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Taller De Oraci贸n SEMINARIO MENOR DIOCESANO DE VALENCIA 1


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Taller De Oraci贸n SEMINARIO MENOR DIOCESANO DE VALENCIA

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Agradecimientos La comunidad del Seminario menor quiere agradecer el esfuerzo y la entrega desinteresada de aquellos que han participado en la elaboración de este material. Al grupo de Taize acoge, a Ignacio Dinbier, sj y a la Compañía de Jesús, a Juan Manuel Llopis, consiliario de la Acción Católica, a los Sr. Vicarios episcopales que han participado en la Novena, a las hermanitas del Cordero, a las Misioneras del Verbum Dei, a las Oblatas de Cristo Sacerdote, a D Alberto Caselles y a todos los que de una manera u otra habéis apoyado este taller de oración. para escuchar las palabras de Jesús en la vida de cada día con la coherencia entre lo que oro y hago.

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Introducción

Se habla mucho de la oración , hay diversidad de deniciones de oración según las los santos de cada época pero QUÉ ES ORAR? ¿Podemos hablar de la oración, necesita una pedagogía? A simple vista, parece un contrasentido, porque la oración es una EXPERIENCIA DEL ENCUENTRO CON EL DIOS DE LA VIDA. Orar es encontrar un tiempo para detenerse, para ordenar ante el Señor los días, las horas, los acontecimientos etc.. La oración es “ un encuentro “. Y por ello es un acto de relación, de amor, de conanza, de presencia, de seguimiento hasta el nal. La oración necesita apoyarse en unos medios aptos que favorecen tal encuentro y lo hagan signicativo. Para orar hace falta: tiempo, lugar postura método, etc. En este contexto debe entenderse la oración como un esfuerzo de colaboración para recibir la amistad con Dios. La oración no se deja aprisionar en ningún método, porque escapa siempre a todos. No obstante podemos distinguir tres grupos de métodos de oración : 1. REZOS= oración vocal, centrada en los labios, su traducción literal es hablar con Dios- Utiliza los Salmos, los Himnos, las oraciones liturgicas o devocionales(ej. El rosario, jaculatorias etc..) La oración tipo y paradigma de t o d a s l a s d e m á s e s e l PA D R E NUESTRO.

AL SEÑOR. Utiliza como materia de reexión: La lectio divina y el examen de conciencia 3. CONTEMPLACION: oración de corazón (corazón en sentido bíblico no es sólo la dimensión afectiva, sino el nivel más profundo de la personalidad del hombre, la fuente y el lugar de encuentro de todas las facultades( la voluntad, los deseos, la libertad en denitiva el “yo verdadero” En la contemplación se descubren dos relaciones importantes no excluyentes: Con los sentidos y afectos Con la experiencia de la “consolación”= sentirme amado por Dios que no depende de mi , lo esencial lo recibe el corazón cuando Dios lo visita y lo quema. CON TODO: ORAR ES UN ACTO DE COMUNICACION CON EL DIOS DE JESUS HECHA CON AMOR EN DONDE LA VIDA ES CONTEMPLADA DESDE LA FE DESPERTANDO EL CORAZON HACIA ACTITUDES DE COMPROMISO CRISTIANO EN LA VIDA COTIDIANA,PERSONAL Y SOCIAL. Por eso para orar NECESITO: Tiempo, silencio para escuchar las palabras de Jesús en la vida de cada día con la coherencia entre lo que oro y hago.

2. MEDITACIÓN= oración mental, centrada en la mente, dejando quietos los labios. Es una forma más interiorizada de oración. Consiste en una reexión que nos hace dirigirnos a Dios, o bien que produce en nosotros unos efectos de mayor apertura hacía a El=ABRIRSE

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Indice Agradecimientos Introducci贸n Septiembre Octubre Noviembre Diciembre Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio

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Características de la Oración de Taize El valor del silencio Tres veces al día, todo se detiene de Taizé: el trabajo, los estudios bíblicos, los intercambios. Las campanas llaman para la oración en la iglesia. Centenas, a veces miles de jóvenes de países muy diversos de todo el mundo, rezan y cantan con los hermanos de la Comunidad. La Biblia se lee en varias lenguas. En medio de cada oración común, el largo tiempo de silencio es un momento único de encuentro con Dios. Silencio y oración Si nos dejamos guiar por el libro más antiguo de oración, los Salmos bíblicos, encontraremos en ellos dos formas principales de la oración. Por un lado, la lamentación y la llamada de auxilio, y por otra el agradecimiento y la alabanza. De un modo más escondido, existe un tercer tipo de oración, sin súplica ni alabanza explícita. El Salmo 131, por ejemplo, no es más que calma y confianza: «Mantengo mi alma en paz y en silencio… Pon tu esperanza en el Señor, ahora y por siempre.» A veces la oración calla, pues una comunión apacible con Dios puede prescindir de palabras. «Acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.» Como un niño privado de su madre que ha dejado de llorar, así puede ser «mi alma en mí» en presencia de Dios. La oración entonces no necesita palabras, quizás ni reflexiones. ¿Cómo llegar al silencio interior? A veces permanecemos en silencio, pero en nuestro interior discutimos fuertemente, confrontándonos con nuestros interlocutores imaginario o luchando con nosotros mismos. Mantener nuestra alma en paz supone una cierta sencillez: «No pretendo grandezas que superan mi capacidad.» Hacer silencio es reconocer que mis preocupaciones no pueden mucho. Hacer silencio es dejar a Dios lo que está fuera de mi alcance y de mis capacidades. Un momento de silencio, incluso muy breve, es como un descanso sabático, una santa parada, una tregua respecto a las preocupaciones. La agitación de nuestros pensamientos se puede comparar a la tempestad que sacudió la barca de los discípulos en el mar de Galilea cuando Jesús dormía. También a nosotros nos ocurre estar perdidos, angustiados, incapaces de apaciguarnos a nosotros mismos. Pero también Cristo es capaz de venir en nuestra ayuda. Así como amenazó el viento y el mar y «sobrevino una gran calma», él puede también calmar nuestro corazón cuando éste se encuentra agitado por el miedo y las preocupaciones (Marcos 4). Al hacer silencio, ponemos nuestra esperanza en Dios. Un salmo sugiere que el silencio es también una forma de alabanza. Leemos habitualmente el primer versículo del salmo 65: «Oh Dios, tú mereces un himno». Esta traducción sigue la versión griega, pero el hebreo lee en la mayor parte de las Biblias: «Para ti, oh Dios, el silencio es alabanza.» Cuando cesan las palabras y los pensamientos, Dios es alabado en el asombro silencioso y la admiración.

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La Palabra de Dios: trueno y silencio En el Sinaí, Dios habla a Moisés y a los israelitas. Truenos, relámpagos y un sonido te trompeta cada vez más fuerte precedía y acompañaba la Palabra de Dios(Éxodo 19). Siglos más tarde, el profeta Elías regresa a la misma montaña de Dios. Allí vuelve a vivir la experiencia de sus ancestros: huracán, terremoto y fuego, y se encuentra listo para escuchar a Dios en el trueno. Pero el Señor no se encuentra en los fenómenos tradicionales de su poder. Cuando cesa el ruido, Elías oye «un susurro silencioso», y es entonces cuando Dios le habla. (1 Reyes 19). ¿Habla Dios con voz fuerte o en un soplo de silencio? ¿Tomaremos como modelo al pueblo reunido al pie del Sinaí? Probablemente sea una falsa alternativa. Los fenómenos terribles que acompañan la entrega de los diez mandamientos subrayan su importancia. Guardar los mandamientos o rechazarlos es una cuestión de vida o muerte. Quien ve a un niño correr hacia un coche que está pasando tiene razón de gritar lo fuerte que pueda. En situaciones análogas, han habido profetas que han anunciado la palabra de Dios de modo que resuene fuertemente a nuestros oídos. Palabras que se dicen con voz fuerte se hacen oír, impresionan. Pero sabemos bien que éstas no tocan casi los corazones. En lugar de una acogida, éstas encuentran resistencia. La experiencia de Elías muestras que Dios no quiere impresionarnos, sino ser comprendido y acogido. Dios ha escogido «una voz de fino silencio» para hablar. Es una paradoja: Dios es silencioso, y sin embargo habla Cuando la palabra de Dios se hace «voz de fino silencio», es más eficaz que nunca para cambiar nuestros corazones. El huracán del monte Sinaí resquebrajaba las rocas, pero la palabra silenciosa de Dios es capaz de romper los corazones de piedra. Para el propio Elías, el súbito silencio era probablemente más temible que el huracán y el trueno. Las manifestaciones poderosas de Dios le eran, en cierto sentido, familiares. Es el silencio de Dios lo que le desconcierta, pues resulta tan diferente a todo loque Elías conocía hasta entonces. El silencio nos prepara a un nuevo encuentro con Dios. En el silencio, la palabra de Dios puede alcanzar los rincones más ocultos de nuestro corazón. En el silencio, la palabra de Dios es «más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu.» (Hébreos 4,12). Al hacer silencio, dejamos de escondernos ante Dios, y la luz de Cristo puede alcanzar y curar y transformar icluso aquello de lo que tenemos vergüenza. Silencio y amor Cristo dice: «Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 15,12). Tenemos necesidad de silencio para acoger estas palabras y ponerlas en práctica. Cuando estamos agitados e inquietos, tenemos tantos argumentos y razones para no perdonar y no amar demasiado y con facilidad. Pero cuando mantenemos «nuestra alma en paz y en silencio», estas razones se desvanecen. Quizás evitamos a veces el silencio, prefiriendo en vez cualquier ruido, cualquier palabra o distracción, porque la paz interior es un asunto arriesgado: nos hace vacíos y pobres, disuelve la amargura y las rebeliones, y nos conduce al don de nosotros mismos. Silenciosos y pobres, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, llenos de un amor incondicional. De manera humilde pero cierta, el silencio conduce a amar.

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Los iconos Los iconos ayudan a que la oración sea bella. Son como ventanas que se abren hacia las realidades del Reino de Dios y las hacen presentes en nuestra oración aquí en la tierra. Son una llamada a nuestra propia transfiguración. Siendo imagen, el icono no es solamente pura ilustración o decoración. El icono es el símbolo de la encarnación, es presencia que ofrece a los ojos el mensaje espiritual que la Palabra dirige a los oídos. El fundamente de los iconos es, según san Juan Damasceno (siglo VIII), la venida de Cristo a la tierra. La salvación está unida a la encarnación del verbo divino y en consencuencia a la materia. «En otros tiempos, Dios, el incorporal y el invisible, nunca era representado. Pero ahora que Dios se ha manifestado en la carne y ha habitado entre los hombres, represento lo visible de Dios. No adoro la materia, sino adoro al creador de la materia, que se ha vuelto materia por mi causa, que ha querido habitar la materia y que, por la materia, ha logrado mi salvación». Por la fe que expresa, por su belleza y por su profundidad, el icono puede abrir un espacio de paz y sostener una espera. Invita a acoger el misterio de la salvación incluso en la carne y hasta en la creación.

Para preparar un momento de oración ¿Cómo podemos continuar rezando junto con otros? Esta pregunta surge a menudo después de una semana en Taizé o después de haber participado en un encuentro de Taizé en cualquier parte del mundo. A continuación, algunos de los elementos más importantes para preparar un tiempo de oración meditativa «sin comienzo ni fin». Para entrar en la oración, escoger uno o dos cantos de alabanza. Salmo Jesús rezaba estas antiguas oraciones de su pueblo. Desde siempre los cristianos han encontrado en ellos una fuente. Los salmos nos sitúan dentro de la gran comunión de los creyentes. Nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestra confianza en Dios, nuestra sed e incluso nuestras angustias encuentran una expresión en los salmos. Una o dos personas leen o cantan en solo los versículos de un salmo. Todos responden con un aleluya u otra aclamación cantada después de cada versículo. Si los versículos son cantados, sostenidos eventualmente por un gorgorito (melodía improvisada sobre el acorde final de la aclamación mantenida por la asamblea), éstos deben ser cortos, dos líneas generalmente; los versículos, si son leídos, pueden ser más largos. Se ha hecho una selección de versículos accesibles para cada oración. Si se utiliza otros salmos no se dude en escoger sólo algunos versículos, los más asequibles. No es necesario leer todo el salmo.

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Lectura Leer la Escritura significa acercarse «a la fuente inagotable que dispensa el propio Dios a los hombres sedientos» (Orígenes, siglo III). La escritura es una «carta de Dios a su criatura» que hace «descubrir el corazón de Dios en las palabras de Dios» (Gregorio el Grande, siglo VI). Para una oración regular se acostumbra a hacer una lectura continua de los libros bíblicos. Para una oración semanal o mensual escoger mejor textos mayores que no necesiten explicaciones. Cada lectura se introduce con «lectura de...» o «del Evangelio según san...». Si hay dos lecturas la primera puede ser escogida del Antiguo Testamento, de las Epístolas, de los Hechos de los Apóstoles o del Apocalipsis; la segunda es siempre la del Evangelio. Entre las dos lecturas se inserta un canto meditativo. Antes o después de la lectura será bueno escoger un canto que celebre la luz de Cristo. Durante este canto algunos jóvenes o niños se acercan con una vela en la mano para encender una lámpara o velón. Dicho símbolo recuerda que, incluso si la noche se vuelve densa, en la vida personal o en la vida de la humanidad, el amor de Cristo es un fuego que nunca se apaga. Canto Silencio Cuando intentamos expresar la comunión con Dios a través de palabras, la inteligencia encontrarse desprevenida. Pero, en las profundidades de la persona humana, por el Espíritu Santo, Cristo ora más de lo que podemos imaginar. La voz de Dios no se calla, pero no Dios nunca quiere imponerse, a menudo su voz se oye como en un susurro, en un soplo de silencio. Mantenerse en silencio en su presencia, para acoger su Espíritu, ya es orar. No buscar un método para obtener un silencio interior a toda costa, provocando en sí mismo como un vacío, sino dejar, en el silencio, que Cristo ore en uno con la confianza de un niño, y un día descubrimos que las profundidades de la persona humana están habitadas. En una oración común será conveniente tener un solo momento largo de silencio – de cinco a diez minutos – mejor que varios momentos cortos. Si aquellos que participan en la oración no están acostumbrados a un silencio así, será importante anunciarlo al final del canto que lo precede: «Continuaremos ahora la oración permaneciendo un momento en silencio.» Oración de intercesión u oración de alabanza Una oración hecha de peticiones o aclamaciones breves, sostenidas por un gorgorito y cadenciadas por una respuesta cantada por todos puede constituir como una «columna de fuego» en el corazón de la oración común. Por medio de las intercesiones nuestra oración se ensancha a las dimensiones de toda la familia humana: confiamos a Dios las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los humanos, de los pobres y de todos aquellos que sufren. Por medio de la oración de alabanza celebramos todo lo que Dios es para nosotros.

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Una o dos personas alternativamente expresan las peticiones o las aclamaciones de la oración, la cual estará introducida y marcada por un canto: Kyrie eleison, Gospodi pomilui (Señor, ten compasión); Te alabamos, Señor. Una vez terminadas todas las peticiones o aclamaciones escritas será bueno ofrecer a los participantes la posibilidad de una expresión espontánea para algunas oraciones que surgen de su corazón. Se estará atento a que sean breves y que se dirijan a Dios: no deberán ser transformadas en un diálogo horizontal en el que, creyendo hablar a Dios, se desea en realidad transmitir sus propias ideas a los demás. Se concluye cada una de las oraciones espontáneas con la misma respuesta cantada por todos. Padrenuestro Oración de conclusión Cantos Al final la oración puede prolongarse a través del canto. Para apoyar el canto un pequeño grupo permanece con los que desean continuar rezando. Los demás pueden ser invitados a un momento para compartir en pequeños grupos, en un lugar vecino, por ejemplo sobre un texto bíblico, con la ayuda de las «horas joánicas». En la Carta de Taizé, se proponen «horas joánicas» cada mes, es decir, un tiempo de silencio y para compartir a partir de un texto bíblico.

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LA ORACIÓN EN CLAVE DE REVISIÓN DE VIDA No cabe ninguna duda sobre las importantes aportaciones que la Revisión de Vida ha realizado en orden a la formación de una conciencia cristiana encarnada en la historia, en diálogo permanente con el mundo, la cultura, la política, la economía, contribuyendo a «imbuir del espíritu del Evangelio las diversas comunidades y los diversos ambientes» (Concilio Vaticano II: Decreto sobre los seglares AA. 20). La Revisión de Vida es una mirada, a la luz de la fe, sobre acontecimientos de la vida, grandes o pequeños, individuales o colectivos. Una mirada sobre los acontecimientos como Dios los mira y en la perspectiva de la Encarnación de Cristo, para que el Reino de Dios se vaya construyendo en, por y a través del compromiso evangelizador en lo temporal, en fidelidad a Cristo y con la acción del Espíritu Santo. El punto de partida es siempre un hecho de vida; la conclusión, siempre es también una llamada a la conversión y a la misión. La Revisión de Vida es un instrumento pastoral y pedagógico que nos sirve para abrir nuestro corazón a la experiencia de Jesús. La Revisión de Vida es ante todo un modo de espiritualidad, una manera de concebirnos, de manifestarnos y de vivir como cristianos, de adentrarse en las realidades humanas, y que posibilita dejarse interpelar por lo concreto de la vida en el mundo y, desde ahí, trabajar para que el proyecto de Dios se abra camino. La oración en clave de Revisión de Vida (RdV): La oración en clave de Revisión de Vida nos obliga a salir a la calle de lo concreto y a cambiar la mirada para saber qué pasa en el grupo de amigos, al vecino de la escalera, en la clase, en la diversión, etc. Lo real es un espacio sagrado; Dios nos ha dado cita en lo concreto, no solamente en el sagrario o en la contemplación de la naturaleza, sino en la vida cotidiana. Para encontrarnos con Dios desde la oración en la vida cotidiana, según la dinámica de la Revisión de Vida podemos afirmar que Jesús de Nazaret: VE, se fija en las personas (sobre todo en los pobres, mujeres, enfermos, niños, pecadores...) y en las estructuras sociales concretas. La mirada de Jesús ve el corazón de esas personas y descubre las causas y consecuencias de sus situaciones. JUZGA estas situaciones y actitudes de las personas y de las estructuras, se para y desde su experiencia del Padre se atreve a interpretar la realidad, por difícil que parezca: la Ley, el templo, los sacerdotes, los cargos públicos y civiles, las posturas y acciones de la gente (la pobre viuda que da limosna a escondidas y el fariseo que reza en la plaza -Lc 21, 1-4-, la actitud de los discípulos hacia unos niños -Lc 18, 15-17-, la mujer adúltera que va a ser apedreada -Jn 8, 1 -11-, etc.).

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OCTUBRE 2014

ACTÚA y toma decisiones concretas: cura a los enfermos, toca a los leprosos, perdona a los pecadores, se detiene ante el grito de un ciego, come con los publicanos, acoge a unos niños, perdona a la mujer adúltera, se pone de parte del pobre ante la Ley que prohíbe curar en sábado, potencia y desarrolla los deseos de conversión en el publicano, en Zaqueo, en María Magdalena...Hay, pues, en Jesús una dinámica de vida que de alguna forma queremos hacer nuestra y reproducir con nuestra vida, ayudándonos de la propia dinámica de la Revisión de Vida. Jesús es una persona que interrelaciona constantemente la atención, la oración y la acción; interrelaciona la observación y la escucha con el silencio orante y el compromiso eficaz y concreto; interrelaciona su conocimiento del mundo -razón- con su amor al mundo -corazón en sentido bíblico- y la transformación del mundo significado en la acción material. La oración en clave de Revisión de Vida es una dinámica, un instrumento pedagógico que nos ayuda a vivir cada día con mayor coherencia nuestra identidad cristiana, nuestra fidelidad a Jesús de Nazaret, desde la experiencia cotidiana, desde la realidad que vivimos y que se vive en nuestro entorno. La oración en clave de Revisión de Vida nos aporta: UN ESPÍRITU: Un estilo de vivir y actuar; una manera permanente de situarse ante la realidad, de dejarse impresionar por la vida, de transformarnos y transformar la realidad social y personal de manera abierta, crítica y activa. Y todo ello en referencia constante a la persona y mensaje de Jesús de Nazaret que nos lleva a vivir su propio estilo de vida. UNA DINÁMICA: Una organización metodológica de este “espíritu”, de este estilo, de esa mística, siguiendo unos determinados momentos: Ver-Juzgar-Actuar. Es una forma de analizar la realidad enjuiciándola y transformándola al mismo tiempo, de acuerdo con nuestro proyecto de persona, sociedad e Iglesia, El método impulsa, habitúa y ayuda a interiorizar ese estilo de vida que anima el “espíritu de la Revisión de Vida”. UN ESQUEMA: Es un instrumento, estructurado como un cuestionario flexible que nos ayuda a poner en marcha el método para conseguir ese estilo habitual y permanente de vida cristiana. El esquema nos ayuda a: • VER desde dentro los acontecimientos, sintiéndonos implicados en ellos, en actitud de encarnación. Ver con corazón, y con sentido crítico, buscando comprender las raíces personales y sociales, las causas y las consecuencias de los hechos que se llevan a la oración. • JUZGAR desde un encuentro con la persona de Jesucristo, con la Palabra viva que ilumina ese hecho que estamos contemplando. En el JUZGAR es donde se da la configuración de la persona según el corazón de Cristo. Es un momento de escucha y de conversión. • ACTUAR como respuesta al Señor. En el ACTUAR, descubrimos que la oración en clave de RdV no va encaminada hacia el perfeccionamiento de uno mismo, sino a llevar el Evangelio a la vida del mundo, colaborando activamente en la construcción del Reinado de Dios.

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ACTUAR JUZGAR

VER

Orar es clave de Revisi贸n de Vida OCTUBRE 2014

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OCTUBRE 2014 MIÉRCOLES 1 DE OCTUBRE

Santa Teresita del Niño Jesús

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OCTUBRE 2014 JUEVES 2 DE OCTUBRE

Santos テ]geles Custodios

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OCTUBRE 2014 VIERNES 3 DE OCTUBRE

San Francisco De Borja

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OCTUBRE 2014 Sテ。ADO 4 DE OCTUBRE

San Francisco De Asテュs

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OCTUBRE 2014 DOMINGO 5 DE OCTUBRE

XXVII Del Tiempo Ordinario

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OCTUBRE 2014 LUNES 6 DE OCTUBRE

T茅mporas de Acci贸n de Gracias y de Petici贸n

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OCTUBRE 2014 MARTES 7 DE OCTUBRE

Nª Sª La Virgen Del Rosario

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OCTUBRE 2014 MIร RCOLES 8 DE OCTUBRE

San Luis Beltrรกn

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OCTUBRE 2014 JUEVES 9 DE OCTUBRE

Dedicaci贸n De La S. I. Catedral

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OCTUBRE 2014 VIERNES 10 DE OCTUBRE

Santo Tomรกs De Villanueva

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OCTUBRE 2014 Sテ。ADO 11 DE OCTUBRE

Feria De La XXVII Semana Del T. O

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OCTUBRE 2014 DOMINGO 12 DE OCTUBRE

XXVIII Del Tiempo Ordinario

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OCTUBRE 2014 LUNES 13 DE OCTUBRE

Feria de la XXVIII Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 MARTES 14 DE OCTUBRE

Feria de la XXVIII Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE

Santa Teresa De Jesús

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OCTUBRE 2014 JUEVES 16 DE OCTUBRE

Feria De La XXVIII Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 VIERNES 17 DE OCTUBRE

San Ignacio De Antioquía

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OCTUBRE 2014 Sテ。ADO 18 DE OCTUBRE

San Lucas, Evangelista

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OCTUBRE 2014 DOMINGO 19 DE OCTUBRE

XXIX Del Tiempo Ordinario

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OCTUBRE 2014 LUNES 20 DE OCTUBRE

Feria De La XXIX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 MARTES 21 DE OCTUBRE

Feria De La XXIX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 MIÉRCOLES 22 DE OCTUBRE

Feria De La XXIX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 JUEVES 23 DE OCTUBRE

Feria De La XXIX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 VIERNES 24 DE OCTUBRE

San Antonio María Claret

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OCTUBRE 2014 Sテ。ADO 25 DE OCTUBRE

Feria De La XXIX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 DOMINGO 26 DE OCTUBRE

Domingo XXX Del Tiempo Ordinario

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OCTUBRE 2014 LUNES 27 DE OCTUBRE

Feria De La XXX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 MARTES 28 DE OCTUBRE

San Sim贸n Y San Judas

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OCTUBRE 2014 MIÉRCOLES 29 DE OCTUBRE

Feria De La XXX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 JUEVES 30 DE OCTUBRE

Feria De La XXX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014 VIERNES 31 DE OCTUBRE

Feria De La XXX Semana Del T. O.

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OCTUBRE 2014

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NOVIEMBRE 2014

El examen. Oración ignaciana Si hay una oración típicamente ignaciana esa es el «examen». Una oración que posteriormente se identificó con el «examen de conciencia». San Ignacio explica en sus Ejercicios Espirituales cómo hacerlo. Pero primero ayudará saber que esta oración busca que cada uno de nosotros vayamos configuración la vida desde la acción de gracias y el discernimiento. · Acción de gracias porque esta oración ayuda a reconocer tanto bien recibido por medio de lo que acontece en nuestras vidas. No se trata sólo de dar gracias. Es mucho más. Es cultivar una actitud de agradecimiento por lo recibido. No se trata de agradecer lo que se tiene o consigue sino lo que se recibe, ¡recibimos tanto de Dios! Cultivar el agradecimiento como una actitud de vida cristiana supone que ya no nos situamos como si tuviéramos derechos adquiridos y, por tanto, desde la exigencia de reclamar lo que creemos que nos corresponde. Es la actitud del hijo mayor de la parábola que no reconoce todo lo que ya había recibido y cree que se había cometido una gran injusticia con él. Desde ahí surge la queja, el lamento, la crítica, los celos… · Discernimiento porque esta oración ayuda a mirar con atención y profundidad los impulsos que nos mueven y por los que nos dejamos conducir. En esos impulsos, san Ignacio los llamará «mociones espirituales», reconocemos la acción del Espíritu Santo que nos conduce a vivir más evangélicamente. Pero si prestamos atención nos damos cuenta que nos mueven otros impulsos, otras «mociones espirituales», que no van en la dirección del Evangelio sino en la del amor propio, la autoafirmación, la autorreferencialidad como dirá el Papa Francisco. Cuando hacemos esta oración de examen vamos captando mejor esos impulsos que nos mueven en direcciones distintas: a vivir más evangélicamente o menos. Discernimos, distinguimos, diferenciamos unos impulsos de otros, unas «mociones espirituales» de otras. ¿Cuáles son los pasos de esta oración de examen? · Lo primero es el agradecimiento, el dar gracias. Mirar lo vivido en el día que termina reconociendo tanto bien recibido. No se trata de agradecer lo extraordinario que nos haya podido suceder sino eso sencillo, pequeño, irrelevante donde podemos reconocer la presencia y la acción del Espíritu Santo. Es la oración de Jesús: “Te doy gracias, Señor, Padre de cielo y tierra, porque has revelado estas cosas a la gente sencilla” · Lo segundo es el reconocimiento de las propias resistencias a dejarse conducir por el Espíritu de Jesús. Cuando somos honestos podemos reconocer esas resistencias, esos obstáculos que ponemos a su Espíritu. Deseamos seguir a Jesús y luego hay tantas resistencias en nosotros… Por eso necesitamos pedir gracia a Dios para que seamos honestos, lúcidos, sinceros para no engañarnos y no contarnos “películas”

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NOVIEMBRE 2014

· Hay un tercer paso en esta oración ignaciana. Se trata de reconocer que no siempre damos pasos en la dirección del Evangelio: más vida, más abundante para todos. “He venido para que tengáis vida en abundancia”, dice Jesús. Por eso, necesitamos mirar lo concreto del día que termina y preguntarnos si hemos generado vida a nuestro alrededor o, si por el contrario, hemos hecho que ese día que concluye haya sido asfixiante para alguien o le hemos dañado de algún modo. · Tras este reconocimiento, un cuarto paso: pedir perdón. Sólo desde el reconocimiento del mal infringido, del daño causado es posible pedir perdón. De no ser así, no pasa de ser un “lo siento” o “disculpa” que en realidad no nos creemos. No se tratará sólo de pedirle perdón al Señor sino también de pedirle perdón a aquellos a los que les haya podido dañar. Ya encontrarás el momento y la oportunidad de hacerlo, pero no lo dejes de hacer. · Y por último, concretar para el siguiente día un paso que debo dar para vivir más evangélicamente. El examen del día que he hecho me dará pistas para saberlo concretar. No se trata de ponerme metas, ni objetivos. Se trata más bien de ver los pasos que tengo que dar y en la dirección en la que el Señor me invita a seguir creciendo. Sea cual sea ese paso, no te olvides de darlo con Jesús y como Jesús

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NOVIEMBRE 2014

Esquema de oración Este mes la meditación la dividiremos en dos partes: 1- Un cuarto de hora antes de la Eucaristía rezaremos acompañados por “rezandovoy” 2- Por la noche haremos el examen ignaciano y escribiremos en el cuaderno de oración los puntos más importantes. 1. PREPARACION Suele ayudar hacer esta oración al final del día cuando ya has terminado la jornada y te dispones a descansar. No ha de ser una oración larga. Es suficiente con quince minutos. Dedica un momento para disponerte para la oración. Te ayudará invocar al Espíritu Santo para que él te conduzca durante esta oración. Haz una oración preparatoria: “Señor, concédeme la gracia de conocer tanto bien recibido y que al reconocerlo pueda en todo amar y servir” 2. ORACION ·

Lo primero es el agradecimiento, dar gracias. Mira lo vivido en el día que termina reconociendo tanto bien recibido. Son personas, situaciones, palabras… que se han dado en el día que terminas

·

Lo segundo es el reconocimiento de las propias resistencias a dejarse conducir por el Espíritu de Jesús. Señor, no dejes que me engañe, ayúdame a reconocer todo aquello que me impide seguirte con más libertad.

·

Lo tercero es reconocer que no siempre damos pasos en la dirección del Evangelio sino que vamos en dirección contraria. Señor, ¿de qué manera he vivido hoy de forma contraria a tu Evangelio?

·

Lo cuarto, pedir perdón. Sin justificaciones, sin excusas. Simplemente pido perdón al Señor y a aquellos a quienes hayas podido dañar.

·

Y por último, mira cuál son los pasos que tienes que dar para avanzar en la dirección del Evangelio. Concreta un primer paso para darlo mañana.

3. FINAL Para terminar cantaremos la Salve

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NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCION: EL MAGNIFICAT. Queridos hermanos y hermanas: 1. Hemos llegado ya al final del largo itinerario que comenzó, hace exactamente cinco años, en la primavera del año 2001, mi amado predecesor el inolvidable Papa Juan Pablo II. Este gran Papa quiso recorrer en sus catequesis toda la secuencia de los salmos y los cánticos que constituyen el entramado fundamental de oración de la liturgia de las Laudes y las Vísperas. Al terminar la peregrinación por esos textos, que ha sido como un viaje al jardín florido de la alabanza, la invocación, la oración y la contemplación, hoy reflexionaremos sobre el Cánticocon el que se concluye idealmente toda celebración de las Vísperas: el Magníficat (cf. Lc 1, 46-55). Es un canto que revela con acierto la espiritualidad de los anawim bíblicos, es decir, de los fieles que se reconocían "pobres" no sólo por su alejamiento de cualquier tipo de idolatría de la riqueza y del poder, sino también por la profunda humildad de su corazón, rechazando la tentación del orgullo, abierto a la irrupción de la gracia divina salvadora. En efecto, todo elMagníficat, que acabamos de escuchar cantado por el coro de la Capilla Sixtina, está marcado por esta "humildad", en griego tapeinosis, que indica una situación de humildad y pobreza concreta. 2. El primer movimiento del cántico mariano (cf. Lc 1, 46-50) es una especie de voz solista que se eleva hacia el cielo para llegar hasta el Señor. Escuchamos precisamente la voz de la Virgen que habla así de su Salvador, que ha hecho obras grandes en su alma y en su cuerpo. En efecto, conviene notar que el cántico está compuesto en primera persona: "Mi alma... Mi espíritu... Mi Salvador... Me felicitarán... Ha hecho obras grandes por mí...". Así pues, el alma de la oración es la celebración de la gracia divina, que ha irrumpido en el corazón y en la existencia de María, convirtiéndola en la Madre del Señor.

La estructura íntima de su canto orante es, por consiguiente, la alabanza, la acción de gracias, la alegría, fruto de la gratitud. Pero este testimonio personal no es solitario e intimista, puramente individualista, porque la Virgen Madre es consciente de que tiene una misión que desempeñar en favor de la humanidad y de que su historia personal se inserta en la historia de la salvación. Así puede decir: "Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación" (v. 50). Con esta alabanza al Señor, la Virgen se hace portavoz de todas las criaturas redimidas, que, en su "fiat" y así en la figura de Jesús nacido de la Virgen, encuentran la misericordia de Dios. 3. En este punto se desarrolla el segundo movimiento poético y espiritual del Magníficat (cf. vv. 5155). Tiene una índole más coral, como si a la voz de María se uniera la de la comunidad de los fieles que celebran las sorprendentes elecciones de Dios. En el original griego, el evangelio de san Lucas

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tiene siete verbos en aoristo, que indican otras tantas acciones que el Señor realiza de modo permanente en la historia: "Hace proezas...; dispersa a los soberbios...; derriba del trono a los poderosos...; enaltece a los humildes...; a los hambrientos los colma de bienes...; a los ricos los despide vacíos...; auxilia a Israel". En estas siete acciones divinas es evidente el "estilo" en el que el Señor de la historia inspira su comportamiento: se pone de parte de los últimos. Su proyecto a menudo está oculto bajo el terreno opaco de las vicisitudes humanas, en las que triunfan "los soberbios, los poderosos y los ricos". Con todo, está previsto que su fuerza secreta se revele al final, para mostrar quiénes son los verdaderos predilectos de Dios: "Los que le temen", fieles a su palabra, "los humildes, los que tienen hambre, Israel su siervo", es decir, la comunidad del pueblo de Dios que, como María, está formada por los que son "pobres", puros y sencillos de corazón. Se trata del "pequeño rebaño", invitado a no temer, porque al Padre le ha complacido darle su reino (cf. Lc12, 32). Así, este cántico nos invita a unirnos a este pequeño rebaño, a ser realmente miembros del pueblo de Dios con pureza y sencillez de corazón, con amor a Dios. 4. Acojamos ahora la invitación que nos dirige san Ambrosio en su comentario al texto delMagníficat. Dice este gran doctor de la Iglesia: "Cada uno debe tener el alma de María para proclamar la grandeza del Señor, cada uno debe tener el espíritu de María para alegrarse en Dios. Aunque, según la carne, sólo hay una madre de Cristo, según la fe todas las almas engendran a Cristo, pues cada una acoge en sí al Verbo de Dios... El alma de María proclama la grandeza del Señor, y su espíritu se alegra en Dios, porque, consagrada con el alma y el espíritu al Padre y al Hijo, adora con devoto afecto a un solo Dios, del que todo proviene, y a un solo Señor, en virtud del cual existen todas las cosas" (Esposizione del Vangelo secondo Luca, 2, 26-27: SAEMO, XI, MilánRoma 1978, p. 169). En este estupendo comentario de san Ambrosio sobre el Magníficat siempre me impresionan de modo especial las sorprendentes palabras: "Aunque, según la carne, sólo hay una madre de Cristo, según la fe todas las almas engendran a Cristo, pues cada una acoge en sí al Verbo de Dios". Así el santo doctor, interpretando las palabras de la Virgen misma, nos invita a hacer que el Señor encuentre una morada en nuestra alma y en nuestra vida. No sólo debemos llevarlo en nuestro corazón; también debemos llevarlo al mundo, de forma que también nosotros podamos engendrar a Cristo para nuestros tiempos. Pidamos al Señor que nos ayude a alabarlo con el espíritu y el alma de María, y a llevar de nuevo a Cristo a nuestro mundo. Benedicto XVI AUDIENCIA GENERAL Miércoles 15 de febrero de 2006

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Domingo

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ALABANZA: Proclama mi alma la grandeza del Señor.

Lunes SALVACIÓN: Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

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Martes

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Diciembre

POBREZA: Porque ha mirado la humildad de su sierva

Miercoles HISTORIA:

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Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

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Jueves

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VIDA: Porque ha hecho en mi cosas grandes el Poderoso.

Viernes HUMILDAD:

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Diciembre

Derrib贸 de su trono a los poderosos y ensalz贸 a los humildes.

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DICIEMBRE 2014

Sábado

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Diciembre

FRATERNIDAD: Auxilia a Israel su siervo

Domingo MISERICORDIA-PROMESA: Acordándose de la Misericordia, como lo había prometido a nuestros padres.

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Lunes

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ORACIÓN DE CONSAGRACIÓ

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LITURGIA DE LAS HORAS Los cristianos, a ejemplo de Jesús y de sus discípulos, entienden que la oración es un encuentro con Dios. Ningún signo sacramental ni práctica de piedad tienen sentido sin el espíritu de oración, que equivalente a vivir en la presencia de Dios que habla y oye, que ama y pide ser amado. La oración es la respuesta del hombre a Dios, a quien mira con la fe cerca en cuanto lo considera Señor del Universo. Pero, para el cristiano es el diálogo amoroso con el Padre que está en los cielos, tal como Jesús nos lo enseñó. El Catecismo de la Iglesia Católica indica con referencias patrísticas lo que se entiende por oración: "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes" (S. J. Damasceno 3. 24). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? Dice San Agustín: ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde "lo más profundo" (Sal 130, 14) de un corazón humilde y contrito?... Nosotros no sabemos pedir como conviene" (Rom 8. 26). Por eso la humildad es disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios. (Sermón 56, 6, 9). (Cat. N. 2257

Con el pasar del tiempo, los discípulos de Jesús encontraron algunos salmos particularmente apropiados para determinados momentos de la jornada, de la semana o del año, percibiendo en ellos un sentido profundo relacionado con el misterio cristiano. Un autorizado testigo de este proceso es san Cipriano, quien a la mitad del siglo III escribe: "Es necesario rezar al inicio del día para celebrar en la oración de la mañana la resurrección del Señor. Esto corresponde con lo que indicaba el Espíritu Santo en los salmos con las palabras: "Atiende a la voz de mi clamor, oh mi Rey y mi Dios. Porque a ti te suplico. Señor, ya de mañana oyes mi voz; de mañana te presento mi súplica, y me quedo a la espera" (Salmo 5, 3-4). […] Después, cuando el sol se pone al acabar del día, es necesario ponerse de nuevo a rezar. De hecho, dado que Cristo es el verdadero sol y el verdadero día, al pedir con la oración que volvamos a ser iluminados en el momento en el que terminan el sol y el día del mundo, invocamos a Cristo para que regrese a traernos la gracia de la luz eterna" ("De oratione dominica", 35: PL 39,655)

- La oración sálmica y bíblica fue la preferida por Jesús. Debe serlo también para sus seguidores.

La oración cristiana nace, se nutre y desarrolla en torno al acontecimiento por excelencia de la fe, el Misterio pascual de Cristo. Así, por la mañana y en la noche, al amanecer y al atardecer, se recordaba la Pascua, el paso del Señor de la muerte a la vida. El símbolo de Cristo "luz del mundo" es representado por la lámpara durante la oración de las Vísperas, llamada también por este motivo "lucernario". Las "horas del día" recuerdan, a su vez, la narración de la pasión del Señor, y la "hora tercia" la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. La "oración de la noche", por último, tiene un carácter escatológico, pues evoca la recomendación hecha por Jesús en espera de su regreso (cf. Marcos 13, 35-37).

Cristo oraba con los Salmos y reflejaba sus sentimientos y mensajes: Sal. 39. 8-9: Hebr. 10. 57; Mt. 26.30; Salm. 40. 10; Jn. 13. 18; Salm. 21.2. Era consciente de que los textos de los Salmos eran previsiones y anuncios de su misión en la tierra: (Lc. 24.44). Los textos evangélicos nos recuerdan las formas de Jesús: mirada, elevación de las manos, postración: (Mt. 26.39; Lc. 22. 41; Jn. 11. 41; 17.1).

Al ritmar de este modo su oración, los cristianos respondieron al mandato del Señor de "rezar sin cesar" (cf. Lucas 18,1; 21,36; 1 Tesalonicenses 5, 17; Efesios 6, 18), sin olvidar que toda la vida tiene que convertirse en cierto sentido en oración. En este sentido, Orígenes escribe: "Reza sin pausa quien une la oración con las obras y las obras con la oración" ("Sobre la oración", XII,2: PG 11,452C).

Todo el proceso de formación espiritual de los cristianos se basa en la oportunidad y acierto de los estilos, invitaciones y encuentros de oración que permiten al creyente dirigir su mente y sus acciones a Dios y a los hechos de Jesús, supremo modelo y centro del amor cristiano. Algunos criterios o formas de Jesús deben ser en todo caso el estímulo y el modelo de la oración del cristiano.

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La meditación “Nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra” Modo de Orar: Desde y con la Palabra de Dios a) Introducción sobre el modo de Oración: El modo de orar que se nos propone tiene seis momentos: 1. Meditar y contemplar al Dios cercano “que habla a los hombres como amigos” y que se manifiesta en su Palabra hecha carne: Jesucristo (DV 2; VD 6) Entendemos la oración como, “Tratar muchas veces y a solas de amistad con quien sabemos nos ama” ( Teresa de Ávila) 2. Asimilar : ¿Qué me dice a mí esa Palabra?... a mi historia personal, a mi vida, a mis relaciones: conmigo mismo/ con Dios/ con los otros/ con la creación? 3. Vivida: ¿Cómo voy a vivir hoy, eso que he entendido de Dios? Esto hay que vivirlo en dos tiempos: a. Ejercicio de oración: (el tiempo dedicado a la oración) b.Vida orante, convivencia familiar durante todo el dia con la familia Trinitaria que nos habita y María, la madre de Jesus y nuestra. Oramos la Palabra, para “ser” Palabra viva, configurar nuestra vida con Cristo (Rm 8, 29; VD 22; Const. VD 9) 4.

Compartida: Compartir en comunidad la Palabra orada y asimilada

5.

Anunciada: Ser testigo en la vida diaria, real, de lo que he visto y oído (1Jn 1,3)

6.

Celebrada: en los sacramentos y principalmente en la Eucaristía

b) Modo de orar en la historia de la espiritualidad cristiana El modo de orar basado en la Palabra de Dios, además de la imponderable riqueza constante de espiritualidad de Ignacio de Loyola, ha bebido igualmente en los riquísimos veneros de Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Francisco de Asís, Agustín, Teresa de Lisieux, Magisterio de la Iglesia, Doctrina diaria del Vicario de Cristo. Tal confluencia de agua viva, de ayer, de hoy y de siempre, nos proporciona un manantial abundantísimo de sólida y creciente espiritualidad que se renueva siempre. (Constituciones VD n. 257). c) Esquema que ayude a concretar · Comenzar el día con unas pautas de oración, partiendo de un texto de la Palabra de Dios elegida o de un tema propuesto. Duración: entre 15 y 30 minutos · Un primer momento para tomar conciencia de que estoy delante de ALGUIEN, de PERSONAS VIVAS: EL PADRE, el HIJO y el ESPÍRITU SANTO. (No se trata de teorías, ni doctrinas, ni palabras aprendidas).

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Estas PERSONAS ME DIRIGEN UNA PALABRA • Meditación: Dejo caer esa Palabra en el corazón - La escucho - Me fijo en la acción, en los actores, en los verbos… - Dialogo esa Palabra con Quien me la dice. Contemplo cómo Jesús ha vivido eso que me dice… • Dejo afectar mi vida… ¿Me convence, me atrae, lo quiero vivir, no lo comprendo, no lo quiero aceptar? • Pido ayuda, agradezco… convivo con Ellos, estoy atento… - Presentar un examen breve de oración.

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Semana del 7 al 9 de Enero de 2015 Marcos 10, 46-52 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Ánimo, levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino ante Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista y le seguía por el camino

“…Bartimeo, un mendigo ciego junto al camino…” ¿Qué esperas de tu Vida?

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Semana del 12 al 16 de Enero de 2015 Juan 4, 1-42 4 Jesús.. llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. 8S us discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo: —Dame un poco de agua. 9 Pero como los judíos no se hablan con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana? 10 —Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida. 11 —Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? 12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado? 13 —Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, 14 pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. 15 —Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla. 16 —Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá —le dijo Jesús. 17 —No tengo esposo —respondió la mujer. —Bien has dicho que no tienes esposo. 18 Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad. 19 —Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta. 20 Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén. 21 —Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. 22 Ahora adoráis lo que no conoceis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. 23 Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24 Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. 25 —Sé que viene el Mesías, al que llaman el *Cristo —respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. 26 —Ése soy yo, el que habla contigo —le dijo Jesús.

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Lunes

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“Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.” ¿Reconoces quién es Jesús realmente? ¿te da cuenta delante de quien estás?

“ quien beba de esta agua volverá a tener sed”. ¿Qué deseos, qué búsquedas hay en mi corazón?

Martes

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“…llama a tu marido y vuelve aquí”. ¿Dónde busco saciar mi sed?

Miercoles

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“… dices bien, no tienes marido….”. ¿Qué agua te ofrece Jesús?

Jueves

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Viernes

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“…Sé que viene el Mesías, al que llaman el *Cristo —respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. —Ése soy yo, el que habla contigo — le dijo Jesús.” ¿En que cosas de cada día descubres que es Jesús el Mesias que está esperando?


ENERO 2015

Semana del 19 al 23 de Enero de 2015 "Como mi Padre me amó, así Yo os he amado: permaneced en mi amor. Si conserváis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que Yo, habiendo conservado los mandamientos de mi Padre, permanezco en su amor. Os he dicho estas cosas, para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido. Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer. Vosotros no me escogisteis a Mí; pero Yo os escogí, y os he designado para que vayáis, y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que el Padre os dé todo lo que le pidáis en mi nombre. Estas cosas os mando, para que os améis unos a otros". Juan 15, 9-17

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“ vosotros sois mis amigos…” ¿descubro a Jesús como mi amigo?

Lunes

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Martes

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“no me elegisteis vosotros, fui yo…” ¿Por qué me eliges Jesús? ¿Quién soy para ti?


ENERO 2015

“ os he destinado para que vayáis y deis fruto abundante…” ¿ Cual es el fruto que esperas de mi?

Miercoles

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ENERO 2015

Jueves

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·“Como mi Padre me amó, así Yo os he amado: permaneced en mi amor” ¿Me siento realmente amado por Jesús? ¿Cómo? ¿qué cosas me hacen permanecer en ese amor? ¿qué cosas me hacen separarme de él?

·“Os he dicho estas cosas, para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido…” ¿Es verdad que sentirme elegido y amado pr ti me llena de alegría? ¿Cuándo lo descubro? ¿Em que momentos me cuesta vivirlo?

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Viernes

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ENERO 2015

Semana del 26 al 29 de Enero de 2015 5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. 7 Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 Danos hoy el pan nuestro de cada día. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. Mateo 6, 5-13

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ENERO 2015

:”cuando vayas a orar entra en tu habitación y… ” Dios busca tu amistad y tu confianza ¿Cómo concretas en el día a día tu intimidad con Jesús?

Martes

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Lunes

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enero

“ Padre nuestro… “ ¿Cómo descubro en mi vida que Dios es Padre? ¿Cómo entiendo que no sólo es mi Padre, sino el “nuestro”? ¿A qué me lleva en mi vida?


ENERO 2015

·“Venga tu reino” ¿Cómo es el Reino que espero? ¿realmente espero algo diferente? ¿qué estoy dispuesto a hacer?

Miercoles

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ENERO 2015

Jueves

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·”Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” ¿Cómo acepto la voluntad de Dios en mi vida? ¿en qué cosas me cuesta más?

“perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” ¿Somos capaces de pedir perdon con todo el corazón? ¿de qué cosas nos cuesta mas pedir perdón? ¿Perdonamos a todos? ¿perdonamos siempre? ¿qué cosas nos cuestan más?

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Viernes

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Febrero / Marzo 2015

Los modos de orar de Santo Domingo Oración de fuego, oración incesante del corazón En este modo de orar, recibía la plena revelación de la Sagrada Escritura, la fuerza audaz de una ardiente predicación y la secreta intimidad del Espíritu Santo. « Era frecuentísimo en él pasar la noche en oración y, cerrada la puerta, elevar su plegaria al Padre… » Jordán de Sajonia, Libellus 13 Entremos en sus noches de oración. Estas noches que modelaron su cuerpo, que labraron e iluminaron su rostro. Guardando y meditando sin cesar en su corazón la Palabra de Dios, contemplando a Jesús crucificado, comulgaba con los Misterios de la vida de Jesús: el abajamiento y la humildad del Hijo de Dios, su Pasión, su muerte, su Resurrección y su Ascensión a la gloria, desde la que derrama a profusión su Espíritu sobre nosotros.

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Febrero / Marzo 2015

MODOS DE ORAR Introducción Vamos a orar siguiendo a Santo Domingo. Nuestra oración será lenta, pero personal e interior. Tenemos en nuestras manos los "modos de orar de Santo Domingo". Iremos contemplándolos uno a uno. Son como "cuadros o escenas de la vida de un orante", aunque, en la realidad de la vida de oración, los deberíamos vivir en continuidad, sin interrupción en "cada modo". Al final del día Domingo oraba después de predicar, enseñar, caminar... Estaba cansado, como quizás lo estamos hoy nosotros por otros motivos. Y oraba en diferentes posturas para mantenerse vigilante. Orar unas veces es escuchar, otras hablar, otras pedir, otras... "dormir" (es decir que hasta nos podemos quedar dormidos reposando en los brazos de Dios...) porque simplemente es "estar en la presencia de Dios teniéndole como amigo". Domingo ora ante Cristo crucificado, pero fijémonos que en casi todas las imágenes, María está presente.

Primer modo de orar Nuestro Padre, manteniendo el cuerpo erguido, inclinaba la cabeza y, mirando humildemente a Cristo, le reverenciaba con todo su ser. Se inclinaba ante el altar como si Cristo, representado en él, estuviera allí real y personalmente. Se comportaba así en conformidad con este fragmento del libro de Judit: "Te ha agradado siempre la oración de los mansos y humildes" (Jdt 9, 16)...También se inspiraba en estas palabras: "Yo no soy digno de que entres en mi casa" (Mt 8, 8); "Señor, ante ti me he humillado siempre"(Sal 146, 6). Enseñaba a hacerlo así a los frailes cuando pasaban delante del crucifijo, para que Cristo, humillado por nosotros hasta el extremo, nos viera humillados ante su majestad. Jesús es el único Señor de la historia: un crucificado se erige como salvador de todos los hombres y mujeres. Inclinamos unos instantes nuestras cabezas ante Jesús crucificado porque es el único Señor de nuestras vidas. Ante Él recordamos a tantos jóvenes envueltos en historias oscuras: drogas, problemas familiares, sin ilusiones y esperanzas de futuro, parados, sin techo... Ante Él oramos por tantos jóvenes que trabajan como voluntarios sociales, en hospitales, albergues, asilos, campos de trabajo, misiones... por todos los que trabajan en favor de los marginados.

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Febrero / Marzo 2015

Segundo modo de orar Oraba con frecuencia Santo Domingo postrado completamente, rostro en tierra. Se dolía en su interior y se decía a sí mismo, y lo hacía a veces en tono tan alto, que en ocasiones le oían recitar aquel versículo del Evangelio: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador" (Lc 18, 13). Con piedad y reverencia, recordaba frecuentemente aquellas palabras de David: "Yo soy el que ha pecado y obrado inicuamente" (Sal 50, 5). Del salmo que comienza, "Con nuestros oídos ¡oh Dios! hemos oído", recitaba con vigor y devoción el versículo que dice: "Porque mi alma ha sido humillada hasta el polvo, y mi cuerpo pegado a la tierra" (Sal 43, 26). En alguna ocasión, queriendo exhortar a los frailes con cuanta reverencia debían orar, les decía: "Los Reyes Magos entraron..., y cayendo de rodillas, lo adoraron" (Mt 2, 11)... Nosotros pedimos perdón por nuestros pecados y decimos: ¡Señor, ten piedad! Hacemos memoria en nuestro interior de los niños y niñas que en el mundo están sometidos a todo tipo de explotación, trabajo o delincuencia. Recordamos a emigrantes humillados por nuestras maneras de vivir que justificamos hasta con leyes.

Tercer modo de orar Motivado Santo Domingo por todo cuanto precede, se alzaba del suelo y se disciplinaba diciendo: "Tu disciplina me adiestró para el combate" (Sal 17, 35), "Misericordia, Dios mío," (Sal 50), o también: "Desde lo hondo a ti grito, Señor" (Sal 129). Nadie, por inocente que sea, se debe apartar de este ejemplo. Sufre y ora por todos los que sufren, prolongando en su cuerpo la Pasión de Jesús. Nosotros hacemos memoria en nuestro interior por los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, quizás conocidos o familiares nuestros. Pero recordamos, de manera especial a los enfermos incurables, a los de SIDA, a tantas personas, cuyas imágenes nos llegan por los medios de comunicación, que son víctimas de guerras, violencia y terrorismo.

Cuarto modo de orar Después de esto, Santo Domingo, se volvía hacia el crucifijo, le miraba con suma atención. A veces, tras el rezo de la oración de Completas y hasta la media noche, y decía, como el leproso del Evangelio: "Señor, si quieres, puedes curarme" (Mt. 8, 2); o como Esteban, que clamaba: "No les tengas en cuenta este pecado" (Hc 7, 60).

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Tenía una gran confianza en la misericordia de Dios, en favor suyo, en bien de todos los pecadores y en el amparo de los frailes jóvenes que enviaba a predicar. En ocasiones no podía contener su voz y los frailes le escuchaban decir: "A ti, Señor, te invoco, no seas sordo a mi voz, no te calles" (Sal 27, 1); así como otras palabras de la Sagrada Escritura. Domingo ora ante Cristo presentándole la obra de sus manos, unas manos que son también las nuestras ¿qué le podemos presentar de nuestras vidas? Levantemos nuestras manos ante Él, no buscamos méritos ni alabanzas, pero deseamos tener un corazón lleno de nombres, de rostros concretos a los que amamos y deseamos amar más. Por eso recordamos a nuestras familias, que nos han transmitido una vida, o que les hemos dado una vida, el amor, la educación... o que nos han posibilitado el estar aquí. Por eso recordamos a nuestras comunidades, fraternidades, grupos, movimientos, nuestros superiores, líderes... Por eso recordamos a nuestros amigos, amigas, vecinos, gente que comparte nuestra vida, compañeros de trabajo, alumnos... Pero no podemos olvidar a los que aún no queremos, a aquellos con los que mantenemos relaciones tensas...

Quinto modo de orar Algunas veces el Padre Domingo, estando en el convento, permanecía ante el altar; mantenía su cuerpo derecho, sin apoyarse ni ayudarse de cosa alguna. A veces tenía las manos extendidas ante el pecho, a modo de libro abierto; así se mantenía con mucha reverencia y devoción, como si leyera ante el Señor. En la oración se le veía meditar la Palabra de Dios, y cómo se la recitara dulcemente para sí mismo. Le servía de ejemplo aquel gesto del Señor: "Que entró Jesús según su costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura" (Lc 4, 16). A veces juntaba las manos a la altura de los ojos, entrelazándolas fuertemente y dando una con otra, como urgiéndose a sí mismo. Elevaba también las manos hasta los hombros, tal como hace el sacerdote cuando celebra la misa, como si quisiera fijar el oído para percibir con más atención algo que se diría desde el altar. Domingo ora en actitud de ofrenda, ora por toda la creación, ora con toda la naturaleza. Es el universo hecho oración en la mente y corazón de Domingo. Nosotros también oramos con nuestras manos y oramos por los que se preocupan de la naturaleza, aunque con frecuencia no lo damos importancia. Pedimos que Dios ponga en nuestro corazón sentimientos llenos de esperanza para cuidar la creación, pero sobre todo para cuidar a la

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humanidad y que la humanidad no destruya la obra que Dios le entregó, recordando ese Cántico del Profeta Daniel: "Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor... Hijos de los hombres, bendecid al Señor...bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos" (Dan 3, 57ss)

Sexto modo de orar A veces se veía también orar al Padre Santo Domingo con las manos y brazos abiertos y muy extendidos, a semejanza de la cruz, permaneciendo derecho en la medida en que le era posible. De este modo oró el Señor mientras pendía en la cruz y "con el gran clamor y lágrimas fue escuchado por su reverencial temor" (Hb 5, 7). Pero Santo Domingo no utiliza este modo de orar sino cuando, inspirado por Dios, sabía que se iba a obrar algo grande y maravilloso en virtud de la oración, o que Dios le movía con especial fuerza a una gracia singular. Pronunciaba con ponderación, gravedad y oportunamente las palabras del Salterio que hacen referencia a este modo de orar; decía atentamente: "Señor, Dios de mi salvación, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;...Todo el día te estoy invocando, Señor, tendiendo las manos hacia ti" (Sal 87, 2-10) Se identifica con Cristo y abraza a todos los hombres y mujeres con su oración. Nosotros podemos elevar nuestros brazos y formar una gran cruz de humanidad. Unidos hacemos memoria de los hombres y mujeres que no son cristianos pero creen en Dios y lo buscan con sincero corazón, oramos por todos los buscadores de Dios. Oramos por los que desde su fe buscan la paz y lo hacen desde la justicia. Pedimos a Jesús que murió por todos que seamos capaces de superar actitudes racistas o de marginación por cuestiones religiosas o de cultura. Recordamos a quienes llevan su cruz de cada día, a quienes les cuesta aceptarla, a quienes la rechazan, a quienes se la cargan a otros...

Séptimo modo de orar Se le hallaba con frecuencia orando, dirigido por completo hacia el cielo. Oraba con las manos elevadas sobre su cabeza, muy levantadas y unidas entre sí, o bien un poco separadas, como para recibir algo del cielo. Pedía a Dios para la Orden los dones del Espíritu Santo y la práctica de las bienaventuranzas. Pedía mantenerse en la pobreza, en el hambre y sed de justicia, en el ansia de misericordia, hasta ser proclamados bienaventurados; pedía mantenerse

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devotos y alegres en la guarda de los mandamientos y en el cumplimiento de los consejos evangélicos. A veces decía "Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario" (Sal 27, 2). Domingo se deja llevar por sus pensamientos, por sus deseos, por sus dudas, por sus proyectos y se los expone a Jesús con sinceridad de corazón. Nosotros también podemos situarnos ante Jesús sin engaños, abrirle nuestro corazón y decirle lo que nos preocupa, los proyectos, los anhelos... Jesús escucha.

Octavo modo de orar Nuestro Padre Santo Domingo tenía otro modo de

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ORACION OBLATIVA - OBLACIÓN ORANTE Si amar no es tan solo decir al otro: Te quiero; sino más bien decirle: TU NO MORIRÁS, algo así es lo que podríamos poner en labios de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, que intercede por cada uno ante el Padre. Tu no morirás; mi vida por la tuya. Y este es el dinamismo que El introduce en nosotros, cuando quiere continuar su oración de oblación e intercesión en nuestra pobre capacidad humana. ¿Cómo lo hace? Contagiándonos su Amor, que es el que le mueve a dar su vida por nosotros, a “preferir” nuestra vida a la suya. (Te pedimos Señor, nos concedas vivir de aquel mismo amor que llevo a tu Hijo a entregar la Vida por la salvación del mundo. Orac V Dom. Cuaresma) Por la oración de oblación no le pedimos al Señor “cosas”, no recitamos formulas, sino que nos ponemos nosotros mismos en la patena para que El nos haga ofrenda permanente: Mi vida por los hermanos. Nuestra vida entera con sus “empujes” y sus cansancios, con su generosidad y sus reservas, con sus luces y sombras, sus inseguridades y certezas…y nuestra oración que de suyo sería bastante mezquina y vidriosa, puesta en la Misa de cada día, se “recicla”, se funda con la Suya que si que es perfecta y omnipotente y adquiere una repercusión cuasi-infinita. Y esto no es algo “forzado”, sino un dinamismo interior que llevamos incorporado por el hecho de ser bautizados (y que hay que “liberar” en nosotros) y que nos impulsa a entregar la vida. RECIBIMOS LA VIDA PARA ENTREGARLA. Y nuestra oración no puede ser algo ajeno a esto, o a una práctica piadosa que hay que hacer, sino una necesidad (la sintamos o no, nos apetezca o no) para poder vivir según lo que somos. (Lo de apetecer o no apetecer rezar, puede ser engañoso, tampoco a veces tenemos hambre y sin embargo necesitamos el alimento y nosotros no podemos saber ni objetivar exactamente en que medida nos alimenta). Nuestra vocación de Oblatas de Cristo Sacerdote nos lleva a hacer de toda nuestra vida oblación y oración, o dicho de otra manera: oración oblativa y oblación orante, pero esto no es un privilegio en “exclusiva”. El Señor se sirve de nosotras para recordar a toda la Iglesia y a cada uno de vosotros en particular, queridos seminaristas, lo que podemos y debemos ser: Hostias vivas, ofrenda permanente. Por eso os queríamos compartir estas pequeñas reflexiones, fruto de nuestra vivencia. Porque el sacerdote, como nadie, está llamado a “orar mucho por su pueblo”, a interceder. El Espíritu Santo le lleva a ofrecerse, como le llevó a Cristo y el Amor le hace capaz de “cargar” sobre

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sus espaldas lo que “los hijos” que le han sido encomendados quizá no puedan. Este que no tiene fuerza para salir de ese vicio, aquel que es rebelde o que no se siente querido…Y eso, misteriosa, pero realmente sucede ¡os lo aseguro! Así como cuando uno se rompe una pierna, los brazos tienen que trabajar más para caminar con muletas, así es este cuerpo que formamos los cristianos. Unos nos ofrecemos para sostener a otros y a su vez nosotros somos sostenidos también. EN LA IGLESIA NADIE ESTÁ SOLO. Y esto se vive desde el misterio de la oración, y da a nuestra vida una fecundidad insospechada más allá de nuestros cálculos. Interceder, no es tan solo hacer una lista de gente por la que rezo. No es “recordarle” a Dios que tiene que ayudar a este o al otro. Es dejar que El te contagie sus deseos, sus sueños sobre cada uno de esos hijos suyos y estar dispuesto a darlo todo porque se cumplan. ¿Y eso, pasa en la oración? Pues sí; la oración aunque sea seca o aburrida es el lugar privilegiado, no solo ni principalmente para tener ideas luminosas, sino el “laboratorio” en el que el Señor nos va cambiando la mente y el corazón. No hace falta estar “bien”, ni ser perfectos para orar ofreciéndose por otros. Se puede interceder cuando estando triste, constipado, enfadado, con malestar de cuerpo angustia de alma. Tenemos que entregarnos como somos y como estamos, y lo importante es que no nos cerremos en nosotros mismos, sino que incluso esas cosas negativas o dolorosas nos hagan acordarnos de otros y nos abran a los hermanos. P. ej. Si sentimos algún malestar en el cuerpo, acordarnos de otros que se encuentran enfermos y a lo mejor no tienen fe para vivirlo, o si estamos cansados, ofrecerlo por otros, que están a punto de soltar la “toalla” etc. Se ora no solo con la mente o con el espíritu, se ora como se ama, con todo el ser, por eso el cuerpo también participa, expresando esa intercesión, ese ofrecimiento, puede ser poniéndose de rodillas o postrado incluso. Cristo no nos ha amado “espiritualmente”, sino que nos ha amado también con su cuerpo que ha entregado por nosotros en la Cruz, y es bueno que nosotros aprendamos a mar y a orar con todo nuestro ser también, sabiendo ofrecer las pequeñas incomodidades en la misma oración, para que otros encuentren el Bien definitivo que es Cristo. No os asustéis, esto es un camino. Caminante se hace camino al andar… ¿Cómo se aprende a orar? Orando y sabiendo que no nos tenemos que inventar nada, sino secundar lo que ya llevamos dentro, porque el Señor, por medio de su Iglesia lo sembró en nosotros y nos da un montón de hermanos que van por delante y que nos sostienen . Podéis contar siempre con nosotras. ¡Adelante!

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PROPUESTA DE ORACIÓN PARA EL MES Durante este mes se nos invita a ejercitarnos en la oración oblativa, que como ya se nos ha dicho no se trata de hacer una lista a Dios para recordarle lo que él debe hacer sino ofrecerse para calmar el dolor, las tentaciones, el cansancio, el sufrimiento …. de los demás. Este mes se nos invita a ofrecernos por los demás. Algunas veces nos daremos cuenta que alguien sufre y le ofreceremos nuestros tiempo, esfuerzo, ayuda… otras acogeremos nuestra vida como ofrenda por aquellos que lo necesitan y que aunque no nos demos cuenta y ni siquiera ellos lo descubran, el Señor ya se encargará de que le llegue nuestra oblación. SE tratará tal vez de aceptar las cosas que no nos gustan como ofrenda, las cosas que nos duelen como sacrificio, las cosas que no entendemos como ayuda a los demás. Este mes cada mañana en laudes podemos preguntarle al Señor: 1.

¿Por quién quieres que me ofrezco?

2.

¿Qué quieres que ofrezca?

En la hora de la oración personal podemos revisar: 1.

¿En qué momentos del día de hoy he podido ofrecer algo por los demás?

2.

¿En qué momento lo he hecho?

3.

¿En qué momento no lo he hecho?

4.

¿Cómo puedo ofrecerme más y mejor?

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LA ORACIÓN SACERDOTAL El presbítero vive de la Palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4; Dt 8,3), se hace siervo de esta Palabra (Hch 6,4) y se convierte en su anunciador en medio de la comunidad del Señor; sin embargo, todo esto solamente resulta posible y fecundo si el presbítero es hombre de oración. Nadie niega que la oración sea esencial e importante en la vida del presbítero, pero en la realidad se constata –y son los propios presbíteros los que lo confiesan personalmente- que con frecuencia la oración no es prioritaria en la vida presbiteral y que no siempre se hace en su forma auténticamente cristiana. El presbítero, ya lo hemos indicado, absorbido como está por múltiples actividades y servicios, corre el riesgo de no reservar a la oración el tiempo debido, de no vivirla como fuente de su sentir y de su obrar. Antes al contrario, con mucha frecuencia puede caer en la tentación de “usarla” de modo funcional, de transformarla en algo que sirva inmediatamente a su actuar: medita en orden a la homilía o a una conferencia, indaga en la Escritura o en los santos Padres para aumentar su caudal intelectual, que debe comunicar en el próximo encuentro, ora pensando en los proyectos pastorales, pero sin poner estos mismo proyectos ante Dios para someterlos a un discernimiento en obediencia a su voluntad. Es verdad que hoy día los presbíteros rezan poco, pero desde mi experiencia de diálogo frecuente con ellos puedo afirmar que lo que ocurre es, sobre todo, que oran mal, sin conocer adecuadamente y vivir el estatuto de la oración cristiana. Y el estatuto de la oración cristiana requiere que antes de hablar a Dios, antes de “pensar” a Dios y de desarrollar pensamientos en torno a Dios y a sus misterios, aquel que quiere orar se empeñe en escucharlo. La escucha es la forma esencial y fundamental de la oración cristiana, y esto vale especialmente para el presbítero, pues lo que él puede anunciar y testimoniar depende de lo que escucha. Aquel que es llamado a presidir la comunidad del Señor debe pedir a Dios, antes que nada, un corazón que sepa escuchar, un lev shomea' (1 Re 3,9), y como “centinela” del pueblo de Dios debe estar siempre a la escucha de la Palabra que procede de la boca del Señor, para transmitírsela a la comunidad (Ez 3,16-21). Ejercicio de la escucha de Dios en su Palabra santa, ciertamente, pero también en lo profundo del corazón del hombre, donde el Padre habita, Cristo habla y el Espíritu ora. La escucha constituye, por tanto, el primer ejercicio de la oración cristiana; si, por el contario, se reza únicamente hablado a Dios, se acaba por vivir la oración con un sentimiento de frustración y se llega a acusar a Dios de quedarse en silencio ante nosotros, cuando lo cierto es que deberíamos admitir más bien que somos nosotros quienes no escuchamos. ¿Por qué tantos, cuando confiesan que están en crisis y que encuentran graves dificultades en la oración, dicen en seguida: “Por qué Dios guarda silencio, por qué no me dice nada” y no se preguntan, por el contrario, si no serán ellos los que están sordos? Si el presbítero se dedica asiduamente a la escucha de Dios, si es en verdad aquel siervo del Señor que escucha como discípulo iniciado (Is 50,4), será entonces capaz de escuchar también a los hermanos, de escuchar al “mundo”. Con frecuencia la gente se lamenta de que los presbíteros no disponen de tiempo para escuchar; pues bien, detrás de esta queja –no siempre justa y pertinente- se esconde sin embargo una demanda, una necesidad que no puede dejar de cuestionarnos. En definitiva, aquel que tiene un corazón que escucha a Dios tiene también un corazón para escuchar a los hombres.

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La escucha es además esencial para la obra de discernimiento, el acto en que la oración debería conjugar la voluntad de Dios –manifestada en el corazón por el Espíritu Santo- con nuestro pensar. El término que en hebreo designa la oración, tefillá, significa literalmente “juicio”: la oración es posibilidad de juzgar con Dios, de obrar el discernimiento sobre la propia vida, sobre las relaciones con los otros, sobre las propias relaciones con todas las criaturas. Así es como se ordena y se profundiza la propia interioridad, como se mide el propio camino, la propia madurez en cuanto crecimiento interior adecuado a la propia edad y a la propia situación… Quien es llamado a presidir la Iglesia de Dios, a edificarla con su servicio apostólico, a aglutinarla y gobernarla, debe tener entre los carismas necesarios a su ministerio principalmente el de discernimiento, capacidad que ha de ser pedida, solicitada a Dios, y a la vez afinada y ejercitada siempre –repitámoslo- mediante la escucha. Nunca recomendaremos esto lo suficiente. Junto a esta escucha de Dios que convierte el orante en centinela, se encuentra la escucha de los hermanos, la escucha de los hombres que, como ya se ha dicho anteriormente, debe a su vez inspirar la oración. Dicha escucha debe hacer llegar a Dios “peticiones, súplicas, oraciones y acciones de gracias por todos los hombres” (1 Tim 2,1). De esta escucha de los hombres es de donde nace la oración de intercesión. Interceder significa, ante todo, “dar un paso entre”, es decir, indica un compromiso activo, una acción para poner en comunicación a Dios y a los hombres, sobre todo a aquellos que no saben o no quieren estar en tal comunicación. De esta manera es como el presbítero se convierte en ministro de la compasión. En la intercesión el presbítero ejerce al máximo su ministerio de pastor: le corresponde “velar por la comunidad que le ha de rendir cuentas” (Heb 13,17), y, consciente de tal responsabilidad, debe presentar a Dios aquellas ovejas que conoce y llama por su nombre (Jn 10,2-4); pero también aquellas multitudes de las que siente compasión (Mc 6,34; 8,2). Tarea grave ésta, que el pastor sabe que ha de desempeñar para llevar a cabo una auténtica y radical asunción de la responsabilidad contraída para aquellos que le han sido confiados. Permítaseme señalar algo que, por ser pastor de una comunidad, considero para mí como un deber absoluto cada tarde antes de acostarme: recordar ante Dios a los hermanos y hermanas confiados a mi guía por el Señor, para invocar sobre ellos “gracia sobre gracia” (Jn 1,16) y la misericordia de la que tiene necesidad, pero también para abrir mi corazón a sus necesidades y examinar ante Dios mi servicio para con ellos y mi relación con cada uno de ellos. La intercesión del presbítero por aquellos que le han sido confiados y por todos los hombres es en verdad un crisol de comunión, un lugar de purificación de las relaciones, un instrumento de realización de la responsabilidad pastoral, una ocasión de lucha contra el cinismo que amenaza, sobre todo con el pasar de los años, el “cuidado pastoral” del propio presbítero, A imagen de Cristo intercesor ante el Padre (Heb 7,25), el pastor de la comunidad del Señor debe invocar la misericordia del Señor. Y si por un lado en la predicación se ha de poner de parte de Dios para anunciar a la Iglesia su voluntad a veces exigente frente al “pueblo de dura cerviz” (Ex 32,9; 33,3), frente a una “generación rebelde” (Ez

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2,5-8; 3,9) que no escucha, por otro lado debe colocarse en la intercesión de parte del pueblo, para recordar a Dios su amor fiel, su compasión que nunca se agota. Además, situado entre esta escucha y esta intercesión, el presbítero no debe olvidar nunca la adoración, la alabanza y la acción de gracias, cuyo culmen es la liturgia eucarística. La adoración es un acto extremadamente elemental y sencillo, pero acaso es el más olvidado dentro de la oración. Consiste en estar delante de Dios, en ofrecerle la propia presencia, el propio ser, cuerpo y espíritu, y hacer esto con sencillez y gratuidad hasta poder decirle al Señor: “Yo estoy ante ti, tú eres el Señor vivo y presente”. De esta conciencia brota la alabanza y la acción de gracias, el canto del Magníficat que ha de ser entonado no sólo cada tarde en la oración de vísperas, sino muchas veces a lo largo del día, como una especie de cantus firmus que testimonia nuestra apertura a la comunión con el Señor. Dicha comunión se renueva de una manera constante mediante la oración, que es auténticamente cristiana cuando se convierte en memoria Dei, una conciencia permanente de la presencia de Dios en nuestra vida. Cuando el presbítero, incluso de manera imperfecta, puede llegar a decir: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20), es justo entonces cuando esta oración continua comienza a habitarlo. Ciertamente, la oración es una obra difícil y fatigosa, una tarea que nunca llega a su fin, un esfuerzo por renovarse hasta la hora de la propia muerte, un arte que ha de aprenderse siempre de nuevo. También antes de la muerte se deberá pedir al Señor que nos enseñe a orar (Lc 11,1), pero si nuestro intento de orar es perseverante y cotidiano, la oración realiza mucho más de lo que podemos ver o percibir… Si para todo cristiano la oración es elocuencia de la fe, esto vale también para el presbítero, pero con una particularidad: para él la oración es elocuencia de su ministerio. Del libro A los presbíteros de Enzo Bianchi Capítulo 3, págs. 31-38

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ESQUEMA DE ORACIÓN Durante este tiempo en que vamos a contemplar la oración sacerdotal, vamos a cuidar de una forma especial la oración de intercesión. Lo haremos siguiendo el esquema de los días de la semana. Cada día nuestra oración estará centrada en alguna o algunas personas que entran, han entrado o entrarán en relación con nosotros. LUNES: en este día rezaremos por nuestras familias. Tendremos especialmente presentes a aquellos familiares nuestros que más nos cuestan o menos nos simpatizan. MARTES: se nos invita a acordarnos en la oración de nuestra comunidad del Seminario, aquella con la que compartimos la fe, la vida y la vocación. Nuestra oración estará dedicada sobre todo a aquellos miembros que peor lo están pasando. Para ello estaremos pendientes para captar alguna situación de sufrimiento en la comunidad. MIÉRCOLES: hoy nos acordaremos de nuestros profesores, las personas que dedican su vida y su tiempo a nuestra formación académica. De una forma concreta nos acordaremos de nuestro tutor/a. Le pediremos al Señor que los siga guiando en su acción docente. JUEVES: en este día nos acordaremos de nuestros amigos. Todos hemos tenido en nuestra vida la experiencia de compartir muchos momentos con amigos en la parroquia, o en nuestro pueblo o ciudad. Rezaremos por ellos y sobre todo, por los que nunca han tenido experiencia del Señor. VIERNES: en este día nuestra oración se centrará en las Hnas. Misioneras. Agradeceremos al Señor su entrega y dedicación, pediremos al Señor que las siga cuidando con el don de la perseverancia, y para que las bendiga con abundantes vocaciones. SÁBADO: en este día nuestra oración estará dedicada a todos los sacerdotes, pero concretamente a aquellos que han marcado nuestra vida en un momento determinado. También tendremos presentes a aquellos sacerdotes que están pasando por momentos de dificultad. DOMINGO: en este día nuestra oración mira al futuro. Hoy encomendaremos a nuestras futuras comunidades, aquellas a las que una día serviremos. La oración de este día nos tiene que llevar a vivir con más seriedad nuestra vocación.

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DOMINGO: en este día nuestra oración mira al futuro. Hoy encomendaremos a nuestras futuras comunidades, aquellas a las que una día serviremos. La oración de este día nos tiene que llevar a vivir con más seriedad nuestra vocación.

LUNES: en este día rezaremos por nuestras familias. Tendremos especialmente presentes a aquellos familiares nuestros que más nos cuestan o menos nos simpatizan.

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MARTES: se nos invita a acordarnos en la oración de nuestra comunidad del Seminario, aquella con la que compartimos la fe, la vida y la vocación. Nuestra oración estará dedicada sobre todo a aquellos miembros que peor lo están pasando. Para ello estaremos pendientes para captar alguna situación de sufrimiento en la comunidad.

MIÉRCOLES: hoy nos acordaremos de nuestros profesores, las personas que dedican su vida y su tiempo a nuestra formación académica. De una forma concreta nos acordaremos de nuestro tutor/a. Le pediremos al Señor que los siga guiando en su acción docente.

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JUEVES: en este día nos acordaremos de nuestros amigos. Todos hemos tenido en nuestra vida la experiencia de compartir muchos momentos con amigos en la parroquia, o en nuestro pueblo o ciudad. Rezaremos por ellos y sobre todo, por los que nunca han tenido experiencia del Señor.

VIERNES: en este día nuestra oración se centrará en las Hnas. Misioneras. Agradeceremos al Señor su entrega y dedicación, pediremos al Señor que las siga cuidando con el don de la perseverancia, y para que las bendiga con abundantes vocaciones.

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Junio 2015

SÁBADO: en este día nuestra oración estará dedicada a todos los sacerdotes, pero concretamente a aquellos que han marcado nuestra vida en un momento determinado. También tendremos presentes a aquellos sacerdotes que están pasando por momentos de dificultad.

DOMINGO: en este día nuestra oración mira al futuro. Hoy encomendaremos a nuestras futuras comunidades, aquellas a las que una día serviremos. La oración de este día nos tiene que llevar a vivir con más seriedad nuestra vocación.

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Sábado

7

junio

Domingo

8

junio


Junio 2015

LUNES: en este dĂ­a rezaremos por nuestras familias. Tendremos especialmente presentes a aquellos familiares nuestros que mĂĄs nos cuestan o menos nos simpatizan.

Lunes

9

junio

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Junio 2015

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200


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