RAFAEL RAMÍREZ HEREDIA, adorar a Tampico
Escritor, dramaturgo, periodista, cronista taurino y profesor de literatura
Bajo la mirada de Jesús Guerrero
SCulturaTampico
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urante la niñez o la adolescencia, recorriendo las orillas de la Laguna del Chairel por la mañana, en Miramar viendo de frente a las olas, al rodar entre las dunas, al ensartar sus rodillas en las agujas de los pinos esparcidas en la arena dorada, o quizá simplemente fue al sentir el golpe de un viento fresco y con salitre en el rostro que Rafael Ramírez Heredia se dijo, es aquí, en Tampico, donde quiero permanecer. Cerca de los indiscretos bañistas, en busca de sus primeras novias, de sus primeras aventuras, cuando visitó las cantinas y se llenó de los lugares non sanctos, —como él decía— que cada año, pasaba sus vacaciones en este Tampico Hermoso, donde decidió nacer (así se lo hizo saber a su familia), junto a la tía Rina Heredia y el tío Rodolfo Gil Zayas, ex alcalde de la ciudad a finales de los 50.
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Kiko, como cariñosamente le llamaban —de padre veracruzano y madre yucateca—, nace en Tampico, Tamaulipas un 9 de enero de 1942, en “extrañas circunstancias de la vida”, como las llamó, que llevaron a radicar a gran parte de su familia en esta ciudad, a la que invariablemente regresaba a pesar de vivir en la Ciudad de México. Concepción Tavera de Ramírez, su viuda, asegura le llena de emoción y alegría que Tampico lo recuerde a través de estas memorias a 80 años de su nacimiento, pues siempre estuvo orgulloso de ser tampiqueño: “Toda la vida era ir de vacaciones a pasar el verano. Era un adorador del petróleo, de las comidas del puerto; de subir en los “coches de ruta” y dejarse llevar a lo largo de la Avenida Hidalgo, pues me decía que ahí surgían las mejores historias. Quiso después de muerto, que toda su biblioteca fuera donada a la ciudad; acervo que se halla en la Biblioteca del Espacio Cultural Metropolitano”.
lo extremo. Esto queda plasmado claramente en el género con La Mara, para lo que el periodista tuvo que convivir un largo tiempo entre estos grupos delictivos, sin saber si podría salir con vida de sus filas. Otra novela que nos impacta fue La esquina de los ojos rojos, donde revela la devoción y culto por la Santa muerte o en De llegar Daniela, su novela póstuma, es más bien intimista, en un aparente desorden, enloquecedora, que culmina con un cierre inusitado. El creador del Rayo Macoy, dijo ser un cazador de historias, pero en realidad fue cazador, pescador, buceador y marinero de embarcaciones pequeñas en la Laguna del Chairel; le gustaban los retos, bucear entre la escollera del malecón, lo mismo que nadar; también jugó futbol americano y por muchos años toreó.
Fue aquí donde Ramírez Heredia encuentra su inspiración, en la mirada de la muchedumbre, rodeado del pueblo, de los desprotegidos; se encontraba cómodo hurgando dentro de los marginados; su aguda mirada anticipó la llegada, instalación, desarrollo y hegemonía de la violencia en las calles de la zona, como se percibe en sus escritos, a través de su maestría al retratar en la novela negra, en el hardcore,
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Estudió Contaduría Pública en el IPN de la capital de la República, por lo que hacía recorridos con paisanos ida y vuelta, contando con amigos entrañables como Ignacio García, Joaquín Contreras Cantú, nombres a los que se fueron añadiendo con el paso del tiempo los del escritor chileno Poli Delano, el español Juan Madrid, el poeta Juan Oliva, Joaquín Díaz Canedo y Sealtiel Alatriste, además de muchos personajes más de los que sería inseparable.
El hijo pródigo de Tampico muere tranquilo, sin dolor, un 24 de octubre de 2006, a los 64 años en la ciudad de México. Sus cenizas fueron esparcidas en la punta del malecón de Tampico, a petición de él. A 80 años de su nacimiento la Secretaría de Cultura de Tampico rinde homenaje a la memoria de uno de sus más importantes creadores.
“Tenía una excelente voz, se echaba sus palomazos, y bien podría decir, al cantar actuaba las canciones; era un actor que escribía. Era muy soberbio y enamorado de sus bigotes”, señala Concepción Tavera. Leía todo el tiempo, y esto lo llevó a ejercer la escritura; ahí encontró su propia naturaleza, donde la edad, lejos de restarle méritos y habilidades, lo hizo más sabio, avezado y exitoso. “Rafael siempre dijo que lo único que lo podía frenar, era una tecla dañada — fue renuente a trabajar en el algo que no fuera una máquina de escribir—, pero un día descubre que padece cáncer, su hermano Jorge fue quién lo diagnosticó, era jefe de oncología en el Hospital General de la ciudad de México; consciente de la gravedad, solo pedía un poco más de tiempo para seguir escribiendo”, recordó su viuda.
Agradecemos la información a Concepción Tavera de Ramírez y a su hija Marisa Ramírez Tavera por los detalles de la información. Ramírez Heredia, junto a Carlos González Salas, ha sido de los más prolíficos escritores de la ciudad. Compilación: Jesús Guerrero Valdez Fotografías de la web NOTA: Rafael Ramírez Castañeda (1885- 1959) abuelo del escritor, fue iniciador y dirigente de las escuelas rurales en el estado de Veracruz; estudió en la Escuela Normal de Maestros, nació en un pueblo llamado Las Vigas, y que hoy es conocido como Las Vigas de Ramírez. Escribió 175 libros.
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