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EL PINGÜINO, EL «BICHO» ORIGINAL
Este animal no encajaba. El pingüino no era lo que se esperaba que un ave fuese, era distinto en su clase, y para Antonio, a sus cuatro años, esa era una realidad que le resultaba familiar. «En aquel entonces me sentía discriminado, sentía casi que quien era yo estaba mal», recuerda. «Cuando vi a ese pingüino, pensé por qué era tan diferente y raro. Lo investigué y vi que había una razón detrás».
Antonio ha declarado que los animales, su pasión por ellos, le salvaron la vida. En su círculo íntimo, la familia hizo otra parte; compara el apoyo de sus padres con «tener una máquina respiradora» que lo mantuvo vivo. «Sin ellos, sin mi familia y sin los compañeros de clase que hice en el Harwood School, hubiera sido un caso perdido», afirma. Ripoll enfatiza el rol que cumplió en su desarrollo Harwood School, colegio al que llegó luego de su paso por varios otros: «Fue una institución que buscó no solo adaptarme, sino que también se adaptó a mi».
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Antonio entiende que la realidad ha cambiado para las personas con TEA. «Cuando yo estaba sufriendo todo eso, los conceptos de los trastornos del espectro autista o la palabra bullying en sí, aún no existían o eran todavía muy nuevas», explica. «Por eso no le guardo rencor en el absoluto a quienes me hacían bullying o a los docentes que no me trataron de la mejor manera. Vivir con rencor es vivir con una bola de hierro encadenada a tus tobillos, te va a ralentizar y hundirte. Esa gente era víctima igual que yo. He tenido pila de reencuentros con muchos de ellos y son gente totalmente distinta. Han sido reencuentros de todo, menos tóxicos». ha brindado NatGeo. «Desde nuestro lado hay cosas que ya venimos trabajando, porque en fresco las podés evaluar mejor», explicó el productor. «Nos gustaría tener más tiempo para cada episodio, ordenar un poco más el proceso, trabajar con el equipo más en paralelo. Aún así, el resultado técnicamente es espectacular y se lograron los resultados buscados».
Ahora Antonio tiene la oportunidad de ser la inspiración de otros niños dentro del espectro, y el impacto de la docuserie le ha llevado a recibir múltiples mensajes de niños y padres agradecidos. Sin embargo, él prefiere no hacer esa distinción: «Yo no siento que sea [un modelo de rol para ellos], no porque quiero hacerlos a un lado, por el contrario, es que no los veo como gente diferente», explica. «Ahí está lo que importa: la inclusión naturalizada».
A nivel práctico, es usar las herramientas disponibles para considerar a todos los televidentes: «Así como en las plataformas hay un sistema de subtítulos, que haya otro de pictogramas, de colores, capaz que hasta de soundtracks específicos», sugiere Antonio.
Para Antonio, mientras tanto, el sueño ha comenzado a tomar forma, lo que lo alimenta a buscar más: «Mi sueño supremo es recorrer todo el planeta presentando y narrando documentales en las cuales pueda demostrarle al mundo cuán extraordinarias son aquellas especies del reino animal que comparten el planeta con nosotros».
«De estar solo, limitado a nuestras fronteras, a viajar con un equipo soñado, filmando en tantos lugares... Desde mi perspectiva la primera temporada de Bichero fue muchísimo más de lo que pude haber pedido», reflexionó sobre esta experiencia. «Ni yo sé cómo sigue el sueño, pero parte de él ya se ha materializado».