MIGUEL ÁNGEL CAMERO, Bajo la mirada de Jesús Guerrero

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MIGUEL ÁNGEL CAMERO MIS RAÍCES Y CULTURA

Bajo la mirada de Jesús Guerrero

Gobierno Municipal de Tampico Secretaría de Cultura

Fotógrafo independiente e instructor

PROMOTOR CULTURAL

que tronaste fotografía?”,

le increpaba su padre al momento que asombrado le pedía una explicación a un joven e impetuoso Miguel Camero quien, para 1993, decide volver al sur de Tamaulipas y dejar la Ciudad de México, y continuar su búsqueda fotográfica a través del arte, reencontrarse con sus raíces, su gente e involucrarse con grandes creadores de Tampico.

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“¿Cómo

Miguel Ángel Camero Martínez, artista de la lente, nace un 5 de octubre de 1965 en la zona sur de Tamaulipas, específicamente en Ciudad Madero. Pertenece a una familia trabajadora de Petróleos Mexicanos, por tres generaciones. Es precisamente durante sus primeros años de vida que su familia decide, por cuestiones de trabajo del padre — allá por el año de 1968 o 69 —, mudarse a la Ciudad de México, y solo regresar al lugar que lo vio nacer, durante periodos vacacionales.

A principios de los 80, “cuándo estaba en la preparatoria, un vecino mío acababa de entrar la UNAM, y me dijo; fíjate que voy a entrar a un taller de fotografía, en la Facultad de Ciencias, te invito. Éramos muy buenos amigos, ya le he perdido la pista”, señala Miguel Ángel, quien recuerda con cariño aquel momento.

Recordó también que a su padre un amigo le había regalado una cámara: “Una Nikon F2, — la serie ‘F’ de las Nikon, son las profesionales —, la cual tenía muchos números y me percataba era muy compleja, para su manejo”, su padre la tenía arrumbada porque nunca se interesó por la fotografía, pero él se la pidió prestada para tomar aquel taller, su primer curso de cámara.

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Para el año de 1989 al 92, aproximadamente, tomó clases en el museo del Centro Cultural Arte Contemporáneo de Televisa, con un maestro excepcional, Saúl Serrano Guerrero; sus talleres estaban basados en la idea de la fotografía como una forma de expresión personal, totalmente artística, — no eran talleres de fotoperiodismo, sino para que alguien pudiera expresarse de manera autoral, señala el artista —; antes que Saúl Serrano, tuvo varios maestros que van del 82 hasta el 89, uno de ellos muy querido, Carlos López Campos, quien le enseñó el dominio de la técnica fotográfica y el revelado en laboratorio: “él no me quería dar clases, solo hacía su labor fotográfica como un trabajo; tenía su estudio en su casa y yo le tuve que obligar a que me diera clases y, no me dio clases en realidad, tan solo me tomó como una especie de ayudante; para cuando yo cumplí los 21 años ya era una fiera en el laboratorio, tan fiera que me tronaron en la universidad, porque era muy arrogante con los maestros… muy sácale punta”, señala.

“Mi padre no podía creer que me hubieran ‘tronado’ en fotografía en la universidad, en la carrera de Diseño Gráfico, pero seamos sinceros, nadie acepta un sabelotodo, y bueno, yo no me creía un ‘sabelotodo’, pero los maestros no sabían lo que yo sabía; uno es joven e impetuoso y quieres llamar la atención a las chicas, te pones un poco arrogante. Me salió el tiro por la culata”.

Para cuando entra a las clases de arte en el museo, inmediatamente lo adoptan los maestros como su asistente, porque dominaba el laboratorio de la A a la Z, y dejan de cobrarle, a cambio de apoyo a los alumnos para aprender la técnica del revelado e impresión fotográfica. Hasta antes de su llegada al museo, la fotografía para él fue solo documentalismo. Allí se empezó a abrir otro gran panorama, con una mirada meramente artística.

A partir de la creación del periódico La Jornada, por el año de 1984, se hizo seguidor de Frida Hartz, Francisco Mata, Fabricio León Diez, y todos aquellos fotógrafos que formaban el periódico de circulación nacional: “me suscribí solo por las fotos, no leía el periódico, veía las fotografías”, nos revela Miguel con sinceridad.

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Del barrio de San Ángel en la Ciudad de México, regresa a sus orígenes y en el 93 se muda de manera más decidida a Ciudad Madero, por una especie de desilusión política — nos confía —, había votado por el entonces candidato Cuauhtémoc Cárdenas y, gana Ernesto Zedillo. Enfatiza, “me hastié de los chilangos” y resuelve iniciar desde cero. Llega con todo su bagaje educativo y técnico a la zona sur de Tamaulipas. Empezó a tocar puertas, más no sabía a ciencia cierta qué puertas tocar, por lo que su primer plan fue acercarse a las universidades. Nunca con el afán de dar clases, lo que buscaba era ver si lo podían contactar con agencias de publicidad, sobre todo en el ámbito del diseño gráfico, y él cursaba la carrera de Diseño Gráfico, que fue cuando se metió en problemas con el maestro de fotografía. Por lo que empezó a trabajar para sus amigos de generación que ya habían salido de la carrera y se dedicaban hacer publicidad; le pedían fotografías. Lo mismo buscó en Tampico. Acá lo invitan a presentar su trabajo y a dar clases. “He dado clases en el Sur de Tamaulipas desde el Tecnológico del Monterrey a la UAT, UNE; de planta estuve en el IEST”, nos comenta.

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Encuentro con la cultura local

Un proyecto fotográfico lo lleva a un bar donde se ejercía el oficio más viejo del mundo por la Terminal Marítima en Ciudad Madero. Buscó a su hermano para que lo acompañara para tomar unas fotografías en dicho lugar, ya con el debido permiso, eran los primeros días de enero; llevaba dos rollos de película TMax 3200. El destino quiso que, ante la bruma de enero, decidiera plasmar los imponentes buques atracados en el puerto. Nunca se realizaron las fotografías del antro. Estas tomas le dieron un premio en México y el reconocimiento por su trabajo en la zona metropolitana del sur de Tamaulipas. En poco tiempo gozó de la amistad y la aceptación del prestigioso círculo de intelectuales. Nombres como Arturo Castillo Alva, Gloria Gómez, Caín Valdez pasaron de alguna manera, a ser parte de su familia porteña. “Inmerecidamente, porque la estatura de Arturo, Gloria y Caín era superior, todos son mayores, yo era la mascota pues, pero me aceptaron, cosa que agradezco infinitamente”.

“Ahí entendí dos cosas: ¡de qué tengo yo qué hablar! ¡Y en dónde obtengo esto de lo que yo quiero hablar! Mi familia, mi cultura, mi educación”, puntualiza Camero con orgullo.

LOGROS:

• Dos veces becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tamaulipas, en la categoría de Creación Artística, con los proyectos: «La Refinería Madero y Terminal Marítima Madero» (1994) y «Objetos Naturales» (2002).

• Ha recibido dos reconocimientos públicos: Ayuntamiento de Tampico en el 2004 por su contribución a la fotografía local. Y por el grupo de artistas independientes “Cecilia Sanz de Ridaura Cultura y Arte” en el 2010.

• Tiene publicados seis libros por encargo como fotógrafo; cuenta en su haber 18 exposiciones individuales desde 1994 a la fecha.

• Desde el 2011 al 2016, fue miembro del consejo consultivo del Programa de Estímulos a la Creación Artística de Tamaulipas del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, así como del Consejo Cultural Municipal del Puerto de Tampico.

• Del 2006 al 2011 dirigió el portal web independiente de cultura y arte “Tampico Cultural”. Actualmente dirige “Concéntrica Artes Aplicadas” un colectivo de artistas independientes que produce, educa y promueve cultura y arte en la zona conurbada de Tampico y Madero, en Tamaulipas. Entre un vasto currículo.

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Entrevista: Jesús Guerrero Valdez Fotografías proporcionadas por Miguel Ángel Camero

Secretaría de Cultura de Tampico

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