Leyendas Populares de El Salvador

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Leyendas Populares de El Salvador


Leyendas Populares de El Salvador La realización de este libro parte del objetivo de promover en los niños y niñas el gusto por la lectura, la preservación de nuestra cultura, de nuestras leyendas populares dentro y fuera del país. Es un libro compuesto de maravillosas lecturas populares dentro de la cultura Salvadoreña siendo seleccionadas e ilustradas de la mejor forma posible.

Diseño de Cubiertas: Samuel Álvarez Ilustraciones: Samuel Álvarez Contacto: samuel.travesia@gmail.com


Leyendas Populares de El Salvador

- El Cipitio - El Cadejo - El Padre Sin Cabeza


El Cipitio A la Chenta le gustaba dormir mucho, Juana su mama la sacudió ---levántate chenta es --¡hora dir al molino!--- la chenta pataleo frenéticamente…. ---Déjeme solo un ratito mas mama…. ---Vaya pero solo un ratito.--La Chenta es la hija mayor de la Juana y Pencho, una cipota chulisima de 15 años, de ojos grandes y pispiretos, pelo largo hasta la cintura, que ya entraba en la época de la coquetería, su forma de caminar decía mucho de ello, le gusta que los cipotes la vean y le digan piropos al pasar. Por fin se levanto, se lavo su linda carita, se peino muy bien, y con el guacal de maíz se dirigió hacia el pueblo, que no estaba muy lejos, a unos 2 kilómetros más o menos, empezó a caminar y por las veredas, los pájaros parecían alegrarse al verla pasar. Con el coro de pajaritos empezó a cantar, era la bicha más feliz, corriendo por este paraíso terrenal, tiene las más bellas flores silvestres, llena sus pulmones de aire puro, y deja que el viento mañanero acaricie su rostro de cachetes rosados, el sol también parecía feliz con su presencia y pintaba el paisaje matinal con mil colores, -esto solo se ven en la campiña salvadoreña.- Dejo la vereda de flores y siguió el camino de los majonchos, nombre debido a que pasaba en medio de las plantaciones de guineo donde abundan precisamente los de esta clase. A medio camino, esta vez fue distinto, su corazón dio una voltereta al sentir que la vigilaban, alguien la seguía, pudo escuchar sus pasos con el crujir de las hojas secas, se detuvo, se agacho y empezó a vigiar para todos lados pero no vio a nadie, se levanto lentamente siguió su camino cantando, muchas florcitas caían a su paso y la Chenta simplemente las pisoteaba… aquellos pasos seguían a los suyos, aligero su caminar y los ruidos también, nuevamente se detuvo, paro la oreja para escuchar mejor los ruidos, pero todo se detuvo, con voz entrecortada grito ---¡oyó!…. ¡quien anday!, ¡quien vive!---Rezó para que no le respondieran, todo fue silencio, siguió con su caminar ahora con muchas prisa, y los pasos la seguían, de pronto una piedrita le paso zumbando por las patas, la Chenta no volvió la cara, empezó a correr y los pasos también, nuevamente las piedritas le pasaron por la cabeza, le pegaron en la espalda, ya encáchimbada se detuvo, porque la Chenta era una cipota valiente, muy pencona, nunca se le achicopalaba a nada, recogió varias piedras y empezó a lanzarlas por todos lados, ---- a ver si te gusta, cuando te apedreyan... indio carechucho... si te agarro te doy un filazo con el tunco.... una risita se escucho detrás de las matas de guineo, a la Chenta le dio miedo y curiosidad se acerco lentamente con dos tetuntes en sus manos, listos para ser lanzados al menor avistamiento, al darle la vuelta a la mata solo vio unas huellas, era de un niño; por el tamaño, este no pasaba de los 10 años, llevo su mirada hacia donde las huellas se dirigían, algo la impulso a seguirlas, empezó a caminar, y recibía los impactos de pequeñas piedras en su cuerpo, cada brinco que pegaba, se escuchaba una risita, que ya era muy molesta, la Chenta solo esperaba poder ver al cipote para darle su pedrada por

El Cipitio



bayunco, las huellas nunca terminaban, de repente se topo con un montón de cascaras de guineo, quien fuera había devorado por lo menos unos 3 racimos, nuevamente los pasos, las risitas y esta vez le llovieron cascaras de guineo en todo su cuerpo, la alarma sonó en la cabeza de la Chenta y se dio cuenta que se trataba de un espíritu, cerró los ojos lanzo las piedras que llevaba en las manos a diestra y siniestra, se dispuso a pegar la guinda, pero cuando quiso correr, se quedo paralizada, -¿dónde estoy? -se preguntó-, conocía muy bien todos esos terrenos pero esta vez, se encontraba completamente desorientada, sin saber donde estaba, trato de seguir la huella de regreso, sin embargo no iban a ninguna parte, la poza del sapo debe de quedar detrás de la quebrada, pero al llegar parecía el mismo lugar de donde venia, miraba hacia arriba queriendo ver algún árbol que le sirviera de guía; los pasos seguían y las risitas también, la Chenta ya asustada, sudando a mares y con los cachetes mas rojos que nunca, corrió, sin saber hacia donde solo quería estar en movimiento, el camino era el mismo, por más que corría, las risas perseguían su huida, ya asustada en verdad, impotente; la Chenta se sentó a llorar, estuvo llamando a su mama, cuando paró de llorar se quito las manos de la cara y abrió los ojos, vio la vereda frente a ella, estaba simplemente en la mata donde las huellas empezaban, se levanto lentamente, se limpio los ojos y los mocos con el delantal, tomo su guacal y siguió su camino, sentía la cabeza atarantada, pero liberada, se dirigió al molino a toda prisa. Al regresar a la casa la Juana la interrogo, --- criatura que te pasó que te entretuviste tanto, tu tata se jue sin comer, ---le voy llevar la comida a la milpa, ¿qué te paso?. ----es que el molino estaba lleno mama-----ya ves mañana te vas temprano, por no quererte levantar te quitan el puesto--La Chenta ayudo a su mama a echar las chengas, de pronto una piedrita cayó en el comal, luego otra, las risitas volvieron a escucharse, un tremendo miedo se apoderó de la Chenta, corrió donde su madre a contarle lo que le pasaba, la Juana adivino, este jodido no es más que el Cipitío que te ha volado ojo, como solo de coqueta andas, ese es el que ha venido a comer ceniza todos estos diyas a la casa, porque se ha prendido de vos, pero hoy lo jodemos para que te deje en paz... Por consejo de su mama la Chenta salió con su plato para comer al aire libre, está le aconsejo cuando te tire piedras, sonreí y hace que te siga, te vas para el escusado y te sentas frente a la taza y allí comes, el cipitio es muy asqueroso, si sos chuca no te va querer y te dejará de joder; la Chenta así lo hizo; al dar los primeros bocados, las risitas se convirtieron en insultos de pura jerigonza, al volver sus ojos observó un cipote lleno de tile, con tremenda panza, un ombligo prominente a punto de estallar, con sombrero de palma puntiagudo de grandes alas que le cubría hasta la jeta, una camisa y un pantalón cuto de manta muy raídos, un gajo de guineos en su mano, los caytes al revés, ya que sus pies también estaban volteados; levanto su sombrero y su mirada brillante y traviesa ahora convertida en fulminante se clavo en los ojos de la Chenta, con cara de asco vomito ceniza, luego ante sus propios ojos desapareció.

El Cipitio


El Cadejo Este ser mitológico, era representado por un pequeño animal, muchos veían al cadejo como un espíritu maligno y otros como un espíritu protector, El Cadejo tenía el aspecto de un pequeño perrito, con la diferencia que en tenia pezuñas (casquitos como los da las cabras). Dicen que había de color blanco para las mujeres y de color negro para los hombres, pero es muy poco lo que se sabe de eso. Lo cierto es que el cadejo se acercaba a la persona menos esperada y le seguía, los que tenían un poco de valor trataban de sentirse bien que el cadejo les acompañara, El Cadejo sabía lo que alguien pensaba y cuando este se sentía bien con él, él le cuidaba, lo malo era atemorizarse y tratar de hacerle daño, de repente se iba convirtiendo en un animal más y más grande hasta llegar a la proporción de un salvaje toro que perseguía a sus víctimas... Pero quienes se acostumbraban a El Cadejo, cuentan que este llegaba a dormir junto a ellos para cuidarle de malos espíritus o de alguna persona que quisiera hacerle daño, El Cadejo era un fiel guarda espaldas, hasta que la persona se iba lejos del lugar o se casaba. Cuentan que en un lugar, un viejo pueblo vivía un joven, cerca de las costas, por los lados de Jucuaran, Usulután... Pues este tenía una su novia que iba a visitar todas las tardes a un pueblo vecino. Uno de esos días se le apareció una gran chanchona (cerda) negra que se paró al centro de la calle, el joven sintió una corriente nerviosa por todo su cuerpo... y con cuidado desenvainó su machete, el cual mantenía bien filudo. Aquel gran animal le gruñía trataba de morderlo, el defendiéndose le aventaba machetazos que solo rebotaban en el lomo de aquel fiero animal… la chancha trataba de moderlo pero él se defendía como podía... hasta que tuvo la oportunidad de medio cruzar el camino y emprendió carrera abierta, sentía la chancha que lo seguía... pero ya casi llegando al pueblo el animal se regresó... el llego muy asustado a sus casa y temblando, le conto lo sucedido a su familia, alguno sospechaban que la chancha era un joven de otro pueblo vecino que estaba enamorado de su novia y quería alejarlo a todo lugar, el cual conocía sus cosas y que se convertía en una gran chanchona, muchos aseguraban haber visto aquel joven vecino meterse a una huerta y salir de ahí una gran chanchona, pero el joven quiso mejor no creer y pensar que había sido un susto... iba a ver a su novia siempre, pero se venía antes que anocheciera... Un día de esos sintió que unos pasitos como de cabrito le seguían, el pensó de repente que podría ser la chancha, pero no sentía temor, y él se paraba y se paraban los pasos, el asombro fue cuando los pasitos se acercaron y de repente vio a la par un pequeño animalito oscuro que caminaba junto a él, pero tenía pezuñas como los cabros, pero el joven no sintió temor, de repente comprobó que era el cadejo, y se sintió tranquilo y siguió su paso, el cadejo le acompaño hasta cerca de su casa... y casi todos los días El Cadejo lo acompañaba a la ida y al regreso, y algunas noches el joven sentía que el animalito estaba debajo de su hamaca, pero se sentía protegido. Un día de esos cuando el joven estaba disponiéndose a agarrar camino a donde su novia, se le unió El Cadejo, el cual se le atravesó al centro de la calle y no lo dejaba pasar, el joven se armó de valor y le hablo y le dijo: Que pasa? el animalito solo lo miraba pero no lo dejaba pasar... el joven haciendo caso al Cadejo se regresó a su casa, cuál fue su asombro cuando llegaron a

El Cadejo



contarle que tuviera cuidado porque ese día había estado esperándolo el otro joven, junto a otros que querían matarlo, de repente el comprendió que El Cadejo lo había salvado, desde ese día siempre cargaba una pistola... Pues sucede que un día de esos no lo acompañaba El Cadejo cuando estaba en medio de los dos pueblos, en lo espeso de la montaña, de repente se apareció la gran chancha gruñendo y el joven saco su pistola y le disparo, pero lo raro es que la pistola paso los 6 tiros y ninguno reventó, y la chancha hasta botaba chorros de baba como burlándose, y comenzó a atacarlo, de repente la chancha se quedó quieta y mirando fijamente, como asustada, miraba al lado del joven, cuando el joven vio, era el cadejo que estaba a su lado, pero estaba con los ojos rojos y botaba baba blanca de su trompa, en un abrir y cerrar de ojos, El Cadejo se abalanzo sobre la chancha, agarrándola a mordiscos y a revolcarla por aquel pedrero, casi no se veía por el polvo, solo se oían los chillidos de dolor de aquel animal el cual al menor descuido salí huyendo mal herida. El cadejo quedo al centro de la calle, sus ojos estaban prendidos y solo volvió a ver a su amo y de repente desapareció, el joven asombrado se regresó a su casa, cual peor fue su asombro al siguiente día, cuando se regaba la noticia que habían encontrado al joven del otro pueblo, todos malherido en una huerta, como si un león lo hubiera atacado, casi estaba muerto. Desde ese día El Cadejo fue el único acompañante de este joven, La chancha no se volvió a parecer jamás... El Cadejo lo quería tanto que lo acompañaba aun después de haberse casado.

El Cadejo


El Padre Sin Cabeza Todos los viernes al filo de la media noche, del portón mayor de la iglesia del rosario sale El Padre Sin Cabeza. Al salir del atrio agarra sobre la Sexta Avenida, hacia el norte; pasa frente al popular, dobla la esquina del gimnasio en la 6ª. Calle Oriente y 6ª. Avenida Norte y baja. Poco después de media cuadra, desaparece y vuelve a aparecer, entrando al atrio de la iglesia La Merced; se le ve atravesar el atrio y entrar en la iglesia con la puerta cerrada. En ocasiones se le mira paseándose por todo el atrio y subiendo al campanario. Otras veces lo ven pasando por el puente La Vega; subiendo la cuesta; paseándose en el atrio y entrando en la iglesia La Vega, también con las puertas cerradas. Existen una infinidad de versiones: según la creencia popular, El Padre Sin Cabeza es el alma en pena de un sacerdote que falleció en pecado mortal, sin confesión, y que había perdido la cabeza por una pasión amorosa. Otra versión es que este es el alma de un Padre que lucho junto en una revuelta con unos campesinos, que fue asesinado (decapitado).

El Padre Sin Cabeza





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