LIBRO DE METÁFORAS HIPNÓSIS 2

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Licenciado: César López Gómez Psicólogo Clínico

METÉFORAS

Sandra Paola Rodríguez Randolph 15/9/2018

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


METÁFORAS EL ÁGUILA QUE CREÍA SER UNA GALLINA ALMUERZO DE DOMINGO EL ÁRBOL CONFUNDIDO EL BAMBÚ JAPONÉS EL BILLETE DE 100 EUROS CAJA DORADA LAS CAJAS LA CARRETA VACÍA EL CIEGO Y EL PUBLICISTA… O “MENOS DE LO MISMO” CONCURSO DE CORAZONES CREER EN SÍ MISMO EL CARRUAJE Y EL COCHERO EL ELEFANTE ENCADENADO LA FELICIDAD ESCONDIDA EL HACHERO ESFORZADO IGNORANTE EL INGENIO DE LA HORMIGA LA LECCIÓN DE LA MARIPOSA MUERE LENTAMENTE OBSTÁCULOS EN EL CAMINO ¿QUIÉN ERES? EL REY CICLOTÍMICO EL SUEÑO DEL REY TÚ PROPIO JUICIO TRES CONSEJOS TRISTEZA Y FELICIDAD: ¿UN CÍRCULO LA TRISTEZA Y LA FURIA EL VIOLÍN VOLAR ¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?

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VICIOSO?

1.


PRESENTACIÓN

En el presente libro se intenta mostrar diversas metáforas que lleva a los seres humanos crear su propio mundo, existiendo oportunidad para el aprendizaje propio. Relacionando sucesos de la vida personal, a la vez que se analiza la relación con las metáforas. Haciendo que la persona construya su mundo a partir de diversas experiencias. Buscando que la persona establezca la relación entre aprendizaje y la metáfora. Se sugiere el aprendizaje interpretativo, queriendo decir que la persona, crea su propio conocimiento (conclusión), por lo que es útil el uso de las metáforas. Es importante darse cuenta de la situación por la que la persona está pasando de manera que sea de ayuda y este se dé cuenta del mensaje que se quiera transmitir.

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EL ÁGUILA QUE CREÍA SER UNA GALLINA Un pastor que vivía en una cabaña cerca de un bosque y a cierta distancia de una montaña, tenía un corral con gallinas y un rebaño de cabras. Aquel año hubo una gran sequía, con lo cual la mayor parte de la hierba desapareció. Por esa razón, el pastor decidió llevar sus cabras a lo alto de la montaña, donde probablemente al haber más humedad, encontraría algo de hierba tierna para sus animales. Así lo hizo y, después de un largo caminar, llegó junto a la cima de la montaña. Allí sus animales pastaron durante unas horas, hasta que fue cayendo la tarde y el pastor decidió volver de nuevo a la cabaña donde vivía. Bajaba entre las piedras con su rebaño cuando vio frente a él algo grande, que en seguida reconoció como un nido de águilas. Al acercarse observó que en el interior había dos polluelos, uno de los cuales se había matado al desprenderse el nido de la roca en la que se encontraba. El otro polluelo, aunque algo se movía, parecía estar gravemente herido. Al pastor no le gustaban nada las águilas porque las tenía por enemigas. En alguna ocasión habían atacado a sus cabras e, incluso, se habían llevado a alguna de sus gallinas. No obstante, llevado por la lástima, el pastor se agachó, cogió con delicadeza el polluelo herido y lo llevó a su cabaña. Allí lo curó como pudo y empezó a alimentarlo con pequeños trocitos de carne, mientras dejaba que la naturaleza hiciera el resto. El animal se recuperó por completo y empezó a crecer y crecer hasta que se convirtió en un magnífico ejemplar adulto de águila. A partir del momento en el que el águila se hizo adulta, las cosas empezaron a cambiar. El pastor, que inicialmente se sentía tan orgulloso por lo que había hecho, empezó a sentirse cada vez más inquieto con la presencia de aquel animal. De alguna manera, no lograba evitar que imágenes cargadas de emoción le vinieran a la cabeza y le recordaran lo que animales como aquél habían hecho con sus cabras y sus gallinas. Un día, el pastor llegó a una decisión, la de abandonar el animal en el bosque, pensando que sin duda la naturaleza se ocuparía de nuevo en ayudarlo a sobrevivir. Tres veces llevó el pastor el águila al bosque y tres veces el águila le siguió dando pequeños saltitos en el suelo. No sabiendo ya qué hacer para deshacerse del animal, el pastor pensó y pensó hasta que se Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


le ocurrió la más absurda de las ideas: metería el águila en el corral con sus gallinas. Cuando las gallinas vieron entrar en el corral a ese animal al que tanto temían, se adentraron despavoridas en la pequeña caseta en la que se refugiaban. Pronto se dieron cuenta del extraño comportamiento de aquel animal, que permanecía quieto y solo, y se fueron acostumbrando de forma progresiva a su presencia en aquel lugar. Los años fueron pasando y aquella águila se acostumbró a vivir como una gallina. Comía lo mismo que comen las gallinas, se movía como las gallinas e incluso aprendió a emitir los mismos sonidos que emiten las gallinas. Estaba la situación así, cuando pasó por aquella región un naturalista que estaba haciendo un estudio sobre las águilas de aquella región y, al pasar junto a la cabaña del pastor, contempló, incrédulo, el espectáculo que se ofrecía: ni más ni menos que un águila conviviendo con las gallinas. Corriendo, golpeó con fuerza la puerta de la cabaña del pastor, el cual al oír los ruidos abrió sobresaltado. – ¿Quién es usted, qué es lo que quiere? – Le ruego que me perdone, soy un naturalista que me dedico al estudio de las águilas y he visto algo inaudito, un águila viviendo entre las gallinas. El pastor comprendió perfectamente la causa de la sorpresa de aquel investigador y, después de invitarle a entrar en su cabaña, le explicó la historia de cómo la encontró, la curó y la crió entre las gallinas. El naturalista escuchaba absorto la historia, hasta que algo le “sacudió” bruscamente, algo aparentemente inocente, ya que fue sólo un sencillo comentario que hizo el pastor. – Verá, amigo mío, el animal ha vivido tanto tiempo entre gallinas que ya no me queda la menor duda de que, aunque su forma siga siendo de águila, en su interior no es ya nada más que una gallina. – De verdad que lo siento, pero no puedo estar más en desacuerdo con lo que acaba de decir – contestó el naturalista. El pastor se sintió tal vez un poco agraviado porque quizás considerara que nadie conocía tan bien a aquel animal como él. – Si está convencido, ¿por qué no me lo demuestra sencillamente haciendo que vuele? El naturalista se fue al corral, cogió el águila e hizo lo primero

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que se le ocurrió, que fue lanzarla por los aires gritando “¡vuela!”. El animal cayó pesadamente y se escondió en el interior del corral. El pastor hizo una mueca irónica, aunque ello no hizo que el naturalista se diera por vencido. Entonces, empezó a mirar a su alrededor como si buscara algo, hasta que se fijó en que a unos metros de allí había una escalera. Se acercó, la cogió y la apoyó en una de las paredes de la cabaña del pastor. Entró de nuevo en el corral, agarró el águila y subió con ella por la escalera hasta llegar al tejado. Desde allí, lanzó el águila por los aires diciendo “¡vuela!”. El pobre animal se precipitó como una bola de plumas contra el suelo y se quedó unos instantes aturdido. En cuanto recuperó su compostura, rápidamente se escondió en el interior del corral. El pastor dijo entonces: – Si sigues así vas a matar a mi gallina. Por alguna razón, y a pesar de todas las evidencias en contra y de todas las críticas de aquel pastor, el naturalista tenía una absoluta certeza en que el espíritu de un águila jamás muere y, por eso, a pesar de todo, no se dio por vencido. De repente, algo en el horizonte captó su atención. – ¿Qué es aquello que se ve al fondo? – Es el pico de la montaña donde encontré el águila cuando se desprendió el nido, ¿por qué? – Porque la voy a llevar allí, donde ella nació, tal vez pueda así recordar sus orígenes y se dé cuenta de que puede volar. – Tú estás loco, eres un insensato incapaz de darte por vencido. ¿Acaso no has tenido suficientes evidencias de los absurdos de tu teoría, de esa estupidez de que el espíritu de un águila nunca muere? El naturalista no se defendió, simplemente actuó. Entró de nuevo en el corral, cogió el águila y empezó a caminar con la vista puesta en el pico de aquella montaña. El pastor, sin entender muy bien por qué y viendo que caía la noche, cogió una linterna y les siguió. Durante toda la noche estuvieron subiendo por la montaña sin que el naturalista supiera qué hacer para despertar el espíritu dormido del águila. Cuando llegaron al pico de la montaña, donde el águila había nacido, empezó a amanecer y entonces el naturalista observó algo curioso: el águila apartaba la mirada del sol. Sin saber muy bien por qué,

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agarró el pescuezo del animal y lo obligó a mirar al sol. En ese momento, el águila hizo unos extraños movimientos, abrió unas espléndidas alas y se puso a volar. Aquel día el águila recordó quién era en realidad y recuperó su verdadera identidad, que no era de gallina, sino de águila.”

ALMUERZO DE DOMINGO

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La familia reunida celebra el cumpleaños de Pedrito, el hijo y nieto más pequeño, que cumple siete años. Pero cuando todos están conversando animadamente durante la sobremesa, alrededor de un hermoso frutero con todo tipo de frutas, el padre se da cuenta de que Pedro mira atentamente algo muy pequeño que hay sobre la mesa. -Hijo, ¿no quieres una fruta? El niño está tan concentrado que no responde, y su padre, con la mitad de una manzana ya pelada para ofrecerle, decide acercarse a él. El pequeño tiene una semilla en la mano derecha, y la va girando con la mano izquierda para observarla mejor. El padre muestra interés por verla y Pedrito le pregunta: -¿Qué es esto, papá? -Eso «ayer» era una manzana, igual que la que tengo en la mano. El niño mira la manzana que su padre le ofrece, observa de nuevo la semilla y responde: -No, papá, ¡esto es igual que las semillas de ese trozo de manzana! Su padre comienza a explicarle que la manzana era antes como esas semillas, que después de un cierto tiempo podrían transformarse en manzanas si tuvieran las condiciones necesarias para ello. Al ver la expresión curiosa pero un tanto confusa de su hijo, el padre siente que debe explicarse mejor. -Míralo así, Pedrito. Ese huesecito que tienes en la mano es la semilla de una manzana, y nunca se va a transformar en una naranja, ni en un plátano ni en ninguna otra de las frutas que ves en el frutero. Si la sembramos, llegará a ser un manzano que dará muchas manzanas. En ese momento el niño, que se estaba comiendo un trocito de la manzana que su padre le había dado, preguntó: -¿Va a ser una manzana dulce como ésta?-Depende. Puede ser ácida, dulce, grande, pequeña, dura, blanda, sabrosa, sin sabor. Eso dependerá de la lluvia, del viento, del terreno, del sol, del calor y del frío, de los animales, de las lombrices, de los alimentos que tenga en la tierra para crecer… El pequeño no esperó a que su padre terminase de hablar, y cogiendo las semillas del trozo de manzana que se estaba comiendo, corrió hasta el huerto e hizo algunos hoyos para sembrarlas. Su padre lo siguió y le enseñó a plantar las simientes. En las semanas siguientes, le enseñó a cuidarlas para que brotasen.

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Años después, mientras comía manzanas con sus hijos en el huerto, Pedro les contó lo que había aprendido de su padre. Los manzanos bien cuidados dan manzanas bonitas, dulces y sabrosas.

EL ÁRBOL CONFUNDIDO Había una vez, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales. Todos estaban satisfechos y eran felices. Sin embargo, no Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


todo era alegría en el jardín pues había un árbol profundamente triste porque no sabía quién era. El manzano le decía que le faltaba concentración: – Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es? – No lo escuches – le decía el rosal- . Es más sencillo tener rosas. ¿Ves que bellas son? El árbol intentaba todo lo que le sugerían y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol exclamó: -No te preocupes, tu problema no es tan grave. Lo tienen muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución: No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas… Sé tú mismo, conócete y para lograrlo, escucha tu voz interior. Dicho esto, el búho desapareció. ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo mismo…? ¿Conocerme…? Se preguntaba el árbol. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón y, por fin, pudo escuchar su voz interior diciéndole: – Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión. Cúmplela. El árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Entonces, el jardín fue completamente feliz.

EL BAMBÚ JAPONES

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No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ‘‘¡Crece, maldita seas!''. Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de sólo seis semanas, la planta de bambú crece... ¡más de 30 metros! ¿Tarda sólo seis semanas en crecer? ¡No! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después. En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizá por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente de que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordemos el ciclo de maduración Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


del bambú japonés. Y no bajemos los brazos ni abandonemos por no ver el resultado esperado, ya que sí está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando. No nos demos por vencidos, vayamos gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que nos permitirán sostener el éxito cuando éste, al fin, se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

EL BILLETE DE 100 EUROS Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


Juan y Antonio, dos amigos, toman un café en un bar. Antonio que está pasando por un mal momento, descarga en Juan sus angustias. Tiene deudas importantes, está mal en el trabajo, la relación con su pareja está en una profunda crisis. Todo parece estar mal en su vida. Juan escuchando tranquilamente a su amigo, saca un billete de 100 euros de su cartera y dice: – Antonio, ¿quieres este billete? Antonio, un poco confundido al principio, inmediatamente le dice: – Claro que lo quiero, Juan. Son 100 euros, ¿quién no las quiere? Entonces Juan coge el billete en una de sus manos y lo arrugue hasta hacerlo una pequeña pelota. Enseñando la macerada pelotita verde al Antonio, vuelve a preguntarle: – Y ahora, ¿todavía lo quieres? – Juan, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros. Está claro que los acepto si me los das. Entonces Juan desplego el arrugado billete, lo tira al suelo y lo pisa con su pie. Ahora está sucio y marcado. – ¿Lo sigues queriendo? – Mira Juan, sigo sin entender que quieres. Este es un billete de 100 euros y mientras no lo rompas conserva su valor. – ¡Bien! Antonio, tienes que saber que aunque a veces las cosas no salgan como quieres, aunque la vida te golpee, sigues siendo único y especial y no pierdes nunca tu valor, tal como este billete de 100 euros. Antonio quedó mirando a Juan sin acertar a decir ninguna palabra mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en él. Juan coge el arrugado billete y con una sonrisa cómplice agregue: – Toma, consérvalo porque te recuerdes de esto cuando te sientas mal. Pero me debes un billete nuevo de 100 euros. ¡Para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite! Juan finalmente se despide de Antonio con un abrazo y sale del bar dejando a Antonio a solas. Antonio vuelve a mirar el billete arrugado y

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sucio. Sonríe y lo guarda en su cartera. Con una renovada energía avisa al camarero para pagar la cuenta.

LA CAJA DORADA Hace un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envolver dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia; cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad.-No obstante, Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


a la mañana siguiente, la niña le llevó el regalo a su padre y le dijo.-"Esto es para ti, Papito". -Él se sintió avergonzado por su reacción de furia, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.-Entonces, le volvió a gritar diciendo.-"¿Acaso no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe contener algo adentro?.-La pequeñita miró a su padre con lágrimas en los ojos y le dijo: .-"Oh, Papito, no está vacía, yo soplé muchos besos adentro de la caja, todos para ti mi Papito querido". -El padre se sintió morir, puso sus brazos alrededor de la niña y le suplicó que lo perdonara.-Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y años y siempre que se sentía deprimido, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.

LAS CAJAS "Tengo en mis manos dos cajas. Pongo todas mis penas en la negra, y todas mis alegrías en la dorada" Pero mientras la dorada se fue poniendo muy

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pesada la negra permanecía tan liviana como antes. Con curiosidad abrí la caja negra para saber por qué seguía tan liviana y encontré en el fondo de la caja un agujero por el cual se habían ido todas mis tristezas. Pensé en voz alta, " donde habrán ido a parar mis penas. ? "Tengo dos cajas: la dorada es para que cuente mis bendiciones y la negra para que desaparezcan mis penas. La felicidad es el camino donde reconocemos lo que tenemos"

LA CARRETA VACÍA Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó: – Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?

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La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió: – Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca. – Muy bien – respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía. Alejandra, asombrada, preguntó a su padre: – ¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto? Entonces el padre respondió: – Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace. Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo: – Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace… Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó: – Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra? La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió: – Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca. – Muy bien – respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía. Alejandra, asombrada, preguntó a su padre: – ¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?

Entonces el padre respondió: – Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.

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Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo: – Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.

EL CIEGO Y EL PUBLICISTA ... O "MENOS DE LO MISMO" Dicen que había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un

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pedazo de madera en la cual se leía: “POR FAVOR, AYÚDENME, SOY CIEGO” Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y vio unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue. Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconoció sus pasos y le preguntó qué había puesto en el cartel. El publicista le contestó: - “Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras”, sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, “HOY ES PRIMAVERA,

pero Y

su NO

nuevo cartel decía: PUEDO VERLA”

CAMBIEMOS DE ESTRATEGIA cuando no nos salgan las cosas, y veremos que LAS COSAS PUEDEN CAMBIAR.

CONCURSO DE CORAZONES Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


En un concurso de corazones donde buscaban el corazón más bello, allí, entre los más bonitos, los más perfectos, los que mejor latían, los más rojos…. Allí un poquito apartado de los demás había un corazón de retales. Cada trocito era de un rojo distinto, unos trocitos eran pequeños, otro más grandes, estaban cosidos unos a otros, pegados… también habían agujeros vacíos… sin nada. Todo aquel corazón era muy raro, la gente se paraba a mirarlo y no entendían que hacia aquel corazón participando en aquel concurso. El señor encargado del evento notando el revuelo que se armaba, quiso saber el porqué de aquella situación y se acercó hasta el corazón, este se mantenía erguido, desafiante, orgulloso de su forma El señor encargado lo miro extrañado, y con voz solemne le pregunto..Señor corazón, no sabe usted que en este concurso estamos buscando el mejor corazón de todos? No está viendo como son todos los corazones que participan, son perfectos? , tan perfectos que va a ser un verdadero problema poder elegir el mejor. Que puede ofrecer su corazón que no tengan todos los demás, este se quedó mirando al señor encargado, y señalando sus trocitos le dijo, puedo ofrecer lo que soy, lo que tengo.. yo era un corazón como ellos, así de grande, así de hermoso, pero caminando por la vida me encontré con otro corazones que me pedían un trocito del mío, a cambio ellos me daban un trocito del suyo para mí, al principio era un poquito duro eso de dar el corazón, pero poco a poco le fui cogiendo cariño a todos esos trocitos que me daban, y no me costaba ningún esfuerzo dar del mío, se fue convirtiendo en algo muy normal, de hecho yo creía que todos los corazones eran igual al mío, solo aquí vine a ver que no era así. Yo también quede maravillado con estos hermosos corazones, pero el mío es así, y para alguien quizá sea un buen corazón… uno de los que escuchaban aquella conversación, pregunto ya sabemos el porqué de sus trocitos distintos pero y esos agujeros y las costuras porque de todo eso?, el corazón le miro, y una ráfaga de tristeza cruzo por su mirada, los agujeros, dijo, son trocitos de corazón que di amando, deseando que me amaran también, pero no fue así y se quedaron con quien ame, porque no recibí

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nada a cambio de mi corazón, y la costuras son para curar las heridas, cuando alguien te daña te parte el corazón, y eso hay que curarlo un corazón que se precie de serlo no puede pararse por eso, y así se cura y sigue adelante, dando y recibiendo, o perdiéndolo un poquito, o curándolo pero sigue siempre latiendo y latiendo… todos quedaron en silencio, y de todos los corazones que habían allí el latido más suave, el más dulce era el de aquel corazón de retales, no sé qué corazón gano el concurso, la verdad es que me da igual, desde aquel día yo voy por la vida buscando corazones de retales que no teman darme un trocito, y que sean capaces de recoger los míos.

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CREER EN SÍ MISMO Había una joven que sentía pasión por la danza y practicaba sin cesar, soñando con que un día se convertiría en una gran profesional. Cada día anhelaba tener la oportunidad de mostrar su habilidad ante alguien que pudiera cambiar su destino. Un día se enteró de que el joven director del prestigioso ballet de un país de larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión y, llena de entusiasmo, dio varios pasos de baile en su presencia. Cuando terminó, le preguntó al director del ballet: -¿Qué le ha parecido? ¿Cree que tengo talento para convertirme en una estrella de la danza? El director la miró a los ojos y le dijo: -Lo siento, tú no tienes ningún talento para la danza. La joven se alejó llorando y tiró sus zapatillas de baile a un cubo de basura en su camino de vuelta a casa. Los años pasaron y aquella mujer aceptó un trabajo sencillo para poder sobrevivir. Se casó y tuvo dos hijos. Un día, leyó en el periódico que aquel director que ella conoció años atrás había llegado con su prestigioso ballet para dar una función en su ciudad. Ella acudió entusiasmada y se emocionó al ver la belleza y elegancia con la que se movían las bailarinas. Al finalizar la función, y gracias a que conocía a uno de los empleados que trabajaba en el teatro, pudo acercarse a saludar al director. – Buenas noches, usted no se acordará de mí, pero hace muchos años vino usted a esta misma ciudad en busca de jóvenes talentos. – Si, me acuerdo perfectamente – contestó el director.

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– Yo quería ser una gran bailarina, pero renuncié a mi sueño porque usted me dijo que no tenía talento. – Si, eso se lo digo a todos. – ¡Cómo que se lo dice a todos! Yo renuncié a mi carrera de bailarina porque creí lo que me decía. – Naturalmente – replicó el director -, la experiencia me dice que al final los que triunfan son los que dan más valor a lo que ellos creen de sí mismos que a lo que otros creen de ellos.

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EL CARRUAJE Y EL COCHERO El carruaje y el cochero es una metáfora acerca de las diferentes dimensiones que las personas tenemos. Un día de Octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: Sal a la calle que hay un regalo para ti. Entusiasmado, salgo a la ventana y me encuentro con un regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy “chic”. Abro la puerta de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordada y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo… todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más, entonces miro por la ventana y veo el “paisaje”: por un lado el frente de mi casa, por el otro el frente de la casa de mi vecino… y digo: “Que fantástico este regalo, que bien qué lindo…” y me quedo un rato disfrutando de esa sensación. Al rato comienzo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo. Me pregunto: “¿Cuánto tiempo puede uno ver las mismas cosas?”. Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada. De eso ando quejándome en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome: ¿No te das cuenta que a ese carruaje le falta algo? Yo pongo cara de -qué le falta-, mientras miro las alfombras y los tapizados. Le faltan los caballos, me dice antes de que llegue a preguntarle. Por eso siempre veo lo mismo – pienso -, por eso me parece aburrido… Cierto –digo yoEntonces voy al corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde dentro grito: ¡¡Eaaaaa! El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende. Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir una vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una grieta en uno de los laterales. Son los caballos que me conducen por caminos terribles; cogen todos los baches, se suben a Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


las veredas, me llevan por barrios peligrosos. Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso. Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve. En ese momento, veo a mi vecino que pasa por allí cerca, en su coche. Lo insulto Me grita:¡Te falta el cochero! ¡Ah! digo yo. Con gran dificultad y con su ayuda, freno los caballos y decido contratar a un cochero. A los pocos días asume las funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento. Me parece que ahora si estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero donde quiero ir. El conduce, el controla la situación, el decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta. Yo… yo mientras tanto disfruto del viaje.

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EL ELEFANTE ENCADENADO Cuando era chico me encantaban los circos. Y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Como a muchos otros niños, también a mí me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía una gran demostración de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena, que aprisionaba una de sus patas atadas a una pequeña estaca clavada en el suelo… …Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, estaba claro que ese animal -capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza-, podía, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio era evidente: ¿por qué permanece atado? ¿Por qué no hace nada para liberarse? ¿Por qué no huye? Pregunté entonces a mis maestros, a mis padres, o a otras personas mayores y me explicaron que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Pero yo no lo veía claro: si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? Pasó el tiempo, hasta que hace unos años descubrí -por suerte- que alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: el elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. En ese momento, la estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque… Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


CREE QUE NO PUEDE. (“No puedo” / “Es imposible”…) Él tiene el registro y el recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y se ha quedado con este registro. Y lo peor de todo es que jamás se lo ha vuelto a cuestionar seriamente. Jamás ha vuelto a intentar poner a prueba su fuerza otra vez…

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LA FELICIDAD ESCONDIDA Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendecillos para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: -Debemos quitarles algo a los seres humanos… pero ¿qué? Después de mucho pensar, otro dijo: -¡Ya sé!… Vamos a quitarles la felicidad. El problema es donde esconderla para que no puedan encontrarla. Propuso el primero: -Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo. -No, recuerda que tienen fuerza; alguno podría subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está – replicó otro. Se escuchó una nueva propuesta: -Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar. Otro de los duendes señaló: -No, no olvides que son curiosos, alguno podría construir un aparato para bajar, y entonces la encontrarán. -Escondámosla en un planeta bien lejano de la tierra – propuso otro. -No – le dijeron. Recuerda que les dieron inteligencia, y un día alguno va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad. El más astuto y viejo, que había permanecido en silencio escuchando atentamente a cada una de las propuestas, dijo: -Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren… Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: -¿Dónde? -La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándole afuera que nunca la encontrarán… Todos estuvieron de acuerdo y desde ese entonces ha sido así…

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


IGNORANTE Amanecía. Los primeros rayos del sol se reflejaban en las aguas azules del mar de Arabia. Una tortuga salía de su sueño profundo y se desperezaba en la playa. Abrió los ojillos y, de repente, vio un pez que sacaba la cabeza del agua. Cuando el pez se percató de la presencia de la tortuga, le preguntó: – Amiga tortuga, presiento que hay sabiduría en tu corazón y quiero hacerte una pregunta: ¿qué es el agua? La tortuga no repuso al instante. No podía creer lo que le estaba preguntando aquel pez que estaba cerca de ella. Cuando se dio cuenta de que no estaba durmiendo y el suceso no era parte de un sueño, repuso: – Amigo pez, has nacido en el agua, en el agua estás viviendo y en el agua hallarás la muerte. Alrededor de tu cuerpo hay agua y agua hay dentro de tu cuerpo. Te alimentas de lo que en el agua encuentras y en el agua te reproduces. ¡Y tú, pez necio, me preguntas qué es el agua! Maestro: Ignorante como ese pez, naces, vives y mueres en el Ser y tal como ese pez que desconoce el agua en la que mora, tú ignoras la Realidad en la que habitas.

EL HACHERO ESFORZADO Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


“Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que el hachero se decidió a hacer buen papel. El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles. —Te felicito –dijo el capataz— sigue así. Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente; así que esa noche se acostó bien temprano. A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles. —Me debo haber cansado –pensó y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol. Inquieto por lo que fuera a pensar el capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El capataz le preguntó: — ¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez? — ¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.”

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


EL INGENIO DE LA HORMIGA Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quedé asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño. Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma. Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Intentó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes. La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino… ¡Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar! Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas -bien tomadas- pueden convertirse en puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar. Una deficiencia cardíaca hizo de un médico un famoso cardiólogo; el impedimento físico convirtió al joven en un gran escritor; la timidez del estudiante lo llevó a ser un destacado investigador. ¡Cuántos otros ejemplos podríamos mencionar! Todos para mostrar la misma verdad; que con frecuencia debemos padecer males para disfrutar luego de los bienes mayores; que debemos llevar con valor nuestras cargas para luego convertirlas en puentes de éxito y prosperidad.

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


LA LECCIÓN DE LA MARIPOSA Un día de primavera, un viajante descansaba tranquilamente al borde del camino bajo un árbol. Mirando la naturaleza que le rodeaba, observó cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de una pequeña abertura aparecida en el capullo. Estuvo largo rato contemplando cómo la mariposa iba esforzándose hasta que, de repente, pareció detenerse. Tal vez la mariposa –pensó aquel hombre- había llegado al límite de sus fuerzas y no conseguiría ir más lejos. Así que, decidido a ayudar a la mariposa, cogió unas tijeras de su mochila y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, de esta forma, salió fácilmente. Su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre, preocupado, continuó observándola esperando que, en cualquier momento, la mariposa abriera sus alas, las estirara y echara a volar. Pero pasó el tiempo y nada de eso ocurrió. La mariposa nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas hasta que, finalmente, murió. Aquel caminante, cargado de buenas intenciones, con voluntad de ayudar y evitar el sufrimiento a la mariposa, no comprendió que el esfuerzo de aquel insecto para abrirse camino a través del capullo era absolutamente vital y necesario, pues esa era, precisamente, la manera que la naturaleza había dispuesto para que la circulación de su cuerpo llegara a las alas, y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior. Algunas veces, es justamente tiempo y esfuerzo lo que necesitamos para evolucionar y crecer en nuestra vida. En realidad, si la naturaleza nos permitiese vivir sin obstáculos, quedaríamos muy limitados en nuestro inmenso potencial. Nunca llegaríamos a desarrollar nuestra verdadera plenitud.

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


MUERE LENTAMENTE Muere lentamente quien no viaja, quien no lee. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no se atreve a cambiar el color de su vestimenta o bien no conversa con quien no conoce. Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente éstas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados. Muere lentamente quien no gira el volante cuando está infeliz con su trabajo, o su amor, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir atrás de un sueño, quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos... Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


¡Vive hoy! ¡Arriesga hoy! ¡Hazlo hoy! ¡No te dejes morir lentamente! ¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

OBSTÁCULOS EN EL CAMINO Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Luego se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda piedra. Algunos simplemente la rodearon. Muchos culparon a la autoridad por no mantener los caminos despejados, pero ninguno de ellos hizo nada para sacar la piedra del camino. Un vecino del pueblo que vivía en el sitio más descampado, pasaba por allí exhausto con un fardo de leña sobre sus hombros; y la vio. Se detuvo, luego se aproximó a ella, puso su carga en el piso trabajosamente y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y empujar hasta llegar a fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró. Mientras recogía su fardo de leña, vio una pequeña bolsita en el suelo, justamente donde antes había estado la roca. La bolsita contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el premio era para la persona que removiera la roca como recompensa por despejar el camino. El campesino aprendió ese día que cada obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad, tanto para ayudar a los demás como para ayudarse asimismo.

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


¿QUIÉN ERES? Había estado trabajando muy duro conmigo mismo. Guiado por mi terapeuta y alentado por mi deseo de descubrir todo sobre mi persona, me pasaba gran parte de mi tiempo libre meditando sobre los hechos de mi vida, mis sentimientos actuales o antiguos, mis recuerdos y como había aprendido de Jorge en ese “darme cuenta” que cada vez me sorprendía más. Pero no todo era rosa. Algunas ideas que habitaban mi mente y sobre todo, algunas emociones que me desbordaban, me dejaban triste y derrumbado. Por aquel entonces yo me quejaba de la gente. No sabía qué pasaba, pero me parecía que los demás no eran confiables; yo no sabía si era yo el que hacía siempre malas elecciones de las compañías, o la gente era diferente de lo que yo esperaba... El caso es que siempre me sorprendía esperando a alguien que nunca llegaba, o cancelando programas a último momento porque alguien no había previsto no sé qué, o las más de las veces esperando eternamente en lugares de cita a amigos que por ninguna razón estaban dispuestos a llegar a la hora pactada... Así fui al consultorio el día que Jorge me leyó su versión del cuento de Giovanni Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


Papini:

¿Quién

eres?

Aquel día Sinclair se levantó como siempre a las 7 de la mañana. Como todos los días, arrastró sus pantuflas hasta el baño y después de ducharse se afeitó y se perfumó. Se vistió con ropa bastante a la moda, como era su costumbre y bajó a la entrada a buscar su correspondencia. Allí se encontró con la primera sorpresa del día: ¡No había cartas! Durante los últimos años su correspondencia había ido en aumento y era una parte importante de su contacto con el mundo. Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, apuró su habitual desayuno de leche y cereal (como recomendaban los médicos), y salió a la calle. Todo estaba como siempre: los mismos vehículos de siempre transitaban las mismas calles y producían los mismos sonidos en la ciudad, que se quejaba igual que todos los días. Al cruzar la plaza casi tropezó con el profesor Exer, un viejo conocido con quien solía charlar largas horas sobre inútiles planteos metafísicos. Lo saludó con un gesto, pero el profesor pareció no reconocerlo; lo llamó por su nombre pero ya se había alejado y Sinclair pensó que no había alcanzado a escucharlo. El día había empezado mal y parecía que empeoraba con las posibilidades de aburrimiento que flotaban en su ánimo. Decidió volver a casa, a la lectura y la investigación, para esperar las cartas que con seguridad llegarían aumentadas para compensar las no recibidas antes. Esa noche, el hombre no durmió bien y se despertó muy temprano. Bajó y mientras desayunaba comenzó a espiar por la ventana para esperar la llegada del cartero. Por fin lo vio doblar la esquina, su corazón dio un salto. Sin embargo el cartero pasó frente a su casa sin detenerse. Sinclair salió y llamó al cartero para confirmar que no había cartas para él. El empleado le aseguró que nada había en su bolso para ese domicilio y le confirmó que no había ninguna huelga de correos, ni problemas en la distribución de cartas de la ciudad. Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupó más todavía. Algo estaba pasando y él debía averiguarlo. Buscó una chaqueta y se dirigió a casa de su amigo Mario. Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


Apenas llegó, se hizo anunciar por el mayordomo y esperó en la sala de estar a su amigo, que no tardó en aparecer. El hombre avanzó al encuentro del dueño de casa con los brazos extendidos, pero este se limitó a preguntar: —Perdón señor, ¿nos conocemos? El hombre creyó que era una broma y rió forzadamente presionando al otro a servirle una copa. El resultado fue terrible: el dueño de casa llamó al mayordomo y le ordenó echar a la calle al extraño, que ante tal situación se descontroló y comenzó a gritar y a insultar, como avalando la violencia del fornido empleado que lo empujó a la calle ... Camino a su casa, se cruzó con otros vecinos que lo ignoraron o actuaron con él como si fuera un extraño. Una idea se había apoderado del hombre: había una confabulación en su contra, y él había cometido una extraña falta hacia aquella sociedad, dado que ahora lo rechazaba tanto como algunas horas antes lo valoraba. No obstante, por más que pensaba, no podía recordar ningún hecho que pudiera haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucrara a toda una ciudad. Durante dos días más, se quedó en su casa esperando correspondencia que no llegó; o la visita de alguno de sus amigos que, extrañado por su ausencia, tocara su puerta para saber de él; pero no hubo caso, nadie se acercó a su casa. La señora de la limpieza faltó sin aviso y el teléfono dejó de funcionar. Entonado por una copita de más, la quinta noche Sinclair se decidió a ir al bar donde se reunía siempre con sus amigos, para comentar las pavadas cotidianas. Apenas entró, los vio como siempre en la mesa del rincón que solían elegir. El gordo Hans contaba el mismo viejo chiste de siempre y todos lo festejaban como era costumbre. El hombre acercó una silla y se sentó. De inmediato se hizo un lapidario silencio, que marcaba la indeseabilidad del recién llegado. Sinclair no aguantó más: — ¿Se puede saber qué les pasa a todos conmigo? Si hice algo que les molestó, díganmelo y se terminó, pero no me hagan esto que me vuelve loco... Los otros se miraron entre sí entre divertidos y fastidiados. Uno de ellos hizo girar su índice sobre su sien, diagnosticando al recién llegado. El hombre volvió Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


a pedir una explicación, luego rogó por ella y por último, cayó al suelo implorando que le explicaran por qué le hacían eso a él. Sólo uno de ellos quiso dirigirle la palabra: —Señor: ninguno de nosotros lo conoce, así que nada nos hizo. De hecho, ni siquiera sabemos quién es usted... Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y salió del local, arrastrando su humanidad hasta su casa. Parecía que cada uno de sus pies pesaba una tonelada. Ya en su cuarto, se tiró en la cama. Sin saber cómo ni por qué, había pasado a ser un desconocido, un ausente. Ya no existía en las agendas de sus corresponsales ni en el recuerdo de sus conocidos y menos aún en el afecto de sus amigos. Como un martilleo aparecía un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacían y que él mismo se empezaba a hacer: ¿Quién eres? ¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? Él sabía su nombre, su domicilio, el talle de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos verdaderamente? ¿o eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros que esperaban que él fuera el que había sido? Algo empezaba a estar claro: el ser un desconocido lo liberaba de tener que ser de una manera determinada. Fuera él como fuera, nada cambiaría en la respuesta de los demás. Por primera vez en muchos días, encontró algo que lo tranquilizó: esto lo colocaba en una situación tal, que podía actuar como se le ocurriera sin buscar ya la aprobación del mundo. Respiró hondo y sintió el aire como si fuera nuevo, entrando en los pulmones. Se dio cuenta de la sangre que fluía por su cuerpo, percibió el latido de su corazón y se sorprendió de que por primera vez NO TEMBLABA. Ahora que por fin sabía que estaba solo, que siempre lo había estado, ahora que sabía que sólo se tenía a sí mismo, ahora... podía reír o llorar... pero por él y no por otros. Ahora, por fin, lo sabía: SU PROPIA EXISTENCIA NO Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


DEPENDÍA DE OTROS. Había descubierto que le fue necesario estar solo para poder encontrarse consigo mismo... Se durmió tranquila y profundamente y tuvo hermosos sueños... Despertó a las diez de la mañana, descubriendo que un rayo de sol entraba a esa hora por la ventana e iluminaba su cuarto en forma maravillosa. Sin bañarse, bajó las escaleras tarareando una canción que nunca había escuchado y encontró debajo de su puerta una enorme cantidad de cartas dirigidas a él. La señora de la limpieza estaba en la cocina y lo saludó como si nada hubiera sucedido. Y por la noche en el bar, parecía que nadie había registrado aquella terrible noche de locura. Por lo menos, nadie se dignó a hacer algún comentario al respecto. Todo había vuelto a la normalidad ... Salvo él, por suerte, él, que nunca más tendría que rogarle a otro que lo mirara para poder reconocerse ... él, que nunca más tendría que pedirle al afuera que lo definiera ... él, que nunca más sentiría miedo al rechazo ... Todo era igual, salvo que ese hombre, Sinclair, nunca más se olvidaría de quién era. —Y este es tu cuento, Demián –siguió el gordo—. Cuando no te das cuenta de tu dependencia frente a la mirada de los otros, vives temblando frente al posible abandono de los demás que, como todos, aprendiste a temer. Y el precio para no temer es acatar, es ser lo que los demás, “que tanto nos quieren”, nos presionan a ser, nos presionan a hacer y nos presionan a pensar. Si tienes “la suerte” del personaje de Papini y el mundo, en algún momento, te da la espalda, no tendrás más remedio que darte cuenta de lo estéril de tu lucha. Pero si no sucede así, si tienes la “desdicha” de ser aceptado y halagado, entonces... estás abandonado a tu propia conciencia de libertad, estás forzado a decidir: acatamiento o soledad; estás atrapado entre ser lo que debes ser o no ser nada para nadie. Y de allí en adelante... podrás ser, pero sólo, sólo y sólo para ti.

Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


EL REY CICLOTÍMICO Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: era un rey con dos personalidades. Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas. En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos. Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos. Sin embargo, había también otros días. Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado. Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza. Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores... Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO. Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey convocó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión. —Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera. Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero. Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey. Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso... Esa noche el rey lloró. A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca. —Majestad –dijo el hombre con una reverencia— del lugar de donde vengo se habla de vuestros males y de vuestro dolor. He venido a traeros el remedio. Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero. El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja.

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Lo único que había era un anillo plateado. —Gracias –dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico? —Ciertamente lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en el dedo... Todas las mañanas, apenas os levantéis, deberéis leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veáis el anillo en vuestro dedo. El rey tomó el anillo y leyó en voz alta: “Debéis saber que ESTO también pasará”.

EL SABIO DE LA TRIBU Los jóvenes de la tribu se miraron entre sí, curiosos, -cuando el viejo jefe comenzó a encender una pequeña hoguera muy cerca del rió. El frío era tan intenso aquella noche que hasta los riachuelos estaban congelados. Con gestos lentos y precisos colgó sobre el fuego una olla llena de agua. Mientras él agua se calentaba, extendió una estera en el suelo y colocó sobre ella tres vasijas de barro vacías. Cuando el agua comenzó a burbujear, casi a cien grados, el viejo jefe la echó en la vasija que tenía a su derecha. Después cogió del riachuelo el agua helada casi a cero grados, a punto de congelarse, y la vertió en la vasija que estaba a su izquierda. En el recipiente del medio mezcló agua fría y caliente a partes iguales. Los jóvenes asistían a todo en silencio, cada vez con más curiosidad. El jefe le pidió entonces a uno de ellos: Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


-Pon la mano derecha en el agua helada y la mano izquierda en el agua caliente y déjalas allí durante un rato. El viejo respiró hondo tres veces, inspirando y espirando lentamente. No tenía reloj, y no lo precisaba porque su noción del tiempo era magistral. -Ahora saca las manos y coloca las dos en la vasija del medio -le dijo al joven-. ¿Cómo está el agua ahora? Sorprendido, el joven respondió que sentía calor en la mano derecha y frió en la izquierda. En la mano derecha, que estaba en el agua fría, sentía que el agua de la vasija del medio estaba caliente; la mano que había sacado del agua caliente la sentía fría, aunque las dos manos estuvieran sumergidas en la misma vasija. El viejo hablaba poco en los momentos en que transmitía sus conocimientos más importantes -El agua puede estar fría o puede estar caliente; depende de cómo esté tu mano… Respiró, miró de nuevo al joven, le sacó las manos de la vasija y continuó: -Como todo lo que sucede en la vida… puede ser bueno o malo. Eso depende…. ¿de qué? -De uno mismo -respondió el joven indio, contento con la enseñanza, que no olvidaría nunca más.

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El Sueño del Rey Un rey soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño. -¡Qué desgracia, mi señor! –Exclamó el Sabio– Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad. -¡Qué insolencia! –Gritó el rey, enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Y, llamando a su guardia, ordenó que le fueran dados cien latigazos. Más tarde pidió que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al rey con atención, le dijo: -¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran al sabio cien monedas de oro. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: -¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a vos con cien monedas de oro. Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


-Recuerda bien, amigo mío –respondió el segundo sabio– que todo depende de la forma en que lo digas…

TÚ PROPIO JUICIO A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un anciano que se encuentra descansando: .- ¿Qué clase de personas viven aquí? El anciano le pregunta: .- ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes? "Un montón de gente egoísta y mal intencionada "replicó el joven.-Estoy encantado de haberme ido de allí. A lo cual el anciano comento:- Lo mismo habrá de encontrar aquí. Ese mismo día otro joven se acerco a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó: ¿Qué clase de personas viven en este lugar? El viejo respondió con la misma pregunta: .-"¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes? .-"Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado..- "Lo mismo encontrarás aquí", respondió el anciano. Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo: .- ¿Como es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta? A lo cual el viejo contestó: .-"Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón". .-Aquel que no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí ni en ninguna otra parte.- Si te sientes dolorido por alguna causa externa; no es eso lo que te perturba. Si no tu

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propio juicio sobre ella.

TRES CONSEJOS Una pareja de recién casados era muy humilde y vivían de limosnas del pueblo. Cierto día el esposo le hizo la siguiente propuesta a su esposa: -Querida yo voy a salir de la casa, viajaré bien lejos a buscar empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuánto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa, que me esperes y que mientras yo esté lejos, me seas fiel, pues yo también te seré fiel a ti. Así, siendo joven aún, partió de su hogar. Camino días y días a pie, hasta encontrar una hacienda. El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, el cual también fue aceptado. El pacto fue el siguiente: - Déjeme trabajar por el tiempo que yo necesite, y cuando yo encuentre que debo irme, usted me libera de mis obligaciones. -Yo no quiero recibir mi salario. Le pido a usted que lo guarde como un ahorro hasta el día en que me vaya. -Y llegado ese día, usted me dará el dinero que yo haya ganado. Estando ambos de acuerdo, el joven comenzó a trabajar arduamente y sin Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


descanso. Lo hizo durante 20 años, sin vacaciones y sin pausas. Transcurridos veinte años se acerco a su patrón y le dijo: -Patrón, ha llegado el día, y deseo regresar a mi hogar. ¿Usted podría darme el dinero que me he ganado? El patrón le respondió: - Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿estás de acuerdo? - Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres valiosos consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. - Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta. El pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo: -Estoy decidido: 'Quiero los tres consejos' -El patrón le recordó: 'Si te doy los consejos, no te doy el dinero.' Y el empleado respondió: -Sí, estoy seguro 'Quiero los consejos' Entonces el hombre le dijo: 1. 'NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida. 2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, pues la curiosidad por el mal puede ser fatal. 3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde. Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven: - AQUÍ TIENES TRES PANES, dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa. Recuerda, este último es sólo para comer con tu familia. Se despidieron y el hombre siguió su camino de vuelta, después de veinte años lejos de su casa y de su esposa

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que el tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó: -¿Para dónde vas? Él le respondió:-Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera. La persona le dijo entonces: Mire amigo, este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días. El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando de pronto recordó el primer consejo: NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. CAMINOS MAS CORTOS Y DESCONOCIDOS TE PUEDEN COSTAR LA VIDA. Entonces se alejó de aquel atajo y volvió a seguir por el camino normal. Dos días después se enteró que otro viajero que había tomado el atajo, había sido asaltado, golpeado, y le robaron toda su ropa. Ese atajo llevaba a una emboscada. Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vereda de la carretera. Era muy tarde en la noche y parecía que todos dormían, pero una mujer malhumorada le abrió la puerta y lo atendió. Como estaba muy cansado, tan solo le pagó la tarifa del día sin preguntar nada, y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se levantó asustado al escuchar un grito aterrador. Se puso de pie de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir hacia donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo: NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL PUES LA CURIOSIDAD POR EL MAL PUEDE SER FATAL. Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado un grito y él le contesto que si lo había escuchado. El dueño de la posada le preguntó: Y no sintió curiosidad. Él le contestó que no. A lo que el dueño le respondió: - Usted ha tenido suerte en salir vivo de aquí, pues en las noches nos acecha una mujer

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maleante con crisis de locura, que grita horriblemente y cuando el huésped sale a enterarse de qué está pasando, lo mata, lo entierra en el quintal, y luego se esfuma. El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía en sus piernas, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se lleno de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo: NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, PUES PUEDES ARREPENTIRTE DEMASIADO TARDE'. Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, el pensó para sí mismo:NO VOY A MATAR A MI ESPOSA'-Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta a trabajar.-Solo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel. Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga de su cuello y lo abraza afectuosamente y lo besa frenéticamente. El trata de quitársela de encima, pero no lo consigue. Entonces con lágrimas en los ojos le dice: -Yo te fui fiel durante los veinte años y tú me traicionaste... Ella espantada le responde: -¿Cómo? yo nunca te traicioné, te esperé durante veinte años. Y te amé cada día más. El entonces él le preguntó: ¿-Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde? Y ella sonriendo, inmediatamente le contesto: -AQUEL HOMBRE QUE VISTE EN MI REGAZO ES NUESTRO HIJO. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy el tiene veinte años de edad. Entonces el marido se avergonzó, se disculpó e ingresó a la casa. Luego abrazó a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer, y el recordó que su patrón le había dado un pan, especialmente para compartir con su familia. Era el último pan. Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


DESPUÉS DE LA ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO CON LÁGRIMAS DE EMOCIÓN. Partió el pan y al abrirlo, se encontró con todo el dinero del pago de sus veinte años de dedicación y una nota que decía-gracias por haber confiado, que seas feliz y regresa cuando quieras.

TRISTEZA Y FELICIDAD: ¿UN CÍRCULO VICIOSO? Pregunta de un discípulo a Osho: Siempre que surge en mí una cierta sensación de apertura y paz van seguidas de una fuerte ansiedad y depresión que me hacen sentir muy cansado. Me parece que es un círculo vicioso. ¿Qué actitud he de adoptar? Respuesta de Osho: Siempre sucede así; es natural, no un círculo vicioso. Siempre que estés contento, muy feliz, estarás en una cima; de repente, aparecerá el valle, la tristeza. Siempre hay valles junto a las cumbres, no puedes estar para siempre en la cumbre. Lo opuesto siempre está a la vuelta de la esquina… porque lo opuesto no es lo opuesto, es lo complementario. Si estás contento continuamente, durante mucho tiempo, será un exceso de excitación, estarás desplazándote al extremo... y eso puede resultar peligroso para la vida. Tendrás que ser arrojado de nuevo a la tristeza. La tristeza es relajante; no es excitación. Es como la noche que sigue al día; cansado, te duermes.

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No es un círculo vicioso, es natural, y la naturaleza tiene su propia economía, De modo que qué hacer? no perturbes el círculo. Lo único que tienes que hacer es no identificarte con esa sensación cuando te sientas en lo alto, o en lo bajo... Recuerda siempre que sólo es un estado de ánimo, no tú, una atmósfera que te rodea, pero no tú. Cuando está lloviendo, no crees ser la lluvia. Cuando la lluvia se detiene y sale el sol calentándolo todo, no crees ser el sol ni su calidez… es algo que sucede a tu alrededor. En tu interior es lo mismo, recuérdalo! La felicidad o la tristeza simplemente es como la lluvia o el sol; es un clima, un estado de ánimo que te envuelve, un ambiente... pero no eres tú. Tú eres el observador, eres el testigo y si eres el observador siempre recordarás -antes o después- que lo opuesto aparecerá. Lo estarás esperando. Si estás preparado no será tan deprimente: cuando te sientas elevado, no estarás tan excitado; y cuando estés sumido en la tristeza, no estarás tan triste. Y poco a poco, la cumbre y el valle empezarán a acercarse cada vez más y llegará un momento en que la cumbre desaparecerá, el valle desaparecerá y estarás en tierra llana. Esa llanura no es felicidad ni infelicidad; le hemos dado un nombre diferente, la llamamos “conocimiento”, ananda (“beatitud”, en el original)… En un hombre de conocimiento, tristeza y felicidad se han encontrado, se han armonizado. ¿Qué es lo bueno de la felicidad? El sentimiento de euforia. ¿Qué es lo malo de la felicidad? La excitación, porque toda excitación implica cansancio. La excitación es una dispersión de energía; la excitación es una fiebre, la excitación es febril, es una situación malsana. Esa efervescencia no aparece en el hombre de conocimiento. Estará contento, pero no febril. No habrá excitación; ni siquiera podrás descubrir si se siente o no se siente feliz. Si te encuentras con un Buda no podrás descubrir si está o no está contento porque es tan calmadamente feliz que no revela nada superficialmente. La felicidad de un Buda no es la felicidad de una tormenta, con excitación y efervescencia; es la de un lago silencioso. En la tristeza, lo malo es que te sientes apagado, te sientes pesado. En un hombre de conocimiento no hay amodorramiento. Es ligero, nada pesado. No camina por la tierra; de hecho, vuela, tiene alas. No tiene peso, la

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gravitación no le afecta, es como una pluma. ¿Y qué hay de bueno en la tristeza? Su profundidad. La tristeza es muy profunda; no hay risa tan profunda como la tristeza, porque la risa siempre es superficial, algo profana, algo vulgar. La tristeza posee una sobriedad propia, la tristeza posee una profundidad propia, la tristeza es profundamente sensible: la sensibilidad del valle, profunda y penetrante… contiene algo de sagrado. Un hombre de conocimiento es ambos y no es ambos; trasciende ambos y es una armonía de ambos… Un hombre de conocimiento es un milagro, una singular combinación de opuestos, una rara síntesis de opuestos. Así que no creas que es un círculo vicioso; es natural. Todo lo que tienes que hacer es recordar que no eres el estado de ánimo que sientes. Cuando seas feliz, date cuenta de que la felicidad te rodea, burbujeando por todas partes; la risa te rodea, agitándote hasta tus mismas raíces... pero permanece alerta. No te identifiques con lo que sientes, no te conviertas en el estado de ánimo. Continúa como observador, porque el observador sabe en todo momento que lo otro está por venir, que aparecerá pronto. Dentro de nada verás que el día se está desvaneciendo y llega la noche. Continúa como observador. Cuando te sientas triste, continúa observando. Así como el día ha pasado, la noche también pasará. Todo pasa. Después de unas cuantas veces manteniéndote alerta serás capaz de recordar que existes completamente aparte: no eres ninguno de los dos: ni la felicidad ni la tristeza. De esta manera, por primera vez descubrirás el conocimiento. Ahora sabes que la infelicidad no puede perturbarte y que la felicidad tampoco puede perturbarte. Has alcanzado el estado de imperturbabilidad, el estado de conocimiento. Esa es la meta de todos los Budas (la palabra “buda” significa, literalmente, “despierto”).

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LA TRISTEZA Y LA FURIA En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas... Había una vez... un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente... Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber porqué- se baño rápidamente y más rápidamente aun, salió del agua… Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró... Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza... Y así vestida de tristeza, la furia se fue. Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia. Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

EL VIOLÍN El subastador pensó que perdía su tiempo mostrando ese viejo violín estropeado y arañado, pero aún así, lo mostró. -¿Cuánto ofrecen, buena gente? -gritó.-¿Quién hará la primera oferta?--¡Un dólar, un dólar! -entonces......- -¡Dos! ¿Sólo dos?--Dos dólares! -¿Hay alguien que dé tres?- -¡Tres dólares! ... a la una! -¡Tres dólares...a las dos!--Que se va por tres...pero,- -¡No! -Un hombre canoso se puso de pie, llegó adelante y tomó en sus manos el arco. Limpiando el polvo del viejo violín armonizó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna. Al cesar la música el subastador dijo, en voz muy baja y más bien para sí, -¿Cuánto daría yo por tener este viejo violín? Y tomándolo con más cariño lo volvió a levantar:-¡Cien dólares!- ¿Y quién da doscientos? -¡Doscientos!- -¿Y quién da trescientos?-- ¡Trescientos!- ¡Trescientos, a la una!- -¡Trescientos a las dos!- -¡Y se va y se fue! -exclamó. Algunos lloraban y los demás aplaudían... - No podemos comprender se Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


decían- -¿Qué cambió su valor? Alguien dijo por allí que fue "El toque de la mano de un maestro".-Muchas personas sienten que sus vidas están fuera de tono. No saben cómo aprovechar todos los recursos y talentos que disponen. No saben cómo convertir sus excusas en razones. No pueden ver las oportunidades que existen dentro de las crisis. No le encuentran sentido a lo que hacen. No saben cómo ponerse en acción......... y a similitud del viejo violín se "subastan baratamente" a la multitud siguiendo el viaje de la vida como un juego que no requiere pensar.......Pero un día cuando están preparados el maestro aparece. La gente no comprende cómo él puede encontrar tanto valor en algo que ellos no pueden ver. El secreto del Maestro es mirar más allá de las apariencias y conectarse con la verdadera alma de las cosas."La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer resolvería los problemas más grandes que hay en el mundo"

VOLAR Quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. Estableció que sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que desde hace un tiempo estaba posado en una rama. Y nadie, absolutamente nadie hasta el presente había logrado hacerlo. Una cantidad de personajes aparecieron en el palacio y con distintas mañas intentaron que el pájaro volara, sin embargo ninguno lo consiguió. Cuentan que una mañana el rey se levanto y vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía pretendiente y cuando lo mandó llamar le pregunto cómo había hecho semejante milagro. Cuando estuvo frente al campesino le dijo: – ¿Tú hiciste volar al halcón? – ¿Como lo hiciste? – ¿Eres mago, acaso? Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explico: – No fue difícil, Su Alteza. – Solo corté la rama. – Entonces el halcón se dio cuenta que tenía alas y simplemente se largó a volar.

¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ? Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: “Querida, ¿qué ves?” Sandra Paola Rodríguez Randolph… 2018


“Zanahorias, huevos y café” fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, padre?” El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua. “¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

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