Revista Tambora Lobana

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Foto: Luisa Piñeros, Derechos reservados de autor

La Tambora, un género musical inclusivo. Por: Javier Camargo Centeno, Presidente Plenipotenciario

Los creadores y fundadores del evento Festival Nacional de la Tambora, nunca imaginaron la trascendencia que a través del tiempo iba tener este género musical, en la busqueda de mantener viva esta identidad cultural, que apesar de ser un canto y baile de los pueblos ribereños, a lo largo y ancho del río Magdalena, ha llegado a otras regiones de Colombia, como la Andina, Pacífica, Oriental e Insular. Todos los cantos y bailes de Tambora son practicados por niños, jóvenes, adultos y ancianos, porque no hay discriminación en lo político, religioso y social. La Tambora unifica a los pueblos donde se escuchan los aires musicales como, El Chandé, Berroche, Guacherna y Tambora Tambora, por esta razón, nos atrevemos a asegurar que La Tambora es incluyente, porque la cantan y bailan afro-descendientes, indígenas, poblaciones con capacidades especiales, LGTBI, de escasos recursos, desplazadas, campesinas, reinsertadas; en fin, el que quiera sentira y bailarla, está en toda libertad. Mientras este festival se mantenga libre de politiquerías, su tradición y duración será por muchos años. Mientras este género sea incluyente, no perecerá, al contrario, se fortalecerá, abrirá ventanas a muchos jóvenes talentososos en lo musical, para conquistar otros mundos. Cuidemos este legado ancestral que hará a los pueblos ribereños famosos y orgullosos de mantener viva esta Indetidad Cultural. Que viva La Tambora, herencia que nos identifica.

JAVIER CAMARGO CENTENO Presidente plenipontenciario Corporación Festival Nacional de la tambora ÁLVARO MIER ROJAS Coordinador General JULIÁN AGUDELO Secretario General MARTÍN ESPAÑA Productor artístico y asesor en comunicaciones JOTA CASTRO Redactor y colaborador MARÍA JOSÉ SALGADO Redactora y colaboradora NÉSTOR ZAMBRANO Edición y corrección de estilo SEBASTIÁN MACHADO Diseño y diagramación RAFAEL BOSSIO LEWMAN GONZÁLEZ Fotografías Material impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales. Queda estritacmente prohibida su reproducción total o parcial con ánimo de lucro, por cualquier sistema o método electrónico sin la autorización expresa para ello.

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CONTENIDO 1

Pág 4

Versión Número 30 del Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba, Bolívar.

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Págs 5, 6

San Martín de Loba, 35 años al son de la tambora

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Pág 7, 8, 9

Perfiles de los homenajeados

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Pág 10

Los Monos

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Págs 11, 12, 13

El intercambio cultural como herramienta de creación de nuevas músicas colombianas.

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Págs 14, 15

Galería: Intercambio Generacional


Versión Número 30 del Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba, Bolívar. Por: Alvaro E. Mier Rojas, Coordinador General

Nos preparamos para la realización de la versión numero 30 del Festival Nacional de Tambora de San Martin de Loba, al sur del departamento de Bolívar, durante los días 8, 9 y 10 de noviembre de 2019. Este es, indudablemente, uno de los eventos folclóricos y culturales de mayor trascendencia en la subregión de Loba, cuya creación se remonta al año de 1985. El festival se ha institucionalizado desde la anterior administración municipal mediante un Acuerdo aprobado por el Concejo del Municipio lo cual garantiza una parte de la financiación.

cultural del departamento de Bolivar, después de haber dado el paso en el municipio, se mantiene viva. En ese sentido, el Alcalde Encargado, Doctor Julio Cesar Luna Marrugo, en la primera reunión que sostuvimos el día 20 de septiembre de 2019, se comprometió a respaldar esta iniciativa en la Asamblea del Departamento de Bolívar, dada la cercanía suya con el gobernador Dr. Dumek Turbay. La importancia de esta categorización es que la administración departamental tendría la obligación de apoyar con recursos económicos al evento, que en treinta y cuatro años de fundado, trasciende a nivel nacional y ha tenido como invitados especiales delegaciones folclóricas de algunos países como Argentina, Venezuela, Chile y Panamá.

Inicialmente la organización estuvo a cargo del Comité de Tambora, un apéndice de la Casa de la Cultura de San Martin de Loba. Después se consituyó la Corporación Festival Nacional de Tambora de San Martin de Loba; ante las amenazas de tomarse el evento, para politizarlo, por parte de algunos alcaldes que creyeron “ganar indulgencias con camándulas ajenas”, pues sabían del prestigio del festival a nivel de la zona, pero fracasaron en el intento. Vale reconocer que el mayor aportante en la financiación es el municipio y esa circunstancia nos ha permitido a los miembros de la corporación mantener buenas relaciones con todos los alcaldes.

El Festival Nacional de Tambora de San Martin de Loba, ha servido no solo para lograr la preservación del baile y el canto mostrando el talento de niños, jóvenes y adultos mayores en sus expresiones artísticas, incluyendo la creación de composiciones de canciones, sino también en el espacio propicio para el intercambio de experiencias culturales de las distintas delegaciones que nos visitan anualmente. Hemos paseado la tambora por diferentes regiones de Colombia, mediante los lanzamientos que hemos efectuado en Cartagena, Barranquilla, Bucaramanga, Valledupar, Bogotá y próximamente en Santa Marta. Esta actividad es muy importante, porque ha posibilitado el reencuentro con los paisanos que viven en las ciudades mencionadas, pero también los contactos con la academia universitaria que nos han abierto los espacios para conversar con estudiantes y profesores acerca de los bailes cantaos, especialmente La Tambora, cuyos aires han sido ejecutados con maestría por parte de nuestros cultores.

Internamente se han generado algunas discrepancias de criterios y de procedimientos entre los miembros de la organización, pero en líneas generales las situaciones han sido superadas. Por norma nos corresponde rendir informes ante algunos organismos de control sobre los recursos aportados por el Estado, lo cual garantiza la transparencia en el manejo fiscal. Por esa razón, no nos preocupa las críticas que algunas personas, de manera irresponsable, nos hacen a través de las redes sociales, poniendo en tela de juicio nuestra actuación. Si alguien tiene dudas acerca de este particular, puede acercarse y observar nuestros archivos.

De igual manera, el Foro por la Cultura Popular que hacemos durante un día del festival es la oportunidad para debatir y enriquecer los conocimientos sobre nuestra identidad cultural.

La idea de convertir nuestro festival en patrimonio

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SAN MARTÍN DE LOBA, 35 AÑOS AL SON DE LA TAMBORA. Por: Julián Agudelo, Secretario General

“Las personas sin conocimiento de su pasado, su origen y su cultura son como un árbol sin raíces” (Marcus Garvey, 1887 -1940) En 1984 Álvaro Enrique Mier Rojas, profesor del entonces Colegio Cooperativo Agropecuario de San Martín de Loba, Bolívar, ve la necesidad de organizar una actividad alrededor de la música de Tambora, pues la población atraída por el empoderamiento de sones musicales foráneos relegaba esta herencia de antaño. Por esto, gestiona y promueve la realización de un encuentro folclórico de canto y baile de Tambora, con el objetivo de resaltar y fortalecer este legado cultural de nuestros ancestros, es decir, desde ese año se dio inicio a lo que hoy se denomina: “Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba”.

gestión correspondiente para que el Festival de Tambora sea reconocido como Patrimonio Oral e Intangible Departamental y Nacional, esfuerzo que todavía no ha dado frutos. Igualmente, desde sus inicios el festival se caracteriza por su poder de convocatoria, pues grupos regionales, nacionales e internacionales, investigadores académicos y amantes de la tambora se dan cita, todos los años, en este magno evento. En sus inicios se organizaba y realizaba bajo la legalidad de la Corporación Casa de la Cultura de San Martin de Loba, luego los organizadores del festival, en el año 2014, crean la Corporación Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba, CORPOTAMBORA, para darle identidad propia y blindarla de los tintes políticos y avivatos que pretendían tomar el festival como fuente de lucro económico propio; pues, hay que transmitir la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías (Confucio, 551 a. c.)

En este orden de ideas, gracias a la iniciativa del profesor Mier Rojas, otros personajes amantes del folclor lobano nos sumamos y embarcamos en esta aventura cultural. En la versión 2019 se cumplirán 35 años de fundada, de los cuales se han realizado 6 encuentros y 29 versiones del festival hasta el año 2018. En este momento el Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba es uno de los más importantes de la Costa Caribe Colombiana y ha tenido injerencia en los demás festivales de Tambora de la región, pues sus fundadores asesoraron a la mayoría de cultores regionales para la organización de los mismos en sus localidades.

Por otro lado, gracias a la alianza estratégica con la Corporación Cantos del Rio, el festival es dinámico en cuanto a organización y espectáculos en tarima, cada año se le cumple al público, pero detrás de toda esta puesta en escena hay una gran cantidad de inconvenientes de todo tipo. En primer lugar, adolecemos de un espacio Físico como una oficina equipada para atender lo referente al festival. En segundo lugar, los recursos económicos son insuficientes para cubrir la logística que éste demanda y como estrategia se opta por colocar límites al número de participantes, en consecuencia, muchos grupos que desean participar quedan sin hacerlo. Por último, no se cuenta con un escenario adecuado e idóneo para recibir a las distintas delegaciones y para la puesta en escena del evento, generando esto incomodidad a los grupos regionales, nacionales e internacionales que participan.

De igual forma, el 9 de noviembre del 2012, el honorable Concejo Municipal en cabeza de su presidente, Adalberto de Jesús Menco Navarro (hoy Alcalde Municipal), declaran la expresión musical Tambora como Patrimonio oral e Intangible del Municipio de San Martín de Loba, asimismo, el Festival Nacional de la Tambora, ésto como resultado de una exposición de motivos realizada por el Alcalde del momento, Albeiro Aislant Mora. Desde ese entonces CORPOTAMBORA en cabeza de su presidente, Javier Camargo Centeno, y el fundador del festival, Álvaro Enrique Mier Rojas, realizan la

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José Vasconcelos (1882 – 1959) declara: “la Cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral”. Lo dicho por el escritor está en concordancia con la Filosofía del comité organizador de CORPOTAMBORA y es el horizonte hacia donde siempre apunta el Festival de Tambora. Es la expresión perfecta para que el Campesino, el ama de casa de nuestra región los niños, adolescentes y adultos manifiesten todo ese sentir que los acompaña en su vida cotidiana, lo expresen en el baile y canto de la Tambora, que enamora a propios y extraños, moldeando y dando a conocer artistas locales como: Ana Mariela de La Rosa Serpa y Ronald Rodríguez, quienes en su momento como pareja de baile infantil de música de Tambora, representaron a Colombia en el Festival Mundial de Música y Juegos Infantiles realizados en Taipéi China, realizando una honrosa presentación a nombre del pueblo Colombiano.

Para terminar, podemos decir que en diez años veremos al Festival de la Tambora de San Martín de Loba posicionado y empoderado a nivel regional, nacional e internacional. Asimismo, las autoridades departamentales nacionales e internacionales como la Unesco dándole el reconocimiento que éste se merece, y declarándolo Patrimonio Oral e intangible del departamento, la nación y de la humanidad. Esto le concedería al festival más poder de convocatoria. De igual forma, vemos a los organizadores del Festival trabajando sin distingos de raza colores políticos y respetuosos de los recursos económicos pertenecientes al Festival. En diez años veremos un número grande de alianzas estratégicas nacionales e internacionales con la Corporación para seguir preservando la realización del Festival, en este tiempo, CORPOTAMBORA tendrá una sede equipada para atender todo lo referente al Festival, además, un escenario con todas las comodidades para los artistas y espectadores. En este tiempo, veremos aumentando de forma considerable el número de artistas nacidos en la tarima del Festival de Tambora de San Martin de Loba, posicionados a nivel Nacional e Internacional, haciendo progreso y escribiendo páginas nuevas en la historia de la música de Tambora. Una máxima de Ortega y Gasset dice “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. FESTIVAL DE TAMBORA EN SAN MARTIN DE LOBA, POR SIEMPRE.

Del mismo modo, otra digna representante del Folclor Lobano es Martina Teresa Camargo Centeno, quien nació como cantadora en la Tarima del Festival y hoy su Canto de Tambora, la mayoría de ellas compuestas por su difunto padre Cayetano Camargo Urrutia, ha sonado a nivel local, regional, nacional e internacional como el lejano Egipto, países europeos y latinoamericanos. Gracias a Martina Teresa, se conoce a Marcos González (el popular Marquito) como compositor de música de Tambora, a cultores como Nicanor Agudelo, Regina Ardila y muchos más, que son entrevistados por investigadores propios y extraños, haciendo a San Martín de Loba, desde el ámbito de la Tambora, un lugar de progreso.

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Perfiles de los homenajeados Por: Jota Castro

Alicia Polo

Nació en San Martín de Loba, Bolívar, en 1938. Es hija de Alejandro Polo y Florencia Agudelo. Alicia está emparentada con una de las familias más grandes que integran el folclor de estos bailes cantados, como lo son los maestros: Nicanor Agudelo, Delcy Gil y Argedith Núñez, entre otros. Alicia de niña solía acompañar a su madre, una legítima cantadora, quien en unión de sus hermanas: Rosa y Erminia, formaban parte de las tamboras de amanecida en la plaza municipal a partir del 25 de noviembre, día de Santa Catalina y así pasaban cantando la pascua de navidad hasta el 6 de enero en la fiesta de los Reyes Magos. De ese tiempo, hace parte esta gran mujer que hoy el Festival Nacional de la Tambora de San Martín ha tenido a bien homenajear. Alicia en sí constituye un acervo cultural muy rico, pues ella constituye la relatoría de estos cantos que cuentan la vida y la historia de los pueblos del río.

Elgín Oviedo Nació en Costilla, Cesar, antes corregimiento de Tamalameque, hoy corregimiento de Pelaya, Cesar. Es hijo de Miguel Oviedo y Elenilda Martínez, el sexto entre ocho hermanos.

Elgin, más conocido como el “Turco” Oviedo, bautismo provinciano que le hacen las mujeres del vecindario cuando fueron llamadas por su madre para que vinieran a conocer al niño, en esos momentos acababa de nacer y con aquella curiosidad de pueblo lo rodearon en la cama. En ese tiempo estaba en todo su esplendor una canción llamada “El Turco” y así decidieron apodar al niño: “este es El Turco” dijeron muertas de la risa y así se quedó, hoy para gloria del folclor que identifica a la zona riana donde los bailes cantados son su epicentro, “El Turco” es uno de los reyes de la composición con gran reconocimiento. Pero “El Turco” muy a pesar de que hace parte de un apellido muy célebre en el vallenato, pues es nada más y nada menos que primo del Comandante Emilio Oviedo, gran acordeonero del país y descubridor de talentos del género; en su casa no se crio rodeado del folclor, ya que sus padres eran cristianos evangélicos y lo llevaban a culto. El niño que lleva el folclor en la sangre, veía las noches de guacherna que en diciembre formaba Juliana Corrales, la madre de Emilio, a quien llamaba tía, al lado de Eusebio Sereno, un gran tamborero, lo mismo

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que El Mono Oviedo, Simón Llorente y muchos más. Los oyó cantar cuando tenía ocho años y se fue impregnando en ese maravilloso mundo del canto y del baile. Aquellos tiempos pasaron y casi todos esos folcloristas murieron. A la edad de diecisiete años comenzó a cantar música caribeña, acompañado de pitos y tamboras, haciendo honor a la música de Pedro Ramayá y de Juan Piña. Paulatinamente la Tambora en Costilla, Cesar, fue desapareciendo, sólo había quedado María Concepción Rubio, la última cantadora de esta estirpe legendaria, quien también murió. En cualquier momento apareció la organización del Festival de la Tambora y la Guacherna en Tamalameque y estaban invitando a los pueblos a participar. Julianita Oviedo, hija de Juliana Corrales, ya siendo una señora se animó a ir como voz líder, acompañada de un grupo de jóvenes, entre ellos, “El Turco” pero fueron más que todo a aprender del género, en ese momento se manejaban muchas dudas de cómo era en realidad una guacherna, y fue una presentación que pasó sin pena ni gloria. Entre 1986 y 1987, con la ayuda de Arturo Surmay, un profesor de Tamalameque, crearon un grupo llamado “Sipote Vaina” y fue liderado por “El Turco” todos los integrantes eran de la familia Oviedo, allí estaban; Jaider, Rafael, Elver, Eliecer, Armando. Todo el coro estaba compuesto por hombres, la única mujer era Olga Hernández que constituía la pareja bailadora. Asistieron a tres festivales y todos los perdieron, de tambora sabían poco o nada. Tiempo después, “El Turco” se casó con Miguelina Oviedo, una prima lejana. “El Turco” comenzó a dedicarse a su familia y el grupo se acabó. En el año 2008, ya con una mente madura, piensa en la guacherna como algo de quien en realidad jamás se olvidó, era un compromiso consigo mismo desde las entrañas y empieza a recordar a los cantos que su abuela Asunción Rabelo, le cantaba en voz baja en casa, una señora reprimida por su esposo que nunca la dejó ir a cantar en las noches de guacherna como si lo hizo Juliana Corrales. En un tiempo de esos se le acercó la gran cantadora tamalamequera Damaris Sayas para decirle que ella iba a participar en el Festival Nacional de la Tambora de San Martín de Loba y que si le podía componer una canto, “El Turco” le hace “Así era mi Pueblo” y ganó el festival ese año. Otro día Damaris iba a participar en el Peñón Bolívar y El Turco le entrega “Suena el Tambó” y también gana. En otra ocasión Damaris estaba lista para ir a concursar a Aguachica, Cesar; y le pregunta –“Turco” ¿tú no haces chandé? - -si claro- responde, y le hizo “Soy Chandé” se lo llevó y ganó. “El Turco” ha dicho que en su tierra no se conocía la tambora como baile cantado, sino la guacherna y el berroche, también llamado entre ellos pereque, de igual manera que no existía el chandé, pero yendo a concursar a Tamalameque, años después de la fundación de este festival, se lo fueron exigiendo a los grupos, como un acomodo a las reglas del concurso que califica cuatro género de bailes cantados, así se estaba estableciendo en toda la zona ríana. “El Turco” comenzaba a tener fama como compositor y siendo coordinador de cultura de Pelaya, Cesar, lo llegaba solicitando el grupo folclórico, Fundación en Chandé, de Gamarra, Cesar, para que cantara con ellos en los festivales de Tamalameque, a quien presentaban con mucho orgullo ante el público diciéndoles; “ustedes tienen aquí a un gran baluarte y no lo reconocen” A estas alturas de los años, el grupo La Llorona Loca de Tamalameque después de haber tenido tanto auge, fue decayendo y un joven: Manuel Surmay España, lo reorganizó, entonces le hicieron el llamado a “El Turco”, es así como ha venido participando fielmente a lo largo de estos años y de su prodigiosa memoria han florecido más de cuarenta composiciones casi todas ganadoras en primer puesto en los festivales de toda la zona ribereña. Entre ellas están: “La Tambora está Viva, La Forastera, Vientos de Paz, Bendito Folclor, Que será del Folclor, Los Tiempos Cambian, La Otra Maravilla, Cantaba mi abuela, Libertad, El Folclor de Colombia, La Mariposa, Festival, La Fiestera, Noche de Guachernas, Nací para Cantar, El Consejo, Donde está la Paz, Un bello País, El Rey del Chandé, San Sebastián, Canto a mi región, Mi Río Magdalena, Familia del Folclor, Así te quiero Tambora”, entre muchas otras. Elgin es padre de tres hijos; Omar Alfredo, Orietta y Olibeth. Dice que para él la tambora es humildad, es río y es paz, y exhorta a las nuevas generaciones a que incursionen en el canto y baile de estos prodigiosos ritmos para que no se pierdan.

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Otoniel Agudelo

El señor ‘Oto’, como es cariñosamente conocido por todos en su pueblo, ya es el último cuentero vivo que queda en San Martín de Loba, Bolívar. Nació en este municipio un 26 de noviembre de 1929, y pasó su niñez oyendo a los cuenteros de su tiempo.

Desde joven acompañado de su gran talento fue construyendo sus bellas historias que comenzó a referir en velorios y novenarios para animar a aquellas noches tristes y oscuras, no más iluminadas por mechones, así se hacía al centro de la rueda de gente para mantener despierto y animado al público asistente entre mesas de dominó y jugadores de barajas, contando sus cuentos de Juan Bobo, La Casa del Diablo, El Hombre del Patillal, las muchas historias de Manuelito, Pedro y Juan, el cuento de Siete nombres y La Muchacha que se le murió la mamá; entre muchas otras que nacen de la nada, bajo el inagotable recurso de su brillante memoria. Así inicia el camino de sus grandes relatos: “Había una ciudad gobernada por un rey que tenía tres hijas: Isabel, Ana y bella Flor, pero Isabel que era la más hermosa, estaba encantada por los hechizos de una bruja. También estaban tres hermanos; Pedro Juan y Manuelito, que saliendo a buscar trabajo llegaron a las puertas del palacio…(…)” Otoniel es hijo de Lázaro Agudelo y de Mérida Rosa Arzúzar. A la edad de 19 años se comprometió en unión libre con Jacinta Quintero, natural de La Victoria, Bolívar. De esta unión nacieron cuatro hijos: Otoniel y Doris que aún viven, y dos que muerieron en su infancia: Lázaro y Marlenis, pero al poco tiempo el matrimonio se acabó y emprendió nuevos amores con Martina Centeno Vázquez, su compañera por el resto de la vida, hasta que falleció. Con ella tuvo cuatro hijos: las mellas Gloria y Rufina, Edgar al que llaman ‘Oto’, y un niño que murió de cuatro meses de nacido. También es el padre de crianza de María Cossio, a quien recibió con tanto amor siendo una bebé. El señor ‘Oto’, hoy en plena ancianidad aún refiere sus cuentos, historias y chistes con gran jocosidad a quien lo visite para hacer reír a grandes carcajadas. Mil felicitaciones para el señor ‘Oto’ y que Dios le pague por hacernos reír tanto en la vida.

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Los Monos Por: Jota Castro

- Las diferentes variantes rítmicas que han florecido en estas tierras del Caribe colombiano, y de manera más específica en el Sur de Bolívar, denominados bailes cantados, han forjado las raíces de una cultura muy rica en tradiciones ancestrales, que datan de 1637, antes de llegar a estas tierras don Diego Ortíz, Alférez Real de la Corona española, en su persecución de negros cimarrones que se refugiaron en toda la Depresión Momposina, como lo reseña Orlando Fals Borda, tras el destierro del negro africano Desde entonces está aquí sembrado su origen y tal vez, su destino. El mundo del hombre del río, quien le canta y le ora a su diario quehacer, inspirándose en su cruda realidad; las tristezas y las alegrías de su vida. Por ello vemos aquí a Nicanor Agudelo cantando este estribillo en el pueblo de San Martín de Loba que data del siglo XVII:

pero que yo los haya visto no. Yo en mi tiempo lo que conocí fueron las Tamboras, eso fue lo que aprendí y vengo haciendo. Esos Monos serían cuando yo estaba pequeño, y me contaban que los bailaba Manuel, el papá de Petrona Centeno. La gente de ese tiempo eran los que los cantaban y los bailaban, pero una noche cuando yo era joven, estábamos tocando Tambora en la Calle del Carmen y llegó el señor ‘Concho’ Ortiz, y él me dijo: ve ‘Nica’, en el tiempo de antes uno tocaba cumbias, tamboras y Los Monos, y con esos monos uno amanecía. Esa noche el señor ‘Concho’ cogió el tambor y se puso a tocarlo, y yo vi como hacía la señora Erminia Vázquez, mamá de Alba Centeno; comenzó a cantar unos versos y a decir como era que se bailaban, por eso me los aprendí. Al currulao le sacan el son con una sola mano y con un palito en la otra, lo van tocando, pero en Los Monos no interviene la tambora, y esto era lo que cantaban:

“Tu madre te puso Rosa, para ser tan desgraciada, sabiendo que toda rosa, siempre vive desojada” Nicanor Agudelo Arzúzar, es un legítimo tocador de currulao o tambor macho, que nació en estas tierras en el año de 1937; desde su infancia conoció las tamboras que en el mes de diciembre se formaban en la plaza municipal al lado de Gregoria Matoso, José de las Nieves Urrutia, Salvadora Ravelo, Nelson Ardila y las hermanas Agudelo: Rosa, Erminia y Florencia, entre otras.

“Ay Rosa tan linda ¿Quién te desojó? sino sería el verano mi vida quien te marchitó”

Pero en este caso, nos hemos acercado a preguntarle al maestro ‘Nica’, qué sabe él sobre Los Monos, un ritmo cantado y bailado en la época antigua, hoy extinto casi en su totalidad y que hace parte de estos bailes que en cierta ocasión mencionaba Petrona Centeno, otra legítima cantadora ya fallecida, he aquí el motivo de esta entrevista:

A mí me gustaría ensayarlos con los jóvenes, para que ellos los aprendan y no se pierdan estos Monos” -Muchas gracias maestro ‘Nica’. Concluida esta entrevista no sabemos si Los Monos son un matriz de la Tambora o del Berroche, o son una variante rítmica de los bailes cantados. A partir de ahora es materia investigativa de los musicólogos de este género del folclor.

Maestro ‘Nica’, ¿qué puede usted contarnos sobre Los Monos? -’Nica’: “Bueno, yo oí mencionar mucho esos Monos,

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El intercambio cultural como herramienta de creación de nuevas músicas colombianas Por: María José Salgado Jiménez. - Memoria de un proyecto en proceso de investigación-acción-creación -

El siguiente texto tiene como objetivo compartir con la comunidad una síntesis de un proceso en curso que arrancó en el año 2013 en la Universidad Incca de Colombia y que decidió continuar, aún cuando esa institución sacó en 2015 más de 15 docentes de la facultad de música y acabó con los procesos investigativos que se llevaban a cabo en el momento obstaculizando los procesos de publicación. Luego del remesón, se realizaron nuevas alianzas con personas como la artista visual Marcela Lucía Rojas que reside en Toronto y ahora continúa en expansión con la Universidad el Bosque y su Maestría en Músicas Colombianas. El siguiente texto tiene como objetivo compartir con la comunidad una síntesis de un proceso en curso que arrancó en el año 2013 en la Universidad Incca de Colombia y que decidió continuar, aún cuando esa institución sacó en 2015 más de 15 docentes de la facultad de música y acabó con los procesos investigativos que se llevaban a cabo en el momento obstaculizando los procesos de publicación. Luego del remesón, se realizaron nuevas alianzas con personas como la artista visual Marcela Lucía Rojas que reside en Toronto y ahora continúa en expansión con la Universidad el Bosque y su Maestría en Músicas Colombianas.

a la diversidad que la caracteriza, se denominó “Segunda travesía en busca de los cantos del río” y fue realizada entre el 28 de enero y el 4 de febrero del año 2014 con el equipo del Semillero etnomusical, con acompañamiento de la Corporación Sonidos Enraizados en la grabación de audio y video, y con la asesoría y producción de campo de la Corporación Cantos del Río, quienes habían realizado un trabajo previo y realizaron una publicación posterior en relación a los músicos y músicas de estos cinco municipios denominado “Tambora, Cantos Tradicionales del Río Magdalena”. Los municipios, cantadores y grupos con los que se trabaja son: San Martín de Loba, Delcy Gil y su agrupación Riquezas de San Martín, Barranco de Loba, Ángel María Villafañe y su grupo Tamban, Grilbin Sáenz y su grupo Golpe Malibú, Hatillo de Loba, Gumercindo Palencia Gil y su grupo Yacambú, Río Viejo con dos agrupaciones: Tambora de la Candelaria y Herencia Folclórica y Arenal con el grupo Tambora alegría de Santa Rosa de Arenal; el recorrido terminó en Tamalameque en casa de Diógenes Armando Pino con quien tuvimos una nutrida entrevista sobre la tambora y quien aportó importantes fuentes y referentes al proyecto desde el principio.

El proyecto planteó una ruta metodológica en analogía con el concepto de la siembra, y como los procesos naturales, ha sido orgánico, en ocasiones impredecible y misterioso, pero siempre resistente y abierto ante los retos de las transformaciones; han pasado tormentas, pero ya se dejan ver los primeros frutos de una apuesta por un tejido humano en torno al diálogo de saberes, del intercambio creativo y de la valoración y visivilización de los músicos de tradición oral que portan la tradición de la tambora y que son pilares de la cultura en cada uno de los municipios en los que se trabaja este proyecto. A continuación, haré un recorrido por los cinco viajes que se han realizado en pro del desarrollo de los propósitos del proyecto que se conciben como una serie de productos multimedia: un libro álbum CD que se llama “Vamos a volar pajarito” con un compilado de canciones de los cinco municipios visitados, un CD por agrupación , un documental que se llama “Voces del río” y trabajos académicos de investigación-creación en relación a los personajes y repertorios trabajados .

En este primer viaje, la investigación estuvo centrada en construir perfiles de los cantadores y sus grupos y en hacer grabaciones de cada una de las agrupaciones; se diseñaron con anterioridad las preguntas guía y otra serie de preguntas dirigidas a las fuentes bibliográficas. Se elaboró un informe con las transcripciones de cada una de las entrevistas a los cantadores y con el cancionero completo de lo que se grabó durante la travesía . Luego, un segundo informe con el resultado de las respuestas que obtuvimos de la consulta bibliográfica que se realizó antes del viaje, no se encontraron muchas fuentes como punto de

El primer 1er viaje tuvo como propósito la elaboración de fuentes sobre la tambora y el acercamiento

Ya está finalizado pero no se ha podido publicar por lo sucedido con la U. Incca: fue necesario emprender una acción legal para independizar los materiales y aún está vigente el proceso. 1

Ya se finalizaron los procesos de postproducción de audio (edición, mezcla y masterización) de Tambora de la Candelaria, Tambora alegría de Santa Rosa de Arenal, El grupo Tamban del maestro Ángel María Villafañe, su grupo Tamban y el de Grilbin Sáenz y su grupo Golpe Malibú. La idea es continuar este proceso con los otros tres grupos que participaron: Herencia folclórica, Yacambú y Riquezas de San Martín, hasta completar la postproducción completa de lo que se grabó en el primer viaje del 2014 mientras se resuelve el tema legal, y luego realizar el diseño y posterior lanzamiento y publicación en acuerdo con las comunidades. 2

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Ya se terminó de rodar y falta la postproducción de los materiales.

Germán Herrera, David Espitia, William Maestre, David Cuervo, Boris Alvarado son algunos de los estudiantes de la Maestría en músicas Colombianas de la Universidad El Bosque, que han trabajado con el tema de la tambora para desarrollar sus proyectos de tesis. Aún no han sido publicadas. 4

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El informe tiene 210 páginas y sirvió de insumo para las reseñas escritas al final del libro-album CD “Vamos a volar pajarito”. Tampoco ha sido publicado.

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Este informe tampoco ha sido publicado, tiene 32 páginas, anexa la bibliografía.

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partida, pero se fueron complementando durante el proceso, con Diógenes exploramos este segundo cuestionario y nos ayudó a complementar el estado de la cuestión en ese momento .

viejo durante el festival que realizan anualmente: el homenaje consistió en entregar la mezcla que teníamos en ese momento de la grabación del primer viaje, propiciar y facilitar su relevo generacional con su sobrina Marcianita González con quien hicimos entrevista, y hacer una presentación en tarima como homenaje, la entrega del álbum de las fotos, hacer un aporte a su salud como regalo y resaltar en público un reconocimiento a su trayectoria.

El segundo viaje se realizó en estos seis municipios con los mismos personajes y el acompañamiento de la Corporación Cantos del Río, entre el 11 y el 16 de noviembre del 2014 con Marcela Lucía Rojas, documentalista con la que se desarrolla el proyecto audiovisual “Voces del río”. El propósito de investigación del segundo recorrido, fue conocer las otras actividades que desarrollan los cantadores diferentes a la música y hacer tomas de los lugares, actividades del contexto y dinámicas de cada lugar, así como profundizar en las historias de vida que nos narraron los cantadores durante la primera travesía; fue así como supimos del trabajo de escultura de Ángel, del restaurante de Delcy, de la pintura de Gumercindo, de los liderazgos de Ana Matilde y de la farmacia natural de Águeda entre otras historias de juegos, Santos y entornos de la pesca.

También integramos una entrevista a Martín España que ha sido el asesor del proyecto y quien abrió cada uno de los caminos trazados. Escenificamos una fiesta a Santa Catalina con el grupo Herencia folclórica e hicimos entrevistas con sus cantadores y director y socializamos “Vamos a Volar pajarito” con ambos grupos. Luego estuvimos en Arenal en donde grabamos un ensayo y otra entrevista con la cantadora Águeda Pacheco Ariza para darle fin a la etapa rodaje del documental. El quinto viaje fue entre el 30 de Octubre y el 4 de noviembre 2019 en lo que se denominó Pasantía mixta por la diversidad de Caribe con otro grupo de estudiantes de la Maestría en Músicas Colombianas: esta pasantía recorrió tres lugares y prácticas musicales diferentes, y en relación a la tambora, trabajamos el 31 de octubre con Ángel María Villafañe, Grilbin Sáenz, Oreste Ardila y Mario Beleño entrevistas y procesos pedagógicos de enseñanza y práctica del canto y la percusión de la tambora.

El tercer viaje fue en el 2017 y tuvo varios objetivos: participar en el Festival de tambora de San Martín de loba con un grupo de estudiantes de la Maestría en Músicas Colombianas que se había abierto en ese semestre, y socializar en el foro del festival “Vamos a volar pajarito” el primer producto del proyecto. También pudimos vivenciar la procesión de San Martín; en esa ocasión pasamos por las tres Lobas: San Martín, Hatillo y Barranco e indagamos sobre las problemáticas de los cantadores.

Se asoma la cosecha de todo este proceso de siembra, cada vez estamos más cerca de dar a luz todos los resultados de este proyecto de investigación que como el río se ha sabido amoldar a su cause y que ha sido amplio y abundante, se ha tomado el tiempo para fortalecer las relaciones y para generar nuevos encuentros.

El cuarto viaje se realizó entre el 1ro y el 4 de febrero de 2019 en un recorrido por Río Viejo y Arenal con el objetivo de profundizar en las historias de vida de las cantadoras y cantadores y de hacer un homenaje en vida a Ana Matilde Alvarado Sajonero en Río

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Para finalizar quiero citar un fragmento de una publicación reciente de Grilbin Sáenz sobre la naturaleza de la tambora: “Reflexiones sobre la Tambora ¿Por qué los abuelos insisten tanto en que la tambora debe conservarse tal como la concibieron nuestros antepasados? Muchos estudiantes me han preguntado esto, y he dado vagas respuestas, quizá porque nunca me había sentado a meditar sobre tal cuestión. Recientemente recibí a una investigadora de músicas tradicionales, María José Salgado, junto a sus discípulos y la pregunta volvió a planteárseme, por lo que decidí, en mi silencio, gastarle un poco de neuronas a este asunto. Con mi exigua iluminación he concluido lo siguiente. Primero que todo, la tambora no nació como un artículo mercantil. Quienes la concibieron no tenían la pretensión de volverse unos Michel Jackson, Shakiras o The Wild. Su único propósito era representar la vida y divertirse con ella, sin que se les pasara por su mente llegar a convertirse en unos faranduleros de la música. La tambora, más que música, es forma de vida; en ella hay toda una simbología, códigos que bien puedes aplicar en tu vida y que pueden ayudarte para la realización tu ser interior, lo cual constituye el verdadero propósito de la existencia de cada individuo. Cuando observo la variedad de personas que participan en ella, pienso en tolerancia, respeto, equidad de género, armonía y paz. Si comparo esto con lo que sucede actualmente en nuestra sociedad, me sorprendo de lo feo que nos hemos vuelto. Si me fijo en los instrumentos, los versos, el vestuario, los pies descalzos, y las flores, esto me conjuga con la espontaneidad, la sencillez y la naturalidad. Si viviéramos la vida como lo hace el río, de instante en instante, refrescando todo lo que encuentra a su paso sin distinciones, jugueteando con la brisa, acomodándose a cada recoveco, a cada pendiente; con cero angustias, sin preocuparse por el pasado o el futuro; sin saber que el mar lo espera, la vida no fuera tan complicada. En la periodicidad de las melodías y el baile, donde predomina el círculo como patrón coreográfico, me conecto con el universo, me siento una ave desafiando al viento, una ola en el mar, una estrella en el infinito, me siento una parte de lo eterno. Si le agregamos algo a la tambora, se corre el riesgo de cambiarle su significado natural, de convertirla en algo artificial, sin sustancia como la vida que llevamos actualmente, llena de reglas, dogmas, religiones, partidos políticos, etc; que lo único que nos han aportado son jugueticos electrónicos, bombas atómicas, grandes edificios donde se vive como los monos, unos arriba de otros, exiliados de la naturaleza, azotados por el ruido y el humo de los automotores.” Con todo el respeto seguiremos escuchando la tambora y a sus intérpretes hasta inundar el mundo con sus historias, aprendemos de ella sin pretender develar sus misterios, nos contagiamos de su fuerza y alegría, estamos generando aulas vivas, procesos creativos, confianza, reconocimiento y dignidad para los músicos de tradición oral de la Depresión Momposina que mantienen vivo este baile cantado; este es nuestro aporte y agradecimiento por la apertura y la disposición de cada uno de los que han compartido con nosotros durante cada travesía. Ha sido un camino largo, pero sabroso lo que se cocina a fuego lento, vamos como la tortuga, lentos pero seguros, el proyecto lo arrastra la fuerza del río, está vivo y aún se encuentra en proceso, en silencio y sin detenernos avanzamos en el paso a paso para realizar todos nuestros sueños colectivos.

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