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Salma Meraz Leyendas Tradicionales
Urbanas
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LEYENDAS TRADICIONALES c 2013 Salma Meraz http://www.salmameraz.com.br c D.R 2013 por EDITORIAL MERAZ, S.A. de C.V. (Mercado Meraz) San Juan núm. 544, San Fernando, 34229 Durango, Dgo. México www.meraz.com.mx Este libro no puede ser reproducido, total o parcialmente, sin autorización escrita del autor. ISBN 970-05-1247-9 IMPRESO EN MÉXICO
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A todas las almas del purgatorio...
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MERAZ Ediciones
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INTRODUCCIÓN
Los temas narrativos que integran este volumen, constituyen un despertar hacia las leyendas y tradiciones de México. Mundo multidimensional en el que campea preponderantemente el señorío de la imaginación. Ángel rebelde que no se somete al imperio de la razón y de circunstacias fortuitas. De aquí que sea obligado el lector al conocimiento de este libro, dinámica de sorpresas que actúa simultáneamente en todas direcciones: Historia, leyendas, tradiciones. magia y fulgor que abren caminos insospechados, tanto el mundo real, como al supralógico. Somos testigos en estas páginas, de relatos creados en la agonía de fuerzas polarizadas por la conciencia en un mundo alucinante que corresponde a México. Penetramos sigilosos por callejones tensos de sorpresas, como el niño temeroso recorre al zaguán de la vieja casona provinciana a la caída de la noche. Arribaremos a mundos olvidados, porque la visión histórica cobrará nueva vida, ensanchando los horizontes del conocimiento, activando el ritmo de la sangre y el tono de las reacciones. Porque fantasía y realidad en estas narraciones, tienen un fuerte mensaje implícito en cada capítulo de los que integran este ilustrativo breviario . En él vemos la alegoría inicial de los elementos que soplsan en los espacios, la dimensión de los seres incorpóreos, la lucha con las sombras de la materialidad, el encadenamiento a las estructuras cristalizadas al dolor terreno y las pasiones bastardas como el relato de Los Carcamanes, que conducen en un movimiento alterno al ancho mundo del conocimiento histórico y a la imaginacón libre y ubérrima. Este libro, además de ilustrarnos, incuursiona por ámbitos insólitos y verídicos. Magia y ensueños, azoro y dramáticos episodios de la historia nuestra, crecen en sus relatos.
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La leyenda del Sahuatoba
egún la tradición los Tepehuanes conservaban el recuerdo del legendariodiluvio universal. Dice la leyenda de que antes de que aquel fenómenoaconteciera, el mundo estaba poblado por una humanidadsorprendentemente civilizada.Algunos años antes del diluvio, una madrugada de estío, el cielo se cubríade denso y negro nubarrones quedando despejado un pequeño espacio delcielo en el que brillaba apaciblemente la estrella de la mañana. El Dios del Rayo, que amaba locamente a la estrella, cruzóvertiginosamente los densos nubarrones llevando su atronada descargahasta la estrella de la mañana. De aquel extraño beso de amor nació unniño a quien el rayo con otra descarga condujo luego hacia la tierradepositándolo a la entrada de una caverna que existía en un elevadísimopicacho de una serranía. Una cierva recogió al niño, lo condujo al interiorde la caverna y lo depositó en su lecho de zacate al lado de suscervantillos. Esta cierva amamantó
al niño, y una águila corpulenta quehabía hecho su nido en aquel picacho veló celosamente por la seguridad deaquel predestinado a formar en el mundo una nueva raza. La estrella de lamañana descendía frecuentemente transformada en mujer, acariciaba a suhijo, le traía alimentos y le daba sabios consejos comunicándole facultades maravillosas. Aquel muchacho aprendió el lenguaje del torrente, de las flores, de losárboles, de las aves, las abejas y de todo los animales, y con poderosomagnetismo dominaba tan solo con la mirada a los animales feroces.Cruzaba las serranías, descendía al fondo de las quebradas con facilidad yrapidez sorprendentes. Una mañana la estrella le advirtió que aquel día se iniciaría una catástrofemundial que él debería presenciar con valor y serenidad. Y no amanecíaaún cuando se inició la tormenta que duró varias semanas culminando conviolentas y terribles sacudidas de la tierra. Los mares abandonaron loscauces y el niño, que
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se llamó SAHUATOBA (EL ETERNO ADOLESCENTE)tuvo en su derredor el océano encrespado, furioso, tremendo, cuyasenormes olas traían de acá para allá cadáveres humanos y de animales,árboles arrancados de cuajo, restos de materiales de casas, muebles, etc.etc. el espectáculo que Sahuatoba presenciaba desde su enhiesto picachoera pavoroso, macabro. La cierva que lo amamantara murió de miedo en la caverna. Estaba solo,solo en un mundo desvastado, en un mundo de agua donde no había mástierra que su escueto picacho. Ni más abrigo que su oscura caverna.Pasaron días, meses, años, siglos tal vez durante cuyo tiempo la estrella dela mañana y el Dios Rayo, traían sustento al solitario.
pudo él << eterno adolescente << caminar sobre terrenomedianamente firme. Todo era un páramo, un desierto de lodo que al fin sesolidificó y pudo transitarse. Una mañana de primavera, Sahuatoba, al salirde su caverna recibió una grata sorpresa. Al pie de aquel risco había nacidouna planta de lirio y ésta ostentaba una hermosísima flor blanca en cuyacorola temblaban cristalinas gotitas de rocío. Con avidez corto aquella florque exhalaba un grato perfume y !Oh sorpresa!... la flor se convirtió en unalinda y hermosa mujer.!Masada!... exclamó Sahuatoba. Y Masada fue el nombre de aquella mujerque su padre el Rayo y su madre la Estrella de la Mañana le dieron porcompañera.
Masada es palabra del tepehuán que Las aguas bajaronpaulatinamente significa. Los dos seamaron desde hasta dejar visible la tierra. Pero tie- luego, y vivieron el uno para el otro. rra sin vegetación,cubierta de lodo, Sahuatoba, con sucompañera expede restos humanos y de animales. dicionó en distintas regiones en busDonde antes habíansido valles, ca- ca de un lugar máspropicio para su ñadas, campiñas amenas ahora se vida. Vagaron por tierras muy lejaencontraba solo pantanos,lodazales nas de los cuatro puntoscardinales; inundados. La tierra era intransita- pero no encontraron el lugar adecuable y solo después de muchotiempo do y la pareja regresó a sulegendario
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picacho a donde llegó en una noche tormentosa y lóbrega.Al amanecer del día siguiente salió Sahuatoba a dar su saludo habitual a laEstrella de la Mañana. De improviso advirtió que la pequeña ladera cercanaa la entrada de la caverna estaba cuajada de lirios blancos. Despertóalegremente a Masada que lloró de emoción al contemplarla reaparición dela vegetación y cortó una flor que se convirtió en una cierva. Sahuatoballoró al recordar a la cierva que lo amamantaba, y cortó a su vez otra florque se convirtió en venado, diariamente cortaba cada uno una flor dando origen a una pareja de animales de una especie. Así surgieron losmamíferos, las aves, reptiles, peces, etc. etc. y el mundo se pobló. De ciertos pasajes de esta tradición se infiere que Ouraba, hijo deSahuatoba, guerrero esforzado e inteligente fundó la tribu tepehuana quelo divinizó como posteriormente divinizó a otros personajes que sedistinguieron.Pasados algunos siglos la patria de los Tepehuanes fue invadida por unapoderosa muchedumbre (indudablemente la nación azteca) que obligó
a losnativos a abandonar sus lares. Fueron los Tepehuanes, como los Coras ylos Huicholes a establecerse a una comarca ubicada entre los hoyZacatecas y San Luis Potosí; pero habiéndose ausentado al poco tiempo losinvasores y siendo árida e inclemente donde las tribus mencionadas sehabían refugiado, regresando a su antigua patria.Los Tepehuanes extendieron su poderío hasta San Andrés del Téul, dedonde años después fueron desalojados por los Zacatecas.Pero diréis.. !Qué fue de Sahuatoba y porque vivió tanto tiempo!. El hombre de este personaje significa y en sentido religioso. Según losTepehuanes, Sahuatoba vive todavía en adolescencia perpetua y es vistopor ellos frecuentemente en distintos parajes, entre una aureola radiante,dirigiendo subjetivamente los destinos de su raza. Muchos siglos despuésque sus hijos se diseminaron y fundaron sus diversas nacionalidades,cuando sus sucesores tuvieron la convicción de que había muerto se lesapareció en un lugar llamado Ixtlahuacán ± Nopotlatalli,
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que quiere decir<> y que en opinión del cronista Fray Antonio Tello, fue tal lugar el Valle deSúchel. Se les apareció en forma de niño por lo que llamaron Pitzintli oTiopitzintli.Cuenta la leyenda que mientras Sahuatoba permaneció en esta ocasiónentre los indígenas su esposa Masada que se había quedado en el sitiodonde vivieron, desapareció para siempre, pues que el Dios de el Rayo seenamoro locamente y no pudiendo hacerla su esposa por serlo de su hijo, encolerizado le envió una descarga lanzándolo al espacio en donde seconvirtió en Estrella de la Tarde. Cuando Sahuatoba regresó a su milenario hogar, no encontró a su mujer. La buscó en vano por todas partes; interrogó por ella los montes, a lascascadas, al arroyuelo, a los árboles, a las flores, a los animales, conterrible desesperación pero todos le contestaban solamente.- Espera la caída de la tarde. Desde entonces diariamente que el se pone,del eterno adolescente, parado sobre el enorme risco que vió desarrollarse su vida, contempla a la Estrella de la Tarde, lleno
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de tristeza y de emoción,sintiendo, con un presentimiento la creencia de que aquella estrella es suesposa, su Masada a la que adoró y adora aún eternamente.Y la Estrella de la Tarde es también una diosa para estos indígenas, como loes la Estrella de la Mañana. Esta última fue también venerada por losNahuas. Los Toltecas la llamaban Tlahuizcalpanteutl y le erigieron unapirámide en Tula.
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La visita de los siete templos
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uenta esta leyenda que en el año de 1937 don Pa b l o R o d r í g u e z Q u i e n sus compañeros le apodaban “el cacahuate “ por lo cual él era taxista se avía pasado sin poder trabajar yatrascurrido el día se acerco la noche fue cuando se encontrócon una linda mujer la cual le pidió de sus servicios alsubirse a taxi la mujer le dijo a “ al cacahuate´. Por favor me lleva a estos siete templos que tengo algo queresolver cuando iban llegando a la catedral le dijo aquelladama por favor aquí espéteme el cacahuate la espero en elcarro hasta que salió en seguida le dio el nombre de lossiguientes templos a si la llevo a todos los demás
menterio la mujer se bajodel carro le pidió un papel y una pluma y frente de élescribió ella le dice le suplico que se lo lleve el día demañana a la persona a quien va dirigida para que le liquidesus servicios la cual va dirigida a un doctor él le dice peroseñora como va creer el que usted me manda no tendrá problemas entréguele este anillo y dígale cuanto es de susservicios si por alguna cosa no le paga se queda con el anilloella le dice ±yo me quedo aquí el cacahuate no quiso saber mas de la mujer y se retiro llegando a su casa muy asustadoy le platico a su esposa de lo que le había sucedido .
Al día siguiente busco al doctor ya que lo encontró leentrego la nota y el anillo la examino le dijo si son dePor último le pide a cacahua- Josefina yo pago todos los gastos ella te que la lleve al cementerioaquel hace un año que murióy ese anillo se taxista se preguntaba ¿quién es? lo llevo a la tumba el cacahuate salió ¿Dónde vive? ¿Cómose llama?. lo masrápido que pudo y se lo conto a sus compañeros los cualesno le Cuando llegaron a la puerta de ce- creyeron de lo que le había sucedido
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La Monja de Catedral
e cuenta que existió una vez en la ciudad de Durango una familia cuyonombre se ha perdido en el tiempo, eran originarios de Topia, poblaciónminera que se encuentra enclavada en el corazón de la sierra de Durango.El se había dedicado a la minería, ella prototipo de la mujer hogareña, lavida había pasado dando atención a Beatriz única hija del matrimonio. Beatriz era una hermosa chiquilla de piel blanca, ligeramente tostada por elsol de la sierra, cabello rubio y largo, ojos azules, boca pequeña con labiosfinos y rojos, robusta y de estatura alta bien proporcionada. Como era laúnica hija de la familia y los padres tenían con que hacerlo, pensaron endarle una buena educación. Movidos por ese imperativo, la familia setraslado a la ciudad de Durango, estableciéndose en una casa de la calle dela pendiente que estaba muy cerca de el templo de la catedral donde habíade inmortalizarse para siempre Beatriz, en la leyenda de la monja de lunade la catedral de Durango.Era la década de los años cincuentas del siglo XIX cuando la
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chicadetermino ingresar a un convento de religiosas. Sus padres que la amabantanto, aprobaron de inmediato la idea, considerando que preferirían verlacasada con cristo que con un mortal cualquiera.Beatriz se fue al convento, su padre, además de pagar una fuerte cantidadde dinero por la dote correspondiente, su fortuna la dono al monasterio adonde había ingresado su hija.Eran aquellos años turbulentos de las luchas entre liberales yconservadores, Juárez en desesperado esfuerzo por liberar a su pueblo dela opresión de conciencias, promulgo las leyes de reforma y se reformo laconstitución. El clero al sentir sus intereses afectados; cerro algunos conventos o instituciones de carácter religioso, entre ellos el convento endonde se encontraba Beatriz. La monja regreso a su casa encontrándosecon la desagradable sorpresa de que su madre había muerto y su padre seencontraba muy enfermo.A Beatriz al retirarla no le regresaron ni la dote, ni la fortuna que su padrehabía donado cuando su ingreso. Las reservas
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económicas de la familia sehabían agotado y la situación era difícil. El tiempo pasaba y no había dineroni donde conseguirlo, las fuentes de trabajo estaban cerradas, acababa depasar la guerra de reforma y ya se estaba en plena intervención francesa.El viejo murió y tuvo que hipotecar la casa para enterrarlo poniendo enriesgo su único patrimonio donde podría vivir mientras se abría el convento.Beatriz se quedo envuelta en terrible soledad, protegida por su fe ysostenida con la esperanza de volver pronto a su vida monacal. En su casatoda ocupación consistía en salir en la mañana a la misa, en la tarde alrosario a la iglesia mas cercana que era la catedral. Durante el día aseabala casa y entre el rezo y rezo atendía su industria artesanal hogareña queconsistía en tejer y bordar paños para la iglesia, actividad por la que el curale obsequiaba unas cuantas monedas y le daba su apretón de manos.Mientras la vida de esta mujer se deslizaba en perzosa rutina, las tropasfrancesas del imperio, mandadas por el general L¶Heriller entraba enDurango sin resistencia, siendo objeto de caluro-
so recibimiento por laburguesía y el clero. Se recibió a los franceses con la lluvia de flores, losintelectuales les compusieron versos, el comercio les ofrecía banquetes, elclero misas y Te-Deum; y la sociedad aristócrata les brindo su casa a los jefes y oficiales imperialistas extranjeros; quienes en su mayoría eran jóvenes apuestos y sobre todo, con monedas de oro en los bolsillos,sustraídas de la antigua hacienda mexicana. Estos cortejaban a las damasduranguenses, ellas en correspondencia se dejaban querer.A los varones, principalmente jóvenes de la ciudad, nunca les cayó bien loque veían. Odiaban a los franceses por ser invasores. Si la ciudad no habíapuesto resistencia a su llegada no fue por falta de valor y conciencianacional de los hombres del pueblo, si no por falta de recursos paraorganizar la defensa, por una parte; por la otra, el hecho de ser franceses,los hizo sentirse facultados para atropellar a los civiles y disfrutar a lamujer que les agradaba. Este odio daba a los mexicanos razón paraasesinar a un francés cuando se daba la oportunidad.Así sucedió que una noche oscura y lluviosa del mes de
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agosto de 1866 seencontraban en la calle un joven mexicano que trataba de entrevistarse consu novia y un joven oficial francés de nombre Fernando que intentabacortejar a la misma dama. No hubo dialogo entre ellos, el duranguense,puñal en mano se lanzo contra el intruso; le asesto dos o tres puñaladas, Fernando al sentirse herido huyo.
lienzos de agua fría que lo hicieron volver en si. Cuando se paro a ellalo cautivo por lo arrogante, a el, ella lo cautivo por lo bella y lo delicada. Luego que el militar tomo unos sorbos de agua fresca, Beatriz abrió lapuerta del zaguán y le pidió que abandonara la casa de inmediato. Fernando le suplico que le permitiera pasar esa noche allí para salvar suvida, la monja se asusto y le negó El mexicano en su afán de aniqui- el refugio. El francés ante la alterlarlotrato de darle alcance, tropezó nativade la vida y la muerte, cerro y callo al piso, el escurridizo militar la puerta con brusquedad y sacando diovuelta a la esquina y avanzo en su unespadín que no pudo utilizar en huida. Consciente el extranjero de el encuentro fatal, se lo puso en el quesi lo alcanzaba su rival no lo de- pechodiciéndole: si haces escándalo jaba vivo, toco en la primera puerta ye ¡te mato¡ la monja prefirió callar que seencontró; era la casa de Bea- yesperar el resultado de las cosas. triz. La muchacha al oír los toques fuertes ydesesperados intuyo que su Despues de un buen rato de silenauxilio era de vida o muerte. Abrió cioentre los dos, el le platico todo y la puerta, elfrancés mal herido en- le imploro su ayuda; le entrego un tro y callo sangrante y desmayado buenpuño de monedas de oro, que en el suelo delzaguán. La monja ce- indudablemente contribuyeron alrro, violentamente puso el aldabón y convencimiento de la monja. Por se quedoperpleja; no pensó ni hablo fin, Fernando se quedo escondido nada, durante unos minutos se que- en casade Beatriz. Ella lo curo y lo do parada,contemplando al mori- atendió con esmero. Los dos eran bundo sin hallar que hacer.Por fin se jóvenes, maso menos de la misma le paso el susto, le limpio la sangre edad, bien parecidos. Se enamode la cabeza al herido y aplicounos raron profundamenteuno del otro
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y sintiendo Beatriz que había encontrado a él hombre de suvida, se entrego en cuerpo y alma a él; los dos vivieron momentos deexcelsa felicidad, de esos que son escasos en el vivir de los seres humanospero que, cuando se presentan deben vivirse con plenitud. En ese mundosecreto de feliz compañía el militar perdió el pulso de devenir en la politicade México por que no salía de la casa, ni conversaba con nadie. Ella que erala que se comunicaba con el exterior, no entendía de esas cosas ni recibíainformación porque su círculo de relaciones era ajeno a la vida militar ypolítica del estado.
dio a conocer la decisión a suamada. Beatriz se resistió en principio, el la convenció ofreciéndole volverpronto, tan bueno como las cosas cambiaran. Ya no había franceses en la ciudad de Durango, solo Fernando porque estaba escondido. La monja leconsiguió un caballo ensillado, le presto bastimento y una noche del mes denoviembre de 1866, el oficial francés salio sigilosamente de la ciudad;Beatriz lo encamino hasta la salida donde terminaba el barrio de Analco,camino al puerto de Mazatlán. La despedida fue dolorosa como son todaslas despedidas de dos seres que se quieren. Las lagrimas de la pareja,humedecieron aquella noche Las cosas cambiaron, napoleón or- novembrina, se apretaron fuertedeno el retiro de las fuerzas fran- mente en unabrazo desesperado, se cesas delsuelo mexicano; el ejército dieron un beso prolongado; ella se francés sin saber Fernando, abando- quito unamedalla de oro que llevaba no la ciudadde Durango y se apres- colgada en su pecho y colgándosetaba el ejército liberal a la ocupa- la a el le dijo: ³Para que te cuide´. ción de la plaza. Alconocer esto el Fernando monto en su corcel y se militar del relato, intuyo que sus perdió en la lejanía yel silencio de días estaban contados,advirtió que la noche.La noche estaba estrellano podía estar oculto toda la vida; da como son las noches duranguetarde o temprano seriadescubier- ñas en esa épocadel año; hacia frió, to y terminaría en el paredón. Era el ambiente olía a pasto frió, había urgente salir de Durango, teniaque silencio, en la lejaníase escuchaba el dejar a Beatriz; se revistió de valor y canto de los gallos y las campanas
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de la catedral sonabanlas tres de la mañana. Beatriz levanto los ojos al cielo, oró en silencio y convoz casi apagada decía: ³tiene que volver señor, tu me lo vas a traer´;mientras que con paso lento atravesaba las calles de Analco y tierra blancay se dirigía a su casa.Por otra parte, Fernando no conocía el camino que lo podría conducir alpuerto de Mazatlán, para unirse con sus compañeros y después, ya conotro carácter volvería a buscar a Beatriz.
berse quedado con Beatriz a vivir en un encierro sin límites. Hasta esemomento se puso a considerar los riegos que consideraba aquel viaje, quecomparados con los riesgos que le traía vivir al lado de su amada, opto porsu regreso. Miro el horizonte y el crepúsculo rosado del amaneceranunciaba el advenimiento de un nuevo día. La fuerza del amor habíatriunfado, peso en el gozo que le iba dar a ver a Beatriz verso esa mismamañana.Así torció la rienda a su caballo para emprender el camiLos conocimientos que tenia deles- no de regreso, en elpreciso momentado de Durango y sus comunica- to que la avanzada de una guerrilla ciones eran mínimos, solamente los juarista que tenia sucuartel en la quesus superiores le habían trans- vieja hacienda de Tapias muy cerca mitido con motivo de operaciones de la capital de la entidadle marcaba de laguerra. Cuando se alejo de su ³el quien vive´. Fernando al conocer amada y se sintió solo ante aquel de los rigores de la guerray sabedor esplendidopanorama nocturno, de la política del presidente Juácontemplo las estrellas y lloro a rez, ni siquiera pensó su decisión. torrentes. Se sintió elhombre mas desgraciado de la tierra, sin patria, Le prendió las espuelas al caballo, le sin familia, sin dinero, sinconoci- dio un cuartazo con energía y salio miento del terreno, sin compañeros disparado como un rayo por donde y con el tremendo estigma dellevar había venido. No avanzo mucho, el uniforme de un ejército invasor unadescarga de fusilaría rompió el que se batía en retirada.Sintió que silencio de aquella madrugada y el su vida estaba contada en horas y cuerpode Fernando rodó sin vida por se arrepintió terriblemente deno ha- el suelo. El caballo se fue con todo y
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silla,uno de los guerrilleros lo alcanzo y en su velos carrera con su reata delazar le echo un cuello, enredo cabeza de silla y lo detuvo, trayéndolo anteel jefe de la guerrilla.Después de revisarlo de todo a todo y registrar los bolsillos del muerto,tratando de encontrar algún mensaje secreto, no encontraron identificaciónalguna, en un morral de cuero solo había un guaje con agua, unas gordasque en su interior contenían frijoles molidos enchilados, un poco de pinole yunos panecillos de harina de trigo, estaban envueltos en una servilletabordada con hilaza de colores adornada con un deshilado y unas puntas detejido a mano. Aquel soldado no traía nada de importancia, ni siquiera fusil,solo colgaba en su pecho una medalla de oro con la imagen de la Purísimaconcepción y un nombre grabado por el dorso que decía: Beatriz.Atravesaron el cuerpo de aquel hombre sobre la silla del caballo en quevenia montado y se lo llevaron estirando hasta la hacienda. Extendieron aldifunto sobre el piso del portal de la casa grande donde vivía don Antonio,el jefe de la guerrilla. El sol salía en las colinas de en-
frente, un vientohelado soplaba del norte; la noticia de la muerte se extendió como reguerode pólvora, la casa se lleno de mirones; una vieja observadora dijo despuésde examinarlo: miren y tenía barba partida; era muy joven. Otra agrego:era muy alto. Allí permaneció el cadáver tirado, no le pusieron velas ninadie lo lloraba, a la altura del medio día, se le dio cristiana sepultura. Alcementerio lo llevaron atravesado en su caballo y al sepelio solamenteasistieron dos personas soldados de la guerrilla, uno llevaba un talacho yuna pala sobre el hombro. El otro cabresteaba el caballo que servia deataúd y de carroza fúnebre. Al llegar al panteón cavaron una fosa y allí arrojaron el cadáver de Fernando como cayo. Así terminaba en amor deBeatriz, el hombre de su sueño y de su vida que la había hecho tan feliz uncorto tiempo.Beatriz no supo nada de esto, tal vez si lo sabe se muere de angustia o seclava un puñal en el corazón. Ella vivía porque era de Fernando y seconservaba para el; consideraba que el regreso de su amado era cuestiónde días, o cuando mucho de meses. En su casa, volvió a la vida de soledady rutina; ir
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a misa en la mañana, al rosario en la tarde y bordar y tejer paraconfeccionar los paños sagrados de la iglesia. No dormía, gran parte de lanoche se la pasaba en vela, orando de rodillas ante el retrato antropomorfodel trazador de destinos humanos.En el convento había aprendido que la fe debe de ser siempre constante,que hay que sufrir para merecer, y que un milagro no se realiza nada masporque se pide; para que se haga a que atravesar la barrera del infinito y llegar a dios y se llega a el solamente cuando se habla con el corazón. Portodo esto, ella esperaba el milagro a largo plazo y aun así, hacia loimposible por merecerlo. Siempre tenía de día y de noche una lámpara deaceite encendida a la imagen de su devoción.La castigaba el saber que ya era madre, que en su vientre latía una vida,producto de su amor con Fernando; que la hipoteca de la casa, que habíahecho cuando tuvo que enterrar a su padre estaba por vencerse y no teniadinero; que si habrían de nuevo el convento no podría regresar; que quédiría el señor cura si se daba cuenta de su pecado; que donde iba a vivir sile quitaban la
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casa, que si nacía su hijo sin padre, a él y a ella la sociedadde la religión los iba a condenar; que si Fernando no venia ella se moría depena. Esas y muchas otras reflexiones hacia Beatriz, todos los días y todaslas noches; al fin, el desgaste de energía por el llanto y la preocupación,eran mas grandes que el insomnio y terminaba por dormirse. Lascampanadas de misa de las cinco la despertaban, se santiguaba yempezaba a pensar en Fernando y en su situación para concluir con laespera de un milagro, que era lo único que la podía salvar.Así paso un mes y así pasaron tres meses sin tener noticias de su amado,la confortaba la idea de que el no le escribía porque estaba próximo siregreso; el milagro estaba por realizarse de un momento a otro, en unanoche de luna llegaría el oficial francés por el occidente. Tanto era su fe laidea del regreso de Fernando se convirtió en obsesión y todos los días deplenilunio, cuando Beatriz iba al rosario de la tarde, se escondía tras unconfesionario de la catedral, para luego que cerraban la puerta, subiría porla escalera del caracol al campanario; porque lo
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alto de la torre le permitíadominar mayor distancia y visibilidad en el horizonte, para completar lainmensidad hacia el occidente por donde tenia que aparecer su amado.
No se supotampoco si fue un accidente producto del agotamiento y el desvelo el queocasiono el desplome. La realidad, que Beatriz murió por la caída de masde treinta metros de altura, cuando a su higo Todos los días, todas las tardes y le faltaban unos días para nacer y todas las noches, Beatriz trepaba que desde entonces, todas las noa lo altode la torre izquierda de la ches de plenilunio se ve la siluetade catedral, a hurgar en el horizonte una monja vestida de blanco en el esperando elretorno de Fernando; campanario de la torre izquierda de por fin, cuando el niño de Beatriz lacatedral de Durango, de rodillas estaba por nacer,una mañana del contemplando el occidente implomes de abril, a las primera luces del rando porel retorno de su amado. alba, cuando elsacristán del templo habría la puerta mayor de la iglesia, vio tirado sobre elatrio enlozado de la catedral, el cuerpo de una mujer que con los brazosabiertos sobre el suelo, yacía muerta. Estampada en el piso al desplomarsede lo alto de la torre de donde contemplaba el horizonte.Nunca se supo si fue suicidio por la desesperación y el desengaño porque elmilagro no se realizaba, porque la plegaria de aquella noche de noviembrese perdió en el infinito del cielo estrellado y no llego a su destino, porquelos ruegos y las oraciones de todos los días, no fueron escuchados enrepresalia, porque la monja rompió el voto de castidad.
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El carreton de la otra vida
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n las noches cerradas y sobre todo en la de “sur y chilchi”, se dejaba oír de pronto en lo soledoso de la campiña un agudo chirriar de ejes y un fuerte restallar de látigo, que hacían crispar los nervios de las buenas gentes y entrar en natural espanto. Mayores eran la turbación y el temor cuando tales ruidos eran percibidos en campo raso y el cuitado descabezaba un sueño en la pascana, junto a su jato carretero y sus bueyes. Rechino y trallazo se escuchaban entonces con más fuerza y como si el ente y el artefacto que los producían caminasen por cerca y estuvieran a punto de pasar por delante de la pascana. Alguna vez se alcanzaron a percibir las voces del lúgubre carretero que instaba a las yuntas, y era su tono gangoso, aflautado, hipante, como no es capaz de modular ninguna garganta humana. Si al rasgar el cielo un relámpago el campo se iluminaba súbitamente y el cuitado viajero tenía tiem-
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po y valor para echar un vistazo, la figura del carretón fantasma se escorzaba apenas, como hecha con líneas ondulantes e imprecisas. Aunque visión campera por excelencia, no falto vez en que se mostro en la propia ciudad, bien que a la parte de afuera y precisamente en la calle, entonces apartado y de cierto callejón, que pasa por delante del cementerio. Más de un trasnochador y parrandero acertó a columbrarlo, cuando entre crujidos y estridores discurría con dirección al lazareto. Pero cierta noche de perros en que las sombras se apelmazaban y aullaba el viento, un prójimo dio de manos a boca en la aparición. Salía de una casa vecina, después de haber corrido en ella largas horas de diversión copiosamente regada. Los vapores etílicos que le ocupaban la azotea le habían puesto en la condición de bravo entre los bravos y capaz de enfrentarse con cualquier peligro. Al ver el carretón deslizarse sobre
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el arenoso suelo de la calle se lanzo hacia él, resuelto a saber cómo era. Lo supo al instante, de una sola ojeada. Pero de carretón ¡ay! Solo tenía la traza. Las estacas estaban constituidas por tibias y peronés de esqueleto y en lugar de teleras asomaban costillas descarnadas. Del carretero solo se veía la cara, si tal puede llamarse a una horrenda calavera, dentro de las cuyas cuencas vacías algo brillaba y centellaba como las brazas de un horno. Ante la contemplación de semejante horrideces, el hombre sintió que la tranca se le iba de un salto. Y no pudiendo mas con lo que tenía por delante, echó a correr despavorido. Y gracias a Dios que llegó con bien a casa.
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Las Costillas del Diablo
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a gente de Tepotzotlán era muy afecta a la narración de leyendas; actualmente esta tradición se ha ido perdiendo, probablemente, quizá debido a la existencia de la radio y la televisión. Antiguamente se contaban leyendas de brujas, nahuales, duendes, lloronas, aparecidos y demonios. Cuenta una leyenda que el diablo se iba a llevar a su casa una piedra; después de que la hubo atado con mecates, trató de arrancarla del suelo de lava Volcánica donde estaba, pero fue tanto su esfuerzo que dejó marcadas las costillas, y al no poder cargarla antes de que el gallo cantara, la abandonó. Otra leyenda asegura que existen túneles que van desde el Colegio Jesuita hasta distintas haciendas y parroquias de la periferia; Asimismo, se habla de una campana encantada; al respecto, cuentan que cuando fueron colocadas las campanas en la torre grande, en 1762, una de ellas
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cayó y se hundió en el suelo, quedando allí encantada. En 1914, cuando llegaron al pueblo los carrancistas, se dice que trataron de sacarla pero que fue inútil, ya que entre más escarbaban, aquella más se hundía. Se habla también de que en los cerros hacen sus sesiones las brujas y que después salen a chupar la sangre de los niños pequeños, principalmente de aquellos que no están bautizados. También se cuenta de un jinete vestido de negro, con botonadura de oro, que se aparece en algunos caminos, sobre un caballo negro, de cuyos cascos y cola salen chispas; aseguran que seduce con su riqueza a la gente codiciosa.
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El Callejón del Muerto
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orría el año de 1600 y a la capital de la Nueva España continuaban llegando mercaderes, aventureros y no pocos felones, gentes de rompe y razga que venían al Nuevo Mundo con el fin de enriquecerse como lo habían hecho los conquistadores. Uno de esos hombres que llegaba a la capital de la Nueva España con el fin de dedicarse al comercio, fue don Tristán de Alzúcer que tenía un negocio de víveres y géneros en las Islas Filipinas, pero ya por falta de buen negocio o por querer abrirle buen camino en la capital a su hijo del mismo nombre, arribó cierto día de aquél año a la ciudad.
Tenía este don Tristán de Alzúcer a un buen amigo y consejero, en la persona de su ilustrísima, el Arzobispo don Fray García de Santa María Mendoza, quien solía visitarlo en su comercio para conversar de las cosas de Las Filipinas y la tierra hispana, pues eran nacidos en el mismo pueblo. Allí platicaban al sabor de un buen vino y de los relatos que de las islas del Pacífico contaba el comerciante.
Después de recorrer algunos barrios de la antigua Tenochtitlán don Tristán de Alzúcer se fue a radicar en una casa de medianía allá por el rumbo de Tlaltelolco y allí mismo instaló su comercio que atendía con la ayuda de su hijo, un recio mocetón de buen talante y alegre carácter.
Quiso la mala suerte que enfermara Tristán chico y llegara a tal grado su enfermedad que se temió por su vida. Así lo dijeron los mensajeros que informaron a don Tristán que era imposible trasladar al enfermo en el estado en que se hallaba y que sería cosa de medicinas
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Todo iba viento en popa en el comercio que el tal don Tristán decidió ampliar y darle variedad, para lo cual envió a su joven hijo a la Villa Rica de la Vera Cruz y a las costas malsanas de la región de más al Sureste.
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adecuadas y de un milagro, para sejero el Arzobispo García de Santa que el joven enfermo de salvara. María Mendoza, para hablarle de sus remordimientos, de la falta de Henchido de dolor por la enferme- cumplimeinto a la promesa hecha a dad de su hijo y temiendo que mu- la Virgen de lo que sería convenienriese, don Tristán de Alzúcer se te hacer, ya que de todos modos le arrodilló ante la imagen de la Vir- había dado las gracias a la Virgen gen y prometió ir caminando hasta rezando por el alivio de su vástago. el santuario del cerrito si su hijo se aliviaba y podía regresar a su lado. -Bastará con eso, -dijo el prelado-, si habéis rezado a la Virgen dánSemanas más tarde el muchacho en- dole las gracias, pienso que no hay traba a la casa de su padre, pálido, necesidad de cumplir lo prometido. convalesciente, pero vivo y su padre feliz lo estrechó entre sus brazos. Don Tristán de Alzúcer salió de la casa arzobispal muy complacido, Vinieron tiempos de bonanza, el volvió a su casa, al trabajo y al olcomercio caminaba con la aten- vido de aquella promesa de la cual ción esmerada de padre e hijo y lo había relevado el Arzobispo. con esto, don Tristán se olvidó de su promesa, aunque de cuando en Más he aquí que un día, apenas amacuando, sobre todo por las noches necida la mañana, el Arzobispo Fray en que contaba y recontaba sus ga- García de Santana María Mendoza nancias, una especie de remordi- iba por la calle de La Misericordia, miento le invadía el alma al recor- cuando se topó a su viejo amigo don dar la promesa hecha a la Virgen. Tristán de Alzúcer, que pálido, ojeroso, cadavérico y con una túnica blanAl fin un día envolvió cuidadosamen- ca que lo envolvía, caminaba rezando te un par de botellas de buen vino con una vela encendida en la mano y se fue a visitar a su amigo y con- derecha, mientras su enflaquecida
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siniestra descansaba sobre su pecho. que el sudario con que habían envuelto al muerto, era idéntico al que El Arzobispo le reconoció enseguida, le viera vestir esa mañana y que la y aunque estaba más pálido y delga- vela que sostenían sus agarrotado que la última vez que se habían dos dedos, también era la misma. visto, se acercó para preguntarle. -Mi padre murió al amanecer -dijo -A dónde váis a estas ho- el hijo entre lloros y gemidos doloras, amigo Tristán Alzúcer? rosos-, pero antes dijo que debía pagar no sé qué promesa a la Virgen. - A cumplir con la promesa de ir a darle gracias a la Virgen-, respondió Esto acabó de comprobar al Arzobiscon voz cascada, hueca y tenebrosa, el po, que don Tristan Alzúcer estaba comerciante llegado de las Filipinas. muerto ya cuando dijo haberlo encontrado por la calle de la Misericordia. No dijo más y el prelado lo miró extrañado de pagar la manda, aun cuando En el ánimo del prelado se prenél lo había relevado de tal obligación . dió la duda, la culpa de que aquella alma hubiese vuelto al mundo para Esa noche el Arzobispo decidió ir a pagar una promesa que él le había visitar a su amigo, para pedirle que dicho que no era necesario cumplir. le explicara el motivo por el cual había decidido ir a pagar la manda Pasaron los años... hasta el santuario de la Virgen en el lejano cerrito y lo encontró tendido, Tristán el hijo de aquel muerto llemuerto, acostado entre cuatro cirios, gado de las Filipinas se casó y se mientras su joven hijo Tristán llora- marchó de la Nueva España hacia ba ante el cadáver con gran pena. la Nueva Galicia. Pero el alma de su padre continuó hasta terminaCon mucho asombro el prelado vio do el siglo, deambulando con una
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vela encendida, cubierto con el sudario amarillento y carcomido. Desde aqu茅l entonces, el vulgo llam贸 a la calleja de esta historia, El Callej贸n del Muerto, es la misma que andando el tiempo fuera bautizada como calle Rep煤blica Dominicana
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Aparición de un anima del Purgatorio
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n la villa de Toluca (que es del marques del Valle), una mujer española, llamado Isabel Hernández, viéndose atribulado, fué á su confesor, que se decia Fr. Benito de Pedroche, cómo estando acostada en su cama, habia visto al amanecer un hombre colgado en su aposento, con el hábito de la misericordia. El confesor le dijo, que lo conjurase si tenia ánimo para ello, y le enseño el modo como lo habia de hacer. Aparecióle este hombre otras dos ó tres veces, hasta que un día, á la misma hora, estando ella acostada en su cama con otras mujeres, por el temor que tenía, vió la misma visión, y lo conjuró y preguntó qué era lo que queria. El hombre le dijo quién era, y cómo habia que estaba en purgatorio, porque habia levantado un falso testimonio á una doncella que queria casar un sacerdote honrado, llamado Antonio Fraile, por lo cual la doncella no se casó. Y que se había
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confesado de aquel pecado y tenido de él contricción; mas por cuanto no le habia restituido la honra, penaba todavia en el purgatorio. Y que para muestra de la verdad que decia, que le preguntasen al Antonio Fraile si esto era asi. Y que por morir fuera de México no le habia vuelto la honra; que de su parte se la volviesen y le mandase decir algunas misas, porque luego saldria de purgatorio, y asi se las dijeron, y nunca más pareció. Hízose averiguación de esto en México, y hallóse ser todo así, y á aquella mujer se le volvió la honra, aunque ya era casada cuando sucedio. No se descubre el nombre del difunto por su honra.
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El Jinete sin Cabeza
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e dice que en un pueblo muy ese jinete no tenia cabeza. La gente aislado de toda civilización horrorizada se metió a sus casas y se contaba la historia de no se explicaban lo que habían visto un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos. En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición. Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desaparecio, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que
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El Señor del Rebozo
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mediados del Siglo XVI funcionaba ya como convento Dominico, el edificio situado a espaldas del que fuera templo de Santa Catalina de Siena, ubicado en la calle de su nombre hoy República Argentina. Fundado por ayuda pecuniaria de tres mujeres sumamente religiosas y ricas conocidas por “Las Felipas”, este convento recibía la ayuda de casas y encomiendas y rentas producto de una especie de fideicomiso de estas Felipas y así comenzó a recibir monjas que se acogían a la advocación de Santa Catalina de Siena.
lástima esta triste figura del Señor colocada a la entrada del templo, con su cuerpo llagado, flácido y apenas cubierto con un trozo de túnica morada.
Tal vez este triste aspecto del Cristo cargando la Cruz fue lo que motivó a una monja que llegó como novicia bajo el nombre de Severa de Gracida y Alvarez y que más tarde adoptara al profesar, el de Sor Severa de Santo Domingo. Pues bien esta monja, cada vez que iba a misa al templo de Santa Catalina, se detenía para murmurar un par de oraciones al Señor cargado con tan pesada cruz al graEn el Templo que como se dice y se do de que cada día lo advertía más sabe, daba a la hoy calle de la Re- agobiado, más triste, más sangrante. pública Argentina, estaba entrando Pasaban los años y a medida que a la derecha, un Cristo de madera, la monja Sor Severa de Santo Doesculpido por anónimo escultor, uno mingo solía pasar más tiempo ante de tantos imagineros que dejó para el Cristo, mayor era su devoción, siempre su arte religioso sin que se mayor su pena y más grande la recuerde su nombre. Era un Cristo fe que profesaba al hijo de Dios. de mirada triste, de palidez mortal, con grandes llagas sangrantes y una Así pasaron los años, treinta y dos corona de espinas cuyas puntas pare- para ser más exactos, la monja se cían clavarse en la carne, la madera hizo vieja, enferma, cansada, pero no que asimismo escurría sangre. Daba por eso declinó en su adoración por el
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Señor de la Cruz a cuestas, sino que aumentó a tal grado de que lo llamaba desde su celda en donde había caído enferma de enfermedad y de vejez. Una noche ululaba el viento, se metía por las rendijas, por el portillo sin vidrio ni madera, calaba hasta los huesos viejos y cansados de la monja. El aire azotaba la lluvia y la noche se hacía insoportable.
trozo de la hogaza que no había tocado y le ofreció el pan mojado en aceite, agua y sacando de su ropero un chal, un rebozo de lana, cubrió el aterido cuerpo del mendigo.
Terminado de hacer esto, el cuerpo de la monja se estremeció, lanzó un profundo suspiro y falleció. Al día siguiente hallaron su cuerpo yerto, pero oloro-!Jesús.. Cristo mío! -gritó la monja so a santidad, a rosas, con una con voz casi inaudible, pero llena de beatífica sonrisa en su rostro mardolor, tratando de abandonar su le- chitado por los años y la enfermedad. cho de enferma-, dejádme que cubra vuestro enjuto y aterido cuerpo... ve- Y allá en el templo de Santa Canid a mi señor, y mostráos ante esta talina de Siena, cubriendo el enpecadora que sólo ha sabido amarte juto y sangrante cuerpo del Sey adorarte en religiosa reverencia. ñor con la cruz a cuestas, el rebozo o chal de la vieja monja. Arreció el vendabal... Desde entonces y considerado esto como un milagro, un acto inexplicaY lo insólito de esta historia ocu- ble, las religiosas y los fieles bautirrió entonces. Llamaron queda- zaron a esta imagen como “El Señor mente a la puerta de la celda de la del Rebozo” y este cristo estuvo muenferma monja y ésta con muchos chos años expuesto a la veneración de trabajos se levantó y abrió, para los feligreses, hasta la exclaustración encontrarse ante la figura tris- de las monjas y cuando el gobierte de un mendigo, casi desnudo, no cedió este hermoso y legendario que parecía implorar pan y abrigo. templo, primero para templo protestante y después para biblioteca La monja tomó un mendrugo, un
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La niña en la escalera
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ace algunos años, en una linda casa en medio del campo vivía una familia de tres hijos y su madre, la cual se unió al poco tiempo con un hombre, convirtiéndolo en padrastro de los pequeños, pero; este tipo era muy violento, maltrataba a los niños sin razón, les quitaba sus alimentos, les negaba el agua, hasta los golpeaba solo por gusto.
esa casa, se quedaron el tiempo suficiente para escucharla llorar y gritar en medio de la noche, hablando cuando la gente estaba de espaldas y al voltear no veían nada… también golpeaba en ocasiones la puerta para pedir un poco de agua, pero; lo más inquietante de su presencia, era cuando se paraba en la escalera… pues no se sabe si estaba cuidando a los demás para que no cayeran, o a propósito aparecía Aunque trataba muy mal a los tres ni- para tirarlos como lo hicieron con ños, parecía tener un odio mayor por ella y corrieran su misma suerte. la hija de 10 años, a quien golpeaba de forma más salvaje, llegó un día hasta Siguen sin conocerse sus intencioel punto de arrojarla por las escale- nes, pues hasta el momento el heras… y la pequeña murió al momen- cho de verla, para muchas familias to. Para no enfrentar el castigo por lo ha sido suficiente… y la casa ahoocurrido, el resto de la familia huyó ra permanece abandonada porque a alguna ciudad que se desconoce. esa niña estará ahí por siempre. La casa pasó a manos de otra familia, que duró poco tiempo en ella, pues escuchaban a menudo la voz de la pequeña pidiendo ayuda. Las siguientes personas que habitaron
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Leyenda del fantasma del Palacio
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n calle Quillota esquina 3 Norte, en Viña del Mar, Chile está ubicado el Palacio Rioja. El solar donde se emplaza el edificio perteneció a los terrenos de la Quinta San Francisco, residencia de José Francisco Vergara y su esposa Mercedes Álvarez hasta su traslado a la Quinta Vergara. En el año 1907 fue comprado por Fernando Rioja Medel, quien le encargó al arquitecto francés Alfredo Azancot la construcción de su nueva residencia. La historia cuenta que Don Fernando Rioja, miembro de la antigua aristocracia viñamarina, casó a su hija con un noble español. Luego del matrimonio, este hombre devolvió a la joven a su padre porque no era virgen a causa de haber tenido amoríos con un cochero al que asesinaron. Según el rumor local, allí vaga el fantasma de este chico en busca de su amada. Lo mismo que el espíritu de Don Fernando Rioja quien murió en el palacio que lleva su nombre, deambula por
las espaciosas habitaciones vestido con su ropa de época. Incluso su presencia también se ha dejado sentir en el Conservatorio de Música, que se encuentra actualmente en los subterráneos del mismo edificio, pues según comentan el piano del Palacio Rioja suena sin que nadie lo toque. Algunos dicen que les pasan cosas, y que aparece un fantasma que ha sido visto por varias personas, incluyendo los administrativos del Conservatorio Musical. El palacio fue adquirido el 12 de julio de 1956 por la Municipalidad de Viña del Mar, destinado para diversos actos culturales y ceremonias. Desde 1971 el edificio se convirtió en la sede de la alcaldía. Finalmente, en agosto de 1979 el Palacio Rioja fue destinado como Museo de Arte Decorativo, aunque para muchos el atractivo principal es encontrarse con la presencia paranormal de la que los lugareños hablan.
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Leyenda dela cobija embrujada
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e cuenta que en la comunidad de El Mixcoate, municipio de Villa de Alvarez, un hombre que iba de cacería, llevaba consigo una cobija para cubrirse del frio en la loma donde acostumbraba espiar a los venados. Se preparó para dormir enrollándose como taco dentro de la cobija. Ya entrado en sueño, sintió que le jalaban el trapo con que se cubría, para no interrumpir su descanso, simplemente se volvió a acomodar, pero; en un instante, de nuevo quedó descubierto. Enojado por lo que sucedía, cada vez apretaba más la cobija con sus manos, pero extrañamente, se la volvían a jalar, hasta el punto de descubrirle los pies. Pero a su alrededor no había nadie que pudiera hacerlo. En un último intento hizo bola la cobija y se sentó sobre ella diciendo: -¡A ver cómo carambas me la quitan ahora!-, pero, más tardó él en decirlo que estar de vuelta en el suelo y el trapo tirado por un lado de él.
Se paró entonces muy molesto, maldiciendo a gritos, cuando estaba a punto de recoger el trapo, se dio cuenta que debajo de ella había un bulto, pensando que era alguna piedra, nada más jaló la cobija de una orilla, para sus sorpresa, un par de cuernos salieron primero a la vista y después el mismo Demonio, muerto de risa… el hombre cayó para atrás, arrastrándose por el miedo hasta encontrar su rifle, el cual descargó por completo disparando contra aquella terrible aparición. Le contó a todos lo sucedido en la loma, y nadie más quiere cazar ahí, pues la cobija a veces se ve colgada en un árbol y otras tirada en el suelo con un bulto debajo, llena de agujeros, y cada vez que alguien le pasa cerca, se mece como si hubiera viento, y se oye una terrible risa.
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Leyenda de la chica del lago Rioja
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n Estados Unidos uno de los eventos más importantes para los jóvenes es la noche de graduación, no en si por la fiesta escolar, si no por lo que continúa de ella, pues las parejas acostumbran reunirse después del baile en un lugar, más cómodo. Es la ocasión que muchos chicos esperan para seducir a su pareja.
nos. La chica de inmediato quiso marcharse, pero eso no estaba en los planes de su pareja que insistió el quedarse, al cabo de un rato discutiendo el asunto ella comenzó a gritarle al joven, que no tuvo tiempo de responder, pues la chica fue atrapada por algo que salió rápidamente del lago sin dejarse ver entre la oscuridad. Su asustado acompañante se echó correr y coFue así aquella noche, que varias pa- rrer sin importarle dejarla atrás. rejas empezaron a salir a escondidas del recinto escolar, para dirigirse a Ya que los compañeros dieron tesun lago cercano, por supuesto cada timonio de que la última vez que quien tenía muy bien pensado y apar- los vieron se encontraban cerca tado su lugar, para estar cómodos del lago, concluyeron que se hasin tanta gente alrededor. El lago se bían ahogado, aunque no pudieprestaba para sus intensiones, pues ron jamás encontrar sus cuerpos. era una zona apartada y oscura. Pero al siguiente año, en el baile de Cierta pareja había encontrado un graduación de esa misma escuela, lugar muy cerca del lago, donde la una jovencita con un bonito vestido Luna se reflejaba en el agua mos- blanco, pide aventón a los automotrando un ambiente más romántico, vilistas a quienes les dice: - ¿Me llecompartían momentos muy íntimos, va a casa por favor?, vivo cerca, a cuando escucharon ruidos cerca- dos calles, esperaba a mi novio pero
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este no regresó -. Si el conductor accede, se monta en la parte trasera del vehículo, y cuando el conductor voltea para preguntarle hacia donde, ¡No hay nadie!, la muchacha ha desaparecido, dejando un rastro de humedad en el asiento del auto. Y desde entonces cada año, la chica del lago aparece en la carretera esperando por su novio, o cualquier otra persona que quiera llevarla a casa.
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El trailero fantasma
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ace mucho tiempo, sobre la carretera de la rumorosa, un trailero manejaba a toda velocidad rumbo a mexicali, pues su esposa estaba a punto de dar a luz y quería llegar rápido a su casa, ya que llevaba dinero para lo que se ofreciera, mas cuando iba a tomar una peligrosa curva perdió el control y se estrelló contra unas rocas. El chofer se bajó del trailer todo aturdido, se miró el cuerpo y se alegró al darse cuenta que no le había pasado nada. entonces esperó a que pasara alguien para que le ayudara o lo llevara a la ciudad, pero durante mucho tiempo nadie cruzó aquellos cerros. el hombre se quedó dormido y cuando despertó se sorprendió al ver todo oscuro; no entendía qué pasaba así que decidió caminar, caminó y caminó, avanzó una buena distancia, sabía que la salida de la rumorosa estaba cerca y sin embargo, cuando se dio cuenta se encontró en el mismo lugar del accidente...
a los tres días hallaron el camión pero no al conductor; de él no se supo nada. hasta que en una ocasión, años más tarde, un muchacho que manejaba un trailer se detuvo porque un hombre le hizo señas. —amigo, me llamo francisco vázquez y necesito con urgencia que mi mujer reciba un dinero porque va a tener un niño. yo no puedo ir, mi trailer se descompuso y no lo puedo dejar aquí. —sí, señor, con gusto se lo llevaré —contestó el muchacho— sólo dígame dónde vive su señora. El hombre le entregó un papel en el que anotó la dirección y el nombre de su esposa. al despedirse, el joven sintió que un escalofrío le recorría la espalda, pues al darle la mano, el señor estaban tan frío como un muerto. el muchacho no le dio importancia, subió a su trailer y se encaminó a la ciudad de mexicali. Al día siguiente, fue a buscar a la
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señora pero no la encontró; alguien le dijo que ya no vivía ahí, que hacía tiempo se había cambiado. sin darse por vencido, preguntó en varios lugares hasta que, por las señas del papel, una anciana le indicó dónde vivía. al llegar dio unos golpes en la puerta y esperó a que le abrieran. —¿dígame le preguntó
joven? la
había cerrado la puerta cuando descubrió frente a él al trailero de la carretera y brincó espantado; sentía que una fuerza extraña lo invadía. —¡gracias, amigo! —le dijo el muerto con voz cavernosa, mientras desaparecía.
— señora.
El joven podía escuchar los latidos de su corazón y tardó un buen rato en recuperarse de la impresión. —perdone, ¿aquí vive la espo- tiempo después, al platicar con unos sa del señor francisco vázquez? amigos, se enteró de que el trailero ya se les había aparecido a otros —soy yo —contes- hombres, mismos que no habían tó ella— ¿qué se le ofrece? cumplido el encargo del muerto, por eso se les fue secando el cuer—ayer en la carretera, su esposo po hasta quedar como esqueletos me pidió que le trajera este dinero, porque se le descompuso el trailer... —¡no puede ser! —lo interrumpió la señora tapándose la boca—. mi marido murió hace cinco años. Al muchacho le temblaron las piernas, le dejó el dinero a la señora, que se puso a llorar, y se fue para su casa todo asustado. cuando llegó, apenas
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La llorona
a leyenda de la llorona es 100% y orgullosamente mexicana, que ha prevalecido de generación en generación desde la época de la colonia hasta nuestros días, el origen de los hechos de esta leyenda es desconocido y con el pasar del tiempo se van cambiando las versiones, pero todas coinciden en lo mismo; “una mujer de vestido blanco que vaga por las orillas de los ríos y los cementerios, llorando su condena por haber cometido el peor de los pecados”.
les, era consciente de su singular hermosura y con desdén poco usado descorazonaba a sus admiradores.
Por esos años llegó a estos lugares, proveniente de la capital de la nueva españa, don gilberto hernández y rubio de martínez y nevárez, joven apuesto y elegante, de rancio abolengo y noble linaje, caballero de la orden de santiago y oidor del santo oficio, quien cabalgando un corcel negro de pura sangre, se encontró con doña susana precisamente en la plaza mayor frente a la catedral, lo que ahora Al no tener nada mas que argu- es la plaza de armas. al contemplar mentarles, los dejo con la siguien- el caballero la belleza única de doña te historia que espero les guste. susana, bajó de su caballo y extendió su capa sobre el piso para que La llorona a principios del siglo xvii pisara sobre ella la mujer del relato. existió en la ciudad de durango una hermosa mujer de nombre doña su- el hecho y los decires del noble orisana de leyva y borja, cuya extraor- gen de don gilberto, impresionadinaria belleza tenía deslumbrados ron a la dama que correspondió a todos los jóvenes de la ciudad que con femenil sonrisa a la gallarla cortejaban incesantemente y de- da acción del joven pretendiente. seaban correspondencia a su amor. el noviazgo se formalizó, pero al adla dama que pisaba los veinte abri- vertirlo don pedro de leyva y quirino,
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padre de la muchacha, la reprendió severamente prohibiéndole de manera terminante toda pretensión de matrimonio con un hombre español de sangre pura. aunque la joven exigió las razones de tal prohibición, don pedro se concretó a contestar: No tengo por qué darte explicaciones ni se las daré a nadie, simplemente es una orden que debes cumplir. Doña susana se encontraba perdidamente enamorada de don gilberto, razón por la que optó por huir en brazos de su amado una noche oscura y lluviosa. en las afueras de la ciudad el enamorado improvisó una casa de campo, situada más o menos en lo que ahora es el crucero de las calles negrete y regato, donde estableció su nido de amor con la encantadora dama. El tiempo pasó y pronto la pareja en amasiato procreó tres hijos que eran el encanto de la madre, quien frecuentemente le pedía al varón legalizar la unión marital para poder dar nombre sin afrenta a sus tres vástagos. don gilberto como única respuesta, solamente le daba un beso ala amada y le ponía en sus manos algunas monedas de oro.
un domingo, cuando la mujer asistía a misa al templo mayor de la ciudad, después del evangelio escuchó correr las amonestaciones, en las que el cura con voz serena anunció: la noble señorita doña marcela jiménez de alanís y ballesteros se propone contraer matrimonio con don gilberto hernández y rubio de martínez y nevárez, caballero de la orden de santiago y oidor del santo oficio... etc. Doña susana no creía lo que escuchaba, al mismo tiempo que todas las miradas de la concurrencia se concentraron en su persona y los cuchicheos en coro la señalaban burlonamente. Al salir del templo, tomó un coche y ordenó al cochero conducirla a casa de don gilberto, situada en ese tiempo más o menos en lo que ahora es la calle de hidalgo entre pino y cinco de febrero. no le reclamó la traición, solamente le pidió que no la abandonara a ella por sus hijos, que siguiera sosteniendo a quienes eran de su sangre. El hombre iracundo le dijo: no vuelvas a cruzarte en mi camino, eres indigna de mi linaje… tú eres una mestiza… hija de una in-
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dia indeseable. tu padre hizo mal en darte el nombre que no mereces. Le dio un golpe con la pesada bota, cuando la mujer postrada de rodillas lo abrazaba de las piernas implorándole su protección.
de ser aprehendida por el alguacil y su gente, corrió rumbo al poniente tratando de ocultarse de la justicia.
la mujer se escurrió entre la confundida multitud, salió del templo y enloquecida corrió por la calle hasta llegar a su casa. tanto por el rencor del despecho, como porque sabía lo que le esperaba ante el tribunal del santo oficio, doña susana llegó a su casa, tomó a sus tres hijos y, antes
El llanto recorrió toda la calle que ahora es negrete, y desde ese tiempo por más de dos siglos se llamó calle de la llorona.
no avanzó mucho, cuando llegó al arroyo entonces caudaloso, lo que ahora es la acequia grande, los perla mujer rodó por el suelo, hu- seguidores casi le dan alcance y en millada y herida en lo más pro- supremo intento de protesta contra fundo de la dignidad humana. las absurdas costumbres de la socieDos domingos después, cuando los dad de la época, la mujer enloquecida esponsales se realizaban con toda degolló a sus hijos, los arrojó al arroelegancia y solemnidad, en el preciso yo y sepultándose la daga en el coramomento en que el sacerdote pedía zón puso fin a la quíntuple tragedia. a los contrayentes que manifestaran su voluntad para la unión, una la ciudad entera enmudeció por lo dama elegante se acercó discreta- ocurrido y, al anochecer de esa tarmente a la pareja y simulando que de de mayo en plenilunio, escuchó pretendía colocar el lazo, sepultó en asombrada el aterrador lamento: repetidas ocasiones un afilado puñal ¡aaaaayyy! sobre el pecho y espalda del novio y ¡aaaaayyy! la novia, que cayeron pesadamente ¡miiiis hijooooos! ¡¿donde esmis hijos?! ¡aaaaayyy! sobre el suelo, bañados en sangre. tán
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El diablo en la discoteca
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na noche de viernes santo, se hizo una fiesta en la discoteca mas famosa de Medellín (Colombia) llamada MANGOS, dicen que en un momento determinado de la noche ,entró a la discoteca un joven, que atraía las miradas de todas las jovencitas que se encontraban en el lugar, era alto ,muy bien vestido, con unos ojos algo extraños pero encantadores...
La muchacha cayó en un terrible estado de coma, y sus padres ordenaron revisar las cámaras del lugar para identificar al hombre que para creencia de todos era el culpable de su estado, pero para sorpresa suya en el video de seguridad se veía claramente que la jovencita bailaba sola por todo el lugar, lo que quiere decir que el hombre no se reflejaba, lo que ya era bastante extraño, y para confirmar esta escalofriante Este apuesto joven se acercó a una historia en el baño del establecimuchacha para sacarla a bailar y ella miento en uno de los espejos decía: encantada por su apariencia aceptó sin pensarlo dos veces, mientras “Viernes Santo, muerte de Cristo, bailaban él le advirtió que no mira- Viernes Santo yo revivo y riego sanra sus pies ya que se sentía un poco gre y temor entre los humanos”... intimidado y no era capaz de seguir el ritmo, ella asintió con la cabeza… La discoteca estuvo varios días impregnada con un olor a azuPero al cabo de un rato no resistió mi- fre y la joven murió después rar sus pies, ella se quedó sin aliento de un tiempo con unas marcas al ver unas garras horribles y se des- de quemaduras en la espalda. mayó enseguida, todo el mundo al ver a esta joven tendida en el suelo corrió a socorrerla, y el joven con el que bailaba ya había desaparecido del lugar.
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Leyenda del Hechizo del Pando
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ilario sentía que la enfermedad se le agravaba cada vez más. La padecía desde hacía ya mucho tiempo, y nada había resultado para curarse. No había sido constante en curación; nunca había sido atendido por un médico. El se decía para sus adentros: - ¿Para qué curarme un médico? Los médicos no curan el hechizo. No pueden curarlo ni creen en él. Y sin embargo, por algo dicen que cuando el tecolote canta, el indio muere…¡yo no tengo remedio! -
Hilario. Margarita, su hermana, le hacía cuanto remedio le aconsejaban los vecinos del barrio, y sobre todo los boticarios. Pero por más intentos, el mal simplemente no cedió.
Un día, ya al atardecer ya con la esperanza pérdida, Margarita pidió al médico que visitara a su hermano, no para que lo curara, sino para que lo viera y en trance fatal de la muerte y le diera el certificado de defunción, sin el cual no podía enterrar el cadáver. ¿Qué necesidad hay que Hilario estaba hechizado por una sea un médico el que asegure que mala mujer que fue su esposa. Ella está muerta una persona, cuando le causaba al pobre hombre un mal la presencia del cadáver es prueba incurable para vengarse de él. Había mejor que cualquier papel escrito?. personas que aseguraban que Teofila, la amada perversa, tenía un muñeco El médico llegó ya casi entrada la que era el vivo retrato de Hilario, noche. Una vela de una tenue luz con una espina clavada en la espal- amarillenta y vacilante, daba a la da. Aquel infeliz se moría a pausas, estancia un aspecto lúgubre. El ensufriendo atroces dolores, La espina fermo, con una respiración fatigada que tenía el muñeco clavada en la es- y angustiosa, estaba tirado en un palda le causaba terribles dolencias catre de madera. En el semblanque los médicos no saben curar. El te expresaba la cercanía del último hechizo era lo que hacía padecer a momento. El médico lo examinó;
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escuchó silencioso y recetó. Llamó comprobando el fatal desenlace del del Pando. aparte a Margarita para explicarle Hechizo como debía darle la medicina al enfermo, y advertirle que ya era muy tarde para que pudiera curarse. El médico no se equivocaba, aún venía de la botica con la medicina, cuando el enfermo expiró. Bien claro lo decía el canto lúgubre del tecolote que desde al obscurecer se escuchaba entre el ramaje espeso del aguacate del corral, infundiendo en el barrio cierto misterioso terror. ¡Qué había de poder la ciencia médica contra el hechizo! Este solo pueden curarlo los hechiceros. Cuando tenían su cadáver en el suelo, se levantó de medio cuerpo atemorizando a los presentes y arrojó algo por la boca. −¡Ya lo ven!− exclamaron todos− ¡La postema! ¡No cabe duda, estaba hechizado por aquella mala mujer -. Sepultaron el cadáver de Hilario, que era conocido por el apodo de El Pando, y por varios días, al oscurecer, siguió el tecolote cantando lúgubremente entre el ramaje espeso del aguacate del corral,
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La misteriosa montaña de los muertos
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l terrible suceso tuvo lugar en febrero de 1959, cuando diez esquiadores de la antigua Unión Soviética, se reunieron al norte de los Montes Urales para realizar una expedición a la cordillera montañosa. Solo uno sobrevivió. Los nueve restantes murieron de manera tan extraña y espantosa que todavía sigue siendo un misterio.
co que comience su búsqueda. El rastreo empezó el 21 de febrero.
Después de varios días de búsqueda, encontraron el último campamento en el que se habían establecido los estudiantes. El estado del campamento no presagiaba nada bueno. Las tiendas estaban totalmente rajadas desde dentro y cubiertas parcialmente por nieve. No había nadie en su interior, Antes de emprender el viaje hacia la los objetos personales, incluso la ropa base del monte Otorten un miembro de abrigo, permanecían allí. Un condel equipo enfermó repentinamente, junto de huellas en línea recta partían obligándolo a quedarse allí para re- de las tiendas de campaña. Los excuperarse, aquella circunstancia se pertos aseguraron que pertenecían a convirtió para él en un suceso provi- un grupo de unas ocho o nueve persodencial. El clima empeoró, obligan- nas, lo que demostraría que todos los do al grupo de jóvenes a desviarse estudiantes huyeron prácticamente de su curso. Según los cálculos rea- desnudos. Unos llevaban calcetines lizados y las previsiones del equipo, y otros, una única bota, pero algullegaron al lugar el 1 de febrero. Al nos escaparon con los pies descalzos. transcurrir más de una semana de Las huellas se hundían unos 90 cm la supuesta fecha de llegada y no en la nieve y no revelaban signos de tener noticias de los jóvenes, las fa- violencia ni la presencia de alguien milias piden al Instituto Politécni- ajeno al grupo. Conducían hacia una
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pequeña cuesta que llevaba a una masa arbolada cercana, pero tras 500 m desaparecían sin dejar rastro. En el borde del bosque aparecieron los cuerpos sin vida de dos de los estudiantes. Sus cadáveres descansaban bajo un gran pino vestidos únicamente con ropa interior y sin signos externos de violencia. Junto a ellos se veían los restos de una hoguera y algunas ramas del pino destrozadas. A pocos metros, en un claro de la arboleda, yacían 3 cuerpos más. Por la posición de los cadáveres, parecía que los jóvenes habían tratado infructuosamente de llegar al campamento. La autopsia que se realizó a los cinco cuerpos no arrojó datos relevantes: los estudiantes habían muerto por hipotermia y no presentaban lesiones externas. La tarea de encontrar los cuerpos restantes duró casi dos meses. Los cuatro estaban enterrados bajo 5 m de nieve cerca de una especie de pequeño barranco, próximo al lugar donde se habían encontrado los cuerpos de las otras víctimas. El cráneo
de uno estaba prácticamente destrozado por dentro, y los otros tenían varias costillas rotas. Además, uno no tenía lengua. Pese a ello, las lesiones externas que presentaban eran prácticamente inapreciables. Y, al contrario que los demás, estaban vestidos. Parecía como si los últimos en morir se hubieran apropiado de las ropas de quienes habían fallecido primero. Después de tres meses de análisis, la investigación sobre el caso se dio por finalizada sin llegar a ninguna conclusión. Sin testigos, sin nadie a quien acusar y sin pruebas sustanciales sobre lo que realmente ocurrió en aquel lugar. El caso quedó bajo secreto de sumario y se prohibió el acceso a la zona donde habían ocurrido los hechos durante los tres años siguientes. En el año 1990 el investigador Iev Ivanov consiguió entrevistar a varios militares y meteorólogos que relataron que entre febrero y marzo de 1959 se habían divisado en la zona unas “esferas brillantes”. Para Ivanov esas esferas brillantes eran la clave del misterio.
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Leyenda de la casa del espejo
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egún cuenta la leyenda, en el barrio de Vicente López, Buenos Aires, Argentina. Hay una hermosa casa abandonada, y quienes conocen la historia de lo que sucedió ahí, no se atreven si quiera a pasarle por enfrente, mucho menos a cruzar la puerta.
rrarlo, pero muy asustado el jovencito escapa hacia el cuarto de su amigo.
Cuando le contó a su amigo lo sucedido, este le dice que le cree todo porque también lo ha visto, y de esa casa se cuenta que tiempo atrás a causa de un problema de plata, un hermano arrojó al otro por la escalera, maTodo comenzó un día de verano, unos tándolo al instante. Desde entonces chicos jugaban fuera de la menciona- su fantasma, ha tratado de empujar da casa, donde vivía uno de ellos. El a cualquiera por las escaleras, creamigo se dirigió a la cocina en bus- yendo que es su hermano y buscanca de bebidas y se dio cuenta que do así venganza por su asesinato. los espejos temblaban y hacían un sonido muy extraño. Cuando se lo La familia siguió viviendo allí hascontó al otro niño, se fueron de ahí, ta que un día simplemente se y esperaron a que sus padres volvie- mudaron y nunca más nadie haran para entrar con ellos de nuevo. bitó esa casa… que hoy es conocida como “La casa del espejo”. A mitad de la noche, el chico que está de visita, va a la cocina por algo de agua fría. Pero, al faltar solo tres escalones para bajar la escalera, es empujado y cae, al tratar de incorporarse ve en el espejo un hombre de ropa antigua y sucia, extendiendo la mano para aga-
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El otro pasajero
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omo ya era costumbre un taxista hacia el recorrido nocturno en su zona. Cada noche llevaba como copiloto a su novia, pues la recogía al salir del trabajo aprovechando que estaba por su ruta. Esa noche, aprovechando que no había subido ningún pasajero, iban muy ocupados discutiendo sobre una fiesta al día siguiente. Unas calles más adelante, un hombre subió, todos se dieron las buenas noches cortésmente, y siguieron los enamorados en su plática. De pronto se sintieron algo descorteces, e incluyeron al otro pasajero, por supuesto no en los detalles de la fiesta, si no al preguntarle a donde se dirigía y que hacía por aquel rumbo porque ellos pasaban por ahí todas las noches y jamás lo habían visto. El pasajero respondía sin pena, les dijo que iba a una fiesta, algunas
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calles más adelante. Pero en el trayecto, se encontraron con un embotellamiento, algo raro para esa hora, pero al ver las luces de las patrullas y ambulancias, supieron que se trataba de un accidente. La chica cubría sus ojos, no quería quedarse con alguna desagradable imagen antes de dormir, mientras el taxista casi sacaba la cabeza por la ventana, tratando de no perder ningún detalle, justo en el momento en que eran desviados al carril de al lado, el chofer del taxi alcanzó a ver que los paramédicos recogían un cuerpo, para su sorpresa, era muy parecido al señor que los acompañaba en el taxi, así que dijo: -Oiga Don, el difuntito se parece mucho a usted, asómese-. La pareja volteó hacia atrás para ver la reacción del hombre, pero este había desaparecido, y el asiento trasero estaba lleno de sangre…
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El chofer impresionado por lo sucedido, piso el acelerador hasta fondo para alejarse lo más rápido posible del lugar, pero al llegar a las calles que el pasajero le había indicado como su destino escucharon una tétrica voz que decía: -¡No se vaya de paso joven!, acuérdese que aquí me quedo, ¿cuánto le debo?La pareja no quiso voltear nuevamente hacia atrás, simplemente dejaron el taxi parado a mitad de la calle para marcharse corriendo
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Leyenda de la Casa encantada de Yanahu
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a más famosa y tradicional casa embrujada de Arequipa es sin duda, la “Casa Quinta de Yanahuara”. Habitó en ella, allá año de 1666 un noble español que ejercía la función de Comendador. Se había casado con una arequipeña de aproximadamente 20 años que rebosaba de atributos por su extraordinaria belleza, mientras que el español le duplicaba la edad. Debido a los constantes viajes que exigía la profesión del español, su mujer permanecía casi siempre sola. Transcurrido el tiempo surgió una relación amorosa entre un criado de la casa y la bellísima mujer. Cuando el Comendador escuchó los rumores, regresó de improvisto de uno de sus viajes, descubriendo la infidelidad, sometiendo a los autores a una serie de torturas. Se dice que cegado por el odio, el español los emparedó vivos en la casona donde vivían. Ahí encontraron la muerte, entre gritos de horror y suplica que no conmovieron al ofendido noble.
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Después de eso el Comendador vendió la casa y no se supo más de su paradero. El lugar por muchos años permaneció abandonado, y durante todo ese tiempo se escuchaban ruidos dentro de la casa sonidos tan extraños como llantos de una mujer, estrépitos de cadenas, campanas que sonaban solas, ladridos angustiantes de perros y siluetas fantasmales que noche a noche se dejaban sentir, en una de las ventanas se veía un padre sin cabeza. La casa ha cambiado de manos constantemente, debido a que nadie soporta permanecer dentro de ella por mucho tiempo. Porque siguen escuchándose desgarradores gritos y lamentos cada noche. Se dice que antiguos dueños al conocer la historia del español encontraron la supuesta pared donde habían sido tapiados los dos jóvenes, pero a pesar de haber derrumbado el muro y sacado los restos de los cuerpos, aún siguen escuchándose los inquietantes lamentos.
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Leyenda de la venganza del ahorcado
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a madrugada del día 15 de Junio de 19… El campesino Jared Selum fue ahorcado, acusado del asesinato a cuchilladas al terrateniente Wallace.
calmarse y abrió la ventana, por ahí entró un sonido macabro igual al de sus pesadillas. Pero al asomarse la calle estaba solitaria… Sin embargo el ruido parecía acercarse con lentitud.
Se tuvieron solo dos sospechosos: Reth Zader, antiguo socio del terrateniente, y el pobre campesino Selum, a quien Wallace había despojado de sus tierras. En los interrogatorios Zader fue astuto, contestaba a todas las preguntas de forma clara y tranquila. Selum, por el contrario se portaba nervioso. A fin de cuentas un inocente más murió en la horca. El caso fue cerrado y el campesino olvidado. La noche del siguiente 15 de Junio, Zader despertó asustado por una terrible pesadilla, en la que el cadáver descompuesto del campesino Selum, le sonreía y señalaba macabramente. Tomó un par de tragos de whisky para
Al asomarse de nuevo, distinguió una misteriosa figura, caminando lentamente, tenia vestimenta blanca y manchada. Poco a poco, la misteriosa figura avanzaba hacia su ventana, Zader intentaba huir, pero estaba inmovilizado por completo. La luna brilló con intensidad mostrando una visión espantosa… el putrefacto hombre de rostro descarnado estiraba sus brazos y le sonreía burlonamente… Al día siguiente, encontraron a Zader ahorcado en la rama de un árbol, con una soga vieja y rasposa. Sus extremidades fueron salvajemente arrancadas y esparcidas por los alrededores.
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El pecho, aún goteaba sangre, roja y caliente. Y en su cara aun conservaba una mueca de horror aterradora… A pesar de todo lo sucedido el caso fue cerrado de inmediato, solo para conservar un terrible secreto. Pues esa misma mañana la tapa del ataúd del campesino Selum apareció rota y el putrefacto cadáver sostenía fuertemente entre sus manos, la pierna aun sangrante de Zader. Y en su horripilante boca, de dibujaba una sonrisa, propia de alguien que ha cumplido su añorada venganza
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Leyenda de la Mujer sin Corazón
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uenta la leyenda que hace algún tiempo, en un pueblecito de España, cuyo nombre se ha decidido olvidar, sucedió un evento terrible, capaz de asustar a más de uno.
cía haber hecho un pacto con el señor de las tinieblas, ¿Cómo es posible tanta maldad en una niña tan pequeña?.
Al pasar de los días, el hombre se sumía en una profunda depresión, Existía un feliz matrimonio, que se pero no podía evitar notar que su amaba como ningún otro, de aque- pequeña mostraba total entereza lla unión, nació una niña, que con- ante el hecho, animándolo en todo forme crecía, desarrollaba un amor momento. Sin saber que en realidad enfermizo hacia su padre y un odio el buen ánimo de su hija se debía a desmedido por su propia madre. saber que su madre ya no estaba. Constantemente le decía a su padre que quería casarse con él, y que de- Una tarde la niña salió al parque con seaba la muerte de su madre para sus amigas, y su padre le encargó un poder ser felices para siempre. La corazón de cerdo para la cena. Pero reacción del hombre era de enojo cuando terminó de jugar la carnicepor supuesto, no quería pensar en ría estaba cerrada, así que tubo la una situación similar. Pero aque- macabra idea de profanar la tumba llo no tardó mucho en cumplirse. de su madre y arrancarle el corazón… así tampoco dudo en comerlo Durante el funeral, el pobre hombre durante la cena junto a su padre. se hacía pedazos del dolor, mientras la niña trataba a toda costa de escon- Cuando se encontraba en su cama, der una sonrisa diabólica, que a duras la niña empezó a escuchar un susupenas contenía, pues sus sueños esta- rro, una tenue y familiar voz, pareban convirtiéndose en realidad, pare- cía ir adentrándose en la casa, has-
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ta en punto en que la niña alcanzó a escuchar: -Hija, ¡devuélveme el corazón que me has robado!- junto a esta frase las escaleras crujían, unos pasos se aproximaban a la entrada… la perilla giraba lentamente, hasta que la puerta se abrió, el espectro de la madre entró en la habitación, extendiendo su dedo acusador hasta el corazón de la pequeña, que junto a un último suspiro de horror, dejó de latir… murió de puro pavor. Desde entonces se ha visto vagar al espíritu de “La Mujer sin Corazón”, algunos dice que atacando niñas para saciar su sed de venganza, otros dicen que simplemente llora por el amor perdido…y así seguirá por toda una eternidad.
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El fantasma de la Avenida
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a Avenida Lázaro Cárdenas, es una vialidad muy importante de Guadalajara, Jalisco. Conecta con el poblado de Chápala, y es muy conocida por la gran cantidad de accidentes que suceden en ella. Se puede contar al menos uno diario, algunos demasiado fuertes con consecuencias mortales. Se identifica como la causa a una mujer que se aparece misteriosamente en medio del camino, distrayendo a los conductores. Cuando estos intentan esquivarla sufren fatales percances y otros tantos aseguran haberla atropellado. Muchos testigos dicen que estos sucesos son causados por una presencia del más allá, que se aparece a altas horas de la noche, en medio de la oscuridad, se cruza frente a los autos, causando accidentes a diestra y siniestra. Es bien sabido que los lugares donde suceden muertes trágicas conservan las energías de las personas que fallecieron ahí, algunas quedan tan impregnadas, que permanecen vagando por tiempo indefinido, repitiendo su mortal desenlace una y otra vez.
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Según declaraciones hechas por los accidentados sienten que la atropellan, incluso que la despedazan con sus autos, pero cuando los servicios de emergencia buscan a la persona herida, no pueden si quiera encontrar rastros de que alguien haya sido lastimado al exterior del vehículo, extienden su búsqueda hasta los arboles cercanos también sin resultados. Por lo cual después de tantos incidentes, han llegado a tomarlo como algo común, sin sorprenderse al escuchar una y otra vez la misma historia. Se dice que al parecer ese lugar fue un paradero de camiones de carga, donde los choferes de las unidades se paraban a descansar, tomar sus alimentos y en ocasiones contratar los servicios de mujeres de la vida galante, se piensa que una de ellas fue estrangulada o asesinada, y ahora sedienta de venganza, cruza frente a los automóviles causando accidentes.
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El Terrible Anciano
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ue la idea de Ángelo Ricci, Joe Czanek y Manuel Silva hacer una visita al Terrible Anciano. El anciano vive a solas en una casa muy antigua de Walter Street próxima al mar, y se le conoce por ser un hombre extraordinariamente rico a la vez que por tener una salud extremadamente delicada... lo cual constituye un atractivo señuelo para hombres de la profesión de los señores Ricci, Czanek y Silva, pues su profesión era nada menos digno que el latrocinio de lo ajeno.
Orientales en su día. Es tan viejo que nadie recuerda cuándo fue joven, y tan taciturno que pocos saben su verdadero nombre. Entre los nudosos árboles del jardín delantero de su vieja y nada descuidada residencia conserva una extraña colección de grandes piedras, singularmente agrupadas y pintadas de forma que semejan los ídolos de algún lóbrego templo oriental. Semejante colección ahuyenta a la mayoría de los chiquillos que gustan burlarse de su barba y cabello, largos y canosos, o romper las ventanas de pequeño marco de su Los vecinos de Kingsport dicen y vivienda con diabólicos proyectiles. piensan muchas cosas acerca del Terrible Anciano, cosas que, general- Pero hay otras cosas que atemorizan mente, le protegen de las atenciones a las gentes mayores y de talante de caballeros como Mr. Ricci y sus curioso que en ocasiones se acercan colegas, a pesar de la casi absoluta a hurtadillas hasta la casa para escertidumbre de que oculta una for- cudriñar el interior a través de las tuna de incierta magnitud en algún vidrieras cubiertas de polvo. Estas rincón de su enmohecida y venera- gentes dicen que sobre la mesa de ble mansión. En verdad, es una per- una desnuda habitación del piso bajo sona muy extraña, que al parecer hay muchas botellas raras, cada una fue capitán de Clipper de las Indias de las cuales tiene en su interior un
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trocito de plomo suspendido de una cuerda, como si fuese un péndulo. Y dicen que el Terrible Anciano habla a las botellas, llamándolas por nombres tales como Jack, Scar-Face, Long Tom, Spanish Joe, Peters y Mate Ellis, y que siempre que habla a una botella el pendulito de plomo que lleva dentro emite unas vibraciones precisas a modo de respuesta.
quien no había perro que no ladrase con especial virulencia. Pero los negocios, y, para un ladrón entregado de lleno a su profesión, siempre es tentador y provocativo un anciano de salud enfermiza que no tiene cuenta abierta en el banco, y que para subvenir a sus escasas necesidades paga en la tienda del pueblo con oro y plata españoles acuñados dos siglos atrás.
A quienes han visto al alto y enjuto Terrible Anciano en una de esas singulares conversaciones no se les ocurre volver a verlo más. Pero Ángelo Ricci, Joe Czanek y Manuel Silva no eran naturales de Kingsport. Pertenecían a esa nueva y heterogéneas estirpe extranjera que queda al margen del atractivo círculo de la vida y tradiciones de Nueva Inglaterra, y no vieron en el Terrible Anciano otra cosa que un viejo achacoso y prácticamente indefenso, que no podía andar sin la ayuda de su nudoso cayado, y cuyas escuálidas y endebles manos temblaban de modo harto lastimoso. A su manera, se compadecían mucho del solitario e impopular anciano, a quien todos rehuían y a
Los señores Ricci, Czanek y Silva eligieron la noche del once de abril para efectuar su visita. Mr. Ricci y Mr. Silva se encargarían de hablar con el pobre y anciano caballero, mientras Mr. Czanek se quedaba esperándoles a los dos y a su presumible cargamento metálico en un coche cubierto, en Ship Street, junto al verja del alto muro posterior de la finca de su anfitrión. El deseo de eludir explicaciones innecesarias en caso de una aparición inesperada de la policía aceleró los planes para una huida sin apuros y sin alharacas.
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Tal como lo habían proyectado, los tres aventureros se pusieron manos a la obra por separado con objeto
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de evitar cualquier malintencionada sospecha a posteriori. Los señores Ricci y Silva se encontraron en Walter Street junto a la puerta de entrada de la casa del anciano, y aunque no les gustó cómo se reflejaba la luna en las piedras pintadas que se veían por entre las ramas en flor de los retorcidos árboles, tenían cosas en qué pensar más importantes que dejar volar su imaginación con manidas supersticiones. Temían que fuese una tarea desagradable hacerle soltar la lengua al Terrible Anciano para averiguar el paradero de su oro y plata, pues los viejos lobos marinos son particularmente testarudos y perversos. En cualquier caso, se trataba de alguien muy anciano y endeble, y ellos eran dos personas que iban a visitarle. Los señores Ricci y Silva eran expertos en el arte de volver volubles a los tercos, y los gritos de un débil y más que venerable anciano no son difíciles de sofocar. Así que se acercaron hasta la única ventana alumbrada y escucharon cómo el Terrible Anciano hablaba en tono infantil a sus botellas con péndulos. Se pusieron sendas máscaras y llamaron con delicadeza
en la descolorida puerta de roble. La espera le pareció muy larga a Mr. Czanek que se agitaba inquieto en el coche aparcado junto a la verja posterior de la casa del Terrible Anciano, en Ship Street. Era una persona más impresionable de lo normal, y no le gustaron nada los espantosos gritos que había oído en la mansión momentos antes de la hora fijada para iniciar la operación. ¿No les había dicho a sus compañeros que trataran con el mayor cuidado al pobre y viejo lobo de mar? Presa de los nervios observaba la estrecha puerta de roble en el alto muro de piedra cubierto de hiedra. No cesaba de consultar el reloj, y se preguntaba por los motivos del retraso. ¿Habría muerto el anciano antes de revelar dónde se ocultaba el tesoro, y habría sido necesario proceder a un registro completo? A Mr. Czanek no le gustaba esperar tanto a oscuras en semejante lugar. Al poco, llegó hasta él el ruido de unas ligeras pisadas o golpes en el paseo que había dentro de la finca, oyó cómo alguien manoseaba desmañadamente, aunque con suavidad, en
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el herrumbroso pasillo, y vio cómo se abría la pesada puerta. Y al pálido resplandor del único y mortecino farol que alumbraba la calle aguzó la vista en un intento por comprobar qué habían sacado sus compañeros de aquella siniestra mansión que se vislumbraba tan cerca. Pero no vio lo que esperaba. Allí no estaban ni por asomo sus compañeros, sino el Terrible Anciano que se apoyaba con aire tranquilo en su nudoso cayado y sonreía malignamente. Mr. Czanek no se había fijado hasta entonces en el color de los ojos de aquel hombre; ahora podía ver que era amarillos. Las pequeñas cosas producen grandes conmociones en las ciudades provincianas. Tal es el motivo de que los vecinos de Kingsport hablasen a lo largo de toda aquella primavera y el verano siguiente de los tres cuerpos sin identificar, horriblemente mutilados —como si hubieran recibido múltiples cuchilladas— y horriblemente triturados —como si hubieran sido objeto de las pisadas de muchas botas despiadadas—, que la marea arrojó a tierra. Y algunos hasta ha-
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blaron de cosas tan triviales como el coche abandonado que se encontró en Ship Street, o de ciertos gritos harto inhumanos, probablemente de un animal extraviado o de un pájaro inmigrante, escuchados durante la noche por los vecinos que no podían conciliar el sueño. Pero el Terrible Anciano no prestaba la menor atención a los chismes que corrían por el pacífico pueblo. Era reservado por naturaleza, y cuando se es anciano y se tiene una salud delicada la reserva es doblemente marcada. Además, un lobo marino tan anciano debe haber presenciado multitud de cosas mucho más emocionantes en los lejanos días de su ya casi olvidada juventud.
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La Luz De Las Tinieblas
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o soy uno de esos africanos que se avergüenzan de su tierra porque en cincuenta años ha progresado menos que Europa en quinientos. Pero si en algo liemos dejado de avanzar lo de prisa que debíamos, se debe a dictadores como Chaka; y por eso, sólo debemos reprochárnoslo a nosotros mismos. Si la culpa es nuestra, también será nuestra la responsabilidad de remediarlo.
uno de los pocos científicos del país que gozaban de fama internacional.
Como muchos de mis compatriotas intelectuales, tardé en volverme contra Chaka porque pensé que como les ocurrió a los alemanes en 1930, que también se dejaron llevar por el camino equivocado- hay veces en que la dictadura es el único medio de evitar el caos político. Quizá el primer signo de nuestro catastrófico error fue Es más, yo tenía razones más pode- cuando Chaka abolió la constitución rosas que la mayoría para desear des- y adoptó el nombre del emperador truir al Gran Jefe, al Omnipotente, a zulú del siglo XIX, de quien estaba El-que-Todo-lo-Ve. Era de mi propia genuinamente convencido que era su tribu, estaba emparentado conmigo reencarnación. A partir de ese mopor intermedio de una de las espo- mento, su megalomanía fue rápidasas de mi padre, y había empezado mente en aumento. Como todos los a perseguir a nuestra familia desde tiranos, no se fiaba de nadie y se conel momento en que subió al poder. sideraba rodeado de conspiraciones. Aunque no intervinimos en política, dos de mis hermanos desaparecie- Esta convicción tenía sus fundamenron, y otro murió en un inexplicable tos. El mundo conoce al menos seis accidente de automóvil. Mi propia li- atentados contra su vida, merced a bertad, de eso cabía muy poca duda, la publicidad que se les ha dado; pero se debía en gran medida a que era además hay otros que se han mante-
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nido en secreto. El fracaso de todos ellos hizo que aumentara la confianza de Chaka en su propio destino, y confirmó la fe fanática de sus seguidores en su inmortalidad. Al volverse más desesperada la oposición, las contramedidas del Gran Jefe se hicieron más crueles... y más bárbaras. El régimen de Chaka no ha sido el primero, ni siquiera en África, que ha torturado a sus enemigos; pero fue el primero en transmitirlo por televisión.
papel capital en la conquista del espacio. Se debe a un puro accidente geográfico, que de ningún modo ha sido del gusto de rusos y americanos. Pero no hay nada que ellos puedan hacer al respecto; Umbala se halla situada en el ecuador, directamente debajo de las órbitas de todos los planetas. Y posee un elemento natural único e inestimable: el volcán apagado conocido con el nombre de cráter Zambue.
Cuando se extinguió el Zambue, hace Aun así, a pesar del horror y la in- más de un millón de años, la lava se dignación que esto provocó en el retiró poco a poco, solidificándose en mundo, y la vergüenza que yo sen- una serie de terrazas y formando un tí, no habría hecho nada si el desti- cuenco de una milla de diámetro y mil no no me hubiera colocado el arma pies de profundidad. Fue necesario el en la mano. No soy hombre 4e ac- mínimo movimiento de tierras, así ción, y aborrezco la violencia, pero como la menor longitud de cable para en cuanto me di cuenta del poder convertirlo en el mayor radiotelescoque poseía, mi conciencia no me dio pio de la Tierra. Y debido a que este tregua. Tan pronto como los técni- gigantesco reflector está fijo examina cos de la NASA tuvieron instalado cualquier porción concreta del firmasu equipo y entregaron el Sistema mento tan sólo durante unos minutos Infrarrojo de Comunicaciones Hug- cada veinticuatro horas, a medida que hes Mark X comencé a hacer planes. la Tierra gira sobre su eje. Este era el precio que los científicos estaban Parece extraño que mi país, uno de los dispuestos a pagar por la posibilidad más atrasados del mundo, juegue un de recibir las señales que las sondas
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y las naves emitían desde los mismísimos confines del sistema solar. Chaka era un problema que no habían previsto. Se había hecho con el poder cuando la obra estaba casi terminada, y tuvieron que avenirse con él como pudieron. Afortunadamente, sentía un respeto supersticioso por la ciencia, y necesitaba todos los rublos y dólares que pudiera sacarles. La Contribución Ecuatoriana al Programa Espacial quedó a salvo de su megalomanía; y desde luego, ayudó a reforzarla. El Gran Plato había quedado instalado el día que hice yo mi primera visita a la torre que se alza en su centro. Era un mástil vertical de más de mil quinientos pies de altura, el cual soportaba las antenas que confluían en el foco del inmenso cuenco. Un pequeño ascensor con capacidad para tres hombres subía lentamente hasta lo más alto. Al principio, no había nada digno de ver, aparte del deslucido brillo de la salsera de láminas de aluminio, cur-
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vada hacia arriba a una media milla en todo mi alrededor. Pero luego me elevé por encima del borde del cráter y pude ver la tierra hasta una distancia mucho más lejana de lo que yo había esperado. La prominencia azulenca y nevada que emergía de la bruma de poniente era el monte Tampala, el segundo pico más elevado de África, separado de mi por una infinidad de millas de jungla. A través de esa jungla, en las grandes curvas intrincadas, culebreaban las cenagosas aguas del río Nya... la única ruta que millones de compatriotas míos habían conocido. Unos cuantos claros, una línea de ferrocarril y el resplandor blanco y lejano de la ciudad eran los únicos signos de vida humana. Una vez más sentí esa opresiva sensación de desesperanza que siempre me asalta cuando contemplo Umbala desde el aire y comprendo la insignificancia del hombre frente a la jungla eternamente dormida. Tras un clic, la caja del ascensor se detuvo en el cielo, a un cuarto de milla del suelo. Al salir me encontré en una reducida habitación pertre-
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chada de cables coaxiales y de instrumentos. Aún quedaba un trecho por recorrer, pues una estrecha escala subía, a través del tejado, a una plataforma que tenía poco más de una yarda cuadrada. No era un lugar muy apropiado para quien fuese propenso al vértigo; no había siquiera un pasamanos que sirviera de protección. El cable central del pararrayos daba cierta seguridad, así que me estuve agarrado firmemente a él todo el tiempo que permanecí en esa almadía metálica de forma triangular, tan próxima a las nubes.
Chaka, uno podía predecir con absoluta seguridad que el día de la inauguración oficial estaría aquí, solo, durante un buen rato, dominando su imperio con la mirada. Su escolta personal permanecería en el recinto de abajo, una vez registrado todo por si habían colocado alguna bomba. No podrían hacer nada para salvarle cuando disparara yo desde tres millas de distancia y a través de la cadena de montañas que se extiende entre el radiotelescopio y mi observatorio. Me alegraba de que hubiera montañas por medio; aunque complicaban el problema, me protegerían de toda sospecha. El coronel Mtanga era un hombre muy inteligente, pero probablemente no podría concebir que existiera un arma capaz de disparar en ángulo. Y él buscaría un fusil, aunque no encontraría ninguna bala.
La magnificencia del panorama y la euforia de sentir un ligero, aunque omnipresente peligro, me hicieron olvidar el paso del tiempo. Me sentía como un dios, completamente alejado de los asuntos terrenos, superior a todos los demás hombres. Y entonces comprendí, con una certeza ma- Regresé al laboratorio y empecé mis temática, que aquí había un desafío cálculos. No había transcurrido muque Chaka jamás podría ignorar. cho tiempo, cuando descubrí mi primer error. Puesto que había visto El coronel Mtanga, su jefe de Segu- cómo hacía un agujero la luz concenridad, se opondría; pero sus protes- trada del rayo láser en un trozo de tas serían desoídas. Conociendo a sólido acero en una milésima de se-
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gundo, supuse que mi Mark X podía matar a un hombre. Pero la cosa no es tan sencilla. En determinados aspectos, el hombre es un material más duro que el acero. En su mayor parte es agua, la cual tiene diez veces la capacidad de calor de cualquier metal. El haz de luz que perfora una plancha de blindaje o lleva un mensaje hasta Plutón -cosa para la que había sido proyectado el Mark X- produciría en el hombre una quemadura dolorosa, pero completamente superficial. Lo peor que podía hacerle a Chaka, desde una distancia de tres millas, era un agujero en la multicolor manta tribal que tan pomposamente vestía para probar que aún se consideraba un hijo del pueblo. Durante un tiempo casi abandoné el proyecto. Pero no desistiría; instintivamente> sabía que la respuesta estaba allí, y que sólo era cuestión de saber verla. Quizá podía utilizar mis invisibles balas de calor para cortar uno de los cables que sujetaban la torre, con el fin de que se derrumbara cuando Chaka estuviera en lo alto. Los cálculos indicaban que esto
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era factible si el Mark X actuaba ininterrumpidamente durante quince segundos. Un cable, a diferencia del hombre, no se movería, así que no era necesario aventurarlo todo a un solo impulso de energía. Podía tomarme el tiempo que quisiera. Pero dañar el telescopio habría sido una traición a la ciencia, y casi me sentí aliviado al comprobar que este proyecto era irrealizable. El mástil tenía incorporados tantos elementos de seguridad que habría sido necesario cortar al menos tres cables para derribarlo. Había que desechar este plan; se habrían necesitado horas y horas de ajustes, así como preparar y apuntar el aparato para cada disparo de precisión. Tenía que pensar otra cosa; y como los hombres tardan mucho tiempo en ver lo que es evidente, hasta una semana antes de la inauguración oficial del telescopio no supe cómo habérmelas con Chaka. El-que-Todo-lo-Ve, el Omnipotente, el Padre del Pueblo. A la sazón, mis estudiantes habían
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coordinado y calibrado el aparato, y estábamos preparados para las primeras comprobaciones a toda su potencia. Al girar en su elevador del interior de la cúpula del observatorio, el Mark X parecía exactamente un gran telescopio de doble cañón reflejo... y, efectivamente, lo era. En uno de ellos, un espejo de treinta y seis pulgadas centraba el impulso del láser y lo enfocaba en el espacio; el otro actuaba como receptor de señales y podía utilizarse también como un visor telescópico superpotente para apuntar el aparato.
Sur había una montaña aislada. Yo la conocía bastante bien, porque hacía años había ayudado a instalar allí una estación de rayos cósmicos. Ahora sería utilizada para un fin que jamás habría imaginado en los tiempos en que mi país era libre.
Justo debajo de la cima se alzaban las ruinas de un viejo fuerte, abandonado desde hacía siglos. Necesité hacer pocas exploraciones para encontrar el lugar que necesitaba: una pequeña cueva, de menos de una yarda de alta, entre dos grandes rocas que habían caído de las antiComprobamos su enfilación en el guas murallas. A juzgar por las teblanco celeste más próximo: la Luna. larañas, hacía generaciones que no Ya avanzada la noche, centré los había entrado allí un ser humano. cables en cruz en medio del pálido creciente y disparé un impulso. Dos Cuando me agazapé en la abertura segundos y medio más tarde se pro- pude ver todas las instalaciones del dujo un eco tenue. La cosa marchaba. Programa Espacial, que se extendían en varias millas. Al Este se encontraHabía aún un detalle por arreglar, ban las antenas de la vieja Estación y tenía que hacerlo yo en absoluto de Seguimiento del Proyecto Apolo, secreto. El radiotelescopio se halla- que había traído a los primeros homba al norte del observatorio, al otro bres de la Luna. Más allá estaba el lado de la cordillera que nos impe- campo de aterrizaje, por encima del día ver directamente. Una milla al cual se cernía un avión de transpor-
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te con sus propulsores verticales en funcionamiento. Pero todo lo que a. mi me interesaba era que estuvieran despejadas las líneas de visión desde este lugar a la cúpula del Mark X, y al extremo del mástil del radiotelescopio, tres millas al Norte. Tardé entre días en instalar el espejo plateado, ópticamente perfecto, en su secreto habitáculo. Los tediosos ajustes micrométricos para dar la exacta orientación tardaron tanto que temí que no estuviera listo a tiempo. Pero al fin salió correcto el ángulo, con un error menor que un segundo de arco. Cuando apunté el telescopio del Mark X al punto secreto de la montaña, pude ver la cordillera que tenía detrás de mí. El campo visual era pequeño, aunque suficiente; el área del blanco tenía una yarda, y yo podía apuntar sobre cualquier pulgada de esa zona. La luz podía recorrer, en cualquiera de los sentidos, la trayectoria que yo había preparado. Todo cuanto veía por el telescopio visor estaba automáticamente en la línea de fuego del transmisor.
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Me parecía extraño, tres días más tarde, estar sentado tranquilamente en el observatorio, con los acumuladores eléctricos zumbando en torno mío, y ver a Chaka entrar en el campo visual del telescopio. Experimenté un fugaz destello de triunfo, como el astrónomo que ha calculado la órbita de un nuevo planeta y luego lo descubre en el punto previsto entre las estrellas. El cruel rostro estaba de perfil cuando lo vi al principio, como si estuviera a sólo unos treinta pies, gracias al aumento máximo que yo utilizaba. Aguardé pacientemente, con serena confianza, porque tenía que llegar el momento que yo sabía: aquel en el que Chaka parecería estar mirando hacia mí. Cuando esto sucedió, cogí con la mano izquierda la imagen de un antiguo dios, que no debe de tener nombre, y accioné con la otra el conmutador que disparaba el láser, lanzando mi rayo silencioso e invisible por encima de las montañas. Si, era muchísimo mejor así. Chaka merecía la muerte; pero ésta le habría convertido en un mártir y habría fortalecido el dominio de su régimen.
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Lo que yo le tenía reservado era peor que la muerte, desataría entre sus defensores un terror supersticioso. Chaka vivía aun; pero El-que-Todo-lo-Ve no volvería a ver ya nunca más. En el espacio de unos microsegundos le había reducido a una condición inferior a la del pordiosero más humilde de la calle. Ni siquiera le había hecho daño. Porque no se siente dolor cuando la delicada película de la retina se funde por el calor de un millar de soles.
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La Niña de las Iglesias
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iendo una noche como todas, pero en especial, ésta era una noche un poco más fría, más obscura, cerca de la 1 de la madrugada, un taxista regresaba a su casa después de todo un día de arduo trabajo, en la calle ya no había ni alma de gente, pero al pasar frente al cementerio general de la ciudad se percató que una chica le hacía la parada, éste se siguió pensando que ya estabá muy cansado y que era muy tarde para hacer otra dejada. Sin embargo reflexionó y pensando en su sobrina de 17 años que fue violada y asesinada 3 años atrás, dijo, “pobre chica, no la puedo dejar ahí expuesta a no se qué miserable”. Retrocedió su taxi y llegó hasta ella, tenía aproximadamente entre 18 19 años. Al contemplar su rostro, el taxista sintió un frío intenso y cierto sobresalto, al que no le dió importancia, pues la niña era dueña de un rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca, muy blanca, cabello
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sumamente largo, era delgada, facciones finas, con unos ojos grandes, azules, pero infinitamente tristes, tenía un vestido blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario bellísimo de oro, que se veía de época. El taxista acongojado le preguntó a dónde la dejaba, y le dijo que quería que la llevara a visitar 7 iglesias de la ciudad, las que él quisiera, su voz era suave, muy triste, pero dejaba notar un timbre muy extraño, que le dejó una sensación de miedo y misterio. Para no hacerla larga, el taxista la llevó a cada una de las siete iglesias sin replicar, en cada una pasaba cerca de 3 minutos y salía con una expresión de serenidad, de tranquilidad, pero sin abandonar de sus ojos esa mirada de infinita tristeza. Al final del paseo, ella le pidió un favor. “Discúlpeme si he abusado mucho de su bondad, mi nombre es Alicia, no tengo dinero para pagar-
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le ahora, sin embargo le dejaré este relicario, y ¿podría hacerme un último favor? Vaya a la colonia Jazmines # 245, ahí vive mi padre, entréguele mi relicario y pídale que le pague su servicio, ah, y dígale que lo quiero y que no se olvide de mí. Déjeme donde me recogió por favor.
relicario!! “, sí ahí estaba, sobre su mesita de cama, el relicario de Alicia, que ahora tenía restos de tierra. Se paró como un resorte, tomó su taxi y fue a la dirección que le diera la chica, pero no con la intención de cobrar, sino de descubrír, conocer, aclarar la verdad detrás de ese misterio que le inquietaba, que le estreEl taxista se sintió como en un trance, mecía, que no quería ni pensar. Tocó, en donde actuaba automáticamente era una casa grande, estilo colonial, a la petición de la chica, y la dejó ahí, vieja, entonces abrió un hombre, de frente al cementerio. El hombre se fué edad avanzada, alto, de aspecto exa su casa, se sentía mareado, le dolía tranjero, con unos ojos... sí los ojos intensamente la cabeza, y su cuerpo de Alicia, así de tristes. El taxista le le ardía por la fiebre que empezaba dijo “Disculpe señor, vengo de parte! a tener, su esposa lo atendió de ese de su hija Alicia, ella solicitó mis repentino mal, duró así casi 3 días. servicios, me pidió que la llevara a visitar siete iglesias, así lo hice Cuando al fín pudo reacciónar y se y me dejó su relicario como prensintió mejor, recordó su última noche da para que usted me pagara”. en el taxi, recordó a la niña angelical de las iglesias, y recordó su última El hombre al ver la joya rompió en petición, que le hizo sentir un esca- llanto incontrolable, hizo pasar al lofrío intenso que hizo que se sim- taxista y le mostró un retrato, el de brara de pies a cabeza, aunque él no Alicia, idéntica a la de hace 3 noches. comprendía nada, pensó “qué raro ¿Es ella mi Alicia?, le dijo el hombre, fue todo, seguro se fue de su casa, “Sí, ella, con ese mismo vestido”. o tiene problemas, pero, ¿por qué “No puede ser, hace tres noches cumen el cementerio? ¿quien era?, ¡¡ El plió 7 años de muerta, murió en un ac-
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cidente automovilístico, y este relicario que le dió fue enterrado con ella, y ese mismo vestido, su favorito... hija, perdón, debí hacerte una misa, debí haberme acordado de tí”, debí...” El hombre lloró como un niño, lloró y lloró, el taxista estaba pálido, pasmado de la impresión, “había convivido con una muerta” eso lo explicaba todo. Volviendo de su estupor, le dijo al padre de Alicia, “señor, yo la ví, yo hablé y conviví con ella, me dijo que lo amaba, que lo amaba mcho, y que no se volviera a olvidar de ella, creo que eso le dolió mucho”. Se dice que el padre de Alicia recompensó al taxista, le regaló toda una flotilla de taxis para que iniciara un negocio, todo en agradecimiento por haber ayudado a su niña adorada a visitar las iglesias en su aniversario fúnebre.
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Los Muertos Vivientes del Vudú
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a sola palabra vudú evoca espeluznantes imágenes de muertos vivientes, de muñecas de cera con alfileres clavados, y otros ritos igualmente oscuros. En realidad, el vudú es una creencia religiosa sincrética, es decir, una mezcla de catolicismo y antiguas practicas africanas, incluidos elemento fetichistas y distintos tipos de magia, como la blanca, la negra y la gris, que es una mezcla de las dos anteriores.
En sus manifestaciones más agresivas, los houngan, o sacerdotes, sacrifican animales y elaboran las famosas muñecas de cera o trapo, que atravesadas con alfileres causan dolor a la persona que representan. Junto a esto, la creencia en los zombies – es decir, un muerto resucitado al servicio de un brujo- ha dado la vuelta al mundo.
Según una leyenda, un houngan rechazado por una joven la maldijo y Sin embargo, no se puede negar que esta murió poco tiempo después. la primera, la magia negra, es la más Como el ataúd era demasiado peimportante dentro del vudú y es la queño para ella, le doblaron el cuello que le ha dado la imagen de que el para que pudiera caber en él. Mas vudú es, por fuerza, algo siniestro. tarde, durante el velorio uno de los asistentes tiro su cigarrillo, que cayo El origen del vudú es africano, pero sobre uno de los pies de la difunta fue llevado a Haití y Nueva Orleáns y le hizo una pequeña quemadura. por los esclavos. Sus ritos se practi- Después de unos meses corrió el rucan entre cantos, sonidos de tambo- mor de que la muerta acompañaba res y danzas. Sus dioses –a loa- repre- al sacerdote rechazado. Pasaron los sentan las preocupaciones comunes a años y cierto día al joven reapareció toda la humanidad: el amor, la finitud en su casa. Explico que el houngan se de la vida y la protección del hogar. había arrepentido y liberado a todos
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sus zombies. Quienes habían asistido al velorio, descubrieron con asombro el cuello intacto de la joven y la cicatriz de la quemadura en el pie.
misma forma que la del lector contemporáneo. Sin embargo, sin menospreciar la fe de los creyentes en el vudú, se debe reconocer que los houngans posee un gran conocimienTambién se cuenta que Joseph, un to del cuerpo humano y de las prohoungan, disponía de zombies para el piedades de las plantas que pueden corte de caña en una plantación cer- causar efectos como los ya descritos. cana a Puerto Príncipe, la capital de Haití. La responsable de cuidar a los Para respaldar esta tesis, es necesazombies era su mujer, quien cometió rio recurrir a la experiencia de una el error de alimentarlos con comida de las víctimas de esta poderosa hesalada. Apenas probaron la sal –sus- chicería. Clarivius Narcisse, habitantancia que permite que descubran te del pueblo de L’Estere, en Haití, su situación de muertos en vida-, los siempre había gozado de excelente zombies emprendieron el camino de salud, pero cierto día de 1962 de maregreso a su pueblo natal. Al llegar y nera repentina e inexplicable enferser reconocido por sus familiares, és- mó, así que su hermana lo llevó a un tos trataron de hablar con ellos, pero hospital. El paciente apenas podía los zombies no se detuvieron y conti- respirar. Su corazón perdía fuerza y nuaron su desfile hacia el cementerio. el estomago le ardía. De pronto sinAllí, cavaron con las manos en busca tió que se quedaba helado y oyó que de sus tumbas. Tan pronto entraron el medico le decía a su hermana “lo en contacto con la tierra se convir- siento, esta muerto”. Clarivius quiso tieron en cadáveres putrefactos. gritar que estaba vivo, pero no podía moverse. El medico lo examino una Los Muertos Vivientes del Vudú vez mas, le cubrió la cabeza con una (ciencia) estos relatos espeluznan- sabana y firmo el certificado de detes congelaron la sangre del espec- función. Mas tarde, cuando sus amitador de principios de siglo, de la gos lo velaban, Narcisse podía verlos
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y oírlos, aunque no experimentaba ninguna emoción. En el cementerio oyó los lamentos de la gente y el ruido de la tierra que cubría su ataúd. Su siguiente recuerdo es que estaba de pie junto a su tumba en un estado semejante al trance. Dos hombre rellenaron su fosa, y con una cuerda atada a sus muñecas los condujeron a una granja, donde se convirtió en uno de los casi cien esclavos que trabajaban en ese lugar. El doctor Lamarque Douyon, director del centro psiquiátrico de Puerto Príncipe. En Haití, afirma que uno de los efectos de las drogas que utilizan los brujos practicantes del vudú, es aparentar la muerte a la perfección. Las víctimas pasan por este periodo de inconsciencia que termina cuando son sacadas de su sepulcro, pero durante su actividad agrícola también les administran narcóticos. Esta muerte aparente se puede apreciar también el drama de Romeo y Julieta. Narcisse que permaneció al menos dos años en ese estado, hasta que por alguna razón su
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explotador dejó de administrarles los fármacos a los zombies, quienes despertaron de su sopor y casi de inmediato mataron a su guardia. Al parecer, todos recuperaron sus facultades y, tras una espera de 18 años, Narcisse volvió a su pueblo natal. No volvió antes por que sospechaba que su hermano –fallecido para la época en que Narcisse regreso- era el culpable de que el houngan lo embrujara.
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La Invocación
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n instante después de haber terminado la Invocación, el suelo se llenó de hormigas, y las ventanas comenzaron a hervir con la febril actividad de gigantescas moscardas azules. En poco tiempo habrían logrado entrar. Sabía que el Libro aconsejaba dar gracias a Dios por haber permitido el contacto con los demonios, pero por algún motivo, aquello me pareció una blasfemia aún mayor que el acto que acababa de realizar. Una gigantesca polilla golpeó con fuerza contra el plafón de la lámpara sobre mi cabeza. Creí que iba a romperlo. Miré al suelo. El círculo de tiza seguía intacto, y ninguna hormiga lo había traspasado.
que no debía derrumbarme, que eso era lo que los demonios estaban esperando. Debía mantenerme dentro del círculo, y en aquel instante comprendí que contra mis previsiones iniciales, lo había dibujado demasiado pequeño. Apenas tenía espacio para mis propios pies, y temía borrar descuidadamente algún trazo esencial. Rápidamente, repasé el Libro, en busca del conjuro de despedida, sólo por si acaso. Mis manos recorrieron nerviosamente las páginas gastadas y crujientes, y estuve a punto de dejarlo caer, lo cual hubiera sido un desastre.
Levanté la vista hacia la ventana. Las moscas habían logrado entrar todas, pero se limitaban a permanecer omiDe pronto, sentí una arcada incon- nosamente en la pared, moviéndose trolable. No había pensado que la espasmódicamente en espera de algupresencia de aquellos insectos abomi- na señal por mi parte. Afuera se hanables pudiera afectarme tanto, pero bía levantado una terrible ventolera, verlos todos juntos, saliendo de nin- porque los cristales golpeaban contra guna parte y reptando por el suelo y los marcos y el aire silbaba una canlas paredes de la habitación, me pro- ción espectral que por algún motivo dujo una impresión nefasta. Sabía me pareció que contenía palabras,
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aunque de ningún idioma que hubiera oído antes, y que sin embargo estuve a punto de entender. Contuve un repentino impulso de dirigirme hacia la ventana para abrirla cuando ya casi mis pies habían comenzado a hacer el movimiento. Debía alejar de mi mente ese tipo de pensamientos.
Y entonces los vi sobre la pared. Eran rostros repulsivos y enloquecedores, apenas meras sombras que sin embargo poseían movimientos propios, y supe que me estaban mirando y supe que su mirada contenía un odio puro, indescriptible. Nervioso, repasé de nuevo el Libro, pero las páginas comenzaron a pasar a toda Un aire frío invadió la estancia, y en prisa ante mis ojos, como movidas mi piel se formaron pequeños bulti- por el viento, y tuve que detenerlas tos. Los brazos comenzaron a tem- con la mano libre, mientras que con blarme sin que pudiera contenerlos. la otra apenas si podía evitar que el Sabía que aquello era la señal de que volumen se me escapase volando. En los demonios habían entrado por fin, la página que buscaba hallé sus nomy de que estaban amargados como yo bres, Shrronghothoth, Abjadacsimm suponía. Miré a mi alrededor ansio- y Bheghosthrro, y los pronuncié en samente, pero no hallé señal alguna voz alta. Las sombras de la pared de su presencia. Realmente, pensé, parecieron agitarse borrosamente no tenía ni idea de cómo podrían pre- mientras tanto. Algo estaba mal. Desentarse ni de cuál sería su número. berían haber contestado, pensé. CeEl Libro no decía nada sobre este par- rré el Libro y lo guardé en el interior ticular. Sobre mi cabeza revoloteaba de mi camisa, para poder así sacar nerviosa la polilla, golpeando una y del bolsillo la lista con mis peticiones. otra vez contra la lámpara, pasándome junto a la cabeza y realizando ese Pero de inmediato, uno de los muebles fantasmagórico zumbido caracterís- más pesados, una estantería cargada tico de las alas membranosas. Me de libros, se elevó unos centímetros pregunté si no sería aquella polilla... en el suelo y comenzó a dar pesados golpes contra la pared, haciendo caer
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algunos tomos al suelo. Pronto todos los demás muebles hicieron lo mismo, y en el piso observé que las huellas de algo grande e invisible se acercaban desde la pared de las siluetas hacia el círculo donde me encontraba, haciendo crujir la madera, y me estremecí, porque sabía que alguien no invitado había comparecido. Detrás de mi se levantó un fuerte viento que irguió los faldones de mi camisa, helándome la espalda. Las huellas se detuvieron al llegar junto al círculo de tiza, y comenzaron a rodearlo muy lentamente, como un animal cerca a su presa antes de abatirse sobre ella. Cuando hubieron dado una vuelta completa, que seguí aterrado con la mirada, las sombras de la pared se diluyeron y creí escuchar unas risas infantiles encerradas en un murmullo de conversaciones sin palabras.
rror, y cuando estaba a punto de abrir de nuevo el Libro para consultar el modo en que debía dar fin al aquelarre, una voz sonó a mis espaldas: -
¿Quién
eres?
Me volví rápidamente, casi trastabillando con mis propios pies. Una figura borrosa se sentaba tranquilamente en el sillón del fondo, pero antes de que pudiera fijar mi vista en él, alzó un brazo y se encendió la lámpara de pie que estaba a su lado, sin apenas dejarme tiempo para acostumbrar de nuevo la vista a la recién creada luminosidad.
Era un joven. El rostro flaco y demacrado, blanquecino y sin señales. El pelo, muy corto, y la barba, apenas sin afeitar. Me miraba fijamente tras unas ligeras gafas metalizadas, y en Un hedor apestoso se adueñó de la sus ojos leí un desprecio tan profundo habitación. Creí percibir los efluvios que hasta entonces no creí que pudiede excrementos animales, tabaco ne- ra existir. Vestía una sencilla camisa gro y sudor humano. Sentí ganas de de cuadros abotonada hasta el cuello vomitar, las ganas de correr hacia la y unas pesadas botas militares. Lo ventana se acrecentaron de nuevo. reconocí en seguida, porque sabía que Me encontraba paralizado por el te- lo había visto antes espiando mis sue-
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ños. A su alrededor flotaban decenas de mariposas de brillantes colores, revoloteando junto a su cara y acercándose a la lámpara. Con una mueca horrenda, una sonrisa totalmente carente de alegría, volvió a decir:
algo pudiera ocurrirme, cuando el dolor se hizo más persistente. Necesitaba sentarme, pero una vez más lamenté la estrechez del interior del círculo protector. Me llevé la mano al pecho y traté de espaciar mi apurada respiración. Estaba sudando ¿Quién eres? abundantemente, creí que tenía fiebre. ¿Me habrían encontrado dentro Aquella voz me aterrorizó. No se co- del círculo...? Era imposible saberlo. rrespondía con el rostro que estaba mirando, sino con el de una mujer En el rincón donde había estado el muy joven, casi el de una niña. Era joven ya no había nadie. Fijé de nuetenebrosamente seductor, y por un vo la vista y creí percibir sólo ligeras instante estuve tentado de adelan- sombras que se contorsionaban jutarme, saliendo del círculo de tiza. guetonas por la pared. La pestilencia Traté de pronunciar alguna frase, se acentuó y una vez más sentí ganas pero las palabras quedaron atrapa- de abrir la ventana. Volví la vista hadas en mi garganta, porque aún no cia ella, y de improviso, ambas hojas sabía qué contestar, ni siquiera si se abrieron con una violencia espandebía decir nada en voz alta. No es- tosa, dejando pasar un fortísimo taba seguro de que él supiera que yo viento helado. Los cristales comenzaestaba allí. Pero no fue necesario: de ron a golpear furiosamente contra las pronto, el demonio comenzó a emi- paredes y temí que se pudieran quetir lo que parecían unas horrísonas brar, pero por algún motivo, aún más gárgaras, que se transformaron en temí que alguien pudiera escuchar una risita infantil. La luz se apagó. el ruido y entrar en aquel instante. Me di cuenta que el corazón me latía demasiado aprisa, y temí que
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El viento helado secó mi sudor, pero no se llevó la asquerosa fetidez. Los
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muebles comenzaron a golpear otra vez, los libros salieron despedidos en todas direcciones, y algunos cayeron por la ventana. En mi boca percibí los primeros síntomas del agrio vómito aproximarse y mi cuerpo se convulsionó en una primera y dolorosa arcada que casi me parte la espalda con un dolor seco. Traté de agacharme, aún dentro del círculo, y esta vez no sólo comprobé que no tenía espacio suficiente, sino que el Libro que había guardado dentro de la camisa me impedía doblarme. El armario abrió de golpe una de sus puertas, y el espejo que tenía en su interior se rompió en mil pedazos, que se unieron al estropicio general. Algunos trozos pasaron peligrosamente junto a mi rostro.
Definitivamente, el terror se adueñó de mí. Sabía que no podía abandonar la protección del círculo, pero necesitaba consultar el Libro para detener la desastrosa invocación. Me agaché dolorosamente, pues aún era posible recuperarlo desde dentro, pero al acercar mi mano, las páginas se agitaron furiosamente como lacerantes palpos, y el entero volumen salió despedido fuera de la habitación, volando en alas del viento. Observé que en el suelo, el círculo de tiza comenzaba a desdibujarse con la acción del aire, y de finas, casi imperceptibles, gotas de lluvia, y lamenté no haber utilizado tiza roja. Bien sabía que una vez deshecho el círculo, yo quedaría a merced de lo que hubiera ahí fuera, de aquello que Con mucho cuidado, extraje len- había convocado, y bien sabía que tamente el Libro, y busqué ner- no tendría ningún tipo de piedad. viosamente entre sus páginas. Sin embargo, no era sencillo leer en la Me llevé las manos a la cara, traoscuridad, y mientras fijaba frené- tando de recordar. Eso era lo único ticamente la vista en los arcanos, que podía salvarme ahora. Traté de una ráfaga de viento me sorpren- recordar la lectura apresurada, el dió, arrebatándome el Libro de las modo de deshacer el conjuro sin pemanos, y haciéndolo caer al suelo, ligro para el celebrante, pero en mi muy cerca del círculo... pero fuera. mente sólo había danzantes evoca-
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ciones de los momentos en que había retado al médium y de cómo había leído precipitadamente los primeros ensalmos, creyendo que todo sería seguro y sencillo. En mi mente se agolparon los recuerdos de los recuerdos, las figuras casi reales de lo que estaba pensando en el momento de lanzar el reto y de practicar el conjuro. Páginas crujientes y amarillas volaron en mi imaginación, pude sentir de nuevo el tacto grasiento del papel en los dedos, pero en ellas sólo había símbolos que apenas formaban palabras, y aun éstas carecían de significado para mí. Cerré los ojos con fuerza y algunas palabras volvieron a mi boca, para sólo escapar un instante después, burlonas. Sólo entonces supe que jamás lograría recordar el hechizo de despedida, y desesperado, comencé a gritar, más allá de mis propias fuerzas. Chillé todo lo alto que me permitieron los pulmones, hasta desgarrar por completo las cuerdas vocales. Chillé y aullé hasta desgañitarme, cerrando los ojos con fuerza, haciendo coro con la cacofonía que ya se debatía a mi alrededor... Y cuando abrí los ojos, la ha-
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bitación
estaba
en
calma.
La ventana, cerrada. El armario, con las puertas cerradas. Los pesados estantes inmóviles, y los libros en su sitio. No había ningún insecto, y la luz de la lámpara sobre mi cabeza brillaba con la fuerza de sus cien watios. Ni la menor presencia de aquel hediondo miasma que había atufado mis pulmones. El único ruido era el de mi respiración acelerada y el de mis dientes castañeteando. Incluso la temperatura era de nuevo agradable, la proporcionada por el radiador. Y a mis pies, el círculo estaba completo e intacto. Sonreí, y casi sentí que el dolor de la espalda había cesado. La felicidad me invadió y respiré profundamente. Abandoné el interior del círculo, y entonces... sólo entonces... llegó la negrura.
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La Hija del Enterrador
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ra un día frío y ventoso. El aire ondulaba los árboles que se balanceaban de un lado a otro incesantemente. El cementerio estaba más lúgubre que de costumbre. Las cruces de las sepulturas se erigían desafiantes al viento. Un pequeño ratón corría entre las tumbas, mientras que a lo lejos se oía el ulular de un búho. Dentro de una pequeña casa se encontraba Corma, el enterrador. Era un hombre viejo y amargado que había sobrevivido a todos los habitantes del pueblo de su misma edad. Su cara arrugada acompañaba siempre a su mal genio. go
¡Zulima! hambre!
-gritó-. ¡Quiero
¡Tencomer!.
Zulima era una hermosa joven. Le miró con desprecio y sin formular una sola palabra se dirigió a la cocina. Le preparó una tortilla que Corma devoró ávidamente mientras bebía grandes tragos de vino.
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Zulima pensaba en irse lejos, muy lejos. Hacía años que vivía obsesionada con esa idea pero nunca había podido llevarlo a cabo. No tenía dinero, no conocía a nadie, y su padre jamás la dejaría marchar. Sabía que su padre tenía monedas de oro. Recordaba vagamente que cuando era una niña las vio. Pero a pesar de que había buscado por toda la casa, no pudo encontrar ni rastro de las monedas. Había empezado a llover con gran fuerza. La lluvia golpeaba los cristales con ira. En ese momento se oyó un ruido. Era el galopar de un caballo. Corma también lo había oído y se levantó de donde estaba. El jinete paró el caballo delante de la casa del enterrador. - ¿Quién demonios podrá ser?- preguntó Corma.- ¿Quién en su sano juicio puede aventurarse a cabalgar en plena noche con este tiempo?-.
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Llamaron a la puerta. Corma la - ¿Pagará?- preguntó escéptico. abrió. Ante él se hallaba un hombre alto que estaba empapado de arriba - ¡Oh! ¡Claro! No se preocua abajo. Miró fijamente a Corma. pe por eso -contestó. -
¿Puedo
pasar?-
preguntó. - ¡Zulima! -gritó,- Prepárale un poco de comida. Seguro que también esCorma no tuvo más remedio que dejar- tará hambriento. Pero dígame, ¿Que le pasar y así se lo indicó con un gesto. hacía a estas horas y con este tiempo cabalgando en plena oscuridad? Zulima se sorprendió al verle. No -le preguntó mientras bebía vino. estaba acostumbrada a los extraños y probablemente nunca ha- - Me dirigía hacia la costa, con bía visto a un hombre como aquél. la intención de embarcarme hacia Crimú, pero el tiempo me - Me llamo Zulima -le dijo.- Pero lo ha impedido -señaló Selman. aproxímese al fuego. Está empapado. - ¡Ya! -dijo secamente Corma. El joven extendió las manos sobre las chispeantes llamas. Su cuer- Usted es... po estaba temblando, pero poco a poco empezaba a reaccionar. - Sí, soy el enterrador -dijo Corma. - Me llamo Selman - les dijo a sus anfitriones. -¿Podría pasar la noche aquí?
Llegó Zulima con un poco de comida y Selma la comió lo más deprisa que pudo.
Corma permaneció callado durante El fuego se estaba apagando y unos segundos. No le gustaban las vi- el viento era cada vez más frío. sitas y mucho menos los desconocidos. - Será mejor que vaya a por más
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leña al cobertizo -dijo secamen- - Sí -continuó hablando ella-. Ante el enterrador y salió de la casa. tes de morir mi madre las vi. Pero Zulima entonces se dirigió al has- las ha escondido ¡Dios sabe donde!. ta entonces desconocido y le dijo: LLegó el enterrador que cerró la - Debe ser hermoso montar a ca- puerta de un golpe. Echó la leña al ballo. Cualquier cosa sería bue- fuego. Dio un gran bostezo. El vino na con tal de salir de aquí. siempre le producía sueño. Estaba ya bastante bebido pero aún así Y entonces con un insinuante mo- su voz seguía sonando fuerte y sevimiento de caderas se subió la fal- gura. Le indicó la cama al invitada distraídamente dejándole ver do y apagó la lámpara de la mesa. sus piernas. Se echó la larga melena oscura hacia atrás descubrien- La noche había esparcido un halo do el contorno de sus pechos. Se de silencio y misterio a toda la casa. acercó a Selman. Sus cuerpos es- Tan sólo la profunda respiración del taban muy cerca. Se rozaban. Sel- enterrador perturbaba aquel silenman acarició sus turgentes pechos, cio. Selman pensaba en la dulce Zupero ella se apartó rápidamente lima y en todos sus encantos. Ésta y con una risa enigmática le dijo: se levantó con mucho cuidado de su cama. Andaba descalza por la casa. - Tengo un plan. Esta noche cuan- Hizo una señal a Selman quien se do mi padre se emborrache como levantó también con mucho cuidado. de costumbre y duerma la mona, Andando de puntillas llegaron hasta nos iremos los dos lejos de este lu- la puerta. La abrieron muy despacio. gar. ¿Si tan solo supiera donde tie- La puerta chirrió levemente, pero el ne guardado las monedas de oro? enterrador seguía dormido. Una vez fuera cogieron el caballo y lo acari¿Monedas de oro?- ciaron. Selman le cogió las riendas. le preguntó Selman. No quería que el caballo se asustase.
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disparó no alcanzó a Zulima sino a la losa de su madre. Justo en ese momento, Selman se había recuperado y se abalanzó hacia el enterrador. Los dos forcejearon y mientras lo hacían Zulima gritaba desesperada. Al final se oyó un nuevo disparo. Los dos hombres se miraron fijamente a los Allí depositó las flores. Y en es mismo ojos . Los ojos del enterrador fueron momento se oyó un grito aterrador. Era perdiendo su brillo poco a poco, hascomo el aullido de un lobo malherido. ta que cayó al suelo en medio de la incesante lluvia. Su cuerpo yacía inerte - Es mi padre -gritó Zulima-. junto a la sepultura de su esposa. Entonces Zulima recordó algo. La única persona que la había querido en este mundo era su madre. No podía marcharse sin despedirse de ella. Cogió un pequeño ramillete de flores de una tumba cercana e indicó a Selman el lugar de la tumba de su madre.
Era demasiado tarde. Allí estaba el enterrador. Sus ojos parecían salirse de las órbitas. - ¡Canalla!, ¡Miserable! -gritó echando espuma por la boca-. ¡Te voy a matar!
-
Está
muerto
-dijo
Selman-.
Entonces Zulima se rió con una risa que estremeció a Selman. - Por fin -dijo con rabia-. Ya me he librado de ti para siempre.
Y apuntándole con una pistoNo podemos dejarla disparó. Le dio en el hombro. le aquí -dijo Selman-. - ¡No! ¡No! ¡Nooooooooooooo! -gritó con ira Zulima. Y cogiendo una pala hizo palanca y abrió la losa de la madre de Zulima, - En cuanto a ti -continuó el ante la mirada impasible de ésta. La enterradormorirás con él. losa se abrió con facilidad. Entonces Y disparó de nuevo. Pero esta vez el Selman cogió el cuerpo y lo arrojó
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dentro de la sepultura donde se oyó lica. Era como si algo o alguien un ruido seco. Algo pareció brillar se hubiese apoderado de Selman. en medio de la oscuridad de la losa. - ¡No!, ¡No nos iremos de aquí!, - ¿Qué es eso que brilla allí ¡Ya no! -dijo Selman-. Porque abajo? preguntó Selman. ahora seré el nuevo enterrador. No obtuvo respuesta. Selman bajo a la tumba, que no tenía mucha profundidad. Allí estaba el cadáver de enterrador, el féretro de su mujer y... Sí, las monedas de oro. Había algunas sueltas y junto a ellas tres bolsas repletas de oro. Subió las bolsas y cerró la losa.
Zulima estaba condenada a vivir siempre allí. A recordar su pasado. Su destino estaba en aquella casa, en aquel cementerio. Y es que siempre será LA HIJA DEL ENTERRADOR.
Zulima volvió a reír, con aquella risa enigmática y misteriosa. - Así que era ahí donde guardaba el dinero -dijo-. Ahora por fin soy libre y podré irme de aquí, de este horrible lugar. Pero Zulima estaba equivocada, muy equivocada. Un aire frío llegó hasta Selman. Su rostro cambió. Su mirada se tornó maligna y diabó-
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Las Brujas de Salem
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os extraños gestos y posturas que a finales del siglo XVII atormentaban a las niñas Elizabeth y Abigail figuran en las crónicas de la siguiente manera: “Eran mordidas y pellizcadas por seres invisibles... A veces se quedaban mudas, con las bocas paralizadas, los miembros destruidos y atormentados, y conmovían hasta a un espectador de piedra”. También se utilizo en el juicio un argumento capaz de perjudicar a cualquiera: que el diablo usaba a los malos para dañar a los buenos, y para defender a sus agentes creaba espectros de ellos, de modo que mientras los malos atacaban, se veían sus imágenes en otras partes efectuando labores inocentes.
nes en la cocina, Tituba –una esclava originaria de las Antillas- tenia la tarea de entretener a dos niñas muy inquietas: Elizabeth Parris, la hija del ministro, y a la primera de esta, Abigail, de 9 y 11 años, respectivamente. Tituba inventaba todo tipo de distracciones para ellas, entre las que figuraban trucos sencillos e historias de miedo; por otra parte, la esclava sabia leer la fortuna en las claras de huevo. Sin embargo, ninguno de estos pasatiempos eran bien vistos por los puritanos de aquel tiempo; para ellos eran cosas del diablo. Pero las niñas y sus amiguitos los disfrutaban sin considerarlos malignos.
Poco a poco, la conducta de Elizabeth y Abigail comenzó a cambiar. Según A finales de 1962, la casa parroquial las crónicas de la época, la primera de Salem, en la bahía de Massachu- rompía a llorar sin motivo, en tanto setts, Nueva Inglaterra, era un lugar la otra corría en cuatro patas y laapacible, ajeno a los sucesos de mor- draba como perro. Otras adolescentales consecuencias que se desarrolla- tes también se comportaron de forma rían en él. Además de sus obligacio- extraña. Por ejemplo, Ann Putman,
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de 12 años, dijo que peleó con una bruja que la quería decapitar. Por su parte él medico de la ciudad, al no encontrar ningún problema físico en las adolescentes, atribuyó el comportamiento de las chicas a la influencia del demonio. El reverendo Parris comenzó las pesquisas y se entero de cierto pastel de brujas elaborado por el marido de Tituba, que, según se cuenta, incluía entre sus ingredientes harina de centeno y orina de niño.
en donde figuraban todas las brujas de la colonia. Así comenzó en Salem la cacería de brujas. Ann Putman y su madre acusaron de infanticidio a Rebecca Nurse, mujer de 71 años. Susanna Martin fue acusada de embrujar los bueyes de su vecino a raíz de una riña entre ambos.
En una audiencia celebrada a principios de marzo de 1693, Tituba confeso que era bruja y que su espectro había atacado a Ann Putman con un cuchillo. Añadió además que ella era solo una de las tantas brujas del pueblo y que un hombre alto de Boston le había enseñado un libro
En 7 meses fueron ejecutados 7 hombres, 13 mujeres, se arresto a 200 personas y 200 mas ya habían sido acusadas por la niña Parris. Ninguna de las víctimas fue quemada en la hoguera como se cree en la actualidad. 4 años después de los juicios de Salem los jurados firmaron una confesión
El reverendo George Burroughs, antiguo ministro del pueblo, fue señalado como jefe de las brujas y el capital John Alden fue identificaEso fue los suficiente para el escánda- do como el hombre alto de Boston. lo. Las niñas se asustaron tanto que al El reverendo fue ahorcado el 19 de ser interrogadas señalaron a Tituba, agosto y a Giles Cory de 80 años a Sarah Good – una mujer indigente que se negó a declarar sobre este que tenia el habito de fumar pipa y caso, lo aplastaron con grandes pieque quizá era deficiente mental- y a dras. Como solo se ejecutaba a quieSarah Osborne, una invalida que vi- nes no confesaban Tituba se salvo vía con un hombre si haberse casado. y luego fue vendida por los Parris.
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de error y suplicaron clemencia. Ann ces se basaban en los testimonios de Putman dijo 14 años mas tarde que gente que aseguraba haber conocido había obrado engañada por Satanás. la verdad por medio de fantasmas y espectros, el veredicto distaba mucho Las Brujas de Salem (ciencia) Son de ser imparcial. Además, los acupocos los incidentes semejantes sados pertenecían a clases sociales que se conocen en las colonias in- poco favorecidas. Tituba, por ejemglesas de América del siglo XVII. plo, era una esclava y carecía de los Las cifras de las ejecuciones de las derechos otorgados a cualquier otro que se habla en Europa son mucho habitante de Salem. En situación pamás impresionantes (solo en Bam- recida se encontraba la mendiga de berg, Alemania, hubo 600 perso- hábitos masculinos, la libertina que nas torturadas y ejecutadas), pero vivía en pecado con su amante, el ex la caza de brujas que se llevo aca- funcionario y el soldado forastero. bo en Salem marca un hito de intolerancia en la historia mundial. La opinión publica solo se conmovió cuando la locura generalizada alcanEl dramaturgo estadounidense Ar- zo las capas mas altas de la sociedad thur Miller se inspiro en estos he- –incluso el presidente de la Univerchos para escribir Las Brujas de sidad de Harvard se vio involucrado Salem. El invierno que asolaba en las acusaciones-. Mas tarde, el Salem en 1692 fue especialmen- gobernador William Phips perdono a te crudo; los colonos de la bahía de todos los sospechosos de brujería que Massachusetts atravesaban por una aun no habían sido ejecutados y exoagitada situación política. Estos nero a todos los muertos, 18 meses hechos pueden explicar que Salem después de iniciada la feroz cacería. se haya producido una tensión tal que cualquier incidente pueda desatar la ira ciega de sus habitantes. En este caso, debido a que los jue-
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Referencias file:///C:/Users/Usuario/Desktop/leyendas%20de%20durango.htm http://www.guiascostarica.com/mitos/mexico.htm http://www.taringa.net/posts/imagenes/14539496/Fotos-Antiguas-que-tedaran-Miedo.html http://www.mundoparanormal.com/docs/relatos/relatos.html
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