La Ultima Guerra de las Almas

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LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

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LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS De JORGE VARGAS

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LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

a Aaron En el camino, buscarás la seguridad en lo material y en las personas, en los lugares y en los momentos. En el tiempo, tus prioridades vibrarán en el sondeo de la felicidad y su alegría, en la libertad y su independencia, en la verdad y sus licencias. El tiempo que te lleve transitar el camino y todo lo que ganes o pierdas en el trayecto, los que te aceptaron, respetaron, odiaron y temieron, las veces que te has caído y las que te has puesto de pie, los errores y los aciertos que crees que te condenaron al fracaso o al éxito… Todo eso, no importa. Todo eso, pasará y quedará atrás. Ahora, mírate al espejo, respira y escúchate… Hijo La felicidad está en la libertad de poder amar indiscriminadamente a toda la existencia por igual, no hay límites si amas sin más prejuicios o condiciones, es lo único que importa, amar. Da ese paso y escucha a tu alma, es a la sublime vos que debes atender, haciéndolo, deducirás para que estamos aquí… Te ama eterna y continuamente, Papá.

Jorge Vargas

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Introducción Esta novela está basada en lo que es y puede ser, en este mundo y todos los mundos que lo constituyen. Doce años me tome para dar por terminado el camino de los personajes, desde un rápido manuscrito, la obra fue mutando y creciendo, a medida que los personajes nacían, la información llegaba y la experiencia vivencial me educaba. El género de esta novela se puede tambalear entre la acción, ciencia ficción o drama… yo prefiero considerarla a pesar de su amplia aventura, como un manual espiritual de supervivencia, disfrazado claro, de una comercial historia. El mensaje de reflexión y conciencia, es el motor premonitorio del relato, un mensaje que ambiciona enriquecer la vida del lector. Jorge Vargas 2012

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Nota del autor Todo Pasado es perpetuo y superable. Todo Presente es breve, libre y vertiginoso. Todo Futuro es modificable y dependiente del pasado y del presente. TĂş eliges. Jorge Vargas

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Agradecimientos A Dios, a mis Guías y a Mí.

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Capítulo I CUERPO

Todo se resume al suspiro del amor, todo. La calidad de vida en el planeta tierra no había hecho más que deteriorarse tras falsas promesas, mientras que los justicieros eran olvidados y desgarrados en sus gritos, esos denunciantes de los que monopolizaron el poder, aquellos locos que al margen de la sociedad platicaban de amor, de salvar al mundo, a las ballenas, a la humanidad cuando todos hablaban y nadie escuchaba. Finas vendas en heridas sangrantes y profundas, un saqueo de décadas llegaba a su fin, el discurso rayado de los líderes mundiales era un amargo deja vú en la conciencia colectiva. El público presenciaba el reinado de la miseria, el cual se jactaba por su apuesta a menos, a decir que no había más que hacer, que se había acabado las ganas de curar el mundo, que la solución estaba en las estrellas o tener pozos de crudo en el patio de casa. El ciudadano tomó como verdad la anarquía moral y violó a su propia alma dejándola de escuchar, se plantó como un niño caprichoso en lo que veía, en la cotidiana realidad perdida en poesías vagas y sin corazón. El señalar al culpable desde el sofá y así sucumbir ante la procesión del olvido. Dios sonrió ante el caprichoso humano, capaz de secar su vida y la del vecino con tal de no creer en la magia de la existencia, de la gracia de estar vivo y disfrutarlo, de la divinidad del individuo. La tragedia llama a la misma y la anoréxica bondad firma el contrato de la renuncia al paraíso. El creador, creó y creyó en el humano, como una de las especies peculiares del universo, sabía que su evolución no sería sana, ni falsa, que el alma es pura y perfecta, que cada espíritu que pisara la tierra sentiría tentación, oiría verdades mentirosas y se perdería hasta quizás sin encontrarse en toda su vida, sabía que la balanza estaría siempre perturbada, que tendría que intervenir cada tanto tiempo para marcar puntos de partida, iluminar como el primer día la oscuridad, así, su plan perfecto e incomprensible para el humano se fue manifestando durante miles de años y el incrédulo en cada ciclo de la historia parecía terminar siempre en el mismo punto, la devastación. A pesar de ser predecibles los homo-sapiens, el divino extrañado, veía que los humanos no terminaban de romper ese techo espiritual y jugaban siempre en el mediocre terreno del materialismo sin más, perdiéndose así las riquezas infinitas servidas sin coste alguno. En un papel Dios escribió un ítem, es decir un decreto sobre su propia ley, un ensayo, un experimento que hubiese deseado no volver a repetir, aunque esta vez no sería tan sutil como otras, esta vez, la experiencia no se perdería en la memoria de las generaciones. Esa balanza que susurraba estadísticas las cuales asombraban por unos minutos nada mas, ya dentro de la somnolencia de la conciencia abrumada por el desvarío penumbroso nos decía que, habíamos llegado a siete mil millones de humanos, Así pues, el mundo poblado se dividía en cinco continentes, que a su vez se distribuían políticamente en unos 198 países; Separados por el hombre en razas con más de 5.000 idiomas y dialectos, que les permitía profesar la casi ridícula cifra de 8000 religiones y sectas, cada uno con sus dioses y mesías, desde que se entiende que existe el hombre, habían muerto 147 mil millones de ellos, a razón de que por día nacían en el mundo unas 300.000 personas y morían más de 140.000, la vorágine de la realidad que había adoptado el ser humano nos contaba cifras como que 40.000 hectáreas por día de bosque desaparecían y unas 80 especies animal y vegetal se extinguían también por día y para siempre de la faz de la tierra. El ritmo de la creación escapaba del control hasta de aquellos mandatarios que decían tenerlo todo controlado, el flujo de vida era tan cuantioso, que nadie podría controlarlo más que aquel que lo había creado, las cifras nos regían y nos daban un atisbo de fascinación, pero la reflexión no calaban tan hondo como para revertirlo y ahí sí, claudicábamos en insultar al cielo por su crueldad. El limite había llegado, para destruirnos no habíamos sido creado, las otras especies no nos necesitaban para evolucionar, es mas necesitaban que no estuviéramos para poderlo hacer, el planeta agradecería que nos fuéramos, era penoso ser rechazado en nuestro propio hogar. Página | 8


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El juego del divino, el de la vida y la muerte en una relevación infinita, siempre había tenido como protagonista y pasajera al alma, esa misma que nos esforzábamos en ignorar día tras día, el juego mutó y nuestro libre albedrio se convertiría literalmente en nuestra propia voluntad, sin contemplaciones ni tiempo para el arrepentimiento, el hombre debía ver su interior salpicando la creación.

Año 100 d.c (Etiopia - Gambela) Los cushita, procedentes del sur de Arabia, se instalaron en el norte y centro del territorio 2000 años a.c, posteriormente, se mezclaron con las etnias que habitaban al sur y al oeste de la planicie. En siglos posteriores llegaron los pueblos de la cuenca del Nilo. Los etíopes recibieron dos importantes influencias: la de Arabia y la del Egipto helenístico, desde el siglo VI a.c. hasta el siglo I d.c. El resultado de esta milenaria raza se manifestaba entre otros lugares en el sur, abrazando al mar rojo, en una aldea, situada en un claro, rodeada de altos arboles, unas quince chozas de paja y barro de estructuras cónicas separadas por unos pasos unas de otras, se levantaban sobre la tierra rojiza; ahí y a simple vista se veían animales domesticados, cerdos en corrales cercados con ramas secas, gallinas sueltas y unas cuantas cabras dispersas por el perímetro, estos animales y una limitada agricultura eran el sustento de la tribu. Era el atardecer de un caluroso y polvoriento día, el sol aun castigaba la tierra cediendo muy lentamente a la sombra de los rincones más cerrados, los habitantes de esta tribu realizaban sus tareas con tranquilidad eterna, no habían motivos para tener prisas, poco sabían del resto del mundo y mucho sabían de otros mundos, supersticiosos, tenían creencias heredadas que regían sus vidas y vivían para ellas. Sin previo aviso y ascendiendo desde la sutil vibración de las hojas de los árboles centenarios que rodeaban la aldea y hasta sentirse un grave golpe en el mismísimo suelo, un temblor comenzó a agitar la superficie del bosque en continuas vibraciones sin pausas. Eran pasos que se clavaban en la tierra y tomaban un creciente acento. Dos de los aldeanos salieron de una de las chozas hablando en dialecto amárico, sus pieles al descubierto de color rojiza como la tierra contrastaban con el verde del bosque, los niños se refugiaron en los brazos de sus madres mientras que estas revelaban temor en sus rostros. Los hombres que se sumaban, tomaron sus lanzas con puntas de piedra caliza, los ancianos murmuraron en un idioma aun más irreconocible, casi sin vocales. Uno de ellos miró hacia lo fosco del bosque, como hipnotizado, su piel arrugada y oscura empalideció a medida que el estremecimiento se iba intensificando, todos miraron hacia el espejo del bosque donde se podía ver un desnivel, el cual descendía varios metros perdiéndose en una negrura perpetua. Aires calientes vinieron de ese lugar acompañados de olores putrefactos, provocando a los aldeanos esfuerzo para poder mirar hacia la espesura. Los guerreros de la tribu manteniéndose en guardia, se aferraron a sus lanzas como su garantía de supervivencia, se veía valor en sus puños y terror en sus ojos, unos de los ancianos de barba blanca y rojiza, carente de visión (ya que solo tenía las cuencas de los ojos al desnudo), murmuró. -Azazel, azazel, xtla prsil azazel- Parecía estar en un transe, el temblor había espantado toda ave de los arboles, los animales en pánico buscaban escapar de sus corrales, el cielo en cuestión de minutos se cubrió de espesas nubes de un oscuro verde, las copas de los arboles se agitaban con vientos desprolijos formando remolinos de hojas en el aire. El anciano se colocó de pie, la polvareda se acrecentaba, el sonido ascendente del movimiento de la tierra ensordecía a los aborígenes, apenas se podían mantener erguidos. Cuando como si se cerrara una puerta, los movimientos cesaron y el viento se desvaneció, lo aldeanos no hicieron más que mirarse entre ellos y volvieron a observar hacia el bosque. El cielo permaneció verdoso sumándose el marrón en degrade hacia anaranjado, pintando una acuarela claustrofóbica sobre la aldea. Los habitantes no se movían de sus posiciones, el anciano contenía la respiración sin mover un solo musculo de su cuerpo. El mutismo era más espeluznante, se escuchaba un soplo pesado, era la fuerza de un hediondo olor, todos lo notaban no pudiendo evitar desagrado en sus rostros. Cuando desde lo profundo de ese abismo que estaba a unos cincuenta metros, se escuchó un ronronear felino intensificado diez veces al de un león, luego el crujir de unos árboles y a continuación su desplome y por último el chirriar bestial acobardando hasta el más valiente de los presentes. Estos, retrocedían y se apegaban unos con otros, la veintena de hombres buscaban valor en la Página | 9


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unión, luego del rugido se escucharon pasos que retumbaban en la tierra mientras se sentían arboles caer, la tensión crecía, las filosas lanzas de pronto parecían juguetes obsoletos ante lo desconocido. El anciano sin visión más que de su deducible espiritualidad, giró su cabeza hacia el otro flanco de la aldea, así, todos los presentes hicieron lo propio. De la nada, un ser con más de dos metros de altura, de túnica gris oscura y cabellos lacios, largos y de un profundo color negro, se encontraba de pie permitiendo que la brisa maléfica moviera sutilmente su ropaje, parecía esperar el momento exacto para actuar. Se escuchó nuevamente el rugido furioso de entre los árboles, el personaje misterioso semejante a un fantasma por su interrogante presencia, comenzó a correr con agilidad precisa y formidable, sus pasos casi no tocaban el suelo, a medida que cruzaba la aldea los habitantes desconcertados murmuraban entre ellos. Este ser, sacó de la vaina, una espada recta de puño de marfil, simple y resplandeciente, la aferró en su mano izquierda sin detener su carrera y sin prestar el mínimo de atención a los testigos de su presencia. Era Eliash, un habitante de la ciudad de Agharti. Este se adentró en lo profundo del bosque perdiéndose de vista, solo se escuchaban sonidos de lucha y el corte de espada al aire, la vegetación se agitaba en un vaivén descontrolado, el rugir de ese supuesto animal parecía por momentos pronunciar palabras en una lengua milenaria, una furia voraz describía los sonidos de la lucha ante la expectación de los aldeanos que seguían la acción adentrada en la frondosidad. Al cabo de unos pocos minutos se aplacó todo sonido, para volver ese ronronear, ahora alejándose en su intensidad, se apreció una brisa serena y cálida. Había alivio progresivo en los rostros de los aldeanos, el anciano comenzó a cantar y bailar una danza, exponiendo algún tipo de festejo, el cielo lentamente se abría en luz. Eliash no se volvió a ver, probablemente retornara a los Mundos Subterráneos.

Egipto (2012 d.c) A pocos kilómetros nada mas del extenso Nilo donde la mística es la poesía, a pasos de las esbeltas pirámides y bajo el agudo sol, se encontraba la esfinge faraónica, con su elegancia felina, estática ante el tiempo, cómplice de los secretos del pasado que había parido la humanidad, en ese momento parecía consentir un revolucionario descubrimiento. En el costado interno de la pata delantera izquierda de la gran esfinge de Guiza, se estaba efectuando una abertura por un grupo de renombrados arqueólogos de los Estados Unidos, con colaboración de docenas de laboriosos nativos se había descubierto una puerta bajo el nivel de la arena, estaba en posición horizontal como las puertas de un sótano; los científicos se hallaban ante el momento sublime, el de levantar esa pesada puerta de piedra, asemejando la tapa de un ataúd; mediante un sistema de poleas y a fuerza humana fue arrastrada por los nativos, otros filmaban el momento histórico, el arqueólogo que encabezaba la expedición, un hombre de unos sesenta años, barba desprolija y calvicie prominente, con varios kilos de más y sonrisa amarillenta, se secó el sudor de su frente con un castigado pañuelo. Por primera vez y después de mucho tiempo entraba luz por la abertura, unas escaleras de piedra se descubrieron y un polvo añejo enfureció la vista. El arqueólogo con media sonrisa descendía junto con el camarógrafo y un colaborador con linternas. Estas escaleras de siete escalones daban a un estrecho pasillo donde un sola persona podía caminar a la vez y si esta medía más de un metro ochenta debía agacharse, este era el caso del arqueólogo ya que su altura excedía unos centímetros lo mencionado, luego de caminar y descender ochenta y nueve metros bajo luces lúgubres, el pasillo concluía con un constante codo, las linternas iluminaban el camino al doblar obligadamente. El arqueólogo se deslumbró al desembocar en una gran sala con maquinarias pesadas de un metal opaco y robusto, eran instrumentos que a simple vista no se distinguía su posible uso, pero se asemejaban a excavadoras y maquinas de arado, el arqueólogo sin palabras, tragó saliva, mientras que los colaboradores murmuraban entre ellos. El hombre de ciencia descubrió dos puertas ubicadas una de cada lado del circular recinto, el cual tenía un diámetro de veinte metros y unos cuatro de alto, con perfecta geometría la cual ya parecía no ser tan sorprendente ante el contenido del lugar, se había descubierto la sala de registros...

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Y después en la séptima semana, se elevará una generación, Perversa, numerosas serán sus obras, pero todas sus obras serán abominación, y al final de esta semana los justos elegidos retoños de la planta de justicia eterna, serán elegidos para que les sea dado el séxtuplo de la ciencia de toda su creación de Dios. Henoch cap. XCIII

Manhattan (Época actual) El gris de la tierra tapizada por la ambición humana creaba las ciudades, con la inocente intención de cubrirse de la lluvia y los castigos climáticos, las chozas se convierten en castillos cada vez más altos e imponentes, haciendo sombra al más débil, las ciudades siempre terminaban tiñéndose en gris. A pesar de esto no dejaban de ser fantásticas en cualquier aspecto que se les mirase, desde avión se veía la soberbia evolución del humano, al ras del suelo, la decadencia del mismo, Manhattan no era exenta a estas descripciones, una de las ciudades occidentales mas mencionada amada y criticada, miles de matices emocionales, un catalogo de opciones para perder el alma y aun así no querer irse de sus calles, cada centímetro estaba comprado y aprovechado, se reciclaban los espacios tirando los viejos edificios para dar lugar a los nuevos egos, el ciclo parecía lógico y único. Esta ciudad era un ejemplo en mayor o menor proporción a las demás ciudades del mundo, el sistema estaba sobreviviendo por inercia, la violencia, la inseguridad, los crímenes, estaban a la orden del día llegando al nivel de perderse en las estadísticas, las fuerzas policiales daban su vida diariamente y a veces en desventaja ante el delincuente que se encontraba en su éxtasis de impunidad, las cárceles abarrotadas ya colgaban el cartel en la puerta de “No hay vacante”, la tolerancia cero hacía cosquilla a la indignación de los rebeldes empujados a quitarle al otro por no tener otros recursos, las familias que buscaban vivir en paz, lo hacían tras las rejas de sus ventanas, o abandonado su ciudad. Hace treinta años se esperaba ver para estas fechas a la ciudad glamurosa y futurista, los coches volarían y la comida vendría en píldoras de colores, a cambio de esta frustrada visión los políticos prometieron nuevos planes, proyectos, subvenciones, ayudas y todas las artimañas para cumplir su mandato y dejarle el caos al siguiente… la suciedad en las calles era literal, las mismas, las menos transitadas eran auténticos basureros, los ciudadanos de una manera inconsciente, arrojaban su basura a las calles como protesta al sistema, calles en donde jugaban sus propios hijos. Las adicciones eran guerras perdidas y casi ya no se planteaba soluciones radicales, la economía imitaba sin querer admitirlo, a los países tercermundistas, Manhattan gritaba al cielo y su grito se sumaba a todas las tierras grises del planeta. En esa ciudad, el mes de abril se mostraba espeso mientras que caía la cansada la tarde, el emblemático puente de Manhattan hacia sombra a un humilde campo de beisbol, el cual estaba asediado por niños de entre catorce y diecisiete años, parecía ser un entrenamiento, ya que en las gradas donde tendría que haber público, solo había una docena de personas prestando poca atención al evento, al contrario de ellos, se veía a un hombre sentado en esas tablas que alguna vez estuvieron pintadas de verde, él era Amilius, con sus iris marrones posados fijamente en el juego, mostraba media sonrisa de costado… con una camisa celeste y corbata floja cubriendo un cuerpo estrictamente delgado, su presencia provocaba indiferencia. -Corre, ¡corre hombre…!- murmuró entusiasmado mientras que se escuchaban los gritos de los jugadores expresando el mismo deseo. Amilius, hombre de cabellos libres y castaños que combinaban con una barba descontinúa, fina y eterna la cual parecía que la poseía hace un mes pero en realidad la llevaba así hace años sin necesidad de recortársela con religiosa rutina, cerró los ojos sintiendo la briza que llegaba desde el río y agradeció para sus adentros sentir un decente oxigeno en sus pulmones, volvió a abrir sus ojos y a concentrarse en el partido, cuando pitan final del encuentro.

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-Buen partido…- dijo satisfecho mientras se colocaba las gafas de sol, al mismo tiempo que se ponía de pie, tomó su mochila y su bastón blanco… comenzó a bajar las gradas con cuidado y seguridad tanteando con el bastón los desniveles. Amilius era ciego de nacimiento, su mundo era profundamente simple, a lo igual que los parámetros de su vida que también caminaban por simples teorías de la existencia. El hombre de ojos muertos iba por las calles de la ciudad con total confianza en sus pasos, sus oídos recaudaban toda la información necesaria para saber por dónde debía ir, él creía en su capacidad de vivir independientemente a sus treinta y dos años.

Hijo mío… Temo que a tu temprana y hermosa edad de diez años, quizás no puedas entender toda esta realidad, que tu mundo se ha vuelto triste, que lo que te prometimos se ha disuelto. Esta carta espero que algún día llegue a tus manos sin que tu madre te prohíba leerá… en fin, estoy en la ciudad de Manhattan por ti, como sabes, tu madre y yo nos conocimos en Texas, tú has nacido en Texas. como tu madre es de aquí, Manhattan, hace un año hemos venido a esta gran ciudad, si, ¿recuerdas que éramos felices en Texas?, en fin, una promesa de la madre de tu madre, tu abuela, decía de darnos un departamento, un buen trabajo… nos convenció para dejar aquella vida, ya aquí, vimos que las promesas no eran reales y un montón de discusiones, mentiras y gritos hicieron que tu madre después de todo lo vivido, me pidiera que me largase de la casa, yo no quería, pero lo hice, pude haberme vuelto a Texas en ese momento, pero no me imaginaba vivir tan lejos de ti. Hoy, no sé porque, tu madre no hace más que complicarme el verte, no cumple con las visitas, y cada vez te veo menos, no me adapto a Manhattan hijo, no tengo familia, ni amigos, solo a ti, y no me dejan verte, eso me da mucha rabia, te preguntarás de porque nos hacemos tanto daño… y sinceramente no tengo una buena respuesta. Tú madre, curiosamente a días de separados, luego de once años juntos, de repente, se enamora de otro hombre y a los pocos días, ya estaba compartiendo techo con ella y contigo, yo le llamo supervivencia, no amor, ese joven, tiene coche, un trabajo estable y un par de propiedades, yo solo pinto cuadros y vivo en una pensión con humedad en las paredes. Tu madre no cambiará nunca, tiene odio por su pasado familiar y me quiere hacer responsable de eso… Por lo tanto hijo, debo buscar un poco de felicidad en esta vida, tengo 35 años y Manhattan no es para mí, tú te quedarás aquí, con tu madre y ese hombre, te amo, más que a mi vida, pero mi violencia ante la injusticia de no poder ser tu padre como debe ser, hoy me supera y debo partir. Pido a Dios, que cuando seas mayorcito, puedas entender estas palabras y perdonarme… Te ama. Papá. George terminó de escribir la carta y sonrió con triste ironía -No creo que te dejen leer esta carta hijo…- dijo y su sonrisa se derritió en sus comisuras, convirtiéndose en un amargo y retenido llanto. Apoyó sus codos en la pequeña mesa de madera, una vaga luz iluminaba la estrecha habitación de paredes húmedas y austero amueblado, un bolso a medio abrir sobre la cama mostraba un poco de ropa empacada. George tomó de una lata de cerveza intentando ahogar las lágrimas, prendió un cigarrillo y observó de reojo unos lienzos a pie de suelo, pinturas de su autoría, una de ellas mostraba una mano que en vez de dedos eran plumas quemándose, otro cuadro era un retrato a medio terminar de un niño, su hijo. El hombre, veía su vida estancada, sin salidas de emergencia, el suicidio no parecía ya una idea tan descabellada, pero quería vivir y no sabía cómo, su corazón estaba secándose. Amilius estaba caminando por una ciudad que había perdido su glamur y alegría, el caminante, vagamente y sin mayor compromiso recordaba y se entristecía por el mundo en el que habitaba, él, básicamente ha intentado preocuparse por lo que sucede solamente a cien metros a la redonda, ese era su mundo y le era suficiente para soportar; Aun así no podía escapar de la información real o manipulada de los medios de comunicación. El mundo estaba cambiando o empeorando dirían muchos, los egos de los lideres volvían a patear el tablero de la paz y ese año, en el mes de marzo, se había declarado oficialmente la tercera guerra mundial. Página | 12


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Meses antes, los enfrentamientos se habían producidos entre países como Rusia y Polonia, Grecia, Bulgaria y Alemania, siendo la ante sala de conflictos mayores. La situación de Rusia estaba llegando a unos límites asfixiantes en lo que recursos naturales se refiere y así se había provocado una catástrofe natural en la que intervino Japón con su imperialismo aprendido de un enemigo, pudiendo detener el desastre a tiempo. Luego, en el mes de marzo Rusia fundó sus asentamientos en la frontera de Francia y España, de manera tal que las mentes pueblerinas de la gente no entendían sus intenciones. En ese punto del mapa se había iniciado el conflicto. Estados Unidos en escena apareció y dio el primer disparo enfrentando a Rusia, y la profética guerra entre estos dos rivales se había hecho realidad, países como China, Irak e Inglaterra se fueron sumando al conflicto, los musulmanes y moros se resintieron con los pueblos europeos y los fueron invadiendo con pequeñas barricadas… Puerto Rico, Francia y España también se sumaron a la contienda. La información al mundo llegaba tergiversada, aun así se sabía que los motivos del enfrentamiento eran debido a la explotación de recursos que morían por la centralización de los países americanos y norteamericanos. La sistemática y ridícula rutina de la guerra se había puesto en marcha, esta vez a gran escala y con toda la furia reprimida durante generaciones, nadie podía frenar a los colosos, no había ley ni tratado que se volviera a respetar, esto sería la pulseada definitiva. Morirían fortaleciendo sus armaduras gente joven en los campos de batalla, los ciudadanos contados por miles perecerían, los supervivientes para refugiarse, moverían sus vidas a otras naciones, mostrando al mundo uno de los mayores éxodos de la historia. El clima, se empezó a comportar hostil y por todo el globo, los cataclismos, tsunamis y fracturas descomunales en la tierra comenzaban a mostrarse casi diariamente y muchas veces se manifestaban en el mismo campo de batalla. En el subtexto de esta realidad, cada país, principalmente los que estaban involucrados en el conflicto, vivían internamente situaciones límites de enfrentamientos entre las fuerzas y los ciudadanos, como por ejemplo en China, la cual sufría la amenaza de un fanático religioso, que venía propagando su verdad durante años, este, convocó a las armas, a sus miles de seguidores para tomar el poder… y parecía estar lográndolo. Amilius entró en un bar, estaba bastante concurrido y su pulcritud estaba a punto de expirar, se sentó a pie barra -Hola Harry- le dijo al dueño del local quien despachaba una cerveza a una señora de avanzada edad y exagerado peinado al estilo Marilyn Monroe. -Amilius, ¿como estas…?- Bien… hoy no sé si tengo calor o frio…- lanzó un comentario de rutina. - Pues creo que todos estamos como tu…- Harry le sirvió una cerveza a Amilius. - Gracias…- tomó un trago, disfrutando de su sabor, el cual lo condujo a un momento de intimidad con él mismo que se desvaneció de inmediato para volver a estar en el bar, ahí entre la muchedumbre y sus murmullos se escuchaba el sonido de la televisión que colgaba de la pared principal del local. - ..Otras noticias… – anunció la periodista en pantalla –…estamos recibiendo información, de Sídney y París, ambas ciudades en el trascurso de esta mañana vieron como el cielo se oscurecía en menos de dos minutos…la periodista tomó aire - … habiendo un día soleado, las nubes crearon literalmente “la noche” el fenómeno aun inexplicable… duró solo tres minutos y desapareció rápida y progresivamente…- Los jodidos experimentos militares, estamos perdidos…- musitó un hombre con un ajeado traje marrón, con copa en mano y varias en su organismo; le hizo el comentario a Amilius. - Pues…- dijo Amilius ya que el aliento corrosivo del hombre le llegó directamente a su cara. - Es fácil echarle toda la culpa a los militares…- intervino, Sam Jackson otro hombre en la barra, quien de contextura atlética mostró una sonrisa capciosa al estresado bebedor. - ¿Sino a quien? ¿Eh? el gobierno, los militares de aquí y de todo el mundo, estamos en la tercera guerra mundial, Estados Unidos se está muriendo y no dejan de hacer experimentos con el clima…- impugnó el indignado hombre. - Bueno, si, algo me comento mi amigo, de un arma que…creo que…- intentó agregar Amilius sin suerte. - Creo que todos somos responsable de lo que está sucediendo y culpar a otros es los más fácil…- dijo Sam - Escucha esto…mi padre estuvo en Vietnam, yo luche en Irak y perdí una pierna…- el ebrio, golpeó dos veces su pierna izquierda y sonó a plástico hueco-…no quieras hablar de que somos todos responsables cuando los militares hacen desastres en todo el mundo mientras que la gente solo quiere vivir en paz…- Amilius tomó un poco de cerveza entendiendo que la conversación ya no le pertenecía. - Pues señor, no sé en lo que cree usted, yo estoy aun en actividad y también soy ciudadano y de ambas partes tengo mis responsabilidades…- Sam acotó tratando de ser respetuoso. - ¡Va! vete al carajo…- dijo el enfurecido patriota arrojando un billete en la barra, para luego irse del recinto con un leve cojeo. 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- Como decía mi condenado tío Martin, si todos fuéramos músicos, no habría soldados para las guerras…- dijo con media sonrisa Harry. -Suena bien- murmuró Sam con sonrisa irónica cayendo en el pensamiento mientras terminaba su cáliz de cerveza. - Bueno quizás habría guerra de bandas… bandas musicales…- agregó Amilius con picardía. Sam observó al joven quien en todo momento siguió mirando hacia al frente como punto de referencia. Sam rió - Si, supongo que el humano es destructivo por naturaleza Amilius sonrió - ¿Esta de licencia soldado? - Hoy empiezo…- suspiró aliviado, desconectándose del reciente debate. - ¡Qué bien! - Ni que lo digas, me llevaré a mi mujer y a mi hija a la granja de mi abuelo, a olvidarnos de la ciudad, de la guerra, de los terremotos, ¡del Mundo! por una semana- dijo Sam ilusionado. - Suena bien, ¿has estado en el frente de esta nueva guerra?- Preguntó interesado Amilius. - No, no y espero no estarlo, eso se está poniendo muy impredecible, solo vemos que van tropas, pero no regresan… no hay relevos, solo envían y envían más soldados… estoy destinado a la frontera, ahí también hay problemas, parece que todos los conflictos acumulados en cien años deben resolverse en un día…- Si fuera solo en un día… ¿Pero no será así no?- sonrió Amilius. - No, no lo creo…- señaló Sam con un deje de tristeza cuando le sonó su busca, Sam lo miró con cierta resistencia y presionó sus labios, reprimiendo un insulto. - ¿Donde tienes un teléfono Harry?- agobiado, Sam le preguntó al cantinero. - Al fondo, al lado del baño - le contestó Harry y el soldado fue resignado. - Y tú, ¿cuando piensas poder ver para hacerte cargo de esta realidad que apesta?- exclamó Harry con burla sana. - Déjame así, no quiero ver tu cara… - Respondió Amilius y sonrieron. - La noticia insólita de hoy es la que vivieron en Canadá, un grupo de personas afirman haber visto a un ser que según ellos, era una criatura de aproximadamente de un metro sesenta de altura…- la periodista de la televisión daba la información a la que solo Amilius prestaba atención. - ¿Que le sucede a la gente?- Murmuró neutro Amilius para sus adentros. La periodista continuó diciendo -… En china, el golpe de estado se ha declarado tomando el mando el líder de la secta Fulan Gang quien ha reclutado a millones de sus seguidores según nos informan, convenciéndoles de que las enfermedades y desastres naturales que azotan al país es a causa de que el Dios en el que creían ya no los quiere y él es la salvación encarnada…- ¿Cuanto es Harry…?- preguntó a su regreso Sam. - Siete dólares americanos…- sonrió Harry. - Me vuelvo a la base…- dijo Sam -… se cancelaron las licencias… cabrones, adiós…- resignado el soldado se fue del bar. - Adiós…- respondió Amilius. -Pobre diablo…- murmuró Harry mientras guardaba el dinero en la caja registradora, por su parte Amilius desplego su bastón para también marcharse. El joven invidente caminaba por la acera a paso constante, cuando el sol daba sus últimos rayos del día. Llegando a una esquina, se detuvo por un semáforo en rojo, un taxi venía por la izquierda y una furgoneta de reparto doblaba en esa esquina para estrepitosamente interceptar al taxi, ambos frenaron a más no poder pero el choque fue inevitable, la carrocería de ambos vehículos sufrieron algunos daños y el tráfico se detuvo. Del taxi comenzó a emerger humo del motor, y los dos conductores implicados salieron de sus respectivos rodados, cada uno con su razón enfurecieron para luego insultarse, se escuchaban los claxon del trafico entorpecido. Amilius alertado por la cadena de ruidos y gritos estaba a unos cinco metros del incidente- ¡Vamos amigos pudo ser peor!- dijo intentando pacificar el cuadro. Los dos accidentados conductores comenzaron a golpearse con rabiosos puñetazos, otros conductores atascados por el trafico bajaban a mediar, pero parecía peor, ya que se creaban discusiones paralelas, irracionalmente en razón de un par de minutos había más personas golpeándose, era algo insólito y triste, llegó un patrullero. Amilius, desistió de cruzar y tomó otro camino, se sentía angustiado, atontado como si le hubiesen golpeado a él, no entendía como no hubo oportunidad al dialogo, lo peor es que no era un caso aislado, el estrés, la ansiedad de la sociedad llevaba diariamente a presenciar estos eventos gratuitos. Página | 14


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En la siguiente esquina, en un rincón oscuro el joven apoyó una mano en la pared, tenía la sensación de querer vomitar, sin entender lo que le sucedía sintió escalofríos en su cuerpo, a los diez segundos, se pudo recuperar para seguir su camino. -Padre, he pecado…- dijo la joven en el confesionario, el sacerdote de turno, paciente respondió. - Me imagino, sino no estarías aquí…- el joven cura tentó la broma, la joven preocupada por sus pecados no comprendió el humor - …dime hija, ¿Que te aqueja?- el Padre David de treinta y tres años de edad recondujo la conversación a la seriedad… El Padre David, estaba en sus aposentos que le proporcionaba la parroquia la cual dirigía hace varios años, en su humilde y prolija habitación estaba utilizando una computadora de escritorio, bastante antigua pero operativa, muy concentrado veía videos desde una página web, se encontraba absorto mientras auditaba una grabación en la que se mostraba en el cielo cientos de luces moviéndose al unísono en una noche calurosa en la ciudad de Rio de Janeiro, todos los comentarios de esa página web coincidían en que eran ovnis. -Maravilloso…- murmuró David.

En las alturas de las Montañas Quinlan, en medio del desierto de Sonora, en las afueras de Tucson/Arizona, se encontraba el Observatorio Nacional de Kitt Peak, luego de un caluroso día, Smith, estaba cumpliendo su turno de noche, el joven disfrutaba de una aceitosa pizza mientras escuchaba música clásica de unos auriculares, Opera. A la vez que tarareaba la obra y tragaba la pizza, se acercaba a Mayall, un majestuoso telescopio de 4 metros de largo, se acomodó las gafas, observó unos segundos y sonrió. - ¿Que me cuentas hermosa?- comunicándose con el telescopio como si fuera su esposa, dejó los restos de pizza, se limpió el aceite en su guardapolvo blanco, se quitó los auriculares y se posesionó nuevamente en el visor del telescopio, hizo una serie de ajustes en el ordenador y volvió a observar, conservó unos segundos la respiración a lo igual que el silencio. - ¿Qué, pero, que… a donde se fueron todos…?- Dijo Smith. En el despacho oval de la Casa Blanca, se presentó ante el Presidente de los Estados Unidos el Secretario de Defensa con un joven que mantenía dos pasos detrás de él. - Señor Presidente…- dijo mientras se quitaba la gorra el General Paul Nelson quien iba vestido de fajina. - Hola amigo…- exclamó con soltura el Presidente Thomas Brown quien sentado permanecía con unos documentos en sus manos. Brown, de piel negra y gestión presidencial turbia, de contextura física delgada y flaca imagen en la historia del país, intentaba sobrevivir a su mandato, ya que con antiguas artimañas de sus asfixiantes asesores estaba recuperando la aceptación pública al intervenir en este nuevo y mundial conflicto bélico, llevando las miradas a los logros y justificaciones globales, en vez de rendir cuenta del porque de la demacrada situación de su nación, la cual se había salido de control, donde solo se mantenía el relativo orden social a través de placebos discursos y promesas trilladas. Las aseguradoras, dominaban la salud del ciudadano, los bancos absorbían hasta la última gota de sangre de sus clientes, condenándolos a cualquier tipo de trabajo o recursos escasos para pagar sus deudas, la delincuencia estaba al nivel de la anarquía medieval, el intento de implementar el microchip en el cuerpo a la ciudadanía con el fin de facilitar la identificación del sujeto, se fue por la borda cuando los denunciantes de las conspiraciones demostraron, que era una manera más de quitar individualidad al individuo y que así una vida se resumía a un código de barra. La inmigración ilegal se había convertido en un delito que se podía pagar con la vida misma, se había empezado a extraditar a cualquier ciudadano extranjero que no cumpliera con la documentación pertinente para vivir en el país del norte, la expulsión era automática fuera cual fuese la situación del inmigrante, esto enfureció principalmente a México que se unió a países como Venezuela, Nicaragua y Brasil, generando principalmente una guerra económica contra los Estados Unidos... la idea de estar en los zapatos de Brown no era muy seductora, él, fue forzado a responder a grupos privados antes que al ciudadano. -¿Cual era la urgencia General?- Preguntó el Presidente. Página | 15


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- Señor por lo extraño de la situación he preferido decírselo en persona y me he tomado el atrevimiento de traer al Ingeniero Johnson Jefe de Operaciones de la Nasa- Señor…- saludó Johnson con máximo respeto. - Pues caballeros ya tienen toda mi atención, disparen…- dijo el presidente intrigado. - Señor permita que Johnson se lo explique más claramente, ya que aun yo no llego a entenderlo…- acotó el General. El Presidente ya había dejado de hacer todo lo que hacía y su expresión cordial se fue difuminando. Johnson dio un paso al frente - Señor Presidente anoche recibimos un informe del Observatorio Nacional de Kitt Peak que enseguida contrastamos…- respiró y fueron notorios los nervios de la persona -…Señor, eh… ok, están desapareciendo las estrellas…-El Presidente mostró media sonrisa y miró al General quien no se inmutaba -…A partir de las veintidós horas de anoche fueron desapareciendo como si nunca hubiesen existido, una tras otra y a gran velocidad…- ¿Pero de que demonio está hablando Paul?- el Presidente se puso de pie lentamente mirando al General. - Señor presidente lo he visto con mis propios ojos, desaparecen sin más…- dijo el General. - Pues señor Johnson esfuércese en explicármelo…- sonrisa nerviosa del Presidente. - Me gustaría Señor Presidente, pero nadie tiene una explicación, no hay interferencia ninguna, los satélites están en perfectas condiciones, tanto los del gobierno como los privados, los observatorios de Chile y México lo certifican, estamos comunicándonos con los observatorios más importantes del mundo y todos tienen el mismo resultado y nadie sabe qué pasa, no existe un fenómeno climatológico que nos impida ver las estrellas, o por lo menos eso creíamos… - ¿Pero…?- el Presidente volvía a preguntar el porqué pero se dio vuelta y miró por la ventana. -Señor Presidente, hasta el momento las estaciones espaciales y las sondas dan la misma lectura, no puede haber un error…- dijo el General. - No hay margen de error, en este momento se ven un cinco por ciento del mapa estelar… y eso no es todo…Agregó Johnson. - ¿Que más…?- el Presidente se rascó el mentón con un ineficiente y creciente enfado. - Saturno y Júpiter han desaparecido hace media hora….- Arrojó Johnson. El presidente se sentó casi desplomándose en su negro asiento de cuero soltando una risa escueta y torpe. - Señor Presidente debemos reaccionar de alguna manera, hay miles y miles de telescopios de civiles mirando al cielo día a día, ya la noticia esta filtrada, en cuestión de horas llegará a los medios de comunicación del mundo…- dijo el General. - Sí, claro…- murmuró atónito el líder de los Estados Unidos. Las estrellas cual bombillas de luz se fueron apagando una a una, dejando virgen el manto negro, el cielo desaparecía, ¿Como se debería sentir el ser humano que durante cientos de años se jactaba de ser el único planeta con vida inteligente abordo?, ahora el humor amargo del destino se lo hacía realidad, la soledad a su máxima expresión. A las once de la mañana de ese día solo se podía registrar que el sistema solar estaba constituido solamente por el sol, la luna y la tierra, el resto del universo era de un negro, perpetuo y homogéneo infinito, pareciendo un trabajo de ciencias incompleto en el pupitre de un estudiante de primaria. El creyente y el ateo tragaron saliva sintiendo claustrofobia ¿donde dormirían ahora nuestros muertos, los seres queridos, los ángeles o Dios…?

Museo Metropolitano de Arte de Nueva York En el Departamento de Arte Egipcio, en la sala de archivos del mismo, Steve, se encontraba solo y rodeado de docenas de escritorios de madera que formaban filas en el centro del amplio lugar de paredes tapizadas de cientos de libros uno al lado de otro. Steve, bajo una amarilla luz direccional de su escritorio se hallaba apasionado por la lectura, investigaba, en ese momento estaba abordando un libro escrito en latín. De atlética obesidad, tés blanca, cabellos largos y húmedos que llegaban hasta cinco centímetros antes de sus hombros, barba de un rasurado incongruente, anteojos de armazón amarillo, unos labios presionados como si así memorizase mejor cada palabra… el joven de veintisiete años poseía un anotador violado por la velocidad del escribir a medida que extraía la información del libro del cual no se lograba ver su titulo ya que estaba abierto a la mitad, si se divisaba a un lado del escritorio una pila de cuatro libros, el de la base, su lomo acusaba, “Mitología Religiosa” el que le seguía “ Mil años de Leyendas Africanas” también estaba la obra llamada Página | 16


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“Teología en Ruinas” y el ultimo y el más grueso declaraba el nombre de “Cuerpo de Estudio, Cuerpo de Elevación, Por Frederic Clouguer”. En el recinto, el silencio era ensordecedor hasta que fue interrumpido progresivamente por unos pasos; Steve no se percató de esto. Detrás de él se detuvieron los pasos y aun así, Steve, descargaba apuntes como si el tiempo se acabara en segundos nada más. Una fotografía cayó sobre el libro abierto, esta mostraba la sala descubierta en Egipto, Steve interrumpió todo movimiento al reconocer la imagen como si alguna vez la hubiese visto. - La sala de registros…- murmuró. Se giró para descubrir al autor de los pasos, el doctor Donald R. Phak el arqueólogo que dirigió las excavaciones en la esfinge de Guiza, hizo acto de presencia con un traje ajeado y sonrisa victoriosa. - Buena conclusión Steve -¡Profesor, ha vuelto! - Steve poniéndose de pie abrazó eufórico al hombre -¿Cuando ha llegado?-Hoy a la mañana, sabía que aquí te encontraría -¿La ha visto?- Steve preguntó con fotografía en mano y ojos ilusionados. - He sido el primero luego de unos… estimaría yo, si, siete mil años- sonrió mimando a su propio ego. - Dios mío…- Steve completó sin poder salir de su asombro. - Sentémonos y hablemos, escucha Steve por mucho tiempo estaré viajando o eso creo, ¿te has enterado la noticia? - ¿Que, que noticia? -preguntó Steve fuera de juego. - ¿Has dormido nuevamente aquí…?- sonrió el profesor. - Prácticamente, ¿Qué noticia profesor? -intrigado. - Ya te enterarás, no tengo mucho tiempo, mi agenda se ha colapsado, vamos a lo nuestro- le restó importancia el arqueólogo a la noticias de las estrellas, ya que su orgullo le daba prioridad a sus propios descubrimientos. - Ok, cuénteme todo lo que vio- ambos se sentaron. El arqueólogo dejó un maletín sobre el escritorio, Steve miró nuevamente la fotografía tomándola como el Cáliz sagrado. - Dios mío era verdad…- Eso no es todo Steve - El profesor abrió el maletín y de este extrajo un par de fotos mas. - Observa- Extendió otra fotografía a Steve quien sediento de conocimientos la tomó, en la imagen se veía una tumba faraónica. - ¿La tumba de la identidad?- preguntó Steve. - Exacto, con el ojo de Horus en su cima, esta la descubrimos pasando por una puerta que da a la sala de registroEl profesor le reveló otra fotografía, la cual dejaba ver unas tablillas con grabaciones de jeroglíficos. -¿Y esto?- Las tablillas, Steve - Buscó reacción en su alumno predilecto. - ¡Las tablillas! Dios, que idiota, pero estas escrituras…- Si, no son las convencionales, observa la maquinaria de la otra fotografía - Si, impresionante- fascinado el aprendiz abría sus ojos a más no poder. - En verdad que lo son, creemos que eran maquinas para elevación de fuerzas magnéticas, estoy casi seguro de eso, la información que teníamos las describen así- el doctor se acomodó las gafas. -Igual que los Atlantes…- A eso quería llegar, por favor, vuelve a mirar las tablillas Steve… El joven trató de entender a su mentor, volvió a esa imagen, se tomó unos segundos para el análisis y boquiabierto, miró al arqueólogo. - Dios, Atlantes…El arqueólogo sonrió y dijo -Eso pienso - Esto es… Dios…- Steve emocionado tentó a ponerse de pie y se volvió a sentar- …las bases de la historia humana, estarían mal comprendidas- Exacto, los egipcios tomaron la antigüedad y no la procedencia y se declararon la tribu más longeva de los tiempos sin serlo- sentenció el arqueólogo. - En realidad los faraones serian los usurpadores… - razonó Steve. - Correcto, la historia humana mal ordenada - Ambos sonrieron como traviesos niños. - Profesor…- Si, dime - Profesor dígame que encontró algo referente a Agharti…Página | 17


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El hombre miró a su alumno con analítica y especulante pupilas… A través de décadas, centurias y milenios, las escrituras “alternativas” en determinadas ocasiones, como canales mágicos han mantenido historias, leyendas y rumores con la fuerza de una prueba científica. Una cadena de mensajeros a través de los tiempos, religiones y culturas, han donado sus palabras para que verdades de estas existencias no se durmieran para siempre. Este es el caso de la infinita información que se ha podido recopilar sobre lo que llaman “Mundos Subterráneos”. La lógica nos llevó a entender que si la vida inteligente se desarrollaba también bajo tierra, debía ser en las capas cercanas a la superficie, según entendidos, se declara que el núcleo es de plasma y por su extrema temperatura la vida cerca del mismo sería imposible. Lo que había encontrado el arqueólogo en la sala de registros a ochenta y nueve metros bajo las arenas del desierto, hablaba en gran parte, de civilizaciones avanzadas que de la noche a la mañana dejaron ruinas como regalo despedida para los que vendrían. Agharti, era donde el llamado “Rey del Mundo” tenía su reino, el cual se extendía a través de todos los accesos subterráneos del planeta entero. Cada continente, país y pueblo podía dar crédito de esta existencia, cambiaban los nombres y sabios pero la historia terminaba siendo la misma. Algunas escrituras narraban que hace más de cuatro mil años antes de Cristo, un hombre santo desapareció con toda su gente en el interior de la tierra para nunca volver a aparecer, algunos decían que esto fue en lo que hoy es Afganistán, otros dicen que fue en la India. Cuentan que los habitantes de esas ciudades subterráneas, habían llegado al extremo de la sabiduría, que era un gran reino que contaba con millones de habitantes guiados por el llamado Rey del Mundo. Este ser, que quizás no era ni siquiera humano, manejaba todas las fuerzas de la naturaleza, su elevación le permitía leer en todas las almas. Decían que es invisible y que su reino abarcaba a ochocientos millones de almas que estaban dispuestas a seguir sus órdenes. Se contaba que estas cuevas descomunales y profundas se jactaban de estar iluminadas, permitiendo la vida vegetal; sus habitantes vivían muchos años y no sufrían de enfermedades. También las escrituras relataban que este imperio era una rama de una red de túneles subterráneos y suboceánicos, sus entradas perduraban en la especulación e hipótesis de los investigadores, se hablaba de Siberia, África, América del Sur y del Norte como también de los Polos y del Tíbet. La opinión de Los Lamas del Tíbet era que en el continente americano, los supervivientes de la mítica Atlántida vivían en cuevas de grandes dimensiones, conectadas por medio de kilométricos túneles con las cavernas del continente Asiático. Se había hablado de América del Sur, estos túneles conducían a ciudades subterráneas en las inmensas grietas de la tierra. Uno de los túneles más reconocidos era el llamado "Camino de los Incas", que se extendía por varios kilómetros hacia el sur de Lima, a Cusco y Tiahuanaco, para llegar al desierto de Atacama en Chile. Otra ramificación llegaba a Brasil, donde los túneles desembocaban en la costa; estos se sumergían bajo el suelo oceánico en dirección a lo que fue la Atlántida. Si hablábamos de Los indios Aztecas de Jalisco en México, estos perjuraban que antiguas ruinas de la zona, fueron en otros tiempos el hogar de un pueblo que era civilizado y sabio aseguraban que desde bajo tierra y en determinadas horas del día llegaba un sonido extraño y un vibrante ritmo. Los Incas de Perú contaban historias parecidas. En Guatemala, el pueblo de Puchuta tenía túneles hechos con sólido cemento, que recorrían el interior de la tierra a lo largo de nueve leguas hasta llegar al pueblo de Tecpan. Muchos opinaban que los que habitaban en esas ciudades bajo tierra eran o descendían de los Atlantes, estos cazadores de mitos lo situaban en el Roncador, al noroeste de Mato Grosso, el que intentara la aventura de encontrar esas cavernas ponía en riesgo su vida. Por otra parte, los hindúes contaban una vieja historia en la que hablaba de una inmensa civilización, que permanecía con su encanto fuera de la vista de los humanos bajo el Asia Central, este mundo subterráneo era habitado por una raza de seres dorados que no se comunicaban con la superficie más que en excepcionales ocasiones. En el Ecuador se hablaba de extensas y angostas galerías con paredes acristaladas que desembocaban en espacios que fueron abiertos por explosiones controladas. Página | 18


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Se sabía de un túnel de cuarenta y ocho kilómetros, el cual conectaba a España y Marruecos. En ciudades como California y Virginia podían hablar de similares características; Suecia, las Islas Baleares, Checoslovaquia y Malta, iban a la par de las leyendas sobre los Mundos Subterráneos. Las historias se podían contar por miles, y creer en una conciencia universal en la que la inquietud humana nos conducía a la mera fantasía, era resumir demasiado. Alguien dijo que el escritor Julie Verne para su libro “Viaje al centro de la Tierra” recibió la información de los mundos subterráneos que existían en otros planetas y que por forma poseían la misma que el planeta tierra y en el planeta tierra el mundo subterráneo era el que estaba debajo del mar y en él, vivían de manera eterna aquellos seres de divinidad que estaban más allá de la oscuridad, donde la profundidad se volvía espesa y ya no era posible pasar para un humano, ahí residían los civilizados seres del fondo del mar y su profundidad, ellos eran parecidos a Dios, pertenecían a una sociedad perfecta que a veces impregnaban a los humanos con su energía, solo se podía llegar a su mundo a través de la evolución y conexión divina. La información que recibió Verne fue a través de estos seres llamados, “Los escritores de Dios”.

- Bueno, algo hay, pero aun no se han traducido las tablillas en su totalidad y como eres mi mejor alumno y el tema de la ciudad de Agharti te desvela…- Steve contuvo la respiración - Pensé en delegártelo - ¿En verdad? - No te mentiría - ¡Lo amo profesor! - Con euforia Steve lo volvió a abrazar. - ¡Tranquilo! te lo has ganado…- el arqueólogo sonrió. Steve regresó a la silla. - Algo importante, no quiero que esta información llegue a manos desconocidas…- Claro, lo entiendo profesor El doctor Phak Sacó de su maletín un sobre de papel de color manila de tamaño oficio y de su contenido extrajo fotos del tamaño señalado, trataban de las tablillas de piedra con diversos signos. - Aquí están todas las tablillas, cada una pesa cien kilos y su medida son de noventa y nueve centímetros exactos de alto y sesenta y seis de ancho, hay siete de ellas - Fantástico- acotó Steve mientras miraba el material. - La cuarta que encontramos, es esta… - Phak Señaló la fotografía que estaba en manos de Steve. - Habla sobre la ciudad de Agharti y sobre el Rey del Mundo - El anciano de los días…- murmuró Steve. - Correcto, pero dejaré que interpretes tú la lectura, no quiero influenciarte con mis conjeturas - Ok, no sé como agradecerle esta oportunidad -Solo haciendo un buen trabajo, como siempre- Sonrió con picardía, Steve también lo hizo pero agitado. - Dígame profesor, ¿supo algo del profesor Zenit?- ¿No ha vuelto del polo aun?- extrañado. - No, pensé que llegaría antes que usted, se fue antes también - Bueno, sabes que el señor Zenit es un obsesivo -¿Quien no?- dijo Steve y ambos esbozaron una risa. El profesor se colocó de pie y Steve también lo hizo. - Me he enterado con profunda pena la pérdida de Carl - Si… desapareció - afirmó Steve. - La amazona no es muy amables con los aventureros-Lo último que supimos es que había encontrado una grieta en la región petrolina, en la intersección del Rio Fonte Boa y el Rio Juruá- informó Steve apenado. - ¿Y qué opinas?- dijo el profesor mientras cerraba el maletín. - Bueno no es el primero que desaparece en ese punto, eso ya esa es prometedor…-Si suena mal, pero es cierto, al igual que el casco polar…- Si…- Hubo una pausa en pensamientos perdidos. - Bueno ya debo partir, mantenme informado Steve, algo me dice que la historia ha roto su silencio- Lo hare, profesor y gracias de nuevo…Se dieron la mano y el doctor Phak a pasos ligeros se fue por donde vino, Steve quedó pensativo mirando las fotos que yacían sobre el libro abierto.

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George, mantenía su barba de días sin ser tratada, ojos tristes y cigarrillo en mano, apoyaba su espalda en la pared de la fachada de un edificio el cual daba a una esquina, el hombre miraba a unos cincuenta metros de él, a un portal de un complejo de viviendas, salió una mujer, un niño y un hombre con ella. A George, el ver a su hijo, aunque sea a la distancia, le provocó un brillo en sus ojos, tomaron el camino contrario a él y el padre derrotado los veía alejarse, sacó de su bolsillo la carta que permanecía dentro de un sobre, se resignó, la rompió en pedazos, la arrojó al suelo y se retiró. George siempre pensó en la simple formula de, ser feliz o morir, en realidad la existencia se resume en eso, si la felicidad es solo un estado entre dos dolores, es el único estado digno de vivencias del ser humano, George también sabía que los caminos hacia la felicidad solían ser los más dolorosos.

Sara estaba en su oficina con paredes de ventanales, sentada tras su escritorio y mientras sacaba unos cálculos en una calculadora color rosa eléctrico, escuchaba la noticias que salían de la pequeña radio que tenía a su izquierda. - El gobierno aun no se ha anunciado oficialmente sobre el fenómeno astrológico, la noticia ya es contrastada en casi todo el mundo y nadie tiene una respuesta… creo amigo oyente en que el publico ahí afuera en estos momentos se vuelve más supersticioso que nunca, seguramente se filtraran noticias extrañas, difícil de contrastar… a pesar de que el fantasma del fin del mundo del 2012 quedo en anécdota como también ya no recordamos el miedo del año 2000 con el cambio de milenio y el fin de la humanidad, ahora con estos fenómenos y con la tercera guerra mundial en plena actividad, los profetas vuelve a salir a las calles anunciando el fin de los días, noticias extrañas como esta… en Tokio anoche ha llovido durante media hora de forma muy constante, lo atípico es que la temperatura del agua llegaba a los 45º de temperatura, es decir que caminar bajo el agua no era precisamente refrescante... Amigos cuando escucho estas noticias, ya me imagino que están encubriendo otro escándalo de faldas en las altas esferas de los gobiernos, ¿o será tan obstinado el ser humano, que cuando llegue el ultimo día de la humanidad, se dará cuenta al día siguiente…?Sara, mujer de unos cincuenta años, piel bella de color canela, un sobrepeso en su físico aceptado y sacado provecho, salió de su oficina con unos papeles en mano. Un televisor de veintiún pulgadas proyectaba un video juego en el cual se observaba dos místicos luchadores con espadas peleando entre ellos con ruidos a metal y gritos amenazantes, saltaban por el aire con destreza aguda. Dos personas apasionadas frente la tv manejaban los joystick con enérgicos impulsos, uno de ellos era Ludmila, una joven de veintinueve años de dorados y largos rizos, piel blanca, un bello cuerpo y rostro armónico glorificado por sublimes ojos celestes claros. Ludmila apretaba sus labios soportando los golpes de su contrincante quien sentado a su lado y con los ojos cerrado mantenía relajado su rostro, era Amilius. -¡Demonios, Amilius!- dijo Ludmila entre dientes al ver que estaba siendo derrotada. - Concéntrate- murmuró Amilius. - Dame ventaja soy tu jefa- refutó Ludmila - ¿Que sea ciego es poca ventaja para ti?-¡Fantástico!- en ese momento la mujer vio caer a su guerrero virtual. - Podrías variar y ganarme alguna vez - Amilius sonrió abriendo sus pequeños y amables ojos, los cuales no delataban ceguera, sino una mirada perdida de color café. - Púdrete – dijo Ludmila falseando enfado. - ¿Otro? – invitó Amilius. - Hasta que te gane…- la joven con desafío se acomodó en la silla. Un pequeño de seis años afroamericano y con mirada resignada estaba junto a otro niño un poco más alto y con la misma característica en su expresión, este último preguntó. - ¿Cuando nos toca a nosotros?Ludmila los miró, recapacitó y le dijo a Amilius - Ok, te has salvado -. - Soy afortunado- Amilius sonrió - Ven siéntate - Le dijo al niño de color, le dio los controles y le besó en la cabeza. - Gracias Amilius, ¿cuando se irá ese olor? – dijo el niño. - No lo sé, viene de la calle- respondió Amilius pensativo. - Apesta- acotó el niño. - Ni que lo digas- resumió el joven.

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El lugar era amplio y entraba mucha luz natural por los ventanales, había varias y pequeñas mesas redondas con niños que rondaban los siete años, estaban haciendo diferentes trabajos prácticos, varios adultos coordinaban las mesas de tareas y un bullicio de murmullos, gritos y risas de pequeños dominaban los sonidos. - Tengo que irme, lo olvidaba- dijo Amilius. Ludmila le tomó del brazo como si fuera camino al altar. - ¿Hoy tienes combate guerrero?Mientras se dirigían hacia Sara quien se encontraba hablando por el teléfono celular muy concentrada. - Me tengo que entrenar para ganarte en la Play…- en tono de burla murmuró Amilius y ambos rieron - …Deberías venir conmigo algún día - La semana que viene - esbozó Ludmila con inseguridad. - ¿En serio? - En serio, quiero ver de qué lado tomas la espada- dijo Ludmila con picardía. - ¿Qué, tiene dos lados?- dijo el joven y sonrieron. Entraron a la oficina de Sara, ésta, aun continuaba en la entrada hablando por teléfono, Amilius se manejaba con soltura, tomó su chaqueta, el bastón blanco plegable, luego un pequeño bolso mientras que Ludmila se sentaba tras el escritorio. - Bueno, hasta mañana Lud… - Sonó el teléfono y la joven atendió. - Un beso... hola hogar...- le sonrió y respondió a la llamada. Amilius salió del lugar por el portal de dos hojas el cual desembocaba a la calle, un cartel en la entrada declaraba “Hogar de las pequeñas almas”. - Tú puedes amigo- Amilius murmuró cuando iba a desplegar el bastón, lo recogió nuevamente y comenzó a caminar por la vereda con pasos seguros y rectos. Era una tarde calurosa en Manhattan, la ciudad alterada no dejaba un espacio para el silencio. Un suelo de parquet lustrado, paredes de cuatro metros de altura hasta un llano techo, espejos de un lado del rectangular lugar y pequeñas ventanas del otro donde entraban rayos de luz que dibujaban el suelo con cuadriculadas manchas lumínicas. La fricción de fuerzas sobre el suelo, sonidos diafrágmales y choques de maderas dominaban el espacio sonoro. Amilius vestía ropa de entrenamiento de aikido conocida como Keiko, esta indumentaria era la adaptación a la práctica, de la ropa que en otros tiempos, llevaban habitualmente los Samuráis. Amilius estaba combatiendo con un hombre de rasgos orientales de mayor edad, unos treinta años más que él, con los mismos ropajes y una compostura física perfecta, atacaba sin piedad a Amilius, se trataba del sensei Saito. Ambos dos, usaban las llamadas bokken, espadas de práctica, la cuales, con hoja de madera imitaban en su sutil curvatura y fino espesor al diseño de una katana Samurái. Estrellaban las armas al contacto en ascendente violencia, Amilius con ojos cerrados mantenía un centro de concentración, colocando la cabeza inclinada un poco hacia abajo, con la seguridad de agudizar su percepción para localizar en el espacio a su contrincante, el zumbido de las espadas en la defensa y en el ataque guiaban a Amilius. Su contrincante no mostraba consideración alguna, al mismo tiempo que se veía por momentos en aprietos para contrarrestar el ataque de Amilius. En el amplio salón, se podía observar en la paredes diferentes armas blancas, como el Sai, el Boo, espadas y lanzas; los hombres se encontraban solos, el sensei mantenía su rostro sereno a pesar de los abruptos movimientos, Amilius por lo contrario comenzaba a mostrar tensión en su semblante prensando los labios en el ataque y mal administrando la respiración. Con un movimiento engañoso el maestro manejó su espada atacando frontalmente, no provocó zumbido alguno, esto confundió a Amilius que sintió la punta de la espada en su estomago, éste, se detuvo mostrando agitación al respirar. - ¿Cual fue tu falla?- preguntó el sensei Saito mientras bajaba la espada. - Haber comido demasiado en el almuerzo- dijo el joven con sagaz sonrisa. - Amilius…- El sensei lo llevó a la seriedad a pesar de haber sonreído un segundo. - ¿Percibo una sonrisa…?- interrogó Amilius. - No te desconcentres, ¿cual crees que fue tu error? - Ok, bueno, creo que me distraje - Se rascó la cabeza buscando respuesta. - Emociones - afirmó el sensei. - Si, eso - Aceptó el defecto, que le costaba superar. Página | 21


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- En un combate, cualquier emoción, sentimiento, es tu principal enemigo, el miedo, el odio hasta la compasión, son contradictorias, si el combate es irremediable, se ha desatado, tienes que bloquear todo sentimiento y perfeccionarte - Concentrándome en solo una cosa, perfeccionarme… - reflexionó mientras recuperaba el aliento. - Correcto Amilius - En la Play me funciona… - sonrió. - Los videojuegos son solo juegos, no tienen sentimientos, rescata eso si se puede rescatar algo de esos juegos del demonio- dijo con cierto enfado pacifico. - ¿Ya le compró uno a su nieto?- Aun me resisto - sonrió con picardía el sensei. En el momento en el que por la única puerta que había, se asomaba el joven estudiante de arqueología Steve, con una mochila colgando de su hombro izquierdo. - ¡Hola…!- dijo Steve. - Ha llegado mi chofer sensei- dijo Amilius. - En tus sueños- corrigió Steve. - ¿Cuando retomarás las clases Steve?- le preguntó el sensei. Steve hace varios años intentó incursionar en las artes marciales con el banal objetivo de ser llamativo con las chicas, llegó a un conocimiento básico y abandonó ya que era mucha entrega física para su gusto, por aquellos años y en ese escenario conoció a Amilius con quien conectó inmediatamente como hermano, compartían departamento y se cuidaban el uno al otro. - Después de siete años y sigue insistiendo sensei Saito- respondió Steve sin moverse del lugar como si no quisiera pasar por el terreno de combate, mientras que Amilius dejaba la espada en los estantes de la pared e iba a por su bolso. -Veo un guerrero en ti Steve- el sensei le dijo con aprecio. - Si, no sabe como combate con las hamburguesas y con las patatas es despiadado- Amilius relajándose soltó una burla. - Gracioso, vamos muévete- dijo Steve acostumbrado al humor de Amilius. - ¿No dejarás que me bañe?- preguntó Amilius mientras se acercaba a Steve. - No, estoy apurado- aclaró. - Ok, ok adiós sensei- El maestro había caminado hacia la otra punta del salón, Amilius se dio vuelta, percibió por un segundo e hizo reverencia hacia donde se encontraba el sensei quien descubierto sonrió. - Buen instinto - murmuró el sensei Saito conforme con su discípulo. -Yo también puedo hacerlo- Steve acotó. - Tú tienes ojos que funcionan- aclaró Amilius. - Bueno nadie es perfectoY salieron del lugar, el sensei quedó pensativo al verlos partir, mostrando una sonrisa de conformidad paterna. Los amigos comenzaron a caminar por la acera. - Hoy te toca cocinar a ti - dijo Amilius. - No puedo tengo muchas cosas en la mente - Y yo hoy aprendí a matar a una persona con solo dos dedos - advirtió Amilius. - ¿En verdad? - Steve sorprendido. - No, pero lo intentaré si no cocinas - Ok- resignado accedió Steve. - Amilius, Steve ¿Cómo están? - dijo Patrick, un joven de color, de mirada clara y cuerpo esbelto, en el momento en que se cruzaba por el camino con los jóvenes. - ¿Qué hay? - lo reconoció Amilius y saludó sonriente. - Tanto tiempo - saludó Steve un poco más reacio. - Luego de unas vacaciones, vuelvo al entrenamiento- dijo Patrick. Amilius sonrió - Me parece muy bien - ¿De qué humor esta el sensei? - Humor bueno, pero no menciones la Play- advirtió Amilius. - Gracias por el dato, oye tenemos que tomar unas cervezas - dijo Patrick mientras iba entrando al edificio y ellos se alejaban de la puerta. - Es un hecho…- sentenció Amilius. - Claro…- dijo Steve en segundo plano. Página | 22


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Amilius y Steve continuaron caminando por la acera, cuando la noche envolvía curiosamente de silencio la agitada Manhattan. - No entiendo cual es el fin de su cometido…- reflexionó Steve. - ¿De quién? Steve se explicó - Del sensei, formar, entrenar a unos cuantos para que sean como ninjas en medio de Manhattan, para eso están las tortugas ninjas, ¿no?-Muy profundo tu pensamiento- rió Amilius. En ese momento, el cielo se iluminó de un blanco papel, como si fuera el flash de una cámara fotográfica, se encendió la ciudad entera, la explosión lumínica duró solo un segundo y el sonido de la luz no demoró, sucedió al unísono del resplandor, un sonido sordo, seco como una explosión de una bolsa de papel. -¿Que fue eso…?- alertó Amilius al sentir el sonido y una sensación eléctrica. - ¡Diablos…!- exclamó Steve mirando al cielo- …No se pero no fue un relámpagoY sin respiro, el cielo empezó a ametrallar miles de flashes con su batería de sonoros disparos secos, los edificios se pintaron de leche, las calles de marfil, las pocas personas que caminaban por las zonas parecían blancos fantasmas. -¿Pero qué pasa Steve?- dijo Amilius alterándose. -¡No sé, no sé!- volviéndose histérico Steve llevó a Amilius bajo la entrada de un edificio con la intención de estar protegidos de lo que eso fuera, al estudiante de arqueología le costaba abrir los ojos, la secuencia insistente de flashes no paraba, parecía estar en medio de una guerra surrealista donde el enemigo no se podía divisar. - ¡Algo pasa en el cielo!- Dijo Steve intentando entender. - ¿Tendrá que ver con las desapariciones de las estrellas?- comentó Amilius levantando el tono para poder comunicarse. - ¿De qué hablas?- Steve intrigado detuvo su histeria. - ¿No has visto la televisión hoy? - No, ¿Por qué?- Steve extrañado. Luego de un minuto intenso y sin cuartel, la iluminación se detuvo y la oscura y destrellada noche reapareció, la ciudad estaba detenida y torpe, a la distancia se escuchaban las bocinas y las sirenas, a unos cincuenta metros de ellos, se produjo una colisión de un autobús con un edificio, pero a pesar de eso el silencio era asfixiante, la normalidad no había vuelto, toda la iluminación de las calles y de los comercios quedaron estancados a un cuarenta por ciento de su potencial, la amarillenta iluminación parecía que no recuperaría nuevamente su vigor normal. Los amigos estaban caminando por el pasillo de una planta de apartamentos bastante descuidada -Es que no tiene sentido…- dijo Steve analizando los relámpagos, cuando de uno de los departamentos salía Jaimy, joven con encanto, cabello negro y largo, de rasgos latinos y alegre vestir, se topó cara a cara con Steve, este contuvo la respiración. -Hola Steve- ella le sonrió con agrado. - Hola Jaimy- contestó automáticamente Steve y se creó unos segundos de silencio. -Hola Jaimy…- dijo Amilius casi con sarcasmo. - Hola Amilius, ¿Cómo estás?- Preguntó Jaimy tratando que los segundos de silencio se terminaran. - Bien, bien…-¿Co…cómo va la película?- preguntó Steve tratando de demostrar seguridad. - La obra de teatro…- aclaró ella y sonrió, Amilius empezó a caminar lenta y disimuladamente hacia el fondo del pasillo. - Eso, perdona, la obra de teatro…- sonrojado Steve. -Estrenamos la semana que viene, ¿vendrás?- con cierta vergüenza preguntó la joven actriz. -Si, si claro, si quieres, porque si no quieres….- Steve se enredaba con las palabras, Amilius hizo que se clavaba el bastón en el estomago, Steve le vio de reojo. -Si claro, me gustaría mucho…- dijo Jaimy. -Pues dalo por hecho…-Bien, bueno, voy a comprar lechuga- dijo Jaimy más relajada. - ¿Lechuga?, ¡ah! lechuga, para comer…- dijo Steve confundido por la bella mirada de la joven. - Acertaste…- sonrió. -Si claro, sino para que va ser- intentaba solucionar sus palabras, empeorándolas. Amilius simuló golpearse la cabeza suavemente contra la puerta de su departamento. - Ok, nos vemos- concluyó desahuciado Steve. Página | 23


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- Si- dijo Jaimy y se alejó llevándose su humanidad que dominaba todo el ser de Steve. Detrás de Amilius ingresó Steve a un departamento de humildes condiciones, un pequeño salón en el que una mesa y cuatro sillas eran el centro de ese lugar, contra una pared había un mueble con varios cajones y un espejo ancho sobre él, unos cuantos posters alegóricos a Egipto que tapaban algo de humedad de la pared, un televisor sobre una pequeña mesa en una esquina y un sillón inflable para una persona frente a este; alumbraba el espacio una ventana de dos metros por uno cincuenta, estaban en un quinto piso y la ventana daba a una calle mutada casi a callejón, como tantas que formaban parte de los suburbios de Manhattan. Aparte de la entrada principal, se veía una que daba a un pasillo y otra a una estrecha cocina, el pasillo a su vez tenía dos puertas casi enfrentadas, una era el baño y la otra la habitación. Steve encendió la luz y de reojo se percató que la potencia de la misma equivalía a la de un par de velas - Que nervioso me pone esa chica…- ¿Si? Pues lo has disimulado bien…- dijo Amilius disfrutando el momento. - Gracioso, si vieras lo bella que es, sabrías que no es tan fácil…- Ahora me dirás que porque puedes ver estas en desventaja…- Cállate no te soporto…- Amilius sonrió -Como te decía…ah sí, porque la ionización de esos componentes no permiten tal fenómeno…- Steve recuperó apasionado el tema, intentando de encontrar respuesta a los fenómenos de los extraños relámpagos, arrojó su chaqueta y de inmediato encendió el televisor desplomándose en el sillón inflable, mientras que Amilius un poco mas meticuloso se quitó la chaqueta y la colocó en una silla. - Y esos de las estrellas, ¿Que me dices?- preguntó Steve mientras hacía zapping buscando las noticias, el televisor funcionaba pero con una sombra débil en la señal. -Solo te cuento lo que el planeta entero sabe menos tu - Amilius se sentó en la silla. - Que día más extraño… ¡ahí esta escucha!- Steve señaló la televisión. - Estamos aquí, en la cuarenta y dos con la séptima, como verán una de las zonas más iluminadas de la ciudad de New York y hoy esta a media luz…- las imágenes mostraban esa majestuosa esquina, con gigantes pantallas de cine colgadas en las fachadas de los edificios, carteles publicitarios comúnmente resplandecientes, ahora estaban todos opacos en su luminosidad como agonizando en su proyección -… Están todas con esta energía, así nos comunican que está prácticamente todo New york, luego de esas incesantes luces en el cielo…Amilius hizo un poco de estiramiento con sus brazos tratando de relajarse, Steve entró a la cocina abrió el refrigerador y sacó una lata de cerveza. - Increíble, que día, encima lo que me trajo el profesor, ojala pudieras ver esas fotografías Amilius - Lo mismo digo…- Sonrió - Me ducho y me sigues contando… - dijo Amilius adentrándose en el pasillo. - Este día cambio mi vida, te lo juro- Steve seguía a Amilius mientras que encendía la luz del pasillo. - Ya lo creo -dijo Amilius y entró a la habitación, caminó con total versatilidad, detrás de él, Steve encendió la luz de la habitación. - Me hubiese gustado haber estado ahí - dijo Steve. - ¿En el desierto lejos de cervezas? - Amilius tomó una muda de ropa y cerró el armario volviendo al pasillo y le apretó la nariz a Steve como si lo viese. - Me cargaría una docena de camellos con cervezas y santo remedio - ¿Me vas a seguir hasta el baño?- Ambos entraron, Steve tomó un trago de cerveza. - Agharti, Amilius ¿sabes qué significa? - Sospecho que me lo dirás… - El agua comenzó a caer desde la ducha. - Ya te lo he contado mil veces Amilius ¿eres también sordo?Amilius sonrió -Si, lo recuerdo la ciudad de los Santos- Se quitó la ropa. - ¡Dioses!, el Mundo de los Dioses es Shamballah - Y esto estaba en el Tíbet- Dijo Amilius y se metió bajo la lluvia. - Esa es una de las entradas, supuestas entradas, al Mundo de Agharti, es subterráneo- Steve se miró en el espejo del lavamanos exagerando su gesticulaciones apasionada. - Subterráneo… cierto…- Se echó champú en el cabello. - Si, hay muchos pueblos y diversas razas - ¿Que fuman en esa universidad? - murmuró Amilius. - Ciego es el que no quiere ver Amilius- Gracioso - Hay muchas versiones, por ejemplo otra muy fuerte es la de la mitología nórdica, el país de los dioses se llama Asgard, los fundadores del imperio incaico, salieron de unas cuevas del cerro Runatamputoco - ¿Ruina qué?- dijo Amilius exagerando su expresión de incomprensión. - Runatamputoco, runas incaicas, runas vikingas, unos de los dioses atlantes de importancia era AgardPágina | 24


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Amilius cerró la llave de la lluvia y tomó la toalla que estaba colgada en la pared - Espera, ¿Dios atlante?, Atlántida - dijo confundido. - Si, la Atlántida en su último hundimiento unos pocos sobrevivieron- aclaró como si fuera una obviedad. - ¿Dices que varias veces se hundió? - Lógico - dijo Steve con seguridad. - Tienes razón soy un idiota, como no saberlo - Algunos se fueron…-Amilius se secaba-…al decimo planeta, el que no se conoce, en las Pléyades- Ya me perdí- Otros bajaron a Agharti al país Asgard - Entiendo, creo - dijo Amilius mientras se colocaba un viejo pantalón de gimnasia y salieron del baño. - Es más complicado que eso, pero te lo resumo - aclaró Steve. - Eres considerado- agradeció con ironía Amilius mientras se dirigían al salón. - ¿Has visto los hombres de grises, los extraterrestres? - Soy ciego Steve no te puedo ver a ti que eres en colores… o al menos eso creo… - Ok, pero te lo eh comentado. ¿Recuerdas?- Si, si, ¡pido tiempo!, mucha información Steve - Solo una cosa más -Si cocinas tú… - De acuerdo, son los Anunakis junto con... - Amilius fue al a cocina y se detuvo frente al refrigerador -…los del retículo y los de cirio estos viven en el decimo planeta… tengo tanta información en la cabeza, y todo está relacionado… - Me rindo cocino yo- Amilius agobiado abrió la nevera…

El Padre David estaba dando su sermón, la pequeña parroquia tenía solo una docena de feligreses dispersos entre las hileras de asientos, David, dijo sus palabras como si estuviera en el vaticano, con pasión y amor. -¿Que es lo que no entendemos?, ¿Qué es lo que necesitamos para saber que no estamos solos en el universo?, no estamos solos en el universo, porque somos parte de él, jamás estaremos solos, porque todos somos uno, cada uno de ustedes son parte mía, soy yo y yo ustedes, si ustedes no son felices en algo está fallando el resto de la humanidad, os pasáis la vida pensando en la muerte, preocupados, con miedo, dejando de vivir para no morir, cuando olvidáis, que la muerte es la graduación de este cursillo que es la vida, y por estar enfadados con el día a día, porque no pudieron tener, hacer o vivir tal cosa, se les pasan los años, y vuestra frustración es más grande que su agradecimiento por el regalo de la existencia. ¿Hasta cuándo hermanos míos?, cuando reaccionaremos para amarnos sin más, ¡desechar el odio!, el cual es el verdadero infierno, el verdadero diablo…- ¡Dice eso porque no conoce a mi suegra, ella sí que es el diablo!- declaró provocando risas un hombre de avanzada edad y desarreglado ropajes que escuchaba las palabras del Padre. David sonrió y dijo -Amigo, todos somos santos y demonios, esa es la esencia del libre albedrío, podemos hacer daño o curar heridas, elegir depende de uno…El Pentágono era la sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos en el cual trabajaban aproximadamente unos veintitrés mil empleados entre militares y civiles con más de tres mil de personal de apoyo, situado en el Condado de Arlington, Virginia, El edificio tenía cinco pisos y cada piso poseía cinco corredores siendo el complejo de oficinas más grande del mundo. De estas miles de personas ni siquiera una sabía o tenía una teoría fehaciente de lo que estaba sucediendo en el cielo y más allá. En una de las salas principales del ala norte se encontraban reunidos y enfrentados en una gran y encerada mesa rectangular, altos representantes del gobierno, entre ellos el general Paul Nelson, estos estaban escuchando a un ingeniero en sistemas, el cual daba las últimas noticias. - … Por lo tanto los daños causados por esa luminiscencia de setenta y tres segundos, ha dejado a las ciudades, con un setenta por ciento menos de energía eléctrica, todo funciona hasta lo que no debería con tan poca potencia, pero rentelizado y con baja fuerza…El general extremadamente serio esbozó- Y me dice que esto sucede en todo el planeta…-Por lo que sabemos señor, el fenómeno lumínico ha sucedido al mismo instante en todo el mundo… y los daños hasta donde sabemos son los mismos que aquí… la estación espacial internacional que está situada en órbita alrededor de la tierra en una altitud aproximadamente de trescientos sesenta kilómetros, tomó fotografías del planeta en ese instante y parecía una perla perdida en el espacio – dijo el ingeniero apagando su voz con un deje de temor. Página | 25


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Hubo un silencio en la sala y un uniformado de la marina soltó una pregunta- ¿Esto puede ser una nueva arma de guerra, una metereologi…?- Descartado, ¿manipular la atmosfera de todo el planeta a la vez…? sabemos que el sistema H.A.A.R.P. no es lo suficientemente fuerte para…- acotó otro miembro de la reunión que a su vez fue interrumpido por el general. -Ese sistema como otros, es clasificado y no es para debatirlo en este momento…- Perdone general, pero creo que es el momento para hacerlo, si H.A.A.R.P. o el HEMDISTROIT están provocando esto…- refutó el integrante de la reunión. -Pero no lo está, no tienen esa capacidad y si, se están utilizando, pero de forma controlada en los actuales campos de batalla…- develó el general levantando el tono de vos, rompiendo el protocolo de clasificación. Todos guardaron un poco de silencio ya que varios de la veintena de los presentes no tenían conocimientos de estas estrategias de combate en la activa tercera guerra mundial.

El proyecto H.A.A.R.P. (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia) fue realmente inventado por los rusos en el año 1989 que direccionaba las ondas a Estados Unidos, este, lo descubrió y lo nombró el pájaro carpintero ruso (Por el repiqueteo que captaban los radares), en 1994 Estados Unidos creó el H.a.a.r.p. en Alaska, el de Rusia permaneció, también hay uno en las Islas Malvinas, en Noruega y otro en Puerto Rico, al lado de este ultimo esta Haití país que sufrió un gran terremoto hace unos año causado por un arma similar al H.a.a.r.p. para luego recibir ayuda de sus autores y en el caos tener el control, Puerto Rico poseedor de una de estas armas, es uno de los países involucrados en la tercera guerra mundial. Había una veintena de H.a.a.r.p. distribuidos por el mundo. Este proyecto al llegar a los Estados Unidos fue inmediatamente financiado por la Fuerza Aérea del país del norte, la Marina y la Universidad de Alaska para supuestamente “Entender, simular y controlar los procesos ionosféricos que podrían cambiar el funcionamiento de las comunicaciones y sistemas de vigilancia”. H.A.A.R.P. (Era considerado, entre otras funciones, como una “Maquina para interceptar misiles”). Era un calentador de la ionósfera, y actuaba sobre ella como la antena más poderosa que jamás haya existido, la cual enviaba energía en radiofrecuencias hacia lo alto de la atmosfera. Su estructura consistía en poseer ciento ochenta antenas, en array que producían un efecto de un billón de ondas de radio de alta frecuencia. La Tierra, se encontraba envuelta por la Atmosfera, la Tropósfera se extendía desde la superficie hasta los dieciséis kilómetros de altura, más allá de los cuarenta y ocho kilómetros tenemos la Ionosfera que llegaba hasta los trescientos cincuenta kilómetros de altura. Las ondas de radio de alta frecuencia penetraban en la ionosfera, e interactuaban con la corriente de los llamados Electrojects Aureales, los pulsos emitidos artificialmente estimulaban a la Ionosfera creando ondas que podían recorrer grandes distancias a través de la atmosfera y penetrar en la Tierra para encontrar depósitos de misiles, túneles subterráneos, o comunicarse con submarinos sumergidos. La electricidad sobre la tierra llamada Electroject Aureal al depositar la energía cambiaba la corriente y generaba ondas LF (Low Frecuency) y VLF (Very Low Frecuency). Era utilizada por el H.a.a.r.p. para enviar ases de radiofrecuencia dentro de la Ionosfera, los electrojects afectaban al clima global y algunas veces durante una tormenta eléctrica, llegaban a tocar la Tierra, afectando las comunicaciones y suministros eléctricos e incluso alteraciones en el estado del ser humano, era una de las armas geofísicas más sofisticada construida por el hombre, arma que provocaba una tremenda ionización que podía acarrear consecuencias imprevisibles. Gracias a su efecto “Espejo” pudiendo dirigir sus intenciones hacia cualquier zona del planeta, un arma capaz de intensificar tormentas, prolongar sequias, inundaciones, terremotos, huracanes y tsunamis. Acompaña al H.a.a.r.p. los llamados Chemtrail estelas químicas lanzadas por los aviones, esas que se veían en el cielo, estas eran lanzadas para provocar sequias en cualquier parte del mundo o como decían algunos, químicos para propagar enfermedades o variaciones en la personalidad y estado de ánimo del ciudadano. Surgió entre los menos, la pregunta de construir la fortaleza que derribe a las armas como H.a.a.r.p., surgieron movimientos que no querían que la vida fuese destruida y así preservarla. Fueron las grandes potencias que no llegaron a controlar las fuerzas de sus decisiones, la pesadumbre de su mediocridad les avasalló y a si se tomó la dirección equivocada, sembrando el pánico sin poder decir nunca la verdad.

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Esa arma similar al H.a.a.r.p. que asoló a Haití hace unos años, se llamaba HEMDISTROIT, La acción que generaba es la de oprimir la tierra provocando un ensamblaje de capas no naturales, se van hundiendo trozos de tierra que generan agujeros, supuestamente su potencial no estaba activo, el inconveniente tecnológico que presentaba, era que no era controlable, había experimentos que se habían hecho en pequeñas maquetas donde su efecto superó la superficie de acción, se activaba a través de computadoras y desde la distancia, como el sistema de las cámaras webs. La energía que utilizaban era una energía que vibraba más lenta que la atómica. En resumidas cuentas, realmente estas armas no estaban causando estas luminiscencias en el planeta, pero si se estaban aplicando en el gran conflicto de la frontera de España y Francia como una invisible y silenciosa arma de guerra. El ingeniero de sistema rompió el silencio y dijo - Hay otro daño mas que ha producido el fenómeno…- se quitó sus anteojos y aclaró su vos -…internet, ha desaparecido…- ¿Qué significa eso?, ¿no hay comunicaciones…?- preguntó un hombre de color. -No, todos los sistemas de telecomunicaciones que no dependen de la red, funcionan, solo internet no funciona…- todos lo miraron para que se explicase mejor, el ingeniero continuó -…Ok, Internet incluye aproximadamente cinco mil redes en todo el mundo y más de cien protocolos distintos basados en TCP/IP, que se configura como el protocolo de la red. Es un conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas, que ha caído sin registro de error al instante en que ocurrió este fenómeno… desde que se creó internet en 1972 no ha pasado nada parecido a esto…-¿Qué demonios dice?, déjese de lecciones de historia y diga cuál es la solución y en que nos afecta…- reclamó un militar de avanzada edad sentado en la punta de la mesa. - No tenemos solución, el sistema y la cadena de comandos no son validos y no sabemos porque… básicamente nos afecta en que hoy en día el mundo silenciosamente depende de la red para prácticamente todo, es decir, mil novecientos millones de personas en el mundo que tenían, sus negocios, organismos, particulares, hospitales y lo que jodidas opciones se les ocurran, comenzarán a desesperarse en este momento… señor- El ingeniero cansado de la subestimación, le respondió con ahínco he insolencia tal como fue abordado.

Se encontraba todo oscuro, no se podía ver absolutamente nada, solo se escuchaba unos pasos firmes y serenos, el silencio de ambiente era homogéneo, también la leve respiración del caminante, una voz pausada, masculina y apagada se escuchó. -Ya están aquí…De un supuesto cielo cayó una espada de hoja ancha terminando en una punta céntrica, plateada y resplandeciente, su mango de marfil tenía grabado extraños, símbolos, un hermoso ejemplar que llegaba a iluminar paulatinamente la oscuridad, clavándose en el invisible suelo tras un estruendoso estallido. Asustado Amilius se despertó, agitado y con gotas de sudor en la frente, permaneció sentado en la cama recuperando el aliento, la habitación estaba a oscuras, Steve, en la cama contigua dormía profundamente, poca luz entraba por la ventana, la de la solitaria luna, era una noche silenciosa, una brisa pesada acariciaba la piel de Amilius quien se desplomó nuevamente en la cama. Una mariposa Monarca se posó en el marco de la ventana, desorientada, como llegando de un largo viaje, la bella criatura de alas amarillas en creyendo en anaranjado y con líneas negras por toda la geografía de sus alas, a los pocos segundos se desvaneció, buscaba un lugar para morir y lo encontró en la ventana de Amilius. A la mañana siguiente Steve junto a Amilius desayunaban como cada día en la mesa del salón, el estudioso Steve con ojeras y sin aun lavarse el rostro tomaba su café muy pensativo tecleando en su ordenador portátil frente a Amilius quien también estaba callado, este último se untaba una tostada con mermelada, la televisión estaba sintonizada en un canal informativo. - No hay señal de red… ¿Qué demonios?- murmuró Steve, sin comentario de Amilius. -…Limitados en la rapidez de la información, como así cualquier ciudadano del mundo entero que quiera utilizar la net, hasta que no se encuentre la solución a este problema…- se escuchó decir al periodista del noticiario. - Increíble…el gran jefe está arrojando artillería pesada…- dijo Steve y miró la televisión asombrado por la noticia. - Espero que sean casualidades sueltas…- suspiró Amilius tratando de no profundizar. - Te he dicho mil veces que las casualidades no existen…Página | 27


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- Es verdad me lo has dicho…- repitió automáticamente Amilius. - He tenido un sueño- recordó Steve llevando la taza de café a su boca. - Yo también…- ¿Tu?- extrañado preguntó Steve. - Si, extraño ¿no?, tu primero ¿Qué has soñado?- Que lo hacía con espectaculares mujeres afroamericanas - Steve relató con satisfacción. - Creo que me has superado – dijo Amilius y mordió su tostada. - Cuéntame - Una espada - cerró sus ojos. - ¿La has sentido?- preguntó Steve mientras continuaba viendo la televisión. - La he visto Steve -¿Como sabes...?, ¿la forma?- No, la he visto, era de diferentes colores, tenía el relieve de una espada antigua, medieval, lo sé porque el sensei me las enseñó - ¿Que colores?- Interesado Steve no dejó de comer su tostada y de mirar la televisión. - Como decírtelo no puedo compararlo, soy ciego de nacimiento nunca he visto un color, ni siquiera sé si mi oscuridad es la misma que la tuya- Ok, ok, dime, se veía solida - Imponente, fuerte, se sentía indestructible - describió el confundido Amilius. - ¿La has agarrado?- No pero la sentía - Ya veo, raro, ¿Has visto algo más?-No, escuchaba mis pasos y mi respiración - Inició el trayecto de la taza a su boca cuando recordó. -¿Que?- interrogó Steve al verlo pensativo. - Una voz…- ¿Que te dijo?- Intrigado. Amilius se tomó unos segundos para contestar. -Ya están aquí -¿Ya están aquí?- Analizó la frase Steve mientras se rascaba su axila izquierda con el control remoto del televisor. - Si, y la espada se clava en el suelo se escucha un trueno y me despierto - Si, siempre en la mejor parte uno se despierta, eso me paso anoche- Steve decepcionado. - Menos mal que no eres sonámbulo - murmuró Amilius, se escuchaba la voz del periodista que se proyectaba desde el televisor. -Alarmante preocupación mundial, tras estos fenómenos nos estamos haciendo eco a un nuevo fenómeno que marcaria un precedente fatídico…- el periodista miró sus papeles sobre la mesa y continuó -… eh, tanto Arabia Saudita, Rusia, Irán, China y el propio Estados Unidos, los cinco principales países con yacimientos petrolíferos del mundo han declarado que los pozos de crudo se han solidificado literalmente, los geólogos no encuentran explicación, pero informan que en estos momentos el crudo sin procesar, es decir, el de los pozos y barriles de todo el mundo, en estos momentos es sólido como una piedra…- Estoy muerto de miedo, Amilius… ¿Qué está pasando?- Steve se colocó de pie con nerviosismo. - ¿Que te preocupa?, no tienes coche- sonrió. - Si que tengo coche- Eso no se puede llamar coche…- Amilius intentó relajarlo y también se puso de pie, se acercó a su compañero -…Amigo…- Steve respiró hondo -… Amigo… - repitió Amilius-…quizás no tener internet y no tener petróleo sea una buena señal - ¿Si?- preguntó Steve no muy convencido al consuelo. - Claro, imagínate, todo sería más lento, más a conciencia- ¿En verdad crees eso?- Prefiero creer eso a que Dios no está castigando por nuestros pecados, como creo que estas pensando tú… - ¿Y si nos está castigando?, ¿y si las plagas de la biblia se han adaptado a nuestras necesidades urbanas más codiciadas y utilizadas?Amilius pensó y le colocó las manos en los hombros - Hermano, si el benévolo está enfadado, ya estamos perdidos y tampoco sirve preocuparseSteve cerró los ojos en señal de resignación -Temía que dijeras eso… - sonrieron ambos. Steve tomó su bolso como también la última tostada del plato y dijo - Llego tarde, tengo mucho trabajo - Ok, diviértete - Amilius se volvió a sentar. Página | 28


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-Tú también- Steve se retiró saliendo por la puerta principal. Amilius pensativo tomó un sorbo de su café mientras escuchaba el informativo en la cual se veían diferentes imágenes de la ciudad de New York a media energía, mientras, hablaba el periodista - …Este es el cuarto día en que en diferentes puntos de la ciudad, fuertes bocanadas de pestilentes olores, realmente desagradables, son emanados desde las alcantarillas de la ciudad, las autoridades creen que es más notorio el olor a causa del calor insoportable, aunque no están muy seguros de eso, también se prevé que la temperaturas subirán aun mas batiendo los records de los últimos cien años en esta época del año…- Amilius se colocó de pie y tomó su bolso. -…Cambiamos de tema, parece ser que el calor exaspera la paciencia de los ciudadanos, en la ciudad varios incidentes violentos incrementan las complicaciones…- Se veían imágenes de personas golpeándose en plena Park Avenue. -¿Donde lo ha dejado?- Murmuró Amilius, se posesionó frente a la mesa donde estaban las tazas y demás agregados del desayuno como también el control remoto del televisor; suspiró buscando concentración y con la mano izquierda palma hacia abajo comenzó a sobrevolar lentamente la superficie de la mesa, su mano se detuvo sobre el control remoto sin tocarlo, agarrándolo sonrió. - Doy miedo- apuntó a la tv y la apagó.

George, estaba en un local de venta de cuadros, él miraba unos que estaban colgados en la pared, se acercó un hombre de cabello largo, negro y lacio. - George...- el hombre traía en su mano algunos billetes -…por los cuadros, es lo que te puedo dar, la venta no está muy buena… con esto de la guerra…-Ok, Gracias…- dijo George sin profundizar, mientras tomaba el dinero. -Bueno, si vuelves a la ciudad trae tus trabajos… ¿hecho?-Hecho, gracias de nuevo…- dijo George con media sonrisa, para luego dejar el lugar. Amilius estaba caminando con la mochila en su espalda y el bastón blanco plegable tanteando el suelo, lo usaba casi sin necesidad, el tráfico hostigaba las calles, el bullicio era feroz, las aceras eran transitadas por mazas estresadas. El invidente escuchó - Amilius…- se trataba de la misma voz del sueño. Este se detuvo repentinamente, la gente lo obviaba, el muchacho extrañado giró lentamente sobre él como si sintiera una presencia, pero desistió en su presentimiento y volvió a caminar. En una esquina había un anciano de barbas amarillentas vestido de negro y con la biblia en mano alzándola al cielo, gritaba a los cuatro vientos mientras las personas lo ignoraban - ¡Y después en la séptima semana, se elevará una generación, perversa, numerosas serán sus obras, pero todas sus obras serán abominación, y al final de esta semana los justos elegidos retoños de la planta de justicia eterna, serán elegidos para que les sea dado el séxtuplo de la ciencia de toda la creación de Dios…!Amilius pasó por su lado, un poco perturbado, intentando no chocar con las personas que venían de frente, la multitud parecía más apresurada que de costumbre, a diez metros de él, se veían como dos perros de mediana estatura con collar y cuerda tirantes por sus respectivos dueños, se acertaban mutuamente feroces mordeduras causando en cuestión de segundos y por su inusual rabia heridas sangrantes. Amilius al sentir los gruñidos y los gritos desesperados de los dueños, evitó la zona. Dobló la esquina tomando la espaciosa W. Broadway, una avenida muy transitada; en el horizonte de la misma y entre los edificios, se empezó a oscurecer intermitentemente, las personas alrededor de Amilius murmuraban, este se detuvo progresivamente hasta quedarse en el lugar, no se sentía bien físicamente, colocó la mano en una pared buscando apoyo. - ¿Son langostas? - le preguntó una mujer a otra que también se detuvo a pasos de Amilius. -No…- le contestó la otra tratando de divisar de que se trataba. A medida que esa vivida nube se acercaba se podía entender una gran variedad de colores, todos ellos, titilaban y avanzaban por la W. Broadway. - Son mariposas- dijo Amilius por lo bajo sin siquiera entender porque lo decía. Las señoras lo miraron y se percataron de su bastón, volvieron a mirar a la nube animada y ya a unos veinte metros de ellas se dieron cuenta que el ciego llevaba la razón. - ¿Como lo ha sabido joven…?- asombrada la mujer le preguntó a Amilius. - No lo sé…- respondió dirigiendo sus estériles ojos hacia el suelo. La nube realmente era un desfile de millones de mariposas de centenares de especies, incontables criaturas invadieron solo esa calle a considerable velocidad, desfilaban desde dos metros de altura del suelo abarcando Página | 29


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todo el ancho de la avenida, el transito se detuvo y los peatones también, todos boquiabiertos miraban el hermoso espectáculo, no se podía divisar donde acababa la procesión, tanta energía en movimiento que no generaba un solo sonido deteniendo cualquier prisa humana. Amilius, frunció su ceño con angustia y sin remediarlo se inclinó para vomitar como si la conciencia le pidiera despertar en todo su abanico de información. Él había nacido ya sin familia, pasó de un hogar de acogida a otro, a pesar de ser un niño muy bueno nunca le pudieron conseguir un entorno estable que lo adoptara, sería por su discapacidad, destino o simple suerte, lo que le impidió saber lo que era una estructura familiar clásica, en cambio a través de quince años de vivir en estos lugares, disfrutó de cientos de hermanos, docenas de padres y madres, tíos y abuelos, nunca estuvo solo. A los quince años decidió viajar y su viaje duró tres años más, estuvo en Seattle asistiendo a ciegos, nuevos ciegos por accidentes, después pasó a estar en California donde incursionó en el teatro para ciegos como actor, luego todos perdieron contacto con él durante tres meses, no había manera de encontrarlo hasta tal punto de darlo por desaparecido, reapareció en Manhattan y sus amistades jamás tuvieron respuesta de donde se había metido, él simplemente no sabía explicarlo, a partir de ahí, nunca más se fue de Manhattan desde entonces ha intentado hacer una vida normal, conocer a una chica, tener un trabajo, pero cuando parecía conseguirlo, volvía a estar en cero, fue ahí que conoció a Steve en las clases de aikido y a los pocos meses consiguió trabajo en el hogar para niños, estos últimos años fueron los más estables y confortables de su vida. Amilius se reincorporó, las mariposas continuaban transitando, el joven comenzó a caminar bajo la mirada atónita de las dos señoras. Mientras que Steve en el Museo de Arte Contemporáneo se encontraba nuevamente en uno de los escritorios, el cual repleto de libros, papeles y fotografías de Egipto resumían un caos de información. Estaba sentado y mientras que miraba la foto de una de las tablillas, tenía un libro abierto desbordado apuntes, en su mano izquierda una lupa y en la derecha un lápiz mordisqueado por la mitad. Los ojos del muchacho declaraban pasión pero a su vez estaba confuso. - Veamos…- leía su apunte -…“Tiempo, agotado”, si eso es seguro- miraba la fotografía. El lugar alumbrado con luces agonizantes, las penumbras estaban ganando el terreno, pero Steve intentaba ignorar la dificultad, una fuerza interna le exigía para no detenerse en su búsqueda. -…El imperfecto perderá… Perderá su alma y el universo… y el universo renaceráDe repente una anciana de apariencia centenaria, de ropajes simples, cabello plateado y bien recogido, llegaba a pasos pequeños y silenciosos, se sentó frente a Steve, este repentinamente se percató de la presencia, su perplejidad por la visita inesperada solo le permitió una reacción pobre como lo fue media sonrisa de cordialidad. La anciana, entrelazó sus manos sobre la mesa a centímetros de los libros de Steve y dijo -Hola…- Hola…- respondió Steve dejando la fotografía lentamente sobre los apuntes, miró a su alrededor y en ese salón a penumbras solo se encontraban la anciana y él. - ¿Puedo, puedo ayudarle en algo?- superando un tartamudeo vago Steve reaccionó. Ella sonrió, sus ojos verdes claros inspiraban bondad - Gracias por preguntar- De…- aclaró su voz - …de nada señora, ¿está de visita en el museo?- Si…- dijo, su piel blanca marcaba cientos de arrugas perfectas en su rostro -…es fantástico verdad, toda la historia del humano…Steve aun un poco extrañado -Pues, si, es interminable - Interminable…- sus ojos expresaron un deje de maestría- …hay veces que el pasado no queda atrás, cuando las experiencias no son solo palabras en un libro, sino herramientas para que no vuelva a suceder esas cosillas malas de hace cincuenta, mil o diez mil años atrás-Sí, creo que el humano no tiene remedio, siempre comete los mismos errores- asumió Steve. -Parece que sí, pero eso no significa que siempre serán las mismas pruebas, el rencor, el odio, ya no serán más una opción para comunicarse, solamente el amor será el único lenguaje y el tiempo que no existe se acabará…ella lo quedó mirando y Steve pareció encandilado por la claridad de la dama, la misma sin más, se puso de pie para luego retirarse silenciosamente por donde vino, Steve quedó mirando el vacío que dejó la anciana, al salir del hipnotismo, se giró para ver por dónde se iba la mujer pero esta ya no estaba, el joven tragó saliva. Ludmila se encontraba en el hogar para niños y se reía al observar a cinco metros de distancia de Amilius como se revolcaba por el suelo con varios niños no mayores de seis años, niños y niñas se lanzaban sobre el joven en una divertida lucha, él era uno más de ellos. Página | 30


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- ¡De a uno cobardes!- gritó dramatizando mientras se dejaba atormentar, atrapó a un pequeño y se creó un griterío de pánico inofensivo. A Ludmila se arrimó Sara con sus ostentosos pendientes afroamericanos. -No pareciera que es ciego- comentó Sara. - No le hace falta ver, tiene una percepción increíble - agregó Ludmila sin dejar de mirar la batalla. - ¿Y a ti te percibe?- dijo con ironía. -Calla…- Sonrió y murmuró Ludmila -…Que tiene buen oído-¿Y?- dijo Sara esperando una respuesta. Ludmila la miró-No creo que le falle la percepción Sara- y rieron. -¡Ludmila! ayúdame son demasiados- Amilius bajo la montaña de niños, con voz agonizante suplicaba. - Ve y asegúrate de que te perciba…- Sara le dijo al oído a su compañera, esta sonrió y fue hacia el campo de batalla. - ¡Llegan los refuerzos! - dijo la joven engrosando la voz al unirse. - ¡Ahora verán!- advirtió Amilius con risa macabra, los niños reían. Ludmila se arrodilló y una pequeña se le lanzó encima tumbándola hacia atrás, así, cayó sobre Amilius quien estaba acostado boca arriba. - Esta pesa...- dijo el muchacho y tomó de los hombros a Ludmila, estaban a centímetros cara a cara, se sentían las respiraciones mutuas. -Te tengo…- sentenció Amilius en un tono más intimo. Quedaron estáticos, agitados y con medias sonrisas. - Lo sé…- ella sonrió sin dejar de mirarlo, seducida. Amilius junta coraje y preguntó con evidente nerviosismo -Cuando terminemos hoy… ¿te apetecería ir a tomar algo por ahí? - Ok - Ludmila no permitió pasar un segundo antes de responder. Cuando unos niños se abalanzaron sobre ella y rompieron el hechizado momento.

George, estaba en la estación de autobús, se encontraba sentado con su bolso, en los asientos de la terminal, esperaba a que llegue su momento de partir y dejar la ciudad de Manhattan, en su rostro se veía un mapa de desgracias, un stop de ilusiones y un juramento de culpa y tristeza eterna. Se escuchó una voz desde los altavoces de la sala -…Señores pasajeros, por orden del gobierno de los Estados Unidos, quedan suspendidos cualquier viaje comercial, los autobuses de la terminal no saldrán a sus programados destinos… para mayor información y para el reintegro del dinero del pasaje diríjanse a las ventanillas, disculpen las molestias…George recibió la noticia como otro toque de mala suerte para su haber, tomó su bolso y salió a la calle, miró hacia la izquierda y luego hacia la derecha, eligió la izquierda y comenzó a caminar…

El negro manto de la noche cubría la ciudad, pesadas nubes iban avanzando lentamente por el techo de Manhattan, las calles estaban desagotadas, una calurosa brisa jugaba con el cabello de Ludmila cuando salía junto a Amilius del hogar de niños. -¿Donde me llevas?- preguntó la seducida con entusiasmo cuando le tomó del brazo. - No lo sé, dímelo tu…- Rieron mientras comenzaban a caminar. -Están aquí…- Amilius volvió a escuchar y se dio vuelta. -¿Qué sucede, que…? - Sorprendida por el movimiento repentino de Amilius. - ¿Has escuchado eso? - Tragó saliva. - ¿Escuchar qué?-¡Muévete idiota!- Un ciclista con prisas pasó por la acera raudamente sorprendiendo a ambos. - ¡Tienes calles, Einstein!- Ludmila gritó al ciclista, este sin darse vuelta le hizo una seña obscena con el dedo. Volvía el silencio, ella miró al invidente que mostraba un rostro perturbado, confundido. - ¿Te encuentras bien?- Si, si, vamos, tu perfume me desconcentra…- Si apenas me he puesto…- dijo Ludmila y sonrió. - Si claro - Amilius sonrió.

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Estaban en un bar, sentados al lado de un ventanal, uno frente al otro, en una mesa cuadrada que los separaba, a solo unos pocos centímetros y a través de los cristales se podía divisar bajo las débiles y amarillentas luces a la desolada calle, habían pocas personas en el local. - ¡Dios, que sueño extraño! - Exclamó Ludmila y tomó un sorbo de limonada. - Si, verdad- reafirmó Amilius. - Y Steve ¿Cómo lo interpreto? - No me esclareció mucho con sus conocimientos esotéricos…- sonrió-… está muy concentrado en un nuevo hallazgo arqueológico - Si, ¿Que han descubierto? - ella se acomodó en la silla. - Créeme que tu vida será mucho más fácil si no te cuento nada Ambos sonrieron, se creó un silencio por segundos, ella lo miraba y estudiaba, el miró hacia ella aunque sus pupilas estaban perdidas, Ludmila entrecerró los ojos con picardía mostrando una pequeña sonrisa. -¿Hace cuanto trabajamos juntos Amilius?- Demasiado para mi gusto… años… a los dos días deje de contar - dijo con acido sarcasmo. - Gracioso… y ¿Porque nunca me has invitado a tomar algo?- dijo animándose a profundizar. - Eres fea - No puedes fijarte en esas cosas, y sé que no eres superficial - Si es verdad, veo la belleza interior, ¿no? - No sabes el tiempo que te ahorras - Supongo…- unos segundos austeros y continuó -…creo que porque eres mi jefa, el respeto a no mesclar historias, ya sabes La chica atinó a pegarle suavemente en la cabeza al hombre, este antes que llegase el golpe se defendió con la misma cabeza adelantándose al impacto atacando cual toro. -¿Cuando te he tratado como a un empleado?- Es verdad nunca, Sara me mandonéa mas que tu - Vamos dime la verdad - Interesada. - Ok, soy tímido - ¿Amilius tímido?, ni modo- negó con la cabeza. - ¡Es cierto!, en parte era eso, mira la atracción se manifiesta por los sentidos y los sentidos estimulan los sentimientos - Estoy de acuerdo - Ok…las miradas de las personas es la clave - Si, pero hay otras cosas…- Es verdad, los movimientos del cuerpo, la ropa… - Bien, continua -dijo la joven creando una atmosfera compartida de seducción terapéutica. - La respiración, el tono de voz, el rose de los cuerpos… y en verdad no hemos tenido mucho de eso- Estoy sonrojándome - dijo Ludmila. - Si, lo noto por tu voz, reconozco cualquier tono de tu vos, creo que me faltan conocer una par más y ya tengo completo el mapa emocional de tus cuerdas vocales - Aunque no lo creas eres una de las personas que mas me conoce - confesó la joven para luego caer en otros segundos perdidos. - Luego, creo que desde que nos conocemos… recién hace cinco meses es que estas sin pareja por primera vezAmbos rieron. - ¡Es verdad!, no lo había visto de esa manera, ¿te acuerdas de Nicolás, el francés?- continuaban las risas. De repente, se escuchó un disparo, provenía de la calle, inmediatamente se sintió otro más, parecían venir de no muy lejos. -¡Al suelo!- gritó Amilius, el hombre alertado empujó a la mujer al piso antes de que se escuchara el tercer disparo, ambos cayeron cuando una bala atravesaba el ventanal, destruyéndolo. Se vio correr por la acera a dos desesperados muchachos, armados con pistolas disparando hacia atrás, se escuchaban las sirenas de un patrullero, un policía corría tras ellos con pistola en mano, el patrullero pasó raudamente por la calle frente al bar. Amilius y Ludmila estaban casi acostados en el suelo del bar a lo igual que el resto de las personas del recinto, la tensión era notoria. - ¿Estás bien?- preguntó tomándole de las manos a Ludmila. - Si, si ¿y tú?-Si- dijo Amilius mientras se quitaba pequeños cristales del cabello. Página | 32


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-¡Arriba!, me parece que fue tu ex, el francés…- dijo Amilius y se colocaron de pie, a lo igual que el resto de las personas, se multiplicaron los comentarios de los impactados comensales, Ludmila miró la mesa donde estaban sentados, la misma bañada de cristales, luego observó a su salvador, descubriendo que fue el percutor de un pequeño milagro. - ¿Qué te parece si cambiamos de ambiente?, esto esta aburrido- dijo Amilius recuperando el ritmo cardiaco. - Estoy de acuerdo…- si bien era una ironía para reír, ninguno sintió ganas de hacerlo. Se acercaron a la barra y el cantinero preguntó - ¿Estáis bien?… maldita ciudad- Si estamos bien, tranquilo estamos todos bien…- dijo Amilius con la intención de tranquilizar al angustiado hombre -…dime cuanto es- Nada… invita la casa- No hombre, no es tu culpa lo sucedido- Insisto- dijo el hombre mientras que Amilius sacaba del bolsillo trasero de su pantalón unos cuantos billetes un poco desordenados, en ese instante el dinero se comenzó a desvanecer, deshacer en cenizas como si fuese el esqueleto de un papel quemado. - ¿Que sucede?- esbozó Amilius sintiendo en el tacto el cambio de los billetes. - Déjelo hombre- dijo el propietario del local quitándole importancia a lo que también estaba viendo. Una pareja detrás de ellos que tenían la misma intención de pagar vivieron lo mismo, cuando el hombre fue a sacar su cartera para abonar, los billetes al tocarlo se resumieron en una verdosa ceniza. - Pero…- murmuró el perplejo joven, Ludmila viendo ambas situaciones se apresuró para sacar de su bolso la cartera, atinó a tomar un billete de cinco dólares y todos los presentes ya sugestionados vieron como Abraham Lincoln impreso, se separaba en cientos de granos de papel, Ludmila confusa miró al cantinero y dijo absorta -Aceptamos la invitación...La casa de la moneda conocida como “United states Mint” era el organismo situado en Filadelfia (Pensilvania), encargado de producir la divisa que estaba en circulación en los Estados Unidos. Las sirenas en la zona de imprenta estaban gritando como nunca se habían oído, los operarios desconcertados no entendían lo que sucedía, el mismo director del organismo, Harold Moy, ingresó a la sala de maquinas seguido por un sequito de una docena de empleados que hablaban todos a la vez, Harold se detuvo frente a un pallet con cientos de planchas de billetes de dólares colocadas una arriba de la otra. - Intente agarrarla señor…- dijo un empleado de unos cincuenta años de edad, Harold que sobrepasaba esa edad, con dudas intentó tomar una plancha donde se repetía una veintena de veces el reverso del billete de 20 dólares, sin más, no pudo, ya que se deshizo en el acto, el hombre confuso lo volvió a intentar y en esta ocasión agarró con las dos manos varias planchas a la vez, provocando que el montículo quedara estropeado, cual mordisco en un pastel. En ese momento se vio como de la imprenta salían las planchas desechas desarmándose mientras pasaban por la cinta de producción. -Paren las maquina - Harold impactado, fue lo único que atinó a murmurar.

Caminaban por la acera la noche estaba a punto de estallar en lluvia, por las calles del suburbio de Manhattan no había movimiento alguno, los débiles faroles jugaban con los matices de la oscuridad, rescatándose cierto romanticismo en aquella atmosfera lúgubre. - Son entretenidas tus citas - dijo Ludmila más tranquila. - Hago lo que puedo - sonrieron. Amilius titubeó un segundo y se detuvo en sus pasos. -¿Qué pasa?- ya sugestionada, la joven miró hacia todos lados. -Nada grave- dijo Amilius y se colocó frente a ella con picardía, la mujer se percató de la intención y sonrió. - No te rías que no soy muy bueno para esto- Amilius intentaba mantener la supuesta necesidad de la seriedad en el momento preliminar al beso. - Ok, lo siento- dijo Ludmila, su corazón empezó a acelerarse, sus ojos tomaron el brillo de lo bello, sus manos no encontraban espacio en el espacio. - Cierra los ojos, y así estaremos parejo - dijo Amilius se acercó un poco más a ella. Ambos sonrieron nerviosos, seducidos, el mundo tenía licencia para caerse del universo cual canica al agua, nada importaba más que sentir la respiración del otro y percibir la silueta carnal del deseo. Amilius se le acercó, ella se entregó. Página | 33


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La calle otorgaba complicidad, solo un austero faro iluminaba la noche, el cielo ciego por la prometedora tormenta solo proporcionaba relámpagos cada vez más frecuentes, Ludmila a centímetros nomas de los labios de Amilius entreabrió los ojos, mostró media sonrisa, en ese momento, un destellante relámpago alumbró como el día toda la calle. Y los labios se unieron, la lluvia se explayó. Sus cuerpos cayeron en una cama de sabanas anaranjadas, la luz era amarilla y la habitación de paredes azules escondía muchas partes en la sombra. Los rizos de Ludmila barrían el pecho desnudo de Amilius, los labios se volvían a unir, Ludmila lo dominaba sentándose sobre él, sus senos saciaban la sed del alma, la fusión abría las puertas de los sentidos, los rostros sentían sorpresa placentera al entenderse, sonreían comprendiendo el movimiento de los cuerpos, el sudor brotaba de la piel, se mezclaban confundiéndose para siempre. La fina lluvia amaneció con un nuevo y precario día, el sol intentaba iluminar la tierra de los hombres, pidiendo permiso a las tumultuosas nubes, uno de esos tímidos rayos de sol se dirigía a través de la ventana a la habitación donde se encontraban Ludmila y Amilius, enredados en las sabanas, estaban despiertos con los ojos cerrados, abrazados, se sentían.

Washington d.c el presidente entró en la sala de conferencias de la Casa Blanca, había un regimiento de periodistas que mostraban sus colmillos reclamando respuestas, el presidente Thomas Brown se plantó tras el pupitre, se veía en su rostro, noches de desvelo, los colaboradores, asesores y altos rangos militares estaban a un paso detrás de él. -Buenos días… antes de empezar con las preguntas…- los murmullos callaron. -Quiero hablarle al pueblo norteamericano, he intentar de llevar tranquilidad a sus hogares, decirles que nuestra seguridad nacional no corre peligro alguno, que estos fenómenos que han surgido y de los cuales buscamos explicaciones, no se relacionan con atentados terroristas ni amenazas de otros países hacia nuestro amada América como se estuvo especulando en algunos medios de comunicación; el gobierno esta integro y busca soluciones para que la seguridad de nuestros compatriotas y el estilo de vida se mantenga…- el mandatario se apagó al final de sus palabras, miró a su costado y vio a su asesor, quien le suplicó con los ojos que siguiese, Brown sabía que no tenía respuestas y que él era el primer aterrorizado. Se puso de pie una periodista y preguntó - Señor presidente, ¿Qué explicación nos puede dar sobre la descomposición por decirlo de alguna manera, de los billetes en todo el país?, bancos y ciudadanos dan el mismo testimonio... -Como sabrán, esto no ha sucedido solamente en los Estados Unidos, varios países como Alemania, Argentina, Suiza, México, España… bueno la lista es larga, han declarado que como aquí, la única divisa confiable por el momento son las monedas metálicas, el dinero en papel por alguna reacción química que se está estudiando ha perdido sus facultades…- dijo el presidente y tomó un poco de agua. Un periodista de edad avanzada también se colocó de pie y dijo -Señor presidente, según dicen los últimos informes, la pérdida del crudo, ha ocurrido en todo el mundo… llegado a esto ¿el gobierno de los Estados Unidos ha ideado un plan de contención para esta carencia?En ese momento en la calle cuarenta y dos, en las grandes pantallas postradas en las fachadas de los edificios se mostraban la conferencia de prensa, así como en cada tienda de electrodomésticos y en cada hogar norteamericano, se presenciaba el evento en cadena nacional, inclusive Steve, en solitario, estaba mirando hipnotizado el televisor en su salón, tenía en su mano una cuchara con cereales y leche, estática, entre el camino del plato a la boca. El presidente con algo de ironía, miró al periodista fijamente, respiró profundo y respondió -No Roy… sabes que no, si bien hay otros tipos de energías que se han estudiado y que todos sabemos que pueden utilizarse y suplantar al petróleo, la aplicación implica cambiar toda la estructura montada, sabemos que mas allá de que el crudo es el combustible por excelencia, el petróleo se utiliza como material de producción de miles de productos cotidianos del ciudadano, contar con que no tendremos más crudo de la noche a la mañana, es plantearse cambiar todas las industrias, recursos y lo que te puedas imaginar, ningún gobierno de ningún país pudo prever este fenómeno, antes de empezar a plantearnos seriamente esta opción queremos entender lo que sucede…El presidente miró a todos los periodistas, las cámaras no le daban tregua, Brown se concentró nuevamente en ese corresponsal -Roy, ¿a cuántos presidentes en tu implacable carrera de periodista has podido hacer preguntas...?Página | 34


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El veterano de las noticias, mostró una sonrisa cansada con tan solo recordarlo -Pues a mis dieciocho años hice mi primer pregunta a John Fitzgerald Kennedy y desde ese momento no se me ha escapado ninguno- hubo algunas delgadas risas en el salón. - Ya lo creo … Roy, a ti como al pueblo norteamericano debo decirles, que estoy abierto a cualquier pregunta y responderé con todos los conocimientos que tengo en mi poder, pero de antemano os debo advertir que en esta ocasión mis respuestas no serán aclaratorias al cien por ciento… (se toma una pausa) si me preguntan sobre la petrificación del petróleo, de porque el dinero se convierte en cenizas, o que sucede con las estrellas y planetas que no se pueden ver… si me preguntas de porque la red de internet no funciona en el mundo o a que se debe las emanaciones de olores en todo el país que no tienen procedencia y nos agobia día a día, o de las luces que cubrieron el cielo la pasada noche por setenta y tres segundos en todo el planeta tierra, las lluvias de agua caliente, la migraciones extrañas de animales e insectos y sus comportamientos violentos, la baja tensión del sistema eléctrico…- el periodista se sentó, el resto calló, la ciudad se detuvo para escuchar a Brown, cada pantalla, en los bares, escaparates o hogares eran atendidos por miles de pares de ojos hambrientos de respuestas. -…señores, no tengo respuesta para todos estos sucesos y lamentablemente ningún gobierno de este planeta las tiene, la economía se mantendrá estable, durante este día se dictarán los nuevos parámetros, hasta solucionar el inconveniente con los billetes, lo que puedo adelantarles, es que en estos días y como medida de emergencia los alimentos y medicamentos reconocidos como productos indispensables tendrán una bajada de precio considerable, ya que las tarjetas de créditos o cualquier movimiento bancario no serán autorizados, y lo único que circulará en la calle son las monedas, no acumulen los víveres ni especulen al venderlos, es decir si una barra de pan valía un dólar ahora valdrá diez centavos…- Se escucharon murmullos por toda la sala, Brown percibió la incertidumbre en el lugar- … nuestra sociedad continuará, Dios nos está poniendo a prueba, hoy más que nunca debemos estar unidos… - Estamos jodidos…- murmuró Steve atónito frente al televisor. El Padre David estaba sentado en las escaleras de la entrada a la parroquia resguardado de la lluvia, consolaba a una señora de avanzada edad que yacía solloza en los escalones. -Tenia tantos sueños… quería ser cantante y tuvo que irse a esta guerra…- decía la mujer entre lagrimas. - No hay palabras para sacar el dolor de tu corazón en estos momentos, pero te aseguro, que tu hijo ahora ha regresado a la fuente, está a salvo, y no siente más dolor…- dijo David con serena vos mientras la mujer asentaba con la cabeza intentando de contener el llanto. - Era muy bueno, ¿Por qué a él?- dijo mirando a los ojos al padre. Este conectó con la perplejidad de la mujer y se aferró a su fe para encontrar una respuesta al nivel de la pregunta - Porque ya cumplió su papel entre nosotros, se nos ha adelantado, ahora, le toca descansar…De manera estrepitosa y dejando una estela de humo blanco, un colosal avión de pasajeros pasaba a unos doscientos metros de altura por arriba de las cabezas de la mujer y de David quienes no pudieron más que ver a ese volátil espectáculo alejarse, dejando aturdidos oídos a su paso. Ludmila y Amilius estaban caminando por la acera riendo desentonando con el clima que se vivía en la calles, compartían un paraguas para protegerse de la lluvia delgada y silenciosa. Ella mientras se recuperaba de una broma de Amilius vio como unas personas apresuradas guardaban en el maletero de un monovolumen maletas y víveres, era una familia con niños que entre gritos y nerviosismo se subían al vehículo para luego raudamente partir. - ¿Recuerdas a mi tía Sally, la que tiene una granja en las afueras?, podríamos irnos unos días con los niños del hogar hasta que se calme todo esto…- comentó sutilmente Ludmila. -Suena bien… lo que no dijo el presidente es cuantas monedas se necesitan para llenar el tanque…- dijo irónico. Ludmila vio en ese momento como un grupo de jóvenes entraban con palos de beisbol a una tienda de comestibles, ya el panorama le empezaba a preocupar. En ese instante se escuchó detrás de ellos un sonido ascendente inconfundible, eran las poderosas turbinas de un Boeing 777 de pasajeros, su fuselaje plateado brilló a escasos treinta metros del suelo, su velocidad era descontrolada mientras tendía a ladearse a hacia la izquierda. - ¡Dios! eso suena muy cerca- dijo Amilius sorprendido. - ¡Dios mío! - Ludmila no daba crédito a lo que veía, mientras la aeronave pasaba sobre sus cabezas, las personas presentes en las calles empezaron a correr bajo la lluvia, el ruido imponente de las turbinas destrozaba Página | 35


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los cristales de los edificios aledaños, el gran pájaro fue bajando metro a metro, hasta llegar a un kilometro de distancia de Amilius, cuando el ala derecha del Boeing tocó un edificio provocando una estruendosa colisión. -Amilius, se estrelló un avión- estupefacta dijo Ludmila. - Lo sé…- confesó Amilius cada vez más confuso. - Señor, ha llegado el momento…- volvió a resonar esa voz que solo Amilius escuchaba, este, ofuscado se dio vuelta, Ludmila no se enteró ya que el espectáculo en la calle ya era demasiado. -¿Que quieres?- murmuró Amilius. -¿Qué?- dijo la joven conectando con él. -No, nada… será mejor que nos metamos en algún lado, esto se volverá más caótico de lo que esta…-Ok…- Ludmila aceptó e ingresaron en el primer bar que vieron, las sirenas sonaban por toda la ciudad, pasaron tres dotaciones de bomberos por la calle mientras Ludmila y su compañero se sentaban en la mesa del bar, las personas en el mismo estaban inquietas, sin entender muy bien lo que sucedía, algunos pagaron con monedas y salieron corriendo, otros tomaron sus teléfonos móviles y hacían llamadas, el nerviosismo era latente. -Sera mejor sacar a los niños de la ciudad- le informó con discreción Amilius a Ludmila. Ella no se lo pensó y marcó números en su móvil -Sara, cariño… si, si lo he visto…- se escuchaba la voz alterada de Sara al otro lado de la línea, Ludmila intentaba disimular su propio nerviosismo. - … Sara ahora te necesito astuta, hay que sacar a los niños de aquí…- Amilius tomó la mano de Ludmila para trasmitirle tranquilidad. - Escucha, llama a Tom, que traiga el autobús, tomen todo lo que puedan, como si fuera una excursión sorpresa y llevaremos a los niños a la casa de campo de mi tía Sally…-Amilius agarró su teléfono celular e hizo una llamada - …si que puedes, eres la indicada yo iré en cuanto pueda... no lo pienses y hazlo, serán unos días hasta que la cosas se calmen… yo también te quiero… si está conmigo…- sonrió -…tu no descansas ¿cierto?… estoy en veinte minutos ahí, adiós- concluyó Ludmila y cortó la comunicación. Mientras Amilius esperaba que contestaran a su llamada telefónica. -¡Sube el volumen…!- dijo uno hombre que estaba en la barra, una camarera se acercó al televisor de pantalla plana de la pared y lo hizo. -…La crónica llega desde México, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe es el Santuario católico dedicado a la Virgen de Guadalupe, ubicado en el Cerro del Tepeyac, nos llegan imágenes…-¡Steve! ¿Dónde te habías metido…?- Amilius logró comunicarse. Steve se encontraba frente al escaparate de una tienda de electrodomésticos con docenas de personas más viendo el mismo canal que emitían en el bar. -¿Tu donde has dormido anoche…?- preguntó Steve incisivo sin quitar la mirada de los televisores. -¿Quieres opciones o lo puedes adivinar solo?- con algo de vergüenza dijo Amilius mientras que Ludmila también estaba viendo las noticias de la televisión. -¡Aleluya!, ya era hora…- sonrió Steve. - ¿Donde estas?- preguntó Amilius. - Camino al museo…-Vete para el departamento…- le corrigió Amilius. -Se rumorea que ha caído un avión en la ciudad…- No es un rumor amigo, pasó sobre mi cabeza…Mientras, las imágenes que estaba viendo Ludmila describían a la virgen de Guadalupe, su rostro negro reflejaba borbotones de un liquido rojo espeso que salían sin cesar de sus ojos, desbordándose por toda su vestimenta roja con detalles en oro, el liquido ya abarcaba el suelo del altar, los peregrinos arrodillados a sus pies obsesivamente se persignaban. - Nos vamos de la ciudad, esto huele a caos…- Amilius le dijo a su amigo. - Ok, estoy de acuerdo voy al museo a buscar unos apuntes y nos vemos en el departamento…-Ok- Amilius cortó la comunicación. La periodista de la tv interrumpió las imágenes -Nos llega el informe del accidente producido por un avión de pasajeros, un Boeing 777, acaba…- a la conductora del noticiero se le notó nerviosa, le costaba pasar la noticia -…de estrellarse en pleno Manhattan… -en el lado izquierdo de la pantalla, apareció una mano que le dejaba una hoja en el escritorio, la periodista miró a su compañero intentando disimular, calló y miró el papel – …dios mío…- murmuró, volvió a mirar a la cámara y dijo-…hasta el momento y en el transcurso de quince minutos se reportan 17 accidentes de aviones en el territorio norteamericano…- notoriamente angustiada la mujer continuó Página | 36


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-…debido a que nuestro sistema de enlaces con las bases de información es más lenta a causa de los fallos de la red… la vía telefónica es la única…Amilius y Ludmila se tomaron de ambas manos -Esperamos que se acabe el mundo para besarnos- dijo con ironía el joven. Ella respiró hondo y dijo- ¿O el mundo no se iba a acabar hasta que nos pudiéramos besar…?- sonrió. - Tengo que ir por Steve…- Lo sé- Ludmila con ternura le acarició la mejilla. - Si en una hora no estoy con Steve en el hogar, emprendan el camino, Steve ha ido un par de veces a lo de tu tía Sally…-Si-Estaremos de tras de ti…- concluyó Amilius y salieron del bar. Se encontraban parados en la acera, la lluvia casi invisible caía de un cielo verdoso, el tráfico estaba torpe y la gente dispersa como hormigas ante la amenaza de un zapato sobre sus antenas. Se abrazaron tiernamente, para sentirse, sabían que era una pequeña despedida, se besaron dándole al beso todos los segundos posibles. - Nos vemos en una hora- dijo Ludmila juntando coraje. - Dalo por hecho - dijo Amilius y se fueron separando hasta que solo una mano tocaba a la otra. -Mantén el teléfono desocupado- dijo el joven. - Lo haré…- ella no pudo evitar que sus ojos se cristalizasen, se soltaron. Amilius desplegó su bastón comenzando a caminar presuroso, Ludmila tomó el camino contrario a paso ligero.

El Presidente de los Estados Unidos estaba hablando por teléfono en el Despacho Oval, en ese momento entra su asesor, un joven hombre de perfección ambiciosa en su presencia. - …Manténganme informado- Brown cortó la comunicación. - Señor presidente…- dijo el asesor, pero fue interrumpido por Brown. -¿Cual es la situación con los aviones?, ¿alguien me puede explicar algo de lo que está sucediendo?-Bueno…- dijo el asesor y miró unos papeles que tenía en la mano -… se ha dado la orden de que todo avión en espacio aéreo de los Estados Unidos aterrice en la pista más próxima sin excepciónEl Presidente notoriamente ansioso preguntó mirando incisivamente al asesor -¿Cuantos aviones han caído?Brown empezó a caminar por el salón mirando el suelo. -El ultimo parte que fue hace tres minutos, declara que han caído, solamente en los Estados Unidos veinticinco aviones en menos de una hora, están llegando informes también de Asia y Europa, a primera lectura creen los expertos que es lo mismo que causó la caída de la potencia eléctrica, e internet…- Expertos…claro- murmuró con ironía - …y lo que ha realizado estos fenómenos en realidad no se sabe qué demonios es…- agregó con mirada penetrante el mandatario auscultando a su asesor. -No, no señor…- dijo casi tartamudeando y continuó -…señor presidente debemos afrontar otro asunto con máxima presura, hay una alerta meteorológica, en resumidas cuentas el cielo de los Estados Unidos se está cerrando con nubes que asumen las características previas a las formaciones de los tornados…-Sea más especifico ¿En qué parte de los Estados Unidos?- preguntó el presidente de mal humor. - En todas partes señor, las formaciones se multiplican velozmente por todo el territorio del país- En otro momento me sorprendería este fenómeno… déjeme adivinar, me imagino que el resto del mundo tiene el mismo pronóstico meteorológico, ¿Verdad?- Si señor, por eso recomiendan que usted junto con la Junta de Jefes del Estado Mayor se trasladen a un lugar más seguro…- El presidente no respondió y se quedó absorto. En ese instante entró otro hombre de traje que dijo con ansiedad en sus palabras - Señor presidente el helicóptero está listoEl presidente observó a ambos personajes y se sentó detrás de su escritorio. -Que la junta se ponga a cubierto, me quedare aquí…- resolvió mientras intentaba para sus adentros entender lo que estaba sucediendo. - Señor, con el debido respeto, debemos mantener una estructura…- se apresuró a decir el asesor. -¿Qué me quieres enseñar hijo?- el presidente le interrumpió -…conozco muy bien el protocolo…Ingresaron dos agentes del servicio secreto al despacho -…Decido quedarme caballeros… estoy convencido que esto no es una cadena de casualidades, esto es una sola cosa, es una forma de Dios de repetirnos un mensaje que no supimos escuchar, esta vez, lo dice más alto y no creo que una cueva antibombas a setecientos metros bajo Página | 37


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tierra burle la lección que nos tiene preparada…- los hombres atentos escuchaban al presidente -…el pueblo norteamericano querrá escuchar a su presidente llegado el peor momento…Uno de los del servicio secreto, el cual era el jefe de seguridad personal del presidente dijo -Señor presidente cuente con nosotros…- Gracias Frank…- apuntó el alto mandatario, el asesor no sabía que decir, miró sus papeles y luego al presidente. -Mejor será que tu vayas con la junta de jefes del estado para mantenerme al tanto…- sentenció el presidente para alivio del asesor, quien casi con vergüenza hizo una torpe reverencia para luego retirarse, el servicio secreto informó por radio que el presidente se quedaba. Apareció en escena y con pasos firmes el general Paul Nelson. -Señor presidente…-Paul- Recomiendo Defcon 3, si los meteorólogos no se equivocan tendremos la anarquía en las calles en cuestión de horas- dijo el General, el presidente apoyó sus codos en el escritorio -Señor…- insistió Paul. -General Nelson, declaro Defcon 3, declaro el estado de ley marcial, que el estado de emergencia sea anunciado, como presidente de los Estados Unidos doy acción a ley de los poderes bélicos, ¿en cuánto tiempo puede estar la guardia nacional en las calles de las principales ciudades?El general sin inmutarse reportó con seguridad -Empezaríamos cubriendo New York, en seis horas estaríamos en las calles con la división de infantería ligera de doce mil hombres con rifles de asalto m-16, elementos de la fuerza de despliegue rápido, fuerzas especiales Delta, vehículos blindados, helicópteros, tanques, una vez controlado este despliegue haríamos los mismo en las principales ciudades de los Estados Unidos…El presidente asintió con la cabeza - Pues no perdamos más tiempo-Si señor…- el General se retiró y el Presidente volvió a quedar solo en el despacho, el hombre supuestamente más poderoso del mundo veía como en cuestión de un par de días su imperio y creencias se habían derrumbado cual torre de naipes, tenía miles de preguntas sin respuestas y su alma estaba en una incertidumbre crónica, sabía que tenía que ser fuerte, para eso lo habían contratado, hoy el presidente de los Estados Unidos estaba en Jake, Brown se aflojó la corbata.

George, hacia más de veinte minutos que había cruzado a pie el puente de Brooklyn, detuvo sus pasos, ya que el entorno caótico le había empezado a llamar la atención y tras ver y escuchar a la lejanía la explosión del avión, su decisión de irse empezó a tambalearse en su seguridad. Pensaba en su hijo y de que estuviera bien, daba por hecho que su madre y el otro hombre lo cuidarían, que el volver y presentarse por ese accidente aéreo, podía ser desubicado y fuera de contexto ante su ex mujer y el otro hombre; el caminante se mojaba por la lluvia mientras veía como familias enteras subían a los coches tomando diferentes rumbos de salvación. George había estado desconectado de lo que estaba sucediendo en el mundo, sabía que sus billetes ya no servían, pero lo entendía como otro golpe más de mala suerte. Se colocó bajo un toldo de una tienda de juguetes y encendió un cigarrillo dándose un tiempo para tomar alguna decisión.

Amilius siguió caminando con rostro en tensión, la lluvia calaba su oscuro cabello, su ropa estaba sobre mojada, sus pisadas firmes pero arriesgadas salpicaban indiscriminadamente el suelo ya acuoso, el cielo se veía como un techo bajo y pesado, el pestilente y putrefacto aire ya no ocupaba primera plana a pesar de ser vomitivo por momentos, para completar de perturbar los sentidos, se escuchaban sirenas, disparos y gritos, las calles se mostraban falsamente tranquilas por su abandono, la sensación era de que la gente estaba protegida en sus casas y los que salían eran los que buscaban algún beneficio del caos. Se detuvo en una esquina, estaba agitado, sus pupilas húmedas parecían más perdida que nunca, nuevamente se escucharon las turbinas de un avión y a un par de kilómetros una explosión, Amilius reaccionó poniendo en tensión su cuerpo, se dio cuenta que era a la distancia y entró en un miedo que lo llevaba a las lagrimas como a un niño, no sabía qué camino tomar, los sonidos habían mareado sus sentidos, perdió su concentración sobre el espacio, la emoción no le permitió reacción racional, sonrió y lloró bajo la lluvia. En ese momento y sin piedad, un puñetazo certero se encajó en la mandíbula de Amilius tumbándolo sin contención en la acera, eran tres hombres de color con evidentes intenciones delictivas, le comenzaron a pegar patadas y le quitaron la billetera, Amilius tendido en el suelo, estaba atontado, le rompieron el bastón y se reían de él. Página | 38


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Raudamente un camión bombero se detuvo a orilla de la calle. Malcolm era el corpulento bombero de raza afroamericana, quien dio voces de discusión con sus compañeros bomberos para que pararan el camión, Malcolm se lanzó del vehículo ante de detenerse el mismo y enfrentó a la pandilla. - ¡Hey amigos, ya basta déjenlo…!- Malcolm mostró las palmas de las manos en son de paz. -¡No te metas negro! - dijo uno de ellos mientras sacaba una pistola de su cintura, Malcolm intentaba calmar los ánimos mientras que los otros tres bomberos bajaban del vehículo con hachas y masas. Se marcó la línea imaginaria, quien la cruzara comenzaría la masacre, esa línea era Amilius tendido en el suelo. - ¡Vamos!, la ciudad esta cayéndose, no necesitamos esto…- dijo Malcolm intentando llegar a una vena sensible del hostil hombre, este último, miró a Amilius, se lo pensó un segundo y le hizo una simple seña a sus colegas, ser retiraron con altanería. - Amigo ya paso…- Malcolm le dijo a Amilius quien estaba volviendo del viaje. -Malcolm, tenemos que irnos…- dijo uno de los bomberos. -No podemos dejarlo aquí… ¿puedes levantarte?- Malcolm ayudó a Amilius y otro bombero se sumó a la ayuda para llevarlo al camión. -Gracias, gracias- dijo Amilius mientras se recuperaba, lo subieron al vehículo y se pusieron en marcha. El perturbado ciego estaba sentado en los asientos de atrás del lado de la puerta derecha, a su lado dos bomberos, el más cercano era Malcolm, Amilius apoyó la cabeza en el cristal, el cual era empañado por la lluvia. - ¿Has visto esta ciudad en lo que se ha convertido?- comentó Malcolm intentando distenderse con Amilius. -No… en realidad tampoco la he visto antes de todo esto…- murmuró Amilius agotado, Malcolm en ese momento se dio cuenta que el joven no podía ver... El Padre David, estaba rezando de rodillas en el altar de la parroquia, a sus espaldas se veía que el templo se encontraba concurrido por unas doscientas personas, todos de rodillas, rezaban mientras que se escuchaba en el exterior ruidos de tráfico, lluvia y gritos. David, se persignó para luego colocarse de pie a lo igual que el resto de las personas, los miró y sonrió con compasión, ante los aterrorizados rostros de su rebaño dijo - Nunca pude llenar esta parroquia… ¡hoy somos todos religiosos…!- reprochó suavemente y con tristeza -…hermanos, afrontar lo que se viene con fe, amor al prójimo y compasión… estén con sus familias, que Dios os Bendiga…- concluyó el Padre, los presentes se persignaron y empezaron a dejar el recinto con ávida presura. David, miró la escultura de Jesús en la cruz y murmuró -Nos tienes preparada una buena, ¿verdad?- y mostró una leve sonrisa de aceptación.

Ludmila estaba subiendo unas bolsas con víveres al autobús escolar, con ayuda de Tom (el conductor), un señor de color de unos 50 años, lo estaban haciendo de prisa y bajo la lluvia, mientras que Sara dentro del hogar entretenía a la veintena de niños que estaban entusiasmados por la salida de excursión. Ludmila entraba y salía y cada vez que se encontraba en la calle equipando el autobús miraba para todos lados intentando divisar sin éxito a su amado. - Tom, mantas, toda la que se puedan…- dijo Ludmila intentando concentrarse en lo que estaba haciendo.

Steve entró en el departamento, tiró las llaves sobre la mesa, fue a su habitación y sacó una maleta, se dirigió a la nevera y guardó una docena de cervezas en la maleta. - Ya estoy listo…- dijo y respiró profundo.

El camión de bomberos se acercaba al siniestro, otro avión de pasajeros había enfrentado hace minutos y con furia a un edificio de veinte pisos, causando el derrumbe del mismo, docenas de bomberos con sus respectivos camiones estaban atacando el fuego y buscando supervivientes, las ambulancias llegaban desde diferentes hospitales, cientos de personas desorientadas, la lluvia caía sobre el agitado fuego. - Quédate aquí, te traeré un medico…- le dijo Malcolm a Amilius mientras que al igual que sus compañeros se equipaban para enfrentar a las llamas. Página | 39


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Amilius un poco más consciente, solo asintió con la cabeza; él no sabía cuánto tiempo había pasado desde que dejó a Ludmila, desde ya la hora de plazo para el reencuentro se había cumplido. En ese instante, en el cielo se vio a las verdosas nubes crear unos girones en sus formas, estos se desplazaron a gran velocidad describiendo un movimiento rectilíneo y errático, en cuestión de segundos un embudo rabioso unió el cielo con la tierra, un tornado se plantó ha cien metros de donde estaba Amilius. El viento era caliente y el granizo del tamaño de pelotas de golf empezó a golpear el camión bombero, el joven se alarmó y supo que de momento era mejor quedarse dentro del vehículo. Los gritos en el exterior eran perturbadores, hasta que un solo sonido se empezó a escuchar y era el del tornado, el cual comenzó a arrasar todo a su paso, ambulancias con accidentados dentro, camiones de bomberos y a las personas también, el fenómeno pasó por arriba de donde había caído el avión y la base del tornado se convirtió en fuego. En ese instante Amilius sintió como el vehículo en el que estaba, comenzó a vibrar cada vez más fuerte hasta ser arrebatado del suelo y luego arrojado cual juguete contra unos edificios, medio camión bombero quedó dentro del mismo, permitiéndole asirse, para que el tornado pasase por su lado y no lo absorbiera. Los niños del hogar estaban subiendo al autobús escolar, ya habían pasado dos horas y el cielo parecía caerse, Sara se acercó a Ludmila que intentaba llamar por teléfono móvil a Amilius. - Niña, odio decirte esto, pero no podemos esperar más…- dijo Sara tocándole el hombro con dulzura. -Lo sé…- dijo con ojos lleno de desolación-…Steve esta en el departamento y Amilius aun no ha llegado…acotó Ludmila y miró hacia todos lados -… ¿donde estas?- musitó para sus adentros con angustia. Ludmila observó a los niños que ya estaban sentados en los asientos del autobús, miró a Sara. -Pongámonos en marcha, yo iré adelante con la camioneta- resolvió la joven. - Ok, Amilius nos encontrará, es un chico muy especial…- dijo Sara intentando darle fuerza, Ludmila sonrió soportando las lagrimas. - Lo sé…- es lo único que pudo decir, Sara subió al autobús, Tom al volante, Ludmila miró por última vez la calle y subió a su camioneta, el transporte escolar de color amarillo emprendió el camino, la amada de Amilius se les adelantaba para dirigir la escueta caravana. Steve por su parte seguía en el departamento, con su Teléfono móvil en mano miraba la televisión de imágenes muy austeras por la baja energía eléctrica, él, cautivado por los acontecimientos mundiales, a su lado seis maletas de diferentes colores y tamaños, había empacado cosas de Amilius también. - Vamos Amilius, no te me pierdas ahora…- el estudiante de arqueología murmuraba con nervios.

Los tornados comenzaron a bajar por todas partes, duraban pocos minutos en tierra pero era suficiente para convertirlo todo en ruinas. Amilius tenía un corte en la cabeza, el vehículo se encontraba ruedas arriba y el joven estaba recostado en el techo de la cabina del camión. Le costó reaccionar, en esos segundos de somnolencia sintió un gruñido semejante a un perro, el que lo emitía merodeaba cerca del camión; Amilius hizo un gran esfuerzo para reanimarse, arrastrándose con ayuda de sus manos localizó la salida que en este caso era el parabrisas frontal del coche de bomberos, se tropezó con unos escombros, pudo sortear varios obstáculos y se colocó de pie, logró salir del escabroso edificio a pesar del viento y los vagos cambios de iluminación en su percepción, accedió a la calle la cual estaba cubierta por el desastre, solo se escuchaba el fuego y la lluvia, el granizo había cesado. - ¡Hola…!- el joven comenzó a gritar -… ¡Pueden oírme!- el silencio era la respuesta, intentó seguir caminado, pisó una piedra y cayó brutalmente sobre los escombros, estaba cansado y tenía todo el cuerpo golpeado, parecía rendirse, solo recordó el tacto de los labios de Ludmila. Pasaron unos segundos. A la lejanía, Amilius escuchó unos pasos, pero esos pasos estaban a centímetros de él, Malcolm polvoriento y con algunas heridas apareció desde las ruinas, había escuchado el llamado de Amilius, parecía ser que eran los dos únicos supervivientes. - ¡Hey! estoy cansado de salvarte el pellejo…-dijo el irónico rescatista y lo colocó de pie. - ¿Eres el bombero?- preguntó Amilius poniendo voluntad para caminar. - El mismo, me llamo Malcolm…-Amilius…- retribuyó el joven, estaban caminando, intentado alejarse de esa destruida zona. -¿Tienes casa?, te llevare ahí…Página | 40


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- Si, vivo entre la calle William y Ann…- Es cerca, ahí veo un coche, veamos si tenemos suerte…Se acercaron a un monovolumen, Malcolm ayudó a Amilius a subirse, no había llaves, el bombero en cuestión de cinco minutos hizo un puente en el contacto del vehículo, se pusieron en camino. - ¿Vives tu solo ahí…?- preguntó Malcolm mientras conducía. - No, con Steve, es lo más cercano a una familia… es como mi hermano…- Amilius se tocó la sangre de la frente. - Bien…- ¿Y tu…?- preguntó Amilius -¿Tu familia?Malcolm mientras esquivaba los escombros confesó con evidente dolor -Tenía amigo… tenía… El bombero conducía con cautela, ya que no había calle que no estuviese obstruida por coches abandonados, arboles, televisores, colchones... Steve estaba demasiado impaciente, tomó las llaves, se guardó el teléfono móvil en el bolsillo delantero del pantalón y salió con coraje por la puerta, en el pasillo de la planta había papeles y una maleta tirada, un par de puertas de otros departamento abiertas, el escenario le causó escalofríos y comenzó a caminar deprisa, pero recordó y se detuvo para volver sobre sus pasos y llegar a la puerta en donde vivía Jaimy (la joven actriz), la puerta estaba cerrada, Steve respetuosamente llamó golpeando un par de veces. -¡Jaimy!, ¿estás ahí?...- intentó oír a través de ella -…soy Steve, Steve del tercero B…- nadie respondió, golpeó la puerta con un poco mas de firmeza - ¿Jaimy?- tanteó el picaporte, pero estaba cerrado con llave, pensó un segundo y desistió. Parecía que el edificio estaba abandonado, salió a la calle y el panorama era similar, se escuchaban gritos y corridas a la distancia, cuando una marea de aspas se oyó, unos diez helicópteros de rescate de las fuerzas aéreas sobrevolaron la ciudad, Steve sin dejar de mirarlos abrió la puerta de su humilde coche y se subió. Tomó su teléfono y llamó, al segundo fue atendido - ¡Ludmila!... hola, que tal, soy Steve…-Si Steve se que eres tú, ¿donde estas? ¿Y Amilius?- angustiada Ludmila conducía guiando al autobús, en esa zona había mucha gente dispersa cada uno tratando de llegar a su objetivo que básicamente era estar a salvo, el viento era muy agresivo y la lluvia tibia caía cruzada. - He salido del departamento a buscar a Amilius…- dijo Steve cuando arrancó el motor. - ¿Pero si va al departamento…?- dijo confusa. -Estará seguro en el departamento pero aquí afuera no…- Steve, se que le ha pasado algo…- Ludmila no contuvo las lagrimas. - Tranquila…- el joven se obligó fortaleza - … es un tipo duro, más que cualquiera que conozco…-Ok…- Ludmila intentando controlarse. -Bien, estamos en contacto- Steve cortó la comunicación y comenzó a patrullar las calles en busca de su amigo.

En las inmediaciones del puente de Brooklyn la congregación de gente y vehículos era importante, ahí las fuerzas militares fuertemente armadas ya estaban presentes intentado de organizar la evacuación espontanea, el gobierno ni siquiera había tenido tiempo de anunciar la evacuación, las señales naturales y sobrenaturales fueron suficiente para que la masa tomara esta decisión de forma desprolija e impulsiva. Los laterales de los puentes estaban minados de personas en procesión, en el centro del cruce circulaban a paso de hombre los vehículos autorizados, que principalmente eran autobuses. A la distancia y como postal temeraria se veían a los tornados aparecer y desaparecer. Ludmila llegó hasta dos calles del puente cuando fue detenida por un control militar. Un soldado se le acercó -¡Buenos días señora… si piensa pasar por el puente tendrá que ser caminando, ya no se permiten vehículos particulares!- Pero… escúcheme, el autobús escolar que está detrás mío tiene 20 niños menores de 8 años que no tienen familia son de un hogar de acogida, no los puedo cruzar caminando…-El autobús puede pasar, y si quiere puede ir en el, pero vehículos particulares no…- ¡Ok!, gracias -Ludmila exclamó conforme, aparcó rápidamente a un costado, se bajó de la camioneta y presurosa llegó hasta el autobús que estaba a metros nomas de ella, subió al mismo. -¿Que sucede? - preguntó Sara nerviosa. -Tranquila dejaran pasar al autobús pero no a coches…- dijo Ludmila algo agitada. -Bien, ven con nosotros…- dijo Sara. - Si, si…- Ludmila no muy convencida miró a los niños que absortos observaban por las ventanillas. - No, lo siento…-dijo Ludmila recapacitando -…si cruzo ese puente se que Amilius no me encontrará…Página | 41


LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

Sara con pupilas acongojadas respiró entrecortado, conteniendo la angustia -Pues, ve a buscarlo y tráelo a lo de Sally de la oreja, nosotros estaremos bienLudmila sonrió agradecida, se abrazaron -Te quiero- Yo también…- respondió Sara. La joven miró a los niños y se inclinó para saludar a uno de ellos, era el que quería jugar en su momento a los videos juegos -¿Tu también te vas?- preguntó el niño. -No, no cariño, voy a buscar a Amilius que se abra entretenido, sabes cómo es… los alcanzaremos, cuida de tus hermanos y hermanas como siempre ¿Ok?- Ludmila se hacía fuerte mientras su lagrimal se humedecía. - Ok…- dijo el niño. - ¡No puede quedarse aquí, o circulan o salen del paso!- dijo un soldado desde la puerta del autobús. Ludmila lo observó con cierta resistencia y volvió a mirar al niño, lo abrazó, apreció al resto y no pudo decir más nada, no queriendo irse volvió a abrazar a Sara y luego abrazó a Tom a quien le dijo -Cuídamelos Tom…- Nadie les tocara un pelo, te lo prometo…- dijo el hombre con sabia y segura mirada. Ella se bajó dejando que el autobús se dirigiera hacia el puente, todos los niños como también Sara saludaban con manos abiertas a Ludmila, quien se esforzaba por contener las lagrimas. -¡Portaros bien, que me entero de todo!- advirtió con sonrisa forzada mientras el autobús se alejaba participando en una lenta procesión interminable de vehículos. Ludmila volvió a su camioneta, cerró la puerta y colocó sus manos en el volante para romper en llanto, en ese momento y asustando a Ludmila alguien golpeó estrepitosamente el parabrisas de la camioneta del lado del acompañante, se trataba de George, él, un poco titubeante, saludó con su mano, la joven bajó la ventanilla para escucharle. -Gracias, perdona, ¿iras para el centro…?- preguntó el caminante. Ludmila se secó las lágrimas y asintió con la cabeza. -¿Me podrías llevar?- preguntó rogando con la mirada. -Claro…- resolvió Ludmila abriéndole la puerta, George subió. -Gracias… muchas gracias…Se pusieron en camino- Todos se están yendo de la ciudad y tu ¿quieres ir al centro?- dijo Ludmila con un intento de simpatía. George la miró y sonrió - Alguien me necesita y he regresado… ¿Tu?-También…- dijo la mujer mientras miraba el camino de regreso, fue suficiente información para los dos, George, había vuelto, tenía que saber que su hijo estaba a salvo, su enfado, su angustia no eran tan fuerte como su amor. -Como presidente de los Estados Unidos y como ser humano…- el presidente Brown estaba hablando para todo el país, otra vez en todas las pantallas aparecía con evidente renuncia, aunque debido al caos urbano esta vez no era muy observado por el pueblo. Amilius y Malcolm lo escuchaban por la radio del monovolumen mientras iban camino al departamento-… se me cruzan muchas sensaciones, se hace más evidente que nunca, en qué forma errónea nos tomamos la vida y la relación entre nosotros y Dios, como nos hemos tratado y como hemos tratado a nuestro hogar, parece que hoy se ajustan cuentas recibiendo una lección rápida y devastadora…Amilius y Malcolm escuchaban en silencio -…solo me queda por decirles, que en estos momentos de desesperación no nos dañemos mas, ayudémonos como nunca antes para que pase la tormenta- se truncaba la señal – aprend… a….- se cortó la transmisión. Amilius intentó sintonizar la radio pero era en vano, a lo igual que la señal de televisión, la de radio había caído por completo, el mundo estaba quedando incomunicado.

Roma se mostraba devastada, la anarquía había llegado a sus calles, Jerusalén estaba siendo azotada por terribles terremotos, Sídney se ahogaba literalmente tras sucesivos maremotos encadenados en toda la costa de Australia, el Amazonas bajo un manto de llamas, fuego provocado por repetidos rayos caídos del cielo, los elementos enfadados levantaban la voz, el silencio sabio ya no funcionaba, aun así, la tercera guerra mundial seguía activa, ninguno proponía una tregua, se acusaba mutuamente al enemigo de que utilizaba armas tales como el H.a.a.r.p. con el objetivo de alterar el clima y las comunicaciones… -Me bajo aquí…- Dijo George. -Ok- Acordó Ludmila y estacionó en una orilla. - Gracias y suerte- expresó el hombre con sincero sentir mientras se bajaba del vehículo. -Igualmente…- dijo la joven con un dejo de afecto hacia el extraño. Página | 42


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George, se alejaba a paso ligero, la mujer siguió su camino, dobló una esquina, transitó unos doscientos metros, sorteó un camión de bidones de agua que estaba cruzado en la calle con mitad de su mercadería en el suelo, continuó su camino, hasta que escuchó unos gritos que provenían de una ventana de la quinta planta de uno de los edificios que daban a esa calle, a continuación, ferozmente cayó frente al paso de Ludmila y sobre el pavimento el cuerpo de una mujer, Ludmila gritó espantada por la imagen, cuando en ese cruce de esquina una furgoneta se dio descontroladamente contra la trompa de su vehículo haciéndolo girar sobre su propio eje; la joven fue contenida por el cinturón de seguridad, pero el impacto le hizo perder unos segundos el conocimiento, al contrario de ella, el conductor de la furgoneta no tuvo tanta suerte y fue despedido a través del parabrisas de su vehículo cayendo sin vida al asfalto. Ludmila intentó recuperarse - Dios…- murmuró atontada. Tenía sus manos en el volante y su frente entre ellas, reincorporándose miró el panorama y la ciudad parecía que hace años que estaba en guerra, se escuchó unos disparos a la distancia, la lluvia hacía íntima la desesperación. En ese dantesco momento y desde una calle que cruzaba a esta, a no más de cincuenta metros de la joven, se vio como a pasos acelerados y andar zigzagueante, aparecía de lo irreal de la mente mas diabólica, un ser de contextura humanoide y de piel color rojo ocre, completamente desnudo, sin sexo, semejante a un cuerpo humano, con la musculatura sin protección cutánea; un metro y medio de estatura, encorvado en su caminar, complexión raquítica, dedos largos y punzantes, sus pies desproporcionados a mayor tamaño que el cuerpo, cuello alargado, su cara si bien tenía todo lo que tiene una persona, parecía haber sufrido fuertes quemaduras para luego esas heridas infectarse hasta pudrirse, ojos amarillos y afiebrados, cabeza sin cabello, unas orejas achicharradas, desparejas y para completar la espeluznante imagen, unos dientes negros y amarillentos cerrados en línea cual piraña. Esta bestia percibió a Ludmila, se detuvo bajo la lluvia, ella atónita solo pudo mirar a la criatura que parecía sonreír cual hiena comenzando a avanzar lentamente hacia Ludmila, quien reaccionó e intentó dar arranque al vehículo, pero no respondía. La criatura se acercaba, seguidamente y por donde vino la abominación, apareció corriendo un policía disparándole con su pistola reglamentaria, el ser se espantó y huyó retomando su camino, el policía no se percató de Ludmila, se le veía furioso, gritaba y perseguía a la ensangrentada repulsión. Salieron del campo de visión de Ludmila quien sentía su corazón galopar al borde de un ataque cardiaco, las emociones parecían no acabar, cuando pudo ver que desde el flanco de donde aparecieron estos dos personajes surgió otra bestia de iguales características que la primera, pero esta aferrada a su cadavérica mano, tenía una especie de lanza de metal oxidado, con ambas puntas afiladas y de un largo de un metros y medio, la criatura parecía estar persiguiendo al policía, esta no se percató de Ludmila y siguió su camino. La joven aterrorizada, miró a su alrededor, tomó una decisión y salió del ahora inútil vehículo, comenzó a correr en dirección contraria de a donde se habían dirigido estos seres; su cuerpo recibió la lluvia y el viento inestable, al doblar la esquina utilizó su teléfono para llamar a Steve. El joven estudiante de arqueología había detenido su coche en medio de la calle, boquiabierto tomó el teléfono mientras compartía miradas incongruentes con un hipopótamo adulto que desorientado le hacía frente al vehículo de Steve, era difícil saber quién era el forastero bajo esas circunstancias. -Diga…- dijo el joven muy templado. -¡Steve, Dios mío! acabo de ver a unas criaturas espeluznantes en plena calle- dijo Ludmila desahogándose. - Yo estoy viendo un hipopótamo y no estoy en el zoológico…- sonrió con ironía. Se cortó la comunicación, a Ludmila se le había acabado la batería de teléfono. -¡No, no, no, Dios ahora no…!- desesperada, presionó los botones hasta desistir y comenzar a caminar a pasos ligeros rumbo al departamento de Amilius. Steve esquivó con el vehículo cautelosamente al animal el cual no se movió un ápice de su lugar, intentó comunicarse con Ludmila pero el teléfono de la joven figuraba como apagado o fuera de cobertura. Los militares estaban transitando las calles, deteniendo disturbios y robos, la policía colaboraba a lo igual que los bomberos, los hospitales, los que aun no habían sido afectados por los tornados, estaban siendo evacuados, pero seguían llegando heridos de todas partes, el puente de Brooklyn resultaba saturado de una masa de personas y vehículos que ya no permitían avanzar ni retroceder, hasta el punto que mucha gente caía al agua, los uniformados no lograban controlar la situación, ya que la multitud desesperada del otro lado del puente intentaba entrar en la ciudad, dando a entender que el lugar seguro tampoco estaba del otro lado. Página | 43


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El otro puente, el puente de Manhattan había caído, partiéndose en dos por cruzarse en el camino de un colosal tornado de agua. La noche se estaba asomando tras las esmeraldas, eternas y violentas nubes, Steve ya necesitaba encender las luces del coche para alumbrar el terreno a transitar, vagas farolas de las calles parpadeaban sorteando los sombreados terrenos, la lluvia y el desorden urbano creaba un vacio para el alma, el gris escenario se había tornado en una cárcel, un lugar en donde ya nadie quería estar. Steve conducía a muy baja velocidad, cuando debajo de una farola vio a una silueta, entre toda esa basura y caos, entre toda esa oscuridad, estaba esa figura femenina, delicada y frágil sentada al cordón de la acera abrazando con temor sus piernas, acurrucada cual bebe en el vientre materno, sus cabellos negros mojados cubrían su rostro. El joven prestó atención y se fue acercando, detuvo el coche y bajó con ciertos recaudos, llegó a ella hasta estar bajo la misma luz, se agachó y le tocó el hombro, la mujer levantó su rostro lentamente, y detrás del delineador de ojos que se deslizaba por sus mejillas se pudo descubrir a Jaimy, rendida. -¿Jaimy?- dijo Steve asombrado, ella reaccionó y lo abrazó con todas sus fuerzas. -Steve…- murmuró aliviada. -¿Qué, que haces aquí?- preguntó el hombre. Ella se separó un poco, lo miró y sin más le dio un sorpresivo e intenso beso en los labios, él se dejo llevar. - Pensé que era la única en la ciudad - dijo la joven entre repetidos besos. - No, no, estoy yo… pase por tu departamento y no estabas- No, hoy tenia ensayo pero no fue nadie… y mi compañera de piso se había ido a la casa de sus padres- Tranquila todo saldrá bien…- resolvió el joven arqueólogo. - Me alegro que estés aquí-Yo también me alegro de estar aquí…- sonrieron y se volvieron a besar como si se amaran desde siempre. Amilius y Malcolm lograron llegar al departamento y entraron al mismo. -Hay varias maletas preparadas- dijo Malcolm al verlas en el suelo del lugar. -¡Steve!- llamó Amilius mientras que buscaba por todo el departamento para volver desconcertado al salón donde estaba Malcolm. -Si están la maletas no se ha ido, me estará buscando…- dijo Amilius deduciendo con preocupación - …Ludmila… espero que haya cruzado el puente…- Seguro que si, mantén la calma, podemos esperar a tu amigo aquí, seguro que volverá para ver si estas tu…razonó Malcolm. - Sí, creo que será lo mejor...- dijo Amilius cuando se escuchó y sintió un movimiento sísmico ascendente. - ¿Que sucede…?- dijo el joven y un cuadro de Elvis Presley se cayó de la pared. - ¡Parece un terremoto, tenemos que salir de aquí!- Malcolm reaccionó tomando del brazo a Amilius para luego salir raudamente del departamento pudiendo llegar al pasillo fue cuando el bombero pudo ver como las paredes se empezaron a agrietar. - ¡Por las escaleras!- gritó Amilius quien tomó la iniciativa corriendo hacia las mismas, bajando sin previsión como si pudiera ver, pero tropezó arrastrando a su compañero, ambos cayeron rodando cuando ya estaban llegando a la planta baja, atontados y doloridos juntaron fuerzas para seguir, las paredes comenzaban a caerse, salieron del edificio hasta llegar a la calle, cuando la edificación se desplomó a lo igual que otras tantas a su alrededor, una falla enorme se abrió en la calle, la grieta era de importantes dimensiones, la mitad del coche que había transportado a Amilius y a Malcolm cayó para quedar atascado en la brecha. Los dos hombres estaban en medio del camino, cubiertos de polvo, cuando el movimiento sísmico cesó. - Pues creo que tendremos que esperarlo en algún otro lado- con sarcasmo dijo Malcolm. -Si… - admitió Amilius -…el museo de arte contemporáneo, si no nos encuentra aquí, ira hacia allíComenzaron a caminar -¿Estás seguro de eso…?- preguntó Malcolm un poco agitado por la travesía. - Pues no, pero es lo único que se me ocurre…- admitió - …dejemos un mensaje -Eso está bien- consintió Malcolm y tomó del suelo un pedazo de ladrillo rojo, se acercó a una trozo de pared del edificio de Amilius, el cual era de considerable tamaño; Malcolm escribió marcando con fuerza para que la lluvia no lo borrara “Steve soy Amilius nos encontramos en el museo”. Parecía no haber lugar seguro donde reposar, daba la sensación de que había que estar en movimiento.

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En el césped del jardín de la Casa Blanca se encontraba el gigante, majestuoso y flamante AgustaWestland AW101 conocido como el “marine one”, el helicóptero presidencial, con una longitud de veintitrés metros, una altura de un edificio de dos plantas y diez toneladas de peso, se mostraba en la plataforma de aterrizaje con sus rotores en ascendente actividad. El cielo estaba inestable y la lluvia parecía no mermar, la nave aguardaba el arribo del comandante en jefe, el cual estaba siendo escoltado por seis guardaespaldas incluyendo el jefe de seguridad personal del presidente, el agente especial del servicio secreto Frank Marshall. Los hombres de traje hicieron subir al presidente a la nave y cerraron la puerta. Ya dentro se distribuyeron en la docena de asientos. Al presidente se le veía angustiado, con una profunda pena en su alma al tener que desistir y no quedarse más tiempo en primera línea de fuego, ya que no tenía sentido hacerlo, el movimiento sísmico había agrietado gran parte de la fachada de la Casa Blanca. El piloto y co-piloto elevaron al Marine One con las hélices cortando la lluvia y venciendo a la gravedad, la nave los trasladaría como único recurso fiable de transporte, ya que el avión presidencial Air Force One se había estrellado hace tres horas a orillas del océano atlántico, con gran parte de la junta de jefes del estado, la tragedia fue provocada por una feroz tormenta eléctrica que no habían podido evitar, el resto de la junta fue traslada en helicóptero y con éxito llegaron hace algunos minutos al refugio. El refugio estaba a unos cuatrocientos setenta kilómetros de distancia de la Casa Blanca, hacia el norte, era una isla donde el brazo de New York, (Long Island) se desvanecía, un pequeño trozo de tierra rodeado por agua del océano atlántico llamada Plum Gut Harbor, discreta y oculta tierra que en realidad era una base fuertemente armada, con un perfil secreto y militar, de una media de cuatro mil soldados permanentes, flota marítima y aérea, sistemas de alta tecnología a lo que se refiere a comunicaciones y logística, el refugio presumía de tener una de las bases subterráneas resistente a un ataque de magnitud nuclear más poderosas de mundo. El “Marine One” ya estaba en camino hacia Plum Gut Harbor, el presidente Brown veía desde las alturas a la ciudad vapuleada entre lluvia y oscuridad, las fuerzas de la seguridad nacional enfrentaban al pueblo al borde de la guerrilla, la gente ya no obedecía condiciones y menos a un gobierno que parecía ya inexistente, Brown se sentía culpable y derrotado, a su alrededor, estaban los seis guardaespaldas concentrados en sus objetivos, el jefe de seguridad Marshall miraba al presidente y podía entender su tortura.

George llegó al edificio donde vivía su hijo, el complejo habitacional se había desplomado casi en su totalidad, los últimos diez pisos estaban oscilantes sobre los escombros, solo el estar recostado con el edificio vecino le permitía permanecer en pie, ruidos de metal y focos de incendio hacia tétrico el lugar. El hombre al ver esto sintió una presión en el pecho imaginándose lo peor y solo murmuró -Tim…- nombró a su hijo y empezó a escalar lo derribado, él sabía que vivían en el último piso de los diez que permanecían en pie; entró por una ventana de un departamento deshabitado y revuelto, salió al pasillo y tomó las escaleras. Subió a gran velocidad y con dificultad hasta llegar a la última planta. George estaba agitado, intentó recordad cual era la puerta correcta del departamento, vio como las paredes estaban cediendo a las grietas; en la desesperación gritó -¡Tim…Tim!, ¡Soy Papá!- mientras intentaba abrir una puerta. -Papi…- se escuchó débilmente. George detuvo sus golpes alertado y sorprendido, reconoció la dirección de la voz y fue hacia aquella puerta, todo el edificio cedió unos veinte centímetros hacia abajo haciendo caer a George que no dudó en reincorporarse. -¡Tim!, ¡Soy Papi!, ¡Estoy aquí!- exclamó el hombre ya estando frente a la puerta. -Papi, tengo miedo…- dijo Tim del otro lado. El hombre juntó fuerzas y con todo su cuerpo se abalanzó contra la entrada haciendo ceder a la puerta de madera en el segundo intento. Su hijo estaba de pie, asustado por el panorama, la madre se encontraba en el suelo inconsciente y el “otro hombre” yacía debajo de unas estanterías, consciente, pero sin parar de quejarse. -¡Hijo…!- dijo George y lo abrazó fuertemente. -Sabia que vendrías…- dijo el niño con lágrimas en sus ojos, el hombre sonrió sintiendo a su hijo nuevamente. -Estoy aquí, todo va a salir bien…- le secó la lagrimas al niño -…quédate aquí ¿ok?-Ok- dijo Tim. Página | 45


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George se acercó a la mujer y le tomó el pulso llamándola por su nombre -Diana… ¡despierta!- y le dio un par de suaves cachetadas, ella reaccionó progresivamente. -¿George…?- dijo al reconocerle mientras abría los ojos. - Si, tenemos que salir de aquí…- y le ayudó a levantarse. -Tim- dijo la mujer y abrazó a su hijo. El caminante vio al otro hombre que estaba atrapado -¡Jack!- dijo Diana. George, reprimió su rencor -Demonios…- murmuró y fue a su ayuda, Jack lo ve y lo reconoció, ambos hicieron una tregua con la mirada. -Hola…- dijo George a secas. -Que tal…- respondió Jack y continuó-…tengo atrapadas las piernas-Ok…- dijo George cuando el edificio cedió otros centímetros más, agarró la estantería de metal y jaló hacia arriba con todas sus fuerzas para alejarla del cuerpo de Jack. -¡Ahora, sal!- dijo entre dientes el rescatista y Jack lo hizo de la trampa, no sin dolor, George soltó la estructura, respiró agitado sabiendo que no podía tomarse más licencias. -Debemos salir de aquí…- dijo George -…no miren hacia atrás, hay que bajar las escaleras rápidamente… dirigiéndose a Tim y la madre asintió asustada-¡…Vamos!- el pintor tomó del brazo a Jack y lo ayudó a caminar ya que rengueaba del dolor. Salieron por la puerta y comenzaron a bajar las escaleras mientras estas se estaban despedazando cada vez más rápido, Diana bajó avivadamente de la mano de Tim y detrás George y Jack hicieron lo mismo. Reaparecieron desde los escombros segundos antes que el edificio perdiera toda estructura para definitivamente sucumbir a la gravedad, una cortina de polvo dominó varios metros a la redonda, los cuatro estaban a salvo. -¿Están bien?- preguntó George agitado mirando principalmente a su hijo. Las respuestas fueron suplantadas por miradas peculiares, Tim mostraba miedo dominado por un leve alivio, Diana gratitud reprimida por el orgullo y Jack aun no estaba preparado para mirar a los ojos. -Hay que salir de la ciudad, esto se pondrá peor…- entendió George mirando a su alrededor -¿Puedes caminar?le preguntó a Jack. - Si, si…- murmuró el hombre dando su mejor esfuerzo. - Vamos campeón…- le dijo George a Tim y le tomó de la mano tras una sonrisa cómplice, Diana detrás del miedo, en sus ojos, delataba un dejo de culpa, miró a Jack para luego acercarse a él y compartir el paso. - Mira el lado bueno…- le dijo George a su hijo mientras caminaban, este lo miró -… por un buen tiempo no iras al colegio- Súper bueno…- dijo el niño y ambos sonrieron. Ludmila seguía caminando intentando reconocer las oscuras calles, varios edificios habían perdido su habitual forma a causa de los fenómenos naturales; cansada y empapada se detuvo en una esquina intentando recuperar el aliento, sabía que estaba perdida, por una razón u otra no conseguía ubicarse, la joven vio en el suelo una bicicleta sucia y abandonada, la tomó y comenzó a pedalear, dobló esa calle para ir por el centro del camino, discerniendo que rumbo tomar en cada esquina, en ese momento una camioneta desgastada doblaba la esquina y de forma agresiva enfrentó a Ludmila, dos jóvenes hombres con adrenalina al límite, estacionaron cerrándole el paso a Ludmila, esta se detuvo mientras que los hombres entre risas y cervezas en la mano bajaban del vehículo, se les veía con impunidad, se autonombraban amos de la ciudad en tiempos de anarquía. - ¡Premio!- dijo uno. - Hola preciosa, ¿Estás paseando en esta hermosa noche?- dijo el otro. Ludmila lamentablemente presintió las intenciones de los sujetos, se subió a la bicicleta e intentó escapar, estos hombres la persiguieron unos cinco metros y le patearon las ruedas de la bicicleta provocándole la caída en el mojado asfalto. Se rieron, uno de ellos se le acercó y le tomó del cabello para levantarla a la fuerza. - ¿Qué haces?- exclamó asustada. - ¡Pues, resulta que mi amigo y yo estamos festejando el fin del mundo…!- ¡Si, si eso es…!- con mirada libidinosa asintió el compañero. - Entonces queremos festejar a lo grande, ¿nos puedes ayudar?- preguntó el hombre, acercando su mano a los pechos de Ludmila. La joven y bella mujer no dudó en lanzarle una bofetada certera al rostro del acosador quien respondió de inmediato dándole a Ludmila un brutal golpe en la cara haciéndole caer nuevamente al suelo. - Si serás perra…- dijo el hombre mientras se tocaba la mejilla. Página | 46


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-Llevémosla a la camioneta- dijo el otro. Al final de la calle y a unos treinta metros, se hicieron dos estáticas figuras, la luz no era suficiente para verles con claridad, pero se podía ver que eran dos hombres corpulentos y con ropajes desgastados y oscuros, la lluvia sonaba sobre sus chaquetas de cuero. Uno de los que acosaba a Ludmila de causalidad los divisa. -Larry... mira- le advirtió al compañero, este también los llegó a ver y dejó a Ludmila en el suelo quien se sumó a la visión de esas dos misteriosas presencias. - ¡El justo nos da licencia para castigar al desviado…!- exclamó uno de esos intrigantes en voz alta y desgastada como si de un viejo fumador se tratase. - ¡Ha llegado el momento de elegir…!- dijo el otro con voz serena y con un deje de tartamudeo. - ¿Que quieren estos payasos…?- exclamó con creciente indecisión y sonrisa nerviosa el que había recibido el golpe de Ludmila. Se crearon unos segundos de expectativa para luego verse como esas dos siluetas se extendían al desenfundar sus medievales espaldas, la tomaron con ambas manos y al unísono dieron un grito de ataque marcando el avance, comenzaron a correr hacia los matones, estos se miraron entre ellos y no dudaron en salir corriendo hacia la camioneta; la escasa luz empezó a mostrar los rostros y ropajes de los misteriosos con más claridad. Parecían ser dos indigentes, hombres de cuarenta y cinco o cincuenta años, uno de larga barba negra y con canas amarillentas, el otro con barba rojiza de tres días, los ojos de los vagabundos brillaban cierta picardía, como si interpretaran un papel en una obra de teatro para niños, un juego… pasaron por al lado de Ludmila que no creía lo que estaba viendo, la maniobra de la camioneta para fugarse estaba siendo efectiva, uno de los héroes lanzó su espada como si fuera una pelota de beisbol y certeramente con la empuñadura de la misma golpeó en la ventanilla del conductor, el arma cayó al suelo, el conductor despavorido no detuvo su marcha y torpemente desaparecieron a la vuelta de la esquina. El salvador recogió su espada, agitado miró a su compañero y se saludaron con reverencia y respeto, superados se acercaron a Ludmila. - Señora ya está a salvo, mi nombre es Robert- dijo el hombre de barba canosa y voz gastada por el tabaco. - Y el mío Charles…- continuó diciendo la otra parte del dúo heroico, quien de cabello largo, desprolijo y rojizo declaraba un seseo en la elegancia de sus palabras que daba cierta ternura a su imagen. Charles le dio la mano a Ludmila y le ayudó a levantarse. - Muchas gracias…- tranquilizándose -… ¿de dónde han salido ustedes?- Al igual que cualquier criatura de este universo señora, de la fuente…- dijo Charles manteniendo el misterio. - Para que lo entienda mejor, somos vagabundos que dadas las circunstancias hemos decidido patrullar nuestras calles y mantener el orden…- simplificó Robert. - Pues me alegro que hayan vagabundos en Manhattan…- confesó Ludmila -… estoy perdida necesito ir a la casa de un amigo- ¿Que calle es?- preguntó Charles. Sonrió nerviosa -La verdad que no se, he ido cien veces pero… esta a una calle de hospital Downtowm de New York- Fácil-Si fácil…- hablaron entre ellos y volvió a la joven-…estamos a diez calles, si no le molesta, le escoltaremossentenció Robert. - Me vendría bien una escolta, esta noche han pasado demasiada cosas extrañas…-Las cosas extrañas siempre estuvieron pero ahora se están dejando ver… - acotó Charles mientras empezaban a caminar uno a cada lado de Ludmila, bajo una lluvia fina parecida al rocío.

Steve se bajó del coche y Jaimy detrás de él, estaban a unos treinta metros de lo que era el edificio en donde vivían, no se podían acercar con el vehículo ya que la calle estaba agrietada y habitada por escombros. - Oh, no…- murmuró Steve sintiéndose descompuesto al ver el escenario. Jaimy abrumada se acercó a los restos del edificio - Steve, se ha caído…- con inocencia la joven razonó, Steve se acercó a la misma para intentar contenerla. -Amilius no está ahí abajo…- dijo Steve afirmando con concentración-…él no está ahí abajo…- continuaba diciendo mientras miraba los escombros - …él noSe quedaron unos segundos callados afrontando lo peor, en eso, se escuchó unos pasos y un pisar de ruinas, Steve y Jaimy se giraron y vieron llegar a Ludmila con sus dos nuevos amigos. Página | 47


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Observando el panorama, los ojos de la dama amada por Amilius contaban el final de una historia, la incomprensión por la falta de lógica o de justicia en sus ojos desprendían lágrimas sin expresión, sus labios se presionaron y su cuerpo se quedó quieto, Charles y Robert conservaron el respeto a la sospecha. Steve conectó de inmediato con Ludmila y con la emoción, el joven se acercó a ella con pasos vencidos. - Dime que no… Steve- le dijo Ludmila antes de romper en llanto y abrazarse desconsolados. - No debí haber salido…- Steve murmuró con culpa. Jaimy enternecida se acercó a ellos dos y como una abuela curando la herida de la rodilla de su nieto al caerse de la bicicleta, les dijo con ternura y templanza- Oigan ustedes dos, hay muchas pero muchas posibilidades de que Amilius no haya vuelto y aun está dando vuelta por la ciudad…- Tiene razón…- dijo Steve intentado creer, Ludmila respiró hondo y aceptó la idea. -Sí, sí, seguro que fue al hogar de niños…- resolvió la joven. - Eso es, vamos hacia ahí - con entusiasmo propuso el amigo del desaparecido. -Hecho…- murmuró Ludmila sin estar aun del todo convencida. -¡Ok!- se sumó Jaimy conforme con haber podido romper con una creencia de pocos fundamentos. -Perdón… él es Charles y Robert, me han rescatado de unos sujetos desagradables…- dijo Ludmila, los indigentes muy señoriales extendieron sus manos hacia Steve y Jaimy. - Un placer- dijo Robert. - Lo mismo digo- retribuyó Steve. - Ellos son Steve y…- Ludmila continuaba con las presentaciones. -Jaimy- agregó la joven actriz ya que Ludmila y ella no se conocían. -Jaimy, eso es, son dos buenos amigos de Amilius y mío…- sonrió Ludmila mas esperanzada. -Pues entiendo que ese joven, Amilius, necesita de nuestra ayuda ¿verdad Robert?- dijo Charles. - Eso sospecho- contestó Robert. -Entonces es momento de ponernos en marcha- Charles entendió con media sonrisa. - ¡Ok!, de acuerdo…- dijo Steve ante la presencia imponente de estos dos nuevos amigos -…mi coche es aquelseñaló. Llegaron al mismo. Ludmila se colocó en los asientos de atrás y en medio de los dos vagabundos, por su lado, Jaimy quedó de copiloto de Steve. Los cinco sobrevivientes finalmente emprendían el camino. El mensaje escrito con ladrillo por Malcolm en el pedazo de pared fue borrado por la lluvia y no pudo ser descubierto. Ya en camino y mientras todos miraban por las ventanillas en busca de Amilius, Ludmila recordó - Steve…-¿Si?- atendió Steve. - No sé cómo explicarlo, no sé si me estoy volviendo loca, pero he visto una, no, dos criaturas muy extrañas en la calle- ¡Si…!- rió Steve -…yo he visto un hipopótamo, ¡Qué locura!-No esa clase de…- Ludmila intentaba explicarse, mientras los indigentes observaban diligentemente a Ludmila. - Si y yo un cocodrilo…- acotó Jaimy. - ¿En verdad?- asombrado dijo Steve. - Si, menos mal que él no me vio a mí y se metió en el desagüe- Jaimy sonrió aliviada. - Creo que vuestra amiga no se refiere a criaturas que hay en los zoológicos…- acotó Robert y los risueños comentarios terminaron, Steve miró por el espejo retrovisor a Ludmila. - ¿No?, ¿a qué te refieres? –dijo el joven prestando más atención. -Parecían personas pero de baja estatura, desnudas, y su piel era roja, como la carne, todo su cuerpo era así, y su rostro… Dios mío me estoy volviendo loca…- confesó Ludmila. Steve y Jaimy no sabían que decir. - Demonios- Robert murmuró mirando por la ventanilla, luego giró su rostro para ver a sus compañeros de viaje. - Amen…- esbozó Charles apoyando el comentario. -Bueno, decir demonios es como decir unicornio a un caballo que…- Steve intentaba razonar. Página | 48


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- Charles y yo hemos visto a tres de ellos asesinar con sus lanzas a un soldado en plena calle- dijo Robert. - Si, he visto que tenían lanzas- agregó sorprendida Ludmila. -¿De qué están hablando?- dijo Jaimy intentando seguir el hilo de la conversación. -Señorita…- dijo Robert-…durante toda nuestra vida a Charles y a mí nos han dicho que estábamos locos, hoy son los locos que mejor entienden la realidad que se presenta en esto momentos antes nuestros ojos, estece preparada porque que si mi locura es lo bastante cuerda, creo que sucederán cosas que nunca nadie ha visto jamás- declaró el hombre manteniendo la templanza. Los presentes estaban callados y perturbados, Steve miró extrañado a Robert a través del espejo retrovisor.

El Padre David salió a la calle, había dejado su ropa eclesiástica para vestir de civil, observó a su alrededor y vio a una ciudad devastada sin aviso, buscó en su fe una lógica para esta realidad y le costó mantenerse en sus creencias, comenzó a caminar cayendo en la desolación de sus pensamientos a medida que se alejaba de la parroquia, la cual empezaba a resquebrajarse anunciando su eminente derrumbe.

Alguien alguna vez dijo, que el hombre por debilidad creerá más en la pólvora que en Dios, si ese Dios dejara de ser paciente y la pólvora dejara de ser fuerte ¿En qué creería el hombre?, quizás la respuesta seria “en uno mismo” aunque esa redención ya fuese tardía, el Dios benévolo pretendería más que ver al hombre bajar las armas y enaltecer su ego. El camino del hombre se había endurecido, las piedras se multiplicaban y se hacía más rancio el peaje, el precio de vivir ya no sería libre de impuestos, habría que justificar el derecho de existir. Sería como pedir un préstamo en el banco, reunir una serie de documentación y demostrar cierta viabilidad para lograr la fianza, una vez obtenida esa cantidad, se debería administrarlo, amortizarlo y devolverlo. La vida se podría plantear así, ganarse el derecho, demostrar su utilidad, explotarla al máximo y pagar por ella con el simple compromiso de hacerlo bien. Parecía que hasta ese momento, la mayoría no pudo llegar a valorar el obsequio gratuito y sin condiciones del ser, con libre albedrio, la soberbia provocó una tonta y mortal ceguera. Enfadarse ante la muerte era como ofenderse cuando alguien es desprendido de un regalo que no ha agradecido y valorado. Las grandes y pequeñas ciudades, pueblos y hogares aislados, fueron señalados y sus habitantes habían sido alertados, los recursos creados y pilares de una sociedad se derrumbaron en un puñado de días, creencias y seguridades estructuradas por décadas y décadas, caían como hojas secas; los hombres lideres, las grandes potencias eran temerosos e incrédulos niños abandonados en la desolada carretera, el ciudadano se dio cuenta que su vida dependía solo de él y sacó sus violencia en vez de su amor, la supervivencia mal comprendida llevó al caos y a la destrucción, es lo que el humano había aprendido de sus confundidos ancestros, pero ya había llegado el momento de elegir. La tierra asfixiada promovía el cambio, los habitantes se habían pasado de la insolencia, ya no era una campaña de una organización ecologista, una propuesta para recaudar votos, o un proyecto sin quórum, la voz no venía del hombre si no de la vida eterna e infinita, el control sobre el destino del planeta ya no dependía de la irresponsabilidad humana, a veces en una sociedad ciega lo mejor es no tener ojos para ver más allá… El hombre siempre esperó al mesías y castigó al que decía serlo, delegó responsabilidad y salvación a lo que no respetaba y se quedó con lo que le daba una vida plana y no plena. Para la ansiedad, angustia, depresión, stress, la solución se encontró en ansiolíticos, antidepresivos y recetas prohibidas, el juego ya no funcionaba, cuando los billetes se hacen arena, cuando el petróleo se hace piedra, las diferencias sociales ya no existen, la comunicación obligadamente dejó de ser distante, los terremotos, lluvias y tornados aplastaron la gran soberbia humana, ¡Ahora, a correr como ratas y encontrar un hueco donde esconder sus mediocres existencias!, solo podrían asomar sus narices cuando reconocieran su poder, su alma, su magnificencia…

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Capítulo II MENTE

El presidente de los Estados Unidos se aproximaba a Manhattan en el Marine One, las comunicaciones eran intermitentes como la buena fortuna en esos momentos, pero en apariencia Plum Gut Harbor el refugio programado era viable para protegerse, los pilotos del helicóptero se esforzaban al máximo para esquivar el hostil clima y no ser derribado por los campos magnéticos, tormentas o lo que no pudiera tener explicación… estos últimos, eran fenómenos misteriosos que atrofiaban el instrumental o mecanismo de las aeronaves que provocaban su caída de un momento a otro, en la segunda guerra mundial los artífices de estos fallos eran llamados “Gremlins”, pequeños y traviesos seres mitológicos interdimensionales . Amilius y Malcolm llegaron al museo que aun se mantenía en pie, esa zona se veía deshabitada, las calles aledañas estaban obstruidas por las caóticas huellas que dejaron personas desesperadas, que se fueron desprendiendo de sus pertenencias cuando el miedo les invadía. Entraron en el edificio, la noche daba poco margen de iluminación a través de los ventanales, algunas luces artificiales del interior aun funcionaban, débiles mostraban las altas paredes y columnas que contaban las historias en ese momento más que nunca. - ¡Steve! - gritó Amilius y el eco se hizo eco de su ansiedad por encontrar a su amigo. - Este lugar es grande ¿sabes donde suele estar?- preguntó Malcolm mirando hacia todos lados. - Si claro, en la biblioteca, está abajo…- dijo Amilius poniéndose en marcha, Malcolm iba tras él, encontraron las escaleras y en ese momento se escuchó un categórico golpe desde la azotea que hizo retumbar la estructura del lugar. Malcolm alertado dijo -Será mejor que nos demos prisa…- bajaron las escaleras y se encontraron con la entrada a la gran biblioteca, con sus mesas y libros por millares. -¡Steve!- Amilius gritó nuevamente mientras caminaban entre secciones de altas estanterías, la iluminación era problema para Malcolm que se hacía de una linterna de bolsillo para encontrar el camino -¡Steve!- Repitió el invidente. Malcolm se acercó a Amilius -Creo que no está aquíA Amilius le costaba aceptarlo -No, parece que no…Desde el fondo de la gran biblioteca y en la zona más penumbrosa, se escuchó el ruido aislado y seco de algo que cayó al suelo. Los dos se alertaron -No estamos solos…- murmuró Amilius, Malcolm sigilosamente se agachó para agarrar la pata de madera de una mesa rota, la tomó como si fuera un bate de beisbol y comenzaron a caminar hacia el origen de ese ruido, detrás de un mueble alto de la sección de literatura fantástica se sentía una fuerte pero controlada respiración. Los dos jóvenes estaban asustados pero necesitaban respuestas de lo que sea, primero se asomó Malcolm que murmuró quedándose en la expresión -Dios míos…Amilius llegó hasta Malcolm y percibió una presencia, inusual, pero a su vez raramente familiar. -¿Quien, quien eres?- preguntó Amilius. Ante ellos, la imponente figura de un iluminado, Enash, su altura de dos metros y medio empequeñecía a cualquiera, espalda rectísima y ancha, sus brazos y piernas acusaban tener el mismo e importante grosor, parecía no tener cuello ya que una espesa barba roja impedía verlo, cabello crespo, largo y también de color fuego le daban un aire de vikingo, una afirmada calvicie ampliaba su frente, tenia ojos pardos, piel áspera como la de un viejo pescador. Poseía un ropaje medieval, es decir, una capa de un profundo color bordo que se extendía hasta el suelo pendiendo desde los hombros, una chaleco de color marrón percudido, una falda cortada en ángulo desde la cintura hacia la pierna derecha, de bajo de esta, un pantalón también marrón, parecía cuero de vaca, botas de piel castigadas por el uso, unos guantes de material duro como el metal que llegaban hasta sus antebrazos, en su cuello colgaba un collar que era un medallón con indescriptibles símbolos, en él, una piedra verde tendía a brillar; por último se veía que llevaba un bulto rectangular envuelto entre pieles y cruzado sobre su espalda. Página | 50


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Malcolm no quitaba la mirada de lo que sujetaba la mano derecha de Enash, se trataba de una curvilínea espada, con hoja ancha y filo de un solo lado, su empuñadura estaba tallada por un metal negro. Enash, mostraba debilidad en su presencia, aunque su rostro imponente profesaba calma. - Tiene una espada Amilius- le murmuró Malcolm a su compañero. Amilius tragó saliva y dijo -Amigo, no queremos problemas…-Amilius, señor, ya no hay más tiempo - Su voz opacada y gruesa le era familiar al joven quien se colocó frente a Malcolm con ánimo de protegerlo. -¿Nos conocemos?- Preguntó Amilius. - Si señor, pero aun no me recuerda…- sentenció Enash y descubrió una sutil sonrisa, avanzó hacia ellos, se sentía el peso de sus pisadas en el parquet de la biblioteca, a su vez Malcolm retrocedió un paso tomando del brazo a Amilius quien confundido por las palabras de Enash intentaba atar cabos. - ¿Quién eres?- preguntó Amilius tratando de mantener la calma sin poder ocultar el evidente temor. -Estoy dejando este cuerpo mi señor- dijo Enash con ojos cansados. Malcolm vio sangre en el chaleco de Enash a la altura de sus riñones. -Está sangrando- dijo el bombero. - Enash es mi nombre, he venido desde las tierras subterráneas, señor mío - dijo con tenue reverencia. -Agharti- dedujo Amilius intentando de mantener la cordura. -Señor desde las tierras de Lemuria he ido en socorro de mis hermanos por los caminos de Shamballah, ahí, se ha desatado una inesperada fuerza, señor muchos han muerto de mano de los…-¿Que?- concentrado en las palabras del gigante indagó Amilius. Enash expresó un dolor en su mirada y cayó sobre sus pesadas rodillas rompiendo las tablas del parquet, clavó su espada en el suelo usándola de apoyo para mantenerse en equilibrio, un nuevo trueno se oyó desde el exterior. -Mi señor, sé que no lo entiende en este momento, estando en Agharti el anciano de los días me honró con mi última misión en este ciclo… señor debe tomar la espada y huir, esta ciudad sucumbirá…-¿Espada?- preguntó Amilius. - En mi espalda señor…- Enash guió con agonía en su garganta, su mirada contiene el dolor y sin poder resistir más su macizo cuerpo se derrumbó contra el suelo. Enash con esfuerzo se quitó el bulto de su espalda -No estará solo, otros vendrán a protegerlo- Dijo el gigante. -¿Protegerme de quien?- preguntó desconcertado el joven. -El mal, se ha revelado…- anunciaba con sus últimas palabras para luego perecer. Malcolm miró boquiabierto la escena -¿Conoces a este, este hombre?-¿Que sucede Malcolm?- dijo Amilius expectante. -Creo, que está muerto…- respondió el bombero. -¿Estás seguro?-No- dijo Malcolm con poca intención de moverse de su lugar para averiguarlo. Amilius tomó coraje y se acercó, usaba de guía sus manos, se colocó en cuclillas ante el gran cuerpo y con cautela tocó el brazo de Enash el cual le provocó confusión. -¿Es su pierna?-No, su brazo, ¡es enorme!- informó Malcolm sin salir de su asombro. - Dios…- esbozó Amilius dirigiendo su mano hacia el hombro para luego llegar al rostro. - Será mejor que nos demos prisa, esto no me gusta nada -dijo Malcolm mientras oía ruidos lejanos -Tranquilo- dijo Amilius con incontenible curiosidad. Entre el rojizo cabello, Amilius buscó el grueso cuello para tomarle el pulso. -Dios, es gigante- Musitó. -¿Y?- preguntó Malcolm impaciente. - Está muerto- sentenció Amilius con una inesperada tristeza. - Larguémonos de aquí, esto es muy extraño -Ok…- aceptó Amilius colocándose de pie - … ¿Puedes agarrar lo que tiene en la espalda?-Sí, creo…- Malcolm acató nervioso mientras que pensaba en salir del museo lo antes posible, tomó el objeto que estaba entre pieles de forma cónica. -No puedo creer que esté pasando esto, lo tengo…- murmuró el bombero mientras se colocaba de pie. - Vámonos- dijo Amilius y le tomó del brazo a Malcolm como si lo viera. Comenzaron a caminar rápidamente en dirección a la salida, no se percataron que a sus espaldas, el cuerpo de Enash sufría una modificación generalizada en todo su ser, parecía evaporarse con luminosidad, trozos de algo, como una lluvia ascendente tomaban rápidamente altura desvaneciéndose antes de llegar al techo de la Página | 51


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biblioteca, en cuestión de segundos y tras un remolino de esta mágica lluvia, ya no quedaba absolutamente nada de Enash mas que un suelo roto por su pesar. Sin saber qué camino tomar, salieron del Museo de Arte Metropolitano y Amilius se percató y dijo. - Ha dejado de llover…- por primera vez y luego de días, la lluvia había cedido, aun el cielo se mostraba oscuro y amenazante, pero el cese de la inclemencia daba tregua para encontrar un camino. Caminaron pensativos sin hablar, impactados por lo vivido, se sentía en el ambiente pesado un calor claustrofóbico, por mas que había desordenados vientos, parecía que el oxigeno era espeso, caldoso. Luego de caminar un par de calles devastadas, desoladas y tristes, encontraron un motor home de considerables dimensiones, Malcolm guió a Amilius casi sin pronunciar palabras hacia el mismo, en la chapa de la puerta de entrada había un hacha clavada, Malcolm la quitó de un tirón y se adueñó de ella, subieron al vehículo del tamaño de un autobús que imitaba en su interior a un salón de una casa, con sofá, mesa y asientos, baño y cocina, este, estaba arruinado por las huellas de una violencia feroz, dejadas con marcas de sangre en la pared, en el suelo e inclusive en el techo. Malcolm condujo a Amilius hasta sentarse en la mesa para cuatro personas. - Espera, veré si esta casa camina…- dijo Malcolm y se dirigió hasta el puesto del conductor evitando de comentar sobre la decoración del vehículo. - Ok…- dijo Amilius y se acomodó intentando respirar con tranquilidad, apoyó sus codos en la mesa y cubrió su cara con sus manos. - Gracias Dios…- murmuró Malcolm cuando vio que las llaves estaban puestas, solo tuvo que darle arranque y la nueva adquisición empezó a sortear las calles. El bombero entre prevenciones para circular con recaudo veía una sociedad ausente, una proyecto cancelado, un sueño con fundamentos confusos, los miedos, todos ellos entraron sin golpear la puerta, Malcolm un hombre duro y con potente fuerza de voluntad no pudo reprimir una lagrima de tristeza con una melancólica conciencia universal. Amilius por su parte dirigió su mirada hacia la ventanilla como si pudiera ver a través de ella, sus ojos vacios de imágenes se humedecieron al tomar conciencia de la realidad.

En ese instante y en un punto perdido de la ciudad de Tokio, un grupo de diez personas, estaban escondidos en una pequeña tienda de comestibles, sentados en el suelo y detrás de los expositores de comida en lata, aguardaban en silencio para estar a salvo, la vaga luz del día entraba por los ventanales y por la puerta principal de cristal, afuera se escuchaban temerosas explosiones, gritos y motores de vehículos que pasaban como bólidos por esa misma calle mientras que repetidos disparos condecoraban el clima. En ese instante, con furia y a toda marcha una ambulancia se estrellaba contra la tienda, entrando en la misma rompía los cristales llevándose los mostradores por delante, un hombre de rasgos orientales que estaba en ese grupo de refugiados vio como el conductor de la ambulancia era atacado por dos seres de esa piel rojiza y viscosa como los que Ludmila pudo ver en la otra punta del mundo. Estas criaturas estaban masacrando sin piedad al conductor, una de ellas miró hacia el espantado grupo, todos en pánico se echaron a correr, mujeres y hombres salieron de la tienda siendo perseguido por las criaturas, las calles estaban apocalípticas, centenares de personas huían de los innumerables peligros que se les presentaban, el grupo se dispersó, cada cual jugaba sus propias cartas, el cielo enrarecido amenazaba como la tapa de un ataúd, uno de esos hombres se fue por su cuenta, dobló una esquina y siguió corriendo, su agitación rozaba el limite, era evidente que no solía practicar ejercicios, llegó hasta otra boca calle y al azar dobló una nueva esquina para detenerse y quedar perplejo, a unos treinta metros de él y ocupando todo el ancho de la calle, como si de una manifestación del inframundo se tratase, centenares de rojizas criaturas caminaban zigzagueantes, avanzando hacia donde estaba él, quien no lograba ver el final de esa multitud, miles de criaturas murmurando gruñidos patrullaban la ciudad, las primeras que encabezaban la procesión vieron al hombre e hicieron un contacto visual, el oriental solo pudo alcanzar a tragar saliva antes que una lanza lo atravesara.

El tiempo transcurría y la realidad no parecía encontrar la luz, Steve y Ludmila junto a su sequito llegaron hasta unos cuarenta metros de donde se encontraba el hogar para niños, el vehículo no podía avanzar más y resolvieron caminar hasta el recinto, la zona parecía tranquila, los sonidos hostiles se escuchaban distantes. - Ir con precaución, los edificios en pie a partir de ahora serán refugios para cualquier criatura…- advirtió Charles mientras se rascaba la barba con nerviosismo. Los presentes tuvieron muy presente el consejo, Jaimy tomó de la mano a Steve, Ludmila encabezó la expedición adentrándose en el edificio, la soledad reinaba y sus pasos hacían eco. Página | 52


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Los pasos del padre David eran lentos y hasta perezosos, caminaba por el medio de una avenida devastada por miles de razones, lagrimas en sus ojos eran la prueba de su pesar, veía como el cielo, el que fue celeste alguna vez, en esta nueva realidad se tropezaba en colores amargos y oscuros. David ya no entendía muy bien cuál era su función en la sociedad y en la vida, sus huellas lo conducían a un sendero incierto, por inercia caminaba, no intentaba proteger su vida. En otro extremo de la ciudad George seguía caminando con su hijo, su ex y el otro hombre… -Tengo sed…- dijo el pequeño Tim. -Tienes sed…- dijo su padre mientras miraba su entorno, cuando pudo divisar a unos metros de él una tienda de comida abarrotada al estilo China Town. -Vamos ahí a ver que hay…- resolvió George sin esperar mucho consenso, la zona estaba deshabitada, se escuchaban a lo lejos explosiones y sirenas.

- ¡Amilius! - a medio gritar conservando esa pizca de esperanza Ludmila entró a la sala de juegos de los niños, estaba revuelta y saqueada, el resto entró detrás de ella. - Lo sensato será abandonar la isla, aquí estamos atrapados…- opinó reflexivo el vagabundo Charles. - Coincido…- dijo Robert. - No me iré sin Amilius- advirtió la enamorada secándose las lagrimas con coraje. Steve, apretó sus labios con angustia -Yo también me quedo…- y miró a Jaimy quien asintió con la cabeza. - Parece Charles que nuestros nuevos compañeros son personas de principios y honor- dijo Robert con media sonrisa de satisfacción. - Leales…- acotó Charles con respeto -… por nuestra cuenta creemos que el lugar más correcto es donde nos necesitan- continuó mirando a Steve, este agradeció con la mirada. - Salgamos de este lugar aquí nadie nos necesita…- dijo Jaimy nerviosa. Los primeros que salieron por la puerta del edificio fueron Steve y detrás de él Charles seguidos por Robert, Ludmila y la joven actriz estaban aun adentro, en ese instante Steve vio frente a ellos y a cinco metros de distancia a uno de estos pequeños y temibles demonios, como en un duelo del lejano Oeste ninguno de los dos tendió a mover un dedo, los vagabundos sigilosamente y con especulante mirada desenfundaron sus armas, Robert, cerró la puerta del hogar para niño en las narices de las dos damas sin dejarles salir. -¿Qué pasa?- murmuró Jaimy. -Dios mío…- dijo Ludmila cuando se asomó cautelosamente por la ventana para ver a la criatura, en ese instante y desde diferentes puntos de la calle se veía como más bestias se sumaban. -Son demonios…- murmuró Steve. - Así se llaman- afirmó Charles dando un paso adelante. - Si me permitís un plan, sería conveniente de alejarlos de las doncellas- sugirió Robert mientras estudiaba los movimientos sigilosos de las bestias. -Ok- Steve aceptó con coraje, aunque su corazón se pasaba de revoluciones. Empezaron a caminar lentamente, las criaturas los seguían con poseídas miradas a la vez que producían un ronroneo suspensivo, Steve logró ver por reflejo a Ludmila y a Jaimy que agazapadas espiaban por la ventana. - No salgan…- dijo casi sin pronunciar sonido mientras que sus ojos daban cierta razón de despedida. Las bestias empezaban a caminar con más brío hacia ellos. -Es, momento de correr- decretó Charles y empezaron a hacerlo en dirección contraria a la que se encontraban las criaturas, Robert imitó a su camarada y Steve no fue menos, como condenados corrieron y las bestias fueron detrás de ellos reproduciendo sonidos de animales decadentes y desafinados que provocaban escalofríos, los tres mosqueteros lograron persuadir a las bestias para que no prestasen atención al interior del hogar para niños. Ludmila miró a su nueva y única acompañante atemorizada. -No podemos quedarnos aquí, no es seguro…- dijo persuadiendo a la joven actriz. - Ok- Dijo Jaimy. Volvieron a mirar por la ventana, se cercioraron que fuera seguro y salieron, Steve y los otros ya estaban lejos de ahí. -Vamos- dijo Ludmila y se dirigieron al coche, la amada de Amilius abrió la puerta, se sentó para conducir con Jaimy a su lado, puso en marcha el vehículo. - Los encontraremos…- dijo Jaimy con poca convicción y continuo - …si, se fueron por la otra callePágina | 53


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-Ok, ok Para allí partieron adaptándose a las excepcionales circunstancias que se les presentaban, la lluvia aun callaba pero el cielo se repetía en constantes relámpagos y truenos.

Malcolm mientras conducía el motor home observaba como en las alturas el helicóptero del presidente sobrevolaba la ciudad a gran velocidad. - Ese, ese es el Marine One…- dijo con entusiasmo. - ¿Y qué es eso?- preguntó Amilius que estaba sentado en el puesto del copiloto. - Es el helicóptero del presidente de los Estados Unidos- Pues parece que se va para su rancho a descansar- dijo Amilius con sarcasmo.

En el interior del Marine One el ambiente estaba agitado, los pilotos alertaban que los controles no respondían al cien por ciento, el presidente Brown mostró preocupación que se iba convirtiendo en resignación al darse cuenta que no escaparía de la furia de su Dios. Por su parte y como siempre el agente del servicio secreto y jefe de seguridad personal del presidente, Frank Marshall, buscaba soluciones logísticas a cada segundo en su mente, los otros agentes se miraban entre ellos mientras se sentían las turbulencias esparcidas por la nave. - Mey day. Mey day…- se escucho decir al copiloto de la nave, que pedía auxilio a quien pudiera escuchar por radio ya que los controles respondían intermitentemente. El helicóptero empezó a fallar hasta que el rotor de cola se detuvo y comenzando a girar en su propio eje para descender abruptamente, los pilotos ya no controlaban la nave. En su interior todos se aferraron de donde podían, Frank miró con serenidad asombrosa al presidente y le dijo estando a su lado. - No es la primera vez que estoy en un helicóptero que se cae señor presidente, se puede sobrevivir- desafió la fe del caído líder. El presidente Brown tomó el comentario como un extraño y sutil animo y se asió al asiento.

Malcolm vio a través del parabrisas del motor home como la nave del presidente tenía dificultades. -Se va a estrellar…- dijo asombrado. - Necesitaran ayuda - entendió Amilius que por un momento dejaba de pensar en sus amigos. -Ok- acepto Malcom y aceleró. En cuestión de un minuto el Marine One mostraba sus hélices partirse en decenas de pedazos al chocarse con los edificios y los arboles, cayó sin remedio castigando brutalmente el terreno de una simple cancha de beisbol comunitaria situada al lado del puente de Manhattan… La noche permitía ver lo justo, el estruendo del impacto fue colosal, al par de minutos el mentiroso silencio volvió a la zona, entre los metales retorcidos de la nave se escuchaban débiles gemidos. El vehículo, la nueva adquisición de Amilius y Malcolm apareció en escena estacionando en la calle que subrayaba la cancha de beisbol, los dos jóvenes bajaron y se dirigieron al siniestro. Malcolm se acercaba a la nave con precaución - ¡Hola soy bombero…! ¿Hay alguien ahí?En ese momento unos movimientos revelaron a Frank quien intentaba sacar a al presidente de entre los retorcidos metales. -Bombero, ayude a mis compañeros- dijo Frank sin parar de alejarse de la nave. Amilius estaba apartado unos metros del lugar cuando se dio cuenta que se encontraba en la cancha de beisbol que solía ir y encontrar paz… mientras Malcolm ayudaba a salir a dos agentes más, Amilius sintió un profundo pesar y lentamente cayó de rodillas en la primera base. Los sobrevivientes luego de cerciorase, aceptaron la realidad de que tanto los pilotos como los otros tres agentes habían muerto. El presidente a pesar de su estado de shock se encontraba en perfecto estado, decidieron alejarse lo más posible del inservible helicóptero por precaución a una posible explosión. El mandatario le dio la mano a Malcolm presentándose y agradeciéndole, hizo lo mismo con Amilius quien ignoraba el gesto por no estar prestando atención a la situación a causa de sus perturbados pensamientos, su exterior no reflejaba su interior ya que en él habían decenas de voces dando cada una su opinión sobre el plan divino, recordaba las palabras del gran Enash en el museo antes de perecer, recordaba sus sueños y las voces que oía últimamente, las palabras de su sensei para mantenerse centrado, luego le venía a la mente todos los acontecimientos que fueron surgiendo en el mundo, por ultimo y como base de su inquieta alma, los labios de su Página | 54


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amada, el susurro de sus palabras de cariño, su risa, su olor…desde lejos y colándose en sus tímpanos la voz de Malcolm interrumpía sus pensamientos. -Amilius ¿Estás bien?, el presidente de los Estados Unidos quiere darte la mano…- el presidente percibió la ceguera de Amilius a lo igual que los dos agentes sobrevivientes que vigilaban el perímetro descartando opciones de evacuación. -Lo siento… - dijo Amilius y extendió su mano, el presidente la estrechó. -¿Como lo llevas hijo?- preguntó el mandatario recuperando el aliento. - Bien…- Amilius respondió apagado. -Hemos encontrado ese Motor home…- Malcolm lo señaló - …podemos ir todos, estamos buscando unos amigos…Frank dio un paso adelante y determinó -Debemos sacar al presidente de aquí- No nos iremos de la ciudad sin mis amigos…- dijo Amilius con voz serena pareciendo lo bastante determinante para que todos se miraran entre ellos. Otro agente intervino y dijo- Tenemos autoridad para…Malcolm lo interrumpió- Con todo respeto ya no tienen nada de autoridad, me gustaría creer otra cosa pero ya no hay gobierno que guie al pueblo, porque el pueblo se ha esfumado, no hay ciudad para mantener un orden y por lo que se así está el mundo, o nos ayudamos como humanos para sobrevivir o moriremos cada uno por su lado…- dijo el bombero dominando la situación con maestría y no había ego o cargo que tuviera más lógica que esa. - Lamentablemente estoy totalmente de acuerdo…- agregó el presidente Brown apoyando la moción y nadie pudo acotar mas, Frank afirmó con la cabeza y los agentes acataron al pie de la letra, Amilius le colocó la mano en el hombro a Malcolm en señal de agradecimiento y todos subieron al motor home para ponerse en marcha y patrullar la ciudad.

Tim estaba comiendo unas galletas dulces, mientras que George bebía de una pequeña botella de agua junto a Diana y su actual hombre, el grupo yacía sentados en el suelo de la tienda de comestibles, a media luz estaban recuperando fuerzas. -Debemos salir de la isla, ir al puente…- dijo el nuevo hombre de Diana. -Si podríamos intentarlo- ella agregó. -El otro lado del puente esta igual que aquí, además ya es imposible cruzarlo están abarrotados de vehículos… es un caos…creo que uno de los puentes se ha partido a la mitad…- dijo George casi pensando en voz alta. -¿Cómo lo sabes?- preguntó Diana con cierta curiosidad. George la miró para decidir si responder y dijo -Vengo de ahí…- y no dijo mas, Diana pudo entender que George se estaba yendo de la ciudad para no volver, pudo entender que volvió por su hijo, también dedujo que por ella no había sido el motivo de su regreso. -¿Y si vamos en un barco?- sugirió con inocencia Tim. George miró a su hijo y sonrió conforme -Buena idea Tim…- observó al resto y continuó diciendo -… No se si encontraremos un barco, pero podemos intentar encontrar un velero, una lancha algo que nos saque de aquí…tomando la iniciativa se puso de pie -…recojan todas las provisiones que puedan cargar, principalmente agua…los demás se colocan de pie aceptando la decisión -… yo iré a buscar un vehículo, ¿Ok?-Ok- respondieron al unísono. -Ok- repitió George y sonrió para dar la vuelta y encarar la salida, en ese momento y en la puerta de entrada se descubría una de estas rojizas criaturas derramando una baba amarillenta de sus labios, ojos especulantes y un sutil balanceo de su cuerpo hacia los lados. Diana emitió un grito entrecortado, el niño abrazó a su padre quien intentaba entender lo que veía a diez metros de él. -Hijo…- dijo manteniendo la calma y sin mirar a Tim -…quédate un minuto con tu madre - el niño acató aterrorizado, la criatura con lanza en mano empezaba a caminar cada vez más rápido hacia sus víctimas, George juntó coraje e improvisó, tomando un carro de compras enfrentó a la bestia yendo directamente hacia esta la cual dio un grito de enfado lista para el duelo. El carro de compras embistió a la criatura arrastrándola hacia fuera del local, George cayó en la acera tras el impacto, el demonio se reincorporó mas furioso que antes, el hombre no encontraba con que defenderse, la bestia aun tenía intención de entrar a la tienda. -¡Hey tu!, ¡mírame!- gritó George entendiendo los planes del ser, este le volvió a prestar atención y lo encaró con ojos amarillentos inyectados en sangre. Página | 55


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George sintió su fin, de reojo miró a su hijo quien a metros veía aterrado la escena, el joven artista tragó saliva entendiendo que el sacrificio lo valía. -¡Diana, huyan ahora!- gritó el hombre con miedo y amor en sus cuerdas vocales, sin quitarle la mirada a la criatura que a unos tres metros se acercaba pareciendo disfrutar el momento. Jack, tomó del brazo a Diana para comenzar la huida -George…- murmuró aterrada la mujer al ver el sacrificio por excelencia. - ¿Papá?- dijo el niño queriendo no entender lo que estaba sucediendo. George, apretó sus dientes y le arroja unos trozos de escombros a la criatura al rostro que solo lograba enfurecerla y hacerla chillar cual bruja maléfica. - ¿Qué esperas porquería?- el hombre concluyó con una invitación, cuando la bestia se le abalanzó, en ese momento un motor en aceleración se sintió y en cuestión de segundos un coche patrullero atropelló al demonio, haciéndolo añicos contra la cristalera de la tienda. El conductor estaba conmocionado, aferradas sus manos al volante tenía un pequeño corte en la frente y agitación en su pecho, era el Padre David. George, no comprendía el cambio de planes, él ya se había despedido de este planeta. -Hay que salir de esta ciudad, parece que Dios ya lo hizo…- dijo David mirando a George. -Ok…- aceptó George y miró a su grupo, sonrió el niño desprendiéndose de los brazos de su madre para llegar a su padre y abrazarlo -… estoy bien campeón-No me dejes…- murmuró el pequeño Tim. - Es una promesa -dijo George sonriendo y agradeciendo al destino esta nueva oportunidad, miró al Padre David y le dijo -…Nosotros somos cuatro, vamos al puerto…- resumió sin profundizar por el momento en lo ocurrido ya que no encontraba espacio para la lógica entre tanta incongruencia de eventos. -Ok- dijo David. -Ok- dijo George. -David, Padre David…- se bajó del vehículo y le ofreció la mano a George. - George, artista mediocre…- formalizó con un áspero humor y aceptando su mano. El amanecer intentaba manifestarse en el cielo pero con débil luz, el sol era obstaculizado una y otra vez por oscuras nubes en movimiento, las desoladas calles eran iluminadas por la mera caridad de las sombras.

Ludmila se detuvo con el coche en una esquina, hace horas que circulaban la ciudad esquivando los presentimientos hostiles, con la ilusión de encontrar a sus seres queridos, pero hasta el momento había sido en vano, el radiador del coche colapsó y el transporte terminaba por jubilarse, ambas se bajaron del mismo. - ¿Dónde están?, ¿y si salieron de la ciudad?- preguntó Jaimy mientras miraba hacia todos lados. - Puede ser, ya no se qué pensar- respondió confundida Ludmila mientras veía como salía vapor blanco del motor del coche. Al mismo momento y a unos trescientos metros de ahí, Ludmila logró divisar que una de esas criaturas cruzaba la calle con rapidez, Jaimy siguió la mirada de su compañera y también pudo verlo. Se miraron entre ellas esperando que una de las dos lo diga. - No sé que son esas cosas, pero si las tenemos cerca ya no podremos buscar a nadie nunca más…- dijo Ludmila. - Crucemos el puente de Brooklyn quizás ellos ya lo hayan hecho…- dijo Jaimy dejándose dominar por el temor, automáticamente comenzaron a caminar a pasos acelerados. - Ok…- Ludmila indecisa, cedió. A no muy lejos de ahí y a orillas del Central Park, caminando por la quinta avenida estaban los caballerosos vagabundos junto a Steve, se les veía exhaustos de tanto correr de las mal intencionadas garras de las criaturas. - Así que estudiante de arqueología…- comentó Charles dirigiéndose a Steve mientras miraba con picardía a Robert. -Sí, justo ahora se tiene que acabar el mundo estaba en un proyecto…- apenándose al recordar frescas informaciones que habían llegado a sus manos. -¿Y en donde hacías tus practicas?- preguntó Charles. Steve lo miró con curiosidad y respondió - Eh…en el museo de arte contemporáneo - Si, si claro… lo conocemos, ¿el profesor Zenit sigue dando cátedra ahí?- Charles lanzó con naturalidad, Steve se detuvo como así los vagabundos. - Sí, bueno hasta hace seis meses pero desapareció en el polo… ¿lo conoce?- Claro y a su arrogancia también…- concluyó Charles con ironía. Página | 56


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- Si me dices que el otro, ¿Cómo se llamaba…? ¡Ah sí!, el excelentísimo profesor Donald R. Phak se perdió en el Nilo me alegras el día…- dijo Robert en complicidad con Charles entre sonrisas entrecortadas. - No, ha vuelto hace pocos días es mi profesor, pero…- asombrado Steve intentaba descifrar los conocimientos o la broma de los vagabundos. Charles reanudó los pasos que fueron seguidos por sus compañeros mientras confesaba. - Admito que Donald es unos de los mejores, pero no tiene valor para decir lo que piensa, nosotros también teníamos unos buenos títulos académicos ¿verdad Robert?- Si, encendimos buenas fogatas con ellos…- recordaba Robert. - ¿Eran científicos?, ¿Qué rama de la ciencia?- encandilado el joven arqueólogo por un momento olvidó la pintura caótica de su alrededor. - Si éramos o somos, difícil saberlo, hombres de ciencia, si, de los que ya no se fabrican, Charles y yo dedicamos toda nuestra carrera a vislumbrar leyendas, mitos, pero obviamente no sonaba muy científico, por eso, el reducido grupo de eruditos nos veía como desquiciados dementes- Falsos profetas…- acotó Charles. - No nos permitieron seguir con las investigaciones, nos hundieron con las criticas y las puertas se empezaron a cerrar una tras otra, que habláramos de seres de otro planeta, de bases subterráneas, de duendes y hadas y de lo que te puedas y no imaginar, logró que nos pusieran de patas en la calle y en buena hora señor…- miró al cielo y continuó -…de todo lo malo surge algo bueno, fuimos libres por primera vez-Asombroso- Steve miró hacia adelante tratando de asimilar las coincidencias de la vida. - Sencillas palabras encontradas en una sanguínea dramática, hacen volcar a este escriba la verdad de la vida. Créeme cuando mi susurro es un tifón para los sordos de alma, la situación es clara. ¡Despierta rata! Mira tus manos y reconoce tu magia, mueve esa montaña que es parte de ti y de mi…- Recitó Robert y continuó - …Lo es, es asombroso que las profecías y cientos de pruebas no fueran escuchadas por el hombre y hoy… je silenció indignado el inspirado vagabundo. - Como las tablillas de la esfinge, algo decía…- agregó Steve fascinado por sus compañeros. - ¿Las han encontrado? - preguntó Charles. - Si, las encontró el profesor Phak - afirmó Steve. - Basándose en nuestras investigaciones seguramente- aclaró Robert mientras se rascaba la barba. Steve lo miró sin saber que pensar y preguntó - ¿Las profecías hablaban de estas bestias?- Si, pero no la describían, admito que no esperábamos que fuese así, tan brutal, pero Dios no se anda con medias tintas…- respondió Charles y continuaron caminando. -Joven Steve la verdad no se inventa…- acotó Robert. -Más que amor, dinero, fe, fama, justicia, ¡denme la verdad!– Respaldó Charles mirando hacia el cielo. - Thoreau…- Resolvió Steve. - Bien arqueólogo, ¿maneja la filosofía?- sonrió complacido Robert. - No crean que solo me enseñaron a escarbar en la tierra para encontrar cacerolas de barro…- dijo enaltecido el joven. - Que cien de los más poderosos corceles cinchen de mis extremidades, antes de perder el sueño de mi alma…Robert recitó subiendo la apuesta. Steve atento, intentó descifrar al autor de esa nueva frase, pero sus conocimientos poéticos hicieron agua de inmediato.

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La isla estaba prácticamente deshabitada, por lo menos a lo que humanos se refería, el éxodo espontaneo fue en tiempo record, no hizo falta implementar ningún plan de evacuación, los edificios que aun resistían el clima eran testigos de la caída de la nueva Babilonia, los olores putrefactos en las calles era lo menos grave que acontecía, postales increíbles como un avión estrellado en el lago principal del Central Park, o un elefante muerto y destripado en medio de la calle, ya no causaba gran efecto en las pupilas cansadas de los testigos que aun sobrevivían a esa guerra sin enemigo identificable. Las calles estaban calladas, solo el sonido del clima dominaba, algunos derrumbes espontáneos de edificios agónicos marcaban el compas del día, el motor home surcaba la zona un poco más que a paso de hombre. Todos estaban cerca de las ventanilla intentado ver señales de vida por la ciudad, solo el presidente estaba a cubierto por recomendación de Frank, unos de los agentes había relevado en el manejo del transporte a Malcolm que se encontraba sentado junto a Amilius. - Esto no se parece nada a la ciudad de hace una semana…- murmuraba Malcolm asombrado. - Dicen que todo cambio es bueno…- Amilius sonrió y Malcolm lo acompañó en la emoción, el presidente al escuchar la conversación y estando a un par de metros de ellos sentado en un sofá de cuero blanco, agregó - Dar un paso atrás, en algunas ocasiones, es avanzar…-Pues este es un gran paso para atrás…- dijo Malcolm en tono capcioso. - Entonces hemos avanzado muchísimo…- resolvió Amilius riéndose y librando tensiones, Malcolm se contagió a lo igual que el presidente, rieron por un instante de tregua, hasta Frank y el agente a su lado lo hicieron, la onda expansiva de aire fresco, de humor espontaneo llegaba hasta el agente que conducía que también sonrió, en ese momento una veloz lanza certera y oxidada traspasó el parabrisas y se clavó en el pecho del conductor, el impacto fue notorio y todos los presentes se alarmaron, el vehículo estaba fuera de control, otra lanza atravesó el techo del vehículo y así se empezaron a repetir los impactos por todas partes, los agentes desenfundaron sus pistolas, Malcolm tomó el hacha que había encontrado clavada en la puerta del motor home, Amilius a lo igual que el presidente se colocaron en el medio del vehículo para no estar cerca de las paredes del mismo. Frank tomó el volante ignorando a su agente caído cuando una lanza dio certeramente contra el capot del motor llegando al mismo para inutilizarlo. El agente en jefe, intentaba mantener la profesionalidad a pesar de que estaba viendo por primera vez con sus propios ojos a decenas de demonios furiosos y victoriosos abordar la nave por todos los flancos, el motor home terminó colisionando con un coche estacionado a orillas de la calle, las caras de los presentes reflejaban un temor reprimido por el coraje, las lanzas rompieron los cristales. - ¡Tendremos que salir o estaremos atrapados!- exclamó Frank mientras tomaba del brazo al presidente, Malcolm recogió el paquete que les había entregado Enash y se lo colocó colgado en su espalda, con hacha en una mano y Amilius en otra, le dio a Frank la señal de estar listo, el otro agente abrió la puerta y sin titubear salieron todos, desde afuera se podía ver a decenas de demonios en el techo del motor home y otros tantos en la calle, la criaturas se pusieron en alerta al ver que la presa intentaba escapar, pero al ver a Amilius empezaron a chillar y gruñir como si los estuvieran torturando, hasta unos de ellos se clavó su propia lanza en su carnoso estomago para luego caer muerto. -Dios mío perdónanos…- dijo encandilado por la escena el presidente de los Estados Unidos. Las bestias se empezaron a acercar al grupo de humanos que iniciaban la creyente carrera por la calle, cuando estos fueron acorralados por otro clan de bestias, estaban rodeados. - Quédate detrás mi…- el bombero le dijo a Amilius para protegerlo. - Dame algo para defenderme- dijo Amilius sabiendo de su potencial, pero el bombero se estaba aferrando al hacha para tomar coraje. - Administre las balas - Frank le dijo al otro agente. - Entendido- contestó empuñando sus nueve milímetros con tranquilidad, mientras que las bestias se iban acercando. -No podremos con todos, abrámonos paso…- dijo Malcolm sin quitarle la mirada a los demonios que en un ronroneo incomodo parecían comunicarse entre ellos, estos, ya estando a unos diez metros de las potenciales víctimas formaron un circulo de verdugos del inframundo. - De acuerdo, dirección al puente - dijo Frank. - Necesito mi espada - murmuró Amilius.

En ese instante se abalanzaron sobre ellos y los agentes comenzaron a disparar a discreción, las bestias caían, Malcolm, atacó sin piedad a las criaturas que más cerca estaban de él. La ventaja de los humanos era que los Página | 58


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demonios no eran buenos luchadores en sí, ni tampoco rápidos en razonamiento, aun así, lo compensaban con ser muchos y despiadados. - Señor presidente por la izquierda- informó Frank cuando vio que había una estrecha posibilidad de escape. El presidente tomó a Amilius del brazo y fue en esa dirección, el grupo intentaba seguirlos pero estaban atareados, Frank se quedó sin municiones, esquivó un intento de apuñalamiento de parte de un eufórico demonio y le quitó la lanza para aniquilarlo con la misma, con entrenamiento en diferentes disciplinas no fue difícil para Frank emplearla en su beneficio, el otro agente no tardó en adoptar la misma táctica. El numero de bestias parecía no disminuir los caídos eran remplazados por otros que se sumaban saliendo de todas partes, el camino se volvió a cerrar por otras bestias. - Estamos muertos- murmuró el presidente. - Pues agradezcamos la vida que hemos tenido - acotó Amilius, el mandatario lo vio sonreír con extraña serenidad y brillo en sus ojos. El grupo se encontraba atrapado, estaban dando el resto, protegían sus vidas, una bestia saltó sobre el agente como un tigre queriendo morderle el cuello y empezaron a forcejar hasta que logró librarse de él tirándolo sobre las otras criaturas, estas no dudaron en matar al derrotado demonio. En ese desesperado momento y como un torbellino de energía apareció desde la nada Saito el Sensei de Amilius, uniformado para el combate y con su katana Samurái cortando el aire a feroz velocidad, sin presentaciones previas, empezó a masacrar a los seres sin piedad, la danza de sus movimientos y el sonido de su respiración llamó la atención del desesperado grupo. - Increíble…- confesó Frank al ver esa pintura surrealista, y gritó con renovado coraje -… ¡Resistamos!Amilius escuchó la melodía de la katana marcar caminos en el aire acompañado con los gritos diafrágmales de ataque del sensei y supo que era él - Sensei…- musitó al sonreír. Saito mezclaba espada con patadas y puños, la batalla cambiaba de final, las bestias caían una a una, el grupo estaba compenetrado en vencer, en cuestión de un par de minutos solo tres bestias quedaban en pie, las cuales se replegaban lentamente, Saito las miraba mientras recuperaba el aliento con total disponibilidad para seguir. -先頭の犬が地獄のようだった- dijo con voz amenazante el sensei en su lengua materna que significaba algo así como “vuelvan por donde han venido perros del infierno”. Amilius se acercó al Sensei -¿Maestro es usted…?- las bestias ya estaban a unos veinte metros de ellos, mientras que Malcolm y los agentes se daban la mano victoriosos, al presidente le costaba enterarse de que había sobrevivido. El Sensei miró con satisfacción a Amilius y le dijo - Si el alumno no va al maestro…- ambos sonrieron y se abrazaron con afecto. Es cuando una lanza atravesó los riñones del Sensei pasando a milímetros de la cintura de Amilius, fue todo muy rápido, el maestro sin ceremonia de por medio le entregó la katana a Amilius quien había sentido los detalles de la escena, los demás tardaron segundos más en reaccionar y ver que había un demonio agazapado entre la sombra de unas ruinas a pocos metros de ellos el cual logró acercarse y cobardemente atacar al sensei por sus espaldas. Amilius tomando la espada como la extensión de su brazo se entregó a sus finos sentidos y avanzó hacia la amenaza con total seguridad para matarla en dos filosos movimientos, los demás eran testigos de lo imposible, por una parte atormentados por ver caer al suelo casi sin vida al acontecido salvador, y por la otra, atónitos por reparar en un ciego que manejaba una katana con avasallante facilidad. Luego de su poderosa demostración, Amilius se arrodilló al lado del Sensei y sus lágrimas afloraron. - Maestro no se muera…- el moribundo lo miró sintiendo sus últimos respiros, sujetó con firmeza la mano a su discípulo quien continuaba diciendo - … no ahora sensei La katana con su filo ensangrentado, yacía al lado del cuerpo agónico de Saito. - Vendrán momentos difíciles… no temas… no estarás solo - el sensei cerró los ojos para no abrirlos más. Frank posó su mano en el hombro de Amilius quien se despedía colocando su propia mano en el pecho del ya ausente. - Era mi maestro…- dijo Amilius mientras se colocaba de pie después de agarrar la katana. - ¿Él te ha enseñado a manejar la espada de esa manera?- Frank no pudo evitar su curiosidad dentro de un marco de respeto y admiración. - Si…- con media sonrisa de satisfacción y de orgullo por haber tenido esa persona como maestro contesto Amilius -…entre otras cosasUn chillido ya característico de las bestias se escuchó de muy cerca, una nueva escena con tintes trágicos se manifestaba donde estaba el presidente, detrás de él tenía una bestia que estaba por atravesarlo igual que al Página | 59


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desafortunado sensei con una lanza de dos puntas, nadie se había percatado del visitante, tanto Malcolm como los agentes y Amilius estaban a varios metros de Brown para socorrerlo a tiempo, era cuestión de segundos, el presidente sin darse vuelta se percató de la letal presencia y solo pudo cerrar los ojos esperando a su verdugo. Steve con un bate de beisbol usó de pelota la cabeza del demonio casi deprendiéndola del resto del cuerpo salvando así al mandatario, junto a los vagabundos llegó al lugar el joven arqueólogo, habían visto la situación a una calle de distancia y sin pensarlo y en silencio actuaron para no enfurecer a la bestia y empeorar la situación. - A Dormir al infierno…- dijo Steve eufórico. El presidente abrió los ojos sin entender del porque seguía con vida, miró hacia Steve para empezar a comprender lo ocurrido. - A usted lo conozco - dijo Steve con media sonrisa pensante. - Es el presidente de los Estados Unidos…- esclareció Charles a Robert con decepción. - Es un hijo de Dios también, si…- reflexionó Robert, los harapientos hombres de ciencia se miraron entre ellos un segundo quedándose con la ligera duda. - ¿Señor presidente está bien?- preguntó Frank quien se acercaba raudamente. - Si, si, milagrosamente - respondió Brown con sonrisa incrédula. - ¿Steve eres tú?- preguntó Amilius mientras avanzaba esperanzado hacia Steve, este, no se había percatado de que su amigo estaba con esas personas. - No lo puedo creer…- sonrió el bateador espontaneo y corrió a abrazar a su amigo, ambos rieron asombrados por la fortuna. - ¡Te he estado buscando por toda la ciudad!- dijo Steve. - Y yo a ti amigo, ¿Donde está Ludmila, la has visto?- ansioso interrogó Amilius. Steve hizo una pausa con lamento - Hasta hace unas horas estábamos con ella y con Jaimy nos separamos para poder distraer a cientos de estas porquerías de bestias…- No puede ser…- dijo Malcolm al ver que al final de la calle aparecían cientos de criaturas, salían como hormigas por todas partes. - Tenemos que llegar al muelle del puente de Brooklyn - dijo Frank. Nadie respondió, pero parecían estar todos de acuerdo, comenzaron a correr a más no poder, las bestias eran torpes y se tropezaban entre ellas pero aun así no se detenían por nada, las ocho personas sorteaban las bocas calles donde aparecían más y más criaturas, parecía que la ciudad ya tenía nuevos ciudadanos. Ante la falta de paz, la búsqueda de respuestas y explicaciones no eran prioridad, la ciudad como la mayoría de las ciudades del globo, estaban siendo asediadas por fuerzas que el hombre racional no podía procesar dentro de su lógica, la realidad construida por el moderno, se había desmoronado con unos cuantos cambios en el libreto de lo que se creía que era la vida.

-Los movimientos católicos no son un grupo al cual temer, solo el dinero que quieren poseer, muchos hombres muertos, grandes espíritus de la salvación han hecho frente a los mafiosos y se han quedado a mitad de camino, enfrentar, confrontar no es lo correcto, si aceptas de una vez lo que hay, puedes modificar el curso de las cosas, siembra paz en donde hoy hay guerra y hazlo a través de la paz, evitar la guerra sin lucha, sin armas…- mientras conducía le predicaba el Padre David a Jack que atento le hacía de copiloto, en los asientos de atrás y con el pequeño Tim en el medio, estaban George y Diana. - Si padre, pero ahora parece que es tiempo para usar un poco de armas para poder con esas bestias… ¿no?refutó Jack. El Padre David levantó sus cejas con exageración sin encontrar una respuesta sabia. El niño agotado, se recostó sobre sus padres usando los regazos de cama, George le acariciaba con amor el rostro, mostraba una sonrisa mientras que el hijo se iba quedando dormido, Diana miró a ambos y dejó caer una lágrima por su mejilla. - Lo siento George…- dijo la mujer en un confidente y vergonzoso murmullo mirando a su ex. Él la mira y recordó su dolor, el daño sufrido por el mal trato reciproco durante meses, la falta de amor en los actos, lo innecesario y de que todo es perdonable cuando se resume la existencia a cosas tan simples como estar a salvo y cuidar al otro por amor. George dejó ver una sincera sonrisa de aceptación acompañada con nostalgia en su mirada, acarició suavemente la mejilla de la madre de su hijo quien agradeció con un suspiro reprimido. Página | 60


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El Padre David por el espejo retrovisor observó la escena y retomó la conversación con Jack para que no se percatara de lo que estaba sucediendo en los asientos de atrás. - Tiempo, tiempo Jack… El tiempo es la regla que Dios dio a su creación para entretener a los seres…- Dijo el sacerdote para distraer y confundir un momento a Jack, lográndolo con buen éxito mientras se dirigían hacia el muelle. Luego de varias calles Amilius y su grupo llegaron al puerto donde la mayoría de los pequeños barcos y lanchas estaban en llamas y hundidos, solo uno parecía quedar en pie y era una lancha rápida con capacidad para veinte personas, pequeña pero para escapar de la ciudad era perfecta. Empezaron a correr por el muelle hasta llegar a la nave y abordarla, mientras que las bestias tenían la misma intención, una docena de las primeras criaturas en llegar al navío lograron subir. Para Amilius era fácil localizar en el espacio a las bestias ya que sus movimientos, sonidos y olores eran más que evidentes. Mientras que Malcolm intentaba arrancar la lancha, el invidente desenfundo la katana heredada del Sensei y empezó a impedir que subieran mas criaturas, a su vez las que ya residían a bordo estaban siendo aniquiladas por los vagabundos que también emplearon sus contundentes espadas, con menos técnica pero con el mismo coraje se pusieron a la par de Amilius para formar una barrera impenetrable. La multitud de demonios se estaba aglomerando peligrosamente cuando la lancha encendía sus motores, Frank logró quitar el amarre para a continuación salir raudamente del muelle, las bestias se empezaron a tirar al agua con el afán de la captura, pero se ahogaban como piedras, otras arrojaban sus lanzas como último intento de dañar pero errantes caían al agua; ahí a orillas de la isla, se quedaron gruñendo y enfurecidas. Los vagabundos miraron al ciego con admiración, Malcolm pilotaba la lancha, Frank estaba al lado del mismo - Iremos al refugio, costearemos por el océano, te iré guiando- le dijo Frank a Malcolm. - Comprendido- respondió Malcolm familiarizándose con su nuevo puesto de trabajo. Steve observaba el puente de Brooklyn mientras se alejaban e identificaba a centenares de demonios que lo transitaban dominantes. - Este es el juicio final…- murmuró Steve cuando se le acercó Robert. - No hijo, este es el comienzo de la verdad…- corrigió Robert y citó -…porque el que quiera salvar su vida la perderá y todo el que pierda su vida por causa de mí la hallará…Por su parte Amilius, se había sentado, dirigía su rostro hacia la tierra que dejaban, pensando en Ludmila y deseando con todas sus fuerzas que ella también estuviera lejos de ese infierno. El presidente ya desarreglado, más humano, perdiendo de a poco el acartonamiento del puesto de mandatario, se sentó al lado del joven, suspiró y miró también hacia la ciudad en decadencia, entre humo y ruidos de muerte. -Cardiovascularmente es imposible ir la velocidad de los pensamientos de nuestro creador, en nuestra inocente existencia nos topamos de vez en cuando con la intención de intentar pensar como Dios, buscar su lógica, entender su moral; Ante los actos justos de la vida esto es fácil y entendemos “La justicia divina”, al contrario es cuando la justicia es injustamente inexplicable, cuando la balanza pesa a favor del que según la moral humana no se lo merece, al ver al cretino brindar y a la victima llorar. Ahí, es cuando en nuestra fe eternamente tambaleante intentamos pensar como Dios… - dijo Amilius, sonrió con ironía y continuó -…la razón se escapa tan fácilmente en actos impuros, el derecho, el merecimiento ¿son solo golpes de suerte?, las cartas ¿son de quienes son más rápido en la mesa de juego? o ¿simplemente los hechos y los actos tienen una lógica rotunda cual embudo, y al final todo tiene un cauce natural y justo que no necesariamente nuestros ojos verán?...- Brown entrelazó sus manos mientras escuchaba en silencio la claustrofóbica reflexión, apretó sus labios desesperanzado -…si existe o no Dios es irrelevante, la existencia de vida es tan increíble e inexplicable que ya es suficiente para creer o no en lo que no se ve… si… estar cansado de vivir, es la sensación mas vomitiva que se puede experimentar…- concluyó el joven. - Amen…- musitó Brown.

Sin saber que estaban prácticamente solas en una ciudad habitada por criaturas desagradables, Ludmila y Jaimy caminaban por la acera, casi pegadas a las paredes de los edificios, intentando así esquivar a las posibles bestias que cada vez veían con más regularidad. - Están por todas partes, se pueden oler - murmuró Jaimy. -Tiene que haber un coche que funcione - dijo Ludmila, se encontraban cansadas con sus vestimentas maltratadas, pero decididas a no rendirse, en ese momento vieron salir por la puerta de un bar a un hombre con Página | 61


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un niño en sus brazos de cuatro o cinco años de edad, lo sostenía como sostiene un padre a su hijo, el niño estaba ensangrentado a lo igual que la camisa del padre quien con toda su alma lloraba desconsolado, una mujer bañada en lagrimas y sangre salió detrás de él intentando detenerlo. Ludmila miraba la escena entendiendo la situación, asumiendo que esa imagen era recurrente en todo el mundo. El hombre en medio de la calle, entre coches en llamas, escombros y un cielo indiferente y oscuro, cayó de rodillas con su hijo en brazos dejándolo en el suelo y llorando sobre su cuerpo, la mujer se arrodilló a su lado en lamento. Jaimy se tapó la boca soportando el espanto en su rostro, mientras que Ludmila estando de la escena a unos veinte metros decidió acercarse en compasión y solidaridad, en ese momento el hombre con puños cerrados gritó con furia y desgarro hacia el cielo mientras que se volvía a poner de pie, la mujer a su lado intentaba calmarlo con mínima voluntad ya que su dolor era debilitador, Ludmila se detuvo sobre sus pasos. El hombre enfurecido no paraba de gritar, hasta lastimar su garganta y permitir que las venas de su cuello marcasen caminos sobre la caliente piel, en ese instante, en el pecho del padre en pena se formaba un bulto como un golpe desde adentro hacia afuera, se escuchó el sonido del quebrar de huesos y a continuación una mano esquelética y ensangrentada salió del tórax hacia fuera, uñas negras y viejas se hacían espacio hasta que otra mano de las mismas características emergía a su lado, el hombre, largó sangre por su boca cayendo nuevamente de rodillas al suelo, la mujer a su lado empezó a gritar desesperadamente al ver como su pareja era abierta por la mitad. Las manos ensangrentadas abrían el pecho como si de dos cortinas se tratasen, salió también una pierna y una cabeza mientras que el cuerpo se destrozaba como un disfraz mal cocido. Jaimy tomó del brazo a Ludmila empezándola a tironear para salir de ahí, resultaba visible que lo que salía de ese hombre era una bestia idéntica a las de cientos que circulaban en la ciudad. La bestia brotó completamente, arrastrando consigo misma órganos y sangre, su rugido y gruñido animal se hicieron escuchar recibiendo respuestas a la distancia de otras bestias. La mujer que estaba a pocos metros de la criatura no podía moverse, de pie y con sus hombros caídos mostraba su ausencia de entendimiento. El ser maléfico sacudiendo la cabeza y como despertando de un letargo, clavó sus garras en su propia nuca sintiéndose el cortar de la carne, el ser gritó y sus ojos amarillos fundidos en furia resaltaron en su piel roja y como si de quimera se tratase, con la ayuda de sus manos y evidente desquicio en sus movimientos bruscos, desde su columna vertebral sacó una lanza, Ludmila no podía dar crédito a lo que veía, esa lanza de aparente metal oxidado y cubierto de una viscosa baba salió de la bestia sin explicación racional como todo lo que estaba sucediendo. La cruel abominación lo primero que hizo al tener la lanza en su mano fue usarla contra la mujer ya derrotada por las imágenes surrealistas, se ensaño con ella acertándole varias puñaladas, Jaimy insistió con más ímpetu en sacar a Ludmila de ahí, esta terminó por reaccionar. Corrieron sin pensar, intentando de escapar de la gratuita oferta de volverse locas por las vivencias, el hecho de pensar y llegar a la conclusión de que cada bestia por ahí suelta era resultado de una persona muerta, resultaba repulsivo. Ludmila miró hacia atrás y vio que el demonio las había descubierto. - ¡Corre Jaimy!- gritó Ludmila. La escena de las ciudades devastadas era redundante en todo el mundo, Roma había caído y Tokio en ese momento estaba siendo demolido por tornados y lo que quedaba en pie era rematado por las bestias, las fuerzas armadas tenían luz verde para disparar a discreción, pocos lograban sobrevivir e irse al campo, a lo más alejado de los centros urbanos, esconderse en el agujero más oscuro y esperar a despertar de esa pesadilla, los militares no podían desplegar todo su potencial, ya que era un azar que los aviones como los helicópteros pudieran emprender vuelo ya que la mayoría caían sin remedio alguno, no había explicaciones lógicas del porque algunas cosas funcionaban y otras no, la fórmula de la resistencia era encontrar a los héroes que se animaran a participar en el juego. Nadie daba garantía de nada, el ciudadano básicamente estaba a su suerte y desgracia, las religiones y los devotos que sobrevivían, lanzaban sus plegarias al cielo soportando el azote y aferrándose a su fe. No había que buscar más la fuente de la maldad, el anticristo o como se quisiera llamar, terminaba siendo siempre el mismo, el Ego, la máxima idiotez humana, que se escudaba tras quien decía tener razón, quien jugaba ese juego suicida de resistir su verdad a pesar de perderlo todo, el Ego, destruyó personas, familias y países. Gracia hasta desangrarse daba, la sutil cátedra del divino.

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El Padre David estacionó sigilosamente a unos cien metros del puerto, donde el panorama era digno de una descripción deprimente del infierno de Dante, un manto rojo coagulado unía la multitud de seres que entre gruñidos y enfrentamientos aislados entre ellos esperaban una situación de caza y destrucción. - ¿Y ahora qué?- preguntó sin ideas David ante la mirada similar del grupo. - Tiene que ir uno a ver si hay alguna embarcación que aun funcione o flote- dijo Jack sabiendo de antemano que él no sería el elegido por su dañada pierna, el peso cayó sobre George y David, el sacerdote sudaba con solo hacerse la idea de pasar cerca de esa horda maligna, Diana entendía que habría algún caballero como voluntario antes que ella, el pequeño Tim ya desvelado miraba a su padre y en su mirada le pedía que no se alejara de él. George, comprendió, miró a su hijo y no necesitó más. -Ok, intentaré encontrar algún bote y llevarlo lo más alejado de ellos, allí, ¿ven?...- dijo señalando hacia unos cien metros por el muelle donde los seres no estaban estorbando -…para que ustedes se puedan acercar, ¿entendido?- Entendido…- dijo David. - No papi…- dijo el niño con temor. - No pasa nada, serán unos minutos nada mas…- George intentó llevar tranquilidad al niño y continuó diciendo - …diríjanse hacia esa zona segura y quédense en silencio…- Dalo por hecho…- con nervios en su timbre de vos dijo el Padre David. Sin más preámbulos, el pintor se bajó envalentado, medio agazapado y pegándose a las paredes y sus sombras, fue ganando terreno sin ser visto por las bestias pero si contemplado por su grupo esperanzado en su proeza. El cielo poco se diferenciaba ya entre el día y la noche, el verano o el raro inverno, el escenario de por si era incomodo y traumático, sobre esas reglas de juego los forzados y condenados jugadores apostaban sus mejores cartas. Era el momento de George, quien tenía motivos por el que luchar y vivir, estaba dispuesto a dar su vida por su progenitor. Llegó a una esquina y se quedó agachado detrás de un contenedor de basura para dejar pasar a una veintena de ambulantes criaturas que rabiosas patrullaban el muelle, un poco más a la distancia, el pintor pudo distinguir a un grupo de estos seres rematar a dos cadáveres humanos hasta despedazarlos con cizaña incomprensible. George logró divisar un bote de goma, el cual se había desprendido de un gran barco de prefectura naval que en esos momentos ardía en llamas, el bote desatado estaba golpeando en la hilera de troncos que formaban las paredes del muelle, el joven no lo dudó y se tiró al agua cerca de la embarcación, si bien era vago su potencial, el bote podía acobijar al grupo para salir de esa zona. Con precaución, George desde el agua se subió al gomon, agarró uno de los remos y comenzó a remar, hacia el punto de encuentro intentando de no llamar la atención.

En cuestión de unos pocos minutos pudo llegar a orillas de una zona rocosa que unía al agua con la asediada tierra, ahí esperaba al grupo de humanos, asustados y hambrientos de paz, a unos quince metros de la orilla, bajaron del coche. - Suban rápido…- dijo el joven rescatista. David ayudaba a Jack, eran los primeros en llegar al bote, por su parte Diana y Tim se apresuraban detrás de ellos. En ese momento apareció un demonio al que le faltaba un brazo, a causa quizás de alguna pelea o simplemente por haber sido engendrado de esa forma. Mientras que George ayudaba a subir a Jack vio que esa bestia se acercaba rápidamente hacia Tim y Diana que aun estaban a algunos metros del bote. La bestia tomó velocidad y saltó sobre Diana. -¡Nooo!- gritó su ex marido, abandonando el flotante, Tim cayó al suelo viendo como la criatura mordía la yugular de su madre, George corrió hacia la escena, Jack atónito desde el bote observaba la situación a lo igual que David, quien no llegaba a entender de donde había salido ese ser, ya que la zona parecía segura. Con sus propias manos, George sacó al demonio de encima de Diana y le comenzó a dar repetidos puñetazos, la abominación parecía reírse mientras que de su rostro brotaba sangre negra a causa de los golpes que le proporcionaba el indignado artista. David, fue a socorrer a la Dama quien estaba padeciendo convulsiones terminales; George terminó hundiendo un pedazo de escombro en la cabeza de la criatura para acabar con su miserable existencia; exhausto y Página | 63


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angustiado se acercó a Diana que perdía sangre de su cuello a gran velocidad, David intentaba detener la violenta hemorragia sin éxito. - Bebe…- dijo George con nostálgica ternura, ella sentía irse y lo miró con cariño, el niño se acercó desolado. - Mamá… te llevaremos a un Hospital- dijo Tim encontrando en su inocencia soluciones ya imposibles a esas alturas. Ella sonrió dentro del dolor que sentía y miró a ambos amores antes de cerrar los ojos y dejar de respirar, David, hizo la señal de la cruz y comenzó a susurrar palabras de fe, por su parte Jack aterrado se largo a llorar, intentando que no se le sintiese, se tapaba la boca. George sin pensarlo tomó en brazos a su hijo para contenerlo en su llanto. -Tranquilo mi amor, aquí esta Papá, estoy aquí, estoy aquí…- dijo repetidamente.

La lancha estaba dando todo de sí para surcar el océano mientras costeaba Long Island, los que estaban a bordo, lo hacían abstraídos en sus pensamientos sintiendo como nuevo al silencio y a la calma. Steve se acercó a su amigo, se sentó a su lado y Amilius lo recibió con un apretón de manos y una sonrisa -¿Como estas compañero…?- preguntó Steve sabiendo la respuesta. - Espero que estén bien… - respondió sin rodeos. - Están bien, están bien, si - Steve lo repetía para creérselo. - ¿Te suena el nombre, de Enash?- Amilius intentó cambiar de tema. - Eh, Enash…- extrañado lo miró Steve -…sí, claro… es, espera, es de Lemuria, es uno de los ancianos, se dice que ayuda a los ángeles… pero…Amilius se restregó las manos por la cara en un gesto de asombro y con agotada sonrisa paranoica dijo -Me lo cruce en el museo cuando te fuimos a buscar, Malcolm te lo puede describir al detalle… esto es increíbleterminó murmurando indignado por lo fantástico de todo. -¿Qué?- dijo Steve con ingenuidad. -Sí y no fue casualidad, me estaba buscando a mí, me llamó por señor, me dijo que me conocía, me dio un paquete que contiene una espada que me pertenece según él…y no sé que más…- ¿Pero que me cuentas?, Enash es de la mitología de hace más de diez mil años- dijo Steve intentando esclarecer confusiones. -Lo que oyes, que en Agharti hubo una guerra o algo así, él fue a ayudar y de ahí lo enviaron a Manhattan…- rió con nerviosismo -…amigo, si tienes una explicación para esto, me vendría muy bien en estos momentos Steve lo miró impresionado - A ver, ok, bien, puedo con esto…- se concentró en sus conocimientos, pensó unos segundos y continuó-…Enash, es uno de los maestros, ¿ok? - Ok, fantástico, continua… - dijo Amilius dispuesto esta vez a recibir información. -Sí, un iluminado, guardián de Agharti y del rey del mundo, hay otros iluminados, claro que tienen longevidad, fuerza, poderes, son básicamente guerreros de Dios - ¿Ángeles? -preguntó Amilius tratando de hilar algo de información. - Algo así pero en este plano y bajo la tierra y en otra galaxia a cientos de años luz, hay registros de otros de ellos en etiopia, es difícil de rastrear su procedencia, las culturas de todo el mundo habla de ellos con diferentes nombres y leyendas pero básicamente viven en mundos subterráneos y los que buscan esos caminos, rara vez vuelven para contarlo… - Steve, detente, no me estas ayudando, resume - Ok… - Steve respiró- …la espada como la que soñaste, ahora concuerda, no lo puedo creer, lo he descifrado en las tablillas…- Steve se colocó de pie, dio un par de vueltas en su eje, mientras que los demás presentes habían comenzado a prestar atención a la verborragia del joven arqueólogo - …es la espada del anciano de los días, se dice que siempre ha estado bajo su custodia- De verdad me esfuerzo por entender amigo…- dijo Amilius escuchando una serie de versiones sobrenaturales que podían con su racionalismo. -Esto es una locura…- Murmuró Steve tomando nuevamente asiento y continuó - …y te ha dicho que el tiempo se acaba ¿verdad?Amilius giró hacia Steve - ¿Como lo sabes…?- La última vez que fui al museo, una anciana se me presento de la nada en la biblioteca y también me lo dijo, es raro que la recuerde ahora…- Sonará trillado Steve, pero creo que Dios me quiere decir algo- dijo Amilius. - ¿A ti solo?, no te ofendas pero creo que le está diciendo algo a toda la humanidad…- Si es cierto- Claudicó Amilius resignándose. - Aunque si me das a elegir un mesías en esta lancha, te elijo a ti sin dudarlo- ambos sonríen. Página | 64


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- No creo que un mesías pueda arreglar este desastre- sentenció Amilius. Y se quedaron pensativos mientras el cerrado horizonte se unía entre el océano turbulento y el cielo espeso de color asfixiante, parecía una teatralización del posible destino de la humanidad.

Jaimy se tropezó en el césped del Central Park, desorientadas ella como Ludmila desembocaron en el llano donde hace días nada mas, los oficinistas tomaban sol en su break, ahora en su lugar había un avión comercial trozado por todo el terreno. Ludmila ayudaba a su compañera a levantarse mientras veía que desde los arboles que daban a la Quinta Avenida, se aproximaban varias criaturas chillando como hienas ante el antílope herido. En ese instante Ludmila cayó en la cuenta de su agotamiento físico y el de Jaimy, no sabían hacia dónde escapar y veían que por todas partes estaban siendo rodeadas, le provocó pensar en la idea que el juego se había terminado, miró a la joven actriz quien parecía pensar lo mismo. Una bestia les arrojó una lanza estando de ellas a veinte metros de distancia, errando al objetivo y clavándose en parte del fuselaje del avión estrellado, otra criatura hizo lo mismo pero esta vez la punzante arma fue directo a Ludmila, esta logró esquivar la mortífera lanza, no podían escapar estaban acorraladas por completo. Los arboles del lado norte del parque empezaron a agitarse y a la par un cíclico silbido comenzó a dominar los sonidos de la ciudad, como milagros metálicos aparecieron dos helicópteros militares uno detrás de otro, el primero que encaraba el desfile era un Apache AH-64, un helicóptero de combate legendario de las fuerzas militares norteamericana, provisto de artillería pesada, desde un cañón central que arrojaba 1200 proyectiles de 30 mm por segundo hasta misiles de diferentes poderes de destrucción, detrás de él lo seguía otro gigante bélico, el helicóptero Sikorsky UH-60 Black Hawk utilizado mayormente en búsqueda y rescate con capacidad para llevar a diecisiete personas, aunque también tenía armamento de asalto. Estas dos naves rompieron el vacio cielo con sus imponentes armaduras, el apache envió una ráfaga certera y fulminante de ametralladora de 30 mm que aniquiló a la mayor parte de las bestias, las mujeres se arrojaron al suelo como primera reacción, las criaturas tontamente enfrentaron a las naves tirándoles las lanzas, una nueva lluvia de proyectiles arrasó con ellas, el apache empezó a sobrevolar la zona mientras que el Sikorsky comenzaba a descender a unos quince metros de las damas, estas se miraron entre ellas, no entendiendo la suerte, ya se creían muertas, dos soldados armados bajaron del helicóptero y corriendo se acercaron a ellas. -¡Buenos días señoras!, ¡¿necesitan transporte?!- dijo el sargento Sam Jackson, quien en su momento y ante que sucediera toda esta debacle, había compartido unas cervezas con Amilius en el bar de Harry. - ¡No estaría mal!- dijo Jaimy aun con ánimos de bromas. Corrieron sin perder más tiempo hacia la nave que no había detenido sus rotores, subieron, la puerta corrediza se cerró, en el interior había siete soldados más, todos ellos muy serios y equipados. -Colóquense los cinturones hay bastante turbulencia- Dijo Sam y sonrió escuetamente. - Nos han salvado la vida, gracias… - agregó Ludmila. - ¡Para algo sirven los impuestos, o servían!- dijo otro soldado. - Han tenido suerte de que el piloto las haya visto…- comentó Jackson mientras dejaban tierra firme. - ¿No están rescatando a la gente? - preguntó Ludmila. - Este comando no…- ¿A dónde vamos?- Ludmila continuó indagando. - A un refugio militar, no es para civiles pero no tenemos suficiente combustible para ir a otro punto seguro…confesó Sam Jackson. - Entonces, ¿qué hacen aquí ustedes?- preguntó Jaimy, Jackson las observó y cedió, le veía poco sentido al secretismo en esos momentos. - Nosotros vinimos en búsqueda de un pez gordo, pero donde estrelló su helicóptero ya él no estaba, seguramente fue rescatado por otro comando - ¿Quién es ese pez gordo?- preguntó Ludmila. El sargento la quedó mirando ante la ojeada atenta de otros soldados y respondió - No puedo dar esa información, igualmente eso no cambiaria tu vida Ludmila conectó con su realidad personal y le restó importancia a su pregunta, el helicóptero era escoltado por el Apache, surcaban el cielo, saliendo de la isla, dejando atrás recuerdos que no olvidarán, la esperanza de volver a ver a sus amigos tendía de un hilo. A los pocos minutos ya estaban sobrevolando la ciudad de Queens, el espacio aéreo era dividido por columnas de humo negro que se elevaban a causa de los múltiples incendios en la ciudad, se podía ver aun al gentío corriendo por las calles en busca de refugio, como así en vehículos, escapando rápida y torpemente. Página | 65


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- ¿Sargento tiene familia?- preguntó Ludmila. - Si señora, mujer y dos hijas…- respondió con ilusión en sus ojos. - ¿Donde están ahora?- Ellos se encuentran en la base de Connecticut, es la más cercana que no ha sido infectada…- ¿Infectada…? - remarcó Jaimy y continuó- …creo que esto no se trata de ningún virus - Hemos visto de donde salen, vimos como esa animal salía desde dentro de un hombre como si nada- acotó Ludmila bajo las miradas angustiadas de los soldados. - Lo sabemos, pero si no es un virus, ¿cómo lo llamarían ustedes?- rebatió Jackson. Las mujeres no sabían que responder, ya que realmente no tenían una explicación. - Pues dígamelo usted, ¿Qué son? - Ludmila intentó entender. El Sargento Jackson miró a sus compañeros y volvió a las mujeres. - Yo tampoco creo que sea un virus señora, pero lo que sé es que está pasando en todo el mundo, nadie sabe porque empezó ni cuándo va a terminar, pero hay cientos de miles de ellos, lo que sé, es que tiene que ver con todos los fenómenos que han ocurrido en estos días…-Son demonios…- dijo uno de los soldados soltando lo que todos pensaban. - Amen…- dijo otro y chocaron los puños con desgano en señal de apoyo.

El instinto de huir para protegerse era banal cuando al sitio a donde se iba no garantizaba la protección, sucedía que si el instinto estaba manchado por la ciega desesperación, las elecciones se limitaban, estas personas que emigraban por cielo y por mar, en esos momentos respiraban una extraña tranquilidad, habiendo perdido mucho se aferraban a lo que les quedaba y por primera vez dejaban al mañana bajo la tutela del juicio divino. Sus cuerpos habían reconocido el límite de la fatiga y la angustia, la desprotección en la ausencia de las comodidades, el dolor físico no trascendía cuando la mente no lograba tener tiempo para sentirlo. Cuando la vida misma estaba en juego, un corte en el brazo o un golpe en el rostro dejaban de existir, era como si el cuerpo ya no hablara y sí el espíritu, quien luchaba por no desfallecer.

A los minutos de silencio entre los presentes, se escuchó al piloto comunicar por radio. - ¡Sargento, sobrevivientes a la deriva abajo nuestro…!Sam Jackson, se asomó por la ventanilla a lo igual que el resto y pudieron ver el bote de George y compañía. -¡Hay un niño!- Exclamó Jaimy. Jackson titubeó en su decisión y resolvió -¡Ok!, ¡prepárense para el rescate! - Gracias Dios- dijo el Padre David cuando junto a los suyos vio que el Sikorsky UH-60 Black Hawk comenzaba a descender desde los cincuenta metros de altura, mientras unas cuerdas y poleas sujetaban a un soldado rescatista que sin perder tiempo ya estaba bajando. George respiró aliviado, ya que el bote finalmente sirvió para alejarse de la candente tierra, pero realmente en mar abierto hubiese sido arrastrado ante la menor oleada. El primero en ser rescatado fue Tim, luego Jack, David y por ultimo George. Ya arriba, Ludmila reconoció a George de haberle dado un aventón a orillas del Puente - Veo que encontraste lo que buscabas…- sonrió la mujer a ver al niño. El joven artista plástico la reconoció y asombrado, sonrió complacido -Si, ¿y tú?Ludmila dejó que la inocente pregunta apagara su tierna sonrisa, tragó tristeza y dijo - Aun no…- Confía en que lo harás…- alentó George.

Al término de una hora los helicópteros que rescataron a Ludmila y compañía ya estaban sobrevolando Plum Island, una pequeña isla que se desprendía del brazo de Long Island, de forma alargada como una gota descontrolada que caía de un grifo. En toda su extensión Plum Island era una de las bases secretas de investigación militar más importante de los Estados Unidos, desde tecnología armamentística, espionaje y logística, esta insignificante isla en el mapa, era un fuerte impenetrable, todos sus flancos estaban fuertemente protegidos por soldados, sistemas de seguridad y armamento, el año pasado, en estas dependencias se había trabajado en el terrorismo biológico y la guerra química. Esta isla, era uno de los sitios que la C.I.A y los militares estadounidenses usaron en la década del 40´ y 50´ para el ensayo en la guerra germen. En la actualidad se mantenía oficialmente clasificado como un centro de Página | 66


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experimentación animal a cargo del estadounidense Departamento de agricultura, decían de hacer pruebas de virus animales entre otros, con el fin de ocultar sus verdaderas operaciones militares. Hubo varias ocasiones en que Plum Island levantó sospecha al verse en las costas de la zona diferentes criaturas irreconocibles, mutaciones sin vida, pero aun así siempre se supo mantener la sepulcral inmunidad de la zona, parecía ser ese un trozo de tierra destinado a subrayar la historia.

El Sikorsky junto al Apache aterrizaron a pasos de la base subterránea, una gran puerta de varios metros de ancho evidentemente blindada se abría entre paredes de hormigón. Los rotores se apagaron y los soldados junto a los civiles bajaron de las naves, sin detenerse ingresaron por esas puertas en un descenso a través de una rampa ante los ojos de decenas de soldados que estaban desempeñando diferentes tareas, desembocaron ya bajo tierra a unos 6 metros en un hangar de monstruosas dimensiones, el mismo estaba repleto de armamento militar, entre tanques, helicópteros, aviones de caza y carros blindados, todos perfectamente estacionados y listos para el uso, el personal se podía contar por centenares. Jackson abordó un ascensor de rejas junto a los civiles que se sentían maravillados por la exposición. Comenzaron a descender. - Bajaremos a setenta metros, ahí están mis superiores estará bien que les relaten la transformación que han visto, así se dejan de tonterías y afrontan que estamos ante nuevos enemigos…- dijo Sam Jackson llegando a un acuerdo con Ludmila y Jaimy - …tranquilo… - le dijo a Tim en un tono más coloquial -… estas en uno de los lugares más seguros del planeta -George miró al Padre David con un poco de escepticismo. Luego de bajar varios niveles, las puertas del ascensor se abrieron ante una amplia zona de oficinas y salas, todas caracterizadas por su impecable e inmaculada limpieza y orden, se podían observar personal de uniforme pero también personas con batas blancas, estos eran científicos que no veían la luz del sol desde hace meses. Llegaron al centro de mando donde toda una pared estaba plagada de monitores, la mayoría no recibía señal, otras reflejaban las imágenes de satélites a gran zoom de diferentes partes del mundo, el personal estaba enfocado en sus ordenadores dentro de un clima activo y confuso. - Esperen aquí- dijo Jackson y entró en una oficina de paredes de cristal, en el interior se encontraban entre otros el asesor del presidente, el mismo joven acobardado de la casa blanca y a su lado Johnson el jefe de operaciones de la NASA, Jackson ya estaba hablando con el General Paul Nelson. -… solamente habían cadáveres del servicio secreto, pero el presidente no estaba, es posible que se haya alejado de ahí, la ciudad está dominada por esas criaturas señor -dijo Jackson. - Daremos cinco horas más y aplicaremos el protocolo de limpieza -dijo el General. - ¿Y el presidente?, ¡puede estar ahí todavía! - dijo el asesor, sumándose a la conversación. - El presidente conoce los riesgos y lo ha asumido, no podemos permitir…- General, si me permite, antes de tomar una decisión, creo que deberíamos conocer más al enemigo…- el general auscultó a Jackson con incisivas y molestas pupilas -… puede que volar a la ciudad por los aires, no sirva de nada- ¿A qué se refiere sargento? - dijo el general incomodo por tener que debatir sus decisiones. -Tengo a dos testigos, dos civiles que presenciaron cómo se crean esas bestias debería escucharlas… señor - dijo Jackson, el General de reojo miró a través de los cristales a las civiles que a la distancia presentían que hablaban de ellas. - ¿Civiles?- murmuró el General. - Si señor - En estas instalaciones están los mejores profesionales en las ramas de la ciencia, tecnología y seguridad nacional de los Estados Unidos y me dice que dos civiles me aclararán las ideas…- con indignante ironía dijo entre dientes el general intentando de no perder su imagen de templanza. - No lo sé señor, pero ellas estuvieron en el campo de batalla y lo vieron, con todo respeto los profesionales que mencionan están en una isla a noventa metros bajo tierraEl general, presionó sus labios comiéndose su orgullo por el bien de todos y dijo - Que pasen-

El presidente sentado junto a Amilius y a Steve continuaban aun en el viaje marítimo rumbo a un lugar seguro. - He estado oyendo vuestra conversación y a vuestros particulares amigos que por cierto parecen tener muchos conocimientos…- Dijo Brown refiriéndose a Robert y Charles - …me han ampliado el espectro de la realidad Página | 67


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que creía ver…- Amilius lo escuchaba sereno sin hacer comentario -… y me pregunto si hay algo que me estoy perdiendo- dijo el presidente con humildad resignada. -¿Que quiere oír de mi, señor presidente?, ¿que tengo la solución?, ¿que esto es solo una pesadilla y despertaremos en nuestras habitaciones con dolor de cabeza?- dijo el joven con la calma de un anciano. Se vio resignación en el rostro del presidente - Eso estaría bien…- Lo siento, lo siento, no quiero ser grosero, pero siento la misma incertidumbre que usted…- se hizo un silencio y continuó -…pero si, quizás en estos días he vivido situaciones más extrañas que las que ha vivido usted, si me permite decirlo, no se castigue mas, esta vez no es culpa suya… creo que es responsabilidad de todos, usted ya no tiene poder para guiar a un pueblo o el futuro de un país, no se engañe, bombardear al planeta entero no le devolverá su país…- se creó una pausa. Los agentes y Malcolm estaban en los controles de la lancha, los vagabundos dormían una siesta con total paz. -¿Cree en Dios, Amilius?- pregunto Brown. - Debo decir que a pesar de toda la tentación para no creer, hay algo en mi interior que me da la certeza de tenerlo muy cerca mío - sentenció Amilius. - Ahí está, Plum Island- dijo a Malcolm con simulada euforia el jefe de seguridad Frank Marshall mientras señalaba a un horizonte cercano, un manto de isla plana con vasta vegetación entre aguas azules y cielos oscuros. En ese momento tres helicópteros Apache aparecieron estrepitosamente y sobrevolaron sobre la lancha, Frank le pidió al Presidente que se pusiera de pie para poder demostrar quienes eran.

- Base aquí caballero uno, hemos interceptado la embarcación, abordo esta el presidente de los Estados Unidos… envíen escolta marítima- Dijo el piloto de uno de los helicópteros Apache. Bajo tierra, el general finalmente escuchaba absorto los relatos de Ludmila y Jaimy. - …Como le estoy diciendo, era un hombre normal hasta que se empezó a enfurecer y apareció esa cosaconcluía Jaimy, en el momento en que entraba con prisas un soldado. - ¡Señor General!, con su permiso…- ¿Que sucede soldado?- preguntó el general Nelson. - Han localizado al Presidente Brown - ¡Gracias a Dios!, ¿Dónde está?- sonrió el General a lo igual que el asesor. - Esta arribando a la isla, fue interceptado a un kilometro de aquí, viene con mas personas…- Señoritas me tendrán que disculpar…- dijo mirando de reojo al Sargento Jackson con un poco mas de tranquilidad mientras salía del despacho seguido por el asesor presidencial y el jefe de investigaciones de la NASA. - Si señor…- dijo Jackson.

En cuestión de unos pocos minutos la lancha que transportaba a Amilius fue escoltada hasta el muelle de Plum Island por tres embarcaciones militares más los ya activos helicópteros, de ahí, un par sheep Hammer, los trasladaron hasta la entrada del refugio por la que habían entrado en su momento Ludmila y los demás. Las pesadas puertas se abrieron y el general Nelson ansioso era el primero en salir a dar la bienvenida, de los vehículos bajaron El presidente y sus dos agentes. - Señor presidente me alegra verlo- dijo el general extendiendo la mano. - Lo mismo digo Paul, pensaba que no me darías tiempo a salir - sonrió el presidente. - Estuvo cerca señor…- agregó el general con acartonada picardía. - Estos son invitados, nos han salvado el pellejo- remarcó Brown señalando a Amilius y compañía. - Señores…- dijo el General con un saludo respetuoso pero distante hacia el grupo -…Bienvenidos- concluyó Nelson. Entraron al complejo, unos de los soldados de guardia se acercó a los vagabundos y les dijo - Disculpen señores deberán dejar sus, sus espada aquí…- informó algo titubeante ante la mirada poco amigable de Charles. - Ni lo sueñes hijo…- remató Robert. El presidente se percató de esto he intercedió - Esas espadas me han salvado la vida, déjelos entrar soldadoEl soldado echó un vistazo al general que consintió con la mirada. - Dios mío…- murmuró Steve al ver el despliegue de armamento militar ante sus ojos. Página | 68


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- Si quieres puedes contarme lo que ves…- el comentario capcioso de Amilius se mezclaba entre el ruido de cierre de las compuertas blindadas tras sus espaldas. - Hermano ojala pudieras ver esto…- dijo Steve, Amilius solo hizo un gesto de compresión ante la falta de tacto de su amigo, mientras todos abordaban el ascensor para descender…

En una sala de espera, Ludmila estaba acariciando el cabello de Jaimy, su cabeza reposaba en su regazo, Tim estaba junto a su padre y Jack. George miraba a Jack por primera vez de verdad, y vio a un hombre con un profundo dolor en su mirada por haber perdido también a la mujer que amaba. - Era increíble…- soltó el comentario el artista, dando a entender de quien hablaba, Jack lo miró y entendió. - Si, lo era…- acordó mientras dejaba salir un oxigeno retenido de sus pulmones, aceptando la tregua de egos. -Es un gran chico…- dijo Jack refiriéndose al niño que distraído miraba hacia otro lado. - Si, testarudo como su madre…- terminó George y ambos rieron suavemente. Jackson trajo unos refrescos en una bandeja. - Aquí tienen…- dijo el sargento. -Gracias- dijo Ludmila. - ¿Tienen apetito?- Preguntó Jackson. - No gracias…- respondió la joven sin poder pensar en comer algo. - bueno si tienen algo dulce…- insinuó Jaimy. -¡Yo si quiero…!- dijo el niño. - Sí, la verdad que si…- sumándose el padre David. Mientras debatían el menú del día, Ludmila divisaba desde los ventanales que a unos diez metros de ella estaba en descenso arribando el ascensor, ella se quedó mirando con el vaso en la mano cuando vio como se abrían las puertas, salió Frank Marshall, luego el Presidente con el General, hasta que se mostraron los vagabundos, a Ludmila le costaba asimilar la imagen de ver en ese escenario de alta tecnología a esos dos personajes que en su momento le salvaron la vida, también salió Malcolm y por ultimo Steve con Amilius. Es cuando Ludmila dejó caer el vaso de agua al suelo, Jaimy y Jackson fueron sorprendidos por esto, Ludmila se puso de pie ya con los ojos cristalizados para a continuación salir corriendo de la sala. Sin mediar palabra y antes de que Steve reaccionara, la joven llegó a Amilius abrazándolo y sorprendiéndolo con un intenso beso, el invidente fue sorprendido, pero al instante reconoció a su amada. -Eres tú- dijo Amilius incrédulo ante las miradas de todos. -Eres tú- repitió Ludmila riendo entre lagrimas, se abrazaron. -Dios mío, no lo puedo creer…- dijo Amilius mientras la abrazaba fuertemente para entender que era real. Steve sonriendo por el encuentro vio que se acercaba su vecina favorita quien con una sonrisa refrescante se abalanzó sobre el estudiante de arqueología, besándolo sin censura. Malcolm sonrió y dijo -Pues parece que Dios aun no nos ha abandonado…- Ese es el espíritu que hay que tener- agregó Robert.

A las dos horas.

- ¿Qué opina amigo mío?- Le dijo Charles a Robert mientras descansaban junto a los otros en una sala comedor donde además de comida y bebidas se podía relajar en reconfortantes sofás. - Estaba pensando en los reptilianos…- Robert soltó con inquietante naturalidad. - Apuesto que en estas instalaciones debe haber un par de ellos…- dijo Charles. - Seguramente… ¿Tendrán algo que ver con todo lo que está sucediendo?- se preguntaba el pensante Robert. A los oídos del Padre David llegaron estos interrogantes y no pudo más que acercarse a esa mesa. - He escuchado sobre ellos… bueno en internet…- acotó interesado. - Apuesto que si Padre, ¿que ha escuchado?- dijo Charles con la paciencia de un maestro. Página | 69


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- Bueno, que comen carne humana, son muy grandes y claro tienen el aspecto de un gran reptil…- respondió David. Charles observó Robert y sonrieron -Realmente Padre, si el que se comieran a los humanos fuera el problema, la solución sería encontrarlos y encerrarlo en un zoológico como a los cocodrilos, pero no es tan fácil- ¿Por qué dice que pueden tener que ver con todo lo que está sucediendo?- preguntó David mientras Steve se arrimaba a la charla junto con Jaimy, en segundo plano Malcolm estaba conversando con Jack, mientras que Ludmila dormía en brazos de Amilius, ambos recostados en un sofá color café, por su parte George e hijo estaban durmiendo abrazados como hace tiempo no lo hacían en otro sofá mas distanciado. -No afirmo que los causantes de todo esto son los reptilianos…- aclaraba Charles, juntó voluntad ante las miradas con necesidad de respuestas y continuó -…bien, abran sus mentes para entender esto, será más fácil ahora, que hace una semana- ¡Hombre! Con todo lo que ha pasado… si hoy me dices que existen los duendes, te creería sin más…- comentó Steve con resignación. Charles, casi rió y dijo- ¿Tienes alguna duda de existen a los que llamas duendes?- Steve quedó descolocado sin saber si preguntar lo evidente. Robert intervino - Duendes, Hadas, fantasmas, Ángeles, Unicornios, extraterrestres… todos existen amigo mío a lo igual que tu…- Jaimy escuchaba encandilada por la información. - Cada uno está en su lugar, en su plano, en su existencia y todos estamos relacionados hasta el punto de depender el uno del otro en la evolución personal, solo que el humano es conscientemente ignorante de estos mundos por el solo hecho del miedo a lo desconocido y a lo no controlable - dijo Robert. Charles tomó un atajo y dijo - Los Reptilianos son solo otros seres en este teatro, con sus necesidades y miserias…- se acomodó en la silla, se rascó la cabeza y continuó -…ellos se han presenciado con fines que han sido invisibles para la humanidad y el nivel del plano en el que se encuentran atrae negatividad por falta de crecimiento, el prisma en el que mires será el que decida cuál es la finalidad de los reptilianos en la tierra…dijo el hombre señalando acusatoriamente a David. Robert tomó la posta en la cátedra - Realmente no son corpóreos, la relación que tienen con las civilizaciones es ínfima en comparación con otras razas y si, tienen aspecto de animal, más precisamente de reptil a pesar que para nosotros no son corpóreos, ellos no existen en este plano aunque se filtran constantemente ya que no respetan las leyes naturales, la naturaleza de cada ser amigos míos, no debe inmiscuirse sin ser invitados en otro plano, los políticos vibran al unisonó con estos seres y se suele confundir su estructura, es lo que usted habrá visto Padre por internet…- el Padre David afirmó con la cabeza -…la mayoría de esos videos no están bien encaminados, aun así, se han dado casos de presencias reptilianas en el planeta…Retomó Charles -Para que entiendan, estos seres están contenidos en un plano de crecimiento moderado ya que su desarrollo paulatino va tejiendo la estructura con la intención de ascender hasta el control humano, la historia nos enseña que la humanidad ha tenido ejemplo de reptilianos y unos de ellos ha sido Hitler, la muerte de este significo un paso importante para la continuidad del camino de la evolución pacífica de la raza humana, la raza de los reptilianos es de un plano que la galaxia no conoce porque no está visible para los humanos, ¿Me siguen la idea?- Totalmente…- dijo Jaimy fascinada. - Los reptilianos son seres que no pueden comprender el significado de la evolución, los draconianos y grises son totalmente lo contrario, su evolución es aceptada pero carecen de comprensión…- David miró a Steve sobrepasándole la información, este ultimo lo animó a seguir escuchando -… son como un virus en la computadora, van haciendo, pueden utilizar a las personas, manipularlas en sus decisiones metiéndose como energías en los cuerpos humanos, la persona realmente no sabe porque hace lo que hace y no lo puede dejar de hacer, cosas que precisamente no son sembrar el bien…-¿Pero cómo se siente esa persona?- Preguntó Jaimy. - Ok, la persona sabe que tiene un poder grande en su interior y que lo desarrollará en el momento que pueda, produce un infinito poder la sensación de los seres de ese plano no humano…- Respondió Robert. Continuó Charles entusiasmado con la explicación - Entiendan que el aspecto humano es lo que buscan los seres de otro plano para evolucionar a través de los humanos y la historia que posee la persona se torna en razones confusas mientras que el reptil sufre la falta de discernimiento, su búsqueda de razonamiento lo obsesiona al punto tal que no quiere oír razones hasta quedar en ese plano denso para desde ahí seguir persiguiendo la misma necesidad… sé que es complicado entender este nuevo mundo, pero cuando entras en la conciencia y te dedicas a ver y a escuchar realmente, se abre ante ti la realidad…- se creó unos segundos de silencio y Jaimy repreguntó. - ¿Pero, como es que…?- ¿La conexión?- dijo Charles. - Si - asintió Jaimy. Página | 70


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- Ok, la conexión física se produce a través del aura, ellos otorgan una burbuja de luz que se localiza en el centro del iris de las personas, la decisión para ellos es a través de un acuerdo con toda su comunidad, son elegidos y controlados los momentos que realizan esos humanos la decisión de los reptilianos, es una influencia energética para que me entiendas… si, hay veces que puede llegar a manifestarse en este plano, ahí se puede ver sus cuerpos alargados y delgados con similitudes a los animales con ojos de color miel y una belleza especial parecida a la de las hadas, las terminaciones de sus manos es de reptil y su contextura física es prácticamente humana, no poseen una vellosidad que acompañen a sus poros y el color de su piel es como la del oro…- sonrió -…poseen la misma sexualidad que los humanos y su placer lo obtienen a través de un sentir individual, no hay parejas que se unan por amor o atracción, sino para cumplir la función de reproducción, se reproducen a través del tacto y conexión, pero como ya he dicho, solo el que puede ver los ve y para verlos hay que encontrarlos - ¿Y ustedes los han visto? – Preguntó Steve, Charles y Robert se miraron con picardía. - El decir que si, fue el motivo de que nos cerraran las puertas en todos los ámbitos de la ciencia - respondió Robert. - Estábamos en Denver y vimos a uno de esos seres, se dejo ver…- dijo Charles quedando pensativo por un segundo -…también sabemos que están en el sur de Buenos Aires, claro que para verlos hay que encontrarlos, los reptilianos físicamente manifestados viven en cuevas escondidas del plano de la sociedad, como no son corpóreos como los humanos, esa especie se presenta holográficamente ya que no poseen un cuerpo solido sino energético, el aspecto que poseen es de animales aunque no su solidez, piensen que moran estas tierras desde hace miles de años buscando sin éxito el secreto del conocimiento, se alimentan de energía y líquidos sin contaminar, pero recuerden que su principal función es la búsqueda de información, realmente es rudimentario el paso de los reptilianos de plano a plano, no están en cuevas visibles para este plano es un poco difícil de explicar…- En Manhattan los científicos se comunicaban directamente con uno, claro que nunca lo admitirán - agregó Robert. -¿En Manhattan?- preguntó asombrado Steve. - Como lo oyes, el ser se decía llamar Aprosu el gran dictador…- concluyó Charles. - Entonces… ¿Podría haber reptilianos entre nosotros o dentro de nosotros?- dijo Jaimy sintiendo un escalofrió en su cuerpo. - Pues sí, siempre hay alguno cerca, pero tranquila pequeña que un reptiliano por la zona es el menor de los problemas, ellos siempre estuvieron en las guerras y conflictos de todo tipo, son prácticamente los artífices de las mayores catástrofes sociales del planeta, pero lo que está sucediendo ahora, sobrepasa el poder de ellos y del humano, esto es algo nuevo en la agenda humana- Robert trajo un falso consuelo en sus palabras.

El presidente Brown estaba reunido con el General Paul Nelson junto al resto de la Junta de Jefes del Estado Mayor en una sala con una gran y resplandeciente mesa redonda, discutían la situación y sus posibilidades. Uno de los altos cargos dijo ante el presidente y los demás presentes -Para resumirlo señor presidente, los últimos informes sobre la situación global que se han podido recoger nos indican que el ochenta por ciento de la población del planeta está en las misma condiciones, las ciudades están devastadas, prácticamente incomunicadas y con las fuerzas militares que no dan a basto…-¿Y el otro veinte por ciento?- pregunta ingenuo el presidente. - No sabemos nada del otro veinte por ciento, las comunicaciones en líneas generales son casi nulas, los satélites funcionan por intervalos muy pobres y casi a voluntad propia, tampoco, tampoco tenemos explicaciones concretas del porque funcionan de esta manera, también debe saber que hemos perdido el contacto con nuestro propio ejército, las bajas han sido por miles hasta el momento de poder contarlas, ahora para organizar un plan de ataque y aplicar protocolos de defensa las fuerzas armadas de los Estados Unidos están prácticamente fuera de juegoEl General Nelson intervino -Nuestras flotas desplegadas en los océanos se han dejado de comunicar hace ocho horas, no sabemos con cuanto ejercito contamos- También cabe mencionar, aunque no sea del todo relevante…- dijo Johnson, jefe de operaciones de la Nasa, hizo una pausa para continuar -… que hemos perdido contacto con la tripulación de la estación espacial internacional…- no tuvo más que decir dando a entender lo peor. El presidente se colocó de pie dejando los documentos de decenas de folios sobre la mesa, intentando despejar su mente para cumplir su función, hasta que preguntó bajo luces amarillentas y débiles -¿Algún país ha usado armamento nuclear?- Por lo poco que captaron los satélites el país que utilizó ese tipo de armamento fue corea del norte, el servicio de inteligencia dice que se auto bombardearon pero no sabemos nada mas- confesó el General. Página | 71


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-¿Que disponibilidad tenemos de nuestro armamento nuclear?- preguntó inseguro el presidente, las respuestas también fueron deleznables. - Escasas…- comenzó diciendo el general - …al haber perdido el contacto y control con el resto del país y con el sistema informático precario, los Estados Unidos tiene desplegadas y almacenadas, casi diez mil cabezas nucleares en dieciocho instalaciones de doce estados y seis países europeos, pero con lo que realmente podemos contar ahora mismo es con lo que hay en esta pequeña isla, y a lo que nuclear se refiere…- el general entrecruzó los dedos como si fuera a rezar y volvió a separar sus manos -…solo tenemos un avión bombardero furtivo B-2 Spirit que entre otras cosas está equipado con sesenta bombas nucleares B83…- concluyó, dejando un silencio y sabiendo que no había dado buenas noticias, todos los presentes eran consciente que era un arma de doble filo, el bombardero llamado B-2 se distinguía por su forma aerodinámica imitando a la punta de una flecha, aunque era poderoso, no iba a poder defender al país entero. Brown apoyó sus puños lentamente sobre los documentos que estaban ante él, mientras miraba el reflejo de su rostro en el cristal de la mesa ahí vio a un hombre sin respuestas, sin soluciones, que solo recordaba las palabras de Amilius cuando surcaban el océano, las que rezaban que se estaría mintiendo si creía de tener el control sobre la situación…

Ludmila y Amilius estaban recostados y abrazados en el sofá con intermitentes besos de reconocimiento. - Nuestra primera semana juntos, será difícil de olvidar…- dijo Ludmila y sonrieron. - Cuando mencionaban que las parejas viven crisis no me imaginaba que fuera esto…- dijo Amilius y luego de unas sonrisas ambos se quedaron pensativos, ella tenía posada su cabeza en el pecho de Amilius mientras él le acaricia el rostro. - ¿Has dicho que se enfurecía y luego salía la bestia de su pecho?- preguntó Amilius pensativo. -Si…- contestó Ludmila. - Me recuerda a lo que me decía el Sensei - hizo una pausa recordando su muerte. - ¿Que decía?- preguntó la mujer. - Las emociones pueden matarte…-

En esas profundidades se había montado una verdadera ciudad subterránea, en la cual se destacaba la zona de las llamadas barracas en donde el personal militar (cientos de ellos) compartían en un mismo y gigante ambiente la zona de descanso, centenares de literas una al lado de la otra, hacían pasillos de hasta doscientos metros de longitud. En una de esos grupos de literas había un puñado de soldados de reserva en su tiempo libre, estaban jugando al póker apostando monedas, parecía que apostaban fortuna por el entusiasmo y nerviosísimo que le ponían al juego. Uno de esos soldados era el soldado raso Miguel, un joven hombre de facciones latinas que estaba ganando la mano y demostraba de sobre manera su satisfacción, se destacaba otro soldado entre esa docena, el cual se encontraba concentrado en el juego, era Peter, esbelto y atlético, el cual miraba a Miguel ya de mala manera al ver que este estaba ganando varias manos seguidas, los ánimos tras varios días concentrados y sin explicaciones empezaban a interferir en la convivencia.

La realidad se ignoraba por unos pobres minutos, Steve y Jaimy se habían encontrado un pequeño y frio compartimiento donde se pusieron en la labor de levantar temperaturas bajo las sabanas. Los eternos vagabundos compartían risas relajadas en la zona de comedores junto con el Sargento Jackson, Malcolm, el Padre David, Jack y George junto a su hijo, en el momento que entraba a la sala Frank Marshall para distenderse un poco luego de una temporada extrema, detrás de él, venía uno de sus compañeros del servicio especial del presidente, son bienvenidos al grupo como camaradas, en una asombrosa acuarela variada de vidas diferentes, personas que con distintas trayectorias pudieron llegar a un punto de igualdad.

La soberbia humana, por momentos, marcaba como centro del mundo en donde esta uno mismo y cuando había que asumir una responsabilidad de relevancia el encargado de proteger ese centro del mundo estaba en la otra Página | 72


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punta del planeta, muy lejos de uno. En esos momentos de la humanidad la responsabilidad estaba en cada individuo, Amilius lo entendía así y no sabía por qué.

En la sala de reuniones el General Paul Nelson tomó la palabra. - En estos momentos en la base hay dos civiles femeninos que han presenciado el nacimiento por decirlo de alguna manera de esas bestias- ¿Eso explicaría que son?- preguntó el Presidente Brown. - No realmente…- concluyó el General. - Pero si ayudaría mucho a entenderlos, más de lo que sabemos hasta ahora…- dijo uno de los presentes el cual llevaba puesto una bata blanca-…teníamos algunas pruebas sobre esta transformación pero realmente no podíamos concebir semejante verdad, pero lo que estamos seguros es que de aquí no ha salido y no tenemos registro de un experimento genético con esas características…- terminó diciendo casi con recaudo ya que la mirada del presidente no era necesariamente de orgullo por los manejes con la naturaleza que se ejecutaban en esas instalaciones. - Creo que deberíamos acercarnos al laboratorio…- sugirió el General con cierto misterio. El presidente meditó el paso a seguir y ordenó -Que vengan también los civiles, cualquiera de nosotros puede tener una soluciónAsí se reunió todo el clan de sobrevivientes civiles. Caminando por unos extensos y vigilados pasillos se llegó hasta unas compuertas que bajo una serie de contraseñas tecleadas, lectura de huellas digitales y de iris, permitió el acceso a otras instalaciones. Ahí habían arribado el presidente junto con el General, acompañados muy de cerca por Frank, Malcolm y los vagabundos que mantenían sus distintivos ropajes, no aceptaron ropa limpia aludiendo que la vestimenta que llevaban puesta era para el combate, Steve y Amilius apegados a sus parejas y el sargento Jackson se había sumado al evento junto al Padre David, Jack, Tim y George. El hombre de delantal blanco de la reunión, era el director y científico del laboratorio, el cual tomó la palabra y asumió el rol de guía turístico. El laboratorio consistía en varias salas en la que cada una llevaba sus propias investigaciones había un vasto personal en plena actividad, manejando diferente tipos de materiales. - Lo que trabajamos principalmente en Plum Island, son los diferentes virus que existen y podrían existir…narraba el científicos mientras caminaban con algo de prisa hacia el final de la sala -…debo decir que hemos hechos manipulaciones genéticas pero esta monstruosidad repito no es de aquí y por su contextura no creo que sea de este mundo…- Manipulaciones genéticas en la isla…- le dijo en confidencia Charles a Robert -… me debes una cerveza-Ok…- respondió Robert frustrado por perder una pequeña apuesta conspirativa. Llegaron a una puerta blindada custodiada por dos soldados fuertemente armados, marcaron los dígitos de acceso en el tablero, colocaron una mano en la pantalla de un informático azul para ser leída por un veloz scanner, las puertas se abrieron, el lugar era amplio y con una tenue luz, había unas mesas con diferentes instrumentos quirúrgicos, varias mesas de operaciones y al fondo de todo, tres cubos de un cristal indestructible que servían de jaulas para tres especímenes, en este caso, había tres de estas bestias. -Hemos capturado seis especímenes mantenemos a estos tres con vida para estudiar sus comportamiento pero no hacen más que mostrar una actitud violenta - ¿A que nos enfrentamos Dios mío?- murmuró el presidente acongojado. El grupo se fue acercando hacia donde estaban las bestias -No se preocupen no tienen la suficiente fuerza para romper estos cristales- Dijo el científico.

En los barracones estaba el soldado Miguel alardeando de su victoria en el póker, los demás lo abucheaban para que se callase mientras él se regocijaba en la envidia de los otros. -Te puedes quedar con mis cinco dólares- dijo el soldado Peter - …que yo me quedaré con la noche que pase con tu chica…- las risas y los abucheos cesaron y Miguel prestó atención a lo que el otro soldado decía. -Aprende a perder sin decir tonterías…- dijo Miguel y se dio la vuelta para irse con su dinero caminando por el pasillo, Peter lo quedó mirando con desprecio.

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Las bestias estaban tranquilas y la presencia de los humanos no les alteraba, posaban sus miradas fundidas en ira en cada uno de los presente, Amilius y Ludmila estaban detrás de todos, fuera de la visual de las criaturas. - Su contextura física es incomprensible si bien tienen una forma humanoide la composición de sus músculos y órganos son irregulares…- con entusiasmo informaba el científico - …por ejemplo ninguno internamente son iguales, la distribución de los órganos son desordenadas y pareciera que algunos ni siquiera funcionan, para serles claro, es como si estuvieran en estado de descomposición, no poseen cerebro, ni siquiera cráneo solo tienen una masa de carne rancia en la parte de la cabeza, son como cadáveres…-

Peter se paró en el medio del pasillo y dijo en voz alta para que le escuchara el soldado Miguel quien ya estaba a diez metros de él. - No es una tontería Miguelito, me encontré con María cuando estuvimos de licencia en nuevo México…Miguel se detuvo para darse vuelta con expresión de cólera. -…Tú estabas borracho recuerdas, yo me encargue que tu mujer no se aburriera esa noche - Peter sabía que estaba provocando una riña. - Mentira…- murmuró Miguel tratando no creer. -Ella también había bebido, ¿a que le gusta tararear canciones mientras lo hace…?- continuó diciendo Peter mientras que Miguel miraba al suelo intentando controlarse -…pues conmigo canto toda la noche…- dijo el desafiante soldado mientras se enrollaba el cinturón reglamentario en su puño, los presentes rodearon la escena, parecía que iba suceder algo interesante para variar. - ¡Eres un pinche pendejo!- dijo Miguel y dejó caer el dinero ganado en el póker al suelo. - Puede ser que lo sea, pero he visto la foto de Miguelito junior de cinco meses y a que no se parece nada a ti…Peter aportó la gota que desbordó el vaso, Miguel cual toro fue corriendo hacia Peter que lo esperaba en guardia, inevitablemente la lucha empezó con gran brutalidad.

Malcolm quien estaba frente de Amilius se posicionó en otro sector para ver a las bestias, Amilius junto a Ludmila dieron un pequeño paso hacia adelante. Las tres bestias al unísono percibieron visualmente a Amilius y se desesperaron accionándose con furia, golpeando los cristales. El grupo instintivamente se alejó de las jaulas un par de metros, el presidente Brown se percató de que la reacción de las bestias se dirigían a Amilius, los demonios empezaron a golpear sus cabezas ensangrentando los cristales, se rompían las uñas tratando de abrirse paso, Ludmila también observó que se habían alterado apenas dieron ese paso hacia adelante. - Es curiosa esta reacción…- dijo extrañado el científico.

Peter y Miguel se estaban castigando mutuamente hasta que un par de compañeros decidieron detener la pelea, se acercaron al latino e intentaron calmarlo, Miguel ciego de ira golpeó a los que intentaban apaciguar las cosas para luego ir a por Peter que con rostro herido sonrió queriendo mas conflicto, a su vez los soldados que al principios querían apaciguar la situación intervinieron nuevamente, pero esta vez fue para devolverle los golpes a Miguel, a su vez otro uniformado salió a la defensa del joven, la revuelta estaba planteada, la tensión de la incertidumbre buscaba un desahogo y en ese momento lo habían encontrado.

Las bestias se golpearon hasta quedar tiradas en el suelo de las jaulas media muertas y gruñendo con histeria. Amilius no decía nada pero en su interior sabia que él tenía que ver con lo sucedido, pero era tal su confusión que simuló. - ¿Esa es su conclusión, que no son de este planeta…?- cuestionó el general dirigiéndose al científico, intentando de concentrarse en la búsqueda de respuestas -…pero aquí tenemos dos civiles que aseguran que esas criaturas en cuestión de un par de minutos salieron del cuerpo de los seres humanos… - remarcaba el general. - ¿Por qué no pueden verlo señores…?- dijo Charles tomando la palabra sin que se la dieran, todos se giraron hacia él -…pueden como siempre apoyarse en la idea de que Dios es un señor con barba que no tiene nada que ver con lo que acontece en la tierra para así ser ustedes los únicos dioses de la creación y de la destrucción…señaló al científico y al General quien lo miró con recelo -… ¿no ven que esto son los demonios de nuestro interior, los que llevamos de generación en generación y que ahora se manifiestan para quitarnos la venda?Página | 74


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- ¡Por Dios! no es momento de escuchar sermones religiosos- dijo el general ofuscado. El Padre David presente intentó no dar su opinión para no crear una polémica entre credos, por su parte, Amilius por primera vez desde que estaban en esa sala, habló - Creo que ninguno de los que estamos presentes realmente cree que sean solo sermones religiosos…- el General se giró para escuchar a Amilius, los vagabundos se miraron entre ellos con satisfacción -…General soy ciego de nacimiento, pero hasta yo puedo ver que estas criaturas no son de otro planeta, como tampoco el hombre tiene tanto poder para crearlos en un laboratorio…Amilius juntó fuerzas para decir lo que sentía y continuó -…hasta aquí nos han permitido dañarnos, ahora veremos el dolor que nos causamos los humanos sin ni siquiera nosotros controlarlo, no han quitado el poder de jugar con el dolor…- ¿Que quiere decir amigo? - preguntó el Sargento Sam Jackson. - Ok, quiero decir que parte de nosotros crea a esa bestia, la parte que odiamos y nos hace odiar, algo en mi corazón me dice que esas criaturas son la ira del humano que se echa contra nosotros, se ha materializado la violencia en una desagradable creación, nuestra ansiedad por ganar al otro, el ego impune que manejamos para sobrevivir a cualquier precio, la falta de amor en los actos, ha formado esta masa de carne putrefacta y hoy nos está matando…- concluyó Amilius poniéndole pasión a las palabras.

Se había montado una guerra campal entre compañeros de trinchera, alrededor de Miguel y Peter, docenas de soldados se castigaban a golpes, la policía militar intentaba poner orden, los Sargentos daban gritos de detención pero el desacato era generalizado. Hasta que a Peter se le partió el pecho literalmente a lo igual que a Miguel quien escupió sangre con ignorancia en su mirada, otros dos soldados reaccionaron de la misma manera, a continuación se generó una cadena de convulsiones entre los que estaban peleando, los que presenciaban la situación no daban crédito a sus ojos cuando las bestias comenzaban sus rituales para salir de los cuerpos convulsionados de los soldados, la reacciones se propagaron como pólvora en cuestión de unos pocos minutos, las bestias ya liberadas de los cuerpos humanos dieron caza a los soldados desprevenidos matándoles con sus lanzas. Las sirenas de alarmas sonaron en todo el complejo y los presentes en el laboratorio escucharon la alerta. Frank se acercó al presidente y dijo dirigiéndose al científico -¿Que sucede?- Algo no muy bueno, será mejor que salgamos de aquí…- respondió el nervioso hombre de ciencias, comenzaron a caminar con prisas para salir del laboratorio, la voz de los megáfonos anunciaban evacuación inmediata, frente a ellos apareció un soldado con sangre en sus manos gritando desesperado ante los presentes ¡Están matando a todos!-¡Soldado tranquilícese!- ordenó el General Paul Nelson. El soldado raso ya no respondía de sí y una mano ensangrentada salió de su pecho atravesando su camiseta blanca, Jackson reaccionó y desenfundó su pistola a lo igual que Frank y al ver que la bestia sacaba su cabeza y no había vuelta atrás abrieron fuego dándole caída. - No te separes de mí- le dijo George a Tim quien se aferraba a la mano de su padre. El personal del laboratorio empezó despavorido a abandonar la zona, se empezaron a escuchar disparos por todas parte, el grupo de Amilius tomó uno de los ascensores, uno de los pocos que no estaban siendo colapsados por los desesperados, muchos no sabían qué hacer y quedaban sentados en sus asientos, se veían en los monitores de seguridad como aparecían las bestias que mataban a quienes se les atravesasen por el camino. Al cabo de diez minutos las bestias proliferaron dentro del refugio, parecía que la gestación en los cuerpos humanos era más sensible a las reacciones emocionales, cuando el brote era dentro de grupos, una especie de contagio de rabia y angustia, era el caldo perfecto para que dieran vida a estas criaturas. - ¿Estás bien…?- le preguntó Amilius a Ludmila mientras subían por el ascensor. - ¿Sí y tú?- replicó la joven. - Si…- dijo Amilius cuando tocó la katana del Sensei que tenía en su cintura, no se desprendió de ella nunca y recordó- ¡Malcolm!- Si aquí estoy amigo- dijo el bombero acercándose a Amilius. - ¿La espada que nos dio Enash, donde las has dejado?-¡Rayos! - Apenado Malcolm recapituló -…la he dejado en el Hammer que nos trajo hasta aquí…- El Hammer está en la superficie, sé donde esta…- dijo Jackson. - Gracias- dijo Amilius conforme. - ¿Es muy importante para ti?- preguntó Jackson. Página | 75


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- No lo sé…- respondió con sinceridad Amilius. Jackson reparó por primera vez en el rostro de Amilius y recordó- Yo te conozco…- ¿Si?- dijo Amilius. - Si, hace unos días en el bar de Harry, hablamos un poco sobre las responsabilidades militares…- dijo Jackson con media sonrisa. - Ha sí, ya lo recuerdo el soldado que empezaba su licencia- dijo Amilius. - Ese mismo…- confirmó Jackson sonriendo. - Veo que no te las has tomado- acotó Amilius. - No, las responsabilidades me llamaron…- Jackson respondió irónicamente. - ¡Señores!, estén alerta, ya llegamos- dijo Frank con tensión en su rostro. Al abrirse las puertas del ascensor una lanza atravesó al otro agente secreto, compañero de Frank, la lanza continuó dando muerte instantánea al que estaba detrás de este, se trataba del General Paul Nelson. Jaimy gritó aterrorizada, el presidente ayudó a Jack a salir del ascensor y los demás hicieron lo propio, mientras que Jackson le disparaba a las bestias que venían a dar caza; de los demás ascensores salían personal militar buscando salvar sus vidas, en la plataforma principal en donde estaban los helicópteros y carros de asalto, la batalla ya se había planteado, habían bestias enfrentando a los soldados, quienes descargaban sus municiones en ellas, pero a su vez, de sus propios cuerpo salían nuevas bestias, liquidándolos al instante. - ¡No te separes de mi! - dijo Amilius a Ludmila y desenfundó su katana, Robert y Charles le copiaron, Frank no se tomó el tiempo para apenarse por su compañero o por el General y empezó a abrir caminos a base de disparos. Las compuertas principales del refugio estaban abiertas de par en par, el grupo tras varios metros de hostilidad en ascenso logró salir al exterior del complejo, pero afuera se repetía la escena, soldados armados daban caza a las bestias y las bestias hacían lo mismo con ellos. El presidente Brown corría a la par de Frank y de los otros, se veía como un helicóptero Sikorsky levantaba vuelo a unos cien metros de ahí para volver a descender bruscamente y estrellarse. -¡Síganme!- dijo Jackson quien se dirigía a los sheep Hammer, en ese instante una docena de bestias salieron detrás de los vehículos y se toparon con ellos, Amilius decidido avanzó con katana en mano y empezó a cobrar victimas, los vagabundos lo apoyaron, Frank se había quedado sin municiones cuando vio que una bestia se tiraba sobre el presidente, mordiéndole como una hiena la yugular, el agente con sus propias manos tomó de la cabeza a la bestia y la retiró del mandatario intentando detener la sangría… Es cuando a unos pocos metros, una lanza pordiosera atravesó por la espalda a Robert quien no supo ver venir a esa bestia. - ¡Steve, que suban al coche!- dijo Amilius a su amigo mientras no detenía su versatilidad. Steve acató sin más y guió a los demás al transporte militar, Ludmila asombrada por la agilidad de su amado fue introducida en el Hammer mientras que Jackson ponía en marcha al vehículo. Charles en el trajín de la lucha vio como caía sin vida, su compañero de vida y su ira fue notoria. -¡Robert!- Gritó el vagabundo. Amilius al escucharlo, gritó -¡No!, ¡concéntrate!- estando seguro que de lo contrario provocaría el fenómeno del nacimiento de una nueva criatura. Charles haciendo caso omiso, con su espada mató a la bestia que había acabado con su amigo, desesperanzado y en medio de la batalla, cayó de rodillas al lado del mismo de su hermano de armas… Frank logró aniquilar a la bestia que había atacado al presidente, pero al darse vuelta para ver a su protegido descubrió que dos bestias estaban clavando sus lanzas reiteradas veces en el pecho de Brown ya sin vida. Frank se detuvo en su lucha perdiendo el sentido de sus creencias y deberes. Malcolm tomó una lanza de las criaturas que yacía en el suelo y se colocó a la par de Amilius mientras intentaban acercarse al Hammer. Ludmila desde el interior del vehículo y con lágrimas en sus ojos veía como Charles de rodillas al lado del cuerpo sin vida de Robert comenzaba a mostrar los síntomas mortales, sus ojos se cerraron y sangre oscura salió por su boca, una bestia entusiasmada brotó desde su pecho. Jackson acercó el vehículo hasta Amilius atropellando a tres bestias y dejándolas bajo las ruedas del Hammer. - ¡Suban!- gritó el Sargento, cuando la bestia que salía del cuerpo de Charles lo primero que hizo fue lanzarse sobre Frank, este, había bajado la guardia mientras miraba a esos seres ensañarse con el cuerpo del presidente, esta nueva criatura clavó la lanza en la cadera de Frank e inmediatamente, otras dos se lanzaron sobre el mismo. Página | 76


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- ¡Frank!- gritó Jackson. Malcolm Tomó del brazo a Amilius y ambos subieron al Hammer. -¡Arranca!- le dijo ansioso el bombero a Jackson, este reaccionó luego de ver a Frank caer al suelo, raudamente puso en marcha el vehículo y salieron de ahí, dejando atrás el caos como era ya costumbre. Steve contenía a Jaimy a lo igual que se contenían mutuamente Ludmila y Amilius, sin decir palabras rezaban salir de esa anarquía, Malcolm observó en el pie del asiento, la espada envuelta en pieles tal como se la había olvidado y tragó saliva intentando recuperar el aliento, por su parte el Padre David se aferró a su rezo mientras que Jack en un estado de temor generalizado se tapaba la cara con sus manos, George también con terror en sus ojos no hizo más que consolar a Tim. - En esta isla ya no hay sitio donde esconderse, tenemos que salir por mar nuevamente, en el muelle hay embarcaciones militares…- dijo Jackson tomando un camino que los llevaba hasta allí. - Me apunto…- dijo Steve inmediatamente intentando de no pensar en todo lo que había visto. El lugar más seguro del país era un infierno al igual que el resto de la nación y del mundo, los cielos oscuros, testigos de la cacería humana, daban sombra a Plum Island en el ocaso de su impenetrabilidad. La ruta que daba al muelle estaba acompañada por arboles y un leve bosque que en esos momento era castigado por el clima, mucha vegetación e inclusive arboles se encontraban diseminados por la ruta. Jackson concentrado en ir rápido y sanamente conducía concentrado en el camino, el grupo de sobrevivientes estaba expectantes a cualquier indicio de hostilidad, Amilius tenía sus ojos cerrados y trabajaba intencionalmente con su respiración, sentía la necesidad de encontrar alguna manera la claridad, su eje, paz en su cabeza, unos fuertes relámpagos que anunciaban estruendosos truenos hacían palpitar las nubes como si de un corazón moribundo se tratase. A los minutos y estando a un kilómetro del muelle, tomaron una curva un poco cerrada, Amilius abrió sus ojos y murmuró-Sujétense-¿Qué?- preguntó desprevenido el Sargento Jackson al volante. Inmediatamente en el lateral de la carretera y desde las aturas, se despidió de entre los arboles una de las ya reconocidas y oxidadas lanzas, la misma fue a parar en diagonal al parabrisas del conductor, por pocos centímetros no le dio en la pierna a Jackson, el mismo aplicó una brusca maniobra, Jaimy gritó y otra lanza acertó en el motor del Hammer afectando sus funciones, en ese instante empezaron a salir bestias por todos lados, saltaron sobre el techo y el capot del vehículo militar. Jackson perdió el control del transporte y colisionó de frente contra un árbol, el impacto fue grotesco, las bestias aferradas al vehículo volaron por los aires, a continuación un silencio digno de desconfianza reinó esa desolada carretera, los tripulantes recuperaban el sentido del tiempo y el espacio, Malcolm empezó a buscar algo con que defenderse, debajo de su asiento pudo encontrar una pistola cuando Jackson divisó entre las sombras del bosque movimientos furtivos que se acercaban, miró el cargador de su pistola y le quedaban tres balas, Amilius demostró templanza y dijo - Steve…-Si…- respondió su amigo perturbado. Amilius le da su katana enfundada, testigos eran las miradas de incertidumbre de las jóvenes mujeres. - Es momentos que recuerdes y apliques lo que has aprendido hace años con el sensei…- Amilius percibió la indecisión de Steve y continuó -…déjate llevar, no pienses, solo hazlo…-Ok- respondió Steve tomando la katana con una precaria seguridad. - ¿Y tú?- preguntó preocupada Ludmila dirigiéndose a Amilius. - Creo que es momento que utilice esto…- dijo al tomar entre sus manos la espada cubierta por pieles y entregada por Enash. -Jack, George, Padre David…- Dijo Amilius con intención de motivarlos rápidamente -…Todos somos hombres de paz, pero es momento de machacar a estos carroñeros, cuando salgamos agarren lo que encuentren para defenderse, ¿Ok?-Hecho…- dijo George y los demás asintieron. -Chicas, quédense con Tim...- dijo Steve más seguro de sí mismo para luego darle un impetuoso beso a Jaimy. - Salgamos…- dijo Jackson. -Ludmila quédense en el centro del grupo- le dijo Amilius a Ludmila mientras salían. - Cuenta con ello- afirmó Ludmila tomando de la mano a Tim y a Jaimy. Página | 77


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Salieron y el silencio prevalecía, El padre David tomó una de las dos lanzas que cayeron en el vehículo, George sin demora agarró la otra, por su parte Jack, consiguió una rama gruesa de un metro de largo, no le inspiro mucho poder y se quedó cerca de las mujeres. Solo se escuchaban el crujir de hojas secas en el suelo del bosque, el grupo apiñado salió de la banquina para volver a la carretera, Malcolm con pistola en mano miraba hacia arriba de los arboles. - ¿Corremos…?- preguntó Jaimy. - No gastemos energía, habrá enfrentamiento- informó Amilius, mientras comenzaba a desenrollar las pieles de la misteriosa arma, a medida que el joven desenfundaba con tranquilidad, se comenzaba a ver el mango de esbeltas y sutiles formas, de un color plata armónico que mostraba unos dibujos incrustados y forjados en dorado, su línea seguía hasta la empuñadura forrada en un cuero azul claro llegando hasta la protección de las manos que dividía el mango de la hoja, la cual, también insinuaba haber sido forjada en un material reluciente de tonalidades plateadas. Mientras que las pieles caían al suelo se escuchaban gruñidos detrás de los arboles, como un verdadero Samurái, Steve empuñó la katana y Jaimy se mantenía muy cerca y detrás él. El joven invidente quitó el total de las pieles a la vez que asumía el poder en su mente, la preciosa espada con aroma medieval y mucho más antiguo aun, estaba protegida por su vaina de un cuero negro y duro con modestos acabados en plata. Amilius colocó su mano en la empuñadora y desenfundó lentamente, desnudándola por primera vez, la hoja se deslizaba con un sonido anunciante de poder, el metal era tan plata que bordaba lo blanco, su terminación en una punta justiciera reveló toda la belleza, era realmente simple en sus formas pero única en su presencia, los presentes tuvieron que mirar por un momento ese instrumento ya que marcaba la luz en la oscuridad. Una suave electricidad recorrió el cuerpo de Amilius, que le obligó a tragar saliva, las escondidas criaturas empezaron a gruñir con más furia hasta que empezaron a mostrarse con zigzagueante desconfianza. -Ahí vienen, amigos démosle una buena función…- dijo Jackson con su pistola de tres balas. Amilius colocó su vaina en la espalda colgada por un hilo resistente y oscuro, comenzó a reconocer el arma comunicándose con ella, como si fuera una vieja amiga, sintiendo su peso y forma, sabía que cortaba el viento con imponente nobleza, el joven mostró media sonrisa, Tim vio ese potencial en los ojos de Amilius y fascinado dejo abrir su boca. - Dios se apiade de estas feas criaturas…- murmuró Amilius y fue como la campana que anunciaba un nuevo round, las bestias se abalanzaron, Amilius se sintió más seguro que nunca, comenzaron a escucharse los disparos, Steve con un poco de indecisión daba muerte a las bestia que atacaban con sus lanzas, Jackson al quedarse sin municiones se apropió también de una lanza para así defender al grupo con ahínco, las mujeres se mantenían en el circulo creado por los hombres. Steve en un lapsus divisó a su amigo con sorpresa y admiración al ver no solo su impecable manejo de la espada si no de su cuerpo, combinando puños y patadas; las bestias se acobardaban ante Amilius que mantenía un rostro neutro de emoción. Por su parte David y George habían organizado una barrera lateral donde hacían retroceder a las abominaciones que atacaban por ese flanco. Los relámpagos en el cielo comenzaron a manifestarse como feroces explosiones de entre las nubes, Malcolm se había quedado sin municiones y se estaba preparando para enfrentarlos con sus propios puños, mientras que Steve se hallaba agotado, cuando la docena de criaturas comenzaron a replegarse. Amilius se detuvo en posición de ataque al sentir que las bestias desaparecían nuevamente en el bosque, Steve recuperaba el aliento agradeciendo a los cielos. - ¿Qué sucede?- Murmuró Jack aferrado a su trozo de rama. El joven ciego con la espada preparada se mantenía en su posición, cerro sus ojos, sintió una congoja y retuvo un tímido llanto, se esforzó para asimilar su nueva agilidad que era sorprendente para él también, apretó con ambas manos la empuñadura de la espada como compartiendo un poder en común -Esta bien…- murmuró y abrió lentamente sus ojos, la oscuridad de su vida como una niebla se desvanecía para mostrar una carretera con vegetación arrancada y cuerpos de bestias a su alrededor, el grupo de personas estaba detrás de él, quien vuelve a tragar saliva, sus ojos se empañaron, pero esta vez de prometedoras lagrimas, sentía una inestabilidad generalizada en su cuerpo, una suave mano se posó con ternura sobre su hombro. - Mi amor, ¿estás bien?- preguntó Ludmila con delicadeza. Amilius pestañeo para dejar caer una lagrima y lentamente se dio vuelta para ver por primera vez a su amada, posicionó sus pupilas con vida sobre los ojos claros de la joven y la reconoció tal como la imaginaba, a pesar de su rostro casando y de haber pasado por decenas de circunstancias extremas la belleza de Ludmila aun Página | 78


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iluminaba cualquier oscuridad, la joven se percató de esta mirada vivida y no pudo pronunciar palabra por la emoción. El joven sonrió y le tocó el rostro suavemente diciéndole-Sabia que eras fea…- ella, necesito un par de segundos para asimilar la idea, emocionada se abrazó suave pero intensamente con su amado, ambos rieron con amor y soltura, en medio de ese hostil escenario una felicidad los embargaba, Steve se sumaba cautelosamente al evento preguntado incrédulo - ¿Que, qué pasa?Amilius lo miró mientras guardaba su espada en la vaina y dijo.- Te imaginaba más culto…- Steve dejó caer la Katana al suelo y sin más se abrazaron. - ¡No puede ser…!- terminó diciendo Steve -¿…cómo es posible?El Padre David sonrió mirando hacia los cielos como entendiendo el silencioso amor de Dios en medio de la lección. - Este muchacho no deja de sorprenderme…-dijo con satisfacción Malcolm mientras negaba con la cabeza. Los testigos sonreían descolocados ante el milagro. -¡Esto es fantástico…!- repetía Steve una y otra vez, las felicitaciones hacia Amilius llegaban de parte de todos los presentes. El Padre David se acercó a Jack quien era superado por todo lo acontecido y con sonrisa de paz le recitó - Escrito está, que pronunció el Nombre profundamente sagrado, Jeú, y les sopló en los ojos diciendo: "Ya sois clarividentes”- Jack ante el acertijo cultural siguió sin respuestas… pero el Padre David se refería a “Jeú”, el nombre que se relacionaba con la Luz, esta palabra figuraba en la Misa Gnóstica y era una definición mántrica o clave mágica relacionada con la Clarividencia. En ese momento a la distancia se escucharon gruñidos amenazantes y los relámpagos no dejaron de enceguecer la escena, Amilius interrumpió el disfrute de su nuevo sentido, para darle prioridad a una presencia, una sensación que no perdería por más que ahora pudiese ver. - ¿Que sucede?- preguntó Ludmila sonriente. - Aun no estamos solos- dijo Amilius y se dio vuelta lentamente, todos miraron en la misma dirección que las sanas pupilas de Amilius. Bajo las nubes densas y verdosas, a unos treinta metros y por el asfalto de la asediada carretera, con pasos serenos se vieron a tres seres que parecían provocar la detención del tiempo y el renacer de la calma en la naturaleza. Gallardas y grandes figuras se hacían ante los mortales, Ángeles bellos y armoniosos se acercaban al grupo, uno iba delante y los otros dos detrás y a cada lado del primero. Se parecían bastante entre ellos solo que variaba un poco sus delicadas facciones que no definían del todo si eran femeninas o masculinas, pieles perfectas y blancas cual papel, con gráciles tonalidades que marcaban el curso del rostro, mirada grandes y agradables, de iris negro, que casi abarcaban la totalidad de los ojos, parecía que se podía ver el infinito del universo en ellos; los labios y la nariz eran discretos y mantenían una simetría perfecta, los cabellos largos y de color blanco grisáceo cual marfil eran sedosos y finos hilos que mantenían una serenidad milenaria, resaltaban en sus cuerpos de dos metros y medio de pies a cabeza, unas telas bastante ceñidas a la entidad, hacían de túnica o sotana, varios géneros entre livianos y pesados formaban pliegues perfectos, una variación de colores entre el lila, violeta y fucsia, sus pies vestían unas botas blandas de alguna especie de tela resistente de color violeta oscuro, toda la vestimenta era marcada con sutiles, pequeños pero fuertes bordados del mismo color, daba una reminiscencia a los gladiadores de la antigua Roma, pero con una suavidad celestial en sus terminaciones, por ultimo y no menos impactante eran esas alas narradas a través de los siglos y de la historia de la humanidad por diferentes lenguas, creencias y artistas, sus alas blancas, copiosas y fuertes se cerraban como si acabasen de ser usadas, se estaban plegando independientemente del caminar de los iluminados seres, sus puntas plisadas llegaban a cincuenta centímetro del suelo, pero abiertas en toda su magnificencia tenía una envergadura de unos siete metros, los tres seres de muy similares características, llevaban en sus cinturas, ceñidas a una faja de las mismas telas, una espada de características similares a la que poseía en esos momentos Amilius. Los presentes estaban sin moverse en sus lugares pero en sus rostros no había tensión, sus respiraciones eran tranquilas y la presencia divina, automáticamente les traía confort, a lo igual que todos los presentes Jaimy sintió en el ambiente un frescor de frutales fragancias que relajaban los sentidos. El primer ángel que se diferenciaba por unas facciones más pronunciadas (quizás de más madurez), fue el primero en llegar a Amilius, se trataba del Arcángel Miguel.

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Él es el Jefe de los Ejércitos de Dios (Y por lo tanto el príncipe de los ángeles), el primero de los siete arcángeles. El alado ser, encogió sus alas hasta el punto de que quedaron derechas y adheridas a la espalda. - An… ángeles…- Steve Balbuceó. Miguel el arcángel, a dos metros del joven Amilius se agachó con plena serenidad y apoyó una rodilla en el suelo, los otros alados repitieron el ritual. - ‫ אני עומדת לפני ללכת בנתיב זה‬,‫ –אדוני‬Dijo el arcángel. Y tomó la mano de Amilius posando apenas su frente en esta. - Increíble, habla en hebreo…- dijo Steve y miró a Amilius. - Lo increíble es que lo he entendido, ha dicho, Mi señor me presento ante usted para andar este camino…murmuraba Amilius sin quitarle la vista de encima a Miguel, quien se reincorporaba a sus dos metros y medio de altura, haciéndole una leve sombra al grupo. - Señor, es bueno volver a verle…- Dijo Miguel con voz agradable al oído, serena y calma. - Nos, nos conocemos…- dijo Amilius. - Si mi señor, soy al que le llaman Miguel el Arcángel - Lo tenía en la punta de la lengua… - murmuró Steve. A la distancia se oyó gritos de bestias, Malcolm miró hacia el bosque para recordar el peligro. - Permítame explicárselo mientras caminamos, el tiempo apremia - dijo el arcángel señalando el camino por la carretera, el grupo comenzó a marchar a pasos de peregrino, los ángeles que acompañaban a Miguel mantenían sus posiciones detrás del mismo, Tanto Jackson como los otros no podían evitar de dejar de mirar a los seres alados, estos devolvían las miradas con amabilidad y amistad, Tim le sonrió a uno de ellos el cual le devolvió la sonrisa. - Amilius, no tiene registro de la identidad de su alma, usted decidió tomar esta vida para tener esta experiencia de evolución - Dijo Miguel. - Lo siento, pero suelo ser mas paciente para las cosas, pero desde hace unos días la realidad no para de bombardearme con historias incomprensibles y a su vez espectaculares, hasta hace diez minutos era completamente ciego y ahora un ángel de carne y hueso me está hablando de las decisiones que he tomado para mi alma…- dijo Amilius e intentó calmarse - …dime algo que pueda unir todas estas cosas por favor- rogó con entrecortadas y desquiciadas sonrisas. - Le pido disculpa señor, entiendo que toda esta información pueda ser confusa para usted…- dijo el arcángel y continuó diciendo- …el alma es eterna y en su eternidad vive muchas experiencias que son a veces transitadas cuando encarnan en seres humanos, Amilius es una de ellas, la cual está destinada a participar en un decisivo momento de la humanidad - Yo que él no pregunto mas nada…- le dijo por lo bajo Malcolm a George. - Y, ¿he elegido nacer ciego? - preguntó Amilius con sonrisa irónica. - Algo así, señor su objetivo era pasar desapercibido para que tardasen en encontrarlo, Amilius debía estar preparado - dijo el arcángel. - ¿Preparado para qué?- intervino Ludmila no conteniendo la intriga. Miguel miró a la joven y también al resto de las personas (como si las registrara por primera vez), volvió a enfocarse en Amilius y respondió - Salvar a la humanidad señor…Los presentes quedaron sin palabras inclusive Amilius, a los segundos Malcolm murmuró -Sabia que no tenía seguir preguntando…Nacía la década del 80’ con sus tensiones raciales y reactivación económica, la ciudad de Manhattan volvía a tener poder de liderazgo, la actividad en la ciudad era mucho más relajada en comparación a la que había en el nuevo milenio, la tecnología no estaba tan metida entre las venas y aun las relaciones cara a cara, eran una necesidad inmediata; el invierno se estaba yendo. Una noche en la que una tibia neblina bajaba lentamente por las calles de los suburbios de Manhattan, una mujer de ropas humildes cayó de rodillas sobre la fría acera, su vientre delataba una gestación de unos cinco meses, la futura madre de cabellos negros sufrió un desvanecimiento por debilidad, ya que hace días que no comía y vivía en la calle. A los pocos minutos un matrimonio pasó en su coche por esa desolada calle y se percató de ella, la socorrieron, al saber que sus signos vitales eran críticos, no podían dejar de intentar de auxiliar al nonato. Página | 80


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Veinticinco minutos después llegaban al hospital, urgencias colocó en la camilla a la mujer y corroboraron que milagrosamente el niño tenía signos vitales, en la sala de parto practicaron la cesárea y la madre no sobrevivió a la intervención. El recién nacido, vivía, pero era muy pequeño y débil, abrió los ojos y a los minutos de nacer se entendió que sus pupilas estaban inservibles, era Amilius. Desde ese día el joven había tenido que sortear obstáculos, aunque realmente nunca estuvo solo, caminó por su peculiar vida con desenfado y buenas intenciones, creyendo que a pesar de su ceguera era un joven totalmente corriente… recuerdos, que le volvían a la conciencia mientras caminaba con los ángeles. Cuando el tenia 17 años y estaba en plena aventura por los Estados Unidos, luego de pasar por Seattle y otros puntos que tenía programado, se encontró solo en medio de la ruta haciendo autostop para cambiar de ciudad. Era verano y el asfalto agresivo ardía, Amilius aceptaba esos desafíos para demostrarse que podía hacer cualquier cosa, pero el calor y el cansancio jugó con sus fuerzas y se desvaneció en medio de la nada, solo ruta y campo de ambos lados lo acompañaba, no había transito alguno y la noche llegó al lugar. Amilius con la cara quemada por el sol, los labios secos y cuerpo contracturado por estar tanto tiempo sobre las piedrillas del la banquina, al fin se despertó. Logró sentarse, recurrió a su cantimplora y bebió las pocas gotas que le quedaban, el aire era fresco y el silencio categórico, solo los grillos hablaban en esa noche apostada con todo su catalogo de estrellas. Recién en ese momento Amilius optó por abrir los ojos ya que los tenía cerrado por la polvareda que levantaban las continuas y leves olas de viento. Para su sorpresa se dio cuenta que podía ver, sin salir de su asombro empezó a reír como un loco, se puso de pie, la noche era tan oscura que la luna solo se apiadaba de dar contornos a las cosas, pero para Amilius fue suficiente, era lo que más había podido ver en toda su vida. Comenzó a gritar y a dar vueltas con los brazos abiertos, hasta que en uno de sus giros divisó a unos tres metros de él a una presencia, era el arcángel Miguel, quien se le acercó y de manera muy tranquila se arrodilló y le rindió reverencia, comenzaron a caminar por la ruta como dos austeros amigos y al cabo de un kilometro el joven había podido recordar con ayuda del ángel toda la historia de su alma y su cometido en esta vida, recobró sus facultades de guía y viajó con el ángel por todo el mundo a la velocidad de los sueños, visitó los lugares que estarían en juego en el futuro y habló con sus habitantes llevándole calma con un total conocimiento divino. En la ciudad subterránea de Agharti se presentó ante el anciano de los días, que físicamente era un niño de 5 años, pero sus edad cronológica era la misma que la de el principio de los tiempos, a sus habitantes les rindió su bendición y todos juraron lealtad al elegido para salvar el mundo, el viaje los llevo a Lemuria y fue recibido por el gigante Enash quien tomó instrucciones para los próximos años… A las amistades de Amilius en Manhattan durante tres meses les fue imposible localizar al joven, hasta que un día volvió sin más, recordando todo su viaje menos esos últimos tres meses, su ceguera había retornado y ya no recordaba haberla perdido, también, la amnesia había vuelto a dominar su memoria en lo que a la historia de su alma se refería.

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Capítulo III ALMA

Amilius cayó de rodillas y Ludmila junto con uno de los ángeles ayudaron al joven a levantarse. Recuperaba el aliento y dijo- Empiezo a recordar, pero está todo muy confuso…- miró a Miguel con desesperanza -…no sé que tengo que hacer - concluyó. - Señor el mal ya está aquí, ya saben de usted, lo han localizado - dijo Miguel concentrado en la tarea y sentenció -…debemos viajar- Que tal, Sargento Sam Jackson…- dijo el soldado extendiendo la mano a unos de los ángeles que iban detrás de Miguel, este dio su mano que era el doble de grande que la de Jackson y la estrechó con atención. - Me llaman Letiel…- respondió el ángel cordialmente, Jackson extendió su mano al otro ángel sin detener la marcha. - Hola, como va…- dijo Jackson. -Vamos muy bien, mi nombre es Zabriel - respondió el otro ángel mostrando también curiosidad en el ritual del saludo. - Un gusto…- dijo Jackson -¿…así que son ángeles?- ingenuo. - Si, hijos como tu…- respondió Zabriel.

El grupo con sus nuevos integrantes avanzaban despacio pero seguros, las bestias estaban al acecho y seguían al grupo sin dejarse ver desde detrás del los arboles. Al cabo de un rato, el bosque fue mermando en su densidad para dar a un claro que desembocaba en la costa y en el muelle, en el que se veían varios barcos de la marina de baja y alta envergadura, lanchas rápidas y unos veleros particulares que poco a poco se iban hundiendo en las azules aguas, del grupo nadie pudo expresar satisfacción ya que entre el muelle y ellos aguardaban un comité de unas doscientas bestias, esperando como si supiesen, la llegada de los humanos y ángeles. - No estamos solos, tranquilos- dijo Miguel ante la incertidumbre de los presentes. En ese instante bajaron desde las alturas del oscuro cielo cuatro Potestades mas, Ángeles como Zabriel y Letiel, al tocar tierra y plegar sus bellas y blancas alas, lo primero que hicieron fue rendir reverencia a Amilius quien no acostumbrado a las atenciones hizo un tímido ademan con la cabeza. Las Potestades a lo igual que los ángeles y los arcángeles pertenecían a la tercera jerarquía angelical, la que mas contacto podía llegar a tener con los humanos, estas se caracterizaban en la historia por cuidar a los planetas, los órdenes y el balance entre la materia y el espíritu. Su misión era la de cuidar del reino de Dios en cada uno de sus aspectos, pueden como todos los seres con libre albedrío hacer uso de su discernimiento para tomar partido por un camino u otro. Eran ángeles guerreros y pertenecían al ejército del Padre, una categoría muy grande entre los seres iluminados y de ellos dependía el equilibrio entre el bien y el mal, su responsabilidad era de que nunca el mal supere al bien, el que los comandaba era el Arcángel Miguel. Los nuevos ángeles desenfundaron sus espadas con asombrosa rutina, al arcángel no le hizo falta mirarlos para saber que contaba con ellos. Amilius besó a Ludmila y la llevo detrás de Letiel y junto a Jaimy. - Esta vez avanzaremos nosotros - dijo Amilius. - Comprendido- sumó el arcángel aceptando con naturalidad el liderazgo del nuevo vidente. Eran muchos enemigos sin temor a morir, contar con siete ángeles era alentador, pero quizás no suficiente. Malcolm, Jackson, David y George estaban armados con lanzas oxidadas de demonios mientras que Steve se aferraba a la katana del sensei, Jack por su parte solo contaba con el trozo de rama, Amilius desenfundó su plateada espada y encabezando el ataque empezó a caminar rápidamente hasta correr, las bestias también Página | 82


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avanzaron para el choque, los ángeles extendieron sus alas y tomaron vuelo, menos Letiel que protegía a las mujeres. A punta de espada los Ángeles caían sobre la multitud de rojas bestias, atacando con brutalidad, intentaban abrir una brecha, las criaturas comenzaron a recibir el duro juicio de las espadas divinas. - ¡Tenemos que llegar a esa embarcación! - dijo Jackson y señaló hacia un navío militar que estaba arrimado a otros barcos. Los alados guerreros intentaban abrir camino a base de golpes y filos de metales, pero eran demasiados inclusive para siete ángeles, una bestia llegó a rozarle el brazo a Amilius haciéndole sangrar, Miguel aniquiló a la criatura. - Señor…- dijo el arcángel. - Estoy bien - apaciguó Amilius sin detenerse, dejando el dolor para otro momento. El grupo de mortales estaba resistiendo mientras avanzaban metro a metro, las criaturas enfurecidas mostraban sed de matar y ningún miedo a morir, el Arcángel Miguel se posicionó frente al grupo de humanos para direccionar el camino a seguir, barriendo con sus alas a los seres malignos que se cruzaban en el sendero, estos brotaban de todas parte, muchos morían pero el numero de atacantes parecía incrementar. En ese instante, y desde el bosque aparecieron dos Sheep Hammer con varios soldados asomados desde las ventanillas atacando con ametralladoras. - ¡Sí!- gritó eufórico el sargento Jackson sintiéndose como nunca, orgulloso de pertenecer a las fuerzas militares. Las armas de fuego hicieron victimas rápidamente, las ametralladoras podían matar diez bestias por segundo ya que estas no se molestaban en protegerse, solo atacaban, lanzas caían sobre los Hammer, los soldados salieron de los mismos y avanzaron, una lanza alcanzó a unos de ellos, pero los profesionales no se detuvieron, los ángeles continuaban lidiando con las bestias sin mostrar sorpresa por la ayuda extra que recibían, la hostilidad era caótica, el pequeño Tim se protegía entre las dos femeninas, mientras que Jack amenazaba con su pedazo de rama a las criatura más cercanas, el número de bestias superaban las doscientas, sin contar las ya caídas. El Bombero Malcolm estaba dándole muerte a una, clavándole la lanza en la cabeza, en ese momento otras dos criaturas se le abalanzan y una tercera le termina clavando una lanza en el estomago, el bombero gritó y el Sargento Jackson fue a su auxilio, pero también resultó ser víctima, recibiendo por la espalda tres mas de estas oxidadas armas, una detrás de otra, cayeron ambos guerreros al suelo, perdiendo la vida. George a tres metros de ahí vio la escena y miró a su hijo temiendo por su vida, tragó saliva, Amilius observó al artista y le dijo con seguridad - No permitiré que le pase nada…- George agradeció en un gesto, confiando en Amilius y continuó con la lucha. Los soldados que aparecieron con las Hammer, los que aun vivían, estaban a unos treinta metros de la embarcación, ya pisaban el muelle de madera dejando atrás a las bestias, los Ángeles defendían la retaguardia interceptando las lanzas que buscaban a sus atormentados. Letiel ayudó a subir a las mujeres y al niño, David y Jack los siguieron, luego Steve y Amilius y por ultimo cuatro soldados sobrevivientes del convoy, los cuales no podían quitar ojo de asombro por los alados, tres de estos, (incluyendo a Miguel) subieron al navío, los dos restantes se quedaban defendiendo la embarcación desde el muelle. Jack dejó su trozo de rama y se aventuró a ponerse al frente de los controles, un soldado lo asistió para ver si podían hacer arrancar a la majestuosa embarcación militar, era el catamarán denominado HSV-2 Swift, nave de más de mil toneladas con una eslora de cien metros, imponente y veloz transporte que poseía hasta zona de aterrizaje para helicópteros, excelente estilo para dejar la endemoniada isla. Luego de rápidas averiguaciones entre Jack y el soldado pudieron hacer funcionar la mole y salir del puerto, se despegaron de la atracción de la tierra y los Ángeles que aun estaban en el muelle, volaron hasta el navío. Ya todos a bordo, los alados permanecieron como centinelas en diferentes puntos de la superficie del catamarán, mientras que hombres armados también cubrían los flancos, la calma llegó a los presentes, las bestias furiosas a orillas de la tierra firme, caían al agua y se ahogaban, sus lanzas arrojadas ya no llegaban al HSV-2 Swift. - ¿Estas herido? - preguntó Ludmila mirándole el brazo a Amilius. -Tranquila, estoy bien…- dijo el joven agitado y le sonrió -…es un rasguño- ¿Cómo te encuentras amigo?- dijo Steve. - Mejor que tu…- respondió Amilius restando importancia a la herida. - Agradecemos vuestra ayuda - dijo el Arcángel Miguel acercándose a los soldados. - Fue un honor…- confesó uno de ellos, fascinado por el escultural ser. Página | 83


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- Escuchad…- dijo Miguel dirigiéndose a los presentes -…es viajar al continente hermano el objetivo, pues ahí será la manifestación de la verdad…- los presentes prestaban máxima atención, Miguel continuó-…vuestra ayuda será bienvenida si así ustedes los desean, pero deben saber, que el mal que nos acecha nace desde nuestro interior, por lo tanto a la hora de la batalla no demostréis emoción alguna, o serán presa de sus propios pensamientos oscuros, los cuales se convertirán en esas desdichadas criaturas- Cuenten con nosotros señor- dijo otro soldado con valentía en sus palabras pero con poca reflexión de lo que había escuchado. - ¿A dónde es que vamos?- le preguntó Steve a Amilius. - Israel…- respondió escueto Amilius. -Israel, ok, ¿por qué no?- Resolvió Steve absorto mirando a Jaimy.

En el interior del barco, en el comedor, había varias mesas en donde estaban los sobrevivientes tomando un poco de agua y recuperando fuerzas. Ludmila le estaba vendando el brazo a Amilius cuando George llegaba con unas chocolatinas. - He encontrado esto - dijo el joven artista mientras repartía a los presentes empezando por su hijo. -…Lo que quiero decir es que si Dios los envía, ¿por qué no envía a todos a la vez, les tira un rayo a los demonios y acaba con esto?- dijo Jaimy intentando entender la situación con practicidad. - Jaimy creo que para entender esto, hay que desprenderse de toda lógica humana…- dijo Amilius y continuó -…la humanidad está enfrentado una gran prueba en la que tiene que elegir si amar u odiar, pero no solamente nosotros estamos a prueba, entiendo que los ángeles y todos los seres de la creación de esta y otras dimensiones también lo están…- Ya hablas extraño como yo, me gusta - murmuró Steve mientras comía las chocolatinas con ansiedad. - Uh, eso sí que es fuerte…- Reflexionó el Padre David -¿…quieres decir que los ángeles están a prueba?Amilius pensó un segundo, observó a los presentes y dijo - Sí, sus poderes están limitados, son de carne y hueso igual que tu, una lanza los podría matar, tienen mucha fuerza, pero se cansan, tiene dones telepáticos y una conexión plena con la fuente, pero respetan los planes del mandamás, poseen una misión, están a pruebas por más que sean criaturas iluminadas, es un momento de evolución para ellos también-terminó diciendo Amilius, llegando a la angustia. -¿Qué misión?-preguntó Ludmila habiendo terminado con el vendaje. - Llevarme con vida a Israel…- dijo Amilius no sabiendo realmente porque sabía. - ¿Quién eres Amilius?- Pregunto Jaimy con mirada incisiva y picara. Amilius miró a la joven actriz como así al resto de los presentes que compartían el mismo interrogante. - La eterna pregunta, la eterna respuesta... No lo sé...- respondió con la misma picardía Amilius, el Padre David sintió una emoción religiosa en todo su ser - Soy Amilius, el de siempre, pero siento que todo depende en confiar en que soy algo mas…- Amilius intentaba hilar las palabras para dar una explicación convincente y se quedó en silencio, sus amigos fueron benévolos y dejaron de insistir sobre su identidad. - Pues yo siempre quise conocer Israel en esta época del año - dijo Steve. David sonrió relajándose a lo igual que los demás presentes, Ludmila acarició los cabellos de Amilius quien la miró con cierto dejo de tristeza. “Muros gruesos llenan las canastas del dolor, muros gruesos”, pensó para sus adentros George al ver la responsabilidad que estaba absorbiendo Amilius. El catamarán cortaba el agua del océano a una considerable velocidad, rápidamente, ya no tenían tierra a la vista. Las aguas se hicieron infinitas, calmas pero asediadas por la pesadez del clima, de un cielo con deseos de llorar.

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Si me preguntan quién soy, diré: Que soy el aire dentro de las burbujas de jabón, la mosca que se posa sobre el niño desnutrido y agonizante y soy ese niño también. Como soy el lápiz labial en los labios de una mujer y las lágrimas del alcohólico en el callejón húmedo. Soy cada estrella del firmamento, soy las entrañas de la montaña más grande y soy un grito. Soy un revolver en el fondo del rio y soy ese rio; soy millonario y soy el dinero, también soy y seré las cuerdas de la guitarra y su música. Soy cada uno de los humanos, animales y vegetación de la tierra, porque soy parte de Dios y Dios es parte mía. Soy el amor y la violencia, como soy arena del desierto y del mar, todo lo que toca mis dedos soy, entiende que soy cada alma, aquí y en el infinito desde hace miles de años. Soy lo que ven mis ojos, soy poesía escrita en el principio de los tiempos, soy pues, pensamiento y sentimiento. Soy perfecto porque el universo lo es. Soy la gracia divina y gracias doy por eso. Soy el que soy.

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La noche cubrió el dormido océano, el vasto manto azul se lucía bello y apocalíptico, todos se reunieron en la cubierta del barco para distenderse, exceptuando los ángeles que continuaban expectantes mirando hacia el horizonte, una familia de ballenas se hizo ver, también emigraban, era un espectáculo sublime que consiguió una media sonrisa hasta del mismísimo Arcángel Miguel, la imagen era digna de admiración y un respiro de esperanza en la continuidad de la vida. Amilius maravillado como un niño abría sus ojos con ímpetu para no perderse tal función. -¡Mira Papá!- Dijo fascinado Tim. -Has visto que hermosas que son…- George sonrió disfrutando ese momento con su hijo. -Maravilloso…- murmuró el Padre David que estaba al lado de Steve. -Sí, lo es- dijo Steve guardándose todo su sentir. Un silencio reconfortante y David preguntó -¿Hace mucho que conoces a Amilius?-Algunos años, pero pareciera que nacimos juntos…- respondió Steve con media sonrisa. El Padre David dejó pasar unos segundos de silencio mientras que las ballenas desaparecían en las profundidades del océano. - Que mal nos guiaron las religiones Padre…- Steve soltó el comentario sin ninguna hostilidad hacia la persona de David. Este sonrió y confesó - El temor es la primera herramienta para el respeto de las religiones, por lo menos es un método de los que quieren ser obedecidosSteve miró sus manos y recordó y citó- Porque os digo, vendrán muchos en mi nombre, diciendo yo soy el Cristo y a muchos engañaran… - Si, el hombre no tiene término medio, cuando aparece un iluminado lo crucifican o lo tratan de loco, pero se pasan la vida esperando a uno…- reflexionó David y continuó- ¿…crees que Amilius es un elegido?Steve observó a su amigo que estaba algunos metros de él – No lo sé, es difícil pensarlo seriamente, lo conozco tanto y es tan humano e imperfecto como cualquiera…- suspiró -…pero sería necio no ver que es una persona extraordinaria en todos los sentidos, sin contar claro que han bajado unos ángeles del cielo para escoltarlo hasta Israel…- concluyó con su irónica contundencia. -Sí, es un detalle relevante- mencionó el Padre David fascinado. -De lo que estoy seguro Padre es de que él, es el más indicado, por lo menos de este barco, para tomar el puesto vacante de salvador - dijo Steve.

Al día siguiente y a primeras horas, el débil sol se mostraba sobre la embarcación, que continuaba al mismo ritmo de velocidad, en la cubierta del catamarán los armados soldados se paseaban, también los civiles, no había mucho para hacer, más que prepararse mentalmente en el momento de desembarque, unos pocos de los viajeros tenían en claro que es lo que estaban haciendo ahí, pero aun así no perdían el tiempo en cuestionar un plan que iba más allá de sus conocimientos. Ludmila y Amilius intentaban pasar juntos el mayor tiempo posible como una pareja normal en circunstancias extraordinarias. Amilius abrazado a Ludmila, ambos se encontraban sentados en el medio de la cubierta y Jaimy a su lado intentaba curiosamente tomar un poco sol (el cual casi no se veía a causa de las abarrotadas nubes), mientras que Steve apoyado en la baranda de proa junto con David y George, miraban hacia el tormentoso horizonte. - ¿Donde te has metido sol? - murmuró Steve entre dientes mientras veía una vaga sombra de la esfera de fuego en el cielo. - Es raro que aun siga estando… lo último que supimos era que el sistema solar había desaparecido junto con las estrellas…- Dijo el Padre David. - Es como si Dios se fuera de vacaciones y se llevase todo el decorado...- observó George. En ese instante, en el mar calmo Steve vio que a la par del barco y bajo las aguas una gran sombra escoltaba la embarcación. - Miren, una ballena nos acompaña - señaló al agua con inocencia. - Es bastante rápida…- acotó extrañado George. El gran cuerpo del Arcángel Miguel se sumó al grupo y dijo mirando hacia las oscuras aguas - Dios, vela cada paso y respiración nuestra... - miró a las personas y sentenció - …Preparaos, tenemos compañía hostilLos tres hombres volvieron a mirar la sombra del agua y observaron como en ese momento una cola de animal, de color negra salía a la superficie mostrando un ancho de unos seis metros de rugosa textura. - Dios mío- murmuró Steve. Página | 86


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- Vayan con Tim al control de mando y no salgan de ahí- dijo Amilius a las jóvenes sin ver qué era lo que escoltaba al catamarán. - ¿Que sucede?- preguntó Ludmila. - Nos han localizado- respondió Amilius deduciendo con ligereza. La respuesta fue más que suficiente para que las mujeres se metieran dentro de la torre de control. Miguel miró hacia los ángeles y estos sin más desenvainaron sus espadas mientras extendían sus alas. -¡Soldados, tenemos trabajo!- aferrándose a su Katana dijo Steve alertando a los marines, estos empuñaron sus armas, George y David fueron a por las suyas, el joven pintor tenía en su poder una ametralladora M-16 y el Padre David recibió una pistola nueve milímetros de parte de unos de los Marines. Miguel se acercó a Amilius quien ya había recurrido a su espada, se miraron con complicidad. La cola se sumergió y a los segundos el barco recibió un impacto contundente en el casco, que provocó un temblor en los pies de la tripulación, Ludmila y Jaimy gritaron, estaban en la sala de control junto a Jack y a Tim, un ángel se asomó por la cristalera de la sala y con tranquilidad le dijo a Jack. - No detenga la marcha por nada…El hombre asintió con la cabeza, con evidente pánico en sus ojos. Steve se acercó a Amilius. - ¿Qué demonios es eso…?- Seguramente un ser desagradable- respondió Amilius con media sonrisa. - Se llama Figadash- Acotó el Arcángel cuando otro golpe azotaba la embarcación, la cual no paraba su marcha. - Figadash…- repitió pensativo Steve. - Pensábamos encontrarlo en el mediterráneo, en las costas de Libia, se nos ha adelantado, no se preocupe nos encargaremos de élAl terminar de pronunciar esas palabras se vio como Figadash de carácter imponente se interponía en el camino del navío, provocando un grotesco impacto y desvió de ruta, exceptuando los ángeles el resto de la tripulación cayó al suelo. Es cuando la bestia comenzó a emerger del agua, mostrándose en actitud de invitación para el combate, criatura de dimensiones titánicas, si bien se veía la mitad del cuerpo ya que la otra estaba debajo de la superficie, se podía apreciar que en su totalidad, medía unos veinte metros de largo, su piel lisa, brillosa y absolutamente negra mostraba una estructura espeluznante, empezando por un pecho y estomago humanoide, pero encarnizado ya que parecía faltarle partes, en su lugar se podía apreciar las costillas al desnudo como algunos órganos viscosos, negros y verdes en estado de putrefacción, de brazos tenía dos extremidades invertebradas como las de un calamar, que denotaban fuerza y agilidad, estos ya comenzaban a rodear el contorno de la nave. Huesos sobresalían de los hombros y clavícula, dando la impresión de que esta bestia no se había terminado de desarrollar; coronaba la visión tétrica, su cabeza con perfil de rasgos rectos y huesudos, la misma piel y color, los ojos grandes y achinados de semblante blanco mármol, resaltaba en la oscura piel, los orificios nasales dejaban salir un rojizo y oscuro liquido cremoso, que se mesclaba con la saliva que salía de esa inmensa boca, la cual casi dividía la cabeza en dos, a causa de su exagerada circunferencia, al abrirla mostraba un infierno oscuro, de ahí floreció el grito cual ave de rapiña, chillón e inquietante. - Estamos muertos- dijo Steve desanimado al ver tal presencia. - Entonces vamos con ventaja…- dijo Amilius sin mostrar el mínimo de miedo. En ese instante todos los ángeles desplegaron sus alas hacia el cielo y fueron al encuentro de la bestia, se podían ver agiles sorteando los tentáculos y los salvajes movimientos de la criatura, los alados sabían lo que hacían y se acercaban clavándole las espadas, los gritos de furia de la bestia eran aturdidores. El arcángel frente a la bestia y en pleno vuelo le dijo - Nos volvemos a encontrar…Uno de los brazos de Figadash como látigo atacó a Miguel, pero el arcángel era hábil y lo pudo esquivar, otro alado le arremetió por atrás clavándole la espada en su espalda, la criatura furiosa logró atraparlo con sus extremidades, tomándolo y sumergiéndolo en el agua, quitándole la vida. -Dios mío- murmuró el Padre David al ver la escena, reaccionó y comenzó a disparar a la bestia a lo igual que los demás presentes. Mas ángeles acudieron a la destrucción de la criatura, algunos sucumbieron ante las brutales descargas de furia de la bestia, eran destruidos como si fueran de papel. Página | 87


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Amilius no podía hacer nada ya que la bestia estaba alejada varios metros de la nave, la cual comenzaba a reanudar la marcha luego del último impacto. El Arcángel se posó sobre la enorme cabeza de la gran criatura, para luego sin piedad, clavarle la espada en uno de los ojos, enfureciéndola aun mas, esta intentaba nadar hasta el catamarán con la intención de llegar a Amilius, su mirada ya lastimada lo delataba, pero era impedido por los tres ángeles que quedaban vivos. La criatura estaba agotada, mostrándose ya mutilada, por los múltiples cortes de espada y heridas de proyectiles de variados calibres. Miguel dio un salto monumental agarrándose del pecho de la bestia y trepándose velozmente hasta el cuello de esta. Figadash intentaba quitarse al Arcángel de encima, pero éste era muy rápido y le clavó la espada en el cuello, el deforme ser, gritó de dolor y fue abierto en canal en toda su circunferencia, casi separándole la cabeza del cuerpo. Figadash cayó cual muñeco roto, provocando un estallido de agua, para luego desaparecer como el naufragio de un navío en las oscuras del océano. Aun en la superficie, se veían los ángeles caídos en batalla, la mirada de Ludmila y Jaimy se empatizaban con las del resto del grupo, ver a un ángel muerto, era terrorífico. Miguel voló hasta pisar la cubierta del barco junto con las otras dos potestades sobrevivientes, se les veían más serios de lo de costumbre, pero no mostraban dolor por las perdidas. - Lo siento mucho…- dijo Amilius al Arcángel. - No hay perdidas señor, solo rotación de energía, los guerreros han cumplido en el nombre del padre su misión y ya han vuelto con él- respondió Miguel con savia paciencia.

La nave seguía su rumbo, la calma había vuelto, las horas de mar y cielo volvían a ser rutina.

George entró a la sala de control donde Jack y un soldado manejaban el catamarán. - ¿Cómo vas?- Preguntó George cordialmente a Jack. - No muy bien- respondió Jack. -¿Qué sucede?-El combustible, hemos hecho los cálculos y no será suficiente para llegar a marruecos…- acotó el soldado. George se acercó al mapa de uno de los ordenadores, el cual indicaba la posición del navío. - Ok, pues la tierra más cercana a nosotros es en este grupo de islas, ¿verdad?- Preguntó pidiendo consenso al señalar con el dedo la pantalla. - Una de ellas se llama, Isla São Jorge quizás sea posible repostar ahí…- Dijo el soldado. - Pues rumbo a la Isla São Jorge…- dijo George. -Ok- acordó Jack sintiéndose útil. -Seguimos dando nuestra posición por radio, alguien tiene que estar escuchando…- agregó el soldado. -Eso está bien, si…- entendió George.

La Isla São Jorge era un espectacular trozo de tierra, que junto otras pocas, formaban el grupo de Islas Açores, esta isla en concreto pertenecía al grupo central. Con cincuenta y ocho kilómetros de largo por ocho de ancho tenía más de la mitad de su territorio por encima de los trescientos metros de altura, era una meseta, de hermosos paisajes verdes y con una pequeña hilera de picos volcánicos, en su momento y antes de los acontecimientos solía ser un paraíso para los amantes del excursionismo, con pueblos costeros, zonas llanas al lado del mar, en la zona Norte poseía acantilados con más de cuatrocientos metros de altura. Sobrevivía sobre la extensa faya marítima que dormía bajo las aguas del océano atlántico, casi a la mitad de camino entre continente americano y el africano, la Isla São Jorge, con su forma de habano se hallaba a tres mil seiscientos kilómetros de New York y a unos mil ochocientos de Marruecos. La providencia plantó ese trozo de tierra en el camino de los aventureros. El descanso y la paciencia volvió a los sobrevivientes, el día se apagó para darle paso a la silenciosa noche; George se acercó con cierto titubeo al Arcángel Miguel quien se encontraba de pie en la cubierta del navío mirando hacia el Este. El Gran Ángel miró al joven y le enseñó una contemplación confiable. -¿Está tranquila la noche?- preguntó George para romper el hielo. - Estamos seguros George…- respondió el Arcángel. Se crearon unos segundos de silencio. Página | 88


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-Es verdad que ustedes pueden leer la mente de los humanos- Para conocer vuestro dolor, hay veces que no hace falta - y citó - “…Muros gruesos llenan las canastas del dolor, muros gruesos”George sonrió por ser descubierto en sus tristezas y pensamientos al escuchar del angelical, la frase que sintió al ver a Amilius en su disyuntiva existencial. -Buen truco…- dijo el artista, Miguel volvía a mirar hacia el horizonte. -Eres un buen padre George…George se sintió descubierto, contuvo su angustia y dijo -Tengo mis dudas…-Se de tus dudas y sé que eres un buen padre, tu amor es puro hacia tu hijo y él lo sabe-Es bueno escuchar eso- dijo emocionado el joven. -La culpa es solo un freno que asume el ser humano para no disfrutar de su divinidad, vuestra condición terrenal les da el poder de equivocarse y perdonarse por eso- dijo Miguel con la tranquilidad suficiente en su vos como para darle un renovado oxigeno al pintor. -He escuchado por ahí que la vida es maravillosa- dijo con una derrotada ironía. -Has escuchado certezas…- comentó el Arcángel y volvieron a otros segundos de silencio. -Ok, cambiemos de tema…- dijo George renaciendo desde sus cenizas, reanimando la conversación. -De acuerdo- aceptó con compasión el alado. -¿Qué son…?- dijo George sin saber cómo formular la pregunta, Miguel lo facilitó. -Los Ángeles somos seres de luz que estamos encargados de guiar a los humanos hacia la evolución de sus almas, nuestra edad es la que tiene el amor de Dios desde su sentido de la vida nos creo…-Ok…- el joven al recibir una rápida y certera respuesta, sonrió y continuó -… ¿pero eran como nosotros antes de ser Ángeles?-Siempre fuimos Ángeles, pero sí, hubieron algunos humanos que se convirtieron en Ángeles-¿Qué edad tienes tú?- interrogó George con una creciente curiosidad. -La edad que tengo no es igual a la humana, tengo existencia infinita, la existencia es eterna, seguramente Dios al crearme hizo que olvidara mi edad por coquetería, o por sabiduría…- Sonrió levemente y continuó- …pero si quieres darte una idea, es como la existencia del mundo, estoy hecho de amor, fuerza, luz y resplandezco, las alas de cada uno de nosotros han protegido y protegen el cuerpo y el alma de cada humano asignado…-Fascinante, ¿Cómo es eso de la elección?, ¿Te refieres a los Ángeles guardianes?-Sí, así le llamáis, Sabes, la elección nos la da Dios y cuando tu tenias que vivir en la tierra, tu Ángel pudo decirle a nuestro Padre “Yo cuidare y acompañare a este ser” y desde entonces, estáis juntos-Y él, mi Ángel, ¿Dónde está ahora?- preguntó ilusionado. - Junto a ti como siempre, solo que no es momento de que le veas, su tarea es acompañarte no de empuñar una espada; hay Ángeles guerreros con espadas del material del filo de una vía láctea, la misión de estos Ángeles es de cortar las malas hierbas del universo, tu compañero en este camino, tiene otra función…Se recuperaron los segundos de silencio, había satisfacción en el joven, mientras que parecía, que la privacidad entre el Arcángel y él era premeditada, ya que el resto de los tripulantes del catamarán no intervenía y Vivian sus momentos alejados de ellos. -Has dicho que son de existencia infinita, pero he visto caer Ángeles muertos al mar cuando pelearon con la bestia…- dijo confuso. -Es momento de tribulación para todos los seres de la creación, nosotros que estamos directamente relacionados con la humanidad, vivimos también una prueba de fe, ahora me puedes ver porque así lo planeó a quien los humanos llaman Dios, nuestras virtudes fueron cambiadas y unas de ellas, es que la mortalidad nos fue concebida, pero la gracia de poder hablar y que nos podáis ver, nos reconforta-Pero ahora pueden morir…-Sí y volveremos a la fuente nuevamente, en realidad no hay diferencia… solo un cambio de planos-Es asombroso, tengo tantas preguntas…-Responderé a todo lo que pueda responderte George-Ok, mi alma ¿qué edad tiene?- Preguntó sin preámbulos. Como si fuera por primera vez, Miguel sintió la brisa en su rostro y la disfrutó sutilmente para continuar diciendo. -Sol eterno dio vida a tu alma, la llegada de tu alma a la tierra fue hace miles de años, posees un alma que ha vivido mucho, la evolución completa has de realizarla en esta vida, tu sabes que no morirás, ya hablaremos de la muerte… tu alma tiene muchos años, exactamente mil cien años conteniendo el calendario cristiano, quiero decir, mil cien años más los años antes de Cristo…Página | 89


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La noche cubrió al catamarán tres veces antes de divisar el grupo de islas Açores, en ese tiempo, se curaron las heridas y se reforzaron las relaciones humanas y angelicales. El gran navío, llegaba con sus últimos litros de combustible al humilde puerto de la preciosa Isla de São Jorge. Los tripulantes descendieron de la embarcación para caminar por el tambaleante muelle de madera, ante ellos un paisaje selvático e imponente, volcánico y casi virgen. - Están aquí…- dijo el Arcángel Miguel mientras caminaba junto a Amilius y Steve, este último se aferró a su Katana. - Tranquilo amigo, no son las criaturas…- dijo Amilius sin dejar de mirar hacia el final del muelle, ahí, a unos veinte metros de ellos se empezaban a dejar ver, a materializarse desde la nada, eran unos seres de una piel de textura y color como la de los delfines, ojos grandes y oscuros con la forma semejantes a gotas de agua enfrentadas cual oriental, brazos y piernas delgadas y una gran cabeza desproporcionada con el cuerpo, pequeños orificios nasales y auditivos como también una reducida boca, no poseía vestimenta ni evidencia de genitales, su altura total no pasaba del metro veinte, eran cinco de ellos que esperaban como comité de bienvenida en la entrada de la paradisiaca isla. -No puede ser…- dijo atónico Steve. -Los hombrecitos de Gris- dijo sonriente el pequeño Tim. -Los hombrecitos de Gris- repitió atónita Jaimy. -Anunakis…- terminó por decir Steve. Mientras se terminaban de materializar para ser totalmente corpóreos, el arcángel Miguel corrigió serenamente a los testigos. - El verdadero nombre de su raza es Twes y tienen una personalidad muy señorial, vienen a ayudarnos pero les recomiendo que los tratéis con respeto y lealtad Todos los presentes entendieron las palabras del Ángel como una advertencia sana y a tiempo.

Varios investigadores, historiadores, cazadores de mitos y denunciantes de conspiraciones, en algún momento fueron tildados de dementes por estudiar estos seres etéreos, aun así en su tiempo hablaron de los Anunakis, hombres de grises, aliens o bien mencionados Twes. La teoría más resonante decía que el nombre de Anunakis en términos simples significaba “Aquellos que vinieron del cielo a la tierra”. Seres que llegaron a la tierra hace quinientos mil años, e iniciaron manipulaciones genéticas a la especie humana hace aproximadamente unos trescientos mil. El planeta del que provinieron tenía varios nombres, como ser: Marduk por los Babilonios, Nibirum (Nibiru) por los Sumerios, Planeta Decimo, Hercolobus, la Estrella Oscura o la Estrella Enana entre o otras. La parte más difícil de digerir, era la que rezaba que estos seres fueron los verdaderos creadores de los habitantes la tierra, ellos sabían y respetaban la existencia del Creador, pero decidieron por cuenta propia, ya que dedujeron que Dios les había dado el entendimiento para decidir por libertad propia, se decía que ellos habían llegado a la Tierra a extraer oro para resolver el problema atmosférico de su planeta… muchos estudiosos del tema afiebrados por revelar la existencia, afirmaban que la raza humana fue manipulada genéticamente por los Anunakis (Twes), para que les sirvieran como obreros en la extracción del tan preciado oro. Esta teoría, estaba en la mitad del camino entre la verdad y la fantasía dañina del que quiere decir algo diferente para ser escuchado…

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El Arcángel Miguel llegó primero a los seres, emanaban una energía que daba cohibición como primera instancia, resultaba hasta graciosa la diferencia de altura entre los Ángeles de dos metros y medio a las de los Twes de un metro y veinte centímetros. Miguel con respeto se colocó en frente de unos de ellos y solo se miraron durante unos segundos para tener una comunicación telepática. -Ya estamos todos… me siento como en el centro del universo- murmuró Jack compartiendo el asombro colectivo de los humanos presentes. - El universo no tiene centro ni bordes…- corrigió Steve sin dejar de mirar la escena surrealista. En ese momento se vio en el horizonte a una docena de Ángeles llegar desde los oscuros cielos, posándose como titanes en tierra firme, daban la impresión de que se estaban reportando ante Miguel, este los observó mientras ellos plegaban sus alas y se colocaban de rodillas en reverencia ante Amilius. Amilius sin sentirse merecedor de tal demostración sonrió con cortesía, los Ángeles se reincorporaron manteniéndose detrás de los Twes que no se inmutaron antes la llegada los alados. - Me dicen, que debemos pasar la noche aquí para dar el siguiente paso, ellos nos ayudarán a continuar…- dijo Miguel mirando a los humanos que se mantenían en sus posiciones, esperando instrucciones. Los Twes comenzaron a caminar en dirección a unas cabañas abandonadas de lo que fue un pueblo pesquero, mientras que los humanos y los Ángeles entremezclados los seguían con pasos tranquilos y continuos. A las pocas horas la noche llegó y los terrenales hicieron fogatas para tener una reunión amena antes de terminar el día, los alados, algunos de ellos imitaban a los mortales y se sentaban cerca del fuego, otros hacían guardia mientras que los Twes permanecían a unos metros de distancia, observaban al grupo con estudio. Los soldados, se las ingeniaron para dar pesca a algunos peces de buen tamaño con los artilugios para el menester que se encontraban en el poblado, la fogata cumplía su doble función iluminando las arenas y asando a los ejemplares marítimos. Tim al lado de su padre avivaba el fuego, mientras que Steve en la misma ronda le hablaba al oído a Jaimy haciéndola sonreír, Amilius, perdido en sus pensamientos, miraba los vividos colores de las llamas, mientras que estando a su lado, Ludmila, sutilmente lo contemplaba. -¿Qué habrá pasado con los habitantes de aquí?- dejó caer la pregunta el Padre David, quien usaba una fina rama para tantear el fuego. -Nada bueno supongo…- dedujo Jack, el cual no terminaba de sentirse relajado en ningún sitio. Con la característica solemnidad de los iluminados, el Ángel Letiel, quien se encontraba de pie cerca de grupo, dijo -Este pueblo, abandonó la isla en sus embarcaciones al ser asediados por sus demonios…-¿Hay demonios aquí?- preguntó Ludmila. - Esos demonios ya han perecido en el silencio, al no haber humanos para alimentar sus egos y emociones oscuras, las bestias no tienen lo que necesitan para sentirse fuertes y mueren- el entorno reflexionaba. -Ahora, hay nuevamente humanos en la isla y depende de nosotros no alimentarlos con el odio para que se engendren…- Amilius, saliendo de su autismo momentáneo, redondeó la idea. -Es acertado mi señor, el ser humano da vida tanto a lo bueno como a lo malo- concluyó Letiel. Se crearon unos segundos muertos, uno de los cuatro soldados se puso de pie y revisó la carne en el fuego para luego decir con brillo ansioso en los ojos - ¿Quien tiene apetito?La aceptación fue unánime prestos para el banquete. -Señor…- el Arcángel Miguel pidió la atención de Amilius, quien aun no se sentía con ganas de ingerir alimentos. Amilius miró al Arcángel y se colocó de pie para dirigirse a él. -Quieren hablar con usted…- Miguel señaló con su mano a los Twes, quienes serenos, estaban a orilla de la costa. -Bien, pero, ¿como los entenderé?- preguntó confuso el joven mientras los veía a la distancia. -Ellos se encargarán de que los entienda…- resolvió Miguel, Amilius accedió para luego caminar hacia a ellos.

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Se acercó a los cinco seres con sigiloso respeto, uno de ellos que parecía ser el líder por su posición en el grupo, señaló con su mano de largos y grises dedos a un tronco de árbol seco, con la intención de que Amilius lo utilizara como asiento; el Joven entendió y mostró media sonrisa de agradecimiento. Una vez que Amilius ya estaba sentado, la estatura de ellos les permitía tener al joven casi cara a cara. El joven a unos cien metros de sus compañeros humanos, esperaba atento y relajado las primeras palabras de esos mágicos seres. Por mero instinto, Amilius cerró los ojos y el Twes principal extendió su mano hasta llegar a centímetros de la frente del joven. - ¿Ustedes no comen?- preguntó el niño a Letiel. - Nuestro alimento es el amor, pequeño Tim…- apacible, le respondió el Ángel, el niño quedó pensativo y Letiel direccionó los pensamientos del pequeño sobreviviente -…pero tú debes alimentarte, parece estar deliciosa esa comida…- Tim sonrió y continuó comiendo con la mano un trozo de pescado suministrado por su padre. Ludmila miraba a la distancia a Amilius y respetaba ese momento de privacidad con sus nuevos amigos interespaciales. Amilius comenzó a sentir en su cuerpo una leve electricidad que le aislaba epidérmicamente del entorno, un resonante pitido dentro de su cabeza, lo llamaba a una constante atención. Cuando una leve luminiscencia blanca se presentaba en todo el contorno corporal de Amilius, el Twes retiró la mano dejando en ese estado neutro al joven. -Es un honor para nosotros participar en este fin de ciclo señor…- escuchó Amilius y abrió sus ojos -… es momento de responder sus preguntas, el creador nos ha otorgado esa misión para que puede continuar su camino- continuó diciendo el Twes telepáticamente. Amilius sonrió por la simpleza de la comunicación y lo intentó -¿Me escuchan?- preguntó con su pensamiento. -Si...- suaves y gratos, respondieron los cinco seres casi al unisonó con leves diferencia en sus tonos. -El gusto es mío…- sonrió y continuó-… ¿Por qué no se han dejado ver antes por los humanos?-Nos venimos mostrando ante vuestra raza desde sus comienzos, haciendo un seguimiento de los patrones de conducta humana…- narraba el ser manteniéndose de pie frente a Amilius -…en este ciclo, no mantuvimos relaciones directas con las grandes potencias, porque nuestro mensaje y necesidad de intromisión se manifestó de una manera sutil, el gobierno de los Estados Unidos no ha tenido relación con nosotros pero si los científicos. Los acuerdos de evolución de la vida en todo sentido lo plantea Dios, los demás estrategas, planifican guiones que no llegan a ejecutarse porque la historia ya está escrita…-¿Por qué está pasando esto?, ¿ustedes también corren peligro de convertirse en demonios?- Preguntó Amilius. -Sucede esto por mandato divino, es una prueba masiva y definitiva para reformular el cometido de la vida, a través de los siglos la población mundial fue perdiendo los secretos de la creación y concentrándose solo en lo que podían ver, la extraterrenal vida no posee los sentimientos que los humanos suelen experimentar, el egoísmo o la rivalidad, por eso estamos exento de esta mutación, pero si participamos en el proceso actual, como lo hacen otras culturas que provienen de planos más cercanos -Entiendo, no somos iguales…- reflexionó Amilius. -Somos diferentes, pero no tanto, algunos entienden que nuestra especie o alguna otra ha manipulado genéticamente al humano, pero no es así, todas las especies incluyendo la nuestra y la vuestra, están viviendo constantemente una evolución genética, en el comienzo del todo, la decisión de Dios fue sin medida de tiempo y la procesión de su decisión es imposible descifrarla, porque no hubo más testigos que la esencia divina -¿Tu eres el líder del grupo?- preguntó curioso Amilius saliéndose del tema. - Por supuesto que hay un rango que se cumple en una medida de tiempo que origina nuestra existencia, desde nuestro nacimiento sabemos cuál será nuestra medida de tiempo y rango, nuestra tarea es intuitiva, nos permite nuestra sincronización, todos estamos cualificados para hacer todo lo que hay que hacer, pero nuestra experiencia evolutiva es avanzada a la humana por la latente y activa molécula, esencia plasmada de la bondad de Dios. Sin embargo, la evolución básica es dar amor y en eso está todo lo bueno y maravilloso de este mundo, los extraterrestres son conscientes del amor pero su evolución es tecnológica, el amor, es la evolución del humano Página | 92


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La noche estaba silenciosa, se escuchaban unas rizas procedentes del grupo de humanos arrimados a la fogata, las sutiles olas dominaban el sonido ambiental, una brisa pura daba paz. Amilius, a pesar del caudal de información que estaba recibiendo, necesitaba saber más, sin saber lo que realmente necesitaba. -¿De dónde vienen ustedes?- Preguntó Amilius. - En el interior de la tierra está la energía constante que da vida a todo lo que existe, los seres extraterrestres corpóreos, sí que estamos por periodos en el interior de la tierra pero no en lo profundo, sino rozando la superficie- ¿Pero están en este plano como ahora, como los Ángeles o fantasmas…? No entiendo…- dijo un poco frustrado el joven. -Señor, en estos momentos las puertas de las dimensiones se han abierto, por eso pueden ver los humanos al ejercito de Dios, los Ángeles, ahora podría aparecer ante nosotros a los que ustedes llaman espíritus del bosque como duendes o hadas y todas esas maravillosas criaturas que hacen al universo de la creación, su participación aun no es necesaria por eso se mantienen al margen de los acontecimientos…- el Twes en un gesto curioso casi humano contempló el mar y volvió a mirar a Amilius para continuar - …Ocupan el universo diferentes planos de orden divino, en el cual están los espíritus de los seres que fallecen y reencarnan, otros planos donde los que se reúnen son los seres que buscan evolucionar. No es el mismo plano para todos, hay diferencias en el orden…El Twes continuó inyectándole información universal a Amilius, el proceso no terminaba con lo intelectual, la parte más importante era la sensorial que otorgaba el ser de las estrellas al joven, cada palabra e idea iba acompañada de un mapeo existencial, que revolucionaba las creencias y la forma de ver la vida, Amilius sentía armarse de herramientas y poderes espirituales a medida que escuchaba telepáticamente a los Twes, él, recibía ases de luces blancas, delicadas y aletargadas que traspasaban todo su cuerpo, su mente y su alma, purificándolo, desprogramándolo de toda una vida de conductas erradas. La noche se consumía, el indigente amanecer decía aparecer, pero solo unos rallos de sol se colaban entre las estáticas, pesadas y oscuras nubes. Los Humanos se habían acomodado en diferentes cabañas abandonadas para pasar la noche, mientras que los Ángeles miraban el horizonte, algunos desde la playa, otros a la distancia y desde los acantilados de más de trescientos metros de altura. Amilius y los Twes permanecían en la misma temática, el joven no parecía cansado por haber pasado la noche en plena actividad cerebral y emocional, en realidad parecía más fuerte y saludable que nunca. Steve salió de una de las cabañas, con rostro relajado, sintió la briza suave y miró al techado cielo para recordar que estaba en medio de una existencial guerra entre el ego y el hombre, detrás de él salió Jaimy quien lo abrazó por detrás y desde la cintura. -Otro día más en el paraíso…- murmuró la joven actriz con una ácida ironía. -Tú lo has dicho- concluyó Steve. El Padre David emergió de otra vivienda hablando relajadamente con George y Jack, por su parte los soldados ya estaban alistándose para lo que aconteciera. Amilius mostraba en sus ojos unas pupilas más oscuras de lo común, con un brillante color negro cual piedra Ónix. Sonrió con templanza, dando por concluida la conversación con los Twes que dieron un paso hacia atrás, cuando el joven se puso de pie. Llegó el arcángel Miguel desde los cielos aterrizando suavemente sobre la arena, Amilius se acercaba al grupo de sobrevivientes quienes ya lo veían aproximarse con sosegados pasos. Los presentes percibían que Amilius iba a anunciar algo nuevo, Steve por temor a los cambios intentó expresarse despreocupado para romper el misticismo -¿Cómo estas amigo?Amilius terminó por arrimarse al grupo que instintivamente formó un semicírculo. Los miró con amor y compasión. Ludmila salió de la misma cabaña en la que pasaron la noche Steve y Jaimy, al verse mutuamente, Página | 93


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Amilius y Ludmila sonrieron con amor profundo, la joven se acercó y vio en él una sutil diferencia en su mirada. -¿Cuál es el plan?- Dijo comprensiva mientras le daba un suave beso en la mejilla. Amilius extendió el misterio unos segundos más y dijo con sereno tempo en sus palabras - Los Twes…comenzó mientras que los mencionados permanecían a metros de distancia-…me otorgaron los conocimientos que necesitaba para continuar el camino, a pedido del creador, tuvieron la bondad de darme la conciencia de mi ser…-Eso, eso está bien…- comentó Steve, como de costumbre sediento de información. -Amigos como creo que ya saben, esta es la prueba definitiva para aceptar nuestra divinidad o morir a manos de nuestra soberbia terrenal, lo único que nos pidió Dios, lo único que nos dio como misión desde el comienzo de todas las cosas, fue que amaramos, que fuésemos libres y nada mas…- los Ángeles, todos, se acercaron creando con sus corpulentas siluetas un segundo semicírculo detrás de los humanos para escuchar con solemnidad a Amilius -…libertad, pero no lo entendimos, para serlo no importaba que tipo de trabajo había que tener, en donde había que vivir o con quien había que estar, solamente había que sentirse libre, el amor nos libera y no lo contrario, Dios no nos pidió la competencia, las guerras, o la obsesión por las posesiones materiales, en su plan de vivencia para nosotros, no estaba como condición obligada el sufrimiento, el engaño, la carencia o la mentira, pero nos puso a prueba dándonos la libre decisión, el libre albedrio y elegimos el dolor, ese dolor nos fue alejando de la fuente, generación tras generación, para solo quedarnos con una teoría superficial de que es la vida y de lo que es la muerte, el miedo nos domina durante toda la vida, el miedo a morir nos impide vivir, si se teme a la vida se teme a la muerte y el ciclo se desperdicia, el alma vuelve en otro cuerpo una y otra vez y lo que encuentra el alma es a un mundo, a una sociedad cada vez más confusa y destructiva…- David con pena asintió con la cabeza -…por esto el creador de las cosas, puso un freno al curso de las mismas, permitiendo la apertura de los planos, la materialización del mal que teníamos en nuestro interior y así marcar un antes y un después en la civilización, dando pie para reiniciar la estructura social, desde un conocimiento real con lo que hay en este universo y de cómo se debe vivir en el mismo…- Amilius miró a Ludmila y con cariño le acaricia la mejilla y continuó -…no hay un final para esto, la lección puede llegar a extinguir a toda la raza humana si no se detiene al más poderoso de los entes…- no aclaró y dijo- …la historia de estos días de tribulación serán el nuevo testamento para la humanidad y el padre me honró con la posibilidad de detener a la tiniebla en la tierra; yo soy humano como ustedes, pero he recordado gracias a los acontecimientos y a los nuevo amigos…- dijo mirando a los Ángeles -…que puedo hacer esto para ayudar a mis hermanos… la prueba es para todos y todos debemos actuar con la mayor conciencia posible, por lo tanto y como se suele decir, esto no se acaba hasta que se acaba…- sonrió. Se inventó un silencio de reflexión, Steve observaba asombrado de cómo se expresaba su amigo, cuando un soldado acotó motivado por el discurso -Señor, cuente conmigo para la misión…- Claro que si - agregó el Padre David envalentado a lo igual que los otros. Amilius los contemplaba con gratitud -El destino nos ha unido y en el camino han demostrado valentía y amor, pero debo continuar solo…- anunció el joven. La confesión dejó boquiabierta a la mayoría, Amilius miró a Ludmila quien comenzaba a sentir un profundo pesar, Steve dejó que sus ojos se desviaran hacia la blanca arena, intentando así, mantener la entereza. - No quiero poner en riesgo más vidas inocentes en este camino que es mi destino…- ¿Pero ni siquiera los Ángeles irán contigo?- preguntó George. -Seré transportado por los Twes y debo ser transportado solo, así debe ser…- concluyó Amilius y el Arcángel Miguel cerró por un segundo sus ojos en una leve y casi imperceptible señal de sorpresa. El silencio reinó incómodamente entre los presentes y Amilius se acercó a Steve quien no quería mirarlo a los ojos para no llorar, el joven elegido lo notó y sonrió extendiendo sus manos en un abrazo que recibió y necesitaba el emocional arqueólogo. -Eres un buen hermano Steve- Dijo Amilius; a Steve no le salieron palabras, solo una sonrisa entre lagrimas, Ludmila se alejó unos metros del grupo mientras que Amilius en un paneo visual se despidió del resto, con paz y agradecimiento en su expresión. El joven caminó hacia su enamorada, la cual mientras lo veía llegar intentaba disimular su pena con truncado esfuerzo. Estaban cara a cara, en un último momento de intimidad. -Así que tienes que salvar el mundo…- dijo la dama con ironía.

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-No, el mundo no está en peligro, la humanidad si y ella tiene que salvarse por sí sola cada día, yo tengo mi propia misión que marcará un nuevo ciclo en la humanidad…- dijo Amilius mientras adoraba la belleza de la rubia mujer. -No dejarás de sorprenderme nunca ¿Verdad?-Quizás si mi amada…- Dijo Amilius dando a entender un final, ella así lo asimiló y no pudo retener una lágrima. -Espero que te sirvan de algo las lecciones de lucha en los videos juegos… - la joven intentó la gracia. Amilius, amando dijo -Cada segundo que me has dado, me ha servido para enfrentar la eternidad…Sin más, ella lo abrazó fuertemente dejando caer sus lágrimas en silencio, los segundos cortos y eternos de una despedida se terminaron y Amilius le dio un suave beso en los labios para luego alejarse ella, para contenerla, Steve y Jaimy se acercaron a Ludmila. Amilius dándole la espalda al grupo, se dirigió hacia la playa donde esperaban los cinco Twes, a su par se sumó y caminó en silencio el Arcángel Miguel, este, le alcanzó la espada sagrada, el joven la tomó para luego colocársela en su espalda. -Estoy listo- le dijo Amilius a los Twes, estos rodearon con un circulo al joven, el cual miraba al Arcángel con agradecimiento, el alado mantuvo seriedad y en reverencia cual caballero medieval se inclinó, colocó una rodilla en el suelo clavando su espada en la arena y dirigió su mirada hacia abajo, el resto de los Ángeles, al unísono hicieron lo propio. Amilius mostraba tranquilidad en su ser, mientras miraba a la distancia a los humanos que entre tristeza y honor, contemplaban el ritual. Fue cuando de los cuerpos de los pequeños grises comenzaron a desprenderse unas luces blancas y plateadas con principios celestes, esas luces cual estelas humeantes como cuando se apaga una vela, iban siendo más abundantes y rodeaban a Amilius en todo su cuerpo, el joven cerró sus ojos y se dejó poseer hasta ser cubierto totalmente por la luminiscencia, esa, resaltaba ante un cielo oscuro que de repente se reavivaba entre relámpago y truenos. Al cabo de un par de minutos, el círculo formado por los Twes era una esfera densa y lumínica que parecía girar desprolijamente en miles de líneas y a gran revolución, así comenzó a elevarse juntos con los involucrados a unos diez metros del suelo, aumentando su luminosa intensidad hasta que sin más, tal como floreció, se fue desvaneciendo gradualmente, al mismo tiempo los truenos con su furia se alejaban, el escenario místico quedaba desierto. Un vacio fue experimentado por los humanos, el arcángel Miguel se reincorporó a lo igual que sus iguales y se dirigió hacia Ludmila, quien embargada en una despedida silenciosa seguía custodiada por Steve y Jaimy. -El maestro ha dicho que esta parte del camino debe seguirlo solo y así debe ser…- Ludmila miró hacia arriba para ver en los oscuros y grandes ojos de Miguel la intención de sus palabras, este continuó diciendo -…pero cada uno de nosotros debe seguir su camino, eligiendo con total libertad hacia dónde ir, así está escrito- y mostró una pequeña mueca picara en sus labios. Steve reaccionó entendiendo el capcioso planteo y le preguntó -¿Hacia dónde se dirige Amilius?- Ludmila miró a su amigo y entendió. -Entonces…- murmuró Jaimy sumándose a la nueva verdad. -Marruecos- respondió Miguel mientras que los demás Ángeles se sumaban a la improvisada reunión. - Tenemos combustible como para llegar a la próxima isla que parece estar habitada… - acotó un soldado quien se alistaba junto el resto de los humanos. -Podemos intentarlo- agregó Letiel camuflando su entusiasmo en un tono neutro. -¿Qué esperamos?- vital, desafió el pequeño Tim. Ludmila se secó las lagrimas con ambas manos y sonrió para decir -Esto no se acaba hasta que se acaba…-

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Existió un lenguaje antiguo llamado el idioma único, los lingüistas lo conocían como el “Preprotoindoeuropeo”, al cual durante el siglo pasado, se le hicieron varios intentos para reconstruirlo, se utilizaron métodos comparativos y de reconstrucción interna. La época en que este idioma estuvo en uso, se marcó dependiendo de con qué hipótesis se trabajase, si era con la Kurgan, se hablaría de que el Pre-protoindoeuropeo pudo haber estado en uso durante el cuarto o el séptimo milenio antes de Cristo. Pero si se utilizaba la hipótesis Anatolia, esta reflejaba que este complejo idioma se utilizó desde el siglo séptimo antes de Cristo. En unos de los escritos más espectaculares encontrados, se pudo traducir parcialmente el siguiente pensamiento. “Soy como un animal, ya que la raza humana es la única que puede exterminar mi especie, el hombre extinguirá a muchas hasta acabar con la propia. Capciosas circunstancias rancias y sin coherencia divina te empuja a ti hombre a sembrar discordia entre tus hermanos. Todo rezo y juramento son en vano, ante la ansiosa necesidad de ser único entre los únicos. Cuando respetes un beso de amor y entiendas que esa ínfima demostración de divinidad es más fuerte que todo tú ejercito, entenderás porque estás aquí. Entenderás que al nacer, ya eras único”. El Amor, había sido a través de los tiempos tergiversado por el humano, a lo igual que la forma de demostrarlo, la entrega y la redención se entendió como un signo de expresión incondicional de este sentimiento madre, esclavizando al amante a direccionar unilateralmente su devoción a uno o dos seres y no a todos por igual. El justificar y demostrar el amor, hizo trabajoso el acto hasta el punto de confundirlo en niveles de expresión, dando prioridades y exclusividad entre ser y ser, separando así a las personas para ir perdiendo la igualdad por temor a perder la individualidad. El desapego del amado, se fue asemejando en los últimos siglos, a pararse frente a un filoso precipicio, el amar al prójimo sin retenerlo, era inconcebible por el mero miedo a perder esa relación basada en el egoísmo camuflado. Si la raza humana sobrevivía a esta intensa limpieza, debería tomar al acto de amar como a una base de relación social, en la que la consonancia sea masificada y los matices de expresión se reduzcan a uno, en donde el círculo familiar se diferencie por la azarosa genética de los vínculos, sin aislar al ser del amor infinito de su divinidad, que es capaz de amar a todos los seres vivientes de este y otros mundos, al mismo tiempo y por la eternidad.

El grupo de humanos y Ángeles, iban rumbo a una nueva isla, decididos a continuar escribiendo sus propias historias, pero con Amilius… Caladas sus tierras por el Océano Atlántico y separada de Europa por el Estrecho de Gibraltar, Marruecos moría como el resto del mundo luego de milenios de historia. Su bendecido nombre en árabe era Al-Magrib al-Aqşà que significaba “El lejano Poniente”, mientras que el término “Marruecos”·, en otras lenguas procedía del nombre de la antigua capital imperial Marrakech, proveniente de la expresión bereber "Tierra de Dios". En esos momentos, su superficie mostraba una desolación lejos de todo manto divino. A los pies de la Torre Hassan se encontraba tendido en el suelo Amilius, desvanecido yacía bajo la sombra de esta escultural estructura de cuarenta y cuatro metros de altura, la cual fue hecha de piedra arenisca de color rojiza hace más de ochocientos años por un aventurado sultán que tenía la intención de construir la mezquita más grande del mundo, pero las obras fueron abandonadas tras su muerte en 1199 d.c. La torre debía medir unos ochenta y seis metros, pero sólo llegó a los cuarenta y cuatro, quedando la mezquita incompleta a lo igual que unas doscientas gruesas columnas que no sostenían ninguna estructura y estaban paradas como soldados en formación eterna. El joven volvió de su letargo y se puso de pie, no sabía dónde se encontraba, pero esto no le inquietaba, comenzó a caminar por la mezquita intentando visualizar alguna señal de vida o algún sonido que la identifique, necesitaba una clave para saber por cual camino seguir.

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Amilius salió de la Mezquita para caminar por las calles de Rabat, la devastada capital de Marruecos, el panorama era un Deja vú de los escombros en Manhattan, con el agregado, que Marruecos era como otras tantas ciudades de Europa y áfrica, escenario de la Tercera Guerra Mundial. Demonios y humanos muertos por todas partes, focos de incendio que marcaban un sendero de horror, a los lejos se escuchaban disparos y gritos intercalándose entre silencios asfixiantes. El joven a medida que avanzaba, intuía presencias hostiles que le observaban, así, se estaba preparando para un eminente enfrentamiento.

El pestilente olor era idéntico al del continente americano, la desgracia estaba hermanada en todo el globo terráqueo, la calle que llevaba a Amilius, desembocaba en una pequeña plaza donde en su momento, los niños jugaban y los ancianos veían pasar los días, los ojos del joven veían coches incendiados y algunos cadáveres carbonizándose poco a poco. Amilius llegó hasta el medio de la circular plaza y escuchó que el silencio guardaba secretos de capciosos asesinos. -Bien, lo inevitable no se puede evitar- murmuró el guerrero desenfundando su espada. A los pocos segundos, los demonios comenzaron a salir de todos los flancos, encorvados, miraban al joven entre ceño y ceño, sus lanzan aun goteaban sangre de sus últimas masacres, ronroneaban con ira y con temor, parecían reconocer a Amilius. No hizo falta más preámbulo para que las criaturas al unisonó se echaran sobre Amilius, este, con destreza demostrada no permitió el acoso y comenzó a matar a cada una que se le acercaba. La fiesta comenzaba a animarse y parecía que todas las criaturas de Rabat habían sido invitadas, desde los bajos edificios aledaños provenían las mal intencionadas lanzas, que en muchas ocasiones mataban a su propia especie y en otras Amilius las interceptaba brutalmente con su espada, mientras que se encargaba de los seres más cercanos. Llegó el momento, en que unas cincuenta bestias estaban en plena batalla con Amilius entre gritos y chillidos, el cielo oscurecido relampagueaba en una constante disconformidad divina. Una lanza rozó el brazo de Amilius superficialmente dándole un corte sangrante, el joven sintió el dolor, pero no bajó su defensa como tampoco su ataque, sabía que quizás era su fin pero no iba a morir rendido. Su hora parecía no ser, un camión militar con una lona tapando la parte de atrás, abordaba la plaza con total aparente descontrol arrasando a una veintena de seres, del vehículo y sin detenerse saltaron uno tras otro, cinco personajes que marcaron una diferencia en el destino de Amilius, armados con metralletas y filosos machetes, estos hombres no parecían ser militares, más bien se asemejaban a una resistencia rebelde, difícil de aniquilar. Amilius, aceptó con una leve mirada de reojo la ayuda extra y continuó cortando cabezas. En cuestión de un par de minutos, las armas automáticas exterminaron a las decenas de demonios que ya formaban tendidos en el suelo, parte del decorado decrepito de la ciudad. Al término de la función, eufóricos y sonrientes, los rebeldes se felicitaban entre ellos, Amilius los observaba mientras guarda su espada. Uno de ellos, de cabellos largos y rizados recogidos por una bandana, se le acercó extendiendo su mano para saludarlo. -‫من ع لى وجه األر ض ال شر إلزال ة ج يد ي وم‬، ‫ال ح ق ي قة‬- exclamó el joven subversivo en puro árabe, Amilius curiosamente entendió que dijo “Buen día para sacar el mal de la tierra, ¿Verdad?”. El que fue invidente respondió en su propio idioma -Todos los días son buenos para eso…- el Marroquí sonrió extrañado al ver que el joven lo había entendido para luego responderle en otra lengua. -¿Americano?-Por lo menos en esta vida…-respondió Amilius y estrechó la mano. El líder del grupo de resistencia, complacido observaba la serenidad en Amilius. -¿Qué hace aquí en Marruecos?- Preguntó. -Voy Camino a Jerusalén…- contestó Amilius, dándose cuenta que estaba a cientos de kilómetros de ahí. -Ok- murmuró el árabe, mientras estudiaba al forastero de arriba a abajo, luego, observó a sus compañeros que se mantenían serios en la intriga. -Gracias por la ayuda amigos…- resolvió Amilius y continuó el camino, a los pocos metros el optimista soldado rompió el silencio. -¡Podemos acercarte a Figuig, es la frontera con Algeria…!- Amilius se detuvo y se volvió para mirar al joven quien continuó diciendo-… tú decides amigo, es tu destino…- Amilius miró al cielo y pensó en lo correcto, él no quería poner en riesgo a mas vidas por su causa -…aquí tenemos un proverbio que dice…- el árabe se detuvo en su ilustración, intentaba recordar mirando a sus compañeros quienes inciertos balbuceaban ideas inconclusas Página | 97


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para ayudarlo-… ¡Ah sí!, Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál tiene que ser su destinoAmilius se tomó un par de segundos, sonrió y dijo-Será un honor de tenerlos como compañeros de viaje-Rachid es mi nombre- dijo conforme el marroquí. -Amilius el mío- completó el joven viajero. Amilius saludó al resto y subieron atrás del camión, el mismo, de inmediato se puso en marcha pasando por arriba de las criaturas inertes y desplegadas en el suelo. El Catamarán con sus últimas gotas de combustible lograba llegar a la isla vecina de São Jorge llamada Isla Terceira, la cual era de dimensiones más redondeadas, con tierra muy fértil que poseía una pintoresca ciudad que vivió un pleno crecimiento, lento pero constante desde su descubrimiento en el año 1450 d.c por los colonos Flamencos, ahora y desde hace pocos días, sufría el caos al igual que el resto del planeta. Algunos de los Ángeles, volando llegaron primeros a tierra firme, en el muelle se podía ver que hubo batalla, pero en ese momento habían personas trabajando, intentando limpiar los rastros de lo sucedido, un comité espontaneo de unas quince personas fascinadas se acercaron a los alados. Un hombre de unos cincuenta años de calvicie prominente, de una generosa y pronunciada barriga y de un negro bigote, se acercó casi hipnotizado a Letiel, quien con bondad vio amistad en el humano. -Dios Bendito…- murmuró el nacido en la isla, mientras que el resto de la comitiva se persignaba colocándose de rodillas casi al unisonó. -Necesitamos de vuestra ayuda buen Fabio- dijo Letiel llamando por su nombre al isleño. -Son bienvenidos…- musitó Fabio con extrema humildad. Así, todos desembarcaron y cada uno se fue relacionando con los lugareños, los isleños ofrecieron sus hogares, ropa limpia y alimento para los humanos, mientras, los Ángeles pacientes respondían a las preguntas de los niños y grandes de esas tierras paradisiacas, Fabio le contó a Steve como acontecieron los sucesos, de cómo los demonios empezaron a florecer de los cuerpos corruptos y afiebrados de ira, hasta que se organizaron muy rápidamente para calmar a la población y que no entraran en pánico, los brotes demoniacos se exterminaron con el poco armamento que tenían en la isla, se aferraron a la meditación y al respeto mutuo como única manera de diálogo social, expresando el amor y aceptándolo como moneda de cambio natural. Fabio también confesó que aun ocurrían mutaciones aisladas, pero grupos organizados intentaban anticiparse y resolver el incidente antes de que proliferase la abominación. Al par de horas y ya mas instalados, Ludmila no pudo con su ansiedad y preguntó a Fabio en presencia del Arcángel Miguel y Steve. -Fabio, necesitamos llegar a Marruecos -Entiendo- pensativo dijo el hombre acariciando sus bigotes con su regordeta mano. Miguel, pensante, observó que a unos cincuenta metros de ellos se encontraba George con su hijo, juntos riéndose mientras jugaban con una pelota de futbol con otros niños y Jack cerca de la playa, a metros de ellos, el Padre David sentado en un banco estaba hablando amenamente con una bella y morena mujer de más o menos su edad. - Pues, fueron hundidas todas las embarcaciones, solo unos botes quedaron, no servirá, no hay suficiente combustible para vuestro catamarán…- dijo Fabio y siguió pensando en vos alta-…nuestro aeropuerto fue arrasado por las tormentas y los aviones fueron… ¡Ya se!- dijo recordando. -¡Bien!- dijo Steve sin saber. -Hoy por la mañana estuve allí y vi que quedaba intacta la “Sucata Velha”-Ok, ¿Qué es eso?- preguntó Steve confundido y expectante. -Es un pequeño avión que usamos para ir de isla en isla…- respondió Fabio con su característica humildad. -Servirá- acotó el Arcángel. -¿Pero entraremos todos?- Preguntó Ludmila, Fabio presionó sus labios en negativa. -¿Cuantos pueden viajar?- interrogó Steve - Dos pilotos y seis pasajeros como mucho… mañana por la mañana los llevaré hasta ahí, pero algunos de ustedes deberán quedarse aquí- sentenció el apenado lugareño. Página | 98


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Amilius y sus nuevos amigos estaban en pleno viaje en una ruta que cortaba el desierto, iban arriba del Mercedes-Benz Zetros, un camión militar de tracción 4x4 de color caqui típico de las fuerzas armadas. El joven iluminado se mantenía en silencio y tranquilo, en su rostro había misterio y en su corazón curiosos pensamientos. Rachid lo observó detenidamente y le dijo con seguridad -Dios te ha enviado amigo AmiliusAmilius lo miró y con honor dijo -Con la certeza de que tú y tus hermanos me llevarían a través del desiertoRachid y Amilius sonrieron, el calor era agobiante y solo se vía kilómetros de árido terreno en ambos lados de la escabrosa ruta. -Con tu espada luchas sin emoción…- dijo otro de los marroquíes dirigiéndose a Amilius-…es la manera de no convertirse en una bestia-Por lo que veo ustedes también lo hacen sin emoción, tuve un buen maestro que me preparó… las cosas van teniendo sentido a cada minuto- reflexionó Amilius. -¿Qué hay en Jerusalén?- Preguntó otro de los presentes. Amilius lo miró, pensó y respondió -No se me ha dicho…-

Unas tenues luces parpadeantes iluminaban la plaza central de la ciudad de Terceira, se escuchaba un poco de música, unos suaves tambores, comida y gente amable y sonriente, el evento era un agasajo para los recién llegados, mas de cien ciudadanos se hacían presentes, el grupo de visitantes se amparaba junto con Letiel y Miguel, ellos eran los alados que asistían al evento, el resto se mantenía disperso por la zona. Steve le hablaba al grupo, se le veía apenado pero decidido -Amigos aquí nos separamosGeorge miró a su hijo y entendió que no quería separarse de él y menos ponerlo en peligro, Jack por su parte estaba cansado de pasar miedo y ya había tomado la decisión internamente de no moverse de esa isla, por su parte el Padre David no tenía claro cuál era su lugar en esta historia, además, había una lugareña que le mostró simpatía y en ese momento estaba junto a él. -El Ángel Letiel y yo viajaremos mañana en la nave, solo dos de ustedes pueden venir…- anticipó serenamente el Arcángel Miguel, mirando a Ludmila y a Steve, por su parte Jaimy se dio cuenta que estaba afuera y lo entendía, pero su tristeza le obligó a mirar al suelo. -Aquí estarás a salvo…-se le acercó Steve para consolarla y continuó -… yo estaré tranquilo sabiendo que estas protegida, solo espera a que regrese-¿Regresarás?- ingenua preguntó. -Sería demasiado idiota si no lo hiciera…- dijo Steve robándole una sonrisa a la joven para luego abrazarla. -¿Quieres hacer esto Ludmila?- le indagó el Arcángel. -Sí, tengo que estar con Amilius- respondió convencida. Miguel, conforme asintió levemente con la cabeza.

A orillas de la ruta, en una noche nubosa, atípica en el desierto, Amilius compartía una fogata con sus compañeros de viaje, ya todos dormían en torno a las llamas, mientras que él, sentado miraba el fuego y si bien sabia que todo había cambiado, que él era más de lo que pensaba que era, de que todos los extraordinarios sucesos hacían reaccionar hasta al más incrédulo y de que era más importante su misión que sus sentimientos individuales, había una parte de él, la más humana, que no dejaba de pensar en Ludmila. Cerró los ojos y se perdió en una meditación, la cual lo centraba en una conexión con la fuente, la que le daba la paz de continuar el viaje, sin hacerse preguntas para que las respuestas aparecieran por si solas. Al día siguiente una caravana de varios coches junto con los Ángeles que en vuelo los escoltaban, se acercaban al básico aeropuerto, donde una pista central marcaba la salida y llegada de los aviones a la isla, un par de hangares destruidos por las llamas poseían todo el transporte aéreo, solo quedaba en pista la llamada “Sucata Velha”, nombre dado por los isleños a la aeronave de color plata con detalles en azul, se trataba de un Bristol 62 Ten Seater, un avión militar de los años veinte fabricado por el Reino Unido, esta nave no tuvo mucho éxito ya que solo se fabricaron tres unidades, una de ellas fue a parar a esa isla, con cupo para diez personas la nave dejaba mucho que desear, por eso no se le podía exigir el máximo de su rendimiento de capacidad, pero sí se le pediría que resistiera el viaje hasta el continente africano. Página | 99


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- Les presento a nuestra hermosa “Sucata Velha”- Anunciaba Fabio ya estando el grupo a pasos de la nave. -No está nada mal...- dijo Steve no muy convencido bajo una mirada sutil y capciosa de Ludmila -... ¿que, significa Sucata Velha?- preguntó el joven no soportando la curiosidad. - Es lo que dice cualquiera que viaja en esta nave en algún momento de camino...- confesó Fabio con media sonrisa picara cuando otro aldeano que los acompañaba, reveló -Significa en Portugués “Chatarra Vieja”- y sonrió al contrario de Steve, quien tragó saliva. El Arcángel Miguel se acercó a George que estaba junto a su hijo y al Padre David y emanando serenidad desde sus oscuros ojos les dijo -Vuestro viaje no termina acá, debéis contar lo que ha pasado y lo que pasará, escribir y pintar será vuestra tarea, la nuevas generaciones deberán saber de un nuevo testamento, si la vida humana continúa en este planeta, debéis ir hacia el continente Africano, caminad los pasos de Amilius y contad lo sucedido...Tanto el Padre David como George asumieron honrados la misión, el Arcángel miró al pequeño Tim y le dijo casi en confidencia -Tu ya sabrás que tienes que hacer...- el niño sonrió sintiendo paz. David le dio un suave beso a Jaimy mientras Ludmila, Letiel y Miguel se subían al avión, el Ángel Zabriel se quedaba con el resto de los alados en la isla. El joven arqueólogo juntó valor y se alejó de su amada subiendo a la nave pilotada por dos soldados. Fabio, le dio manualmente un aventón a la única hélice central para que hiciera contacto y así fue, luego de un par de explosiones de combustión la hélice comenzaba a hacer su labor llevando al Bristol 62 Ten- Seater a carretear por la irregular pista de aterrizaje. En la parte de atrás, en el pasaje, fueron sacados casi todos los asientos para que hubiese lugar para los gigantes Ángeles, los cuales estaban sentados de piernas cruzadas en el suelo de la aeronave, los alados se encontraban cara a cara a Ludmila y Steve quienes si tenían asientos acordes a su tamaño. Se escuchaba toda la estructura de la nave hecha de madera y chapas, temblar y crujir en su máximo esfuerzo para elevarse, el motor potente pero con más de noventa años de servicio, honraba su trayectoria, permitiendo despegarse de la pista de la isla rumbo a Marruecos. Los que quedaban en tierra sentían el abandono de un ser querido y la esperanza de una nueva vida por venir...

Los lúgubres cielos que dormían sobre el Atlántico, acompañaban a la endeble aeronave. Rachid, abrió sus ojos y vio a Amilius a varios metros de él, de pie y dándole la espalda, el joven estaba quieto y con su mentón un poco elevado hacia el cielo, tenía los ojos abiertos, más oscuros de lo común y cristalizados, una luz verdosa e inestable envolvía toda la silueta de su cuerpo. El Rebelde sin dejar de ver el espectáculo codeó a su compañero que aun dormía, enseguida todos despertaron para quedar atónitos y maravillados ante el sublime regalo visual. Amilius lentamente abrió sus brazos hacia los lados y de sus dedos salieron cual luciérnagas, pequeñas perlas lumínicas celestes, unos relámpagos parecieron responder como código Morse a la luminiscencia de Amilius, una brisa del Sur llegaba para mover sutilmente las arenas y los cabellos de los presentes. Los musulmanes comenzaron a orar en silencio, Rachid no pudo contener sus lágrimas y una desahogada sonrisa. El espectáculo duró unos pocos segundos, los cuales fueron suficientes para derrotar cualquier desesperanza e incertidumbre humana, las luces volvían al interior de Amilius quien regresaba de su letargo para luego voltear y mirar a sus compañeros de viaje, sonrió y se acercó a ellos, los mismos estaban de rodillas con sus caras a centímetros del suelo en señal de respeto. -Poneros de pie amigos…- ellos acataron y Amilius continuó -…Mi condición no me hace más grande ni la vuestra más pequeño, somos lo mismo- Sabia que eras un enviado de Dios- resolvió Rachid. -Pues lo has entendido más rápido que yo…- sonrió Amilius -…por eso entenderás que debemos llegar a la frontera lo antes posible…-Sí, si claro- atento el joven hizo unas señas a los suyos, los cuales se alistaron para subir al camión y continuar el viaje, Amilius observó en dirección al camino ya transitado y solo vio el desierto. Página | 100


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El vuelo era estable y el rumbo claro bajo las malditas y perpetuas nubes que tapizaban el cielo, la intrépida aeronave cruzaba el océano. El Arcángel Miguel observaba a Steve quien miraba a través de la ventanilla hacia la inmensidad atlántica, mientras, que Ludmila había caído en un sueño reparador. Miguel sintió tristeza en el joven arqueólogo, por lo que había perdido, lo que había dejado atrás y lo que no encontraba. -Tu Ángel…- dijo el Arcángel llamando la atención de Steve -… me cuenta que has elegido para esta vida responder las preguntas que inquietan a la humanidad-¿Mí Ángel?, ¿Esta aquí?- preguntó extrañado Steve. -Siempre está contigo y lo estará, solo que no es su misión materializarse, solo vela por tu alma- respondió Miguel. Steve sonrió fisgoneando disimuladamente a su alrededor y murmuró- Y no dejes de hacerlo amigo…Hubo unos segundos de asimilación y el joven ante los ojos pacientes de los dos Ángeles dijo -Sí, no soporto los interrogantes… ante la pregunta tengo que saber la respuesta, me llega hasta doler el no saber algo- los Ángeles guardaban silencio. Steve vaciló y retomó su esencia. -Por ejemplo, ¡la luna!, hay construcciones…- los alados mostraron satisfacción en su mirada al ver como el joven dejaba la pena atrás para ser él. -… ¿ok?, hay filmaciones pruebas y los gobiernos no lo admiten…-Steve los miraba expectante esperando el apoyo angelical. Miguel dejó pasar unos segundos y dijo -Si, hay construcciones en la luna-¡Lo sabia!- exclamó el joven casi despertando a Ludmila por la exaltación. - Cuéntame Miguel- invitaba Steve. El paciente Ángel accedió - Las construcciones de la luna son reales y pertenecen a seres que no habitan actualmente la superficie, si permanece el espíritu de los seres que la habitaron…- Steve sonrió dándose la razón, buscando la complicidad en Ludmila quien seguía en su sopor, Miguel continuó -…las estructuras de la luna fueron construidas hace millones de años, lo cual, hace casi imposible encontrar las huellas de los que vivieron allí, los espíritus que quedaron sin sus cuerpos, están ahí esperando el rumbo de la evoluciónconcluyó. -Ok…- dijo Steve quedando insatisfecho. -¿Quieres saber el nombre de la civilización?- entendió el Arcángel. -Si- dijo el joven sin pausa. - Traducido en palabras humanas es Subetriun Oproley y respondiendo a tu próxima pregunta, no, nunca se relacionaron con los humanos pero si con otros seres…-Grandioso, si salgo de esta, ¿puedo escribir de todo esto?- dijo Steve mostrando ambición de pionero. -Al recibir la información ya eres libre de usarla como tú creas que debe ser usada-Claro, el libre albedrio…ok, si salgo de esta…- murmuró y miró interrogante a Miguel -¿Saldré de esta verdad?-Es prematuro responder a esa pregunta…- sentenció el arcángel y Steve empalideció sutilmente. -Pero puedo responder a otras preguntas…- Miguel aplicó nuevamente la distracción. -Buena idea…- aceptó Steve no queriendo profundizar en su propio destino -… por ejemplo, la incógnita de quienes fueron los que hicieron las líneas de Nazca…-La líneas de Nazca se marcaron en la tierra para vincular el cielo con ella, son campos abiertos de energía constante, se autoalimenta-Bien, ¿Quiénes las hicieron?-Siguiente pregunta…- muy sereno dijo el Arcángel para evadir el interrogante, Steve entendió rápidamente el limitado mecanismo y continuó. -Un clásico ¿Que pasó con la civilización Maya, a donde fueron a parar?-Los Mayas son un legado inesperado de la humanidad, su concepción no coincide con la sabiduría que les llego a sus manos, desaparecieron de manera estudiada por todos ellos, quedaron los que pudieron contar la historia…- concluyó Miguel, Steve quedaba esperando mas información y se volvió a percatar del mecanismo, Letiel sonrió sutilmente al ver el juego del curioso y el maestro. -¿Que pasó con la Atlántida, en donde estaba ubicada?-Se ubicaba en el estriado mar mediterráneo y no desapareció se mudo a otro, los de la Atlántida se mudaron a otro plano eran y son evolucionados en espíritu-

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-En el Mediterráneo…- pensante y fascinado quedaba Steve mirando por la ventanilla, parecía que de momento había calmado su sed de respuestas, Miguel lo observaba y admiraba la simpleza del joven y de la humanidad en sí.

El camión que transportaba a Amilius estaba llegando a las vías que atravesaba la carretera, el tren, estaba descarrilado y humeante sobre el camino a cruzar, el conductor se detuvo a unos metros de ahí. -Pueden dar la vuelta, ya me habéis ayudado mucho- dijo Amilius con sonrisa comprensiva. -No lo dejaremos solo…- aclaró Rachid Amilius comprendió y advirtiendo dijo -Pues tienen que mantener la calmaEl conductor miraba fijamente al bólido en ruinas y escuchó ronroneos a todo lo largo de los seis vagones del tren. -Recuerden que la muerte está sobrevalorada, lo importante realmente es haber vivido- continuó diciendo Amilius ante los rebeldes que lidiaban entre el temor y el coraje. -Habrá que cruzar caminando…- dijo el conductor. Amilius miró al grupo y dijo -Yo iré primero- se colocó de pie y bajó del camión al igual que el resto, el engañoso silencio dominaba el desierto y la ruta, solo una brisa hablaba trayendo pestilentes olores. Los rebeldes cargaban sus armas de fuego, Amilius aun tenía enfundada la espada en su espalda. Para cruzar el accidentado tren, la manera más rápida era pasar entre dos grandes vagones, hacia ahí se dirigió Amilius con cautelosos y constantes pasos. (A cientos de kilómetros el Arcángel Miguel percibió el peligro y cerró sus ojos). -Alertas señores- dijo Amilius y desenfundó su bella espada estando a dos metros de los vagones, en el instante en que las endemoniadas criaturas empezaron a surgir de todas partes, las armas de fuego comenzaron a resonar y aniquilar a las bestias, Amilius hizo lo propio con su hierro. Con ira descontrolada decenas de bestias enfrentaban a los humanos que aun no podían cruzar las vías, uno de los rebeldes sacó sus granadas y se las tiró a las hordas que se acercaban, Amilius intentaba abrir camino, cuando las lanzas le daban muerte a dos de los valientes guerreros, un tercero fue alcanzado por las fauces y garras de los demonios, las granadas explotaron. Solo quedaba Amilius, Rachid y el conductor, este último mostraba pánico en sus ojos disparando de forma descontrolada, era presa del odio y desde sus entrañas nacía una nueva criatura, esto impactó al restante y amable guerrero marroquí quien en la distracción fue atacado por detrás, una lanza se clavó en su cuello. Amilius se dio vuelta al sentir ese final dándose cuenta que quedaba solo. Las bestias se detuvieron y rodearon al joven, que sabía que solo tenía una oportunidad, un camino entre la unión de los vagones le permitiría cruzar hacia el otro lado para luego correr, sentía que no podría él solo con todas las bestias que superaban el centenar. Los morbosos seres se acercaban, reconocían al joven y sabían de su destreza, aun así avanzaban paso a paso mientras arrastraban su pestilencia acompañada de gruñidos incongruentes. De la espada de Amilius caían gotas de demoniaca sangre negra, sin más y con toda la velocidad posible inició la carrera, el joven comenzó a saltar obstáculos y trepar los retorcidos metales, mientras que las criaturas enfurecidas iban tras él. Amilius logró cruzar y comenzó a correr con todas sus fuerzas por la ruta, la horda, adquiría velocidad utilizando los pies y las manos cual monos para correr más rápido. Al los cien metros de carrera, el joven entendió que huir no era una opción que lo salvaría, tarde o temprano lo alcanzarían y ya estaría cansado para luchar. El joven se detuvo recuperando el aliento, se dio vuelta y los veía venir a unos veinte metros de él. Caminando llegaba, se detuvo a la par de Amilius, este lo miró, lo reconoció manteniendo la calma y murmuró Eliash…Página | 102


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Sus dos metros de altura anunciaban victoria, su cabello negro y largo se movía por la brisa del desierto, un tapado de un gris oscuro, extremadamente sencillo le cubría por completo como lo hace el uniforme a un carnicero, solo tenía un tajo desde su cintura hasta sus pies, el cual le permitía la movilidad, este, dejaba verle unos pantalones anchos de tendencias orientales de un color negro sucio, su cuello era abrazado por un grueso y sombrío pañuelo. Mirada aguda y achinada de iris amarillo y penetrante, marcaba un historial extenso en terrenos de combate, sus intenciones eran aclaradas por su espada fina y recta con mango de marfil. Su presencia demostraba que no había pasado el tiempo para él desde aquella vez en la aldea de Etiopia, a pesar de que de eso, ya hacían cientos de años. -Señor es un honor volver a verle- dijo el guerrero haciéndole un ademan con la cabeza. Amilius no respondió recordando de repente momentos y encuentros con Eliash en otros tiempos, en otros combates. Ambos sosteniendo con firmeza sus espadas, comenzaron a correr a hacia las entidades cuando estas empezaban a chillar y avanzar para morir matando. Estando a segundos de la violenta colisión, Amilius sintió unas presencias sobre su cabeza y sin parar la carrera miró hacia arriba y vio a unos cien metros de altura, más de cincuenta Ángeles que descendían a gran velocidad sobre las bestias cual halcones sobre las ratas. Eran de la tercera jerarquía de los Ángeles conocidos como los Principados, su vestimenta resaltaba a la de las Potestades y Poderes comandados por el Arcángel Miguel, sus colores eran de oro y Rubí. Amilius sonrió juntado aun más coraje. En cuestión de segundos cayeron sobre las criaturas. Los alados no tenían espadas ni arma alguna, pero su estatura superaba a los del ejército del arcángel Miguel, llegando a los tres metros, no poseían cabellos y sus ojos eran oscuros y grandes, sus alas fuertes eran letales, capaces de decapitar y partir a las bestias sin piedad. Eliash y Amilius a la par de los Principados arrasaban con destreza, a pesar del poderío angelical, los demonios lograban entre varios reducir a un Ángel hasta matarlo, aun así entre caídas y victorias las bestias fueron sucumbiendo, a los pocos minutos todas fueron aniquiladas. Amilius agitado, cayó de rodillas al suelo, Eliash se le acercó sin mostrar síntomas de cansancio. -¿Se encuentra bien señor?- y le extendió la mano al joven elegido, este lo miró de reojo y aceptó la ayuda para ponerse de pie. Los Ángeles con sus enormes cuerpos se acercaron a Amilius y se colocaron de rodillas ante él, Eliash hizo lo mismo. Amilius ya respetando el ritual no pidió que no lo hicieran como en otras ocasiones y dejó que se produjera esos segundos protocolares. Una vez de pie, uno de los Principados, diferenciándose de los demás por un circular amuleto de oro aferrado a sus prendas y en su pecho, se le acercó, se trataba de el Arcángel Uriel, el líder de los Principados, que por los humanos eran más conocidos como los Ángeles de la guardia. -Mi nombre es Uriel y me honra acompañarlo en este camino señor- dijo con profunda voz. -El honor es mío arcángel…- dijo Amilius reconociéndolo y continuó -… ¿los han enviado sin armas a la batalla?-Sí señor, así se plantea esta prueba para los Principados, no somos Ángeles de combate, pero el universo nos da la elección de observar o de actuar…- respondió Uriel. -Me complace vuestra elección…- acotó Eliash, con seriedad y cierta picardía. -Debemos de continuar, podemos ir a por el camión que ha quedado detrás del tren y ustedes nos seguirían por el aire…-Si me permite Señor…- dijo Uriel-…si bien nuestros cuerpos se han densificado al entrar a este plano, aun tenemos la virtud del vuelo, podemos llevarlos a usted y al hermano Eliash sobre nuestras espaldas, solo debemos turnarnos ya que son muchos kilómetros y seguramente nuestras energías se irán agotandoAmilius pensó un segundo, miró a Eliash que esperaba la decisión -Estoy de acuerdo, será más rápido- accedió.

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El joven enfundó su espada y tras instrucciones de Uriel quien había colocado una rodilla en el suelo, subió por detrás quedando entre las alas y aferrándose con sus manos desde los hombros del Ángel, el cuerpo de Amilius se empequeñecía ante la grandeza del alado. Eliash hizo lo mismo y al unisonó todos los Ángeles emprendieron el vuelo de manera vertical, batieron sus alas, al llegar a los treinta metros de altura tornaron su dirección en forma horizontal ascendiendo gradualmente, Amilius fascinado por la cabalgata angelical sonrió y observó a Eliash que a unos metros y en otro Ángel vivía la misma experiencia, este, miraba hacia adelante, más templado en sus emociones.

Una pluma de ángel puede cambiar tus pensamientos, Haciéndote sonreír como a un niño ante las caricias del amor. Transformando tu realidad a través de susurros con el viento, Que convencen a tu corazón que jamás estarás solo.

Si alguna vez te preguntas -¿Para qué Dios nos puso aquí?- vuelve a pensar en otra cosa, por ejemplo: ¿Qué hora es?Ya que la respuesta que buscas para el primer interrogante es infinita y magnifica, hasta el último suspiro te costará entenderla y aun así para redondear la idea, deberías morir físicamente para que Dios en persona... te lo confirme… o no. Olvídate, de tu rostro para hablar con Dios, tu rostro es solo tela ya pintada, piensa en lo que aun no existe y no existirá, ese eres tú, ahí encontrarás a Dios, sueña contigo sin ver tu documento de identidad, sueña con tu alma, y ya no serás más tu documento de identidad. Hoy soy inmortal y soy yo, trasciendo mas allá de mi cuerpo y de mis posibilidades terrenales, soy uno con Dios, soy uno con el universo, estoy en el estado en el que nuestro creador quiso que viviésemos y hemos olvidado, hoy soy el que soy, hoy muevo montañas y mi padre está conmigo. Dios es mi padre, y yo soy Dios. Amilius

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Los tiempos se iban acortando entre el final y el presente, la carrera incongruente de los héroes inconscientes de su poder, se convertía a cada paso, más letal, los puros y los egos morían en la batalla y en las ciudades, donde habían gobiernos solo quedaban promesas abandonadas, donde las fuerzas armadas dominaban ahora combatían austeros grupos de resistencia y en los lugares en que las religiones convencían, solo habían temerosos aspirantes a creyentes y arrepentidos jerárquicos autoproclamados representantes de Dios en la tierra. La tecnología ya era un juguete roto o defectuoso, las ciencias cayeron a la categoría de teorías destruidas por la realidad aplastante, como así la historia de la humanidad contada, se transformó en redundantes palabrerías de inseguros y egocéntricos historiadores, que vendieron versiones de sucesos que realmente ignoraban. Todo cayó, el poder humano, terrenal, se desvaneció como el mapa estelar, el dinero, el petróleo y las comunicaciones, pilares vitales de la sociedad mundial, se esfumaron con la facilidad de lo superfluo. Pero a pesar del caos, -“Algunos de los cantos más bellos de los pájaros son emitidos en momentos de miedo”en el universo se había abierto un gran portal el cual permitía que los veintidós planos existentes se manifestaran en un flujo constante y palpable en la realidad humana. Si bien esa apertura permitía la entrada de demonios y criaturas densas, también el abanico iluminado de la creación se hacía ver, en diferentes puntos del planeta se fueron distinguiendo en esa inesperada tribulación a los majestuosos e imponentes Ángeles, patrullar y combatir en las ciudades, intentando equilibrar la balanza entre el hombre y su ego. En lugares como en la Patagonia al sur de la Argentina, en las amazonas de Brasil o en las llanuras de Escocia, llegaban noticias antes de que se perdiera la comunicación mundial, de apariciones de seres como duendes y hadas, cientos de ellos reconocidos co-creadores de lo que existe en este plano, se mostraban y relacionaban generosamente con los humanos. Como las ánimas (conocidas trivialmente como fantasmas), que en la ciudad terminaron siendo moneda corriente, sus presencias transitaban por las ya devastadas calles, en un ritual de compasión y recolección de las almas, que dejaban los cuerpos mutilados por la carnicería planteada. Pero una de las manifestaciones más espectaculares, sin manera de poder menospreciar a las otras, eran las de variadas razas alienígenas que convivieron con los humanos durante cientos generaciones, estas, fueron adquiriendo su propio cuerpo, para dejar de imitar holográficamente al del ser humano (muchas se retiraban del planeta), los extraterrestres que no eran visibles, se dejaron ver en señal de respeto al cambio, también, las razas que físicamente eran como las humanas fueron recogidas por sus pares y retiradas de este plano o planeta en una especie de evacuación interplanetaria a voluntad, ya que muchos elegían quedarse e intentar ayudar al confuso terrestre. Asimismo se podían ver a “Los guías”, (Con la diferencia de que alguna vez fueron humanos, los guías eran seres elevados de una luz y función comparable con la de los Ángeles Guardianes) estos, se dejaban ver en forma de mariposas, acompañando los pensamientos de sus protegidos, intentando evitar que el odio o miedo se apoderaran de ellos, su función estaba muy limitada por el plan divino, ya que en la mayoría de los casos, estos seres eran testigos de la muerte física de sus almas a cargo. La realidad y la verdad manifestada con vertiginosa sinceridad, estaba planteada sobre un escenario agitado como pocas veces había visto el ser humano, el planeta tierra sacudía su lomo como lo hace un perro para arrojar al suelo a las pulgas que se han pasado de la raya. Las tempestades, terremotos, tsunamis, huracanes y lluvias, si bien mermaron a través de los días, dejaron una catedrática destrucción a su paso. El hombre, la humanidad parecía perder su lugar en el mundo, su derecho a vivir, su privilegio a utilizar este plano para evolucionar como divinidad, si bien Amilius tomaba un papel importante en la continuidad de la especie, cada ser humano tenia la misma responsabilidad y compromiso de anteponer el amor al odio, cada uno era su propio mesías y asesino, para honrar la existencia y mantener el derecho a continuar evolucionando como humanos, cada uno debía ver por primera vez a su divinidad cara a cara, mientras que el resto de las especies, seres, entidades y criaturas, elegían ayudar o no al menor y mas Cristico de sus hermanos. La cariñosamente llamada “Sucata Velha” comenzaba a hacer unos extraños ruidos en su motor, los soldados, dados de pilotos se miraban entre ellos en señal de mal presentimiento. -¿Qué fue eso?- Ludmila preguntó sin realmente querer hacerlo. -Nada, tranquila…- falseó Steve igual de atemorizado. -Esta nave ya no nos puede llevar…- sentenció fríamente el Arcángel Miguel. Página | 105


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-Esa es otra opción…- dijo Steve con una irónica angustia. -¿A cuánto estamos de las costas?- preguntó Ludmila. -A unos cien kilómetros…- respondió el copiloto que se asomaba desde la ventanilla y continuó-… el motor esta fundido, deben saltar-Chatarra vieja…- murmuró Steve recordando el significado en portugués de “Sucata Velha”. El Arcángel Miguel miró con piedad al soldado y le dijo- Solo podremos transportar a una sola persona en nuestros brazos-Pero somos cuatro personas y ustedes dos…- dedujo con angustia la joven. -Marine, ¿tenemos una misión o qué?- dijo el piloto que escuchaba la conversación mientras intentaba controlar la nave. El copiloto se volteó para mirar a su compañero y entendió la trágica y honrosa invitación. - Tenemos una misión Marine…- afirmó y volvió a mirar a Miguel -…deben salir ahora…- el arcángel asintió sutilmente con la cabeza, pero a su vez, sintió asombro por las cualidades de la especie humana. -¿Debe de haber otra forma…?- insistía Ludmila, no quería ver a nadie más sacrificarse, sus ojos se cristalizaron. -Tranquila…- dijo Steve tratando de calmarla, sabiendo que esas emociones confusas como la incertidumbre, eran conductos a la mutación demoniaca. -¡No tiene que ser así!- repetía la mujer mientras que el soldado aceptando su papel, regresó a su puesto. -No, no Ludmila debes calmarte- dijo Steve considerando que si no se tranquilizaba, la joven estaría perdida. En ese momento, Letiel, con total serenidad le tomó a Ludmila, ambas manos con las suyas. El Arcángel se percató de esa peculiar demostración y observó a Letiel. -Es su elección y está bien, no hay porque temer, ellos estarán en la gloria en unos minutos- sus ojos negros disiparon el tormento de la joven. -¿En verdad?- murmuró ella intentando recomponerse y creer. -No se otra cosa que la verdad- concluyó el Ángel, ella entendió y se colocó de pie para entrar a la cabina, impulsivamente y sin mediar palabras, abrazó a los dos soldados. -Encuentra a Amilius- dijo el piloto, ella sonrió entre lágrimas y se retiró. Letiel abrió la puerta de la avioneta que fue arrancada por el viento. -¡Es momento de usar las alas!- exclamó el copiloto mientras veía como la avioneta apagaba su motor tras una bocanada de humo negro. El Ángel Letiel tomó en sus brazos a Ludmila y saltó al vacío para seguidamente batir sus alas y controlar el vuelo. Miguel se acercó a la cabina y colocó una mano en la espalda de cada piloto y cerró por un instante sus ojos, otorgándole así, paz en los momentos finales. -Yo siempre creí Miguel- en paz, murmuró el copiloto, mientras veía cómo se comenzaba a descascarar las alas de la “Chatarra Vieja”. -Él lo sabe…- concluyó Miguel y sin mediar palabra tomó en brazos a Steve y abandonaron la nave. La nave empezaba a caer y el piloto se aferraba a los temblantes controles-¡Ah! Cargo ridículo y pesado es velar por la vida de un igual…- rezó el joven. Su compañero le estrechó la mano con fuerza y se miraron con coraje y hermandad. -Amen…- concluyó el copiloto. Los Ángeles volaban hacia el continente Africano, Ludmila ocultaba su rostro en el pecho de Letiel para así no ver como se estrellaba la avioneta en el vasto Atlántico. Steve que era llevado por el Arcángel, mientras miraba las aguas a doscientos metros debajo de él, recordaba las palabras escritas en uno de los tantos libros que leyó, en el cual un caballero de la época medieval dijo al final de un encarnizado combate. -“La guerra es una fábrica constante de obligados héroes”-.

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Las alas del Arcángel Uriel, firmes y constantes eran el vehículo de Amilius cuando estaban cruzando la frontera de Marruecos y Argelia a cien metros de altura, así, dejaban atrás el punto base fijado en su momento por el difunto Rachid, era la ciudad de Figuig, esta, también a las alturas se veía devastada. Los principados a la par del arcángel, marcaban una angelical franja alada en el cielo. Tras un breve comentario del Ángel a su pasajero Eliash este último asentó y en pleno vuelo esperó que otro alado se acercase, el milenario guerrero saltó sobre el otro ser iluminado, haciendo así el relevo a causa de que el primero ya estaba agotado. -Señor, deberá pasarse a mi hermano…- dijo Uriel mientras otro principado se acercaba a ellos. -Entiendo Arcángel- dijo el joven viendo el peligro de la transacción, aun así, no lo pensó y se lanzó con atino sobre el otro Ángel, quien lo recibió con estable firmeza. El planteamiento era tocar tierra lo menos posible, ya que las ciudades existían hostiles y era menester llegar lo más pronto permitido, pero claro estaba, que los Ángeles debían descansar en algún momento antes de un nuevo combate. Mientras, seguirían en vuelo rotando la carga, en este caso al Elegido y a Eliash. Mientras que el Arcángel Miguel con Steve en brazos llegaba a tierra firme, detrás, descendía Letiel con Ludmila. -¿Te encuentras Bien?- le preguntó Ludmila a Letiel quien disimulaba su estado de cansancio, el mismo, no llegaba a entender la densidad de su cuerpo y sus límites. -Si- respondió escueto. -¿Dónde estamos?- Preguntó Ludmila mirando a su alrededor, donde se apreciaba una creciente ciudad que moría tras los escombros y sombras que cubrían lo que pudo ser. -Casablanca- respondió Steve tras un par de deducciones y muchos conocimientos geográficos. -Buscaremos un refugio seguro y mañana continuaremos- resolvió Miguel y todos estuvieron de acuerdo. Caminaban por las calles, donde el silencio se entendía triste y agónico. -Estoy muerto de hambre- murmuró Steve. -Me gustaría ducharme- acotó Ludmila, a esto, Steve se olió las axilas y consintió con un sutil gesto. Los Ángeles que caminaban detrás de ellos se miraron y Letiel fisgoneó debajo de sus axilas imitando a Steve, luego, volvió a mirar a Miguel para compartir ambos la ingenuidad. -Entremos a este hotel- dijo Ludmila dirigiéndose al mismo sin más. -Cuatro estrellas, no está mal- consensuó Steve yendo detrás de ella, los Ángeles miraron a su alrededor con sigilo, Letiel emprendió el vuelo, mientras que Miguel entraba con los humanos al edificio. La lujosa recepción estaba deshabitada y prácticamente destruida. -Debemos ir lo más alto posible- informó Miguel. -Pero habrá que ir por las escaleras, los ascensores no son recomendables con esta baja tensión- dándole pesadez la idea, Steve dijo, mientras veía parpadear las pocas luces que funcionaban en el hall. -Será lo más seguro- manifestó el Arcángel. -Primero lo seguro- Dijo Ludmila colocándole una mano en el hombro al resignado estudiante de arqueología. -Ok, pero primero pasemos por la cocina para no volver a bajar- exclamó Steve ya destinándose hacia unas de las puertas laterales. Al llegar a la gran cocina, se encontraron con que los olores no eran muy sanos, así, terminaron recolectando comida enlatada, varias opciones que colocó Steve en una bolsa, mientras que Ludmila se encargaba de las botellas de agua, se las pasaba a Miguel para que colaborara, este último, las recibía con un poco de recelo, ya que su jerarquía no estaba acostumbrada a la soltura y practicidad humana. Una vez abastecidos, comenzaron a subir las escaleras que unían los veinte pisos. Al llegar al último piso, desembocaron en un pasillo que conducía a una sola habitación con puerta de entrada de dos hojas, se trataba del Pent-house del Hotel. Antes de llegar a la puerta, esta se abrió, Letiel lo hizo, había entrado por el ventanal, luego de controlar la zona, llegó volando hasta la cima del edificio, sabiendo de antemano los planes de su superior Miguel. -Ok, ahora estamos hablando el mismo idioma- dijo Steve al entrar y ver el interior del lugar, Ludmila se fue a unos de los baños, se encerró y suspiró mientras apoyaba sus manos en el lavamanos, se miró en el reflejo del espejo y recordó a Amilius y la desesperanza acosó su alma, decidió romper con el momento y bajo la amarillenta luz titilante abrió los grifos de la ducha, se bañaría con agua fría, pero no importaba, hacía mucho calor y las exigencias se reducían. Página | 107


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Steve exageradamente se tiró en uno de los sofás vociferando sonidos de relajación. Ambos Ángeles se sentaron en otro de los cómodos asientos suficientemente grandes para ellos dos. -¿No tienen hambre, sed, sueño?- preguntó Steve a los alados mientras se reincorporaba, se sentó frente a ellos cuando buscaba en las bolsas de comida algo para seducir a sus amigos. -No sabemos qué es eso, pero estamos sintiendo incomodidades en estos cuerpos- admitió Miguel. -Sus cuerpos materializados, se cansan y desgastan, es lógico que tengan que sentarse y recostarse como también comer y beber- dijo Steve y le alcanzó una lata de guisantes, Letiel la tomó y la observó con confusión. -Con beber agua estaremos bien- dijo Miguel y Letiel afirmó con la cabeza devolviéndole el alimento a Steve. -Ok, mas para mí…- Resolvió el joven y le dio una botella de agua a cada uno de ellos, los alados, miraron los envases y Steve con empatía tomó otra y les mostró como beber del pico del mismo, estos, paso a paso y con desconfianza lo repitieron, mostrando asombro en los efectos refrescantes en sus cuerpos. -¿Así se siente, cuando se alimentan del sol, de la energía pura, o del amor de Dios?- Preguntó sonriente Steve. -Todo lo que has nombrado es la misma fuente…- corrigió Miguel y continuó-…y si, la sensación es muy parecida…- concluyó el arcángel para continuar bebiendo a lo igual que su camarada angelical. -Debo darme una ducha o dentro de poco oleré como los mismos demonios- dijo Steve y se dirigió a otro de los baños, así, quedaron los Ángeles en silencio y solos en el medio del lujoso salón, hasta que Letiel confesó -El agua es maravillosa…-Nunca he sentido nada igual- sin mirarlo, acotó Miguel. Al rato apareció Ludmila vestida con un albornoz blanco con el bordado de las iniciales del hotel, se sentó en el sofá donde había estado Steve, los Ángeles permanecían en el mismo lugar. -Comeré algo- dijo Ludmila buscando en la bolsa de provisiones. -El agua está muy buena- acotó Letiel, Ludmila lo miró y vio como ambas botellas de los alados estaban vacías. -Ok- sonrió la joven, separó una botella para ella y tomó unas galletas dulces. En ese momento reapareció Steve, también con un albornoz, este era de color gris, se sentó al lado de Ludmila. -Vi que en una habitación, hay ropa de hombre y de mujer…- le dijo Steve a su amiga. -Perfecto…- remarcó la joven entusiasmada por la noticia -…la necesitaré…-Estaba pensando Arcángel, si la ciudad de Agharti también fue invadida…-planteó Steve. -Los demonios primero lo hicieron ahí, pero descendieron, es decir que fueron engendrados sobre la tierra para luego bajar y destruir todo, abajo solo unos pocos quedaron- dijo el Ángel con un dejo de pena. -Hubiese querido conocer esa ciudad…-dijo pensativo el joven y continuó reflexionando en voz alta -…Cada ser humano de este planeta puede ser un demonio, cada persona que se equivoque en la emoción a sentir muriendo en el acto engendrará un demonio…Dios.Se crean unos segundos de silencio. -No sabíamos que esto sucedería, de esta manera, nosotros tuvimos que elegir y sabíamos que si protegíamos a Amilius él nos guiaría…-Mi amigo…- sonrió Steve recordando a su compañero de departamento. -¿Pero por qué no bajan todos los Ángeles de una vez y terminamos con esto?- preguntó Ludmila intentando de erradicar el problema de una vez por todas. -Al hacernos corpóreos perdimos la inmortalidad, esto implica que nuestros poderes pierden fuerzas, morimos...- Dijo Miguel y como una agregado a la respuesta y continuó-…El ejercito de Dios es en verdad infinito, pero en estos momentos depende del humano, podemos hacernos mortales por cada alma recién nacida, cada alma pura nos permitirá pasar a este plano y combatir a las criaturas…-Tiene que nacer un bebe para que baje un Ángel- dijo Ludmila entendiendo. El silencio de los presentes lo confirmó. -Espero que sea luna llena…- dijo Steve con una apagada ironía, refiriéndose a la tendencia de que mas parturientas dan a luz cuando la luna esta completa ante nuestros ojos.

Estaba volviendo a amanecer en los nublados cielos africanos, tímidos rayos de sol intentaban iluminar la desoladas tierras. Los Principados, habían rotado a sus dos pasajeros durante toda la noche sin parar de volar, pero ya el cansancio era insostenible, inclusive Eliash y Amilius estaban exhaustos a pesar que solo permanecieron sentados en las espaldas de los alados. Página | 108


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El arcángel Uriel sin mediar palabra comenzó a descender paulatinamente y los demás Ángeles le copiaron la acción. El haber volado sin cesar otorgó sus frutos, ya que pasaron la gran Argelia sin descender, hasta llegar a la mitad de Libia para irremediablemente estar aterrizando en el medio del desierto, en un pequeño y desperdigado pueblo, el cual poseía un centenar de casas acopiadas a orillas de una calle principal que era a su vez la ruta que cruzaba todo el país, las casas de piedra y adobe homogenizaban las tonalidades, mimetizándose con el mismo desierto. El lugar no prometía mucha esperanza, pero era lo más cercano a cientos de kilómetros a la redonda. En cuestión de un par de minutos ya habían descendido en ese Pueblo, llamado Zillah. Los Ángeles estaban caminando por la calle principal que era de arena, tierra y piedra (como todo el suelo del pueblo), Amilius observaba unas ovejas perdidas que cruzaban rápidamente el camino, luego, el silencio volvió. Eliash caminaba al lado del joven, cuando Uriel presintió que ese lugar que alguna vez fue zona de guerrillas, aun continuaba siendo un lugar hostil. Continuaron caminando, en el momento en que se comenzaban a escuchar escenas sangrientas de personas perseguidas por demonios… en una bocacalle, Amilius se detuvo y vio a la distancia a una mujer gritando con desesperación, intentaba tomar en sus brazos a un joven que yacía despedazado en el suelo de la calle, la mujer con manos y vestido empapados en sangre fue convirtiendo su llanto en una tos vomitiva. Un Principado, voló hacia ella y aterrizó a unos pocos metros para luego caminar hacia la agonizante dama. La mujer cada vez con más furia, tosía y se movía estrepitosamente, intentando ponerse de pie y cayendo repetidas veces al suelo, hasta que logró erguirse. El ángel se le acercaba con rostro neutro, ella, echó sus hombros hacia atrás exageradamente cuando de entre sus pechos salía una ensangrentada y raquítica mano, el grito de la mujer fue tétrico. Amilius a la distancia sintió pena, pero sabía que ya estaban las cartas echadas. Luego de la mano, sobresalió el brazo con ruido de crujientes huesos, la mujer no podía gritar más y tendía a desplomarse, salió la cabeza del demonio y partiendo literalmente en dos el cuerpo de la víctima, la bestia emergió por completo. El ángel aceleró el paso, el demonio, al verlo chilló como un cerdo y colocó sus garras dentro de su propio pecho aumentando su chillido. El alado, saltó tomando altura cual felino, el demonio extrajo de su tórax una lanza y miró al ángel que estaba por caer sobre él, sonrió victoriosa la bestia cuando el alado con rotunda fuerza descendió sobre esta, golpeándole de manera fulminante con una de sus alas, de tal manera, que la hizo volar varios metros para dar contra la pared de una casa, el impacto fue lo suficientemente fuerte como para cortar la vida del demonio. El amanecer ya se había ensangrentado ante los ojos de Amilius, volvieron a caminar buscando un lugar donde poder resguardarse y descansar, a pesar de las amenazas aisladas, el cansancio era un tema de inmediata atención, el camino no era agradable a los ojos, notoria era la historia deprimente que se había escrito hace horas nomas en esas calles, un camello sin vida se encontraba tendido en el suelo a puertas de una casa, tenia abierto su estomago en canal… El batallón de Ángeles caminaba a la par de Eliash y Amilius hasta que llegaron a un lugar apartado de las casas, era una especie de oasis de una hectárea de superficie, palmeras y hierba abundante, como también una pequeña acequia donde dos fornidos caballos aun ensillados, bebían agua. A pesar de que solo era un lugar silvestre y no un hotel con camas y servicio de habitación, para los presentes ya era suficiente. A orillas del agua, se instalaron los alados, mayormente rodeando a Amilius para brindarle protección, este se acercó a los caballos. -¿Cómo están amigos?- dijo el joven mientras acariciaba el lomo de uno de ellos encontrando paz para el momento.

A cientos de kilómetros de ahí y a orillas del atlántico, Steve junto a Ludmila, en un nuevo y decadente día, caminaban por las calles de Casablanca, el Arcángel Miguel iba delante de ellos en busca de una opción de traslado, por su parte, Letiel andaba custodiando en la retaguardia. Página | 109


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Habían pasado una noche de buen descanso y ya con ropa nueva estaban con energías renovadas, pero hace minutos Steve y Ludmila habían reincorporado el miedo a sus cuerpos ya que eran más seguidos los sonidos de terror, las bestias chillaban a las distancia, se hacían eco en toda la ciudad, era necesario dejar la el lugar lo antes posible. Los vehículos en las calles estaban destruidos, la opción de cruzar la ciudad a pie, no era muy saludable y menos cruzar todo el país rumbo a Amilius. Miguel se detuvo. Los demás hicieron lo propio. -¿Qué sucede?- murmuró Ludmila sabiendo la respuesta. El arcángel se dio vuelta y miró con sutil preocupación a Letiel, quien desenfundó su espada. - Ludmila, no te separes de mí…- le dijo Letiel a la joven. -Odio el miedo…- murmuró Steve y desenvainó su katana. -Si odias te convertirás en uno de ellos- acotó Miguel y se aferró a su afilada arma. -Buen recordatorio- dijo Steve, sabiendo que esas palabras estaban dirigidas a él. Las bestias ya vaticinadas, agazapadas, comenzaron a aparecer por todas partes del escenario, en cuestión de segundos un centenar de ellas rodeaban a los cuatro forasteros que plantados, estaban en medio de la calle. -¿De esta no saldremos verdad?- Ludmila, al ver que el numero de enemigos eran demasiados, pregunto a quien quisiera responder. -Cuidaré de ti- dijo Letiel y mostró media sonrisa, ella recibió ese cariño. Letiel, volvió a mirar Miguel y este afirmó con la cabeza, ambos Ángeles a la vez y rápidamente tomaron en sus brazos a los humanos para elevarse a fuerzas de alas, el primero en ascender fue Letiel con Ludmila, logró subir unos tres metros, cuando las bestias rápidas en su malicia, acertaron dos lanzas en la espalda del Ángel, haciéndole titubear en su acenso. -¡No!- gritó Ludmila al ver que una lanza traspasaba el pecho del alado, aun así, Letiel continuaba ascendiendo. Miguel y Steve corrieron mejor suerte y consiguieron esquivar la horda y sus lanzas, aunque una de ellas rozó un ala del arcángel hiriéndolo levemente; ese centenar, como un mar rojo tapando las calles, quedaba en sed de muerte y a la distancia. El arcángel al ver que su soldado estaba herido, entendió que no duraría mucho tiempo más en el aire, se acercó a Letiel y utilizó toda su fuerza, tomando con un brazo a Steve y con el otro sujetó la mano de la Potestad, quien a su vez, sostenía con un solo brazo a Ludmila, ella, mostraba lagrimas al ver como luchaban por salvarla. El arcángel Miguel en una demostración de camaradería y fuerza, ascendió varios metros cargando el peso de sus tres compañeros de viaje, hasta llegar a la terraza de un edificio de diez plantas. La azotea era amplia y parecía ser segura. Los cuatros, cayeron casi desplomados sobre la superficie, Miguel se acercó a su compañero y sin mediar, rápidamente le quitó ambas lanzas, Letiel ya estaba sin fuerzas y con mucha sangre manchando de rojo sus blancas alas. Ludmila en un incontenible llanto, miraba al Ángel a los ojos. -Lo siento…- murmuró la joven. Steve, rendido se quedó de rodillas en el suelo, maldiciendo la poca fortuna. Por su parte Miguel, se puso de pie, intentaba entender la muerte desde este punto de vista. -No debes sentirlo, mi misión es hasta este instante y es un honor haberte ayudado- dijo el Ángel mientras intentaba disimular su dolor físico. -No quiero que te mueras- dijo la joven. Letiel mostró una agradable y tenue sonrisa -La muerte solo es el preludio de la verdadera vida…- sintió dolor y volvió a mirar a la joven -…Sois unos seres hermosos...- concluyó el Ángel antes de dejar salir su último respiro, cerró sus ojos lentamente y murió. -Dime que estará bien…- le dijo Steve a Miguel en tono de reclamo, pedía consuelo ante la muerte. Miguel miró hacia el cielo, luego al joven y con tranquilidad renovada tras una sonrisa le dijo -Letiel ha vuelto a la fuente, está agradecido por la experiencia y velará nuestros pasos desde ese plano…- miró el cuerpo inerte de Letiel y continuó-…Ludmila, el cuerpo que yace en el suelo, es solo la representación materializada de Letiel, solo es una parte transitoria de lo que él es, nada mas…-Sí, lo sé…es difícil de asimilarlo- dijo la joven y sonrió mientras se secaba las lagrimas, miró nuevamente al Ángel caído y se colocó de pie. Cuando los sonidos de los demonios se escucharon cada vez más fuerte, Steve se asomó por el lado del edificio que daba a la calle y vio como las bestias entraban por el portal principal y otras intentaban escalar la fachada del mismo. Página | 110


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-¿Están entrando, que hacemos?- dijo Steve. Miguel miró su ala izquierda, perdía un poco de sangre y confesó -No podre llevarlos a ambos…Steve miró a Ludmila quien observaba como las criaturas subían rápidamente. -llévatela a ella- dijo el joven, al escuchar esto Ludmila reaccionó firmemente. -¡No!, prefiero morir aquí y ahora, pero no dejaré que nadie más muera por protegerme…- la clara postura de la joven no dio lugar a persuasión, pero tampoco había una solución alterna.

Amilius sentando en el pasto observaba el movimiento de las hojas de palmeras gracias al descontinúo viento, el batallón de más de treinta Ángeles estaba desperdigado por la periferia, uno de ellos, acariciaba a un corcel con curiosidad… De pronto, Amilius comenzó a sentir una perturbada sensación, frunció el ceño y dijo con vaga voz. - Arakib…Tanto el arcángel Uriel como Eliash, alertados miraron al hombre y observaron el cielo. - Debemos irnos- dijo Eliash. Avisados, todos los ángeles se acopiaron, dejando en el centro a Amilius. En ese momento y desde el tormentoso cielo, Arakib, como una gran ave de presa descendía en dirección a Amilius. - ¡Proteger al elegido!- Dijo Uriel, curiosamente exteriorizando una orden. Y la bestia descomunal bajó de las alturas. Narrada por los mitos y leyendas en lenguas muertas, describían a un ser de nacimiento abominable, así se presentaba en ese oasis perdido en el desierto; con cuerpo a medio mutar en diferentes animales, en su parte delantera era la de un gran felino de patas musculosas y garras letales, sus patas traseras eran cual buitre pero proporcional a su gran cuerpo, un par de alas huesudas y venosas como las de un gran murciélago, sudaba por su peludo cuerpo de cabellos quemados por el mismo infierno, a todo el ser le predominaba el color oscuro y rojizo matizado, de su melena de león salían dos punzantes cuernos negros a cada lado de la cabeza, el mentón era el de un buey su rostro era inimaginable, pico de ave carroñera con dentadura desdentada y putrefacta, dejaba mostrar una lengua de serpiente de color morada, el espanto se remarcaba en sus ojos por completo rojos y muertos, inyectados de violencia, parada en sus dos patas traseras la bestia media quince metros. Su bestial grito asustaba tanto como su imagen, los caballos huyeron espantados. -Dios…- murmuró Amilius al ver a la bestia descender como un bólido, diez de los Ángeles sin armas y con mucho coraje se elevaron yendo directamente al choque con Arakib. El impacto mató instantáneamente a algunos de los alados, los otros se aferraron a la bestia desestabilizándola para así, todos caer al medio de la acequia causando un estallido de agua. -Señor debe salir de aquí- le Dijo Uriel a Amilius. -Me quedaré…- contradijo el joven listo para el combate, el arcángel calló. En ese momento, la bestia emergió del agua con tres Ángeles sobre sus espaldas, uno de ellos con sus propias manos le partía un ala a la criatura, esta enloquecida le mordió un brazo al Principado arrojándolo varios metros, mas Ángeles se abalanzaban sobre arakib, pero de sus fauces lanzaban llamaradas de color rojo y morado que terminaban en bolas de fuego, estas calcinaron trágicamente a varios ángeles como si fueran muñecos de papel, aun así, esto no detuvo a los otros alados que avanzaban. La bestia, dio un gran salto hacia donde se encontraba Amilius, a la vez que peleaba y forcejeaba con los Principados, los cuales no paraban de golpear con todas sus fuerzas al engendro. En ese instante, Amilius sin previo aviso corrió hasta Arakib y saltó sobre su lomo; los Ángeles, se sorprendieron al ver el coraje del elegido. Eliash, mostró una sonrisa de desafío y también corrió hacia la criatura haciéndole frente, esta le lanzó fuego y el habitante de Agharti, virtuoso, esquivó la mortal llamarada. El Elegido, clavó su espada en el lomo del ser decadente, este hizo un gran movimiento brusco con el cual arrojó a los Ángeles y a Amilius a varios metros de distancia… A los segundos, un alado le acercó la espada al joven, la misma había caído al suelo. Página | 111


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-Gracias…- dijo Amilius y se colocó de pie, Uriel, también se le acercó mientras que a varios metros de ellos, Eliash y otros Ángeles trataban de doblegar a la bestia. -¿Siempre esta de mal humor?- capcioso, preguntó Amilius refiriéndose a Arakib. -Siempre…- respondió Uriel. Fue cuando Amilius volvió a sentir una revelación y murmuró sin pensar - AzazelUriel observó hacia el oeste, fue por donde se escuchaba el crujir de palmeras… en cuestión de segundos se hizo presente. El antiguo rival de Eliash se hacía temerariamente en la escena. Acusando sus diez metros de altura, Azazel se paró en su dos musculosas patas traseras, similares a la de un Tiranosaurio Rex. Era una especie de reptil, su joroba y toda su espalda terminaba continuada a una cola de cocodrilo, con cuernos afilados en línea con la vertebra, brazos inmensos y fornidos, poseía manos grandes y desproporcionadas con cuatro dedos, largos y con filosas uñas negras; un pecho protegido como el de una tortuga, daba la impresión de un ser indestructible, pero su cabeza causaba la mayor confusión, la cual estaba bajo el nivel de su joroba, un solo ojo central, grande y brillante como el petróleo se encontraba por debajo de una gran boca, invirtiendo así, la distribución de cualquier rostro conocido. Azazel, al ver la escena de combate y principalmente a Amilius, pareció sonreír… De manera instintiva todos los Ángeles, los veinticinco que quedaban junto a Eliash y a Uriel, fueron adonde Amilius para protegerle. Arakib, bastante herido pero igual de feroz, observó a Azazel y le gritó agudamente, la otra bestia le respondió con un grueso y escandaloso rugir, se estaban comunicando. -Hay algunos que nunca aprenden- esbozó Eliash mientras miraba con estudio a Azazel. En el medio del oasis, una línea imaginaria separaba a ambos bandos por unos quince metros. -Nunca habíamos enfrentado a la vez a dos entidades de estas - dijo por lo bajo Eliash. -Siempre hay una primera vez- parafraseó el joven elegido. Cuando desde un lateral de la línea imaginaria, salió caminando tranquilamente, con su atuendo blanco y oriental, dejándose ver cuando las castigadas palmeras ya no lo cubrían, sus pasos eran seguros e imponentes, se posesionó en el medio del campo de batalla mirando hacia las bestias, desenvainó su katana dejando que brille su arte. Saito, el Sensei de Amilius había regresado de los muertos, había vuelto más fuerte, iluminado mostrando su verdadera misión en esta tierra. Amilius no daba crédito a lo que veían sus ojos. -Sensei…- murmuró incrédulo. -Saito, como lo conoces, más que tu maestro fue tu guardián en este plano, te cuidó y te enseñó a cuidarte…- le reveló Uriel. Las bestias vacilantes gruñían y rujian juntando coraje para enfrentar a los iluminados, parecía que conocían a cada personaje y el conocimiento venia de haber tenido antiguas experiencias con ellos en otros campos de batalla. Saito, miró sobre su hombro izquierdo para ver a unos metros detrás de él a su discípulo y decirle. -Jovencito, debes seguir tu camino, nosotros nos encargaremos- recomendó con paternal tono. Amilius entendió que debía acceder esta vez, era prioridad que él llegase a Jerusalén. El joven miró a Eliash y a Uriel quienes parecían apoyar la opción. Saito, mientras se ponía en posición de ataque, volvió a mirar a las bestias y dijo alto y fuerte -¡Amilius! Enfócate y no uses la emoción en el campo de batalla…Los Ángeles extendieron sus alas, Saito mirando desafiante a las bestias murmuró unas palabras en japonés y empezó a correr a hacia ellas, un Ángel tomó de las axilas a Eliash y lo elevó mientras que Uriel y los demás alados avanzaban con valentía, las abominaciones enfurecidas también daban sus pasos. Amilius quedando atrás, vio como Eliash con espada en mano fue soltado por el Ángel desde unos diez metros de altura sobre Azazel, la batalla sería encarnizada, Amilius tuvo que reprimirse en sus deseos y echo a correr para perderse entre la vegetación del oasis.

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A los pocos minutos, ya había salido de la paradisiaca hectárea para enfrentarse al crudo desierto, sin más, continuó corriendo y así lo hizo constantemente durante un par de kilómetros. Ya el pueblo de Zillah era un bulto en el horizonte detrás de Amilius, los sonidos de guerra también quedaron atrás, solo se escuchaba la respiración agitada del joven que veía a unos doscientos metros frente a él a una silueta voluptuosa, se trataba de uno de los sementales que en su momento bebía agua en la acequia del oasis. El joven llegó a hasta el dócil animal. -Amigo, me alegro volver a verte- el animal relinchó suavemente como expresando reciprocidad. El caballo de color negro y marrón permanecía ensillado, Amilius lo montó como si no fuera la primera vez y comenzó andar por la solitaria y arenosa ruta. El joven por primera vez en mucho tiempo se encontraba solo. El trote se convirtió en galope, mientras el cielo se mostraba violento entre sus hurañas nubes, a pesar que el sol casi no se distinguía, el calor en el desierto era sofocante.

La caterva de criaturas babosas y viscerales de furia, subían por las escaleras internas del edificio, también por las paredes externas del mismo, no había escapatoria lógica. El arcángel Miguel, ser de una fe infinita, dejó escapar una mirada resignada a Steve quien sabía que ese momento se parecía mucho a un trágico final. -Esto no tiene que terminar así…- murmuró Ludmila rechazando ese destino. Pareció ser la consecuencia de su obstinación o el simple funcionamiento azaroso del universo, pero desde el cielo se vieron venir dos helicópteros de bandera norteamericana. Majestuosas naves de combate y rescate conocidos como los Sikorsky UH-60 Black Hawk un helicóptero utilitario de carga media, bimotor y con rotor de cuatro palas, capaz de trasladar a 11 tropas de combate. Dos de estas ostentaciones tecnológicas se iban acercando al edificio donde los acorralados personajes estaban a punto de entrar en enfrentamiento con las bestias. -No lo puedo creer…- dijo Steve sonriente al ver las naves, cuando la puerta que conectaba las escaleras con la azotea fue derribada por las torpes criaturas que se pisoteaban entre ellas para llegar a su presa, a unos diez metros de altura, unos de los helicópteros se mantenía en modalidad estacionaria, no había tiempo para aterrizar, soldados de ambas naves se asomaron por las compuertas y sacaron sus armas de fuego para disparar a los demonios mas amenazantes. -¡Miguel, llévala!- gritó Steve, el arcángel enfundó su espada y tomó rápidamente a la dama arrebatándola del suelo. -¡Steve!- gritó la joven temiendo por su amigo. Unas bestias se aventuraron entre los disparos a atacar a Steve, quien con su katana, se defendía con todo el arte que podía. El arcángel llegó hasta el Sikorsky y fue recibido por dos soldados que tomaron en pleno vuelo a la joven; Miguel bajó rápidamente por Steve lográndolo rescatar, cuando la azotea ya estaba siendo invadida por decenas de seres del inframundo. Furiosas, las bestias arrojaban sus oxidadas lanzas hacia el Ángel, pero no fueron certeras. Steve, abordó el helicóptero y por último el arcángel, el cual era observado por los soldados con evidente asombro. Para sorpresa de los librados, detrás de los uniformados se asomaba sonriente el Padre David. -A esto le llamo ser oportuno- David, dijo radiante. -¡Padre David!- exclamó Ludmila y lo abrazó. -¡Esto sí que es raro! ¿Pero cómo…?- dijo incrédulo Steve. Mientras las naves se alejaban de Casablanca, David explicó -Por misericordia divina un barco norteamericano, pasó por la isla donde habíamos quedado, les conté toda la historia y ofrecieron su ayuda…-Usted si que sabe sacarle provecho a los impuestos que pagamos…- dijo sonriendo Steve, cuando un soldado se sumó a la conversación. Página | 113


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-¿En dónde está el elegido?- preguntó con toda libertad, Steve miró a Ludmila con cierta sorpresa e prevención para luego buscar respuestas en Miguel. -Rumbo a Jerusalén- sentenció el arcángel. -Ok, pues lo llevaremos ahí…- resolvió el soldado. -Muchas gracias- dijo impresionada la mujer por la fluidez en las tomas de decisiones. -Estábamos rumbo al conflicto en Europa cuando sucedió todo… - explicaba el extrovertido uniformado -…y perdimos comunicación con tierra, ¿pueden creerlo?, el USS Ronald Reagan CVN76, unos de los portaviones más grandes y poderosos del mundo estaba a la deriva en el mar, las comunicaciones, el instrumental estuvo por días apagado, los aviones, helicópteros, nada funcionaba, hasta hace veinticuatro horas que empezó a resucitar por cuenta propia, las naves siguen con errores pero se elevan, ahí fue cuando escuchamos los mensajes de auxilio de los soldados desde la isla donde estaba el Padre David…-¿Tienen aviones de combate?- preguntó Steve interesado. El joven militar sonrió y dijo -Sí señor, están esperando nuestra orden para entrar en acción, a lo igual que los cinco mil soldados y algunos juguetes mas… están viniendo hacia aquí, ahora les informaremos que vallan hacia Jerusalén… según el Padre, se aproxima una gran batalla y ahí estaremos para machacarlos…- concluyó con todo el optimismo bélico. El Padre David contemplaba a Miguel buscando el mismo optimismo en el alado. -Toda la ayuda será útil…- dijo Miguel con franca mirada dejando caer un manto de inquietante futuro sobre los presentes. Casablanca estaba a merced de los demonios, como gran parte del planeta urbanizado. Las hélices de los helicópteros cortaban la atmosfera densa para salir de ahí, frente a ellos quedaban varias horas de monótono vuelo.

Dicen que todo va hacia un lugar continuamente, todo, haciendo que la vida sea una azarosa sincronización. Luego de varias horas de galope y llegando al final del desierto líbico, Amilius se encontraba marchando por el ya casi desdibujado camino, de las riendas flojas tironeaba levemente para que el exhausto corcel lo siguiese. El viento caliente intentaba desalentar su fe, el sentido de todo esto, morir, vivir, intentar sobrevivir sabiendo que el después de la muerte no estaba tan mal, ¿para que insistir en la vida? Su divinidad reencontrada ya no le concedía el derecho a dudar del porqué de las cosas, a pesar de que la mayor parte de la humanidad, estaba compuesta por el hombre a medio despertar, el cual no dejaba de caer en malabáricos pensamientos. Si volver a la fuente era idílico, ¿Por qué empeñarse en defendernos ante todo peligro que quiere hacernos el favor de que demos ese paso a la buenaventura? Se cae en el histeria de la pregunta vital y sin respuesta de cual es el objetivo de vivir en esta densidad día tras día, años tras años y sortear prácticamente hasta en el último suspiro y de manera amateur, las interminables y dolorosas emociones. ¿Qué es lo que nos responde a ese único e importante interrogante? ¿Las metas a veces o parcialmente logradas? ¿La filosofía construida y reconstruida de cómo transitar el camino hacia la vejez? Ese interrogante, de ¿Por qué vivir aquí en la alegría y tristeza fundida y titilante y no morir para asistir al banquete de la estable y pletórica felicidad junto al creador? ¿Para que todo este trámite de desarraigos y desencuentros esperando o buscando la recompensa de muestras promocionales con caducidad de lo que se entiende por amor? ¿Amar o aprender era el objetivo de esta travesía?, se preguntaba el hombre mientras moría en manos de sus demonios alimentados por el odio, el miedo y el ego desbocado.

Detrás y a los lados solo se veían dunas y desierto infinito, en frente de él y a incontables kilómetros por delante, se divisaba en el nuboso horizonte, una línea de montañas marcando una diferencia en el paisaje. Página | 114


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Amilius se lo tomaba con calma, llegar era cuestión de seguir caminando y no mas… en su cabeza recordaba a los queridos, a los caídos y a los que dependían de él, en todo su ser estaba la templanza de lo acertado y mágico de la misión, pero aun así, seguía siendo humano. Esa noche, dormiría resguardando sus espaldas en una gran y solitaria roca que resaltaba en el camino, el corcel lo acompañaría en el silencio. Al día siguiente, en las primeras horas de la debilitada luz, Amilius ya estaba en camino nuevamente, montado en su corcel seguía la guía montañosa como una opción de cambio, sus pensamientos, comenzaban a ocupar el primer plano de su presente a causa de la ausencia de situaciones relevantes en la travesía. Las cátedras, enseñanzas y experiencias absorbidas en estos últimos días por diferentes personajes y circunstancias, a cada arenoso paso, caían en un peligroso manto de cuestionamientos. Él, recordaba que a pesar de su antigua ceguera, tenía una vida plena, sin mayores conflictos, es más, mejoraba su perspectiva al haber dado ese importante paso con Ludmila… pero a los segundos, volvía a caer en el entendimiento en el que él era lo que era y por mas que le costara aceptarlo, había sido elegido para algo mas trascendental. Horas pasaron, Amilius caminaba, el fiel cuadrúpedo lo seguía instintivamente ya que el joven ni siquiera lo llevaba de las riendas. En los ojos del elegido se veía desvarío, hasta que cayó al suelo, se permitió desmallarse, la tarde ya volvía a renunciar entre los tormentosos vientos, la supuesta salvación de la humanidad se desvanecía en la soledad perdida del desierto líbico. Los helicópteros militares aterrizaban en la mítica Jerusalén, en la plaza que daba al legendario “Muro de las Lamentaciones”, en el conocido Monte del Templo. Ciudad que supo llamarse “Princesa de la Paz” cuando siempre fue fundida en desgarrados conflictos, en estas circunstancias, corría la misma o peor suerte. Sus calles estaban impregnadas de una densidad mortuoria, bestias y hombres se aniquilaban en un constate instinto de supervivencia, armas de fuego se escuchaban, llantos y gritos se mesclaban con la sirenas de alerta, la ciudad estaba en una lucha encarnizada que parecía no acabar. La historia impregnada en las paredes de las milenarias construcciones, con la sangre, se sonrojaban de vergüenza al ver la incansable ceguera humana. Una ciudad santa para el judaísmo, el cristianismo y el Islam, localizada a cincuenta y dos kilómetros del Mar Mediterráneo, a veintidós del Mar Muerto y a doscientos cincuenta del Mar Rojo. El judaísmo decía que fue allí donde el Rey Salomón estableció el Templo y hacia allí era donde debían dirigirse las plegarias; por su parte el cristianismo promovía que ahí, era donde predicó Jesús y fue crucificado, mientras que el Islam remataba diciendo que era la ciudad en la que Mahoma había ascendido al cielo. Los recién llegados; soldados, arcángel y civiles decidieron ascender por el Monte Moriah para llegar al corazón del templo, el cual, parecía ser un lugar seguro, este, era conocido como El Domo de la Roca. Al llegar a la explanada del templo donde se veía elevado el Domo, Steve agitado por la presurosa caminata dijo maravillado -¡Majestuoso!Nueve soldados acompañaban a Ludmila, al Padre David y al mismo Steve. El Arcángel miró hacia el Domo y luego a sus alrededores, el alado, mostraba un sutil desconcierto en su rostro. -Sera mejor que entremos ahí antes de que las bestias nos descubran- dijo el soldado al mando. Todos se dirigieron hacia la edificación, la cual, se destacaba por su gran cúpula dorada. Ingresaron por su portal principal. La Mezquita Al-Aqsa (Domo de la Roca), se le llamó así por la inmensa roca que hay en su interior, era para los árabes la que Mahoma pisó para ascender a los cielos, además sobre la que Dios ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac y al mismo tiempo era el "Sancta Sanctórum" del templo judío. Página | 115


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Presentaba una planta octogonal con un interior de doble arquería que permitía la circulación alrededor de la Roca sagrada. Según la tradición, la Cúpula se construyó en honor a Dios. El octógono con aproximadamente unos cincuenta metros de radio, vestía suelos de alfombras y baldosas con dibujos en rojo, mientras que paredes, columnas y el interior de la gran cúpula era de un prominente dorado con decoraciones en verde. Los recién llegados ingresaron al lugar sagrado y tras ellos los soldados cerraron el portal asegurando todas las entradas. Todos, se acercaron a la gran y mítica roca, mientras que Ludmila miraba el lugar, le preguntó al arcángel -¿Y ahora qué?Steve, se acercó para escuchar la respuesta a esa pregunta. El arcángel, mirando a los humanos mostró una cualidad humana, la confusión-Ya debería estar aquí…- Dijo Miguel y silenció. -¿Quién?- preguntó un soldado. -Amilius…- concluyó el padre David, poniendo en evidencia que el encadenamiento de sucesos ya no eran predecibles para los alados. -Debemos esperar- agregó el Ángel recuperando su seguridad. Los demás, se quedaron en la incertidumbre, no podían hacer nada más que aguardar resguardados en el interior del Domo, la ciudad era un campo de batalla y ellos desconocían el siguiente pasó.

El caballo estaba lamiendo el rostro de Amilius hasta que logró despertarlo, ya la noche había vuelto. El joven tenía el rostro reseco, estaba débil y sediento, pero se reincorporó para continuar el camino, sus pasos eran discontinuos y desganados, estos, lo llevaron hasta los pies de las montañas, una cadena rocosa, desprolija y con picos de más de quinientos metros de altura, áridas y sin vegetación a simple vista. El joven, estaba prácticamente en la oscuridad (a excepción de unos relámpagos que esporádicamente iluminaban el desierto). Amilius caminaba junto a su silencioso y fiel semental, se metió entre las formaciones por un camino estrecho del cual intuía que lo llevaría hacia algún lugar mejor que el que dejaba atrás. Sus torpes pasos, se truncaban con piedras y rocas en el pasaje, la espada heredada seguía en su espalda y ya le pesaba, aun así, sabía que era más valiosa que su propia vida… Luego de un par de horas de deambular entre los pequeños y secos valles que acorralaban las montañas, se detuvo en uno de estos espacios asfixiantes de silencio, miró a su alrededor, estaba rodeado por las elevaciones rocosas en un diámetro de cuatrocientos metros, no podía ver el horizonte hacia ningún lado. Esto le causó pánico, incomprensión y un inicio de enfado, comenzó a sentirse solo, abandonado. Miró hacia el cielo y quiso insultar. Marchó unos metros hacia la izquierda y otros metros sobre sus propios pasos, el caballo inmóvil en el lugar era espectador del estado tenso del joven. A sus pensamientos venían los dolores del recuerdo, de las perdidas, de las injusticias de su vida, el no haber tenido una vida con padres como los demás, una casa, ojos sanos… el desvarío energético lo invitaba a destruirse celularmente a través de la negatividad de la visión de su propia historia. Su divinidad estaba siendo azotada por el cansancio y el naufragio de la fe recién concebida, inyectada. -Quizás…- pensó- …no sea el elegidoUna lágrima se permitió de sus ojos, cayó de rodillas y habló en su interior pidiendo claridad. Recordó que la oscuridad de la ceguera, nunca le había causado miedo, es más, se sentía seguro en ella. Con dificultad a causa de su cansancio, se sentó en la arena y cerró sus ojos, se seco las lágrimas y de a poco comenzó a controlar su respiración. La mudez desértica era testigo de la realidad de Amilius, había caído en una batalla en la que su espada era obsoleta. Debía enfrentar la nada, con todo lo que tenia, era necesario detener sus pasos, el tiempo, paradójicamente, cuando mas urgido se sentía.

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LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

Recordó que para encontrar el camino, algunas veces, había que perderse. La noche, tosca, era indiferente ante la divinidad del joven. Se esforzó por detenerse, por encontrar su centro, suspendió todo el mundo en ese instante.

El arcángel Miguel, miró hacia el portal del Domo, supo que del otro lado alguien había llegado. Ludmila y Amilius junto al padre David, estaban sentados en el suelo mientras que los soldados circulaban armados por el interior del lugar. -Podéis abrir…- dijo Miguel al soldado que custodiaba la entrada, este, algo dudoso abrió una hoja del portal, del otro lado estaba Eliash, el arcángel Uriel, el Sensei Saito y diez Principados. El soldado se hizo a un lado y los visitantes entraron, Steve y los demás se colocaron de pie. Uriel miró a su camarada Miguel, se manifestaron un leve gesto de cortesía. -El arcángel Uriel…- dijo Steve para luego intentar descubrir quién era ese (Eliash) y desistió al ver al otro presente que se asomaba relajado detrás de los alados. -No puede ser, ¿Sensei?- dijo el joven arqueólogo al reconocerlo. -¿Cómo es posible?- Ludmila preguntó incrédula. Steve sonrió y se acercó con cierto recaudo, como si se aproximara a un fantasma… -¿Sensei?- repreguntó Steve a un par de metros del mismo. -Así me conoces joven Steve…así me puedes seguir llamando- Saito respondió con media sonrisa. Ludmila presurosa y ya obviando lo fascinante de los personajes, preguntó -¿Ustedes estuvieron con Amilius?, ¿Dónde está él?Eliash, miró al arcángel Miguel y razonó -Ya debería estar aquí- la conclusión del milenario guerrero fue el pie para el desconcierto colectivo, ellos habían podido llegar gracias al vuelo forzado de los Principados, adelantándose así, al desafortunado Amilius. Las puertas del Domo de la Roca se volvieron a cerrar para aislarse de una ciudad que se fundía en caos y aun no se percataba de la presciencia de los supervivientes en el Monte de Moriah.

A las horas, Amilius aun permanecía en el mismo lugar, en la misma posición, en una respiración casi en estado de apnea; su corcel ya no estaba, la soledad ahora, era absoluta. Su estado de conciencia volvía hacia atrás, hasta llegar a la calma y libertad de un feto dentro del vientre de su madre. En el estado de gestación, el alma estaba reconociendo por primera vez, cuál será su vehículo para la nueva experiencia. El joven existía en ese escaneo físico y mental, cada molécula de su cuerpo estaba siendo sentida, reconocida y utilizada a voluntad de Amilius. Comenzaba a sentir, escuchar voces de diferentes lados de su interior, mensajes y mensajeros que lo estaban instruyendo y capacitando a gran velocidad, su alma milenaria ya se anteponía ante Amilius para tomar protagonismo. En la oscuridad de una nueva noche y rodeados de las arenosas montañas, la silueta del joven volvía a desprender luminiscencias de colores mutados entre amarillos, celestes, verdes y blancos, a su alrededor, lentamente comenzaron a elevarse objetos a una altura de cincuenta centímetros, piedras, pequeñas ramas resecas y hasta puñados de arena levitaban al unísono. Amilius también se elevo. Y así pasaron horas… Al tercer día de estar resguardados en el Domo, la espera se hacía incomprensible. Los soldados habían salido a la ciudad para traer comestibles y agua, en esos momentos Ludmila comía pan junto a los demás. -Deberíamos salir a buscar a Amilius- dijo la joven pensando en vos alta. -¿A dónde?, la última vez que lo vieron fue a miles de kilómetros de aquí- reflexionó el padre David. -¿Por qué no para traerlo, se abre un portal, como le pasó al sensei y a los Ángeles?- agregó Steve. -Intuyo que los portales no son a voluntad del que lo necesita… o es al azar, o por Dios… que vendría a ser lo mismo…- dijo David.

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-Si, Eliash, tuvo que ser traído por Ángeles desde donde estaban con Amilius…- dijo Steve dándole la razón a David. -Yo lo que sé…-acotó un soldado-… que en cuanto los demonios de la ciudad se enteren que estamos acá adentro, se nos acabarán las vacacionesEliash a metros de ahí, escuchaba la conversación en silencio y entendió que el soldado estaba en lo cierto, se acercó a los arcángeles Miguel y Uriel -He perdido toda comunicación con los míos…- dijo Eliash. -Nosotros solo tenemos vagas imágenes del exterior, pero ninguna orden- admitió en confidencia Miguel. -Estamos en absoluta prueba, a la par que los humanos- entendió Uriel. Jerusalén toda, estaba absolutamente dominada por centenares de demonios que deambulaban buscando algo con vida para aniquilar, a su vez llegaban demonios de todo Israel y aledaños, sumándose así a la marea de bestias impacientes.

El débil día reapareció en el desierto, Amilius por primera vez en más de cuarenta horas volvía a abrir sus ojos, su luz se había vuelto a meter dentro de su organismo, ya no levitaba y todas las cosas en su entorno dejaron también de hacerlo. Lo primero que vio a unos cuantos pasos de él, fue a un ser de cuatro metros de estatura, de contextura humanoide, muy delgado, de brazos largos a lo igual que su cuello, una túnica gris opaco, que cubría todo su cuerpo, su rostro era blanco y bello, rasgos delicados y femeninos, ojos purpura y finos labios, el cabello largo, lacio y blanco cual papel, en su mano izquierda poseía un bastón de color negro, de un material parecido al del hueso. Se trataba de Seimos, habitante de las Pléyades, de una de sus estrellas llamada Maia, situada a un costado de la constelación Tauro, a una distancia aproximada de cuatrocientos cincuenta años luz de la Tierra. Amilius se reincorporó y relajado sonrió al ser, este dulcemente también sonrió -Bienvenido…- dijo en un tono delicado. El joven entendió haber llegado a otro nivel de evolución y conocimiento. -Gracias Seimos, se que no has venido solo…- se anticipó Amilius. -Efectivamente mi señor- dijo el ser y al rededor de ambos se empezaron a materializar docenas de luces celestes con un centro blanco, el cual se agrandaba hasta ir dibujando una especie de torso y brazos que terminaban en punta y sin manos, debajo del supuesto abdomen se afinaba el cuerpo hasta terminar en una delgada cola, la cabeza sin rostro era luz a lo igual que toda la silueta, asemejándose así, al agua que juega a formar una entidad, los seres de nomas de ochenta centímetros de estatura, se elevaban a un metro del suelo. Se llamaban “Elohims”, co-creadores del universo conocido y desconocido por el hombre. Eran unos cuarenta y su luz empalidecía la arena, Amilius estaba conforme y los reconocía. -Es momento…- anuncio el joven cuando se escucharon gruñidos y desde todas partes se vieron venir enfurecidas decenas de criaturas, jaurías de grandes bestias del tamaño de los tigres de bengala, abominaciones carentes de piel, dejaban ver sus carnes y musculatura de un rojo putrefacto, cabezas deformadas con dientes de tiburón y con las cuencas de los ojos vacías. Corrían a gran velocidad hacia el elegido, los Elohims formaron un círculo de protección para Amilius y Seimos. A unos diez metros de ellos, las rabiosas bestias atemorizadas, se detuvieron al ver como los seres de luz emanaban de su cuerpo un campo magnético. Amilius, tranquilamente desenvainó su espada, cuando desde un colina próxima se asomó Semiaza, repulsivo animal también carente de epidermis, pero este además no poseía carnes y órganos, solo huesos inmensos formaban a una especie de dinosaurio de seis metros de altura, de dos poderosas patas traseras y sin brazos, de cola larga con desdentada vertebras y mandíbula desproporcionada a su cadavérica cabeza. Sus pisadas, mientras corría hacia donde Amilius, hacían estremecer con pequeños temblores el suelo desértico, su grito histérico lograba apartar a las otras bestias presentes. Seimos, levantó sus manos hacia las criaturas sedientas de destrucción y las perturbó a través de su poder mental hasta el punto de dominarlas, antes de que llegase Semiaza a Amilius, los encarnizados felinos inducidos por el habitante de las Pléyades atacaron a la gigante aberración, entre bestias se empezaron a pelar brutalmente, con enérgicos y mortales movimientos el gran esqueleto mataba a los demonios de cuatro patas con sorprendente facilidad. -Es momento de elevarse señor- dijo Seimos a Amilius, este observó la masacre del inframundo y sutilmente decepcionado envainó su espada. -Entiendo- dijo el joven. Página | 118


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Los iris purpuras de Seimos se volvieron blancos y de su cuerpo se desprendieron colores rosas y violetas que envolvieron a Amilius, el iluminado ser, golpeó su bastón dos veces en el suelo del desierto. -Hasta luego…- le dijo Amilius y en cuestión de un par de segundos, el elegido se fue desvaneciendo en miles de chispeantes luces. Semiaza se percató de eso soltando un desgarrador grito, las felinas bestias salieron del encanto de Seimos y enfurecidas avanzaron hacia el círculo controlado por los Elohims. - Obrad Elohims- dijo suavemente Seimos y los seres de luz, co-creadores del universo físico y etérico, potenciaron su luz de tal manera que se formó una burbuja única concentrando un poderoso e intenso destello. Seimos en medio del círculo aportó su fuerza lumínica, hasta que se produjo una explosión silenciosa de luz, ondas expansivas aniquilaron a las feroces bestias, incluyendo al frustrado Semiaza, calcinados terminaron en polvorientas cenizas. Todos lo que habían, habían desaparecido. A pocos kilómetros del Monte Sinaí y a orillas del Mar Rojo, más precisamente en el final del Golfo de Agabá en los límites de la ciudad de Eilat, Amilius se corporizaba en instantáneas partículas lumínicas hasta formar su cuerpo, estaba de rodillas, volvía a este plano y a esta conciencia. Abrió los ojos, se colocó de pie, miró su entorno, estaba en una nueva ciudad, desconocida y conocida en cierta forma, pero destruida como las demás, en su momento Eilat, cobijó a más de setenta mil habitantes y fue gradualmente acondicionada para el turismo de alto nivel, ahora, mostraba a sus complejos y hoteles paradisiacos, como abandonados cementerios, quemados y despojados de todo glamour. El joven, comenzó a caminar como si supiese hacia donde debía dirigirse. Aun se encontraba a unos trescientos kilómetros de Jerusalén. Las aguas del golfo traían una cálida brisa, Amilius tenía en sus ojos la determinación de un sicario.

La explanada que rodeaba el Domo de la Roca, era un poco más grande que una cancha de futbol americano, techando el monte Moriah y aislándose de la ciudad sitiada, se mostraba austera hasta que desde el cielo, comenzaron a descender un centenar de Dominaciones, Ángeles reconocidos como los médicos de Dios, encargados originalmente a la sanación y concentración del humano. Seres de alas grisáceas y perfectas, cuerpo de más de dos metros de altura cubierto por túnicas verdosas con detalles en blancos y en oro, sus cabezas eran irreconocibles ya que eran todo luz concentrada, se podía divulgar cierto contorno facial como el humano, pero la bella luz no permitía mas, llevaban en sus manos una vara de tres metros de largo de un verde oscuro, daba la impresión de ser algún tipo de metal. Aterrizaron a metros del portal del Domo y las puertas del mismo se abrieron. Ángeles Principados salieron desde su interior, detrás, el Arcángel Uriel. Una Denominación avanzó, era un poco más alta que las otras y su rostro más visible. Se trataba del Arcángel Rafael, con sutil reverencia saludó a sus pares. -Estamos aquí para servir- dijo el Arcángel. -Bienvenidos- respondió Eliash que se sumó a la par de Uriel. Los humanos presentes se enfrentaron extasiados ante las vistosas Denominaciones. -Son Hermosos- murmuró encandilado el Padre David, quien estaba a un par de metros de uno de los alados, este lo miró con solemnidad y movió un poco sus alas cerrándolas del todo luego del vuelo. El sensei Saito por su parte le dijo al arcángel Rafael -Hermano, no tenemos novedad del elegidoRafael miró a Uriel, a Miguel y luego a Ludmila quien estaba pendiente de nueva información. -El tiempo de prueba llega a su momento más difuso- concluyó el recién llegado Arcángel. Se oyeron gritos de bestias, estas, a lo lejos y desde las calles de la ciudad miraban hacia el monte. -Ya nos vieron- dijo Steve. -No os preocupéis, aun no les interesa entrar en batalla- develó el Arcángel Miguel. Y llevaba razón, las bestias se estaban agrupando, juntaban sus fuerzas y no la usarían hasta que el elegido se hiciera presente. Página | 119


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Amilius estaba caminando por la ciudad rumbo al norte, entendía que no podía ir a pie hasta Jerusalén y él, realmente no sabía manejar un vehículo, su vida no le dio esa oportunidad, también pensaba que podía intentarlo, pero a su vez sentía que él ya podría tener la capacidad de trasladarse de otra manera, aunque aún, su confianza se trastabillaba para dar ese paso. Mientras seguía por los deshabitados caminos, sintió nuevamente una presión en su pecho y dijo sin pensarlo y sin razonarlo. - Me preguntaba cuando aparecerías… - murmuró y a quince metros detrás de él y en el medio de la calle, ella, se hizo presente. Amilius se detuvo, se giró con serenidad y la enfrentó. Se trataba de Gogianti “La Dama de Belial”, alta como un edificio de dos plantas, cuerpo de mujer, piel de un blanco difunto y de rostro desagradable, si bien eran bastante humanas sus facciones, estas, no dejaban de ser horripilantes cual demonio, aun así, sus ojos eran bellos y sensuales, poseía el cabello rojizo en descontinúas rastas, todo su torso al descubierto dejaba ver sus senos degradados, espectrales mostraban sequedad y lujuria, solo una falda de flecos de cuero cual soldado romano le cubría; le faltaban partes de su fornida y maltratada musculatura, por ejemplo en su pierna izquierda desde la rodilla hasta el pie, solo eran pútridos huesos, en la cintura se le podía llegar a ver la columna, ya que sus troceados órganos, colgaban. Sus grandes manos poseían solo dos vigorosos dedos semejantes al pulgar y al índice, que cumplían la funcionalidad de pinza cual cangrejo, las uñas negras y filosas como dagas, goteaban un liquido viscoso similar a la baba. Por último, en su mano derecha empuñaba una cuchilla de puro metal con la forma de medio disco, el cual debía pesar unos cien kilos, era el arma nociva de Gogianti. -¡Tú no puedes seguir!- dijo la criatura en tono de advertencia, con vos gruesa y femenina. Amilius no dejándose intimidar rebatió -Puede que tengamos que discutirlo Gogianti…La Dama de Belial sonrió mostrando su verdosa dentadura. -Estoy de acuerdo mi señor- dijo la abominación, cuando comenzó a avanzar a gran velocidad hacia Amilius quien desenfundaba su espada, respiró profundo, cerró por uno segundo sus ojos y los volvió a abrir encendidos en acción. - Es hora de ver quien soy- murmuró e inició carrera hacia la Dama. El grito de furia de la bestia contrastaba con el silencio de Amilius quien a una decena de pasos ella, saltó con aparente facilidad hasta seis metros de altura, pasando por arriba de la cabeza de su rival y cortándole con la espada parte del rostro para luego aterrizar de pie y airoso en el asfalto. Gogianti desconcertada y rabiosa se dio vuelta para ir hacia Amilius, atacaba con su semicircular cuchilla, el joven, con habilidad la esquivó una y otra vez, él, era más rápido que la decadente criatura, pero esta era mucho más fuerte. La batalla, terminó llamando la atención de los demonios que dominaban la ciudad y empezaron a acercarse para burlarse y festejar el posible fin del elegido. Gogianti logró acertarle un golpe con su mano izquierda a Amilius arrojándolo varios metros, este se reincorporó lo más rápido que pudo y sonrió aceptando su merecido por confiarse. Regresó a abalanzarse Gogianti sobre Amilius queriendo aplastarlo, este ultimo volvió a evadirla, la bestia cayó de rodillas y el joven aprovechó la oportunidad subiéndose a sus espaldas, pero la feroz Dama logró arrojarlo nuevamente a varios metros de distancia, esta vez, tirándolo dentro de una cristalera de un local de ropas. Los demonios vitoreaban entre chillidos y gritos agudos, Gogianti se colocó de pie, estaba vapuleada, pero se regocijaba en el pequeño triunfo. Entre prendas tiradas en el suelo, el joven Amilius yacía dentro del local, había recibido un gran golpe y estaba inconsciente. Mientras que en el Monte Moriah, la fiesta estaba teniendo una buena concurrencia, aunque aun, esperaban al agasajado. En las escaleras que ascendían hasta la explanada del Domo, se produjo un destello de luz azul, tras la luminiscencia se pudo ver una fornida figura que comenzaba a caminar con pisadas pesadas hacia la congregación de seres mitológicos y humanos, se trataba de Enash. Página | 120


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Sus dos metros y medio de musculatura guerrera avanzaba entre los Ángeles, con los cuales, compartía mutuo respeto. Había vuelto a materializarse para participar en la prometedora batalla, la espada enfundada en su cintura, demostraba que estaba preparado para el combate. -Eliash…- con su gruesa y amable voz dijo Enash a su hermano de las ciudades intraterrenas. -Es bueno que este aquí- contestó Eliash. -No He venido solo- advirtió el gigante pelirrojo. En ese momento y en todas partes de la plataforma Santa, empezaron a materializarse los Elohims, más de sesenta de estos seres divinos se hicieron presente a lo igual que el gran Seimos, emanaron diferentes luces suaves hasta hacerse físicos. -Que belleza- Murmuró Ludmila al ver el espectáculo que brindaban esos seres dimensionales. Los portales estaban activos y fueron aprovechados también por los Twes, los pequeños y grisáceos seres galácticos se presentaron por decenas, mostrándose a lo igual que el resto, preparados para la acción. El Arcángel Miguel mostrando su acostumbrada templanza, observaba a la distancia de como las calles de Jerusalén cada vez estaban más minadas de criaturas, se agolpaban rodeando el Monte de Moriah. Miguel sabía que a pesar de los presentes, aun seguían siendo pocos guerreros para a enfrentar a mas de cien mil demonios enardecidos. Amilius volvió en sí, Gogianti esperaba en la calle, los demonios querían ver morir al elegido. El joven se colocó de pie, miró su espada y por primera vez le prestó verdadera atención a su belleza, sabía que había sido forjada con materiales con los que se hacían los pensamientos, los sueños y los milagros. Entendió que debía estar a la altura del honor y era consciente de que lo estaban esperando, no podía permitir que su parte humana le hiciera rendirse, su divinidad debía ganar la batalla. La determinación del elegido, hizo que sus ojos se oscurecieran, a su vez, chispas eléctricas contornearon su cuerpo, las prendas de ropa de todo el local se empezaron a mover y a elevarse, Amilius comenzaba a caminar para salir del local. Gogianti al ver salir al elegido ronroneó como un felino y dijo - ¿Listo para volver con el creador?Amilius se detuvo, la observó y respondió -De hecho, ya estoy con élFue cuando la luz que emanaba de su cuerpo, se potenció, la bestia en su horripilante rostro mostró desconcierto. El joven flexionó un poco sus rodillas tomando impulso y saltó para volar hacia la criatura, está sorprendida intentó defenderse, pero Amilius le practicó un certero corte en el cuello para luego seguir elevándose varios metros más y detenerse en el aire. Él, estaba volando cual Ángel. De inmediato, comenzó a descender para terminar el trabajo y sin darle chance a la Dama de Belial, le rebanó primero el brazo en el que tenía su cuchilla y luego regreso al cuello de la bestia para degollarla definitivamente, Gogianti cayó decapitada al suelo. Amilius tocó tierra, se sentía fuerte y lo era, las decenas de demonios que estaban de espectadores se aferraron a sus lanzas y con evidente temor avanzaron hacia “El Ascendido”. -Esta vez me quedaré…- advirtió el joven a sus rivales y se puso en posición de ataque, las criaturas embistieron y él arremetió.

Ignorantes de la situación de Amilius en el Domo de la Roca, el creciente ejercito santo, aguardaba cada vez más impaciente el siguiente paso. En ese instante un criatura osó subir de forma solitaria y desquiciada a la explanada para afrontar el ejercito entero, un Elohims rápidamente le proyectó un rayo que en el trayecto se transformó en una bola liquida de color lila, la cual terminó perforando a la bestia sacándola al instante del juego. -Ya se están animando- le murmuró un soldado a Steve quien estaba pensando lo mismo.

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Fue cuando las nubes oscuras y bajas, empezaban a ser perforadas, tal como lo hacen las gotas en la espuma, permitiendo así, filtrar aces de luz en el denso techo del cielo. Ellos, se contaban por cientos y de forma dispersa y al unisonó descendían para mezclarse con los Ángeles de diferentes niveles. Eran también seres angélicos y de la primera jerarquía, es decir, los que estaban más cercanos a Dios... Se llamaban Querubines, la etimología del nombre era hebrea “Kerub” que cuyo significado era “Aquel que intercede”, seres sabios y custodios de galaxias, los Querubines, originalmente y como los demás ángeles no poseían cuerpo físico, pero se hacían en esta ocasión presentes de una forma reconocible para el humano, también habían elegido participar. De ojos pequeños y amables, no tenían boca ni nariz, un poco de cabello rizado de color sepia y piel color tiza; Su altura no superaba el metro cincuenta, portaban ocho pequeñas alas y un cuerpo un poco regordete, el cual estaba cubierto por telas de tonalidades del Zafiro, un gran y ostentoso collar adornaba su pechera y como arma para el combate tenían enrollado en sus cinturas, unos látigos de luz de más de tres metros de largo con puntas esféricas del tamaño de una pelota de golf. El Arcángel que guiaba a los Querubines se llamaba Gabriel, este, se acercó a los jerárquicos angelicales presentes y mostró extremo respeto, las diferencias físicas entre cada nivel de los alados, fascinaban a los testigos mortales. -Querubines- dijo el Padre David mientras se hacía el camino entre los presentes para llegar a unos de ellos, se sintió como un niño en una feria de curiosidades. El arcángel Uriel miró a Gabriel e hizo una leve negación con la cabeza, respondiendo así, a una telepática pregunta del recién llegado. La furia de las bestias que se encontraban varios metros por debajo del nivel de ellos, se hacían escuchar, estaban impacientes por combatir. Hasta que la vorágine excitada no retuvo mas la tensión y se animó al ataque. -Sera mejor que entren al Domo- dijo el arcángel Miguel dirigiéndose a Ludmila y a Steve. -Puedo combatir- refutó el joven arqueólogo casi seguro. -Siempre confié en que podías- dijo el sensei Saito con discreta satisfacción. Miguel accedió. -Padre, cuide a Ludmila- le dijo Steve a David, ella conteniendo todos sus temores le dio un rápido abrazo a su amigo. -Estaremos con ellos- agregó un soldado sumándose junto con otro uniformado. -Gracias muchachos- dijo conforme Steve. Las bestias estaban subiendo por todas partes, los Elohims potenciaron sus luces, las Denominaciones tomaron vuelo, el arcángel Miguel a lo igual que Enash y Eliash desenfundaron sus espadas, los pocos soldados recargaron sus armas, a su vez, los Twes empezaron a fulgurar en tonalidades rojas y violetas, mientras que Seimos mostraba su magnificencia elevándose un par de metros del suelo, expresando así, una paz que desentonaba en aquel escenario. La última guerra de las almas, comenzaba…

Cientos y cientos de criaturas se lanzaban hacia los iluminados con la intención de matar muriendo. En la segunda línea de combate, en las calles de la ciudad, se estaba gestando una variante en la ecuación, la cual, no había sido contemplada por angélicos o elevados. Los miles de demonios se empezaban a juntar en grupos de cuatro, uno de ellos introducía salvajemente sus manos y cabeza por el estomago del otro, intentando meterse dentro del cuerpo, entre sangre y tripas, el tercero se embutía a través de estos dos y el cuarto se acopiaba al descuartizado engendro, los cuatro caían al suelo en una especie de deforme masa de carne pestilente y de un rojo oscuro, en un continuo movimiento de fundición y en cuestión de un par de minutos se formaba un nuevo cuerpo, mas grande y voluptuoso. Este, de dos brazos y dos piernas, medía más de dos metros de altura, de una fisonomía musculosa y de gruesas y notorias venas, la nueva criatura gritaba gravemente al declarar su nacimiento. Página | 122


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Ojos negros y muertos, con sus dentaduras de piraña mostraban regocijo y crueldad, seguidamente y sin vacilación, se clavaban las garras en sus propios estómagos, introducían toda su mano (parecía que disfrutaban del dolor) y así sacaban una oxidada y mortal espada curva. Por último y como cierre atemorizante de la mutación, sufrían una convulsión es sus omoplatos de donde rápidamente salían dos cartilaginosas y amarillentas alas semejantes a las de las gárgolas, estas, goteaban sangre de la propia bestia. La nueva creación desplegó sus extensiones mostrando su fuerza y grandeza, cuando tras un grito de guerra se impulsó hacia las alturas rumbo al Monte de Moriah, esa escena se fue repitiendo incontables veces durante varios minutos. Enash miró hacia las alturas y vio como las oscuras criaturas descendían como aves rapaces, atacaban sin piedad a las Dominaciones, en una lucha donde las bajas recaían en ambos bandos. Una de estas mutadas bestias se plantó frente a Steve, quien sorprendido entendió que ese rival lo superaba, este, entre el tumultuoso combate se acercó sonriente al joven arqueólogo, quien antepuso su espada, retrocedió un paso y tragó saliva. En ese instante descendió Miguel y enfrentó a la bestia diciéndole -Hola hermano- la criatura aborreció la tranquilidad del arcángel y lo atacó, en pocos movimientos Miguel mató a la fornida mutación. Steve que había quedado en segundo plano, agradeció la intervención y retomó el combate con los demonios más pequeños, pero no menos feroces. Con valentía épica los enviados enfrentaban a las bestias, pero no era suficiente, la nueva generación de tenebrosas entidades, superaban a las Dominaciones y a los Querubines que con sus látigos doblegaban a los oscuros, pero no los igualaban en número. Los Elohims desintegraban con sus luces a los malditos seres que se acercaban, mientras que Saito, Enash y Eliash, formaban una barrera que impedía que la horda subiese por unas de las escaleras que comunicaba a la ciudad con el Domo. Mientras, Amilius estaba peleando solo contra incontables criaturas y cada vez se sumaban más, él, podía irse de ahí, ya que tenía el nuevo Don de volar, pero se probaba así mismo y permanecía. La espada del joven rebanaba el pestilente aire haciendo certeros y verdugos cortes, cuando en el medio del bestial tumulto cayó literalmente del cielo un nuevo e imponente ser. Con ropaje semejante a un legendario samurái, este guerrero poseía una armadura rígida que protegía su pecho, la parte inferior de su cuerpo estaba cubierta por una falda de telas divididas en seis tiras, debajo de esta, un pantalón holgado de blancos y grises que contrastaba ante tanto rojo demoniaco. Cabello blanco como la nieve, lacio y largo, piel pálida y ojos negros y achinados, marcaban notorias facciones orientales. En cada mano empuñaba un sable corto y recto semejante a una katana. Era Agard, un guerrero Atlante, habitante de Agharti y antes, habitante del intraterreno país de Asgard, en donde fue uno de los fundadores del imperio incaico de las cuevas del Cerro de Runatamputoco. Este, había sido trasportado a través de los azarosos portales para llegar a Amilius. El Atlante miró al mismo quien se encontraba a unos diez metros de él. -Señor- saludó con templanza al elegido. -Agard- reconoció el joven iluminado y sonrió con renovado coraje. El recién llegado guerrero que poseía una estatura lógica entre los parámetros humanos, comenzó su ataque hacía las bestias mostrando su versatilidad con ambas espadas a la vez.

El cielo sobre Jerusalén volvía a relampaguear y los truenos que hacían templar las estructuras de las ruinosas ciudades no se hacían esperar. La batalla estaba encarnizada y el contador no era favorable para los buenos. Steve se mostraba agotado, pero seguía a la par de los demás, aun así, cada vez estaban más rodeados.

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Cuando en el cielo se escuchó un estriado sonido que se aproximaba sin previo aviso, eran los McDonnell Douglas F/A-18 Hornet, cinco de estos aviones cazabombarderos, trazaron el cielo arrojando una descarga ligera sobre las criaturas que minaban la ciudad, detrás de ellos se sumaban una decena de helicópteros de ataque Boeing AH-64 Apache, que también desplegaron su artillería ante la multitud embravecida que tendía a subir al Monte. El soldado a cargo que estaba luchando a la par de los Ángeles, miró el despliegue bélico humano y sonrió, luego observó hacia el horizonte de la ciudad y divisó como vehículos blindados, tanques y conjuntos de tropas que sumaban más de tres mil soldados, avanzaban a fuego abierto por la ciudad; estos nuevos aliados venían a lo igual que él, del portaviones USS Ronald Reagan CVN76, el cual había recogido en su momento al Padre David en el grupo de islas del Océano Atlántico. -¡A que él ser humano es increíble!- En medio del trajín, el soldado dijo eufórico a Enash quien acababa de matar a un gran demonio. -Sí que lo es- respondió el guerrero con serena y anciana comprensión. Steve estaba espalda contra espalda con el Sensei Saito exigiéndole a su katana el máximo rendimiento. -¡Sensei!, aquí algo no va bien, Amilius debería estar aquí, o nosotros deberíamos estar con él en otro lado…dijo Steve mientras remataba a una bestia en el suelo con una creciente habilidad. -Toda alma esta en prueba viviendo la experiencia que eligieron, es la manera en que el universo en todos sus planos evoluciona y vive- respondió el sensei y tomó a una bestia por el cuello, la levantó del suelo y le atravesó su sable por el tórax. La gran guerra estaba siendo descontrolada, Ángeles luchaban por las calles y a puertas del Domo, ya bestias aladas intentaban romper la gran cúpula dorada del santuario para entrar donde Ludmila y el Padre David que junto a un par de soldado permanecían aun resguardados, a su vez, los Principados los enfrentaban para persuadirlos de la intención. Los helicópteros eran asediados por las bestias aladas que se abalanzaban sobre los rotores de los Apaches provocando que estás se fueran a pique, por su parte, los aviones cazas, debían procurar esquivar a estas criaturas, ya que de forma kamikaze se interponían en el trayecto de la nave para así, provocar la colisión. Los tanques eran asediados por cientos de estas bestias, que mayormente sucumbían aplastadas por las ruedas orugas de los blindados. Desperdigados por la ciudad, los soldados intentaban utilizar sus armas de fuego hasta que no tenían más opción que luchar cuerpo a cuerpo, incontables de estos valientes se entregaban al miedo y a la ira, para inevitablemente convertirse en abominaciones que terminaban matando a sus propios compañeros. La matanza era rápida y agónica. El arcángel Uriel estaba peleando cual luchador de judo con una mutada bestia, mientras que dos Querubines con sus látigos enlazaban como a ternero en un rodeo, a un demonio alado para luego desmembrarlo. A su vez, el arcángel Rafael yacía en el suelo cuando dos grandes bestias le estaban golpeando e intentando romper sus alas, en ese momento, Miguel, uno de los más fuertes alados, intercedió raudamente, quebró el cuello a unos de ellos y al otro con su espada le perforó por la espalda. Miguel, ayudó a levantar a Rafael quien mostraba una humana agitación. -Gracias hermano - dijo el rescatado arcángel. Miguel aceptó y observó que Rafael levantaba su mirada hacia el cielo con renovadas esperanzas, el arcángel jefe del ejército divino siguió la mirada de su par y vio como desde el horizonte que nacía del lado del mar Mediterráneo, más de diez mil Potestades, guerreros alados al mando de Miguel, llegaban a la ciudad. -Gracias señor- murmuró Miguel y se escucharon trompetas apocalípticas que erizaban la piel a los que eran y no mortales. Las bestias chillaron ante el acorralamiento, pero no cedían en su crueldad y a pesar de los miles de soldados celestiales, ellos seguían siendo mayoría. Ludmila desde el interior del Domo vio como David estaba rezando de rodillas, ella si bien no era muy devota a los ritos religiosos, sintió la misma necesidad, se persigno mientras que se escuchaban los sonidos de guerra desde exterior. Ludmila habló con su creador, le hizo una petición, precisa y desnuda. -Dios, protege a Amilius…- dijo mirando hacia el cielo, hacia la cúpula dorada que seguía resquebrajándose. Página | 124


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Fue cuando comenzó a caer lluvia caliente. Dicen que dicen que dijo aquel filósofo chino llamado Confucio: “Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo” La realidad estaba reflejando la necedad humana que se tomó el tiempo de no ver solo un dedo, sino toda la mano antes de fisgonear un poco más allá. Tanta fijación en lo tangible le hizo perder el tacto de lo real, haciéndolo caer en una convulsiva espiral tramposa de desconexión terminal, dejándolo en el desasosiego del guerrero despojado de su armadura. Si bien predestinado está el aprendizaje humano a vivencia a través de los tropiezos, la esperanza del mismo hombre a no sufrir más, le hace resignarse ante la adversidad y desgracia, dando por hecho, que la mala suerte y la injusticia, son cosas que están fuera del poder de control del terrenal ser. La mayoría de los caminantes de esta tierra decían ser fieles a los libros sagrados, a las imágenes en estatuas y a la herencia religiosa, pero la información que manejaban solo era un manojo de palabras misteriosas y con buena rima. La mayor parte no se entendió… Y lo que hablaba de la divinidad en el humano, en que cualquiera podía caminar sobre las aguas… terminaba pecando de ser demasiado hollywoodense para ser real y se archivaba en la información pendiente a profundizar, en esos cajones del cerebro donde también se guardan la conciencia universal muda y los sueños de niño. Jerusalén, el mundo civilizado estaba volviendo a vivir la auto-devastación, pero esta vez quedaría explicito en los sobrevivientes, para que no se contara nuevos cuentos de hadas, sino la realidad absoluta que era mucho más fantástica que el parafraseo religioso.

- El cielo esta hirviendo…- dijo Steve en medio del combate al sentir la lluvia en su rostro. Mientras que dentro del Domo, al Padre David le caían unas gotas de lluvia que se filtraban desde la cúpula agrietada. El hombre de fe miró hacia arriba, mientras sentía el agua caer en su mano extendida. - Es el comienzo de La Parusía- musitó al deducir. Termino que usaban la mayoría de los cristianos para definir la Segunda Venida del Cristo. En ese instante un demonio alado consiguió romper la cúpula, una buena parte de ella cedió y cayó brutalmente sobre la gran piedra del interior del Domo, dos bestias ingresaron y los soldados abrieron fuego. Steve, estaba cerca de la entrada principal del lado de afuera y escuchó los disparos desde el interior del templo. -¡Están adentro!- Grito el joven arqueólogo y junto al Sensei y algunos Principados, abrieron ambas hojas de la portal y divisaron el enfrentamiento, los Ángeles, raudamente intervinieron respaldando la escapatoria de los humanos, el lugar estaba siendo invadido por mas criaturas. Ya afuera, Ludmila y el Padre David fueron rodeados por cinco Potestades para ser cubiertos de la exposición del exterior, no acaecía un lugar donde ir, había que resistir. El ejercito demoniaco no disminuía su cantidad, los Ángeles y seres de otros planos utilizaban todo su poderío para exterminarlos, pero la cantidad de convertidos era demasiada, el cielo se ennegreció más que nunca y la lluvia entorpeció el combate, en las calles y en las rocas, la sangre santa y la impura se mezclaban con el agua caliente; el bien y el mal, terminaban siendo un mismo liquido que absorbía la tierra. El poderío armamentístico militar humano ya había sucumbido, solo quedaban unos cientos de humanos y vehículos de asalto que resistían el incisivo acoso de los oscuros. El desorden de la batalla desorientaba a los militares, la comunicación logística entre los Ángeles y los demás, era instintiva. Miguel recibió un corte en el pecho, obra de la espada de un colosal demonio, al instante, la bestia cayó sin vida, la katana de Steve, le había dado fin. Página | 125


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-Gracias guerrero- dijo Miguel y el joven sudoroso y cansado sonrió enaltecido. La violencia había sobrepasado lo tolerable, el clima era apoteósico y el sentido de las cosas se desvanecía rápidamente. Fue cuando las bestias aturdidas empezaron a gritar y chillar con pánico porcino, casi suspendiendo su lucha, las miles de criaturas abrumadas se replegaban y tiraban sus armas. Seimos en su indestructible armonía estando en medio de la batalla dijo -Amilius…El cielo se fue cortando en canal como el bisturí le hace a la piel, a gran velocidad comparable a un misil, el joven elegido se aproximaba a la explanada del Domo de la Roca, su vertiginoso vuelo se interrumpió a pocos metros del suelo, ahí aminoró drásticamente la presteza y descendió a tierra de forma vertical, detrás de él, Agard con el mismo Don, hizo lo propio. Los demonios del entorno se alejaron varios metros del joven, dejando gran parte de la explanada al descubierto, en la misma se veían cuerpos de Ángeles y bestias sin vida. Amilius, remarcando respeto se mantuvo en el lugar observando a los oscuros que se quedaban en ronroneos desconformes a varios metros de él. La ciudad había detenido su destrucción, todos los seres demoniacos se habían alejados de los santos y hombres, de los iluminados y de los seres de otros planos, para así, quedar expectantes a Amilius. La lluvia continuaba y el elegido con oscuros ojos a lo igual que un Ángel, miró a Miguel y a los demás. Todos ellos, los del ejército de Dios se pusieron de rodillas en señal de respeto, fue cuando Ludmila pudo ver a Amilius y éste a ella. La joven sonrió emocionada. -Es mi amigo…- Steve murmuró con un tartamudo orgullo a un soldado que estaba a su lado. El iluminado observaba a la joven neoyorquina y caminó hacia ella con total tranquilidad ante la mirada de la multitud enfrentada, Amilius se estaba tomando su tiempo y nadie iba objetar. Ella no esperó a que él llegase y corrió a abrazarlo, el elegido recibió el abrazo con tranquilidad y sonrió, Ludmila le besó en los labios y Amilius sintió con nostalgia ese amor. Se miraron a los ojos y el mundo había bajado el telón por unos segundos. -¿Sigues siendo Amilius?- preguntó con ingenuidad la dama. - Mi amor por ti trasciende mi nombre o mi cuerpo- dijo el joven y ella lo volvió a abrazar sabiendo y respetando la realidad, se miraron unos instantes y sonrieron levemente. Steve se acercó y Amilius lo recibió - Hermano, ya formas parte de la historia que tanto has estudiado…- le dijo con ironía el elevado. Su amigo sonrió cayendo en la cuenta y preguntó -¿Y ahora qué?Amilius miró a su alrededor, suspiró y dijo -Ahora hay que terminar con esto…- luego buscó a Miguel con la mirada y el joven le consultó -… ¿Listos?-Si mi señor- dijo el arcángel con humano orgullo, Amilius se tomó unos segundos más para mirar a los habitantes de Agharti, como a los Elohims y a los Twes, también localizó entre la multitud a Seimos y sintió su apoyo. Prestó atención por última vez a la joven y conectó con su destino, comenzó a caminar hacia la multitud de bárbaros, los cuales no pasaban una línea imaginaria a mitad de la explanada. -¿Qué va a hacer?- preguntó el Padre David que fisgoneaba entre los altos Ángeles. -No lo sé… pero será justo lo que se tenga que hacer- contestó Saito haciéndose cargo de la pregunta. A unos diez metros de los caídos, Amilius se detuvo y un espectacular relámpago alumbró como el día a todo el valle y luego el trueno estremeció al Monte. El joven miró hacia la multitud ensangrentada e impaciente -Muéstrate…- dijo incitando al que nadie aun veía. Fue en el momento en que obligadas las criaturas torpemente abrieron un camino, se creó una brecha de unos metros en donde dos grandes y mutadas bestias (cual guardaespaldas) se apartaron una de cada lado del improvisado sendero, ahí, se pudo ver al que fue desheredado… Página | 126


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Una capa oscura envolvía todo su cuerpo, a lo igual que una capucha que terminaba en punta, cubría su rostro y cabeza cual monje medieval, solo sus labios se podían ver, eran perfectos casi femeninos. La capa y su vestimenta oscura parecía ser de un fino cuero, la figura de dos metros de altura se mantenía estática en su lugar, no se veían sus manos. Era el que se conocía como “Hoghzi”, el mismo Belcebú o Ba'al Zvuv, "El Señor de las Moscas", Lucifer o santanas, el príncipe de las tinieblas, el ángel caído, el artífice del contraste del bien del mundo, todos los demonios conocidos milenariamente formaban a Hoghzi, el líder del las legiones del abismo. Su poder era único y se aprovechaba del libre albedrio que le fue otorgado por el propio creador de todas las cosas. - Ha vuelto luego de mil años encadenado- murmuró Agard. -Pero esta vez dejó las sutilezas de lado- agregó Enash. -Debió quedarse donde lo deje…- murmuró en confidencia y en sutil tono amenazante el Arcángel Miguel, sin quitarle mirada al oscuro hermano… - ¡Verbo!, Que cuerpo poco impresionante has elegido esta vez… -dijo el pérfido ser, mientras daba unos pocos pasos hacia Amilius, su voz, era de anciano. Amilius, no respondió y se acercó para estar a solo dos metros de Hoghzi, había una gran tensión en el aire. Eliash, alertado a lo igual que el resto, se aferró lentamente a la empuñadura de su espada. -Sabes hermano estos últimos mil años, el humano ha sido muy caritativo conmigo, ha estado alimentando mis entrañas con cada pensamiento y acción…-Hermano, cualquier criatura decide su experiencia, no necesita que nos impongamos ni tu ni yo- dijo Amilius manteniendo la solemnidad. Hoghzi soltó una corta risa asmática. -Verbo, de verdad me encantaría estar de vuestro lado, pero se me da tan bien esto…- agregó en tono de burla y sin más, las luces del cielo se apagaron dejando con un oscuro terminal todo el Monte, el valle, la ciudad y aquello que los ojos podían alcanzar a ver. Los chillidos de festejos de las bestias se hicieron irritantes, en ese momento los Elohims junto con los Twes y Seimos rápidamente se elevaron a varios metros del suelo, uniéndose unos con otros para formar una esfera, un sol artificial blanco que volvió a iluminar el destruido Domo de la Roca y gran parte del Monte de Moriah. La nueva luminiscencia mostraba presto al ejército del señor con sus armas, el Padre David miró a su lado y vio a dos Potestades sin vida en el suelo, ya Ludmila y Steve no estaban, la katana del joven arqueólogo yacía en el ensangrentado empedrado. El arcángel Uriel descubrió la mirada del hombre de fe y dedujo lo peor. Amilius y Hoghzi permanecieron en el mismo lugar y con la misma templanza. -El libre albedrio…- dijo el Ángel caído y continuó-… por momentos y paradójicamente debilita la voluntad humana, hasta el punto de demostrar los necios que son a la hora de discernir que sentimientos sentir y que pasos dar en este planoSe escucharon unos forcejeos y desde la aglomeración de demonios, dieron un paso a primeras filas dos de las bestias mutadas, una aprisionaba a Ludmila y la otra a Steve. Amilius giró levemente hacia ellos y vio como tenían los sables oxidados y amenazantes en sus cuellos. El joven perdió la concentración y sus ojos se humanizaron al cristalizarse, Ludmila a diez metros le pidió perdón con la mirada, Steve mostraba resignación, Hoghzi sonrió. Inmediatamente, el elegido salió de la emoción. -Suéltala y te permitiré volver a la oscuridad sin más…- dijo Amilius volviendo a mirar al encapuchado ser. Éste reforzó su sonrisa -Imponerse en las decisiones del humano, dices que no debemos…- ignoró la advertencia y continuó-…interesante- concluyó el oscuro. En ese momento el demonio que retenía a Steve, utilizó su espada para atravesar desde la espalda el cuerpo del joven e indefenso arqueólogo. Página | 127


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Steve, con su mirada de desconcierto cayó al suelo, el grito de Ludmila se fundió con los chillidos victoriosos de las bestias. Amilius vio la escena y cerró los ojos, comenzaba a sentir la furia por su cuerpo. Hoghzi inclinó capciosamente su cabeza hacia un lado, observando desde la penumbra de su capucha al elegido. -Odio, ¿Cómo se siente iluminado?- preguntó el decrepito espíritu. Amilius acababa de ver morir a su amigo de toda la vida, sabía que tenía que resistirse a las densas emociones, él también podía sucumbir a la mutación demoniaca. Abrió sus ojos y vio a su amada quien solloza seguía a merced de la bestia. Hoghzi comenzó a reírse con una gran aspereza en sus cuerdas vocales, Ludmila mostraba lágrimas en sus ojos, se encontraba despojada de esperanza alguna. -¡Increíble!, tu humanidad te debilita, sabes que la muerte no existe y a pesar de esto sientes dolor…- dijo con certeza Hoghzi y continuó -…haremos esto, entrégame tu espada y te entregaré a ese dulce corderoEl entorno no debía involucrarse, era un duelo de dos y la decisión de Amilius salvaría a la humanidad o la doblegaría a sus peores sentimientos. El elegido, miró a Ludmila, ella le sonrió con ternura y entrega. -No permitiré que sentencies a mis hermanos- dijo Amilius sosteniéndose en su fuerza, sin dejar de ver a su amada. -Iluso, ¿no quieres ver el hecho de que nuestro padre se divierte al permitirme intentarlo?- rebatió el caído cuando la criatura que aprisionaba a la joven dama, terminó degollándola brutalmente para dejarla caer en el empedrado. Amilius nuevamente fue testigo de la terrible escena y perdido en su congoja terrenal, lentamente cayó de rodillas al suelo, no había expresión en su rostro. -¡Ups!- expectoró cruelmente Hoghzi y se alejó hasta meterse entre sus legionarios burlones. -Dios…- esbozó el padre David con profunda tristeza. El Arcángel Miguel, cerró sus ojos con pena, mientras que Eliash canalizaba su furia apretando fuertemente la empuñadura de su espada. Tanto su inseparable amigo como su amada, ya había dejado este plano, mientras que ningún iluminado presente podía intervenir en el consuelo para Amilius, ya que era para él, el momento crítico del libre albedrio. Una lágrima se liberó por su mejilla y tosió dejando salir un hilo de sangre por la comisura de sus labios, de rodillas apoyó sus manos en el empedrado del Domo y vomitó compulsivamente un liquido negro. Enash miró interrogante a Miguel, quien no contemplaba, aunque quisiera, la opción de intervenir, todos temían que el elegido se convirtiera en una bestia a causa de sus emociones.

Un fuerte viento golpeó el rostro de Amilius y un trueno estalló en el cielo, para luego llegar un silencio claustrofóbico que hasta las bestias respetaron. El revolucionado joven en su dolor generalizado, recordó sin proponérselo, cuando ella y él estaban jugando con los pequeños en el hogar para niños. Ludmila se arrodillaba y una pequeña se le tiraba encima tumbándola hacia atrás, así caía sobre Amilius quien estaba acostado boca arriba. - Esta pesa...- decía el muchacho y tomaba de los hombros a Ludmila, estaban a centímetros cara a cara, se sentían las mutuas respiraciones. -Te tengo…- sentenciaba Amilius en un tono más privado. Quedaron estáticos, agitados y con medias sonrisas. - Lo sé…- dijo ella quien seducida, sonreía sin dejar de mirarlo…

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El rostro tensionado de Amilius fue relajándose, a los segundos, dejó salir un suspiro de aceptación y volvió a una expresión facial neutra, consiguió controlar sus pensamientos, los generadores de nuestros sentimientos. Detuvo sus convulsiones, se tomó otros segundos más, hasta que abrió sus ojos mostrando que ahora eran de color celeste en su totalidad. Lentamente se colocó de pie mirando hacia al suelo, Hoghzi de espaldas a él y ya a varios pasos de distancia, se detuvo al sentir el cambio de Amilius. El Arcángel Miguel no resistió sonreír victorioso. -Aun no hemos terminado...- dijo el elegido, el señor de la oscuridad no se movió de su lugar estando rodeado de decenas de demonios que se balanceaban impacientes en silencio. -Puedo sentir tu tristeza… y te perdono…- término diciendo Amilius y desenfundó su espada. En ese instante las bestias sintieron temor y comenzaron a correr alejándose lo más posible del epicentro del conflicto. Como por arte de magia y sin mayores movimientos, la capa que cubría al caído perdió forma y se desplomó en el suelo. Un temblor se produjo en el valle, a continuación el suelo árido se comenzó a abultar como si una montaña creciera sobre el mismo Monte a varios metros de Amilius. El cielo en ese momento se volvía pretenciosamente cónico hacia arriba como si un tornado inmenso se hubiera invertido entre negros y grises, el viento aumentó, a su vez, un vapor ambarino comenzó a salir de las grietas que se estaban formando en el suelo. A Amilius se le veía inmutable, el resto de los fieles se preparaban para lo peor, en ese instante se vieron salir manos gigantes con uñas del tamaño de puertas de dormitorios, rápidamente se dejaron distinguir los brazos que seguían mostrando un absoluto y uniforme color negro, el cual, vestía una fibrosa musculatura. El movimiento sísmico hacia que pedazos de tierra del tamaño de coches, volasen por los aires aplastando a las bestias más cercanas. Se sintió un grave gruñido en el interior de la tierra, los musculosos brazos se apoyaron en la superficie ejerciendo fuerza hacía arriba, así, continuó saliendo el resto de la criatura. Un fornido cuerpo de negro carbón, poseía una cabeza extraordinariamente semejante a la de un buey, la cual parecía hundida en una fantasmal expresión, dos cuernos morados a cada lado de su sienes, uno de ellos estaba partido y segregaba un liquido negro y humeante, su rostro no tenia piel, parecía un cráneo al desnudo, las cuencas de los ojos estaban estiradas hacia abajo y existían vacías de órganos visuales, los orificios nasales básicos y repugnantes, anticipaban una boca de dos colmillos superiores y dos inferiores también de un oscuro matiz. El cuerpo solo sobresalía del terreno hasta su abdomen declarando hasta ahí, unos treinta y cinco metros de altura. La espeluznante aparición estremeció la tierra, causando temor hasta en los propios demonios, la bestia bajo el cielo alborotado, rujió con ferocidad... Era Hoghzi mutado, el cual, colérico miró hacia abajo y localizó a Amilius. -¿Ahora estoy a su altura mi señor?- dijo con voz amplificada y temeraria. -Nunca has sido menos que yo…- sentenció Amilius. La tranquilidad del joven desconcertaba al monstruoso hasta enfurecerlo aun más. Amilius alzó su espada al cielo, evocando poderes, Hoghzi se percató de esto y apoyó sus manos en el suelo para seguir emergiendo. -Es momento que regreses a tu morada- dictaminó el joven. -¡Nooo!- Hoghzi gritó con angustia desesperada. Fue cuando Amilius bajó su espada apuntándola hacia la tierra, miró a la misma y su cuerpo se comenzó a iluminar fuertemente de un celeste y blanco que encandilaba a los buenos presentes, quienes al unísono se arrodillaron en señal reverencia. El cielo pareció elevarse como si algo succionara a las nubes hacia arriba. La bestia gritó con fuerza y Amilius con gran ahínco clavó la espada en el suelo del Monte de Moriah. Página | 129


LA ULTIMA GUERRA DE LAS ALMAS

La tierra comenzaba a agrietarse desde la espada clavada hacia la descomunal criatura, los demonios intentaban huir, pero un terremoto empezó a sacudir todo el suelo de Jerusalén, los Ángeles tomaron acción y a los humanos sobrevivientes arrebataron elevándolos para resguardarlos, el Padre David fue asistido por el Arcángel Uriel. Los edificios y todo lo hecho por el hombre sucumbía al desbloque terrestre, esto impedía a Hoghzi salir a la superficie. Amilius vio la resistencia del gigante, luego observó a los arcángeles que estaban tomando altura y se despidió de ellos con una breve mirada. Los alados aceptaron la elección del elegido. El joven que alguna vez fue un ciego y que vivía una experiencia humana en la ciudad de nueva york, sacó su espada de la tierra y comenzó a correr hacia Hoghzi hasta elevarse del suelo, mientras que como un bólido mortal se aproximaba a la furiosa bestia, intensificó su luz la que fue borrando su facciones y silueta hasta que se incrustó en el pecho de la gran criatura, derribándola hacia atrás para así caer en el abismo de donde había salido. Las aguas del Mediterráneo estrepitosamente comenzaron a inundar la ciudad terminando de barrer con los demoniacos y sepultando lo que fue ese ciclo humano. Amilius había desaparecido junto a Hoghzi.

Los Ángeles, cientos de ellos volaron hacia las colinas cercanas para dejar a los humanos a salvo, Seimos, los Twes y los Elohims se desvanecieron en el éter a medida que el cielo por primera vez en varios días, volvía a emblanquecerse hasta mostrar una atmosfera celeste y un sol renovado y cálido. En todas partes del mundo esto sucedía, en donde la tierra no se sacudía o las aguas no avanzaban, las bestias por si solas se quitaban la vida en una desesperación irracional por irse de este plano. Las personas en todas partes del planeta se animaban a salir de sus refugios, sótanos, hospitales e iglesias al ver y sentir al tibio sol que volvía a dominar el cielo. Los alados y seres de otros planos una vez acabadas sus labores, fueron desvaneciéndose para dejar a los humanos elegir solos sus nuevos camino y maneras de caminarlos. El ser humano se enfrentó a sus propios sentimientos dando vida a su victimario, la población mundial se redujo a menos de la mitad y la geografía global se había remodelado, los astros volvían al mapa estelar… La humanidad debía replantearse la manera de vivir y convivir, de no haber intervenido Amilius y los demás iluminados, el ser humano habría sido exterminado por él mismo, los sobrevivientes tendrían que recordar y traspasar a través de las futuras generaciones el hecho, para así, no caer en la misma desconexión divina. Parecía ser un nuevo comienzo, uno que había sido escrito para ser mejor, más puro, mas real y duradero… pero el humano, seguía siendo humano hasta cuando lograba descubrir el poder de su divinidad… El tiempo, mostró a un hombre descalzo sentado en una playa paradisiaca, estaba escribiendo en una gruesa libreta, lo hacía inspirado y concentrado, una joven mujer le traía un refresco. -Gracias- dijo el Padre David. Y comenzó a hablar con la sonriente mujer, dejó su libreta en la arena y el viento suavemente llevó a todas las páginas hasta la primera, ahí, se podía ver el principio de las escrituras en donde se divisaba un título que prometedoramente rezaba. “La Ultima Guerra de las Almas” Fin

-Todos los Derechos reservados por el Autor2012 Página | 130


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