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prologo
Primera edicion: diciembre 2018 Diseño portada: samir meriño Maquetacion: samir meriño Autor: ivan fontalvo Reservados todos los derechos. no se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperacion de informacion ni transmitir alguna parte de esta publicacion, cualquiera que sea el medio empleado -impreso electronico,fotocopia, etc- sin el permiso previo de los titulares
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“Tengo el enorme agrado de presentar esta obra maestra, cuyo autor no solo es un colega si no el amigo toda una vida. Si bien aprecio todo el trabajo realizado por este excelente escritor considero importante confesar mi preferencia por esta última creación. A continuación explicaré por qué. Si bien sus trabajos anteriores se caracterizan por su realismo y brillante redacción, a esta obra se le suma un exquisito trabajo periodístico, Es notable la sencillez con la que se explican acontecimientos muy complejos que nos permiten a los lectores sin conocimientos específicos del tema, comprender sin mayores dificultades el tópico elegido. Esta es una obra que pueden disfrutar grande y chicos, incluso una buena escusa para crear un vínculo. Confío que este libro pasará a ser un clásico en las bibliotecas de muchas familias y un buen material de estudio en secundarios y universidades. Esto se debe a la riqueza tanto en información que se nos brinda, como en el plano artístico que nos ofrece este artista. Agradezco el espacio para compartir con los lectores los sentimientos que me generó esta obra y felicitar al escritor por su excelente trabajo.”
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contenido *Guía para ser poeta.................................................7 *Quiero decir que no................................................8 *Nada........................................................................10 * Cuentas alegres en una noche triste...................11 * Mentira....................................................................13
* Mierda.....................................................................14 *Los poetas..............................................................17 * Esa sonrisa............................................................18 *La página en blanco...............................................20
* Despedida..............................................................21 *El actor....................................................................22
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Guía para ser poeta De los cuatrocientos amigos que tengo en Facebook, trescientos noventa son poetas. Los otros diez se dedican a oficios menos desventurados, de verdad trabajan, como dice mi esposa. Que existan tantos poetas no debe ser bueno para la economía porque la cantidad de poetas es directamente proporcional a la cantidad de fracasados. Así que si usted quiere ser poeta, de corazón le digo: piénselo. Todavía quedan vacantes para trapecistas, bomberos, atracadores, bandiduchos de burdel. Si aún así continúa con la idea, le voy a contar que para ser bueno en la poesía se debe ser malo en todo lo demás. A la poesía no se llega de primero, se llega de último. De modo que los grandes poetas seguramente fueron antes malos cuentistas o pésimos novelistas. Entonces, sea malo: desee a la mujer del prójimo, róbese un libro, insulte a un minusválido, no le ceda el asiento a las ancianas en el autobús. No hay virtud en ser poeta si no se escribe desde el fango. Adopte un vicio: barbitúricos o tequila. Vuélvase mierda, mi amigo. Si sobrevive, entonces coja un pedazo de papel y escriba. Seguro que algo bueno le sale. Y si no, no se preocupe, ya a esas alturas de la vida habría de estar acostumbrado a ser un imbécil.
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Quiero decir que no Me dijeron que no en el banco, en el bar, en el metro. Me dijo que no la pelada con la que andaba saliendo, el portero, el vendedor de periódicos, la de los menjunjes. Me dijo que no el cartero, la florista, el librero, el vago de la esquina, el puto ventilador de mi cuarto. Fui al cine y vi el Jorobado de Notredame; miré el calendario: noviembre. Me dijo que no el que vendía snacks, el que vendía fracs, el que vendía crack. Me rechazaron en el stripper, en el estadio, en la universidad. Fui a un concierto en el Bogaloo ¡nada más triste!: Do-re-mi-fa-sol-la-no. Me devolvieron un poema en el periódico y al día siguiente publicaron un poema peor que el mío. Se negaron a atenderme en el hospital la tarde en que me fracturé la pierna izquierda. No me vendieron medicinas, ni cigarros, ni fósforos, ni condones. Y ahora una estudiante que hace una nota sobre perdedores ilustres me pide una entrevista, una corta, y yo quiero decirle que no, me muero por decirle que no, pero adivinen.
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Nada Construimos nuestras ilusiones oyendo canciones en inglés que no entendíamos, viendo películas de bajo presupuesto que no nos gustaban, leyendo libros de cuyos títulos no nos acordamos, y tú vienes ahora cuando ya se acabaron los cigarros y el vodka y el teatro, y me preguntas sin mirarme (ni siquiera con tristeza, ni siquiera con lástima) qué fue lo que pasó con nosotros. Nada, mi amor, nada. Exactamente eso. Fuimos una canción en inglés, una película de bajo presupuesto, un libro sin título.
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Cuentas alegres en una noche triste Si hago algunos cálculos, creo que he invertido miles de horas de mi vida en escribir poesía. No sé si “invertir” sea la palabra justa. Tal vez he perdido esas horas. Tal vez las he desperdiciado. Porque podría haber ocupado ese tiempo en ver películas dramáticas o en escuchar Rock and Roll o en contar estrellas en las noches de verano o en ver porno o en leer libros de otros poetas a los que nunca les haya preocupado dilapidar su tiempo. Pero uno siempre hace sus cuentas cuando ya se venció la hipoteca. Y entonces no queda más remedio que escribir un poema sobre la hipoteca o sobre las cuentas, y pensar en los textos que hay que vender y en los concursos de poesía que hay que ganar para poder comer otra vez langostinos en la playa. <<Es el problema de la vida, que pasa rápido como un Ferrari>> me dijo una vez una amiga, cuando todavía estaba a tiempo de arrepentirme. Pero no le hice caso. Tal vez porque era fea como un pavo viejo, tal vez porque estaba muy ebrio ese día, tal vez porque nunca en mi vida había visto un Ferrari. Ahora, de todos modos, nada de eso importa. Terminaré este poema y escribiré otro más, también quejándome. Caerá sobre la ciudad un aguacero de medianoche para afilar cornisas, y yo saldré a bañarme, desnudo como los fantasmas, y no pensaré en nada, en nada, absolutamente en nada.
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Mentira Tu pregunta en el recuentro me recordó el sillón mullido esperando mi esperanza las dos tazas de café que se resisten a ser una esa película hermosa que no tiene sentido sin la almohada de tus piernas la inmensa cama, vasto desierto en el que cada noche muero de frío. Tu pregunta, una cuestión tan fácil y tan cruel. Te juro que fue morirme cuando entornaste los ojitos de botones y lanzaste al viento la consulta. <<¿Me extrañas?>> dijiste. Y de este lado adentro se fundieron lámparas y se quebraron vidrios. Afuera, en cambio, la mentira. <<No>> respondí.
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Mierda Así estaré yo de jodido que el sol ya no se mete a rastras por la ventana rota. Tendrías que ver cómo las ratas roen las uñas de mis pies, cómo la laptop está llena de troyanos, cómo se pudren los trozos de pizza apilados en la nevera. Así estaré yo de jodido que ahora leo a Coelho, me la paso todo el día metido en unos calzoncillos hediondos y estrechos, y así, en calzoncillos, abro la puerta: <<No, no deseo ayudar a los sordos, púdrase ¿No escuchó?>>. Y veo en el frente los abrojos creciendo en el jardín, los grafitis de los adolescentes estúpidos que pintan sus corazones rotos en toda mi fachada. Cierro la puerta. Respiro. Siento el ajetreo de las cucarachas en la cocina. Prendo la radio: mierda. Prendo la T.V.: mierda. Me miro en el espejo quebrado: mierda por doquier. Así ando yo de jodido ahora, así ando. Pa´ qué te fuiste tú, si bien sabías que esto iba a pasar. Pero ya que te largaste, mucho te convendría no volver. Hay serpientes en el patio. El timbre no funciona. Murió Paul McCartney. Mejor no vuelvas, muchacha, que no bien te vea puedo darte un puñetazo o un pellizco, y después un beso, uno largo, y luego se te queda el olor pegado. El olor a mierda, claro. El olor recalcitrante a mí sin ti.
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Los poetas Un hombre me preguntó una vez que cómo hacía para escribir poemas tan buenos. Yo le dije que para que un poema sea bueno uno debe creer ciento por ciento que es bueno, nada más que eso. Él, por supuesto, se lo tomó en serio. Pronto empezó a publicar sus poemitas de mierda en los suplementos de los diarios, a ganar dinero y seguidores y prestigio. Fíjese lo fácil que es llamarse uno mismo poeta. O que algunos lectores lo llamen a uno poeta. O que unos cuantos poetas de las cercanías le digan a uno poeta. Fácil escribir tres frases disonantes y decir que es un poema. Sentarse sobre un diván con la cabellera alborotada y la barba crecida, decir estupideces maquilladas, contar una anécdota sin sentido y mencionar el ritmo, el tono y la cadencia. Empezar a fumar o continuar fumando. Emborracharse seguido. Enumerar entre las predilecciones literarias a los autores que nadie conoce y despotricar de los maestros de siempre. Dejar de vivir la vida real. Conocí a otro hombre alguna vez en un bar en el que trabajé largo tiempo. Escribió en el revés de una servilleta lo siguiente: <Tres whiskys y un beso, carajo. Esos son los números de la felicidad>;. La verdad sobre los excesos nunca fue dicha de un mejor modo. Pues he aquí que el hombre se apartó de la barra y abandonó el bar en silencio. Supongo que nunca nadie lo ha llamado poeta. Supongo que jamás sabrá lo buen poeta que es.
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Esa sonrisa Ahora sonríes con una falsa sonrisa, con tus perlas ocultas detrás de una maraña de alambres de corrección. Cada vez que te veo con tu nuevo amor, cuando le regalas el destello metálico, yo respiro aliviado. Me queda la certidumbre de que fue mía la sonrisa de verdad, la de los dientes chuecos, la sincera.
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La página en blanco
Despedida
Hay una historia sobre un escritor que tuvo una traumática experiencia con la página en blanco. Miraba la luminosidad de la hoja de Word y nada se le ocurría. Una noche no aguantó y se colgó del cuello con una cuerda en su apartamento de soltero.
Si es que ahora quieres irte pues puedes irte sin miedo, con calma, sin desespero, sin apresurar tu adiós. De todos modos el tiempo sobra cuando de irse se trata. Tiempo sobra para empacar idilios. Tiempo sobra para dejar grabado en el espejo el sonido de una imagen querida. Pero si aún así tienes prisa por marcharte, tómate dos milésimas de siglos para pensar en mí. En lo mucho que te amo odiándote. En lo que tu paciencia podría darme.
Si esto fuera cierto debería empezar a preocuparme. He descubierto que entre más avanzan los años más esquivos son los poemas. Los malditos parecen gallinas espantadas y la mayoría de veces lo único que queda de ellos son plumitas dispersas sobre la laptop. ¡Ah! Pero a los veinte era otra cosa. No bastaban las manos para las malas ideas. Supongo que la vejez de los veintisiete trae consigo más perdidas que ganancias. En realidad no hay tantas cosas sobre las cuales escribir: el amor es una idea a veces absurda, la guerra no cabe en estas letras que no disparan, el horizonte es una delgada línea al final de la esperanza.
No pido que no te vayas, pido que tengas calma para hacerlo. Porque en el adiós no existen afugias discutibles y si tú quieres marcharte lo único que voy a pedirte es lentitud. Dame tiempo para aprender a despedirte. Dame tiempo para empezar sin prisas a extrañarte.
Empieza ahora a seducirme el cuchicheo de la cuerda oscilante, el susurro de las vigas del techo. El viento está soplando, el poema terminó, la hoja no está vacía. ¡Qué lástima!
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El actor Si supiera mi esposa de qué van mis poesías. Si lo supieran mis padres, mis amigos que no leen poemas y mi perra, probablemente estaría divorciado, huérfano, sin conversaciones terrestres ni pelo sobre el sofá. Me visitarían los cantantes de Rock para pedirme sugerencias. Los dibujantes de cómics para escuchar mis historias. Los asesinos en serie para no aburrirse. Estoy seguro de eso y de otras cosas menos crueles, como que me rechazarían en la biblioteca y me abrirían las puertas en los burdeles, que las ancianas me mirarían feo y las peladitas del barrio con emocionados ojos de sorpresa, labios mordidos y esas cosas de esta generación. Está bien claro que me largarían del club de puritanos al que pertenezco, y que los del siquiátrico empezarían a ofrecerme sus tarjetitas de consuelo para que los llame cuando los necesite, que sería más pronto que tarde según ellos. Lo bueno de mí es la capacidad que poseo para la mentira. Eso y nada más. Nunca se sabrá de mis poemas en la farsa de mi vida, y no habrá de saberse de mi vida en la falsedad de mis poemas.
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samir meri単o castro diagramador (santo tomas atlantico ,2001) naci un 9 de julio de 2001 mis padres son Maria castro y Esmeli meri単o ,vivo en mi municipio de origen santo tomas ,termine mis estudios y gradue de bachiller tecnico comercial con un curso tecnico en el sena de mercadeo y ventas actualmente me encuentro estudiando en la universidad ITSA el programa de dise単o grafico cursando 3 cuatrimestre viajo todos los dias por 2 horas en transporte publico para llegar a mi lugar de estudios y igual de retorno a mi casa graduare como tecnico laboral en produccion grafica y multimedial a finales de a単o 2020 y me enfrentare a el mundo laboral
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agradecimientos a la profesora Daniela villa por su gran labor al enseĂąarnos todo lo necesario para realizar este trabajo final vienso los frutos de todo el esfuerzo que tuvimos que realizar durante este cuatrimestre agradecerles a mis padres por el apoyo tanto economico como moral al afrontar esta dificil pero no imposible meta que es graduarcomo diseĂąador grafico
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Sonrío y Lloro-Koldo Fierro Fuente: https://frases.top/poemas/ (Protegido bajo Licencia Creative Commons). Muy sencillo: si no quieres que te denunciemos tienes que enlazar la fuente cuando publiques nuestras frases. A veces siento tristeza y no lo entiendo pues dinero y familia no me faltan pues salud y amigos no me fallan A veces siento alegría y no lo entiendo pues no tengo quien me quiera pues no tengo quien lo sepa y sin embargo todos dicen: sonríe, que las penas se irán diluyendo Sonrío y lloro. Y no lo entiendo. Fuente: https://frases.top/poemas/ (Protegido bajo Licencia Creative Commons).