VEN A CRISTO

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Número 90

¡Ustedes son la luz del mundo! ¡Ustedes son la sal de la tierra!


El sermón más importante de todos los tiempos Jesús predicó durante varias horas, pero el evangelista lo resumió en lo que hoy son unas pocas páginas del Evangelio que se pueden leer en unos minutos. Imagínate, entonces no existían la imprenta, ni grabadoras de voz, computadoras, el papel, la máquina de escribir, nada que facilitase el tedioso trabajo de plasmar centenares, miles de palabras pronunciadas por el Maestro, enseñanzas valiosísimas que Mateo se esforzaba por retener en su mente a fin de traspasarlas al papiro para las generaciones venideras. ¡Ojalá pudiera recordarlas todas! Porque aquel extenso discurso al pie del monte sería memorable. Aquí todavía intentamos condensarlo un poco más, sólo como una invitación a que tú mismo pruebes el dulce néctar de la Palabra de Dios, busques en tu Biblia este maravilloso mensaje y sigas meditando sobre él.

más cerca, por escuchar mejor, para verlo de cerca y poder contar a los suyos lo que habían visto y oído. Apoyándose unos en los hombros de los otros, espantando apenas alguna mosca que se empeñaba en posarse sobre algún rostro estático y boquiabierto, pero ellos sólo querían oír y retener aquellas palabras que alguno calificó acertadamente como “palabras de vida eterna”. Bendiciones para los pobres y afligidos Jesús los observa desde un lugar elevado. Una corriente de amor y simpatía fluye desde Su corazón y exclama: “¡Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece! ¡Dichosos los que lloran, porque serán consolados!”

¡Dichosos!... los humildes ... los que tienen hambre y sed de justicia … los compasivos … los de corazón limpio … los que trabajan por la Una nueva humanidad Si hoy podemos abstraernos con estas maravi- paz …los perseguidos por causa de la justicia …! llosas páginas, ¡cuánto más pudo aquella mu¡Y ellos eran esas personas! De ese puñado chedumbre de almas sedientas que escuchaban de los propios labios de Jesús aquellas sencillas de hombres y mujeres hambrientos, analfabetos y menospreciados por los ricos y poderosos, y profundas enseñanzas! Abigarrados en torno al Maestro, con sus Jesús planeaba fundar una nueva humanidad cuerpos sudados y sus estómagos hambrien- forjados en su propio dolor y pobreza, pero tos, cada uno de ellos esforzándose por estar dispuestos a salir para trasformar al mundo.


“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. ¡Hagan brillar su luz delante de todos! para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”. No les estaba ofreciendo una nueva religión, el Señor Jesús les proponía una nueva forma de vida. Porque cree conveniente anticiparles las nuevas reglas para Su Reino les dice: “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. El que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos”. Lejos de anular los decretos de la ley, Jesús extrema los requerimientos en cuanto las rela-

ciones de Sus seguidores con el prójimo: “Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: ‘No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal’. Pero yo les digo…”, y propone una conducta mejorada. Incluso avanza hacia el terreno personal, a las situaciones en las que aun los más pobres e ignorantes podían quedar enredados. “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda”. Toca temas importantes como el respeto a la mujer y al matrimonio, mantener promesas y el sostenimiento de una palabra empeñada. No entrar en disputas ni delitos, amar a nuestros enemigos. En lo religioso debemos ser sinceros, auténticos; Jesús llamaba a una religión práctica, sin charlatanerías ni hipócritas exhibicionismos de piedad.



Una oración para comenzar el día “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno”. Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas”.


Una casa sobre un acantilado (de arena) Siendo muy joven realicé un largo viaje en barco por el río Paraná (Argentina) desde Buenos Aires hasta Asunción, la capital del Paraguay. El viaje, de casi cinco días, constituía unas “minivacaciones” que me permitían holgazanear contemplando desde la cubierta el majestuoso río que descendía mansamente por su sinuoso cauce, mientras que el viejo barco en el que yo viajaba resoplaba trabajosamente en rumbo opuesto. Siguiendo el para mí invisible mapa de sus canales, el barco por unos momentos navegaba lejos de la costa y en otros tan cercano a ella que uno podía, desde la cubierta, extender el brazo y tocar las ramas de los sauces que pendían sobre las aguas.

En momentos en que navegábamos frente a unas altas barrancas, pude divisar sobre su cima una casa blanca con tejas rojas tan cerca del borde que parecía querer desplomarse en cualquier momento. Efectivamente, poniendo mayor atención pude observar que en realidad era sólo la mitad de una casa, el resto ya se había desplomado. Perplejo, reflexioné en aquel constructor que tal vez sólo pensó en la belleza del paisaje que podría contemplar diariamente desde las ventanas de su casa. Desde allí podría ver el paso de las naves o el trajinar de los pescadores en sus rústicas canoas; inclusive en días despejados visualizar la orilla opuesta. Yo me preguntaba si alguna vez aquel hombre había llegado a disfrutar de su sueño antes que


una crecida del río carcomiera los endebles cimientos y derribara su hermosa casita. Aquellas majestuosas barrancas cubiertas de vegetación eran sólo de arenisca, demasiado frágiles para resistir el ímpetu del río en creciente. No pude evitar al instante recordar la enseñanza de Jesús sobre el hombre prudente y el insensato: “Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina”. Me maravillé al encontrar tan cerca de mis ojos y en tiempo actual la antigua enseñanza del Gran Maestro. Y aún hoy, al evocar aquella experiencia, vuelvo al centro fundamental que quiso darnos a través de los tiempos y a todos hombres y mujeres del mundo: Tal vez seas un religioso militante, un ateo y aun alguien que fue creyente y dejó de serlo: ¿Sobre que fundamentos estás construyendo tu vida? ¿Qué aspiras lograr para ti y para tus seres queridos? Podemos intentar construir nuestras vidas sobre el suelo incierto de nuestras fantasías, o siguiendo algún tipo de filosofía modernista, o leyendo novedosos libros de “auto ayuda”; aun doblegarnos bajo rígidas leyes religiosas, muchas “casas” (vidas, familias), yacen bajo

los escombros de decisiones equivocadas, o de vetustos y grises restos de religiones formales, pero sin el Espíritu que da vida. El hombre prudente y exitoso es todo el que oye estas palabras y las pone en práctica. “Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley”. A través de los siglos esta Palabra sigue siendo viva y eficaz para conducirnos a una vida feliz y armoniosa con Dios, con nuestros semejantes y con nosotros mismos. Por esta razón “Ven a Cristo Hoy” te comparte su experiencia y te invita a acercarte a través de la dirección de e-mail o teléfono de esta página.


¿Deseas conocer más del Señor? Nos reunimos todas las semanas para estudiar la Biblia y aprender más del Evangelio. Estaremos muy contentos de recibirte entre nosotros.

Ven a Cristo hoy es publicado por Hispanic Word 58 Steward Street Mifflintown, PA 17059 hispanic@en-marcha.org 717–436–9275 Declaración Internacional de Misión El Ejército de Salvación, movimiento internacional, es una parte evangélica de la Iglesia Cristiana Universal. Su mensaje está basado en la Biblia. Su ministerio es motivado por amor a Dios. Su misión es predicar el Evangelio de Cristo Jesús y tratar de cubrir las necesidades humanas en Su nombre, sin discriminación alguna.

Dios quiere hacer una cosa maravillosa de tu vida “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. (Pablo a los Romanos 2:1–2, NVI)

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo”. (2 Corintios 5:17, NVI)


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