Afganistano

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IINSTITUTO POLITECNICO NACIONAL ESCUELA SUPERIOR DE COMERCIO Y ADMINISTRACION UNIDAD SANTO TOMAS

¿Por qué no hay soluciones para la guerra de Afganistán? Flores Sifuentes Samantha Jiménez López Iván Enrique Vargas Alonso Stephanie

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Índice La Guerra de Afganistán.....................................................................................................................2 La guerra de Afganistán: ¿cuál era realmente el sentido?..................................................................1 Antes de que llegara la Coalición....................................................................................................2 Entonces, ¿qué fue lo que se logró?...............................................................................................4 ¿En dónde estamos ahora?............................................................................................................5 Ninguna otra contienda contemporánea ha costado tanto dinero y tantas vidas a los países europeos de la OTAN......................................................................................................................0 Las anteriores presidencias intentaron buscar soluciones integrales.............................................1 ¿Por qué no hay soluciones para la guerra de Afganistán?................................................................2 La paradoja de la consolidación de la paz......................................................................................4 Atrapado entre rivales....................................................................................................................4 Divisiones que se profundizan........................................................................................................5 Años y centurias.............................................................................................................................6 La situación actual de Afganistán.......................................................................................................8 Afganistán puede acabar con Daesh en su territorio si le dan armas.............................................9 ¿Qué planes tiene EEUU para Afganistán?.....................................................................................9 Cibergrafía........................................................................................................................................11

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La Guerra de Afganistán

n este contexto anterior, EEUU inició sus acciones contra Afganistán en Octubre de 2001. El régimen talibán se negó a entregar a Osama Bin Laden a EEUU, lo que llevó a éstos a preparar una guerra para apresarle, aunque fuera invadiendo el país y derrocando al régimen talibán. Para la guerra contó con el apoyo de gran parte de la comunidad internacional, que en aquel momento se solidarizó con EEUU tras los ataques sufridos. Asimismo, contó de forma directa con el apoyo de la OTAN gracias a la activación del procedimiento de defensa común tras el ataque a uno de sus miembros, y de Pakistán tras un pacto de EEUU con el régimen militar a pesar de que Pakistán contaba dentro de su territorio con zonas donde predominaban bases ideológicas cercanas al pensamiento de los talibanes.

montañas de la frontera con Pakistán (que son de difícil acceso militar) y posteriormente se camuflaron dentro de la población de Pakistán. A pesar de la caída política de los talibanes dentro del gobierno de Afganistán, éstos continuaron dominando algunos territorios y no dejaron de luchar contra las tropas militares de EEUU. En el Discurso del Estado de la Nación de 2002, George W. Bush mantuvo su convicción de seguir luchando contra el terrorismo y lanzó el mensaje del nuevo “Eje del Mal”, que eran ahora los países de Irak, Irán y Corea del Norte. Lanzaba un mensaje de lo que podían ser sus nuevas operaciones militares allende de las fronteras norteamericanas. Tras el año 2002, la sociedad internacional fue restando poco a poco su apoyo moral a la guerra. Sobre todo, tras la decisión de EEUU de atacar el Irak de Sadam Hussein. Muchos países veían a la permanencia de las tropas militares de EEUU un intento de aumentar su poder en Próximo Oriente y no como un deseo de luchar contra el terrorismo ni de mejorar las condiciones de vida de la población afgana. De ahí que países aliados, como Alemania y Francia, restaron apoyo a las políticas exteriores de EEUU. Aun así, muchos países de la OTAN, como España, enviaron tropas para consolidar el poder político de EEUU en Afganistán y proseguir con la búsqueda de Bin Laden.

Las acciones militares fueron rápidas y EEUU consiguió en un mes derrocar el régimen político talibán y tomar las ciudades de Kabul y Kandahar. Sus acciones militares fueron apoyadas por los señores de la guerra del Norte de Afganistán, que prácticamente se comportaban como señores feudales dentro de su territorio. En noviembre de 2001 EEUU consideraba que había ganado la guerra. Pero realmente su objetivo, capturar a Osama Bin Laden, había fracasado. Bin Laden y parte de la cúpula de Al Qaeda que estaba en Afganistán huyeron primero a las

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Figura 1. Ataque a la Torre Sur el 11 de septiembre de 2001. Robert. Fuente: Wikipedia Comámonos

La guerra de Afganistán: ¿cuál era realmente el sentido?

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La situación ahora está peor en Afganistán que lo que alguna vez me pude haber imaginado. Y yo era un pesimista. El cansancio fue siempre el factor decisivo. El Occidente se cansó de los horrores que sus tropas vieron, y de la violencia causada diariamente sobre los mismos afganos. El cansancio del costo financiero, en donde una central eléctrica que apenas fue encendida alguna vez, le costó al Tío Sam decenas de millones de dólares. Y el otro cansancio –el que sintió el movimiento Talibán– el que se caracterizaba, en su mayoría, por su ausencia; ellos solo sintieron lo incansable de su causa. Algunas veces la sacudida ocasional le recuerda al mundo que la guerra está todavía en desarrollo. El conflicto, que comenzó inicialmente para derrocar a los talibanes que resguardaban al jefe de Al Qaeda, Osama Bin Laden, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ha cobrado la vida de más de 3.500 miembros de la Coalición y decenas de miles de civiles afganos. Esta semana, las tropas afganas, después de meses de furia por los escasos suministros y la baja moral, emprendieron la retirada desde dos posiciones vitales en la volátil provincia de Helmand. Esto deja a Lashkar Gah y a Sangin como las principales fortalezas que el gobierno todavía mantien Tropas de la ISAF por país (15 de noviembre de 2010)83 Estados Unidos - 90 000

Reino Unido 9500

Alemania - 4341

Francia - 3850

Italia - 3688

Canadá - 2922

Polonia - 2519

Turquía - 1790

Rumania - 1648

España - 1576

Australia - 1550

Georgia - 924

Dinamarca - 750

Bulgaria - 516

Hungría - 502

Suecia - 500

Bélgica - 491

República Checa - 468

Noruega - 353

Croacia - 299

Albania - 258

Eslovaquia - 250 Nueva Zelanda - 234

Corea del Sur -

Países Bajos - 242

246 Lituania - 219

Letonia - 189

Finlandia - 150

Estonia - 140

Portugal - 95

Azerbaiyán - 94

Grecia - 80

Eslovenia - 78

Mongolia - 47

Bosnia y Herzegovina - 45

Armenia - 40

Singapur - 38

Montenegro - 31

Malasia - 30

Ucrania - 16

Luxemburgo - 9

Irlanda - 7

Islandia - 4

Austria - 3

Jordania - 0

Tonga - 0

República de Macedonia 163

Total: 130 930

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Emiratos Árabes Unidos 35


Antes de que llegara la Coalición Conocido como el "cementerio de imperios", Afganistán tiene la reputación de humillar a los posibles conquistadores. Tanto los soviéticos, en la década de 1980, como los británicos, durante el siglo XIX, se vieron obligados a batirse en retiradas sangrientas desde Afganistán, privados de lo que parecían ser, en papel, victorias fáciles. El tiempo ha cambiado la definición de lo que las personas hoy en día llaman un "imperio", pero no esta percepción. Al ejército de Estados Unidos le gustó sentirse sabio a medida que repetía la máxima de que ellos tenían el "reloj de lujo, pero que los talibanes tenían el tiempo". En realidad, el reloj estadounidense se quedó sin baterías, y dejó a los talibanes en posesión del aforismo y del reloj. El ascenso de los talibanes antes del 11-S se debió en gran parte a las diferencias étnicas del país. En la guerra civil que siguió a la retirada de las tropas soviéticas en 1989, las fuerzas pastunes hicieron una entrada triunfal desde el sur hacia la capital, Kabul, y presionaron a los tayikos de regreso al norte. Las fuerzas especiales estadounidenses aprovecharon el lado de los perdedores en esa guerra civil y a otros caudillos adquiribles para expulsar al movimiento talibán de Kabul. Allí instalaron al suave y carismático Hamid Karzai como presidente, quien salió adelante a través de un cúmulo de complejidades del país con la finalidad de integrarlo. Bin Laden se había fugado y también los del movimiento talibán, algunos de ellos estaban escondidos en Pakistán... por un poco de tiempo. El tiempo pasó; Estados Unidos invadió a Iraq en 2003; el movimiento talibán se afianzó nuevamente. Estados Unidos empezó a involucrarse en Iraq. La insurgencia se levantó y el gobierno afgano empezó a perder terreno. Para 2008, esta era una emergencia intensiva y Estados Unidos se dio cuenta –incluso desde la posición liberal contra la guerra del presidente Obama– que esta era la "guerra justa" que tenía que luchar.

Soldados estadounidenses en un pueblo a unos 140 kilómetros al noroeste de Kandahar, Afganistán, en 2006

Durante aproximadamente tres años, hubo una intensa concentración. Primero vino el levantamiento, hasta 100.000 tropas estadounidenses (como parte de las fuerzas de la OTAN) en 5


un punto, apretándose dentro de los valles más oscuros del movimiento talibán. Contener la tierra... gastar millones cada mes con la finalidad de mantener una presencia en diminutos pueblos polvorientos en lugares lejanos como Kandahar para mostrarle a la insurgencia que Estados Unidos tenía la determinación. Pero eso jamás iba a durar. De hecho, esa fue siempre una parte publicitada del plan: Estados Unidos y la OTAN mantendrían la tierra durante unos cuantos años –hasta que consideraran que las tropas afganas estaban listas– y luego ellos se retirarían. El movimiento talibán tuvo que tener la esperanza de que los afganos no estarían listos, y solamente esperarían. Parece que así lo hicieron. En segundo lugar, vinieron los presupuestos: 110.000 millones de dólares gastados en el esfuerzo de reconstrucción más grande en la historia de Estados Unidos... algunos nuevos caminos que hicieron que la vida en algunas poblaciones fuera viable de nuevo, pero también edificios que siempre se mantuvieron vacíos y una inyección de dinero en efectivo en Kabul tan poco realista, sin precedentes y absurda que el costo de vida se volvió casi insensato.

Un ‘marine’ charla con soldados afganos en un campo de entrenamiento en Afaganistán. OMAR

SOBHANIREUTERS

En un momento, el Banco Mundial insinuó que más del 90% del presupuesto total de Afganistán dependía de la ayuda. (Recibí una llamada muy rápida de la Embajada de Estados Unidos en la que me decían que esto no era cierto... no dieron ninguna cifra alternativa). La vivienda para los afganos se hizo más costosa... algunas rentas han caído ahora casi hasta la mitad. Desde atrás de los muros de concreto en donde vivían principalmente los extranjeros, una lata (pequeña) de cerveza Heineken en el mercado negro en un punto costaba 10 dólares. Estados Unidos no tenía escasez alguna de efectivo, solamente escasez de maneras viables para gastarlo, lo que resultó en algunos proyectos tontos y en un breve bolsillo de un desequilibrio total de la economía afgana. En tercer lugar, llegó el liderazgo. En 2009, el secretario de Defensa, Robert Gates, despidió al comandante militar de la misión de seguridad dirigida por la OTAN en Afganistán, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), David McKiernan, y lo reemplazó con Stanley McChrystal, un veterano de las fuerzas especiales. La sombría evaluación de la guerra de McChrystal fue lo suficientemente condenatoria como para sugerir que las Boinas Verdes conocían el alcance del desafío. Él tenía un plan... y este se filtró lo suficientemente rápido como para forzar a la Casa Blanca a una situación que implicó un gran 6


compromiso de recursos. Esto se trataba de hablar con los afganos y ganarlos. Las tropas salían y se encontraban con las personas y, por un momento, pareció que funcionaba. Entonces lo extraño sucedió... El volcán Eyjafjallajökull en Islandia hizo erupción y las cenizas se dispersaron en el aire, lo que dejó a los aviones en tierra. McChrystal y su equipo se encontraban entre los que quedaron retrasados, junto con un reportero de la revista Rolling Stone. Expresaron sus opiniones, quedaron impresas, fueron publicadas y McChrystal fue despedido. A partir de ese punto, se sintió como si la guerra hubiera cambiado... para siempre. David Petraeus hizo una entrada triunfal en ese año como el sucesor de McChrystal... una carrera general, consciente de que el reloj avanzaba sobre el levantamiento. La campaña se centró en el mensaje y en el reloj. Petraeus fue sucedido por otro veterano de Iraq, John Allen, cuya función era la limpieza. El aumento de efectivos casi había funcionado, pero había sido interrumpido, sorprendido, y ahora Estados Unidos estaba saliendo. Entre enero y mayo de 2012, cada día parecía traer una nueva calamidad para la presencia militar estadounidense. Desde coranes quemados, aparentemente por error; hasta los cadáveres de los combatientes talibanes orinados por los Marines que se filmaron a sí mismos mientras lo hacían; hasta una matanza a manos de un soldado estadounidense en un pueblo de Kandahar. Incluso el portavoz más estable de la OTAN pareció perder la esperanza.

Entonces, ¿qué fue lo que se logró? Pues bien, en un momento dado, se dijo que lo que quedaba de Al Qaeda eran unos cuantos cientos en Afganistán... escondidos en las colinas orientales. Bin Laden había sido asesinado en Pakistán. Unos cuantos miles de afganos se hicieron absurdamente ricos en presencia de Estados Unidos. Muchos miles más (no existe una cifra real y confiable) murieron o resultaron heridos. Por un breve momento, los programas de ayuda e ideales occidentales les permitieron a las mujeres pensar en su vida fuera del hogar, en donde pudieran florecer. (Ellas todavía pueden pensar en eso, pero ahora se arriesgan más que nunca a crueles represalias de parte de los conservadores). El Occidente inundó el país con dinero y armas hasta el punto en que ahora es una tierra de caudillos con esteroides. El ejército afgano se hinchó brevemente, pero nunca pudo mantener la tierra que mantuvo la OTAN. Los asesores de la OTAN jurarían ciegamente que tú estabas equivocado, que las destartaladas unidades que viste podrían derrotar a una insurgencia local hambrienta y enojada. Sin embargo, se hizo evidente que estaban malinformados, que un malestar interno –corrupción– se encargaría de deshacer las Fuerzas Afganas de Seguridad Nacional, cuyo mantenimiento les ha costado a los contribuyentes estadounidense más de 60.000 millones de dólares, y cuyas valientes pérdidas continúan ahora a una velocidad sin precedentes. Dos historias sobresalen de los afganos que no están en donde Occidente les dijo que estarían. La primera es Gulnaz, la mujer que fue violada y luego encarcelada por adulterio pues su atacante estaba casado, y luego le dijeron que ella tendría que casarse con él. La presión internacional llevó a que la liberaran y la dejaran en un refugio para mujeres, pero tres años después la encontré

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viviendo con su atacante y casada con él... la única manera en que el mundo retrógrado de Afganistán puede encontrar para reconciliar el delito en su contra. La segunda historia es de Wahid. Él estuvo al mando de una unidad del ejército afgano, combatiendo ferozmente en Kunduz en contra del movimiento talibán. Ellos tenían poco apoyo, afirmó, incluso municiones, y los cuerpos muertos de sus compañeros caídos fueron dejados en su base sitiada hasta que se pudrieron. Así que huyó... esquivó balas en Irán, tomó un barco hacia Grecia y soportó gases lacrimógenos cerca de Hungría. Él es exactamente el tipo de afgano a quien el Occidente le prometió un futuro y le dijo que necesitaba quedarse en donde estaba... para defender a su país. Lo encontramos comiendo un muffin en una cafetería en Múnich, Alemania.

¿En dónde estamos ahora? La disconformidad en las filas del movimiento talibán ha llevado a que ISIS se convierta en una alternativa radical, brutal y atractiva para la juventud privada de derechos del país, para quienes la antigua insurgencia no se está moviendo lo suficientemente rápido Según el Inspector General Especial de Estados Unidos para la reconstrucción afgana (SIGAR [por sus siglas en inglés]... la autoridad encargada de vigilar el dinero del gobierno estadounidense allí), el movimiento talibán mantiene más territorio ahora que en cualquier otro momento desde el 2001. Quedan alrededor de 10.000 tropas estadounidenses, las que pueden cazar a los extremistas, pero no tomar un territorio. Y tal parece que, a veces, tampoco el ejército afgano puede hacerlo; está perdiendo rápidamente en Helmand; perdió temporalmente Kunduz en octubre. Si sugeriste que cualesquiera de estas pérdidas eran remotamente posibles hace dos años, la mayoría de los asesores de la OTAN te acusarían de una demencia leve. En términos de objetivos occidentales... las cosas están justo donde empezaron: con necesidad de mantener a Afganistán libre de extremistas y como un país viable para su pueblo. Sin eso, el resultado son miles de refugiados en Europa y que ISIS consiga un nuevo lugar seguro. Lo que queda es un país en el que Occidente está desacreditado como indispuesto a mantener el rumbo; en donde la mayoría de los combatientes son más malos, están mejor armados y son más caóticos de lo que eran en 2001; y cuyo nombre hace que los formadores de opinión en Occidente intenten y cambien el tema. Esta fue denominada la guerra justa, luego la guerra interminable. Ahora muchos quieren que sea la guerra olvidada. Pero sigue siendo una guerra, y Occidente posee una gran cantidad de ella.

Las seis donaciones de 520 M$ consisten en: 

$ 205.45 M$ en financiamiento adicional de la AIF, los donantes y el ARTF al Proyecto Afganistán de la Carta de Ciudadanos para

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apoyar a las comunidades con desplazados internos y repatriados de Pakistán; 100 M$ de la AIF a la Subvención para la Política de Desarrollo del Crecimiento Inclusivo para apoyar reformas que amplíen el acceso a oportunidades


económicas para los vulnerables y promuevan el desarrollo del sector privado; $ 20 millones de la AIF al Proyecto de Apoyo al Desarrollo Urbano para fortalecer la formulación de políticas urbanas en los organismos nacionales y fortalecer la gestión y la prestación de servicios en cinco ciudades capitales provinciales; $ 60 M$ de la AIF al Proyecto de Electrificación de Herat para proveer acceso a electricidad a hogares, instituciones y negocios en áreas seleccionadas de la Provincia de Herat;29,45 M$ de la AIF y donantes

Afganistán

Importe del capital original Monto sin desembolsar Monto desembolsado

986,980,000.00 371,967,370.00 539,524,448.77

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al Proyecto de Reserva Estratégica de Granos de Afganistán para financiar el establecimiento de reservas estratégicas de trigo y mejorar la eficiencia de la gestión del almacenamiento de granos; La Junta también aprobó la reestructuración del Proyecto de Acceso Rural de Afganistán, cuyo objetivo es beneficiar a las comunidades rurales a través del acceso a carreteras de todas las estaciones. La aprobación permitió que ARTF proporcionara $ 105 millones en financiamiento adicional al proyecto.


IDA: Resumen de las donaciones actuales a Afganistรกn 1,000,000,000.00 900,000,000.00 800,000,000.00 700,000,000.00 600,000,000.00 500,000,000.00 400,000,000.00 300,000,000.00 200,000,000.00 100,000,000.00 0.00

Afgani stรกn

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Afganistán, la guerra de nunca acabar La guerra actual, claro, que tiene ya 16 años de historia, desde que las tropas de Estados Unidos invadieron el país, en octubre de 2001, en respuesta fulminante a los atentados del 11-S. Pero también las raíces contemporáneas del terrorismo islamista, y más en concreto de Al Qaeda, que surgió en el caldo de cultivo de la resistencia de los muyahidines afganos, apoyados por Arabia Saudí y Estados Unidos, contra los ocupantes soviéticos que invadieron el país en 1979. Ya es la guerra más larga en la que se haya implicado jamás EE UU y también la primera en que la OTAN realiza una acción militar fuera de su territorio. También es la primera y hasta ahora la única que resulta de la activación del artículo 5 del Tratado Atlántico en el que los socios de la Alianza se comprometen a defenderse mutuamente ante cualquier agresión exterior. Esta guerra ha visto pasar a tres presidentes: George W. Bush, que la declaró y marcó el objetivo de desalojar a los talibanes, eliminar Al Qaeda, estabilizar el país y convertirlo en una democracia; Barack Obama, que la dio por terminada en 2014, pero sin éxito; y Donald Trump, un presidente que quiere ganar guerras, pero que ahora se ve impelido a actuar en Afganistán para no perder la primera en la que se halla involucrado. Desde que Trump llegó a la Casa Blanca se ha producido una intensificación de la actividad terrorista y el Gobierno afgano ha perdido al menos un 10% de territorio bajo su control a favor de la insurgencia, con el agravante de que al peligro de los talibanes y Al Qaeda se han unido ahora los combatientes de Estado Islámico (ISIS, en inglés). Especialmente graves han sido los atentados de Kabul con coches bomba, que demuestran la inefectividad del Gobierno para garantizar la seguridad ni siquiera en la capital. Trump de momento ha hecho tres cosas. Ha lanzado sobre territorio afgano la llamada “madre de todas las bombas”, el mayor explosivo no nuclear jamás detonado, de efectos más propagandísticos que reales; ha aceptado el principio de un incremento de las tropas propuesto por el mando militar; y ha abandonado la acción política y diplomática a favor de la acción meramente militar, que ha dejado en manos de sus asesores y consejeros.

Ninguna otra contienda contemporánea ha costado tanto dinero y tantas vidas a los países europeos de la OTAN Esta guerra errática y sin fin, iniciada con plena cobertura legal de Naciones Unidas y de la Alianza Atlántica y difuminada actualmente en una geografía de inestabilidad, guerras tribales y terrorismo. La participación de España en Afganistán, donde tiene todavía 20 militares en el cuartel de la OTAN en Kabul, ha significado el despliegue máximo de 1.500 efectivos, con un gasto de 3.500 millones de euros y la pérdida de la vida de 99 militares y dos intérpretes. El incremento en 5.000 hombres que va a proponer Trump significa pedir la contribución de unos 2.000 a la OTAN, incluyendo lógicamente a España. Esta es una de las guerras más caras de la historia, que consume dinero y vidas humanas con una regularidad tenebrosa, sin que se sepa exactamente quién es el enemigo y cuál es el objetivo que hay que conseguir. Primero fueron los talibanes, luego Al Qaeda y ahora al parecer el Estado Islámico, que amenaza con un peligro novedoso como sería la reproducción de una guerra a la siria


en territorio afgano. También es novedad el progresivo interés ruso y chino por mover fichas en un tablero donde hasta ahora jugaban solos europeos y estadounidenses. Aaron O’Connell, politólogo que asesoró al general Petraeus en Irak, sostiene la teoría de que en Afganistán se libran al menos cinco guerras distintas, algunas desde mucho antes de 2001, cuando empezó la actual. Hay una primera guerra secular de los pastunes, la etnia mayoritaria, contra las otras etnias. Hay otra tribal interpastún, entre los durrani y los ghilzai, que tuvo su extraña expresión en la derrota del emir Omar, un talibán ghilzai, y la entronización por los estadounidenses del todopoderoso presidente durrani Hamid Karzai. Hay una tercera entre religiosos reaccionarios y cosmopolitas progresistas, de la que salieron perdedores estos últimos con la derrota soviética en 1989. Una cuarta, menos visible, es el resultado de la proyección de la guerra fría entre Pakistán e India sobre suelo afgano, donde Karachi busca profundidad estratégica y recluta partidarios para la causa de la Cachemira disputada con Nueva Delhi. Finalmente hay una guerra intrapaquistaní, entre el régimen de Karachi y los talibanes paquistaníes, aliados de los afganos, que también se proyecta sobre el país vecino.

Grupo étnico Hazaras durante el funeral de las víctimas de un ataque suicida, el año pasado en Kabul

Las anteriores presidencias intentaron buscar soluciones integrales. Con la clara consciencia de que no había solución exclusivamente militar, sino que era necesario ayudar a los afganos a la construcción de un país estable. Trump sabe lo que quiere evitar, pensando sobre todo en su imagen, pero no tiene idea alguna respecto a cómo ganar esta guerra o al menos salirse de ella en un plazo razonable. Le acompaña el magro consuelo de que tampoco lo sabían sus antecesores. El politólogo Stephen Walt ha señalado que “EE UU está luchando en Afganistán desde hace tanto tiempo que ya es fácil olvidar por qué estamos allí”. “De hecho —ha añadido en un artículo en la revista Foreign Policy—, no estoy seguro de saberlo ni yo mismo”. Lo mismo sucede con el objetivo: si es vencer a los talibanes, destruir a Al Qaeda o conseguir que el país cambie, de forma que las mujeres afganas dejen de esconderse tras los burkas y las niñas acudan de nuevo a la escuela. La única justificación de la actual presencia internacional en Afganistán e incluso del incremento de tropas es el principio vigente en las tiendas de vajilla, en las que el cliente que rompe un plato lo paga. Difícilmente se puede defender una retirada total de Afganistán y mucho menos lavarse las


manos de sus guerras civiles cruzadas, después de invadir el país y fracasar durante 16 años en su estabilización. Otra cosa es que los países europeos de la OTAN quieran seguir practicando una solidaridad ciega con EE UU, en el momento en que su presidente tiene una dificultad innata para comprender los principios fundacionales de la Alianza Atlántica

¿Por qué no hay soluciones para la guerra de Afganistán? preocupados por quedar atrapados. Después de 16 años, temían que se hubiera diseñado “la receta para una guerra sin fin”, según explicó un embajador estadounidense que se reunió con los oficiales. No obstante, los generales “sintieron que no había más alternativa, por lo menos no una realista”, que continuar peleando una misión perdida, aseguró el diplomático. Esos generales eran pakistaníes y las reuniones con el embajador Tom Simons se produjeron en 1996. Simons le contó su experiencia al periodista Steve Coll en 2002, un año después de iniciada la misión estadounidense en Afganistán, que ha durado 16 años ya y que Donald Trump pretende mantener durante su mandato. Hay varias razones por las que el conflicto de Afganistán, tanto entonces como ahora, no puede solucionarse. La combinación de varios factores, como el colapso estatal, conflicto civil, desintegración étnica, así como la intervención de varios bandos, ha encerrado a esa nación en un círculo perpetuo que quizá esté lejos de cualquier solución externa. “No estoy diciendo que nunca funcionará la formación de un Estado en Afganistán, pero su consolidación desde afuera, como hemos estado intentando hacer hasta ahora, no puede funcionar”, afirmó Romain Malejacq, politólogo del Centro de Análisis y Gestión de Conflictos Internacionales en Países Bajos. Los esfuerzos liderados por Estados Unidos, a pesar de tener cierto éxito, han terminado fortaleciendo y acelerando los extensos círculos de violencia y división que han crecido desde la caída del Estado a inicios de la década de 1990. “Entre más seguimos, más división hay”, aseguró Malejacq. “Cada vez me siento más pesimista. Para ser honesto, realmente no sé cómo va a salir Afganistán de esto”.

Paises en desacuerdo

No poder lleguar a un acuerdo

Buscar metodos para entender

Igual a guerra

Que nunca se acaba


Bajas militares extranjeras165

País

Muertos

Estados Unidos

2403

Reino Unido

455

Canadá

158

Francia

86

Alemania

54

Italia

53

Dinamarca

43

Australia

41

Polonia

40

España

34

Otros países

177

Total

3539


La paradoja de la consolidación de la paz Al parecer hay una gran contradicción en el centro de la estrategia de Afganistán. Son necesarias dos condiciones para que cualquier agenda progrese: finalizar la lucha y reconstruir el Estado, aunque sea de forma paulatina. La paz y la gobernanza se fortalecerían la una a la otra, lo que crearía un espacio para alcanzar otros objetivos como exterminar de raíz el terrorismo y detener el éxodo de refugiados. Sin embargo, los académicos creen cada vez más que cuando un Estado ha fracasado de manera tan rotunda —como es el caso de Afganistán—, mejorar alguno de estos elementos podría entorpecer al otro. Ken Menkhaus, politólogo de Davidson College documentó esta dinámica en su estudio sobre Somalia, un caso que los expertos suelen comparar con Afganistán. Menkhaus encontró que los somalíes se habían adaptado a la desintegración de su país y establecieron sus propias instituciones locales informales, a menudo bajo la autoridad de los caudillos de la guerra. Esos sistemas estaban plagados de corrupción e injusticia, pero se sentían orgullosos de lo que calificaban como paz relativa. Entre más crecían estos grupos, mayor peligro representaban para el gobierno central. Según Menkhaus, reconstruir al Estado somalí se volvió “un ejercicio reproductor de conflicto”. Dipali Mukhopadhyay, politólogo de la Universidad de Columbia, afirmó que Estados Unidos había intentado trabajar ambos extremos de esta ecuación aparentemente sin darse cuenta de que “en realidad hay un conflicto entre estas dos misiones”. En ocasiones, Estados Unidos ayudó a la consolidación del Estado, bajo la lógica de que las instituciones afganas podrían imponer una paz más sostenible, aunque de manera más lenta. No obstante, eso creó tensiones entre el Estado, las guerrillas y los grupos armados que se formaron durante la ausencia de un gobierno central. Con frecuencia, el conflicto se hizo más violento y empeoró la inseguridad. En otras ocasiones, Estados Unidos contribuyó a la consolidación de la paz trabajando con los guerrilleros locales que podían combatir al régimen talibán e imponer orden, aun si se trataba de una sola villa a la vez. A corto plazo funcionaba, pero, según reveló un informe del inspector general para la reconstrucción de Afganistán en 2016, a largo plazo esa estrategia minaba al gobierno, aislaba a los afganos y contribuía a que el país se convirtiera en una serie de feudos gobernados por hombres poderosos cuyos intereses iban en contra de los objetivos estadounidenses. Incluso el gobierno afgano ha trabajado a través de milicias y guerrilleros locales cuya existencia socava su autoridad. Sin más opciones, Mukhopadhyay declaró: “Esa es, más o menos, la forma en que se juega este juego”.

Atrapado entre rivales Afganistán está atrapado en otra paradoja. Su ubicación lo pone a merced de varias potencias extranjeras que se beneficiarían de la estabilidad afgana, aunque también podrían verse en


desventaja si otro país llega a dominar. En consecuencia, prácticamente cualquier tratado de paz viable es inaceptable para alguna de las partes involucradas. Entre los mecenas de Afganistán se encuentran los rivales geopolíticos con mayor tensión entre ellos: Rusia y Estados Unidos, Pakistán e India, así como Irán. Cada uno tiene su propio grupo favorito para controlar la región. Aunque ninguno está satisfecho con el statu quo, no logran encontrar un acuerdo de paz en el que los cinco puedan sacar cierta ventaja, aunque no tanta como para dejar en desventaja a su rival. Por ejemplo, los generales pakistaníes que lamentan la tensión que la guerra ejerce en su país temen que el dominio de India en Afganistán sería peor, así que centran sus esfuerzos en debilitar a cualquier tribu que piensen que se ha aliado con su adversario. Estas decisiones han ocasionado que la política interna estadounidense favorezca el desarrollo de una guerra que pocos creen que se pueda ganar y una estrategia que es ampliamente considerada como fallida. Un acuerdo con el régimen talibán o un retiro unilateral significarían capitulaciones humillantes o mirar cómo el país colapsa todavía más sin hacer nada. Cualquiera de esas opciones traería alguna consecuencia positiva, pero también garantizaría un desastre político para el líder que la tome. También influyen las políticas partidistas. Los demócratas usan a Afganistán para protegerse de las críticas por oponerse a la guerra en Irak. Los votantes, quienes tienden a adoptar una postura referente a la política exterior según las opiniones de los políticos que les inspiran confianza, leen este consenso bipartidista como evidencia de que la guerra es necesaria. La carga recae sobre todo en jóvenes voluntarios, quienes protegen a la mayoría de los estadounidenses de las consecuencias de mantener una lucha que, después de años de decepción, preferirían poder ignorar.

Divisiones que se profundizan La diversidad étnica en Afganistán, aunque alguna vez fue estable, ha significado otro punto de división que ha causado el colapso del país. La guerra no comenzó como un conflicto étnico. Sin embargo, en medio del caos, las comunidades cerraron filas en grupos étnicos locales. Mientras peleaban por el control, sus divisiones crecieron: un círculo vicioso que se retroalimenta empeorando la violencia y creando barreras que obstaculizan la paz. Cuando los grupos étnicos se sienten vulnerables o expuestos por su etnicidad, la identidad se fortalece y crece la desconfianza hacia otros grupos, explican algunos científicos. “Es un círculo vicioso”, explicó Malejacq. “El conflicto sigue creciendo con el tiempo y las fracturas se vuelven más evidentes”. Casi se puede asegurar que un acuerdo de paz estable tendría que incorporar al régimen talibán, por ejemplo. Sin embargo, Malejacq piensa que, en este momento, una negociación de ese tipo sería rechazada por la mayor parte de la población del norte que considera que el Talibán es un peligro para los que no son pastunes.


Una identidad de grupo más marcada también debilita la autoridad y efectividad de las fuerzas lideradas por estadounidenses. Como extranjeros siempre serán ajenos a la vida local, lo que los pone en constante desventaja, según una investigación realizada por Jason Lyall de la Universidad de Yale, Graeme Blair de la UCLA y Kosuke Imai de Princeton. Estos expertos concluyeron que cuando las fuerzas estadounidenses afectan a los civiles, crece el apoyo al régimen talibán. Por el contrario, cuando el régimen talibán hiere a civiles, hay pocos cambios en la actitud. Argumentan que esto se debe a un sesgo a favor de los talibanes que resultan más familiares en comparación con los extranjeros. Mientras el conflicto se desgasta y los civiles inevitablemente se ven atrapados en el fuego cruzado, estos sesgos inclinan a los locales de forma evidente en contra de los extranjeros y condenan al fracaso los esfuerzos extranjeros por conseguir la paz.

Años y centurias

Figura 1. El presidente de los EEUU George W. Bush en 2001. 20 septiembre 2011 White House photo by Eric Draper. Fuente: Wikimedia Commons

Al preguntarle sobre cuáles serían los éxitos relevantes en la situación de Afganistán, Mukhopadhyay explicó que la investigación sobre la consolidación del Estado a menudo se concentra en la Europa medieval.

El Afganistán actual es muy diferente del de aquella época, pero la comparación es un testimonio de la inmensidad de esa tarea. Los Estados europeos se fueron construyendo a lo largo de siglos, una proeza que Estados Unidos quiere lograr en unos cuantos años. Mukhopadhyay sostiene que la reconstrucción de Afganistán tomará muchos más años que los previstos por los estrategas estadounidenses, y quienes hacen las políticas deben pensar en un proceso que “involucre a varias generaciones”. Malejacq mencionó a Liberia cuando se le preguntó por algún caso comparable. Sin embargo, ese país solo detuvo su colapso cuando Charles Taylor, un guerrillero brutal, se consolidó en el poder. Liberia se hundió en una segunda guerra civil antes de lograr una estabilidad más duradera. Décadas después, sigue sumida en graves conflictos. Malejacq cree que la desintegración de Afganistán ha llegado a tal punto que el Talibán, la analogía más cercana a lo que representó Taylor en Liberia, quizá no sea capaz de lograr esta tarea. “No creo que tengan el poder necesario para controlar todo el país”, aseveró.


¿Por qué no hay soluciones para la guerra de Afganistán?

En público, los militares apoyaron la intervención en Afganistán; sin embargo, en privado, estaban preocupados por quedar atrapados.

“No estoy diciendo que nunca funcionará la formación de un Estado en Afganistán, pero su consolidación desde afuera, como hemos estado intentando hacer hasta ahora, no puede funcionar”, afirmó Romain Malejacq, politólogo del Centro de Análisis y Gestión de Conflictos

Hay varias razones por las que el conflicto de Afganistán, tanto entonces como ahora, no puede solucionarse. La combinación de varios factores, como el colapso estatal, conflicto civil, desintegración étnica, así como la intervención de varios bandos, ha encerrado a esa nación en un círculo perpetuo que quizá esté lejos de cualquier solución externa.

“Entre más seguimos, más división hay”, aseguró Malejacq. “Cada vez me siento más pesimista. Para ser honesto, realmente no sé cómo va a salir Afganistán de esto”.


La situación actual de Afganistán

La posguerra en Afganistán ha sido dura, incrementándose los atentados y las muertes de militares y civil año tras año, aunque en 2012 y 2013 ha habido un descenso en el número de bajas. Tras la muerte de Bin Laden el 2 de mayo de 2011, después de la operación militar “Lanza de Neptuno” por parte de EEUU en Pakistán, ha conseguido reducir la lucha de los talibanes contra EEUU y el nuevo gobierno afgano que nación tras la caída política del régimen talibán. La democracia implantada por EEUU no se ha consolidado y Afganistán se podría considerar como un estado fallido. Está previsto que las tropas de EEUU no tarden mucho tiempo en retirarse del país.


Afganistán puede acabar con Daesh en su territorio si le dan armas Señaló que a través de Afganistán los yihadistas buscan infiltrarse en Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. "Decimos a todos: vamos a luchar mientras están en nuestro territorio (…), si logramos resistir todo será tranquilo, ahora que nos den las armas y los pertrechos", señaló Gaiur. El encargado declaró que Afganistán no sabe el número de los que engrosan las filas de Daesh, "pero dicen que son entre 2.000 y 4.000 por todo Afganistán". La influencia de Daesh en Afganistán ha aumentado. Por otra parte, el movimiento radical Talibán, que anteriormente ocupó grandes territorios en las zonas rurales de Afganistán, lanza sus ofensivas contra ciudades importantes. El Talibán y el Daesh se consideran grupos rivales y ya se habían enfrentado en el territorio de Afganistán.

¿Qué planes tiene EEUU para Afganistán? Las consecuencias de una posible retirada rápida de las tropas estadounidenses de Afganistán son inaceptables, declaró el presidente de EEUU, Donald Trump. De acuerdo con el mandatario, una retirada creará un vacío, que utilizarán los terroristas. Estados Unidos y sus aliados entraron en Afganistán en 2001, luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de ese año en Nueva York y Washington. La misión en Afganistán concluyó en 2014, mientras que el 1 de enero de 2015, la OTAN anunció su nueva operación en el país, bautizada Apoyo Decidido, para entrenar y asistir a las fuerzas de seguridad afganas. Más de 9.000 efectivos militares estadounidenses permanecen en Afganistán, a los que se suman unos 5.000 soldados de la OTAN. Según los datos oficiales, EEUU perdió en Afganistán 2.264 militares y especialistas civiles y más de 20.000 personas resultaron heridas.


EEUU empezó acciones en contra de Afganistán, cuando el régimen no quiso entregar a Osama Bin Laden y llevo a empezar la guerra para derrocar al régimen talibán. Las acciones militares que tomo EEUU logran derrocar al régimen tomando ciudades, sin embargo, en 2001 creía haber ganado la guerra aun que no había cumplido su objetivo principal el capturar a Osama Bin Laden los talibanes no dejaron de luchar así teniendo en su poder aun algunos territorios. ¿Por qué se hizo la guerra? Realmente la guerra se hizo por el cansancio de las personas a causa de la violencia causada sobre los afganos, el costo financiero ¿Que se logró? Como primer logro o desgracia para algunos la muerte de Osama Bin Laden que fue asesinado en Pakistán, algunos afganos se hicieron completamente ricos en presencia de Estados Unidos. Muchas personas resultaron heridas o muertas a causa de este conflicto. Porque el conflicto no se puede solucionar: hay varios factores, pero algunos de ellos son el colapso estatal, conflicto civil.

Soldados estadounidenses en un pueblo a unos 140 kilómetros al noroeste de Kandahar, Afganistán, en 2006CreditTyler Hicks/The New York Times

En 2001, las tropas de la Alianza del Norte caminaban hacia la vanguardia en el distrito de Bangi, ubicado a las afueras de Kunduz, un bastión talibán.

En 2006, soldados estadounidenses de la 10.ª División de Montaña buscan refugio y les gritan a los demás que se retiren de la línea de fuego después de que los combatientes talibanes los emboscaran en un valle mientras patrullaban el pueblo de Hazarbuz, al sur de Afganistán. CreditTyler Hicks/The New York

En 2002, soldados estadounidenses en la base aérea de Bagram, ubicada al norte de KabulCreditTyler Hicks/The New York Times

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Cibergrafía. Adolfo Rafael Rodríguez Santoyo. (2015). Fundamentos de mercadotecnia documento en línea: http://www.eumed.net/libros-gratis/2014/1364/index.htm Consultado: agosto 16, 2017 16:00 Luis Bassets (2017). Afganistán, la guerra de nunca acabar https://elpais.com/internacional/2017/07/07/actualidad/1499444790_265189.html Consultado: septiembre 4, 2017 7:00 MAX FISHER (2017) Por qué no hay soluciones para la guerra de Afganistán https://www.nytimes.com/es/2017/08/29/por-que-no-hay-soluciones-para-la-guerrade-afganistan/?mcubz=3 consultado: septiembre 4,2017 7:15 José Palanca (2017) La Guerra de Afganistán https://www.lacrisisdelahistoria.com/guerra-de-afganistan/ consultado septiembre 4,2017 7:25


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