Ejercicios 2011 (Guía del Catequista) by Oscar Esaú Villafuerte López

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

LA CUARESMA, TIEMPO DE REGRESO A LA CASA DE NUESTRO PADRE DIOS

Sesión 1 Un hijo se fue de su casa…

Sesión 2 Lejos de su padre, sufrió mucho

Sesión 3 Arrepentido, decidió volver…

Sesión 4 Su padre salió a su encuentro, lleno de gozo…

Sesión 5 ¡Y se hizo una gran fiesta!

ANEXOS VIACRUCIS PARA NIÑOS

CELEBRACIÓN PENITENCIAL PARA NIÑOS

De regreso a la casa de mi Padre Dios LA CUARESMA, TIEMPO DE REGRESO A LA CASA DE NUESTRO PADRE DIOS “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados por medio de los profetas, ahora en este momento ﬁnal nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo”.

(Heb 1, 1 - 2)

Queridos Catequistas: En Jesús, Verbo de Dios hecho carne, el Señor nos ha expresado de forma elocuente su salvación y la incomprensible gratuidad de su amor. Él es la Palabra por medio de la cual Dios se ha comunicado con nosotros. Así, el Evangelio nos signiﬁca a Cristo mismo, y su persona la Buena Noticia de Dios. Oportunamente renovamos “el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un horizonte a la vida y un nuevo sentido a la existencia” (Ver DCE 12), es decir, con Cristo. El tiempo litúrgico de la Cuaresma es una ocasión privilegiada para tal renovación. En la experiencia concreta de los niños, la terminología de ejercicios espirituales ha de ser cada vez más redimensionada. Hoy, los niños deducen que éstos son algo que “tiene que ver con Dios”, otros los entienden como un espacio de tiempo dedicado especialmente para ellos, para participar en unos temas que les preparan a la vivencia de la Semana Santa; y algunos más asisten porque han sido invitados en la misa dominical; sin embargo, hemos de insistir que vivir la experiencia de ejercicios espirituales es mucho más que eso. Es, ante todo: -

Darse la oportunidad de vivir un encuentro personal con Jesús, que camina a su cruz y resurrección. La ocasión para vivir la experiencia de sentirse comunidad cristiana, en camino hacia la Pascua: como tiempo litúrgico y a la Pascua eterna. Días privilegiados por el sentido de continuidad en el desarrollo de una misma temática, que genere no sólo aprendizajes signiﬁcativos, sino suscite la expresión de la fe vivida y celebrada en comunidad y en familia.

De manera que, en estos tiempos de lenguajes simbólicos y comunicación recíproca, la propuesta de Ejercicios va orientada en la línea de trabajar en interacción estrecha con el texto bíblico de una de las parábolas de la misericordia: La del “hijo pródigo”, pero también con los niños y niñas tratando de recrear la escena en la que aquel hijo lloró de alegría al saberse abrazado por su Padre una vez que regresó a casa.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios De vital importancia será la atención y el empeño que se ponga en preparar convenientemente las sesiones de catequesis para estos días de oración. De manera que contamos con tu creatividad, ya que “La renovación del encuentro con Jesús y de su comprensión produce en el corazón de los creyentes, una reacción de asombro ante una iniciativa divina que el hombre, con su propia capacidad racional y su imaginación nunca habría podido inventar” (ver VD 11). Con el deseo profundo de vivir unos días llenos de la paz, esperanza y alegría, en camino a la Pascua del Señor. SECCIÓN DIOCESANA DE EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

PRESENTACIÓN Queridos Catequistas: Como cada año, la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis propone un Subsidio apropiado para vivir los Ejercicios de Cuaresma para Niños. En esta ocasión, en acuerdo con todas las Comisiones y Secciones Diocesanas, seguiremos el esquema que propone la Vicaría Diocesana de Pastoral, pero tomando en cuenta una adaptación necesaria y conveniente, según nuestra metodología y destinatarios. Desarrollaremos, en cinco temas, la parábola del “hijo pródigo” (ver Lc 15, 11 – 32): DE REGRESO A LA CASA DE MI PADRE DIOS Sesión 1: Un hijo se fue de su casa… En este primer tema se presentará la situación inicial del hijo que vive en familia, sin pasar necesidad; por otro lado, la libertad y voluntad que el hijo ejerce para apartarse de la casa de su padre. Sesión 2: Lejos de su padre, sufrió mucho En este segundo tema se verán las lamentables consecuencias de sus actos; cómo el hombre, lejos de Dios, sufre y pasa necesidad. Sesión 3: . Es el contenido central de los Ejercicios de Cuaresma, el que más desarrollará el tema de la conversión. Se verá cómo es importante tomar la decisión (sea cual fuere el motivo que le hizo alejarse) de volver a la casa del Padre. Sesión 4: Su padre salió a su encuentro, lleno de gozo… En este cuarto tema se verá al padre, siempre paciente, siempre expectante, todo amor y misericordia. Se pondrá énfasis en la iniciativa de Dios por salir al encuentro del hombre, luego que éste decide regresar, y cómo le devuelve su dignidad.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Sesión 5: ¡Y se hizo una gran fiesta! Es el tema final, y en él se verán los “lugares” donde se da este “Encuentro”. La vida nueva del hijo que retorna y su nueva situación familiar. Incluiremos también, a modo de celebraciones que pueden hacerse según convenga, un Viacrucis para niños y una Celebración Penitencial. Esperamos que este Subsidio les resulte apropiado. EL TEXTO “Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre les repartió los bienes. A los pocos días, el hijo menor recogió sus cosas, partió a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino. Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en aquella región, y el muchacho comenzó a pasar necesidad. Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Para llenar su estómago, habría comido hasta el alimento que daban a los cerdos, pero no se lo permitían. Entonces reflexionó y se dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, regresaré a casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino y se fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle: Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Traigan enseguida el mejor vestido y pónganselo; pónganle también un anillo en la mano y sandalias en los pies.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Tomen el ternero gordo, mátenlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos, llamó a uno de los criados y le preguntó qué era lo que pasaba. El criado le dijo: Ha regresado tu hermano, y tu padre ha matado un ternero gordo, porque lo ha recobrado sano. Él se enojó y no quería entrar. Su padre salió y trataba de convencerlo, pero el hijo le contestó: Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. Pero llega ese hijo tuyo, que se ha gastado tus bienes con prostitutas, y le matas el ternero gordo. Pero el padre le respondió: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado…” (Lc 15, 11 – 32)

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UN HIJO SE FUE DE SU CASA…

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CATEQUISTA, ESTO ES PARA TI

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OBJETIVO Que los niños aprecien las cosas buenas que se sienten y viven estando en gracia de Dios; pero también se den cuenta cómo, tomando decisiones equivocadas, libre y voluntariamente se pueden apartar de la Casa de Papá Dios. B Aa

NOTAS PEDAGÓGICAS •

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Es conveniente, por tratarse del primer día de Ejercicios, hacer una breve introducción de los mismos, presentándolos como tiempo propicio para encontrarnos con Dios a través de su Hijo, Jesucristo, y prepararnos adecuadamente para celebrar la Pascua del Señor. Dar a los niños una calurosa bienvenida, motivándolos a que estén siempre atentos y aprovechen esta gran oportunidad para hacer un “alto” en su camino, revisar la vida y cambiar lo que se deba cambiar. Llevar la oración y el canto sugerido en un cartel, suﬁcientemente visibles, para que todos los niños los puedan seguir (El canto y la oración, también se encuetran en el cuaderno del niño).

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De regreso a la casa de mi Padre Dios ORACIÓN INICIAL Se preparará con tiempo. Un niño podrá leer esta bella oración que nos dará a conocer mejor qué es la libertad, y lo que implica ser libres: Muéstrame el mejor camino. Sabes, Jesús, hay momentos que no sé qué hacer. A veces tengo ganas de hacer cosas que sé que no están bien, pero igual me atraen… A veces se me escapa una mentira, y no digo siempre la verdad… A veces me cuesta tanto compartir, o ayudar a los demás, o colaborar en mi casa… Dame una mano, muéstrame el mejor camino, recuérdame todo lo que me enseñas, que diga la verdad, que haga el bien, que sea generoso, que ayude siempre… Que busque ser feliz, siguiendo tu ejemplo, Señor. Amén. Marcelo A. Murúa INICIEMOS LA SESIÓN DE CATEQUESIS CONTEMPLAMOS DESDE LA FE “Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió los bienes. A los pocos días, el hijo menor recogió sus cosas, partió a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino…” (Lc 15, 11 – 13) Evangelio de la Misericordia Cuando Jesús quiso darnos a conocer cómo son su Padre y el Reino de los Cielos, echó mano de narraciones sencillas, cargadas de enseñanzas muy fáciles de comprender para aquellos que le oyeron: Las parábolas. San Lucas es considerado el “Evangelio de la Misericordia”, y en él encontramos la parábola que vamos a reﬂexionar a lo largo de todos estos Ejercicios de Cuaresma. • • •

¿Alguien sabe qué son las parábolas de Jesús? ¿Alguien sabe qué signiﬁca la palabra “misericordia”? ¿Por qué se le llamará así a este Evangelio?

Particularmente, en este pasaje de la Escritura, vemos ﬁnamente reﬂejados, en sus personajes y en la situación que se narra, la realidad que el pueblo de Israel había vivido a lo largo de su historia, una historia de salvación y amor de Dios por este pueblo y, por otro lado, la terquedad del pueblo ante ese Dios amoroso.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios La experiencia de los siglos El contraste de situaciones constructivas y luego destructivas, para retornar a lo constructivo o, lo mejor, a través de una acción directa de Dios a favor de su pueblo, estaba retratado en múltiples pasajes que la Biblia recoge a lo largo de sus páginas: • • • • • •

La estancia de nuestros primeros padres en el paraíso; el pecado originario; y la promesa de salvación (ver Gn 1 – 3). La situación de los hombres dispersos por el mundo; su corrupción, el diluvio universal y, finalmente, la Alianza de Dios con Noé (ver Gn 6 – 9). La vida de los hijos de Isaac y los conflictos de bendición y primogenitura entre ellos; y el retorno de Jacob con sus hijos a la tierra de Israel (ver Gn 25 – 33). La estancia de los israelitas en la región de Gosen, por obra de José; su esclavitud a manos de los egipcios; y su liberación del país de la opresión (ver Gn 46 – Ex 16). La vida pacífica de los hebreos; el yugo de los pueblos extranjeros; y el retorno a la paz por una intervención efectiva de sus jueces y reyes (ver Jos; Jue; 1 Sam; 2 Sam; 1 Re; 2 Re). La construcción del templo de Jerusalén; el resquebrajamiento de los Reinos del Norte y el Sur con sus respectivos destierros; y el retorno y reedificación paulatina del templo y la ciudad santa (ver 1 Re; 2 Re; y profetas exílicos y postexílicos).

En ﬁn, el pueblo sabía muy bien que mientras estaban “en paz con Dios”, viviendo “en su gracia”, eran una nación próspera y vivían tranquilamente. Sin embargo, usando de su libertad, se apartaban voluntariamente de Dios, y “les llovían” todo tipo de desgracias. Pero, cambiando su vida, manifestando su arrepentimiento con acciones concretas, Dios les perdonaba y les otorgaba, nuevamente, una vida más pacíﬁca y feliz. La situación inicial del hijo de la parábola La parábola comienza diciendo que “un padre tenía dos hijos”. Jesús no nos ofrece muchos datos acerca de cómo viviría aquella familia, pero por lo que sigue en la parábola, descubrimos que era una familia rica: el hijo reclama “herencia”, y el padre “repartió los bienes”. Al hijo, en casa de su padre, no le faltaba nada: todo lo tenía. No podía alegar que era desdichado a causa de carencias materiales, pues tenía casa, campos, ganados, sirvientes… o carencias afectivas, pues también descubrimos, por la parábola, que su padre era un hombre cariñoso.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Hay otro dato que desconcierta: El hijo pide una “herencia”. Pues bien, según el derecho, “heredar” consiste en pasar bienes, propiedades, títulos u obligaciones, luego de la muerte de una persona. El padre aún no había muerto, y pedirle herencia era tanto como desear su muerte; sin embargo, dice la parábola, que ante la petición injusta de su hijo, repartió sus bienes. Y se fue… La parábola continúa diciendo que el hijo, “a los pocos días”, es decir, después de una breve pero suficiente reflexión, donde se deja ver la libertad y voluntad que tenía, se marchó a un “país lejano”. ¡Qué expresión tan fuerte! Sí, “lejos” de su casa y de su padre, “lejos” de aquellos que le amaban y le brindaban todo, aunque a él no le pareciera suficiente “lejos”, allá, donde nada ni nadie le conociera… “Lejos”, donde todo fuera “novedad” y “aventura”. Así, viéndose al fin, erróneamente “libre”, sintiéndose con la oportunidad de hacer y decir cuánto quisiera, malgastó sus bienes, viviendo “como un libertino”. CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD También nosotros experimentamos lo bien que se está “en familia”: Sentirse seguros, acogidos, amados, respetados… ¡Qué bueno es saber que cuando es la hora de comer, papá y / o mamá o cualquier otra persona que esté a cargo nuestro, ya han previsto todo para que sólo nos sentemos a la mesa y disfrutemos del alimento! ¡Qué lindo es saber que alguien se preocupa por brindarnos los útiles necesarios para asistir a la escuela y poder aprender tantas cosas! ¡Qué hermoso es saber que hay alguien que nos da la oportunidad de vivir en una casa, de cubrirnos con ropa, de curarnos cuando nos enfermamos! • •

¿Alguna vez te has alejado tú de todo eso bueno que tienes en casa? ¿Qué te ha pasado en esos momentos?

(Dejar un tiempo conveniente para que los niños contesten a las preguntas). Pues algo muy parecido sucede con nuestro Padre Dios: Él siempre está atento con nosotros para llenarnos de amor y ternura, y nos muestra su bondad, día a día, al darnos lo necesario para vivir, es un papá bueno que nos acompaña siempre, en especial cuando las cosas no van muy bien.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

Sin embargo, a veces nosotros decidimos “apartarnos de su casa”. Hay personas que no se dan cuenta de que al lado de Dios, viviendo en su amistad, en su gracia, no les falta nada… quieren “sentirse libres”, quieren “hacer lo que les da la gana”, quieren experimentar lo que es “vivir sin que nadie les diga qué hacer y qué no”. Usan mal su libertad, su voluntad, de los dones maravillosos que Dios les dio como personas, y terminan abandonando la casa de nuestro Padre Dios, es decir, pecando. Al parecer, la situación inicial del hijo pródigo era muy buena, pero quizás eso lo hacía malgastar los bienes de su padre viviendo como un libertino, y tal vez esa sea también la situación nuestra, por la cual nos apartamos de Dios y de su amor, dejando su hogar. EXPRESAMOS NUESTRA FE COMPROMISO Vamos a preocuparnos más por apreciar mejor lo que tenemos “en casa”: El vestido, el calzado, la educación, el cariño, el respeto, la alegría… Sea poco o sea mucho, al valorar lo que tenemos, cosas sencillas que a veces pasan desapercibidas, Dios nos maniﬁesta su amor y su ternura. Dejar un tiempo oportuno para que los niños contesten su cuaderno de actividades. CELEBRACIÓN Para terminar la jornada de este primer día, vamos a escuchar el canto que usaremos durante todos los Ejercicios de este año: Hijo pródigo. De camino hacia la casa se encontraron el hijo que volvía y el padre que esperaba. El hijo que un buen día se marchó en busca de aventuras, y encontró mil desgracias. Había tristeza en el mirar del hijo, y arrepentimiento en el mirar del hijo. Pero había alegría en el mirar del padre, todo era perdón en el mirar del padre. En esta historia, Jesús nos enseñó que el padre es el Señor, nuestro Dios, y que pase lo que pase en nuestra vida, Dios es el Padre de todos nosotros, y que pase lo que pase en nuestra vida, tenemos un Padre que nos sigue esperando…

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

LEJOS DE SU PADRE, SUFRIÓ MUCHO

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CATEQUISTA, ESTO ES PARA TI OBJETIVO Que los niños sean conscientes de que las personas, lejos de Dios, viven una vida triste y necesitada. Que no es Dios quien les envía males, sino que las personas, libremente, pueden optar por vivir así. B Aa

NOTAS PEDAGÓGICAS • • •

En un primer momento, pedir a los niños que presenten la actividad contestada del día anterior. Dejar un tiempo prudente para compartir las impresiones de la jornada pasada. Todos los niños habrán experimentado, en alguna ocasión, que no todo sale siempre como uno espera. Aprovechar sus experiencias y generar un diálogo, para introducir el tema de la infelicidad, que nos trae la lejanía de Dios. Llevar, como el día anterior, el canto y la oración lo suﬁcientemente visibles para que los niños puedan seguirlos.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios ORACIÓN INICIAL A dos coros: • Por las veces que no somos generosos y no compartimos con los demás. • Por las veces que ofendemos a los otros, con palabras o mentiras. • Por las veces que no escuchamos a nuestros padres y creemos sabérnoslas todas. • Por las veces que peleamos con nuestros hermanos y amigos. • Por las veces que no cumplimos con nuestros trabajos, tareas y estudios. • Por las veces que nos hemos olvidado de Ti. • Porque no escuchamos tu voz que nos avisa cuando estamos por apartarnos de Ti. • Perdónanos, Señor, y danos una nueva oportunidad para vivir como nos enseñas. • ¡Que así sea, Señor! • Amén. Marcelo A. Murúa INICIEMOS LA SESIÓN DE CATEQUESIS CONTEMPLAMOS DESDE LA FE “Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en aquella región, y el muchacho comenzó a pasar necesidad. Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Para llenar su estómago, habría comido hasta el alimento que daban a los cerdos, pero no se lo permitían…” (Lc 15, 14 – 16) El hijo vivía como un libertino La sesión pasada reﬂexionábamos en lo bien que estaba el hijo en casa, sin pasar necesidad. También vimos que aquel hijo ingrato usó de forma incorrecta su libertad, que voluntariamente quiso apartarse de la casa de su padre, y que se puso a malgastar sus bienes.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios La parábola no especiﬁca exactamente en qué se gastó el dinero, aquí solo adelanta que su vida era la de un “libertino”. Es decir, una persona que utiliza su libertad sin tener en cuenta los derechos de las demás personas, sólo los suyos, olvidando además sus obligaciones. El hijo mayor de la parábola le reclamará a su padre porque “ese hijo suyo gastó su dinero con prostitutas” (ver Lc 15, 30). Podemos imaginar que su vida giraba en torno a los juegos, apuestas, vino, lujos, y actos deshonestos de todo tipo… ¡Qué triste vida la de este hombre! Quería vivir “libre”, pero cayó esclavo de los vicios. Sin duda que mientras tuvo dinero no le faltaban “amigos”, pero los bienes materiales no duran para siempre, y algún día todo se le acabó… Comenzó a pasar necesidad Continúa la parábola apuntando que, cuando lo había gastado todo, sobrevino en aquella región una “gran escasez”. El ambiente de comodidades cambió entonces por el de la pobreza; sus “amigos” huyeron y lo dejaron solo afrontando la crisis; entonces, pasó necesidad… Aquel hombre soberbio, que creía que podía realizar todo, se encontraba en la mayor carencia. Aquel hijo ingrato que tenía dinero de sobra, ahora no tenía nada en sus bolsillos. ¡Cómo cambió la vida de aquel hombre, lejos de su padre y de su casa! Se empleó cuidando cerdos Para los judíos, el cerdo es un animal impuro. ¿La razón? En el libro del Levítico leemos: “El cerdo, que tiene la pezuña partida, pero no rumia: lo tendrán por impuro…” (Lv 11, 7) Jesús, que había nacido en el pueblo judío, como aquellos que le escuchaban, sabía perfectamente la mentalidad que tenían acerca de comer carne de cerdo, y quizás por eso empleó también esta imagen tan ilustrativa: El hijo “serviría” a los puerquitos. Es decir: El hombre que se enorgullecía sintiéndose “señor”, ahora estaba en una condición por debajo de los animales impuros… ¡Qué contraste! ¡Qué triste vida! Quería comerse la comida de los puerquitos, pero no lo dejaban Tal era la necesidad y el hambre de aquel hijo, que deseaba llenar su estómago con la comida de los animales… Quería comerse aquello que los puerquitos, entre lodo y estiércol,

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De regreso a la casa de mi Padre Dios se disputaban… Deseaba aquel alimento tan desagradable, pero más desagradable era su aspecto, ahora que lo había perdido todo, y que se encontraba en la más grande necesidad. Esta vida no era, para nada, digna ni deseable. Esta vida que tenía, lejos de su padre, era sólo una triste realidad, un trágico desenlace en la “aventura” de su necedad. Hace muchos años que las personas se alejan de Dios Así le sucedió al pueblo de Israel en innumerables ocasiones: •

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Desde el principio, el libro del Génesis nos relata muchos pasajes donde el hombre, haciéndole caso al demonio, dejándose llevar por sus insinuaciones, queriendo ser “como Dios”, sólo consigue pena y amargura. Por ejemplo: El fruto prohibido, la historia de Caín y Abel, la construcción de la torre de Babel, el diluvio universal, etc. (ver Gn 1 – ss). Cuando el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, y mientras vagaban por el desierto, tarde se les hizo para renegar de Dios en repetidas ocasiones, hasta llegar al punto de adorar un becerro de oro en lugar de adorar a Dios, lo cual les hizo caer en la idolatría y les llevó a la perdición. (ver Ex 32 – 34). Luego de llegar a la tierra prometida, cuando poco a poco se iban instalando en Palestina, el pueblo se sentía “libre”, y cometían muchos y graves pecados, y como una constante, el libro de los Jueces nos relata que “hacían lo que era malo a los ojos de Dios”, llegándoles, así, innumerables penas y esclavitud (ver Jue 1 – ss).

CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD También nosotros hemos experimentado algo semejante. Cuando estamos “en casa” tenemos la protección de mamá y papá, quizás de nuestros hermanos y abuelitos, tal vez nos falten algunas cosas, pero tenemos lo principal, que es el amor de familia; pero lejos del hogar, perdemos gran parte de tan gran regalo de Dios a través de nuestra familia. Los lujos ilimitados, la comodidad a toda costa, los vicios, en una palabra, alejarnos de Dios, esto es el pecado, es lo que nos hace tan desgraciados. El hombre es responsable de sus actos Esto es una gran verdad. Somos seres libres, pensamos y tenemos voluntad. Usamos de estas facultades para bien o para mal, pero sea cual sea nuestro proceder, debemos cargar con las consecuencias de nuestras acciones. No es que Dios nos quiera ver desdichados, o que sea Él quien nos mande los males. Tampoco “nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas” (Sal 102, 10).

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Somos nosotros mismos los que, usando mal de nuestra libertad, a veces nos apartamos de Dios y sufrimos por las consecuencias a causa de estos errores cometidos. Todos sabemos qué triste es vivir en pecado, es decir, lejos de Dios: peleados con nuestros amiguitos o compañeros, enojados con nuestros padres o maestros, estar tristes porque, aún cuando disfrutemos de muchas cosas, no tenemos con quien compartirlas por ser presumidos o por nuestra envidia, etc. Son meras “migajas para puercos”… Es alimento de animales lo único que nos queda lejos de la casa de nuestro Padre Dios. Es la necesidad completa y la tristeza más asﬁxiante. Es pura soledad y amargura. ¡Qué mal se está lejos de Dios y de su bondad! Trata de recordar si alguna vez te has sentido lejos de Dios, es decir, en pecado. Luego responde: • • •

Cuando estamos en pecado, ¿por qué no somos felices? Si vivimos lejos de la casa de nuestro Padre Dios, ¿nos sentimos realmente “libres”? ¿Qué tenemos qué hacer para no vivir más como “cuidadores de puerquitos”?

EXPRESAMOS NUESTRA FE COMPROMISO Dejar un tiempo para que los niños puedan contestar su cuaderno de actividades. Repasar con ellos, brevemente, el tema expuesto, y dejar como un compromiso, y a la vez como enlace con el tema siguiente, la respuesta de la tercera pregunta. CELEBRACIÓN Terminamos nuestro tema cantando “Hijo pródigo”. De camino hacia la casa se encontraron el hijo que volvía y el padre que esperaba. El hijo que un buen día se marchó en busca de aventuras, y encontró mil desgracias. Había tristeza en el mirar del hijo, y arrepentimiento en el mirar del hijo. Pero había alegría en el mirar del padre, todo era perdón en el mirar del padre. En esta historia, Jesús nos enseñó que el padre es el Señor, nuestro Dios, y que pase lo que pase en nuestra vida, Dios es el Padre de todos nosotros, y que pase lo que pase en nuestra vida, tenemos un Padre que nos sigue esperando…

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ARREPENTIDO, DECIDIÓ VOLVER…

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CATEQUISTA, ESTO ES PARA TI OBJETIVO Que los niños descubran que la auténtica conversión es, ante todo, un regalo de Dios; sin embargo, es necesario tomar una seria decisión de volver a la casa del Padre, dejando la vida de pecado. B Aa

NOTAS PEDAGÓGICAS • •

Este es el tema central de nuestros Ejercicios Espirituales. Sin discriminar a los demás, sería conveniente darle una importancia particular a esta sesión. Conviene llevar visibles, como en días anteriores, el canto y las oraciones sugeridas, para que los niños los puedan seguir (El canto y la oración para este día, también se encuentran en el cuaderno del niño).

ORACIÓN INICIAL Padre Bueno, querido Dios, a veces hago cosas que no están bien. En el momento no me doy cuenta, o me doy cuenta, pero igual, las hago. Después me arrepiento y quiero cambiar.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Siento que me equivoqué, hay algo adentro de mí que me dice lo que está bien y lo que está mal. Seguro que es tu voz, que siento tan cercana. Ayúdame a cambiar y que otra vez no me equivoque como hoy. Ayúdame, Señor. Amén. Marcelo A. Murúa INICIEMOS LA SESIÓN DE CATEQUESIS CONTEMPLAMOS DESDE LA FE

“Entonces (el hijo) reﬂexionó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, regresaré a casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino y se fue a casa de su padre…” (Lc 15, 17 – 20a)

Reﬂexionar… un buen principio de la conversión o cambio de vida A lo largo de los temas que hemos estado reﬂexionando, hemos visto el camino que el hijo recorrió hasta llegar a encontrarse en una situación desesperada: • •

Vivió “feliz” temporalmente, creía que los vicios le darían lo que tanto deseaba, pero no fue así. Ante las diﬁcultades de la vida, y como consecuencia lógica de sus actos, aquel hijo se encontró solo y olvidado de sus antiguas “amistades”.

Fue allí, en la soledad de su interior, cuando “tocó fondo”, y la necesidad le hizo preguntarse cómo podría salir de aquella triste situación. Inicialmente, fue el hambre la que lo llevó a querer cambiar y volver a la casa de su padre. Quizás un poco de “envidia”, imaginando que los jornaleros de su padre tendrían pan de sobra. No sabemos cuál fue la razón, lo cierto es que aquel hijo decidió volver.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Un discurso salido del corazón Comenzó a pensar qué podría decirle a su padre, y cómo podría “explicar” sus malas acciones… Sabía que él le había fallado, y mucho; pero quizás no conocía muy bien cómo era su padre. Como sea, hizo un pequeño discurso, creó unas cuantas palabras que recogieran su experiencia y que expresaran por un lado lo mal que se sentía; y por otro, cuan arrepentido estaba: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti”. Con estas palabras reconoce que ha actuado mal, que se ha alejado de su Padre y con ello se ha apartado de su cariño, y se ha comportado como un ingrato que desperdició los bienes de su padre y se siente privado de su amistad. “Ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Es una frase muy triste, quizás la que más reﬂeja su arrepentimiento. Al saberse “pecador”, comprende que no está a la altura de un padre tan bueno. “Trátame como a uno de tus jornaleros”. Frase que complementa la anterior. En ella expresa su decisión de estar al lado de su padre, si no como su hijo, al menos como su trabajador. Pero quiere estar “allí”, en casa. “Allí”, donde nadie más pueda prometerle la felicidad que lejos de su hogar no existe. “Allí”, aun como un siervo, pero de su padre, no de los vicios y de sus deseos. Logró entender, pues, que “la aparente esclavitud ante su padre es, en verdad, la más completa libertad”. Fue entonces, cuando se puso de pie, y dejando las miserias de su actual condición, recordando la situación que tenía al lado de su padre, que se decidió y regresó. No le importaba ya quedar bien con sus “amigos”, éstos lo habían abandonado. Ya no se preocupaba más por divertirse y “disfrutar de la vida”, nada de eso le había dado la paz. Se puso de pie y, erguido, con la esperanza de resolver su pobreza al lado de su padre, se fue.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD Nos hace mucha falta reflexionar Hemos visto cómo un buen principio para alcanzar la conversión, es decir, el verdadero “cambio de vida”, el auténtico “retorno a la casa” de nuestro Padre Dios, consiste en ponerse a reflexionar, y pensar bien la situación en la que nos encontramos, preguntarnos si estamos contentos con ésta, y reflexionar sobre la situación que queremos realmente alcanzar. Cada año, por los días de la Cuaresma, la Iglesia nos invita precisamente a darnos un tiempo para reflexionar sobre este cambio de vida. Los Ejercicios que estamos haciendo son esta gran oportunidad para hacer un buen examen de conciencia, para desde la mayor sinceridad posible, “encontrarnos de nuevo” con Dios. Actualmente, casi nadie quiere “pensar” acerca de su modo de vivir. Muy pocas personas se dan un tiempo, lejos del ruido, de las distracciones del televisor, del internet, del iphone, de los juegos de video (como el novedoso “kinect”), de los celulares, etc., para darse cuenta realmente en dónde se encuentran, cómo está su vida y cómo son sus acciones para con Dios, con su familia, con los demás, consigo mismos. ¡Y qué importante es reflexionar! El ser humano, en verdad, se diferencia de todos los demás seres de la creación por su capacidad de razonar… ¡Hay que usarla! El tipo de reflexión al que nos estamos refiriendo no es la de ser inventores o muy avanzados en “materia científica”, sino del principio que nos puede ayudar a convertirnos, a pensar seriamente en lo que hemos de cambiar y mejorar para nuestro propio bien. Como “el hijo pródigo” Es el título que, en general, se le da en la Biblia a esta parábola… Mucha gente así le nombra, y sin saber siquiera lo que significa. “Pródigo” viene de una palabra griega, y tiene diferentes significados: •

Adjetivo que se le atribuye a una persona que desperdicia su dinero en gastos inútiles y sin necesidad.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios •

Forma de nombrar a una persona que es muy generosa, que da todo lo que tiene. Se dice de una persona muy dadivosa.

La gran mayoría de las veces se utiliza en la línea de la primera deﬁnición: Se entendería como la “parábola del hijo que gastó insensatamente la herencia de su padre”… Pero, ¿y si la entendiéramos conforme al segundo signiﬁcado? El hijo de la parábola malgastó los bienes de su padre, sí, y mientras tanto nunca fue capaz de “dar” realmente. “Despilfarró”, “derrochó”, pero nunca “dio”, nunca “se donó”. No fue sino hasta que se quedó sin un centavo, cuando se dio cuenta que lo único que tenía era “nada”, hasta ese momento fue cuando realmente logró “dar”. ¿Y qué fue lo que dio este hijo? Lo más valioso que una persona puede dar: su propia vida, se dio a sí mismo, fue capaz de entregar su libertad y renunciar a buscar, únicamente la satisfacción de sus propias necesidades. En medio de su miseria reconoció que los bienes materiales no dan la felicidad, que lo que necesitaba no era sólo el pan para llenar su estómago, sino saciar todo su ser, volver a la casa de su padre, estar a su lado aunque fuese como uno de sus trabajadores… ¡Eso era mucho más importante! De esta forma, estaba también siendo realmente libre. ¡Es hora de tomar una decisión! El hijo de la parábola fue obediente a esa “voz interior” que le hablaba, seguramente la voz de Dios que se manifestaba en su conciencia, y tomó la decisión de volver a su hogar. Había llegado el momento, se armó de valor, y todo sucio, como estaba, se puso en camino a la casa de su Padre. Seguramente, nosotros también hemos escuchado esa suave voz interior que habla dentro de nosotros mismos, queriéndonos indicar cómo hemos de actuar, o qué decisión debemos tomar en las diversas situaciones de la vida. Sin duda, esa voz es la voz de Dios que habita en cada uno y nos llama a cambiar lo que es necesario cambiar, a dejar lo que no nos construye y nos aleja de la casa del Padre, como al hijo de la parábola. Vamos ahora a tratar de ver cómo nos pasa esto a nosotros: • • •

¿Nos gustaría estar siempre cerca de Papá Dios?, ¿Por qué? ¿Cómo nos sentimos cuando estamos cerca de Él? ¿Qué tenemos que hacer para volver a su lado cada vez que nos alejamos?

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De regreso a la casa de mi Padre Dios EXPRESAMOS NUESTRA FE COMPROMISO Dejar un tiempo para que los niños puedan contestar su cuaderno de actividades. Después, junto a ellos, encontrar un compromiso concreto, que los ayude a descubrir cómo pueden escuchar a Dios que los llama a volver a su casa, a arrepentirse sinceramente de sus malas acciones y ser generosos en “darse” al Señor. CELEBRACIÓN Se invita a los niños a hacer un acto de contrición, pidiendo perdón a Dios de sus faltas. Se sugiere utilizar la siguiente oración u otra que hable del arrepentimiento y petición de perdón a Dios. Pueden proclamarlo todos juntos, o preparar a algunos niños o niñas a modo de lectores: Señor nuestro, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor nuestro, por ser Tú quien eres, y porque te amamos sobre todas las cosas, nos pesa, Señor, de todo corazón, haberte ofendido. Nos proponemos firmemente nunca más pecar, apartarnos de todas las ocasiones de ofenderte, confesarnos, y cumplir la penitencia que nos fuere impuesta. Te ofrecemos nuestra vida, nuestras obras y trabajos, en satisfacción de todos nuestros pecados, y así, como te lo suplicamos, confiamos en tu divina bondad y misericordia infinita que nos los perdonarás por los méritos de tu preciosa Sangre, Pasión y Muerte, y nos darás la gracia para enmendarnos y perseverar en tu santo servicio hasta el final de nuestras vidas. Así sea. Por último, terminamos la sesión de este día cantando: Hijo pródigo.

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I ÓN SPADRE SU SALIÓ A SU ENCUENTRO, LLENO DE GOZO… SE

CATEQUISTA, ESTO ES PARA TI OBJETIVO Que los niños experimenten la alegría de reencontrarse con Dios, para que permanezcan en él y expresen con su vida un sincero arrepentimiento y conversión. B Aa

NOTAS PEDAGÓGICAS •

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De ser posible, sería conveniente que los niños pudieran, luego de que termine esta sesión, tener la oportunidad de hacer la celebración penitencial sugerida en este subsidio. Así, podrán vivir la experiencia de la reconciliación, oportuna en el tiempo de cuaresma, y gozar del perdón y de la misericordia de Dios (se sugiere para los niños que ya hicieron su primera comunión). Este tema ha de ayudar a los niños a quitarle a Dios la etiqueta que en ocasiones se le presenta: como un juez inclemente, o como un señor alerta para castigar cuando uno se equivoca, o de un tirano injusto y mal encarado. Más bien, despertar en ellos el cariño de un Padre misericordioso y todo amor, quien nos recibe con los brazos abiertos aunque nos hayamos equivocado. Como en temas anteriores, es conveniente llevar la oración y el canto lo suﬁcientemente visibles para que los niños los puedan seguir.

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ORACIÓN INICIAL Querido Dios, Papá de todos, enséñanos a vivir como hermanos. Sin peleas ni discordias. Sin divisiones ni diferencias. Ayúdanos a ver en cada persona el rostro de tu Hijo, Jesús. Que seamos capaces de amar sin fijarnos en el color de la piel, la escuela donde uno va, el barrio donde uno vive, la cara que uno tiene, o los amigos con los que se junta. Que aprendamos a amar a todos los que nos rodean, porque todos somos hermanos, hijos del mismo Padre Dios. Amén. Marcelo A. Murúa INICIEMOS LA SESIÓN DE CATEQUESIS CONTEMPLAMOS DESDE LA FE “Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Traigan enseguida el mejor vestido y pónganselo; pónganle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomen el ternero gordo, mátenlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y comenzarón la fiesta”. (Lc 15, 20 b – 24 a) Continuamos la profundización de esta hermosa parábola, y nos seguiremos maravillando con su contenido y enseñanzas. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio Jesús nos dice que aquel padre que había perdido parte de sus bienes al repartir su herencia, y que había recibido de su hijo un trato injusto al ser abandonado por éste, lo vio “cuando aún estaba lejos”. Esta expresión nos ofrece la posibilidad de una mera casualidad que el padre estuviese fuera de la casa cuando su hijo volvía, pero también (y es más probable), pensar que el padre estaba siempre pendiente del regreso de su hijo.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Pasaban los días, llegaban las noches, y de nuevo amanecía, pero el padre, de vez en cuando, estaba a la puerta, o mirando desde la azotea, o repasando las ventanas, aguardando impaciente el retorno de su hijo a quien, amaba aún más. Y un buen día, cuando su hijo, arrepentido, volvía, lo miró, y la reacción no se hizo esperar. “Profundamente conmovido, corrió a su encuentro” Esta es una hermosa frase que recoge, con pocas palabras, el gozo enorme del padre al ver de regreso a su hijo. Por otro lado, es un retrato, hasta entonces novedoso, de percibir a Dios. Los judíos estaban acostumbrados a relacionarse con un Dios rey todopoderoso, duro, dominante y dominador, justiciero, honorable y frío; en la parábola, Jesús nos presenta a ese mismo Dios, pero con una “nueva cara”, una faceta noble, más natural, un Dios bueno al que en verdad daban deseos de acercarse. “Profundamente conmovido”, indica sentimientos de mucho cariño, de ternura en extremo, con todo el corazón, como el amor que también nosotros sentimos por nuestros papás. Jesús no tiene ningún problema al darnos a conocer así a su Padre, a ese Dios que a lo largo de toda la historia el ser humano no había podido comprender a plenitud, y nos lo revela… así… El padre corre al encuentro de su hijo, y echándole los brazos a su cuello, lo cubre de besos. ¡Qué padrísimo encuentro! Ese mismo abrazo es el que Dios nos da a todos nosotros. ¡Con qué razón muchos pintores y escultores se han inspirado en esta escena y nos la presentan artísticamente en sus obras! El hijo quiso justiﬁcarse Entonces, el hijo de la parábola comenzó a hablar sinceramente, pero su padre no lo dejó terminar… Y es que ya no tenía sentido decir esas palabras. A su padre no le importaba si el hijo quería ser uno de sus trabajadores, sólo le importaba que estuviera allí, con él, que hubiera regresado, que estuviera bien, sólo eso le importaba, no quería saber nada más. Regresaba sucio, polvoriento del camino, hambriento, pobre y solo, pero había tomado la decisión de volver, y el padre era todo lo que esperaba para recibirlo de nuevo en casa.

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Y el padre le devolvió su dignidad Llamó, entonces, a los sirvientes, y les ordenó hacer varias cosas para que trataran a su hijo con la dignidad que tenía antes de irse de allí: Vestido nuevo, anillo en su dedo y sandalias en sus pies… Mandó matar al becerro gordo, y hacer una fiesta… CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD Dios también nos espera La parábola que Jesús dijo, no tenía como únicos destinatarios a los hombres y mujeres de su tiempo. Sin duda que sus expresiones, palabras de vida eterna, también están dirigidas para nosotros, hoy. Nosotros, ya lo hemos visto, también somos “hijos pródigos”. Usando mal nuestra libertad, en ocasiones nos apartamos de la casa de nuestro Padre y perdemos su amistad. Igual que aquel hijo, nosotros hemos pecado, nos hemos alejado de Dios y muchos de nosotros nos hemos puesto a reflexionar y hemos decido volver… Pues bien, Dios mismo, a nosotros también nos espera. Es interesante descubrir que, por mucho que amara el padre a su hijo, y por mucho que quisiera que regresara, nunca fue a buscarlo en sus centros de perdición, jamás forzó su conversión, nunca apresuró el proceso de su arrepentimiento. Pero siempre, siempre, estuvo esperándolo, y apenas lo miró, salió a su encuentro y lo cubrió de besos. Eso mismo hará con nosotros. Y nos devuelve la dignidad perdida El pecado es lo único que nos aparta de Dios. Cualquier vicio, cualquier acción que vaya en contra del amor o que haga que nosotros mismos o los demás, estén tristes o pierdan su valor, nos hace apartarnos de su amistad y nos lleva a una situación semejante a la de aquel hijo de la parábola mientras cuidaba los puerquitos… Dios puede saciar nuestras necesidades, y si confiamos realmente en su perdón, y si creemos en su misericordia infinita, basta que demos ese paso necesario para volver a estar con Él. Dios Padre nos ofrece su cariño, y espiritualmente nos brinda, para nuestros pies cansados, sandalias, para nuestras manos vacías, un anillo, y para nuestro cuerpo desprotegido, un traje nuevo. Y aún más, nos ofrece el alimento propio de un banquete… Si bien la conversión es primordialmente iniciativa de Dios, como es su deseo de que

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De regreso a la casa de mi Padre Dios “todos los hombres se salven” (Ver 1 Tim 2, 4), es también una obra de la que somos responsables cada uno, pues sin nuestra explícita cooperación, sin nuestra decisión particular por dejar la vida de pecado, no se podría lograr… Pero Jesús nos ha dicho que es posible volver, y que si nos decidimos sinceramente, no vamos a encontrar de Dios regaños o reclamos, sino su rostro piadoso y siempre bondadoso… Con las siguientes preguntas sugeridas u otras parecidas, favorezcamos la interiorización del mensaje y el diálogo y expresión de los niños y niñas: • •

¿Por qué, a veces, no queremos “volver a la casa de nuestro Padre”? ¿Por qué, si sabemos cómo es Él (ya que Jesús nos lo ha dado a conocer así), no volvemos cuanto antes y gozamos de sus beneﬁcios?

EXPRESAMOS NUESTRA FE COMPROMISO Se pedirá a los niños que piensen y escriban en su cuaderno de actividades qué obras concretas harán para mostrar su arrepentimiento sincero, y que desean volver realmente a la casa de nuestro Padre Dios como aquel hijo pródigo. CELEBRACIÓN Si es posible, como dijimos en las notas pedagógicas al inicio de este tema, conviene hacer la celebración penitencial sugerida. Es muy importante mantener un diálogo fraterno con los sacerdotes de nuestras comunidades. Invitarlos cordialmente a celebrar el sacramento de la Reconciliación, contando con los tiempos y espacios que sean necesarios. Si no fue posible, tener la presencia del sacerdote para la Reconciliación, de igual forma se puede realizar solo la celebración penitencial.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

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¡Y SE HIZO UNA GRAN FIESTA!

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CATEQUISTA, ESTO ES PARA TI OBJETIVO Que los niños conozcan algunos “lugares” donde puede darse este encuentro misericordioso con Dios (principalmente en su familia), y así, llenos de alegría, “acudan a la ﬁesta” que Dios hace en su honor a causa de su conversión. B Aa

NOTAS PEDAGÓGICAS • • •

•

Es el último tema de los Ejercicios de Cuaresma 2011, por tal motivo, conviene hacer un “cierre” apropiado y festivo. Hacer énfasis en la nueva situación familiar que pueden lograr unidos a Dios. La familia es un tema prioritario para la Iglesia, y particularmente para nuestra Arquidiócesis de Guadalajara. Al final de este quinto tema que marca también el final de los Ejercicios, se sugiere realizar una celebración festiva, pues el regreso a la casa de papá Dios, es motivo de gran fiesta. Sugerimos llamar a esta fiesta: “la fiesta de Papá Dios para mí”. Será conveniente tener previstos algunos juegos y cantos para dar alegría a este momento; algunos alimentos que compartir o tal vez algunos bolos que sean entregados a cada niño. Llevar la oración y el canto lo suficientemente visibles.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios ORACIÓN INICIAL Previamente preparada por un niño o una niña: Señor, hoy te quiero pedir por toda mi familia: Mi papá, mi mamá, mis hermanos… Dales buena salud a todos y que siempre puedan ser felices. Que mis papás tengan trabajo y se quieran mucho. Que mis hermanos y yo estudiemos todo lo que aprendemos en la escuela, que ayudemos en casa sin protestar, y que aprendamos a jugar juntos y a llevarnos bien. Quiero que siempre nos acompañes y que vivamos muy unidos haciendo crecer tu inmenso amor en medio de nosotros todos los días, en todo momento. Amén. Marcelo A. Murúa INICIEMOS LA SESIÓN DE CATEQUESIS CONTEMPLAMOS DESDE LA FE

“…Y comenzaron la ﬁesta.

Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos, llamó a uno de los criados y le preguntó qué era lo que pasaba. El criado le dijo: “Ha regresado tu hermano, y tu padre ha matado un ternero gordo, porque lo ha recobrado sano”. Él se enojó y no quería entrar. Su padre salió y trataba de convencerlo, pero el hijo le contestó: “Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para celebrar una ﬁesta con mis amigos. Pero llega ese hijo tuyo, que se ha gastado tus bienes con prostitutas, y le matas el ternero gordo”. Pero el padre le respondió: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos y hacer ﬁesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado…” (Lc 15, 24b – 32)

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De regreso a la casa de mi Padre Dios ¡Fiesta! La palabra, en sí misma, designa “alegría”. Entendemos por “fiesta” una reunión de personas para celebrar algún acontecimiento, o simplemente para divertirse. Las fiestas suelen acompañarse de comida, bebida y baile. Las hay de todo tipo, y son generalmente muy bonitas, desde su preparación hasta su conclusión. El padre de quien hemos estado hablando hizo una gran fiesta, y la misma parábola nos explica las razones: Su hijo volvió, y lo recobró sano. Mandó a sus sirvientes que rápidamente prepararan lo necesario y los invitó a todos a regocijarse con él. El hijo mayor volvió, se enteró y no quería participar Sigue la parábola, y dice que el hijo mayor de aquel buen hombre “estaba en el campo”. Esta expresión bíblica indica no sólo “ausencia de la casa”, sino “trabajo esforzado”. El “campo” es un lugar apartado de la casa, y trabajar ahí implicaba mucho cansancio. Pues bien, este hijo mayor escuchó que había fiesta en su casa, pero ignoraba los motivos. Entonces, llamó a un sirviente y se informó. Al saber que se trataba de su hermano, “se enojó y no quería entrar”. El padre fue a convencerlo, pero él le contestó que siempre había “obedecido sus órdenes”. Quizás se sentía como un “trabajador” más de su padre, y no se daba cuenta de lo que realmente era “ser su hijo”. Él alegaba que su padre no le había dado ni un cabrito para comérselo con sus amigos, pero su padre le hizo ver que, siendo su hijo, todo lo que había en casa era “suyo”… Él reclamaba a su padre que “ése hijo suyo” había malgastado su hacienda con prostitutas, pero aquel buen hombre le aclaró que “su hermano” estaba perdido, sí, pero que lo habían encontrado; que estaba muerto, pero ya lo había recobrado… Por todos esos motivos era importante hacer una fiesta y regocijarse. Aquí termina la parábola, y no nos comenta el desenlace de la historia… Algunos piensan que el hijo mayor siguió obstinado y no quiso participar de la alegría del hermano recobrado… otros piensan que también él tuvo su oportunidad de conversión, y el padre de la parábola “ganó” a sus dos hijos… Como sea, podemos pensar ambas posibilidades, y cada una de ellas nos dejaría mucha enseñanza.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD El final de la parábola es muy rico. Hagamos una buena aplicación de la misma para nuestra vida. ¿Hijos mayores o menores? A lo largo de estos Ejercicios de cuaresma nos hemos identificado con el hijo menor: El que pide la herencia, la malgasta, se arrepiente y regresa. Ahora, tenemos la oportunidad también de identificarnos con el hermano mayor. Como “hijos mayores”, en ocasiones, también nos molestamos de lo bueno que les sucede a los demás: Nos enoja saber que alguien es feliz y nosotros no, que a alguien le compraron algo y a nosotros no, que alguien saca buenas calificaciones y nosotros no. La ira, la envidia, la soberbia, u otros tantos vicios y pecados no nos dejan ser humildes y llevar buenas relaciones con los demás. Pensamos que en nuestra casa hay favoritismos, que nuestros padres quieren más a algún hermano o hermana que a nosotros mismos; nos molestamos porque a nosotros siempre “nos mandan” y a otros parientes no… Quizás todas estas situaciones nos tienen mal, y andamos enojados con todo y con todos. Quizás algo de lo que hemos descrito (o muchos otros ejemplos parecidos que se han omitido), reflejan nuestra situación y nos parecemos al hijo mayor del padre de la parábola. ¡Ha llegado el momento de convertirnos! ¡Es tiempo de escuchar atentamente a nuestro Padre! ¡Es hora ya de volver a la casa y de alegrarnos al contar nuevamente con la gracia de Dios! Sabemos de antemano, por ejemplo, que un doctor atiende primero y pone más esmero a los enfermos más graves; que un maestro dedica más tiempo y esfuerzo a los estudiantes más lentos; que un albañil tarda más en arreglar una pared que se ve en mal estado que otra que se encuentra en mejores condiciones… Pues algo parecido sucedió con el padre de la parábola. Se alegró e hizo una gran fiesta porque su hijo menor lo necesitaba… pero no olvidó a su hijo mayor y también lo invitó a regocijarse con su hermano recobrado…

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De regreso a la casa de mi Padre Dios No sabemos el desenlace de estos hechos, pero sin lugar a dudas, aquella familia cambió favorablemente. Algunos “lugares” para encontrarnos hoy con Dios Iniciar este punto, preguntando: • • •

¿Alguna vez te has sentido lejos de la casa de nuestro padre Dios? ¿Qué has hecho para volver a casa de papá Dios en esas ocasiones? ¿Qué te gustaría hacer para mantenerte en la casa de papá Dios?

Volver a la casa del Padre puede hacerse de diversas maneras. Por ejemplo:       

Perdonar a nuestros compañeros de escuela que nos han ofendido. Aprender a compartir lo poco o lo mucho que tenemos y sabemos hacer. Abrir el corazón para aceptar a los niños con alguna discapacidad, y valorarlos. Tratar de sonreír siempre, si es que parece que nos hemos olvidado de hacerlo. Leer con gusto la Palabra de Dios, y conocer poco a poco la voluntad de Dios para nosotros. Recordar a nuestros papás que el domingo es el día del Señor para ir a Misa en familia. Hacer oración todos los días.

Una nueva situación familiar Si la situación familiar de los protagonistas de la parábola cambió, también la nuestra puede cambiar. La conversión es un camino que se recorre lentamente y que lleva toda la vida. Tiene diferentes modos de conseguirse, pero es para todos necesaria. Nunca se puede decir que ya la alcanzamos por completo o que ya no necesitamos arrepentirnos de nada y volver a la casa de nuestro Padre Dios. Esta cuaresma es un tiempo propicio para reencontrarnos con Dios, y con ello cambiar nuestra situación familiar: • •

¿Qué cosas de tu familia te gustaría cambiar? ¿Te gustaría decírselo a los miembros de tu familia?

En tu libreta, escribirás eso que te gustaría hacer y decirles.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Dios, Nuestro Padre, nos sigue esperando con los brazos abiertos, vayamos de una buena vez a su encuentro, levantémonos… ¡Pero ya! EXPRESAMOS NUESTRA FE COMPROMISO Apoyados en todo lo que hemos visto, pedir a los niños que en grupos pequeños, y después compartiendo en grupo, expresen su compromiso concreto para fomentar el encuentro con Dios y obtener con su gracia unas mejores relaciones familiares. CELEBRACIÓN Se realizará una acción de gracias de los niños a la que llamaremos: “La fiesta de papá Dios para mí”. Se sugiere realizarla con un carácter festivo, es la fiesta en la que nos encontramos de nuevo con papá Dios. Él, personalmente, sale a nuestro encuentro. Dependiendo del lugar y los recursos con que contemos, se puede cantar, realizar algunos juegos y distribuir los alimentos que tengamos dispuestos para la fiesta. Terminamos cantando “hijo pródigo”. Para el día de hoy, sería conveniente que ya lo hicieran todos de memoria, incorporando algunos gestos y expresiones corporales que tu les enseñes, pero si no es posible, llévalo suficientemente visible para que todos lo puedan seguir. De camino hacia la casa se encontraron el hijo que volvía y el padre que esperaba. El hijo que un buen día se marchó en busca de aventuras, y encontró mil desgracias. Había tristeza en el mirar del hijo, y arrepentimiento en el mirar del hijo. Pero había alegría en el mirar del padre, todo era perdón en el mirar del padre. En esta historia, Jesús nos enseñó que el padre es el Señor, nuestro Dios, y que pase lo que pase en nuestra vida, Dios es el Padre de todos nosotros, y que pase lo que pase en nuestra vida, tenemos un Padre que nos sigue esperando…

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ANEXOS

VIA CRUCIS PARA NIÑOS CELEBRACIÓN PENITENCIAL PARA NIÑOS

De regreso a la casa de mi Padre Dios VIA CRUCIS PARA NIÑOS

Este pequeño subsidio puede ser de gran utilidad para rezarse a lo largo de toda la Cuaresma; sin embargo, suele privilegiarse los días viernes, delante de las imágenes alusivas en los Templos. Para rezar con mayor provecho este Via Crucis, es necesario preparar un Guía y tres lectores. Pueden irse alternando las estaciones con más niños lectores, para darle mayor variedad e interés. Procurar que se prepare con tiempo, para evitar lecturas inapropiadas. Alternarlo con cantos adecuados. Guía: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Todos: Amén. Guía: Estamos aquí para recordar el gran amor que Jesús tuvo por nosotros, y cómo aceptó una muerte dolorosa para perdonar nuestros pecados. En este día queremos darle las gracias a nuestro Salvador, y con mucha devoción nos disponemos a acompañarlo en su “Camino de la Cruz”. Lector 1: Señor nuestro, Jesucristo, porque nos amas tanto y eres tan bueno que moriste por nosotros, nos pesa haber pecado, pues te hemos ofendido. Te amamos, Jesús, perdónanos, prometemos esforzarnos y no volver a pecar. Amén.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Lector 2: Jesús nuestro, tú dijiste: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga” (Ver Mt 16, 24). Junto contigo, aceptamos la cruz de nuestras obligaciones: al estudiar, al obedecer, al ser buenos con nuestros padres, con nuestros hermanos y amigos. Para recordar este compromiso, recorreremos juntos el Via Crucis que tú recorriste, pensando en cada uno de nosotros. Lector 3: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santiﬁcado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

PRIMERA ESTACIÓN: Jesús es condenado a muerte

Lector 1: En este lugar, los judíos llenaron a Jesús de insultos y de ofensas. Luego, obligaron a Pilato a condenarlo a muerte y colgarlo de la cruz. Lector 2: Jesús nuestro, que podamos aceptar las injurias como tú, sin rencores ni enojos. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

SEGUNDA ESTACIÓN: Jesús carga con la cruz a cuestas

Lector 1: En este lugar, cargaron aquella cruz tan pesada sobre los hombros de Jesús. Lector 2: Jesús nuestro, tú quisiste aceptar una cruz por nuestros pecados. Queremos también aceptar nuestras cruces, ser bondadosos y serviciales cuando los demás nos necesiten. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

TERCERA ESTACIÓN: Jesús cae por primera vez Lector 1: En este lugar, cayó Jesús por primera vez, debajo de la Cruz. Lector 2: Jesús nuestro, tú te levantaste para seguir el camino hacia el Calvario. ¡Que nosotros podamos levantarnos siempre para llegar hasta ti! (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

CUARTA ESTACIÓN: Jesús se encuentra con su Madre

Lector 1: En este lugar, de camino al Calvario, Jesús se encontró con su Madre Santísima; su presencia y su ternura le dieron nuevas fuerzas para sufrir por amor. Lector 2: Jesús nuestro, que el amor de María nos sostenga siempre, y que en los momentos más duros de nuestra vida, contemos con su compañía. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

QUINTA ESTACIÓN: El Cirineo le ayuda a Jesús a cargar la cruz

Lector 1: En este lugar, obligaron a Simón de Cirine a que cargara la cruz de Jesús. Lector 2: Jesús nuestro, que podamos servirte, como el Cirineo; que comprendamos que cuando ayudamos al prójimo, es a Ti a quien estamos ayudando. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

SEXTA ESTACIÓN: La Verónica limpia el rostro de Jesús

Lector 1: En este lugar, una mujer valiente, que no tuvo miedo a los soldados romanos, se acercó hasta Jesús y limpió su rostro golpeado y sucio. Lector 2: Jesús nuestro, que nosotros también seamos valientes para defenderte cuando gentes sin piedad te odien o desprecien. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

SÉPTIMA ESTACIÓN: Jesús cae por segunda vez

Lector 1: En este lugar, Jesús cayó por segunda vez, bajo el peso de su cruz. Lector 2: Jesús nuestro, mucho trabajo y dolor te costó levantarte para seguir tus afanosos pasos rumbo al Calvario. ¡Que como tú, no nos quedemos caídos y derrotados en nuestro camino! (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

OCTAVA ESTACIÓN: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

Lector 1: En este lugar, Jesús se detuvo y dijo a unas mujeres que por él lloraban y se compadecían: “No lloren por mí... lloren por ustedes mismas y por sus hijos”. Lector 2: Jesús nuestro, de nada sirve que te compadezcamos si antes no nos arrepentimos

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De regreso a la casa de mi Padre Dios de nuestros pecados. ¡Que tu pasión nos lo recuerde siempre! (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

NOVENA ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez

Lector 1: En este lugar, Jesús cayó por tercera vez. Pero se levanta y vuelve a caminar. Lector 2: Jesús nuestro, porque conocemos de nuestra debilidad, sabemos que volveremos a caer en el pecado; lo detestamos, pues lastimará tu amor y tu amistad. Si, para nuestro mal, así sucede, que tu gracia nos dé las fuerzas necesarias para levantarnos y volver a ti. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

DÉCIMA ESTACIÓN: Jesús es despojado de sus vestiduras

Lector 1: En este lugar, Jesús llegó al lugar de su cruciﬁxión. Aquí arrancaron brutalmente la ropa que cubría su sagrado cuerpo, y lo hicieron sufrir mucho. Lector 2: Jesús nuestro, que tengamos el valor de arrancar de nosotros todas las aﬁciones desordenadas que nos estorban para amarte con sinceridad. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

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DÉCIMO PRIMERA ESTACIÓN: Jesús es clavado en la Cruz

Lector 1: En este lugar, los soldados extendieron el cuerpo de Jesús sobre el madero de la Cruz, y clavaron sus pies y manos. Lector 2: Jesús nuestro: ¡Qué valor tan grande! ¡Qué voluntad tan ﬁrme para dejarte clavar en la Cruz sin quejas, ni enojos, ni murmuración alguna! Queremos, como tú, dejarnos clavar en las cruces de nuestras obligaciones sin protestar ni enojarnos. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN: Jesús muere en la cruz

Lector 1: En este lugar, por tres horas continuas, Jesús soportó la dolorosa angustia de su agonía. Lector 2: Jesús nuestro: ¡Acepta nuestras vidas! Dispón de ellas como quieras, pues te pertenecen. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN: Jesús es puesto en brazos de su Madre

Lector 1: En este lugar, José de Arimatea y Nicodemo descolgaron de la cruz el cuerpo de Jesús, ya sin vida, y lo colocaron en brazos de María, su Santísima Madre.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Lector 2: Jesús nuestro, cumpliste tu misión ofreciendo tu vida al Padre, en el Sacriﬁcio de la Cruz. Nosotros, siguiendo tu ejemplo, debemos llevar el mensaje de tu amor a los demás, y ofrecer la vida en las cruces de las obligaciones diarias. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN: Jesús es sepultado

Lector 1: En este lugar, Jesús fue sepultado. Aquí, María Santísima, con su corazón lleno de dolor y de inﬁnita tristeza, colocó el cuerpo de Jesús. Lector 2: Jesús nuestro: ¡Qué triste y vacía es la vida sin ti! Te prometemos no sepultarte en el olvido. Daremos a conocer tu amor a los que nos rodean, para que ellos también te amen. (Breve espacio de silencio) Lector 3: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Todos: Pecamos, Señor, y nos pesa, ten misericordia de nosotros. Guía: Hemos llegado al ﬁnal de nuestro Via Crucis. Que lo que aquí hemos meditado llegue a comprometer más y mejor nuestra vida. Que con Cristo caminemos siempre, y con Él esperemos también la gloria de la resurrección. Todos: Amén.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios CELEBRACIÓN PENITENCIAL PARA NIÑOS

Esta celebración puede hacerse cuando se crea más conveniente. Sugerimos, sin embargo, que se realice después de la Sesión 4 de estos Ejercicios de Cuaresma. Por lo tanto, deberá contarse con el tiempo necesario. La temática es propicia, y los catequistas pueden apoyar a los niños a acercarse con mayor provecho a esta celebración. Es muy conveniente que se invite cordialmente al párroco y / o a los demás sacerdotes de la comunidad para ejercer este ministerio. Es cierto que sugerimos un esquema, pero hay que consultar con ellos la conveniencia, así como pedir su opinión acerca del tiempo y los recursos que deban emplearse. Canto de entrada: Perdona a tu pueblo, Señor. Perdona a tu pueblo, Señor. Perdona a tu pueblo; perdónale, Señor. (2) No estés eternamente enojado. No estés eternamente enojado; perdónale, Señor. Perdona a tu pueblo, Señor. Perdona a tu pueblo; perdónale, Señor.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios

Sacerdote: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Todos: Amén. Sacerdote: Que la gracia de nuestro Señor, Jesucristo; el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, estén con todos ustedes. Todos: Y con tu espíritu. Monición: Arrepentidos, como el hijo de la parábola, nos acercamos a Dios, y le pedimos sinceramente su perdón. Con gran tristeza nos damos cuenta de que de diferentes formas le hemos ofendido. Ahora, reconocemos nuestra maldad, y le rogamos que, misericordioso, nos conceda nuevamente su amistad. Sacerdote: Para hacer adecuadamente esta celebración penitencial, primero hagamos un buen examen de conciencia. Repasemos, uno a uno, los mandamientos: - Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas ¿Confío en la bondad y en la misericordia de Dios? ¿Lo amo por encima de todo y de todos? ¿Hago más caso a lo que dicen los horóscopos, los juegos de azar, las adivinaciones, la ouija, o cualquier otra persona o instrumento, que al mismo Dios? - Segundo Mandamiento: No jurarás el nombre de Dios en vano ¿Acostumbro jurar? ¿Procuro honrar el nombre sagrado de Dios, o más bien lo utilizo sin sentido? - Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas ¿Voy a Misa todos los domingos y fiestas de guardar? ¿He faltado en alguna ocasión por flojera, o por hacer otras cosas que son menos importantes? ¿Trato de santificar el día del Señor haciendo el bien, descansando sanamente, conviviendo con mi familia? - Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y madre ¿Respeto a mis papás? ¿Los obedezco en todo, aunque a veces no quiera? ¿Reniego frecuentemente de lo que ellos me sugieren y no hago caso a sus consejos? - Quinto Mandamiento: No matarás ¿Amo y respeto mi vida y la de los demás? ¿He hablado mal de algún compañero o de un amigo? ¿Les he causado mala fama por venganza o por odio? ¿Le guardo rencor a alguien?

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De regreso a la casa de mi Padre Dios - Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros ¿Respeto mi cuerpo y el de los demás? ¿Evito las pláticas en doble sentido? ¿Me gusta contar chistes o hacer bromas indecentes? ¿Miro o curioseo en revistas, programas de televisión o páginas de internet, buscando pornografía? - Séptimo Mandamiento: No robarás ¿Alguna vez he tomado algo que no es mío? ¿He pedido prestado algo y aún no lo he devuelto? - Octavo Mandamiento: No levantarás falso testimonio, ni mentirás ¿He dicho mentiras, aunque las considere “piadosas”? ¿Evito decir la verdad, porque puede traerme consecuencias indeseadas? ¿He acusado a alguien falsamente para “librarme” de un castigo o de alguna sanción? - Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros Cuando llegan a mi mente pensamientos o deseos impuros, ¿me recreo en ellos, o los evito con valentía? - Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos ¿Siento tristeza cuando algún amigo tiene más cosas que yo, o si le va mejor en las caliﬁcaciones escolares? ¿Deseo lo que los demás tienen y no me siento satisfecho con lo poco o mucho que yo tengo? Dejar un tiempo conveniente para que los participantes hagan su examen de conciencia. Luego, pedir a un niño que lea, a nombre de todos, la siguiente oración, expresando su arrepentimiento: Lector 1: Señor Jesús: Te amamos, y queremos pedirte perdón por todas aquellas veces en que no nos hemos comportado como deberíamos. Hemos repasado nuestras acciones, y muchas de ellas no son buenas. Nos pesa mucho haberte ofendido, porque reconocemos que tú eres muy bueno y que nos das siempre mucho más de lo que merecemos. Ayúdanos ahora, que vamos a confesarnos, para decirle al sacerdote todo, sin falso temor. Amén. Después, se procede a las confesiones personales. Mientras tanto, se puede acompañar el momento con cantos adecuados. Terminadas las confesiones, continúa la celebración.

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De regreso a la casa de mi Padre Dios Sacerdote: Agradecidos con Dios porque nos ha demostrado su amor y su bondad al perdonarnos, le dirigimos la oración que su Hijo, Jesucristo, nos enseñó: Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santiﬁcado sea tu nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. Sacerdote: Que tu misericordia, Señor, motive nuestra vida, y que nuestros actos sean mejores desde hoy, que gustamos de tu bondad. Amén. Canto de salida: Caminaré en presencia del Señor Caminaré en presencia del Señor. (2) Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante. Porque inclina su oído hacia mí el día en que lo invoco. Caminaré en presencia del Señor. (2)

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Notas

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