El Color del campo. La mujer del campo mexicano

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El Color del Campo - La mujer del campo mexicano -






Dr. José Sergio Barrales Dominguez Rector M.C. Alejandro Hernández Tapia Director General Académica Lic. Silvia Castillejos Peral Directora General de Difusión Cultural y Servicio Ing. Ciriaco Ayala Sánchez Subdirector de Difusión Cultural

LICENCIATURA EN REDES AGROALIMENTARIAS


EL COLOR DEL CAMPO - La mujer del campo mexicano-

Resultado del Proyecto: Resistencia cultural: Del campo a la mesa 2018

Mtra. Saraí Ojeda Sánchez * Dr. Carlos Guadarrama Zugasti

Licenciatura en Redes Agroalimentarias Arte y Cultura Física

Diciembre 2018








En 2014 había alrededor de doce millones de mujeres rurales que trabajan en horarios de doce horas o más al día, para contribuir en la alimentación y subsistencia de su familia y representan el cuarenta por ciento de la oferta agrícola en el mercado interno. Sin embargo, existe una enorme brecha de desigualdad que limita a las mujeres por su género y por su condición rural, debido a antiguas idiosincrasias que las concebían como débiles e inferiores a los hombres. (PROMUEVEHIDROPONIA, 2014 con datos de la FAO).










En 1974 se modifica la Ley Federal de la Reforma Agraria, reglamentaria del artículo 27 constitucional, señalaba que las mujeres podían ser beneficiarías de la reforma agraria y que las mujeres ejidatarias gozan de los mismos derechos que los hombres, tienen derechos de voz y voto en las asambleas y pueden ser elegidas para cualquier cargo en los comisariados ejidales y en los consejos de vigilancia y tienen derecho a la dotación de una parcela.




En 1980 la Coordinadora Regional de Campesinas del Sureste, que reúne a mujeres de las comunidades cristianas de base de los estados de Veracruz, Chiapas, Tabasco y Oaxaca, se forma durante el Primer Encuentro de Mujeres Populares. Posteriormente, la Coordinadora organizó varios encuentros regionales a lo largo de la década, en los que se levantaron demandas específicas de las mujeres del campo, como el derecho a la tierra, el impulso a la alfabetización vía lucha contra el alcoholismo.







En 1983 Con una participación de más de 150 mujeres provenientes de 11 estados de la República se lleva a cabo el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas, como resultado del acuerdo del II Congreso de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (cnpa) de impulsar la acción política de las mujeres.


















En el medio rural de México existen más de 14 millones de féminas, pero de éstas, sólo tres millones están ocupadas, y dentro de estas, un 17 % no recibe ingresos por su trabajo, un porcentaje importante de estas féminas labora más de 48 horas a la semana en el agro. Según datos INMUJERES, de las féminas ocupadas en localidades rurales, 24.5 % se dedican al comercio; 18.7 % trabajaban en la manufactura; 38.1 % en servicios diversos y 18.2 % en las actividades agropecuarias (agricultura, ganadería, silvícola y/o caza y pesca). (TierraFertil, 2017).





El trabajo de las mujeres rurales fuera de sus hogares y de las unidades de producción familiares ha experimentado un crecimiento importante en las últimas décadas, en un proceso paralelo a la pérdida de peso de la agricultura como principal fuente de ingresos y a la expansión del trabajo en el sector terciario. GONZÁLEZ: LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL CAMPO MEXICANO.













Las restricciones a las que se ven sometidas las mujeres por el control familiar y social en general, asĂ­ como el maltrato y la violencia, les resultan tan opresivos a algunas mujeres, en particular a las jĂłvenes, que constitu- yen su principal motivo para migrar, de modo que en estos casos la migraciĂłn puede verse como una estrategia femenina para alcanzar una mayor auto- nomĂ­a, como lo documentan los estudios de Arias (2009), Besserer (2000), y Maier (2003).









David Guerra -

Emisiones AgrĂ­colas












Diferentes estudios realizados en comunidades indígenas y no indígenas de diferentes estados del país, encuentran que las autoridades judiciales (sea que pertenezcan al sistema de usos y costumbres o que ejerzan el derecho positivo), por lo general, comparten con la población que atienden la ideología de género que les concede a los jefes de familia el derecho y la obligación de “disciplinar” a sus esposas incluso mediante el ejer- cicio de la fuerza física. El empleo de los golpes por los maridos se acepta, siempre que se justifique en términos del incumplimiento de las obligaciones de las mujeres en tanto esposas y madres de familia, y siempre que el castigo no sea excesivo y provoque lesiones. (Fuente: Gonzalez, La violencia de género en el campo mexicano.



La falta de apoyo que reciben las mujeres por parte del sistema judicial, el control social que se ejerce a través de la difamación, el temor a no poder enfrentar solas la manutención de sus hijos, el temor a sufrir mayor violencia como represalia del marido y sus familiares, y el hecho de que las mujeres sin pareja se exponen al hostigamiento sexual, son elementos que se conjugan para disuadir a la mayor parte de las mujeres de iniciar demandas contra los maridos maltratadores, o de continuar con las demandas una vez que las inician (Huacuz, 2009; Martínez y Mejía, 1997; Sierra, 2004). La falta de respuestas adecuadas de parte del sistema judicial finalmente deja a las mujeres en una situación de indefensión y vulnera sus derechos. (Amnistía Internacional, 2008).






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