C
Dulce apricho
Entrevista a
Sandra Plevisani Las mejores recetas caseras!
La repostera mayor del Perú
En la Bodega de la Trattoria, uno de los restaurantes más apetecidos del limeño barrio de Miraflores, cada postre es una obra de arte. Todos saben, sin embargo, que el imprescindible es la Bocanera de chocolate: un bizcocho de chocolate con centro líquido caliente, acompañado de bolas de helado de vainilla y canela, espolvoreado con pecanas y decorado con rulos de caramelo. Sencillamente, espectacular. Detrás de la Bocanera de chocolate está Sandra Plevisani (45), considerada la mejor repostera hoy en el Perú. En los cuatro restaurantes que tiene con su marido, el también chef y ex animador de televisión Ugo Plevisani, la mitad de las ventas provienen de los postres, cuando la ecuación normal es de 70 por ciento por la comida y 15 por los dulces. El éxito de Plevisani no se queda ahí: Su programa “Dulce Secreto”, emitido por la señal del cable, lleva tres años de alta sintonía, y sus libros de recetas -publicados en varios países de América Latina- se venden como pan caliente. Y sin embargo, ahí está Sandra, todos los días a las 8 de la noche en alguno de sus restaurantes, velando porque cada plato salga en su punto y bien presentado. Alta, de pelo color miel y piel bronceada, parece más una deportista que una repostera. Trota 10 kilómetros diarios, hace spinning, pesas y juega tenis. Es difícil imaginar que pase la mayor parte del día batiendo ingredientes, que cierre sus locales entrada la madrugada o que ya tenga casi listos los 16 postres para que el jueves el equipo de televisión grabe los próximos capítulos de su programa. Tampoco, que sus pocos ratos libres los dedique a difundir la cocina por todos los rincones de Perú. Su última incursión fue ir a cocinar ante mil
Sandra Plevisani tiene un programa de televisión, ha publicado varios libros y pronto abrirá su quinto restaurante.
300 internas de la cárcel de mujeres. — Después de esa visita quedé mal tres semanas; yo me fui a la libertad y ellas se quedaron. Muchas no saben cuándo van a salir, otras tienen condenas de diez, veinte años. Y ver dónde nacen los niños en cautiverio… -dice-. Pronto volverá para ser jueza de un concurso de pastelería. Tiene la esperanza de que a algunas de estas mujeres les pique el bichito y puedan dedicarse a este rubro al salir de la prisión. Sandra Plevisani habla como una ametralladora. Se confiesa una workalcoholic. Maniática y hasta neurótica en llevar al extremo su gusto por la perfección en sus recetas. Las mismas que aprendió de forma autodidacta, luego de haberse graduado como diseñadora gráfica y de que su marido, Ugo, abriera su primer restaurante de pastas. — Voy a intentar hacer los postres, a ver si a la gente le gusta – le dijo Sandra a su marido. Y cada una de sus preparaciones comenzó a convertirse en una gloria. — ¿Tú inventas los postres? — Muchos los he inventado, y los otros son postres clásicos que he perfeccionado. La pastelería peruana usaba ingredientes baratos y yo los he mejorado poniéndoles masa de milhojas o haciendo un helado con más crema. También he descubierto que la pastelería se relaciona
mucho con el diseño: mis galletas tienen stencil, y mis rulos de caramelo son esculturas. El postre tiene que entrar por el ojo. Sandra Plevisani puede regalar una sonrisa y una lágrima en una sola frase. Una sonrisa porque es italiana -hija y mujer de italianos-, y una lágrima porque la vida la ha golpeado. La muerte de Camilla -la segunda de sus cuatro hijas-, hace seis años, convirtió a la Sandra Plevisani repostera en una figura pública, con una historia de dolor que, a punta de trabajo, ha convertido en una historia de felicidad. La promesa de una madre La vida de Sandra comenzó a cambiar en el año 2000, cuando su hija Camilla, entonces de 9 años, empezó a tener dolores de cabeza tan fuertes que la llevaron direc-
to a la consulta de un neurólogo. Un escáner reveló la causa: un tumor en el cráneo, la primera señal de un agresivo cáncer a los huesos. Sandra y su hija viajaron ese mismo año al prestigioso National Institute of Help, en Estados Unidos, donde se lo extirparon y le pusieron una placa de titanio. Meses más tarde le hicieron un trasplante de médula para detener el avance de la enfermedad. De desmayarse cada vez que veía sangre, Sandra tuvo que aprender de quimioterapias, catéteres e inyecciones, y terminó convirtiéndose en la enfermera de su hija. Cada vez que podía, se metía a la cocina del hospital y cocinaba lo que ella y los niños que la rodeaban querían para ese día. Todo con tal de hacerla feliz. Nunca, confiesa, dejó que una lágrima cayera delan
Lo dulce y agraz de una repostera peruana te de Camilla, a pesar de que el dolor la estaba matando por dentro. — Siempre le hacían pruebas buscando metástasis. Ella me decía: Mami… y yo le contestaba: No te preocupes, Camilla, está bien, vamos adelante. Tenía que darle ánimos. Mamá, si tú dices, está bien, se conformaba. Todos, mi marido, mis otras hijas y yo, tuvimos una fortaleza que no sé de dónde sacamos. — También salió cáncer en el hígado y el páncreas -recuerda Sandra- . Los doctores en Estados Unidos le querían decir que estaba desahuciada; estos imbéciles. Yo les dije: Les prohíbo que le digan a mi hija que se va a morir. Ella es menor de edad, no tienen mi permiso. Si lo hacen, los enjuicio. Con Camilla, en cambio, Sandra fue suave. – Le dije: ¿Te quieres ir a Lima? Vámonos a descansar. Así me la traje. Durmió con nosotros hasta el último día. Cuando tenía que ir al baño en la noche, me decía: Mami, quiero ir a hacer pila (pipí). Como no podía caminar, porque tenía otros tumores, yo la llevaba al baño cargándola. Qué mal me siento con despertarte para que me lleves al baño, me decía. ¡Ay, Camilla! -le contestaba yo- . Lo mínimo, yo feliz, así puedo conversar contigo. Y me sentaba al lado del water a conversar. Camila murió un mes después de volver a Lima, en agosto de 2002. Tenía 11 años. Días antes, tuvo una fiebre tan fuerte que Sandra -aún sabiendo que la niña estaba desahu
ciada- la llevó al hospital a las dos de la mañana. Ahí, Camilla vio a varios enfermos tirados sobre las banquetas, a la espera de atención médica. — Me preguntó: Mamá, ¿por qué yo entro como una reina y hay gente que está ahí tirada? Yo le expliqué que esas eran personas que no tenían seguro de salud, y que nosotros teníamos poco que hacer. Mami, prométeme que cuando salga de aquí vamos a hacer pulseritas para que las vendamos y esa gente tenga acceso, me dijo. De ahí en adelante se encargó cada día de recordarme esa promesa. “Él éxito es un premio que me ha mandado Camilla” Luego de que Camilla murió, Sandra Plevisani se abocó a la tarea de cumplir la promesa que le había hecho a su hija. Y fue gracias a ella -dice Sandra- que cada puerta que tocó para solicitar ayuda se abrió de par en par. No se dedicó a hacer pulseritas. Decidió, en vez de eso, escribir su primer libro, una selección de sus “secretos”, aquellas recetas con las que por años había deleitado a los comensales de sus restaurantes. Una cadena de supermercados, consciente del prestigio de Sandra entre el público, financió su proyecto y le dio carta blanca para que lo escribiera como ella quisiera. El resultado fue la colección de libros “Dulce pasión”, que hasta ahora ha vendido más de 150 mil copias. Lo recaudado le sirvió a Sandra -que recibió por este proyecto la Medalla de Honor de la ciudad de Lima, de manos del Presidente Alan García- para contribuir a la fundación Aprende Contigo, una escuela especial para niños que están hos-
pitalizados, y que hasta ahora ha atendido a más de 20 mil pacientes. Paralelamente, le ofrecieron de un canal de cable peruano comenzar con “Dulce Secreto”, un programa de recetas dulces. Ella aceptó porque sintió que le podía servir como una
terapia para superar la muerte de Camilla, manteniéndose ocupada haciendo algo que le encantaba. Ya lleva más de tres años conduciéndolo, y sus transmisiones la han ayudado a consolidarse como “la reina de los postres” de Perú, como la llama la prensa. — Pero no puedo darme todo el mérito -confiesa Sandra entre lágrimas- . Que me vengan a decir que no hay energía de mi hija aquí, es mentira. — ¿Tú la sientes? — Sí, todo el tiempo. Bastante.
— ¿Cuál dirías que es el secreto de tu éxito? — Soy disciplinada, trato de compaginar mi trabajo con mi familia, súper deportista -mi terapia- y una persona diurna: me gustan la playa, el sol, la vida. Pero creo que éste es, más que nada, un premio que me ha mandado Camilla.
Cloud Computing El nombre de “Cloud Computing” fue inspirado por el símbolo de la nube que usualmente representa a Internet en diagramas de flujo y de Redes. Cloud Computing o también conocido por los términos en español servicios en la nube, informática en la nube o computación en la nube, es un paradigma, una tecnología nueva que permite ofrecer servicios de computación a través de Internet. Este consiste en centros de información optimizado para proveer el software, hardware e información necesaria para su uso cuando sea solicitado. Toda la información, procesos, datos, etc., se localizan dentro de la red de internet, como en una nube, así todo el mundo puede acceder a la información completa, sin poseer gran infraestructura, es decir, sin necesidad de una plataforma de hardware o un gran almacenamiento. Cloud Computing, es usado por todas las personas, pero mayormente por grandes organizaciones para poder cortar el costo de infraestructuras, que frecuentemente necesitan ser actualizadas o ser modernizadas. Algunas de las empresas que utilizan este paradigma en el mundo son: Grupo El Comercio, Facebook, UPC, Netflix, Shazam, Pinterest, Avianca, entre otras. Algunas de las ventajas que
les brinda Cloud Computing a estas empresas son un bajo costo, es decir, productos gratuitos o pagos mensuales fijos; seguridad, nuestros datos siempre están seguros en la nube. También, nos brinda información a tiempo real, tenemos acceso a toda la información, cuando y donde queramos, siempre que tengamos acceso a una conexión de internet y no es necesario poseer gran cantidad de almacenamiento. Presenta tres redes diferentes que son El Private Cloud, Public Cloud y el Hybrid Cloud. El primero, funciona para las grandes organizaciones y se caracteriza por ser usado y controlado por la misma empresa contratante del servicio. Es una buena opción para las compañías que necesitan alta seguridad en sus datos. El segundo, es una red abierta y se caracteriza por ofrecer recursos TIC sobre infraestructuras compartidas entre múltiples clientes. También está el Hybrid Cloud, el cual, contiene una red privada y una red pública. Es decir, un único
interzas del cliente gestiona todo el entorno. Por ejemplo, se es dueño de una de las partes y se comparte otras, pero de manera controlada. Por último, hablaremos sobre los servicios de Cloud Computing que son el
Software como servicio (SaaS), Plataforma como servicio (PaaS) e Infraestructura como servicio (IaaS), las cuales son, los usuarios finales, los desarrolladores de aplicaciones y los ingenieros de redes respectivamente.
Trabajo final del curso ‘Introducción a los medios digitales’ Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas 2015-2
Nombre: Dulce Capricho Director: Sandra Arenas
-Artículo Central: SYLVIA BUSTAMANTE GUBBINS, 22/04/2009 - http://vidasenletras.com/2009/04/22/sandra-plevisani/ -Fotografía: http://www.tortaspechita.superwebchile.com/filesweb/14889/ sandra-plevisani-chocolates.jpg -Fotografía:
http://cde.peru21.pe/ima/0/0/1/4/9/149847.jpg
-Fotografía: ttp://saladeprensa.telefonica.es/img/elementos/nprensa/400x400_sandra.jpg