La Historia Del Teatro Cuesta

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Lucrecia Cuesta de Cuesta: y el Teatro Cuesta de Riosucio, Caldas Para esta reseña que hoy realizo tomo como base el estudio hecho por Julián Bueno Rodríguez, titulado El Teatro “Cuesta” de Riosucio (1). Agradezco a Julián toda su dedicación a reconstruir la memoria de nuestra bisabuela, Lucrecia Cuesta de Cuesta. Esta mujer excepcional nació en San Juan de Marmato en 1854 y muere en Riosucio, Caldas, en 1961, a los 107 años. Estuvo casada con Timoleón Cuesta, comerciante de oro, quien muere en 1925. A comienzos del siglo XX se trasladaron a vivir a Riosucio, por un revés de fortuna, entonces, Timoleón se dedica a la compra y venta de café, lo cual le permitió recuperarse, entre 1910 y 1920. Lucrecia era dueña de algunas minas de oro en el rico sector de Quiebralomo, y obtiene una ganancia muy especial, la cual destina a la construcción del Teatro Cuesta, porque su amor al cine era una verdadera y absoluta pasión. Ya viuda toma la decisión de construir el Teatro. En un comienzo se le ocurre tapar el patio de su casa, situada en la Calle del Comercio de Riosucio, con el fin de proyectar películas, no solo para su gusto y deleite, sino para que todo el pueblo pudiera disfrutar de buenas producciones. Pero con el paso del tiempo se da cuenta que Cine Colombia tiene el monopolio de la distribución cinematográfica en el país, y las películas que le llegaban a Riosucio eran bastante malas y ella, como buena aficionada al cine, quería disfrutar de la mejor calidad que en ese momento, se producía en el mundo. Por tanto ella misma negoció la compra del Proyector para su Teatro, con Cine Colombia, liberándose así de su tiranía (2). Por esta razón, mamá Lucrecia, como la conocían sus hijos y nietos, se empeñó en tener un Teatro propio, ya no en un garaje, sino que parte de su inmensa casa fuera transformada en un hermoso Teatro, donde pudiera disfrutar realmente, ella y todo el pueblo, de este nuevo arte que recién daba sus primeros pasos. A comienzos de la década del 30, Lucrecia decide construir el Teatro Cuesta, porque “quiero dejarle a Riosucio algo que valga la pena” (3). Nos cuenta el cronista riosuceño, Rafael Vinasco Trejos, en sus Apuntes sobre El Teatro Cuesta, que Lucrecia reunió a sus hijos y les manifestó que todo debía ceñirse a “las más modernas estructuras, de gran esplendor y comodidad, no sólo para la familia, desde un balcón especial, sino para darle al pueblo, que tanto respeto y admiración le había brindado, un lugar confortable y bello para disfrutar de este sano y delicioso esparcimiento” (4). Entonces, le solicita a sus hijos: Chucho y Ramón que se encargaran de la construcción del mismo, pero ellos se niegan rotundamente a hacerlo, por el elevado costo que significaba la construcción de un Teatro, al punto de considerar que su mamá ha perdido la cordura. Con la imponencia y el don de mando que caracterizó siempre a Mamá Lucrecia, les solicitó que recogieran sus maletas de inmediato y que se fueran de su casa, y abandonaran los locales de los cuales ellos se habían apoderado para sus negocios. Además, debían devolverle los $50.000 pesos que les había prestado cuando murió su padre, Timoleón. Entonces a Ramón y a Chucho no les quedó más remedio que dedicarse a construir el Teatro (5).


2 Debemos recordar que el palco alto lateral izquierdo del Teatro, era el palco privado de la familia con derecho a su uso exclusivo y permanente. Inicialmente comunicaba con la alcoba de los esposos Cuesta; por tanto cumplió la función recreativa que la televisión y los espectáculos cumplen hoy en los hogares (6). Cuentan mi padre, Héctor Cuesta Ángel y mi tía Irma Cuesta, en conversación que tuvimos hace pocos días, puesto que ellos vivieron de niños en la casona de mamá Lucrecia, que así como era de pequeña en estatura, y fumaba tabaco como los mineros, con la candela hacia adentro de la boca, (tradición minera para evitar los accidentes), tenía un carácter muy, pero muy fuerte, ella daba una orden, entonces se hacía su voluntad y debía cumplirse al pie de la letra, allí no había punto medio ni acuerdo posible (7). Frente a la orden rotunda que había dado mamá Lucrecia, Chucho y Ramón tuvieron que acatar su voluntad, aunque ellos estaban convencidos de de su locura, pues quién podía pensar en invertir $50.000.000 millones de pesos, para semejante obra. Y a la larga, el Teatro Cuesta costó no $50.000.000 millones, sino $300.000.000 millones, una cifra inaudita, incluso descomunal para el bolsillo de una persona particular, hoy día, cómo no lo sería en 1930 (8). Me comentaba Julián Bueno Rodríguez, que una de las tradiciones de los mineros del oro, era considerar que la fortuna obtenida de una mina, debía circular entre toda la población, nunca gastarse en bienes personales o usarla para fines particulares. Por lo tanto, estamos persuadidos que esta convicción llenó a mamá Lucrecia, ella seguía el credo de los mineros: Si se lucraba de la ganancia de lo que le había entregado la Tierra, la Montaña misma se lo cobraría con creces y acabaría en la ruina, el oro saldría de inmediato de su casa (9). Debemos considerar a Riosucio como una población muy afortunada, al contar con una Mujer fuera de serie y totalmente adelantada a su momento. Puesto que las damas no podían entonces manejar su fortuna ni heredar, era el marido o los hijos los que disponían de su patrimonio y lo manejaban a su gusto y acomodo. En este momento mamá Lucrecia tenía 76 años, y conservaba intacto su empuje, el temple de su temperamento y la magnitud de sus sueños, como era el deseo de darle a Riosucio el mejor Teatro del país. Otra anécdota de mi familia sobre Lucrecia y de la reciedumbre de su carácter es que ella era Liberal, política brava, y Chucho conservador de la corriente de Arango Vélez, y se le enfrentaba e insultaba a sus hijos por sus absurdas ideas políticas (10). Ese ayer que representa mamá Lucrecia y el Teatro Cuesta, es una imagen que estuvo amenazada por la desaparición, por ese ahora al que se vio sometido, que parecía no tener antes ni después, era simplemente su muerte. El Teatro fue declarado Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, por Resolución No. 012 de 1986, expedida por el Consejo de Monumentos Nacionales, del Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura. Símbolo, más que de la cultura de un municipio, de la historia misma del viejo Caldas. Y como dice Julián Bueno, el Teatro Cuesta es un reflejo magnífico de la época dorada de Riosucio y Caldas (11). Nos cuenta don Jesús María Taborda, ilustrado e inspirado jurista y escritor riosuceño, en carta fechada en Cali, el 25 de agosto de 1969, que al regresar del Ecuador, en 1909, al llegar a su tierra, encontró una organización llamada La Sociedad Literaria, y recuerda que eran Miembros


3 Correspondientes, como en la Academia de la Lengua Española, entre otros: don Joel Bueno, Presidente, Enrique Palomino, José Miguel Cuesta (mi abuelo), Carlos Cuesta, Rafael Cuesta, (mi tío abuelo), Roberto García, Nicol{s Aristiz{bal, José A. Vélez, Jorge Palomino… Don Jesús María Taborda entra a este Círculo Literario, y al poco tiempo lo hacen Secretario del mismo. Esta Sociedad reunió lo más granado de la intelectualidad riosuceña de su época. Sus Miembros realizaban veladas, conciertos, recitales y conferencias. Y le dio mucha gloria a Riosucio. Pertenecer a esta institución era un gran honor, un privilegio (12). Rafael Cuesta Cuesta, mi tío abuelo, quien perteneció a esta Sociedad, era poeta y fue Director del periódico, La Opinión. Conservo algunos poemas suyos, entre ellos, El céfiro y la ola, y deseo hacer un parangón con los apartes que cito, entre Rafael y su madre, Lucrecia: ¿De dónde vienes sola, y a dónde apresurada te diriges, así desesperada? Dijo al pasar el céfiro a la ola … Desde entonces festiva, esta pareja hacia su fin volaba. El céfiro, al perderse humedecido, y ella, la ola, al hundirse perfumada. (13) Ustedes se preguntarán por qué razón estoy pronunciando estas palabras, en nombre de la familia Cuesta. Es muy sencillo, de niña venía siempre con mi padre, mi madre y mi hermano, a pasar unos días, durante la Semana Santa, a Riosucio, y como se podrán imaginar, noche a noche, disfrutábamos desde el balcón familiar del Teatro Cuesta, de las maravillosas películas seleccionadas por Lucrecia. Mi vocación de poeta se inició como un llamado, un despertar de dones, vivencias y emociones que vivían dentro de mí, muy adentro. Fueron señales silenciosas, extrañas, a las cuales no tuve más remedio que responder, por su vehemencia. La vocación de poeta es también un puente que nos une con otros mundos, que son nuestro verdadero mundo, según palabras de Octavio Paz, y eso siento con este Teatro y con el coraje y la fuerza interior de mamá Lucrecia. Tuve que luchar por mi vocación de poeta, contra viento y marea, contra mi propia familia, y cuando creía desmayar recordaba a Lucrecia, su empeño y su tenacidad y de allí saqué el valor para seguir siempre con mi poesía, dispuesta a sacarla adelante y a hacerla valer. Retomo uno de mis poemas, Guío-Mar, para que comprendan cuál es el puente entre mi poesía y Lucrecia: Soy Guiomar -guío el mar vientos y tormentasanillo en fuego del Pacífico Recobré el mar y lo grabé


4 en mi nombre Y con el Océano en mi sangre y toda esta soledad -de mar a marRecibí la visión de una mujer que disfrutaba cada imagen y levitaba desde su balcón en el Teatro y ahora viene a confundirse con mi eterno océano Más allá de este momento más acá en mis palabras el Teatro habla Acércate a este mi mar de leva y escucharás su historia (14) Este fragmento del poema, Huracán Cósmico, dedicado a mis padres, da la luz sobre mi esencia de luchadora, de mujer siempre dando la batalla por todo aquello en lo que ciegamente creo, al igual que Lucrecia: Libros y verbos al encender la llama me transformaron en poeta de cuna en mujer de batallas en una guerrera de la palabra (15)

El arquitecto del Teatro Cuesta: En 1931, Lucrecia le solicita al doctor Manuel Sánchez, quien regresaba de París, donde se había graduado en La Sorbona, en Ingeniería Civil y Arquitectura, la confección de los planos y la dirección del Teatro, hasta su culminación. Había sido nombrado Personero Municipal de Riosucio, cargo que aceptó, según nos cuenta Rafael Vinasco Trejos, para prestar algún servicio a su tierra natal. Sánchez nació en cercanías de Tumbabarreto, se educó en la escuela y en el colegio de Riosucio. Al salir del colegio fue nombrado Director de la escuela del corregimiento de San Lorenzo. Mas tarde renunció a este cargo y viajó a Manizales para continuar con sus estudios de normalista, fue profesor en varios colegios y viene luego a Bogotá y se gradúa como Ingeniero, en la Universidad Nacional de Colombia. Entonces, viaja a París, donde realiza su especialización en Ingeniería Civil y Arquitectura, y fue considerado estudiante distinguido (16).


5 Manuel Sánchez, a quien también hacemos hoy un especial reconocimiento, diseñó el Teatro en un estilo que él curiosamente denomina, Neo-Egipcio. El Teatro fue terminado en 1935 y se creó como sala de cine, pero también era un auditorio para ópera, conciertos, recitales, danzas y otros espectáculos. Así que 76 años después, asistimos hoy, 28 de junio, a la reinauguración del Teatro Cuesta. Lo cual nos llena de orgullo y satisfacción a todos los descendientes de Lucrecia Cuesta, la ilustre mujer y visionaria que diera origen a este Teatro. En 1937 la Compañía de Tabaco le obsequió al Teatro Cuesta un telón de terciopelo rojo, con borlas doradas. Desafortunadamente el Teatro contó con administradores, pero no con personas que apreciaran la belleza e imponencia de este recinto, recubierto totalmente en madera tallada, y que no les interesaba sino explotarlo económicamente. Esto se hizo más notorio a partir de la muerte de Lucrecia en 1961. El Teatro Cuesta estaba forrado en su interior, como ya dije, prácticamente en fina madera de cedro real y chaquiro, a fin de lograr una excelente acústica, lo cual no tenía ningún precedente en nuestro país, en aquel momento. Eran notables su reluciente cielorraso, las arcadas, las columnas y balcones. Además, la hábil combinación de butacas y graderías, nos señala el deseo de crear un espacio para que confluyeran, integradas, todas las clases sociales (17).

Otros artífices del Teatro Cuesta El arquitecto Manuel Sánchez le entregó los planos del Teatro a Juan Vicente Calvo, reconocido en toda la región como un excelente artesano y ebanista, quien dirigió la construcción y junto con sus hijos, Pedro, Marcelino y Vicente, realizaron el trabajo artesanal en madera, utilizando maderas nativas de la región, con tal prodigalidad que la madera se agotó en Riosucio y en sus alrededores. Juan Hernández Moreno, ebanista y herrero, nacido en Armenia, hoy Quindío, se radicó en Riosucio y se casó con la riosuceña Paulina Gärtner de la Cuesta. Se encargó de las labores de hierro forjado para el Teatro, acondicionó de manera especial su taller y amplió su tradicional forja; allí fueron construidas las puertas plegables y ventanas del frontis, y la armazón de la silletería (18). Lucrecia, además de ama de casa, era empresaria, fabricaba en su casa tabacos para la venta y para su propio consumo, como ya lo dijimos. Era hermana de un escritor que ha dado nombre a Riosucio, Rómulo Cuesta, autor de la novela histórica, Tomás. Rómulo era homeópata de profesión (19).

Importancia histórica del Teatro Cuesta Los Teatros son símbolo del desarrollo cultural de una sociedad y de la historia misma del Viejo Caldas, donde aparecen dos teatros sobresalientes, construidos a lo largo de dos grandes etapas: La explotación minera y la colonización antioqueña. Son ellos: 1. El Teatro Olimpia de Manizales, destruido en la década del 70.


6 2. El Teatro Cuesta de Riosucio, es el único Teatro que se conservaba en toda la región, y se podría considerar como Arquitectura de la Minería, paralelo al período de prosperidad económica de las minas de Quiebralomo, época dorada de Riosucio, y testimonio de un momento culminante dentro del desarrollo histórico y cultural del Occidente colombiano. El Teatro Cuesta le permitió, mientras estuvo en pie, dar fe de la riqueza intelectual y artística de los riosuceños, y de su cultura. Riosucio estuvo ubicado desde los inicios de la Colonia, sobre la vía que recorre la Cuenca del Río Cauca, uniendo dos grandes sectores del Occidente andino de nuestro país: Antioquia y el Cauca. Por lo tanto, Riosucio se convirtió en un hito obligado para muchos artistas que recorrían estas dos zonas de Colombia (20). Podemos asegurar que toda la vida artística, cultural y social de este municipio, tuvo su epicentro en el Teatro Cuesta. Desde la memorable recepción que en él se le ofreció al Presidente Eduardo Santos y a su esposa. De Caldas se dieron cita en el Teatro, Silvio Villegas, Fernando Londoño y Londoño, Gilberto Alzate Avendaño y Aquilino Villegas. De Antioquia, Tomás Carrasquilla, Efe Gómez, Alberto Jaramillo Sánchez, Alberto Gil Sánchez y Manuel Mejía Vallejo. También es memorable la conferencia, que a solicitud de un grupo de damas de Riosucio, dictó el doctor Jorge Eliécer Gaitán en el Teatro, en beneficio del hospital. Hasta los conciertos del Orfeón Riosuceño, los espectáculos de las Danzas del Ingrumá, Los Encuentros de la Palabra, desde 1984, y El Carnaval de Riosucio. Y ni que decir de la difusión del séptimo arte, puesto que era el único Teatro con el cual contaba este municipio para la proyección de películas. (21). No podemos olvidar el famoso Conjunto Rodríguez y Cuesta, dirigido por el Maestro Antonio Duque Ossa, y cuyas integrantes se criaron en al gran casona de mamá Lucrecia. El conjunto estaba conformado por Ana, Orozzia y Lucrecia Rodríguez Cuesta, Sylvia y Solángel Cuesta e Irma Cuesta Ángel, mi tía. Todas ellas vivían en la gran casona de mamá Lucrecia. La primera presentación pública de este Conjunto fue una velada que se realizó en el Teatro Cuesta, el 1 de septiembre de 1939, a beneficio del Hospital de San Juan de Dios, cuya presentación estuvo a cargo del poeta, Enrique Palomino Pacheco (22). Muchos le adjudican la grandeza espiritual, intelectual y artística de Riosucio, a la existencia del Teatro Cuesta, puesto que ha sido motivo de satisfacción y símbolo de la riqueza cultural del municipio. El Teatro ha hecho parte de la identidad misma de Riosucio y de su gente, ha sido motivo de orgullo también por su hermoso telón de boca, por sus palcos, sus camerinos, por su puerta principal, por su “orchesta”, espacio dedicado a la orquesta en funciones de ópera. Así que recuperarlo hoy, tiene un gran significado para todo este municipio, para Caldas y para todos aquellos y aquellas, que llevamos el apellido de Lucrecia, y que nos sentimos ligadas en alma y cuerpo a este espacio familiar, del cual conservábamos, sólo en fotografías, los rastros de su grandeza y de su magnificencia. William Henao expresó que recuperar el Teatro Cuesta, es recuperar nuestra historia y nuestra tradición. Al Teatro se le conserva la fachada original, la cual fue restaurada con reforzamiento estructural. La edificación cuenta ahora con tres pisos, dos auditorios, sala de teatro, dos áreas de exposiciones y cafetería. Cómo no aplaudir la resurrección de tantos momentos vividos aquí


7 en este escenario, los que dejaron una huella imperecedera en cada riosuceño, o riosuceña, en cada visitante de este municipio, el cual salía impresionado, y más aún transformado por las revelaciones que recibía en este auditorio, sobre ese tiempo secreto y deslumbrante que habita en cada instante único que se vivió aquí, en cada conferencia, en cada acto organizado para el Encuentro de la Palabra o durante el Carnaval. Es a ese tiempo inmóvil dentro del tiempo, como diría Octavio Paz, al que hoy estamos rememorando, puesto que recuperamos una de las fortalezas de la cultura caldense, el Teatro Cuesta. Por tanto debemos recordar a varias personas y entidades, que han hecho posible este milagro. En primer lugar al alcalde de Riosucio, Edgardo Tabasco Bueno, en su calidad de Presidente honorario de la Corporación Encuentro de la Palabra, cuando le formulé la invitación para participar en la 17ª Feria Internacional del Libro de Bogotá, en la Hora de la Poesía que dirijo en dicha Feria desde 1991, para el Homenaje al Encuentro de la Palabra, en sus 20 años. Y en el Conversatorio que se llevó a cabo “El Encuentro de la Palabra y su importancia en el Desarrollo Cultural de Riosucio”, en el cual hablamos de la recuperación urgente del Teatro Cuesta, que estaba ya prácticamente en ruinas. Le hice la misma invitación al Señor Gobernador de Caldas, Emilio Echeverri Mejía y asistió en su representación el Secretario de Cultura Departamental, doctor Juan Manuel Sarmiento (23), quien como veremos ya tenía una fuerte vinculación con el Teatro, al haber sido Director Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales. Entre otros asistieron a dicho Conversatorio, Alba Nancy Santos, promotora de la Cámara de Comercio de Riosucio, Jairo Alberto González Trejos, Coordinador del Área de Cultura y Turismo de la Alcaldía, Luisa Marina Olaya Parra, Promotora Cultural del Centro de la Música y las Artes de Riosucio. El sábado 1 de mayo de 2004, en horas de la tarde, se llevó a cabo dicho acto y junto con Julián Bueno Rodríguez, logramos el compromiso del Alcalde de mediar para que el Concejo Municipal de Riosucio adquiriera el Teatro y se lo comprara a la familia Cuesta. Lo cual ocurrió un tiempo después, porque tanto mi padre como mi tía Irma, fueron beneficiarios de la venta del Teatro, puesto que hacían parte del grupo de la familia Cuesta, dueño de este inmueble. El doctor Juan Manuel Sarmiento, en carta que me dirige desde Manizales, el 21 de abril de 1997, como Director Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, de acuerdo con mi repetida e insistente solicitud de recuperar el Teatro Cuesta, manifiesta el interés de la Gobernación de Caldas y del Consejo de Monumentos Nacionales, en las acciones que conduzcan a la recuperación y conservación de dicho Teatro. De acuerdo con la inspección ocular realizada hace algún tiempo, se constata el avanzado estado de deterioro del inmueble, y la inversión que requiere en aquel momento es de $800.000.000 millones (24). Julián Bueno Rodríguez, quien con su memoria histórica de Riosucio, ya fuera por escrito o verbalmente, repetía e insistía siempre que no podían dejar abandonado el Teatro, llamó a todos a aunar esfuerzos, a luchar por su recuperación, puesto que comprendía su enorme importancia. Al Señor Gobernador de Caldas, Mario Aristizábal Muñoz y a su equipo de trabajo, a la Jefe de Patrimonio de la Gobernación, Luz Marina Gaitán, al Secretario Departamental de Cultura, mi querido amigo, Carlos Arboleda González, al Señor Alcalde de Riosucio, Jesús Alberto Carmona Vargas y al Secretario Municipal de Cultura, Saúl Ospina.


8 Y como no reconocer también la encomiable labor que ha desarrollado el senador Mauricio Liscano Arango, gestor indudable de que Teatro Cuesta, Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, y que lo estemos reinaugurado hoy, 28 de junio, de un año que no diré. Hoy nos reunimos en busca de perpetuar la memoria de este Teatro Cuesta y de su fundadora, Lucrecia Cuesta de Cuesta, puesto que la historia, la cultura escritas en estas paredes que han sido el espejo en el cual tantos jóvenes y adultos se vieron reflejados, unos cantando, otros bailando o declamando, entonces entendemos todo lo que ella nos entregó a través de este Teatro, lo que puedo haberse evaporado en un instante, ante los nuevos vientos que corren. Sin duda alguna, el Teatro Cuesta es un libro que hoy abre de nuevos sus páginas, para que la vida de todo un municipio, un departamento, e incluso un país, queden por siempre en su memoria. La Memoria colectiva, la memoria de mi familia, de todos los Cuesta que habitaron esta enorme casona donde se construyó el Teatro, regresa y es testigo de uno, de cientos de miles y miles de milagros artísticos, que por obra y gracias de un escenario se convierten en un espectáculo. Lo único que esta nueva construcción nos puede dejar, es un nombre escrito para la eternidad, en letras de Oro, el mismo oro con el cual ella pagó su construcción, el de su fundadora, Lucrecia Cuesta de Cuesta. Sin mamá Lucrecia, esta fiesta de reinauguración de este símbolo de Riosucio y emblema de la cultura de Caldas, no existiría, tan simple como esto. Felicidades a todos, felicidades Riosucio por que Las estrellas esta noche, con su pluma de oro escribirán un nombre, el de Lucrecia Cuesta de Cuesta, mientras el espíritu de Riosucio, sus raíces y su historia, se transforman en Encuentro, en Carnaval, en canto, plaza abierta, cuadrilla y grito.

Guiomar Cuesta Escobar Poeta, Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua Miembro de la Academia de Historia de Bogotá

apidamaediciones2002@gmail.com Tel: 300 322 18 47 Bogotá

Riosucio, 28 de junio de 2011


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Bibliografía (1) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9 de 1986. (2) Testimonio oral, recogido de mi abuela Betulia Ángel de Cuesta y de Irma Cuesta Ángel, durante varios años en Medellín, 1982- 1990. (3) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9 de

1986. Pág. 1. (4) Apuntes sobre el Teatro Cuesta. Rafael Vinasco Trejos. Bogotá, abril de 1991. (5) Testimonio oral de mi padre, Héctor Cuesta Ángel, quien goza de la memoria más prodigiosa. Se los he escuchado durante muchos años. Pero añadió el testimonio sobre los $ 50.000, a raíz de la visita de su hermana Irma a Bogotá, el 25 de junio de 2011. (6) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9 de

1986. Riosucio, 9 de septiembre de 1986. Pág. 2. (7) Testimonio oral de mi padre, Héctor Cuesta Ángel, quien goza de la memoria más prodigiosa. Se los he escuchado durante muchos años, al referirse a la recia personalidad de su abuela Lucrecia. (8) Testimonio oral de mi padre, Héctor Cuesta Ángel, quien goza de la memoria más prodigiosa. Se los he escuchado durante muchos años. Pero añadió el testimonio sobre el costo del Teatro Cuesta, a raíz de la visita de su hermana Irma a Bogotá, el 25 de junio de 2011. (9) Esta tradición oral de los mineros, me la entregó Julián Bueno Rodríguez, en Riosucio, el 28 de junio de 2011. (10) Testimonio oral, recogido de mi abuela Betulia Ángel de Cuesta y de Irma Cuesta Ángel, durante varios años en Medellín, 1982- 1990. (11) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9

de 1986. Epígrafe que del autor para este ensayo histórico. (12) Apartes de una carta -respuesta- que le escribió don Jesús María Taborda al Cronista riosuceño, Rafael Vinasco Trejos, y que éste me cita en carta que me dirige haciéndome el envío de los poemas de mi tío abuelo, Rafael Cuesta Cuesta. Bogotá, agosto 21 de 1987. (13) Carta que me envía el cronista riosuceño, Rafael Vinasco Trejos, Bogotá, 21 de agosto de 1987. Este poema fue publicado en “El Microbio”, el 20 de julio de 1912. (14) Guío- Mar, poema inédito, lo modifiqué para hacerle un homenaje a Lucrecia y al Teatro Cuesta. (15) El poema Huracán Cósmico, publicado en el libro “Bosque de Met{foras”, Biblioteca de Autores Caldenses. Manizales, 1991. (16) Aclaración sobre la Historia del Teatro Cuesta de Riosucio. Rafael Vinasco Trejos. Bogotá, marzo 26 de 1987. Carta dirigida al Señor Luis Felipe Gómez Restrepo, director del periódico La Patria de Manizales. (17) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9

de 1986. Pág. 2. (18) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, septiembre 9 de 1986. Pág. 2. (19) Testimonio oral, recogido de mi abuela Betulia Ángel de Cuesta y de Irma Cuesta Ángel, durante varios años en Medellín, 1982- 1990.


10 (20) El Teatro “Cuesta” de Riosucio, Caldas. Julián Bueno Rodríguez. Riosucio, 9 de

septiembre de 1986. Pág. 3. (21) Teatro Cuesta. La función va a empezar… esta empezando… empezó. Arcesio Vinasco Trejos. Pág. 7. (22) Conjunto Rodríguez y Cuesta. Rafael Vinasco Trejos. Documento que el cronista me envió en 1991, al manifestarle mi interés en conocer acerca de este Conjunto musical, que tenía que ver directamente, con las mujeres de la familia Cuesta y Rodríguez Cuesta, que vivieron en la gran casona de mamá Lucrecia. (23) Carta del Señor Gobernador de Caldas, Emilio Echeverri Mejía a Guiomar Cuesta Escobar. SC-D-0197-04. Manizales, abril de 2004. (24) Carta del doctor Juan Manuel Sarmiento Nova, Director Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales a Guiomar Cuesta Escobar. CMN/CFC-031-97. Manizales, 21 de abril de 1997.


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