Especial 45 Años de la Unidad Popular

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45 Aテ前S 4 DE SEPTIEMBRE DE 1970 - 11 DE SEPTIEMBRE 1973


“Les digo que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria.” Salvador Allende, 4 de septiembre de 1970 Equipo periodístico y diseño gráfico: Pablo Álvárez Yáñez. Sebastián Balcazar Silva. Pedro Pablo Ramírez Hernández.


índice Entrevista a José Cademartori, ex ministro de Economía de la UP...................................P4 Entrevista a Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos...........................................................P6 Entrevista a Alejandro “Mono González”, fundador de la Brigada Ramona Parra........................................................................P8 Entrevista a Felix Huerta, ex integrante de la Red de Apoyo al Ejército de Liberación Nacional del Che en Bolivia y amigo de Allende................................................................P10 La utopía en color y sonido, reportaje de la Nueva Canción Chilena y el afiche en la UP......................................................P11


De izquierda a derecha: Carlos Altamirano y José Cademar tori

José Cademartori, ministro de Economía de Allende.

Es necesario hacer las reformas aunque la economía no este en su máximo rendimiento El ex ministro de Economía de la Unidad Popular, José Cademartori, militante comunista, explica la política económica del gobierno de Salvador Allende, alabando el pleno empleo que alcanzó la UP llegando a tener tan solo un 3% de desocupados. Aprovecha la entrevista para responder las críticas que han tenido las reformas de la Nueva Mayoría. ¿Cuál era el plan económico que tenía la Unidad Popular? La Unidad Popular tenía como base un programa de reformas estructurales junto a otros cambios sociales que proponían soluciones inmediatas para los problemas más serios. Las reformas estructurales contemplaban dos cosas básicas: la reforma agraria y la nacionalización el cobre. Dos reformas que se llevaron a la práctica y que han tenido proyección hasta el día de hoy. Nuestro proyecto contemplaba la generación de tres áreas áreas de de lalaeconomía: economía:lalasocial, social,donde dondeestaesban las empresas estatales; la mixta, donde cataban las empresas estatales; la mixta, donde bían las las empresas que que tenían participación, tanto cabían empresas tenían participación, del estado como de privados chilenos y en tercer tanto del estado, como de privados chilenos y en

tercer un lugar unabsolutamente área absolutamente privada que lugar área privada que abarabarcara los pequeños, medianos y algunos cara a losapequeños, medianos y algunos grangrandes empresarios. des empresarios. Esta era la base del plan económico de la Unidad Popular. Contaba con amplio apoyo, pero también con una resistencia muy dura de los grupos monopolistas. Esta se pudo llevar a cabo de forma parcial debido al tiempo que nos faltó de gobierno. ¿Para el programa eran más los problemas ¿Cuáles eran los cuáles problemas urgentes más urgentes? para la Unidad Popular? Uno de los problemas principales era la incapacidad de la economía chilena para darle empleo apta parapara hacerlo y en ese a toda todalalapoblación población apta hacerlo y en


ese sentido demostramos que era posible solucionar ese problema sin tener que esperar largos años. Cuando llegamos al gobierno, el desempleo estaba según los índices oficiales en el 9% y lo bajamos al 3% ¡Trabajar a pleno empleo ha sido un record histórico que no se ha vuelto a alcanzar! Esto se consiguió con un conjunto de medidas de orden financiero y monetario Acudimos a los recursos del Banco del Estado que eran mucho mayores que los actuales. También acudimos al banco central. Mejoramos los sueldos, el salario mínimo, y las jubilaciones, así aumentamos el consumo y creció la producción industrial. Hubo una reestructuración de los ingresos del estado, suprimimo los gastos excesivos y las remuneraciones elevadas. En la administración pública no se podía superar diez veces el valor del salario mínimo y así se hizo. Se redujeron los viáticos y gastos complementarios. Fuimos un gobierno austero que dio el ejemplo desde los altos cargos. El otro gran desafío era mejorar la distribución de los ingresos. Aplicamos distintas medidas y conseguimos otro record, tuvimos el menor índice de pobreza y extrema miseria que hasta esa época se había logrado. Llegamos a tener un 17% de extrema pobreza, durante la dictadura y los primeros años de la Concertación esa cifra fue mucho más alta. ¿Qué cosas se pueden rescatar del programa de la Unidad Popular que aún tienen vigencia? La nacionalización del cobre se realizó con el apoyo unánime del congreso, era tal el apoyo nacional que ni siquiera el más derechista se atrevió a votar en contra. Esa demanda aún está vigente porque durante la dictadura una parte de la riqueza del subsuelo que estaba constitucionalmente establecida como propiedad del estado fue privatizada, Codelco hoy representa mucho menos de la mitad de la producción y comercialización de nuestro cobre. Nuestras aspiraciones siguen pendientes, pero para nosotros no es el momento, no en el pro-

grama de la presidenta Bachelet que apoyamos, pero no abandonamos esa demanda y buscaremos avances en esa dirección. La propiedad de los recursos naturales es una cuestión básica para nosotros y para la economía chilena. Hoy las reformas son criticadas argumentando que afectan el crecimiento económico y dañan al país ¿Cuál es su opinión? Es un argumento completamente erróneo. Si uno revisa la historia de las reformas estructurales tanto en Chile como en otros países, uno nota que esas reformas se han hecho en distintas circunstancias, en periodo de auge, en estancamiento e incluso en retroceso. Es necesario hacerlas aunque la economía no esté en su máximo crecimiento, luego vendrá otra etapa de forma forzosa justamente porque la economía capitalista se mueve en ciclos de alzas y bajas. Cuando la economía esté recuperada las reformas estarán hechas y rendirán plenamente. El momento de hacerlas no es cuando la economía está en alza, sino cuando han madurado las condiciones donde el sistema no puede seguir como está, que es lo que ocurre en nuestro caso. ¿Cuál es el legado y qué se debe rescatar de la Unidad Popular? Lo primero que hay que rescatar es que para realizar un cambio se necesita un gran apoyo social. Se necesita unir a todas las fuerzas que componen la combinación de gobierno de tal manera de estas adquieran consciencia de lo que se está haciendo. La ventaja que teníamos era que este programa era conocido por la gente y se venia agitando hace años. Hoy tenemos circunstancias distintas, tenemos como prioridades la reforma al código del trabajo, la reforma educacional y el cambio de la constitución. Nosotros teníamos un proyecto de cambio constitucional, pero era menor la urgencia porque la constitución del año 25 que no era la óptima, sí tenía factores democráticos importantes. Hoy necesitamos recuperar las garantías democráticas que fueron anuladas a través de la constitución falsa de Pinochet que anuló muchas conquistas sociales que se habían alcanzado.


Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos:

no ha habido ni un solo día que nos haya dado el mínimo de alegría que nos dio ese tiempo El legado de la Unidad Popular impulsa la vida de Alicia desde la alegría y generosidad que conoció en esos años. Una lucha por la justicia que sigue su curso mientras palpita en la juventud un nuevo sentimiento de transformación que rescata lo mejor de Chile, lo mejor de Allende. ¿Qué edad tenías para el triunfo de la Unidad Popular y cómo te involucraste en todo el proceso? Para el triunfo de la Unidad Popular yo tenía 21 años. Ingresé a las Juventudes Comunistas a los 15 y ahí supe como obrera textil lo que fue la organización y la defensa del país. Como jóvenes comunistas nos involucramos de lleno en la campaña de Salvador Allende, porque para nosotros el proyecto era hermoso. Cuando hablamos del trabajo colectivo, cuando hablamos de los salarios dignos, donde la familia tuviera condiciones para vivir con dignidad, de cultura, eso de los conjuntos, las guitarras y los murales en las calles.

Cada paseo que hacían los jóvenes, si hacíamos trabajo voluntario por ejemplo, terminábamos junto al Río Mataquito y otros lugares con fogatas y guitarras donde no había electricidad. Ese fue un proyecto que empezó con alegría, como un sueño, pero un sueño que era posible construir y que veíamos realizable a medida que lo hacíamos más colectivo. Se empapan tanto por la figura de Allende, que era muy cercana, como por las medidas de su gobierno. Un programa que beneficiaba a las grandes mayorías del país.

Allende siempre fue una persona muy admirada y muy querida. El era tan cercano y cálido que nunca se sintió como alguien de afuera. Cuando hablaba nosotros sentíamos que era posible.

Nosotros vivíamos en el campamento Villa Lenin, que en ese tiempo estaba en el Paradero 18 de Santa Rosa. Ese campamento fue beneficiado por una empresa que regaló la Unión Soviética al gobierno de Salvador Allende para la construcción de departamentos. Era grande, la principal avenida se llamaba Moscú y yo vivía en el módulo Ho Chi Minh.

Hicimos trabajos voluntarios, teníamos un pozo y agua potable. Cuando nosotros nos tomamos el terreno nadie nos reprimió. Luego se autorizó. Todo lo que se construyó ahí fue trabajo voluntario de nosotros mismos. Al final no alcanzamos a disfrutarla, hoy se llama Población Yungay. Nuestro trabajo era cultural, hacer propaganda, vender El Siglo. ¿Cómo vivieron ese día de la victoria el 4 de septiembre?

Lo más espontáneo: irse para el centro. La gente más adulta lloraba porque su alegría era inmensa. Había vivido la campaña del FRAP, persecuciones. Cuando fuimos a escucharlo hablar al balcón de la Universidad de Chile yo creo que fue la noche más maravillosa que vi. Para mí fue un hecho dorado, porque nosotros con el Negro, mi compañero también de las JJCC, nos habíamos casado el 70.

Justo para las elecciones estábamos casados y vivíamos de allegados en la Población La Victoria. Fue una maravilla ver a tantos miles llegar con su creatividad. Llegaban las burritas, los camiones viejos y las carretelas adornadas, llenas de colores. Era or-


namentos inimaginados, que demostraba solamente la hermosura de la clase trabajadora que lo expresaba culturalmente con papeles, con combinaciones de colores, con flores, con dibujos. En ese tiempo no había luces blancas en la Alameda sino que era medias amarillas y se veía todo como un tornasol.

Llegar a la Fech y que hablara a los jóvenes, a las mujeres, a los niños, a los trabajadores, a los profesionales, fue una de las cosas que más me emocionó. Cuando esto termina, todos fascinados bailando y todo eso, él dice algo muy cierto: “Yo ahora les pido que regresen a sus casas, abracen a su esposa y besen a sus hijos, porque desde mañana serán días difíciles”. O sea que entreguemos amor. Querámonos, respetémonos. Yo creo que ese proyecto está inconcluso, porque no fracasó. Allende unió. Allende era colectividad. Allende era serenidad. Cuando golpeaba la mesa se la golpeaba a quien debía hacerlo: a la derecha, en Naciones Unidas, una clase magistral que ningún presidente hasta la fecha ha repetido.

Nosotros somos dignos con ese gobierno, era nuestro. Allende no era solo el Presidente, sino parte del gobierno. Esos días de alegría ¿cómo fueron al principio?

Era acostarse contenta y levantarse contenta. Ir al trabajo y todos sonreírnos, cómplices y con una esperanza infinita para que empezaran las primeras medidas. Por primera vez en nuestra vida teníamos un gobierno que era de todos los trabajadores, tus compañeros y compañeras, donde por primera sabíamos que la educación, la cultura y la vivienda serían un derecho.

Después de golpe cívico-militar no ha habido ni un solo día que nos haya dado el mínimo de alegría que nos dio ese tiempo. Y nosotros somos personas alegres, no andamos amargados ni metidos en el dolor. Sí somos de esas personas que tenemos confianza

en el futuro y recordamos a los nuestros más en su vida que en su muerte, por lo que alcanzamos a construir.

¿Qué legado recoges de la Unidad Popular y de esa victoria alegre y creativa que describes? Hoy hay un mundo allendista, que no es comunista ni mirista ni nada. Ese mundo está mucho en la juventud y es por su historia. Hoy es tan importante reivindicar el programa. Si te fijas son medidas tan actuales, sobre todo hoy que no existe derecho a nada. Realmente yo creo que fue una época dorada que ilumina mi vida, haber sido parte de algo tan hermoso en lo humano y en construcción. Cuando un pueblo es educado, se puede hacer a lo que llegó. Hacer una revolución con empanadas y vino tinto.

Fui una afortunada que estuvo en ese proceso, después defendí ese proceso, después luché contra la dictadura y quedé hoy día como comunista con la responsabilidad de seguir luchando por verdad y justicia para todos y todas. Eso a una la mantiene bien. Para mí la época del 64 hasta el 73 fue maravillosa. Realmente. Lo llevo conmigo todos los días, y tuve la suerte de tener una relación con mi compañero, de casarnos, la suerte de haber vivido más años que algunos amigos y de estar juntos hasta el 86.


Teníamos que ganar Los Muros para el Pueblo “El mural chileno en los años de la Unidad Popular era un “sueño colectivo”, una expresión de la gente por empujar una lucha social dirigida a mejorar sus vidas”. De esta forma define el trabajo de la Brigada Ramona Parra, Alejandro “Mono” González, fundador de la muralista que terminó siendo uno de los pilares de la campaña de Allende y que hoy se ha convertido en referente mundial del muralismo. ¿Cómo nace el muralismo que acompaña la campaña de Allende y a la Unidad Popular? En la medida en se unen las fuerzas para el cambio social y el movimiento popular comienza a avanzar va desarrollando de forma paralela su propia cultura. La Unidad Popular tuvo un desarrollo de la cultura extraordinario, se desarrolló la Nueva Canción Chilena que junto al diseño gráfico y la poesía marcaron la identidad del movimiento social, una identidad país y la identidad del gobierno popular que a nivel internacional tuvo un reconocimiento importante. Dentro de eso se desarrollaron las brigadas muralistas. Este movimiento se comienza a desarrollar durante décadas anteriores pintando con cal, brocha y un poquito de pintura. Se rallaba la calle y luego se arrancaba. Así se partió y mira hasta dónde llegamos. Desde ese rallado de brocha clandestino hasta el triunfo de Allende y la llegada del gobierno popular.

La ocupación del espacio público fue muy importante porque a nivel mundial recién se estaba iniciando la ocupación de los espacios urbanos. Esto nació con los graffiteros de San Francisco y Nueva York, con la aparición del movimiento estudiantil en Paris y el muralista mejicano producto de la masacre de los estudiantes.

¿Qué influencia tiene la estética del muralismo chileno y en específico de la Brigada Ramona Parra? Acá nadie vino y nos dijo qué había que pintar de una forma. Todo surgió de la necesidad de expresar. Comenzamos con el trazado negro que usábamos para la A de Allende. Necesitabamos una estética funcional para que fuera muy rápida y permitiera la especialización de una mano de obra compuesta por puros voluntarios.

El mural chileno tiene leyes propias, se diferencia al resto de los murales del mundo porque está en la calle y no es de autor, sino que es colectivo. El mural mejicano es de autor y es mandado a hacer por una institución, por el gobierno o por un particular que pagaba. Debías ir a verlo a un lugar. Nunca nos mandaron desde la moneda a hacer un mural, al contrario, este era un movimiento que nacía para presionar al estado, para decir qué cosas debía solucionar, para realizar cambios sociales. Estaba hecho por gente sin experiencia, jóvenes, obreros. ¿Cuál es la importancia que tuvo la BRP y el muralismo para la campaña de Allende? Bueno la importancia fue que ocupamos todas las


calles porque era el único medio de comunicación que teníamos. Teníamos que ganar los muros para el pueblo. Nosotros necesitábamos cubrir todo Chile con medios muy precarios. El mural es un cuaderno para colorear. Cuando tú le das a la gente una oportunidad de expresarse la población se desinhibe. Tiene que ver con la autoestima, con una terapia social. Hacer murales es hacer que la gente se manifieste y la gente mostraba un deseo de cambio social.

¿ Cómo era el proceso en la elaboración de un mural? ¿alguien diseñaba y luego dirigía el mural? No, nada. Absolutamente nada. Cuando tú estas metido en política y entiendes el concepto, entiendes

el programa y las imágenes surgen solas. Había una orientación política, una dirección política, teníamos la cuestión clara no necesitábamos hacer un boceto para salir de la calle. Habíamos trazadores y entendíamos las consignas, la idea se pensaba entre todos y hacíamos la imagen, el resto era participación. Era un sueño colectivo el que se iba plasmando. El muralismo de la UP tenía que ver con la comunicación, con la orientación política y el contexto político que vivíamos: las 40 medidas, la aplicación de las leyes de salud, de educación o la política hacia los niños. Lo importante era la reiteración de la imagen. Hoy muchos partidos utilizan la publicidad para venderse como candidatos y en el fondo no es el programa el que vende, sino que la imagen. Nuestro trabajo era desarrollar contenido, la orientación política y la participación.


Entrevista a Felix Huerta, el ex ELN que estrechó amistad con el “chicho” Allende

Anécdotas, experiencia y críticas del GAP intelectual Felix Huerta fue miembro de la red de apoyo que asistió a la guerrilla boliviana comandada por el Che Guevara. En un viaje a Cuba para recibir entrenamiento guerrillero recibió un impacto de bala en la espalda que lo dejó en silla de ruedas. Una vez de vuelta en Chile continuó su actividad política al interior del PS, generando grandes lazos con Carlos Lorca, Víctor Zerega, Ricardo Pincheira, el “chico” Klein, Ricardo Lagos Salinas y otros conocidos militantes socialistas que fueron asesinados al asumir la dirección política clandestina del Partido Socialista. Huerta era parte del Centro de Estudios Nacional de Opinión Pública que le entregaba análisis semanales de la situación política a Allende, con quien formó una estrecha amistad. ¿Cómo el PS llegó a involucrarse en la UP?

Felix, su madre, su cuñada y su hermano Enrique

Las fuerzas de izquierda se fueron agrupando de manera progresiva décadas antes. No se puede entender la UP sin revisar la historia de Chile del s. XX.

Fue avanzando el fortalecimiento de los partidos obreros, básicamente el PC y en parte el PS. Se fue dando una alianza con sectores de las capas medias, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, impulsada por los partidos comunistas para enfrentar al fascismo.

Se creó el Frente de Acción Popular (FRAP), y el candidato sempiterno era Allende. Los partidos políticos tienden a vivir hacia adentro y los líderes de masas son bien pocos. El PS era así y su líder de masas siempre fue Allende, él era el candidato obvio para la gente que rodeaba al PS, pero para los militantes no tanto. Para mí era obvio porque era un líder de masas, no puedes hacer una campaña electoral con gente que nadie conoce. Si bien yo creía que en Amérca Latina la vía insurreccional era el camino para alcanzar el poder, creía que en Chile era la lucha de masas pacífica porque tenemos un Estado fuerte y es muy difícil plantearse una lucha insurreccional dentro de un país así, diferente por ejemplo del Estado boliviano que era muy frágil y sigue siéndolo. En esa época se discutía bastante acerca de la vía pacífica o si era necesario un camino de enfrentamientos armados de diferentes tipos: algunos planteaban que el camino era insurreccional y otro era el de la lucha armada prolongada. Aquí el MIR planteaba una lucha prolongada. Dentro de

la JS había mucho conflicto por esto, porque coexistía gente de formación socialdemócrata, marxista leninista, troskistas y foquistas. La discusión era bastante rica, yo diría que una lucha ideológica muy interesante. El grupo en que yo participé tenía la tendencia de hacer del partido uno marxista leninista. Entre nosotros primaba la idea de que Allende fuera el candidato. El PC tenía sus candidaturas más bien testimoniales y Allende tenía buenas relaciones con ellos, pero dentro del PS no había unanimidad.

Se había generado una facción más del PS, “La Organa”. Era un grupo que dirigía un lote de compañeros entre los que estaba Orlando Calderón, un campesino que era miembro de la Comisión Política. Ellos habían empezado a organizar una facción buscando esta tendencia marxista leninista y a la vez de darle un cierto contenido más orgánico. Trabajamos junto a ellos.


En el año 68 se produjo el Congreso de Chillán, había unas 120 personas. Allende planteó su idea, que era la Unidad Popular, pero le llamó el Frente de la Patria. Él planteaba que había que lograr una unión entre los sectores obreros y las capas medias, representadas básicamente por el Partido Radical.

Clodomiro Almeyda, el Cloro, del cual éramos amigos, que se había comprometido a hablar, se le hizo. No dijo nada. Nosotros pegándole codazos y después le decíamos el capitán Araya, embarca a la gente y se queda en la playa. Él era un gallo brillante. Finalmente la comisión política del PS decide apoyar a Allende, y ante eso el PC y los radicales aceptan.

Ustedes tuvieron una reunión con Altamirano días antes de la elección de la candidatura de Allande.

Quisimos convencerlo, no sé si lo hicimos, pero tuvimos una reunión en una noche de diciembre del 69. Yo estaba recién llegado a Chile y no salía de una pieza de un segundo piso en un catre clínico, no usaba silla de ruedas. Ahí empezamos a juntarnos con Allende.

Era un personaje interesante, le gustaba escuchar gente joven y discutir. Le molestaban un poco los lisonjeros, no los escuchaba y nosotros discutíamos con él abiertamente. A veces él se reunía con el MIR, a veces con el MIR y con nosotros juntos.

Altamirano no quería votar por Allende como candidato dentro de la Comisión Política, así que se nos ocurrió juntarlos con nuestro lote y estuvimos toda una noche peleando duramente. Altamirano estaba acostado en una cama frente a la mía, se veía muy nervioso, medio hiperquinético. Jugaba con un llavero, lo hacía sonar todo el tiempo y a Allende lo molestábamos, le poníamos un piso bien chico, hasta que un día reclamó. Lo hacíamos por hueviarlo, tenía mucho sentido del humor. En Chile los militares siempre han tenido como gran sombra la fractura que se produjo en de 1891. Por otro lado están muy pendientes de que se produzca lo que llaman el 3-1, la alianza Perú- Bolivia- Argentina contra Chile. Frente a eso surge la necesidad para ellos de mantener la unidad de sus fuerzas.

No era fácil, pero sí había un apoyo dentro de las FF.AA favorable a los cambios. Imagínense que cuando se produce la elección de Allende en los cuarteles de infantería

Carlos Lorca, Diputado Socialista

de marina celebran el triunfo, dentro de los barcos, en Carabineros y en el Ejército había generales, oficiales, suboficiales, partidarios de la UP, había un movimiento, no organizado sino que más bien ideológico. ¿Cuáles eran los argumentos de Altamirano para no apoyar la candidatura de Allende?

A mí no me quedaban claros, por eso tengo la sensación de que había algo más. Yo creo que él pensaba que esto se definía de manera armada, y tendía a descalificar la lucha electoral. Tengo la impresión de que nunca comprendió que el problema no es entre la lucha armada o lucha no armada, sino que es entre lucha de masas y lucha aislado de las masas, que puede ser armada o no armada. Me quedé con la sensación de que Altamirano nunca

entendió el proceso chileno y que nunca jugó un buen papel. Al final se transformaba en una cosa difícil porque nosotros y Allende argumentábamos mucho, pero él es-


capital. Había que hacer alianza con las medianas y pequeñas empresas y proponer una reforma de grandes dimensiones.

También teníamos que desbaratar al latifundio, allí los inquilinos tenían derecho a una casa y una huerta, donde tenían que entregar la mitad de la producción al dueño y les pagaban en especies. En Chile al menos un 30% de la capacidad industrial estaba ociosa. Inyectamos dinero en la economía, aumentamos el poder de compra de la población y reactivaams la economía usando ese 30%. Tuvimos resultados extraordinarios. Aunque al no manejar bien las leyes de la macroneconomía desarrollamos un proceso inflacionario. Un poco por ignorancia y un poco por los estudios que había en esta época.

Esto tuvo efectos, aumentó el apoyo a la UP fuertemente los primeros dos años pero después la inflación fue descalabrando la cosa, más la intervención extranjera, que fue muy fuerte. Llegamos a un punto en que eramos muy frágiles, no teníamos el apoyo absolutamente mayoritario, sería un 60/40 en el mejor momento. No teníamos apoyo internacional financiero y el campo socialista no nos prestaba ni un peso. ¿Qué responsabilidad tuvieron las fuerzas de izquierda también en perder esa mayoría?

Clodomiro Almeyda

¿Qué preparación tenían los que impulsaban la lucha armada? Porque una cosa es plantearlo, pero otra es hacerse cargo. Nada en la práctica. La gente del ELN habíamos pasado por entrenamiento en Cuba. Algunos habían pasado por entrenamiento más de una vez, otros combatieron en Bolivia y sobrevivieron.

¿Cómo se pensaba la Unidad Popular en términos de estrategia, programa y en términos económicos? Había una búsqueda para entender si era posible una transición pacífica al socialismo. Estaba claro que en Chile, la clase obrera sin la clase media, era incapaz de impulsar un proceso revolucionario. Necesitábamos aislar a la derecha.

Se había hecho un estudio que decía que había cerca de 100 empresas que eran el grupo dominante de la sociedad capitalista chilena. Entendíamos que debíamos expreopiralas para tener el capital financiero y el gran

Los sectores ultraizquierdistas causaron un grave daño. A nosotros nos calificaban de comunistas al interior del Partido Socialista. Nos decían: “estos son un montón de comunistas”. Es cierto, éramos marxistas leninistas, pero fuimos los únicos que combatimos. Todo lo demás es pura mentira. La fuerza central del MIR es una farsa, nunca existió. El Miguel Enriquez era un fantasioso pero de marca mayor, un gallo super inteligente, brillante, pero más fantasioso. Es un gallo heróico y todo lo que quieran. Realmente nosotros no teníamos posibilidades de defensa si no había FF.AA fraccionadas y eso lo tenía claro Prats. Ellos no entendían que no se podía llevar a cabo un proceso de expropiaciones masivas. Nosotros queríamos concentrarnos en 92 empresas y lograr que funcionaran, una tarea titánica. Porque tienes que tener los ingenieros, los técnicos y a los obreros disciplinados. El resto tenía que seguir en el área privada, pero cuando encontrabas que expropiaban hasta el kiosko de diario, te generaba un lío tremendo.

Al final terminas aislándote social y políticamente. Yo creo que el haber acelerado el proceso social de tal


manera que era inmanejable es algo que lleva a un desastre, porque no teníamos como responder. ¿Cuál eran los pilares del cambio social?

Los obreros, el trabajo con los obreros era vital y se hicieron cosas maravillosas que son inimaginables hoy. En ese tiempo no teníamos capacidad para importar repuestos. Víctor Zeréga era el encargado sindical del partido, estudiaba economía y se ocupaba de trabajar con los obreros para que ellos mismos generaron innovación. Eso lo lográmos, era impresionante. ¿Se discutían estrategias para que la mayoría de la gente se apropiara del proceso de manera subjetiva? Porque estaba el problema económico, la batalla de la producción, pero el imaginario ¿Cómo se disputaba?

Era una fuente de preocupación constante. La lucha ideológica era para mí en esa época, más importante que otros aspectos dentro de mi labor. Por ejemplo de ahí surgen las ideas de tener prensa, tener televisión. De ahí surge la idea del CENOP, el Centro de Estudios Nacionales de Opinión Pública. Una idea del Coco Paredes, un militante del PS. Un día llega a la casa y me dice “mira huevón, tenemos que hacer un centro de estudios que sea socialista y comunista”. Había que conseguir financiamiento, entonces no fuimos a pedirle a Ponce Lerou, Allende nos dio plata del gasto reservado de la Presidencia. Teníamos dos áreas: estudio de la prensa, información abierta, análisis de prensa, y estudios de opinión pública a través de encuestas. Fuimos muy efectivos en eso. Entregábamos un informe semanal a seis personas, y nunca se filtró uno. Prats era un destinatario de nuestros informes, y le importaban mucho. Usted fue cercano a Allende ¿Qué anecdotas recuerda de él Hay una reunión, que fue como el día jueves anterior al golpe.

Nos juntamos con Allende y la reunión fue bastante triste. Allende hizo una descripción del golpe que se venía, se precisaron las fechas y en un momento dice que bueno, todo lo que va a pasar, lo describió súper bien. Todo, todo, hasta los vuelos de los helicópteros, los sobrevuelos de los jets. En un momento decía: “ A mí me duele que va a morir gente que ustedes, porque yo ya tengo 64 años, ya he vivido mi vida”. Nosotros teníamos 27, 28,

29 años. Y ahí nos relata cómo se va a suicidar. Cuando tomen La Moneda, dijo, así tal como lo hizo, dice con qué arma lo va a hacer. Entonces era como.... cómo describir la sensación. Era la inminencia de que el cielo se quebraba a pedazos, íbamos a morir todos los que estábamos ahí, y de repente, el Claudio Jimeno era un gallo muy brillante, muy simpático, y muy bueno pal hueveo, y no sé qué salida tuvo que quebró la situación y terminamos hablando de mujeres... Imagínense ustedes hablando con el Presidente de Chile de minas, no de mujeres, de minas. Entonces de repente, ya po, el Claudio empieza a hueviar con que cada uno diga cómo le gustan las minas. Y empieza cada uno a decir, era toda gente divertida, brillante, decían cosas singulares. Y Allende estaba sentado por allá, entonces no sé si fue el Chico Klein le dice “Ya pues doctor, diga usted”. Le decíamos doctor. Y mira para abajo y dice: “A mí de 35 pa arriba todas”. ¿Cómo fue el día que ganó la UP?

Fue impresionante. Imagínate que Don Francisco organizó la celebración en la Alameda, a ese nivel. Había un escenario grande y estaba cantando un venezolano que se llamaba Luisín Landaez, con Don Francisco abrazados se ponen a hacer el paso de ganso y se rompe el piso y pasaron pa’ abajo. Bueno, en esa época existía la costumbre de hacer marchas. La gente salía y se llenaba la Alameda. Las de ahora parecen una cagada al lado de eso, antes eran de un millón y medio. Allende tenía decidido hablar en el balcón de la Fech, que estaba en la Alameda. Fue enorme, fue muy hermoso.

Felix junto al mítico guerrillero cubano Pombo


LA utopía en color y y sonido No fueron jingles como los de ahora o actuaciones pagadas a alto precio. La Unidad Popular recibió el voluntarioso apoyo musical de una de las camadas artísticas más talentosas y remecidas por el convulsionado Chile de los 60 y 70 como nunca más se ha visto. A 45 años del triunfo, algunos protagonistas recuerdan, con algo especial, llámele alegría, llámele nostalgia, lo que fue el periodo de la UP.

Está lanzada la campaña presidencial de 1970, esa en que los artistas de la Nueva Canción Chilena recorrieron Chile apoyando el proyecto de la Unidad Popular, cuando en medio del mercado de Antofagasta, y con una voz de locutor de plaza o de bingo, se escucha a través de un megáfono: “Aquí vemos acercarse a este lugar al famoso conjunto Quilapayún, que esta noche va a actuar para todos ustedes. Señoras y señores, vengan a ver al famoso conjunto Quilapayún”. Los miembros del grupo, desconcertados, buscaron entre los asistentes quién era el locutor. “Como estaba lleno de gente nos acercamos para ver quién era, y ¡resultó ser el propio Allende que nos estaba leseando!”, cuenta Eduardo Carrasco, director de Quilapayún. Hoy, 45 años después, lo reconoce no solo como “el personaje de la política chilena más consecuente y heroico” sino también como quien, indirectamente, terminó salvándole la vida. La participación de los grupos en la campaña de Allende fue a pulso, sin ningún escudo y con equipos de sonido paupérrimos. “Participábamos de todas las actividades en que nos convocaban, no solo en las grandes manifestaciones en la Alameda, sino que en centros de obreros, minas de cobre, las minas de hierro del Tofo, los sindicatos. Se veía que el Chicho podía ganar, entonces todos nos volcamos a esa utopía”, cuenta Horacio Salinas, director del Inti Illimani y actualmente del Inti Illimani Histórico. El Canto al Programa, musicalizado por Sergio Ortega y Luis Advis, con texto de Julio Rojas y musicalizado por Inti Illimani, fue grabado por petición

del Partido Comunista en solo una semana. Su interpretación más emocionante, según recuerda Salinas, fue para un 10 de agosto, día del minero, en la Playa Blanca entre Coronel y Lota. “Muy lejos del glamour del teatro, cantábamos al aire libre ante un público fundamentalmente obrerocuenta Salinas-. Imaginábamos que la canción podía cambiar algo, cantábamos textos medios pedagógicos, uno escucha las canciones ahora y es muy chistoso porque era una traducción en rima de cosas muy técnicas”. Otros eventos de canto eran las tomas de terreno. El poeta y cantante Patricio Manns siempre iba junto a la peña folclórica Chile ríe y canta a tocar. Una lo marcaría de por vida: Durante la campaña, en una toma del fundo La Piedad en Longaví, le tocó presenciar el asesinato del Ingeniero de la Reforma Agraria de Eduardo Frei Montalva. “Un campesino, ya adiestrado, mató a garrotazos a Hernán Mery en el momento en que cortaba la cinta protocolar. El asesino huyó de Argentina en presencia de 200 carabineros que contemplaron la escena sin intervenir”, recuerda Manns. Por su parte, Allende disfrutaba del trabajo de los artistas. Un día, Quilapayún hizo todo el tiempo que pudo para esperar a Allende que no llegaba a dar un discurso en una oficina salitrera. Se sacaron los ponchos y al rato llegó. “¡Pucha yo me quería tomar una foto con ustedes! ¿Pueden ponerse los ponchos de nuevo por favor?”, les dijo y le dieron en el gusto. Salvador Allende aseguraba: “No hay revolución sin canciones”.


La campaña gráfica: El niño del Venceremos “Se me venía la cualidad de fotografiar niños, tengo el carácter de tomarles la foto justo en el momento en que me den una expresión”, cuenta Antonio Larrea, coautor junto a su hermano Vicente y Luis Albornoz de las carátulas de la Nueva Canción Chilena. Sin tener ninguna clase de estudio, pero aplicando lo que aprendía de la escuela de arte de la Universidad de Chile, se apasionó por la fotografía. En las faldas de la cordillera, tomó algunas de las fotos más famosas de Víctor Jara. Aún conserva en su casa un cuadro de esa foto procesada a contratipo del artista fumando un cigarro, con un anillo hecho con restos de aluminio de un avión derribado en la guerra de Vietnam y el ceño entrefruncido. “Víctor tenía un ego con su rostro que tenía rasgos aymara- cuenta el fotógrafo-. Como tenía el tema del teatro, hacía buenas poses”. Pero hubo muchas otras fotos, una particularmente famosa. En esa época, muy lejana a la de hoy con celulares con cámara y donde la televisión era aún un lujo de pocos, Antonio iba a fotografiar niños con su máquina Hasselblad, quienes se sorprendían de verse en la pantalla pequeña de la cámara. “¡Juanito está acá! ¡Pero si está allá!”, decían sorprendidos. “Se producía una magia, por eso daban expresiones tan bonitas”, cuenta Larrea. Un día fue con amigos a Pomaire con la Hasselblad, casi la única cámara antigua que conserva hasta el día de hoy. Estaban comiendo en un restorán cuando decidió salir y se le acercó un niño de ojos claros. “¿Te tomo una foto?”, le dijo Antonio. El niño apoyó los brazos en una roca y la fotografía captó el momento de una sonrisa. “Yo la saqué como un retrato. No andaba buscando un niño para el afiche, pero como tenía el estudio

gráfico en la cabeza, cuando componía una foto dejaba los espacios para el texto, acá estaba lista debajo de la roca”, dice Larrea. Un tiempo después la foto estaría en formato afiche no solo en Pomaire, sino que en todo Chile con el mensaje “Por ti venceremos!! con Allende”, convirtiéndose en una de las imágenes más emblemáticas de la Unidad Popular. Décadas más tarde y a propósito de la edición del libro 33 1/3 RPM , que reedita y rescata la historia de 99 carátulas emblemáticas de su taller, el fotógrafo partió a Pomaire a buscar al protagonista de su foto. Ahí estaba en la misma esquina, ahí conservaban la misma roca. Le llevó un cuadro con la foto de regalo, y se entrevistó tres veces con el personaje que ahora tenía un nombre: Luis González Quiroga. “Para mí fue sumamente emotivo encontrarlo de nuevo y que dejara de ser el ‘Venceremos’, como le decíamos. Me encontré con una persona neutra, artesano de la greda. Le hice unas fotos trabajando y una junto al cuadro –explica Larrea-. Luego le expliqué que esa foto para mí ya trascendió, que ya ni siquiera es mía. Sé que la saqué yo y tengo el negativo, pero ya no la puedo dominar. Se me escapó de las manos”.


El triunfo

Despedidas

El día del triunfo, al enterarse de los resultados, Carrasco estuvo detrás de Salvador Allende en su discurso en la Fech. Iba a cantar con Quilapayún, pero finalmente desistieron porque había solo un micrófono. Manns celebró como todos y luego fue “a tomar un trago donde mejor pudiera”.

El 11 de septiembre Antonio Larrea iba pasando por Alonso de Ovalle cuando fue el Golpe. Sin cámara en mano, se le quedó grabada en su álbum imaginario la imagen de un Hawker Hunter pasando al frente suyo con La Moneda de fondo. “Fue shockeante, . En ese momento corrí a la casa, subí a la terraza y alcancé a tomar la última pasada de los aviones con un lente chico desde lejos y con un humo negro de fondo”, cuenta Larrea.

Horacio Salinas salió a celebrar con sus hermanos a la calle, rebosante de emoción. “¡Imagínate! Era la primera vez que veíamos coronar un esfuerzo tremendamente desprendido. Veía a los trabajadores que llegaban con sus cascos, a los obreros de la construcción, que lloraban de felicidad”, dice. Unas horas después, llegó el rumor de que un grupo demócratacristiano estaba contramanifestándose en la sede del partido. Se armó un piquete para combatir a los DC. “Íbamos decididos a terminar a puñetazos y agarrarnos a palos”, recuerda Carrasco. Cuando llegaron, se quedaron un rato viendo al grupo. Después de unos minutos entendieron que estaban celebrando, tanto como ellos, el triunfo de Allende. La derrota de la derecha. “Ese era el clima, mucho malentendido, sectarismo exagerado. Por ejemplo, cuando cantábamos “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido”, el pueblo no eran los demócratacristianos. De la DC hacia la derecha estaban todos excluidos, entonces era absurdo. Eso es lo que generó después el desastre, por eso se acabó el asunto”, dice el fundador de Quilapayún. Ya desde el día del triunfo, había un clima de tensión. “Ya se había olfateado el carácter sedicioso de la derecha después de lo de Schneider, esa derecha…” dice Horacio Salinas. Incluso Patricio Manns parecía haber predicho lo que ocurriría. “Hay varias canciones que relatan el sentir de la época, pero me inclino por el tema “No cierres los ojos”, grabado con Inti-IIlimani, más la Orquesta Sinfónica de Chile, dirigida por Luis Advis en 1971 que dice: Cuida tu poder/No te dejes vigilar/No cierres los ojos, no vayas a despertar/Como ayer”.

Antes del exilio, Ángel Parra pasó por el estudio de él y su hermano a despedirse con un abrazo. Antonio rompió sus hojas de contacto y repartió negativos entre familiares que se atrevieron a guardarlos. Horacio Salinas estaba visitando el Vaticano en Roma el día del Golpe. Había abandonado el país un tiempo antes. “Recuerdo haber conversado con mi madre y haberle dicho que me iba con una sensación de que no iba a poder volver; se respiraba una sedición increíble”, asegura Salinas. “Lo que hicimos y a veces nos equivocamos, pero la epopeya fue maravillosa y eso va a quedar por mucho tiempo más como una grandeza del pueblo de Chile y de Salvador Allende, nunca lo han podido bajar del pedestal en que quedó”. Patricio Manns lo viviría en Chile para luego irse a Cuba. “Yo crecí como hombre y, sobre todo, como hombre cultural -dice-. El triunfo y la caída de Allende son dos fechas estelares de la Humanidad, que hicieron tambalear al Universo”. Dos semanas antes, Salvador Allende le había pedido a Eduardo Carrasco que lo acompañara a una conferencia de Países No Alineados en Argelia. “Quiero que me acompañen como parte de la delegación cultural”, les dijo. Quilapayún partió, pero Allende nunca fue. En vista del clima que había en Chile, envió a Clodomiro Almeida, quien tomó un pasaje con fecha 10 de septiembre en la noche de vuelta a Chile. Quilapayún planeaba quedarse hasta el 21, pero no volvió sino hasta 15 años más tarde. Carrasco lo define así: “Allende, no conscientemente pero de hecho, fue nuestro Salvador”.



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