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Santa Águeda y Santa Apolonia vuelven a celebrarse con una tradicional merienda
La Hermandad de San Isidro Labrador de Alcázar de San Juan, ha querido recuperar la tradición que estaba perdiéndose en nuestra ciudad, de hacer de las onomásticas de estas Santas, sendas tardes de merienda.
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La festividad de Santa Águeda de Catania se celebra el 5 de febrero, día en que falleció tradicionalmente, en el año 261 del calendario romano.
Santa Águeda no quiso renunciar a su fe cristiana, en tiempo del emperador Decio. Por ello fue abofeteada, encerrada y torturada, llegando a cortarle un pecho y a encarcelarla sin darle atención médica, ni tampoco comida o agua. Posteriormente, fue lanzada al suelo en el que habían esparcido brasas, para quemar su cuerpo. Debido al martirio que sufrió, Santa Águeda se convirtió en protectora de las mujeres y es de las más invocadas para proteger de los partos difíciles, problemas con la lactancia o enfermedades de mamas. Además, es la patrona de las enfermeras.
La festividad de Santa Apolonia de Ale- jandría se celebra el 9 de febrero. Su martirio se produjo durante un levantamiento local sucedido en su tierra natal, contra los cristianos. Antes de ser quemada en la hoguera, le extrajeron los dientes de forma violenta, provocándole también lesiones graves en la mandíbula. Es por ello, que Santa Apolonia es también patrona de los dentistas.
La costumbre de hacer de las tardes de los días 5 y 9 de febrero tardes de merienda, ha estado muy arraigada en nuestra localidad desde hace años. Sin embargo, debido a los cambios sociales, que han conllevado que la mujer se haya ido incorporando al mercado laboral, esta tradición se ha ido perdiendo.
Las tardes de los días 5 y 9 de febrero las aprovechaban los niños y jóvenes especialmente, para llenar la mochila con merienda y bebida, y bien andando o en bici, llegar al cerro de los molinos, o al de San
Isidro, o al parque, o al paraje de Buenos Aires… Las fechas que nos ocupan, aún en invierno, son razón más que evidente para propiciar un retorno a casa pasado por agua, a causa de las inclemencias del tiempo. Pero eso era algo secundario. Ya sabemos que para los más pequeños y los adolescentes, la lluvia no es excusa si la diversión es el motivo. Y una regañina por no habernos resguardado de la lluvia quedaba en “agua de borrajas”.
Encomiable, por tanto, es la labor de la Hermandad de San Isidro, que quiere retrotraernos a años pasados y ensalzar unas costumbres que parecían arraigadas, pero que necesitan de nuevo tomar impulso para volver a consolidarse como parte del patrimonio religioso y, por ende, cultural de nuestra ciudad.