cubierta de volutas y molduras rococó, con ventanas de vidrios coloreados: azules y rosas y verdes y amarillos. En el porche crecían unos geranios, y una vieja hamaca colgaba del techo y se balanceaba, hacia atrás, hacia delante, hacia atrás, hacia delante, mecida por la brisa. La casa estaba coronada por una cúpula, con ventanas de vidrios rectangulares y un techo de caperuza. Por la ventana se podía ver una pieza de música titulada Hermoso Ohio1, en un atril. Alrededor del cohete y en las cuatro direcciones se extendía el pueblo, verde y tranquilo bajo el cielo primaveral de Marte. Había casas blancas y de ladrillos rojos, y álamos altos que se movían en el viento, y arces y castaños, todos altos. En el campanario de la iglesia dormían unas campanas doradas. Los hombres del cohete miraron fuera y vieron todo esto. Luego se miraron unos a otros y miraron otra
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Enrarecido Aire contaminado, escaso o raro.
vez fuera, pálidos, tomándose de los codos, como si no pudieran respirar. -Demonios -dijo Lustig en voz baja, frotándose torpemente los ojos-. Demonios. -No puede ser -dijo Samuel Hinkston. Se oyó la voz del químico. -Atmósfera enrarecida, señor, pero segura. Hay suficiente oxígeno. -Entonces saldremos -dijo Lustig. -Esperen -replicó el capitán John Black-. ¿Qué es esto en realidad? -Es un pueblo, con aire enrarecido, pero respirable, señor. -Y es un pueblo idéntico a los pueblos de la Tierra -dijo Hinkston el arqueólogo-. Increíble. No puede ser, pero es. El capitán John Black lo miró inexpresivamente. -¿Cree usted posible que las civilizaciones de dos planetas marchen y evolucionen de la misma manera, Hinkston? -Nunca lo hubiera pensado, capitán. El capitán se acercó a la ventana. -Miren. Geranios. Una planta de cultivo. Esa variedad específica se conoce en la Tierra sólo desde hace cincuenta años. Piensen cómo evolucionan las plantas, durante miles de años. Y luego díganme si es lógico que los marcianos tengan: primero, ventanas con vidrios
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ANTOLOGÍA SCI FI
1- La expedición a marte que relata el cuento sucede en abril del año 2000. La primera fue en Enero de 1999, siendo la segunda en Agosto de ese mismo año.
emplomados; segundo, cúpulas; tercero, columpios en los porches; cuarto, un instrumento que parece un piano y que probablemente es un piano; y quinto, si miran ustedes detenidamente por la lente telescópica, ¿es lógico que un compositor marciano haya compuesto una pieza de música titulada, aunque parezca mentira, Hermoso Ohio? ¡Esto querría decir que hay un río Ohio en Marte! -¡El capitán Williams, por supuesto! -exclamó Hinkston. -¿Qué? -El capitán Williams y su tripulación de tres hombres. O Nathaniel York y su compañero2 . ¡Eso lo explicaría todo! -Eso no explicaría nada. Según parece, el cohete de York estalló el día que llegó a Marte, y York y su compañero murieron. En cuanto a Williams y sus tres hombres, el cohete fue destruido al día siguiente de haber llegado. Al menos las pulsaciones de los transmisores cesaron entonces. Si hubieran sobrevivido, se habrían comunicado con nosotros. De todos modos, desde la expedición de York sólo ha pasado un año, y el capitán Williams y sus hombres llegaron aquí en el mes de agosto. Suponiendo que estén vivos, ¿hubieran podido construir un pueblo como éste y envejecerlo en tan poco tiempo, aun con la ayuda de una brillante raza marciana? Miren el pueblo; está ahí desde hace por lo
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Pauta Instrumento o norma que sirve para gobernarse en la ejecución de algo.
menos setenta años. Miren la madera de ese porche; miren esos árboles, ¡todos centenarios! No, esto no es obra de York o Williams. Es otra cosa, y no me gusta. Y no saldré de la nave antes de aclararlo. -Además -dijo Lustig-, Williams y sus hombres, y también York, descendieron en el lado opuesto de Marte. Nosotros hemos tenido la precaución de descender en este lado. -Excelente argumento. Como es posible que una tribu marciana hostil haya matado a York y a Williams, nos ordenaron que descendiéramos en una región alejada, para evitar otro desastre. Estamos por lo tanto, o así parece, en un lugar que Williams y York no conocieron. -Maldita sea -dijo Hinkston-. Yo quiero ir al pueblo, capitán, con el permiso de usted. Es posible que en todos los planetas de nuestro sistema solar haya pautas similares de ideas, diagramas de civilización. ¡Quizás estemos en el umbral del descubrimiento psicológico y metafísico más importante de nuestra época! -Yo quisiera esperar un rato -dijo el capitán John Black. -Es posible, señor, que estemos en presencia de un fenómeno que demuestra por primera vez, y plenamente, la existencia de Dios, señor. -Muchos buenos creyentes no han necesitado esa prueba, señor Hinkston. -Yo soy uno de ellos, capitán. Pero es evidente que
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ANTOLOGÍA SCI FI
Los tripulantes en su mayoría pertenecen a pequeños pueblos campestres que se parecen a Green Bluff, Illinois
Radiotelegrafista Encargado de manejar un conjunto de aparatos que sirven para transmitir despachos con rapidez y a distancia. Ojo de buey Ventana o claraboya circular.
un pueblo como éste no puede existir sin intervención divina. ¡Esos detalles! No sé si reír o llorar. -No haga ni una cosa ni otra, por lo menos hasta saber con qué nos enfrentamos. -¿Con qué nos enfrentamos? -dijo Lustig-. Con nada, capitán. Es un pueblo agradable, verde y tranquilo, un poco anticuado como el pueblo donde nací. Me gusta el aspecto que tiene. -¿Cuándo nació usted, Lustig? -En mil novecientos cincuenta. -¿Y usted, Hinkston? -En mil novecientos cincuenta y cinco. En Grinnell, Iowa. Y este pueblo se parece al mío. -Hinkston, Lustig, yo podría ser el padre de cualquiera de ustedes. Tengo ochenta años cumplidos. Nací en mil novecientos veinte, en Illinois, y con la ayuda de Dios y de la ciencia, que en los últimos cincuenta años ha logrado rejuvenecer a los viejos, aquí estoy, en Marte, no más cansado que los demás, pero infinitamente más receloso. Este pueblo, quizá pacífico y acogedor, se parece tanto a Green Bluff, Illinois, que me espanta. Se parece demasiado a Green Bluff. -Y volviéndose hacia el radiotelegrafista, añadió-: Comuníquese con la Tierra. Dígales que hemos llegado. Nada más. Dígales que mañana enviaremos un informe completo. -Bien, capitán. El capitán acercó al ojo de buey una cara que tenía
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3- Roamin’ In The Gloamin’ es uan canción popular escrita por Sir Harry Lauder en 1911. Habla sobre un hombre cortejando a su amada por la noche. La canción fue un hit tanto en sus conciertos como en su grabación en 1912 y ha sido grabada numerosas veces desde entonces.
Han habido avances tecnológicos suficientes para hacer ver a un octogenario como un joven
Gramófono Instrumento que reproduce las vibraciones de la voz humana o de otro cualquier sonido, inscritas previamente en un disco giratorio. Sisear Emitir repetidamente el sonido inarticulado de s y ch, por lo común para manifestar desaprobación o desagrado.
que haber sido la de un octogenario, pero que parecía la de un hombre de unos cuarenta años. -Le diré lo que vamos a hacer, Lustig. Usted, Hinkston y yo daremos una vuelta por el pueblo. Los demás se quedan a bordo. Si ocurre algo, se irán en seguida. Es mejor perder tres hombres que toda una nave. Si ocurre algo malo, nuestra tripulación puede avisar al próximo cohete. Creo que será el del capitán Wilder, que saldrá en la próxima Navidad. Si en Marte hay algo hostil queremos que el próximo cohete venga bien armado. -También lo estamos nosotros. Disponemos de un verdadero arsenal. -Entonces, dígale a los hombres que se queden al pie del cañón. Vamos, Lustig, Hinkston. Los tres hombres salieron juntos por las rampas de la nave. Era un hermoso día de primavera. Un petirrojo posado en un manzano en flor cantaba continuamente. Cuando el viento rozaba las ramas verdes, caía una lluvia de pétalos de nieve, y el aroma de los capullos flotaba en el aire. En alguna parte del pueblo alguien tocaba el piano, y la música iba y venía e iba, dulcemente, lánguidamente. La canción era Hermosa soñadora. En alguna otra parte, en un gramófono, chirriante y apagado, siseaba un disco de Vagando al Anochecer, cantado por Harry Lauder3. Los tres hombres estaban fuera del cohete. Jadearon
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aspirando el aire enrarecido, y luego echaron a andar, lentamente, como para no fatigarse. Ahora el disco del gramófono cantaba: Oh, dame una noche de junio, la luz de la luna y tú Lustig se echó a temblar. Samuel Hinkston hizo lo mismo. El cielo estaba sereno y tranquilo, y en alguna parte corría un arroyo, a la sombra de un barranco con árboles. En alguna parte trotó un caballo, y traqueteó una carreta. -Señor -dijo Samuel Hinkston-, tiene que ser, no puede ser de otro modo, ¡los viajes a Marte empezaron antes de la Primera Guerra Mundial! -No. -¿De qué otro modo puede usted explicar esas casas, el ciervo de hierro, los pianos, la música? -Y Hinkston tomó persuasivamente de un codo al capitán y lo miró a los ojos-. Si usted admite que en mil novecientos cinco había gente que odiaba la guerra, y que uniéndose en secreto con algunos hombres de ciencia construyeron un cohete y vinieron a Marte... -No, no, Hinkston. -¿Por qué no? El mundo era muy distinto en mil novecientos cinco. Era fácil guardar un secreto. -Pero algo tan complicado como un cohete no, no se puede ocultar.
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Acunar Mecer al niño en la cuna o en los brazos para que se duerma. Bálsamo Consuelo, alivio.
-Y vinieron a vivir aquí, y naturalmente, las casas que construyeron fueron similares a las casas de la Tierra, pues junto con ellos trajeron la civilización terrestre. -¿Y han vivido aquí todos estos años? -preguntó el capitán. -En paz y tranquilidad, sí. Quizás hicieron unos pocos viajes, bastantes como para traer aquí a la gente de un pueblo pequeño, y luego no volvieron a viajar, pues no querían que los descubrieran. Por eso este pueblo parece tan anticuado. No veo aquí nada posterior a mil novecientos veintisiete, ¿no es cierto? -Es posible, también, que los viajes en cohete sean aún más antiguos de lo que pensamos. Quizá comenzaron hace siglos en alguna parte del mundo, y las pocas personas que vinieron a Marte y viajaron de vez en cuando a la Tierra supieron guardar el secreto. -Tal como usted lo dice, parece razonable. -Lo es. Tenemos la prueba ante nosotros; sólo nos falta encontrar a alguien y verificarlo. La hierba verde y espesa apagaba el sonido de las botas. En el aire había un olor a césped recién cortado. A pesar de sí mismo, el capitán John Black se sintió inundado por una gran paz. Durante los últimos treinta años no había estado nunca en un pueblo pequeño, y el zumbido de las abejas primaverales lo acunaba y tranquilizaba, y el aspecto fresco de las cosas era como un bálsamo para él.
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4- William Morris fue un fue un artesano, impresor, poeta, escritor, activista político, pintor y diseñador británico, fundador del movimiento Arts and Crafts. Por su parte, Maxfield Parrish fue un pintor e ilustrador estadounidense activo en la primer mitad del SXX.
Los indicios hacen parecer que han viajado al pasado, a principios del SXX en 1909
Los tres hombres entraron en el porche y fueron hacia la puerta de tela de alambre. Los pasos resonaron en las tablas del piso. En el interior de la casa se veía una araña de cristal, una cortina de abalorios que colgaba a la entrada del vestíbulo, y en una pared, sobre un cómodo sillón Morris, un cuadro de Maxfield Parrish4 . La casa olía a desván, a vieja, e infinitamente cómoda. Se alcanzaba a oír el tintineo de unos trozos de hielo en una jarra de limonada. Hacía mucho calor, y en la cocina distante alguien preparaba un almuerzo frío. Alguien tarareaba entre dientes, con una voz dulce y aguda. El capitán John Black hizo sonar la campanilla. Unas pisadas leves y rápidas se acercaron por el vestíbulo, y una señora de unos cuarenta años, de cara bondadosa, vestida a la moda que se podía esperar en 1909, asomó la cabeza y los miró. -¿Puedo ayudarlos? -preguntó. -Disculpe -dijo el capitán, indeciso-, pero buscamos... es decir, deseábamos... La mujer lo miró con ojos oscuros y perplejos. -Si venden algo... -No, espere. ¿Qué pueblo es éste? La mujer lo miró de arriba abajo. -¿Cómo qué pueblo es éste? ¿Cómo pueden estar en un pueblo y no saber cómo se llama? El capitán tenía el aspecto de querer ir a sentarse debajo de un árbol, a la sombra.
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Abalorio Conjunto de cuentas agujereadas, con las cuales, ensartándolas, se hacen adornos y labores.
-Somos forasteros. Queremos saber cómo llegó este pueblo aquí y cómo usted llegó aquí. -¿Son ustedes del censo? -No. -Todo el mundo sabe -dijo la mujer- que este pueblo fue construido en mil ochocientos sesenta y ocho. ¿Se trata de un juego?. -No, no es un juego -exclamó el capitán-. Venimos de la Tierra. -¿Quiere decir de debajo de la tierra? -No. Venimos del tercer planeta, la Tierra, en una nave. Y hemos descendido aquí, en el cuarto planeta, Marte... -Esto -explicó la mujer como si le hablara a un niño- es Green Bluff, Illinois, en el continente americano, entre el océano Pacífico y el océano Atlántico, en un lugar llamado el mundo y a veces la Tierra. Ahora, váyanse. Adiós. La mujer trotó vestíbulo abajo, pasando los dedos por entre las cortinas de abalorios. Los tres hombres se miraron. -Propongo que rompamos la puerta de alambre -dijo Lustig. -No podemos hacerlo. Es propiedad privada. ¡Dios santo! Fueron a sentarse en el escalón del porche. --Se le ha ocurrido pensar, Hinkston, que quizá
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nos salimos de la trayectoria, de alguna manera, y por accidente descendimos en la Tierra? -¿Y cómo lo hicimos? -No lo sé, no lo sé. Déjeme pensar, por Dios. -Comprobamos cada kilómetro de la trayectoria -dijo Hinkston-. Nuestros cronómetros dijeron tantos kilómetros. Dejamos atrás la Luna y salimos al espacio, y aquí estamos. Estoy seguro de que estamos en Marte. -¿Y si por accidente nos hubiésemos perdido en las dimensiones del espacio y el tiempo, y hubiéramos aterrizado en una Tierra de hace treinta o cuarenta años? -¡Oh, por favor, Lustig! Lustig se acercó a la puerta, hizo sonar la campanilla y gritó a las habitaciones frescas y oscuras: -¿En qué año estamos? -En mil novecientos veintiséis, por supuesto -contestó la mujer, sentada en una mecedora, tomando un sorbo de limonada. Lustig se volvió muy excitado. -¿Lo oyeron? Mil novecientos veintiséis. ¡Hemos retrocedido en el tiempo! ¡Estamos en la Tierra! Lustig se sentó, y los tres hombres se abandonaron al asombro y al terror, acariciándose de vez en cuando las rodillas. -Nunca esperé nada semejante -dijo el capitán-. Confieso que tengo un susto de todos los diablos. ¿Cómo puede ocurrir una cosa así? ojalá hubiéramos traído a
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La neurosis seguida de psicosis que plantea el Capitán Black es la que en realidad sufrirá el al enterarse de la realidad
Cottage Casa de campo.
Einstein con nosotros. -¿Nos creerá alguien en este pueblo? -preguntó Hinkston- ¿Estaremos jugando con algo peligroso? Me refiero al tiempo. ¿No tendríamos que elevarnos simplemente y volver a la Tierra? -No. No hasta probar en otra casa. Pasaron por delante de tres casas hasta un pequeño cottage blanco, debajo de un roble. -Me gusta ser lógico Y quisiera atenerme a la lógica -dijo el capitán-. Y no creo que hayamos puesto el dedo en la llaga. Admitamos, Hinkston, como usted sugirió antes, que se viaje en cohete desde hace muchos años. Y que los terrestres, después de vivir aquí algunos años, comenzaron a sentir nostalgias de la Tierra. Primero una leve neurosis, después una psicosis, y por fin la amenaza de la locura. ¿Qué haría usted, como psiquiatra, frente a un problema de esas dimensiones? Hinkston reflexionó. -Bueno, pienso que reordenaría la civilización de Marte, de modo que se pareciera, cada día más, a la de la Tierra. Si fuese posible reproducir las plantas, las carreteras, los lagos, y aun los océanos, los reproduciría. Luego, mediante una vasta hipnosis colectiva, convencería a todos en un pueblo de este tamaño que esto era realmente la Tierra, y no Marte. -Bien pensado, Hinkston. Creo que estamos en la pista correcta. La mujer de aquella casa piensa que vive
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Cordura Prudencia, juicio.
buen
seso,
Migración Acción y efecto de pasar de un país a otro para establecerse en él. Hipnosis Método para producir el sueño artificial, mediante influjo personal, o por aparatos adecuados.
CREO QUE ESTAMOS EN LA
PISTA CORRECTA LA MUJER DE AQUELLA CASA PIENSA QUE VIVE EN LA TIERRA
ELLA Y LOS DEMAS DE ESTE PUEBLO SON LOS SUJETOS DEL MAYOR EXPERIMENTO EN MIGRACION E HIPNOSIS QUE HAYAMOS PODIDO ENCONTRAR en la Tierra. Ese pensamiento protege su cordura. Ella y los demás de este pueblo son los sujetos del mayor experimento en migración e hipnosis que hayamos podido encontrar. -¡Eso es! -exclamó Lustig. -Tiene razón -dijo Hinkston. El capitán suspiró. -Bien. Hemos llegado a alguna parte. Me siento mejor. Todo es un poco más lógico. Ese asunto de las
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5- Un peregrino es un viajero que va en busca de un lugar sagrado. Usualmente es una travesía a pie a algún lugar con un significado adherente a un determinado sistema religioso. En este caso se trata de los peregrinos protestantes que fueron de Inglaterra a EEUU a colonizar la región del Atlántico en el SXVII
dimensiones, de ir hacia atrás y hacia delante viajando por el tiempo, me revuelve el estómago. Pero de esta manera... -El capitán sonrió-: Bien, bien, parece que seremos bastante populares aquí. -¿Cree usted? -dijo Lustig-. Al fin y al cabo, esta gente vino para huir de la Tierra, como los Peregrinos5 . Quizá vernos no los haga demasiado felices. Quizás intenten echarnos o matamos. -Tenemos mejores armas. Ahora a la casa siguiente. ¡Andando! Apenas habían cruzado el césped de la acera, cuando Lustig se detuvo y miró a lo largo de la calle que atravesaba el pueblo en la soñadora paz de la tarde. -Señor -dijo. -¿Qué pasa, Lustig? -Capitán, capitán, lo que veo... Lustig se echó a llorar. Alzó unos dedos que se le retorcían y temblaban, y en su cara hubo asombro, incredulidad y dicha. Parecía como si en cualquier momento fuese a enloquecer de alegría. Miró calle abajo y empezó a correr, tropezando torpemente, cayéndose y levantándose, y corriendo otra vez. -¡Miren! ¡Miren! -¡No dejen que se vaya! -El capitán echó también a correr. Lustig se alejaba rápidamente, gritando. Cruzó uno
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Los familiares de los tripulantes, en este caso los abuelos, han salido a captarlos y atraerlos hacia el interior de sus “casas”
Sollozar Respirar de manera profunda y entrecortada a causa del llanto.
de los jardines que bordeaban la calle sombreada y entró de un salto en el porche de una gran casa verde con un gallo de hierro en el tejado. Gritaba y lloraba golpeando la puerta cuando Hinkston y el capitán llegaron corriendo detrás de él. Todos jadeaban y resoplaban, extenuados por la carrera y el aire enrarecido. -¡Abuelo! ¡Abuela! -gritaba Lustig. Dos ancianos, un hombre y una mujer, estaban de pie en el porche. -¡David! -exclamaron con voz aflautada y se apresuraron a abrazarlo y a palmearle la espalda, moviéndose alrededor-. ¡Oh, David, David, han pasado tantos años! ¡Cuánto has crecido, muchacho! Oh, David, muchacho, ¿cómo te encuentras? -¡Abuelo! ¡Abuela! -sollozaba David Lustig-. ¡Qué buena cara tenéis! Retrocedió, los hizo girar, los besó, los abrazó, lloró sobre ellos Y volvió a retroceder mirándolos con ojos parpadeantes. El sol brillaba en el cielo, el viento soplaba, el césped era verde, las puertas de tela de alambre estaban abiertas de par en par. -Entra, muchacho, entra. Hay té helado, mucho té. -Estoy con unos amigos. -Lustig se dio vuelta e hizo señas al capitán, excitado, riéndose-. Capitán, suban. -¿Cómo están ustedes? -dijeron los viejos-. Pasen. Los amigos de David son también nuestros amigos. ¡No se
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Arabesco Dibujo de adorno compuesto de tracerías, follajes, cintas y roleos, y que se emplea más comúnmente en frisos, zócalos y cenefas.
queden ahí! La sala de la vieja casa era muy fresca, y se oía el sonoro tictac de un reloj de abuelo, alto y largo, de molduras de bronce. Había almohadones blandos sobre largos divanes y paredes cubiertas de libros y una gruesa alfombra de arabescos rosados, y las manos sudorosas sostenían los vasos de té, helado y fresco en las bocas sedientas. -Salud. -La abuela se llevó el vaso a los dientes de porcelana. -¿Desde cuándo estáis aquí, abuela? -preguntó Lustig. -Desde que nos morimos -replicó la mujer. El capitán John Black puso el vaso en la mesa. -¿Desde cuándo? -Ah, sí. -Lustig asintió-. Murieron hace treinta años. -¡Y usted ahí tan tranquilo! -gritó el capitán. -Silencio. -La vieja guiñó un ojo brillante-. ¿Quién es usted para discutir lo que pasa? Aquí estamos. ¿Qué es la vida, de todos modos? ¿Quién decide por qué, para qué o dónde? Sólo sabemos que estamos aquí, vivos otra vez, y no hacemos preguntas. Una segunda oportunidad. -Se inclinó y mostró una muñeca delgada-. Toque. -El capitán tocó-. Sólida, ¿eh? -El capitán asintió-. Bueno, entonces -concluyó con aire de triunfo-, ¿para qué hacer preguntas? -Bueno -replicó el capitán-, nunca imaginamos que encontraríamos una cosa como ésta en Marte.
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ANTOLOGÍA SCI FI
-Pues la han encontrado. Me atrevería a decirle que hay muchas cosas en todos los planetas que le revelarían los infinitos designios de Dios. -¿Esto es el cielo? -preguntó Hinkston. -Tonterías, no. Es un mundo y tenemos aquí una segunda oportunidad. Nadie nos dijo por qué. Pero tampoco nadie nos dijo por qué estábamos en la Tierra. Me refiero a la otra Tierra, esa de donde vienen ustedes. ¿Cómo sabemos que no había todavía otra además de ésa? -Buena pregunta -dijo el capitán. Lustig no dejaba de sonreír mirando a sus abuelos. -Qué alegría veros, qué alegría. El capitán se incorporó y se palmeó una pierna con aire de descuido. -Tenemos que irnos. Muchas gracias por las bebidas. -Volverán, por supuesto -dijeron los viejos-. Vengan esta noche a cenar. -Trataremos de venir, gracias. Hay mucho que hacer. Mis hombres me esperan en el cohete y... Se interrumpió. Se volvió hacia la puerta, sobresaltado. Muy lejos a la luz del sol había un sonido de voces y grandes gritos de bienvenida. -¿Qué pasa? -preguntó Hinkston. -Pronto lo sabremos. El capitán John Black cruzó abruptamente la puerta,
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Arremolinar Amontonarse o apiñarse desordenadamente. Centellear Despedir destellos vivos y rápidos de manera intermitente.
corrió por la hierba verde y salió a la calle del pueblo marciano. Se detuvo mirando el cohete. Las portezuelas estaban abiertas y la tripulación salía y saludaba, y se mezclaba con la muchedumbre que se había reunido, hablando, riendo, estrechando manos. La gente bailaba alrededor. La gente se arremolinaba. El cohete yacía vacío y abandonado. Una banda de música rompió a tocar a la luz del sol, lanzando una alegre melodía desde tubas y trompetas que apuntaban al cielo. Hubo un redoble de tambores y un chillido de gaitas. Niñas de cabellos de oro saltaban sobre la hierba. Niños gritaban: «¡Hurra!». Hombres gordos repartían cigarros. El alcalde del pueblo pronunció un discurso. Luego, los miembros de la tripulación, dando un brazo a una madre, y el otro a un padre o una hermana, se fueron muy animados calle abajo y entraron en casas pequeñas y en grandes mansiones. Las puertas se cerraron de golpe. El calor creció en el claro cielo de primavera, y todo quedó en silencio. La banda de música desapareció detrás de una esquina, alejándose del cohete, que brillaba y centelleaba a la luz del sol. -¡Deténganse! -gritó el capitán Black. -¡Lo han abandonado! -dijo el capitán-. ¡Han abandonado la nave! ¡Les arrancaría la piel! ¡Tenían
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El joven hermano del capitán ha muerto hace 62 años
órdenes precisas! -Capitán, no sea duro con ellos -dijo Lustig-. Se han encontrado con parientes y amigos. -¡No es una excusa! -Piense en lo que habrán sentido con todas esas caras familiares alrededor de la nave -dijo Lustig. -Tenían órdenes, maldita sea. -¿Qué hubiera sentido usted, capitán? -Hubiera cumplido las órdenes... -comenzó a decir el capitán, y se quedó boquiabierto. Por la acera, bajo el sol de Marte, venía caminando un joven de unos veintiséis años, alto, sonriente, de ojos asombrosamente claros y azules. -¡John! -gritó el joven, y trotó hacia ellos. -¿Qué? -El capitán Black se tambaleó. El joven llegó corriendo, le tomó la mano y le palmeó la espalda. -¡John, bandido! -Eres tú -dijo el capitán John Black. -¡Claro que soy yo! ¿Quién creías que era? -¡Edward! El capitán, reteniendo la mano del joven desconocido, se volvió a Lustig y a Hinkston. -Éste es mi hermano Edward. Ed, te presento a mis hombres: Lustig, Hinkston. ¡Mi hermano! John y Edward se daban la mano y se apretaban los brazos. Al fin se abrazaron.
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-¡Ed! -¡John, sinvergüenza! -Tienes muy buena cara, Ed, pero ¿cómo? No has cambiado nada en todo este tiempo. Moriste, recuerdo, cuando tenías veintiséis años y yo diecinueve. ¡Dios mío! Hace tanto tiempo, y aquí estás. Señor, ¿qué pasa aquí? -Mamá está esperándonos -dijo Edward Black sonriendo. -¿Mamá? -Y papá también. -¿Papá? El capitán casi cayó al suelo como si lo hubieran golpeado con un arma poderosa. Echó a caminar rígidamente, con pasos desmañados. -¿Papá y mamá vivos? ¿Dónde están? -En la vieja casa de Oak Knoll Avenue. -¡En la vieja casa! -El capitán miraba fijamente con un deleitado asombro-. ¿Han oído ustedes, Lustig, Hinkston? Hinkston se había ido. Había visto su propia casa en el fondo de la calle y corría hacia ella. Lustig se reía. -¿Ve usted, capitán, qué les ha ocurrido a los del cohete? No han podido evitarlo. -Sí, sí. -El capitán cerró los ojos-. Cuando vuelva a mirar habrás desaparecido. -Parpadeó-. Todavía estás aquí. Oh, Dios, ¡pero qué buen aspecto tienes, Ed!
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ANTOLOGÍA SCI FI
Precipitar Arrojarse inconsideradamente y sin prudencia a ejecutar o decir algo.
-Vamos, nos espera el almuerzo. Ya he avisado a mamá. Lustig dijo: -Señor, estaré en casa de mis abuelos si me necesita. -¿Qué? Ah, muy bien, Lustig. Nos veremos más tarde. Edward tomó de un brazo al capitán. -Ahí está la casa. ¿La recuerdas? -¡Claro que la recuerdo! Vamos. A ver quién llega primero al porche. Corrieron. Los árboles rugieron sobre la cabeza del capitán Black; el suelo rugió bajo sus pies. Delante de él, en un asombroso sueño real, veía la figura dorada de Edward Black y la vieja casa, que se precipitaba hacia ellos, con las puertas de tela de alambre abiertas de par en par. -¡Te he ganado! -exclamó Edward. -Soy un hombre viejo -jadeó el capitán- y tú eres joven todavía. Además siempre me ganabas, me acuerdo muy bien. En el umbral, mamá, sonrosada, rolliza y alegre. Detrás, papá, con canas amarillas y la pipa en la mano. -¡Mamá! ¡Papá! El capitán subió las escaleras corriendo como un niño. Fue una hermosa y larga tarde de primavera. Después de una prolongada sobremesa se sentaron en la sala y el
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capitán les habló del cohete, y ellos asintieron y mamá no había cambiado nada y papá cortó con los dientes la punta de un cigarro y lo encendió pensativamente como acostumbraba antes. A la noche comieron un gran pavo y el tiempo fue pasando. Cuando los huesos quedaron tan limpios como palillos de tambor, el capitán se echó hacia atrás en su silla y suspiró satisfecho. La noche estaba en todos los árboles y coloreaba el cielo, y las lámparas eran aureolas de luz rosada en la casa tranquila. De todas las otras casas, a lo largo de la calle, venían sonidos de músicas, de pianos, y de puertas que se cerraban. Mamá puso un disco en el gramófono y bailó con el capitán John Black. Llevaba el mismo perfume de aquel verano, cuando ella y papá murieron en el accidente de tren. El capitán la sintió muy real entre los brazos, mientras bailaban con pasos ligeros. -No todos los días se vuelve a vivir -dijo ella. -Me despertaré por la mañana -replicó el capitán-, y me encontraré en el cohete, en el espacio, y todo esto habrá desaparecido. -No, no pienses eso -lloró ella dulcemente-. No dudes. Dios es bueno con nosotros. Seamos felices. -Perdón, mamá. El disco terminó con un siseo circular. -Estás cansado, hijo mío -le dijo papá señalándolo con la pipa-. Tu antiguo dormitorio te espera; con la
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Entumecer Impedir, entorpecer el movimiento o acción de un miembro o nervio. Torrencial Parecido al torrente. Se dice de la lluvia abundante, numerosa, cuantiosa.
cama de bronce y, todas tus cosas. -Pero tendría que llamar a mis hombres. -¿Por qué? -¿Por qué? Bueno, no lo sé. En realidad, creo que no hay ninguna razón. No, ninguna. Estarán comiendo o en cama. Una buena noche de descanso no les hará daño. -Buenas noches, hijo. -Mamá le besó la mejilla-. Qué bueno es tenerte en casa. -Es bueno estar en casa. El capitán dejó aquel país de humo de cigarros y perfume y libros y luz suave y subió las escaleras charlando, charlando con Edward. Edward abrió una puerta, y allí estaba la cama de bronce amarillo, y los viejos banderines de la universidad, y un muy gastado abrigo de castor que el capitán acarició cariñosamente, en silencio. -No puedo más, de veras -murmuró-. Estoy entumecido y cansado. Hoy han ocurrido demasiadas cosas. Me siento como si hubiera pasado cuarenta y ocho horas bajo una lluvia torrencial, sin paraguas ni impermeable. Estoy empapado hasta los huesos de emoción. Edward estiró con una mano las sábanas de nieve y ahuecó las almohadas. Levantó un poco la ventana y el aroma nocturno del jazmín entró flotando en la habitación. Había luna y sonidos de músicas y voces
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6- Always es una canción escrita por Irving Berlin en 1925 como un regalo de boda para su esposa Ellin, con quien se casó en 1926.
Marylin debe ser un viejo amor del Capitán Black
Encaje Tejido de mallas, lazadas o calados, con flores, figuras u otras labores, que se hace con bolillos, aguja de coser o de gancho, etc., o bien a máquina.
distantes. -De modo que esto es Marte -dijo el capitán, desnudándose. -Así es. Edward se desvistió con movimientos perezosos y lentos, sacándose la camisa por la cabeza y descubriendo unos hombros dorados y un cuello fuerte y musculoso. Habían apagado las luces, y ahora estaban en cama, uno al lado del otro, como ¿hacía cuántos años? El aroma de jazmín que empujaba las cortinas de encaje hacia el aire oscuro del dormitorio acunó y alimentó al capitán. Entre los árboles, sobre el césped, alguien había dado cuerda a un gramófono portátil que ahora susurraba una canción: Siempre6 . Se acordó de Marilyn. -¿Está Marilyn aquí? Edward, estirado allí a la luz de la luna, esperó unos instantes y luego contestó: -Sí. No está en el pueblo, pero volverá por la mañana. El capitán cerró los ojos: -Tengo muchas ganas de verla. En la habitación rectangular y silenciosa, sólo se oía la respiración de los dos hombres. -Buenas noches, Ed. Una pausa. -Buenas noches, John.
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ANTOLOGÍA SCI FI
Las ideas comienzan a rondar la cabeza y una triste y ridícula en particular que lo hará estremecer
Estremecer Ocasionar alteración o sobresalto en el ánimo de alguien. Sentir una repentina sacudida nerviosa o sobresalto en el ánimo.
El capitán permaneció tendido y en paz, abandonándose a sus propios pensamientos. Por primera vez consiguió hacer a un lado las tensiones del día, y ahora podía pensar lógicamente. Todo había sido emocionante: las bandas de música, las caras familiares. Pero ahora... «¿Cómo? -se preguntó-. ¿Cómo se hizo todo esto? ¿Y por qué? ¿Con qué propósito? ¿Por la mera bondad de alguna intervención divina? ¿Entonces Dios se preocupa realmente por sus criaturas? ¿Cómo y por qué y para qué?» Consideró las distintas teorías que habían adelantado Hinkston y Lustig en el primer calor de la tarde. Dejó que otras muchas teorías nuevas le bajaran a través de la mente como perezosos guijarros que giraban echando alrededor unas luces mortecinas. Mamá. Papá. Edward. Tierra. Marte. Marcianos. «¿Quién había vivido aquí hacía mil años en Marte? ¿Marcianos? ¿O había sido siempre como ahora?» Marcianos. El capitán repitió la palabra ociosamente, interiormente. Casi se echó a reír en voz alta. De pronto se le había ocurrido la más ridícula de las teorías. Se estremeció. Por supuesto, no tenía ningún sentido. Era muy improbable. Estúpida. «Olvídala. Es ridícula.» »Sin embargo -pensó-, supongamos... Supongamos que Marte esté habitado por marcianos que vieron
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Telepatía Transmisión de contenidos psíquicos entre personas, sin intervención de agentes físicos conocidos. Cebo Utilizado para comparar cosas engañosas, como el cebo del anzuelo y la carne para cazar buitres.
llegar nuestra nave y nos vieron dentro y nos odiaron. Supongamos ahora, sólo como algo terrible, que quisieran destruir a esos invasores indeseables, y del modo más inteligente, tomándonos desprevenidos. Bien, ¿qué arma podrían usar los marcianos contra las armas atómicas de los terrestres? »La respuesta era interesante. Telepatía, hipnosis, memoria e imaginación. »Supongamos que ninguna de estas casas sea real, que esta cama no sea real sino un invento de mi propia imaginación, materializada por los poderes telepáticos e hipnóticos de los marcianos -pensó el capitán John Black-. Supongamos que estas casas tengan realmente otra forma, una forma marciana, y que conociendo mis deseos y mis anhelos, estos marcianos hayan hecho que se parezcan a mi viejo pueblo y mi vieja casa, para que yo no sospeche. ¿Qué mejor modo de engañar a un hombre que utilizar a sus padres como cebo? »Y este pueblo, tan antiguo, del año mil novecientos veintiséis, muy anterior al nacimiento de mis hombres... Yo tenía seis años entonces, y había discos de Harry Lauder, y cortinas de abalorios, y Hermoso Ohio, y cuadros de Maxfield Parrish que colgaban todavía de las paredes, y arquitectura de principios de siglo. ¿Y si los marcianos hubieran sacado este pueblo de los recuerdos de mi mente? Dicen que los recuerdos de la niñez son los más claros. Y después de construir el pueblo, sacándolo
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Muchedumbre Abundancia y multitud de personas o cosas.
de mi mente, ¡lo poblaron con las gentes más queridas, sacándolas de las mentes de los tripulantes! »Y supongamos que esa pareja que duerme en la habitación contigua no sea mi padre y mi madre, sino dos marcianos increíblemente hábiles y capaces de mantenerme todo el tiempo en un sueño hipnótico. »¿Y aquella banda de música? ¡Qué plan más sorprendente y admirable! Primero, engañar a Lustig, después a Hinkston, y después reunir una muchedumbre; y todos los hombres del cohete, como es natural, desobedecen las órdenes y abandonan la nave al ver a madres, tías, tíos y novias, muertos hace diez, veinte años. ¿Qué más natural? ¿Qué más inocente? ¿Qué más sencillo? Un hombre no hace muchas preguntas cuando su madre vuelve de pronto a la vida. Está demasiado contento. »Y aquí estamos todos esta noche, en distintas casas, distintas camas, sin armas que nos protejan. Y el cohete vacío a la luz de la luna. ¿Y no sería espantoso y terrible descubrir que todo esto es parte de un inteligente plan de los marcianos para dividirnos y vencernos, y matarnos? »En algún momento de esta noche, quizá, mi hermano, que está en esta cama, cambiará de forma, se fundirá y se transformará en otra cosa, en una cosa terrible, un marciano. Sería tan fácil para él volverse en la cama y clavarme un cuchillo en el corazón... Y en todas esas casas, a lo largo de la calle, una docena
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Su “hermano” muestra sus verdaderos colores e intenciones de manera brutal
de otros hermanos o padres fundiéndose de pronto y sacando cuchillos, se abalanzarán sobre los confiados y dormidos terrestres.» Le temblaban las manos bajo las mantas. Tenía el cuerpo helado. De pronto la teoría no fue una teoría. De pronto tuvo mucho miedo. Se incorporó en la cama y escuchó. Todo estaba en silencio. La música había cesado. El viento había muerto. Su hermano dormía junto a él. Levantó con mucho cuidado las mantas y salió de la cama. Había dado unos pocos pasos por el cuarto cuando oyó la voz de su hermano. -¿Adónde vas? -¿Qué? La voz de su hermano sonó otra vez fríamente: -He dicho que adónde piensas que vas. -A beber un trago de agua. -Pero no tienes sed. -Sí, sí, tengo sed. -No, no tienes sed. El capitán John Black echó a correr por el cuarto. Gritó, gritó dos veces. Nunca llegó a la puerta. A la mañana siguiente, la banda de música tocó una marcha fúnebre. De todas las casas de la calle salieron solemnes y reducidos cortejos llevando largos cajones,
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7- Columbia, the Gem of the Ocean es una canción patriótica de EEUU que fue muy popular a mitad del SXIX y principios del XX especialmente en la época de la guerra civil.
Lápida Piedra llana en que ordinariamente se pone una inscripción.
y por la calle soleada, llorando, marcharon las abuelas, las madres, las hermanas, los hermanos, los tíos y los padres, y caminaron hasta el cementerio, donde había fosas nuevas recién abiertas y nuevas lápidas instaladas. Dieciséis fosas en total, y dieciséis lápidas. El alcalde pronunció un discurso breve y triste, con una cara que a veces parecía la cara del alcalde y a veces alguna otra cosa. El padre y la madre del capitán John Black estaban allí, con el hermano Edward, llorando, y sus caras antes familiares, se fundieron y transformaron en alguna otra cosa. El abuelo y la abuela de Lustig estaban allí, sollozando, y sus caras brillantes, con ese brillo que tienen las cosas en los días de calor, se derritieron como la cera. Bajaron los ataúdes. Alguien habló de «la inesperada muerte durante la noche de dieciséis hombres dignos...». La tierra golpeó las tapas de los cajones. La banda de música volvió de prisa al pueblo, con paso marcial, tocando Columbia 7, la perla del océano, y ya nadie trabajó ese día.
Fin
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CIVILIZACIÓN Y FUTURO Organización de personas en un determinado es-pacio y en un tiempo todavía no acaecido.
Las llanuras de Marte
S O M O S
U N A
IMPOSIBILIDAD EN UN UNIVERSO
IMPOSIBLE
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EL ELECTROBARDO
DE TRURL
Este cuento forma parte de “Ciberiada: Fábulas Para Una Era Cibernética” publicado en 1965. Conjunto de cuentos que de forma irónica, sarcástica e incluso esperpéntica, critica, con un humor siempre negro, diferentes y variados puntos de las diferentes ideologías terrestres, es una de las más famosas obras del autor.
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EL ELECTROBARDO
DE TRURL
A fin de evitar toda clase de reproches y malosentendidos, debemos aclarar que fue, al menos en el sentido literal, una expedición a ninguna parte. Trurl no se había movido durante aquel tiempo de su casa, excepto los días pasados en las clínicas y un corto viaje sin importancia a un planetoide. Sin embargo, en el sentido profundo y elevado, fue una de las expediciones más lejanas que el insigne constructor había emprendido, ya que le condujo a los mismos límites de lo posible. Una vez Trurl construyó una máquina de calcular que resultó ser capaz de una sola operación: multiplicaba únicamente dos por dos, dando, encima, un resultado falso. La máquina era, empero, muy ambiciosa y su disputa con su propio constructor casi termina trágicamente. Desde entonces Clapaucio le amargaba la vida a Trurl con sus pullas y sarcasmos, hasta que éste se enfadó y decidió hacer una máquina que escribiera poemas. A este objeto Trurl reunió ochocientas veinte toneladas de literatura cibernética y doce mil
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1- “En el curso de los tiempos, un número infinito de datos cognados derivados de una idea raíz, han evolucionado lógicamente, paso a paso” E.H.Gombrich. Resulta imposible pensar en crear una mente sin tener en cuenta las experiencias, usos, costumbres y hechos históricos sucedidos desde el principio de la civilización.
Clapaucio y Trurl son dos robots maestros constructores que viajan por el espacio
Pulla Palabra o dicho obsceno con que indirectamente se humilla a alguien. Expresión aguda y picante dicha con prontitud. Cibernética Estudio de las analogías entre los sistemas de control y comunicación de los seres vivos y los de las máquinas
toneladas de poesía, y se puso a estudiar. Cuando ya no podía aguantar más la cibernética, pasaba a la lírica y viceversa. Al cabo de un tiempo se convenció de que la construcción de la máquina era una pura bagatela al lado de su programación. El programa que tiene en la cabeza un poeta corriente está creado por la civilización1 en cuyo medio ha nacido, la cual, a su vez, ha sido preparada por la que la precedió; esta última, por otra, más temprana todavía, y así, hasta los mismos comienzos del Universo, cuando las informaciones relativas al futuro poeta daban vueltas todavía caóticas en el núcleo de la primera nebulosa. Para programar la máquina hacia falta, pues, volver a repetir antes, si no todo el Cosmos desde el principio, por lo menos una buena parte de él. La magnitud de la tarea hubiera hecho renunciar al proyecto a cualquier persona que no fuera Trurl, pero al valiente constructor ni se le ocurrió batirse en retirada. Lo primero que hizo fue inventar una máquina que modelaba el caos y en la cual el espíritu eléctrico sobrevolaba las eléctricas aguas, luego añadió el parámetro de la luz, luego el de las nebulosas, acercándose así, paso a paso, a la primera época glaciar, lo que sólo fue posible gracias a que su máquina modelaba, durante una quintomillardécima fracción de segundo, cien septillones de acontecimientos en cuatrocientos octillones de lugares a la vez; si alguien
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2- Según la Biblia, Adán y Eva concibieron a Caín después de ser desterrados del Paraíso por Dios. Después de Caín, concibieron a otro varón, su hermano Abel. Los hermanos presentaron sus sacrificios a Dios quien prefirió el sacrificio de Abel. Caín enloqueció de celos y mató a su hermano.
Sílex Variedad de cuarzo, que se compone de sílice con muy pequeñas cantidades de agua y alúmina Saurio Reptiles que generalmente tienen cuatro extremidades cortas, mandíbulas con dientes, y cuerpo largo con cola también larga y piel escamosa o cubierta de tubérculos
supone que Trurl se equivocó en alguna cifra, puede comprobar personalmente todos los cálculos. Iba Trurl modelando los inicios de la civilización, el tallado del sílex y el curtido de pieles, saurios y diluvios, el cuadrupedismo y el rabismo; luego hizo al pre-rostropálido que dio origen al rostro-pálido, inventor de la primera máquina, y así se desarrollaba la obra por eones y milenios, en medio del susurro de torbellinos y corrientes eléctricas. Cuando en la máquina modeladora escaseaba el espacio para la época siguiente, Trurl le fabricaba un nuevo compartimiento; de esos adminículos se creó una especie de pueblo con cables y lámparas tan enmarañados que ni el mismo diablo los podía ordenar. Sin embargo, Trurl salía del paso, y sólo dos veces tuvo que repetir lo mismo: una vez, por desgracia, fue obligado a volver casi al principio, porque le salió que Abel mató a Caín y no Caín a Abel2 (por culpa de un cortocircuito de la línea que se había quemado), la segunda vez bastó con retroceder trescientos millones de años solamente, hasta el mesozoico medio, ya que en vez de el primer pez que dio origen al primer saurio que dio origen al primer mamífero que dio origen al primer mono que dio origen al primer rostro-pálido, pasó una cosa incomprensible: salió que en lugar del rostropálido le salió a Trurl el postre-cocido. Según parece, una mosca se metió en la máquina, dando un golpe al
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Trurl debió recorrer toda la historia (incluyendo el medioevo) para poder llegar a un estadío de máxima comprensión y arraigo
Poetastro Aquel que no tiene las habilidades necesarias con la poesía, mal poeta.
interruptor operacional superconductor. Fuera de eso, todo iba como una seda. Fueron modelados el medioevo y la antigüedad y los tiempos de las grandes revoluciones, de modo que en ciertos momentos toda la máquina temblaba y había que rociarla con agua y envolverla en trapos mojados, para que no estallaran las lámparas que modelaban los más importantes progresos de la civilización; esa clase de progreso, sobre todo reproducido con tanta rapidez, por poco destroza todas las piezas delicadas. Hacia finales del siglo xx la máquina adquirió primero una vibración en diagonal y luego un temblor longitudinal, sin ninguna causa aparente. Trurl se preocupó mucho y hasta preparó una cantidad de cemento y grapas de hierro para salvarla en caso de que se derrumbara. Afortunadamente, no hubo que recurrir a medios tan extremos: tras pasar por el siglo xx, la máquina recuperó su marcha normal. Después de esto vinieron las sucesivas civilizaciones, cada una de cincuenta mil años de duración, de seres perfectamente racionales, antepasados del mismo Trurl; bobina tras bobina de procesos históricos modelados caían en un contenedor, y eran tantas que, mirando con un catalejo desde lo alto de la máquina, no se podían abarcar con la vista todos aquellos montones. ¡Y pensar que todo esto era para fabricar un poetastro cualquiera, por más bueno que fuera! ¡Esos son los resultados del
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El poéta electrónico de Trurl debió ser ajustado y revisado innumerables veces
exceso de celo científico! Finalmente los programas quedaron listos; sólo faltaba escoger lo más esencial de ellos, ya que, en caso contrario, el aprendizaje del electropoeta hubiera costado muchos millones de años. Trurl gastó dos semanas para introducir en su futuro electrovate los programas generales; luego vino la afinación de circuitos lógicos, emocionales y semánticos. Hubiera querido invitar a Clapaucio a la puesta en marcha, pero reflexionó y optó por hacer la primera prueba solo. La máquina pronunció en el acto una conferencia sobre el pulido de prismas cristalográficos para el estudio inicial de pequeñas anomalías magnéticas. Trurl debilitó, pues, los círculos lógicos y reforzó los emocionales: la máquina reaccionó con un acceso de hipo y luego con otro de llanto, para balbucear finalmente con gran esfuerzo que la vida era horrible. Trurl reforzó la semántica y construyó un adminículo para la voluntad: la maquina manifestó que se le debía obedecer en todo y exigió que se le añadieran seis pisos a los nueve de que constaba para poder dedicarse a pensar en el enigma de la existencia. Trurl le instaló un estrangulador filosófico y entonces la máquina no le quiso hablar más y empezó a darle sacudidas con la corriente. Tras grandes súplicas, consiguió que le cantara una corta canción: «Tengo una gatita con cola blanquita», pero aquí pareció haberse
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Antigrafómano Es la contra compulsividad de escribir o componer libros Corindón Es una piedra preciosa, la más dura después del diamante. Es alúmina cristalizada, y hay variedades de diversos colores y formas
agotado su repertorio. Trurl se puso a atornillar, estrangular, reforzar, aflojar, regular, hasta ponerla, según creía, en su punto. Entonces la máquina lo obsequió con un poema de tal clase que dio gracias a Dios por haberle inspirado prudencia. ¡Cómo se hubiera reído Clapaucio oyendo aquellas innominables infracoplas, para cuya preparación había sido derrochado el modelo operativo de la creación del Cosmos y de todas las civilizaciones posibles! Acto seguido, el constructor instaló en el artefacto seis filtros antigrafómanos; le costó mucho trabajo porque se le partían como cerillas. Por fin los hizo de corindón para que aguantaran. Las cosas parecían ir mejor: Trurl aumentó la semántica, conectó el generador de rimas y por poco le tira una bomba a la máquina cuando ésta le manifestó que deseaba ser misionero entre las tribus estelares indigentes. Sin embargo, en el último momento, cuando ya se preparaba a atacarla con un martillo, tuvo una idea salvadora: arrancó todos los circuitos lógicos y colocó en su sitio unos egoncentrizadores autoguiados con acoplamiento narcisista. La máquina osciló, se rió, lloró y dijo que tenía un dolor en el tercer piso, que estaba harta, que la vida era incomprensible y todos los vivos unos villanos, que iba a morir pronto y que sólo tenía un deseo: que le recordaran cuando ella ya no estuviera aquí. Luego le pidió papel para escribir.
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3- Es característica del autor la utilización de jerga matemática y física de forma mundana. El cuento está plagado de este tipo de usos.
El Electrobardo tarda en funcionar de manera correcta, lo que lleva a que diga cosas sin sentido como crocotulis
Trurl respiró, cortó la corriente y se fue a dormir. Al día siguiente visitó a Clapaucio. Este, al oír que se le invitaba a presenciar el arranque del Electrobardo (así decidió Trurl llamar a la máquina), dejó todo su trabajo y acudió corriendo sin cambiarse de ropa, tanta prisa tenía de ser testigo ocular del fracaso de su amigo. Trurl conectó primero los circuitos de incandescencia, luego dio una corriente débil, subió corriendo unas cuantas veces por la estruendosa escalera de chapas de hierro (el Electrobardo se parecía a un enorme motor naval, rodeado de galerías de acero recubierto de planchas remachadas, con innúmeros relojes y válvulas), hasta que, enfebrecido, cuidando de que las tensiones anódicas3 estuvieran en orden dijo que, para entrar en calor, la máquina empezaría por una pequeña improvisación sin pretensiones. Luego, evidentemente, Clapaucio podría sugerir temas de poesías a su gusto y voluntad. Cuando los indicadores de amplificación mostraron que la fuerza lírica llegaba al máximo, Trurl dio la vuelta al interruptor general con una mano apenas temblorosa y, casi al instante, la máquina dijo en voz ligeramente ronca, pero llena de encanto: -Crocotulis patongatovitocarocristofónico. -¿Esto es todo? -preguntó Clapaucio con una extraordinaria amabilidad al cabo de un largo rato. Trurl apretó los labios, dio a la máquina uno golpes
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Ademán Movimiento o actitud del cuerpo o de alguna parte suya, con que se manifiesta un afecto del ánimo.
de corriente y volvió a conectar. Esta vez el timbre de la voz era mucho más puro. ¡Qué deleite aquel barítono grave, matizado de seductoras inflexiones! Apentula norato talsones gordosos En redeles cuvicla y mata torrijas Erpidanos mañota y suple vencijas Y mordientes purlones videa carposos -¿Qué idioma habla? -preguntó Clapaucio, observando con perfecta calma un cierto pánico que agitaba a Trurl junto al armario de mando. El constructor, haciendo un ademán de desespero, corrió finalmente escalera arriba hacia la cumbre del coloso le acero. Se lo veía por escotillas abiertas arrastrándose a cuatro patas en los interiores de la máquina, se oían sus martillazos, rabiosas palabrotas, ruidos de llaves y destornilladores; salía de un agujero para meterse en otro, iba corriendo de galería en galería, hasta que finalmente dio un grito triunfal, tiró al suelo una lámpara quemada que se estrelló a un paso de los pies de Clapaucio (al que ni siquiera pidió perdón), puso apresuradamente una nueva en su sitio, se limpió las manos con un pañito de polvo y gritó a Clapaucio desde arriba que conectara la máquina. Se dejaron oír entonces las siguientes palabras:
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Tres solacias cayentes mondas correaban, Apelaida secuona mancionitas soma, Recha pambre y grita, las fondas seaban, Hasta que regruñente y sin ropa torna. -¡Esto va mejor! -exclamó Trurl, no muy convencido-. Las últimas palabras tenían sentido. ¿Te fijaste? -Bueno... si esto es todo... -dijo Clapaucio, sin abandonar su extrema urbanidad. -¡A la porra! -vociferó Trurl y volvió a desaparecer dentro de la máquina, de donde empezaron a llegar golpes y ruidos, chasquidos de descargas y ahogados juramentos del constructor; por fin sacó la cabeza por una pequeña escotilla del tercer piso y gritó-: -¡Aprieta ahora! Clapaucio lo hizo. El Electrobardo tembló desde la base hasta la cumbre y empezó: Ávido de mocina sucia, pangel panchurroso, Traga las mimositas... Aquí se interrumpió el poema: Trurl arrancó con rabia un cable, la máquina tuvo un estertor y se quedó muda. Clapaucio reía tanto que tuvo que sentarse en el suelo. Trurl seguía zarandeando los cables y manecillas, de repente hubo un chasquido, una sacudida, y la máquina pronunció en voz pausada y concreta:
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Epigrama Composición poética breve en que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico
EGOISMOSOS E N V I D I A S ! COSAS DE BASTARDO LO VERA EL QUE QUIERE CON
ELECTROBARDO MEDIRSE: UN ENANO. PERO OH CLAPAUCIO! YO GRANDIOSO POETA PRONTO TE DESAHUCIO! Egoísmosos, envidias -cosas de bastardo-. Lo verá el que quiere con Electrobardo Medirse: un enano. Pero, ¡oh, Clapaucio, Yo, grandioso poeta, pronto te desahucio! -¡Vaya! ¡No me digas! ¡Un epigrama! ¡Muy oportuno! -exclamaba Trurl, girando sobre sí mismo cada vez más abajo, ya que estaba bajando a la carrera por una estrecha escalerita de caracol, hasta que, saltando afuera, casi chocó con su colega, que había cesado de reír, un tanto sorprendido.
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-Es malísimo -dijo en seguida Clapaucio.- Además, ¡no es él, sino tú! -Yo, ¿qué? -Lo has compuesto tú de antemano. Lo reconozco por el primitivismo, la malicia sin vigor y la pobreza de rimas. -¿Eso crees? ¡ Muy bien! ¡Pídele otra cosa! ¡La que quieras! ¿Por qué no dices nada? ¿Tienes miedo? -No tengo ningún miedo. Estoy pensando -contestó Clapaucio, nervioso, esforzándose en encontrar un tema de lo más difícil, ya que suponía, no sin razón, que la discusión acerca de la perfección (de los defectos) del poema compuesto por la máquina sería ardua de zanjar. -¡Que haga un poema sobre la ciberótica! -dijo de pronto, sonriendo-. Quiero que tenga máximo seis versículos y que se hable en ellos del amor y de la traición, de la música, de altas esferas, de los desengaños, del incesto, todo en rimas, ¡y que toda las palabras empiecen por la letra C! -¿Por qué no pides de paso que incluya también toda la toda la teoría general de la automática infinita?- chilló Trurl, fuera de sí-. ¡No se puede poner condiciones tan creti... La frase quedó sin terminar, porque ya vibraba en la nave el suave barítono: El cibertómano Cassio, cruel y cínico Cuando condesa Clara cortaba claveles,
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Clamó: «¡En mi corazón candente cántico El cupido te canta a cien centibeles! Cándida, le creía. Cassio casquivano Camela a la cuñada de cogote cano. -¿Qué? ¿Qué te parece? -Trurl le miraba con los brazos en jarras, pero Clapaucio ya estaba gritando: -¡Ahora con la G! ¡Un cuarteto sobre un ser que era al mismo tiempo una máquina pensante e irreflexiva, violenta y cruel, que tenía dieciséis concubinas, alas cuatro cofres pintados y en cada uno mil monedas de oro con el perfil del emperador Murdebrod, dos palacios, y que llenaba su vida con asesinatos y... Golestano garboso gastaba goncla... Empezó a recitar la máquina, pero Trurl saltó hacia la consola, pulsó el interruptor y, protegiéndolo con su cuerpo, dijo con voz ahogada: -¡Se acabaron las bromas tontas! ¡No permitiré que se malogre un gran talento! ¡O encargas poemas decentes, o se levanta la sesión! -¿Qué pasa? ¿No son versos decentes?... -quiso discutir Clapaucio. -¡No! ¡Son unos rompecabezas, unos trabalenguas! ¡No he construido la máquina para que resolviera crucigramas idiotas! ¡Lo que tú le pides son malaba-
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rismos, y no el Gran Arte! Dale un tema serio, aunque sea difícil. Clapaucio pensó, pensó mucho, hasta que de pronto frunció el ceño y dijo: -De acuerdo. Que hable del amor y de la muerte pero expresándose en términos de matemáticas superiores, sobre todo los del álgebra de tensores. Puede entrar también la topología superior y el análisis que el poema sea fuerte en erótica, incluso atrevido y que todo pase en las esferas cibernéticas. -Estás loco. ¿Sobre el amor en el lenguaje matemático? No, verdaderamente, deberías cuidarte- dijo Trurl, pero se calló en seguida, el Electrobardo se puso a recitar: Un cibernauta joven potencias extremas Estudiaba, y grupos unimodulares De Ciberias, en largas tardes estivales, Sin vivir del Amor grandes teoremas. ¡Huye...! ¡Huye, Laplace, que llenas mis días ¡Tus versores, vectores que sorben mis noches! ¡A mí, contraimagen! Los dulces reproches Oír de mi amante, oh, alma, querías. Yo temblores, estigmas, leyes simbólicas Mutaré en contactos y rayos hertzianos, Todos tan cascadantes, tan archi-rollaflos Que serán nuestras vidas libres y únicas.
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¡Oh, clases transfinitas! ¡Oh, cuánta potentes! ¡Continuum infinito! ¡Presistema blanco! Olvido a Christoffel, a Stokes arranco De mi ser. Sólo quiero tus suaves mordientes. De escalas plurales abismal esfera ¡Enseña al esclavo de Cuerpos primarios Contada en gradientes de soles terciarios ¡Oh, Ciberias altiva, bimodal entera! Desconoce deleites quien, a esta hora, En el espacio de Weyl y en el estudio Topológico de Brouwer no ve el preludio Al análisis de curvas que Moebius ignora. ¡Tú, de los sentimientos caso comitante! Cuánto debe amarte, tan sólo lo siente Quien con los parámetros alienta su mente Y en nanosegundos sufre, delirante. Como al punto, base de la holornetría, Quitan coordenadas asíntotas cero, Así al ciberneta, último, postrero Soplo de vida quita del amor porfía. Aquí terminaron las justas poéticas: Clapaucio se marchó inmediatamente a casa, diciendo que no
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En el afán de explicar lo incomprensible, el autor incluye palabras inexistentes como turpista.
tardaría en volver con temas nuevos, pero no apareció más por allí, temiendo dar a Trurl, a pesar suyo, otros motivos de orgullo; aquél, por su parte, contaba que Clapaucio se fugó, incapaz de esconder una violenta conmoción. En respuesta, su amigo afirmaba que desde la fabricación del Electrobardo a Trurl se le subieron demasiado los humos a la cabeza. Al poco tiempo, la noticia de la existencia del vate eléctrico llegó a los poetas verdaderos, o sea corrientes. Indignados y heridos en lo más profundo de su ser, decidieron ignorar la máquina, pero la curiosidad empujó a unos cuantos a hacer una visita secreta al Electrobardo. Este los recibió amablemente, en la sala llena de hojas escritas, ya que su producción artística no se interrumpía ni de día ni de noche. Los poetas pertenecían a la vanguardia literaria, en cambio el Electrobardo creaba en el estilo tradicional, puesto que Trurl, no demasiado ducho en poesía, basó los programas inspiradores las obras de los clásicos. Los visitantes se rieron, pues, tanto del Electrobardo, que por poco le estallan los cátodos, y se marcharon, triunfantes. Sin embargo, la máquina estaba equipada para la auto-programación y contaba con un circuito especial de intensificación ambicional con interceptores de seis kiloamperios, así que pronto la situación cambió totalmente.
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En el afán de explicar lo incomprensible, el autor incluye palabras inexistentes como turpista.
Desde entonces, los poemas cran oscuros, incomprensibles, turpistas, mágicos y tan conmovedores que nadie comprendía una palabra. De modo que, cuando el siguiente grupo de poetas acudió para reírse de la máquina, ésta les asestó una improvisación tan moderna que se les cortó el aliento. El siguiente poema provocó un grave colapso de un autor maduro que tenía dos premios nacionales y una estatua en el parque municipal. Desde aquel día, no hubo poeta que resistiera al suicida antojo de retar al Electrohardo a un torneo literario. Los autores venían de todas partes acarreando sacos y toneles llenos de manuscritos. El Electrobardo dejaba declamar a cada uno lo suyo, cogía al vuelo el algoritmo de aquella poesía y, basándose en él, replicaba con unos versos mantenidos en el mismo espíritu, pero de doscientas veinte a trescientas cuarenta y siete veces mejores. En corto período de tiempo llegó a tener tanta práctica, que con uno o dos sonetos derribaba al más afamado de los vates. Este fue el aspecto peor de las cosas, ya que resultaba que de esas luchas salían indemnes sólo los grafómanos que, como todos saben, no aun capaces de apreciar la diferencia entre los versos buenos y malos; se marchaban, pues, impunes. Solamente uno de ellos se rompió una vez una pierna, tropezando en la puerta con un gran poema épico del Electrobardo, completamente nuevo, que empezaba con las siguientes palabras:
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EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
4- Existe un androide en el Copernicus Science Center de Varsovia con el nombre de Electrobardo inspirado en este cuento de Stanislaw Lem.
¡Oh, noche tenebrosa! ¡Noche de misterios! Una huella tangible, pero no certera... Y el viento cálido, y tus ojos serios, Y los pasos. Los pasos del que desespera. El Electrobardo4 diezmaba, en cambio, a los poetas auténticos, indirectamente, por cierto, ya que no les hacía nada malo. No obstante, primero un lírico de edad provecta y luego dos vanguardistas se suicidaron saltando de un alto peñasco que, por un fatal concurso de circunstancias, se erigía junto al camino entre la casa de Trurl y la estación de ferrocarriles. Los poetas organizaron inmediatamente varias reuniones de protesta, postulando el cierre y sellado de la máquina, pero, fuera de ellos, nadie se preocupó por los luctuosos incidentes. Bien al contrario, las redacciones de periódicos estaban muy satisfechas, puesto que el Electrobardo, escribiendo bajo miles de seudónimos, siempre tenía listo un poema de dimensión indicada para cada ocasión; su poesía circunstancial tenía tal calidad que los ciudadanos agotaban en unos momentos tirajes enteros: en las calles se veían rostros de expresión embelesada y soñadoras sonrisas, y se oían gentes sollozando quedamente. Todo el mundo conocía los poemas del Electrobardo, el ambiente ciudadano estaba saturado de preciosas rimas, y las naturalezas particularmente sensibles, alcanzadas por una metáfora
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ANTOLOGÍA SCI FI
Lirismo Cualidad que promueve una honda compenetración con los sentimientos manifestados por el poeta
o una asonancia especialmente lograda, incluso se desmayaban de impresión. El gigante de inspiración estaba preparado para estos trances, produciendo al acto una cantidad correspondiente de sonetos vivificadores. Al mismo Trurl, su obra le acarreó serios problemas. Los clásicos, en su mayoría ancianos, no le perjudicaron mucho, si no se toma en cuenta las piedras con que le rompían sistemáticamente los vidrios, así como unas ciertas sustancias, imposibles de nombrar aquí, que tiraban sobre las paredes de su casa. Los jóvenes hacían cosas peores. Un poeta de la nueva ola, cuyos versos se distinguían por tanta fuerza lírica como él mismo por la física, le propinó una tremenda paliza. Mientras Trurl recobraba la salud en el hospital, los incidentes se multiplicaban. No había día sin un nuevo suicidio o entierro; ante la puerta del hospital se paseaban unos piquetes, incluso se oían tiroteos, ya que muchos poetas, en vez de manuscritos, traían en sus carteras unas pistolas para disparar contra el Electrobardo, a pesar de que las balas no podían nada contra su cuerpo de acero. De vuelta a casa, Trurl, desesperado y enfermo, tomó una noche la decisión de desmontar con sus propias manos al genio que había creado. Sin embargo, cuando se acercó, cojeando un poco, a la máquina, ésta, viendo unas tenazas en su mano y el brillo de desesperación en sus ojos, estalló en un
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Stanislaw Lem
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lirismo tan apasionado suplicando gracia, que Trurl, deshecho en lágrimas, tiró las herramientas y salió de allí abriéndose paso a través de la reciente producción del electrogenio, cuya susurrante alfombra cubría el suelo de la sala a la mitad de la altura de un hombre. Sin embargo, cuando al mes siguiente vino el recibo de la electricidad consumida por la máquina, Trurl por poco sufre un colapso. Le hubiera gustado consultar el caso con su viejo amigo Clapaucio, pero éste desapareció, como si se lo hubiera tragado la tierra. A falta de quien le aconsejara, una noche Trurl cortó la corriente a la máquina, la desmontó, la cargó en una nave espacial, la desembarcó en un pequeño planetoide donde la volvió a montar, y le dio, como fuente de energía creadora, una pila atómica. Volvió luego a escondidas a casa, pero la historia no terminó aquí: el Electrobardo, privado de la posibilidad de publicar su obra impresa, empezó a emitirla en todas las longitudes de ondas radiofónicas, sumiendo a las tripulaciones y pasajeros de cohetes en estado de aturdimiento lírico; las personas muy sensibles sufrían incluso graves crisis de embelesamiento, seguidas de accesos de postración. Una vez descubiertas las causas del fenómeno, la jefatura de la navegación cósmica dirigió a Trurl la orden oficial de liquidar inmediatamente el aparato de su propiedad que perturbaba líricamente el orden público y perjudicaba la salud de los pasajeros.
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ANTOLOGÍA SCI FI
Lo único que hizo Trurl fue esconderse. Entonces las autoridades enviaron al planetoide unos técnicos que debían sellar el tubo de escape poético del Electrobardo , pero éste les dejo tan maravillados improvisando dos o tres romances, que se marcharon si cumplir la tarea. El alto mando confió aquella misión a unos operarios sordos, lo que tampoco resolvió nada, ya que el Electrobardo les transmitió la información lírica por señas. Así las cosas, la gente empezó a hablar públicamente de la necesidad de una expedición punitiva o de bombardeo para eliminar al electropoeta. Justo en aquel momento lo adquirió un monarca de un sistema estelar vecino y lo anexionó, junto con el planetoide, a su reino. Trurl pudo salir por fin de su escondrijo y volver a la vida normal. Bien es verdad que de vez en cuando se veían en el horizonte sur explosiones de estrellas supernovas, como ni los más ancianos recordaban en toda su vida; se rumoreaba con insistencia que el fenómeno tenía algo que ver con la poesía. Según parece, aquel monarca, cediendo a un extraño capricho, ordenó a sus astro ingenieros conectar al Electrobardo con una constelación de colosos blancos, y como resultado cada estrofa de poema se transformaba en unas gigantescas protuberancias de los soles, de modo que el mayor poeta del Cosmos transmitía su obra por pulsaciones de fuego a todos los infinitos espacios galácticos a la vez. En una palabra, aquel gran monarca lo convirtió en el motor
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lírico de un grupo de estrellas en explosión. Aunque hubiera en ello un gramo de verdad, los fenómenos ocurrían demasiado lejos para quitar el sueño a Trurl. El insigne constructor había jurado por todo lo más sagrado no volver nunca jamás al modelado cibernético de procesos creadores.
Fin
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ANTOLOGÍA SCI FI
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EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
CIVILIZACIÓN Y FUTURO Organización de personas en un determinado es-pacio y en un tiempo todavía no acaecido.
Post-guerra exterminante
Las llanuras de Marte
A través de los tiempos
CURA A MI HIJA,
MUTANTE!
LA
TERCERA
EXPEDICIÓN
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ANTOLOGÍA SCI FI
TIENES QUE SABER COMO
ACEPTAR EL RECHAZO Y SABER COMO RECHAZAR
LA ACEPTACION
S O M O S
U N A
IMPOSIBILIDAD EN UN UNIVERSO
IMPOSIBLE
SI PUEDES CONTROLAR
EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS PUEDES CONTROLAR
A LA GENTE LAS PALABRAS QUE DEBE USAR
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PHILLIP K.
DICK
RAY
BRAD BURY
STANISLAW
LEM
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Philip Kindred Dick (Chicago, Estados Unidos, 16 de diciembre de 1928 - Santa Ana, California, EE. UU., 2 de marzo de 1982), más conocido como Philip K. Dick, fue un prolífico escritor y novelista estadounidense de ciencia ficción, que influyó notablemente en dicho género. Dick trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopolísticas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. En sus obras posteriores, el enfoque temático de Dick reflejó claramente su interés personal en la metafísica y la teología. A menudo se basó en su propia experiencia vital, reflejó su obsesión con las drogas, la paranoia y la esquizofrenia en novelas como A Scanner Darkly y SIVAINVI.
Para torturar a un hombre tienes que conocer sus placeres
Ray Bradbury nació el 22 de agosto de 1920 en Waukegan, Illinois, hijo de Leonard Spaulding Bradbury y de Esther Moberg, inmigrante sueca. Su familia se mudó varias veces desde su lugar de origen hasta establecerse finalmente en Los Ángeles en 1934. Bradbury fue un ávido lector en su juventud además de un escritor aficionado. No pudo asistir a la universidad por razones económicas. Para ganarse la vida, comenzó a vender periódicos. Posteriormente, se propuso formarse de manera autodidacta a través de libros, comenzando a realizar sus primeros cuentos. Sus trabajos iniciales los vendió a revistas, a comienzos del año 1940. Finalmente, se estableció en California, donde continuó su producción hasta su fallecimiento. Existe un asteroide llamado Bradbury en su honor. En 1947, se casó con Marguerite McClure. Murió el 5 de junio de 2012 a la edad de 91 años en Los Ángeles, California.
El que puede gobernar su voluntad es mil veces más afortunado que si pudiese gobernar al mundo
Stanislaw Lem (12 de septiembre de 1921 - 27 de marzo de 2006) fue un escritor polaco cuya obra se ha caracterizado por su tono satírico y filosófico. Sus libros, entre los cuales se encuentran Ciberíada y Solaris, se han traducido a 40 lenguas y ha vendido 27 millones de ejemplares. Es considerado como uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción y uno de los pocos escritores que siendo de habla no inglesa ha alcanzado fama mundial en el género. Sus libros exploran temáticas filosóficas, especulaciones sobre la tecnología, la naturaleza de la inteliencia, la imposibilidad de la comunicación y el entendimiento mutuo. Lem murió en Cracovia el 27 de Mayo del 2006 a la edad de 84 debido a una enfermedad cardíaca.
Uno debe inventarse a sí mismo todos los días y no sentarse a ver cómo el mundo pasa allí adelante, sin que uno participe
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ANTOLOGÍA SCI FI
CURA A MI HIJA,
MUTANTE! PSI MAN HEAL MY CHILD! LA
TERCERA
EXPEDICIÓN THE THIRD EXPEDITION EL ELECTROBARDO
DE TRURL CZYLI ELEKTRYBAŁT TRURLA
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EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
1955
1950
1965
La Realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece
La verdadera base del poder político no son las armas ni las tropas, sino la habilidad de hacer que los demás hagan lo que uno desea que hagan
Un sueño sólo puede triunfar sobre la realidad si se le da la oportunidad.
BAJO LA DOMINACION DE
PRECOGS, TELEPATAS CURANDEROS CON EL PODER DE ANIMAR LA MATERIA INORGANICA Y FULMINAR LA MATERIA O R G A N I C A ¿QUE PERSONA NORMAL IBA A SOBREVIVIR? CREO QUE ESTAMOS EN LA
PISTA CORRECTA LA MUJER DE AQUELLA CASA PIENSA QUE VIVE EN LA TIERRA
ELLA Y LOS DEMAS DE ESTE PUEBLO SON LOS SUJETOS DEL MAYOR EXPERIMENTO EN MIGRACION E HIPNOSIS QUE HAYAMOS PODIDO ENCONTRAR EGOISMOSOS E N V I D I A S ! COSAS DE BASTARDO LO VERA EL QUE QUIERE CON
ELECTROBARDO MEDIRSE: UN ENANO. PERO OH CLAPAUCIO! YO GRANDIOSO POETA PRONTO TE DESAHUCIO!
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ANTOLOGÍA SCI FI
1955 DICK
The Second Variety
1950 BRAD BURY
Crónicas Marcianas
1965 LEM
Ciberíada
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The Hanging Stranger The Eyes Have It The Golden Man The Turning Wheel The Last of the Masters The Father-Thing Strange Eden Tony and the Beetles Null-O To Serve the Master El verano del cohete Ylla Noche de verano El contribuyente
La tercera expedición
Aunque siga brillando la luna Los colonos La mañana verde Las langostas
La receta de Garganciano
El electrobardo de Trurl
La oferta del rey Cruelio Los dragones de la probabilidad Cómo Trurl se sirvió de un mujerotrón para liberar al príncipe Pantárctico de las
EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
Exhibit Piece The Crawlers Sales Pitch Shell Game Upon the Dull Earth Foster, You’re Dead Pay for the Printer War Veteran The Chromium Fence Misadjustment
A World of Talent
Psi-Man Heal My Child!
Intermedio Los músicos Un camino a través del aire La elección de los nombres Usher II Los viejos El Marciano La tienda de equipajes Fuera de temporada Los observadores
Los pueblos silenciosos Los largos años Vendrán lluvias suaves El picnic de un millón de años
torturas del amor, y cómo luego tuvo que usarse un lanzaniños Las travesuras del rey Balerión La consulta de Trurl Cómo Trurl y Clapaucio crearon un demonio de segunda especie para vencer al pirata Morrón Cómo su propia perfección puso a Trurl en un mal trance
Cuentos de las tres máquinas fabulistas del rey Genialón Altruicina, o una historia verdadera donde se cuenta cómo el ermitaño Bonifacio quiso hacer feliz al Cosmos y cuáles fueron los resultados
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ANTOLOGĂ?A SCI FI
1950 El cuento es un poco como asomarse a algo: descubrirlo en el momento en que sucede y luego retirarse. Una estrella fugaz. La novela es caminar mucho por la calle. Marco Denevi
-Solar Lottery -The World Jones Made -The Man Who Japed -Eye in the Sky -The Cosmic Puppets -Time Out of Joint
-Farenheit 451 -Dandelion Wine
-Astronauci -Obłok Magellana -Sledztwo -Eden
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EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
1960 -Dr. Futurity -Vulcan’s Hammer -The Man in the -High Castle -The Game-Players of Titan -The Penultimate Truth -Martian Time-Slip -The Simulacra -Clans of the Alphane Moon -The Three Stigmata of Palmer Eldritch -Dr. Bloodmoney
-Now Wait for Last Year -The Crack in Space -The Unteleported Man -The Zap Gun -Counter-Clock World -The Ganymede -Takeover -Do Androids Dream of Electric Sheep? -Gestarescala -Ubik
1970 -A Maze of Death -Our Friends from Frolix 8 -We Can Build You -Flow My Tears, the Policeman Said -Confessions of a Crap Artist -A Scanner Darkly
-Something Wicked this way comes
-The Halloween Tree
-Powrót z gwiazd -Pamiętnik znaleziony w wannie -Solaris -Niezwyciężony. -Głos Pana
-Katar
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ANTOLOGĂ?A SCI FI
1980 -SIVAINVI (VALIS) -The Divine Invasion -The Transmigration of Timothy Archer -The Man Whose Teeth Were All Exactly Alike -Radio Free Albemuth -Puttering About in a Small Land -In Milton Lumky Territory -Death is a Lonely Business
-Wizja Lokolna -Fiasko
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-Humpty Dumpty in Oakland -Mary and the Giant -The Broken Bubble -Nick and the Glimmung
1990 -Gather Yourselves Together
-A Graveyard for lunatics -A Sound of Thunder -Green Shadows, White Whale
EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
2000 -Lies, Inc.
TIENES QUE SABER COMO
ACEPTAR EL RECHAZO Y SABER COMO RECHAZAR
LA ACEPTACION
-Farewell Summer -Now and Forever
S O M O S
U N A
IMPOSIBILIDAD EN UN UNIVERSO
IMPOSIBLE
SI PUEDES CONTROLAR
EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS PUEDES CONTROLAR
A LA GENTE LAS PALABRAS QUE DEBE USAR
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ANTOLOGÍA SCI FI
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EXPEDICIÓN A NINGUNA PARTE
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMRPIMIR EN
TALLERES GRAFICOS MI CASA BALCARCE 56 - CIUDAD DE BS AS
EL DÍA 28 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 2012
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Philli K. Phillip Phil Dick
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Ray Bradbury
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Stanislaw Lem
CURA A MI HIJA,,
MUTANTE! T LA
TERCERA
EXPEDICIÓN EXPEDICIÓ N
EL ELECTROBARDO
DE TRURL
Editorial Longinotti 2012 Buenos Aires Argentina
La realidad es una cosa muy importante. Primero hay que conocer lo que se va a escribir. Conocer por vida o por lectura, pero conocer. Y después esa realidad tiene que evolucionar por la imaginación. No hayy recetas p para escribir Bernardo Kordon