Comparación entre el ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey para probar a sus tres hijos”, de El conde Lucanor y “El caballo de ébano”, cuento de Las mil y una noches.
Autores: Las mil y una noches, recopilación de cuentos tradicionales de Oriente Medio. El conde Lucanor, escrito por Don Juan Manuel, Príncipe de Villena. •
• Nivel: 1ºB Bachillerato. • Centro Cultural y Educativo Español Reyes Católicos. •
Alumnos: Salomé Restrepo Hernán y Nicolás Marín.
ÍNDICE. Ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey para probar a sus tres hijos” de El conde Lucanor. 1.“El caballo de ébano” de Las mil y una noches……………………………………... 6 2.Resumen del Ejemplo XXIV de El conde Lucanor…………………………………. 9 3.Resumen de”El caballo de ébano”………………………………………………. 10 4.Diferencias con la obra en la que influyó……………………………………….. 11 •
Género y subgénero de los ejemplos de El conde Lucanor……………...
12
•
Género y subgénero de “El caballo de ébano” de Las mil y una noche..
13
•
Estructura del Ejemplo XXIV de “El conde Lucanor”…………………
13
•
Forma de expresión utilizada…………………………………………. 14
•
Tipo de estilo de el Ejemplo XXIV…………………………………………. 14
•
Tipo de estilo de “El caballo de ébano”………………………………...
14
Conclusión………………………………………………………………………… 15 . Bibliografía……………………………………………………………………….. 15
Ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey para probar a sus tres hijos” de El conde Lucanor. Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo: -Patronio, en mi casa se crían y educan muchos mancebos, que son hijos de grandes señores o de simples hidalgos, y en los cuales puedo ver cualidades muy diferentes. Por vuestro buen juicio y hasta donde os sea posible, os ruego que me digáis quiénes de esos mancebos llegarán a ser hombres cabales. -Señor conde -contestó Patronio-, esto que me decís es difícil saberlo con certeza, pues no podemos conocer las cosas que están por venir y lo que preguntáis es cosa futura, por lo que no podemos saberlo con certidumbre; mas lo poco que de esto podemos intuir es por ciertos rasgos que aparecen en los jóvenes, tanto por dentro como por fuera. Así podemos observar por fuera que la cara, la apostura, el color, la forma del cuerpo y de los miembros son un reflejo de la constitución de los órganos más importantes, como el corazón, el cerebro o el hígado. Aunque son señales, nada podemos saber por ellas con exactitud, pues pocas veces concuerdan estas, ya que, si unas apuntan una cualidad, otras indican la contraria; con todo, las cosas suelen suceder según los indicios de estas señales. »Los indicios más seguros son la cara y, sobre todo, la mirada, así como la apostura, que muy pocas veces nos engañan. No penséis que se llama apuesto al ser un hombre guapo o feo, pues muchos hombres son bellos y gentiles y no tienen apostura de hombre, y otros, que parecen feos, tienen mucha gracia y atractivo. »La forma del cuerpo y de los miembros son señales de la constitución del hombre y nos indican si será valiente o cobarde; aunque, con todo, estas señales no revelan con certeza cómo serán sus obras. Como os digo, son simples señales y ello quiere decir que no son muy seguras, pues la señal sólo nos hace presumir que pueda ocurrir así. En fin, estas son las señales externas, que siempre resultan poco fiables para responder a lo que me
preguntáis. Sin embargo, para conocer a los mancebos, son mucho más indicativas las señales interiores, y así me gustaría que supieseis cómo probó un rey moro a sus tres hijos, para saber quién habría de ocupar el trono a su muerte. El conde le rogó que así lo hiciera. -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, un rey moro tenía tres hijos y, como el padre puede dejar el trono al hijo que quiera, cuando se hizo viejo, los hombres más ilustres de su reino le rogaron que indicara cuál de sus tres hijos le sucedería en el trono. El rey contestó que, pasado un mes, les daría la respuesta. »Al cabo de unos días, una tarde dijo el rey a su hijo mayor que al día siguiente, de madrugada, quería cabalgar y deseaba que lo acompañara. Aquella mañana, llegó el infante mayor a la cámara del rey, pero no tan pronto como su padre le había ordenado. Cuando llegó, le dijo el rey que quería vestirse y que le hiciera traer la ropa; el infante mandó al camarero que la trajese, pero el camarero le preguntó qué ropa quería el rey. El infante volvió a preguntárselo a su padre, el cual respondió que quería la aljuba; el infante volvió y dijo al camarero que el rey quería la aljuba. El camarero le preguntó qué manto llevaría el rey, y el infante hubo de regresar junto al monarca para preguntárselo. Así ocurrió con cada vestidura, yendo y viniendo el infante con las preguntas, hasta que el rey lo tuvo preparado todo. Entonces vino el camarero, que vistió y calzó al monarca. »Cuando el rey estuvo ya vestido y calzado, mandó al infante que le hiciera traer un caballo, y el infante se lo dijo al caballerizo; este le preguntó qué caballo quería el rey. El infante volvió a preguntárselo a su padre, y lo mismo ocurrió con la silla de montar, el freno, la espada y las espuelas; es decir, con todos los aparejos necesarios para cabalgar, preguntándole siempre al rey lo que quería. »Cuando ya estaba todo preparado, dijo el rey al infante que no podía dar el paseo a caballo, pero que fuera él por la ciudad y se fijara bien en todas las cosas que viera, para que luego se las contara. »El infante cabalgó en compañía de los hombres más ilustres de la corte y con músicos que tocaban tambores, timbales y toda clase de instrumentos. El infante dio un paseo por la ciudad y, cuando volvió junto al rey, este le preguntó qué opinaba de lo que había visto; le contestó el infante que todo estaba muy bien, salvo los timbales y tambores, que hacían mucho ruido.
»Pasados algunos días, el rey mandó al hijo segundo que fuese a su cámara por la mañana. El infante así lo hizo. El rey lo sometió a las mismas pruebas que al hermano mayor; el segundo obró como su hermano y respondió con las mismas palabras de su hermano. »Y al cabo de pocos días, el rey mandó al hijo menor que viniese a verlo muy temprano. El infante madrugó mucho y se fue a las habitaciones del rey, donde esperó a que el rey despertara. Cuando su padre estuvo dispuesto, entró en la cámara real el hijo menor, que se postró ante su padre en señal de sumisión y respeto. El rey le ordenó que le trajeran la ropa. El infante le preguntó lo que quería ponerse para vestir y calzar, y de una sola vez fue por todo y se lo trajo, no queriendo ni permitiendo que nadie le vistiera sino él, con lo que daba a entender que se sentía orgulloso de que su padre, el rey, se viera cuidado y atendido solamente por él, pues era su padre y merecía cuantas atenciones le pudiera otorgar. »Cuando el rey ya estaba vestido y calzado, ordenó al infante que hiciera traer su caballo. El infante le preguntó qué caballo deseaba, así como todo lo necesario para cabalgar, como la silla, el freno y la espada; también le preguntó quién quería que lo acompañase y cuantas cosas podía necesitar. Hecho esto, de una sola vez lo trajo todo y lo dispuso como el rey había ordenado. »Cuando estaba todo dispuesto, el rey dijo al infante que no quería salir a pasear, que fuera él solo y que luego le contase todo cuanto viera. El infante salió a caballo acompañado por cortesanos y caballeros como lo habían hecho sus dos hermanos. Ninguno de ellos sabía qué pretendía el rey actuando así. »Cuando el infante salió, mandó que le enseñaran el interior de la ciudad, las calles, el lugar donde se guardaba el tesoro real, las mezquitas y todos los monumentos; también preguntó cuántas personas vivían allí. Después salió fuera de las murallas y mandó que lo acompañasen todos los hombres de armas, de a pie y de a caballo, pidiéndoles que combatieran y le hicieran una demostración de su habilidad con las armas y cuantos ejercicios de ataque y defensa supieran. Luego revisó murallas, torres y fortalezas de la ciudad y, cuando lo hubo visto todo, volvió junto a su padre el rey. »Regresó a palacio entrada la noche. El rey le preguntó por las cosas que había visto, contestándole el infante que, con su permiso, le diría la verdad. El rey, su padre, le ordenó que se la dijera, so pena de perder su bendición. El infante le respondió que, aunque lo consideraba un buen rey, no lo era tanto, pues si lo hubiera sido, como tenía tan buenos
soldados y caballeros, tanto poder y tantos bienes, ya habría conquistado todo el mundo. »Al rey le agradó mucho esta crítica sincera y aguda que le hizo el infante, por lo que, al llegar el plazo que había señalado a sus nobles, les señaló como heredero al hijo menor. »El rey, señor conde, actuó así por las señales que vio en cada uno de sus hijos, pues, aunque hubiera preferido que le sucediera cualquiera de los otros dos, no lo juzgó acertado y eligió al menor por su prudencia. »Y vos, señor conde, si queréis saber qué mancebo será hombre más valioso, fijaos en estas cosas y así podréis intuir algo y aun bastante de lo que cada uno llegará a ser. Al conde le agradó mucho lo que Patronio le contó. Y como don Juan pensó que era un buen cuento, lo mandó poner en este libro e hizo estos versos que dicen así: Por palabras y hechos bien podrás conocer, en jóvenes mancebos, qué llegarán a ser.
“El caballo de ébano” de Las mil y una noches: He llegado a saber ¡oh rey afortunado! que en la antigüedad del tiempo y lo pasado de las épocas y de las edades, había un rey muy grande y muy poderoso entre los reyes de los persas, que se llamaba Sabur, y era sin duda el rey más rico en tesoros de todas clases, como también el más dotado de sagacidad y de prudencia. Además, estaba lleno de generosidad y de amabilidad, y tenía siempre abierta sin desmayo la mano para ayudar a los que le imploraban, sin rechazar nunca a quienes le solicitaban un socorro. Sabía otorgar la hospitalidad liberalmente a los que sólo le pedían cobijo, y reconfortar en ocasiones, con sus palabras y sus maneras impregnadas de dulzura y de amenidad, a los corazones heridos. Era bueno y caritativo con los pobres; y los extranjeros nunca veían cerradas a su llamamiento las puertas de los palacios de aquel soberano. En cuanto a los opresores, no encontraban gracia ni indulgencia de su severa justicia. Y así era, en verdad, él. El rey Sabur tenía tres hijas, que eran como otras tantas lunas hermosas en un cielo glorioso o como tres flores maravillosas por su brillo en un parterre bien cuidado, y un hijo que era la misma luna y se llamaba Kamaralakmar. (Luna de las Lunas) Todos los años daba el rey a su pueblo dos grandes fiestas, una al comienzo de la primavera, la de Nuruz, y otra en el otoño, la del Mihrgán; y con ambas ocasiones mandaba abrir las puertas de todos sus palacios, distribuía dádivas, hacía que sus pregoneros públicos proclamasen edictos de indulto, nombraba numerosos dignatarios y otorgaba ascensos a sus lugartenientes y chambelanes. Así es que de todos los puntos de su vasto Imperio acudían los habitantes para rendir pleitesía a su rey y regocijarse en aquellos días de fiesta, llevándole presentes de todo género y esclavos y eunucos en calidad de regalo. Y he aquí que durante una de esas fiestas, la de la primavera precisamente, estaba sentado en el trono de su reino el rey, quien a todas sus cualidades añadía el amor a la ciencia, a la
geometría y a la astronomía, cuando vió que ante él avanzaban tres sabios, hombres muy versados en las diversas ramas de los conocimientos más secretos y de las artes más sutiles, los cuales sabían modelar la forma con una perfección que confundía al entendimiento y no ignoraban ninguno de los misterios que de ordinario escapan al espíritu humano. Y llegaban a la ciudad del rey estos tres sabios desde tres comarcas muy distintas y hablando diferente lengua cada uno: el primero era hindí, el segundo rumí y el tercero ajamí de las fronteras extremas de Persia. Se acercó primero al trono el sabio hindí, se prosternó ante el rey, besó la tierra entre sus manos, y después de haberle deseado alegría y dicha en aquel día de fiesta, le ofreció un presente verdaderamente real: consistía en un hombre de oro, incrustado de gemas y pedrerías de gran precio, que tenía en la mano una trompeta de oro. Y le dijo el rey Sabur: '”¡Oh, sabio! ¿Para que sirve esta figura?" El sabio contestó: "¡Oh mi señor! este hombre de oro posee una virtud admirable! ¡Si le colocas a la puerta de la ciudad, será un guardián a toda prueba, pues si viniese un enemigo para tomar la plaza, le adivinará a distancia, y soplando en la trompeta que tiene a la altura de su rostro, le paralizará y le hará caer muerto de terror!" Y al oír estas palabras, se maravilló mucho el rey, y dijo: "¡Por Alah, ¡oh sabio! que si es verdad lo que dices, te prometo la realización de todos tus anhelos y de todos tus deseos!" Entonces se adelantó el sabio rumí, que besó la tierra entre las manos del rey, y le ofreció como regalo una gran fuente de plata, en medio de la cual se encontraba un pavo real de oro rodeado por veinticuatro pavas reales del mismo metal. Y el rey Sabur los miró con asombro, y encarándose con el rumí, le dijo: "¡Oh sabio! ¿para qué sirven este pavo y estas pavas?" El sabio contestó: "¡Oh mi señor! a cada hora que transcurre del día o de la noche, el pavo da un picotazo a cada una de las veinticuatro pavas y la cabalga, agitando las alas, y así sucesivamente cabalga a las veinticuatro pavas, marcando las horas; luego, cuando ha dejado transcurrir el mes de esta manera, abre la boca, y en el fondo de su gaznate aparece el cuarto creciente de la luna nueva". Y exclamó el rey maravillado: "¡Por Alah, que si es verdad lo que dices, se cumplirán todas tus aspiraciones!" El tercero que avanzó fué el sabio de Persia. Besó la tierra entre las manos del rey, y
después de los cumplimientos y de los votos le ofreció un caballo de madera de ébano, de la calidad más negra y más rara, incrustado de oro y pedrerías, y enjaezado maravillosamente con una silla, una brida y unos estribos como sólo llevan los caballos de los reyes. Así es que el rey Sabur quedó maravillado hasta el límite de la maravilla y desconcertado por la belleza y las perfecciones de aquel caballo; luego dijo: "¿Y qué virtudes tiene este caballo de ébano?" El persa contestó: "¡Oh mi señor! las virtudes que posee este caballo son cosa prodigiosa, hasta el punto de que cuando uno monta en él, parte con su jinete a través de los aires con la rapidez del relámpago, y le lleva a cualquier sitio donde se le guíe, cubriendo en un día distancias que tardaría un año en recorrer un caballo vulgar". Prodigiosamente asombrado con aquellas tres cosas prodigiosas que se habían sucedido en un mismo día, el rey encarose con el persa, y le dijo: "¡Por Alah el Omnipotente (¡exaltado sea!), que crea los seres todos y les da de comer y de beber, que si me pruebas la verdad de tus palabras te prometo la realización de tus anhelos y del menor de tus deseos!" Tras de lo cual el-rey mandó someter a prueba durante tres días las virtudes diversas de los tres regalos, haciendo que los tres sabios los pusieran en movimiento. Y en efecto, el hombre de oro sopló con su trompeta de oro, el pavo real de oro picoteó y cabalgó regularmente a sus veinticuatro pavas reales de oro, y el sabio persa... En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.
Comparación entre el Ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey que quería probar a sus tres hijos” de El conde Lucanor y “El caballo de ébano” de Las mil y una noches: ●
Resumen del ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey para probar a sus tres hijos” de El conde Lucanor: Este cuento se inspira en el problema que tiene mucha gente sobre sus hijos, es te problema es que cómo se puede saber si un chico/a llegará a ser alguien bueno o malo. Con un problema del Conde Lucanor empieza este cuento. El problema es que en la casa del Conde Lucanor se crían muchos hijos de nobles y otros de caballeros, el problema es que (sin importar que sea de sangre noble o no) quiere saber un método por el cual saber si van a ser buenas personas o no. Patronio le respondió con un cuento titulado lo que sucedió a un rey que quiso probar a sus tres hijos. Este cuento trata sobre que un rey moro, cuando llegó a la vejez, quiso elegir a uno de sus tres hijos para que le sucediera en el trono. La prueba fue que cada uno (uno antes que otro) vistiera a su padre y se fuera a visitar a la ciudad y que le contara lo que veía. El primero mandó a los sirvientes a que vistieran al padre, preparó al caballo después de ir buscando en cada pieza un viaje, y al volver del paseo dijo que la ciudad estaba bien. El segundo hizo lo mismo. El tercero vistió el mismo al padre, preparó al caballo con solo un viaje, y al volver del paseo dijo que la ciudad estaba en mal estado y muy pobre. El rey después de las reacciones de cada hijo, cedió el trono al más justo de los tres, el tercero. Don Juan Manuel escribió un pareado con la solución de este problema: Por sus dichos y hechos puedes conocer lo que el mancebo llegará a ser.
●
Resumen de “El caballo de ébano” de Las mil y una noches:
Este relato trata sobre un rey el cual está en su corte con sus tres hijas y su único hijo. De repente entran tres sabios, cada uno con un artefacto direfente: el primero tenía un pavo de oro, el segundo cargaba una trompeta de bronce, y el tercero un caballo de marfil y ébano. Esto llamó muho la atención de todos y el rey les pregutó a cada un de ellos que para qué servía cada una de esas cosas. El primer sabio, que tenía al pavo en brazos le contestó que grita y agita sus alas a cada hora que pasa, día y noche; el segundo sabio que cargaba la trompeta le explicó que si dicha trompeta de colocaba en la puerta de a ciudad, y detectaba a un enemigo, daba una alarma que avisaba y lo ponía inmediatamente en retirada; y el tercero, el cual se encargaba de el caballo de ébano le contó al rey que si un hombre montaba ese caballo, sería conducido al país que se deseara. El rey muy asombrado les dijo a los sabios que si no comprobaba que esos inventos funcionaban no los iría a recompensar. Efectivamente el pavo y la trompeta funcionaban a la perfección. Inmediatamente el rey les dijo ue cuál era su petición y elos sabios dijeron que querían casarse con sus hijas. Faltaba el caballo, entonces saltó el hijo del rey como voluntario para probar si funcionaba, se subió a su lomo y el sabio le mostró una llave que tenía que dar vuelta para que este emprendiera vuelo, y así fue, el caballo empezó a subir cada vez mas alto. En las alturas el príncipe examinó al caballo y descubrió que si apretaba el hombro derecho el caballo aceleraba, y el izquierdo frenaba. Cuando empezó a bajar le dio gracias a Dios por haberlo salvado de la muerte y se dio cuenta de la hermosa ciudad que tenía denajo de él y se posó sobre el alcázar de la ciudad a contemplarla, donde dio gracias por segunda vez.
Diferencias con la obra en la que influyó: Las diferencias de las dos obras: En la historia de “ El conde Lucanor” habla sobre cómo el rey va a elegir a su sucesor a través de las diferentes visiones que tiene cada uno de ellos de la ciudad en la cual reinarían, en el caballo de ébano cuenta la experiencia que tuvo el rey con tres sabios que se querían casar con sus hijas, y para ello se tenía que comprobar que los inventos que poseían funcionaban. Con respecto a los personajes, podemos ver que en el conde lucanor destacan dos personajes principales: el Conde Lucanor, es una persona culta por su lenguaje, pero inseguro ya que tiene que pedir consejos todo el tiempo. Pertenece a la nobleza, y esto se sabe porque siempre cita a sus tierras y vasallos. Patronio, es el consejero de el conde Lucanor, es una persona muy sabia y culta. En la historia de “el caballo de ébano” destacan los tres sabios, cada uno con su artefacto ingenioso, el príncpe que vive la experiencia de montar en el caballo de uno de los sabios, y el rey que jura concederles cualquier petición a los sabios si realmente funcionaban loas coas que llevaban. Luego hablando de el espacio y el tiempo en el que se encuentran las historias, en el Conde Lucanor se sitúa en en siglo XIV, en un ambiente donde se encuentran en la sala del trono de su castillo junto a Patronio y algunos consejeros más sentados en plena Edad Media; en el “caballo de ébano” se sitúa en oriente medio, en época medieval donde los personajes se encuentran en la sala del trono del rey. Haciendo referencia al narrador, el “caballo de ébano” fue uno de los cuentos recopilados
del libro de las mil y una noches, no hay un narrador pero se sabe que el traductor de estos textos fue supuestamente el cuentista Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar. Mientras que “el conde Lucanor” fue escrito por don Juan Manuel, nieto de Fernando III y sobrimo de Alfonso X el Sabio. Era un educador principalmente que quería dejar una moraleja en cada uno de sus cuentos que redactaba.
• Género y subgénero de los ejemplos El conde Lucanor: El conde Lucanor de Juan Manuel, corresponde al género épico o narrativo escrito en prosa debido a la concordancia de la obra con las distintas características del género. Por ejemplo, presenta hechos legendarios, elementos imaginarios, que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderos o basados en la verdad o ligados, en todo caso, a un elemento de la realidad, o ficticios, desarrollados en un tiempo y espacio determinados. Además, está escrita con una intención didáctica relacionada con los libros de príncipes destinados a enseñar a los personajes próximos a gobernar. El conde Lucanor, tiene como subgénero el cuento. El cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo. Se demuestra su concordancia en las narraciones de Patronio, breves y basadas en historias, que pueden ser ficticias debido a diferentes condiciones o algunas reales. En “Ejemplo XXIV”, podemos ver que se utiliza el cuento escrito y más precisamente la fábula.
•
Género o subgénero de “El caballo de ébano” de Las mil y una noches:
“El cabballo de ébano”, es un cuento de carácter oral ya que todas las historias que encontramos en Las mil y una noches, son de transmisión oral. Sin embargo, estas fueron escritas y tomaron así una forma literario,con mucha influencia en el realismo mágico.
•
Estructura de el ejemplo XXIV “Lo que le sucedió a un rey que quería probar a sus tres hijos” de Las mil y una noches. Un joven señor feudal, el conde Lucanor, consulta a su ayo ante los muy diversos problemas que se le plantean en el gobierno de sus estados. Patronio le responde con un cuento o ejemplo alusivo al problema planteado y deduce una enseñanza moral. Se dice que el conde la aplica y que le va bien. Don Juan Manuel resume la moraleja en un pareado que remata el ejemplo.
• Forma de expresión utilizada: Ambas historias están escritas en prosa.
•
Tipo de estilo de el Ejemplo XXIV de El conde Lucanor. Don Juan Manuel, emplea un lenguaje culto, pero con un estilo propio y va dirigido en especial a los jóvenes nobles, con el fin, de que sus historias tengan un fin didáctico, que es la base de estos cuentos. A parte de esto se distingue la presencia de un léxico abundante, y frases con intención irónica.
•
Tipo de estilo de “El caballo de ébano” de Las mil y una noches. “El caballo de ébano” emplea un lenguaje coloquial debido a que la obra, pertenece a una recopilación de historias de carácter oral transmitidos por la sociedad árabe. Fue escrito en un principio en lengua árabe y después fue traducida al español y multitud de idiomas convirtiéndose en una obra reconocida mundialmente.
Conclusión. Podemos extraer como conclusión la influencia de la obra Las mil y una noches en El conde Lucanor. Esta primera obra está caracterizada por tener un amplio léxico, riqueza y estética, y por eso está considerada como una de las obras más influyentes del género del cuento y de la literatura universal. Las historias que salvan de la muerte que influyen en El conde Lucanor donde se retoman rasgos de “Las mil y una noches”, dirigiéndolos a las fábulas o moralejas que tienen un fin didáctico. Bibliografías. - Wikipedia La enciclopedia libre, recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Las_mil_y_una_noches - Wikipedia La enciclopedia libre, recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/El_conde_Lucanor - Wikipedia La enciclopedia libre. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_medieval_espa %C3%B1ola#Don_Juan_Manuel - Blog. Aportaciones Antonio Cano López: Narrativa en la Edad Media, recuperado de https://arteypalabra.wordpress.com/narrativa-de-la-edad-media/ - Rincón del vago. Enviado por Sunrider, recuperado de:
http://html.rincondelvago.com/el-condelucanor_don-juan-manuel_14.html