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Furious Candy

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Furious Candy: superando barreras

En el proceso de selección de una nueva variedad influyen muchos factores, y seleccionar el ejemplar definitivo, con el que se producirán las nuevas semillas, siempre es una tarea complicada, ya que, independientemente de parámetros mesurables, como puedan ser el nivel de THC o el rendimiento en peso, existen otros parámetros más subjetivos, como el sabor, el olor, o el tipo de efecto en sí. Toni Eva Seeds

Es en estos aspectos no mesurables, en los que es más difícil ponerse de acuerdo. Cuando hacemos este tipo de selección, no queda otra que probar una a una todas las muestras preseleccionadas. A ver, no queda otra, pero que tampoco es que nos quejemos de tener que hacer este trabajo, todo lo contrario, seguro que muchos ocuparían nuestro lugar con agrado. En fin, bromas aparte, resulta a veces muy difícil ponerse de acuerdo entre varias personas para decidir al final si alguna de las muestras merece ser replicada y pasarla a producción de semillas. En el caso que nos ocupa, la decisión fue unánime: ¡esta hay que hacerla!, gritamos todos al unísono.

Este cruce, que permanecía en nevera desde el año 2005, para ocasiones “especiales”, fue recuperado hace poco más de un año, cuando tuvimos problemas con la salud de nuestras madres de Papa’s Candy. No sabíamos si finalmente podríamos recuperar nuestra querida y tan laureada genética, y, además de seguir tratando de recuperarla, optamos también por buscar vías alternativas de “sucesión”, en caso de fallecimiento (parece que hablemos de un rey, pero hablamos de una planta). Si no teníamos Papa’s Candy, al menos que tuviéramos otra variedad, que sin ser Papa’s Candy, pudiera ser una digna heredera, para continuar la estirpe Candy.

Echamos mano de nuestra nevera, en la que guardamos cientos de cruces aún sin comercializar, buscando el que pudiera ser el mejor cruce con Papa’s Candy. Varios de estos cruces entraron en discusión, pero al final, uno de ellos era el que tenía más pinta de llegar a buen puerto, por su parecido en aspecto, velocidad de floración y cualidades organolépticas. Se trataba de un cruce de Papa’s Candy x Great White Shark. Siendo GWS a tener unos buenos plantones. Trasplantamos los ejemplares a macetas de 11 litros, al cabo de una semana cambiamos el fotoperiodo a 12 horas para empezar la floración. Durante todo el proceso de floración usamos abonos Botanicare, los resultados nos dejaron gratamente sorprendidos.

una de las variedades más blancas y resinosas del mercado, el cruce con ella aseguraba el no perder cantidad de resina con respecto a nuestra Papa’s Candy, que es precisamente uno de los rasgos que la caracteriza, así como no perder esos 45 días de floración, que ya se están convirtiendo en nuestra firma. Y así, nos pusimos a ello.

Durante el crecimiento, pudimos comprobar que resultaba una planta robusta, bien ramificada, con un tronco central grueso y potente. Creciendo en macetas de 7 litros, sus hojas grandes y verdes y sus fuertes ramas, empezaban a presagiar que íbamos Unos 12-15 días más tarde empezaron a aparecer los primeros pistilos blancos, pero tan sólo una semana después las hojas se comenzaron a llenar de resina. La cosa fue en aumento conforme pasaban los días de floración, no nos podíamos creer lo que estaba sucediendo. Los tricomas aparecían no sólo en las flores y las pequeñas hojas de los cogollos, sino que en las hojas más grande de la planta, la resina llegaba hasta la mitad de la hoja, provocando que los peciolos de las hojas se cerraran sobre sí mismos, algo que pocas veces hemos visto. El canto de las hojas grandes mostraba, a simple vista, filas y filas de tricomas, arracimados unos contra otros, como si no tuvieran espacio donde meterse…en fin, todo un espectáculo “tricomal”. Por otro lado, el olor de la nueva variedad, nos recordaba mucho a Papa’s Candy, pero con un toque especial, algo más duro, sin perder la dulzura, digamos con un toque “Widow”. No podíamos contener el nerviosismo y las ganas de probarla, pero aún quedaban algunos días para la cosecha, y había que esperar el tiempo necesario.

Llegados los 45 días de floración, las plantas estaban completamente maduras, llenas de cogollos duros, blancos y olorosos, con un buen ratio de peso por planta. Teníamos otro objetivo cumplido, no aumentar los días de floración con respecto a Papa’s Candy. Procedimos a la cosecha, y a su posterior secado y curado.

Al cabo de unas semanas, que se nos hicieron eternas a todo el equipo, quedamos para hacer la cata definitiva, para valorar si el resultado final de Furious Candy había valido la pena, aprovechando también para catar otros nuevos proyectos en los que estamos trabajando, como Gipsy Haze, una Sativa rápida y potente que también dará que hablar.

Todo apuntaba bien: la producción había sido considerable, el aspecto final de los cogollos, insuperable, la floración de 45 días… de momento todo iba bien. Comenzamos con la cata, cada uno a su manera y a su estilo de consumo. A los pocos minutos un olor dulce y profundo se extendió por toda la habitación y llegó hasta el último rincón. El efecto relajado y placentero recorrió cuerpos y mentes. De repente, con la sonrisa en la boca, todos nos miramos, y automáticamente nuestras caras reflejaron lo mismo: teníamos algo realmente bueno, teníamos Furious Candy.

Además de haber rescatado Furious Candy de nuestras neveras, mientras tanto, hemos seguido trabajando con nuestras madres de Papa’s Candy, y podemos anunciar ya, que, para alegría de los que la conocen ya y de los que la quieren conocer, finalmente está 100% recuperada de su enfermedad, que vuelve a ser la misma que era, y que en poco tiempo, la podréis disfrutar también.

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