La voz del Charco - Ruperto Rocanrol

Page 1

19



S

e llama Adulfina Sapa, pero muchos la conocen por su apodo nada original de la Rana Vieja. En medio de la fiesta de cumpleaños, ella aceptó hablar con este diario para contar algunas cosas poco conocidas acerca de Ruperto, que sin exagerar es el sapo investigador más importante del universo. —¿Cómo era cuando lo conoció? —Bueno, era chiquitito, negro y tenía cola. Es que lo conozco de renacuajo y lo quiero casi como a mis cuatrocientos veinticuatro mil hijos.

—¿Por qué cree que es tan importante? —Bueno, tiene un gran corazón. —¿O sea que es muy bueno? —No, si es porque tiene todo grande: las patas, la cabeza, la

panza, el hígado, el corazón, todo. ¡Claro que es bueno! Usted hace preguntas bobas. —¿Y por qué cree que es tan famoso? —Es que resolvió casos muy importantes. —¿Cuál cree que fue el más importante de todos? —Y bueno, hay varios: el asunto del bebé perdido en el bosque, los casos contra el señor Siniestro, en fin… —¿Y por qué cree que siempre gana? —Bueno, es porque sus amigos siempre lo ayudan, y aunque es muy torpe es también, a veces, medio inteligente, ¿no? Aunque hace cosas medio raras o locas y es muy distraído. —¿Por qué lo dice? —Una vez, jugando con una vela, prendió fuego su cama.

—¿Y qué hizo? —Ruperto mojó la cama para apagar el fuego, ¿qué va a hacer? —¿Eso le pasa seguido? —¿Prender fuego la cama? No, creo que fue una sola vez. —¿Y cuál cree que es su peor enemigo? —¿Aparte de él mismo? Tiene que ser el señor Siniestro, seguro que es el más malo de todos.


E

l Bicho Juancho es una luciérnaga o, como prefiere que lo llamen, un luciérnago. También es amigo del sapo desde el comienzo y, aunque hace tiempo que no se ven, vino especialmente al cumpleaños.

—¿Cómo se conocieron? —Bueno, yo andaba volando medio bajo y él me quiso comer. Estiró su lengua y casi me atrapa. Le dije de todo. —¿Y qué hizo Ruperto? —Me pidió disculpas y me dijo que bajara, nomás, que no me iba a hacer nada. Y le creí. —¿Y ahí se hicieron amigos? —No, ahí me quiso comer de nuevo, pero le di un garrotazo con un palo que había, tirado al lado. —¿Fue entonces que se hicieron amigos? —Partirle un palo en la cabeza a alguien no es una buena manera de hacer amigos. Fue después que nos volvimos muy unidos. —¿Y por qué se lo quería comer?

—Es que Ruperto es insoportable cuando tiene hambre. —¿Por qué cree que es tan importante y famoso? —No sé, debe tener buenos asesores de imagen, agentes de prensa, cosas así, aunque resolver casos lo ayuda bastante. —Suena como que le tiene envidia.

—¿Envidia yo? Si yo fui el primer protagonista y después vino él y se quedó con las historias y con toda la gloria, ¿por qué le tendría que tener envidia, eh? —¿Cuál cree que ha sido su peor enemigo? —El señor Siniestro, seguro que es él.


S

i bien no ha sido una gran figura y su nombre recién trascendió a último momento, Jeremías Sapo es un intelectual y estudioso que se hizo conocido por sus comentarios en diversos casos.

—¿Por qué cree que Ruperto es tan famoso? —Bueno, es un ser muy numismático, de esos que tienen un algo especial. —¿Carismático? —Sí, eso también. —¿Y cómo hace para resolver todos sus casos? —Bueno, es un ser muy linfático, nunca se da por vencido. —¿Enfático? —Sí, eso también, siempre enfativiza todo lo que hace. —¿Y cuál cree que ha sido su peor enemigo? —El señor Siniestro, sin lugar a dudas; es un hombre malvado y pedorritónico.


Tamara Rana es alta, tiene piernas largas, es hermosa y atlética. Nadie sabe por qué anda con el sapo Ruperto, que es gordito, bajito y no muy bello. Pero dicen que el amor es ciego o al menos corto de vista. A fin de conocer en profundidad las razones de la relación, y para envidia de todas las revistas, logramos hablar con ella. —¿Cómo empezó todo? —Bueno, dicen que un cometa chocó contra la tierra y parece que traía pequeños organismos vivos que después evolucionaron y… —¡No! Me refiero a tu relación con Ruperto. —Bueno, un día me invitó a salir. —¿Y? —No salí. Hacía un frío bárbaro.

—Pero ¿estás enamorada? ¿Lo querés? —Es mi gordito comedor de moscas, aunque cuando come, Ruperto es poco romántico. —¿Y qué hacen cuando están juntos y solos? —¡Qué te importa! Una no anda por ahí ventilando todo, aunque a veces hay que ventilar, porque cuando come

mucho Ruperto está lleno de gases. —Eso no es muy romántico. —Es lo que dije, pero tiene otras cualidades: es muy tierno, así, blandito como un almohadón, es cariñoso y medianamente inteligente. —¿Se van a casar? —Es muy pronto para hablar de eso.


—Xke odias a Rprto? —S un spo idta imbcl y trdo. —¿Ke t hizo? —M gana tdo l tiempo y quiero rvntrlo d una vez pa smpre. —Xke nunca le ganan? —Slo mala srte, pero tamo pnsando nuevo pln secret pa hcrlo puré. —Cual pln? —Vms a tratar de… momento! si cuento, no s scrto, no? T crres ke soy gil? —Seguís trbjndo con sr. Siniestro? —Si, pro si no aumenta l sueldo voy renunciar. —Cual s l peor nmigo de Rprto? —Tas brmndo? s Siniestro… y yo, yo tmbn. —Xke crs ke s tn fmoso? —Rprto s n imbcl ke s cre my astuto y n lo s tnto cmo prce aunke pda sr lo cntrario.

Nadie lo invitó a la fiesta por una sencilla razón: Vladimiro Vampiro es el ayudante del peor enemigo de Ruperto. Pero accedió a contestar unas preguntas a través de mensajes de texto en su teléfono celular.


No pudimos ubicarlo de inmediato porque, como buen malo que es el señor Siniestro, se esconde en alguna parte secreta del bosque. De todos modos, enterado de la edición de este número especial dedicado al cumpleaños del sapo más famoso del arroyo, él mismo nos hizo llegar una carta entregada en mano por su ayudante, Vladimiro. A continuación, las palabras de Siniestro, el enemigo número uno de Ruperto, los bichos, los niños y todos los hinchas de otros cuadros que no sean el de él.

Estimados lectores de esta porquería que ustedes llaman un diario: Como malo, es mi deber denunciar que todo este asunto de homenajear a un sapo no es más que una reverenda porquería. ¿Por qué ahora de

pronto se les da por una edición especial para ese gordo verde, lleno de grasa y tripas asquerosas, eh? Todo me lo debe a mí. Es a mí al que deberían dedicarle un diario especial. Porque, piensen, queridos e ignorantes amigos, ¿qué sería de Ruperto sin malos para derrotar? Exacto, mis queridos y odiados enemigos: sería un sapo común y corriente, un sapo como los de esos cuentos degenerados en los que las muchachas los agarran a besos. ¿Dónde se vio una muchacha besando sapos? ¡Qué asquerosidad! ¡Debería estar prohibido! Y toda esa

estupidez de que los príncipes se convierten en sapos. Eso es lo que hace que a los niños les entren ideas deformes en sus blandos cerebros incompetentes. Y el sapo atolondrado y engreído este, que ni para albergar príncipes da, encima se cree que es un detective y usa esa ridícula gabardina y el sombrero, que pasaron de moda allá por los años en que se usaban gabardinas y sombreros y tranvías y los dinosaurios gobernaban la tierra. Por eso les digo: Ruperto no sería nada sin mí, y encima se lleva todo el crédito, los aplausos, las masitas, todo. Y ahora ustedes, los de la


prensa, se ponen como bobos porque cumplió años. ¿Acaso saben cómo se calculan los años de sapo? Seguro que no. Lo que sí les puedo decir es una cosa segura pero segurísima: que aunque ustedes, admiradores de batracios, succionadores de medias de sapos, le dediquen todo su espacio a una edición especial,

coleccionable, a todo color y a precio especial, en venta en todos los locales, librerías, quioscos y pescaderías, yo reiré último. Sepan que es mentira eso de que el que ríe último ríe mejor. El que ríe último en realidad es porque es el que demoró más en entender el chiste. El más lento. Pero eso me hace especial. Además, a los malos no les gusta reír salvo cuando hacen maldades y ríen así, jua jua jua jua jua. Mi mamá siempre les decía a los vecinos: “Sieniestrito es medio especial”. La

maestra también lo decía. “Su hijo es medio especial”. Y sí, soy medio especial o especial del todo y por eso, porque no me llamo Siniestro sólo porque no sea diestro, sino todo lo contrario, les anuncio que muy pronto volveré, que muy pronto llevaré a cabo mi plan más secreto y maravilloso que consiste en ir y… ¡momento! ¿Se creen que soy bobo y les voy a decir? No, señores del cuarto poder, prensa escrita y todo eso. Ahora me despido y para usar un ingenioso juego de palabras, que ni ese sapo sería capaz de hacer, sepan, señores periodistas, que pronto van a tener noticias mías. Afectuosamente suyo, Siniestro


Una breve recopilación histórica de los casos que convirtieron a Ruperto en un ídolo de grandes, chicos y también medianos, a los que suele dejarse de lado. su ingenio. Una casa abandonada, una tormenta eléctrica y aullidos espeluznantes. Ruperto, con todo su equipo, investigó qué sucedía y descubrió que en la casa habitaba un monstruo enorme y con cuernos que aterrorizaba a los bichos.

L

a centolla

El primer caso que Ruperto tuvo como detective fue cuando llegó una centolla, que es un cangrejo de mar mucho más grande que los cangrejos normales. Este personaje, que era bastante malo, quería obligar a todos los bichos a trabajar para él. Aunque, hay que decir la verdad, en ese primer caso Ruperto tuvo la ayuda del niño Víctor, su único amigo humano.

E

l monstruo vacuno

Un caso increíble y quizá el primero en el que Ruperto tuvo que hacer gala de todo

Al final, con la ayuda de sus amigos y de un grupo de murciélagos, logró resolver el caso.

E

l monstruo de hierro y las lagartijas

Tuvo también un caso en el que los bichos le tenían

miedo a un ser gigantesco y monstruoso que pasaba por las noches muy cerca del arroyo. Ruperto, con su ingenio y audacia, logró descubrir que en realidad el monstruo era…, bueno, que era otra cosa. No vamos a andar contando finales tampoco. Por esa misma época llegaron al arroyo unas lagartijas con un extraño plan para hacer que los bichos se pusieran a dieta y adelgazaran. Ruperto, con calzas, calentadores y vincha, trató de hacer gimnasia, pero al final descubrió el malvado plan.


E

l bebé perdido en el bosque

Hay gente muy distraída en el mundo, tanto que puede llegar a dejar olvidado un bebé. Este fue un caso muy complicado e intenso en el que Ruperto tuvo la ayuda de un perro muy bueno y viejo llamado Cuchi.

R

uperto y los extraterrestres

Un caso digno de los archivos X. Un grupo de seres extraños llegó al arroyo y los bichos creyeron que venían de otro planeta para

conquistar la tierra, el agua, el aire y todo lo demás. Pero Ruperto descubrió la verdad sobre esos extraterrestres que hablaban de una manera curiosa. ¡Órale!

La segunda vez quería que todos los bichos tuvieran rabia y atacaran a Ruperto. Pero, como siempre, adivinen quién ganó.

S

iniestro y Vladimiro por dos

No una sino dos veces Ruperto derrotó al malvado señor Siniestro y su ayudante, Vladimiro el vampiro. La primera vez el científico loco quería obligar a los niños a obedecer a los adultos, cosa terrible y fuera de toda lógica.






Nunca es fácil entrevistar a un ídolo. Y menos al final de una fiesta de cumpleaños en la que muchos bichos se pasaron un poco con el jugo de yuyos. Pero el homenajeado, el mismo Ruperto Sapo Sapo en persona o, mejor dicho, en batracio, mientras el sol asomaba en el horizonte y un cangrejo chocaba una y otra vez contra la misma piedra, aceptó contestar las preguntas de esta periodista.

—¿Qué se siente ser tan famoso? —En este momento siento como un pinchazo acá en la parte trasera (se levanta y descubre que estaba sentado encima de un pedacito de vidrio). Ah, ¡con razón! ¿Cuál

era la pregunta? —¿Qué se siente ser tan famoso? —No me siento nada especial; de hecho, siempre me siento de la misma manera, apoyo la cola en la silla y dejo las patas colgando, así.

—Pero todos los bichos te admiran, eso debe hacerte sentir algo. —¡Cuántos sentimientos! Los bichos dicen que me admiran, pero creo que a veces se burlan un poco de mí, aunque es


verdad que me ayudan y yo los ayudo; es como una cosa de ayuda mutua. —¿Una amistad? —No, una cooperativa de vivienda… ¡Claro que de amistad! ¿Entendiste, amistad? —¿Y cómo fue que comenzó todo? —Bueno, hay varias teorías. Algunos dicen que hace millones de años todo empezó con el big bang, una explosión que creó el universo; otros dicen que después un meteorito trajo vida a la tierra y… —Tu novia me dijo lo mismo; ustedes se hacen los graciosos.

—No, el origen del universo no es gracioso, solo contestamos lo que nos preguntan. —¿Cómo empezaste a ser detective? —Bueno, yo había intentado ser superhéroe pero me salió medio mal, así que cambié de oficio y me fue mejor. —¿Sentiste miedo? —No me dio miedo que me fuera mejor. —Digo si sentiste miedo muchas veces… —Varias veces, creo que tuve miedo unas cuarenta y ocho… No… a ver… unas setecientas cuarenta y seis veces y media.

—¿Y qué fue lo que te dio más miedo? —Hubo una vez en que con Tamara estábamos en un laberinto que había hecho el señor Siniestro y una rata se nos venía encima y… y… Perdón, pero me emociono al recordarlo; fue difícil tener que cambiarme los pantalones. —¿Los ensuciaste de miedo? —No era exactamente miedo lo que tenían los pantalones. —Digo si eso te pasó porque te vino mucho miedo. —Claro. —Todos dicen que el señor Siniestro es tu enemigo número uno.


—Al menos es el número uno en algo. —¿Y cómo se enfrentaron? —Bueno, él estaba ahí y yo estaba acá, así, frente a frente. —Quiero decir, ¿cómo fue tu primer caso contra Siniestro? —Él quería hacer alfajores que les hacían mal a los niños. En eso soy el número uno, quiero mucho a los niños y a los alfajores. No se puede jugar con esas cosas. —¿Con los niños? —No, con los alfajores; con los niños se puede jugar, pero los alfajores no sirven para jugar, sino para comer. Bueno, capaz que si hacés rodar un alfajor por una bajada podés jugar un rato, pero es difícil. —¿Qué pensás sobre Vladimiro? —Bueno, cuando pienso normalmente no estoy sobre Vladimiro. —¿Qué pensás acerca de Vladimiro? —Que es un vampiro bastante trucho, ¿no? Pero, aunque sea el ayudante de Siniestro, en realidad me cae mejor que su jefe, porque, ¿como decirlo?, Vladimiro es tan nabo que hasta es medio simpático; en cambio, el gordo panzón insoportable de su jefe es el peor de todos. —¿Qué cosas recordás de tu infancia? —Hice algunas cosas di­ver­ti­das.

Recuerdo la primera vez que me metí en una casa y creí que el water era un charco. Después, ya un poco más grande, quise lanzarme al espacio y llegué al otro lado del arroyo en una cañita voladora. —¿A quién admirás más? —A Tamara; hay momentos en que la admiro mucho. —¿A qué le tenés más miedo que nada? —A que me pregunten a qué le tengo más miedo que nada, porque tendría que decir que no le tengo miedo a nada, nada más que a la oscuridad, los monstruos, los humanos

malos, las tormentas eléctricas y a pila, las telenovelas, que me hagan un gol en la hora, que no haya más moscas en el mundo, a los cantantes de murga con la voz muy pero muy finita, a las aplanadoras, a los chorros… —¿Los ladrones? —No los chorros de agua de las mangueras de jardín; si te agarran distraído te revuelcan. —Para terminar, ¿cuál es tu principal aspiración? —Generalmente lo que más aspiro es aire, lo hago todo el tiempo al respirar.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.