Círculo de la Amistad Octubre 2018
Ejército de Salvación
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Queridas amigas, Hace algunos días en Chile celebramos las Fiestas Patrias, un largo período de días libre y de actividades varias, la gran mayoría disfrutando el descanso adicional y la oportunidad de estar y compartir en familia; pero cada vez era frecuente el señalar que el tiempo pasa veloz y que el año se ha pasado volando. Cuando éramos niños el lapso de tiempo entre una navidad y la siguiente era tan largo, que parecía que no iba a llegar nunca. Este año en particular para mí ha traído grandes cambios: finalicé mi tiempo de trabajo profesional y me he sumado al selecto grupo de los ‘jubilados’. Eso ha significado adoptar nuevas rutinas y tratar de mantenerme activa en alguna forma. Ciertamente agradezco Dios por las oportunidades que se han abierto para hacerlo. En muchos países Octubre presenta con más intensidad el tema de los adultos mayores, nuestros abuelitos y abuelitas y hay mayor conciencia de las dificultades que ellos deben enfrentar en términos de salud, precariedad económica y sobre todo soledad. . La tercera edad (aunque debido a la prolongación de las expectativas de vida, ya se habla de una cuarta edad) es una etapa de la condición humana que varía según la cultura y el momento histórico en el cual se desenvuelve, pero es una etapa que no podemos evitar ni huir de ella. Si conoce a alguna persona adulto mayor, tome tiempo de darle un saludo, un abrazo y sobre todo lo que ellos más valoran, algo de tu tiempo. Hágale sentir que es importante.
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¿Alguna vez has deseado ser viejo? Cuando ingresé a la Universidad. Soñaba con una familia, con el éxito profesional; me hacía ilusión contar mis sueños, el plan perfecto, segura de que la vida sería fantástica. Ya pasé los 60 años y algunos de mis sueños de juventud se han cumplido, otros han cambiado. Ya han aparecido canas en mi cabeza y las arrugas han ido ganando terreno. ¡Voy envejeciendo! Para muchos está bien hablar del futuro, pero casi nadie desea hablar de la vejez, parece que quisiéramos olvidarnos de ella y nos convencemos de hacer todo lo posible para mantenernos jóvenes, hermosos, vitales y tonificados. De alguna manera hay un rechazo a envejecer, que es natural ya que relacionamos la vejez con el fin, con ser una carga, con no servir. Es verdad que el cuerpo se deteriora, pero es real también que la vejez como cualquier otra etapa de la vida tiene un sentido. Que la vejez tenga sentido es de suma importancia, ya que quien envejece ha vivido y esas vivencias se convierten en sabiduría. Al llegar a viejo desarrollamos la capacidad de comprender lo que pasa en la vida y se ven cosas que los más jóvenes son incapaces de ver. Al negar la vejez y relegar a los ancianos a ser una simple carga para la sociedad, el mundo pierde conocer su sabiduría, se queda con lo inmediato y olvida lo trascendente. El Papa Benedicto XVI dijo en alguna oportunidad: ‘Esta civilización seguirá adelante porque sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos. Una civilización donde no hay lugar para
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los ancianos, en la que son descartados porque crean un problema… es una sociedad que lleva consigo el virus de la muerte.’ Entonces, debemos recordar, ser un adulto mayor no es un defecto ni una debilidad. Debemos hacerles visibles y reconocidas porque ellos nos han formado y construido con su temple, esfuerzo y su lucha. Ninguno de nosotros estaríamos aquí, si ellos no hubieran existido.
Rincón casero Tomates rellenos con queso de cabra Corte la parte superior de 4 tomates y vacíelos completamente con la ayuda de una cuchara. Cuele la pulpa del tomate y reserve en un bol. Agregue 2 cucharadas de aceite de oliva, 2 cucharadas de pan rallado, ½ taza de hojas de albahaca picado, ½ taza de pimentón picado y 100 grs. de queso de cabra picado en cubos pequeños o si prefiere queso mozzarella. Sazone con sal y pimienta y mezcle bien. Rellene los tomates con la mezcla; presione ligeramente para que queden bien rellenos. Aceite una fuente para horno y ponga los tomates. Cocine en el horno a temperatura media por 10 – 15 minutos o hasta calentar y gratinar ligeramente. Sírvalos calientes o fríos como entrada. Sonría: Conversan dos viejitos sentados en un parque: -
Pues me ha comenzado a doler la pierna derecha
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Eso es la edad
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¿Cómo crees? ¡¡Si la izquierda tiene la misma edad y no me duele!!
Para recordar Cada abuelito es como tener un libro mágico con hojas llenas de historias y conocimientos para compartir. La Disciplina de esperar
Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. (Salmo 40: 1) Es difícil esperar. Esperamos en el supermercado, entre el tránsito, en la consulta médica. Jugueteamos con los pulgares, apretamos la mandíbula y nos frustramos. En otra esfera, esperamos que llegue una carta, que vuelva un hijo descarriado o que cambie nuestra pareja. Esperamos un bebé al cual sostener en brazos. Esperamos que se cumpla un deseo del corazón. En el Salmo 40, David declara: ‘Pacientemente esperé al Señor’. El lenguaje original sugiere que él ‘esperaba, esperaba y esperaba’ que Dios respondiera su oración. No obstante, al mirar atrás y considerar ese tiempo de demora, alaba al Señor y expresa que Dios ‘puso un cantico nuevo, un canto de alabanza’ en su corazón (40:3). F.B. Meyer, escribió: ‘Qué capítulo puede escribirse sobre las demoras de Dios, es el misterio de educar al espíritu humano para que aplique la cualidad más sobresaliente de la que es capaz’ Mediante la disciplina de la espera podemos desarrollar las virtudes más serenas: sumisión, humildad,
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paciencia, gozosa perseverancia, constancia en hacer el bien; virtudes que exigen la mayor cantidad de tiempo para aprenderlas. ¿Qué podemos hacer cuando parece que Dios no nos concede el deseo de nuestro corazón? El Señor puede ayudarnos a amarle y confiar en Él lo suficiente para aceptar con gozo las demoras, considerarlas una oportunidad para desarrollar esas virtudes… y alabarle. ¡Esperar a Dios no es perder el tiempo!
Saludos afectuosos, M. Angélica Salvany Secretaria Corresponsal
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