Ciclo “Anuncio”
Boletín pastoral de edició n virtual - Añ o 1 - Nro. 4 - Propiedad de los Padres y Hermanos Paulinos.
¿Por qué a mí? ¿ Le tememos al fracaso o vemos oportunidades?
¿Tabor o Calvario? Hoy en día las publicidades, cada vez más ingeniosas e incisivas, de diversa índole -incluso religiosas- presentan al éxito y al gozo como signos de plenitud de vida, de algo totalmente necesario que es preciso alcanzar: gente tomando “la gaseosa de la felicidad”, logrando la carrera universitaria que podría cambiar la historia, una vida vocacional al margen de lo que pesa la cruz de cada día... ¡Héroes de comics y no vasijas de barro, frágiles y toscas! Se prefiere el Tabor, la belleza de los instantes, del tener o vestir, olvidando que primero hay que pasar por Galilea, la vida cotidiana, y, como consecuencia de todo: el Calvario; ese Calvario que en Jesús se ha vuelto lugar de redenció n, de abrazo desnudo a una humanidad a tientas.
¿ Por qué a mí? es la pregunta más frecuente que nos hacemos cuando nos encontramos ante una situació n de fracaso, de dolor, situaciones que parecieran derribarnos por completo sin posibilidades de levantarnos, sin posibilidades de seguir viviendo, nos paralizan por completo y hacen que dejemos de disfrutar nuestro día a día. Sin embargo, en todo esto no podemos dejar de ver a Dios, y dejar de disfrutar los momentos de nuestra vida, no olvidemos que Dios mediante el sufrimiento en la cruz nos dio vida, y por medio de su generosa entrega, nos invita a vivirla de una manera intensa en todas sus facetas. Que nuestros fracasos, nuestros dolores y caídas sean motivos para recordar que estamos vivos y que aún en esas situaciones Jesús, es quien nos acompañ a, levanta y sana, recordemos pues entonces que en cada paso que damos, está el mismo Cristo caminando con nosotros y nos dice:Vive!
La imitació n de Cristo Autor:Tomá s de Kempis
Señ or, te agradezco por todas tus gracias y bendiciones. Muchas veces, me dejo llevar por el desánimo y la desesperació n ante los fracasos, ante las cosas que no salen bien. Hoy te entrego, Señ or, mis fracasos, los días difíciles, la cruz de día a día. Renueva, Amigo, mi fe, para decirte siempre que sí, pues no me pides éxitos, sino que sea fiel. Amén. P. Gilbert Kannikattu, SSP
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